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- ¡Sugoooooi!
Emocionada, miré hacia arriba mientras exclamaba como una niña pequeña, cubriéndome del sol en los ojos con una mano. En el centro de aquella isla que había ido a visitar para relajarme y cambiar de aires, había lo que se podría considerar una montaña con forma de puño. Tenía la boca abierta en una enorme sonrisa, y tan brillante estaba mi rostro que nadie sospecharía la cantidad de noches que me había pasado despierta, leyendo acerca de la isla, sus leyendas e historia. Ciertamente, la isla del Kárate es más famosa, pero creo que el estilo que se practica en la isla del Puño es más adecuado para mí.
Y os preguntaréis: ¿si querías relajarte, por qué ir a una isla cuyo foco son las artes marciales? Pues precisamente por eso, tiene todas las características necesarias. Lo más importante es que me proporcionaba una excusa para tomarme unas semanas libres, si decía que quería ir allí a entrenar. Lo segundo, que realmente me ayudaría a ver estilos nuevos de los que aprender. Y lo tercero es que aunque fui allí como turista, tenía claro que no me desagradaba la idea de liberar estrés si se me daba la ocasión. ¿Quién sabe? Lo mismo tenía suerte y se organizaba un torneo o algo donde mantenerme activa y en movimiento.
Emocionada, miré hacia arriba mientras exclamaba como una niña pequeña, cubriéndome del sol en los ojos con una mano. En el centro de aquella isla que había ido a visitar para relajarme y cambiar de aires, había lo que se podría considerar una montaña con forma de puño. Tenía la boca abierta en una enorme sonrisa, y tan brillante estaba mi rostro que nadie sospecharía la cantidad de noches que me había pasado despierta, leyendo acerca de la isla, sus leyendas e historia. Ciertamente, la isla del Kárate es más famosa, pero creo que el estilo que se practica en la isla del Puño es más adecuado para mí.
Y os preguntaréis: ¿si querías relajarte, por qué ir a una isla cuyo foco son las artes marciales? Pues precisamente por eso, tiene todas las características necesarias. Lo más importante es que me proporcionaba una excusa para tomarme unas semanas libres, si decía que quería ir allí a entrenar. Lo segundo, que realmente me ayudaría a ver estilos nuevos de los que aprender. Y lo tercero es que aunque fui allí como turista, tenía claro que no me desagradaba la idea de liberar estrés si se me daba la ocasión. ¿Quién sabe? Lo mismo tenía suerte y se organizaba un torneo o algo donde mantenerme activa y en movimiento.
Eichi Tsukasa
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– Hum, interesante. – Murmuró en voz baja el pelirrojo, mientras que veía desde su posición la montaña gigante en forma de puño. Hace solo un par de días atrás, había abandonado el Baratie luego de su entrenamiento. Luego de aquello, se había preguntado ¿que haría ahora? No tenía idea de donde ir, suponía que debía buscar pistas sobre la persona que asesinó a su hermando; pero no sabía donde empezar, el mar es inmenso después de todo. Fue en medio de esa crisis, cuando su antiguo mentor le contactó por medio de un den den mushi que había pedido prestado. Charlaron durante horas, evitando hablar lo menos posible de Pendragon. El maestro sabía como se ponía su pupilo cuando hablaban de su isla natal, y se sorprendía como el joven príncipe seguía queriendo a su familia, pese al trato que ellos le daban.
Fue en medio de esa conversación, cuando surgió el tema de su indecisión. El anciano se había quedado en silencio por unos segundos, hasta que le sugirió algo a su alumno. En el mar del norte, en la isla del puño, se celebraba un torneo anual. Antiguamente, las luchas eran entre los cuatro pueblos de aquella isla, como medio donde se podían enfrentar libremente sin preocuparse del conflicto que vivían a diario. Solo fue hasta hace un par de años atrás, que los altos mandos decidieron que los forasteros también podían entrar. Eichi dudó si aceptar o no; pero cuando su maestro le dijo que los tres primeros lugares obtenían un premio monetario, este aceptó sin rechistar. El pelirrojo necesitaba dinero para su investigación, además de que podía considerar ese viaje como unas vacaciones para relajarse. Eichi lo necesitaba, más con las constantes amenazas de Akashi por apoderarse de su cuerpo.
Así fue, como ahora se encontraba en el centro de la famosa isla del puño. El joven debía admitir que estas tierras eran impresionantes, lleno de bosques verdoso y montañas. Lo único malo, era la disputa constante entre los cuatro pueblos; aunque, debido que la isla pertenecía al gobierno mundial, la situación no era tan mala como años anteriores. Eichi cerró los ojos, se colocó los audífonos, y comenzó a pasear, sin mirar por donde iba, por los alrededores del pueblo neutral donde se llevaría a cabo el torneo. El pelirrojo ya se había inscrito, tan solo quedaban dos horas para que empezara el espectáculo. Es por eso que debía prepararse, el pelirrojo se moriría de vergüenza si sufre una crisis nerviosa en medio de las peleas.
Fue en medio de esa conversación, cuando surgió el tema de su indecisión. El anciano se había quedado en silencio por unos segundos, hasta que le sugirió algo a su alumno. En el mar del norte, en la isla del puño, se celebraba un torneo anual. Antiguamente, las luchas eran entre los cuatro pueblos de aquella isla, como medio donde se podían enfrentar libremente sin preocuparse del conflicto que vivían a diario. Solo fue hasta hace un par de años atrás, que los altos mandos decidieron que los forasteros también podían entrar. Eichi dudó si aceptar o no; pero cuando su maestro le dijo que los tres primeros lugares obtenían un premio monetario, este aceptó sin rechistar. El pelirrojo necesitaba dinero para su investigación, además de que podía considerar ese viaje como unas vacaciones para relajarse. Eichi lo necesitaba, más con las constantes amenazas de Akashi por apoderarse de su cuerpo.
Así fue, como ahora se encontraba en el centro de la famosa isla del puño. El joven debía admitir que estas tierras eran impresionantes, lleno de bosques verdoso y montañas. Lo único malo, era la disputa constante entre los cuatro pueblos; aunque, debido que la isla pertenecía al gobierno mundial, la situación no era tan mala como años anteriores. Eichi cerró los ojos, se colocó los audífonos, y comenzó a pasear, sin mirar por donde iba, por los alrededores del pueblo neutral donde se llevaría a cabo el torneo. El pelirrojo ya se había inscrito, tan solo quedaban dos horas para que empezara el espectáculo. Es por eso que debía prepararse, el pelirrojo se moriría de vergüenza si sufre una crisis nerviosa en medio de las peleas.
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Cuando por fin dejé de admirar el gran puño, me dí cuenta de que el barco en el que había llegado, el cual debería haber estado a mis espaldas, había zarpado hacía ya rato... lo que significaba que me había quedado embobada como una tonta durante mucho más tiempo del que pensaba. Sujetando con firmeza mi mochilita por si las moscas, y sacudiéndome el carmesí cabello, salí caminando del puerto y me adentré en el poblado.
Cuando me dijeron que era una isla basada en las artes marciales, no se por qué esperaba encontrarme todo lleno de dojos y tiendas de ramen. Nada más lejos de la realidad, aquel rincón de la isla que conectaba con el mar estaba bastante civilizado... para lo que podía esperarse, al menos. No es que hubiera mucha gente en las calles, pero al menos no era un pueblo fantasma. O al menos eso pensé durante un rato.
En una de las esquinas, al doblarla, supe enseguida la razón detrás de la falta de gente: estaban todos allí acumulados. Un enorme tumulto hacía colas para entrar en un recinto, de aspecto similar a un estadio cubierto. ¿Sería un recinto deportivo? Supuse enseguida que algo grande se estaba cociendo allí, por lo que me acerqué con curiosidad a un tablón de anuncios convenientemente dispuesto a la vista de todos.
'Gran Torneo de la Isla del Puño.' Pude leer. 'Para celebrar el cuadragésimo aniversario de la fundación del dojo Mabuki, estos han decidido organizar un encuentro ente los luchadores más preciados de las islas cercanas, para demostrar la valía de sus estilos y honrar a sus maestros. Si eres mayor de edad y crees tener alguna posibilidad, los tres primeros puestos además serán recompensados con una cuantiosa suma de berries. Para más detalles, consultar las guías y panfletos.'
No pude evitar echarme a reír allí mismo. En mi cabeza aquello sonaba como una excusa barata para llamar la atención y tratar de competir con la fama de la isla del Kárate, pero a lo mejor me equivocaba y realmente era una ceremonia importante. Sin darle más coba al asunto, decidí que tenía que inscribirme como fuera. Sería, tal como vendía el anuncio, una oportunidad de oro para probar mis aptitudes contra aquella variedad de oponentes y estilos. Aunque no tenía en mucha estima a mi 'maestro' (si se le podía llamar así a mi instructor), pondría en juego mi propio honor, así que estaba encendida de ganas por dentro.
---------------------------
Algunas horas más tarde, salí sudando del montón de gente bajo la carpa de inscripción. No me gustaron nada las miradas que algunos de aquellos hombres me dirigieron, como si me subestimaran... aunque alguno que otro también parecía estar más bien desnudándome con la vista. Suprimiendo un escalofrío, me alejé lo más rápidamente posible hacia la entrada de participantes. Quedaban poco menos de dos horas, pero quería cambiarme a un atuendo más adecuado lo antes posible, pelear con falda sería un poco más complicado...
Y tal mala suerte tuve al ir con tanta prisa y sin mirar, que me acabé tropezando con un chico pelirrojo. Apenas pude fijarme en nada más durante el choque, que nos tiró a los dos al suelo. Se ve que él también iba distraído. Apresurándome a levantarme y sacudirme el vestido, le estiré una mano al apuesto chico, murmurando mil perdones:
- ¡Disculpa! ¡Ha sido culpa mía, debía fijarme mejor por donde iba! ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?
Con cara de preocupación, esperé una respuesta, mientras me deleitaba (secretamente) estudiando con detalle sus facciones. Aquel mechón me fascinaba...
Cuando me dijeron que era una isla basada en las artes marciales, no se por qué esperaba encontrarme todo lleno de dojos y tiendas de ramen. Nada más lejos de la realidad, aquel rincón de la isla que conectaba con el mar estaba bastante civilizado... para lo que podía esperarse, al menos. No es que hubiera mucha gente en las calles, pero al menos no era un pueblo fantasma. O al menos eso pensé durante un rato.
En una de las esquinas, al doblarla, supe enseguida la razón detrás de la falta de gente: estaban todos allí acumulados. Un enorme tumulto hacía colas para entrar en un recinto, de aspecto similar a un estadio cubierto. ¿Sería un recinto deportivo? Supuse enseguida que algo grande se estaba cociendo allí, por lo que me acerqué con curiosidad a un tablón de anuncios convenientemente dispuesto a la vista de todos.
'Gran Torneo de la Isla del Puño.' Pude leer. 'Para celebrar el cuadragésimo aniversario de la fundación del dojo Mabuki, estos han decidido organizar un encuentro ente los luchadores más preciados de las islas cercanas, para demostrar la valía de sus estilos y honrar a sus maestros. Si eres mayor de edad y crees tener alguna posibilidad, los tres primeros puestos además serán recompensados con una cuantiosa suma de berries. Para más detalles, consultar las guías y panfletos.'
No pude evitar echarme a reír allí mismo. En mi cabeza aquello sonaba como una excusa barata para llamar la atención y tratar de competir con la fama de la isla del Kárate, pero a lo mejor me equivocaba y realmente era una ceremonia importante. Sin darle más coba al asunto, decidí que tenía que inscribirme como fuera. Sería, tal como vendía el anuncio, una oportunidad de oro para probar mis aptitudes contra aquella variedad de oponentes y estilos. Aunque no tenía en mucha estima a mi 'maestro' (si se le podía llamar así a mi instructor), pondría en juego mi propio honor, así que estaba encendida de ganas por dentro.
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Algunas horas más tarde, salí sudando del montón de gente bajo la carpa de inscripción. No me gustaron nada las miradas que algunos de aquellos hombres me dirigieron, como si me subestimaran... aunque alguno que otro también parecía estar más bien desnudándome con la vista. Suprimiendo un escalofrío, me alejé lo más rápidamente posible hacia la entrada de participantes. Quedaban poco menos de dos horas, pero quería cambiarme a un atuendo más adecuado lo antes posible, pelear con falda sería un poco más complicado...
Y tal mala suerte tuve al ir con tanta prisa y sin mirar, que me acabé tropezando con un chico pelirrojo. Apenas pude fijarme en nada más durante el choque, que nos tiró a los dos al suelo. Se ve que él también iba distraído. Apresurándome a levantarme y sacudirme el vestido, le estiré una mano al apuesto chico, murmurando mil perdones:
- ¡Disculpa! ¡Ha sido culpa mía, debía fijarme mejor por donde iba! ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?
Con cara de preocupación, esperé una respuesta, mientras me deleitaba (secretamente) estudiando con detalle sus facciones. Aquel mechón me fascinaba...
Eichi Tsukasa
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El pelirrojo llevaba cinco minutos caminando, deleitándose con los puestos que habían alrededor del pueblo. Para su fortuna, las calles estaban, en su mayoría, vacías. Eichi suponía que la mayoría de los habitantes, estaban; o comprando un boleto para ver las peleas, o inscribiéndose para el torneo. En fin, había comprado un par de recuerdos para su primer maestro; y un libro de cocina para Saiba, no es como si lo necesitara; pero el pelirrojo quería ser precavido. Su segundo maestro era difícil de tratar, el joven príncipe podía ver en su mente como un imaginario Saiba lo regañaba por no llevarle un regalo. Si esto fuera un anime, Akashi ya tendría una enorme gota en la sien al ver las imágenes que pasaban por la mente de su contraparte. Realmente, Eichi era un raro a veces.
