Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una joven morena caminaba por la ciudad bajo el sol de media tarde. Tenía los ojos azules como el mar e iba leyendo una serie de papeles mientras se comía una rosquilla enorme. En su hombro dormitaba un extraño y pequeño lagarto.
-Silver D. Dranser...-Susurró la muchacha mientras giraba por una callejuela, sin molestarse en mirar por donde iba. Hacía dos días que le había llegado la información de Jester a la posada en Mirrorball. La operación comenzaba a dar sus frutos; de un día para otro todas las calles se habían cubierto de carteles con el logo de Xella Corps.Y al parecer, había alguien que se había animado a dar la cara. Pertenecía a la revolución y tenía experiencia en combate. Sería útil, y era una suerte que se hubiera ofrecido. Ahora era el turno de Aki; encontrarle y ponerle al corriente. Si algo se torcía, rematarle. Lógico. Pero era una posibilidad remota; perseguían el mismo objetivo... aunque fuera por motivos diferentes.
En lugar de robarle la apariencia a alguien con ayuda de su fruta, esta vez simplemente se había colocado una peluca castaña y anodina, para no llamar la atención. Quizás en algún momento necesitase quitársela. Era la primera vez que hacía esto, pero curiosamente no estaba nerviosa. Aunque Jester estuviera guardándole el sitio por el momento, ella era la cabeza de la organización. Quería examinar personalmente a la gente que quería unírseles. Además, era el último encargo antes de poder volver. Con suerte, lo habría liquidado para la hora de cenar y podría tomar el primer barco en la mañana.
Doblando los papeles, se los guardó en el bolsillo y se hizo una coleta mientras miraba a su alrededor distraída. Tras encontrar una papelera, tiró el envoltorio de la rosquilla; estaba deliciosa. Le habían dicho que el chico estaba en esta isla, así que no debería ser muy complicado encontrarle. Al fin y al cabo había visto su foto. Se llevó la mano al pecho cubierto de maquillaje, ocultando el símbolo de Xella, mientras sonreía. En cierta manera, esta suerte de búsqueda y captura resultaba algo emocionante.
-Silver D. Dranser...-Susurró la muchacha mientras giraba por una callejuela, sin molestarse en mirar por donde iba. Hacía dos días que le había llegado la información de Jester a la posada en Mirrorball. La operación comenzaba a dar sus frutos; de un día para otro todas las calles se habían cubierto de carteles con el logo de Xella Corps.Y al parecer, había alguien que se había animado a dar la cara. Pertenecía a la revolución y tenía experiencia en combate. Sería útil, y era una suerte que se hubiera ofrecido. Ahora era el turno de Aki; encontrarle y ponerle al corriente. Si algo se torcía, rematarle. Lógico. Pero era una posibilidad remota; perseguían el mismo objetivo... aunque fuera por motivos diferentes.
En lugar de robarle la apariencia a alguien con ayuda de su fruta, esta vez simplemente se había colocado una peluca castaña y anodina, para no llamar la atención. Quizás en algún momento necesitase quitársela. Era la primera vez que hacía esto, pero curiosamente no estaba nerviosa. Aunque Jester estuviera guardándole el sitio por el momento, ella era la cabeza de la organización. Quería examinar personalmente a la gente que quería unírseles. Además, era el último encargo antes de poder volver. Con suerte, lo habría liquidado para la hora de cenar y podría tomar el primer barco en la mañana.
Doblando los papeles, se los guardó en el bolsillo y se hizo una coleta mientras miraba a su alrededor distraída. Tras encontrar una papelera, tiró el envoltorio de la rosquilla; estaba deliciosa. Le habían dicho que el chico estaba en esta isla, así que no debería ser muy complicado encontrarle. Al fin y al cabo había visto su foto. Se llevó la mano al pecho cubierto de maquillaje, ocultando el símbolo de Xella, mientras sonreía. En cierta manera, esta suerte de búsqueda y captura resultaba algo emocionante.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una figura caminaba por aquel remoto lugar. El sonido de sus pasos y el intervalo que había entre ellos, indicaba que no tenía mucha prisa, y se movía a un ritmo lento. Sus cabellos eran pinchudos y alborotados. Era como si aquel tipo no se hubiese peinado en la vida. Tenía un aire de despreocupado que no podía con él. El color de su pelo era castaño claro. Sus ojos poseían un tono azulado que casi parecía grisáceo. Vestía con una camiseta negra de manga corta, dejando ver unos brazos anchos y curtidos. Por encima llevaba un chaleco color canela de tirantes, el cual llevaba abierto. En su cuello el collar que protegía con anhelo. En sus pies había unas botas y en su cintura una única funda dónde llevaba a su preciada arma. En la frente tenía una cinta blanca que usaba para mantener el flequillo alto y que no le estorbase a lo hora de mirar a los lados.
Este tipo se trataba de unos de los pocos Oficiales de la rebelión, Silver D. Dranser. Un tipo peculiar que últimamente iba mucho a su bola. De todas formas, mientras participase en los ataques al gobierno y cumpliera su deber, a sus superiores poco les importaba dónde pudiese estar. Era un tipo de pocos amigos y se pasaba el día entre animales. Lo que nadie sabía, era que últimamente se dedicaba al cuidado de huérfanos y demás. De hecho estaba en aquella zona, buscando pistas sobre marines adinerados o nobles mundiales. Debía de robarles cuanto antes para de aquella manera poder dar una vida mejor a los niños de la isla de Lvneel. El problema era que la información no caía del cielo e iba a tener que currárselo un poco. En dos semanas tenía una importante misión junto a uno de sus compañeros, el Oficial Krauser. A saber de qué se trataba.
En su mano derecha llevaba una manzana, a la cual iba dando mordiscos con una calma desmesurada. No le importaba que le vieran pese a su precio. Cualquiera que le atacase, sufriría la rabia del mejor espadachín de la revolución. Al menos así se había autoproclamado él. Había decidido unirse a una especie de organización. Los fines eran los mismos que los suyos, la caída del gobierno. Si de esa forma conseguía fondos para continuar ayudando a los menos afortunados, estaba dispuesto a todo. Además podía prestar cualquier tipo de ayuda debido a sus habilidades. Desde transporte hasta protección y demás trabajos. El sabor de la fruta que se estaba comiendo, le gustaba muchísimo. De hecho se quedó mirándola unos segundos, antes de dar el último bocado y tirar al hueso a una papelera cercana. Activó su haki de observación para de aquel modo poder detectar si había personas fuertes cerca. Siempre era mejor prevenir que curar y su cabeza no era nada barata. Los marines o los agentes del gobierno podían estar a la vuelta de la esquina. También había cazadores molestos pero, todos deberían probar el acero de su espada antes de intentar llevarlo a las celdas.
Este tipo se trataba de unos de los pocos Oficiales de la rebelión, Silver D. Dranser. Un tipo peculiar que últimamente iba mucho a su bola. De todas formas, mientras participase en los ataques al gobierno y cumpliera su deber, a sus superiores poco les importaba dónde pudiese estar. Era un tipo de pocos amigos y se pasaba el día entre animales. Lo que nadie sabía, era que últimamente se dedicaba al cuidado de huérfanos y demás. De hecho estaba en aquella zona, buscando pistas sobre marines adinerados o nobles mundiales. Debía de robarles cuanto antes para de aquella manera poder dar una vida mejor a los niños de la isla de Lvneel. El problema era que la información no caía del cielo e iba a tener que currárselo un poco. En dos semanas tenía una importante misión junto a uno de sus compañeros, el Oficial Krauser. A saber de qué se trataba.
