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Te has unido al CP, aunque no eres nada más que un mísero iniciado. Has conocido al resto de la unidad y descubres que la enana era la líder y se llama Dirath. También el gyojin pertenece a la unidad y es la mano derecha de Dirath, aunque externamente se puede decir que es su sirviente. Se llama Garr y siempre está cerca de la niña, vigilándola. Hay también otros tres integrantes, aunque a uno aún no lo has visto ya que siempre está encerrado en su habitación. Uno de ellos se llama Flax, es un tipo de unos veinte años, joven y de aspecto rico, ya que siempre va con un traje negro de alta calidad. Es rubio y tiene los ojos azules. El otro es una mujer de unos treinta años, delgada, de cuerpo frágil y siempre porta unos lentes rojos. Es morena y de pelo corto, con una peca notoria en la parte superior izquierda del labio. Se llama Wester, o al menos así la llaman. Su verdadero nombre no lo dice ya que se siente avergonzada. En cuanto al último… Tan sólo sabes su nombre, Blend, y que es un obsesionado de la tecnología.
Tras varios días de estudios teóricos sobre el CP y sus ventajas, deciden llevarte con ellos de camino a una misión, para que veas como es la vida de un CP. No sabes sus rangos, aún, sólo sabes que el grandullón es el de menor rango, un CP4. Viajáis en un gran barco del gobierno, te encuentras en un camarote acogedor y te ha citado Dirath para un entrenamiento. Se encuentra en cubierta, con un vestido negro y una vara blanca con un adorno dorado en su mano. Cuando te ve, no puede evitar reír con su característica risa.
- ¡Jijijiji! ¡Comienza tu infierno, lacayo!
Tras varios días de estudios teóricos sobre el CP y sus ventajas, deciden llevarte con ellos de camino a una misión, para que veas como es la vida de un CP. No sabes sus rangos, aún, sólo sabes que el grandullón es el de menor rango, un CP4. Viajáis en un gran barco del gobierno, te encuentras en un camarote acogedor y te ha citado Dirath para un entrenamiento. Se encuentra en cubierta, con un vestido negro y una vara blanca con un adorno dorado en su mano. Cuando te ve, no puede evitar reír con su característica risa.
- ¡Jijijiji! ¡Comienza tu infierno, lacayo!
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Parece ser que han recepcionado mi ingreso en el gobierno. Por ahora quedo bajo la tutoría de la potente unidad que conformaban aquellos dos extremos del cuerpo humano; el semi-gigante Goliather y la exenta de hormonas Dirath; así como aquel engendro Garr, que al parecer sirve como mano derecha de la pequeña líder; Pero éstos no eran los únicos integrantes de la unidad, ello no hubiera conformado un grupo equilibrado, había tres más que permanecían ocultos en las muchas salas del enorme barco gubernamental:
- Flax, un rubio veinteañero que me había sido descrito como “limpio, con dinero y exquisito”. O al menos eso había entendido de las vagas, simples y a la vez espero que precisas descripciones del mamotreto.
- Wester, una mujer muy delgada y con gafas rojas, cuyo gesto mas característico, y sobre el que Goliather recalcaba con dejes de fantasía como si se tratara de una estrella de cine, una peca sobre la comisura izquierda del labio.
Aunque aún quedaba un tercero, realmente sexto miembro, alguna especie de aficionado a la tecnología llamado Blend, mas las charlas con mi nuevo gargantuesco amigo se vieron interrumpidas con un muy prudente “Golitonto, ¿qué haces revelando información? Aún no sabemos si podemos fiarnos de él.”
A pesar de mi privación de información sobre la unidad, los primeros conocimientos sobre “Cómo ser un agente” habían sido mostrados, aunque quedaban lejos de ser asimilados… quizás necesitaría algún tipo de ejercicio práctico. A la espera de éstos dedique mi tiempo libre a recorrer las estancias del barco con mi libro de leyes en mano, había muchas ilegalidades que desconocía… algunas correspondían a vivencias demasiado extendidas como para que pudieran ser usadas como una manera de represión ciudadana, más bien correspondían a una maniobra de extorsión con la finalidad de obtener información, dinero o simplemente infundir miedo.
¿Dónde se separaron legalidad y justicia? En el interés de los dirigentes.
Cambiamos de barco, Dirath me informa de que les acompañaré en una misión mientras volvemos hacia uno de los Blues. Se me dispone un cómodo pero pequeño camarote, a diferencia de las salas comunes de reclutas que tenía anteriormente… parece ser que tienen cierta esperanza en mí. Un papel sobre el pequeño escritorio, “Entrenamiento en cubierta 9am.”, la firma es intrincada y angulosa “Dirath”. Tengo una hora para cambiarme a una ropa más cómoda, opto por unos simples pantalones de chándal, yendo descalzo y sin camisa. Sigue sobrándome prácticamente toda la hora… iré andando lento.
Muchas miradas de trabajadores curiosos, multitud de extraños con inquisitivas miradas, con dejes de risa por mis retardados movimientos. Moverse mucho más lento es más difícil que caminar rápido… requiere de un esfuerzo mental por negar el movimiento natural del cuerpo. Es…com…pli….ca…do…
Puedo verla en la enorme y despejada cubierta, lleva un vestido negro y un cetro blanco de cabeza redonda y dorada. Se ríe en la lejanía… será mejor volver al tiempo normal de reacción.
- - ¡Jijijiji! – esa espasmódica y estridente carcajada- Comienza tu infierno lacayo.
No hay respuesta, tan sólo la espera a empezar el entrenamiento.
- Flax, un rubio veinteañero que me había sido descrito como “limpio, con dinero y exquisito”. O al menos eso había entendido de las vagas, simples y a la vez espero que precisas descripciones del mamotreto.
- Wester, una mujer muy delgada y con gafas rojas, cuyo gesto mas característico, y sobre el que Goliather recalcaba con dejes de fantasía como si se tratara de una estrella de cine, una peca sobre la comisura izquierda del labio.
Aunque aún quedaba un tercero, realmente sexto miembro, alguna especie de aficionado a la tecnología llamado Blend, mas las charlas con mi nuevo gargantuesco amigo se vieron interrumpidas con un muy prudente “Golitonto, ¿qué haces revelando información? Aún no sabemos si podemos fiarnos de él.”
A pesar de mi privación de información sobre la unidad, los primeros conocimientos sobre “Cómo ser un agente” habían sido mostrados, aunque quedaban lejos de ser asimilados… quizás necesitaría algún tipo de ejercicio práctico. A la espera de éstos dedique mi tiempo libre a recorrer las estancias del barco con mi libro de leyes en mano, había muchas ilegalidades que desconocía… algunas correspondían a vivencias demasiado extendidas como para que pudieran ser usadas como una manera de represión ciudadana, más bien correspondían a una maniobra de extorsión con la finalidad de obtener información, dinero o simplemente infundir miedo.
¿Dónde se separaron legalidad y justicia? En el interés de los dirigentes.
Cambiamos de barco, Dirath me informa de que les acompañaré en una misión mientras volvemos hacia uno de los Blues. Se me dispone un cómodo pero pequeño camarote, a diferencia de las salas comunes de reclutas que tenía anteriormente… parece ser que tienen cierta esperanza en mí. Un papel sobre el pequeño escritorio, “Entrenamiento en cubierta 9am.”, la firma es intrincada y angulosa “Dirath”. Tengo una hora para cambiarme a una ropa más cómoda, opto por unos simples pantalones de chándal, yendo descalzo y sin camisa. Sigue sobrándome prácticamente toda la hora… iré andando lento.
Muchas miradas de trabajadores curiosos, multitud de extraños con inquisitivas miradas, con dejes de risa por mis retardados movimientos. Moverse mucho más lento es más difícil que caminar rápido… requiere de un esfuerzo mental por negar el movimiento natural del cuerpo. Es…com…pli….ca…do…
Puedo verla en la enorme y despejada cubierta, lleva un vestido negro y un cetro blanco de cabeza redonda y dorada. Se ríe en la lejanía… será mejor volver al tiempo normal de reacción.
- - ¡Jijijiji! – esa espasmódica y estridente carcajada- Comienza tu infierno lacayo.
No hay respuesta, tan sólo la espera a empezar el entrenamiento.
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El sol pega con fuerza sobre tu cuerpo semidesnudo, la pequeña niña mueve de lado a lado aquella brillante varita como si de una bruja se tratase. De pronto te señala con ella y muestra una sonrisa macabra en su rostro. Se pueden escuchar las olas rompiéndose contra el duro acero de aquel gran buque. La temperatura es alta en aquel lugar, símbolo del verano con sus treinta y cinco grados centígrados. Puedes ver que las gotas de sudor caen por el suave cuerpo de Dirath, mientras se sienta en la borda del barco. - Bien, comencemos... - Dice mientras posa la forma esférica de la vara sobre su labio inferior, de forma duditativa. De pronto una idea se pasa por su cabeza, fugaz, lo que hace que se levante de un salto y comienza a volar mientras suelta pequeñas y ligeras patadas al aire, como si de sólido se tratase. - Comenzaremos con el calentamiento. ¡Jijiji! - Puedes notar su cara sarcástica que desprende un aire aterrador, como si del mismísimo diablo se tratase. - Quiero que hagas cincue... ¡No! ¡Mejor cien abdominales! - Grita con entusiasmo. Parece divertirse obligándote a hacer esfuerzo físico con aquel flamante sol quemando tu piel. - ¡Y después, cincuenta flexiones! - Ahora es cuando más sabes que el agua es la fuente de la vida, ya que sin ella no podrías vivir.
