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Akuma no mi
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Jaya, tanto criminal suelto para nada. La fama de la isla había sido pisoteada por aquel ser. La noche estaba comenzando. Serían las once, y el miedo invadía las calles. El viento soplaba con fuerza, arrastrando el putrefacto olor de la comida podrida que, había en los contenedores de los callejones. Los árboles se movían de forma violenta. Las nubes avanzaban despacio. La luna estaba en lo más alto del cielo. Todo estaba en silencio por la zona, salvo los bares, los cuales estaban a rebosar de piratas ¿Por qué nadie salía? Se habían encontrado cinco cadáveres ya. Todos con el cuello roto. En sus ojos podía verse reflejado el miedo. Encima, continuaban tirados en distintas calles. Solo eran bucaneros sin importancia. Nadie iba a llorar sus muertes, y si así era, que lo hicieran. Desde hacía un par de semanas, todos sabían quién estaba por la isla. Por ese motivo todo estaba tranquilo. Aunque los borrachos, y los peores corsarios, continuaban liándola.
En uno de los tejados pudo verse una figura. Sus cabellos pinchudos se movían debido al viento. Sus dorados ojos con el fondo negro, resultaban ser temibles. No llevaba camiseta, dejando ver un cuerpo musculoso. En la zona del corazón, tenía tatuada una media luna negra. Tan sólo vestía con un pantalón blanco largo y unas botas blancas de acero. Se trataba de Kedra, la pesadilla. Uno de los pecados de Émile. Un asesino con más de cuatrocientos millones de berries por su cabeza. Muchos lo tenían como un loco que se dedicaba al caos pero, no era del todo así. No había que juzgar a nadie por las apariencias. El lobo oscuro saltó al suelo, haciendo que éste se agrietase un poco con su caída. Entonces su olfato le indicó un olor a pólvora un poco incómodo. No tardó en activar su mantra, detectando una presencia tras él. El sonido de un disparo se escuchó entonces. Un hombre vestido con el uniforme de la marina, había disparado contra él. Sus cabellos eran rubios, y sus ojos verdes. En su mano derecha poseía un revólver. El tipo mostraba una sonrisa ladeada.
En ese momento, pudo ver la cruda realidad. El color de la piel del castaño tenía un tono morado azabache, muestra de un haki muy avanzado. Los dorados ojos de Kedra lo miraron de forma tétrica. No tardó mucho en empezar a caminar hacia su presa. – Eso no ha sido buena idea, humano. – El marine empezó a disparar contra la pesadilla, pero era inútil. En un abrir y cerrar de ojos, el pecado se hallaba tras él. Estiró la mano, tomándolo del cuello. El tipo comenzó a balbucear, temblando de miedo al mirar al lobo de las sombras. – Lo siento… – Alcanzó a decir el pobre diablo. Una sonrisa ladeada se formó en el rostro del luchador. No iba a permitir que continuaran molestándole de aquella forma. Iluminó los ojos en un tono rojizo, mostrando unos dientes afilados. – Rompiste con la historia. Debiste pensártelo… – Un crak, fue lo único que se escuchó. El cuello de aquel tipo acabó hecho polvo. El pirata entonces lo tiró cual juguete de trapo, haciendo una mueca de asco tras eso.
No quería que hubiese pruebas de un cadáver marine por allí. Podían enviar muchos más, cosa que no le convenía para nada. El lobo colocó la mano en el suelo, haciendo que una humareda negra se formara. Dos perros de oscuridad, de ojos rojizos, y dientes afilados, surgieron de la nada. – Yami, Kage, coméoslo. – Ambos perros infernales asintieron y corrieron por el cuerpo. No tardaron mucho en comenzar a devorarlo. Entonces el castaño pegó la espalda a la pared, cruzándose de brazos. Sobrevivir a Kedra era sencillo. Solo había que no insultarle o atacarle, de lo contrario la muerte era segura. El cadejo soltó un pequeño suspiro mientras sus chicos comían. Su mantra estaba atento, para que nadie le pillase por sorpresa. Su vida no era fácil, pero no se quejaba de nada. Prefería aquello a hacer caso al gobierno mundial. Aquellos parásitos pronto serían exterminados. Si no eran por él, por su capitán y los demás.
En uno de los tejados pudo verse una figura. Sus cabellos pinchudos se movían debido al viento. Sus dorados ojos con el fondo negro, resultaban ser temibles. No llevaba camiseta, dejando ver un cuerpo musculoso. En la zona del corazón, tenía tatuada una media luna negra. Tan sólo vestía con un pantalón blanco largo y unas botas blancas de acero. Se trataba de Kedra, la pesadilla. Uno de los pecados de Émile. Un asesino con más de cuatrocientos millones de berries por su cabeza. Muchos lo tenían como un loco que se dedicaba al caos pero, no era del todo así. No había que juzgar a nadie por las apariencias. El lobo oscuro saltó al suelo, haciendo que éste se agrietase un poco con su caída. Entonces su olfato le indicó un olor a pólvora un poco incómodo. No tardó en activar su mantra, detectando una presencia tras él. El sonido de un disparo se escuchó entonces. Un hombre vestido con el uniforme de la marina, había disparado contra él. Sus cabellos eran rubios, y sus ojos verdes. En su mano derecha poseía un revólver. El tipo mostraba una sonrisa ladeada.
En ese momento, pudo ver la cruda realidad. El color de la piel del castaño tenía un tono morado azabache, muestra de un haki muy avanzado. Los dorados ojos de Kedra lo miraron de forma tétrica. No tardó mucho en empezar a caminar hacia su presa. – Eso no ha sido buena idea, humano. – El marine empezó a disparar contra la pesadilla, pero era inútil. En un abrir y cerrar de ojos, el pecado se hallaba tras él. Estiró la mano, tomándolo del cuello. El tipo comenzó a balbucear, temblando de miedo al mirar al lobo de las sombras. – Lo siento… – Alcanzó a decir el pobre diablo. Una sonrisa ladeada se formó en el rostro del luchador. No iba a permitir que continuaran molestándole de aquella forma. Iluminó los ojos en un tono rojizo, mostrando unos dientes afilados. – Rompiste con la historia. Debiste pensártelo… – Un crak, fue lo único que se escuchó. El cuello de aquel tipo acabó hecho polvo. El pirata entonces lo tiró cual juguete de trapo, haciendo una mueca de asco tras eso.
No quería que hubiese pruebas de un cadáver marine por allí. Podían enviar muchos más, cosa que no le convenía para nada. El lobo colocó la mano en el suelo, haciendo que una humareda negra se formara. Dos perros de oscuridad, de ojos rojizos, y dientes afilados, surgieron de la nada. – Yami, Kage, coméoslo. – Ambos perros infernales asintieron y corrieron por el cuerpo. No tardaron mucho en comenzar a devorarlo. Entonces el castaño pegó la espalda a la pared, cruzándose de brazos. Sobrevivir a Kedra era sencillo. Solo había que no insultarle o atacarle, de lo contrario la muerte era segura. El cadejo soltó un pequeño suspiro mientras sus chicos comían. Su mantra estaba atento, para que nadie le pillase por sorpresa. Su vida no era fácil, pero no se quejaba de nada. Prefería aquello a hacer caso al gobierno mundial. Aquellos parásitos pronto serían exterminados. Si no eran por él, por su capitán y los demás.
Difter
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Akuma no mi
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Era una noche oscura, con el cielo negro, uno de los cielos más oscuros que jamás había visto en mis viajes de búsqueda por el conocimiento musical y tecnológico. Llevaba un día bastante bueno hasta que escuché a unos marineros hablando sobre cadáveres que aparecían por la noche y que eran 4. Alguna que otra vez llegó a mis oídos sobre alguien, una pesadilla que mata a quien moleste. Imaginé lo peor, mientras mi pelo y ropa se movían al son del aire de aquella noche, pensé que igual había coincidido con aquel que llaman Kedra, la pesadilla.
Mis andanzas por buscar una taberna donde comer y beber algún refresco para calmar la sed me llevó hasta una calle en la cual, vagamente, vi a un hombre descamisado en el techo de un edificio. Aquella figura bajó del tejado y en cuestión de un momento le ví atacando a alguien de la marina.¿Como sabía que era de la marina? Fácil, solo ellos serían capaces de atacar a un rival por la espalda, además de llevar una de esas estúpidas gorras de la marina. ''Alguien que pelea contra la Marina, esos corruptos que sirven al gobierno, no puede ser realmente malo'', pensé y me acerqué lentamente a aquella persona, aunque ya me iba haciendo una idea de quien podría ser. Una nube oscura salió y de la nada, con aquella nube, dos perros que empezaron a devorar aquel cuerpo de la marina. Ante aquel horrible escenario de sangre y vísceras, sentía una curiosa mezcla de horror y fascinación por alguien tan fuerte y con semejante poder.
Me acerqué despacio, no quería molestar a alguien que seguramente podría matarme con un chasquido de dedo. Decidí armarme de valor y hablar a aquella extraña persona.
-Usted... Usted es Kedra, del que tanto se rumorea, cierto? He visto lo que ha hecho con ese Marine y solo quería decirle que me ha maravillado su poder. Verá, algún dia me gustaría llegar a ser alguien fuerte y me preguntaba si usted podría ayudarme en algo... Corté en seco, no parecía como si estuviera prestando atención, así que decidí dejar de hablarle. Comprendía la situación, no era absolutamente ningún rival para el ni un buen alumno cuanto menos. Así que el silencio de la noche se apoderó de aquel encuentro con aquella persona. Temeroso de que ocurriera lo peor, decidí dar un paso atrás, pero cuando iba a hacerlo, me mantuve firme, me dejé llevar por un impulso de admiración y ya no había vuelta atrás. Tragué saliva y esperé con paciencia su respuesta
Mis andanzas por buscar una taberna donde comer y beber algún refresco para calmar la sed me llevó hasta una calle en la cual, vagamente, vi a un hombre descamisado en el techo de un edificio. Aquella figura bajó del tejado y en cuestión de un momento le ví atacando a alguien de la marina.¿Como sabía que era de la marina? Fácil, solo ellos serían capaces de atacar a un rival por la espalda, además de llevar una de esas estúpidas gorras de la marina. ''Alguien que pelea contra la Marina, esos corruptos que sirven al gobierno, no puede ser realmente malo'', pensé y me acerqué lentamente a aquella persona, aunque ya me iba haciendo una idea de quien podría ser. Una nube oscura salió y de la nada, con aquella nube, dos perros que empezaron a devorar aquel cuerpo de la marina. Ante aquel horrible escenario de sangre y vísceras, sentía una curiosa mezcla de horror y fascinación por alguien tan fuerte y con semejante poder.
Me acerqué despacio, no quería molestar a alguien que seguramente podría matarme con un chasquido de dedo. Decidí armarme de valor y hablar a aquella extraña persona.
-Usted... Usted es Kedra, del que tanto se rumorea, cierto? He visto lo que ha hecho con ese Marine y solo quería decirle que me ha maravillado su poder. Verá, algún dia me gustaría llegar a ser alguien fuerte y me preguntaba si usted podría ayudarme en algo... Corté en seco, no parecía como si estuviera prestando atención, así que decidí dejar de hablarle. Comprendía la situación, no era absolutamente ningún rival para el ni un buen alumno cuanto menos. Así que el silencio de la noche se apoderó de aquel encuentro con aquella persona. Temeroso de que ocurriera lo peor, decidí dar un paso atrás, pero cuando iba a hacerlo, me mantuve firme, me dejé llevar por un impulso de admiración y ya no había vuelta atrás. Tragué saliva y esperé con paciencia su respuesta
Kei
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Se encontraba en su habitación, intentando recuperar el aliento y secando el sudor de su frente, ya estaba cansada de tener siempre el mismo sueño o mas bien pesadilla. Intento volver a dormirse sin mucho éxito y acabo levantándose a por un baso de agua y a arreglarse para salir, quizás así conseguiría distraerse un poco para mas tarde conciliar el sueño.
Tras la ducha acomodo su pecho entre unas vendas lo suficientemente apretado, para que no se notase a simple vista y lo suficientemente flojo para respirar sin dificultad, una vez vestida como un hombre solo le quedaba acomodar la peluca y salir de su cuarto. En la recepción del hostal escucho a un par de hombres hablando sobre cadáveres que habían aparecido en la ciudad, los cuales parecían ser piratas. Para ser sinceros eso a Kei le daba igual, no le importaba si eran piratas o simples plebeyos dado que todos seguían siendo la basura de la sociedad, si hubieran sido marines la cosa cambiaba, incluso iría a darle las gracias a aquel asesino y si pudiera le ayudaría en su labor.
Fuera la noche era una de las mas oscuras que había visto desde su encierro en aquel agujero para ratas, al cual no pensaba volver bajo ninguna circunstancia. Mientras caminaba en busca de alguna "damisela" a la que estafar vio algo que llamo su atención, aunque apenas había luz se distinguían vagamente dos figuras, se acerco un poco más pudiendo ver a un muchacho de pelo verde y otro mas y, delante una persona muerta y devorada. En ese momento le vino a la mente la imagen de Sam, sacudió la cabeza intentando deshacer esa imagen y concentrarse en lo que tenia delante. ¿Que hacían exactamente esos dos allí? ¿y por que estaba el otro muerto? Quizás le debían dinero y lo mataron o vete tu a saber que. Por el momento se dedico a observar en silencio aquella matanza.
