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El último Skywalker[Diario Pre-Ficha][Construcción] Empty El último Skywalker[Diario Pre-Ficha][Construcción] {Sáb 2 Jul 2016 - 18:09}

León dorado, el último Skywalker

- ¿Estás listo?- preguntó Gary mientras miraba el mar azul desde la isla más elevada del mundo.

Luke hizo lo mismo mientras su cuerpo temblaba de miedo. Jamás había dejado su isla natal, Skypea, ésta sería la primera vez que iría a las islas terrestres. Desde el cielo todo se veía diminuto e insignificante, tanto que tenía el temor de que al llegar ahí él sería el insignificante. No estaba listo para irse, sentía pánico caer al fondo del mar azul y no poder salir, pero tenía más miedo a lo que Gary le haría si mostraba temor.

- Sí, estoy listo.- respondió firmemente. Miró atrás, a la puerta blanca. Recordó que había ido ahí sin permiso de su familia. Pensó por unos instantes el castigo que le daría su madre, pero ya era demasiado tarde.- Entonces, ¿cómo iremos hasta allí?

- Saltando.- dijo su maestro con una sonrisa en el rostro, justo antes de empujarlo hacia el mar azul.

No tuvo tiempo de gritar. La caída fue larga, de casi dos minutos, durante la cual Luke no se atrevió a abrir los ojos. El choque con el agua fue duro, más de lo que esperó incluso con la capa de nube que llevó cubriéndole. Gary le había explicado que eso pasaría, su largo entrenamiento en el cielo había sido para eso finalmente, para sobrevivir a la dura caída. La resistencia de su cuerpo era superior a la de cualquier humano común, además de ser más ágil y fuerte. Luego de caer varios metros al fondo del mar azul, intentó nadar hasta la superficie. Aquel mar no era como el de Skypea, sentía el agua muy distinta y más líquida, todo sería distinto ahí. Con mucho esfuerzo salió hasta la superficie, donde Gary lo esperaba.

- Así que, Luke, ¿cómo te sientes?- preguntó Gary mientras miraba alrededor buscando una isla cercana.- Creo que necesitarás descansar, el clima de aquí es muy distinto al de el cielo.

El joven skypeano respiraba aún con dificultad, sentía su cuerpo muy distinto y su corazón latía velozmente. Miraba con desesperación y emoción alrededor suyo, aunque lo intentara no podía ocultar el pánico que sentía al estar ahí.

- Estoy asustado, Gary...- dijo con voz temblorosa. Se mantenía en la superficie con dificultad, las olas del mar lo movían de un lado a otro.- Quiero regresar... Tengo mucho miedo. 

La paciencia de Gary se acababa, odiaba ver a su alumno de esa forma. De hecho, odiaba a todos los cobardes, pues de alguna manera le recordaban a alguien que no quería volver a ver. Sin embargo, debía entenderlo, Luke a penas y tenía catorce años. El talento que encontró en aquel niño no se iría simplemente por que tuviera miedo. Pero, en aquel momento debía encargarse de aquel problema. Nadó hasta situarse cerca al ángel, y con un rápido movimiento golpeó su cuello. Luke cayó desmayado en los brazos de Gary, quien puso rumbo a la primera isla que ubicó.

No fue hasta algunas horas después que Luke despertó. Le dolía mucho la cabeza y cuando se fijó notó que no estaba en casa. Se encontraba recostado en una especie de objeto blando, lo cual le recordó mucho a las nubes de Skypea. Se levantó y buscó al rededor asu maestro, pero sólo logró averiguar que no estaba en aquella habitación. Lo que si encontró fue una pequeña nota en el suelo, la cual no tuvo que esforzarse para darse cuenta de que era de Gary. "Regreso más tarde", eran las palabras que estaban escritas ahí. Estaba furioso de que lo hubiera abandonado ahí, en un lugar que apenas conocía, su maestro era un irresponsable. Pero al menos ya no sentía tanto miedo como antes, su cuerpo pareció haberse adaptado al ambiente de aquel lugar. Se sentía mucho más liviano, y es que la presión del aire era más ligera ahí.

Esperó hasta unos segundos a que su maestro llegara, pero su paciencia tenía un límite, y aquel límite era muy pequeño. Sin manera de encontrar salida de ahí, pues no conocía el significado de puerta, rompió la ventana de aquella habitación y salió en busca de Gary. A su alrededor habían decenas de personas, sorprendidas de la irrupción del joven ángel. Sin entender lo que había hecho, Luke los ignoró y caminó en busca de su maestro. Durante su recorrido observó muchas cosas curiosas, a humanos vendiendo objetos o a otros comprando aquellos objetos, a humanos peleando entre sí por cualquier excusa. Pero más aun le sorprendió que nadie se fijara en sus alas. Todos los habitantes del cielo tenían unas, y él claramente no era la excepción. Aunque algo no iba bien... Tocó con sus manos el lugar donde deberían estar sus alas, pero no lo estaban, y en su lugar habían un par de cicatrices.

