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El día parecía estar un poco nublado. No era algo que desagradara al rubio, pues le daba lo mismo. En esos momentos un barco marine comenzó a acercarse al puerto. Sus velas eran blancas y enormes, el símbolo de la marina se veía en él. El buque tenía algunas abolladuras por la batalla que habían tenido hacía unas horas. Al parecer aquel vehículo volvía de una dura misión en los mares del Norte. Últimamente había muchos ataques a la marine y por ello los soldados debían darlo todo para defenderla. Podían parecer medidas desesperadas pero no había otra opción. Desde la guerra del Norte, todo estaba bastante mal. Pero todavía quedaban poderosos marines para dar la cara y salvar lo que quedaba. Uno de ellos viajaba en aquel barco.
Cuando el enorme objeto echó el ancla, muchos reclutas comenzaron a bajar. La mayoría con heridas y vendajes rodeándoles el cuerpo. De repente apareció uno más distinto. Portaba una armadura negra y un yelmo con dos cuernos. En su espalda llevaba un espadón, todo el material estaba hecho de kairouseki puro, desde las botas hasta el yelmo. Tan solo se le veían unos ojos azulados y unos cabellos rubios como el oro. Este tipo se trataba del comodoro Xemnas Death. Después de sus dos años en Arabasta, estaba ya de vuelta. Deseaba poder descansar un poco y no tardó mucho más en llegar hasta el comité que les recibía. Se acercó a uno de los superiores y le hizo una reverencia. – Misión cumplida, señor. – El tipo asintió con la cabeza y le dejó paso.
El devastador comenzó a caminar despacio hacia el interior del enorme edificio. Necesitaba descansar un poco después de todo lo pasado. En ese momento pudo ver uno de aquellos jardines interiores y se sentó en el césped. Pudo ver un pequeño puente sobre una laguna, unas piedras y algunos castillos de adorno, meras maquetas. Pese a ser sitio cubierto era agradable y aquello siempre era bueno para un marine agotado. Se quitó el yelmo, dejándolo a su lado y soltando un leve suspiro. Sus rubios cabellos pinchudos quedaron al descubierto. Le caía un poco de sudor por la frente pero le daba lo mismo. – Estoy hecho trizas… – Dijo en voz alta para después soltar una carcajada. Era optimista pese a todo y además estaba dispuesto a cumplir con su deber de marine. Era un buen tipo. Tendría cerca de veinte años, bastante joven para estar en aquel puesto que estaba.
Cuando el enorme objeto echó el ancla, muchos reclutas comenzaron a bajar. La mayoría con heridas y vendajes rodeándoles el cuerpo. De repente apareció uno más distinto. Portaba una armadura negra y un yelmo con dos cuernos. En su espalda llevaba un espadón, todo el material estaba hecho de kairouseki puro, desde las botas hasta el yelmo. Tan solo se le veían unos ojos azulados y unos cabellos rubios como el oro. Este tipo se trataba del comodoro Xemnas Death. Después de sus dos años en Arabasta, estaba ya de vuelta. Deseaba poder descansar un poco y no tardó mucho más en llegar hasta el comité que les recibía. Se acercó a uno de los superiores y le hizo una reverencia. – Misión cumplida, señor. – El tipo asintió con la cabeza y le dejó paso.
El devastador comenzó a caminar despacio hacia el interior del enorme edificio. Necesitaba descansar un poco después de todo lo pasado. En ese momento pudo ver uno de aquellos jardines interiores y se sentó en el césped. Pudo ver un pequeño puente sobre una laguna, unas piedras y algunos castillos de adorno, meras maquetas. Pese a ser sitio cubierto era agradable y aquello siempre era bueno para un marine agotado. Se quitó el yelmo, dejándolo a su lado y soltando un leve suspiro. Sus rubios cabellos pinchudos quedaron al descubierto. Le caía un poco de sudor por la frente pero le daba lo mismo. – Estoy hecho trizas… – Dijo en voz alta para después soltar una carcajada. Era optimista pese a todo y además estaba dispuesto a cumplir con su deber de marine. Era un buen tipo. Tendría cerca de veinte años, bastante joven para estar en aquel puesto que estaba.
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Heaten se encontraba en su cuarto, con la mirada perdida en el cielo gris, cubierto de nubes que parecían traer la tormenta. Habían pasado ya varias semanas desde su regreso al cuartel, después de la cruenta guerra de Hallstat, en la que ella y Kuro participaron, aunque lo que hicieron no es que fuera de especial ayuda. Solo se pelearon contra un reptil y un gato...Aunque la pelea fue más entretenida que la de otros de sus "compañeros" cuyos enemigos no sentían dolor. "Tampoco es que lo nuestro fuera mucho más entretenido. La próxima vez les patearemos el trasero. ¡¿Por qué no gritaron más?!" Se quejaba Noise en su cabeza, mientras que Eco se limitaba a ignorarla. "¡EEEEEEECO! ¿Me estás escuchando?" Preguntó molesta al notar que su "gemela" no decía nada. "Estoy oyendo como gritas como una tonta, sí." Contestó ella de forma seca. "Creo que, por mucho interés que tengamos en entender las sensaciones de estos humanos, como la del dolor, deberías darte cuenta de que hay otros datos importantes y que no lograremos obtener por tú actitud. La última vez casi morimos, y no por estar peleando contra ese hombre, o lo que fuera." Continuó recriminándole. "¡O-Oye! Eso no fue mi c..." Trató de defenderse Noise. "Los calculos indican que si no hubieras sido tan impulsiva, no hubiéramos sufrido tantos daños. ¿Te recuerdo que nos tuvo que sacar de ahí Kuro medio inconscientes? Este cuerpo no es solo humano, por lo que somos más frágiles..."