Pero de pronto, cuando comienza a acercarse a ti, aparece Wester con un lucido traje color vainilla y sus lentes características. Mira con terror a su líder que intenta aprovecharse de ti, y entonces habla. - No te pases, jefa. - Te defiende. - Sería mejor forzarlo con pesas de unos ochenta kilos, eso le hará más fuerte. - Vaya, pues no te defiende. Parece que tan sólo quiere verte sufrir, aún más que Dirath. Pero de nuevo, algo interrumpe el entrenamiento.
Es Garr, el lacayo de la líder por así llamarlo. Sale de uno de los camarotes y entorpece. Parece vestir como un camarero, con chaleco negro, pajarita negra y una camisa blanca. Sin duda, su máscara esconde su misterioso rostro. - Creo que no lo habéis entendido. Hay que enseñarles las bases del Rokushiki. - Dice mientras se para frente a ti. ¿Otro que parece defenderte? - Lo mejor sería atarle las manos y los pies, y hacerle hacer sentadillas. - Bueno, no parece tan malo como las otras ideas. - Con los cien kilos correspondientes sobre su cabeza, claro. - Más infierno para ti, no te salvarás de esta. Pero, como de costumbre ya en aquel día caluroso, algo vuelve a interrumpir tu entren... Si se puede llamar entrenamiento.
- No, no... ¡Y no! - Grita una voz robótica desde el cielo. Al parecer una especie de esfera metálica con una pantalla, donde muestra unos ojos con expresión agresiva, parece sobrevolar la cubierta. - Yo digo que lo mejor será probar con los nuevos inventos que he creado. - Parece ser Blend, intentando probar uno de sus "cachivaches" sobre ti. ¿Qué eres, el conejillo de indias del CP? El dron volador deja caer un paquete que posee dentro de sí mismo. Dirath lo abre, y podéis ver todos que dentro se encuentran unos aparatos la mar de extraños. - Úsalos, mejorará tu rendimiento. O eso creo. - Dice por último el robot, para después desaparecer de tu vista.
Hay dos pulseras extrañas de metal frío y gris. También hay una especie de cinturón de cuero con una batería. Cada pulsera pesa veinte kilos y el cinturón vibra con fuerza al activarlo, enviando ondas al cuerpo para así relajarlo. - Bien, ahora que está todo... ¡Ya podemos empezar! ¡Diez abdominales y diez flexiones! - Grita Dirath. Tan sólo falta Goliather con alguna idea extraña.
Pero de pronto, cuando comienza a acercarse a ti, aparece Wester con un lucido traje color vainilla y sus lentes características. Mira con terror a su líder que intenta aprovecharse de ti, y entonces habla. - No te pases, jefa. - Te defiende. - Sería mejor forzarlo con pesas de unos ochenta kilos, eso le hará más fuerte. - Vaya, pues no te defiende. Parece que tan sólo quiere verte sufrir, aún más que Dirath. Pero de nuevo, algo interrumpe el entrenamiento.
Es Garr, el lacayo de la líder por así llamarlo. Sale de uno de los camarotes y entorpece. Parece vestir como un camarero, con chaleco negro, pajarita negra y una camisa blanca. Sin duda, su máscara esconde su misterioso rostro. - Creo que no lo habéis entendido. Hay que enseñarles las bases del Rokushiki. - Dice mientras se para frente a ti. ¿Otro que parece defenderte? - Lo mejor sería atarle las manos y los pies, y hacerle hacer sentadillas. - Bueno, no parece tan malo como las otras ideas. - Con los cien kilos correspondientes sobre su cabeza, claro. - Más infierno para ti, no te salvarás de esta. Pero, como de costumbre ya en aquel día caluroso, algo vuelve a interrumpir tu entren... Si se puede llamar entrenamiento.
- No, no... ¡Y no! - Grita una voz robótica desde el cielo. Al parecer una especie de esfera metálica con una pantalla, donde muestra unos ojos con expresión agresiva, parece sobrevolar la cubierta. - Yo digo que lo mejor será probar con los nuevos inventos que he creado. - Parece ser Blend, intentando probar uno de sus "cachivaches" sobre ti. ¿Qué eres, el conejillo de indias del CP? El dron volador deja caer un paquete que posee dentro de sí mismo. Dirath lo abre, y podéis ver todos que dentro se encuentran unos aparatos la mar de extraños. - Úsalos, mejorará tu rendimiento. O eso creo. - Dice por último el robot, para después desaparecer de tu vista.
Hay dos pulseras extrañas de metal frío y gris. También hay una especie de cinturón de cuero con una batería. Cada pulsera pesa veinte kilos y el cinturón vibra con fuerza al activarlo, enviando ondas al cuerpo para así relajarlo. - Bien, ahora que está todo... ¡Ya podemos empezar! ¡Diez abdominales y diez flexiones! - Grita Dirath. Tan sólo falta Goliather con alguna idea extraña.
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Puedo sentir los rayos del sol clavándose en mi piel, quizás no haya sido buena idea ir desprovisto de ropa… aunque evitará que me sobrecaliente. Dirath juguetea con su bastón de un lado a otro buscando alguna opción en su mente, su sonrisa infantil y malvada me recuerda a los niños que jugaban a arrancarles las alas a las moscas…
La brisa del continuo movimiento del barco sobre las olas arranca el calor de mi piel, pero es un aire seco y salado que seguramente acabe agrietándola… la rubia también suda y opta por sentarse en la borda donde cada impacto con las fuertes ondas acuáticas librean un ligero aerosol que la mantendrá fresca. ¿Cuántos años tiene realmente?
- Bien… comencemos- deja la vara sobre sus labios pequeños y rosados, y por fin se le ocurre un plan- Comenzaremos con el entrenamiento- Estalla en saltos aéreos de puro jolgorio, se ríe con el acostumbrado sonido y luego gira su cabeza hacia a mí inundada en un halo de sadismo y frialdad.- Quiero que hagas cincue…-la sonrisa se acrecienta- ¡No! ¡Mejor cien abdominales!- hipersaliva mientras alza su tono, entrando en un éxtasis que le hace saborear mi futuro sufrimiento - ¡Y después, cincuenta flexiones!
Al comenzar a acercarse a mí para saciar su sed de congoja Wester aparece, la mujer lleva un traje de un color blanco-amarillento que contrasta tanto con sus gafas de rubí y su físico oscuro. – No te pases , jefa- tiene una voz no tan débil como su cuerpo insinúa, parece que niega a su superiora, pero su interés no es ahorrarme trabajo- Sería mejor forzarlo con pesas de unos ochenta kilos- demencial- eso le hará más fuerte- me lesionará.
Otra voz corta la recién modificada sesión, esta vez es la del engendro que ahora se ve vestido con un uniforme más propio de un camarero, la corbata se ha visto sustituida por una pequeña pajarita del color del cuervo, la máscara minimalista sigue ocultando su faz.- Creo que no lo habéis entendido. Hay que enseñarles las bases del Rokushiki.- Muy cierto.- se para delante de mí, seguro que está dispuesto a enseñarme de una manera más útil y acertada. - Lo mejor sería atarle las manos y los pies, y hacerle hacer sentadillas.- Al menos es un entrenamiento mucho más liviano, ideal para empezar.- Con los cien kilos correspondientes sobre su cabeza, claro. – Gyojines… diez veces más fuertes que un humano, diez kilos sobre la cabeza no estaría mal… pero cien.
De nuevo, una interrupción más, esta vez de un eléctrico tono procedente de un extraño artilugio animado.
- No, no... ¡Y no!- la esfera metálica baja, su pantalla tiene las expresiones simplificadas, me recuerda a aquellas viejas notas cuando aprendía que significaban, en este caso vibran de rabia- Yo digo que lo mejor será probar con los nuevos inventos que he creado. – parece ser que el artilugio es manipulado por Blend desde algún punto… aunque quizás podría recrearse la inteligencia en un instrumento físico mecánico… ¿se podría?. La bola excreta de un esfínter trasero un paquete cuadrado, dentro hay artefactos desconocidos- Úsalos, mejorará tu rendimiento.- no muestro expectativas a este punto- O eso creo…- alza el vuelo de nuevo, mi vista se vuelve a centrar en la líder, que asiente convencida por la superioridad tecnológica de su subordinado.
Cojo el par de pulseras, cada una pesará alrededor de la veintena… midiendo tan poco deberán estar rellenas de algún tipo de polvo ultradenso, tras volver a dejarlas en su sitio opto por ponerme primero el cinturón, el cual presenta un botón metálico en el centro de su hebilla cuadrada, tras presionarlo manda impulsos que provoca la contracción involuntaria de mis músculos. Me coloco las pulseras con esfuerzo.
- Bien, ahora que está todo... ¡Ya podemos empezar! ¡Diez abdominales y diez flexiones! - Grita Dirath, a pesar de que estoy prácticamente a su lado.
Al menos el ejercicio es en el suelo y no me obliga a levantar semejantes brazales; aunque la vibración del cinturón hace de los abdominales una tarea que me requiere un esfuerzo consciente, un esfuerzo de sobreponerme sobre la naturalidad de mi propio cuerpo.
La brisa del continuo movimiento del barco sobre las olas arranca el calor de mi piel, pero es un aire seco y salado que seguramente acabe agrietándola… la rubia también suda y opta por sentarse en la borda donde cada impacto con las fuertes ondas acuáticas librean un ligero aerosol que la mantendrá fresca. ¿Cuántos años tiene realmente?