Tras la ducha acomodo su pecho entre unas vendas lo suficientemente apretado, para que no se notase a simple vista y lo suficientemente flojo para respirar sin dificultad, una vez vestida como un hombre solo le quedaba acomodar la peluca y salir de su cuarto. En la recepción del hostal escucho a un par de hombres hablando sobre cadáveres que habían aparecido en la ciudad, los cuales parecían ser piratas. Para ser sinceros eso a Kei le daba igual, no le importaba si eran piratas o simples plebeyos dado que todos seguían siendo la basura de la sociedad, si hubieran sido marines la cosa cambiaba, incluso iría a darle las gracias a aquel asesino y si pudiera le ayudaría en su labor.
Fuera la noche era una de las mas oscuras que había visto desde su encierro en aquel agujero para ratas, al cual no pensaba volver bajo ninguna circunstancia. Mientras caminaba en busca de alguna "damisela" a la que estafar vio algo que llamo su atención, aunque apenas había luz se distinguían vagamente dos figuras, se acerco un poco más pudiendo ver a un muchacho de pelo verde y otro mas y, delante una persona muerta y devorada. En ese momento le vino a la mente la imagen de Sam, sacudió la cabeza intentando deshacer esa imagen y concentrarse en lo que tenia delante. ¿Que hacían exactamente esos dos allí? ¿y por que estaba el otro muerto? Quizás le debían dinero y lo mataron o vete tu a saber que. Por el momento se dedico a observar en silencio aquella matanza.
Rylanor
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Kai frunció el ceño al notar la presencia desvanecerse. Y mira que les había ordenado informarle... sus hombres eran una panda de incompetentes. Seguro que se había creído que podría capturar solo a la Pesadilla y ganar fama y berries, y el tiro le había salido por la culata. El Vicealmirante suspiró y sacó un cigarro de su pitillera, llevándoselo a la boca y encendiéndolo con su poder. Bueno, al menos ahora sabía dónde estaba Kedra. Sacó el den den mushi con un suspiro y murmuró por este:
- A toda la patrulla, aquí el Vicealmirante Kai. Rodead la zona del barrio del puerto y arrestad a todo el que intente huir. Si hacéis contacto visual con nuestro objetivo NO entréis en combate con él. Yo le daré caza.
Comenzó a avanzar a paso rápido por los callejones, con el cigarrillo en la boca. No lo estaba fumando, sin embargo, ya que no era tabaco. Era uno de sus pitillos especiales de gas lacrimógeno. A él no le afectaban, motivo por el que le resultaban tan útiles. Estaba ansioso, y a la vez extrañamente tranquilo. Su último encuentro con Kedra había resultado en una aplastante derrota por su parte, pero sin embargo no era eso lo que le alteraba, si no el hecho de que aquello lo acercaría más a Émile. Si tan sólo lograba que el pirata le revelase la localización de su capitán... le bastaba con una pista, por pequeña que fuera. No te escaparás de mi, Émile. No una tercera vez pensó, con rencor. Finalmente notó la presencia del cadejo, y aceleró el paso intentando mantenerse lo más sigiloso que pudo. Frenó en la esquina de un callejón, percibiendo el aura en la calle contigua, y se asomó levemente, comprobando que Kedra estaba ahí. Hablaba con él un chico joven, de pelo verde.
- Si está con el cadejo, no es trigo limpio - murmuró para sí mismo, en un tono imperceptible.
Notaba una tercera presencia, pero era débil, así que no le dio mayor importancia. Dio una larga calada a su pitillo, llenándose los pulmones de gas lacrimógeno, y tras eso salió a la calle conteniendo la respiración. Con un hábil juego de manos, lanzó el cigarrillo hacia el pirata y el chico, y empleando su técnica Full Control hizo que el fuego de este comenzase a consumir el proyectil improvisado a toda velocidad, con lo que una nubareda de humo comenzó a extenderse por la zona en la que estaban estos. Acto seguido se concentró en sus pulmones, volviéndolos de fuego para calentar el gas que había en esto al tiempo que lo imbuía en su propio poder. Entonces lo expulsó de golpe en forma de un puño de humo negro rojizo (debido a su haki de armadura) a altas temperaturas. El ataque salió disparado hacia la zona donde percibía la presencia de Kedra. Con la boca aun humeando, dijo:
- Estás bajo arresto, mamonazo. Tienes derecho a ser apalizado. Resístete y te esquilaré como a una oveja, insignificante caniche - dijo, llevándose otro cigarro a la boca y encendiéndolo con la punta de su dedo.
- A toda la patrulla, aquí el Vicealmirante Kai. Rodead la zona del barrio del puerto y arrestad a todo el que intente huir. Si hacéis contacto visual con nuestro objetivo NO entréis en combate con él. Yo le daré caza.
Comenzó a avanzar a paso rápido por los callejones, con el cigarrillo en la boca. No lo estaba fumando, sin embargo, ya que no era tabaco. Era uno de sus pitillos especiales de gas lacrimógeno. A él no le afectaban, motivo por el que le resultaban tan útiles. Estaba ansioso, y a la vez extrañamente tranquilo. Su último encuentro con Kedra había resultado en una aplastante derrota por su parte, pero sin embargo no era eso lo que le alteraba, si no el hecho de que aquello lo acercaría más a Émile. Si tan sólo lograba que el pirata le revelase la localización de su capitán... le bastaba con una pista, por pequeña que fuera. No te escaparás de mi, Émile. No una tercera vez pensó, con rencor. Finalmente notó la presencia del cadejo, y aceleró el paso intentando mantenerse lo más sigiloso que pudo. Frenó en la esquina de un callejón, percibiendo el aura en la calle contigua, y se asomó levemente, comprobando que Kedra estaba ahí. Hablaba con él un chico joven, de pelo verde.
- Si está con el cadejo, no es trigo limpio - murmuró para sí mismo, en un tono imperceptible.
Notaba una tercera presencia, pero era débil, así que no le dio mayor importancia. Dio una larga calada a su pitillo, llenándose los pulmones de gas lacrimógeno, y tras eso salió a la calle conteniendo la respiración. Con un hábil juego de manos, lanzó el cigarrillo hacia el pirata y el chico, y empleando su técnica Full Control hizo que el fuego de este comenzase a consumir el proyectil improvisado a toda velocidad, con lo que una nubareda de humo comenzó a extenderse por la zona en la que estaban estos. Acto seguido se concentró en sus pulmones, volviéndolos de fuego para calentar el gas que había en esto al tiempo que lo imbuía en su propio poder. Entonces lo expulsó de golpe en forma de un puño de humo negro rojizo (debido a su haki de armadura) a altas temperaturas. El ataque salió disparado hacia la zona donde percibía la presencia de Kedra. Con la boca aun humeando, dijo:
- Estás bajo arresto, mamonazo. Tienes derecho a ser apalizado. Resístete y te esquilaré como a una oveja, insignificante caniche - dijo, llevándose otro cigarro a la boca y encendiéndolo con la punta de su dedo.
Josep Lluis Carles Ignasi
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Anteriormente…
- ¡Me dijiste que si limpiaba el baño me ibas a invitar a comer! ¡Ets un mentider! ¡Tros dasa! – Grita una voz enfadada y grave, con un acento extraño y mezclando idiomas.
- ¡Venga, tan sólo hazme este último favor, no te pediré nada más! – dice una segunda voz. – Lo prometo, si lo haces… Te invito a cenar, pero no a un sitio cualquiera… ¡A un bufet libre!
- ¡Ugh~! ¡Ighh~! – Hace ruidos como el de un perro moribundo - ¿B-Bufet lliure? ¿I…? ¿I gratis? ¡Ugh~! ¡Ighh~! – Esos sonidos son extraños, como una rueda recién pinchada o incluso el frotamiento con un vidrio.
- Ya sabes, ves y hazme ese favor, y será gratis. Tan sólo deberás conseguirme la figura de edición limitada del súper héroe Jaya, Son Gohancha. – La voz es tranquila, como si fuese de un niño en plena pubertad.
- ¡Cuenta conmigo, amic meu!
Al día siguiente…
Salado olor a mar que había por aquellas aguas repletas de monstruos marinos. Un buque del gobierno navegaba tranquilamente por aquellas aguas, mientras que en cubierta se encontraba el equipo de la unidad artificial del CP. En cabeza estaba el gran Wan Chunhoo, líder de dicha unidad y, a sus lados, sus compañeros. Pelirrojo y con un traje blanco y corbata negra desajustada, se dirigía a su próximo destino. Una cara seria, con una americana escondiendo unos brazos verdosos por culpa de su vil akuma no mi artificial, fruto de la no perfeccionada fruta.
Mientras tanto, en la despensa…
Unos ruidos extraños se escuchaban, como si un oso estuviese devorando toda la comida de aquel barco. Espera… Un oso… Concretamente un panda. Un enorme animal de tres metros, de pelaje negro y blanco estaba acabando con las frutas de aquel lugar. Vestía como un humano, como un humano sin gusto estético, mejor dicho. Portaba un sombrero de paja sobre su cabeza, ocultando sus negras orejas y un kimono gris casi negro con bordes blancos. En su cintura, agarradas por una cuerda vieja, posaban tres Bokken: Chorizo, Calipo y Endesa. Mientras disfrutaba de aquel manjar, se escuchó la puerta abriéndose.
- Vamos, Agente Poo, ya es hora de que tú desembarques. – Dice una voz de mujer.
- Espera, estoy preparando mi estómago. ¡Haz eso una vez más!
La mujer era una belleza, cabello largo y liso, albino, de flequillo recto. Sus ojos eran rojos y su piel pálida, con un cuerpo frágil y joven y una belleza eterna. Vestía una americana blanca con camisa azul y pañuelo amarillo, junto a una falta gris azulada. En sus pies, unas medias largas y blancas en conjunto con unos zapatos negros. Era Siran, un miembro de la Unidad Artificial. De pronto su fino cuerpo comenzó a volverse más grueso, su grasa aumentaba en cantidades increíbles, haciendo que de un fino cuerpo, apareciese una descomunal masa de carne. Su piel ahora estaba cubierta por un pelaje de rayas blancas y negras, como si de un panda se tratase. Sus brazos eran realmente largos, más que su cuerpo entero y, sus piernas, cortas. Ahora era una especie de oso extraño y el Agente Poo comenzó a sonrojarse.
- ¡Buah! ¡Amb lo fea que ets…! ¡Y lo maziza que te pones en un momento! ¡Moza! – Gritaba entusiasmado. Al parecer tenía un gusto extraño por el sexo contrario.
La mujer le golpeó en la cabeza con un puñetazo, estampándolo contra la pared. – Arriba, Agente Poo. Tu misión no se cumplirá sola, y la mía tampoco.
Pasó un rato y el barco había llegado a Jaya. La Unidad Artificial estaba en cubierta, pero esto no es su historia, si no la del agente Poo. Ahora el panda se encontraba caminando por el embarcadero de aquel lugar mientras que veía como el buque, junto a la Unidad Artificial, se marchaba en búsqueda de un importante delincuente. – Ja estic aquí. – El panda caminó en búsqueda de la figura que debía conseguir, pero antes debía beber y comer algo. – Un poco de sake y una hamburguesa no hace daño. – Josep Lluis Carles Ignasi se dirigía a un bar repleto de gente. Era de noche, sí, pero eso no le importaba. Entró y se dirigió a la barra del bar, sentándose y pidiendo así un poco de sake. – Una mica de sake, cambrer simpàtic. Amb hiel. – Dijo con una voz leve y tranquila. El camarero le trajo el pedido, un vaso con hielo y lleno de sake. El panda comenzó a beber y, tras acabárselo, pidió la cuenta.
- Son 10.000 Berries. – Dijo el camarero. Tenía una pinta aterradora, era musculoso, alto y calvo, con un bigote negro aparte de vestir con un mono negro.
- ¡Ugh~! ¡Igh~! – De nuevo con los sonidos extraños, imitando a un gato atropellado. - ¡¿Deu mil berries?! – Dijo sorprendido mientras se volvía pálido. – Estàs de broma, ¿no? – Preocupado por el precio sacó los hielos y los devolvió a la cubitera del camarero. – Mira, como no he usado los hielos y aún no se han derretido del todo, son cinc mil berries menys, ¿D’acord? – El camarero frunció el ceño. El panda seguía a lo suyo, sacó un paño y frotó el vaso un poco. - ¿Veus? Como he limpiado el vaso, esto le resta precio, ¿no? – Dijo serio y convencido. – ¡Ara son dos mil berries, eh! – Al camarero se le comenzó a hinchar una vena en la frente. El agente Poo buscó su cartera y la abrió, viendo que tan sólo tenía 1.000 berries. – Bueno, mira, no et mentiré. Como el sake era de mala calidad, millor que sean mil. ¿D’acord? – Dijo mientras dejaba el billete sobre la mesa. Se levantó del taburete y comenzó a caminar hacia la salida, mientras su cara se volvía triste. - ¡Mil Berries, eh! ¡Ugh~! ¡Igh~!