Heaten suspiró, antes de levantarse de la cama, en la que llevaba ya demasiado tiempo, y todo por haber sentido que había fallado. Era una tontería pensar que aquello era culpa suya, o así lo veía todo el mundo, pero al ser alguien que no acostumbra a fallar a la hora de ejecutar sus calculados movimientos...Se podría decir que aquel mal perder la había llevado a un estado de depresión momentáneo. A esto se le sumo la partida repentina de Kuro. ¿A dónde iría? Llevaba un tiempo desapareciendo de forma ocasional, desde cierta misión que le tuvo fuera durante varios meses. -Son datos sin relevancia...Sino me lo habría dicho...- Se dijo a sí misma mientras observaba su reflejo en el espejo. Pudo notar que, a pesar de llevar días en reposo, tenía unas ojeras impresionantes, además de tener el pelo alborotado y un cuerpo que le resultaba extraño, como siempre. Una niña de seis/siete años no debería estar tan desarrollada.
Alguien llamó a la puerta mientras la chica se observaba en el espejo y trataba de colocarse el pelo que, por algún motivo, estaba algo rebelde esa mañana. Sin siquiera esperar a que la chica contestase, la puerta se abrió y un hombre, algo malhumorado, entró en el cuarto diciendo algo de que no podía seguir así y que tenía que ir a recoger a su bicho, pero se cortó en seco al ver las pintas de la chica que apenas si llevaba una camisa encima (la cual se notaba que no era suya), a medio abotonar. Por alguna razón, la cara del hombre se tornó roja y de su nariz empezó a salir un chorro de sangre. La pelimorada ladeó la cabeza al verle. -uhm...¿Ocurre algo?- Preguntó antes de ver como el marine salía corriendo, dando un portazo. -No entiendo a los humanos.- Dijo para si misma antes de ir a vestirse, poniéndose su sudadera encima y sus zapatillas, antes de ir a buscar a Nepu.
Heaten suspiró, antes de levantarse de la cama, en la que llevaba ya demasiado tiempo, y todo por haber sentido que había fallado. Era una tontería pensar que aquello era culpa suya, o así lo veía todo el mundo, pero al ser alguien que no acostumbra a fallar a la hora de ejecutar sus calculados movimientos...Se podría decir que aquel mal perder la había llevado a un estado de depresión momentáneo. A esto se le sumo la partida repentina de Kuro. ¿A dónde iría? Llevaba un tiempo desapareciendo de forma ocasional, desde cierta misión que le tuvo fuera durante varios meses. -Son datos sin relevancia...Sino me lo habría dicho...- Se dijo a sí misma mientras observaba su reflejo en el espejo. Pudo notar que, a pesar de llevar días en reposo, tenía unas ojeras impresionantes, además de tener el pelo alborotado y un cuerpo que le resultaba extraño, como siempre. Una niña de seis/siete años no debería estar tan desarrollada.
Alguien llamó a la puerta mientras la chica se observaba en el espejo y trataba de colocarse el pelo que, por algún motivo, estaba algo rebelde esa mañana. Sin siquiera esperar a que la chica contestase, la puerta se abrió y un hombre, algo malhumorado, entró en el cuarto diciendo algo de que no podía seguir así y que tenía que ir a recoger a su bicho, pero se cortó en seco al ver las pintas de la chica que apenas si llevaba una camisa encima (la cual se notaba que no era suya), a medio abotonar. Por alguna razón, la cara del hombre se tornó roja y de su nariz empezó a salir un chorro de sangre. La pelimorada ladeó la cabeza al verle. -uhm...¿Ocurre algo?- Preguntó antes de ver como el marine salía corriendo, dando un portazo. -No entiendo a los humanos.- Dijo para si misma antes de ir a vestirse, poniéndose su sudadera encima y sus zapatillas, antes de ir a buscar a Nepu.
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Xemnas continuaba allí sentado. Sus ojos continuaban entrecerrados, mientras miraba al frente. Deseaba irse a descansar, pero le daba mucha pereza la idea de tener que levantarse de dónde estaba. El tiempo últimamente pasaba demasiado lento para él, los días se le hacían eternos y eso no era muy bueno para él. La rutina de hacer siempre lo mismo le cansaba, aquello sumado a que siempre estaba solo. Era un chico demasiado solitario, la culpa era la infancia que había tenido. Sin duda, había tenido que soportar muchas cosas, aunque tuviese el cargo de comodoro, no sentía nada en especial. Era como llevar una capa mejor, nada más. Estiró la mano despacio, agarrando el yelmo y colocándoselo en la cabeza para después, ponerse en pie con un enorme esfuerzo. Soltó un enorme suspiro y comenzó a caminar hacia el interior del cuartel, más aún. Debía llegar a la zona de los camarotes.
En ese momento, dos marines pasaron por su lado. Serían sargentos o tenientes, uno de ellos le puso la zancadilla al rubio, el cual cayó al suelo soltando un leve quejido. Debido al golpe, cayó por los escalones, aterrizando de nuevo en el patio. Debido a la armadura, no se había hecho mucho daño, pero el brazo izquierdo le empezó a doler bastante. – Ui, lo siento, señor. – Dijo aquel tipo de cabellos rojizos y ojos violetas. Claramente lo había hecho a maldad, su compañero empezó a reírse un poco. El comodoro sin embargo no hizo nada, simplemente miró a otro lado y negó un par de veces. – No pasa nada, continúen con lo que estaban haciendo… – Una vez dijo aquello, los dos continuaron con su camino. El devastador se colocó en pie, mirando su brazo para después mirar hacia abajo. No entendía la razón de aquello. Podía darles una paliza o encerrarlos al ser un superior. Sin embargo no quería hacerlo.
