Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ban había terminado de mandar su carta al gobierno mundial. Ahora solo faltaba que le pusieran precio por la cabeza. Sabía de sobra que lo iban a hacer pues, aquellos cabrones no pensaban en nadie. De todas formas no había encontrado nada que le importase. Por ello, había abandonado el CP, encima se había llevado un par de técnicas interesantes. Tal vez por eso irían tras él. Le daba lo mismo. Si trataban de matarle, él mismo se los cargaría. Matar no le era difícil, y estaba dispuesto a quitarle la vida a aquellos tipos. Tan sólo había trabajado con Tobias, un chico amable y agradable. Los demás, ni los había mirado. Él era un mafioso, y por ello no podía darse el lujo de hacerse amigo de mucha gente. Quería a su mafia como a nada en el mundo, y por ello estaría con ellos siempre.
Ahora se hallaba en la isla del Karate, y aunque no sabía mucho, por no decir nada, iba a quedarse un par de días. Todos los edificios tenían un aspecto raro pero, no le molestaba para nada. De hecho, se sentía atraído por aquel estilo. Pudo ver en mitad de la calle, a un par de tipos practicando. Se golpeaban con fuerza, y parecían estar pasándoselo en grande. Ahora debía encontrar un sitio dónde pasar la noche. Sus cabellos estaban alborotados como de costumbre. Sus azulados ojos ocultos tras unas gafas de Sol moradas, tenían forma circular. Vestía con una camisa blanca de manga corta, unos pantalones color vainilla y unos zapatos. Tenía un total de tres fundas. Una a cada lado de su cintura, y una enorme en la espalda. En ellas llevaba sus preciadas espadas. El mafioso estaba bien armado, encima su fruta era un peligro para todo aquel que tratase de atacarle.
En ese momento llegó a un pequeño edificio. Era una posada. No tardó mucho en entrar, y ver como estaba todo adornado. Las paredes eran azuladas, y había jarrones con plantas por todos lados. Se quedó mirando a la mujer que atendía, una chica de unos veinticinco años. Era un poco gordita, de cabellos castaños y ojos azules. El mafioso se acercó con toda la calma del mundo, hablándole en un tono tranquilo. – Me gustaría una habitación dónde pasar la noche. – Dijo de forma amable, mientras la miraba a los ojos. Ella le miró con una sonrisa calmada, y le respondió. – Lo lamento mucho señor, pero no tenemos nada libre. – El chico soltó un suspiro y miró un poco a su alrededor. No podía quedarse en la calle, no hasta comprobar que le habían puesto precio o no. No tenía ni idea de lo que iba a hacer, se puso a dar vueltas por la sala mientras pensaba.
Ahora se hallaba en la isla del Karate, y aunque no sabía mucho, por no decir nada, iba a quedarse un par de días. Todos los edificios tenían un aspecto raro pero, no le molestaba para nada. De hecho, se sentía atraído por aquel estilo. Pudo ver en mitad de la calle, a un par de tipos practicando. Se golpeaban con fuerza, y parecían estar pasándoselo en grande. Ahora debía encontrar un sitio dónde pasar la noche. Sus cabellos estaban alborotados como de costumbre. Sus azulados ojos ocultos tras unas gafas de Sol moradas, tenían forma circular. Vestía con una camisa blanca de manga corta, unos pantalones color vainilla y unos zapatos. Tenía un total de tres fundas. Una a cada lado de su cintura, y una enorme en la espalda. En ellas llevaba sus preciadas espadas. El mafioso estaba bien armado, encima su fruta era un peligro para todo aquel que tratase de atacarle.
En ese momento llegó a un pequeño edificio. Era una posada. No tardó mucho en entrar, y ver como estaba todo adornado. Las paredes eran azuladas, y había jarrones con plantas por todos lados. Se quedó mirando a la mujer que atendía, una chica de unos veinticinco años. Era un poco gordita, de cabellos castaños y ojos azules. El mafioso se acercó con toda la calma del mundo, hablándole en un tono tranquilo. – Me gustaría una habitación dónde pasar la noche. – Dijo de forma amable, mientras la miraba a los ojos. Ella le miró con una sonrisa calmada, y le respondió. – Lo lamento mucho señor, pero no tenemos nada libre. – El chico soltó un suspiro y miró un poco a su alrededor. No podía quedarse en la calle, no hasta comprobar que le habían puesto precio o no. No tenía ni idea de lo que iba a hacer, se puso a dar vueltas por la sala mientras pensaba.
Ai Nanasaki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ya era hora de irse. Había pasado unos cuantos días en la Isla del Karate. ¿Razón? Ninguna en particular, pero ya era hora de partir. Estaba en una pequeña posada y, en esos días, la verdad no había hecho mucho. Solo, quizás, descansar un poco y tener un poco de privacidad. En la base era imposible, Krauser no se separaba de mí ni por un segundo. ¿Qué esperaba? Era el trato. Iba a ser así hasta que le llevará dos tenientes, saliera en los periódicos y obtuviera recompensa. ”Suena fácil decirlo” – no me preocupaba. Pero… Había otras formas de poder ganarme la confianza de él. Aunque, claramente, también podía ir pidiéndome otra cosa a futuro. Suspiré con cierta pesadez y me levanté de la cama.
– Vamos – agarré mis dos espadas y las crucé en mi espalda. Me puse un abrigo rojo y, también, unos guantes del mismo color. – No debería tener muchos problemas en navegar de noche. – Terminé mi vestimenta colocando, de forma tranquila, una bufanda de un tono verde en mi cuello. Los pantalones, como era usual, cortos y a mitad de muslo. Agarré las llaves de la habitación y un par de berries y salí. ”Esa cama fue muy cómoda” – la cama que me había regalado Krauser, era dura de cojones. ¿Cómo podía dormir en algo así? Tenía suerte de que no me dieran dolores de espalda y que no amaneciera adolorida. Sonreí de forma agradable y en uno de los espejos del pasillo, arreglé un poco mi cabello. No tardé mucho en llegar a la recepción y, al parecer, a tiempo para notar que había alguien pidiendo una habitación. La recepcionista, como era de esperar, se negaba ya que todo estaba lleno. ”Tiene suerte, creo.” – pensé con calma.
– De hecho, yo ya me voy – dije y dejé las llaves junto con los berries en el mesón. – Ahora él tiene una habitación, ¿no? – ella asintió con la cabeza y sonrió de forma amable al otro chico. – Disfruta de la habitación. – Le dije con una sonrisa y, finalmente, empecé a caminar rumbo a la salida. Ya no había nada que hacer ahí, ¿o sí?
– Vamos – agarré mis dos espadas y las crucé en mi espalda. Me puse un abrigo rojo y, también, unos guantes del mismo color. – No debería tener muchos problemas en navegar de noche. – Terminé mi vestimenta colocando, de forma tranquila, una bufanda de un tono verde en mi cuello. Los pantalones, como era usual, cortos y a mitad de muslo. Agarré las llaves de la habitación y un par de berries y salí. ”Esa cama fue muy cómoda” – la cama que me había regalado Krauser, era dura de cojones. ¿Cómo podía dormir en algo así? Tenía suerte de que no me dieran dolores de espalda y que no amaneciera adolorida. Sonreí de forma agradable y en uno de los espejos del pasillo, arreglé un poco mi cabello. No tardé mucho en llegar a la recepción y, al parecer, a tiempo para notar que había alguien pidiendo una habitación. La recepcionista, como era de esperar, se negaba ya que todo estaba lleno. ”Tiene suerte, creo.” – pensé con calma.
– De hecho, yo ya me voy – dije y dejé las llaves junto con los berries en el mesón. – Ahora él tiene una habitación, ¿no? – ella asintió con la cabeza y sonrió de forma amable al otro chico. – Disfruta de la habitación. – Le dije con una sonrisa y, finalmente, empecé a caminar rumbo a la salida. Ya no había nada que hacer ahí, ¿o sí?
Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El chico estaba cada vez más desesperado. No sabía qué hacer, para poder estar a salvo esa noche. Debía de tener sentido común, y pensar que si le atacaban, iban a acabar cocidos. Su poder era demasiado bueno para ser verdad. De todas formas, se sentía muy calmado con él pero, no era bueno abusar mucho. Tan sólo un CP había visto su habilidad, pero no le parecía una mala persona, y por ello estaba relajado. Su mafia debía echarle de menos. Debía volver a ella cuanto antes. Mostrar sus informes, y dedicarse a derribar a los demás líderes que obstaculizaban los planes de los Taketo. También era llamados los Murasaki Hebi o serpiente morada, pero estaba claro que los Taketo sonaba mucho mejor. Ban lo sabía bien. Era considerado el príncipe de la mafia del Este. Debía seguir escalando puesto en la escala de su propio equipo. Por el momento había tres hombres por delante de él, sin contar a su padre. Terumi entre ellas, aunque sabía que podía derrotarla con facilidad.
De hecho, no entendía por qué pensaba ahora en la mafiosa. Soltó un pequeño suspiro, y se dispuso a irse por dónde había venido. En ese momento, una joven bajó, diciendo que ella ya se iba. Aquello hizo que el castaño mostrara una sonrisa. Era el momento de aprovechar la oportunidad pero, no era el momento de que su identidad saliera a la luz. De modo que se acercó a ella, haciéndole una leve reverencia, y hablándole en un tono amable y educado. – Muchas gracias. Comodoro Kobra, la marina le está agradecida. – Dijo con un tono amable, para después empezar a caminar hacia arriba. De aquel modo, no podían relacionarle con nada que pasara en aquella isla. Mostró una sonrisa calmada, empezando después a caminar hacia la habitación de arriba.
Tenía la llave en mano, y no tardó mucho en llegar. Abrió la puerta despacio, entró y se tumbó en la cama. Ni siquiera había cerrado con llave, pero le dio lo mismo. Cerró los ojos, activando su haki de observación para notar presencias. Después soltó un leve suspiro. Iba a tener que quedarse allí todo el día, y no sabía qué hacer para poder divertirse. De hecho, lo que hizo fue sentarse, sacando su preciosa espada, Hudoku. Comenzó a limpiarla, colocándose antes un par de guantes. Iba a afilar sus espadas, y de paso podía entretenerse un poco de aquella forma. Incluso si terminaba pronto, podría entrenar un poco, de aquella forma se mantendría en forma sin problemas.
De hecho, no entendía por qué pensaba ahora en la mafiosa. Soltó un pequeño suspiro, y se dispuso a irse por dónde había venido. En ese momento, una joven bajó, diciendo que ella ya se iba. Aquello hizo que el castaño mostrara una sonrisa. Era el momento de aprovechar la oportunidad pero, no era el momento de que su identidad saliera a la luz. De modo que se acercó a ella, haciéndole una leve reverencia, y hablándole en un tono amable y educado. – Muchas gracias. Comodoro Kobra, la marina le está agradecida. – Dijo con un tono amable, para después empezar a caminar hacia arriba. De aquel modo, no podían relacionarle con nada que pasara en aquella isla. Mostró una sonrisa calmada, empezando después a caminar hacia la habitación de arriba.
Tenía la llave en mano, y no tardó mucho en llegar. Abrió la puerta despacio, entró y se tumbó en la cama. Ni siquiera había cerrado con llave, pero le dio lo mismo. Cerró los ojos, activando su haki de observación para notar presencias. Después soltó un leve suspiro. Iba a tener que quedarse allí todo el día, y no sabía qué hacer para poder divertirse. De hecho, lo que hizo fue sentarse, sacando su preciosa espada, Hudoku. Comenzó a limpiarla, colocándose antes un par de guantes. Iba a afilar sus espadas, y de paso podía entretenerse un poco de aquella forma. Incluso si terminaba pronto, podría entrenar un poco, de aquella forma se mantendría en forma sin problemas.
Ai Nanasaki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
¿Comodoro? No pude evitar sorprenderme ante tal afirmación. Debía dar gracias de que no tenía, por ahora, wanted o algo. ¿Qué estaría haciendo alguien así allí? Lo vi subir rumbo a lo que era mi habitación. ”Puede ser interesante…” – aparte era un espadachín y quizás podía aprender una que otra cosa de él. ”No…” – los nervios inundaron mi cabeza… No parecía ser alguien que se molestara con facilidad, pero tampoco podía arriesgarme a cometer algún error. Suspiré para calmarme, por sus palabras y sus gestos, quizás podía entablar alguna clase de conversación con él y, era más, mis espadas me gritaban para que lo hiciera. ”Odio ser así…” – suspiré de forma pesada. Notaba como la chica de la recepción me miraba de forma dulce, incluso, escuché como se reía de forma suave. ”Veamos que resulta…” – me armé de valor y empecé a subir las escaleras.
– ¿Qué debería decirle? – No se me ocurría nada, mi cuerpo se movía por la inercia y mi mente se había quedado completamente en blanco. ”Y otras personas hablan como si nada…” – solo podía hablar de forma normal, sin tartamudear o algo, con Krauser y esta sería una de las pocas veces en las que hablaba con otra persona. El mundo era grande y encuentros así se iban a repetir a lo largo de mi viaje, debía ser capaz de aprender de ellos y, por supuesto, a poder sacar a relucir mi verdadera personalidad con mayor grado de facilidad. No tardé en llegar a la habitación. ”Debería tocar…” – sí, lo había pensado, pero de forma inconsciente, solo abrí…. Aunque, abrí y cerré de golpe, antes de volver a abrir, aunque un poco más lento. ”Es muy difícil…” – Estaba afilando su espada y no pude evitar mirarla de forma curiosa. De niña que me gustaban esas armas y, por lo mismo, era que las usaba.
– P-Perdón por es-o – dije en un tono con el suficiente volumen para ser escuchado por él. Cerré la puerta con cuidado y me apoyé en ella con los brazos cruzados. No en señal de estar alerta, sino que a modo de cierta protección. – So-lo quier-o preguntarle, ¿qué hace un Co-mo… Comodoro aquí? – Las palabras salían tan forzadas de mi boca que parecía alguna clase de robot que apenas podía pronunciar una respuesta. Guardé silencio y esperé su respuesta… ¿Qué me diría? ¿Cómo reaccionaría? En cierta parte, estaba atenta a cada posible escenario… En parte.
– ¿Qué debería decirle? – No se me ocurría nada, mi cuerpo se movía por la inercia y mi mente se había quedado completamente en blanco. ”Y otras personas hablan como si nada…” – solo podía hablar de forma normal, sin tartamudear o algo, con Krauser y esta sería una de las pocas veces en las que hablaba con otra persona. El mundo era grande y encuentros así se iban a repetir a lo largo de mi viaje, debía ser capaz de aprender de ellos y, por supuesto, a poder sacar a relucir mi verdadera personalidad con mayor grado de facilidad. No tardé en llegar a la habitación. ”Debería tocar…” – sí, lo había pensado, pero de forma inconsciente, solo abrí…. Aunque, abrí y cerré de golpe, antes de volver a abrir, aunque un poco más lento. ”Es muy difícil…” – Estaba afilando su espada y no pude evitar mirarla de forma curiosa. De niña que me gustaban esas armas y, por lo mismo, era que las usaba.