En su mano derecha llevaba una manzana, a la cual iba dando mordiscos con una calma desmesurada. No le importaba que le vieran pese a su precio. Cualquiera que le atacase, sufriría la rabia del mejor espadachín de la revolución. Al menos así se había autoproclamado él. Había decidido unirse a una especie de organización. Los fines eran los mismos que los suyos, la caída del gobierno. Si de esa forma conseguía fondos para continuar ayudando a los menos afortunados, estaba dispuesto a todo. Además podía prestar cualquier tipo de ayuda debido a sus habilidades. Desde transporte hasta protección y demás trabajos. El sabor de la fruta que se estaba comiendo, le gustaba muchísimo. De hecho se quedó mirándola unos segundos, antes de dar el último bocado y tirar al hueso a una papelera cercana. Activó su haki de observación para de aquel modo poder detectar si había personas fuertes cerca. Siempre era mejor prevenir que curar y su cabeza no era nada barata. Los marines o los agentes del gobierno podían estar a la vuelta de la esquina. También había cazadores molestos pero, todos deberían probar el acero de su espada antes de intentar llevarlo a las celdas.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aki siguió caminando tranquilamente, segura de su suerte, y efectivamente un par de manzanas más tarde le encontró. Podía ver su peculiar pelo pinchudo y revuelto a lo lejos. Se acercó un poco, sin acelerar; de todas maneras tampoco él parecía tener prisa. Tenía que comprobar si en efecto era él, pero por lo menos por la espalda coincidía con la foto. Pasó por su lado mirándole fugazmente de reojo antes de pararse con naturalidad un par de pasos más allá frente a un puesto callejero. Sonriendo, le pidió algunas cerezas a la chica del puesto. Efectivamente, coincidía con la foto.
Mientras pagaba la fruta, pensó con calma como atraer su atención. Al fin y al cabo estaban en medio de la calle, no era lugar para discutir según que cosas. Lo mejor sería hacerle saber quién era e ir a algún sitio más recogido. Mirando alrededor para hacerse una idea del lugar vio que por encima de los edificios se distinguían unos árboles. ¿Un parque? Bueno, sin duda sería más privado. Comenzó a caminar delante de él, comiendo una a una las cerezas que había comprado. Eran sabrosas, frescas, y su jugo le dejaba los labios aún más rojos que de costumbre. Las pepitas las iba dejando en una doblez del papel en el que le habían dado la fruta.
De repente, se volvió por un segundo clavando sus ojos en los del chico mientras sonreía, y con la mano le hizo un pequeño gesto para invitarle a seguirla. Luego se giró de nuevo y siguió caminando en dirección al parque como si nada hubiera sucedido. Utilizando su técnica de control de aura, la cambió para pasar en segundos de parecer inofensiva a intimidante y vuelta a la normalidad. En los papeles ponía que había una alta probabilidad de que controlase el haki de observación así como el de armadura; con suerte llevaría el primero activado. Y si no, quizás decidiría seguir a la extraña señorita que le había sonreído por la calle.
Cuando por fin dejaron los edificios atrás y llegaron a los árboles, Aki se giró esperando verle. Si había conseguido que le siguiera, le diría:
- ¿Me acompañas a dar un paseo? Te he visto en la calle y me gustaría hablar contigo.
Mientras pagaba la fruta, pensó con calma como atraer su atención. Al fin y al cabo estaban en medio de la calle, no era lugar para discutir según que cosas. Lo mejor sería hacerle saber quién era e ir a algún sitio más recogido. Mirando alrededor para hacerse una idea del lugar vio que por encima de los edificios se distinguían unos árboles. ¿Un parque? Bueno, sin duda sería más privado. Comenzó a caminar delante de él, comiendo una a una las cerezas que había comprado. Eran sabrosas, frescas, y su jugo le dejaba los labios aún más rojos que de costumbre. Las pepitas las iba dejando en una doblez del papel en el que le habían dado la fruta.
De repente, se volvió por un segundo clavando sus ojos en los del chico mientras sonreía, y con la mano le hizo un pequeño gesto para invitarle a seguirla. Luego se giró de nuevo y siguió caminando en dirección al parque como si nada hubiera sucedido. Utilizando su técnica de control de aura, la cambió para pasar en segundos de parecer inofensiva a intimidante y vuelta a la normalidad. En los papeles ponía que había una alta probabilidad de que controlase el haki de observación así como el de armadura; con suerte llevaría el primero activado. Y si no, quizás decidiría seguir a la extraña señorita que le había sonreído por la calle.
Cuando por fin dejaron los edificios atrás y llegaron a los árboles, Aki se giró esperando verle. Si había conseguido que le siguiera, le diría:
- ¿Me acompañas a dar un paseo? Te he visto en la calle y me gustaría hablar contigo.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Dranser continuaba caminando con una tranquilidad impresionante. No se inmutaba de nada de lo que pasaba y simplemente mantenía si mirada al frente. Ya estaba un poco decepcionado al no poder habido detectar presencias fuertes. Al parecer todo aquello estaba muy tranquilo y, en parte era bueno. Lo mejor era la paz para las buenas personas. Por ello quería que algún marine le atacase o en su defecto algún agente del gobierno. Parecía que no iba a ser posible pero le daba lo mismo. No era una persona que se fuese a morir si no encontraba lo que deseaba. Continuaría con su búsqueda de información para después irse a otra isla cercana. Prisa no tenía ninguna. Últimamente tenía todo el tiempo del mundo y por ello no tenía nada mejor que hacer. Entrenar también era otra de las opciones pero, por el momento no iba a hacerlo. Pese a que tenía un control básico del haki armadura, era lo suficientemente fuerte para vencer a sus oponentes sin elevarlo a un nivel mayor.
Entonces se dio cuenta de que una chica morena caminaba frente a sus ojos. Pensó en adelantarla pues no quería que se pensara que la espiaba o algo por el estilo. Tal vez en el pasado le hubiese tirado los tejos, pero después de la tragedia no había vuelto a tratar de ligar con nadie. A veces pensaba que se había vuelto asexual o algo por el estilo. También era cierto que después de las miradas y guiños del okama Virginia, le tomó miedo al maquillaje y demás. Ahora admitía que echaba de menos a aquella mujer con pene. Había perdido a demasiados amigos en la pelea contra el gobierno mundial. Esos cabrones debían de pagar por todo lo que habían hecho. Él sería una de las piezas que los conduciría a los más oscuros abismos. No temía a la muerte y eso podía ser una enorme ventaja. Sinceramente, ya pasaba de todo y sólo se preocupaba por el bienestar de los demás. En cierto modo, aquello le convertía en una buena persona, aunque tal vez no tenía por qué.
De repente notó como unos ojos azules se clavaban en los suyos. Miró a la chica sonreírse y después de observar el gesto, alzó una ceja, quedando un poco confuso. De repente el chico detectó en ella un aura monstruosa. Una sensación incómoda recorrió su espina dorsal y sin decir nada, llevó la mano derecha al mango de su katana. Frunció el ceño y sintió aquella sensación similar al miedo. El poder de aquella mujer era inmenso pero, en poco tiempo volvió a la normalidad. No entendía por qué quería que él la siguiera. No podía ser una almirante o Vice-almirante. Tal vez una cazadora o una poderosa agente. No iba a fiarse hasta saber de quién se trataba. Decidió seguirla con cautela y preparado por si debía actuar. Entonces llegaron hasta una zona repleta de árboles y ella le miró. Después de haber oído sus palabras, soltó un leve suspiro. – He sentido tu aura. Te acompañaré pero, me quedaría mucho más tranquilo si me dijeses quién eres. Entiende que un hombre con mi precio está en la lista de muchos. – Una vez dijo aquello, caminaría con ella pero esperando una respuesta.