Notó como un hombre salía de uno de los pasillos, un poco ruborizado y al parecer enojado. No le dio mucha importancia y soltó un enorme suspiro. – Soy incapaz de ayudar a nadie… – Dijo con un tono seco para después comenzar a caminar hacia su camarote cabizbajo. A su cabeza acudían distintas burlas que iban hacia él, por parte de todo el mundo. Echaba de menos a Kai, hacía muchísimo que no lo veía, de hecho, más de dos años. Empezaba a sentir la necesidad de abrazar al que consideraba su mejor amigo. Misa también estaba desaparecida y Al no es que le hiciese mucho caso. Se sentía solo en el mundo, y aquello le hacía sentirse un poco mal, de todas formas no era la primera vez. Tropezó en mitad del pasillo, quedando con la frente pegada a la madera, prefirió no levantarse, quedarse allí para siempre y por ello cerró los ojos sin hacer gran cosa.
En ese momento, dos marines pasaron por su lado. Serían sargentos o tenientes, uno de ellos le puso la zancadilla al rubio, el cual cayó al suelo soltando un leve quejido. Debido al golpe, cayó por los escalones, aterrizando de nuevo en el patio. Debido a la armadura, no se había hecho mucho daño, pero el brazo izquierdo le empezó a doler bastante. – Ui, lo siento, señor. – Dijo aquel tipo de cabellos rojizos y ojos violetas. Claramente lo había hecho a maldad, su compañero empezó a reírse un poco. El comodoro sin embargo no hizo nada, simplemente miró a otro lado y negó un par de veces. – No pasa nada, continúen con lo que estaban haciendo… – Una vez dijo aquello, los dos continuaron con su camino. El devastador se colocó en pie, mirando su brazo para después mirar hacia abajo. No entendía la razón de aquello. Podía darles una paliza o encerrarlos al ser un superior. Sin embargo no quería hacerlo.
Notó como un hombre salía de uno de los pasillos, un poco ruborizado y al parecer enojado. No le dio mucha importancia y soltó un enorme suspiro. – Soy incapaz de ayudar a nadie… – Dijo con un tono seco para después comenzar a caminar hacia su camarote cabizbajo. A su cabeza acudían distintas burlas que iban hacia él, por parte de todo el mundo. Echaba de menos a Kai, hacía muchísimo que no lo veía, de hecho, más de dos años. Empezaba a sentir la necesidad de abrazar al que consideraba su mejor amigo. Misa también estaba desaparecida y Al no es que le hiciese mucho caso. Se sentía solo en el mundo, y aquello le hacía sentirse un poco mal, de todas formas no era la primera vez. Tropezó en mitad del pasillo, quedando con la frente pegada a la madera, prefirió no levantarse, quedarse allí para siempre y por ello cerró los ojos sin hacer gran cosa.
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Pasados cinco minutos, sino menos, de que aquel marine saliera de la habitación, la puerta se volvió a abrir, saliendo por esta Heaten...Algo más presentable que antes. al menos ahora la gente podría pensar que bajo su sudadera había una camiseta, pantalones cortos, que los había. Aunque por ella, hubiera ido con solo la camisa de Kuro. La vergüenza no era algo que entendiese una persona con mentalidad de niña pequeña. Apenas dio dos pasos, cuando su pie se tropezó con algo que no debería estar ahí, dándole un golpe considerable. De hecho, de no ser porque no sentía dolor, seguramente se hubiera tirado al suelo, agarrándose la punta del pie mientras gemía de dolor. Pero no fue el caso.
La chica agachó la cabeza y se puso a inspeccionar el objeto metálico que había golpeado. Nunca había visto algo por el estilo. ¿Qué es eso? Se preguntó al tiempo que activaba la visión infrarroja de sus ojos. Con esta, pudo percibir que había algo vivo encerrado en su interior. "Debe ser algo para proteger el cuerpo...Eso o una trampa mortal". Se dijo a sí misma, antes de ponerse de cuclillas frente a "eso". Al hacerlo, le pareció distinguir algo de pelo rubio saliendo por un orificio. La "pequeña" ladeo la cabeza. "¿Una persona?" Con ayuda de su akuma, trató de generar una plataforma de corindón, endurecido con Haki, debajo de la armadura, con intención de levantarla y hacer que se diera la vuelta. De lograrlo, solo tendría que intentar despertar o algo, a quien estuviera dentro.
La chica se quedó observado lo que debía ocultar la cabeza de alguien. Ahora que había cambiado su posición, era obvio que había alguien dentro. Heaten dio uno toques a la armadura, como si llamara a la puerta, esperando luego un poco para ver si contestaba. De hacerlo...El pobre se vería desbordado con preguntas por parte de la chica y posiblemente esta le arrastrase para ir a buscar a Nepu. Cuanto más tiempo estuviera ahí, más preguntas le haría.
La chica agachó la cabeza y se puso a inspeccionar el objeto metálico que había golpeado. Nunca había visto algo por el estilo. ¿Qué es eso? Se preguntó al tiempo que activaba la visión infrarroja de sus ojos. Con esta, pudo percibir que había algo vivo encerrado en su interior. "Debe ser algo para proteger el cuerpo...Eso o una trampa mortal". Se dijo a sí misma, antes de ponerse de cuclillas frente a "eso". Al hacerlo, le pareció distinguir algo de pelo rubio saliendo por un orificio. La "pequeña" ladeo la cabeza. "¿Una persona?" Con ayuda de su akuma, trató de generar una plataforma de corindón, endurecido con Haki, debajo de la armadura, con intención de levantarla y hacer que se diera la vuelta. De lograrlo, solo tendría que intentar despertar o algo, a quien estuviera dentro.