– P-Perdón por es-o – dije en un tono con el suficiente volumen para ser escuchado por él. Cerré la puerta con cuidado y me apoyé en ella con los brazos cruzados. No en señal de estar alerta, sino que a modo de cierta protección. – So-lo quier-o preguntarle, ¿qué hace un Co-mo… Comodoro aquí? – Las palabras salían tan forzadas de mi boca que parecía alguna clase de robot que apenas podía pronunciar una respuesta. Guardé silencio y esperé su respuesta… ¿Qué me diría? ¿Cómo reaccionaría? En cierta parte, estaba atenta a cada posible escenario… En parte.
Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El chico estaba finalizando limpieza de Hudoku. Ya sólo le faltaban dos más. Mostró una sonrisa ladeada al ver el éxito que había logrado. Su preciosa espada estaba afilada y limpia. Mostró una expresión calmada, y dejó su den den mushi en lo alto de la mesa. Tenerlo en el bolsillo le molestaba un poco. El caracol tenía cara de mala leche, además tenía unas gafas idénticas a las de Ban. Resultaba ser un poco gracioso y todo. El espadachín ocultó a Hudoku, sacando ahora a Azazel, pero quitándose los guantes. No había peligro con aquella preciosa katana. La otra, al ser de kairouseki, daba problemas. Por ello siempre la solía usar con las manos cubiertas. Si en mitad de una pelea quedaba atontado por su propia arma, sería un cachondeo y una desventaja. Seguro que él se reía de sí mismo, como de costumbre pero, no podía hacerle gracia a sus compañeros.
De repente notó una presencia acercarse. Miró a la puerta. Ésta se abrió, y se cerró al momento. El castaño alzó una ceja, quedando un poco confuso. Pensó que le estaban espiando para verle el miembro viril o algo por el estilo. Era la dependienta, era rana que no le dio habitación quería cosas dentro. El pobre chico tomó su katana y frunció el ceño. Si debía cortarle un dedo, lo haría. Sus nervios aumentaron un poco. En ese momento, pudo ver que se trataba de la otra chica. La miró tranquilamente, y pudo escuchar su voz. Parecía estar nerviosa. – “Dios mío, que no tenga la regla” – Pensó el mafioso, sabiendo que las mujeres se ponían de mala leche en esos momentos. La observó tranquilamente, limpiando la espada con calma. De repente escuchó su pregunta. El chico se quedó mirándola con calma, pensándose su respuesta. Debía de ser cauteloso. En ese momento pensó en unas cuantas respuestas.
Justo cuando iba a darle una, el jodido caracol le llamó. El puto bicho descolgó sin permiso. Debía de estar averiado. En ese momento, se escuchó la voz de su padre, Emishi Taketo. – ¡Bien hecho hijo! ¡Sales en todos los periódicos! Vales cincuenta millones. Vuelve a la base pronto, que tenemos una fiesta para ti. – Entonces el líder de la mafia colgó. Una gotita de sudor le cayó al chico por la cabeza, mirando después a la chica. Su querido papi era el tío más inoportuno del mundo. Siempre lograba hablar cuando no debía. Entonces el joven príncipe serpiente, miró a la chica. – Ban Midou, príncipe mafioso de los Serpiente morada, también conocidos como los Taketo. Mucho gusto, estoy aquí huyendo del gobierno. – Dijo con toda su sinceridad, pero alerta. De hecho, su pie estaba imbuido en haki armadura, pero al llevar los zapatos, no se notaba. Bajo su ropa, salía un pequeño humo negro, señal de que el magma le recorría con disimulo. Mostró una mirada tranquila, observando a la chica fijamente a los ojos.
De repente notó una presencia acercarse. Miró a la puerta. Ésta se abrió, y se cerró al momento. El castaño alzó una ceja, quedando un poco confuso. Pensó que le estaban espiando para verle el miembro viril o algo por el estilo. Era la dependienta, era rana que no le dio habitación quería cosas dentro. El pobre chico tomó su katana y frunció el ceño. Si debía cortarle un dedo, lo haría. Sus nervios aumentaron un poco. En ese momento, pudo ver que se trataba de la otra chica. La miró tranquilamente, y pudo escuchar su voz. Parecía estar nerviosa. – “Dios mío, que no tenga la regla” – Pensó el mafioso, sabiendo que las mujeres se ponían de mala leche en esos momentos. La observó tranquilamente, limpiando la espada con calma. De repente escuchó su pregunta. El chico se quedó mirándola con calma, pensándose su respuesta. Debía de ser cauteloso. En ese momento pensó en unas cuantas respuestas.
Justo cuando iba a darle una, el jodido caracol le llamó. El puto bicho descolgó sin permiso. Debía de estar averiado. En ese momento, se escuchó la voz de su padre, Emishi Taketo. – ¡Bien hecho hijo! ¡Sales en todos los periódicos! Vales cincuenta millones. Vuelve a la base pronto, que tenemos una fiesta para ti. – Entonces el líder de la mafia colgó. Una gotita de sudor le cayó al chico por la cabeza, mirando después a la chica. Su querido papi era el tío más inoportuno del mundo. Siempre lograba hablar cuando no debía. Entonces el joven príncipe serpiente, miró a la chica. – Ban Midou, príncipe mafioso de los Serpiente morada, también conocidos como los Taketo. Mucho gusto, estoy aquí huyendo del gobierno. – Dijo con toda su sinceridad, pero alerta. De hecho, su pie estaba imbuido en haki armadura, pero al llevar los zapatos, no se notaba. Bajo su ropa, salía un pequeño humo negro, señal de que el magma le recorría con disimulo. Mostró una mirada tranquila, observando a la chica fijamente a los ojos.
Ai Nanasaki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No pude evitar sorprenderme ante lo que había escuchado… No era un marine, era un mafioso y, por si fuera poco, tenía cincuenta millones de recompensa. ”Vaya…” – no me interesaba mucho que escondiera su identidad, debía tener sus razones y, aparte, a mí me interesaba por otra cosa. Esas espadas que él poseía. De hecho, solo me interesaban sus armas. Se veían que eran de una calidad diferente a las que se veían a diario e inclusive, notaba que él estaba a un nivel muy diferente a mí o al resto. ” Trataré de no meter la pata” – me repetí a mí misma, tratando de controlar mis nervios y, de paso, analizarlo un poco más. No es que él se presentara abiertamente hostil, pero no era muy de fiar un prejuicio como ese y menos el mío. Yo era de las que se solía equivocar al momento de tener una primera imagen de las personas que me rodeaban. No es no confiara en mi juicio… Solo que era un poco menos acertado que el de la mayoría.
– Yo s-soy Ai… Ai Na-nasaki – sí, definitivamente yo era la personificación de la palabra tímida. Quizás los múltiples abusos que había sufrido en mi pasado me habían hecho así, quizás solo era desconfianza hacía los hombres. Quizás solo era mi mente tratando de protegerme, mi subconsciente me estaba jugando alguna especie de mala pasada y me impedía mostrar mi verdadera personalidad. – Me relaja en cierta forma que no seas marine – ¡al fin! Mi primera frase completa. Una pequeña victoria… O eso creía. – Me llaman la atención tus espadas – dije con una sonrisa, me senté en el suelo, sin dejar de apoyar mi espalda en la puerta y dejando mis dos espadas a mi lado derecho. ”Cada vez me suelto un poco más… Tú puedes” – pensé con calma mientras lo miraba con calma. Si había algo parecido en nosotros, era el color de nuestros ojos y que éramos espadachines. – Soy una amante de las espadas – si bien las frases eran más extensas y podía decirlas sin titubear, era evidente que no me sentía cómoda ante la situación. Me sentía como si mil y una personas me estuvieran observando. Era extraño… Lo sabía, pero no podía ser más natural y no aparentar que todo lo que decía fuera forzado. – ¿Qué tipo de trabajos hace tú mafia? – Pregunté con curiosidad. La verdad, él no aparentaba ser un mafioso. Aparentaba de todo, menos ser un mafioso.