Entonces se dio cuenta de que una chica morena caminaba frente a sus ojos. Pensó en adelantarla pues no quería que se pensara que la espiaba o algo por el estilo. Tal vez en el pasado le hubiese tirado los tejos, pero después de la tragedia no había vuelto a tratar de ligar con nadie. A veces pensaba que se había vuelto asexual o algo por el estilo. También era cierto que después de las miradas y guiños del okama Virginia, le tomó miedo al maquillaje y demás. Ahora admitía que echaba de menos a aquella mujer con pene. Había perdido a demasiados amigos en la pelea contra el gobierno mundial. Esos cabrones debían de pagar por todo lo que habían hecho. Él sería una de las piezas que los conduciría a los más oscuros abismos. No temía a la muerte y eso podía ser una enorme ventaja. Sinceramente, ya pasaba de todo y sólo se preocupaba por el bienestar de los demás. En cierto modo, aquello le convertía en una buena persona, aunque tal vez no tenía por qué.
De repente notó como unos ojos azules se clavaban en los suyos. Miró a la chica sonreírse y después de observar el gesto, alzó una ceja, quedando un poco confuso. De repente el chico detectó en ella un aura monstruosa. Una sensación incómoda recorrió su espina dorsal y sin decir nada, llevó la mano derecha al mango de su katana. Frunció el ceño y sintió aquella sensación similar al miedo. El poder de aquella mujer era inmenso pero, en poco tiempo volvió a la normalidad. No entendía por qué quería que él la siguiera. No podía ser una almirante o Vice-almirante. Tal vez una cazadora o una poderosa agente. No iba a fiarse hasta saber de quién se trataba. Decidió seguirla con cautela y preparado por si debía actuar. Entonces llegaron hasta una zona repleta de árboles y ella le miró. Después de haber oído sus palabras, soltó un leve suspiro. – He sentido tu aura. Te acompañaré pero, me quedaría mucho más tranquilo si me dijeses quién eres. Entiende que un hombre con mi precio está en la lista de muchos. – Una vez dijo aquello, caminaría con ella pero esperando una respuesta.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La morena escuchó las palabras del chico y sonriendo se quitó la peluca revelando su exuberante cabellera roja. Con un poco de suerte, la reconocería de los carteles de se busca... y eso haría que se sintiese inclinado a confiar en ella. Técnicamente. Además, había comprobado con el haki mantra; no había nadie ni nada cerca. Estaban solos.
-Estate tranquilo. Al fin y al cabo,/i]- Le dijo con una sonrisa.-[i]tu cabeza no es la única buscada.
Aki caminó unos metros hasta sentarse en uno de los bancos que había entre los árboles y le miró con fijeza.
-He oído que estás interesado en la organización llamada Xella Corps. Resulta que nosotros también estamos interesados en ti, eso es todo.
Y era muy cierto. Depredador Dranser. La furia revolucionaria. Los apodos que había en la ficha de información le habían llamado mucho la atención; sería útil tener a un revolucionario tan combativo de su lado. Por no hablar de que era herrero y veterinario. Parecía además un hombre amable; le había seguido sin hacer preguntas hasta que ella se detuvo e incluso entonces había mantenido las formas. Estaba tranquilo aunque parecía alerta; eso indicaba que podía mantener la cabeza fría en situaciones desconocidas. Otra cualidad valiosa. Diplomacia y cautela son buenas compañeras, al fin y al cabo. ¿Con qué podría tentarle? No podía dejarle escapar, eso desde luego.
-Tenemos los medios para ayudarte con tus objetivos, si los tienes. Y perseguimos el mismo objetivo que la revolución, al fin y al cabo. Por supuesto, hay un precio, pero... ya lo discutiremos. Antes de eso, dime. ¿Qué opinas?
La pelirroja le miró a los ojos con firmeza y una amable sonrisa, estudiando su reacción para tratar de adivinar su respuesta.
-Estate tranquilo. Al fin y al cabo,/i]- Le dijo con una sonrisa.-[i]tu cabeza no es la única buscada.
Aki caminó unos metros hasta sentarse en uno de los bancos que había entre los árboles y le miró con fijeza.
-He oído que estás interesado en la organización llamada Xella Corps. Resulta que nosotros también estamos interesados en ti, eso es todo.
Y era muy cierto. Depredador Dranser. La furia revolucionaria. Los apodos que había en la ficha de información le habían llamado mucho la atención; sería útil tener a un revolucionario tan combativo de su lado. Por no hablar de que era herrero y veterinario. Parecía además un hombre amable; le había seguido sin hacer preguntas hasta que ella se detuvo e incluso entonces había mantenido las formas. Estaba tranquilo aunque parecía alerta; eso indicaba que podía mantener la cabeza fría en situaciones desconocidas. Otra cualidad valiosa. Diplomacia y cautela son buenas compañeras, al fin y al cabo. ¿Con qué podría tentarle? No podía dejarle escapar, eso desde luego.
-Tenemos los medios para ayudarte con tus objetivos, si los tienes. Y perseguimos el mismo objetivo que la revolución, al fin y al cabo. Por supuesto, hay un precio, pero... ya lo discutiremos. Antes de eso, dime. ¿Qué opinas?
La pelirroja le miró a los ojos con firmeza y una amable sonrisa, estudiando su reacción para tratar de adivinar su respuesta.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Al parecer, la chica estaba usando una peluca. No tardó mucho en mostrar sus verdaderos cabellos, cosa que hizo sorprender al depredador. Sus ojos se clavaron en ella, estando atento a cualquier cosa. Era necesario permanecer alerta ante todo. Aunque fuese una bella mujer, podía tener mucho peligro. Aquella aura que había detectado era la prueba. Desde aquel momento estaba pendiente todo el tiempo. Los nervios también le estaban pudiendo. No había estado ante nadie de semejante poder salvo Krauser. La diferencia de aliado a desconocido era considerable. Estaba experimentando ese sentimiento. Ahora entendía a los marines cuando estaban frente a él. No debía achantarse ante ella y por ello negó un par de veces con la cabeza. Necesitaba mantener la mente fría ante todo y, estar atento a las palabras de la pelirroja. Le sonaba de algo ahora que la miraba bien pero, no sabía de qué. Claramente, no era de la rebelión.
Las siguientes palabras hicieron al chico sonreír por fin. Al parecer no solo era buscada también, formaba parte de la organización con la que había tratado de contactar. Soltó un enorme suspiro debido al alivio pero, permaneció atento como de costumbre. No terminaba de fiarse del todo, no por ser ella. Era así con todo el mundo que no fuera de la revolución. – Mis objetivos son difíciles. Ser el mejor espadachín del planeta pero, ese lo quiero lograr yo solo. Me interesa ayuda en montar una reserva enorme para los animales abandonados. También el de ayudar a los orfanatos de este mundo. – Dijo con una sonrisa amable y cerrando ambos ojos. Parecía que se lo tomaba todo muy bien. En ese momento le hizo una reverencia a la chica, dejando su mano en el estómago y la otra en su espalda. – Me llamo Silver D. Dranser como ya sabréis, es todo un placer. – Ante todo, era un hombre educado.
Una vez hizo aquello, se colocó en la posición anterior y se quedó mirándola a los ojos. El maestro de los animales comenzaba a mostrarse más abierto ante ella, la tensión estaba desapareciendo lentamente. – Es cierto que buscamos ambos la caída de este gobierno corrupto pero, no sólo sirvo para eso. Puedo proporcionar protección ante cualquier adversario no rebelde. Además soy capaz de realizar cualquier trabajo que no implique causar dolor a niños o personas inocentes. Los animales para mí son sagrados, y bueno, soy más pobre que una rata. – Dijo lo último soltando una leve carcajada, después se quedó esperando respuesta de ella. Se sentó en el suelo y se cruzó de piernas, observando un poco a su alrededor para ver si veía algún pajarillo o mamífero. – Por supuesto, puedo acudir a ayudaros en cuanto me sea posible. Si necesitas cualquier otro precio que no requiera dinero, te escucho aquí y ahora. – Mencionó entonces con un tono agradable mientras entrecerraba los ojos.