La chica se quedó observado lo que debía ocultar la cabeza de alguien. Ahora que había cambiado su posición, era obvio que había alguien dentro. Heaten dio uno toques a la armadura, como si llamara a la puerta, esperando luego un poco para ver si contestaba. De hacerlo...El pobre se vería desbordado con preguntas por parte de la chica y posiblemente esta le arrastrase para ir a buscar a Nepu. Cuanto más tiempo estuviera ahí, más preguntas le haría.
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Xemnas continuaba tumbado con los ojos cerrados. Sentía una sensación agradable al estar allí echado, sin nadie que le molestase y sin problemas. La madera no se metía con él y el ambiente era bastante agradable. De hecho sentía como estaba a punto de quedarse dormido. No era propio de un comodoro y menos en un cuartel. A veces pensaba que había ascendido demasiado rápido. Él estaba a gusto de recluta, pero sus habilidades de combate le habían conducido allí sin que él lo pidiese. Debía apechugar con aquello, pues no tenía otra opción y las vidas de las personas eran lo más importante. La justicia tenía el deber de erradicar el mal, aunque por desgracia, ese mal estaba dentro de la propia marina también. Así pensaba a veces.
Entonces notó un leve golpe que, gracias a su armadura, no pudo sentir muy bien en su cuerpo. El sonido le hizo abrir un poco los ojos. Cuando iba a ponerse de pie, algo en el estómago le hizo subir y darse la vuelta. Quedó impresionado y de hecho no tuvo tiempo a reaccionar. Era como si el suelo lo lanzase, aunque últimamente no le sorprendería que así fuese. Entonces vio a una chica que estaba allí parada. No entendía que hacía en aquel cuartel, tal vez era una marine o quizás no. El rubio abrió los ojos un poco más de lo normal al estar impresionado. De hecho algo le decía que ella era la culpable de lo de la plataforma del suelo. Tenía todas las cartas al ser la única persona allí.
Cuando la joven dio toquecitos en la armadura de kairouseki, el comodoro simplemente soltó un suspiro para después mostrar una sonrisa un poco forzada. – Lo siento mucho, amiga. Me debí de quedar dormido debido al cansancio. – Dijo con un tono de voz amable para después colocarse en pie y mirarla a los ojos. – ¿Puedo ayudarte en algo? ¿Qué haces aquí? – Le dijo aquello pensando que quizás estaba perdida o algo por el estilo. Cuando el chico activó su mantra, pudo detectar que de ella emanaba un poder considerable. Aquello le hizo alzar una ceja para después tragar un poco de saliva. Tal vez no era una simple persona como pensaba, pero no podía estar seguro del todo. – Me llamo Xemnas ¿Tú nombre es? – Hizo aquella pregunta con un tono distinto al anterior, pero tratando de sonar amable en todo momento. De hecho trataba de controlar sus nervios al ser una mujer, tal y como le había dicho Misa.
Entonces notó un leve golpe que, gracias a su armadura, no pudo sentir muy bien en su cuerpo. El sonido le hizo abrir un poco los ojos. Cuando iba a ponerse de pie, algo en el estómago le hizo subir y darse la vuelta. Quedó impresionado y de hecho no tuvo tiempo a reaccionar. Era como si el suelo lo lanzase, aunque últimamente no le sorprendería que así fuese. Entonces vio a una chica que estaba allí parada. No entendía que hacía en aquel cuartel, tal vez era una marine o quizás no. El rubio abrió los ojos un poco más de lo normal al estar impresionado. De hecho algo le decía que ella era la culpable de lo de la plataforma del suelo. Tenía todas las cartas al ser la única persona allí.
Cuando la joven dio toquecitos en la armadura de kairouseki, el comodoro simplemente soltó un suspiro para después mostrar una sonrisa un poco forzada. – Lo siento mucho, amiga. Me debí de quedar dormido debido al cansancio. – Dijo con un tono de voz amable para después colocarse en pie y mirarla a los ojos. – ¿Puedo ayudarte en algo? ¿Qué haces aquí? – Le dijo aquello pensando que quizás estaba perdida o algo por el estilo. Cuando el chico activó su mantra, pudo detectar que de ella emanaba un poder considerable. Aquello le hizo alzar una ceja para después tragar un poco de saliva. Tal vez no era una simple persona como pensaba, pero no podía estar seguro del todo. – Me llamo Xemnas ¿Tú nombre es? – Hizo aquella pregunta con un tono distinto al anterior, pero tratando de sonar amable en todo momento. De hecho trataba de controlar sus nervios al ser una mujer, tal y como le había dicho Misa.
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La chica se quedó unos segundos en silencio, observando al hombre de la armadura mientras analizaba tanto su expresión como sus preguntas, con un rostro que denotaba curiosidad. En especial, porque solía ser ella quien preguntaba primero. Aquella era una variación interesante. -Me llamo Heaten. Estaba en aquella habitación hasta hace unos momentos.- Dijo señalando el cuarto que le habían ofrecido para que se recuperar y esperara hasta que repararan a Nepu y la enviaran a otro lugar (o decidiera que se aburría lo suficiente como para escaparse). -Iba a ir a buscar a Nepu, que estaba en reparación.- Continuó antes de ponerse en pie. Bien, y ahora que ya había contestado a las preguntas del tal Xemnas, era hora de que el le contestara a ella. -¿Por qué te has quedado dormido aquí? ¿Y para qué llevas esta cosa? ¿De qué está hecha? ¿No te resulta incomoda? ¿Es algún tipo de juego de tortura?- Según sus respuestas, preguntaría una cosa u otra y así hasta que se aburriese o no tuviera más dudas. Aunque era difícil no tenerlas en un mundo tan grande. Eso le recordó...