– Yo s-soy Ai… Ai Na-nasaki – sí, definitivamente yo era la personificación de la palabra tímida. Quizás los múltiples abusos que había sufrido en mi pasado me habían hecho así, quizás solo era desconfianza hacía los hombres. Quizás solo era mi mente tratando de protegerme, mi subconsciente me estaba jugando alguna especie de mala pasada y me impedía mostrar mi verdadera personalidad. – Me relaja en cierta forma que no seas marine – ¡al fin! Mi primera frase completa. Una pequeña victoria… O eso creía. – Me llaman la atención tus espadas – dije con una sonrisa, me senté en el suelo, sin dejar de apoyar mi espalda en la puerta y dejando mis dos espadas a mi lado derecho. ”Cada vez me suelto un poco más… Tú puedes” – pensé con calma mientras lo miraba con calma. Si había algo parecido en nosotros, era el color de nuestros ojos y que éramos espadachines. – Soy una amante de las espadas – si bien las frases eran más extensas y podía decirlas sin titubear, era evidente que no me sentía cómoda ante la situación. Me sentía como si mil y una personas me estuvieran observando. Era extraño… Lo sabía, pero no podía ser más natural y no aparentar que todo lo que decía fuera forzado. – ¿Qué tipo de trabajos hace tú mafia? – Pregunté con curiosidad. La verdad, él no aparentaba ser un mafioso. Aparentaba de todo, menos ser un mafioso.
Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aquella chica se presentó. Parecía ser muy tímida, todo lo contrario a Terumi, pero a decir verdad se veía menos inocente. Los azulados ojos del chico, estaban clavados en los de ella. Le recordaba demasiado a él mismo, con la diferencia de que Ban no era tímido. De hecho su humor sarcástico, y su obsesión con ir de pasota por la vida, le convertían en un tipo totalmente distinto a ella. Al menos pensaba así por lo que estaba viendo. Anuló la lava que estaba formando, y se relajó bastante. También deshizo su haki armadura pues, no la veía como una amenaza. Su haki podría predecir las intenciones hacia él. De modo que si le atacaba, lo podía saber un poco antes. Soltó un pequeño suspiro, volviendo a lo suyo, mirando sus preciosas espadas. Cada una era de un tipo distinto, pero sabía usarlas todas de una forma bastante buena. Era la ventaja de entrenar cada día con ellas.
De repente la chica dijo ser una amante de las espadas, justo como él. Abrió los ojos un poco más de la cuenta, silbando despacio. Entonces terminó de limpiar esa arma, sacando a la última que le faltaba, Cladón. Era la mayor de las tres, y le tenía mucho cariño. Pensó en afilarla primero, sentía la necesidad de hacerlo. Entonces recordó a la chica. Esperaba que no quisiera robarle una de ellas. Se notaba que Ban era muy aplicado en sus cosas. Entonces vino la pregunta que le hizo mirarla a los ojos. Aquella información era totalmente clasificada. Muchos de sus trabajos eran crueles, pero otros merecían la pena, y resultaban buenos para la sociedad. Su padre pensaba como él, pero otros se dedicaban al asesinato. Decidió no decir nada pues, él era el tipo más fiel a aquel grupo. Entonces se dio cuenta de que no había dicho ni una sola palabra desde que la chica estaba allí. Finalmente soltó un nuevo suspiro, colocándose en pie. Cerró la ventana, y la persiana también.
Finalmente clavó sus ojos de nuevo en aquella morena. – Mi mafia, y todo lo relacionado con ella, es un secreto. – Una vez dijo aquello, desenfundó a Hudoku. Su preciosa espada larga de kairouseki puro. Entonces la puso al alcance de la chica, sentándose en la cama con la mirada perdida. – Esta es mi favorita. – Una vez dijo aquello, metió la mano en el bolsillo de su camisa. Sacó un paquete de tabaco y un mechero rojo. Se llevó uno de aquellos objetos a la boca, encendiéndolo después. El humo invadió sus pulmones, el cual expulsó al momento. Le ayudaba mucho a relajarse. No estaba hecho a que su cabeza tuviese precio, y tenía que pensarse bien todas sus acciones. De hecho, no estaba muy tranquilo. Miró de nuevo a la chica, para ver qué estaba haciendo. Después se cruzó de brazos despacio. – ¿Te importa pedir dos menús de la casa? – Le dijo entonces ofreciéndole un par de billetes. Le estaban dando ganas de comer, y a decir verdad no pensaba aguantarse. En ese momento miró por la ventana, para ver si veía a más personas.
Entonces se llevó la mano a la cabeza, recordando todo lo pasado en el gobierno mundial. Había estado infiltrado a la perfección. Cada día vivía con el temor de que le descubrieran pero, por fin la pesadilla había finalizado. Se quitó la camisa, dejando ver un cuerpo fornido y bien curtido. Tenía algún que otro corte pero, tampoco le importaba. Al ver que estaba anocheciendo, encendió una de las lámparas. De ese modo había iluminación pero sin pasarse. Odiaba las salas que parecían estar hechas con miles de focos. Siempre había preferido un poco de oscuridad en la sala. Su cigarro ya estaba consumido por la mitad, pero tenía como unos cinco más, de modo que no le preocupaba mucho. Se terminó de sentar de nuevo, colocando la palma de la mano en la mejilla, y pensando en sus cosas.
De repente la chica dijo ser una amante de las espadas, justo como él. Abrió los ojos un poco más de la cuenta, silbando despacio. Entonces terminó de limpiar esa arma, sacando a la última que le faltaba, Cladón. Era la mayor de las tres, y le tenía mucho cariño. Pensó en afilarla primero, sentía la necesidad de hacerlo. Entonces recordó a la chica. Esperaba que no quisiera robarle una de ellas. Se notaba que Ban era muy aplicado en sus cosas. Entonces vino la pregunta que le hizo mirarla a los ojos. Aquella información era totalmente clasificada. Muchos de sus trabajos eran crueles, pero otros merecían la pena, y resultaban buenos para la sociedad. Su padre pensaba como él, pero otros se dedicaban al asesinato. Decidió no decir nada pues, él era el tipo más fiel a aquel grupo. Entonces se dio cuenta de que no había dicho ni una sola palabra desde que la chica estaba allí. Finalmente soltó un nuevo suspiro, colocándose en pie. Cerró la ventana, y la persiana también.
Finalmente clavó sus ojos de nuevo en aquella morena. – Mi mafia, y todo lo relacionado con ella, es un secreto. – Una vez dijo aquello, desenfundó a Hudoku. Su preciosa espada larga de kairouseki puro. Entonces la puso al alcance de la chica, sentándose en la cama con la mirada perdida. – Esta es mi favorita. – Una vez dijo aquello, metió la mano en el bolsillo de su camisa. Sacó un paquete de tabaco y un mechero rojo. Se llevó uno de aquellos objetos a la boca, encendiéndolo después. El humo invadió sus pulmones, el cual expulsó al momento. Le ayudaba mucho a relajarse. No estaba hecho a que su cabeza tuviese precio, y tenía que pensarse bien todas sus acciones. De hecho, no estaba muy tranquilo. Miró de nuevo a la chica, para ver qué estaba haciendo. Después se cruzó de brazos despacio. – ¿Te importa pedir dos menús de la casa? – Le dijo entonces ofreciéndole un par de billetes. Le estaban dando ganas de comer, y a decir verdad no pensaba aguantarse. En ese momento miró por la ventana, para ver si veía a más personas.