Las siguientes palabras hicieron al chico sonreír por fin. Al parecer no solo era buscada también, formaba parte de la organización con la que había tratado de contactar. Soltó un enorme suspiro debido al alivio pero, permaneció atento como de costumbre. No terminaba de fiarse del todo, no por ser ella. Era así con todo el mundo que no fuera de la revolución. – Mis objetivos son difíciles. Ser el mejor espadachín del planeta pero, ese lo quiero lograr yo solo. Me interesa ayuda en montar una reserva enorme para los animales abandonados. También el de ayudar a los orfanatos de este mundo. – Dijo con una sonrisa amable y cerrando ambos ojos. Parecía que se lo tomaba todo muy bien. En ese momento le hizo una reverencia a la chica, dejando su mano en el estómago y la otra en su espalda. – Me llamo Silver D. Dranser como ya sabréis, es todo un placer. – Ante todo, era un hombre educado.
Una vez hizo aquello, se colocó en la posición anterior y se quedó mirándola a los ojos. El maestro de los animales comenzaba a mostrarse más abierto ante ella, la tensión estaba desapareciendo lentamente. – Es cierto que buscamos ambos la caída de este gobierno corrupto pero, no sólo sirvo para eso. Puedo proporcionar protección ante cualquier adversario no rebelde. Además soy capaz de realizar cualquier trabajo que no implique causar dolor a niños o personas inocentes. Los animales para mí son sagrados, y bueno, soy más pobre que una rata. – Dijo lo último soltando una leve carcajada, después se quedó esperando respuesta de ella. Se sentó en el suelo y se cruzó de piernas, observando un poco a su alrededor para ver si veía algún pajarillo o mamífero. – Por supuesto, puedo acudir a ayudaros en cuanto me sea posible. Si necesitas cualquier otro precio que no requiera dinero, te escucho aquí y ahora. – Mencionó entonces con un tono agradable mientras entrecerraba los ojos.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Oírle hablar de ayudar a los orfanatos y a los animales hizo que una sonrisa triste adornara el rostro de la joven, mientras la invadían los recuerdos. Simpatizaba con sus objetivos; nunca olvidaría la expresión de aquellos tigres a los que habían asesinado ante sus propios ojos. Y recordaba a cierto par de hermanos que quizás se habrían beneficiado de un orfanato. O tal vez no; a ella no le habría gustado crecer en uno. De todas maneras, eran tareas titánicas... pero podrían con ello. Lo único que se necesitaba era tiempo.
El chico le hizo una reverencia, presentándose. Aki sonrió ante su educación, no quedaban muchos chicos así. Karl era uno de los pocos. Tras eso, expuso sus condiciones y se sentó en el suelo. Eran más que razonables, y no había en ellas nada que hubiera pensado en pedirle. Todo iba como la seda. Era un hombre valioso, de corazón generoso pero mano fuerte. Y era, o al menos lo parecía, alguien comprometido con sus acuerdos.
-El placer es mío.-Comenzó mientras se sentaba a su lado, arreglándose la falda para que no se le subiera demasiado. Del bolsillo izquierdo hizo aparecer en su mano tres anillos. Uno de cobre, uno de plata y uno de oro; el último tenía una cadena enganchada. Se colocó ese al cuello, despacio.-Podemos ayudarte con lo de la reserva, y los orfanatos.Tienes dos opciones.-Dijo mostrándoselos.--Puedes aliarte a nosotros... o ser uno de nosotros. En ambos casos te protegeremos, y en caso de que Xella esté en peligro deberás ayudar a defendernos. Lo más importante es que si un miembro te pide ayuda debes dársela, sin hacer preguntas. Solo te pediremos que vayas a misiones si quieres ser un miembro de pleno derecho, claro. Y escojas lo que escojas, nunca debes separarte de tu anillo o hablar de Xella.
Dejó los anillos en el suelo y se apartó un poco cogiendo su mochila y abriéndola. Sonrió con ternura y del interior sacó una especie de lagarto con alas que estaba dormido, muy pequeño.
-Mientras lo piensas... dijiste que te gustaban los animales, así que quiero presentarte a un amigo, Cetus. Comprende lo que le decimos... o lo hace cuando está despierto, espera.
Con cariño, le dio un par de golpecitos en el morro. El lagartito abrió poco a poco los ojos y bostezó mirando a su alrededor. Había dormido poco la noche anterior y aún estaba algo desorientado. Frotándose los ojos con la pata, miró hacia Aki confuso.
El chico le hizo una reverencia, presentándose. Aki sonrió ante su educación, no quedaban muchos chicos así. Karl era uno de los pocos. Tras eso, expuso sus condiciones y se sentó en el suelo. Eran más que razonables, y no había en ellas nada que hubiera pensado en pedirle. Todo iba como la seda. Era un hombre valioso, de corazón generoso pero mano fuerte. Y era, o al menos lo parecía, alguien comprometido con sus acuerdos.
-El placer es mío.-Comenzó mientras se sentaba a su lado, arreglándose la falda para que no se le subiera demasiado. Del bolsillo izquierdo hizo aparecer en su mano tres anillos. Uno de cobre, uno de plata y uno de oro; el último tenía una cadena enganchada. Se colocó ese al cuello, despacio.-Podemos ayudarte con lo de la reserva, y los orfanatos.Tienes dos opciones.-Dijo mostrándoselos.--Puedes aliarte a nosotros... o ser uno de nosotros. En ambos casos te protegeremos, y en caso de que Xella esté en peligro deberás ayudar a defendernos. Lo más importante es que si un miembro te pide ayuda debes dársela, sin hacer preguntas. Solo te pediremos que vayas a misiones si quieres ser un miembro de pleno derecho, claro. Y escojas lo que escojas, nunca debes separarte de tu anillo o hablar de Xella.
Dejó los anillos en el suelo y se apartó un poco cogiendo su mochila y abriéndola. Sonrió con ternura y del interior sacó una especie de lagarto con alas que estaba dormido, muy pequeño.
-Mientras lo piensas... dijiste que te gustaban los animales, así que quiero presentarte a un amigo, Cetus. Comprende lo que le decimos... o lo hace cuando está despierto, espera.
Con cariño, le dio un par de golpecitos en el morro. El lagartito abrió poco a poco los ojos y bostezó mirando a su alrededor. Había dormido poco la noche anterior y aún estaba algo desorientado. Frotándose los ojos con la pata, miró hacia Aki confuso.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El chico la miraba con toda la calma del mundo, esperando para ver que le iba a decir. Ya estaba totalmente relajado y decidió apartar la mano de la funda de su espada. Tenía más métodos de protección aparte de ella, y sabía utilizar muchísimas técnicas distintas. Era una de las ventajas de tener el control de su fruta. Sus capacidades eran impresionantes y, su precio era la prueba de ello. Una suma de quinientos millones no era moco de pavo. De hecho era muy raro que nadie le hubiese atacado en las últimas semanas. Tal vez el miedo podía ser una de las razones. Era uno de los pocos rebeldes que mataba si era necesario. No se inmutaba al hacerlo, por lo que, podía ser de una utilidad impresionante. Sobre todo, eliminaba a espadachines de los equipos contrarios. El honor de portar una espada no era nada fácil. Muchos podían llamarlo idiota pero, pensaba de esa forma.
El depredador escuchó las palabras de la chica y después entrecerró los ojos. No necesitaba protección pero, lo otro sí que le iba a venir bien. Entonces escuchó las condiciones y mostró una sonrisa amable. Podía ayudar a cualquier persona mientras que se respetara lo de las personas inocentes, y lo de los animales. Asintió con la cabeza y después se quedó mirando los anillos. Su expresión no había cambiado nada de nada y por ello podía decirse que estaba impasible. De repente pudo ver como la chica hacía salir lo que parecía ser un pequeño dragón. Mostró una sonrisa amplia y se acercó todo lo posible a la criatura. – ¡Es precioso! – Dijo de forma animada mientras sonreía. Estiró la mano intentando acariciarle la cabeza. Si se llevaba un mordisco, se lo tendría más que merecido y, de hecho ni lo intentaría esquivar. Le molaban demasiado los animales y aquel no solo era mono, tenía un aspecto increíble.