- Bien… comencemos- deja la vara sobre sus labios pequeños y rosados, y por fin se le ocurre un plan- Comenzaremos con el entrenamiento- Estalla en saltos aéreos de puro jolgorio, se ríe con el acostumbrado sonido y luego gira su cabeza hacia a mí inundada en un halo de sadismo y frialdad.- Quiero que hagas cincue…-la sonrisa se acrecienta- ¡No! ¡Mejor cien abdominales!- hipersaliva mientras alza su tono, entrando en un éxtasis que le hace saborear mi futuro sufrimiento - ¡Y después, cincuenta flexiones!
Al comenzar a acercarse a mí para saciar su sed de congoja Wester aparece, la mujer lleva un traje de un color blanco-amarillento que contrasta tanto con sus gafas de rubí y su físico oscuro. – No te pases , jefa- tiene una voz no tan débil como su cuerpo insinúa, parece que niega a su superiora, pero su interés no es ahorrarme trabajo- Sería mejor forzarlo con pesas de unos ochenta kilos- demencial- eso le hará más fuerte- me lesionará.
Otra voz corta la recién modificada sesión, esta vez es la del engendro que ahora se ve vestido con un uniforme más propio de un camarero, la corbata se ha visto sustituida por una pequeña pajarita del color del cuervo, la máscara minimalista sigue ocultando su faz.- Creo que no lo habéis entendido. Hay que enseñarles las bases del Rokushiki.- Muy cierto.- se para delante de mí, seguro que está dispuesto a enseñarme de una manera más útil y acertada. - Lo mejor sería atarle las manos y los pies, y hacerle hacer sentadillas.- Al menos es un entrenamiento mucho más liviano, ideal para empezar.- Con los cien kilos correspondientes sobre su cabeza, claro. – Gyojines… diez veces más fuertes que un humano, diez kilos sobre la cabeza no estaría mal… pero cien.
De nuevo, una interrupción más, esta vez de un eléctrico tono procedente de un extraño artilugio animado.
- No, no... ¡Y no!- la esfera metálica baja, su pantalla tiene las expresiones simplificadas, me recuerda a aquellas viejas notas cuando aprendía que significaban, en este caso vibran de rabia- Yo digo que lo mejor será probar con los nuevos inventos que he creado. – parece ser que el artilugio es manipulado por Blend desde algún punto… aunque quizás podría recrearse la inteligencia en un instrumento físico mecánico… ¿se podría?. La bola excreta de un esfínter trasero un paquete cuadrado, dentro hay artefactos desconocidos- Úsalos, mejorará tu rendimiento.- no muestro expectativas a este punto- O eso creo…- alza el vuelo de nuevo, mi vista se vuelve a centrar en la líder, que asiente convencida por la superioridad tecnológica de su subordinado.
Cojo el par de pulseras, cada una pesará alrededor de la veintena… midiendo tan poco deberán estar rellenas de algún tipo de polvo ultradenso, tras volver a dejarlas en su sitio opto por ponerme primero el cinturón, el cual presenta un botón metálico en el centro de su hebilla cuadrada, tras presionarlo manda impulsos que provoca la contracción involuntaria de mis músculos. Me coloco las pulseras con esfuerzo.
- Bien, ahora que está todo... ¡Ya podemos empezar! ¡Diez abdominales y diez flexiones! - Grita Dirath, a pesar de que estoy prácticamente a su lado.
Al menos el ejercicio es en el suelo y no me obliga a levantar semejantes brazales; aunque la vibración del cinturón hace de los abdominales una tarea que me requiere un esfuerzo consciente, un esfuerzo de sobreponerme sobre la naturalidad de mi propio cuerpo.
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Acabas de hacer tanto los abdominales y las flexiones, no estás muy cansado ya que han sido diez y diez. Dirath te mira de arriba abajo, comienza a dudar sobre qué es lo mejor y lo peor para entrenarte. De pronto se le ocurre una idea. – Bien, parece que los abdominales y las flexiones no funcionan, así que iremos a por otra cosa. – Dice mientras se acerca a ti. De pronto imbuye su mano en haki armadura nivel dos, haciendo que esta se vuelva negra y te lanza una poderosa torta contra tu cara. – Si no aprendes con ejercicio, aprenderás a golpes. – Tras aquel golpe simplemente se lanzaría hacia atrás de un salto, esperando a ver tu reacción.
- Jeja, eso es pasarse… Pero interesante. Tal vez lo mejor para enseñarle el Rokushiki, sea que lo experimente en sus propias carnes. – Genial pero devastadora idea de Wester.
De uno de los camarotes sale el ausente de Flax. Lleva un traje negro de alta calidad, se puede notar con solo verlo que puede costar tranquilamente varios millones de berries. - ¿Qué es todo este ruido? Me habéis despertado. – Dice el egocéntrico. Parece tener unas grandes ojeras. - ¿Entrenando al nuevo? Yo os puedo ayudar… ~Soru~- Dice para así moverse a una grandiosa velocidad, colocándose a tu espada. - ¿Por dónde empezamos?
- Jeja, eso es pasarse… Pero interesante. Tal vez lo mejor para enseñarle el Rokushiki, sea que lo experimente en sus propias carnes. – Genial pero devastadora idea de Wester.
De uno de los camarotes sale el ausente de Flax. Lleva un traje negro de alta calidad, se puede notar con solo verlo que puede costar tranquilamente varios millones de berries. - ¿Qué es todo este ruido? Me habéis despertado. – Dice el egocéntrico. Parece tener unas grandes ojeras. - ¿Entrenando al nuevo? Yo os puedo ayudar… ~Soru~- Dice para así moverse a una grandiosa velocidad, colocándose a tu espada. - ¿Por dónde empezamos?
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Serie completada. Estado muscular óptimo, con inicios de temblor por esfuerzo físico.
Dirath me analiza, mantiene la sonrisa que no muestra una satisfacción plena, aún tiene que hacerme sufrir mucho más…
Me recuerda a mi madre, no sólo por la similar carencia de una sexualidad marcada, sino por la búsqueda de mi padecer.
– Bien, parece que los abdominales y las flexiones no funcionan, así que iremos a por otra cosa.- se acerca con tranquilidad, mientras su mano cambia sus naturales colores por ese negro que he tenido la oportunidad de ver en más de una ocasión. No alcanzo a ver el gesto hasta que la mano se estampa contra mi cara, obligándome a arañar la madera con mi rostro… mi rostro se convierte en fuego y electricidad mientras lucho por evitar ser negado por el dolor. Definitivamente se parece a mi madre; es extraño como muchas mujeres, que tienen autoridad sobre mí, optan por el abuso físico…. Y siempre carezco de respuesta, la primera por incapacidad, la segunda por convención social y la tercera para no registrar ninguna insubordinación.
- Si no aprendes con ejercicio, aprenderás a golpes.- había saltado tras el impacto, tanto para evitar una posible respuesta al golpe como para obtener una mejor visión de los daños causados.
Apoyo las manos en el suelo para erguirme, el dolor palpita en mi rostro tomando toda la mitad derecha. No hay rabia, nunca la ha habido; no hay tristeza, tampoco impotencia… tan sólo una mueca seria y un mover de mandíbula para asegurar su estabilidad.
- Jefa, eso es pasarse…- Wester no va a defenderme.- Pero interesante. Tal vez lo mejor para enseñarle el Rokushiki, sea que lo experimente en sus propias carnes- lo dice como un simple comentario, una sugestión… pero tiene intenciones terribles y oscuras.
¿Qué ocurre con el sadismo? ¿Es realmente tan satisfactorio? Entiendo que doblegar a alguien debe de ser una sensación que reafirme tu superioridad… pero eso delata la inseguridad que esconde dicha persona… aunque quizás me esté equivocando y no sea más que otra onda de placer, como la que desemboca las acciones que decide tomar la gente, sus gustos y aficiones.
La puerta hacia el barco se abre. Un muchacho rubio y bien adecentado con un exquisito traje emerge del interior del navío. Su traje es de un negro… no, de EL negro… el cual destaca aún más por las finas filigranas doradas que cruzan sutilmente la prenda, incluso puede verse una pequeña firma en la solapa izquierda. Nunca he entendido porqué la gente compra artesanía, ¿no cumple su función algo más barato?, a menos que ello reporte alguna ventaja adicional más allá del “efecto marca”.
- ¿Qué es todo este ruido? Me habéis despertado.- en su voz puede apreciarse un deje egoísta y de pomposa ira, sin duda es Flax. Unos pasos más cerca hacen destacar en su rostro dos enormes bolsas negras bajo sus ojos… ¿insomnio quizás?.- ¿Entrenando al nuevo? Yo os puedo ayudar… “So…- ahí esta… esa técnica de nuevo… parpadeo rápidamente para intentar tomar imágenes sueltas de aquel futuro movimiento- ru”.
Una imagen de sus brazos en posición de correr, otra desplazándose por mi lado izquierdo con las rodillas alzadas, una adicional por el rabillo del ojo en la que ha cambiado la dirección de una de sus piernas para variar su momento de inercia.
- ¿Por dónde empezamos?- la voz está a mi espalda… su falta de sueño posiblemente ha facilitado mi visión de sus movimientos… algo que no hubiera conseguido frente a un usuario en condiciones óptimas.
- Si sentís incomodidad ante mi fría actitud… algo que me sugiere vuestra actitud, quizás podríais intentar romperme mediante la privación de sueño, el ejercicio físico y la falta de comida… aunque creo que ello, más que enseñarme cómo ejercer las técnicas del repertorio, sería para satisfacer vuestras propios intereses, vuestra sed por el sufrimiento…- arraigada en graves problemas emocionales.- Aunque si de verdad queréis enseñarme, más que usarme simplemente como una mera distracción y divertimento, podríais usar los métodos que os permitieron a vosotros dominar el Rokushiki.- aspiro nasalmente para evitar que la nariz, queriendo humedecer su dolor, suelte su salado contenido.
