Esmejit R. Airnal
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Airi sonrió abiertamente y pasó otro delicioso cóctel de tónica, mandarina y ginebra con un toque a la pimienta rosa. El vaso resbaló por la barra mientras el pelirrojo se giraba y movía el cuerpo de forma más o menos rítmica, siguiendo el compás de la canción que sonaba en aquel momento. El pelirrojo estaba tras la barra en una discoteca bastante abarrotada de gente. Había conseguido un pequeño trabajo de un par de noches en aquel local, durante la celebración del festival musical que se celebraba en aquella isla durante aquella semana. Veinticuatro horas seguidas de música, alcohol y gente bailando. Al acabar la noche esperaba ganar unos cuantos miles de berries. Agarró otra coctelera y se apoyó con los codos en la barra, observando a la gente divirtiéndose al ritmo de la música. El chico empezó a golpear con los dedos, rítmicamente.
- Perdona, un Coctel Master Lemon. -le dijo un hombre frente a él, con un tono lo bastante alto como para hacerse oír por encima del alboroto. Esmejit asintió, haciéndole entender que había captado el mensaje, y señaló un cartel en la pared, que rezaba: "Las consumiciones deben pagarse por adelantado". Mientras el hombre rebuscaba en su cartera, el chico se giró y empezó a elegir entre la gran selección de bebidas que había. Tras escoger una bastante prometedora, de etiqueta oscura, se agachó buscando un vaso limpio y una rodajita de limón.
Medio minuto después, el chico ya había guardado el dinero en la caja y el hombre ya estaba disfrutando de una deliciosa bebida azucarada y alcohólica. La noche pintaba bien, tranquila y sin incidentes. Esmejit suspiró y se inclinó de nuevo sobre la barra, observando a la gente bailar y moviendo el dedo al compás. Tal vez si luego no había mucha gente, podría salir un poco de la barra y probar a conocer gente nueva. Pero por el momento, le tocaba currar. Un grupo de mujeres, todas ellas jóvenes y con vestidos de fiesta, se le acercaron. "Vaya forma de mostrar escote" pensó el chico mientras una de ellas se le acercaba y le pedía una bebida. El chico asintió, señaló el cartelito, y vuelta a empezar.
- Perdona, un Coctel Master Lemon. -le dijo un hombre frente a él, con un tono lo bastante alto como para hacerse oír por encima del alboroto. Esmejit asintió, haciéndole entender que había captado el mensaje, y señaló un cartel en la pared, que rezaba: "Las consumiciones deben pagarse por adelantado". Mientras el hombre rebuscaba en su cartera, el chico se giró y empezó a elegir entre la gran selección de bebidas que había. Tras escoger una bastante prometedora, de etiqueta oscura, se agachó buscando un vaso limpio y una rodajita de limón.
Medio minuto después, el chico ya había guardado el dinero en la caja y el hombre ya estaba disfrutando de una deliciosa bebida azucarada y alcohólica. La noche pintaba bien, tranquila y sin incidentes. Esmejit suspiró y se inclinó de nuevo sobre la barra, observando a la gente bailar y moviendo el dedo al compás. Tal vez si luego no había mucha gente, podría salir un poco de la barra y probar a conocer gente nueva. Pero por el momento, le tocaba currar. Un grupo de mujeres, todas ellas jóvenes y con vestidos de fiesta, se le acercaron. "Vaya forma de mostrar escote" pensó el chico mientras una de ellas se le acercaba y le pedía una bebida. El chico asintió, señaló el cartelito, y vuelta a empezar.
Gera
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Gera decidió coger un barco y trasladarse a la Isla Mirrorball, había oído que allí habría diferentes plantas que le podrían servir para completar su colección. Debido a que estaba un poco confundida y sedienta después del viaje, decidió parar en un bar para tomar información de dónde podría quedarse el tiempo que estuviese en la isla.
Cuando entró sonaba una música armoniosa que le agradó de primeras, todo apuntaba a que allí iba a estar cómoda. No estaba muy cargado de gente, no había ruido en exceso y además el ambiente que quedaba era de lo más acogedor. Varias personas hablando entre ellas mientras movían sus pies al son de la música. Hacia el otro lado, podía observar la barra en donde un camarero atendía a los clientes. Ella le sonrió esperando a que éste le devolviese el saludo. Se acercó a la barra y le pidió un cócktail, como estaba confusa le dejó a él elegir. Le volvió a sonreír y le agradeció el gesto, luego decidió salir a la pista, lo cierto es que estaba cansada de trabajar tanto, sus días se basaban siempre en lo mismo, por ello, decidió desinhibirse un rato. ¿Qué daño me haría bailar? pensó para sí. Con estas, se puso a mover el cuerpo, su vestido largo casi se lo cubría , pero eso no imposibilitaba que se diferenciasen los perfectos movimientos curvos de sus caderas, que se movían de un lado al otro, con una sensualidad imprevista. ¿qué estoy haciendo? se preguntó sonrojada, lo cierto es que rara vez había hecho lo que estaba ocurriendo en ese momento, no se permitía ni un segundo el lujo de ser ella, perdiendo las formas... Creo que no debo seguir haciéndolo...¡ pero qué más da, no pienses en nada, muévete y disfruta, un día es un día! pensó repetidas veces para sí, mientras continuaba moviendo sus caderas. Sus brazos se alargaban por su pelo tocándolo de manera sensual, le gustaba sentirse de esta manera, y pensó si se había fijado alguien en el bar en ella, no podía dejar de bailar y de pensar en cómo debían de verla los demás, su decoro la hacía ponerse nerviosa y cavilar más de la cuenta.
Cuando entró sonaba una música armoniosa que le agradó de primeras, todo apuntaba a que allí iba a estar cómoda. No estaba muy cargado de gente, no había ruido en exceso y además el ambiente que quedaba era de lo más acogedor. Varias personas hablando entre ellas mientras movían sus pies al son de la música. Hacia el otro lado, podía observar la barra en donde un camarero atendía a los clientes. Ella le sonrió esperando a que éste le devolviese el saludo. Se acercó a la barra y le pidió un cócktail, como estaba confusa le dejó a él elegir. Le volvió a sonreír y le agradeció el gesto, luego decidió salir a la pista, lo cierto es que estaba cansada de trabajar tanto, sus días se basaban siempre en lo mismo, por ello, decidió desinhibirse un rato. ¿Qué daño me haría bailar? pensó para sí. Con estas, se puso a mover el cuerpo, su vestido largo casi se lo cubría , pero eso no imposibilitaba que se diferenciasen los perfectos movimientos curvos de sus caderas, que se movían de un lado al otro, con una sensualidad imprevista. ¿qué estoy haciendo? se preguntó sonrojada, lo cierto es que rara vez había hecho lo que estaba ocurriendo en ese momento, no se permitía ni un segundo el lujo de ser ella, perdiendo las formas... Creo que no debo seguir haciéndolo...¡ pero qué más da, no pienses en nada, muévete y disfruta, un día es un día! pensó repetidas veces para sí, mientras continuaba moviendo sus caderas. Sus brazos se alargaban por su pelo tocándolo de manera sensual, le gustaba sentirse de esta manera, y pensó si se había fijado alguien en el bar en ella, no podía dejar de bailar y de pensar en cómo debían de verla los demás, su decoro la hacía ponerse nerviosa y cavilar más de la cuenta.
Esmejit R. Airnal
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Una chica tras otra, todas ellas acabaron servidas. En ese momento, la música pasó a una melodía más calmada, propia de una sesión chill-out. El chico sonrió y se puso a observar a las mujeres bailar relajadamente, mientras algunas parejas en el local aprovechaban la ocasión para bailar agarrados y decirse cosas bonitas. Incluso las luces disminuyeron para darle un ambiente más romántico al asunto.
Una mujer se acercó a la barra, sonriendo. Esmejit la observó, devolviéndole la sonrisa. Cuando la chica llegó le pidió un cóctel, y el chico agarró un par de botellines de cristal y los vació en un vaso. Con la mano, agarró el vidrio y lo enfrió, haciendo que una fina capa de vaho se formase sobre el mismo. Añadiendo una pajita y removiendo terminó el combinado, tendiéndoselo a la joven, que aprovechó que ya estaba servida para desmelenarse un poco y darlo todo en la pista de baile.
Esmejit la observó con una curiosidad que pronto se tornó en verdadero interés. Pese al largo vestido que llevaba la joven, sus movimientos parecían ser completamente etéreos, y la vestimenta no parecía entorpecerla en lo más mínimo. El chico sonrió para sí mismo en un momento dado, cuando la mujer miró en su dirección, aunque no sabía si ella lo había visto.
Cuando la canción terminó, Esmejit observó a su alrededor. La mayoría de la gente estaba servida, así que no tenía ningún inconveniente en dejar su puesto un par de minutos. El chico salió por debajo de la barra y se dirigió a la pista de baile, mientras una música más animada empezaba a escucharse en el local. El joven empezó a abrirse paso entre la gente, que cada vez se movía más y más, reactivándose tras el adagio de la pieza anterior. Airi alcanzó a la mujer, sonriéndole y diciendo:
- No te mueves nada mal. -el chico hizo un gesto con la mano, y la pajita en la bebida de la chica empezó a moverse por sí sola, removiendo el cóctel.