- ¡Mis alas!- gritó repentinamente, ante el asombro de los pobladores.- ¡¿Dónde están mis alas?!

Empezó a correr de un lado a otro. Buscaba encontrar sus alas en alguna parte, quizá se le habían caído sin que se diera cuenta, o al menos pensaba eso. Pasaron varios minutos mientras buscó por el suelo sus alas. Las personas observaban a Luke extrañadas, no entendían que estaba haciendo. Después de un rato, sin lograr encontrar sus alas, se resignó a perderlas por algún tiempo. Quizá le volverían a crecer. Repentinamente encontró a un humano que vendía un peculiar objeto. Una pequeña cría de león estaba siendo subastada entre algunas personas.

- ... cualquiera puede tener al pequeño Ray, sólo necesitáis pagar el precio adecuado.- decía el vendedor mientras mostraba al pequeño león enjaulado.

No muchas personas mostraban interés en el león, quizá por que no era igual a los demás. Su pelaje era negro, y al parecer, era considerado como un fenómeno ante los demás. Luke sintió pena por el pequeño animal, quien parecía sentirse muy triste dentro de aquella jaula, al igual que todos los leones que eran vendidos en aquel lugar. Lamentablemente, no tenía nada de dinero para comprar aquel león. Revisó sus bolsillos en busca de algo que pudiera ofrecer, y encontró la solución. Sacó un dial que le había regalado su padre hace algún tiempo, aquel aparato tenía la capacidad de almacenar luz y expulsarla. En Skypea no tenía tanto valor, pero quizá ahí podría al menos valer lo suficiente para adquirir al león.

- Señor humano.- llamó, captando la atención del tipo.- Quizá podría darme aquel animal por mi dial de luz, mire lo que puede hacer.

Mostró el poder que tenía aquel dial para la sorpresa de todos, y sin querer expulsó toda la luz en sus ojos, cegándolo por unos instantes. A pesar de la poca utilidad de aquel dial, todos se sorprendieron al ver el funcionamiento de aquel artilugio. Sin rechistar, aquel tipo entregó a Ray a cambio del aparato de Luke. El pequeño león tenía mucho miedo, le hacía recordar a él mismo cuando llegó. Parecía hambriento y con mucho sueño, así que decidió regresar a su temporal hogar. La luz del sol se estaba ocultando, la luz de la luna no iluminaba tano como en Skypea. Ingresando nuevamente por la ventana, junto a su nueva mascota, encontró a Gary leyendo una especie de papel.

- Hey, Gary... Mira lo que conseguí.- dijo mostrando al pequeño león.- Se llama Ray

Gary observó al animal sin sorprenderse. De hecho, parecía estar algo triste por alguna razón. En realidad, el maestro de Luke era un humano que vivía en el cielo. El motivo por el cual descendieron a las islas humanas, fue por que quería buscar a un familiar suyo. Quizá esa era la razón por la cual Gary estaba triste.

- Parece que tiene hambre, encárgate de darle de comer.- ordenó Gary mientras guardaba el papel que estaba leyendo.- No hay más que hacer aquí, Luke... Regresaremos a Skypea cuanto antes.

- ¿Qué sucedió?- cuestionó sorprendido.- Y aunque quisiéramos irnos, Ray no podría sobrevivir. Tú mismo lo dijiste, las criaturas terrestres sin ninguna resistencia física morirían en Skypea.

El pequeño león comenzó a caminar alrededor de la habitación. Se sentía intimidado ante las palabras de ambos. Gary lo observó unos instantes y, conmovido por aquel animal, accedió a esperar al menos unos días más. Debían fortalecer lo suficiente a Ray, y luego podrían regresar a casa.

Los días pasaron rápidamente. Luke visitó muchos lugares junto a su león y su maestro, también aprendió muchas cosas sobre los humanos. No todos eran buenos, algunos podían atacarse entre ellos hasta matar a alguien. Entendió que aquella sociedad era distinta a la suya, existían diversas reglas y leyes que se debían cumplir. Y además entendió que la isla en la que estaba no era única, existían decenas más de isla en todo el mar. Los humanos eran sorprendentes.

