Kuro Bust (Diario en construcción)

Otro día más en el que los marines no hacen más que comer y estar gratis en la posada del pueblo, además de no dejar dormir debido al gran escándalo que hacen mientras se emborrachan, es algo que la verdad no soporto, ayer  un grupo de marines borrachos no paraban de molestar a unos vagabundos que estaban durmiendo en el suelo cerca de ellos, la verdad que me faltó coraje para poder irrumpir en tal acto, además de que soy consiente de que solo le traería problemas a la isla si lo hiciese,  y que además, con 8 años no podía hacer gran cosa, no puedo esperar a poder salir de esta isla hacia el mar y dar de hostias a todo marine que se ponga en frente.

Cuando tenía 14 años un Tenryubito atracó en la isla por una emergencia, un rey del mar había atacado su barco  y el Tenryubito estaba al borde de la muerte. Inmediatamente llamaron a todos los médicos de  la isla Pharaella para tratarlo rápido y luego de dos días se recuperó por completo, lo que pasó luego no es algo que pueda olvidar fácilmente.
Mientras todos le hacían reverencia al noble mundial, el se acercó a uno de sus guardaespaldas, tomó un arma y mató a los médicos que lo habían salvado, a todos los presentes se les puso la cara pálida, yo grité inmediatamente pero al mismo tiempo mi madre me cubrió la boca  y nos escondimos, las palabras que djo el Tenryubito antes de irse no se me olvidarán jamás

--"Recuerden que no soy igual que ustedes, escoria, esto es una muestra de los que no conocen su lugar en este mundo, ser tocado por un pueblerino
me causa náuseas"

La verdad me quedé bastante tiempo pensando el porqué esos idiotas son tan "importantes" el gobierno mundial no es nada como para alabar a sus fundadores y mucho menos a sus descendientes, y pensaba que los marines eran malos, la verdad que la ira que sentí en ese momento era suficiente para matar al Tenryubito a hostias.

Unos meses después de aquello, se desató un problema bastante grave en el mar sur, llamaron a todo soldado disponible, y por cerca de dos semanas, la isla Pharaella vivió sin marines, vivió feliz.
En esas dos semanas, un barco pirata atracó en el muelle, todos se alarmaron bastante y entraron a sus hogares de inmediato, yo, en lugar de eso, me acerqué al barco y noté que estaba bastante dañado, del barco calló un hombre gravemente herido pidiendo ayuda, vamos, que yo con nueve años no podía hacer más que salir gritando por todo el pueblo pidiendo ayuda, pero aún así sabía que pedir ayuda del pueblo para unos piratas no iba a ser lo más correcto según el pueblo, sin embargo, lo hice. El resultado que esperaba era el obvio, todos pasaban de largo de mis gritos, solo mi madre acudió a mi llamado e inmediatamente se dirigió al muelle a atender los piratas heridos, los cuales no demoraron mucho en mejorarse, parecían muy fuertes, nunca supe qué enemigo los dejó en ese estado, pudo ser la marina, unos rebeldes, en tal caso, pidieron permiso para quedarse unos días en la isla mientras reparaban el barco, ésto incomodó mucho a los habitantes, sin embargo, no pensé en nada más y les dije que si.

Durante su estadía en la isla vi al capitán de la tripulación explicándole algunas cosas a un hombre que parecía novato, me acerqué un poco y logré escuchar que hablaba sobre su retiro como pirata, la verdad es que se veía bastante viejo el hombre, no me sorprendí mucho al oírlo. Cuando terminaron de hablar quise conversar con el capitán, así que fui y hablamos un buen rato sobre sus aventuras, sobre los enemigos que derrotó y las situaciones en las que estuvo al borde de la muerte junto con sus nakamas y entre historias e historias, le comenté sobre el reciente problema  con el Tenryubito que asesinó a los médicos que le salvaron la vida y de como casi voy a cagarle leches al noble mundial, él no se sorprendió mucho al oírlo, parecía que no era una experiencia nueva para él, sin embargo, le llamó la atención el cómo se lo dije y mis expresiones de odio, en ése momento me dijo:

--¿Odias a esos bastardos no?, no te gustaría poder plantarles cara en un futuro?--

Fue un momento bastante épico en mi vida, sabía que aquel capitán del barco me entendía y de una u otra forma me ayudaría a empezar con mi gran sueño de zarpar al mar.

--¿A caso quieres ser pirata?

--¡Claro!, mi sueño es salir al mar para tener aventuras en un barco pirata por todo el mundo

--¿Y piensas hacerlo siendo tan débil?

Esas palabras hicieron darme cuenta en que nunca había pensado en eso, tan solo quería salir al mar por aventuras y enfrentar enemigos, pero en el momento en que aquel capitán me dijo eso, reaccioné y me di cuenta que no puedo lograr mis sueños solo con fuerza de voluntad.

--Si no quieres ser otro pirata mediocre más, deja que te entrene

--¡¿En serio?! sería genial!-- Exclamé con gran emoción

--Claro, ya estoy viejo y dejaré la piratería, no me molesta ofrecer mis conocimientos para la nueva era.


Cuatro días después de aquella conversación, zarparon los nakamas de aquel ex-capitán de esa tripulación, empezó el entrenamiento de mi vida.
Aún sabiendo que Pharaella era una isla minada de de marines, quiso quedarse para entrenarme, detrás de mi casa queda justo la orilla del mar, un lugar que mantiene bastante solo, porque ni botes pescadores rondan por esas orillas, era arriesgado, pero valía la pena, aunque mi madre no estaba muy de acuerdo con ello, era consiente de que yo era alguien seguro, y no se interpuso ante nada.