Una mujer se acercó a la barra, sonriendo. Esmejit la observó, devolviéndole la sonrisa. Cuando la chica llegó le pidió un cóctel, y el chico agarró un par de botellines de cristal y los vació en un vaso. Con la mano, agarró el vidrio y lo enfrió, haciendo que una fina capa de vaho se formase sobre el mismo. Añadiendo una pajita y removiendo terminó el combinado, tendiéndoselo a la joven, que aprovechó que ya estaba servida para desmelenarse un poco y darlo todo en la pista de baile.
Esmejit la observó con una curiosidad que pronto se tornó en verdadero interés. Pese al largo vestido que llevaba la joven, sus movimientos parecían ser completamente etéreos, y la vestimenta no parecía entorpecerla en lo más mínimo. El chico sonrió para sí mismo en un momento dado, cuando la mujer miró en su dirección, aunque no sabía si ella lo había visto.
Cuando la canción terminó, Esmejit observó a su alrededor. La mayoría de la gente estaba servida, así que no tenía ningún inconveniente en dejar su puesto un par de minutos. El chico salió por debajo de la barra y se dirigió a la pista de baile, mientras una música más animada empezaba a escucharse en el local. El joven empezó a abrirse paso entre la gente, que cada vez se movía más y más, reactivándose tras el adagio de la pieza anterior. Airi alcanzó a la mujer, sonriéndole y diciendo:
- No te mueves nada mal. -el chico hizo un gesto con la mano, y la pajita en la bebida de la chica empezó a moverse por sí sola, removiendo el cóctel.
Gera
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Gera continuaba contoneando su cuerpo entero en un estado de éxtasis sensual. Le empezaba a gustar esa sensación, lo cierto es que hasta se sentía cómoda. En un momento abrió sus preciosos ojos verdes y cruzó la mirada con el camarero, ella no estaba segura de si él se había percatado, pero a ella le gustaba la sensación. Se sonrojó y bajo la mirada de manera tímida.
Hacía siglos que no sentía que era libre, libre de ser lo que ella quisiese ser, libre de normas, libre de obligaciones. Solamente estaba ella por y para ella, era su momento. No se frenaría, esa noche no. Cuando la canción de ritmo más bien lento se acabó, la música volvió a sonar de manera más marchosa. No le disgustaba y por ello siguió moviendo su cuerpo de manera sensual. En uno de los momentos, se percató de que un joven le estaba hablando, ¡Es el camarero! pensó para sí, lo cierto es que es guapo... titubeó entre sus labios. Después de su comentario Gera se sonrojó más, no estaba acostumbrada a tratar con chicos como él, lo cierto es que empezaba a ponerse muy nerviosa.
Gracias, lo cierto es que no salgo mucho a bailar, pero el ritmo parece que lo llevo dentro... ¿Te gusta como muevo mis caderas? le preguntó sin decoro.
La verdad es que Gera estaba desmedida, suelta, tranquila, amable y un montón de adjetivos que pocas veces se los podía otorgar.
¿Quieres bailar conmigo o tienes miedo de no poder seguir mi ritmo? le preguntó Gera al camarero, manteniendo en anonimato su verdadero ser y su nombre. Lo cierto es que ella se moría de ganas de que el chico le respondiese con una afirmación, estaba encantada con esta situación y no quería que la canción se terminase ni por un instante. Estaba feliz y esperaba que el muchacho centrase su completa atención en ella, al menos, por esta noche. No quisiera irme sin poder al menos, bailar con él... pensaba para si misma.
Hacía siglos que no sentía que era libre, libre de ser lo que ella quisiese ser, libre de normas, libre de obligaciones. Solamente estaba ella por y para ella, era su momento. No se frenaría, esa noche no. Cuando la canción de ritmo más bien lento se acabó, la música volvió a sonar de manera más marchosa. No le disgustaba y por ello siguió moviendo su cuerpo de manera sensual. En uno de los momentos, se percató de que un joven le estaba hablando, ¡Es el camarero! pensó para sí, lo cierto es que es guapo... titubeó entre sus labios. Después de su comentario Gera se sonrojó más, no estaba acostumbrada a tratar con chicos como él, lo cierto es que empezaba a ponerse muy nerviosa.
Gracias, lo cierto es que no salgo mucho a bailar, pero el ritmo parece que lo llevo dentro... ¿Te gusta como muevo mis caderas? le preguntó sin decoro.
La verdad es que Gera estaba desmedida, suelta, tranquila, amable y un montón de adjetivos que pocas veces se los podía otorgar.
¿Quieres bailar conmigo o tienes miedo de no poder seguir mi ritmo? le preguntó Gera al camarero, manteniendo en anonimato su verdadero ser y su nombre. Lo cierto es que ella se moría de ganas de que el chico le respondiese con una afirmación, estaba encantada con esta situación y no quería que la canción se terminase ni por un instante. Estaba feliz y esperaba que el muchacho centrase su completa atención en ella, al menos, por esta noche. No quisiera irme sin poder al menos, bailar con él... pensaba para si misma.
Esmejit R. Airnal
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Esmejit sonrió ante aquella pregunta tan directa. Un par de años antes se habría atascado, sin saber qué decir o hacer en una situación como aquella, pero había aprendido a relacionarse un poco mejor desde que había descubierto lo que de verdad era capaz de hacer con su fruta. Aquello había sido como un chute de autoconfianza, una dosis de seguridad que le hacía ver las cosas desde un punto de vista algo más desinhibido.
- La verdad es que tu baile es... mágico. -dijo el chico, mientras sonreía de forma encantadora. La chica le preguntó si querría bailar con ella o si, por el contrario, consideraba que su ritmo era demasiado como para aguantarlo.
- Bueno, no se me da del todo bien bailar, y posiblemente a tu lado parezca un pato mareado... -se disculpó- pero parece que no hay nadie en la barra que quiera una consumición, y la noche es joven. -el chico empezó a moverse a su lado, moviéndose al son de la música.
Según la canción avanzaba, el chico observaba a su compañera de baile moverse con gracilidad, como una persona que hubiera practicado durante mucho tiempo aquella coreografía. Se veía que estaba disfrutando de aquel improvisado encuentro. Airi sonrió y observó la barra. Un par de personas estaban esperando por un servicio. El joven sonrió al reconocerlos: eran dos tipos jóvenes, que llevaban toda la noche pidiendo lo mismo: ron con cola. Con un gesto de la mano, y sin dejar de bailar, hizo que un par de vasos flotaran en el aire, justo delante de los dos chicos, que se quedaron patidifusos ante aquello. Al mismo tiempo, un par de cocteleras fueron llenadas con ron y cola, y empezaron a agitarse en medio del aire. Aquel espectáculo llamó la atención de varias personas más, que pronto dejaron de bailar para observar aquella escena de magia. Las cocteleras se vaciaron en los vasos, que volaron hacia las manos de los hombres. Un par de billetes salieron volando del bolsillo de uno de ellos, depositándose en la barra, y todo volvió a quedar en el mismo estado en que estaba al principio.
El corrillo de gente se dispersó, fascinada ante lo que acababa de ocurrir. Algunos señalaron a Esmejit, pero él estaba demasiado concentrado en no perder el paso y quedar como un tonto delante de aquella chica. Aunque aún no sabía su nombre.
- Por cierto, me llamo Airi. -se presentó.
- La verdad es que tu baile es... mágico. -dijo el chico, mientras sonreía de forma encantadora. La chica le preguntó si querría bailar con ella o si, por el contrario, consideraba que su ritmo era demasiado como para aguantarlo.
- Bueno, no se me da del todo bien bailar, y posiblemente a tu lado parezca un pato mareado... -se disculpó- pero parece que no hay nadie en la barra que quiera una consumición, y la noche es joven. -el chico empezó a moverse a su lado, moviéndose al son de la música.
Según la canción avanzaba, el chico observaba a su compañera de baile moverse con gracilidad, como una persona que hubiera practicado durante mucho tiempo aquella coreografía. Se veía que estaba disfrutando de aquel improvisado encuentro. Airi sonrió y observó la barra. Un par de personas estaban esperando por un servicio. El joven sonrió al reconocerlos: eran dos tipos jóvenes, que llevaban toda la noche pidiendo lo mismo: ron con cola. Con un gesto de la mano, y sin dejar de bailar, hizo que un par de vasos flotaran en el aire, justo delante de los dos chicos, que se quedaron patidifusos ante aquello. Al mismo tiempo, un par de cocteleras fueron llenadas con ron y cola, y empezaron a agitarse en medio del aire. Aquel espectáculo llamó la atención de varias personas más, que pronto dejaron de bailar para observar aquella escena de magia. Las cocteleras se vaciaron en los vasos, que volaron hacia las manos de los hombres. Un par de billetes salieron volando del bolsillo de uno de ellos, depositándose en la barra, y todo volvió a quedar en el mismo estado en que estaba al principio.
El corrillo de gente se dispersó, fascinada ante lo que acababa de ocurrir. Algunos señalaron a Esmejit, pero él estaba demasiado concentrado en no perder el paso y quedar como un tonto delante de aquella chica. Aunque aún no sabía su nombre.
- Por cierto, me llamo Airi. -se presentó.
Gera
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El chico comenzó a bailar con ella, ella se ponía de lo más nerviosa, su corazón latía muy rápido, cada vez más rápido... ¿Pero qué estás haciendo Gera? pensó, mientras el camarero se movía al son, no dejes de moverte, hazlo lo mejor posible, se decía a sí misma. Sus sentimientos estaban a flor de piel, su inseguridad la invadía, pero era fuerte... más de lo que pensaba. El camarero le llamaba completamente la atención. Denotaba aires de misterio, de seguridad, a ella esto le agradaba.