Entonces se llevó la mano a la cabeza, recordando todo lo pasado en el gobierno mundial. Había estado infiltrado a la perfección. Cada día vivía con el temor de que le descubrieran pero, por fin la pesadilla había finalizado. Se quitó la camisa, dejando ver un cuerpo fornido y bien curtido. Tenía algún que otro corte pero, tampoco le importaba. Al ver que estaba anocheciendo, encendió una de las lámparas. De ese modo había iluminación pero sin pasarse. Odiaba las salas que parecían estar hechas con miles de focos. Siempre había preferido un poco de oscuridad en la sala. Su cigarro ya estaba consumido por la mitad, pero tenía como unos cinco más, de modo que no le preocupaba mucho. Se terminó de sentar de nuevo, colocando la palma de la mano en la mejilla, y pensando en sus cosas.
Ai Nanasaki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Verlo hacer el cuidado necesario para unas armas tan preciosas como una espada, era un arte. Se necesitaba de mucha concentración, tacto, y, sobre todo, un buen ojo para saber cuándo parar. Era sin lugar a dudas, todo un espectáculo, como si un pianista tocara un solo en un gran concierto o ver a un cocinero hacer su comida en un restaurant de alta gama. ”Todas se ven preciosas” – estaba alucinada al verlas y quería ponerles mis manos a todas y cada una de ellas. Respondió a mi pregunta y fue tajante, no iba a hablar de ese tema ya que era confidencial. ”¿Acaso esperaba otra cosa?” – suspiré de forma tranquila y noté que cerraba tanto la ventana como la persiana y dejaba la habitación con luz justa. ”Es algo raro… Pero, he conocido peores” – dejó la espada más larga a mi alcance y luego se sentó en la cama. ”No me digas…” – al parecer, podía tomarla y echarle una mirada desde más cerca.
– Con permiso… – dije con algo o más nervios que antes. La agarré con mi mano derecha y la desenfundé. Era, tal y como había sospechado, hermosa a la vista. Pasé, con mucho cuidado, mi mano izquierda por su hoja y sentí una extraña sensación, ¿kairoseki? Era la única forma en que yo sintiera algo de debilidad al pasar mi mano por esa hoja. – Etto… Ban-san, ¿es de Kairoseki? – Le pregunté mientras la volvía a guardar en su funda y la volvía a dejar donde estaba. Escuché como pedía algo de comida y me pasaba el dinero. Asentí con la cabeza y salí. No tardé nada en llegar a la recepción, comprar los dos menús y pedir que los llevarán a la donde estábamos. Noté que la recepcionista me miraba y se reía, ¿en qué carajos pensaba? No me importaba mucho la verdad y tampoco es que tuviera ganas de preguntarle.
– Mis espadas, a diferencia de las tuyas, no tienen alguna habilidad especial – quizás estaba asumiendo por error que todas tenían alguna. – Solo son el recuerdo de un idiota que se hacía llamar mi padre. – Dije sin ocultar algo de enfado en mi voz. Todo hubiera sido distinto si él hubiera tomado otras decisiones o si no hubiera perdido la cabeza. Guardé silencio y esperé algún comentario por su parte.
– Con permiso… – dije con algo o más nervios que antes. La agarré con mi mano derecha y la desenfundé. Era, tal y como había sospechado, hermosa a la vista. Pasé, con mucho cuidado, mi mano izquierda por su hoja y sentí una extraña sensación, ¿kairoseki? Era la única forma en que yo sintiera algo de debilidad al pasar mi mano por esa hoja. – Etto… Ban-san, ¿es de Kairoseki? – Le pregunté mientras la volvía a guardar en su funda y la volvía a dejar donde estaba. Escuché como pedía algo de comida y me pasaba el dinero. Asentí con la cabeza y salí. No tardé nada en llegar a la recepción, comprar los dos menús y pedir que los llevarán a la donde estábamos. Noté que la recepcionista me miraba y se reía, ¿en qué carajos pensaba? No me importaba mucho la verdad y tampoco es que tuviera ganas de preguntarle.
– Mis espadas, a diferencia de las tuyas, no tienen alguna habilidad especial – quizás estaba asumiendo por error que todas tenían alguna. – Solo son el recuerdo de un idiota que se hacía llamar mi padre. – Dije sin ocultar algo de enfado en mi voz. Todo hubiera sido distinto si él hubiera tomado otras decisiones o si no hubiera perdido la cabeza. Guardé silencio y esperé algún comentario por su parte.
Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El chico escuchó las palabras de la muchacha. Al parecer estaba interesada en saber si Hudoku estaba hecha de kairouseki. En efecto, así era. Pero si lo sabía debió ser por la sensación de debilitación, ella no tenía pinta de herrera profesional, o a lo mejor sí. De todas formas, si ella era usuaria, quería saber de qué tipo de fruta. A lo mejor se trataba de un ser terrible de la prehistoria o dominaba un elemento poderoso. De todas formas, él amaba el suyo. Adoraba el poder de la temperatura, y él dominaba uno de los polos al extremo. Encima el golpear con una fiera le hacía muchísimo peor. Se consideraba un espadachín del estilo violento, pura fuerza bruta al impactar. Muchos no podían luchar así, pero él combinaba aquello con su velocidad natural. De aquella forma era mucho más bestia. – Pues sí, lo es. – Dijo con calma.
La chica entonces fue por lo que dijo el castaño. No tardó mucho en volver con la deliciosa comida, aunque la llevaba la recepcionista, encima con una botella de champán. Eso no lo había pedido, pero si invitaban pues ale. Entonces escuchó las palabras de la morena. Simplemente sonrió de lado. – Deberías entonces tener mejores. De todas formas también importa el manejo. – Examinó una de las cajitas. Venían trozos de pollo con arroz, patatas, ensalada, un poco de pescado y un helado de nata. El mafioso sonrió de lado al ver el atracón que se iba a dar. No pudo evitar relamerse, mostrando una expresión un poco sádica en ese momento. – Este sitio es la leche. Debo venir más a huir de esos payasos del Cipher Pol. – Una vez dijo aquello, le tendió a la chica la otra caja para que comiera también. Entrecerró los ojos, y miró la botella del alcohol.
Iba a decir una cosa, pero la mujer continuaba allí. – Ya puede retirarse, no me gusta comer mientras me miran. – Dijo de forma un poco seria, pero sin sonar amenazante. Entonces la mujer le sonrió de forma enfermiza, guiñándole un puto ojo. Quería violarlo, o peor, meterle un dedo en el culo. El castaño notó un jodido escalofrío recorrerle la espalda. Cuando la mujer se fue, miró el champán acojonado. – No pienso probar ese licor yo primero. – Dijo a forma de indirecta mientras tomaba los palillos y comenzaba a comer arroz con toda la calma del mundo. El sabor era delicioso pero, le faltaba muchísima sal. – Ai, tus ojos se parecen a los míos. – Dejó caer mientras jalaba a una velocidad muy rápida. Entonces como era de esperar se le fue la comida por el otro lado, empezando a toser como una bestia.
La chica entonces fue por lo que dijo el castaño. No tardó mucho en volver con la deliciosa comida, aunque la llevaba la recepcionista, encima con una botella de champán. Eso no lo había pedido, pero si invitaban pues ale. Entonces escuchó las palabras de la morena. Simplemente sonrió de lado. – Deberías entonces tener mejores. De todas formas también importa el manejo. – Examinó una de las cajitas. Venían trozos de pollo con arroz, patatas, ensalada, un poco de pescado y un helado de nata. El mafioso sonrió de lado al ver el atracón que se iba a dar. No pudo evitar relamerse, mostrando una expresión un poco sádica en ese momento. – Este sitio es la leche. Debo venir más a huir de esos payasos del Cipher Pol. – Una vez dijo aquello, le tendió a la chica la otra caja para que comiera también. Entrecerró los ojos, y miró la botella del alcohol.