Movimientos captaron la atención del pelirrojo, pudiendo observar como las calles se iban llenando lentamente por personas. Eichi suponía que las inscripciones estaban por terminarse, por lo que las personas podían disfrutar de lo que del pueblo podía ofrecer, mientras que esperaban que el tiempo para que empezara el torneo, se acabara. Y ahora que se fijaba detenidamente el pelirrojo, las viviendas y las calles del pueblo central, estaban llenos de adornos. Eso extraño un poco a Eichi, por lo que decidió averiguar por ahí de que iba la cosa. – Oiga, señor. – Preguntó a un vendedor que estaba en uno de los puestos, captando la atención de este. – ¿Por qué las calles están así. – El hombre miró confuso al pelirrojo; pero al observar como este apuntaba a uno de los adornos, se le iluminó la cara. – Eso joven, es debido que luego del torneo, se celebrara un festival para los luchadores, nativos y forasteros; esta noche. Es tradición hacer esto cada año. Terminamos con un espectáculo de fuegos artificiales a la media noche – Eichi le agradeció al señor, y siguió rumbo a su camino.
¿Un festival? Eso sonaba interesante. En su infancia nunca pudo disfrutar de cosas así, debido a su familia que hacía todo lo posible para que no saliera del castillo. Era algo triste, por lo que el pelirrojo decidió hacer uno de sus sueños de niño realidad esa noche. – Oye, Eichi. – Habló de repente su contraparte. – Hay un puesto de helados... – A Eichi se le iluminó el rostro en ese instante. El y su contraparte podían tener una personalidad distinta; pero, al fin y al cabo, seguían siendo la misma persona. Compartían varios gustos, y uno de esos, era la delicia llamado helado.
El joven príncipe se acercó feliz al puesto, casi como si estuviera saltando. Compró un helado doble, de vainilla y chocolate. Lo probó, y se estremeció al sentir esa delicia en sus papilas gustativas. Cerró los ojos debido a ese placer; y debido a eso, no se fijó en la persona que venía hasta que fue demasiado tarde.
El impacto lo mandó al suelo, sintiendo un peso que cayó encima suyo. Fue por un instante solamente, porque al segundo, el peso había desaparecido. El pelirrojo supuso que la persona con la que chocó, se había parado. Abrió los ojos, y lo primero que notó fue una mano. Al ver mas arriba, pudo ver a la dueña de esta. Era una jovencita de cabellos y ojos color rubí, muy bonita. Era como si estuviera viendo a su gemela perdida.
El pelirrojo salió de sus pensamientos cuando la mujer le habló, disculpándose por haberle votado al piso. Eichi sacudió la cabeza, y tomó tímidamente la delicada mano de la chica. – No, yo debería disculparme. Iba con los ojos cerrados, por lo que fue mi culpa. – En eso notó que faltaba algo, y al ver el suelo, entendió el porque. Su helado y audífonos yacían en el suelo. Miró, con ojos de cachorro pateado, su delicioso, y ahora arruinado, postre. Mientras recogía sus cascos del suelo, podía incluso jurar, que Akashi estaba llorando en lo más profundo de su mente. Sin duda, era un espectáculo muy estúpido de ver.
Oh bueno, el pelirrojo comprará otro luego en el carnaval. No había problemas...
Movimientos captaron la atención del pelirrojo, pudiendo observar como las calles se iban llenando lentamente por personas. Eichi suponía que las inscripciones estaban por terminarse, por lo que las personas podían disfrutar de lo que del pueblo podía ofrecer, mientras que esperaban que el tiempo para que empezara el torneo, se acabara. Y ahora que se fijaba detenidamente el pelirrojo, las viviendas y las calles del pueblo central, estaban llenos de adornos. Eso extraño un poco a Eichi, por lo que decidió averiguar por ahí de que iba la cosa. – Oiga, señor. – Preguntó a un vendedor que estaba en uno de los puestos, captando la atención de este. – ¿Por qué las calles están así. – El hombre miró confuso al pelirrojo; pero al observar como este apuntaba a uno de los adornos, se le iluminó la cara. – Eso joven, es debido que luego del torneo, se celebrara un festival para los luchadores, nativos y forasteros; esta noche. Es tradición hacer esto cada año. Terminamos con un espectáculo de fuegos artificiales a la media noche – Eichi le agradeció al señor, y siguió rumbo a su camino.
¿Un festival? Eso sonaba interesante. En su infancia nunca pudo disfrutar de cosas así, debido a su familia que hacía todo lo posible para que no saliera del castillo. Era algo triste, por lo que el pelirrojo decidió hacer uno de sus sueños de niño realidad esa noche. – Oye, Eichi. – Habló de repente su contraparte. – Hay un puesto de helados... – A Eichi se le iluminó el rostro en ese instante. El y su contraparte podían tener una personalidad distinta; pero, al fin y al cabo, seguían siendo la misma persona. Compartían varios gustos, y uno de esos, era la delicia llamado helado.
El joven príncipe se acercó feliz al puesto, casi como si estuviera saltando. Compró un helado doble, de vainilla y chocolate. Lo probó, y se estremeció al sentir esa delicia en sus papilas gustativas. Cerró los ojos debido a ese placer; y debido a eso, no se fijó en la persona que venía hasta que fue demasiado tarde.
El impacto lo mandó al suelo, sintiendo un peso que cayó encima suyo. Fue por un instante solamente, porque al segundo, el peso había desaparecido. El pelirrojo supuso que la persona con la que chocó, se había parado. Abrió los ojos, y lo primero que notó fue una mano. Al ver mas arriba, pudo ver a la dueña de esta. Era una jovencita de cabellos y ojos color rubí, muy bonita. Era como si estuviera viendo a su gemela perdida.
El pelirrojo salió de sus pensamientos cuando la mujer le habló, disculpándose por haberle votado al piso. Eichi sacudió la cabeza, y tomó tímidamente la delicada mano de la chica. – No, yo debería disculparme. Iba con los ojos cerrados, por lo que fue mi culpa. – En eso notó que faltaba algo, y al ver el suelo, entendió el porque. Su helado y audífonos yacían en el suelo. Miró, con ojos de cachorro pateado, su delicioso, y ahora arruinado, postre. Mientras recogía sus cascos del suelo, podía incluso jurar, que Akashi estaba llorando en lo más profundo de su mente. Sin duda, era un espectáculo muy estúpido de ver.
Oh bueno, el pelirrojo comprará otro luego en el carnaval. No había problemas...
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El pelirrojo se disculpó también, diciendo que era parte culpa suya por tener los ojos cerrados (lo cual tiene sentido), pero eso no me hizo sentir mejor cuando vi la tristeza reflejada en su rostro. No tardé demasiado en entender el porqué: en el suelo había lo que a todas luces era gran parte de un helado de vainilla y chocolate. Tras comprobar disimuladamente que no me hubiera caído nada encima de la ropa, y ya que el chico me había tomado la mano, tiré hacia arriba para ayudarle a levantarse. Sorprendentemente, pesaba menos de lo que esperaba... o a lo mejor yo usé más fuerza de la que calculé. El caso es que casi consigo volver a tirarnos al suelo, de no ser por el poco equilibrio que pude mantener.
En ese momento, deseé que me tragara la tierra, pues cuando me vine a dar cuenta la consecuencia de mis actos fue bochornosa cuanto menos... No quise mirar, pero pude notar a través del sostén una presión uniforme sobre mi pecho, similar a una mano. No, de hecho estoy segura de que era la mano del chico, aunque podría equivocarme. Sin duda, por acto reflejo había intentado usarla para evitar el inminente choque, ¿verdad? Es decir, no conocía muy bien al pelirrojo, pero por su aspecto no me parecía un pervertido que fuera a aprovecharse de esa forma.
Bueno, el caso es que mis mejillas compitieron en color con mi pelo, mientras yo soltaba la otra mano que tenía agarrada y me daba la vuelta. Intentando buscar palabras para salir de la incómoda situación, acabé tartamudeando ligéramente:
- E-Esto, de verdad que lo siento, t-te compraré otro como compensación. - Me refería al helado, aunque tonta de mí estaba tan ocupada intentando no pensar en el otro asunto que me olvidé por completo de mencionar ese detalle. - A-Así aprovecho y me compro uno yo también. ¿Qué calor hace, no? Ajajaja... - Riendo de forma nerviosa me abaniqué con la mano. Realmente era un día estupendo, y el sol en lo alto pegaba bastante, pero estoy segura de que en ese momento mi temperatura había subido por otras razones.
En ese momento, deseé que me tragara la tierra, pues cuando me vine a dar cuenta la consecuencia de mis actos fue bochornosa cuanto menos... No quise mirar, pero pude notar a través del sostén una presión uniforme sobre mi pecho, similar a una mano. No, de hecho estoy segura de que era la mano del chico, aunque podría equivocarme. Sin duda, por acto reflejo había intentado usarla para evitar el inminente choque, ¿verdad? Es decir, no conocía muy bien al pelirrojo, pero por su aspecto no me parecía un pervertido que fuera a aprovecharse de esa forma.
Bueno, el caso es que mis mejillas compitieron en color con mi pelo, mientras yo soltaba la otra mano que tenía agarrada y me daba la vuelta. Intentando buscar palabras para salir de la incómoda situación, acabé tartamudeando ligéramente:
- E-Esto, de verdad que lo siento, t-te compraré otro como compensación. - Me refería al helado, aunque tonta de mí estaba tan ocupada intentando no pensar en el otro asunto que me olvidé por completo de mencionar ese detalle. - A-Así aprovecho y me compro uno yo también. ¿Qué calor hace, no? Ajajaja... - Riendo de forma nerviosa me abaniqué con la mano. Realmente era un día estupendo, y el sol en lo alto pegaba bastante, pero estoy segura de que en ese momento mi temperatura había subido por otras razones.
Eichi Tsukasa
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Solo hay una palabra para resumir el estado de animo de Eichi en esa situación. Vergüenza, puro y simple bochorno. Luego de que la mujer jalara de su mano para levantarlo del suelo, sucedió algo completamente inesperado. Aquella chica tenia mas fuerte de lo que el pelirrojo pensaba; lo suficiente para notar, que si no hacía algo pronto, haría que chocara con la chica de ojos rojos. Por eso; y por acto de reflejo, el pelirrojo puso una mano enfrente de el, para poder aminorar el impacto. Nunca esperó lo que sucedería luego de eso...
Gracias al equilibro de la chica, pudo resistir su peso; pero a cambio, los cuerpos de ambos jóvenes quedaron íntimamente cerca. Además de eso, el pelirrojo notó que su mano estaba tocando algo suave; y por alguna razón, su contraparte de estaba riendo ligeramente en su mente. Confuso, el joven príncipe miro el rostro de la chica, el cual rápidamente se estaba sonrojando a mas no poder por alguna razón. – Idiota, mira hacia abajo y ve donde tienes la mano. – Las risas de Akashi, se habían convertido en sonoras carcajadas; aunque por alguna extraña razón, el pelirrojo pudo detectar "algo" que no pudo identificar en el tono de su voz. Eichi sacudió suavemente su cabeza, no era tiempo para pensar en cosas como esas en este momento.
Eicho dudó por unos segundos, para luego mirar donde tenía su mano exactamente. Eso fue un grave error, porque una vez que observó aquello, al pelirrojo casi le da un infarto ahí mismo. Su mano estaba en uno de los pechos de la mujer, ahora entendía el porque el rostro de la mujer estaba como un tomate.
Rápidamente, el joven príncipe retiró la mano del pecho de la pelirroja. Su rostro estaba mucho peor que el de ella; si ella parecía un tomate, entonces el de el era como un volcán activo. Había superado, incluso, el tono se sus cabellos rojizos.
Luego de retirar su mano de ahí, Eichi empezó a balbucear cosas que no se entendían, como un estúpido. El pelirrojo podía notar como se estaba formando una crisis nerviosa dentro de el. Si bien su personalidad no era como antes; y su timidez había disminuido un montón, situaciones, como la que acaba de pasar, terminaban por abrumar al joven. – Oye, Eichi. Contrólate, inhala y exhala aire varias veces. Vamos, tienes que calmarte. – El pelirrojo hizo lo que Akashi le había sugerido, mientras que se preguntaba el porque ahora lo estaba ayudando. ¿Acaso el no quería ser el dominante, y dejar de ser una personalidad falsa creada por el? No, debía ser de puro capricho. Como el quería controlar, situaciones bochornosas afectarían su imagen mas adelante.
Una vez que se calmó, volvió a mirar a la chica. Esta estaba de espaldas, por lo que el pelirrojo tenía la esperanza que de que no había visto uno de sus episodios. La pelirroja dijo algo de comprarle un nuevo helado por lo que sucedió, cosa que hizo que sus ojos se iluminaran nuevamente. – P-por mi esta bien. Pero yo pagaré, a-al fin y al cabo, yo tuve la culpa por ir con audífonos y con los ojos cerrados. – Si bien se había calmado, el nerviosismo y timidez aun estaba presentes. Solo espera ver que sucedía ahora...
Gracias al equilibro de la chica, pudo resistir su peso; pero a cambio, los cuerpos de ambos jóvenes quedaron íntimamente cerca. Además de eso, el pelirrojo notó que su mano estaba tocando algo suave; y por alguna razón, su contraparte de estaba riendo ligeramente en su mente. Confuso, el joven príncipe miro el rostro de la chica, el cual rápidamente se estaba sonrojando a mas no poder por alguna razón. – Idiota, mira hacia abajo y ve donde tienes la mano. – Las risas de Akashi, se habían convertido en sonoras carcajadas; aunque por alguna extraña razón, el pelirrojo pudo detectar "algo" que no pudo identificar en el tono de su voz. Eichi sacudió suavemente su cabeza, no era tiempo para pensar en cosas como esas en este momento.
Eicho dudó por unos segundos, para luego mirar donde tenía su mano exactamente. Eso fue un grave error, porque una vez que observó aquello, al pelirrojo casi le da un infarto ahí mismo. Su mano estaba en uno de los pechos de la mujer, ahora entendía el porque el rostro de la mujer estaba como un tomate.