Caminando entre su desesperación, se dio cuenta de algo justo en la salida. Unos cadejos estaban devorando un cuerpo, mientras que un tipo de pelo verde y una mujer pelirroja ”¡Ojalá estuviese más rechoncha.” estaban alrededor. También vio a alguien que reconoció nada más verlo, Kedra. Un horroroso pirata con un precio por su cabeza de…
- ¡Q-Quatre-cents cinquanta-sis milions de berries! ¡Ugh~! ¡Igh~! – Gritó con fuerza desde lo lejos. Estaba sorprendido, si lo entregaba… ¡Sería rico!
De pronto alguien apareció, un tipo alto aunque no tanto como el panda, no era nada más ni nada menos que el Vicealmirante Kai. Éste lanzó un humo extraño a Kedra y su compañero y un puño negro. No entendía nada, pero aquello se estaba poniendo interesante. El Agente Poo desenvainó con su mano derecha a Chorizo y con la izquierda, a Endesa. Estaba preparado para lanzarse al ataque. Comenzó a correr como un loco mientras rugía, en búsqueda de sus riquezas. Había perdido su objetivo principal de vista, pero eso ya no le importaba.
- ¡Quatre-cents cinquanta-sis milions de Berries! ¡Uh~! – Ahora rugía como un oso enfurecido.
- ¡Me dijiste que si limpiaba el baño me ibas a invitar a comer! ¡Ets un mentider! ¡Tros dasa! – Grita una voz enfadada y grave, con un acento extraño y mezclando idiomas.
- ¡Venga, tan sólo hazme este último favor, no te pediré nada más! – dice una segunda voz. – Lo prometo, si lo haces… Te invito a cenar, pero no a un sitio cualquiera… ¡A un bufet libre!
- ¡Ugh~! ¡Ighh~! – Hace ruidos como el de un perro moribundo - ¿B-Bufet lliure? ¿I…? ¿I gratis? ¡Ugh~! ¡Ighh~! – Esos sonidos son extraños, como una rueda recién pinchada o incluso el frotamiento con un vidrio.
- Ya sabes, ves y hazme ese favor, y será gratis. Tan sólo deberás conseguirme la figura de edición limitada del súper héroe Jaya, Son Gohancha. – La voz es tranquila, como si fuese de un niño en plena pubertad.
- ¡Cuenta conmigo, amic meu!
Al día siguiente…
Salado olor a mar que había por aquellas aguas repletas de monstruos marinos. Un buque del gobierno navegaba tranquilamente por aquellas aguas, mientras que en cubierta se encontraba el equipo de la unidad artificial del CP. En cabeza estaba el gran Wan Chunhoo, líder de dicha unidad y, a sus lados, sus compañeros. Pelirrojo y con un traje blanco y corbata negra desajustada, se dirigía a su próximo destino. Una cara seria, con una americana escondiendo unos brazos verdosos por culpa de su vil akuma no mi artificial, fruto de la no perfeccionada fruta.
Mientras tanto, en la despensa…
Unos ruidos extraños se escuchaban, como si un oso estuviese devorando toda la comida de aquel barco. Espera… Un oso… Concretamente un panda. Un enorme animal de tres metros, de pelaje negro y blanco estaba acabando con las frutas de aquel lugar. Vestía como un humano, como un humano sin gusto estético, mejor dicho. Portaba un sombrero de paja sobre su cabeza, ocultando sus negras orejas y un kimono gris casi negro con bordes blancos. En su cintura, agarradas por una cuerda vieja, posaban tres Bokken: Chorizo, Calipo y Endesa. Mientras disfrutaba de aquel manjar, se escuchó la puerta abriéndose.
- Vamos, Agente Poo, ya es hora de que tú desembarques. – Dice una voz de mujer.
- Espera, estoy preparando mi estómago. ¡Haz eso una vez más!
La mujer era una belleza, cabello largo y liso, albino, de flequillo recto. Sus ojos eran rojos y su piel pálida, con un cuerpo frágil y joven y una belleza eterna. Vestía una americana blanca con camisa azul y pañuelo amarillo, junto a una falta gris azulada. En sus pies, unas medias largas y blancas en conjunto con unos zapatos negros. Era Siran, un miembro de la Unidad Artificial. De pronto su fino cuerpo comenzó a volverse más grueso, su grasa aumentaba en cantidades increíbles, haciendo que de un fino cuerpo, apareciese una descomunal masa de carne. Su piel ahora estaba cubierta por un pelaje de rayas blancas y negras, como si de un panda se tratase. Sus brazos eran realmente largos, más que su cuerpo entero y, sus piernas, cortas. Ahora era una especie de oso extraño y el Agente Poo comenzó a sonrojarse.
- ¡Buah! ¡Amb lo fea que ets…! ¡Y lo maziza que te pones en un momento! ¡Moza! – Gritaba entusiasmado. Al parecer tenía un gusto extraño por el sexo contrario.
La mujer le golpeó en la cabeza con un puñetazo, estampándolo contra la pared. – Arriba, Agente Poo. Tu misión no se cumplirá sola, y la mía tampoco.
Pasó un rato y el barco había llegado a Jaya. La Unidad Artificial estaba en cubierta, pero esto no es su historia, si no la del agente Poo. Ahora el panda se encontraba caminando por el embarcadero de aquel lugar mientras que veía como el buque, junto a la Unidad Artificial, se marchaba en búsqueda de un importante delincuente. – Ja estic aquí. – El panda caminó en búsqueda de la figura que debía conseguir, pero antes debía beber y comer algo. – Un poco de sake y una hamburguesa no hace daño. – Josep Lluis Carles Ignasi se dirigía a un bar repleto de gente. Era de noche, sí, pero eso no le importaba. Entró y se dirigió a la barra del bar, sentándose y pidiendo así un poco de sake. – Una mica de sake, cambrer simpàtic. Amb hiel. – Dijo con una voz leve y tranquila. El camarero le trajo el pedido, un vaso con hielo y lleno de sake. El panda comenzó a beber y, tras acabárselo, pidió la cuenta.
- Son 10.000 Berries. – Dijo el camarero. Tenía una pinta aterradora, era musculoso, alto y calvo, con un bigote negro aparte de vestir con un mono negro.
- ¡Ugh~! ¡Igh~! – De nuevo con los sonidos extraños, imitando a un gato atropellado. - ¡¿Deu mil berries?! – Dijo sorprendido mientras se volvía pálido. – Estàs de broma, ¿no? – Preocupado por el precio sacó los hielos y los devolvió a la cubitera del camarero. – Mira, como no he usado los hielos y aún no se han derretido del todo, son cinc mil berries menys, ¿D’acord? – El camarero frunció el ceño. El panda seguía a lo suyo, sacó un paño y frotó el vaso un poco. - ¿Veus? Como he limpiado el vaso, esto le resta precio, ¿no? – Dijo serio y convencido. – ¡Ara son dos mil berries, eh! – Al camarero se le comenzó a hinchar una vena en la frente. El agente Poo buscó su cartera y la abrió, viendo que tan sólo tenía 1.000 berries. – Bueno, mira, no et mentiré. Como el sake era de mala calidad, millor que sean mil. ¿D’acord? – Dijo mientras dejaba el billete sobre la mesa. Se levantó del taburete y comenzó a caminar hacia la salida, mientras su cara se volvía triste. - ¡Mil Berries, eh! ¡Ugh~! ¡Igh~!
Caminando entre su desesperación, se dio cuenta de algo justo en la salida. Unos cadejos estaban devorando un cuerpo, mientras que un tipo de pelo verde y una mujer pelirroja ”¡Ojalá estuviese más rechoncha.” estaban alrededor. También vio a alguien que reconoció nada más verlo, Kedra. Un horroroso pirata con un precio por su cabeza de…
- ¡Q-Quatre-cents cinquanta-sis milions de berries! ¡Ugh~! ¡Igh~! – Gritó con fuerza desde lo lejos. Estaba sorprendido, si lo entregaba… ¡Sería rico!
De pronto alguien apareció, un tipo alto aunque no tanto como el panda, no era nada más ni nada menos que el Vicealmirante Kai. Éste lanzó un humo extraño a Kedra y su compañero y un puño negro. No entendía nada, pero aquello se estaba poniendo interesante. El Agente Poo desenvainó con su mano derecha a Chorizo y con la izquierda, a Endesa. Estaba preparado para lanzarse al ataque. Comenzó a correr como un loco mientras rugía, en búsqueda de sus riquezas. Había perdido su objetivo principal de vista, pero eso ya no le importaba.
- ¡Quatre-cents cinquanta-sis milions de Berries! ¡Uh~! – Ahora rugía como un oso enfurecido.
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El lobo permanecía allí quieto. Su mirada continuaba centrada en las bestias, las cuales devoraban el cuerpo. El castaño estaba bastante calmado. La noche sólo había comenzado. Lo malo es que un jodido marine ya le había molestado, usando armas cobardes. Él apreciaba los combates cuerpo a cuerpo, y por ello eliminaba a los demás. Era una vida que llevaba haciendo muchísimo. Pero al menos ya no eliminaba a inocentes sin motivo. Los animales no tardaron mucho más en desaparecer, al mismo tiempo, él olió a una persona acercarse a él. Se quedó mirándolo con calma. Su poder no era muy alto. Se pudo dar cuenta de que era un niño, o al menos a su lado lo era. Empezó a hablarle sobre su poder, y parecía estar pidiéndole consejo. El cadejo soltó un suspiro, justo para después responderle con calma. – Tienes valor para hablarme tras lo que has visto. Ser fuerte es cuestión de entrenar, chico. – Dijo cruzándose de brazos tranquilamente, para después entrecerrar los ojos.
Kedra percibió otra presencia de poder similar a la del chico. Era una mujer, la cual observaba tranquilamente desde lejos. Mientras no se metiera, no tenía por qué pasarle nada malo. De modo que suspiró, pasando también de ella. En ese momento, el pecho le dolió un poco, tras unos momentos tosió un poco de sangre. Apretó el puño. Entonces el lobo abrió los ojos más de la cuenta. Otra presencia había aparecido, pero con un poder mucho mayor. Se dio la vuelta, mirando a la esquina con el ceño fruncido totalmente. Reconoció al momento aquel poder. – “No puedo creerme que vuelva a por mí” – Pensó unos momentos. Pero de todas formas, ese marine tenía honor, e iría de frente y con puños. Mostró una sonrisa siniestra, y se preparó para ver lo que pasaba. Tal como pensaba, Kai salió de la esquina. Estaba un poco cambiado, pero reconocía aquel olor. A lo mejor sólo quería hablar o algo por el estilo. Últimamente sólo combatía con capullos del gobierno o con el puto cazador que le seguía los pasos.
Pudo ver entonces que, el castaño le lanzaba un cigarro. Alzó una ceja, observando como aquel pequeño objeto se consumía, formando una humareda. Rápidamente contuvo la respiración, lanzando al momento una terrible patada al frente. – ¡Shinu! – Una onda de energía destructiva se formó, abarcando cuatro metros a la redonda. Si el chico de cabellos verdes continuaba allí, podía estar en problemas. Debido a la potencia y su velocidad de reacción, pudo desviar el humo sin problemas. Entonces vio una especie de puño ir hacia él. Imbuyó su brazo izquierdo totalmente en haki armadura, chocando su puño contra el oscuro. Cuando lo hizo, la energía destructiva lo apartó. El lobo oscuro rugió de dolor. Sus nudillos estaban sangrando un poco, pero lo peor había sido, la temperatura a la que estaba aquella cosa. Movió su mano de un lado a otro, emitiendo gruñido e iluminando sus ojos. Escuchó las palabras del marine, frunciendo el ceño. Más de la mitad del respeto se había esfumado para él. – Pensaba que eras distinto, que no usabas cigarros raros. Además, no me esperaba que usaras a tantas personas. – Dijo refiriéndose claramente a la mujer, al chico de verde y a un jodido oso de tres metros que había aparecido. Eran demasiados.
El pirata entonces saltó a un tejado de la zona, observando a todos los que había allí reunidos. No tardó mucho en formar una humareda oscura, cualquiera (De menor nivel) que se le acercara, notaría el miedo recorrerle de forma muy intensa. Kedra clavó su mirada en el castaño. El hombre al que había dado una oportunidad un par de años atrás. Entonces clavó una rodilla en el tejado, escupiendo de nuevo algo de sangre. – Malditos cobardes… ¡Grrrrr! ¡Aaaaaaaaaaaaaah! ¡Grrrrr! – El monstruo rugió de ira, haciendo que su tatuaje comenzara a extenderse por todo su cuerpo, salvo por los ojos. De esa forma su defensa aumentó de forma alta. Sin pensárselo más, soltó un rugido, saltando al suelo. Fijó su vista en el marine, corriendo a por él con el ceño fruncido. Su cuerpo empezó a crecer hasta los dos metros y medio. Su musculatura aumentó también, liberando la segunda punta del Berserker. Sin pensárselo, lanzó hacia su oponente, un único puñetazo rumbo al pecho. Le diese a él o al aire, una onda de energía destructiva se formaría, abarcando ocho metros a la redonda. El puño iba imbuido en haki armadura, la onda también. Además contaba con su fuerza.