Dirath me analiza, mantiene la sonrisa que no muestra una satisfacción plena, aún tiene que hacerme sufrir mucho más…
Me recuerda a mi madre, no sólo por la similar carencia de una sexualidad marcada, sino por la búsqueda de mi padecer.
– Bien, parece que los abdominales y las flexiones no funcionan, así que iremos a por otra cosa.- se acerca con tranquilidad, mientras su mano cambia sus naturales colores por ese negro que he tenido la oportunidad de ver en más de una ocasión. No alcanzo a ver el gesto hasta que la mano se estampa contra mi cara, obligándome a arañar la madera con mi rostro… mi rostro se convierte en fuego y electricidad mientras lucho por evitar ser negado por el dolor. Definitivamente se parece a mi madre; es extraño como muchas mujeres, que tienen autoridad sobre mí, optan por el abuso físico…. Y siempre carezco de respuesta, la primera por incapacidad, la segunda por convención social y la tercera para no registrar ninguna insubordinación.
- Si no aprendes con ejercicio, aprenderás a golpes.- había saltado tras el impacto, tanto para evitar una posible respuesta al golpe como para obtener una mejor visión de los daños causados.
Apoyo las manos en el suelo para erguirme, el dolor palpita en mi rostro tomando toda la mitad derecha. No hay rabia, nunca la ha habido; no hay tristeza, tampoco impotencia… tan sólo una mueca seria y un mover de mandíbula para asegurar su estabilidad.
- Jefa, eso es pasarse…- Wester no va a defenderme.- Pero interesante. Tal vez lo mejor para enseñarle el Rokushiki, sea que lo experimente en sus propias carnes- lo dice como un simple comentario, una sugestión… pero tiene intenciones terribles y oscuras.
¿Qué ocurre con el sadismo? ¿Es realmente tan satisfactorio? Entiendo que doblegar a alguien debe de ser una sensación que reafirme tu superioridad… pero eso delata la inseguridad que esconde dicha persona… aunque quizás me esté equivocando y no sea más que otra onda de placer, como la que desemboca las acciones que decide tomar la gente, sus gustos y aficiones.
La puerta hacia el barco se abre. Un muchacho rubio y bien adecentado con un exquisito traje emerge del interior del navío. Su traje es de un negro… no, de EL negro… el cual destaca aún más por las finas filigranas doradas que cruzan sutilmente la prenda, incluso puede verse una pequeña firma en la solapa izquierda. Nunca he entendido porqué la gente compra artesanía, ¿no cumple su función algo más barato?, a menos que ello reporte alguna ventaja adicional más allá del “efecto marca”.
- ¿Qué es todo este ruido? Me habéis despertado.- en su voz puede apreciarse un deje egoísta y de pomposa ira, sin duda es Flax. Unos pasos más cerca hacen destacar en su rostro dos enormes bolsas negras bajo sus ojos… ¿insomnio quizás?.- ¿Entrenando al nuevo? Yo os puedo ayudar… “So…- ahí esta… esa técnica de nuevo… parpadeo rápidamente para intentar tomar imágenes sueltas de aquel futuro movimiento- ru”.
Una imagen de sus brazos en posición de correr, otra desplazándose por mi lado izquierdo con las rodillas alzadas, una adicional por el rabillo del ojo en la que ha cambiado la dirección de una de sus piernas para variar su momento de inercia.
- ¿Por dónde empezamos?- la voz está a mi espalda… su falta de sueño posiblemente ha facilitado mi visión de sus movimientos… algo que no hubiera conseguido frente a un usuario en condiciones óptimas.
- Si sentís incomodidad ante mi fría actitud… algo que me sugiere vuestra actitud, quizás podríais intentar romperme mediante la privación de sueño, el ejercicio físico y la falta de comida… aunque creo que ello, más que enseñarme cómo ejercer las técnicas del repertorio, sería para satisfacer vuestras propios intereses, vuestra sed por el sufrimiento…- arraigada en graves problemas emocionales.- Aunque si de verdad queréis enseñarme, más que usarme simplemente como una mera distracción y divertimento, podríais usar los métodos que os permitieron a vosotros dominar el Rokushiki.- aspiro nasalmente para evitar que la nariz, queriendo humedecer su dolor, suelte su salado contenido.
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Tras tus palabras, Flax comienza a girar la cabeza de lado a lado, como si te estuviese diciendo que parases. Entonces, al tú terminar tu frase, Flax saca un puro de alta calidad de su bolsillo, lo prende con un zipo dorado y comienza a fumar. - ¿Seguro que quieres que te enseñemos como nosotros aprendimos? – Dice después de dar una calada. De pronto mira a la pequeña jefa. - ¿Qué opinas, Dirath?
- Comienza, pues. – Tras eso, Dirath y los demás, menos Flax, entran a los camarotes, dejándote a solas con el rubio egocéntrico.
El tipo sigue fumando y te lanza una mirada, con una sonrisa pícara, pervertida. – Bueno, pues yo seré tu entrenador. – Dice tras soltar humo por su boca. – Jamás podrás superarme, así que eso de que el aprendiz siempre supera al maestro… Quítatelo de la cabeza. – Egocéntrico, sin duda. De pronto se aleja de ti, dándote la espalda y acercándose a la borda, viendo como las olas rompen contra la coraza del buque. – Bueno, como ya has visto, eso de antes era el Soru. – Te explica mientras sigue fumando de su puro. El olor te llega, el dulce, algo extraño. – El que use dicha técnica, puede alcanzar una velocidad de 20 metros por segundo, algo que una persona común no podría usar. Incluso hay expertos que alcanzan los ochenta metros por segundo. Soru~- Dice para así acercarse a la puerta hacia los camarotes en un instante. – Después del Soru, también puedo mostrarte algo más, el Shigan. – Tras esas palabras, Flax levanta su mano lanza una estocada a gran velocidad, golpeando en la dura madera. Su mano se ha movido a una gran velocidad. A atravesado la puerta como si nada, agujereando la pared. – Eso es el Shigan, una de las mejores técnicas… Soru~- Vuelve a desaparecer de tu vista para aparecer en cubierta. – Lo siguiente que te demostraré, será esto. Una onda cortante a gran velocidad, el Rankyaku~- De pronto mueve su brazo derecho de izquierda a derecha, en horizontal y a gran velocidad. Un haz de viento se lanza hacia ti, con intenciones de cortante el cabello. Es una honda cortante a cinco metros por segundo. – Bueno, también habrás visto a Dirath usar otra, muy peculiar… - Da un salto y se lanza por la borda, hacia el mar. Si es un usuario de akuma no mi, morirá, o eso piensas. Puedes ver que tras desaparecer de tu vista, sube volando, dando pequeñas patadas al aire, pero rápidas. – Esto es el Geppou, una técnica especializada para poder desplazarte por el aire. Trata de dar patadas al aire, como puedes ver, lanzando, en mi caso, ondas de choque que me empujan, casi imperceptibles. – Se desplaza por el aire hasta acabar delante de ti. – Bueno, eso es lo básico. ¿Alguna duda?
- Comienza, pues. – Tras eso, Dirath y los demás, menos Flax, entran a los camarotes, dejándote a solas con el rubio egocéntrico.
El tipo sigue fumando y te lanza una mirada, con una sonrisa pícara, pervertida. – Bueno, pues yo seré tu entrenador. – Dice tras soltar humo por su boca. – Jamás podrás superarme, así que eso de que el aprendiz siempre supera al maestro… Quítatelo de la cabeza. – Egocéntrico, sin duda. De pronto se aleja de ti, dándote la espalda y acercándose a la borda, viendo como las olas rompen contra la coraza del buque. – Bueno, como ya has visto, eso de antes era el Soru. – Te explica mientras sigue fumando de su puro. El olor te llega, el dulce, algo extraño. – El que use dicha técnica, puede alcanzar una velocidad de 20 metros por segundo, algo que una persona común no podría usar. Incluso hay expertos que alcanzan los ochenta metros por segundo. Soru~- Dice para así acercarse a la puerta hacia los camarotes en un instante. – Después del Soru, también puedo mostrarte algo más, el Shigan. – Tras esas palabras, Flax levanta su mano lanza una estocada a gran velocidad, golpeando en la dura madera. Su mano se ha movido a una gran velocidad. A atravesado la puerta como si nada, agujereando la pared. – Eso es el Shigan, una de las mejores técnicas… Soru~- Vuelve a desaparecer de tu vista para aparecer en cubierta. – Lo siguiente que te demostraré, será esto. Una onda cortante a gran velocidad, el Rankyaku~- De pronto mueve su brazo derecho de izquierda a derecha, en horizontal y a gran velocidad. Un haz de viento se lanza hacia ti, con intenciones de cortante el cabello. Es una honda cortante a cinco metros por segundo. – Bueno, también habrás visto a Dirath usar otra, muy peculiar… - Da un salto y se lanza por la borda, hacia el mar. Si es un usuario de akuma no mi, morirá, o eso piensas. Puedes ver que tras desaparecer de tu vista, sube volando, dando pequeñas patadas al aire, pero rápidas. – Esto es el Geppou, una técnica especializada para poder desplazarte por el aire. Trata de dar patadas al aire, como puedes ver, lanzando, en mi caso, ondas de choque que me empujan, casi imperceptibles. – Se desplaza por el aire hasta acabar delante de ti. – Bueno, eso es lo básico. ¿Alguna duda?
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Puedo escuchar el chasquido metálico y el sonido de la llama bailando a mi espalda, sus pulmones se distienden en una disfrutada calada.
- ¿Seguro que quieres que te enseñemos como nosotros aprendimos?- No voy a repetir. La jefa parece acceder con una mirada, aunque aún está procesando mi actitud.- ¿Qué opinas Dirath?