Tras unos momentos más, se pensó la respuesta que iba a dar. Entonces fue cuando cerró los ojos y estiró su mano izquierda hacia la pelirroja. La dejó tendida a unos quince centímetros de ella y entonces soltó un pequeño suspiro. – Nunca elijo mi destino. Colócame en el dedo anular el anillo que prefieras. Me da lo mismo sinceramente, de hecho, no me gusta entrar en un sitio si no me quieren si o si. – Ser miembro o aliado, dependería de la pelirroja. Le había dejado la decisión a ella y de ese modo se libraba de tener que elegir. En su rostro se mostraba una sonrisa amable como de costumbre. Siempre solía estar así salvo en muy pocas ocasiones. Cuando luchaba o pensaba en dicha persona, la cosa cambiaba pero, por el momento estaba feliz.
El depredador escuchó las palabras de la chica y después entrecerró los ojos. No necesitaba protección pero, lo otro sí que le iba a venir bien. Entonces escuchó las condiciones y mostró una sonrisa amable. Podía ayudar a cualquier persona mientras que se respetara lo de las personas inocentes, y lo de los animales. Asintió con la cabeza y después se quedó mirando los anillos. Su expresión no había cambiado nada de nada y por ello podía decirse que estaba impasible. De repente pudo ver como la chica hacía salir lo que parecía ser un pequeño dragón. Mostró una sonrisa amplia y se acercó todo lo posible a la criatura. – ¡Es precioso! – Dijo de forma animada mientras sonreía. Estiró la mano intentando acariciarle la cabeza. Si se llevaba un mordisco, se lo tendría más que merecido y, de hecho ni lo intentaría esquivar. Le molaban demasiado los animales y aquel no solo era mono, tenía un aspecto increíble.
Tras unos momentos más, se pensó la respuesta que iba a dar. Entonces fue cuando cerró los ojos y estiró su mano izquierda hacia la pelirroja. La dejó tendida a unos quince centímetros de ella y entonces soltó un pequeño suspiro. – Nunca elijo mi destino. Colócame en el dedo anular el anillo que prefieras. Me da lo mismo sinceramente, de hecho, no me gusta entrar en un sitio si no me quieren si o si. – Ser miembro o aliado, dependería de la pelirroja. Le había dejado la decisión a ella y de ese modo se libraba de tener que elegir. En su rostro se mostraba una sonrisa amable como de costumbre. Siempre solía estar así salvo en muy pocas ocasiones. Cuando luchaba o pensaba en dicha persona, la cosa cambiaba pero, por el momento estaba feliz.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mientras hablaba, había intentado ver como reaccionaba y adivinar su elección... pero resultó imposible. El rostro del chico no revelaba ni uno solo de sus pensamientos. Sin embargo y curiosamente, no parecía serio. Al contrario de muchas personas, su rostro era amable incluso sin revelar ninguna expresión. Aki lo consideró una buena señal.
Entre tanto, Cetus había ido despertando y cuando notó que el extraño trataba de acariciarle la cabeza, agarró el dedo con las patas y le mordió. Al ver que no lo evitaba, le soltó lentamente y tras mirarle varios segundos, trepó a su hombro. La pelirroja, que había estado viendo la escena con una sonrisa, le explicó:
-Has hecho bien en no mostrar miedo, le gusta la gente segura de si misma. Como él.- Como para darle la razón, Cetus comenzó a trepar por la cabeza del chico. Subió por su oreja y se impulsó hasta acomodarse arriba de todo, en un bosque de cómodos mechones, para hacerse una bolita y continuar con la siesta.
Aki le dio un par de vueltas a los anillos en sus manos, en silencio. Si entras a la organización... es un compromiso de por vida.-Comentó. Dudaba; por mucho que le hubiera dejado escoger, ¿Estaba bien atar a alguien de esa manera? No quería imponerle un compromiso del que pudiera arrepentirse. Tras pensarlo un par de segundos, tomó una decisión. Con suavidad, cogió la mano que él le ofrecía y le colocó el anillo de plata. Se colgó el de oro ella misma y guardó el de cobre. Seria de repente, le miró a los ojos:
-Puesto que yo te he reclutado, eres mi responsabilidad. La única consecuencia de esto es que si algún día quieres desertar, podrás. Pero ven a hablar conmigo. Si no lo haces, no podré protegerte... al fin y al cabo, lo normal es matar a quien nos abandona. Pero espero que no te arrepientas.-Añadió recuperando la sonrisa.
Luego, se tumbó en la hierba. Ya está, había hecho su trabajo. Si no surgía nada más, podía regresar a casa al fin. Cerró los ojos mientras le decía, no fuera a olvidársele: -Hay una taberna llamada el Gallo Cojo. Es un lugar bonito, y si vas mañana a las 3 de la tarde conseguirás 3 millones para comenzar con tus planes. No es mucho, pero tampoco es plan de llamar la atención. Oh, y... el anillo. Si lo colocas sobre un mapa, te llevará a los miembros de Xella. También revela tu posición, así que no lo pierdas.
Entre tanto, Cetus había ido despertando y cuando notó que el extraño trataba de acariciarle la cabeza, agarró el dedo con las patas y le mordió. Al ver que no lo evitaba, le soltó lentamente y tras mirarle varios segundos, trepó a su hombro. La pelirroja, que había estado viendo la escena con una sonrisa, le explicó:
-Has hecho bien en no mostrar miedo, le gusta la gente segura de si misma. Como él.- Como para darle la razón, Cetus comenzó a trepar por la cabeza del chico. Subió por su oreja y se impulsó hasta acomodarse arriba de todo, en un bosque de cómodos mechones, para hacerse una bolita y continuar con la siesta.
Aki le dio un par de vueltas a los anillos en sus manos, en silencio. Si entras a la organización... es un compromiso de por vida.-Comentó. Dudaba; por mucho que le hubiera dejado escoger, ¿Estaba bien atar a alguien de esa manera? No quería imponerle un compromiso del que pudiera arrepentirse. Tras pensarlo un par de segundos, tomó una decisión. Con suavidad, cogió la mano que él le ofrecía y le colocó el anillo de plata. Se colgó el de oro ella misma y guardó el de cobre. Seria de repente, le miró a los ojos:
-Puesto que yo te he reclutado, eres mi responsabilidad. La única consecuencia de esto es que si algún día quieres desertar, podrás. Pero ven a hablar conmigo. Si no lo haces, no podré protegerte... al fin y al cabo, lo normal es matar a quien nos abandona. Pero espero que no te arrepientas.-Añadió recuperando la sonrisa.
Luego, se tumbó en la hierba. Ya está, había hecho su trabajo. Si no surgía nada más, podía regresar a casa al fin. Cerró los ojos mientras le decía, no fuera a olvidársele: -Hay una taberna llamada el Gallo Cojo. Es un lugar bonito, y si vas mañana a las 3 de la tarde conseguirás 3 millones para comenzar con tus planes. No es mucho, pero tampoco es plan de llamar la atención. Oh, y... el anillo. Si lo colocas sobre un mapa, te llevará a los miembros de Xella. También revela tu posición, así que no lo pierdas.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El chico se llevó un pequeño mordisco de aquel precioso animal. Al quedarse quieto, el ser lo soltó enseguida. Los azulados ojos del joven lo siguieron mientras subía por él, como si fuese una simple montaña en la que se podía escalar. Una sonrisa mucho más amplia se formó en el rostro del espadachín entonces. No podía evitar amar a los animales, y aquello le había puesto de un humor mucho mejor que el anterior. Además pudo sentir como se tumbaba en sus cabellos, cosa que indicaba que planeaba dormir. Soltó un leve suspiro y después volvió a clavar su mirada en la pelirroja. Pese a que le pesaba un poco más la cabeza, decidió no darle importancia alguna. De hecho, no se movería para no molestar mucho a aquel pequeño ser. Ante todo, no quería ser él, quién molestara al pequeño.