En ese momento trataría de saltar hacia atrás, observando a su oponente, y con el mantra activado. – No me esperaba volver a verte, Kai… – Dijo entonces con un tono siniestro. Su cuerpo continuaba emanando aquella aura, para que los otros se lo pensaran al atacarle. No estaba para tonterías, y ya que su oponente era aquel marine, pensó que su poder debería de haber aumentado también. De todas formas, le vendría bien un poco de ejercicio. Si se veía en problemas, ya llamaría a Émile para que hiciese su trabajo de capitán. Soltó un leve suspiro, observando bien al castaño. Tensó los músculos y entrecerró los ojos, listo para cualquier contraataque. – El destino nos ha reunido de nuevo, pero tú ¡Continuas sin entender nada! – Gritó de repente, al mismo tiempo que cerraba los puños con rabia. – ¿Caniche? Pensaba que en la marina erais listos, pero veo que no. Llámame caniche ¡Pero al menos no soy un perro del gobierno! ¡Siente el terror, Kai! – El cadejo sentía la necesidad de lanzarse de nuevo a por él.
Kedra percibió otra presencia de poder similar a la del chico. Era una mujer, la cual observaba tranquilamente desde lejos. Mientras no se metiera, no tenía por qué pasarle nada malo. De modo que suspiró, pasando también de ella. En ese momento, el pecho le dolió un poco, tras unos momentos tosió un poco de sangre. Apretó el puño. Entonces el lobo abrió los ojos más de la cuenta. Otra presencia había aparecido, pero con un poder mucho mayor. Se dio la vuelta, mirando a la esquina con el ceño fruncido totalmente. Reconoció al momento aquel poder. – “No puedo creerme que vuelva a por mí” – Pensó unos momentos. Pero de todas formas, ese marine tenía honor, e iría de frente y con puños. Mostró una sonrisa siniestra, y se preparó para ver lo que pasaba. Tal como pensaba, Kai salió de la esquina. Estaba un poco cambiado, pero reconocía aquel olor. A lo mejor sólo quería hablar o algo por el estilo. Últimamente sólo combatía con capullos del gobierno o con el puto cazador que le seguía los pasos.
Pudo ver entonces que, el castaño le lanzaba un cigarro. Alzó una ceja, observando como aquel pequeño objeto se consumía, formando una humareda. Rápidamente contuvo la respiración, lanzando al momento una terrible patada al frente. – ¡Shinu! – Una onda de energía destructiva se formó, abarcando cuatro metros a la redonda. Si el chico de cabellos verdes continuaba allí, podía estar en problemas. Debido a la potencia y su velocidad de reacción, pudo desviar el humo sin problemas. Entonces vio una especie de puño ir hacia él. Imbuyó su brazo izquierdo totalmente en haki armadura, chocando su puño contra el oscuro. Cuando lo hizo, la energía destructiva lo apartó. El lobo oscuro rugió de dolor. Sus nudillos estaban sangrando un poco, pero lo peor había sido, la temperatura a la que estaba aquella cosa. Movió su mano de un lado a otro, emitiendo gruñido e iluminando sus ojos. Escuchó las palabras del marine, frunciendo el ceño. Más de la mitad del respeto se había esfumado para él. – Pensaba que eras distinto, que no usabas cigarros raros. Además, no me esperaba que usaras a tantas personas. – Dijo refiriéndose claramente a la mujer, al chico de verde y a un jodido oso de tres metros que había aparecido. Eran demasiados.
El pirata entonces saltó a un tejado de la zona, observando a todos los que había allí reunidos. No tardó mucho en formar una humareda oscura, cualquiera (De menor nivel) que se le acercara, notaría el miedo recorrerle de forma muy intensa. Kedra clavó su mirada en el castaño. El hombre al que había dado una oportunidad un par de años atrás. Entonces clavó una rodilla en el tejado, escupiendo de nuevo algo de sangre. – Malditos cobardes… ¡Grrrrr! ¡Aaaaaaaaaaaaaah! ¡Grrrrr! – El monstruo rugió de ira, haciendo que su tatuaje comenzara a extenderse por todo su cuerpo, salvo por los ojos. De esa forma su defensa aumentó de forma alta. Sin pensárselo más, soltó un rugido, saltando al suelo. Fijó su vista en el marine, corriendo a por él con el ceño fruncido. Su cuerpo empezó a crecer hasta los dos metros y medio. Su musculatura aumentó también, liberando la segunda punta del Berserker. Sin pensárselo, lanzó hacia su oponente, un único puñetazo rumbo al pecho. Le diese a él o al aire, una onda de energía destructiva se formaría, abarcando ocho metros a la redonda. El puño iba imbuido en haki armadura, la onda también. Además contaba con su fuerza.
En ese momento trataría de saltar hacia atrás, observando a su oponente, y con el mantra activado. – No me esperaba volver a verte, Kai… – Dijo entonces con un tono siniestro. Su cuerpo continuaba emanando aquella aura, para que los otros se lo pensaran al atacarle. No estaba para tonterías, y ya que su oponente era aquel marine, pensó que su poder debería de haber aumentado también. De todas formas, le vendría bien un poco de ejercicio. Si se veía en problemas, ya llamaría a Émile para que hiciese su trabajo de capitán. Soltó un leve suspiro, observando bien al castaño. Tensó los músculos y entrecerró los ojos, listo para cualquier contraataque. – El destino nos ha reunido de nuevo, pero tú ¡Continuas sin entender nada! – Gritó de repente, al mismo tiempo que cerraba los puños con rabia. – ¿Caniche? Pensaba que en la marina erais listos, pero veo que no. Llámame caniche ¡Pero al menos no soy un perro del gobierno! ¡Siente el terror, Kai! – El cadejo sentía la necesidad de lanzarse de nuevo a por él.
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Akuma no mi
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Aquel al que llaman Kedra, la pesadilla, me dió un consejo que aunque básico, aprecié mucho en aquel momento. Decidí hacerme más fuerte cada día para poder llegar a ser igual de fuerte que aquella persona.
Justo cuando iba a darle las gracias, ví a aquel chico mirar algo fijamente, cuando miré me dí cuenta de que un cigarro envuelto en llamas venía volando hacia mi, así que decidí salír de aquel lugar y retrocedí lo que pude. Una onda salió de la nada, probablemente provocada por Kedra, iba a tal velocidad que no me dió tiempo a esquivarla del todo, aunque gracias a mi akuma de plomo, no me hizo tanto daño como el que debería de haber sufrido.
Después de aquella onda ví a un panda de unos 3 metros gritando como un loco y viniendo de cabeza a por Kedra. ''Sé que Kedra puede ocuparse'' pensé. Kedra no podía parar de gritar, comenzó a transformarse y aunque me embargó un gran miedo, una gran admiración por su poder también lleno mi espíritu. De repente, multitud de ondas y ataques salieron de donde estaban ellos dos.
No sabía que hacer, si le pegaba a aquel panda pondrían precio a mi cabeza, y aún no estoy preparado para lidiar con caza-recompensas en los talones durante todos los días, y más con la fama que han ido ganando muchos últimamente...
No podía creerlo, no podía creer que hiciera esto, las lágrimas se derramaban por mi cara, confiaba en que él saldría bien de aquella situación. No sé muy bien por que lloraba, me sentía como una especie de traidor, un cebo, así que decidí una cosa.
-¡Lo siento! Grité, ¡no era mi intención servir de cebo o algo así!.
Una vez dicho esto, corrí a esconderme, no quería salir de aquella isla, en caso de extrema necesidad, intentaría hacer algo contra aquel Panda loco, pero sentía que esta no era mi lucha, sentía que si me metía no iba a hacer mas que empeorar las cosas. Corrí y me escondí unos cuantos metros más lejos, lo suficiente para poder ver aquel espectáculo pero lo suficientemente escondido para no ser visto. Mientras huía, pude ver que la marina rodeaba aquel sitio. A lo mejor simplemente me dejaban salir como un ciudadano normal, ya que no tengo ninguna recompensa, pero decidí mejor esconderme y esperar a ver que pasa, tenía pinta de acabar con el resultado de una isla menos.
-Wow, ese hombre es... verdaderamente fuerte. Pensé, mientras permanecía escondido en unas cajas que me daban el escondite perfecto
Justo cuando iba a darle las gracias, ví a aquel chico mirar algo fijamente, cuando miré me dí cuenta de que un cigarro envuelto en llamas venía volando hacia mi, así que decidí salír de aquel lugar y retrocedí lo que pude. Una onda salió de la nada, probablemente provocada por Kedra, iba a tal velocidad que no me dió tiempo a esquivarla del todo, aunque gracias a mi akuma de plomo, no me hizo tanto daño como el que debería de haber sufrido.
Después de aquella onda ví a un panda de unos 3 metros gritando como un loco y viniendo de cabeza a por Kedra. ''Sé que Kedra puede ocuparse'' pensé. Kedra no podía parar de gritar, comenzó a transformarse y aunque me embargó un gran miedo, una gran admiración por su poder también lleno mi espíritu. De repente, multitud de ondas y ataques salieron de donde estaban ellos dos.
No sabía que hacer, si le pegaba a aquel panda pondrían precio a mi cabeza, y aún no estoy preparado para lidiar con caza-recompensas en los talones durante todos los días, y más con la fama que han ido ganando muchos últimamente...
No podía creerlo, no podía creer que hiciera esto, las lágrimas se derramaban por mi cara, confiaba en que él saldría bien de aquella situación. No sé muy bien por que lloraba, me sentía como una especie de traidor, un cebo, así que decidí una cosa.
-¡Lo siento! Grité, ¡no era mi intención servir de cebo o algo así!.
Una vez dicho esto, corrí a esconderme, no quería salir de aquella isla, en caso de extrema necesidad, intentaría hacer algo contra aquel Panda loco, pero sentía que esta no era mi lucha, sentía que si me metía no iba a hacer mas que empeorar las cosas. Corrí y me escondí unos cuantos metros más lejos, lo suficiente para poder ver aquel espectáculo pero lo suficientemente escondido para no ser visto. Mientras huía, pude ver que la marina rodeaba aquel sitio. A lo mejor simplemente me dejaban salir como un ciudadano normal, ya que no tengo ninguna recompensa, pero decidí mejor esconderme y esperar a ver que pasa, tenía pinta de acabar con el resultado de una isla menos.
-Wow, ese hombre es... verdaderamente fuerte. Pensé, mientras permanecía escondido en unas cajas que me daban el escondite perfecto
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Sin proponérselo Kei había dado con el “asesino” del que había odio hablar en el recibidor del hostal, un tal Kedra “la pesadilla” el cual no le sonaba para nada aunque por lo visto debía de ser bastante famoso y buscado, pues no tardó en aparecer otra figura llameante que iba directo hacia Kedra y su acompañante.
“creo que me he metido donde no me llaman” pensó la joven mientras aún contemplaba la escena que de un momento a otro se convertiría en una gran batalla, estaba lo suficientemente cerca para ver la pelea pero no tanto como para estorbar en la misma. El llamado Kedra había formado un humo a su alrededor y, aunque Kei no estaba segura de que era no iba a ir a comprobarlo por mucha curiosidad que pudiera tener.
Aun medio asombrada por el poder que habían desplegado esos dos hombres en un abrir y cerrar de ojos escucho una voz procedente de su espalda, el muchacho de pelo verde parecía bastante consternado por los acontecimientos recientes y pedía perdón por haber hecho de señuelo, o eso fue lo que entendió Kei a groso modo, mientras observaba como iba a esconderse tras unas cajas.
En fin esta no es mi guerra- dijo mientras giraba sobre sus talones para darse la vuelta y volver sobre sus pasos, apenas había andado cuando se percató de que estaban rodeados de marines “malditos perros del gobierno, ya me han encontrado” pensó, no se daba cuenta que no era por ella por lo que esos marines estaban allí, reculando un poco mientras se dirigía al mismo lugar donde momentos antes se había escondido el peli verde. -Espero que no te importe y aunque así fuera daría igual- dijo con una leve sonrisa mientras observaba los acontecimientos y se percataba de que había un tercer “hombre” (panda) que se lanzaba al ataque como si no pasara nada por inmiscuirse en una pelea ajena. -Alguien debería llamar a la protectora de animales, se les ha escapado un oso- dijo en tono serio mientras lo observaba - Y además va armado, abrase visto semejante desfachatez-Kei apenas sabia nada de otras culturas o lugares, y solo había visto a los osos en funciones de circo, nunca empuñando armas o peleando por lo que se le hacia bastante raro esa escena.
“creo que me he metido donde no me llaman” pensó la joven mientras aún contemplaba la escena que de un momento a otro se convertiría en una gran batalla, estaba lo suficientemente cerca para ver la pelea pero no tanto como para estorbar en la misma. El llamado Kedra había formado un humo a su alrededor y, aunque Kei no estaba segura de que era no iba a ir a comprobarlo por mucha curiosidad que pudiera tener.