- Comienza pues- Completada la autorización el resto de la unidad desaparece tras la puerta de madera.
Me rodea mientras sostiene el negro puro entre los labios, sus ojos parecen relamerse con una excitación malsana, como toda excitación.
- Bueno, pues yo seré tu entrenador…- el humo escapa de sus dientes mientras asciende para desaparecer.- la mueca de superioridad parece ser un gesto permanente- Jamás podrás superarme, así que eso de que el aprendiz siempre supera al maestro… Quítatelo de la cabeza.- Puro desprecio. Se acerca a la borda mientras el tamborilear metálico de las olas mece sus cabellos. Creo que es propenso a las poses dramáticas.
- Bueno, como ya has visto,- o más bien no he visto del todo- eso de antes era el Soru.- junta los labios de manera sonora mientras se gira, para así dar otra calada. No suele tener el acostumbrado olor a tabaco, más bien es más parecido al regaliz… si éste fuera ahumado.
- El que use dicha técnica puede alcanzar una velocidad de 20 metros por segundo, algo que una persona común no podría usar.- de ser un conocimiento, cualquier persona podría aprenderlo… al menos aquellas con una buena condición.-Incluso hay expertos que alcanzan los ochenta metros por segundo. Soru~- desaparece, la pequeña ráfaga de viento revela que se ha movido hacia la puerta… y ahí está, justo enfrente.- Después del Soru, también puedo mostrarte algo más, el Shigan- levanta su mano en un rápido movimiento, señalando la pared a gran velocidad… atravesando con su dedo la madera… es extraño que no se lo haya roto, quizás la velocidad previene la rotura… aunque eso no tendría sentid, no del todo.- Eso es el Shigan, una de las mejores técnicas... Soru~- me giro tras sentir la corriente, ahora ocupa una posición más centrada en la cubierta. – Lo siguiente que te demostraré, será esto. Una onda cortante de gran velocidad, el Rankyaku~- su brazo derecho describe un rápido arco hacia su natural apertura, tras éste movimiento y seguido del sonido característico de la rotura del aire se produce una ráfaga blanquecina.
Hacia mí.
Me veo obligado a agacharme rápidamente mientras noto que mi cabello ha sido despuntado. El peso de los artefactos en mis muñecas me ha permitido realizar el movimiento con rapidez… pero el proyectil podría haber tenido inmensos daños craneales.
- También habrás visto a Dirath usar otra, muy peculiar…- no ha querido recaer en el hecho de que casi me mata, aunque sí que huye de mi seria mirada lanzándose por la borda de un enorme y acrobático salto. Debe de tratarse de la técnica voladora.- Esto es el Geppou, una técnica especialidzada para poder desplazarte por el aire. Trata de dar patadas al aire, como puedes ver, lanzando, en mi caso, ondas de choque que me empuja… casi imperceptibles- su discurso tiene un deje de esfuerzo rítmico mientras los pies empujan una inexistente superficie. Vuelve hacia mí y aterriza.- Bueno, eso es lo básico. ¿Alguna duda?
Me reincorporo, no sería cortés tener una conversación con mi cara a la altura de su bragueta.
- Muchas, maestro- mero formalismo.- En orden son… ¿Es necesario decir el nombre de la técnica? Me parece un gran fallo de estrategia, aunque seguramente sólo lo ha hecho con la amabilidad de ilustrarme. Segundo ¿Cómo evita que se le rompa el dedo?, ya que un objeto en movimiento cuando choca con otro pues suelen tener un empuje en ambas direcciones… lo cual debido a la menor resistencia del hueso sobre la madera, o mejor dicho de los tendones que los sostienen pues debería rompérselo…Tercero ¿Puede lanzarse con cualquier superficie del cuerpo la onda, o necesita que sea de determinada longitud para describir un arco óptimo? Cuarto ¿Necesita de una superficie hacia abajo en el aire o se basta con empujar el aire de forma presurizada para obtener el apoyo? Quinto ¿Existen más técnicas? Noveno ¿Cómo las aprendo? Refiriéndome a todas, aunque supongo que habrá que basarse en alguna técnica inicial.
- ¿Seguro que quieres que te enseñemos como nosotros aprendimos?- No voy a repetir. La jefa parece acceder con una mirada, aunque aún está procesando mi actitud.- ¿Qué opinas Dirath?
- Comienza pues- Completada la autorización el resto de la unidad desaparece tras la puerta de madera.
Me rodea mientras sostiene el negro puro entre los labios, sus ojos parecen relamerse con una excitación malsana, como toda excitación.
- Bueno, pues yo seré tu entrenador…- el humo escapa de sus dientes mientras asciende para desaparecer.- la mueca de superioridad parece ser un gesto permanente- Jamás podrás superarme, así que eso de que el aprendiz siempre supera al maestro… Quítatelo de la cabeza.- Puro desprecio. Se acerca a la borda mientras el tamborilear metálico de las olas mece sus cabellos. Creo que es propenso a las poses dramáticas.
- Bueno, como ya has visto,- o más bien no he visto del todo- eso de antes era el Soru.- junta los labios de manera sonora mientras se gira, para así dar otra calada. No suele tener el acostumbrado olor a tabaco, más bien es más parecido al regaliz… si éste fuera ahumado.
- El que use dicha técnica puede alcanzar una velocidad de 20 metros por segundo, algo que una persona común no podría usar.- de ser un conocimiento, cualquier persona podría aprenderlo… al menos aquellas con una buena condición.-Incluso hay expertos que alcanzan los ochenta metros por segundo. Soru~- desaparece, la pequeña ráfaga de viento revela que se ha movido hacia la puerta… y ahí está, justo enfrente.- Después del Soru, también puedo mostrarte algo más, el Shigan- levanta su mano en un rápido movimiento, señalando la pared a gran velocidad… atravesando con su dedo la madera… es extraño que no se lo haya roto, quizás la velocidad previene la rotura… aunque eso no tendría sentid, no del todo.- Eso es el Shigan, una de las mejores técnicas... Soru~- me giro tras sentir la corriente, ahora ocupa una posición más centrada en la cubierta. – Lo siguiente que te demostraré, será esto. Una onda cortante de gran velocidad, el Rankyaku~- su brazo derecho describe un rápido arco hacia su natural apertura, tras éste movimiento y seguido del sonido característico de la rotura del aire se produce una ráfaga blanquecina.
Hacia mí.
Me veo obligado a agacharme rápidamente mientras noto que mi cabello ha sido despuntado. El peso de los artefactos en mis muñecas me ha permitido realizar el movimiento con rapidez… pero el proyectil podría haber tenido inmensos daños craneales.
- También habrás visto a Dirath usar otra, muy peculiar…- no ha querido recaer en el hecho de que casi me mata, aunque sí que huye de mi seria mirada lanzándose por la borda de un enorme y acrobático salto. Debe de tratarse de la técnica voladora.- Esto es el Geppou, una técnica especialidzada para poder desplazarte por el aire. Trata de dar patadas al aire, como puedes ver, lanzando, en mi caso, ondas de choque que me empuja… casi imperceptibles- su discurso tiene un deje de esfuerzo rítmico mientras los pies empujan una inexistente superficie. Vuelve hacia mí y aterriza.- Bueno, eso es lo básico. ¿Alguna duda?
Me reincorporo, no sería cortés tener una conversación con mi cara a la altura de su bragueta.
- Muchas, maestro- mero formalismo.- En orden son… ¿Es necesario decir el nombre de la técnica? Me parece un gran fallo de estrategia, aunque seguramente sólo lo ha hecho con la amabilidad de ilustrarme. Segundo ¿Cómo evita que se le rompa el dedo?, ya que un objeto en movimiento cuando choca con otro pues suelen tener un empuje en ambas direcciones… lo cual debido a la menor resistencia del hueso sobre la madera, o mejor dicho de los tendones que los sostienen pues debería rompérselo…Tercero ¿Puede lanzarse con cualquier superficie del cuerpo la onda, o necesita que sea de determinada longitud para describir un arco óptimo? Cuarto ¿Necesita de una superficie hacia abajo en el aire o se basta con empujar el aire de forma presurizada para obtener el apoyo? Quinto ¿Existen más técnicas? Noveno ¿Cómo las aprendo? Refiriéndome a todas, aunque supongo que habrá que basarse en alguna técnica inicial.
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- Alto, para el carro. – Dice cuando terminas de hablar. - ¿A caso no te enseñaron la teórica? – De pronto se lleva la mano a la cara, decepcionado y entonces suelta un suspiro. Al quitarse la mano… - Veamos… Vayamos por partes. No, no es necesario decir el nombre. ¿A caso es necesario decir puñetazo cuando vas a pegar uno? Dios… - Se da la vuelta y comienza a caminar. – Tienes un largo camino por delante. Si no me rompí el dedo, es porque soy fuerte. El Shigan es una técnica avanzada, lo que hace es lanzar un poderoso ataque, como si de una bala se tratase, atravesando casi cualquier cosa. Si lo hiciera sobre ti, te atravesaría. – Se vuelve a girar para mirarte cara a cara y con un movimiento de su pierna, ascendente, lanza un Rankyaku que pasa por tu lado. - ¿Esto responde a tu pregunta? Todo depende del usuario y lo especializado que esté en dicha técnica. Por ejemplo, Dirath es capaz de lanzar Rankyaku con tan solo un leve y pequeño movimiento de su bastón. En cuanto al Geppou… De nuevo depende del usuario. Como ya he dicho, no sólo están estas técnicas, sino también hay especialidades. – Comienza a usar la técnica para desplazarse por el aire, alzándose decenas de metros por encima de ti y de pronto, con una gran patada al aire, se lanza a por ti como una bala. No puedes verlo, es sólo un instante hasta que aterriza a tu espalda. – Esta es mi especialidad, la velocidad. Claro que existen más técnicas y esta que te mostraré, es la básica. – Su cuerpo se hace fino como un papel y te rodea sin tocarte, desplazándose hasta el frente. – Esta es Kami-E, también conocida como hoja de papel. Es la básica, y la que todos empiezan por aprender. Ahora… - Se queda recto, como un soldado. – Lánzame tu mejor golpe, veamos de qué estás hecho.