Una semana después, estaban listos para volver a casa. Se encargaron de fortalecer lo suficiente a Ray, para que al menos soportara el ambiente del cielo, y llevaron consigo numerosos objetos de humanos. Del resto, Gary se encargaría.

Viajaron en un barco, parecía que le perteneció a alguien más, pero no importaba. Gary guió el barco hasta la corriente marina que los llevaría hasta Skypea. Luke al lado de su león, estaban ocultos dentro de una habitación del barco, sosteniéndose de lo que tenían al alcance. El viaje fue tan impresionante como el primero. El barco navegó verticalmente hasta llegar al cielo, en donde repentinamente se destrozó en cientos de pedazos. Luke cayó, junto a Ray, en el mar blanco. Se notó la dificultad del león en adaptarse al clima. Luke lo llevó hasta la orilla nadando, para que pudiera descansar del viaje. Mientras Gary apareció unos minutos después, con todas las pertenencias que pudo rescatar del barco.

- ¿Cómo está tu mascota?- preguntó observando al jadeante león

- Parece muy cansado, ya en casa podrá descansar con tranquilidad.- respondió con una sonrisa en el rostro.

Aquella había sido la mejor aventura de toda su vida, y a pesar de que sus padres lo castigarían de mil formas, había valido la pena. El camino a casa no era muy largo, caminaron pacientemente a través de las nubes hasta llegar a donde debería estar su hogar. Sin embargo, desde la lejanía Luke y Gary lograron darse cuenta de que no era como lo recordaban. Las nubes que formaban el hogar de Luke estaban calcinadas, y algunas personas estaban reunidas observando aquel hecho. Gary se adelantó preveyendo lo que había sucedido.

Gary se acercó a las personas que estaban alrededor de la derruida casa, preguntando a cada una qué fue lo que pasó, pero nadie sabía cómo responderle, a excepción de un pequeño niño. "Una ráfaga de fuego quemó la casa, y la familia Skywalkerr estaba ahí.", comentó uno. Paralizado Luke ante tales palabras, no atinó a hacer nada. Algo dentro de él se había roto, quizá su corazón, pues no parecía reaccionar de ninguna manera. Ray mordía levemente los brazos del ángel, pero nada lograba hacer que reaccionara.

- Sé quien fue.- dijo Gary, furioso, después de expulsar a los demás skypeanos.- Mi hermano, Slash, juró vengarse de mí y de todos los que me importaran. Jamás pensé que llegaría a quemar a la familia de mi alumno... Luke, lo siento.

El cielo aquel día era más oscuro de lo común. Gary observaba a su joven discípulo, quería consolarlo pero no tenía forma de hacerlo. Desde que conoció a Luke le enseñó a no tener miedo, quería convertirlo en un luchador perfecto. Jamás había visto a su joven alumno aplicar todo lo que aprendió hasta aquel momento. Vio cómo en él todos los sentimientos se esfumaban, como si nunca hubieran estado ahí. Por fin podía ver todo lo que deseó en su alumno, pero no hubiera querido que sucediera de esa forma.

- Slash.- repitió en voz baja, una y otra vez.- ¿Cómo lo encuentro?

En el interior de Luke nació un sentimiento que era exclusivo de los humanos, la venganza.

- Iremos a por él,- dijo su maestro mientras se acercaba.-en su debido momento... Sabes, encontré una pista sobre él cuando estuvimos en la isla de los humanos.

- ¿Qué fue?- dijo ansioso. Tenía una peculiar sensación, quería ver muerto a aquel tipo sin importar las consecuencias.

- Que es alguien demasiado fuerte,- dijo Gary mientras Luke caía al suelo. Lo había golpeado tal como hace algunos días, cerca del hombro.- y que está fuera de mi alcance.

Durante varios días el ángel durmió, esperando de que lo que había pasado fuera un simple sueño, pero no podría ser así. Se despertó sobre una nube, a su lado estaba su maestro esperándolo. Ray jugaba en medio de las nubes, parecía estar más feliz que nunca. Luke no quiso decir palabra alguna, se puso de pie y se acercó al león, acarició al pequeño por unos instantes y después decidió qué haría. Gary parecía estar absorto en sus pensamientos, planeaba de muchas formas vengarse de su hermano. Siempre había pensado que lo haría él solo, pero ahora Luke también tenía el derecho de hacerlo.