Aun medio asombrada por el poder que habían desplegado esos dos hombres en un abrir y cerrar de ojos escucho una voz procedente de su espalda, el muchacho de pelo verde parecía bastante consternado por los acontecimientos recientes y pedía perdón por haber hecho de señuelo, o eso fue lo que entendió Kei a groso modo, mientras observaba como iba a esconderse tras unas cajas.
En fin esta no es mi guerra- dijo mientras giraba sobre sus talones para darse la vuelta y volver sobre sus pasos, apenas había andado cuando se percató de que estaban rodeados de marines “malditos perros del gobierno, ya me han encontrado” pensó, no se daba cuenta que no era por ella por lo que esos marines estaban allí, reculando un poco mientras se dirigía al mismo lugar donde momentos antes se había escondido el peli verde. -Espero que no te importe y aunque así fuera daría igual- dijo con una leve sonrisa mientras observaba los acontecimientos y se percataba de que había un tercer “hombre” (panda) que se lanzaba al ataque como si no pasara nada por inmiscuirse en una pelea ajena. -Alguien debería llamar a la protectora de animales, se les ha escapado un oso- dijo en tono serio mientras lo observaba - Y además va armado, abrase visto semejante desfachatez-Kei apenas sabia nada de otras culturas o lugares, y solo había visto a los osos en funciones de circo, nunca empuñando armas o peleando por lo que se le hacia bastante raro esa escena.
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Off: Seguid posteando sin mi. Considerad que mi personaje por lo que sea acaba de irse gritando algo de unas hamburguesas quemadas. He tenido imprevistos y no quiero retrasaros más el rol. Lo siento, he tenido una semana muy liada.
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El puño del lobo provocó una onda que hizo dos casas de la zona reventar. Los escombros comenzaron a caer, formando una humareda impresionante. Observó un poco con interés, esperando a ver el cuerpo del marine derrotado. En ese momento soltó un suspiro, al parecer se le había escapado. Su haki le indicaba que se estaba alejando, de hecho hubiera jurado escuchar no se qué de carne quemada. Frunció el ceño entonces, se mosqueó al ver como su presa huía. De todas formas, le quedaba el tema de los marines por el sitio. No tardó mucho en iluminar sus ojos en un tono dorado, alzar la cabeza y rugir con una fuerza monstruosa. Estaba dando comienzo a la caza. Pudo sentir como muchos corrían asustados. Sin Kai allí, no tenían oportunidad de salir victoriosos. El terrible lobo mostró entonces una sonrisa siniestra. Estaba totalmente calmado. El hecho de saber que nadie le iba a poder parar, le hacía sentirse bien.
Entonces comenzó a olisquear un poco a su alrededor. No pudo evitar relamerse al ver al enorme oso. Saltó colocándose frente a él, a unos cuatro metros. Su aura comparada con la suya, no tenía mucho que hacer. – Ni un paso más, osito. – Mencionó con una mirada totalmente fría. Entonces se alejó, no pretendía hacerle nada. No tardó mucho en oler a los otros dos. Comenzó a caminar hacia dónde se hallaban los otros dos escondidos. En cuanto llegó, se quedó mirando las cajas de forma seria. Su aspecto comenzó a cambiar de nuevo, volviendo a la forma normal. Sus cabellos fueron mecidos por el viento, y su mirada se clavó en ambos. Ya había escuchado al chico decir que no pretendía ser el cebo. Kedra entonces notó la presencia de los marines acercarse muy despacio. Simplemente iluminó sus ojos en un tono rojizo. El aura del miedo también había sido desactivada, y por ello no debían que temerle.
El pirata en ese momento, soltó un leve suspiro. – Salid de ahí los dos, ahora mismo. La marina no va a hacer nada. – Dijo en un tono serio mientras que apartaba una de las cajas. No tardó mucho en sentarse sobre ella. Se miró un momento los nudillos. Le dolían un poco todavía, de hecho Kai había usado trucos nuevos. Él nunca se habría imaginado verlos, pero eso era de esperar al fin y al cabo. Esos dos iban a verse las caras muchas veces. No pudo evitar relamerse despacio. – Más vale que vuestra excusa sea buena. Me parece sospechoso que ambos estuvierais tan cerca de mí en ese ataque. – Una vez dijo aquello, permaneció totalmente calmado. Sus dorados ojos se clavaron en ellos, esperando una respuesta. La presencia marine iba desapareciendo poco a poco. Fueron listos, decidiendo retirarse. Sin su líder allí, no eran más que cobardes con armas. El terrible lobo se rascó un momento la cabeza. Su cuerpo sudaba un poco debido al consumo de poder que había tenido que hacer.
Entonces comenzó a olisquear un poco a su alrededor. No pudo evitar relamerse al ver al enorme oso. Saltó colocándose frente a él, a unos cuatro metros. Su aura comparada con la suya, no tenía mucho que hacer. – Ni un paso más, osito. – Mencionó con una mirada totalmente fría. Entonces se alejó, no pretendía hacerle nada. No tardó mucho en oler a los otros dos. Comenzó a caminar hacia dónde se hallaban los otros dos escondidos. En cuanto llegó, se quedó mirando las cajas de forma seria. Su aspecto comenzó a cambiar de nuevo, volviendo a la forma normal. Sus cabellos fueron mecidos por el viento, y su mirada se clavó en ambos. Ya había escuchado al chico decir que no pretendía ser el cebo. Kedra entonces notó la presencia de los marines acercarse muy despacio. Simplemente iluminó sus ojos en un tono rojizo. El aura del miedo también había sido desactivada, y por ello no debían que temerle.
El pirata en ese momento, soltó un leve suspiro. – Salid de ahí los dos, ahora mismo. La marina no va a hacer nada. – Dijo en un tono serio mientras que apartaba una de las cajas. No tardó mucho en sentarse sobre ella. Se miró un momento los nudillos. Le dolían un poco todavía, de hecho Kai había usado trucos nuevos. Él nunca se habría imaginado verlos, pero eso era de esperar al fin y al cabo. Esos dos iban a verse las caras muchas veces. No pudo evitar relamerse despacio. – Más vale que vuestra excusa sea buena. Me parece sospechoso que ambos estuvierais tan cerca de mí en ese ataque. – Una vez dijo aquello, permaneció totalmente calmado. Sus dorados ojos se clavaron en ellos, esperando una respuesta. La presencia marine iba desapareciendo poco a poco. Fueron listos, decidiendo retirarse. Sin su líder allí, no eran más que cobardes con armas. El terrible lobo se rascó un momento la cabeza. Su cuerpo sudaba un poco debido al consumo de poder que había tenido que hacer.
- Off:
- Señor panda me dice que se retira
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De repente, alguien me dijo que si podía estar ahí, supuse que se iba a esconder también, así que le dije
-Cla... Claro que no me importa, mi nombre es Difter ¿y el tuyo?
Todo el ruido acabó en un momento, el hombre que nos atacó se fue corriendo, gritando algo de que se le quemaba algo, no lo pude oír muy bien y la marina comenzó a retirarse, era lógica que sin alguien tan fuerte como ese hombre, Kedra acabaría con todos si los rumores de los que se hablaban en aquella isla eran ciertos. Me sentí tremendamente aliviado cuando escuche que la marina se alejaba cada vez mas, aunque esa tranquilidad duró hasta que Kedra nos dijo que saliéramos. Vi a Kedra sentado en una silla con una cara seria pero sin embargo, no producía el miedo que producía antes, ¿por que sería? De todas formas me recompuse y me mantuve serio y firme.
-Buenas, mi nombre es Difter y mi único motivo era admiración, ya que yo aspiro a ser un gran pirata alguna vez y digamos que los del gobierno tampoco me caen demasiado bien. Oí rumores sobre usted, la pesadilla, alguien poderoso e implacable y solo quería preguntarle consejos y, si se diera el caso, que me ayudara a entrenar ya que he podido ver que usted también se centra en el combate cuerpo a cuerpo. Perdón si le he causado algún problema. Me disculpé formalmente y una vez que acabé, me senté en una de las cajas en las que antes estaba oculto. Estaba lleno de adrenalina, si aquel hombre no se llega a haber ido... quien sabe que podría haber sido de noso..., bueno, mas bien de mí, ya que se le veía una pelea bastante reñida. Después de aquello, simplemente dejé explicarlo a aquella persona que se había escondido a mi lado aunque por la emoción del momento, no llegué muy bien a mi fijarme en dicha persona.
-Cla... Claro que no me importa, mi nombre es Difter ¿y el tuyo?
Todo el ruido acabó en un momento, el hombre que nos atacó se fue corriendo, gritando algo de que se le quemaba algo, no lo pude oír muy bien y la marina comenzó a retirarse, era lógica que sin alguien tan fuerte como ese hombre, Kedra acabaría con todos si los rumores de los que se hablaban en aquella isla eran ciertos. Me sentí tremendamente aliviado cuando escuche que la marina se alejaba cada vez mas, aunque esa tranquilidad duró hasta que Kedra nos dijo que saliéramos. Vi a Kedra sentado en una silla con una cara seria pero sin embargo, no producía el miedo que producía antes, ¿por que sería? De todas formas me recompuse y me mantuve serio y firme.
-Buenas, mi nombre es Difter y mi único motivo era admiración, ya que yo aspiro a ser un gran pirata alguna vez y digamos que los del gobierno tampoco me caen demasiado bien. Oí rumores sobre usted, la pesadilla, alguien poderoso e implacable y solo quería preguntarle consejos y, si se diera el caso, que me ayudara a entrenar ya que he podido ver que usted también se centra en el combate cuerpo a cuerpo. Perdón si le he causado algún problema. Me disculpé formalmente y una vez que acabé, me senté en una de las cajas en las que antes estaba oculto. Estaba lleno de adrenalina, si aquel hombre no se llega a haber ido... quien sabe que podría haber sido de noso..., bueno, mas bien de mí, ya que se le veía una pelea bastante reñida. Después de aquello, simplemente dejé explicarlo a aquella persona que se había escondido a mi lado aunque por la emoción del momento, no llegué muy bien a mi fijarme en dicha persona.
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-Soy Kei- dijo sin apenas mirar al muchacho, pues estaba más concentrada en saber cómo iba la pelea, por desgracia no duró demasiado. Cuando la cosa empezaba a caldearse y a ponerse algo interesante, el muchacho que había aparecido de la nada se había esfumado como si tal cosa. No entendía muy bien el motivo pero tampoco importaba demasiado realmente.
Como la cosa ya estaba más calmada el muchacho llamado Kedra se acercó a donde estaban escondidos y se sentó allí esperando a que salieran de su escondite y asegurándose que los marines que hace un rato los rodeaban no les haría nada, también esperaba una buena excusa que explicara qué hacían ellos dos allí, por si algún casual estaban relacionados con “el ataque sorpresa”
El primero es salir fue Difter, quien parecía adorar a aquel hombre como si de un dios se tratase. Seguidamente salió Kei quien se sentó en otra de las cajas y espero a que Difter terminara de hablar para comenzar. Miró fijamente a Kedra, su aspecto ahora no parecía tan aterrador como hace unos momentos en la pelea - Me llamo Kei y en mi caso simplemente estaba dando un paseo y por casualidad me acerqué a ver, he oído que hay alguien matando gente por ahí y tenia curiosidad, de todas formas no creo que debamos darte explicaciones, porque al menos yo no tengo nada que ver con esa panda de sucios perros del gobierno- Al pronunciar esas últimas palabras apretó el puño sin darse cuenta.
Como la cosa ya estaba más calmada el muchacho llamado Kedra se acercó a donde estaban escondidos y se sentó allí esperando a que salieran de su escondite y asegurándose que los marines que hace un rato los rodeaban no les haría nada, también esperaba una buena excusa que explicara qué hacían ellos dos allí, por si algún casual estaban relacionados con “el ataque sorpresa”
El primero es salir fue Difter, quien parecía adorar a aquel hombre como si de un dios se tratase. Seguidamente salió Kei quien se sentó en otra de las cajas y espero a que Difter terminara de hablar para comenzar. Miró fijamente a Kedra, su aspecto ahora no parecía tan aterrador como hace unos momentos en la pelea - Me llamo Kei y en mi caso simplemente estaba dando un paseo y por casualidad me acerqué a ver, he oído que hay alguien matando gente por ahí y tenia curiosidad, de todas formas no creo que debamos darte explicaciones, porque al menos yo no tengo nada que ver con esa panda de sucios perros del gobierno- Al pronunciar esas últimas palabras apretó el puño sin darse cuenta.