Gera se acercaba lentamente al chico sin parar de moverse. Qué bien lo hace, es muy sexy... lo cierto es que le agradaba su compañía. De repente vio como unos vasos se elevaban solos y cómo la coctelera preparaba un cóctel... Se quedó boquiabierta mientras bailaba. ¿Cómo había hecho eso? lo cierto es que le incrementaba de manera notable la curiosidad depositada en el camarero. Le pareció estar viviendo un sueño, que en una de estas se despertaría, abriría sus ojos y vería su habitación. Pero esto no era un sueño, era realidad. Su cuerpo vibraba completamente, sus manos sudaban... su esencia parecía levitar ante tal situación. ¡No seas ingenua, vuelve a tu ser, o se pensará que estás completamente loca! se dijo para sí.
Cuando regresó al mundo real, se dio cuenta de que a su alrededor todos estaban fascinados ante lo que había hecho el camarero, por lo que decidió girarse hacia él y mirarle fijamente a los ojos con esa sonrisa pícara que encandilaría a cualquiera. Mientras que de su boca no podría salir nada más que intentos de habla, lo cierto es que no fue capaz de pronunciar ni una sola palabra. ¿Por qué no puedo hablar? Estoy completamente fuera de mi, quisiera decirle tantas cosas y no puedo ni pronunciar un sonido. Se sintió estúpida por un instante. Hasta que de repente escuchó su nombre. Éste le denotaba paz, le gustaba el nombre, sentía que al conocer su identidad, el misterio se iba desvaneciendo, por ello, ella decidió mantener el suyo en el anonimato.
¿Te llamas Airi? ¡Qué nombre tan bonito! yo me llamo... ¿sabes qué? vivirás sin saberlo, por lo menos de momento. Simplemente soy la chica del bar a la que le gusta bailar contigo, soy la persona que hoy está aquí y que quiere vivir este gran momento. Seamos quienes queramos sin importar nada más. ¿Qué te parece?
Gera esperaba entusiasmada su afirmación para así poder seguir sintiendo esa inquietud que tanto la incomodaba y gustaba a la vez.
Gera se acercaba lentamente al chico sin parar de moverse. Qué bien lo hace, es muy sexy... lo cierto es que le agradaba su compañía. De repente vio como unos vasos se elevaban solos y cómo la coctelera preparaba un cóctel... Se quedó boquiabierta mientras bailaba. ¿Cómo había hecho eso? lo cierto es que le incrementaba de manera notable la curiosidad depositada en el camarero. Le pareció estar viviendo un sueño, que en una de estas se despertaría, abriría sus ojos y vería su habitación. Pero esto no era un sueño, era realidad. Su cuerpo vibraba completamente, sus manos sudaban... su esencia parecía levitar ante tal situación. ¡No seas ingenua, vuelve a tu ser, o se pensará que estás completamente loca! se dijo para sí.
Cuando regresó al mundo real, se dio cuenta de que a su alrededor todos estaban fascinados ante lo que había hecho el camarero, por lo que decidió girarse hacia él y mirarle fijamente a los ojos con esa sonrisa pícara que encandilaría a cualquiera. Mientras que de su boca no podría salir nada más que intentos de habla, lo cierto es que no fue capaz de pronunciar ni una sola palabra. ¿Por qué no puedo hablar? Estoy completamente fuera de mi, quisiera decirle tantas cosas y no puedo ni pronunciar un sonido. Se sintió estúpida por un instante. Hasta que de repente escuchó su nombre. Éste le denotaba paz, le gustaba el nombre, sentía que al conocer su identidad, el misterio se iba desvaneciendo, por ello, ella decidió mantener el suyo en el anonimato.
¿Te llamas Airi? ¡Qué nombre tan bonito! yo me llamo... ¿sabes qué? vivirás sin saberlo, por lo menos de momento. Simplemente soy la chica del bar a la que le gusta bailar contigo, soy la persona que hoy está aquí y que quiere vivir este gran momento. Seamos quienes queramos sin importar nada más. ¿Qué te parece?
Gera esperaba entusiasmada su afirmación para así poder seguir sintiendo esa inquietud que tanto la incomodaba y gustaba a la vez.
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Esmejit sonrió ante aquella respuesta. Aquella chica parecía bastante cómoda con aquella situación. El joven pelirrojo asintió tras un par de segundos. Empezó a moverse al son de la música de nuevo, mientras los minutos pasaban. Cada vez que veía a una persona en la barra, realizaba el mismo truco de magia que había hecho con los dos tipos, y seguía a su rollo. Pronto aquello dejo de ser una novedad, salvo para aquellos que entraban al local por primera vez.
Llegado cierto punto, el chico supuso que su uniforme de camarero no era lo más cómodo para bailar. Agarró suavemente por la muñeca a la mujer, para llamar su atención, y le dijo:
- Voy un momento a la parte de atrás del local, quiero quitarme esta chaqueta. -se señaló el traje que llevaba, y tras eso, dio media vuelta, perdiéndose entre la multitud.
Para cuando llegó a la zona donde había dejado su ropa de calle, la canción, que ahora se escuchaba de fondo, ya había cambiado de nuevo. Agarró una camiseta clara y una camisa de cuadros roja y negra. Se cambió los incómodos pantalones por unos vaqueros y los mocasines por un par de botines, mucho más apropiados para bailar con comodidad. Tras eso, colgó el uniforme y volvió a la pista de baile. Allí esperaba encontrarse a la chica de nuevo, para seguir bailando.
Por el camino, sin embargo, se cruzó con un par de tipos de aspecto sospechoso. Uno de ellos llevaba el pelo engominado y recogido en una coleta, y tenía un montón de anillos de oro en una mano. El otro era calvo y corpulento, con una mandíbula cuadrada y los ojos achinados. Esmejit no pudo evitar pensar que parecían unos mafiosos. Disculpándose rápidamente, siguió con su camino. Para cuando regresó a la pista de baile, el chico volvió a buscar con la mirada a su compañera, mientras trataba de no perder de vista a aquellos dos.
Llegado cierto punto, el chico supuso que su uniforme de camarero no era lo más cómodo para bailar. Agarró suavemente por la muñeca a la mujer, para llamar su atención, y le dijo:
- Voy un momento a la parte de atrás del local, quiero quitarme esta chaqueta. -se señaló el traje que llevaba, y tras eso, dio media vuelta, perdiéndose entre la multitud.
Para cuando llegó a la zona donde había dejado su ropa de calle, la canción, que ahora se escuchaba de fondo, ya había cambiado de nuevo. Agarró una camiseta clara y una camisa de cuadros roja y negra. Se cambió los incómodos pantalones por unos vaqueros y los mocasines por un par de botines, mucho más apropiados para bailar con comodidad. Tras eso, colgó el uniforme y volvió a la pista de baile. Allí esperaba encontrarse a la chica de nuevo, para seguir bailando.
Por el camino, sin embargo, se cruzó con un par de tipos de aspecto sospechoso. Uno de ellos llevaba el pelo engominado y recogido en una coleta, y tenía un montón de anillos de oro en una mano. El otro era calvo y corpulento, con una mandíbula cuadrada y los ojos achinados. Esmejit no pudo evitar pensar que parecían unos mafiosos. Disculpándose rápidamente, siguió con su camino. Para cuando regresó a la pista de baile, el chico volvió a buscar con la mirada a su compañera, mientras trataba de no perder de vista a aquellos dos.
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El baile estaba siendo de lo más entretenido, la situación se iba poniendo más interesante y lo cierto es que cada vez Gera se sentía más cómoda con su nuevo yo. Creyó haber conseguido lo que buscaba con lo que le había dicho a Airi, un denote de misterio abrumaba aquella situación, es mejor así, pensó repetidas veces en su cabeza.
En uno de los movimientos de Gera, el misterioso chico le dijo que iba a cambiarse la ropa, lo cierto es que ella no le había prestado mucha atención a lo que le había dicho, estaba demasiado embriagada con la emoción del momento, como para asimilar las palabras que salían de la fabulosa boca del muchacho.
Lo vio alejarse y pensó por un instante en que era la primera vez que se estaba sintiendo cómoda entre la gente, no había demasiada, pero lo cierto es que a ella le solía incomodar mucho. En una de estas, giró la cara hacia un lateral y vio a dos hombres de carácter sospechoso, pensó en que más valía que no armasen ningún tipo de jaleo, pues esa noche, prefería seguir el ritmo que llevaba. Paró por un instante en seco, y observó a su alrededor, había estado tan cegada en su momento lujurioso que no se había percatado de la gente que allí rondaba. Varios hombres la observaban sin cesar, se sintió incómoda, lo cierto es que le gustaba provocar al camarero, pero no le gustaba que los hombres de ese bar la siguiesen acosando con la mirada tan descaradamente. Sin darse cuenta, se había convertido en el centro de las miradas, y eso la incomodaba. Tenía dos opciones, hacer como que no pasaba nada o desaparecer. La segunda idea no la convencía mucho puesto que estaba intrigada con su compañero de baile. Levantó la vista una vez más del suelo y decidió mirar a su alrededor, cuando se quiso dar cuenta, uno de los hombres sospechoso la había empujado con su parte derecha del cuerpo sin tan siquiera girarse a pedirle perdón.