La mujer entonces colocó el anillo plateado en su dedo. Sonrió de forma amable y miró el complemento que ahora tenía. Le parecía muy bonito, y no pensaba quitárselo para nada. Aunque podían confundirlo con una alianza de casado o prometido. De todas formas le daba lo mismo, era precioso. En ese momento escuchó sus palabras, y no pudo evitar soltar una leve carcajada. Entendía muy bien a lo que se refería, de hecho le parecía más que necesario. Las traiciones eran horribles, él al menos no pensaba irse ni desertando. Tan solo lo haría si lo echaban o si empezaban a matar inocentes. Esa chica parecía no pensar de aquella forma, por lo que estaba seguro que se quedaría. Entonces la pelirroja le dijo lo del anillo y el dinero. Dranser no pudo evitar asentir con la cabeza de forma agradecida. Miró un momento hacia arriba, escuchando la respiración del pequeño ser que dormía en su cabeza. Mostró una sonrisa, y quedó pensativo unos momentos.
Después de unos instantes, se fue agachando muy despacio. Lo hizo hasta quedar tumbado bocabajo. Intentaría colocar la cabeza en la hierba, y echarse hacia atrás. De aquella forma intentaría dejar al reptil tumbado en el suelo, sin molestarle. Una vez lo hiciera, se colocaría de pie, sacaría su katana, y miraría a la chica. Quería darle una prueba para que se quedase tranquila. Sin decir nada, lanzó su arma hacia los cielos. En cuanto estuvo cayendo, trató de cogerla con la mano izquierda, y así lo hizo. En su palma se había formado una herida. Las gotas de sangre bajaban hasta su muñeca. En ese momento alzó la mano con una expresión tranquila y volvió a mirar a la chica. – Juro por mi honor de espadachín, y sobre esta herida, que mi espada está a tu servicio. Yo siempre soy fiel a mis nakamas, soy Silver D. Dranser, el depredador de la revolución. Protegeré a Xella con mi vida. – Una vez dijo aquello, volvió a sonreír y de nuevo le hizo una reverencia. Acto seguido guardó su katana en su funda correspondiente. Entonces se arrancó una manga, y se vendó la herida con cuidado.
La mujer entonces colocó el anillo plateado en su dedo. Sonrió de forma amable y miró el complemento que ahora tenía. Le parecía muy bonito, y no pensaba quitárselo para nada. Aunque podían confundirlo con una alianza de casado o prometido. De todas formas le daba lo mismo, era precioso. En ese momento escuchó sus palabras, y no pudo evitar soltar una leve carcajada. Entendía muy bien a lo que se refería, de hecho le parecía más que necesario. Las traiciones eran horribles, él al menos no pensaba irse ni desertando. Tan solo lo haría si lo echaban o si empezaban a matar inocentes. Esa chica parecía no pensar de aquella forma, por lo que estaba seguro que se quedaría. Entonces la pelirroja le dijo lo del anillo y el dinero. Dranser no pudo evitar asentir con la cabeza de forma agradecida. Miró un momento hacia arriba, escuchando la respiración del pequeño ser que dormía en su cabeza. Mostró una sonrisa, y quedó pensativo unos momentos.
Después de unos instantes, se fue agachando muy despacio. Lo hizo hasta quedar tumbado bocabajo. Intentaría colocar la cabeza en la hierba, y echarse hacia atrás. De aquella forma intentaría dejar al reptil tumbado en el suelo, sin molestarle. Una vez lo hiciera, se colocaría de pie, sacaría su katana, y miraría a la chica. Quería darle una prueba para que se quedase tranquila. Sin decir nada, lanzó su arma hacia los cielos. En cuanto estuvo cayendo, trató de cogerla con la mano izquierda, y así lo hizo. En su palma se había formado una herida. Las gotas de sangre bajaban hasta su muñeca. En ese momento alzó la mano con una expresión tranquila y volvió a mirar a la chica. – Juro por mi honor de espadachín, y sobre esta herida, que mi espada está a tu servicio. Yo siempre soy fiel a mis nakamas, soy Silver D. Dranser, el depredador de la revolución. Protegeré a Xella con mi vida. – Una vez dijo aquello, volvió a sonreír y de nuevo le hizo una reverencia. Acto seguido guardó su katana en su funda correspondiente. Entonces se arrancó una manga, y se vendó la herida con cuidado.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aki giró en la hierba, quedando tumbada de lado y mirando con una sonrisa los esfuerzos del chico por dejar a Cetus en la hierba sin que se despertara. De verdad, era un misterio para ella como conseguía dormirse tan rápido. Apenas habían pasado un par de minutos y ya estaba roncando de nuevo. ¿Qué haría por las noches para estar tan cansado? Le alimentaba bien, no salía a cazar. Pero tampoco se quedaba con ella, eso ya lo había comprobado. La pelirroja extendió la mano y con un par de dedos le acarició delicadamente el lomo, notando la aspereza de sus escamas en la piel. Emanaba un ligero calor de su cuerpecito. Le tenía tanto cariño... había estado con ella todo este tiempo y le había visto en sus peores y en sus mejores momentos. Y pese a que podría haberse ido en cuanto quisiera... siempre volvía a su lado. Su lealtad la desconcertaba y le provocaba ternura a la vez.
De repente, notó que Silver la miraba. Se giró, clavando en él sus pupilas con expresión seria... espejo de la del chico. ¿Qué ocurría? El ambiente entre ambos había cambiado de un segundo para otro. Más tenso. Más... solemne. Vio como la espada del chico salía hacia el cielo, reluciendo al sol que se colaba entre las ramas. Cayó y él la agarró con la mano desnuda. Vio determinación en sus ojos cuando se giró hacia ella con la palma ensangrentada. Las gotas le recorrían la muñeca como si pretendieran treparle por el brazo.
Los ojos de la pelirroja relucieron por un momento al ver el líquido carmesí, y en lo que dura un parpadeo ya se había puesto de pie. Con porte digno de una reina, le observó fijamente mientras le juraba fidelidad. ¿Por qué? Se preguntaba en el fondo. ¿Por qué este desconocido salido de la nada me entrega su honor y su espada a mi, una desconocida? ¿Es por lo que represento? ¿O por lo que puedo proporcionarle? O quizás simplemente quería hacerlo. Pero no iba a hablar. Sentía un profundo respeto hacia su resolución y por supuesto que ella no iba a ser menos. El arrepentimiento no pasó por sus pensamientos ni una sola vez mientras lo hacía.
Elevó una mano al cielo sin titubear. Con la otra, sujetando el cuchillo que acababa de coger de su liga, se cortó la palma a lo largo. El movimiento fue lento, y fue dejando un rastro de gotas de sangre que caían a la hierba. La pirata estaba en calma; respiraba con tranquilidad y tenía la vista fija en la tarea que estaba acometiendo. Al acabar, giró el cuchillo en su mano y acarició la palma sangrante con el dedo libre. Lo llevó a su pecho, donde tenía el ''tatuaje'' del logo de Xella grabado a punta de cuchillo cubierto con maquillaje, y lo pasó por encima del mismo... revelándolo parcialmente. Lo suficiente como para que se apreciara lo que era.
-Oigo tus palabras, revolucionario, y las acompaño. Juro por mi sangre y sobre la hierba que piso ayudarte con tus ideales y protegerte. Quedas bajo el mando de Aki D. Arlia, Silver D. Dranser, siempre que Xella te requiera. Desde hoy en adelante, serás mi protegido.