Rápidamente, el joven príncipe retiró la mano del pecho de la pelirroja. Su rostro estaba mucho peor que el de ella; si ella parecía un tomate, entonces el de el era como un volcán activo. Había superado, incluso, el tono se sus cabellos rojizos.
Luego de retirar su mano de ahí, Eichi empezó a balbucear cosas que no se entendían, como un estúpido. El pelirrojo podía notar como se estaba formando una crisis nerviosa dentro de el. Si bien su personalidad no era como antes; y su timidez había disminuido un montón, situaciones, como la que acaba de pasar, terminaban por abrumar al joven. – Oye, Eichi. Contrólate, inhala y exhala aire varias veces. Vamos, tienes que calmarte. – El pelirrojo hizo lo que Akashi le había sugerido, mientras que se preguntaba el porque ahora lo estaba ayudando. ¿Acaso el no quería ser el dominante, y dejar de ser una personalidad falsa creada por el? No, debía ser de puro capricho. Como el quería controlar, situaciones bochornosas afectarían su imagen mas adelante.
Una vez que se calmó, volvió a mirar a la chica. Esta estaba de espaldas, por lo que el pelirrojo tenía la esperanza que de que no había visto uno de sus episodios. La pelirroja dijo algo de comprarle un nuevo helado por lo que sucedió, cosa que hizo que sus ojos se iluminaran nuevamente. – P-por mi esta bien. Pero yo pagaré, a-al fin y al cabo, yo tuve la culpa por ir con audífonos y con los ojos cerrados. – Si bien se había calmado, el nerviosismo y timidez aun estaba presentes. Solo espera ver que sucedía ahora...
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Mi propio nerviosismo se vio disminuido cuando escuché balbucear al pelirrojo a mis espaldas, que de alguna forma me pareció gracioso, y un alivio. Respirando hondo, pude oír cómo se disculpaba otra vez insistiendo en que era culpa suya, mientras me daba la vuelta de nuevo, sonriente por primera vez en los últimos minutos.
- De acuerdo, los dos tuvimos parte de la culpa. - Dije levantando el dedo índice frente a mí, como si fuera a ponérselo en los labios al muchacho para silenciarlo. Pasado el shock inicial, me sentía mucho más cómoda y confiada, cosa que no podía decir sobre mi interlocutor... - Así que, ¿por qué no me dices dónde conseguiste ese y dejas que te invite? Si no, no tendré la conciencia tranquila. - Con esas palabras, cerré un ojo y saqué la lengua en un gesto burlón.
Mientras me respondía, me adelanté un poco en el camino con las manos a la espalda, dando pasos largos y lentos, para darle comienzo a un paseo que de otra forma podría tardar mucho en empezar, pero también para hacer que fuera fácil adelantarme y así guiarme hacia el puesto de helados. Un par de metros más allá, comprobé que el chico no se hubiera quedado paralizado en el sitio, y decidí tomar la iniciativa:
- Por cierto, me llamo Alexandra... pero puedes llamarme Alex si te es más fácil. ¿Cuál es tu nombre?
Esperaba entablar una casual conversación para, quizá, conocer un poco mejor al pelirrojo mientras caminábamos
- De acuerdo, los dos tuvimos parte de la culpa. - Dije levantando el dedo índice frente a mí, como si fuera a ponérselo en los labios al muchacho para silenciarlo. Pasado el shock inicial, me sentía mucho más cómoda y confiada, cosa que no podía decir sobre mi interlocutor... - Así que, ¿por qué no me dices dónde conseguiste ese y dejas que te invite? Si no, no tendré la conciencia tranquila. - Con esas palabras, cerré un ojo y saqué la lengua en un gesto burlón.
Mientras me respondía, me adelanté un poco en el camino con las manos a la espalda, dando pasos largos y lentos, para darle comienzo a un paseo que de otra forma podría tardar mucho en empezar, pero también para hacer que fuera fácil adelantarme y así guiarme hacia el puesto de helados. Un par de metros más allá, comprobé que el chico no se hubiera quedado paralizado en el sitio, y decidí tomar la iniciativa:
- Por cierto, me llamo Alexandra... pero puedes llamarme Alex si te es más fácil. ¿Cuál es tu nombre?
Esperaba entablar una casual conversación para, quizá, conocer un poco mejor al pelirrojo mientras caminábamos
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La chica se dio la vuelta, y levantó su dedo a los labios. Al oír hablarle, el chico no pudo evitar suspirar un poco. Tal parece que ambos eran testarudos, la pelirroja insistía en que tenía que pagarle de alguna forma. El chico cerró los ojos, se rascó la nunca y luego suspiró. Sonrío levemente, y levantó las manos en señal de derrota. – Muy bien, me rindo. Tu ganas, ambos tenemos la culpa y acepto tu oferta. En cuanto a donde esta esa tienda... – Eichi se giró y apuntó a una tienda que estaba al final de la avenida. Por como se veía, les tomaría cinco minutos en llegar hasta allá; pero por como se veía la fila desde aquél lugar, posiblemente estarán un buen tiempo allí. Aunque bueno, tiene que hacer tiempo para el torneo. No es que tuviera prisa ni mucho menos...
Es en eso cuando se fijó que la chica se había adelantado un poco, por lo que tuvo que correr un poco para poder alcanzarla. Una vez que llegó hasta donde estaba, esta decidió por empezar con la conversación, cosa que agradeció internamente. Para alguien retardado social como el, era muy difícil abrir tópico de conversación; más si se trataba de una chica.
La pelirroja mencionó que su nombre era Alexandra; pero que le podían llamar Alex. Inmediatamente, su estricto entrenamiento como príncipe a la corona activó. Se agachó un poco, tomó la mano de Alex, y depositó un beso allí. Todo eso, como un perfecto noble debería comportarse – Un gusto Alex, mi nombre es Eichi. – Dejó su apellido de lado; además de los problemas que conllevaría aquello, el sabía muy bien la cantidad de juegos de palabras que se podían hacer con su nombre. – Y dime. ¿Qué te trae por esa isla? – Preguntó aquello con voz tímida, justo cuando llegaron al puesto de helados. Aunque no importaba mucho la verdad, viendo cuan larga era la fila... Tenían para una media hora mas o menos.
Es en eso cuando se fijó que la chica se había adelantado un poco, por lo que tuvo que correr un poco para poder alcanzarla. Una vez que llegó hasta donde estaba, esta decidió por empezar con la conversación, cosa que agradeció internamente. Para alguien retardado social como el, era muy difícil abrir tópico de conversación; más si se trataba de una chica.
La pelirroja mencionó que su nombre era Alexandra; pero que le podían llamar Alex. Inmediatamente, su estricto entrenamiento como príncipe a la corona activó. Se agachó un poco, tomó la mano de Alex, y depositó un beso allí. Todo eso, como un perfecto noble debería comportarse – Un gusto Alex, mi nombre es Eichi. – Dejó su apellido de lado; además de los problemas que conllevaría aquello, el sabía muy bien la cantidad de juegos de palabras que se podían hacer con su nombre. – Y dime. ¿Qué te trae por esa isla? – Preguntó aquello con voz tímida, justo cuando llegaron al puesto de helados. Aunque no importaba mucho la verdad, viendo cuan larga era la fila... Tenían para una media hora mas o menos.
Alexandra Silvercat
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"¿Oh?" Fue lo primero que pensé, sorprendida ante el gesto de exagerada caballerosidad del chico. "Hmm... se le nota un poco tenso." No esperaba algo así dado su nerviosismo, y aunque había sido un gesto perfectamente ejecutado, también se sintió un poco forzado por su parte, como si hubiera sido un acto reflejo más que un saludo genuino. Esto hizo que me picara la curiosidad sobre el origen de Eichi (pues así se había presentado), aunque primero me tocaría a mí resumir mi situación, al parecer. De todas formas tardaríamos un rato en conseguir los helados, ¿por qué no aprovechar?
- Bueno, se podría decir que vine como turista... - Dije, sopesando cuidadosamente mis palabras para no decir nada acerca de mi oficio real. - Las artes marciales me fascinan y quería aprender un poco de la cultura de estos pueblos. ¡Ah! Pero no te preocupes, no tengo prisa. - Me apresuré a añadir. - Me apunté al torneo de allí atrás, así que aún tengo rato libre por delante hasta que empiece. - Sonreí de forma tímida, pues no sabía qué podría pensar Eichi sobre una chica que participase en torneos de artes marciales. Quería preguntarle lo que estaba haciendo él allí, pero creo que me demoré un poco porque me interesaba más escuchar sus comentarios al respecto.
- Bueno, se podría decir que vine como turista... - Dije, sopesando cuidadosamente mis palabras para no decir nada acerca de mi oficio real. - Las artes marciales me fascinan y quería aprender un poco de la cultura de estos pueblos. ¡Ah! Pero no te preocupes, no tengo prisa. - Me apresuré a añadir. - Me apunté al torneo de allí atrás, así que aún tengo rato libre por delante hasta que empiece. - Sonreí de forma tímida, pues no sabía qué podría pensar Eichi sobre una chica que participase en torneos de artes marciales. Quería preguntarle lo que estaba haciendo él allí, pero creo que me demoré un poco porque me interesaba más escuchar sus comentarios al respecto.
Eichi Tsukasa
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– Creo que ese saludo fue indebido. – Pensó nerviosamente el pelirrojo al observar la expresión en el rostro de Alex. No es como si pudiera evitarlo; su entrenamiento como príncipe fue riguroso, por lo que hacía varias cosas por acto de reflejo, mas que porque el quisiera. Un ejemplo claro, fue cuando besó la mano de la pelirroja. Suspiró, y se frotó la cabeza. El daño ya estaba hecho; y ahora que lo pensaba mas detenidamente el pelirrojo. ¿Por qué ese afán de ocultar su origen? Primero por que no le gusta que lo relacionen con los nobles. Aquellos tipos no tenían la mejor de las reputaciones; y que lo juzguen a el por aquello mismo, por algo el era considerado la sobeja negra de la familia. Lo segundo era algo mas estúpido que lo anterior; simplemente, no le gustaba que hicieran juegos de palabras con su nombre.
La voz de Alex sacó al pelirrojo de sus cavilaciones, y este comenzó a prestarle atención. Abrió ligeramente los ojos mas de lo normal cuando ella le dijo la razón del porque estaba en esta isla; pero luego, su expresión volvió a ser normal. ¿Una mujer luchadora? Era algo que no se veía todos los días; aunque considerando en el mundo en el que viven, no era del todo descabellado.
Eichi arqueó una ceja al ver la expresión de Alex; pero luego sus ojos se iluminaron en comprensión. Las personas solían discriminar a las mujeres, era algo muy común en el mundo. Por la expresión de su acompañante, el pelirrojo dedujo que la mujer había recibido su par de insultos en su contra. – Eso esta bien – empezó a hablar el pelirrojo – no pienso mal de nadie. Si lo hiciera, sería igual que "ellos". – Esto último lo dijo con el rostro ensombrecido. Luego de un segundo, su expresión volvió a la normalidad. – Por cierto, yo igual estoy en el torneo. – Aquello última lo dijo con una sonrisa amistosa. Su timidez había casi desaparecido, lo cual era de esperarse. Mientras mas tiempo hablara con una persona, menos tímido sería con el o ella.
La voz de Alex sacó al pelirrojo de sus cavilaciones, y este comenzó a prestarle atención. Abrió ligeramente los ojos mas de lo normal cuando ella le dijo la razón del porque estaba en esta isla; pero luego, su expresión volvió a ser normal. ¿Una mujer luchadora? Era algo que no se veía todos los días; aunque considerando en el mundo en el que viven, no era del todo descabellado.
Eichi arqueó una ceja al ver la expresión de Alex; pero luego sus ojos se iluminaron en comprensión. Las personas solían discriminar a las mujeres, era algo muy común en el mundo. Por la expresión de su acompañante, el pelirrojo dedujo que la mujer había recibido su par de insultos en su contra. – Eso esta bien – empezó a hablar el pelirrojo – no pienso mal de nadie. Si lo hiciera, sería igual que "ellos". – Esto último lo dijo con el rostro ensombrecido. Luego de un segundo, su expresión volvió a la normalidad. – Por cierto, yo igual estoy en el torneo. – Aquello última lo dijo con una sonrisa amistosa. Su timidez había casi desaparecido, lo cual era de esperarse. Mientras mas tiempo hablara con una persona, menos tímido sería con el o ella.
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Aunque tenía mucha curiosidad en ese momento por saber a quiénes se refería Eichi con 'ellos', y dejar que me contase la anecdota, también me fijé en que no parecía haber sido un recuerdo bonito, por lo que me abstuve de preguntar al respecto por delicadeza. Al menos parecía que el pelirrojo no era de los que subestimaban a alguien por su aspecto, y eso me bastó para sonreír de forma sincera. Poco después el chico confirmaba que también estaba inscrito, lo cual me sorprendió durante un mísero instante. Luego, a medida que pensaba en el lugar de nuestro encuentro y las circunstancias, todo tenía más sentido en mi cabeza.
Tuve que aguantarme para no empezar a bombardearlo con preguntas sobre su estilo de lucha, su maestro, sus compañeros, entrenamientos y similares... Así que en su lugar opté por hacer un comentario rápido y continuar el tema con el que empezamos:
- ¡Vaya! ¡Qué casualidad! Supongo que entonces es posible que nos toque pelear juntos... No te lo tomes como algo personal, pero si ocurriese quiero que te lo tomes en serio, ¿eh? Nada de aguantarse solo porque sea una chica o porque nos conozcamos un poco. - Dicho esto le guiñé un ojo, pues no quería perder el ambiente amigable a pesar de la seriedad de mis palabras. - Yo por lo menos no pienso contenerme, soy muy competitiva y me gusta ganar, jeje. - Seguidamente pregunté: - Por cierto, ¿y qué te trajo a ti a esta isla? ¿También encontraste el evento por casualidad, o ya venías preparado?