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Debería limitar mi serie de preguntas a sucesiones más corta, al fin y al cabo han quedado sin responder algunas… es culpa mía.
Fanfarronea en sus contestaciones, lanzándome la onda de nuevo con su pierna, enorgulleciéndose de su velocidad y mencionando de pasada a su jefa…
“Depende del usuario”, como todo en esta vida. Se especializa en ser veloz, quizás porque prefiere evitar el combate, aún así las especializaciones siempre tienen un coste, el koala ganó la habilidad de comer hojas de eucalipto, perdiendo la capacidad de comer otras hojas… creo… ¿podrían comer otras hojas? El eucalipto tenía unas toxinas que mataban a las plantas alrededor de su base, eso no puede ser bueno para comer… el perezoso cambia su poca necesidad de comida y bajo metabolismo a cambio de la lentitud… un pájaro cambia su capacidad de volar por la fragilidad de sus huesos… el ser humano cambia su ausencia de defensas por la inteligencia… ¿es acaso un cambio real? No, sólo están delimitados por la azarosa pero sabia mano del proceso evolutivo, los aptos mueren… en determinadas condiciones…
Se mueve delante de mí tras aterrizar con su Geppou a mi espalda, su cuerpo se tambalea ligeramente mientras se vuelve fino.
- Esta es Kami-E, también conocida como hoja de papel. Es la básica, y la que todos empiezan por aprender- Interesante.- Ahora – Se queda recto como un soldado.- Lánzame tu mejor golpe, veamos de que estás hecho.
Se hace fino, el nombre literal revela que no se trata de una técnica de aguante, sino de esquiva. Su especialidad es la velocidad, por lo que no podré impactarle. ¿Cómo esquivará? Una hoja de papel al viento mecida por la corriente… tambaleándose y retorciéndose. Quizás sólo se voltea aprovechando el cambio estructural de su cuerpo.
Lanzo mi brazo izquierdo hacia su pecho, no hay determinación de impactar, siquiera ganas… es sólo una prueba.
Fanfarronea en sus contestaciones, lanzándome la onda de nuevo con su pierna, enorgulleciéndose de su velocidad y mencionando de pasada a su jefa…
“Depende del usuario”, como todo en esta vida. Se especializa en ser veloz, quizás porque prefiere evitar el combate, aún así las especializaciones siempre tienen un coste, el koala ganó la habilidad de comer hojas de eucalipto, perdiendo la capacidad de comer otras hojas… creo… ¿podrían comer otras hojas? El eucalipto tenía unas toxinas que mataban a las plantas alrededor de su base, eso no puede ser bueno para comer… el perezoso cambia su poca necesidad de comida y bajo metabolismo a cambio de la lentitud… un pájaro cambia su capacidad de volar por la fragilidad de sus huesos… el ser humano cambia su ausencia de defensas por la inteligencia… ¿es acaso un cambio real? No, sólo están delimitados por la azarosa pero sabia mano del proceso evolutivo, los aptos mueren… en determinadas condiciones…
Se mueve delante de mí tras aterrizar con su Geppou a mi espalda, su cuerpo se tambalea ligeramente mientras se vuelve fino.
- Esta es Kami-E, también conocida como hoja de papel. Es la básica, y la que todos empiezan por aprender- Interesante.- Ahora – Se queda recto como un soldado.- Lánzame tu mejor golpe, veamos de que estás hecho.
Se hace fino, el nombre literal revela que no se trata de una técnica de aguante, sino de esquiva. Su especialidad es la velocidad, por lo que no podré impactarle. ¿Cómo esquivará? Una hoja de papel al viento mecida por la corriente… tambaleándose y retorciéndose. Quizás sólo se voltea aprovechando el cambio estructural de su cuerpo.
Lanzo mi brazo izquierdo hacia su pecho, no hay determinación de impactar, siquiera ganas… es sólo una prueba.
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- Tekkai. – Pronuncia con una sonrisa en su cara mientras tu puño avanza hacia su pecho. Impacta pero no consigues nada, ni siquiera hacer que una mueca de dolor se muestre en él. Por consiguiente, es como si hubieses golpeado una columna de acero, por lo que has notado su cuerpo tenaz. Tus nudillos están rojos. – Esta es una técnica de defensa, el Tekkai. Lo que hace es tensar el cuerpo, haciéndolo tan tenaz como el hierro. – Explica mientras se sacude el pecho con su mano derecha. – Bien, es hora de que comencemos con la práctica, basta de teoría. – Comienza a caminar de nuevo hacia la borda. - ¿No ves lo interesante que es el mar? Las olas son llevadas por el viento, chocan contra las rocas pero al romperse, tan solo las rodean. Las olas son realmente hermosas, tranquilizan el alma de todo ser. ¿No crees? - Tras aquellas palabras se gira y te mira. – Ahora quiero que tú actúes como una ola. Quiero que relajes tus músculos, que cierres los ojos, que concentres tu atención en la brisa marina. – Comienza a caminar hacia ti y a tan sólo dos metros, se sienta en el suelo con las piernas entrecruzadas. Cierra los ojos y levanta la cabeza, inspirando por la nariz con gran esmero. - ¿No crees que es relajante? Vamos, vuélvete uno con la naturaleza, déjate llevar. – Puedes ver como su cuerpo comienza a moverse por la suave brisa marina, como si de una hoja se tratase. Crea olas en su cuerpo, pero sin moverse del sitio.
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El impacto sobre su pectoral era inminente, fue entonces cuando sus labios se curvaron hacia arriba y se abrieron para decir.
- Tekkai.- el choque fue romo, absorbido por su cuerpo tenso e impenetrable… mi mano en cambio padecía de la sobrecarga en los tendones que sujetaban las falanges… la presión unilateral a la que se había visto sometido el puño había causado el enrojecimiento de la zona de impacto.- – Esta es una técnica de defensa, el Tekkai. Lo que hace es tensar el cuerpo, haciéndolo tan tenaz como el hierro.
Agité mi mano para aliviar el acaloramiento y intentar promover la distensión de la misma distensión… era extraño que una palabra tuviera dos sentidos contrarios en esencia… pero yo no creo los términos… aún.
Mantener tal estrés corporal podría resultar ineficiente si el golpe sobrepasa las medidas… al fin y al cabo algo que fluye no suele romperse, ni oponer resistencia, pero algo rígido… se hace añicos.
Mi déspota maestro desliza su mano sobre la pequeña arruga que ha ocasionado mi golpe, con cierto asco elimina todo resto de mi presencia con un par de pases.
- Bien, es hora de que comencemos con la práctica, basta de teoría.- Anda hacia la borda, de seguro quiere satisfacer su inseguridad poniéndome a practicar la resistencia, para llegar así a dominar esa técnica.
- ¿No ves lo interesante que es el mar? Las olas son llevadas por el viento, chocan contra las rocas pero al romperse, tan solo las rodean.- el drama suele darse en la gente que se cree importante- Las olas son realmente hermosas, tranquilizan el alma de todo ser. ¿No crees? - ¿alma... ?
Se gira y busca mis ojos con los suyos.
– Ahora quiero que tú actúes como una ola. Quiero que relajes tus músculos, que cierres los ojos, que concentres tu atención en la brisa marina.- se acerca para seguidamente usar la superficie entablada como asiento, cruzó las piernas en un ágil gesto y cerró los ojos tras una larga y profunda inspiración- ¿No crees que es relajante? Vamos, vuélvete uno con la naturaleza, déjate llevar…- se mece con el viento, como un junco o una bandera… algo flexible y carente de forma… una ola sentada en cubierta.
Como el mar… pero el mar puede estar embravecido, puede ser tranquilo, puede ahogarte sin previo aviso… Tranquilizarse… pero no hay nada que me perturbe, a pesar de que no puedo olvidar nada. Nada.
¿Cómo puedo relajarme? Porque no hay otra opción para satisfacer el propósito que persigo. No. Eso es más una respuesta a un porqué. Ya conozco el cómo…
Suelto mis brazos, los hombros se hunden al soportar el peso, cruzo mi izquierda sobre la derecha mientras mis rodillas bajan mi peso. Finalmente caigo a escasos centímetros, mis posaderas amortiguan el golpe que se desliza hasta mi cuello.
El ritmo respiratorio baja, luego sube para adecuarse al compás marino. Apago el cinturón con un pequeño movimiento de la mano, era la única perturbación que podía notar.
Miro, pero no veo.
- Tekkai.- el choque fue romo, absorbido por su cuerpo tenso e impenetrable… mi mano en cambio padecía de la sobrecarga en los tendones que sujetaban las falanges… la presión unilateral a la que se había visto sometido el puño había causado el enrojecimiento de la zona de impacto.- – Esta es una técnica de defensa, el Tekkai. Lo que hace es tensar el cuerpo, haciéndolo tan tenaz como el hierro.
Agité mi mano para aliviar el acaloramiento y intentar promover la distensión de la misma distensión… era extraño que una palabra tuviera dos sentidos contrarios en esencia… pero yo no creo los términos… aún.