-¿Por cierto, has visto alguna vez a un reptil con alas gigaaaante? - Preguntó, haciendo un gesto con la mano, como si eso sirviera para que el chico supiera que se refería a un dragón. En su última batalla había tenido oportunidad de ver dos, pero no tenía más que uno o dos datos sobre lo que vio. -Mira, son algo como esto...- Dijo antes de generar una pequeña figura de rubí tallado, con la forma del animal. -Y vuelan y hacen cosas...No se que más hacen, pero parecen ser muy fuertes. ¿Sabes algo sobre ellos? Kuro se fue antes de que pudiera preguntarle...- Continuó, casi olvidándose de Nepu hasta que vio pasar una pelota de fútbol, dando brincos por ahí. Por lo visto, los reclutas que no tenían nada que hacer jugaban con eso.
-¡Ya sé! ¿Me contarías lo que sabes de camino al taller?- Añadió, sin esperar a que el pobre comodoro contestara, para después intentar tirar de él, sin mucho exito. De hecho, nada más tocar su armadura, se sintió algo debilitada, por lo que tuvo que soltarle casi al momento.
-¿Por cierto, has visto alguna vez a un reptil con alas gigaaaante? - Preguntó, haciendo un gesto con la mano, como si eso sirviera para que el chico supiera que se refería a un dragón. En su última batalla había tenido oportunidad de ver dos, pero no tenía más que uno o dos datos sobre lo que vio. -Mira, son algo como esto...- Dijo antes de generar una pequeña figura de rubí tallado, con la forma del animal. -Y vuelan y hacen cosas...No se que más hacen, pero parecen ser muy fuertes. ¿Sabes algo sobre ellos? Kuro se fue antes de que pudiera preguntarle...- Continuó, casi olvidándose de Nepu hasta que vio pasar una pelota de fútbol, dando brincos por ahí. Por lo visto, los reclutas que no tenían nada que hacer jugaban con eso.
-¡Ya sé! ¿Me contarías lo que sabes de camino al taller?- Añadió, sin esperar a que el pobre comodoro contestara, para después intentar tirar de él, sin mucho exito. De hecho, nada más tocar su armadura, se sintió algo debilitada, por lo que tuvo que soltarle casi al momento.
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El chico no tardó en recibir una respuesta. La chica se llamaba Heaten y además estaba buscando a un tal Nepu. A lo mejor era un amigo suyo, su pareja o quizás una mascota. No descartaba la posibilidad de que fuese un arma. Millones de posibilidades invadían la mente del rubio, pero dejó de meterse en aquellos temas y soltó un leve suspiro. No iba a perder el tiempo preguntándole. Tenía demasiadas ganas de irse a dormir y por ello trataba de terminar la conversación. Iba a hacerlo al menos, en cuanto ella se fuera a continuar buscando aquella cosa, fuera lo que fuera.
Entonces la mujer comenzó a invadirle con una infinidad de preguntas sobre su armadura. No le dejaba responder, debido a la velocidad con la que le hablaba. De hecho empezaba a sentirse un poco incómodo en aquella situación tan difícil. Desvió un poco la mirada mientras soltaba un pequeño suspiro. No entendía como una persona podía abordar a otra de aquella forma. De hecho en una de las preguntas, se quedó un poco confuso al hablarle de dragones. Casualmente conocía a uno bastante poderoso y que ostentaba el titulo de Shichibukai. Por lo demás, todo tenía respuesta fácil, pero era difícil poder decir algo. Encima el sonido de una pelota botando le terminó de poner nervioso del todo. No sabía dónde meterse y miraba a varios sitios al mismo tiempo.
De repente le dijo que le contara todo de camino al taller y trató de tirar de él. Cuando le soltó tan rápido, se dio cuenta de que tenía aquella armadura puesta. Entonces soltó un suspiro. – Espera un momento… – Abrió una de las puertas de allí, tratando de entornar para que ella no viese el interior. La habitación era suya y estaba invadida por el desorden. Dejó todo aquel equipaje en la cama y tan solo quedó con una chaqueta negra y unos pantalones del mismo color. Sus cabellos rubios quedaron liberados y su espadón se pudo ver a la perfección, quedando amarrado a su espalda. Salió de la sala y se puso a caminar con ella, al mismo tiempo que le iba contestando. – Me caí y me dormí debido al cansancio. Mi armadura está hecha de Kairouseki puro, recién vine de una misión. Sirve para parar ataques. Sobre los lagartos que dices, he visto a uno. El Shichibukai Madara, pueden vomitar fuego y algunos incluso ácido o rayo. Son bestias muy fuertes. – Nada más decirle aquello, continuó caminando a su lado, con una expresión que mostraba sueño y cansancio. – En cuanto lo encuentres iré a descansar. ¿Qué es ese tal Nepu? ¿Por cierto, te gustan los fideos instantáneos? ¿No vas a tratar de meterte conmigo? ¿Dónde te peinas así? Me gusta tu pelo. – Dijo con una expresión un poco más animada. Él también sabía cocer a la gente a preguntas sin parar.