Gera ante esa situación le dijo que debía tener más cuidado, pues ella no era un decorativo del local y que por muy hombre que fuese, merecía respeto.
En uno de los movimientos de Gera, el misterioso chico le dijo que iba a cambiarse la ropa, lo cierto es que ella no le había prestado mucha atención a lo que le había dicho, estaba demasiado embriagada con la emoción del momento, como para asimilar las palabras que salían de la fabulosa boca del muchacho.
Lo vio alejarse y pensó por un instante en que era la primera vez que se estaba sintiendo cómoda entre la gente, no había demasiada, pero lo cierto es que a ella le solía incomodar mucho. En una de estas, giró la cara hacia un lateral y vio a dos hombres de carácter sospechoso, pensó en que más valía que no armasen ningún tipo de jaleo, pues esa noche, prefería seguir el ritmo que llevaba. Paró por un instante en seco, y observó a su alrededor, había estado tan cegada en su momento lujurioso que no se había percatado de la gente que allí rondaba. Varios hombres la observaban sin cesar, se sintió incómoda, lo cierto es que le gustaba provocar al camarero, pero no le gustaba que los hombres de ese bar la siguiesen acosando con la mirada tan descaradamente. Sin darse cuenta, se había convertido en el centro de las miradas, y eso la incomodaba. Tenía dos opciones, hacer como que no pasaba nada o desaparecer. La segunda idea no la convencía mucho puesto que estaba intrigada con su compañero de baile. Levantó la vista una vez más del suelo y decidió mirar a su alrededor, cuando se quiso dar cuenta, uno de los hombres sospechoso la había empujado con su parte derecha del cuerpo sin tan siquiera girarse a pedirle perdón.
Gera ante esa situación le dijo que debía tener más cuidado, pues ella no era un decorativo del local y que por muy hombre que fuese, merecía respeto.
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Esmejit vio entonces a uno de los hombres chocando contra la chica misteriosa, que ahora parecía haber captado la atención de gran número de los presentes. El joven se acercó, abriéndose paso como buenamente pudo, y alcanzando a la chica justo cuando ella le decía a uno de los dos hombres, el de coleta engominada, que tuviera más cuidado. El tipo la miró con cara de mal humor, girándose hacia ella con malas intenciones.
- Chst... amigo -dijo Esmejit, mientras se acercaba, para ponerse entre él y la mujer-. Creo que deberías irte.
- ¿Y tú quien eres, enano? -le gruñó el tipo, que parecía estar cabreado. Levantó la mano, dispuesto a soltarle un sopapo al chico pelirrojo.
- Insisto... -murmuró el chico con una sonrisa. Sus ojos se volvieron negros como la noche, pero dado que estaba mirando al hombre, tan solo éste y su compañero pudieron verlo. Su expresión cambió de inmediato, pasando del enfado a la inquietud. El tipo del pelo engominado bajó la mano y retrocedió un par de pasos-. Largaos. -les increpó el mago.
Los tipos retrocedieron algo más, mirándolo con algo parecido a miedo. Airi volvió a poner sus ojos de un color natural y se giró hacia la chica de contoneantes caderas y mirada curiosa. Parecía ser el foco de atención ahora mismo, en medio de aquel local.
- Vaya, no pasas desapercibida, ¿eh? -le dijo medio en broma, sonriendo-. Tal vez podamos ir a otro sitio más calmado -propuso, mientras señalaba disimuladamente la salida-. Si te apetece, claro. -añadió de inmediato.
- Chst... amigo -dijo Esmejit, mientras se acercaba, para ponerse entre él y la mujer-. Creo que deberías irte.
- ¿Y tú quien eres, enano? -le gruñó el tipo, que parecía estar cabreado. Levantó la mano, dispuesto a soltarle un sopapo al chico pelirrojo.
- Insisto... -murmuró el chico con una sonrisa. Sus ojos se volvieron negros como la noche, pero dado que estaba mirando al hombre, tan solo éste y su compañero pudieron verlo. Su expresión cambió de inmediato, pasando del enfado a la inquietud. El tipo del pelo engominado bajó la mano y retrocedió un par de pasos-. Largaos. -les increpó el mago.
Los tipos retrocedieron algo más, mirándolo con algo parecido a miedo. Airi volvió a poner sus ojos de un color natural y se giró hacia la chica de contoneantes caderas y mirada curiosa. Parecía ser el foco de atención ahora mismo, en medio de aquel local.
- Vaya, no pasas desapercibida, ¿eh? -le dijo medio en broma, sonriendo-. Tal vez podamos ir a otro sitio más calmado -propuso, mientras señalaba disimuladamente la salida-. Si te apetece, claro. -añadió de inmediato.
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Mientras ella recriminaba a los hombres de aspecto extraño, apareció el muchacho y viendo la situación decidió actuar. Los malhechores lo increpaban pero éste no se dejaba acobardar, lo cierto es que Gera no sabía que había hecho, pero de repente, los impresentables retrocedieron dos pasos hacia atrás mientras bajaba la mano con la que apuntaba al camarero. Éste se giró hacia ella y le dijo si se iban a un lugar más tranquilo.
Ella sonrió, se sintió apaciguada ante aquella situación de desagrado que le había cortado completamente el estado de embriaguez lujuriosa en el que se encontraba con anterioridad. La petición del muchacho de irse a otro lugar la alivió mucho, sentía que por fin iba a poder olvidarse de ese último mal rato que la estaban haciendo pasar.
Gracias por ayudarme con esos matones, ¿qué clase de personas se juntan por aquí? no estoy muy acostumbrada a este tipo de situaciones. Acepto encantada a largarnos de aquí, pero te aviso, no tengo ni la más remota idea de dónde estamos. Tendrás que hacerme de guía, si tu quieres le dijo ella sonriendo de manera descarada. Mientras pronunciaba esas palabras de agradecimiento, se acercó a él y le dio un cálido beso en la mejilla. Se sonrojó al instante.
Ella sonrió, se sintió apaciguada ante aquella situación de desagrado que le había cortado completamente el estado de embriaguez lujuriosa en el que se encontraba con anterioridad. La petición del muchacho de irse a otro lugar la alivió mucho, sentía que por fin iba a poder olvidarse de ese último mal rato que la estaban haciendo pasar.
Gracias por ayudarme con esos matones, ¿qué clase de personas se juntan por aquí? no estoy muy acostumbrada a este tipo de situaciones. Acepto encantada a largarnos de aquí, pero te aviso, no tengo ni la más remota idea de dónde estamos. Tendrás que hacerme de guía, si tu quieres le dijo ella sonriendo de manera descarada. Mientras pronunciaba esas palabras de agradecimiento, se acercó a él y le dio un cálido beso en la mejilla. Se sonrojó al instante.
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El chico no se esperaba aquel beso, y no pudo evitar ruborizarse ligeramente al recibirlo de parte de la chica. Con un movimiento de manos, un fajo de billetes salió volando de la caja directos a su bolsillo. La paga de aquella noche, a grandes rasgos. Miró a la jovencita, que estaba algo azorada, la agarró por la muñeca y, con una amplia sonrisa y la cara aún sonrojada, dijo:
- ¡Vamos! Perdámonos por la ciudad y vamos a ver qué nos encontramos. -tirando suavemente de ella, llegó hasta la salida. Afuera hacía algo de fresco, pero el chico estaba bastante abrigado, por lo que no le importaba.
Las calles estaban bastante llenas de gente, pese a las horas intempestivas que eran. Probablemente el hecho de que el festival estuviese en pleno apogeo tuviera mucho que ver. El chico empezó a caminar por la calle, hasta encontrar un puesto de bebidas. El joven se acercó y puso un par de billetes en la barra. El hombre que había al otro lado de la barra sonrió, y Esmejit le dijo:
- Un par de vasos, por favor -el hombre asintió y les sirvió una mezcla de limonada con algún tipo de bebida alcohólica. Esmejit dio buena cuenta del suyo tras tenderle el otro a su acompañante. Sentía el alcohol bajando por su garganta, a la vez fresco y ardiente, y sus mejillas empezaron a enrojecerse al mismo tiempo que sus sentidos se embotaban ligeramente y sus instintos afloraban-. Bufff... está bueno, pero sube bastante. -dijo, sonriendo, mientras empezaba a caminar bajo el techo abovedado que cubría la isla, buscando algún lugar tranquilo en el que hablar, descansar o seguir bailando sin que nadie les molestase. Al fin y al cabo, la música llegaba a todos los rincones de la ciudad aquella noche de fiesta.
- ¡Vamos! Perdámonos por la ciudad y vamos a ver qué nos encontramos. -tirando suavemente de ella, llegó hasta la salida. Afuera hacía algo de fresco, pero el chico estaba bastante abrigado, por lo que no le importaba.