Mantener tal estrés corporal podría resultar ineficiente si el golpe sobrepasa las medidas… al fin y al cabo algo que fluye no suele romperse, ni oponer resistencia, pero algo rígido… se hace añicos.
Mi déspota maestro desliza su mano sobre la pequeña arruga que ha ocasionado mi golpe, con cierto asco elimina todo resto de mi presencia con un par de pases.
- Bien, es hora de que comencemos con la práctica, basta de teoría.- Anda hacia la borda, de seguro quiere satisfacer su inseguridad poniéndome a practicar la resistencia, para llegar así a dominar esa técnica.
- ¿No ves lo interesante que es el mar? Las olas son llevadas por el viento, chocan contra las rocas pero al romperse, tan solo las rodean.- el drama suele darse en la gente que se cree importante- Las olas son realmente hermosas, tranquilizan el alma de todo ser. ¿No crees? - ¿alma... ?
Se gira y busca mis ojos con los suyos.
– Ahora quiero que tú actúes como una ola. Quiero que relajes tus músculos, que cierres los ojos, que concentres tu atención en la brisa marina.- se acerca para seguidamente usar la superficie entablada como asiento, cruzó las piernas en un ágil gesto y cerró los ojos tras una larga y profunda inspiración- ¿No crees que es relajante? Vamos, vuélvete uno con la naturaleza, déjate llevar…- se mece con el viento, como un junco o una bandera… algo flexible y carente de forma… una ola sentada en cubierta.
Como el mar… pero el mar puede estar embravecido, puede ser tranquilo, puede ahogarte sin previo aviso… Tranquilizarse… pero no hay nada que me perturbe, a pesar de que no puedo olvidar nada. Nada.
¿Cómo puedo relajarme? Porque no hay otra opción para satisfacer el propósito que persigo. No. Eso es más una respuesta a un porqué. Ya conozco el cómo…
Suelto mis brazos, los hombros se hunden al soportar el peso, cruzo mi izquierda sobre la derecha mientras mis rodillas bajan mi peso. Finalmente caigo a escasos centímetros, mis posaderas amortiguan el golpe que se desliza hasta mi cuello.
El ritmo respiratorio baja, luego sube para adecuarse al compás marino. Apago el cinturón con un pequeño movimiento de la mano, era la única perturbación que podía notar.
Miro, pero no veo.
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Mientras intentas relajar el cuerpo, intentándote fusionar con el mismo viento, el rubio se levanta y comienza a caminar hacia dentro del barco. – Tú sigue, yo iré a comer. – Dice tras un bostezo. – Tengo sueño también. Por cierto, no comerás hasta dominar la técnica. – Tras aquellas últimas palabras se escucha la puerta cerrarse de golpe. Parece ser que se ha ido y te ha dejado solo. Puedes notar como un aroma delicioso avanza hacia ti, parece que huele a patatas fritas con algo de bistec y ensalada de frutas exóticas. Aquel día no desayunaste, así que comienzas a tener apetito. Notas el hambre por culpa de aquel aroma delicioso que proviene de la cocina. Puedes escuchar a todos comer, y tú no puedes hacer nada. Tal vez si entras y le pides permiso a la jefa, te deje comer, pero claro, está el idiota que te entrena. Sus indicaciones son claras, entrena hasta conseguir dominar la técnica.
De pronto una gaviota pasa por el cielo, puedes notar que por un instante tapa el sol que te da en el cuerpo. El ave extraño debido al color azul marino de su plumaje se posa sobre cubierta. Está paseando y lleva algo en la boca, es un pescado que recién ha atrapado. Está devorándolo, distraído, sin darse cuenta de tu presencia. Tal vez sea buena opción aprovecharse, el problema es que dicho ave mide casi un metro de altura y su pico es color carmesí, recordando a la sangre, afilado y largo.
De pronto una gaviota pasa por el cielo, puedes notar que por un instante tapa el sol que te da en el cuerpo. El ave extraño debido al color azul marino de su plumaje se posa sobre cubierta. Está paseando y lleva algo en la boca, es un pescado que recién ha atrapado. Está devorándolo, distraído, sin darse cuenta de tu presencia. Tal vez sea buena opción aprovecharse, el problema es que dicho ave mide casi un metro de altura y su pico es color carmesí, recordando a la sangre, afilado y largo.
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Ruido fuera del patrón. La vista se enfoca para revelar que Flax abandona el entrenamiento… a él no le hace falta al fin y al cabo. Bosteza adormilado a causa de la relajación – Tú sigue, yo iré a comer. Tengo sueño también- realizará una siesta tras la comida- Por cierto, no comerás hasta dominar la técnica.- cierra de un portazo, pero puede ser debido más a una mano cansada sujetando el pomo que a una intención agresiva.
Olas. Marea. Viento. Todas aquellas formas se adaptan a la forma de sus obstáculos para que no lo sean los empujan… pero no creo que ese sea el verdadero punto del entrenamiento, no; debe de ser el hecho de no oponer resistencia, de fluir. El proceso mental de carecer de forma… pero de ser así tampoco podría mantener una actitud combativa… ¿Cuál es la respuesta a este entrenamiento?.
Mi cuerpo se zarandea al viento, no es sólo el torso el que bambolea, no, los pies incluso apoyados tienden a torcerse para seguir el movimiento.
El aire trae aromas de ahumada parrilla, dulce fruta y saladas patatas de mar. Poner el cuerpo al límite para que acepte algo decidido por la mente sin rechistar… pero no veo necesario la privación de alimento, es más el cuerpo quien realmente decide en momentos de tremendos desgaste, un mecanismo de supervivencia, un último agarre a la vida para forzar cumplir los requerimientos físicos.
Un sonido húmedo en cubierta, no, no húmedo… plano… pero se parece. Un ave de un metro de altura, por lo que debería su envergadura superar los tres o cuatro … parece una gaviota, pero es de un profundo azul… existen ciertos matices entre la parte superior e inferior de la criatura, pero son tenues; su pico rojo y vívido destaca amenazante. Es una curiosa elección de colores, puede servir para camuflarse en dos perspectivas, desde abajo no se distinguiría de un cielo despejado y desde arriba se confundiría con el mar. Debe tener tanto presas, peces, como depredadores… Se pasea con tranquilidad por cubierta sujetando un pez que se sacude, se detiene para asestarle picotazos que lo desgarran para tomar con cuidado las piezas que se deslizan vistosamente a través de su cuello.
No le agrado a los animales. Nunca lo he hecho. ¿Es que no sabe que estoy aquí? Un animal sorprendido es muy peligroso… pero quizás debería aprovechar ésta situación para mejorar mi habilidad de pasar desapercibido.
Tengo que ser uno con las olas… y las gaviotas, o lo que sea eso, no temen a las olas.
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Aquella extraña gaviota seguía devorando aquel pescado. Parece ser que te ignora, no se ha dado cuenta de tu presencia. De pronto se escucha un estruendo, parece que platos cayeron al suelo dentro del barco. El ave se asusta o eso parece, ya que al escucharlo sale volando, dejando su presa en cubierta. La puerta se abre de golpe y aparece la jefa, Dirath.
- ¡¿Qué ha sido eso?! – Grita desesperada. Parece estar preparada para pelear, su vara está imbuida en fuego y sus ojos muestran tanto preocupación, como ira. – He notado sed de… - Dice para cortarse mientras mira alrededor. Fija la mirada en ti ahora. – Vale, habrá sido mi imaginación.
Dirath vuelve a entrar dentro y no te da ningún tipo de explicación. Puedes escuchar parloteos dentro, detrás de la puerta, pero no son claros por lo que no puedes entenderlos. Parece que Dirath está charlando con los demás, con un tono preocupante. Parece que algo ha ocurrido. ¿Se habrán peleado? ¿O tal vez estén discutiendo porque Goliather se ha comido toda la comida?
Poco a poco el tiempo pasa. El sol se va escondiendo entre las nuevas hasta que acaba sustituido por la luna y su tenue luz. La temperatura ya no es tan alta, es más, por extraño que parezca, ha bajado bastante. Ahora hace frío. ¿Diez grados? ¿Tal vez un poco menos? El gyojin sale con un atuendo de camarero. – Adam, ya puedes ir a dormir. Tienes un plato en la cocina.
Dentro de la cocina puedes ver que lo que te han dejado, tan sólo son sobras. Patatas fritas que antes estaban crujientes, ahora están sin sabor, con kétchup ya sólido. Puedes ver unos huesos roídos con algo de carne, pero poca. La fruta parece que ya no tiene tanta pinta como antes. La pera cortada y pelada se ha vuelto de un tono oscuro, al igual pasa con la manzana y el plátano. Todo está mezclado en un bol con zumo de naranja, que ahora está agrio. Ya es la hora de comer algo para reponer fuerzas, y de descansar.
- ¡¿Qué ha sido eso?! – Grita desesperada. Parece estar preparada para pelear, su vara está imbuida en fuego y sus ojos muestran tanto preocupación, como ira. – He notado sed de… - Dice para cortarse mientras mira alrededor. Fija la mirada en ti ahora. – Vale, habrá sido mi imaginación.
Dirath vuelve a entrar dentro y no te da ningún tipo de explicación. Puedes escuchar parloteos dentro, detrás de la puerta, pero no son claros por lo que no puedes entenderlos. Parece que Dirath está charlando con los demás, con un tono preocupante. Parece que algo ha ocurrido. ¿Se habrán peleado? ¿O tal vez estén discutiendo porque Goliather se ha comido toda la comida?