La pelirroja bajó ambas manos y se llevó la ensangrentada a los labios. Lamió la herida, haciendo que se cerrara en el acto. Era útil no haber perdido sus propiedades coagulantes. Se acercó al chico y con una sonrisa más amable le hizo un gesto para que le dejara su mano. Si le obedecía, le quitaría la improvisada venda y con un dedo mojado en sus labios le curaría a él también. Si no, simplemente se acercaría a un árbol y limpiaría el filo de su cuchillo con una de las hojas, antes de guardarlo.
De repente, notó que Silver la miraba. Se giró, clavando en él sus pupilas con expresión seria... espejo de la del chico. ¿Qué ocurría? El ambiente entre ambos había cambiado de un segundo para otro. Más tenso. Más... solemne. Vio como la espada del chico salía hacia el cielo, reluciendo al sol que se colaba entre las ramas. Cayó y él la agarró con la mano desnuda. Vio determinación en sus ojos cuando se giró hacia ella con la palma ensangrentada. Las gotas le recorrían la muñeca como si pretendieran treparle por el brazo.
Los ojos de la pelirroja relucieron por un momento al ver el líquido carmesí, y en lo que dura un parpadeo ya se había puesto de pie. Con porte digno de una reina, le observó fijamente mientras le juraba fidelidad. ¿Por qué? Se preguntaba en el fondo. ¿Por qué este desconocido salido de la nada me entrega su honor y su espada a mi, una desconocida? ¿Es por lo que represento? ¿O por lo que puedo proporcionarle? O quizás simplemente quería hacerlo. Pero no iba a hablar. Sentía un profundo respeto hacia su resolución y por supuesto que ella no iba a ser menos. El arrepentimiento no pasó por sus pensamientos ni una sola vez mientras lo hacía.
Elevó una mano al cielo sin titubear. Con la otra, sujetando el cuchillo que acababa de coger de su liga, se cortó la palma a lo largo. El movimiento fue lento, y fue dejando un rastro de gotas de sangre que caían a la hierba. La pirata estaba en calma; respiraba con tranquilidad y tenía la vista fija en la tarea que estaba acometiendo. Al acabar, giró el cuchillo en su mano y acarició la palma sangrante con el dedo libre. Lo llevó a su pecho, donde tenía el ''tatuaje'' del logo de Xella grabado a punta de cuchillo cubierto con maquillaje, y lo pasó por encima del mismo... revelándolo parcialmente. Lo suficiente como para que se apreciara lo que era.
-Oigo tus palabras, revolucionario, y las acompaño. Juro por mi sangre y sobre la hierba que piso ayudarte con tus ideales y protegerte. Quedas bajo el mando de Aki D. Arlia, Silver D. Dranser, siempre que Xella te requiera. Desde hoy en adelante, serás mi protegido.
La pelirroja bajó ambas manos y se llevó la ensangrentada a los labios. Lamió la herida, haciendo que se cerrara en el acto. Era útil no haber perdido sus propiedades coagulantes. Se acercó al chico y con una sonrisa más amable le hizo un gesto para que le dejara su mano. Si le obedecía, le quitaría la improvisada venda y con un dedo mojado en sus labios le curaría a él también. Si no, simplemente se acercaría a un árbol y limpiaría el filo de su cuchillo con una de las hojas, antes de guardarlo.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El revolucionario se mantuvo calmado en todo momento. El leve viento que corría ondulaba sus cabellos con calma. Sus ojos estaban centrados en el precioso animal, al cual miraba con toda la tranquilidad del mundo. A lo mejor iba siendo hora de que él también tuviese un compañero con quien combatir, pero el mero hecho de pensar que podían hacerle daño, le echaba hacia atrás. Adoraba mucho a los animales, y no soportaba verlos sufrir ni siquiera un poco. Tal vez debía llevarse uno lo suficiente pequeño, pero entonces en combate no podía serle útil. Estaba en un profundo dilema. De todas formas, iba a tener que pedir un par de opiniones ¿Conocía a varias personas que luchaban con animales? No, y eso era un pequeño problema. Iba a tener que currarse mucho todo lo que planeaba hacer, pero por el momento se iba a centrar en lo que estaba haciendo allí y en aquel preciso momento.
Se quedó mirando a la pelirroja, la cual se puso en pie. Tomó un cuchillo, y aquello hizo que el revolucionario se pusiese alerta. No por él, sino porque no quería que se suicidase o algo así. No había motivo tampoco, pero quizás se había vuelto un paranoico con aquellas cosas. Oh, pues no iba tan mal encaminado, pues la chica se cortó también en la mano. Ella no tenía pinta de ser una espadachín, y por ello quedó un poco confuso. No le dio mucha importancia, y después de eso se quedó esperando a ver qué pasaba. Ella se pasó el dedo sangrante por el pecho, revelando una especie de marca. Él no le dio mucha importancia, de hecho simplemente sonrió de forma calmada. Después escuchó sus palabras con calma. No necesitaba protección, pero no iba a quejarse. Sonrió de forma calmada, y después esperó paciente para ver qué pasaba. Ya sabía su nombre, pues en toda la conversación no lo había podido escuchar. Ya fuese porque ella no lo mencionó, o por si lo hizo, él no se dio cuenta. Solía estar mucho en las nubes.
Vio que ella se cerró la herida con un simple lametón. O tenía una fruta curativa o su saliva era especial. El motivo no lo sabía, pero de todas formas no iba a ponerse a preguntar. Cuanto vio que iba a curarle negó un poco. – Con todo el respeto, no es necesario. Como espadachín, necesito la herida para recordar la promesa, Jefa. – Dijo de forma amable para después suspirar un poco. – Bueno ¿Por ahora hay algo para mí? – Mencionó tranquilamente mientras miraba como limpiaba el cuchillo con las hojas de un árbol. Entonces pudo ver el cielo nublarse, cosa que hizo que el rebelde sonriera de lado. Iba a llover, y por ello se alegró. – Otra tormenta, Nisa… – Susurró como si estuviese hablando con alguien más. Después miró un momento al suelo, y por último de nuevo a la pelirroja, esperando a ver si había algo que pudiese hacer por ella.
Se quedó mirando a la pelirroja, la cual se puso en pie. Tomó un cuchillo, y aquello hizo que el revolucionario se pusiese alerta. No por él, sino porque no quería que se suicidase o algo así. No había motivo tampoco, pero quizás se había vuelto un paranoico con aquellas cosas. Oh, pues no iba tan mal encaminado, pues la chica se cortó también en la mano. Ella no tenía pinta de ser una espadachín, y por ello quedó un poco confuso. No le dio mucha importancia, y después de eso se quedó esperando a ver qué pasaba. Ella se pasó el dedo sangrante por el pecho, revelando una especie de marca. Él no le dio mucha importancia, de hecho simplemente sonrió de forma calmada. Después escuchó sus palabras con calma. No necesitaba protección, pero no iba a quejarse. Sonrió de forma calmada, y después esperó paciente para ver qué pasaba. Ya sabía su nombre, pues en toda la conversación no lo había podido escuchar. Ya fuese porque ella no lo mencionó, o por si lo hizo, él no se dio cuenta. Solía estar mucho en las nubes.