Entonces la mujer comenzó a invadirle con una infinidad de preguntas sobre su armadura. No le dejaba responder, debido a la velocidad con la que le hablaba. De hecho empezaba a sentirse un poco incómodo en aquella situación tan difícil. Desvió un poco la mirada mientras soltaba un pequeño suspiro. No entendía como una persona podía abordar a otra de aquella forma. De hecho en una de las preguntas, se quedó un poco confuso al hablarle de dragones. Casualmente conocía a uno bastante poderoso y que ostentaba el titulo de Shichibukai. Por lo demás, todo tenía respuesta fácil, pero era difícil poder decir algo. Encima el sonido de una pelota botando le terminó de poner nervioso del todo. No sabía dónde meterse y miraba a varios sitios al mismo tiempo.
De repente le dijo que le contara todo de camino al taller y trató de tirar de él. Cuando le soltó tan rápido, se dio cuenta de que tenía aquella armadura puesta. Entonces soltó un suspiro. – Espera un momento… – Abrió una de las puertas de allí, tratando de entornar para que ella no viese el interior. La habitación era suya y estaba invadida por el desorden. Dejó todo aquel equipaje en la cama y tan solo quedó con una chaqueta negra y unos pantalones del mismo color. Sus cabellos rubios quedaron liberados y su espadón se pudo ver a la perfección, quedando amarrado a su espalda. Salió de la sala y se puso a caminar con ella, al mismo tiempo que le iba contestando. – Me caí y me dormí debido al cansancio. Mi armadura está hecha de Kairouseki puro, recién vine de una misión. Sirve para parar ataques. Sobre los lagartos que dices, he visto a uno. El Shichibukai Madara, pueden vomitar fuego y algunos incluso ácido o rayo. Son bestias muy fuertes. – Nada más decirle aquello, continuó caminando a su lado, con una expresión que mostraba sueño y cansancio. – En cuanto lo encuentres iré a descansar. ¿Qué es ese tal Nepu? ¿Por cierto, te gustan los fideos instantáneos? ¿No vas a tratar de meterte conmigo? ¿Dónde te peinas así? Me gusta tu pelo. – Dijo con una expresión un poco más animada. Él también sabía cocer a la gente a preguntas sin parar.
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La chica, al contrario de lo que el rubio quizá esperase, no se molestó por las preguntas encadenadas que le hizo tras explicarle lo preguntado por ella con anterioridad. Por lo visto, le había pasado algo similar a lo que le sucedió a ella cuando cayó el rayo en la isla del tal Derian, solo que a él le había ocurrido por cansancio, no porque se le sobrecalentase la cabeza. -Nepu es una IA, un ser creado de forma artificial, pero tiene inteligencia. Probablemente pueda considerarse un ser vivo...- Contestó la pelimorada, algo decaía ya que el pensar en Nepu de esa forma le recordaba que ella tampoco era un ser "real" No tenía lo que se suele llamar como padre o madre. No había pasado nueve meses en el vientre de una humana y tampoco llevaba viva el tiempo que indicaba su ficha de la marina. Movió la cabeza de un lado a otro.
"Esos son datos innecesarios". Se dijo, antes de continuar con la conversación. -No se lo que son los fideos instantáneos. ¿Se comen? ¿Por qué me deberían gustar? ¿Meterme contigo...? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Para qué...?- La chica le miró ladeando la cabeza, sin dejar de caminar. -Me peino en mi cuarto, ¿dónde si no? Y solo lo llevo sujeto en dos coletas...¿Por qué te gusta? A mí me gusta el algodón de azúcar. Por cierto, debemos girar a la izquierda en ese cruce.- Dijo señalando el lugar al que se dirigían con el dedo, sin dejar de mirarle. -Los laboratorios están por ahí. Nepu debe encontrarse en ese lugar o en alguno de los anexos. Vamos.- Y dicho esto, la chica volvió a tirar de él. Al menos esta vez no parecía sentirse rara. ¿Sería cosa de aquella armadura? -Xemnas...¿Esa armadura hace algo más qué proteger? ¿Qué es el kairouseki? Tuvo un efecto extraño hace un rato cuando lo toque...¿Por qué?- Preguntó, clavando sus artificiales ojos morados en el chico, con una mirada que asemejaba a la de una niña pequeña pidiéndole a alguien que le concediera un capricho, como montar en una montaña rusa o comprarle helado.
"Esos son datos innecesarios". Se dijo, antes de continuar con la conversación. -No se lo que son los fideos instantáneos. ¿Se comen? ¿Por qué me deberían gustar? ¿Meterme contigo...? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Para qué...?- La chica le miró ladeando la cabeza, sin dejar de caminar. -Me peino en mi cuarto, ¿dónde si no? Y solo lo llevo sujeto en dos coletas...¿Por qué te gusta? A mí me gusta el algodón de azúcar. Por cierto, debemos girar a la izquierda en ese cruce.- Dijo señalando el lugar al que se dirigían con el dedo, sin dejar de mirarle. -Los laboratorios están por ahí. Nepu debe encontrarse en ese lugar o en alguno de los anexos. Vamos.- Y dicho esto, la chica volvió a tirar de él. Al menos esta vez no parecía sentirse rara. ¿Sería cosa de aquella armadura? -Xemnas...¿Esa armadura hace algo más qué proteger? ¿Qué es el kairouseki? Tuvo un efecto extraño hace un rato cuando lo toque...¿Por qué?- Preguntó, clavando sus artificiales ojos morados en el chico, con una mirada que asemejaba a la de una niña pequeña pidiéndole a alguien que le concediera un capricho, como montar en una montaña rusa o comprarle helado.