Las calles estaban bastante llenas de gente, pese a las horas intempestivas que eran. Probablemente el hecho de que el festival estuviese en pleno apogeo tuviera mucho que ver. El chico empezó a caminar por la calle, hasta encontrar un puesto de bebidas. El joven se acercó y puso un par de billetes en la barra. El hombre que había al otro lado de la barra sonrió, y Esmejit le dijo:
- Un par de vasos, por favor -el hombre asintió y les sirvió una mezcla de limonada con algún tipo de bebida alcohólica. Esmejit dio buena cuenta del suyo tras tenderle el otro a su acompañante. Sentía el alcohol bajando por su garganta, a la vez fresco y ardiente, y sus mejillas empezaron a enrojecerse al mismo tiempo que sus sentidos se embotaban ligeramente y sus instintos afloraban-. Bufff... está bueno, pero sube bastante. -dijo, sonriendo, mientras empezaba a caminar bajo el techo abovedado que cubría la isla, buscando algún lugar tranquilo en el que hablar, descansar o seguir bailando sin que nadie les molestase. Al fin y al cabo, la música llegaba a todos los rincones de la ciudad aquella noche de fiesta.
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Acto seguido de haberle dado el beso, el muchacho la agarró por la muñeca y con un gesto de agrado, salieron los dos de aquel bar, dejando atrás los recuerdos de la primera sonrisa.
Lo cierto es que hacía algo de fresco, pero la muchacha parecía no sentir ni un ápice del viento que resoplaba ligeramente entre sus largos cabellos. Agarrada a su mano, ella le siguió como quien sigue a un hermoso sonido, se dejaría llevar a cualquier lugar si fuese necesario. Lo único que podía hacer, era sonreír y mirar a Airi. Se acercaron a un puesto de bebidas en el que él, pidió dos una para sí, y otra para Gera. Que encantador es, suspiró con ojos de cordero ensimismado...
Tomó la bebida que era bastante fuerte, sin ningún tipo de problema, lo cierto es que necesitaba un trago, su desmedida noche no la había hecho ser así por el alcohol que se hubiese podido tomar, había sido todo fruto de un pensamiento más bien relajado para lo que suele ser ella. Le encantó la bebida, le dio las gracias al muchacho y se acercó un segundo hacia él ayudándose de su hombro para así posar el vaso en la barra. Los hielos se movían mientras ésta dejaba lo dejaba finalmente.
Ella vio como él se sonrojaba fruto de la flamante bebida, consideró que era el momento de apartarse a algún lugar, la música seguía sonando lo que la incitó a agarrarle por las caderas y contonearse muy pegadita a él. ¡Qué sensación tan agradable! ¿no te parece? le preguntó Gera a Airi con ojos de pícara. Eres muy guapo, gracias por sacarme de aquel lugar y por la copa, lo cierto es que la copa me está haciendo ser más.. como lo diria...¿ golfa? Tal como lo pensó, tal como le salió por sus preciosos labios rosados y sin más dilación se lo susurró al oído.
Lo cierto es que hacía algo de fresco, pero la muchacha parecía no sentir ni un ápice del viento que resoplaba ligeramente entre sus largos cabellos. Agarrada a su mano, ella le siguió como quien sigue a un hermoso sonido, se dejaría llevar a cualquier lugar si fuese necesario. Lo único que podía hacer, era sonreír y mirar a Airi. Se acercaron a un puesto de bebidas en el que él, pidió dos una para sí, y otra para Gera. Que encantador es, suspiró con ojos de cordero ensimismado...
Tomó la bebida que era bastante fuerte, sin ningún tipo de problema, lo cierto es que necesitaba un trago, su desmedida noche no la había hecho ser así por el alcohol que se hubiese podido tomar, había sido todo fruto de un pensamiento más bien relajado para lo que suele ser ella. Le encantó la bebida, le dio las gracias al muchacho y se acercó un segundo hacia él ayudándose de su hombro para así posar el vaso en la barra. Los hielos se movían mientras ésta dejaba lo dejaba finalmente.
Ella vio como él se sonrojaba fruto de la flamante bebida, consideró que era el momento de apartarse a algún lugar, la música seguía sonando lo que la incitó a agarrarle por las caderas y contonearse muy pegadita a él. ¡Qué sensación tan agradable! ¿no te parece? le preguntó Gera a Airi con ojos de pícara. Eres muy guapo, gracias por sacarme de aquel lugar y por la copa, lo cierto es que la copa me está haciendo ser más.. como lo diria...¿ golfa? Tal como lo pensó, tal como le salió por sus preciosos labios rosados y sin más dilación se lo susurró al oído.
Esmejit R. Airnal
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Esmejit se ruborizó ligeramente cuando ella le agarró por la cadera y a moverse cerca de él. El calor del alcohol se vio pronto sumado al del contacto con la chica. El chico sonrió y dio un último trago a la bebida, depositando el vaso vacío, con los hielos aún a medio derretir, en la barra. Tras eso, bajó lentamente sus manos hasta la cintura de la chica, moviéndose al unísono con ella, en un baile pegado. Lo que le susurró entonces la chica hizo que el joven se preguntase hasta dónde quería llegar ella. No le importaba del todo, la verdad, lo estaba pasando bastante bien, quitando el incidente en el local.
- No... suelen decirme cumplidos así -respondió el chico, susurrándole al oído con una voz suave y meliflua-. Pero tú también eres muy guapa. Y querría saber a qué te refieres con eso de que te está haciendo ser más golfa. -el chico se sonrojaba gradualmente, según las palabras salían de entre sus labios. ¿Estaba hablando él o era el efecto de la música, la noche y el alcohol? No lo tenía muy claro.
El caso es que la canción llegó a sus compases finales, y el chico besó lentamente en el cuello, justo bajo la oreja a la joven, en respuesta a su anterior beso por sorpresa. Tras eso, se separó ligeramente de ella y dijo:
- Creo que por aquí cerca hay un parque. Puede ser un buen sitio para pasar el rato, es tranquilo y no debe haber mucha gente. ¿Te apetece? -le propuso, mirándola a los ojos. Sonaba como un plan bastante decente, la verdad, aunque él no sabía cuál era la idea de la mujer. Era mayor que él, y en cierto modo le recordaba a Samanta. Pero al mismo tiempo, era tan diferente... sí, podía decirse que Airi sentía bastante curiosidad por aquella chica de nombre desconocido para él.
- No... suelen decirme cumplidos así -respondió el chico, susurrándole al oído con una voz suave y meliflua-. Pero tú también eres muy guapa. Y querría saber a qué te refieres con eso de que te está haciendo ser más golfa. -el chico se sonrojaba gradualmente, según las palabras salían de entre sus labios. ¿Estaba hablando él o era el efecto de la música, la noche y el alcohol? No lo tenía muy claro.
El caso es que la canción llegó a sus compases finales, y el chico besó lentamente en el cuello, justo bajo la oreja a la joven, en respuesta a su anterior beso por sorpresa. Tras eso, se separó ligeramente de ella y dijo:
- Creo que por aquí cerca hay un parque. Puede ser un buen sitio para pasar el rato, es tranquilo y no debe haber mucha gente. ¿Te apetece? -le propuso, mirándola a los ojos. Sonaba como un plan bastante decente, la verdad, aunque él no sabía cuál era la idea de la mujer. Era mayor que él, y en cierto modo le recordaba a Samanta. Pero al mismo tiempo, era tan diferente... sí, podía decirse que Airi sentía bastante curiosidad por aquella chica de nombre desconocido para él.
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Ella se ruborizaba cada vez más, a medida que pasaban los segundos notaba sensaciones de lo más extravagantes, un poco de timidez, otro tanto de nerviosismo, otro de excitación, otro de descontrol, otro de pérdida de su cuerpo... Cada uno de ellos afloraba de su ser y ninguno de ellos desaparecía del todo.
Embriagada notó como las manos del chico se tornaban sobre sus caderas desplegadas, al principio se sobresaltó de tal forma que él ni se dio cuenta, me encanta que me agarre de esta forma, pensó. A medida que Airi le respondía a sus cuestiones anteriores, ella iba sonriendo de manera más amplia con cada una de las palabras que emergían de sus preciosos y dulces labios... oh dios, que labios tan bonitos tiene, suspiró. Cuando se percató de las palabras de él, ella echó una carcajada vergonzosa, y con la misma le respondió: no me importaría besarte ahora mismo, lo cierto es que me muerdo los labios angustiosamente controlando mis impulsos para hacerlo. El alcohol hablaba por ella, lo cierto es que no era ella para nada. Su decoro se estaba desvaneciendo por momentos, estaba dispuesta a disfrutar de la noche con el camarero, sin importarle el mañana. Lo cierto es que él le estaba haciendo olvidar todo. Sus miedos, sus fobias, sus inseguridades... con él se sentía segura.
Sintió en su cuello un roce cálido que la hacía enloquecer. Sus labios tiernos estaban rozando una parte de ella mientras un pequeño y casi imperceptible escalofrío brotaba de su cuerpo. ¡Qué sensación! Fue ínfima pero totalmente placentera para ella, cuando el joven se separó de su cuello, le ofreció salir de esa barra e irse al parque. Ella totalmente fuera de sí, asintió con la cabeza. ¿Es un lugar tranquilo? me gustaría conocerte más... decía mientras le acariciaba ligeramente el rostro y le miraba fijamente a sus preciosos ojos que la estaban haciendo enloquecer.
Esmejit R. Airnal
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Esmejit sintió un bochorno enorme en cuanto ella le dijo que estaba resistiendo la tentación de besarle. Sintió cómo el aire le faltaba, cómo en su fuero interno él deseaba aquellas palabras. "Joder..." pensó, "yo también quiero..." el chico se mordió el labio, dubitativo.