Tuve que aguantarme para no empezar a bombardearlo con preguntas sobre su estilo de lucha, su maestro, sus compañeros, entrenamientos y similares... Así que en su lugar opté por hacer un comentario rápido y continuar el tema con el que empezamos:
- ¡Vaya! ¡Qué casualidad! Supongo que entonces es posible que nos toque pelear juntos... No te lo tomes como algo personal, pero si ocurriese quiero que te lo tomes en serio, ¿eh? Nada de aguantarse solo porque sea una chica o porque nos conozcamos un poco. - Dicho esto le guiñé un ojo, pues no quería perder el ambiente amigable a pesar de la seriedad de mis palabras. - Yo por lo menos no pienso contenerme, soy muy competitiva y me gusta ganar, jeje. - Seguidamente pregunté: - Por cierto, ¿y qué te trajo a ti a esta isla? ¿También encontraste el evento por casualidad, o ya venías preparado?
Eichi Tsukasa
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Así como podía ser una maldición, la memoria absoluta podía considerarse como una bendición en algunos casos. Su charla con Alex, podía considerarse como tal. La pelirroja en algunas ocasiones hablaba muy rápido; una persona normal no podría seguirle el ritmo. – No me gusta esa mujer; pero aun así, se ganó mi respeto. – Eichi frunció el ceño al escuchar esas palabras de Akashi; por lo general, las veces que hablaba eran para molestarlo a él. Esta debía ser la primera vez que su contraparte optaba por hablar de otra persona, y eso le pareció raro. – ¿Y a ti que te sucede? – Akashi resopló, optó por no contestar. Su contraparte aun no puede saber la verdad sobre él, por lo que de momento, tendrá que guardarse sus emociones para si mismo.
Eichi suspiró, y volvió a dirigir su atención a su acompañante, mientras pedía a Kami que la chica no hubiera visto sus cambios de expresiones mientras hablaba con su otro yo. No quería que lo tildaran de loco y de alguien bipolar... Aunque lo último, tenga algo de verdad.
Alex dijo algo sobre el chico no se contuviera, a lo que él respondió con certeza y con una pequeña sonrisa que denotaba confianza. – Eso sería faltar el respeto... Además, no es como si pudiera contenerme. Ya verás porqué, es algo difícil de explicar. – Eso último lo agregó en caso de que la pelirroja le preguntara sobre aquello. Era cierto, su estado de concentración máxima era muy raro. Lo cierto era, que ni el propio Eichi sabía cuando fue que gano tal habilidad. Podría haber sido luego luego de la muerte su hermano, quién sabe. El pelirrojo colocó sus manos en el bolsillo, dispuesta a contestar la última pregunta de la pelirroja. Por el rabillo del ojo, había visto como la fila se había acortado. Probablemente solo quedaban dos o tres personas antes que ellos.
– Vine a esta isla porque mi primer maestro me lo recomendó. Como no sabía que hacer luego del entrenamiento con mi segundo maestro, él me dijo que viniera para acá para soltar tensiones y disfrutar de algunas vacaciones. – Dijo el pelirrojo, mientras que una pequeña sonrisa apareció en su rostro, cediéndole la palabra a Alex nuevamente.
Eichi suspiró, y volvió a dirigir su atención a su acompañante, mientras pedía a Kami que la chica no hubiera visto sus cambios de expresiones mientras hablaba con su otro yo. No quería que lo tildaran de loco y de alguien bipolar... Aunque lo último, tenga algo de verdad.
Alex dijo algo sobre el chico no se contuviera, a lo que él respondió con certeza y con una pequeña sonrisa que denotaba confianza. – Eso sería faltar el respeto... Además, no es como si pudiera contenerme. Ya verás porqué, es algo difícil de explicar. – Eso último lo agregó en caso de que la pelirroja le preguntara sobre aquello. Era cierto, su estado de concentración máxima era muy raro. Lo cierto era, que ni el propio Eichi sabía cuando fue que gano tal habilidad. Podría haber sido luego luego de la muerte su hermano, quién sabe. El pelirrojo colocó sus manos en el bolsillo, dispuesta a contestar la última pregunta de la pelirroja. Por el rabillo del ojo, había visto como la fila se había acortado. Probablemente solo quedaban dos o tres personas antes que ellos.
– Vine a esta isla porque mi primer maestro me lo recomendó. Como no sabía que hacer luego del entrenamiento con mi segundo maestro, él me dijo que viniera para acá para soltar tensiones y disfrutar de algunas vacaciones. – Dijo el pelirrojo, mientras que una pequeña sonrisa apareció en su rostro, cediéndole la palabra a Alex nuevamente.
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Antes de que me diera cuenta, la fila había avanzado muchísimo. ¿Tanto me había abstraído del mundo real, hablando con aquel chico? Ignorando mi tendencia a la distracción fácil, asentí ante las palabras de Eichi, hasta que mencionó algo que llamó mi atención. Esperando a que terminase, decidí preguntar sin andarme con demasiados preámbulos:
- Espera un segundo... ¿Segundo maestro? - Interrogué extrañada. Era raro para mi ver a alguien con dos maestros... vivos, es decir. Lo normal era quedarse con un solo maestro hasta el final, salvo en contadas ocasiones, como haberlo aprendido todo de él, que el estilo no termine de encajar contigo y abandones el dojo, que el maestro muera... Pero, ¿dos al mismo tiempo? Eso era algo digno de investigación. Nuevamente inquirí: - ¿No debería ser difícil seguir el ritmo de dos formas de pelear distintas? Por eso de que las enseñanzas de una contradigan a la otra...
Luego caí en la cuenta de que perfectamente podría tratarse de dos maestros de la misma escuela, pero ya la pregunta estaba hecha... así que no me quedaba otra opción que esperar la respuesta, e ir sacando la cartera de mi bolso. Nosotros eramos los siguientes para pedir el ansiado helado.
- Espera un segundo... ¿Segundo maestro? - Interrogué extrañada. Era raro para mi ver a alguien con dos maestros... vivos, es decir. Lo normal era quedarse con un solo maestro hasta el final, salvo en contadas ocasiones, como haberlo aprendido todo de él, que el estilo no termine de encajar contigo y abandones el dojo, que el maestro muera... Pero, ¿dos al mismo tiempo? Eso era algo digno de investigación. Nuevamente inquirí: - ¿No debería ser difícil seguir el ritmo de dos formas de pelear distintas? Por eso de que las enseñanzas de una contradigan a la otra...
Luego caí en la cuenta de que perfectamente podría tratarse de dos maestros de la misma escuela, pero ya la pregunta estaba hecha... así que no me quedaba otra opción que esperar la respuesta, e ir sacando la cartera de mi bolso. Nosotros eramos los siguientes para pedir el ansiado helado.
Eichi Tsukasa
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Alex miró al pelirrojo como si fuera un bicho raro. Lo que balbuceo aquella chica, extrañó un poco al joven príncipe, algo sobre maestros distintos y de lo difícil que sería seguir el ritmo de dos estilos de peleas distintos. Al cabo de unos segundos, Eichi por fin entendió lo que quería decir Alex; y para su propia sorpresa, comenzó a reírse. Duró poco aquello; y cuando paró, le contestó a su acompañante. – Ah, creo que me expliqué mal; lo siento. Verás, tengo como hobby cocinar en algunas ocasiones, y debido a mi perfeccionismo, todo lo quiero hacer perfecto. Mi segundo maestro fue mi instructor de cocina. El primero fue el que me enseñó casi todo lo que sé, y quien me crío prácticamente. – Esto último, lo dijo con una sonrisa algo melancólica.
Luego de todo aquello, finalmente habían llegado al principio, lo que significaba que turno de ellos para pedir sus postres. – Buenas tardes, quisiera pedir otro helado de vainilla con chocolate. – Le pidió al vendedor con una sonrisa amigable, para luego observar de forma cuestionable a la pelirroja. – ¿Tu que pedirás Alex? – Sea lo que sea que pidiera, Eichi se iría a la plaza que había cerca para terminarse su delicioso helado luego de que pagaran. Realmente esperaba que la chica se le uniera; pocas veces había podido interactuar con personas de su misma edad (el pelirrojo suponía que tenían). De hecho, Eichi podría contar contar los dedos de una sola mano, aquellas ocasiones raras.
Luego de todo aquello, finalmente habían llegado al principio, lo que significaba que turno de ellos para pedir sus postres. – Buenas tardes, quisiera pedir otro helado de vainilla con chocolate. – Le pidió al vendedor con una sonrisa amigable, para luego observar de forma cuestionable a la pelirroja. – ¿Tu que pedirás Alex? – Sea lo que sea que pidiera, Eichi se iría a la plaza que había cerca para terminarse su delicioso helado luego de que pagaran. Realmente esperaba que la chica se le uniera; pocas veces había podido interactuar con personas de su misma edad (el pelirrojo suponía que tenían). De hecho, Eichi podría contar contar los dedos de una sola mano, aquellas ocasiones raras.
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"¿Eh? ¿Eeeeeh? ¿He dicho algo gracioso?" Alarmada y confusa, vi a Eichi reírse de mi pregunta, como si hubiera contado el mejor chiste del mundo, lo que me hizo mirarle con los brazos cruzados, la cabeza tumbada a un lado, y un rostro que seguramente invitaba a imaginar un enorme signo de interrogación. Por suerte para mí, el pelirrojo no tardó en tomarse un momento para explicarme el malentendido, tras lo cual no pude evitar yo misma sonreír de forma torcida ante mi propia estupidez. "Pues sí, dije algo gracioso... mira que llego a ser burra a veces." Pensé.
Pero bueno, dejando eso de lado... Había obtenido información jugosa acerca de mi acompañante, especialmente que sabía cocinar. Eso para mí significaba un mundo entero de diferencia entre nosotros, ya que a mí me costaba incluso freír un huevo. Pero también que había sido su primer maestro el que había hecho las veces de padre. Aunque esto sonara triste en un principio, para mí que me había pasado la mitad de la infancia en una Abadía, era mucho mejor que tener monjas por madre... Y ya no digamos acerca de la ausencia total del calor familiar en la academia de instrucción del CP. Los recuerdos me hicieron acompañar la melancólica sonrisa de mi amigo con una mueca de entendimiento, al mismo tiempo que pensaba en la suerte que había tenido él de poder vivir de primera mano en aquel tipo de cultura.
Lo divertido pasó al pedir los helados. Eichi pidió nuevamente su helado de vainilla y fresa, tal como suponía. Y yo llevaba todo el tiempo pensando en pedir para mí uno de triple chocolate (aún ahora todavía babeo un poco al imaginármelo...). Pero cuando ya estaba allí delante, centrada en la selección de helados para elegir en lugar de en la conversación con Eichi, pude ver algo que me iluminó el rostro como quien se saca la lotería: En aquel tenderete tenían un tipo de helado que a mí me costaba muchísimo conseguir normalmente, y por supuesto no podía desaprovechar la oportunidad, pues era de mis favoritos. Sacando el dinero de la cartera y pagando por los helados de ambos, señalé a la esquina del congelador.
- Q-quiero ese. - Tartamudeé un poco por la emoción. Por la cara del heladero diría que estaba babeando un poco, así que me limpié disimuladamente con el dorso de la mano antes de especificar: - E-El Kalipu de fresa.
El hombre nos miró extrañado, especialmente a Eichi. Se ve que lo reconoció de antes, y parecía estar pensando en algo. Inocente de mí, pensaba que era sobre la razón del pelirrojo para volver al mismo sitio a pedir la misma cosa... así que la pregunta que nos hizo me pilló totalmente por sorpresa. Poniendo un puño en la otra mano e iluminado como si hubiera entendido todo, miró directamente al chico a mi lado y le dijo:
- ¡Ah! ¿Te gustó tanto el primero que te has traído a tu novia? - Empezó a reir al ver la reacción de Eichi, dada su sonrisa parecía realmente orgulloso y satisfecho. Yo por mi parte tardé un segundo de más en reaccionar y entender...
- ¿Eh? ¿Aaaaah? - Totalmente roja y avergonzada apenas pude encontrar palabras que decir. - N-n-n-n-¡No! - Exclamé sonriendo de forma nerviosa. - ¡Se equivoca, señor! ¡Nos acabamos de conocer!
- ¿Y qué? - Me respondió con una sonrisa el enorme hombre. - ¡Sois jóvenes, esas cosas pasan! Aún tenéis toda la vida por delante, ¡así que no la desaprovechéis! Aaah, cuando yo tenía vuestra edad...
Completamente abochornada, agarré mi helado y me alejé deprisa de aquel hombre y sus anécdotas amorosas, dirigiéndome a la plaza cercana con la intención de sentarme en un banco y olvidarme del enfado que tal vergüenza me hizo sentir. Tardé un momento en darme cuenta de que me había adelantado demasiado rápido, por lo que busqué a Eichi con la mirada. ¿Qué pensaría él sobre lo que dijo el heladero?
Yo tenía miedo de preguntar, pues quería olvidar el asunto y no seguir dándole vueltas... pero, al mismo tiempo, tenía inmensa curiosidad por saber lo que el chico pensaba sobre mí. No diré que estuviera enamorada de él, pero cuanto más lo pensaba, menos me desagradaba la idea de... "¡Quita, quita!" Pensé sacudiendo la cabeza. "Tú misma lo dijiste, lo acabas de conocer... Y por experiencia sabes lo importante que es tomarse las cosas con calma y sin apresurarse. Además, aún no sabes si es de fiar del todo. En el fondo todos los hombres son iguales, no puedes saber sus verdaderas intenciones con solo unas cuantas frases y media hora de relación." Ya no estaba segura de si esa voz en mi cabeza era la mía o la de mi otra faceta, lo cual no ayudaba para nada a salir de mi estado de confusión. ¿QUÉ era exactamente lo que sentía? ¿Atracción o desconfianza? Tan solo esperaba que si el pelirrojo estaba cerca, no me viese en aquel estado tan hundido y dubitativo, por lo que me apresuré a poner una sonrisa en mi cara...