Josep Lluis Carles Ignasi
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Josep corría con energías a por aquel criminal. Realmente no sabía qué tipo de delitos había cometido o qué tipo de normas se había saltado, tan solo pensaba en el precio por su cabeza. Estaba a punto de atacarle, de acabar con aquel mísero ser de las tinieblas, pero entonces una sensación extraña recorrió el cuerpo del agente Poo. - ¿El meu… Berrie? – Dijo mientras paraba de golpe, con pena. Su cara había cambiado por completo, estaba aterrado, sin energías, sin ganas de continuar. Ya no pensaba en el precio de Kedra. - ¿On hi es? – Dijo con las mismas pocas ganas que antes. Estaba apenado. Sentía que su bolsillo tenía un agujero, que por ahí se habían caído sus preciados berries, que los había perdido. Todo aquello era culpa de aquel criminal, le causaba temor, el pero miedo de todos, el miedo de perder su dinero. Era como si al acercarse a él, se volviera pobre. Su más preciado tesoro, los berries, desaparecían, la cabeza de aquel criminal pasaba a ser un número negativo, menos un billón. Era como en un videojuego, cuando ves la vida del enemigo, pero esto era peor. Un número en rojo flotaba por encima de Kedra, era la cantidad de Berries que Josep Lluis perdería si se acercaba a él. Aterrado como nunca, retrocedió. Ni siquiera pudo escuchar las palabras de aquel miserable, tan sólo podía pensar en su dinero.
Guardó sus bokken y se dio la vuelta. Se ajustó su sombrero y caminó sin rumbo. Entonces algo le llamó la atención, su terror, después de alejarse, se había terminado. Escuchó a una mujer decir algo sobre él, o al menos eso había entendido. Corrió hacia ella, estaba con su enemigo, aquel miserable roba Berries. - ¡¿Cómo que panda sucio del gobierno?! – Grita enfadado a aquella mujer. Había malentendido lo que había dicho, pero eran problemas de las lenguas. - ¡¿Cóm t’atreveixes a dir-me això?! – Grita cabreado. Sacó una de sus bokken, no le importaría matar a una mujer tan poco sexy y con menos carne que una hormiga. - ¡Eso te costará como atacar a alguien del gobierno, fea! – Gritó. Corrió acercándose a aquellos tres, con intenciones de atacar a aquella pelirroja. - ¡Ara el teu cap costa cen mil berries! – Gritó con aún más fuerza que antes. Pero de nuevo, al acercarse a aquel lugar, volvió a tener la misma sensación. Era como si Kedra desprendiese aquella aura aterradora. De nuevo volvía a sentirse pobre, sin ganas ni energías, volvió a pararse de golpe, guardó sus bokken y retrocedió. ”Avuí no es mi día…”
Guardó sus bokken y se dio la vuelta. Se ajustó su sombrero y caminó sin rumbo. Entonces algo le llamó la atención, su terror, después de alejarse, se había terminado. Escuchó a una mujer decir algo sobre él, o al menos eso había entendido. Corrió hacia ella, estaba con su enemigo, aquel miserable roba Berries. - ¡¿Cómo que panda sucio del gobierno?! – Grita enfadado a aquella mujer. Había malentendido lo que había dicho, pero eran problemas de las lenguas. - ¡¿Cóm t’atreveixes a dir-me això?! – Grita cabreado. Sacó una de sus bokken, no le importaría matar a una mujer tan poco sexy y con menos carne que una hormiga. - ¡Eso te costará como atacar a alguien del gobierno, fea! – Gritó. Corrió acercándose a aquellos tres, con intenciones de atacar a aquella pelirroja. - ¡Ara el teu cap costa cen mil berries! – Gritó con aún más fuerza que antes. Pero de nuevo, al acercarse a aquel lugar, volvió a tener la misma sensación. Era como si Kedra desprendiese aquella aura aterradora. De nuevo volvía a sentirse pobre, sin ganas ni energías, volvió a pararse de golpe, guardó sus bokken y retrocedió. ”Avuí no es mi día…”
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El lobo continuaba allí sentado con toda la calma del mundo. Sus ojos estaban fijos en el chico, el cual dijo que simplemente sentía admiración. Esa palabra hizo al cadejo alzar la deja derecha. La verdad es que no le habían dicho una cosa así nunca, por ello simplemente soltó un enorme suspiro. No tenía muchas ganas en ese momento de liarse a reventar edificios. Ya se había cargado un par de ellos durante el ataque a Kai. Ese capullo se había escapado, pero ya le daría su correspondiente colleja. No iba a ir a muerte con una persona que al menos tenía el honor de ir de frente. No como todos los cobardes que le disparaban escondidos. Aunque con su poderoso haki armadura, todo le daba lo mismo. El poder de desviar todo con su piel era impresionante. De todas formas se puso a pensar en otra cosa. No le iba faldar de aquellas cosas. A lo mejor a otros sí que les iba aquel rollo. Se llevó la mano a la frente, soltó un suspiro, y después miró a los dos.
Sus dorados ojos miraron al chico, soltando una pequeña sonrisa ladeada. Le iba a responder con toda la calma del mundo. – Yo no entreno a nadie. No me queda el tiempo de vida suficiente para dedicarlo a otros. De todas formas, no te conozco de nada. – Mencionó en un tono frío. Entrecerró los ojos, mirando de repente a la mujer pelirroja. Sus comentarios le hicieron fruncir el ceño un poco. – Darás las explicaciones que te pida. Si no contestas, terminarás como esos cadáveres. – El pirata no iba a permitir que le hablasen de aquella forma. Bastante es que no le había lanzando un golpe a ninguno. Tenía sospechas claras sobre ellos, y no pensaba dejar de tenerlas por el momento. Se quedó con el nombre de esas dos personas, después simplemente se relamió despacio. Tal vez era la hora de irse a comer un poco de carne con patatas o algo por el estilo. Le estaba apeteciendo bastante. La culpa había sido del marine, y sus ataques ardientes. Se rascó un poco la cabeza, colocándose en pie.
Entonces el panda anterior volvió corriendo hacia ellos. En especial parecía tener un poco de manía a la pelirroja. El lobo entonces lo fulminó con la mirada, volviendo a activar su poder. Cuando lo vio retroceder, simplemente soltó un pequeño suspiro. No entendía la razón de ese ser de continuar allí. – Puedo eliminarte de un movimiento. Vuestra única arma se ha ido, habéis perdido, gobierno. – Mencionó mientras ahora comenzaba a caminar por la calle, buscando un sitio dónde comer.
Sus dorados ojos miraron al chico, soltando una pequeña sonrisa ladeada. Le iba a responder con toda la calma del mundo. – Yo no entreno a nadie. No me queda el tiempo de vida suficiente para dedicarlo a otros. De todas formas, no te conozco de nada. – Mencionó en un tono frío. Entrecerró los ojos, mirando de repente a la mujer pelirroja. Sus comentarios le hicieron fruncir el ceño un poco. – Darás las explicaciones que te pida. Si no contestas, terminarás como esos cadáveres. – El pirata no iba a permitir que le hablasen de aquella forma. Bastante es que no le había lanzando un golpe a ninguno. Tenía sospechas claras sobre ellos, y no pensaba dejar de tenerlas por el momento. Se quedó con el nombre de esas dos personas, después simplemente se relamió despacio. Tal vez era la hora de irse a comer un poco de carne con patatas o algo por el estilo. Le estaba apeteciendo bastante. La culpa había sido del marine, y sus ataques ardientes. Se rascó un poco la cabeza, colocándose en pie.
Entonces el panda anterior volvió corriendo hacia ellos. En especial parecía tener un poco de manía a la pelirroja. El lobo entonces lo fulminó con la mirada, volviendo a activar su poder. Cuando lo vio retroceder, simplemente soltó un pequeño suspiro. No entendía la razón de ese ser de continuar allí. – Puedo eliminarte de un movimiento. Vuestra única arma se ha ido, habéis perdido, gobierno. – Mencionó mientras ahora comenzaba a caminar por la calle, buscando un sitio dónde comer.
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Todo pareció haber acabado en una anécdota mas, Kedra no parecía estar por la labor de entrenar a nadie y yo solo pasaba por aquí de casualidad, así que nada me retenía a estar aquí.
Pude oír al panda venir, en especial parecía tener motivos de atacar a la pelirroja, pero Kedra volvió a amedrentarle, yo no había golpeado a nadie, así que era inútil que me preocupara por recibir una recompensa, así que simplemente me dediqué a ver como el panda se paraba de golpe, después de gritar algo de berries, aquel panda parecía tener un corazón muy codicioso, para ser alguien del gobierno que supuestamente quieren proteger a la población.
-Panda codicioso... mascullé en voz baja para mí mismo, aunque por ahora no parecía ser mayor problema.
Kedra parecía irse, aunque no se muy bien a que iba, pero ya daba un poco igual. Metí mis manos en mi chaqueta azul y le dije a la pelirroja
-Bueno... yo me voy a comer algo, ¿que vas a hacer tu?
Dejé de prestarle atención al panda, aún no tenía nada en contra de el ni el en mi contra, o eso creo por lo que no había mas motivo para seguir observandole.
-En fin, supongo que todo acabó bastante bien para lo que podría llegar a haber sido. Justo después de decir eso me fui a buscar algún sitio donde comer
Pude oír al panda venir, en especial parecía tener motivos de atacar a la pelirroja, pero Kedra volvió a amedrentarle, yo no había golpeado a nadie, así que era inútil que me preocupara por recibir una recompensa, así que simplemente me dediqué a ver como el panda se paraba de golpe, después de gritar algo de berries, aquel panda parecía tener un corazón muy codicioso, para ser alguien del gobierno que supuestamente quieren proteger a la población.
-Panda codicioso... mascullé en voz baja para mí mismo, aunque por ahora no parecía ser mayor problema.
Kedra parecía irse, aunque no se muy bien a que iba, pero ya daba un poco igual. Metí mis manos en mi chaqueta azul y le dije a la pelirroja
-Bueno... yo me voy a comer algo, ¿que vas a hacer tu?
Dejé de prestarle atención al panda, aún no tenía nada en contra de el ni el en mi contra, o eso creo por lo que no había mas motivo para seguir observandole.
-En fin, supongo que todo acabó bastante bien para lo que podría llegar a haber sido. Justo después de decir eso me fui a buscar algún sitio donde comer
Kei
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Kedra recordaba un poco a una persona mayor, algo así como un profesor que le pide explicaciones a los alumnos o los reprende, solo que este hombre amenazaba con matar y no estaba por la labor de enseñar a nadie. Kei le miró fijamente, algo cabreada por sus recientes palabras- Es verdad, puedes matarme ahora, aquí mismo, pero aparte de darte las explicaciones que has pedido y no te merecías, dudas de dos personas que no tienen nada que ver con esa mierda de gobierno y menos con tu compañero de juegos.- Soltó todo sin pensarlo dos veces viendo como se levantaba para largarse luego por la calle mientras se metía con el oso escapado del circo que farfullaba cosas sin sentido.
Kei suspiro, la noche cada vez era más rara, primero un asesino luego una “pelea de enamorados” y ahora un panda escapado de un circo farfullaba cosas en otro idioma, se acercó a este unos segundos y le acarició la cabeza- ya paso no te preocupes pronto te llevaran a casa para que no pases frío y te puedas hinchar a comer. - le dijo al panda antes de responderle a Difter quien se iba a cenar- Creo que te acompañare, la verdad es que me ha dado un poco de hambre - y con la misma siguió al muchacho peliverde
Supongo que si, en el peor de los casos habríamos acabado hechos girones- suspiro- Te apetecen fideos? a mi la verdad es que si, o una hamburguesa- hablaba casi para sí misma pero no importaba.
Kei suspiro, la noche cada vez era más rara, primero un asesino luego una “pelea de enamorados” y ahora un panda escapado de un circo farfullaba cosas en otro idioma, se acercó a este unos segundos y le acarició la cabeza- ya paso no te preocupes pronto te llevaran a casa para que no pases frío y te puedas hinchar a comer. - le dijo al panda antes de responderle a Difter quien se iba a cenar- Creo que te acompañare, la verdad es que me ha dado un poco de hambre - y con la misma siguió al muchacho peliverde
Supongo que si, en el peor de los casos habríamos acabado hechos girones- suspiro- Te apetecen fideos? a mi la verdad es que si, o una hamburguesa- hablaba casi para sí misma pero no importaba.
Josep Lluis Carles Ignasi
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Josep seguía pensando tan solo en su bolsillo, rezando al Dios Pandum para que no perdiese el dinero. De pronto la pelirroja, la cual creía que le había insultado, se le acercó. De pronto levantó su mano, el panda creía que iba a golpearlo así que posó su mano sobre Endesa y se preparó para pelear, pero entonces tan sólo le acarició la cabeza. Comenzó a decir que lo llevaría a comer, Josep mostró una sonrisa picarona mientras se ruborizaba, pero volvió a cambiar su rostro de golpe, frunciendo el ceño mostrando enfado. ”És una tècnica bastant bona. Em va distreure amb menjar y carícies.” Pensó mientras retrocedía. Se dio cuenta entonces como comenzaban a marcharse, ignorándolo. Eso le enfureció, no podía permitir que pasaran de un miembro del CP, por lo que debía hacer algo. Levantó a Endesa con una mano y a Chorizo con la otra y comenzó a mostrar su odio hacia los criminales.
- ¡Malditos criminales! ¡Kedra y compañía, estáis acabados! ¡Doneu-me els vostres berries! – Gritó mientras avanzaba contra aquellos chicos.
