Diario de un hombre atormentado [en construcción]

Desperté tan solo pudiendo oír el ruido del mar, el choque de las olas que venían a morir a aquel acantilado en el que me encontraba. La boca me sabia a sangre, el cuerpo me dolia horrores, y mi mente, tal como mi visión, estaba completamente nublada.

Traté de incorporarme, apoyando mi peso sobre el brazo izquierdo para levantarme, para dar,e cuenta en ese momento de que me lo había fracturado. El dolor fue inconmensurable, sentí como mis huesos se rompían y astillaban, clavándose en mis músculos las diminutas partes que saltaban de estos. Caí de espaldas de puro dolor, clamando al cielo, gritando en busca de una respuesta que no llegaría.

-¿Qué coño me ha pasado? ¿Dónde cojones estoy? -Mientras gritábamos, yo y el mar, que seguía rugiendo, miraba al cielo, contemplando como las nubes pasaban por encima de mi sin inmutarse. Era tan pequeño e insignificante que podía morir allí mismo y el mundo seguiría girando.

Fue entonces cuando lo note. O mejor dicho, cuando deje de notarlo. Siempre que el pesimismo se adueñaba de mi, Red no tardaba en salir a meter el dedo en la herida, aunque ahora nos entendiéramos mejor, seguía siendo un cabron sin demasiada amabilidad. Pero aquella vez no salió, de hecho, ni siquiera podía oirlo. Cerré los ojos tratando de hablar con el, pero en mi mente solo había un vacío y oscuridad.

-¿Red...? -Pregunte para mí mismo con miedo, era una sensación nueva el sentirme solo ahí dentro. No obtuve respuesta alguna.

Incorpore entonces el tronco y quede sentado, mirando el mar, tratando de recordar que fue lo ultimo que me sucedió. Mi mente estaba en blanco, pero poco a poco se dibujaban los recuerdos, como si fueran muy lejanos, como si solo fueran parte de un sueño del que había despertado, y que ahora me costaba recordar.

-¡Rose! -Fue la primera persona que vino a mi mente, mi capitana pelirroja, y en ese momento recordé exactamente lo que había hecho hacia poco. Desembarcamos en una isla, donde unos guardas nos atacaron. Yo había decidido ocuparme de algunos, y Rose corrió para llevarse con ella a un par mas. Instantes después llegaron mas recuerdos, el payaso, Ika, todos... Aquello fue lo ultimo que hice con mi banda...

Un fuerte dolor de cabeza me invadió, y lleve mi mano a la frente para tratar de sobrellevarlo. Era una resaca como nunca antes viví ninguna, una jaqueca asombrosamente fuerte, no podía siquiera oírme pensar, me chirriaban los oídos. Me levanté entonces usando de apoyo mi brazo derecho, y noté también una ligera cojera con esa misma pierna. Estaba para el arrastre, como si me hubiera atropellado un tren. Sin embargo eché a caminar hacia el interior de aquella isla, quería saber que estaba pasando, llegar al fondo del asunto.

Diez minutos. Fue el tiempo que tarde en llegar a una pequeña villa, donde me recibieron como a un paria. Unos me gritaban, otros se asustaron y huyeron, y los más valientes, tomaron sus armas y se dispusieron a combatirme.

-¡Atrás monstruo! -Gritaban algunos. -¡Fuera! -Completaban los otros. Sin duda, no iba a ser bien recibido, pero tampoco me importaba. A decir verdad solo quería echar un trago e irme de aquella isla.

Tras un par de minutos vagabundeando por aquella villa, encontré un local con un cartel que rezaba "Taberna". Tardé no más de un segundo en decidirme a entrar. Maldita la hora.

En cuanto hube pisado aquel lugar, la cabeza comenzó a dolerme. Los recuerdos comenzaban a llegar poco a poco, a modo de flashback, sin que pudiera