Pero bueno, dejando eso de lado... Había obtenido información jugosa acerca de mi acompañante, especialmente que sabía cocinar. Eso para mí significaba un mundo entero de diferencia entre nosotros, ya que a mí me costaba incluso freír un huevo. Pero también que había sido su primer maestro el que había hecho las veces de padre. Aunque esto sonara triste en un principio, para mí que me había pasado la mitad de la infancia en una Abadía, era mucho mejor que tener monjas por madre... Y ya no digamos acerca de la ausencia total del calor familiar en la academia de instrucción del CP. Los recuerdos me hicieron acompañar la melancólica sonrisa de mi amigo con una mueca de entendimiento, al mismo tiempo que pensaba en la suerte que había tenido él de poder vivir de primera mano en aquel tipo de cultura.
Lo divertido pasó al pedir los helados. Eichi pidió nuevamente su helado de vainilla y fresa, tal como suponía. Y yo llevaba todo el tiempo pensando en pedir para mí uno de triple chocolate (aún ahora todavía babeo un poco al imaginármelo...). Pero cuando ya estaba allí delante, centrada en la selección de helados para elegir en lugar de en la conversación con Eichi, pude ver algo que me iluminó el rostro como quien se saca la lotería: En aquel tenderete tenían un tipo de helado que a mí me costaba muchísimo conseguir normalmente, y por supuesto no podía desaprovechar la oportunidad, pues era de mis favoritos. Sacando el dinero de la cartera y pagando por los helados de ambos, señalé a la esquina del congelador.
- Q-quiero ese. - Tartamudeé un poco por la emoción. Por la cara del heladero diría que estaba babeando un poco, así que me limpié disimuladamente con el dorso de la mano antes de especificar: - E-El Kalipu de fresa.
El hombre nos miró extrañado, especialmente a Eichi. Se ve que lo reconoció de antes, y parecía estar pensando en algo. Inocente de mí, pensaba que era sobre la razón del pelirrojo para volver al mismo sitio a pedir la misma cosa... así que la pregunta que nos hizo me pilló totalmente por sorpresa. Poniendo un puño en la otra mano e iluminado como si hubiera entendido todo, miró directamente al chico a mi lado y le dijo:
- ¡Ah! ¿Te gustó tanto el primero que te has traído a tu novia? - Empezó a reir al ver la reacción de Eichi, dada su sonrisa parecía realmente orgulloso y satisfecho. Yo por mi parte tardé un segundo de más en reaccionar y entender...
- ¿Eh? ¿Aaaaah? - Totalmente roja y avergonzada apenas pude encontrar palabras que decir. - N-n-n-n-¡No! - Exclamé sonriendo de forma nerviosa. - ¡Se equivoca, señor! ¡Nos acabamos de conocer!
- ¿Y qué? - Me respondió con una sonrisa el enorme hombre. - ¡Sois jóvenes, esas cosas pasan! Aún tenéis toda la vida por delante, ¡así que no la desaprovechéis! Aaah, cuando yo tenía vuestra edad...
Completamente abochornada, agarré mi helado y me alejé deprisa de aquel hombre y sus anécdotas amorosas, dirigiéndome a la plaza cercana con la intención de sentarme en un banco y olvidarme del enfado que tal vergüenza me hizo sentir. Tardé un momento en darme cuenta de que me había adelantado demasiado rápido, por lo que busqué a Eichi con la mirada. ¿Qué pensaría él sobre lo que dijo el heladero?
Yo tenía miedo de preguntar, pues quería olvidar el asunto y no seguir dándole vueltas... pero, al mismo tiempo, tenía inmensa curiosidad por saber lo que el chico pensaba sobre mí. No diré que estuviera enamorada de él, pero cuanto más lo pensaba, menos me desagradaba la idea de... "¡Quita, quita!" Pensé sacudiendo la cabeza. "Tú misma lo dijiste, lo acabas de conocer... Y por experiencia sabes lo importante que es tomarse las cosas con calma y sin apresurarse. Además, aún no sabes si es de fiar del todo. En el fondo todos los hombres son iguales, no puedes saber sus verdaderas intenciones con solo unas cuantas frases y media hora de relación." Ya no estaba segura de si esa voz en mi cabeza era la mía o la de mi otra faceta, lo cual no ayudaba para nada a salir de mi estado de confusión. ¿QUÉ era exactamente lo que sentía? ¿Atracción o desconfianza? Tan solo esperaba que si el pelirrojo estaba cerca, no me viese en aquel estado tan hundido y dubitativo, por lo que me apresuré a poner una sonrisa en mi cara...
Eichi Tsukasa
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Esto ya debía ser algún tipo de record. En menos de media hora, el pelirrojo fue avergonzado un total de tres veces. La primera fue cuando chocó son Alex; la segunda, al agarrarle accidentalmente uno de sus pechos cuando fue jalado hacia ella; y por último, lo que sucedió hace unos momentos atrás.
Luego de que le entregaran el helado al pelirrojo, este se apartó hacia un lado para que su acompañante eligiera el sabor. La pelirroja miró intensamente el congelador, Eichi deducía que estaba pensando en que sabor escoger. De alguna forma, la expresión de su rostro le hacía ver adorable. Aquél pensamiento hizo que Eichi se sonrojara, y desviara la mirada hacia el lado contrario. Rezaba para que Alex no hubiera visto aquello. Luego de algunos segundos, el rostro de su acompañante se iluminó, mientras apuntaba a cierto sabor que se encontraba al costado. Su forma de tartamudear; y de como pidió aquél helado, hizo que el pelirrojo hiciera un esfuerzo sobrehumano para bajar la sangre de sus mejillas. Realmente, no pensó que aquella chica se pudiera ver más adorable; pero esa situación, le demostró lo contrario.
Suspiró, volteando su vista hasta donde estaba el heladero. Para su confusión, este tenía una mirada rara en su rostro. Eichi frunció, y se dispuso a preguntarle que era lo que sucedía; pero en eso, sucedió lo que llamaríamos el tercer bochorno del día. – ¡Ah! ¿Te gustó tanto el primero que te has traído a tu novia? – Aquella pregunta, le pilló totalmente por sorpresa, tanto que casi bota el helado nuevo. La sangre se le había subido a las mejillas, borrándose de la conversación que tenían el vendedor con Alex. ¿Él? ¿Novio de aquella hermosa mujer? No le malentiendan; a Eichi le encantaría que se diera esa situación. El problema que había, era que el pelirrojo se consideraba como alguien inferior para tener ese tipo de relaciones. El hecho de que sea un perfeccionista en todo lo que hacía, no quería decir que tenía una buena autoestima en cosas como esa. Haber sido protegido y escondido durante la mayor parte de su vida, había arruinado cualquier tipo de relación que pudiera tener de ese tipo, al menos en su opinión.
Mientras que Eichi se deprimía, Akashi tenía una mueca en su rostro dentro de su mente. Dada la conexión que tenían, todos los pensamientos y sentimientos que sentía su contraparte al momento, él también los sentiría. Él quería ayudar a Eichi; pero si lo hacía, este comenzaría sospechar de su verdadera naturaleza, y aún era muy pronto para eso. Akashi suspiró, decidiendo no interferir en esto. Habían cosas que el pelirrojo debía solucionar por su propia cuenta; superar su baja autoestima por si mismo, era una de esas. Realmente, a el no le gustaba esa chica (no estaba celoso, muchas gracias); pero rezaba por que esta pudiera sacar a su otra mitad de aquel hoyo, antes que toque un fondo del que no podrá salir nunca. Por el momento, seguiría ocupando el papel de villano que intentaba apoderarse de su cuerpo, hasta que la hora de la verdad llegase.
El pelirrojo aún seguía en su nube de depresión, hasta que la mano del heladero lo sacó de sus cavilaciones. – Joven, no quería interrumpir su concentración, pero su novia se esta alejando. – Eichi se estremeció. Novia, aquella palabra que nunca (en su opinión) podría usar para referirse a alguien. Suspiró, y decidió seguir a Alex antes que la perdiera de vista, no sin antes agradecerle al vendedor.
La chica era muy rápida, si él fuera una persona normal, posiblemente la hubiera perdido de vista. Cuando le alcanzó, Eichi dudó en como proseguir. ¿Confortarla? El chico no era bueno en eso, de hecho, el pensaba que la cagaría más de lo que ya estaba. Meditó sobre lo que haría, hasta que se decidió por algo simple. – Alex, disculpa por haberte hecho pasar eso. – El pelirrojo deseaba tener un espejo en aquél momento; él no sabía si su expresión de incerteza y depresión habían desaparecido de su rostro, por lo que rápidamente sonrío. Estaba seguro que era una de las mas forzadas que había dedicado en su vida, solo superado por las que colocaba cuando vivía en Pendragon.
Luego de que le entregaran el helado al pelirrojo, este se apartó hacia un lado para que su acompañante eligiera el sabor. La pelirroja miró intensamente el congelador, Eichi deducía que estaba pensando en que sabor escoger. De alguna forma, la expresión de su rostro le hacía ver adorable. Aquél pensamiento hizo que Eichi se sonrojara, y desviara la mirada hacia el lado contrario. Rezaba para que Alex no hubiera visto aquello. Luego de algunos segundos, el rostro de su acompañante se iluminó, mientras apuntaba a cierto sabor que se encontraba al costado. Su forma de tartamudear; y de como pidió aquél helado, hizo que el pelirrojo hiciera un esfuerzo sobrehumano para bajar la sangre de sus mejillas. Realmente, no pensó que aquella chica se pudiera ver más adorable; pero esa situación, le demostró lo contrario.
Suspiró, volteando su vista hasta donde estaba el heladero. Para su confusión, este tenía una mirada rara en su rostro. Eichi frunció, y se dispuso a preguntarle que era lo que sucedía; pero en eso, sucedió lo que llamaríamos el tercer bochorno del día. – ¡Ah! ¿Te gustó tanto el primero que te has traído a tu novia? – Aquella pregunta, le pilló totalmente por sorpresa, tanto que casi bota el helado nuevo. La sangre se le había subido a las mejillas, borrándose de la conversación que tenían el vendedor con Alex. ¿Él? ¿Novio de aquella hermosa mujer? No le malentiendan; a Eichi le encantaría que se diera esa situación. El problema que había, era que el pelirrojo se consideraba como alguien inferior para tener ese tipo de relaciones. El hecho de que sea un perfeccionista en todo lo que hacía, no quería decir que tenía una buena autoestima en cosas como esa. Haber sido protegido y escondido durante la mayor parte de su vida, había arruinado cualquier tipo de relación que pudiera tener de ese tipo, al menos en su opinión.
Mientras que Eichi se deprimía, Akashi tenía una mueca en su rostro dentro de su mente. Dada la conexión que tenían, todos los pensamientos y sentimientos que sentía su contraparte al momento, él también los sentiría. Él quería ayudar a Eichi; pero si lo hacía, este comenzaría sospechar de su verdadera naturaleza, y aún era muy pronto para eso. Akashi suspiró, decidiendo no interferir en esto. Habían cosas que el pelirrojo debía solucionar por su propia cuenta; superar su baja autoestima por si mismo, era una de esas. Realmente, a el no le gustaba esa chica (no estaba celoso, muchas gracias); pero rezaba por que esta pudiera sacar a su otra mitad de aquel hoyo, antes que toque un fondo del que no podrá salir nunca. Por el momento, seguiría ocupando el papel de villano que intentaba apoderarse de su cuerpo, hasta que la hora de la verdad llegase.
El pelirrojo aún seguía en su nube de depresión, hasta que la mano del heladero lo sacó de sus cavilaciones. – Joven, no quería interrumpir su concentración, pero su novia se esta alejando. – Eichi se estremeció. Novia, aquella palabra que nunca (en su opinión) podría usar para referirse a alguien. Suspiró, y decidió seguir a Alex antes que la perdiera de vista, no sin antes agradecerle al vendedor.
La chica era muy rápida, si él fuera una persona normal, posiblemente la hubiera perdido de vista. Cuando le alcanzó, Eichi dudó en como proseguir. ¿Confortarla? El chico no era bueno en eso, de hecho, el pensaba que la cagaría más de lo que ya estaba. Meditó sobre lo que haría, hasta que se decidió por algo simple. – Alex, disculpa por haberte hecho pasar eso. – El pelirrojo deseaba tener un espejo en aquél momento; él no sabía si su expresión de incerteza y depresión habían desaparecido de su rostro, por lo que rápidamente sonrío. Estaba seguro que era una de las mas forzadas que había dedicado en su vida, solo superado por las que colocaba cuando vivía en Pendragon.
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'Mal de muchos, consuelo de tontos' era lo que decía el refrán. Pero para mí eso no tenía significado alguno en ese momento, porque al ver la cara y escuchar la sincera disculpa de Eichi, enseguida supe que él también había pasado una vergüenza insuperable, y eso en cierto sentido me confortó. O más bien, el entendimiento mutuo que sentíamos en ese momento me hizo olvidarme un poco de lo que acababa de pasar. Muchos me dicen que parece mentira lo femenina que soy a veces, y lo masculina que me pongo otras, y en ese momento lo comprendí porque quería abrazar al chico enfrente mía y consolarlo, cuando normalmente debería ser al revés. Carraspeando, respondí:
- No te preocupes, no fue culpa tuya. - Dudaba que mi sonrisa fuera suficiente para ocultar el rubor de mis mejillas. - Ese tendero tiene tanta delicadeza como un condón de papel de lija... - Rápidamente me tapé la boca, avergonzada de nuevo. De todos los ejemplos y frases, ¿se me tenía que ocurrir justo ese? "Genial Alex, sigue poniendo clavos en el ataúd." Pensé, antes de intentar cambiar de tema: - E-En fin, no ha sido nada grave, sobreviviremos con ello. ¿Por qué no nos sentamos a comernos el helado antes de que se derrita? Ahaha, haha, ha... - Terminé con una risa nerviosa, señalando el banco a nuestro lado.