Iba a decir una cosa, pero la mujer continuaba allí. – Ya puede retirarse, no me gusta comer mientras me miran. – Dijo de forma un poco seria, pero sin sonar amenazante. Entonces la mujer le sonrió de forma enfermiza, guiñándole un puto ojo. Quería violarlo, o peor, meterle un dedo en el culo. El castaño notó un jodido escalofrío recorrerle la espalda. Cuando la mujer se fue, miró el champán acojonado. – No pienso probar ese licor yo primero. – Dijo a forma de indirecta mientras tomaba los palillos y comenzaba a comer arroz con toda la calma del mundo. El sabor era delicioso pero, le faltaba muchísima sal. – Ai, tus ojos se parecen a los míos. – Dejó caer mientras jalaba a una velocidad muy rápida. Entonces como era de esperar se le fue la comida por el otro lado, empezando a toser como una bestia.
Ai Nanasaki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
”Genial” – había acertado. Esa espada era de Kairoseki. No fue difícil hacerlo, después de todo, solo aquella piedra del mar podría debilitarme, aunque fuera un poco. Al parecer, Ban, se estaba escondiendo del Cipher Pol. ¿Sería alguien malo teniendo una faceta buena? Bien podía ser un traidor o que estuviera en el lugar y momento equivocado. No sería la primera vez que la Marina se equivocara a la hora de poner recompensas. No podía negarlo, era demasiado relajado como para ir diciendo aquellas cosas, ¿qué le aseguraba que yo no fuera de ese grupo? No sabía si era muy relajado o un idiota sin miedo a nada. Agarré la segunda caja y la abrí; había en su interior, un poco de carne, papas fritas y una especie de salsa de soya. ”Se ve delicioso” – Ban le dijo a la chica que se fuera y esta lo hizo, no sin antes guiñarle un ojo y sonreír de forma un poco enfermiza.
– Lo siento, pero no bebo alcohol – dije mientras me llevaba el primer pedazo de carne a la boca. No es que fuera la mejor comida del mundo, pero, al menos, tenía un buen sabor. ¿Había probado mejores? Claro que sí. – Ban-san, ¿huyes del Cipher pol por algún trabajo de tu mafia? – tomé una leve pausa y luego me llevé una papa frita a la boca. – ¿O, al igual que esos trabajos, es confidencial? – era mera curiosidad y tampoco me importaba si respondía o no. Pero, quizás, me sentiría un poco más tranquila de saber aquella razón. Bien podía estar lidiando con un asesino en serio violador de niños o algo peor… Si es que existía. Probé la salsa junto con la carne y las papas y… Me llevé una sorpresa, al parecer, el truco estaba en comer todo junto y no por separado. Cuando se juntaban con el paladar, aparte de incitar a comer más, sus sabores se mezclaban de forma suave y armónica.
Escuché su comentario sobre nuestros ojos y, por alguna extraña razón, aparté mi mirada de la suya y noté como es que me iba sonrojando. Estaba claro que no lo dijo de aquella forma, pero tampoco es que no lo hubiera notado. De hecho, eran las dos cosas que nos unían; el color de nuestros ojos y nuestra pasión por las espadas. – Bueno… Tienes razón… Creo. – Dije con una suave sonrisa.
– Lo siento, pero no bebo alcohol – dije mientras me llevaba el primer pedazo de carne a la boca. No es que fuera la mejor comida del mundo, pero, al menos, tenía un buen sabor. ¿Había probado mejores? Claro que sí. – Ban-san, ¿huyes del Cipher pol por algún trabajo de tu mafia? – tomé una leve pausa y luego me llevé una papa frita a la boca. – ¿O, al igual que esos trabajos, es confidencial? – era mera curiosidad y tampoco me importaba si respondía o no. Pero, quizás, me sentiría un poco más tranquila de saber aquella razón. Bien podía estar lidiando con un asesino en serio violador de niños o algo peor… Si es que existía. Probé la salsa junto con la carne y las papas y… Me llevé una sorpresa, al parecer, el truco estaba en comer todo junto y no por separado. Cuando se juntaban con el paladar, aparte de incitar a comer más, sus sabores se mezclaban de forma suave y armónica.
Escuché su comentario sobre nuestros ojos y, por alguna extraña razón, aparté mi mirada de la suya y noté como es que me iba sonrojando. Estaba claro que no lo dijo de aquella forma, pero tampoco es que no lo hubiera notado. De hecho, eran las dos cosas que nos unían; el color de nuestros ojos y nuestra pasión por las espadas. – Bueno… Tienes razón… Creo. – Dije con una suave sonrisa.
Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Todo precioso sin duda. La chica no bebía alcohol, eso solo significaba que le iba a tocar a él probarlo. Al menos el pobre no iba a poder por el momento. Estaba tosiendo, ahogándose, y la chica en vez de ayudarle, se ponía a hablarle. El pobre mafioso sintió instintos de llorar al verse en aquella situación. Continuó tosiendo de forma violenta, hasta que por fin se libró. Estuvo a punto de morir de nuevo con la comida. Eso le pasaba por ser un jodido loco jalando. Se relajó un poco, notando la boca seca. Tuvo por desgracia que beber del jodido champán. Notó un sabor horrible, uno que no había probado antes. Cerró los ojos, escupiendo a un lado y sentándose de nuevo. El pobre había pasado de todo, y la cabrona solo le preguntaba cosas de la mafia. Pobre Ban, pobre Ban.
En ese momento ella le dijo unas palabras que le hicieron soltar un leve suspiro. Amaba dar detalles sobre su vida a los demás, era lo mejor del mundo. Por ello alzó la ceja, mirándola a los ojos con calma. Entonces decidió responderle, todo por culpa de aquellos ojos. Le recordaban demasiado a él mismo, y por ello no pudo evitar contestarle. – Me infiltré unas semanas para pillar información de una mafia rival, pero al no haber nada útil me fui. Ascendí mucho en esas semanas, y ahora vienen por mí. – Dijo con toda la calma del mundo. Después comenzó a comer pollo con mucha calma. No se dio cuenta, pero había pasado de estar solo y a punto de dormir a estar con una joven que se le había colado, y comiendo. Era una situación extraña a decir verdad, por ello soltó un leve suspiro, continuando con su rica comida.
Ban notó una reacción rara en la chica cuando le habló de sus ojos. A lo mejor era demasiado tímida. El pobre soltó un suspiro terminándose el arroz al momento, pero sintiéndose un poco raro. Miró entonces la botella, recordando la mirada de la cabrona. A lo mejor bebió un poco mientras escupía. Empezó a escupir un poco, y de repente pudo ver un jodido dial en una esquina de la sala. De un corte con Azazel lo partió en dos, entendiéndolo todo. El sudor caía por su frente. – Esa cabrona había echado afrodisiacos en la bebida, planeaba tocarse viendo porno… – El espadachín debido a la rabia partió la mesa en dos con su espada. En ese momento se puso de rodillas mientras continuaba suspirando. – Vale, esto es lo que haremos. Ai, por Dios, sal de la sala, mátame, déjame inconsciente o directamente no te acerques ni un poco. – Dijo por el bien de la chica mientras trataba de distraerse mirando a otro lado.
En ese momento ella le dijo unas palabras que le hicieron soltar un leve suspiro. Amaba dar detalles sobre su vida a los demás, era lo mejor del mundo. Por ello alzó la ceja, mirándola a los ojos con calma. Entonces decidió responderle, todo por culpa de aquellos ojos. Le recordaban demasiado a él mismo, y por ello no pudo evitar contestarle. – Me infiltré unas semanas para pillar información de una mafia rival, pero al no haber nada útil me fui. Ascendí mucho en esas semanas, y ahora vienen por mí. – Dijo con toda la calma del mundo. Después comenzó a comer pollo con mucha calma. No se dio cuenta, pero había pasado de estar solo y a punto de dormir a estar con una joven que se le había colado, y comiendo. Era una situación extraña a decir verdad, por ello soltó un leve suspiro, continuando con su rica comida.