Ambos empezaron a caminar, en dirección al cercano parque. Era una zona de altos árboles de ramas finas y que durante el día apenas daban sombra, pero en aquel momento, aquello carecía de importancia. Un pequeño camino rodeaba toda la zona ajardinada, en cuyo centro había un precioso estanque de aguas someras. El mago sonrió a su acompañante, mientras caminaba hacia una zona de hierba, sentándose en ésta y dando un par de toquecitos a su lado, en el suelo, invitándola a colocarse a su vera. Tras eso, el chico se recostó, colocando ambas manos bajo la cabeza, y observando la cúpula de cristal.
- Antes has dicho que estabas resistiendo las ganas de besarme... -la miró, con una sonrisa a la par divertida y emocionada-. No lo hagas, déjate llevar... -le dijo, mientras soltaba un suspiro de agrado. Estaba tan a gusto allí, tan cómodo-. Y si quieres conocerme más... esa es una buena forma de empezar. -sonrió, a la par tímido y atrevido. Dos actitudes completamente opuestas, pero que en aquel momento casaban, como un claroscuro de intenciones.
Mientras decía esto, el chico se desabrochaba la camisa, dejando al descubierto su camiseta clara. El calor debido a la tensión del ambiente y al alcohol era suficiente para mantenerlo a una temperatura agradable, y en ese momento le sobraba un poco aquella prenda.
Ambos empezaron a caminar, en dirección al cercano parque. Era una zona de altos árboles de ramas finas y que durante el día apenas daban sombra, pero en aquel momento, aquello carecía de importancia. Un pequeño camino rodeaba toda la zona ajardinada, en cuyo centro había un precioso estanque de aguas someras. El mago sonrió a su acompañante, mientras caminaba hacia una zona de hierba, sentándose en ésta y dando un par de toquecitos a su lado, en el suelo, invitándola a colocarse a su vera. Tras eso, el chico se recostó, colocando ambas manos bajo la cabeza, y observando la cúpula de cristal.
- Antes has dicho que estabas resistiendo las ganas de besarme... -la miró, con una sonrisa a la par divertida y emocionada-. No lo hagas, déjate llevar... -le dijo, mientras soltaba un suspiro de agrado. Estaba tan a gusto allí, tan cómodo-. Y si quieres conocerme más... esa es una buena forma de empezar. -sonrió, a la par tímido y atrevido. Dos actitudes completamente opuestas, pero que en aquel momento casaban, como un claroscuro de intenciones.
Mientras decía esto, el chico se desabrochaba la camisa, dejando al descubierto su camiseta clara. El calor debido a la tensión del ambiente y al alcohol era suficiente para mantenerlo a una temperatura agradable, y en ese momento le sobraba un poco aquella prenda.
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El parque le parecía precioso, grandes árboles con ramas finas le recordaba en cierto modo a su bosque, aquel en el que vivía y el que dejó por una temporada indefinida... Lo cierto que estar entre plantas la hacía estar aún más cómoda si cabe. Estaba maravillada con el pequeño estanque, el camino, el césped, la hierba... todo la fascinaba dentro de su estado de furor uterino...
El muchacho se sentó en la hierba y allí comenzó a dar toquecitos sobre la misma, ella lo miró y sonrió y con un aire elegante, se sentó a su lado. Qué sensación tan placentera, el tacto de la hierba se posaba entre sus refinados dedos, cada sensación la hacía recostarse hacia atrás más lentamente. Se postró del todo y observó como el muchacho se desabrochaba la camisa mostrando su camiseta clara, al mismo tiempo que le decía de manera contradictoria sus deseos de que ella le besase. Eso a ella le gustaba, lo cierto es que el misterio en su rostro la hacía interesarse cada vez más. Decidió acercarse lentamente hacia su cara y mientras lo hacía en su rostro se dibujaba una pequeña sonrisa pícara. Llevo un buen rato deseando rozar mis labios con los tuyos, pero creo que tus ganas todavía no están en su apogeo total. Si quieres un beso tendrás que robármelo. En caso contrario su furor uterino se bajaría y su libido se quedaría totalmente fuera de de su auge. Sus deseos se quedarían totalmente destrozados. Pero ella en su interior sabía que esto no sería así, notaba su deseo ardiente que era muy similar al de ella.
Con un gesto tímido le besó en la comisura de los labios y luego posó su cabeza en el pecho de él, deseaba que la agarrase y la besase como nunca nadie lo había hecho. Sabes que podría estar aquí contigo eternamente, la noche continúa y realmente siento gran curiosidad , Por cada cosa que me digas sobre ti, te daré un beso. Así me aseguro el conocerte mejor en varios sentidos a la vez. ¿Aceptas?
El muchacho se sentó en la hierba y allí comenzó a dar toquecitos sobre la misma, ella lo miró y sonrió y con un aire elegante, se sentó a su lado. Qué sensación tan placentera, el tacto de la hierba se posaba entre sus refinados dedos, cada sensación la hacía recostarse hacia atrás más lentamente. Se postró del todo y observó como el muchacho se desabrochaba la camisa mostrando su camiseta clara, al mismo tiempo que le decía de manera contradictoria sus deseos de que ella le besase. Eso a ella le gustaba, lo cierto es que el misterio en su rostro la hacía interesarse cada vez más. Decidió acercarse lentamente hacia su cara y mientras lo hacía en su rostro se dibujaba una pequeña sonrisa pícara. Llevo un buen rato deseando rozar mis labios con los tuyos, pero creo que tus ganas todavía no están en su apogeo total. Si quieres un beso tendrás que robármelo. En caso contrario su furor uterino se bajaría y su libido se quedaría totalmente fuera de de su auge. Sus deseos se quedarían totalmente destrozados. Pero ella en su interior sabía que esto no sería así, notaba su deseo ardiente que era muy similar al de ella.
Con un gesto tímido le besó en la comisura de los labios y luego posó su cabeza en el pecho de él, deseaba que la agarrase y la besase como nunca nadie lo había hecho. Sabes que podría estar aquí contigo eternamente, la noche continúa y realmente siento gran curiosidad , Por cada cosa que me digas sobre ti, te daré un beso. Así me aseguro el conocerte mejor en varios sentidos a la vez. ¿Aceptas?
Esmejit R. Airnal
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Esmejit la miró, arqueando una ceja ante la proposición de la mujer. Con una sonrisa se incorporó de nuevo, tendiéndose sobre ella lentamente, apoyando las manos a ambos lados de ella, y la besó suavemente en la boca. Tal vez fuera el alcohol, que le había desinhibido, o tal vez el ambiente festivo. La verdad es que le daba igual. Sus labios presionaron los de ella con intensidad, buscando algo más. El beso duró varios segundos, pero a Esmejit le parecieron una eternidad. Una eternidad que, sin embargo, terminó enseguida en cuanto se separó de ella, del dulce sabor de aquella boca. El chico la observó fijamente, mientras ella decía que por cada cosa que le dijera, ella le daría un beso. El chico sonrió con ganas:
- Por supuesto, milady -el chico se tumbó de nuevo a su lado, mirando el cristal sobre sus cabezas. La música se había convertido en un sonido lejano, amortiguado por los edificios que rodeaban el parque, presente pero distante-. Antes me he presentado como Airi, pero no es mi verdadero nombre. Mis conocidos, mis amigos, me llaman así, pero mi verdadero nombre es Esmejit. Como has podido suponer, soy camarero en mis ratos libres, y mago de oficio. -el chico agarró una margarita y apretó el puño. El frío empezó a concentrarse alrededor de la flor, y cuando el chico volvió a abrir la mano, ésta estaba cubierta por una fina capa de transparente hielo con la apariencia del más fino cristal. Se la tendió a la mujer, mientras se giraba, colocándose bocabajo, con la cabeza apoyada en las manos-. De todos modos, a este juego pueden jugar dos... ¿vas a dejarme con la intriga? -le dijo, mientras le daba un suave beso en la mejilla, cerca de la comisura del labio, buscando de nuevo su boca.
- Por supuesto, milady -el chico se tumbó de nuevo a su lado, mirando el cristal sobre sus cabezas. La música se había convertido en un sonido lejano, amortiguado por los edificios que rodeaban el parque, presente pero distante-. Antes me he presentado como Airi, pero no es mi verdadero nombre. Mis conocidos, mis amigos, me llaman así, pero mi verdadero nombre es Esmejit. Como has podido suponer, soy camarero en mis ratos libres, y mago de oficio. -el chico agarró una margarita y apretó el puño. El frío empezó a concentrarse alrededor de la flor, y cuando el chico volvió a abrir la mano, ésta estaba cubierta por una fina capa de transparente hielo con la apariencia del más fino cristal. Se la tendió a la mujer, mientras se giraba, colocándose bocabajo, con la cabeza apoyada en las manos-. De todos modos, a este juego pueden jugar dos... ¿vas a dejarme con la intriga? -le dijo, mientras le daba un suave beso en la mejilla, cerca de la comisura del labio, buscando de nuevo su boca.
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Airi respondió a su petición besándola en la boca, lo cual la agradó de una manera sublime. Lo estaba esperando y lo estaba deseando. Sus labios eran sedosos, con un calor apacible que a ella le gustaba. El beso duró poco tiempo pero a ella eso no le incomodó, al contrario, se sintió deseosa de más, había sido una pequeña muestra de lo que realmente podría ser. Ante la afirmativa del chico, Gera se mostró conforme, su galán misterioso iba a abrir la veda y comenzaría a desenmascarar todos los misterios que albergaban en su propia esencia.