Realmente estaba teniendo un día redondo (Sí, eso es sarcasmo), y no paraba de encadenar una con otra. ¿Me habría maldito alguna bruja sin que yo me enterase? ¿Karma? ¿O sería mi torpeza natural, haciendo gala de su presencia más fuerte que nunca? Fuera lo que fuera, esperaba que parase pronto. Yo soportaba la vergüenza con bastante facilidad, gracias a mi trabajo, entrenamiento y experiencias, pero no estaba segura de cuánto más podría aguantar el pobre Eichi, que parecía que estuviera deseando un '¡Tierra trágame!' por dentro. "Y encima ahora no se me ocurren tópicos de conversación... nos espera un incómodo silencio si mi amigo aquí presente no tiene alguna idea..."
- No te preocupes, no fue culpa tuya. - Dudaba que mi sonrisa fuera suficiente para ocultar el rubor de mis mejillas. - Ese tendero tiene tanta delicadeza como un condón de papel de lija... - Rápidamente me tapé la boca, avergonzada de nuevo. De todos los ejemplos y frases, ¿se me tenía que ocurrir justo ese? "Genial Alex, sigue poniendo clavos en el ataúd." Pensé, antes de intentar cambiar de tema: - E-En fin, no ha sido nada grave, sobreviviremos con ello. ¿Por qué no nos sentamos a comernos el helado antes de que se derrita? Ahaha, haha, ha... - Terminé con una risa nerviosa, señalando el banco a nuestro lado.
Realmente estaba teniendo un día redondo (Sí, eso es sarcasmo), y no paraba de encadenar una con otra. ¿Me habría maldito alguna bruja sin que yo me enterase? ¿Karma? ¿O sería mi torpeza natural, haciendo gala de su presencia más fuerte que nunca? Fuera lo que fuera, esperaba que parase pronto. Yo soportaba la vergüenza con bastante facilidad, gracias a mi trabajo, entrenamiento y experiencias, pero no estaba segura de cuánto más podría aguantar el pobre Eichi, que parecía que estuviera deseando un '¡Tierra trágame!' por dentro. "Y encima ahora no se me ocurren tópicos de conversación... nos espera un incómodo silencio si mi amigo aquí presente no tiene alguna idea..."
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Cuarto bochorno... Aquello se hubiera convertido en la situación número de cuatro del día, si es que Eichi no se hubiera puesto los pantalones (por no decirlo de otra forma). El pelirrojo tragó en seco; podía sentir como, nuevamente, la sangre amenazaba por subirle a las mejillas luego de aquella broma por parte de Alex. Empezó a balbucear cosas incoherentes, si no hacía algo pronto, posiblemente su acompañante le tildaría de loco. – Oh por el amor de... – Aquél grito mental de su contraparte, logró el cometido de sacarlo de la zona vergonzosa; pero a cambio, ahora se encontraba con los ojos bien abiertos debido al susto. – ¿Acaso eres un rey o no? Naciste en la nobleza por alguna razón. Estas destinado a gobernar a tontos débiles. Hablar con una chica debería ser fácil para ti idiota, tienes el derecho de rey para tomarla y ya. – Luego de aquél discurso, Akashi volvió a quedarse en silencio. En realidad se iba a quedar callado durante el resto de la estadía del pelirrojo en la isla; pero al observar el estado deplorable de su contraparte, se decidió por ayudarle con un "empujón". El resto, ahora era cosa de él.
El pelirrojo se quedó estático por unos segundos, y luego cerró los ojos. Akashi tenía razón en parte ¿Acaso no el no era un rey? Si bien no compartía la ideología de su contraparte, tenía que admitir que suele dar discursos moralizadores. Tomó un bocanada de aire, y se preparó para entrar a estado de concentración, usando a su amiga como catalizador. Justo cuando estaba a punto de sumergirse completamente en la zona, el pelirrojo paró. Este era un nuevo estado, zona parcial. Alex era su concentración en este momento; pero gracias al nuevo estado, tenía noción de lo que pasa a su alrededor. Tampoco se había deshecho de sus emociones, sino que las potenció y calmó para no volver a hacer el ridículo.
Abrió los ojos, y miró el rostro de la pelirroja con una expresión calmada; pero determinada. Las dudas habían desaparecido finalmente, solo quedaba disfrutar de lo que quedaba del día. – No me esperaba que alguien tan linda tuviera una boquita así – Dijo aquello mientras se sentaba en el banco. El tono el pelirrojo era de broma (en parte, lo de linda era cierto); y su sonrisa, juguetona. El objetivo era aligerar el ambiente, y simplemente divertirse. – Por cierto, ¿De donde eres? – Tenía curiosidad por el origen de aquella mujer. En eso recordó algo crucial, miró hacia abajo, fijándose que aun tenía el helado. Se encogió de hombro, y le dio una larga lamida. Aun tenían algo de tiempo para que comenzaran las peleas.
El pelirrojo se quedó estático por unos segundos, y luego cerró los ojos. Akashi tenía razón en parte ¿Acaso no el no era un rey? Si bien no compartía la ideología de su contraparte, tenía que admitir que suele dar discursos moralizadores. Tomó un bocanada de aire, y se preparó para entrar a estado de concentración, usando a su amiga como catalizador. Justo cuando estaba a punto de sumergirse completamente en la zona, el pelirrojo paró. Este era un nuevo estado, zona parcial. Alex era su concentración en este momento; pero gracias al nuevo estado, tenía noción de lo que pasa a su alrededor. Tampoco se había deshecho de sus emociones, sino que las potenció y calmó para no volver a hacer el ridículo.
Abrió los ojos, y miró el rostro de la pelirroja con una expresión calmada; pero determinada. Las dudas habían desaparecido finalmente, solo quedaba disfrutar de lo que quedaba del día. – No me esperaba que alguien tan linda tuviera una boquita así – Dijo aquello mientras se sentaba en el banco. El tono el pelirrojo era de broma (en parte, lo de linda era cierto); y su sonrisa, juguetona. El objetivo era aligerar el ambiente, y simplemente divertirse. – Por cierto, ¿De donde eres? – Tenía curiosidad por el origen de aquella mujer. En eso recordó algo crucial, miró hacia abajo, fijándose que aun tenía el helado. Se encogió de hombro, y le dio una larga lamida. Aun tenían algo de tiempo para que comenzaran las peleas.
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No mentiré: me preocupé bastante cuando Eichi pareció quedarse como en un estado de Limbo. Pareció quedarse unos segundos paralizado, como si no hubiese terminado de entender mi propuesta, para seguidamente tomar una bocanada de aire y ponerse a meditar como si nada... Definitivamente no era algo a lo que yo estuviera acostumbrada a presenciar, y con un poco de preocupación me acerqué para inspeccionar al chico, por si veía algo que me indicara qué mal lo azotaba.
Mas no tuve ocasión, pues mientras daba el primer paso, el pelirrojo abrió los ojos de golpe, asustándome tanto que retrocedí y tropecé con el banco, sentándome en el mismo por la caída. Aunque me dolía un poco el trasero, estaba más concentrada en Eichi, que me miraba de forma diferente... parecía otra persona, y en ese sentido me recordó a mí misma y mi 'problema de facetas'. La guinda que coronó el pastel fue lo siguiente que me dijo, que me dejó con la boca abierta. Parecía que mis palabras de antes hubieran activado un interruptor, o a lo mejor tantos eventos vergonzosos habían terminado por romperle por dentro de la presión...
"¿Sigue siendo Eichi? No estoy segura de si esto es parte suya o si tiene bipolaridad..." Pensé, consternada. "Bueno, mantén la calma y finge que no ha pasado nada, a lo mejor me está gastando una broma..." Sonreí de forma nerviosa antes de contestar:
- S-Sí, a mi también me sorprende a veces. - Dije. Luego fui a contestar a la pregunta, pero decidí no hacer alusiones directas a mi isla porque había oído las historias sobre lo que había ocurrido con ella. El recuerdo me ensombreció el rostro por un instante. - Ah, soy nativa de aquí, el North Blue. Aunque mi hogar se encuentra adonde quiera que vaya, pues me dedico a viajar por el mundo haciendo diversas cosas, como una Nómada... Pero, ¿y tú? - Cambié rápidamente el foco de la pregunta a mi interlocutor, esperando entender un poco mejor el fenómeno que le acuciaba, si él seguía hablando. - ¿De dónde vienes, y a qué te dedicas? - Apoyé mi cabeza en mi mano, y a su vez el mismo codo en mis piernas cruzadas, dedicándole una sonrisa al pelirrojo. En mi otra mano empezaba a notar que mi helado se iba derritiendo un poco dentro del paquete, pero yo lo prefería así: de lo contrario me sería imposible sacarlo para comérmelo, y además me encantaba saborear el liquidito que queda en el fondo al terminar.
Mas no tuve ocasión, pues mientras daba el primer paso, el pelirrojo abrió los ojos de golpe, asustándome tanto que retrocedí y tropecé con el banco, sentándome en el mismo por la caída. Aunque me dolía un poco el trasero, estaba más concentrada en Eichi, que me miraba de forma diferente... parecía otra persona, y en ese sentido me recordó a mí misma y mi 'problema de facetas'. La guinda que coronó el pastel fue lo siguiente que me dijo, que me dejó con la boca abierta. Parecía que mis palabras de antes hubieran activado un interruptor, o a lo mejor tantos eventos vergonzosos habían terminado por romperle por dentro de la presión...
"¿Sigue siendo Eichi? No estoy segura de si esto es parte suya o si tiene bipolaridad..." Pensé, consternada. "Bueno, mantén la calma y finge que no ha pasado nada, a lo mejor me está gastando una broma..." Sonreí de forma nerviosa antes de contestar:
- S-Sí, a mi también me sorprende a veces. - Dije. Luego fui a contestar a la pregunta, pero decidí no hacer alusiones directas a mi isla porque había oído las historias sobre lo que había ocurrido con ella. El recuerdo me ensombreció el rostro por un instante. - Ah, soy nativa de aquí, el North Blue. Aunque mi hogar se encuentra adonde quiera que vaya, pues me dedico a viajar por el mundo haciendo diversas cosas, como una Nómada... Pero, ¿y tú? - Cambié rápidamente el foco de la pregunta a mi interlocutor, esperando entender un poco mejor el fenómeno que le acuciaba, si él seguía hablando. - ¿De dónde vienes, y a qué te dedicas? - Apoyé mi cabeza en mi mano, y a su vez el mismo codo en mis piernas cruzadas, dedicándole una sonrisa al pelirrojo. En mi otra mano empezaba a notar que mi helado se iba derritiendo un poco dentro del paquete, pero yo lo prefería así: de lo contrario me sería imposible sacarlo para comérmelo, y además me encantaba saborear el liquidito que queda en el fondo al terminar.
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El joven príncipe observó, algo divertido, como Alex se asustó cuando este abrió lo ojos de golpe. La pelirroja había retrocedido; y sin darse cuenta, tropezó en el banco, cayendo de culo en ese mismo. La mujer se quedó observando al chico de forma rara; el pelirrojo sospechaba que fue por su abrupto cambio de personalidad. Eichi no le culpaba, aquella ocasión no fue la única en la que personas terminaban asustándose por culpa del pelirrojo. Un par de risas sacaron al pelirrojo de sus cavilaciones; y al girar su cabeza un poco, pudo notar como un par de personas estaban carcajeándose, mientras apuntaban a Alex. Aquello daba a entender, que se estaba riendo por lo que le sucedió a su acompañante antes. Eichi frunció el ceño, y fulminó con la mirada a esos tipos. Inmediatamente, estos salieron corriendo al ver la mirada salvaje del pelirrojo.
Eichi suspiró, dirigiendo su atención a Alex, cambiando su expresión a una más neutral. El chico escuchó lo que la pelirroja dijo e hizo una pequeña pausa para recopilar toda la información en su cerebro. Alex era nativa del North; pero viendo su expresión nerviosa, el pelirrojo suponía que a la pelirroja no le gustaba hablar de su hogar. Eichi tenía ciertas sospechas sobre aquello, viendo que este mar hasta hace poco estaba en una guerra civil; pero, decidió guardarse sus conjeturas para el mismo.
El pelirrojo se relamió los labios cuando Alex le preguntó de vuelta de que isla era. Puso un dedo en su boca, mientras meditaba sobre que responder, hasta que se decidió por algo. – Yo soy del East, pero supongo que estamos en las mismas. También abandoné mi hogar, para salir a explorar el mundo. De hecho, creo que esta es mi primera vez yendo a otro. – El pelirrojo se rió nerviosamente, mientras recordaba la situación bochornosa que vivió hace unas semanas, por no saber a donde ir.
Eichi pauso un poco cuando su acompañante le preguntó otra cosa, poniendo su mano en su rostro. ¿A qué se dedicaba? Esa era una pregunta difícil de responder, ni el mismo sabía con certeza a que se dedicaba. – Para serte sincero, no tengo idea. – Eichi sonrió un poco, y continuo. – Aunque, supongo que capturar criminales puede que cuente. Eso solo lo hago cuando necesito algo de información, o si me encuentro de forma aleatoria con alguno... – El joven príncipe se quedo en silencio luego de aquello. Si bien ahora estaba bien emocionalmente, aún tenía cierto problema para iniciar alguna conversación. Por el rabillo del ojo, observó el reloj grande de aquella plaza. Quedaban cuarenta y cinco minutos para el torneo, el pelirrojo suponía, que a ambos le quedaban por lo menos unos treinta minutos de conversación. Solo esperaba que Alex tuviera algún tópico, si no, solo se espera un silencio incómodo.
Eichi suspiró, dirigiendo su atención a Alex, cambiando su expresión a una más neutral. El chico escuchó lo que la pelirroja dijo e hizo una pequeña pausa para recopilar toda la información en su cerebro. Alex era nativa del North; pero viendo su expresión nerviosa, el pelirrojo suponía que a la pelirroja no le gustaba hablar de su hogar. Eichi tenía ciertas sospechas sobre aquello, viendo que este mar hasta hace poco estaba en una guerra civil; pero, decidió guardarse sus conjeturas para el mismo.