Ban notó una reacción rara en la chica cuando le habló de sus ojos. A lo mejor era demasiado tímida. El pobre soltó un suspiro terminándose el arroz al momento, pero sintiéndose un poco raro. Miró entonces la botella, recordando la mirada de la cabrona. A lo mejor bebió un poco mientras escupía. Empezó a escupir un poco, y de repente pudo ver un jodido dial en una esquina de la sala. De un corte con Azazel lo partió en dos, entendiéndolo todo. El sudor caía por su frente. – Esa cabrona había echado afrodisiacos en la bebida, planeaba tocarse viendo porno… – El espadachín debido a la rabia partió la mesa en dos con su espada. En ese momento se puso de rodillas mientras continuaba suspirando. – Vale, esto es lo que haremos. Ai, por Dios, sal de la sala, mátame, déjame inconsciente o directamente no te acerques ni un poco. – Dijo por el bien de la chica mientras trataba de distraerse mirando a otro lado.
Ai Nanasaki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Era una situación extraña… Ni yo habría sido capaz de imaginarme algo así. Solo por el impulso de querer saber más sobre esas espadas y, en parte, saber sobre Ban; me habían hecho ir a su habitación. Estaba sumida en mis pensamientos, que no me había percatado de que él se estaba ahogando. Dejé la comida a un lado y di un paso para acercarme, en ese momento todo paró y, luego de unos cuantos segundos, me respondió. Para mi sorpresa, se había infiltrado en el Cipher pol unas semanas, quería averiguar sobre una mafia rival. Ban, en el proceso, ascendió de puestos y luego de un tiempo, viendo que no encontró nada útil; decidió abandonarlo y, por ende, tenía la recompensa que tenía. ”Vaya…”
– Pues… – Iba a decir algo, quería decirlo, pero fue entonces que noté que el espadachín cortaba algo con su espada y luego cortaba la mesa. No pude evitar dar un paso atrás y poner mis manos en mis armas… Hasta que él volvió a hablar, al parecer, quería que lo dejara inconsciente o que no me acercara a él. ”¿Qué pasa?” – estaba bastante confundida e incluso ni siquiera me había dado cuenta que había botado mi comida en el proceso. ¿Qué debía hacer? No lo negaba, estaba nerviosa y era como si hubiera vuelto al inicio. ¿Acaso la señora de antes tenía algo que ver? ”Acaso….” – lo que decía Ban parecía tener sentido. Acerqué la botella a mi nariz y noté que había más cosas que licor en esta. Definitivamente, el pelinegro tenía toda la razón.
– ¿Puedo ayudar en algo? – Pregunté mientras me apegaba a la puerta. No tenía idea que hacer y, por lo pronto, quizás lo mejor era irme de ese lugar. Pero… No lo podía dejar tirado, debía de ayudarlo en algo…. Lo que fuera. Me quedé callada unos segundos, con mi guardia en alto por si pasaba cualquier cosa, y atenta a todo lo que me rodeaba. Si era cierto, aquella señora iba a volver. ¿Podría ser uno de los enemigos de Ban? A estas alturas del juego y viendo lo que estaba pasando, no descartaba nada.
– Pues… – Iba a decir algo, quería decirlo, pero fue entonces que noté que el espadachín cortaba algo con su espada y luego cortaba la mesa. No pude evitar dar un paso atrás y poner mis manos en mis armas… Hasta que él volvió a hablar, al parecer, quería que lo dejara inconsciente o que no me acercara a él. ”¿Qué pasa?” – estaba bastante confundida e incluso ni siquiera me había dado cuenta que había botado mi comida en el proceso. ¿Qué debía hacer? No lo negaba, estaba nerviosa y era como si hubiera vuelto al inicio. ¿Acaso la señora de antes tenía algo que ver? ”Acaso….” – lo que decía Ban parecía tener sentido. Acerqué la botella a mi nariz y noté que había más cosas que licor en esta. Definitivamente, el pelinegro tenía toda la razón.
– ¿Puedo ayudar en algo? – Pregunté mientras me apegaba a la puerta. No tenía idea que hacer y, por lo pronto, quizás lo mejor era irme de ese lugar. Pero… No lo podía dejar tirado, debía de ayudarlo en algo…. Lo que fuera. Me quedé callada unos segundos, con mi guardia en alto por si pasaba cualquier cosa, y atenta a todo lo que me rodeaba. Si era cierto, aquella señora iba a volver. ¿Podría ser uno de los enemigos de Ban? A estas alturas del juego y viendo lo que estaba pasando, no descartaba nada.
Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El castaño continuaba sudando de forma un poco exagerada. El efecto de esa cosa era bueno, pero el príncipe serpiente tenía muchos trucos. No iban a poderle las jodidas drogas. Sabía muy bien qué hacer con aquel síntoma. No iba a violar a la chiquilla, no era un puto enfermo. Escuchó las palabras de ella, mientras trataba de combatir la calentura que le estaba invadiendo. Por suerte, no había bebido mucho, y podía controlarse bastante. En ese momento se quitó la prenda superior, indicándole a ella con la mano que se apartarse de la puerta. Tenía soluciones, y una de ellas estaba en la sala de en frente. Sus azulados ojos se encontraron de nuevo con los de ella, mirándolos como si de un espejo se tratasen. No entendía por qué se parecían tanto los dos en el tema ocular.
Con Hudoku, partió la puerta en dos sin previo aviso. Caminó por el pasillo unos momentos, cortando las paredes debido a la rabia. Finalmente entró a uno de los cuartos de baño, partió con su espada la ducha, comenzando a salir agua fría por todos lados. El mafioso entonces se metió en ella, notando como su temperatura bajaba. Trató de contener el frío, pues al ser de noche, era una locura que hiciese aquello. Cerró los ojos suspirando, sintiéndose muchísimo mejor, pero no se fiaba por el momento. – Joder, que frío… – Susurró en ese momento el mafioso. Una vez salió de allí, miró un poco a su alrededor, estando en el pasillo. No podía usar la fruta allí, no iba a desvelar nada habiendo jodidas cámaras como la de la habitación.
En ese momento pudo ver como la mujer subía por las escaleras, mirándole furiosa por todo lo que había roto. – ¡Idiota! Yo sólo quería un poco de diversión ¡Vas a repararme todo! – La mujer se calló cuando el castaño realizó un movimiento con su espada. La tipa entonces terminó en el suelo, con el cuello cortado y los ojos en blanco. – Hija de puta. Incitar a hombres y a chicas jóvenes con drogas es un puto delito. – Él no era un marine ni nada, pero habían intentado joderle. Ban cerró los ojos, abrazándose así mismo en el pasillo, sintiendo el frío recorrer su cuerpo mientras buscaba más diales con la vista. A ese paso, iba a tener que formar un incendio si no quería morir.
Con Hudoku, partió la puerta en dos sin previo aviso. Caminó por el pasillo unos momentos, cortando las paredes debido a la rabia. Finalmente entró a uno de los cuartos de baño, partió con su espada la ducha, comenzando a salir agua fría por todos lados. El mafioso entonces se metió en ella, notando como su temperatura bajaba. Trató de contener el frío, pues al ser de noche, era una locura que hiciese aquello. Cerró los ojos suspirando, sintiéndose muchísimo mejor, pero no se fiaba por el momento. – Joder, que frío… – Susurró en ese momento el mafioso. Una vez salió de allí, miró un poco a su alrededor, estando en el pasillo. No podía usar la fruta allí, no iba a desvelar nada habiendo jodidas cámaras como la de la habitación.
En ese momento pudo ver como la mujer subía por las escaleras, mirándole furiosa por todo lo que había roto. – ¡Idiota! Yo sólo quería un poco de diversión ¡Vas a repararme todo! – La mujer se calló cuando el castaño realizó un movimiento con su espada. La tipa entonces terminó en el suelo, con el cuello cortado y los ojos en blanco. – Hija de puta. Incitar a hombres y a chicas jóvenes con drogas es un puto delito. – Él no era un marine ni nada, pero habían intentado joderle. Ban cerró los ojos, abrazándose así mismo en el pasillo, sintiendo el frío recorrer su cuerpo mientras buscaba más diales con la vista. A ese paso, iba a tener que formar un incendio si no quería morir.