Le agradó escuchar su verdadero nombre, Esmejit. Sonrió, es un nombre precioso, lo cierto es que sentía curiosidad por saber de dónde venía. El nombre le transmitía curiosidad, una curiosidad que se iba incrementando con cada una de las palabras que de su boca salía. Cada una de ellas, le transmitía diferentes sensaciones, por ello, le escuchaba con mucha atención. Su nerviosismo desapareció por completo, su sensación de timidez estaba a punto de desvanecerse, sus miedos, todo lo que traía con ella, se disipaba por momentos.
Le mostró su verdadera profesión, mago, ella adoraba la magia, había leído muchos libros acerca de ella, su biblioteca en casa albergaba historias de famosos magos, pero en ninguno de ellos se encontraba el de su galán. Una margarita, un ser indefenso que trae tanto bien a las personas convertido en una señal de aprecio ante la otra persona. Para Gera las plantas, flores y animales eran su vida, había dedicado mucho tiempo a comprenderlas y a estudiarlas, por lo que todo aquel que hiciese algo tan bonito con una margarita albergaba una dulzura oculta que la haría enloquecer.
Ella aceptó el reto, había conseguido mantener el misterio durante bastante rato, algo que le agradaba y sin más preámbulos le dijo:
¿Sabes que una margarita es una humilde flor que a simple vista parece totalmente inservible, pero cuando la deshojas y la untas con caléndula, la flor deja de parecer inservible y se transforma en una fantástica medicina para un corte de no más de un centímetro? Cuando colocas unas hojas de margarita untadas con la caléndula forman un leve plasma que casi al instante hará que la herida deje de sangrar. Son fascinantes, como puedes comprobar, me encantan las plantas. Soy médico, lo cierto es que investigo pequeñas plantas que me ayuden en los diferentes ámbitos que trato, heridas leves, quemaduras... todo aquello que pueda ayudar a las personas. Cuando Gera habla de sus plantas, pierde por completo el norte, su dulzura se denota en cada una de las sílabas de cada una de las palabras que salen de su boca. Mi nombre es Gera, por cierto. Prosiguió.
Mientras pronunciaba todo su discurso se dedicó a mirarle fijamente y a acercarse a sus labios para cumplir su parte de la promesa. Besarle intensamente después de haber abierto la brecha que la separaba de ser una completa desconocida y anónima en una isla que no es la suya. El beso fue tan largo, tan intenso, tan húmedo que Gera sintió un escalofrío de ternura que le recorrió todo el cuerpo. Cuando se separó de los labios de su querido galán misterioso, volvió a posar su cabeza en el pecho de él, sintió el corazón de Esmejit y supo que estaba a salvo.
¿Cómo prefieres que te llame? le preguntó después de estar un rato en completo silencio. Me gusta Airi, aunque también me gusta Esmejit... Acto seguido se levantó y le tendió la mano. Ven, levántate y baila conmigo esta canción. A lo lejos sonaba una canción lenta, ella sintió la necesidad de abrazarlo y bailar pegada a él. Sus brazos la transportarían a un mundo de fantasía.
Le agradó escuchar su verdadero nombre, Esmejit. Sonrió, es un nombre precioso, lo cierto es que sentía curiosidad por saber de dónde venía. El nombre le transmitía curiosidad, una curiosidad que se iba incrementando con cada una de las palabras que de su boca salía. Cada una de ellas, le transmitía diferentes sensaciones, por ello, le escuchaba con mucha atención. Su nerviosismo desapareció por completo, su sensación de timidez estaba a punto de desvanecerse, sus miedos, todo lo que traía con ella, se disipaba por momentos.
Le mostró su verdadera profesión, mago, ella adoraba la magia, había leído muchos libros acerca de ella, su biblioteca en casa albergaba historias de famosos magos, pero en ninguno de ellos se encontraba el de su galán. Una margarita, un ser indefenso que trae tanto bien a las personas convertido en una señal de aprecio ante la otra persona. Para Gera las plantas, flores y animales eran su vida, había dedicado mucho tiempo a comprenderlas y a estudiarlas, por lo que todo aquel que hiciese algo tan bonito con una margarita albergaba una dulzura oculta que la haría enloquecer.
Ella aceptó el reto, había conseguido mantener el misterio durante bastante rato, algo que le agradaba y sin más preámbulos le dijo:
¿Sabes que una margarita es una humilde flor que a simple vista parece totalmente inservible, pero cuando la deshojas y la untas con caléndula, la flor deja de parecer inservible y se transforma en una fantástica medicina para un corte de no más de un centímetro? Cuando colocas unas hojas de margarita untadas con la caléndula forman un leve plasma que casi al instante hará que la herida deje de sangrar. Son fascinantes, como puedes comprobar, me encantan las plantas. Soy médico, lo cierto es que investigo pequeñas plantas que me ayuden en los diferentes ámbitos que trato, heridas leves, quemaduras... todo aquello que pueda ayudar a las personas. Cuando Gera habla de sus plantas, pierde por completo el norte, su dulzura se denota en cada una de las sílabas de cada una de las palabras que salen de su boca. Mi nombre es Gera, por cierto. Prosiguió.
Mientras pronunciaba todo su discurso se dedicó a mirarle fijamente y a acercarse a sus labios para cumplir su parte de la promesa. Besarle intensamente después de haber abierto la brecha que la separaba de ser una completa desconocida y anónima en una isla que no es la suya. El beso fue tan largo, tan intenso, tan húmedo que Gera sintió un escalofrío de ternura que le recorrió todo el cuerpo. Cuando se separó de los labios de su querido galán misterioso, volvió a posar su cabeza en el pecho de él, sintió el corazón de Esmejit y supo que estaba a salvo.
¿Cómo prefieres que te llame? le preguntó después de estar un rato en completo silencio. Me gusta Airi, aunque también me gusta Esmejit... Acto seguido se levantó y le tendió la mano. Ven, levántate y baila conmigo esta canción. A lo lejos sonaba una canción lenta, ella sintió la necesidad de abrazarlo y bailar pegada a él. Sus brazos la transportarían a un mundo de fantasía.
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- Gera... -murmuró Esmejit-. Es un nombre bonito. -el chico escuchaba a la chica hablar de plantas y flores, atendiendo a sus explicaciones, que él no comprendía, pero que a ella parecían fascinar. El chico cerró los ojos, y de pronto sintió cómo la mujer se apoyaba sobre él, con la cabeza en su pecho. Sonrió, y con la mano izquierda acarició el sedoso pelo de la dama. El tacto suave de aquel cabello era agradable, y dejar caer las hebras de pelo una a una, deslizándose entre sus dedos, relajante. Cuando la chica le preguntó cómo prefería ser llamado, él sonrió y dijo-. No me importa, no siento preferencia por ninguno de los dos nombres. La verdad es que puedes llamarme Airi, que es como me llaman mis conocidos. Esmejit tal vez sea un poco formal de más.
El chico sintió cómo la mujer se levantaba, tendiéndole la mano. Abrió los ojos y la agarró, incorporándose. Ella quería bailar de nuevo. En el aire sonaban las notas de un tema suave y pausado. El chico sonrió, pasando una mano por la cintura de ella, mientras apoyaba la otra en la palma de la mano de la chica. Entonces, ambos empezaron a moverse al compás de la música, rotando como los muñequitos de las cajas de música.
El ambiente era mágico, casi como el de un cuento de hadas. Esmejit sonrió y besó de nuevo a su pareja de baile cuando la pieza acabó, dejándolos en un estado de éstasis. El chico entonces se detuvo y dijo:
- Dime, Gera... ¿te gustan los fuegos artificiales? -el chico señaló a la cúpula que cubría la isla, como diciéndole a la mujer que alzase la mirada.
El pelirrojo concentró magia en su mano izquierda, lanzando una esfera de tonos violetas que se elevó rápidamente en el aire, como un pequeño cohete mágico, y terminó por estallar en una pequeña explosión de energía, a varios metros sobre su cabeza. El mago sonrió, disparando un par más de aquellos proyectiles arcanos, observando la reacción de la chica. Los besos habían encendido una chispa en su interior, una chispa, mezcla de pasión y lujuria, que amenazaba con convertirse en una llamarada incandescente. El chico volvió a mirar a la mujer, sonrojándose ligeramente.
- Dime... ¿qué te apetece hacer, Gera?
El chico sintió cómo la mujer se levantaba, tendiéndole la mano. Abrió los ojos y la agarró, incorporándose. Ella quería bailar de nuevo. En el aire sonaban las notas de un tema suave y pausado. El chico sonrió, pasando una mano por la cintura de ella, mientras apoyaba la otra en la palma de la mano de la chica. Entonces, ambos empezaron a moverse al compás de la música, rotando como los muñequitos de las cajas de música.
El ambiente era mágico, casi como el de un cuento de hadas. Esmejit sonrió y besó de nuevo a su pareja de baile cuando la pieza acabó, dejándolos en un estado de éstasis. El chico entonces se detuvo y dijo:
- Dime, Gera... ¿te gustan los fuegos artificiales? -el chico señaló a la cúpula que cubría la isla, como diciéndole a la mujer que alzase la mirada.