El pelirrojo se relamió los labios cuando Alex le preguntó de vuelta de que isla era. Puso un dedo en su boca, mientras meditaba sobre que responder, hasta que se decidió por algo. – Yo soy del East, pero supongo que estamos en las mismas. También abandoné mi hogar, para salir a explorar el mundo. De hecho, creo que esta es mi primera vez yendo a otro. – El pelirrojo se rió nerviosamente, mientras recordaba la situación bochornosa que vivió hace unas semanas, por no saber a donde ir.
Eichi pauso un poco cuando su acompañante le preguntó otra cosa, poniendo su mano en su rostro. ¿A qué se dedicaba? Esa era una pregunta difícil de responder, ni el mismo sabía con certeza a que se dedicaba. – Para serte sincero, no tengo idea. – Eichi sonrió un poco, y continuo. – Aunque, supongo que capturar criminales puede que cuente. Eso solo lo hago cuando necesito algo de información, o si me encuentro de forma aleatoria con alguno... – El joven príncipe se quedo en silencio luego de aquello. Si bien ahora estaba bien emocionalmente, aún tenía cierto problema para iniciar alguna conversación. Por el rabillo del ojo, observó el reloj grande de aquella plaza. Quedaban cuarenta y cinco minutos para el torneo, el pelirrojo suponía, que a ambos le quedaban por lo menos unos treinta minutos de conversación. Solo esperaba que Alex tuviera algún tópico, si no, solo se espera un silencio incómodo.
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- ¡Ah! Del East, ¿eh? - Dije sonriendo de forma más calmada. Parecía que ya me había sobrepuesto a la sorpresa inicial. - Venir al North tiene que haber sido una experiencia nueva... - Deliberadamente evité hacer menciones al amplio abanico de diferencias entre ambos mares, especialmente las referentes a criminalidad y luchas por el poder. Al menos tenía entendido que en el East se vivía de forma mucho más pacífica y segura... Pero tampoco sabía la experiencia que había tenido Eichi, y no quería sonar victimísta, por eso me abstuve de comentar al respecto.
En cuanto al tema empleo, el pelirrojo no parecía sentirse muy cómodo hablando del tema, y en cuanto encajé las piezas del rompecabezas pude entenderlo. "Cazarrecompensas..." Pensé, suspirando. "Normalmente diría que no es una profesión muy noble, pero al fin y al cabo no puedo juzgar sus razones. Tal vez se vea obligado por necesidad, o no le guste la idea de trabajar para alguna agencia del Gobierno. Lo que no tiene mucho sentido, pues si lo que deseas es capturar criminales, puedes hacerlo perfectamente como Marine o Agente del CP... Aunque claro, lo mismo no ha tenido la ocasión de intentar siquiera alistarse. O lo mismo no lo aceptaron. A lo mejor simplemente prefiere cobrar por trabajo en lugar de a base de mensualidades. Hay tantas posibilidades..."
Estaba tan perdida pensando para mis adentros que tardé un poco en darme cuenta del incómodo silencio que se había creado, momento en el cual decidí decir lo primero que se me pasó por la cabeza:
- Pues... ¡Yo soy DJ! - Exclamé, aunque Eichi no me había preguntado nada al respecto. - Es decir, no es que sea muy buena, pero en mis ratos libres me gusta mezclar y modificar canciones y sonidos. Lo encuentro sumamente entretenido por alguna razón. - Quise sacar mi pequeño aparato reproductor de música para enseñarle alguna de mis piezas, pero entonces caí en la cuenta de que a lo mejor el estilo que yo usaba no le gustaba a él. Así que opté por preguntar primero: - Imagino que te gusta la música... - Dije señalando a su cuello, donde aún estaban colgando sus auriculares. - ... pero, ¿cuál es tu género preferido?
Satisfecha por haber iniciado un nuevo tema de conversación, decidí que era un buen momento para abrir el Kalipu de Fresa, y empezar a comérmelo mientras Eichi respondía. Retiré la tapa y apreté el otro extremo del tubo de cartón, haciendo que el helado rosa en su interior asomara varios centímetros hacia afuera. Impaciente y con el olor a fresa llenando mis fosas nasales, no tardé en meterme aquella 'cabeza' del helado en la boca y empezar a chuparla y lamerla de diversas formas...
Intenté evitar hacer ruido, pero entre los leves gemidos de placer que se me escapaban y el ansia con el que deseaba devorar y disfrutar aquel sabor, acabé dando un espectáculo deplorable. Varias personas cercanas cuchicheaban entre ellas al mirarme, pero yo las ignoraba y continuaba con mi cometido. La lengua de arriba a abajo, de un lado a otro, en círculos y dando suaves caricias en la superficie del helado, como si fuera algo delicado. Luego rodearlo con mis labios y sellarlo dentro de mi boca, metiéndolo y sacándolo mientras lamía la punta. De vez en cuando, un ruidito de succión para tragar saliva y el líquido desprendido por el hielo al derretirse. Con mi mano, ascendía suavemente por la superficie del contenedor, haciendo presión para que el polo pudiera salir de su envoltura y entrar en mi cavidad bucal.
Cuando hube terminado con todo el postre, abrí de par en par mi boca mirando hacia el cielo, y dejé que aquel charco de helado derretido sobrante, que se había acumulado en el fondo del tubo, cayera en mi lengua y paladar. Tuve que cerrar los ojos inconscientemente, mientras disfrutaba de aquel sabor bañándome por dentro y deslizándose por mi garganta. Miré decepcionada aquel contenedor vacío, el vestigio de lo que una vez fue el helado más dulce y sabroso en el que había puesto mis manos últimamente, antes de despedirme de él con una oración y tirarlo en la basura que había al lado del banco.
Entonces, y solamente entonces, salí de mi trance y pude volver a prestarle atención a Eichi. ¿Por qué me miraba de aquella forma?
En cuanto al tema empleo, el pelirrojo no parecía sentirse muy cómodo hablando del tema, y en cuanto encajé las piezas del rompecabezas pude entenderlo. "Cazarrecompensas..." Pensé, suspirando. "Normalmente diría que no es una profesión muy noble, pero al fin y al cabo no puedo juzgar sus razones. Tal vez se vea obligado por necesidad, o no le guste la idea de trabajar para alguna agencia del Gobierno. Lo que no tiene mucho sentido, pues si lo que deseas es capturar criminales, puedes hacerlo perfectamente como Marine o Agente del CP... Aunque claro, lo mismo no ha tenido la ocasión de intentar siquiera alistarse. O lo mismo no lo aceptaron. A lo mejor simplemente prefiere cobrar por trabajo en lugar de a base de mensualidades. Hay tantas posibilidades..."
Estaba tan perdida pensando para mis adentros que tardé un poco en darme cuenta del incómodo silencio que se había creado, momento en el cual decidí decir lo primero que se me pasó por la cabeza:
- Pues... ¡Yo soy DJ! - Exclamé, aunque Eichi no me había preguntado nada al respecto. - Es decir, no es que sea muy buena, pero en mis ratos libres me gusta mezclar y modificar canciones y sonidos. Lo encuentro sumamente entretenido por alguna razón. - Quise sacar mi pequeño aparato reproductor de música para enseñarle alguna de mis piezas, pero entonces caí en la cuenta de que a lo mejor el estilo que yo usaba no le gustaba a él. Así que opté por preguntar primero: - Imagino que te gusta la música... - Dije señalando a su cuello, donde aún estaban colgando sus auriculares. - ... pero, ¿cuál es tu género preferido?
Satisfecha por haber iniciado un nuevo tema de conversación, decidí que era un buen momento para abrir el Kalipu de Fresa, y empezar a comérmelo mientras Eichi respondía. Retiré la tapa y apreté el otro extremo del tubo de cartón, haciendo que el helado rosa en su interior asomara varios centímetros hacia afuera. Impaciente y con el olor a fresa llenando mis fosas nasales, no tardé en meterme aquella 'cabeza' del helado en la boca y empezar a chuparla y lamerla de diversas formas...
Intenté evitar hacer ruido, pero entre los leves gemidos de placer que se me escapaban y el ansia con el que deseaba devorar y disfrutar aquel sabor, acabé dando un espectáculo deplorable. Varias personas cercanas cuchicheaban entre ellas al mirarme, pero yo las ignoraba y continuaba con mi cometido. La lengua de arriba a abajo, de un lado a otro, en círculos y dando suaves caricias en la superficie del helado, como si fuera algo delicado. Luego rodearlo con mis labios y sellarlo dentro de mi boca, metiéndolo y sacándolo mientras lamía la punta. De vez en cuando, un ruidito de succión para tragar saliva y el líquido desprendido por el hielo al derretirse. Con mi mano, ascendía suavemente por la superficie del contenedor, haciendo presión para que el polo pudiera salir de su envoltura y entrar en mi cavidad bucal.
Cuando hube terminado con todo el postre, abrí de par en par mi boca mirando hacia el cielo, y dejé que aquel charco de helado derretido sobrante, que se había acumulado en el fondo del tubo, cayera en mi lengua y paladar. Tuve que cerrar los ojos inconscientemente, mientras disfrutaba de aquel sabor bañándome por dentro y deslizándose por mi garganta. Miré decepcionada aquel contenedor vacío, el vestigio de lo que una vez fue el helado más dulce y sabroso en el que había puesto mis manos últimamente, antes de despedirme de él con una oración y tirarlo en la basura que había al lado del banco.
Entonces, y solamente entonces, salí de mi trance y pude volver a prestarle atención a Eichi. ¿Por qué me miraba de aquella forma?
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El pelirrojo pudo notar en la expresión del rostro de Alex, que no le gustaba lo que hacía para ganarse la vida. Frunció el ceño un poco, no entiendo de lo que había de malo en aquello. Era cierto que era similar a un cazarrecompensas; pero... Ah, los ojos del pelirrojo se iluminaron, comprendiendo el malestar de su ¿amiga? Los cazadores tenían un poco de mala fama por ser mercenarios crueles, que hacían cualquier cosa por dinero. Eichi iba a aclararle eso a la pelirroja, pero en eso, esta comenzó hablar nuevo. El joven príncipe suspiró, y de decidió por escucharla. Ya aclararían ese tema más adelante.
Eichi se intereso mucho al descubrir el hobby de Alex. ¿DJ? Eso era algo interesante, más para alguien que le encanta la música como él. Alex rebuscó algo de sus bolsillos; pero en eso pausó; y en vez de ello, se decidió por preguntarle al pelirrojo que música le gustaba. – Me gusta de todo. – Respondió él instantáneamente. – Aunque en lo particular, me gusta escuchar música al aire libre. No hay nada más relajante que es. – Dijo con una sonrisa. Un silencio se apoderó del lugar, solo se escuchaban los murmureos de las demás personas, y ahora que el pelirrojo caía en eso, se extrañó que estos iban dirigidos hasta donde se encontraban ambos jóvenes. Eso, sumando a el silencio de su acompañante (salvo unos ruidos extraños por parte de ella), hizo que se decidiera por voltear a mirarla, para ver que estaba haciendo.
Lo que vi, hizo que la sangre se le subiera a las mejillas nuevamente, y que su helado muriera por segunda vez en una hora.
Alex se encontraba saboreando su helado. Eso, de por sí, no sería nada raro. Era la forma en como lo hacía, que sorprendió al chico. Saboreaba el helado de tal forma, que parecía una escena erótica sacada de una de las revistas "educativas" que Tristan le había mostrado una vez. Chupetones, succiones, lamidas... Incluso ruidos de jadeos salían de vez en cuando de su boca. Eichi abrió los ojos sorprendidos, cuando sintió cierto "problema" crecer en su parte baja. Tragó en seco, y rápidamente se cruzó de piernas, rogando a los cielos que la pelirroja no se haya dado cuenta de "eso". Pero lo que sucedió a continuación, hizo que por primera vez en su vida soltara maldiciones en su mente.
La chica había terminado de "devorarse" su helado, y luego de que botara en envase en el canasto, se giró súbitamente hacia Eichi. Este aún estaba sintiendo las secuelas de lo que había sucedido antes; por lo que aquello, lo tomó por sorpresa. Tanto fue así, que llegó a pegar un salto de la impresión, quedándose de pie y con su "problema" expuesto... O ese era el plan. Al tocar el suelo, el pelirrojo tuvo la mala fortuna de tropezar con el helado que se le había caído antes. De la impresión, se aferró a cualquier cosa que estuviera a su alcance. Sintió algo delicado, y en vez de mantenerse equilibrado, se llevó consigo al suelo sea lo que sea a lo que se hubiera sujetado.
Debido al dolor en su cabeza, cerró los ojos por algunos instantes. Sentía un peso sobre él, y al abrir los ojos, deseo no haberlo hecho. Resulta, que se había aferrado de Alex, y debido a los pesos, terminaron ambos en el suelo en una posición muy comprometedora. El cuerpo de la chica estaba muy cercano al de él, tanto que los pechos de ambos estaba presionados entre sí. El pelirrojo tragó en seco, se sonrojó, y se negó a mirar el rostro de la chica. Probablemente estaba enojada, y lo mataría, pese que fue un accidente. – Oigan, parejita. Búsquense un hotel, que hay niños presentes. – Bromeo un hombre que presencio esa escena. Eichi cerró los ojos, definitivamente iba a morir. El hecho de que su "pequeño problema" estaba presionando la "retaguardia" de Alex, no ayudaría en su destino...
Eichi se intereso mucho al descubrir el hobby de Alex. ¿DJ? Eso era algo interesante, más para alguien que le encanta la música como él. Alex rebuscó algo de sus bolsillos; pero en eso pausó; y en vez de ello, se decidió por preguntarle al pelirrojo que música le gustaba. – Me gusta de todo. – Respondió él instantáneamente. – Aunque en lo particular, me gusta escuchar música al aire libre. No hay nada más relajante que es. – Dijo con una sonrisa. Un silencio se apoderó del lugar, solo se escuchaban los murmureos de las demás personas, y ahora que el pelirrojo caía en eso, se extrañó que estos iban dirigidos hasta donde se encontraban ambos jóvenes. Eso, sumando a el silencio de su acompañante (salvo unos ruidos extraños por parte de ella), hizo que se decidiera por voltear a mirarla, para ver que estaba haciendo.