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La chica disponía de una impresionante habilidad para decir miles de cosas en poco tiempo. El rubio estaba impresionado, y le estaba costando quedarse con más de la mitad de las cosas que le preguntaba. Mostró una sonrisa amable mientras que, una gota de sudor bajaba por su mejilla derecha. El pobre comodoro estaba impresionado y a decir verdad no se le ocurría que decir o hacer. Se había quedado con lo la I.A. Esa cosa llamada Nepu era una especie de androide o algo por el estilo. Xemnas no había tenido nunca uno de esos y, quizás se animaba en un leve futuro. Por el momento prefería continuar valiéndose por sí mismo. Su espada era su compañera y la usaba a ella para defenderse. Sus misiones cada vez eran más complicadas encima, tal vez a causa de su rango. Era normal que le costase más, debido a que sus superiores contaban con él. Lo tendrían en alta estima o algo por el estilo. De todas formas, continuaba pensando que aquel puesto le quedaba grande.
De repente notó como la chica tiraba de él en otra dirección. Al parecer justo estaban a punto de llegar. Entonces fue cuando se cruzaron con otros dos marines. La chica le hizo una pregunta pero, justo en ese momento empezaron a reírse. Uno de ellos intentó darle incluso una colleja. El rubio la recibió y agachó la cabeza. Cerró los ojos con rabia y apretó los puños. Sin pensárselo, estiró el puño y de un puñetazo estampó al marine contra la pared. – ¡Os quiero en dos horas en mi despacho! ¡Un respeto a los superiores, idiotas! – Los ojos del otro marine se abrieron como platos. No se esperaba una reacción así por parte del rubio. En ese momento pasó del otro payaso y contestó a la pregunta de la chica. – Perdona, pues veras. El kairouseki es un mineral, hay dos tipos. El puro y el que no es tan puro. El primero anula los poderes de los usuarios de fruta y los deja débiles. El otro solo les deja sin poderes. Mi armadura era del tipo uno, por eso te afectó. – Dijo entonces con una sonrisa que mostraba confianza.
No iba a permitir que continuasen metiéndose con él de aquella forma. Era el momento de hacerse respetar y quedarse con el puesto que tanto pensaba no merecer. De hecho, era el momento de ser como él, sin miedo a lo que pudieran decirle. Su objetivo era la justicia y el bien para todas las personas del mundo. – En cuanto encontremos a Nepu, te compraré mucho algodón de azúcar. – Mencionó de forma calmada mientras la miraba sonriente. Después de unos momentos llegaron a los laboratorios. Había varios hombres trabajando pero el chico alzó la voz de forma amable. – Buenos días, buscamos a… Nepu. – Miró entonces a la chica de cabellos violetas. Esperaba que fuese ella la persona que describiese como era o que al menos, lo llamase o reconociera. Esperaba no arrepentirse con la invitación que le había hecho. En dos horas iba a tener una charla seria con aquellos dos capullos. Sentía que debía comportarse como un verdadero marine.
De repente notó como la chica tiraba de él en otra dirección. Al parecer justo estaban a punto de llegar. Entonces fue cuando se cruzaron con otros dos marines. La chica le hizo una pregunta pero, justo en ese momento empezaron a reírse. Uno de ellos intentó darle incluso una colleja. El rubio la recibió y agachó la cabeza. Cerró los ojos con rabia y apretó los puños. Sin pensárselo, estiró el puño y de un puñetazo estampó al marine contra la pared. – ¡Os quiero en dos horas en mi despacho! ¡Un respeto a los superiores, idiotas! – Los ojos del otro marine se abrieron como platos. No se esperaba una reacción así por parte del rubio. En ese momento pasó del otro payaso y contestó a la pregunta de la chica. – Perdona, pues veras. El kairouseki es un mineral, hay dos tipos. El puro y el que no es tan puro. El primero anula los poderes de los usuarios de fruta y los deja débiles. El otro solo les deja sin poderes. Mi armadura era del tipo uno, por eso te afectó. – Dijo entonces con una sonrisa que mostraba confianza.
No iba a permitir que continuasen metiéndose con él de aquella forma. Era el momento de hacerse respetar y quedarse con el puesto que tanto pensaba no merecer. De hecho, era el momento de ser como él, sin miedo a lo que pudieran decirle. Su objetivo era la justicia y el bien para todas las personas del mundo. – En cuanto encontremos a Nepu, te compraré mucho algodón de azúcar. – Mencionó de forma calmada mientras la miraba sonriente. Después de unos momentos llegaron a los laboratorios. Había varios hombres trabajando pero el chico alzó la voz de forma amable. – Buenos días, buscamos a… Nepu. – Miró entonces a la chica de cabellos violetas. Esperaba que fuese ella la persona que describiese como era o que al menos, lo llamase o reconociera. Esperaba no arrepentirse con la invitación que le había hecho. En dos horas iba a tener una charla seria con aquellos dos capullos. Sentía que debía comportarse como un verdadero marine.
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La chica hizo caso omiso a la persona con la que se encontraron al llegar al laboratorio, a quien su acompañante había preguntado por Nepu, diciendo en un tono monótono que podría sonar un tanto despectivo u ofensivo para los demás, pero eso ella ni lo sabía ni le importaba: -Científico auxiliar de rango inferior. Aún un aprendiz. No es necesario para hallar la ubicación de Nepu.- Tras eso, siguió adelante esperando que el chico la acompañara, más que nada porque le había prometido comprarle algodón de azúcar, mucho algodón de azúcar azul.