Primero se concentraría en el más fuerte, Kedra, así luego podría tener ventaja sobre los que parecían ser sus compañeros. Transformó sus dos piernas en gigantescos cuchillos de carnicero y comenzó a correr hacia Kedra. Su principal movimiento sería para atravesar al criminal. Lanzaría una patada, que en realidad era una puñalada, directa al estómago de aquel tipo para intentar agujerear su vientre. Su segundo ataque, si le dejaba, sería un corte directo al hombro derecho de aquel tipo, utilizando a Endesa imbuida en electricidad. La bokken tenía una gran dureza gracias al material del que estaba hecho, superando a muchos minerales y armas normales. Quería cortar el brazo del delincuente, para así mostrarle su castigo. Todo esto si no volvía a activar aquella mirada que le aterrorizaría.
- ¡Malditos criminales! ¡Kedra y compañía, estáis acabados! ¡Doneu-me els vostres berries! – Gritó mientras avanzaba contra aquellos chicos.
Primero se concentraría en el más fuerte, Kedra, así luego podría tener ventaja sobre los que parecían ser sus compañeros. Transformó sus dos piernas en gigantescos cuchillos de carnicero y comenzó a correr hacia Kedra. Su principal movimiento sería para atravesar al criminal. Lanzaría una patada, que en realidad era una puñalada, directa al estómago de aquel tipo para intentar agujerear su vientre. Su segundo ataque, si le dejaba, sería un corte directo al hombro derecho de aquel tipo, utilizando a Endesa imbuida en electricidad. La bokken tenía una gran dureza gracias al material del que estaba hecho, superando a muchos minerales y armas normales. Quería cortar el brazo del delincuente, para así mostrarle su castigo. Todo esto si no volvía a activar aquella mirada que le aterrorizaría.
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El lobo frunció el ceño al escuchar las palabras de la pelirroja. Se estaba pasando tres pueblos, y cortarle la cabeza podía ser demasiado fácil. Los putos humanos eran cada vez más idiotas. No tardó mucho en soltar un leve suspiro, caminando con calma mientras mantenía los ojos entrecerrados. El sitio ya le daba suficiente asco como para permanecer por la zona. Sus dorados orbes se posaban en los distintos locales, buscando alguno de agrado. Todos parecían ser estúpidos bares. El lobo de las sombras necesitaba un lugar mejor, dónde le sirvieran carne de la mejor posible. Hacía días que no comía nada bueno, y por ello el hambre que tenía era enorme. El pequeño combate con Kai, le había hecho sentir un poco de cansancio, por lo que disfrutaría al máximo sin preocuparse por nadie. Tenía pensado pedir también un buen refresco con mucho gas. Mantenerse despierto era fundamental. Encima los payasos del gobierno le molestaban mucho últimamente. No entendían que su poder estaba muy por encima del de ellos. Los putos marines encima sólo sabían disparar a traición, ineptos cobardes. La justicia sólo era una ilusión, y tampoco importaba mucho al cadejo. Él pasaba de gilipolleces, y sólo se preocupaba por sus cosas.
En ese momento, la voz del panda llegó a sus oídos. No podía creer que ese animal pensase que los otros dos eran su compañía. Aquello sólo provocó que el enojo del pirata aumentase un poco más, cosa que no era para nada buena. El olor del mamífero entonces se aproximó a una velocidad considerable. En ese momento se dio la vuelta, mirándolo de forma calmada. Sus piernas se habían convertido en ¿cuchillos? No podía creerlo. Quizás tenía el poder de una fruta del diablo. Últimamente se cruzaba con muchos usuarios del tipo zoan, y por ello ya flipaba cuando veía cualquier otro poder distinto. De todas formas, el aura del panda era demasiado baja. No iba a dejar que le diese con esas cosas. Sin pensarlo, se imbuyó totalmente en su potente haki armadura. El color de la piel del lobo se puso morado oscuro, haciendo que todo su cuerpo salvo los ojos, estuviese fortificado. La punta de aquella cosa impactó en su estómago, produciéndole un ligero cosquilleo. El asesino miró a su presa con tranquilidad, como si no hubiese pasado nada. Entonces recibió otro corte en su hombro, pero con el mismo resultado. Ni cosquillas. Sin embargo, aquel último ataque le hizo soltar un leve gruñido. Una descarga de electricidad recorrió su cuerpo, haciéndole hincar una rodilla en el suelo. Su brazo se le entumeció un poco, notando una sensación incómoda. – Grrr… – El gruñido del lobo fue tétrico.
De repente, el pirata se colocó en pie, mirando en todo momento al animal. Tal vez no era consciente de lo que había hecho, y no entendía que se estaba jugando la vida. Encima no tenía un buen nivel de combate para Kedra, por lo que matarlo no podía ser divertido. El lobo oscuro soltó un pequeño suspiro entonces. – La has cagado, osito. – En ese momento, el luchador, con todo su cuerpo imbuido en haki, se lanzó por su objetivo. En cuanto estuvo frente a él, estiró el puño hacia atrás, imbuyéndolo en energía destructiva. Trató de impactarle un puñetazo en el pecho. Le diese o no, se formaría una onda destructiva que, abarcaría seis metros a la redonda. – ¡Shinu! – Gritó mientras fruncía el ceño. Independientemente del resultado, comenzaría a caminar de nuevo, buscando un buen sitio dónde poder comer. – [I] Creo que mi precio acaba de aumentar cien mil berries. Dijo simplemente con el haki de observación activado por sí las moscas.
En ese momento, la voz del panda llegó a sus oídos. No podía creer que ese animal pensase que los otros dos eran su compañía. Aquello sólo provocó que el enojo del pirata aumentase un poco más, cosa que no era para nada buena. El olor del mamífero entonces se aproximó a una velocidad considerable. En ese momento se dio la vuelta, mirándolo de forma calmada. Sus piernas se habían convertido en ¿cuchillos? No podía creerlo. Quizás tenía el poder de una fruta del diablo. Últimamente se cruzaba con muchos usuarios del tipo zoan, y por ello ya flipaba cuando veía cualquier otro poder distinto. De todas formas, el aura del panda era demasiado baja. No iba a dejar que le diese con esas cosas. Sin pensarlo, se imbuyó totalmente en su potente haki armadura. El color de la piel del lobo se puso morado oscuro, haciendo que todo su cuerpo salvo los ojos, estuviese fortificado. La punta de aquella cosa impactó en su estómago, produciéndole un ligero cosquilleo. El asesino miró a su presa con tranquilidad, como si no hubiese pasado nada. Entonces recibió otro corte en su hombro, pero con el mismo resultado. Ni cosquillas. Sin embargo, aquel último ataque le hizo soltar un leve gruñido. Una descarga de electricidad recorrió su cuerpo, haciéndole hincar una rodilla en el suelo. Su brazo se le entumeció un poco, notando una sensación incómoda. – Grrr… – El gruñido del lobo fue tétrico.
De repente, el pirata se colocó en pie, mirando en todo momento al animal. Tal vez no era consciente de lo que había hecho, y no entendía que se estaba jugando la vida. Encima no tenía un buen nivel de combate para Kedra, por lo que matarlo no podía ser divertido. El lobo oscuro soltó un pequeño suspiro entonces. – La has cagado, osito. – En ese momento, el luchador, con todo su cuerpo imbuido en haki, se lanzó por su objetivo. En cuanto estuvo frente a él, estiró el puño hacia atrás, imbuyéndolo en energía destructiva. Trató de impactarle un puñetazo en el pecho. Le diese o no, se formaría una onda destructiva que, abarcaría seis metros a la redonda. – ¡Shinu! – Gritó mientras fruncía el ceño. Independientemente del resultado, comenzaría a caminar de nuevo, buscando un buen sitio dónde poder comer. – [I] Creo que mi precio acaba de aumentar cien mil berries. Dijo simplemente con el haki de observación activado por sí las moscas.
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Vi a la pelirroja acercarse al panda y acariciarle, sinceramente no le presté mucha atención, no es alguien a quien me interesara hacer daño. Pude ver un cierto gesto de desagrado en Kedra cuando hablaba con Kei, parece que no hicieron muchas migas. Kei y yo estábamos hablando sobre ir a comer cuando escuché otra vez al panda dar gritos como loco.
-Otra vez ese desquiciado, dije en voz baja. Parece que se lanzaba a por Kedra, había transformado sus piernas en cuchillas e intentaba atravesarle por la mitad, cosa que no consiguió aunque Kedra hincara una rodilla en suelo. No tardó mucho en levantarse e intentar asestar un golpe bastante fuerte al panda.
Como ya pude ser testigo de uno de sus ataques que provocaban ondas de choque, preferí alejarme un poco.
-Oye Kei, ¿era así tu nombre? Bueno, pienso que deberías apartarte un poco. Dicho esto me alejé lo más que pude de Kedra y esperé el resultado. Sinceramente aunque las ganas de berries del oso le premiaba de codicioso, admiraba su persistencia la verdad. Tras la onda de choque dije.
-Bueno.... ¿Por donde íbamos? Y continué hablando de las ganas que tenía de una buena comida con Kei, sin apartar la vista del oso.
-Otra vez ese desquiciado, dije en voz baja. Parece que se lanzaba a por Kedra, había transformado sus piernas en cuchillas e intentaba atravesarle por la mitad, cosa que no consiguió aunque Kedra hincara una rodilla en suelo. No tardó mucho en levantarse e intentar asestar un golpe bastante fuerte al panda.
Como ya pude ser testigo de uno de sus ataques que provocaban ondas de choque, preferí alejarme un poco.
-Oye Kei, ¿era así tu nombre? Bueno, pienso que deberías apartarte un poco. Dicho esto me alejé lo más que pude de Kedra y esperé el resultado. Sinceramente aunque las ganas de berries del oso le premiaba de codicioso, admiraba su persistencia la verdad. Tras la onda de choque dije.
-Bueno.... ¿Por donde íbamos? Y continué hablando de las ganas que tenía de una buena comida con Kei, sin apartar la vista del oso.
Kei
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El "pequeño" panda mostró un leve rubor en las mejillas tras las palabras de Kei, pero pronto su cara cambió completamente cuando se percato de que todos se estaban yendo y dejándolo atrás. Sus Gritos eran bastante potentes, de sus palabras lo único que la muchacha sacaba en claro era que el panda era demasiado avaricioso y que estaba algo enfadado, pero aun así le daba un poco igual.
En cuanto vio que el panda se lanzaba a por Kedra se llevo la mano a la cara y dejo escapar un leve suspiro "parece que es duro de mollera y tiene ganas de morir pronto" pensó mientras miraba la trifulca unos segundos antes de que Difter le aconsejara apartarse un poco del lugar. Le siguió pues creía que no diría algo así por nada, y visto lo visto con anterioridad lo mejor era no acercarse mucho cuando Kedra o alguien que peleaba si no querías salir mal parado.
Había echo bien en seguir al muchacho pues aquella trifulca había acabado como si hubieran tirado una pequeña bomba en aquel lugar. Miro el lugar y al panda antes de seguir con la conversación- Creo que estábamos hablando sobre comer unas patatas fritas con tres tipos de quesos y jamón, o unos fideos y un poco de Sushi- solo pensar en comida y sus tripas rugían un poco- porras....si que tengo hambre-dijo casi en un susurro esperando que nadie oyera el ruido de su estomago y buscando un local en condiciones después de aquella trifulca.
En cuanto vio que el panda se lanzaba a por Kedra se llevo la mano a la cara y dejo escapar un leve suspiro "parece que es duro de mollera y tiene ganas de morir pronto" pensó mientras miraba la trifulca unos segundos antes de que Difter le aconsejara apartarse un poco del lugar. Le siguió pues creía que no diría algo así por nada, y visto lo visto con anterioridad lo mejor era no acercarse mucho cuando Kedra o alguien que peleaba si no querías salir mal parado.
Había echo bien en seguir al muchacho pues aquella trifulca había acabado como si hubieran tirado una pequeña bomba en aquel lugar. Miro el lugar y al panda antes de seguir con la conversación- Creo que estábamos hablando sobre comer unas patatas fritas con tres tipos de quesos y jamón, o unos fideos y un poco de Sushi- solo pensar en comida y sus tripas rugían un poco- porras....si que tengo hambre-dijo casi en un susurro esperando que nadie oyera el ruido de su estomago y buscando un local en condiciones después de aquella trifulca.
Josep Lluis Carles Ignasi
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Con el golpe del agente Poo, Kedra hincó una rodilla en el suelo. Josep comenzaba a estar confiado de su fuerza, no iba a parar hasta vencer a aquel criminal y cobrar aquella recompensa. Es más, tal vez incluso le subieran el sueldo por su esfuerzo. Los ojos del panda ahora habían tomado una forma extraña. Brillaban y parecía el signo del berrie, pero eso era sólo por sus ganas de ser rico. Escuchó las palabras de Kedra, pero no le importó, ahora confiaba en él. Había conseguido dañar a alguien tan poderoso, los berries estaban de su lado. Pero algo ocurrió. Lanzó su brazo hacia atrás mientras avanzaba, para así lanzar un poderoso golpe. Al ver eso, el agente Poo soltó sus armas e intentó parar aquel golpe. Imbuyó sus manos en rallador metálico y de sus palmas salían llamas, como si de fogones se tratasen. Su intención no sólo era atrapar el puño, sino también quemarle.