El pelirrojo concentró magia en su mano izquierda, lanzando una esfera de tonos violetas que se elevó rápidamente en el aire, como un pequeño cohete mágico, y terminó por estallar en una pequeña explosión de energía, a varios metros sobre su cabeza. El mago sonrió, disparando un par más de aquellos proyectiles arcanos, observando la reacción de la chica. Los besos habían encendido una chispa en su interior, una chispa, mezcla de pasión y lujuria, que amenazaba con convertirse en una llamarada incandescente. El chico volvió a mirar a la mujer, sonrojándose ligeramente.
- Dime... ¿qué te apetece hacer, Gera?
Gera
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Sus palabras la hicieron pensar... Está bien te llamaré Airi. Le gustaba sentir como le acariciaba el pelo, sentía que la envolvía lentamente. Hebra a hebra se deslizaba entre sus dedos... ¡Qué sensación tan agradable! Cuando se levantó y vio que él le agarraba por las caderas, y que la palma de su mano rozaba impetuosamente la de ella... su corazón se enterneció. La canción tenue la invadía, sentía que estaba dentro de ella y se dejó llevar por él, por el ritmo...
Cuando la pieza terminó, él la besó y sus labios se entrelazaron de nuevo. Al terminar, el galán le preguntó si le gustaban los fuegos artificiales. ¡Cómo no iban a gustarme! son pequeños brotes de luz que irradian una hermosura indescriptible. La pequeña explosión en tonos violetas la hizo relajar su mirada, su gesto se volvió totalmente inconsciente. Haces cosas maravillosas con tus manos, realmente eres fantástico. ¿Las usas así para todo?
Gera estaba completamente entusiasmada y su corazón chispeaba al son de los fuegos, lo que le iba a decir después de que él le preguntase por lo que quería hacer, rompería con los moldes de su existencia. Dime Airi, ¿te habías sentido así alguna vez? Ella le besó repetidas veces, con más intensidad que nunca, empezando a sentir que su corazón se alteraba con cada uno de los besos que Gera le regalaba al joven. Sus manos comenzaron a desplazarse por su espalda, tenía la sensación de que él estaba nervioso, por lo tanto, se separó un instante de los labios de él y le preguntó:
¿Estás bien? Sé que me estoy volviendo loca, pero hay algo en mí que me hace ser así contigo, ¿me has hechizado? le preguntó la joven completamente sorprendida de su comportamiento ante el mago. Por que si es así, desearía que rompieras el hechizo para que pudiese controlar mi cuerpo por mi misma, ya que ahora mismo, no soy yo. Y con la misma le volvió a besar intensamente mientras sus manos se iban desplazando por su espalda.
Cuando la pieza terminó, él la besó y sus labios se entrelazaron de nuevo. Al terminar, el galán le preguntó si le gustaban los fuegos artificiales. ¡Cómo no iban a gustarme! son pequeños brotes de luz que irradian una hermosura indescriptible. La pequeña explosión en tonos violetas la hizo relajar su mirada, su gesto se volvió totalmente inconsciente. Haces cosas maravillosas con tus manos, realmente eres fantástico. ¿Las usas así para todo?
Gera estaba completamente entusiasmada y su corazón chispeaba al son de los fuegos, lo que le iba a decir después de que él le preguntase por lo que quería hacer, rompería con los moldes de su existencia. Dime Airi, ¿te habías sentido así alguna vez? Ella le besó repetidas veces, con más intensidad que nunca, empezando a sentir que su corazón se alteraba con cada uno de los besos que Gera le regalaba al joven. Sus manos comenzaron a desplazarse por su espalda, tenía la sensación de que él estaba nervioso, por lo tanto, se separó un instante de los labios de él y le preguntó:
¿Estás bien? Sé que me estoy volviendo loca, pero hay algo en mí que me hace ser así contigo, ¿me has hechizado? le preguntó la joven completamente sorprendida de su comportamiento ante el mago. Por que si es así, desearía que rompieras el hechizo para que pudiese controlar mi cuerpo por mi misma, ya que ahora mismo, no soy yo. Y con la misma le volvió a besar intensamente mientras sus manos se iban desplazando por su espalda.
Esmejit R. Airnal
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Airi negó con la cabeza, vehementemente. Tras eso, sonrió y dijo:
- Soy mago, pero aún no sé cómo hechizar a la gente. -tras eso, la besó con intensidad, sintiendo como sus bocas se unían y fusionaban durante unos instantes que a la vez eran eternos y fugaces. El chico sentía las manos de la mujer recorriendo su espalda lentamente, como si estuvieran buscando algo.
Cuando por fin volvieron a separarse, el chico la miró a los ojos, y con un sonrisa brillante, dijo:
- ¿Sabes? Empieza a hacer algo de frío, así que creo que lo mejor sería ponernos a cubierto por ahora -el chico agarró su camisa del suelo y se la puso sobre los hombros, mientras con una mano agarraba a Gera delicadamente-. Podemos ir a algún local de por aquí, o al hostal en el que me hospedo. Posiblemente aún tengan la cocina abierta y podamos pedir algo para comer... -el chico aún sentía los efectos del alcohol en él, y sabía que a ese ritmo, probablemente cediese a la lujuria. Su libido estaba por las nubes, así que se acercó a ella, y le dijo, en un susurro-. A no ser que tengas otros planes, claro...
- Soy mago, pero aún no sé cómo hechizar a la gente. -tras eso, la besó con intensidad, sintiendo como sus bocas se unían y fusionaban durante unos instantes que a la vez eran eternos y fugaces. El chico sentía las manos de la mujer recorriendo su espalda lentamente, como si estuvieran buscando algo.
Cuando por fin volvieron a separarse, el chico la miró a los ojos, y con un sonrisa brillante, dijo:
- ¿Sabes? Empieza a hacer algo de frío, así que creo que lo mejor sería ponernos a cubierto por ahora -el chico agarró su camisa del suelo y se la puso sobre los hombros, mientras con una mano agarraba a Gera delicadamente-. Podemos ir a algún local de por aquí, o al hostal en el que me hospedo. Posiblemente aún tengan la cocina abierta y podamos pedir algo para comer... -el chico aún sentía los efectos del alcohol en él, y sabía que a ese ritmo, probablemente cediese a la lujuria. Su libido estaba por las nubes, así que se acercó a ella, y le dijo, en un susurro-. A no ser que tengas otros planes, claro...
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Tras su respuesta Gera sonrió, le encantaba pensar que él la había hechizado, pero en realidad estaba bastante bebida. Ella no estaba demasiado acostumbrada a esos brebajes, lo que la perturbó de manera acrecentada. Él la besó de manera intensa, sintió que sus labios hacían que los de ella casi ni pudiesen moverse. El estado de excitación de él parecía aumentar con cada uno de los besos que ella le daba.
Cuando se separaron Airi le propuso varios planes, lo cierto es que tenía razón, hacía algo de frío. Ella apenas lo podía notar pues su calor corporal aumentaba con cada uno de los besos que él le daba. Lo cierto es que me gustaría ir a algún lugar tranquilo, los bares estarán bastante aglomerados, dijo con voz inquieta. El festival estaba siendo un éxito y ella tan sólo quería disfrutar de su galán en solitario.
Creo que estaría bien ir al hostal y poder comer allí algo, aunque no tengo mucha hambre, allí podremos estar solos... ¿No es así? dijo con una voz picarona mientras se aceraba a su oído lentamente para propiciarle un cálido e ingenuo beso. El alcohol vibraba en todo su cuerpo pero esto ya no parecía importarle demasiado. Quería pasar toda la noche con él y poder disfrutar así de su compañía.
Se preguntaba realmente si él quería lo mismo, sentía que sus cuerpos cada vez se veían más juntos como un imán que con sus polos opuestos se atraían entre sí. Sintió por un instante que ella era el polo dek imán y que él complementaba esa parte con su otra mitad. No pensaba en nada más que en él rozándole la piel con suavidad, no sabía cuando llegaría el momento, pero estaba casi segura de que era lo que ella deseaba. Sin más dilación, vio como él cogía su camisa y se la ponía sobre el hombro.
Vayamos al hostal, dijo sin titubear.
Cuando se separaron Airi le propuso varios planes, lo cierto es que tenía razón, hacía algo de frío. Ella apenas lo podía notar pues su calor corporal aumentaba con cada uno de los besos que él le daba. Lo cierto es que me gustaría ir a algún lugar tranquilo, los bares estarán bastante aglomerados, dijo con voz inquieta. El festival estaba siendo un éxito y ella tan sólo quería disfrutar de su galán en solitario.
Creo que estaría bien ir al hostal y poder comer allí algo, aunque no tengo mucha hambre, allí podremos estar solos... ¿No es así? dijo con una voz picarona mientras se aceraba a su oído lentamente para propiciarle un cálido e ingenuo beso. El alcohol vibraba en todo su cuerpo pero esto ya no parecía importarle demasiado. Quería pasar toda la noche con él y poder disfrutar así de su compañía.
Se preguntaba realmente si él quería lo mismo, sentía que sus cuerpos cada vez se veían más juntos como un imán que con sus polos opuestos se atraían entre sí. Sintió por un instante que ella era el polo dek imán y que él complementaba esa parte con su otra mitad. No pensaba en nada más que en él rozándole la piel con suavidad, no sabía cuando llegaría el momento, pero estaba casi segura de que era lo que ella deseaba. Sin más dilación, vio como él cogía su camisa y se la ponía sobre el hombro.
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