Vio que ella se cerró la herida con un simple lametón. O tenía una fruta curativa o su saliva era especial. El motivo no lo sabía, pero de todas formas no iba a ponerse a preguntar. Cuanto vio que iba a curarle negó un poco. – Con todo el respeto, no es necesario. Como espadachín, necesito la herida para recordar la promesa, Jefa. – Dijo de forma amable para después suspirar un poco. – Bueno ¿Por ahora hay algo para mí? – Mencionó tranquilamente mientras miraba como limpiaba el cuchillo con las hojas de un árbol. Entonces pudo ver el cielo nublarse, cosa que hizo que el rebelde sonriera de lado. Iba a llover, y por ello se alegró. – Otra tormenta, Nisa… – Susurró como si estuviese hablando con alguien más. Después miró un momento al suelo, y por último de nuevo a la pelirroja, esperando a ver si había algo que pudiese hacer por ella.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El joven negó suavemente con la cabeza. Respetando su decisión, Aki apartó la mano con una sonrisa y se aplicó a la tarea de lavar el cuchillo. Dio un pequeño suspiro al ver la sangre manchar la hoja. A veces no le molestaba y de hecho las ligas con las que portaba los cuchillos tenían más de una mancha rojiza que no había logrado sacar. Pero otras veces le fastidiaba sobremanera ver como enturbiaban la superficie del acero. Además, le recordaba que todavía tenía mucho que aprender de su fruta y de su nueva condición. De su relación con la sangre... y de como soportarlo. Cuando al fin estuvo limpio, lo guardó con cuidado e hizo una bolita con la hoja. Cuando el espadachín no mirase se ocuparía de quemarla; no tenía por qué ir dejando rastros de sangre en islas ajenas. Era una falta de educación.
Inclinó la cabeza, recordando las palabras del que ahora estaba a su servicio. ''Jefa''. Le costaría un poco acostumbrarse, pero no le disgustaba para nada. Curiosamente, le daba más seguridad. Fue a recoger su mochila, ya que no tenía mucho más que hacer en ese lugar. Podría volver a casa... ¿Habría algún barco que zarpara de noche? Aunque podía ir volando, le apetecía sentir el vaivén de las olas a su alrededor. Ni sus alas ni su alfombra podían darle esa sensación. Hacía que se perdiera en sus pensamientos y se relajase.
-No te preocupes. A no ser que quieras decirme algo más, ya has terminado... Pero estaremos en contacto. No te olvides de recoger tu dinero donde te dije, y si precisas algo más... mándame una carta. O pregunta por mi, viajo rápido.
Se agachó para coger a Cetus entre sus brazos. El dragoncito despertó y abrió la boca en un enorme bostezo. Miró a su alrededor luchando para abrir los ojos, confuso. Pero a los pocos segundos ya había comprendido la situación. Voló hasta el hombro del espadachín y le dio un zarpazo cariñoso en la mejilla, sin arañarle. Luego, aumentó de tamaño en el medio de ambos, dispuesto a llevar a Aki hasta el puerto... como era su costumbre.
-Ha sido un placer, Silver. Cuídate mucho.-Le dijo la pelirroja con una sonrisa y una mano apoyada en el lagarto.
Inclinó la cabeza, recordando las palabras del que ahora estaba a su servicio. ''Jefa''. Le costaría un poco acostumbrarse, pero no le disgustaba para nada. Curiosamente, le daba más seguridad. Fue a recoger su mochila, ya que no tenía mucho más que hacer en ese lugar. Podría volver a casa... ¿Habría algún barco que zarpara de noche? Aunque podía ir volando, le apetecía sentir el vaivén de las olas a su alrededor. Ni sus alas ni su alfombra podían darle esa sensación. Hacía que se perdiera en sus pensamientos y se relajase.
-No te preocupes. A no ser que quieras decirme algo más, ya has terminado... Pero estaremos en contacto. No te olvides de recoger tu dinero donde te dije, y si precisas algo más... mándame una carta. O pregunta por mi, viajo rápido.
Se agachó para coger a Cetus entre sus brazos. El dragoncito despertó y abrió la boca en un enorme bostezo. Miró a su alrededor luchando para abrir los ojos, confuso. Pero a los pocos segundos ya había comprendido la situación. Voló hasta el hombro del espadachín y le dio un zarpazo cariñoso en la mejilla, sin arañarle. Luego, aumentó de tamaño en el medio de ambos, dispuesto a llevar a Aki hasta el puerto... como era su costumbre.
-Ha sido un placer, Silver. Cuídate mucho.-Le dijo la pelirroja con una sonrisa y una mano apoyada en el lagarto.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La pelirroja se montó en el precioso ser mitológico, el cual ahora medía mucho más que antes. El rebelde sonrió de lado mientras ella le recordaba lo del dinero, y le decía que era el momento de marcharse. Dranser asintió de forma amable, y después hizo una reverencia educada a la chica para la que trabajaba. – El placer es mío. Tenga un buen viaje. – Dijo de forma tranquila. Una vez ella se hubiese ido, él comenzaría a caminar hacia el puerto. Iba a estar un par de horas más por la zona, pero no le importaba.
Tomó su den den mushi, y llamó con calma. Después de unos momentos, le cogieron el comunicador. El otro hombre al lado de la línea, parecía ser un tipo mayor. – Soy el oficial Dranser. Necesito que me recojan. – Una vez dio las coordenadas, le confirmaron que no se moviera de allí. El castaño se sentó en un pequeño muelle, mirando el mar con calma. La tormenta iba a empeorar, pero eso le daba lo mismo sinceramente. Se aseguró de que tenía sus cosas con él, y después sacó su espada Shirokiba. Se quedó mirándola unos momentos, y suspiró con calma.
Recordaba cuando la consiguió de las manos de aquel comodoro de la marina. Hoy en día, esa obra de arte era suya, y había terminado con muchos marines. De modo que se sentía orgulloso de sí mismo en aquel sentido. La batalla de los Gyojines fue muy dura, y desde ella no había visto a los miembros del escuadrón siete. Supuso que ambos habían muerto o algo, cosa que le apenó un poco. Pese a todo, continuaba luchando por la rebelión. Seguiría de esa forma hasta el día en que muriese. Era su destino, junto al de convertirse en el mejor espadachín del mundo.
Un trueno le sacó de sus pensamientos. Sonrió de forma tranquila, y después soltó una leve risa. – Pues el día se ha puesto precioso… – Dijo con ironía mientras guardaba su espada de nuevo en su funda. Tan sólo esperaba a que sus hombres fuesen por él. Un oficial como él, no debía ser abandonado en la isla.
Tomó su den den mushi, y llamó con calma. Después de unos momentos, le cogieron el comunicador. El otro hombre al lado de la línea, parecía ser un tipo mayor. – Soy el oficial Dranser. Necesito que me recojan. – Una vez dio las coordenadas, le confirmaron que no se moviera de allí. El castaño se sentó en un pequeño muelle, mirando el mar con calma. La tormenta iba a empeorar, pero eso le daba lo mismo sinceramente. Se aseguró de que tenía sus cosas con él, y después sacó su espada Shirokiba. Se quedó mirándola unos momentos, y suspiró con calma.
Recordaba cuando la consiguió de las manos de aquel comodoro de la marina. Hoy en día, esa obra de arte era suya, y había terminado con muchos marines. De modo que se sentía orgulloso de sí mismo en aquel sentido. La batalla de los Gyojines fue muy dura, y desde ella no había visto a los miembros del escuadrón siete. Supuso que ambos habían muerto o algo, cosa que le apenó un poco. Pese a todo, continuaba luchando por la rebelión. Seguiría de esa forma hasta el día en que muriese. Era su destino, junto al de convertirse en el mejor espadachín del mundo.
Un trueno le sacó de sus pensamientos. Sonrió de forma tranquila, y después soltó una leve risa. – Pues el día se ha puesto precioso… – Dijo con ironía mientras guardaba su espada de nuevo en su funda. Tan sólo esperaba a que sus hombres fuesen por él. Un oficial como él, no debía ser abandonado en la isla.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Una comida llena de sorpresas, ¿el comienzo de una nueva alianza?[Yuu/Presente]
- Una nueva alianza y algodón de azúcar (pasado/privado) (Kuro y Heaten)
- Nueva isla, nuevas emociones(Privado-pasado)(Silver-Sweet-Pegasus)
- Vida nueva, aventura nueva [Prv Austin y Jin]
- Una nueva aliada [Priv. Pasado][Yumiko & Kaede]
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.