- Eres mío, Kedra. – Dijo Josep mientras recibía el puñetazo.
Pero nada salió como esperaba. Sí, consiguió parar el golpe con sus manos, o eso creía. Notó que su muñeca se hundía, que sus dedos gruesos se doblaban hacia atrás, que sus hombros sentían una presión incalculable. Tras eso, una onda destructiva gigantesca lo lanzó hacia atrás, una decena de metros aproximadamente. Se encontraba en el suelo tirado con la ropa rasgada. Sus dedos, al igual que sus muñecas, antebrazos y codos, estaban destrozados, completamente rotos. Por si fuera poco sus hombros estaban dislocados y, parte de su pelaje, quemado. Había sido derrotado por aquella bestia, no podía hacer nada. Sin contar en lo más importante. ¿Tenía algún seguro de vida? Si no era así… ¿Cuánto le costaría pagar a un buen médico? Esas preguntas rondaban su mente, una lágrima caía por su mejilla. Giró su cabeza, tratando de mirar a sus pies y se fijó en algo: Uno de sus billetes de cien mil berries, estaba quemado, faltando casi la mitad del billete. No sólo había perdido más de trescientos millones de berries por no vencer, sino que a parte se le había quemado parte de su dinero guardado. Era una de las mayores desgracias.
Su cuerpo dejó de funcionar, no sentía nada. Sus ojos poco a poco se cerraban automáticamente, hasta que su pulso comenzó a pausarse, cada vez más y más lento. No estaba muerto, pero si inconsciente, ahora estaba en un mundo diferente.
Se levantó del suelo, sus extremidades se transformaron en cuchillos de carnicero gigantescos que se imbuían en pequeñas llamas a doscientos grados centígrados. Miró a su enemigo, Kedra, estaba dispuesto a vencerle. No le importaba ni el dolor, ni los huesos rotos, tan sólo pensaba en acabar con él. Comenzó a correr a gran velocidad para así matarlo y cobrar su recompensa. Primero un corte con su brazo derecho, en diagonal y descendente, acabando con su cuello para así separar la cabeza del cuerpo. Después, un segundo corte con su pierna derecha, dirigida a la cintura, partiéndolo en dos. Su cuerpo volvió a la normalidad, agarró la cabeza de Kedra y comenzó a gritar, emocionado.
- ¡He vencido! ¡Soc el nou deu del mon! - Estaba feliz, había vencido y lo había matado.
- Eres mío, Kedra. – Dijo Josep mientras recibía el puñetazo.
Pero nada salió como esperaba. Sí, consiguió parar el golpe con sus manos, o eso creía. Notó que su muñeca se hundía, que sus dedos gruesos se doblaban hacia atrás, que sus hombros sentían una presión incalculable. Tras eso, una onda destructiva gigantesca lo lanzó hacia atrás, una decena de metros aproximadamente. Se encontraba en el suelo tirado con la ropa rasgada. Sus dedos, al igual que sus muñecas, antebrazos y codos, estaban destrozados, completamente rotos. Por si fuera poco sus hombros estaban dislocados y, parte de su pelaje, quemado. Había sido derrotado por aquella bestia, no podía hacer nada. Sin contar en lo más importante. ¿Tenía algún seguro de vida? Si no era así… ¿Cuánto le costaría pagar a un buen médico? Esas preguntas rondaban su mente, una lágrima caía por su mejilla. Giró su cabeza, tratando de mirar a sus pies y se fijó en algo: Uno de sus billetes de cien mil berries, estaba quemado, faltando casi la mitad del billete. No sólo había perdido más de trescientos millones de berries por no vencer, sino que a parte se le había quemado parte de su dinero guardado. Era una de las mayores desgracias.
Su cuerpo dejó de funcionar, no sentía nada. Sus ojos poco a poco se cerraban automáticamente, hasta que su pulso comenzó a pausarse, cada vez más y más lento. No estaba muerto, pero si inconsciente, ahora estaba en un mundo diferente.
Se levantó del suelo, sus extremidades se transformaron en cuchillos de carnicero gigantescos que se imbuían en pequeñas llamas a doscientos grados centígrados. Miró a su enemigo, Kedra, estaba dispuesto a vencerle. No le importaba ni el dolor, ni los huesos rotos, tan sólo pensaba en acabar con él. Comenzó a correr a gran velocidad para así matarlo y cobrar su recompensa. Primero un corte con su brazo derecho, en diagonal y descendente, acabando con su cuello para así separar la cabeza del cuerpo. Después, un segundo corte con su pierna derecha, dirigida a la cintura, partiéndolo en dos. Su cuerpo volvió a la normalidad, agarró la cabeza de Kedra y comenzó a gritar, emocionado.
- ¡He vencido! ¡Soc el nou deu del mon! - Estaba feliz, había vencido y lo había matado.
- Cursiva:
Lo que está en cursiva, pasa mientras está inconsciente, ergo solo es su imaginación.
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El lobo movió la mano de un lado a otro. Un poco de humo salía de sus nudillos, debido a la rara técnica del oso. Sintió una incómoda sensación de dolor debido a la quemadura que poseía en ese momento. No pudo evitar fruncir el ceño debido a la molestia. Decidió dejar el tema de la comida unos momentos, y se acercó al panda de forma calmada. Lo miró con un poro de frialdad. Sus conocimientos de medicina eran muy buenos, y por ello sabía perfectamente que tenía las manos hechas un cuadro. No pudo evitar alzar una ceja. Los otros dos no se habían ido aún. Continuaban alejándose, pero su velocidad era insoportable. Había visto caracoles más rápidos. Como continuaran por allí, pensaría que podían tratarse de unos simples espías. Se relamió un poco, y después soltó un pequeño suspiro. El puto oso volvería a por él en cuanto despertase. Podía matarlo, pero no quería hacerlo estando el tipo dormido.
En ese momento desvió su mirada hacia el puerto, viendo en el muelle un pequeño bote. No tardó en sonreír de lado. Caminó tomando al oso en peso como si de una princesa fuese. Su fuerza era muy alta, y por ello no le costaba mucho. En cuanto estuvo allí, dejó al oso codicioso en el bote. Le dejó los remos, pero con las manos en aquel estado no sabía cómo lo haría el animal para remar. Le vino a la mente el momento en que convirtió sus piernas en espadas. A lo mejor de aquella forma si podía hacerlo. Le dio una potente patada al bote, e hizo que se alejase unos ocho metros del muelle, después suspiró un poco. – Si se lo comen, no es mi problema. – Con el panda fuera de combate, volvió a la búsqueda de su comida. Pero no pensaba ser tan lento como los otros dos. Él era un tipo muy rápido, y eso no hacía falta dudarlo. Entrecerró los ojos, y después de unos momentos, soltó un inmenso rugido. Muestra de que se iba a convertir en ese momento.
Kedra comenzó a tomar la forma de un perro negro de un tamaño enorme pero sin superar a una persona. Sus orejas tomaron forma lupina, sus ojos se enrojecieron, y una peluda cola salió de la parte baja de su espalda. El lobo del terror salió corriendo por la calle, pasando por el lado de los otros dos. Su velocidad era muy buena, y eso que no quería activar su técnica especial. No tardó mucho en quedar frente a una tienda de hamburguesas. El perro del demonio volvió a ser un humano con el aspecto de Kedra. No dijo nada, simplemente entró en el local con la cabeza bien alta. Había pocas personas, y por ello se puso en una mesa alejada. Un tipo le atendió, pero se notaba que estaba acojonado. Tenía el cabello blanco, y los ojos marrones. – Tráeme una jarra de agua, y cinco hamburguesas de pollo. La carne poco hecha. – El chico asintió, y se fue a por el pedido. El lobo entonces se acomodó, notando las escasas miradas del local sobre él. No les dio mucha importancia, y continuó a lo suyo.
En ese momento desvió su mirada hacia el puerto, viendo en el muelle un pequeño bote. No tardó en sonreír de lado. Caminó tomando al oso en peso como si de una princesa fuese. Su fuerza era muy alta, y por ello no le costaba mucho. En cuanto estuvo allí, dejó al oso codicioso en el bote. Le dejó los remos, pero con las manos en aquel estado no sabía cómo lo haría el animal para remar. Le vino a la mente el momento en que convirtió sus piernas en espadas. A lo mejor de aquella forma si podía hacerlo. Le dio una potente patada al bote, e hizo que se alejase unos ocho metros del muelle, después suspiró un poco. – Si se lo comen, no es mi problema. – Con el panda fuera de combate, volvió a la búsqueda de su comida. Pero no pensaba ser tan lento como los otros dos. Él era un tipo muy rápido, y eso no hacía falta dudarlo. Entrecerró los ojos, y después de unos momentos, soltó un inmenso rugido. Muestra de que se iba a convertir en ese momento.
Kedra comenzó a tomar la forma de un perro negro de un tamaño enorme pero sin superar a una persona. Sus orejas tomaron forma lupina, sus ojos se enrojecieron, y una peluda cola salió de la parte baja de su espalda. El lobo del terror salió corriendo por la calle, pasando por el lado de los otros dos. Su velocidad era muy buena, y eso que no quería activar su técnica especial. No tardó mucho en quedar frente a una tienda de hamburguesas. El perro del demonio volvió a ser un humano con el aspecto de Kedra. No dijo nada, simplemente entró en el local con la cabeza bien alta. Había pocas personas, y por ello se puso en una mesa alejada. Un tipo le atendió, pero se notaba que estaba acojonado. Tenía el cabello blanco, y los ojos marrones. – Tráeme una jarra de agua, y cinco hamburguesas de pollo. La carne poco hecha. – El chico asintió, y se fue a por el pedido. El lobo entonces se acomodó, notando las escasas miradas del local sobre él. No les dio mucha importancia, y continuó a lo suyo.
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Kedra había dejado fuera de juego al panda, la verdad, incluso en sueños se veía feliz ¿estaría soñando con dinero? Probablemente. Kai no paraba de hablarme de comida que le gustaría probar y a mi cada vez me entraba más y más hambre. Íbamos andando muy lento para mi la verdad, así que decidí aligerar el paso.
-Me parece bien lo del jamón, ¡Vamos! Justo entonces un cadejo pasó corriendo entre nosotros para entrar en una hamburguesería, ¿sería Kedra? Pues puede ser. Agarré a Kei de la mano y empecé a correr con ella.
-¡Vamos! ¡Me muero de hambre! dije mientras mantenía una risa agradable. Después de todo lo que pasó... necesitaba comer algo rápido. Mientras corríamos eché un último vistazo al incos... ¿donde está? Había desaparecido, probablemente se habrá despertado y se fué corriendo, ¿quien sabe?
-Me parece bien lo del jamón, ¡Vamos! Justo entonces un cadejo pasó corriendo entre nosotros para entrar en una hamburguesería, ¿sería Kedra? Pues puede ser. Agarré a Kei de la mano y empecé a correr con ella.
-¡Vamos! ¡Me muero de hambre! dije mientras mantenía una risa agradable. Después de todo lo que pasó... necesitaba comer algo rápido. Mientras corríamos eché un último vistazo al incos... ¿donde está? Había desaparecido, probablemente se habrá despertado y se fué corriendo, ¿quien sabe?
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La bestia comía carne con toda la comodidad del mundo. El sabor de las hamburguesas era sobresaliente, y la fresca agua que usaba de acompañamiento era perfecta. Se sentía bastante a gusto, de no ser por las miradas de las personas, se sentiría muchísimo mejor. No tardó entonces en estirarse, y terminar de comer a toda prisa. Cuanto antes se largara de ese sitio, mucho mejor. En ese momento no tenía dinero encima, por lo que decidió irse sin pagar. Total, por unos pocos berries no iban a salir de la pobreza. El lobo negro se colocó en pie, y sin decir nada más, salió de aquel sitio con ambas manos en los bolsillos.
Miró a la luna una vez estuvo fuera, dándose cuenta de que esta iluminaba buena parte de aquella maldita isla infecta. El luchador entonces decidió buscar a Kai ¿Quién si no podría darle mejor combate? Algo le decía que ese marine ya no iba a estar en la isla, pero de todas formas no perdía nada por intentar localizarle. Siempre era mejor que irse a dormir debajo de un árbol. Podía ser un buen entretenimiento encajar algunos golpes, y devolver otros. Ahora que lo pensaba, le vino a la mente el pobre panda, y entonces le dio un poco de risa.
Miró a la luna una vez estuvo fuera, dándose cuenta de que esta iluminaba buena parte de aquella maldita isla infecta. El luchador entonces decidió buscar a Kai ¿Quién si no podría darle mejor combate? Algo le decía que ese marine ya no iba a estar en la isla, pero de todas formas no perdía nada por intentar localizarle. Siempre era mejor que irse a dormir debajo de un árbol. Podía ser un buen entretenimiento encajar algunos golpes, y devolver otros. Ahora que lo pensaba, le vino a la mente el pobre panda, y entonces le dio un poco de risa.
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