No tardó mucho en llegar al cuarto en el que solían realizar el mantenimiento a su compañero. La puerta estaba a unos cuatro metros a la izquierda tras girar por el pasillo a la derecha. Nada difícil de recordar, menos aún cuando era la única puerta de color azul de todo el pasillo por...Motivos que la chica desconocía. Se detuvo y llamó a la puerta, esperando a que le abrieran. Los diez segundos más molestos de su vida, ya que no le gustaba esperar, menos aún con Noise en su cabeza en modo niña pequeña por el algodón de azúcar. "Lo quiero ya, ya, YA." Decía en un berrinche porque estaban tardando en ir. "Pues como sigas así no iremos, así que compórtate." Le contestó Eco, con tono molesto.
Al fin, la puerta se abrió y el pequeño ser azul salió botando disparado, lanzándose a los brazos de la pelimorada, quien dibujó una leve sonrisa en su rostro al notar que estaba bien y no se había roto por aquel rayo. -Está en perfecto estado.- Se escuchó desde el fondo. Tras aquello, sin dar las gracias ni nada, por la tardanza, cerró la puerta y se giró hacia donde se suponía que estaba Xemnas, a quien Nepu miró mal desde los brazos de la chica y casi pareció gruñirle. Pero eso Heaten no lo notó.
No tardó mucho en llegar al cuarto en el que solían realizar el mantenimiento a su compañero. La puerta estaba a unos cuatro metros a la izquierda tras girar por el pasillo a la derecha. Nada difícil de recordar, menos aún cuando era la única puerta de color azul de todo el pasillo por...Motivos que la chica desconocía. Se detuvo y llamó a la puerta, esperando a que le abrieran. Los diez segundos más molestos de su vida, ya que no le gustaba esperar, menos aún con Noise en su cabeza en modo niña pequeña por el algodón de azúcar. "Lo quiero ya, ya, YA." Decía en un berrinche porque estaban tardando en ir. "Pues como sigas así no iremos, así que compórtate." Le contestó Eco, con tono molesto.
Al fin, la puerta se abrió y el pequeño ser azul salió botando disparado, lanzándose a los brazos de la pelimorada, quien dibujó una leve sonrisa en su rostro al notar que estaba bien y no se había roto por aquel rayo. -Está en perfecto estado.- Se escuchó desde el fondo. Tras aquello, sin dar las gracias ni nada, por la tardanza, cerró la puerta y se giró hacia donde se suponía que estaba Xemnas, a quien Nepu miró mal desde los brazos de la chica y casi pareció gruñirle. Pero eso Heaten no lo notó.
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El chico observó lo que hizo la joven, pasando totalmente del científico. El hombre se quedó un poco extrañado, y el rubio le sonrió de forma amable. Después de eso soltó un pequeño suspiro, y decidió continuar caminando tras la chica. Debía admitir que estaba un poco impresionado al no entenderla del todo bien. De hecho, pensaba que el perfil de la marine no encajaba en aquella organización. De todas formas, él no pensaba meterse donde no le llamaban. No era un pesado ni nada por el estilo. Desde lo que había hecho anteriormente se sentía muchísimo mejor, y por ello estaba esperando a realizar nuevas misiones. No podía ser muy difícil ejecutarlas, teniendo en cuenta lo bien que se encontraba en el tema físico y energético. Se rascó un poco la oreja, y continuó caminando tras la chica.
El marine estuvo unos segundos frente a una puerta con ella. Entonces se abrió al poco tiempo, y un extraño ser azul terminó en los brazos de ella. El alto rango pensó que debía ser lo que ella estaba buscando, y por ello no pudo evitar mostrar una expresión amable. En ese momento el pequeño ser le lanzó un gruñido que hizo al rubio alzar una ceja. No quería llevarse mal con él, de hecho, no quería llevarse mal con nadie. Soltó un pequeño suspiro para centrarse en otra cosa, y entonces miró a la joven de forma amable. – Bueno, es hora de cumplir con mi promesa. Vamos al pueblo. – Mencionó de forma animada.
Le siguiese o no, comenzaría a andar, dirigiéndose a la salida de aquel sitio. El objetivo era comprarle a la chica el dulce que le había dicho. Entonces se fijó en que el cielo estaba un poco nublado, pero no era algo que le importase mucho. Empezó a andar hacia las tiendas con una sonrisa en los labios. – ¿Te gustan los refrescos? – Le preguntó de forma calmada, esperando una respuesta por parte de ella.
El marine estuvo unos segundos frente a una puerta con ella. Entonces se abrió al poco tiempo, y un extraño ser azul terminó en los brazos de ella. El alto rango pensó que debía ser lo que ella estaba buscando, y por ello no pudo evitar mostrar una expresión amable. En ese momento el pequeño ser le lanzó un gruñido que hizo al rubio alzar una ceja. No quería llevarse mal con él, de hecho, no quería llevarse mal con nadie. Soltó un pequeño suspiro para centrarse en otra cosa, y entonces miró a la joven de forma amable. – Bueno, es hora de cumplir con mi promesa. Vamos al pueblo. – Mencionó de forma animada.
Le siguiese o no, comenzaría a andar, dirigiéndose a la salida de aquel sitio. El objetivo era comprarle a la chica el dulce que le había dicho. Entonces se fijó en que el cielo estaba un poco nublado, pero no era algo que le importase mucho. Empezó a andar hacia las tiendas con una sonrisa en los labios. – ¿Te gustan los refrescos? – Le preguntó de forma calmada, esperando una respuesta por parte de ella.
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