Ai Nanasaki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Las cosas estaban a nada de salir mal y lo sabía. Bueno… No, pero mi instinto me decía que todo se iba a complicar. Ban, de la nada y sin previo aviso, se sacó su camiseta y noté que su abdomen estaba trabajado. No tanto como para llamarlo un adicto a los músculos, pero si lo suficiente como para llamar la atención de todas las chicas en la playa… ”¿Qué carajos piensas, Ai?” – maldije ese estúpido dial y haciendo caso a sus señas; me alejé de la puerta y él se fue cortando todo a su paso. Luego de que acabara con la puerta, lo empecé a seguir a unos cuantos metros detrás suya. Finalmente, llegó a una especie de ducha, la cortó con su espada y se metió en esta… ”Tuve suerte que no bebí nada….” – seguía sin entender porque el dial no me había hecho efecto, pero agradecía que no tuviera que estar como él. ”A saber lo que hubiera hecho…” – un escalofrío frío recorrió mi cuerpo al pensar en esa idea.
– Ban-san… – dije algo nerviosa cuando vi que había matado a aquella chica. – Será mejor que te vayas de aquí… – el olor a sangre empezó a inundar el pasillo… O, al menos, para mí. A veces odiaba que mi olfato fuera así de agudo para esas cosas. – Sé que quizás no te importe mucho pelear contra la Marina y esas cosas, pero te lo recomiendo – mi tono era bajito, lo suficiente para que él me escuchara, pero no el resto de los curiosos que miraban con cierto horror la escena. Muchos de ellos caían desplomados al suelo ante la impresión. – Vamos, Ban-san. Es hora de irnos. – Le dije con una sonrisa algo más tranquila. No me molestaba lo que había hecho, quizás esa señora se lo buscó al hacer lo que hacía. ”Nuevamente, te engañaron las apariencias. Demasiado inocente, Ai” – me critiqué a mí misma. Suspiré con tranquilidad y empecé a caminar, ignorando por completo el cadáver de aquella señora. ¿Dirían algo los testigos? Esperaba que no y, seguramente, estaban tan impresionados que no se acordarían de nuestras caras. ¿Me seguiría Ban? Esperaba que sí, sino lo hacía, solo me quedaba ir hasta el puerto y largarme del lugar.
– Ban-san… – dije algo nerviosa cuando vi que había matado a aquella chica. – Será mejor que te vayas de aquí… – el olor a sangre empezó a inundar el pasillo… O, al menos, para mí. A veces odiaba que mi olfato fuera así de agudo para esas cosas. – Sé que quizás no te importe mucho pelear contra la Marina y esas cosas, pero te lo recomiendo – mi tono era bajito, lo suficiente para que él me escuchara, pero no el resto de los curiosos que miraban con cierto horror la escena. Muchos de ellos caían desplomados al suelo ante la impresión. – Vamos, Ban-san. Es hora de irnos. – Le dije con una sonrisa algo más tranquila. No me molestaba lo que había hecho, quizás esa señora se lo buscó al hacer lo que hacía. ”Nuevamente, te engañaron las apariencias. Demasiado inocente, Ai” – me critiqué a mí misma. Suspiré con tranquilidad y empecé a caminar, ignorando por completo el cadáver de aquella señora. ¿Dirían algo los testigos? Esperaba que no y, seguramente, estaban tan impresionados que no se acordarían de nuestras caras. ¿Me seguiría Ban? Esperaba que sí, sino lo hacía, solo me quedaba ir hasta el puerto y largarme del lugar.
Ban Midou IV
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El mafioso continuaba allí sentado, con los ojos entrecerrados y notándose un poco mejor. Tal vez se había pasado un poco, pero no soportaba aquellas idioteces. Soltó un enorme suspiro escuchando lo que le decía la chica. No tardó en cerrar los ojos, apretando los puños y colocándose en pie despacio. Sus cabellos ya no eran pinchudos, más bien estaban echados hacia abajo. El espadachín se quitó las gafas de Sol, se quedó mirando a los curiosos que le observaban aterrados, y simplemente chasqueó la lengua. Sus ojos se entrecerraron, soltó un par de suspiros, y guardó su espada en la funda correspondiente. Una vez tuvo todas con él, se quedó mirando a la chica de forma tranquila, asintiendo a sus palabras.
No le importaba luchar pero, era mejor retirarse. El gobierno le estaba buscando, y de todas formas él sería prioridad para ellos. Les había enviado una carta metiéndose con ellos. No se arrepentía para nada, pero no pudo evitar relamerse de nuevo. Miró el cadáver de aquella idiota por última vez, apretando los puños debido a la rabia. De hecho, escupió a un lado antes de salir con la chica. Una vez que estuviesen en la calle, la miraría a los ojos con toda la calma del mundo. – Vendrán por mí. Es el momento de separarse, Ai. No sé si nos veremos de nuevo, pero cuídate. – Dijo con toda la calma del mundo. Entonces metió ambas manos en los bolsillos, comenzando a caminar en dirección contraria a la chica. Presentía que se verían de nuevo.
Trató de meter la mano en el bolsillo del pantalón para coger su tabaco, pero parecía ser que se le había mojado totalmente. Soltó un suspiro, comenzando a imbuirse en lava. Ya no había nadie, y no pensaba que le fuesen a molestar. Por el momento se dirigiría a la base, pero antes planeaba hacer una parada en Banaro. Debía luchar un poco, y trataría de buscar un combate difícil o algo por el estilo. Tenía una argucia que le podía servir para atraer al resto de personas. – Es una gilipollez como un piano, pero espero que piquen. – Mencionó con un tono simple mientras se iba alejando. El viento mecía sus cabellos mientras avanzaba, se había quedado feliz. No pensaba volver más por aquella isla. Era un sitio horrible, y las personas encima no eran nada amables. Quitando a la morena, todos los demás habían sido unos payasos en toda regla.
No le importaba luchar pero, era mejor retirarse. El gobierno le estaba buscando, y de todas formas él sería prioridad para ellos. Les había enviado una carta metiéndose con ellos. No se arrepentía para nada, pero no pudo evitar relamerse de nuevo. Miró el cadáver de aquella idiota por última vez, apretando los puños debido a la rabia. De hecho, escupió a un lado antes de salir con la chica. Una vez que estuviesen en la calle, la miraría a los ojos con toda la calma del mundo. – Vendrán por mí. Es el momento de separarse, Ai. No sé si nos veremos de nuevo, pero cuídate. – Dijo con toda la calma del mundo. Entonces metió ambas manos en los bolsillos, comenzando a caminar en dirección contraria a la chica. Presentía que se verían de nuevo.
Trató de meter la mano en el bolsillo del pantalón para coger su tabaco, pero parecía ser que se le había mojado totalmente. Soltó un suspiro, comenzando a imbuirse en lava. Ya no había nadie, y no pensaba que le fuesen a molestar. Por el momento se dirigiría a la base, pero antes planeaba hacer una parada en Banaro. Debía luchar un poco, y trataría de buscar un combate difícil o algo por el estilo. Tenía una argucia que le podía servir para atraer al resto de personas. – Es una gilipollez como un piano, pero espero que piquen. – Mencionó con un tono simple mientras se iba alejando. El viento mecía sus cabellos mientras avanzaba, se había quedado feliz. No pensaba volver más por aquella isla. Era un sitio horrible, y las personas encima no eran nada amables. Quitando a la morena, todos los demás habían sido unos payasos en toda regla.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.