Gary no era tan viejo, tenía tan sólo treinta años, al igual que Slash. Eran los últimos herederos de una dinastía, enfrentados por el trono. Ambos eran excelentes guerreros, maestros de un estilo de pelea único. Un día terminaron batiéndose en un duelo a muerte, resultando con la victoria de Gary quien finalmente perdonó la vida de su hermano. Humillado el joven Slash con un poder oscuro expulsó a su hermano y se hizo con el trono. Huyendo de su hogar Gary renunció al trono y llegó hasta Skypea, donde conoció al joven Luke. Pareció que al final la vida de los dos hermanos sería tranquila, pero el capricho de Slash por vengarse de su hermano continuó por muchos años.

Ahora era el momento de que Gary se vengara, pero sabía que Luke no lo dejaría ir solo. La voluntad de su alumno era como la de un león, listo para enfrentarse a quien esté frente a él. Sin embargo, no estaba listo. Desde hacía años, cuando Luke lo visitaba para entrenar, veía en él la capacidad de volverse un gran guerrero. Durante mucho tiempo el joven skypeano intentó que su maestro lo llevara a las islas terrestres, y cada día entrenó y peleó con Gary para poder hacerlo.

- No necesito que me digas que no estoy listo.- dijo Luke, con una mirada muy distinta a la que comúnmente tenía.- Si empezaremos a entrenar, empecemos ahora.

- Más que entrenar, necesitas paciencia.- dijo Gary mientras empezó a moverse.- Cuando estés listo, regresarás a la tierra.

Luke no entendía a que se refería su maestro. Lo intención de Gary era no volver un asesino desquiciado a su alumno, por lo menos no por completo. Era un momento crítico en la vida del ángel. Y afortunadamente. lo tomó de la mejor manera.

Cuatro años después

Ray corría a través de las nubes, su pelaje oscuro lo diferenciaba desde la lejanía. Luke lo esperaba al filo de la isla de Skypea, desde donde se podía ver el mar azul. Recordó como hace algunos años también fue a las islas terrestres, pero en otras circunstancias. Ahora tenía clara una misión, y su maestro no iría con él. Durante tantos años muchas cosas habían cambiado, su cabello había crecido mucho más al igual que su cuerpo, su león se había vuelto mucho más grande y fuerte desde entonces. Había aprendido a controlar sus sentimientos, a no perder la paciencia ante los complicados humanos.

Su león rugió ferozmente cuando vio el agua, parecía no agradarle la idea de ir allá nuevamente. Pero al lado de Luke perdió cualquier miedo que había en su interior, durante tanto tiempo la amistad entre ambos había crecido bastante. Se lanzaron al mismo tiempo, después de cubrirse con nube para no sufrir lesiones graves. La caída no fue tan emocionante, el león y Luke fueron rápidamente hacia la primera isla que encontraron. En aquel lugar, un tipo extraño los recibió e invitó a su hogar. Su nombre era Xion y era miembro de un grupo conocido como CP.

Fue muy difícil para Luke comprender lo que hacía el Cipher Phol, pero cuando lo hizo no dudó en unirse. Era perfecto para cumplir los planes que tenía en mente, y además lo ponía cada vez más cerca del hombre que quería asesinar. Sin mucho más que hacer en aquella isla, viajó junto al desconocido Xion hacia un lugar llamado Ennies Lobby.

La misión que se había propuesto era muy ambiciosa, y quizá no lograría cumplirla. Pero para alguien como él nada era imposible. En su mano tenía una extraña fruta que su maestro le había regalado, las palabras que le dijo cuando se la dio no se le olvidarían tan fácilmente.

- La fruta está poseída por un demonio que puede otorgarte grandes poderes a cambio de una maldición.- le dijo hacía cierto tiempo Gary.- Quizá en algún momento te veas obligado a consumirla, pero hasta entonces no la toques.

Casi nunca Luke había desobedecido las palabras de su maestro. Él era alguien que no rompía las normas, pero en aquella ocasión le pareció que debía hacerlo. Muy lejos del barco, se levantaba una gran fortaleza conocida como Ennies Lobby. Quizá fue miedo lo que le hizo hacerlo, miedo a los humanos, a pesar de que sabía que era mejor que ellos. Comió la fruta con mucho esfuerzo, dado al repugnante sabor que tenía, y miró el sol por unos instantes.

- Parece que esto no sirve.- se dijo para sí mientras regresaba a su habitación en el barco.

Parecía que nada había pasado pero su cuerpo ahora era distinto. Su león estaba recostado en la cama, la cual estaba llena de rasguños, durmiendo plácidamente. Se echó al lado de su animal y durmió por algunas horas.

Cuando el barco llegó a Ennies Lobby, Xion invitó a Luke y su león a desembarcar en


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