Lo que vi, hizo que la sangre se le subiera a las mejillas nuevamente, y que su helado muriera por segunda vez en una hora.
Alex se encontraba saboreando su helado. Eso, de por sí, no sería nada raro. Era la forma en como lo hacía, que sorprendió al chico. Saboreaba el helado de tal forma, que parecía una escena erótica sacada de una de las revistas "educativas" que Tristan le había mostrado una vez. Chupetones, succiones, lamidas... Incluso ruidos de jadeos salían de vez en cuando de su boca. Eichi abrió los ojos sorprendidos, cuando sintió cierto "problema" crecer en su parte baja. Tragó en seco, y rápidamente se cruzó de piernas, rogando a los cielos que la pelirroja no se haya dado cuenta de "eso". Pero lo que sucedió a continuación, hizo que por primera vez en su vida soltara maldiciones en su mente.
La chica había terminado de "devorarse" su helado, y luego de que botara en envase en el canasto, se giró súbitamente hacia Eichi. Este aún estaba sintiendo las secuelas de lo que había sucedido antes; por lo que aquello, lo tomó por sorpresa. Tanto fue así, que llegó a pegar un salto de la impresión, quedándose de pie y con su "problema" expuesto... O ese era el plan. Al tocar el suelo, el pelirrojo tuvo la mala fortuna de tropezar con el helado que se le había caído antes. De la impresión, se aferró a cualquier cosa que estuviera a su alcance. Sintió algo delicado, y en vez de mantenerse equilibrado, se llevó consigo al suelo sea lo que sea a lo que se hubiera sujetado.
Debido al dolor en su cabeza, cerró los ojos por algunos instantes. Sentía un peso sobre él, y al abrir los ojos, deseo no haberlo hecho. Resulta, que se había aferrado de Alex, y debido a los pesos, terminaron ambos en el suelo en una posición muy comprometedora. El cuerpo de la chica estaba muy cercano al de él, tanto que los pechos de ambos estaba presionados entre sí. El pelirrojo tragó en seco, se sonrojó, y se negó a mirar el rostro de la chica. Probablemente estaba enojada, y lo mataría, pese que fue un accidente. – Oigan, parejita. Búsquense un hotel, que hay niños presentes. – Bromeo un hombre que presencio esa escena. Eichi cerró los ojos, definitivamente iba a morir. El hecho de que su "pequeño problema" estaba presionando la "retaguardia" de Alex, no ayudaría en su destino...
Alexandra Silvercat
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"¡Oh, Dios!" Pensé cuando vi a Eichi levantarse y caerse con la misma velocidad. "Oh, Dios..." fue lo que siguió cuando entendí que se estaba cayendo encima mío. Bueno, no exactamente encima mío, pero al parecer intentó agarrarse a algo, y no tuvo mejor idea que aferrarse a mi falda como si fuera una soga salvadora. Si hubiera tenido un poco más de tiempo para reaccionar, probablemente habría intentado detener la caída de mi acompañante, pero en su lugar la sorpresa dio paso a la inestabilidad, y al suelo que me fui yo también.
Sin poder terminar de creerme la mala suerte que estábamos teniendo ese día, me froté la cabeza con una mueca de dolor en la cara y los ojos cerrados. Creo que me golpeé con el borde del banco mientras tropezaba, aunque por suerte la peluca no se había soltado. Y, mientras recuperaba poco a poco la noción de la realidad, noté que estaba acostada no sobre suelo, sino algo más blando. Tanteando con la mano libre, mientras intentaba abrir los ojos, pude notar la textura de la tela de una camisa, y entreví al pobre Eichi echado en el suelo bajo mi peso. "Un momento... ¡¿Eichi?!"
Alarmada, quise levantarme, pero en cuanto me senté... Ay Señor, cuando me senté... Algo me estaba apuntando. Como si una persona estuviera detrás mía empujándome la retaguardia con un dedo, así era la presión que yo notaba. Petrificada en aquella postura, con miedo de girarme y las manos en alto a media altura, lo escuché:
- Oigan, parejita. Búsquense un hotel, que hay niños presentes. - Decía un hombre entre risas.
"Oh no..." Empecé a caer en la cuenta de la situación, y al entender lo que estaba pasando, el bochorno me obligó a mirar al suelo y ocultar la cara. "Ohnohnohno..." Totalmente avergonzada, me llevé las manos al rostro, y noté la piel de mis mejillas tan calientes que podría haber freído un huevo en ella. Y juro que en ese momento pensé que me salía humo de los oídos. Estaba tan congelada por la vergüenza que no pude ni siquiera culpar al pelirrojo bajo mí, a pesar de que tenía ganas de llamarle la atención... Aunque, ¿por qué habría de hacerlo? Había sido un accidente, y yo misma había tenido parte de la culpa. Además no podía quejarme de torpezas, cuando yo también soy igual de torpe. Lo mejor sería borrar aquel episodio de mi cabeza y rezar para que Eichi hiciera lo mismo.
O eso me gustaba pensar, pero aquella presión en mi trasero era un constante y peligroso recordatorio. De todas formas, ¿cómo había acabado aquella 'tienda de campaña' allí? Yo no creía haber hecho nada para fomentar esa excitación en mi acompañante, lo que me llevaba a varias conclusiones lógicas... Pero en ese momento no podía pensar de forma lógica precisamente, así que tenía que buscar la forma de salir del apuro siendo delicada y cuidadosa:
- E-Esto... Cr-Creo que te llaman al Den Den Mushi... - Mascullé entre mis manos, aún tapando mi cara. Quise reír para quitarle hierro al asunto, pero la risa me salió tan nerviosa que no ayudó en nada. - Ahaha... haha... Vo-Voy a levantarme...
Cuando moví mis manos para apoyarlas en el suelo y poder incorporarme del todo, debajo había una de las sonrisas más artificiales y tensas que había puesto en mi vida. Con algo de dificultad y temblando, pude ponerme en pie, y cubrirme la entrepierna con las manos. Eichi aún estaba en el suelo, y no quería causarle más problemas por dejar que me viera las bragas. Paralizada, solo pude esperar a que él también se levantara, y mientras lo hacía suspiré. No haría ningún comentario al respecto, aquello debía ser una simple anécdota que contar a mis nietos, y no una pesadilla que me persiguiese por las noches, así que cuanto antes lo olvidáramos, mejor.
- O-¡Oh! ¡Mira la hora! ¡Tenemos que darnos prisa si no queremos llegar tarde! - Exclamé nerviosa. En realidad quedaba media hora antes que empezara el gran evento, pero como tenía que cambiarme de ropa, y darme una buena ducha... No estaba en condiciones de pelear, así que era momento de despedirse y relajarse. - B-Bueno, Eichi, ha sido un placer conocerte... S-Suerte en el Torneo...
Y sin más preámbulos, agarré mi bolso y salí corriendo hacia el recinto.
Sin poder terminar de creerme la mala suerte que estábamos teniendo ese día, me froté la cabeza con una mueca de dolor en la cara y los ojos cerrados. Creo que me golpeé con el borde del banco mientras tropezaba, aunque por suerte la peluca no se había soltado. Y, mientras recuperaba poco a poco la noción de la realidad, noté que estaba acostada no sobre suelo, sino algo más blando. Tanteando con la mano libre, mientras intentaba abrir los ojos, pude notar la textura de la tela de una camisa, y entreví al pobre Eichi echado en el suelo bajo mi peso. "Un momento... ¡¿Eichi?!"
Alarmada, quise levantarme, pero en cuanto me senté... Ay Señor, cuando me senté... Algo me estaba apuntando. Como si una persona estuviera detrás mía empujándome la retaguardia con un dedo, así era la presión que yo notaba. Petrificada en aquella postura, con miedo de girarme y las manos en alto a media altura, lo escuché:
- Oigan, parejita. Búsquense un hotel, que hay niños presentes. - Decía un hombre entre risas.
"Oh no..." Empecé a caer en la cuenta de la situación, y al entender lo que estaba pasando, el bochorno me obligó a mirar al suelo y ocultar la cara. "Ohnohnohno..." Totalmente avergonzada, me llevé las manos al rostro, y noté la piel de mis mejillas tan calientes que podría haber freído un huevo en ella. Y juro que en ese momento pensé que me salía humo de los oídos. Estaba tan congelada por la vergüenza que no pude ni siquiera culpar al pelirrojo bajo mí, a pesar de que tenía ganas de llamarle la atención... Aunque, ¿por qué habría de hacerlo? Había sido un accidente, y yo misma había tenido parte de la culpa. Además no podía quejarme de torpezas, cuando yo también soy igual de torpe. Lo mejor sería borrar aquel episodio de mi cabeza y rezar para que Eichi hiciera lo mismo.
O eso me gustaba pensar, pero aquella presión en mi trasero era un constante y peligroso recordatorio. De todas formas, ¿cómo había acabado aquella 'tienda de campaña' allí? Yo no creía haber hecho nada para fomentar esa excitación en mi acompañante, lo que me llevaba a varias conclusiones lógicas... Pero en ese momento no podía pensar de forma lógica precisamente, así que tenía que buscar la forma de salir del apuro siendo delicada y cuidadosa:
- E-Esto... Cr-Creo que te llaman al Den Den Mushi... - Mascullé entre mis manos, aún tapando mi cara. Quise reír para quitarle hierro al asunto, pero la risa me salió tan nerviosa que no ayudó en nada. - Ahaha... haha... Vo-Voy a levantarme...
Cuando moví mis manos para apoyarlas en el suelo y poder incorporarme del todo, debajo había una de las sonrisas más artificiales y tensas que había puesto en mi vida. Con algo de dificultad y temblando, pude ponerme en pie, y cubrirme la entrepierna con las manos. Eichi aún estaba en el suelo, y no quería causarle más problemas por dejar que me viera las bragas. Paralizada, solo pude esperar a que él también se levantara, y mientras lo hacía suspiré. No haría ningún comentario al respecto, aquello debía ser una simple anécdota que contar a mis nietos, y no una pesadilla que me persiguiese por las noches, así que cuanto antes lo olvidáramos, mejor.
- O-¡Oh! ¡Mira la hora! ¡Tenemos que darnos prisa si no queremos llegar tarde! - Exclamé nerviosa. En realidad quedaba media hora antes que empezara el gran evento, pero como tenía que cambiarme de ropa, y darme una buena ducha... No estaba en condiciones de pelear, así que era momento de despedirse y relajarse. - B-Bueno, Eichi, ha sido un placer conocerte... S-Suerte en el Torneo...
Y sin más preámbulos, agarré mi bolso y salí corriendo hacia el recinto.
Eichi Tsukasa
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fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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Eichi soltó un suspiro de alivio cuando Alex se levantó (luego de balbucear unas cosas que no alcanzó a entender del todo), e inmediatamente se cruzó de piernas en un esfuerzo para ocultar su "pequeño" problema. Una vez que noto que volvió a la normalidad "eso", se puso de pie con dificultad y se limpió la suciedad de la ropa. Dirigió su mirada hacia la pelirroja, esperando que esta portara una mirada de furia en su rostro. No iba a evitar su castigo, aquello fue su culpa, y afrontaría ese hecho como hombre.
Para su sorpresa, la chica en vez de portar una mirada de furia, tenía un rubor extremo en su rostro y una sonrisa que se podía notar a kilómetros que era forzada.. Eichi dudó por unos momentos en que hacer, y cuando se decidió, ya era demasiado tarde. Alex había dicho que ya se les hacía tarde para el torneo, y salió corriendo de aquél lugar como si el diablo mismo estuviera persiguiéndola. Eichi estaba seguro de que si accedía a su forma híbrida, sería capaz de alcanzarla y pedir disculpas; pero el pelirrojo no lo hizo. El suponía que Alex necesitaba tiempo para bajarse ese bochorno de la cabeza.
Eichi suspiró, y marchó a paso lento hacia el recinto donde se llevaría acabo el torneo. No apuraba el paso, porque corría el riesgo de encontrarse con la pelirroja de camino. En cuanto llegue el pelirrojo al estadio, se dará una buena ducha fría para bajarse el calor que había estado sintiendo toda la tarde. Mientras caminaba, el pelirrojo adoptó una expresión determinada en su rostro. Había aprendido mucho hoy, y si de algo estaba seguro...
Era que quería enfrentarse a Alex con todo en la arena, y luego le invitaría al festival que se celebraría al terminar el torneo.
Para su sorpresa, la chica en vez de portar una mirada de furia, tenía un rubor extremo en su rostro y una sonrisa que se podía notar a kilómetros que era forzada.. Eichi dudó por unos momentos en que hacer, y cuando se decidió, ya era demasiado tarde. Alex había dicho que ya se les hacía tarde para el torneo, y salió corriendo de aquél lugar como si el diablo mismo estuviera persiguiéndola. Eichi estaba seguro de que si accedía a su forma híbrida, sería capaz de alcanzarla y pedir disculpas; pero el pelirrojo no lo hizo. El suponía que Alex necesitaba tiempo para bajarse ese bochorno de la cabeza.
Eichi suspiró, y marchó a paso lento hacia el recinto donde se llevaría acabo el torneo. No apuraba el paso, porque corría el riesgo de encontrarse con la pelirroja de camino. En cuanto llegue el pelirrojo al estadio, se dará una buena ducha fría para bajarse el calor que había estado sintiendo toda la tarde. Mientras caminaba, el pelirrojo adoptó una expresión determinada en su rostro. Había aprendido mucho hoy, y si de algo estaba seguro...
Era que quería enfrentarse a Alex con todo en la arena, y luego le invitaría al festival que se celebraría al terminar el torneo.
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