Poco a poco el tiempo pasa. El sol se va escondiendo entre las nuevas hasta que acaba sustituido por la luna y su tenue luz. La temperatura ya no es tan alta, es más, por extraño que parezca, ha bajado bastante. Ahora hace frío. ¿Diez grados? ¿Tal vez un poco menos? El gyojin sale con un atuendo de camarero. – Adam, ya puedes ir a dormir. Tienes un plato en la cocina.
Dentro de la cocina puedes ver que lo que te han dejado, tan sólo son sobras. Patatas fritas que antes estaban crujientes, ahora están sin sabor, con kétchup ya sólido. Puedes ver unos huesos roídos con algo de carne, pero poca. La fruta parece que ya no tiene tanta pinta como antes. La pera cortada y pelada se ha vuelto de un tono oscuro, al igual pasa con la manzana y el plátano. Todo está mezclado en un bol con zumo de naranja, que ahora está agrio. Ya es la hora de comer algo para reponer fuerzas, y de descansar.
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Picoteo, picoteo… debe de tener el cuello en alto para hacer que los trozos bajen por su garganta… ¿Las aves no pueden tragar? No puede ser, las palomas beben sin tener que subir su cabeza… pero los gorriones sí que tienen que hacerlo… la brisa marina no me va a dar respuesta, sólo la orden de mecerme.
El sonido de cerámica rota, un par de gritos amortiguados por la madera y una rápida carrera. El animal se espanta y vuela dejando su almuerzo, la puerta rebota contra la pared víctima del tremendo impulso de Dirath.
- ¡¿Qué ha sido eso?! – los ojos se salen de las órbitas y retumban contra su límite, su vara tiene la cabeza en llamas, su voz presenta dejes de lucha y a la vez dispuesta a la huida- He notado sed de…- ¿Sed de…?; parece que no encuentra el motivo de la preocupación, me mira fijamente… hay un inicio de sospecha que se disipa cuando me inclino al viento- Vale, habrá sido mi imaginación…
Vuelve dentro tras arrancar la puerta de su forzada postura, ésta rápidamente se encauza de su nuevo en su movimiento natural, cerrándose. Hablan… no, discuten, sopesan en un tono preventivo.
¿Qué ha notado? ¿Sed de… sangre? ¿Sed de… conocimientos? Lo único que podría haber notado y que ahora es ausente es aquel pájaro… pero eso conllevaría un nivel de inteligencia, así como de maldad, para ajustarse al primer término… y es poco probable que sea alarmante una sed de conocimientos.
O quizás es algo que haya traído el pájaro…
El astro rey se ve arropado por las nubes, y así con sus mullidas sábanas marcha a dormir. La luna se alza dando paso del fresco al frío. Deben de ser sobre las ocho… parezco pescado seco… mi garganta tiene ese sabor. Las nueve.
Pasarían cuatro horas hasta que aquel engendro diera por finalizado mi entrenamiento.
– Adam, ya puedes ir a dormir. Tienes un plato en la cocina.- su traje de camarero podría revelar que es el cocinero del grupo… por lo que debo ganarme su favor.
Lanzo el resto de pescado por la borda antes de entrar en el navío.
La cocina está impoluta, sólo un plato con deshechos sobrantes del almuerzo reposa sobre la mesa fija al suelo. Las patatas han absorbido el aceite y han engrosado, están flácidas, la poca carne que queda está escondida entre incómodos e inaccesibles huesos… la fruta está oxidada y el amalgama que forma todo no parece mejorar su aspecto ni sus propiedades… pero me está prohibido comer.
“No comerás hasta dominar la técnica”, al menos comer no es beber… el zumo de naranja se ha agriado… si hay que bebérselo rápido una vez exprimido para que no pierda sus vitaminas me pregunto si al menos quedará una sola de éstas en el vaso. No ha servido siquiera para quitar la sed.
Limpio la vajilla y entremedias me sirvo unos largos vasos de agua fresca. Por fin mi garganta parece calmarse.
Mi cuerpo se cae en busca de apoyo, mi espalda se resiente de la continua postura… pero antes de tomar cama he de avisar a Dirath.
“Esta es la puerta”. Llamo con tres toques suaves, repetición a los diez segundos.
- Soy Adam.
El sonido de cerámica rota, un par de gritos amortiguados por la madera y una rápida carrera. El animal se espanta y vuela dejando su almuerzo, la puerta rebota contra la pared víctima del tremendo impulso de Dirath.
- ¡¿Qué ha sido eso?! – los ojos se salen de las órbitas y retumban contra su límite, su vara tiene la cabeza en llamas, su voz presenta dejes de lucha y a la vez dispuesta a la huida- He notado sed de…- ¿Sed de…?; parece que no encuentra el motivo de la preocupación, me mira fijamente… hay un inicio de sospecha que se disipa cuando me inclino al viento- Vale, habrá sido mi imaginación…
Vuelve dentro tras arrancar la puerta de su forzada postura, ésta rápidamente se encauza de su nuevo en su movimiento natural, cerrándose. Hablan… no, discuten, sopesan en un tono preventivo.
¿Qué ha notado? ¿Sed de… sangre? ¿Sed de… conocimientos? Lo único que podría haber notado y que ahora es ausente es aquel pájaro… pero eso conllevaría un nivel de inteligencia, así como de maldad, para ajustarse al primer término… y es poco probable que sea alarmante una sed de conocimientos.
O quizás es algo que haya traído el pájaro…
El astro rey se ve arropado por las nubes, y así con sus mullidas sábanas marcha a dormir. La luna se alza dando paso del fresco al frío. Deben de ser sobre las ocho… parezco pescado seco… mi garganta tiene ese sabor. Las nueve.
Pasarían cuatro horas hasta que aquel engendro diera por finalizado mi entrenamiento.
– Adam, ya puedes ir a dormir. Tienes un plato en la cocina.- su traje de camarero podría revelar que es el cocinero del grupo… por lo que debo ganarme su favor.
Lanzo el resto de pescado por la borda antes de entrar en el navío.
La cocina está impoluta, sólo un plato con deshechos sobrantes del almuerzo reposa sobre la mesa fija al suelo. Las patatas han absorbido el aceite y han engrosado, están flácidas, la poca carne que queda está escondida entre incómodos e inaccesibles huesos… la fruta está oxidada y el amalgama que forma todo no parece mejorar su aspecto ni sus propiedades… pero me está prohibido comer.
“No comerás hasta dominar la técnica”, al menos comer no es beber… el zumo de naranja se ha agriado… si hay que bebérselo rápido una vez exprimido para que no pierda sus vitaminas me pregunto si al menos quedará una sola de éstas en el vaso. No ha servido siquiera para quitar la sed.
Limpio la vajilla y entremedias me sirvo unos largos vasos de agua fresca. Por fin mi garganta parece calmarse.
Mi cuerpo se cae en busca de apoyo, mi espalda se resiente de la continua postura… pero antes de tomar cama he de avisar a Dirath.
“Esta es la puerta”. Llamo con tres toques suaves, repetición a los diez segundos.
- Soy Adam.
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Tras tus toques en la puerta y tu voz llamando a la jefa, puedes escuchar el sonido del muelle de la cama. Al parecer se ha levantado. De pronto la puerta se abre de golpe y puedes ver lo que hay detrás. Dirath está en ropa interior rosa, con encajes de seda blanco. No parece tener pechos, es más, es completamente plana y sin curvas. Nada sexy, dentro de los términos que la sociedad ha creado.
- ¡¿Qué ocurre?! – Grita sorprendida. Puedes ver que la mano que no está apoyada en el pomo, sujeta su famosa vara, esta vez está imbuida completamente en unas llamas oscuras. - ¡¿Por qué me despiertas tan de repente?! – Parece estar molesta, su cabello está despeinado y tiene grandes ojeras. – Espero que sea importante, odio que me despierten. – Vaya, parece que tiene un mal despertar, o que lo ha hecho con el pie izquierdo.
De pronto otra puerta se escucha abrirse y unos pasos corren hacia vuestra posición. Es Garr, el gyojin, con su respectiva máscara y sus grandes alas ocupando el pasillo. Lleva un traje de seda, parecido a un pijama de alta calidad, de color morado. - ¿Ha ocurrido algo, madame? – Dice en un tono tanto preocupado como respetuoso.
- Es Adam, ha venido a verme. – Parece que está más tranquila, pero que espera una explicación.
- ¡¿Qué ocurre?! – Grita sorprendida. Puedes ver que la mano que no está apoyada en el pomo, sujeta su famosa vara, esta vez está imbuida completamente en unas llamas oscuras. - ¡¿Por qué me despiertas tan de repente?! – Parece estar molesta, su cabello está despeinado y tiene grandes ojeras. – Espero que sea importante, odio que me despierten. – Vaya, parece que tiene un mal despertar, o que lo ha hecho con el pie izquierdo.
De pronto otra puerta se escucha abrirse y unos pasos corren hacia vuestra posición. Es Garr, el gyojin, con su respectiva máscara y sus grandes alas ocupando el pasillo. Lleva un traje de seda, parecido a un pijama de alta calidad, de color morado. - ¿Ha ocurrido algo, madame? – Dice en un tono tanto preocupado como respetuoso.
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El colchón rebota sonoramente… se ha levantado y la inquietud de sus pasos no rebela que sea con el pie derecho. Me aparto antes de recibir el impacto de la madera en la cara. La muchacha realmente presenta una carencia de hormonas, no es más que un cuerpo flaco y lineal, aún así parece tener la ilusión de presentar algún tipo de aspecto sexual, o eso denota el picardías de encaje de encaje blanco tras el que pueden verse la ropa interior rosa…
No existe motivo para sexualizarla… pero mi indómito genital apunta con fervor luchando contra la tela del pantalón. Quizás el estímulo de la ropa le traiga recuerdos de un activo trabajo… esa puede ser la razón.
- ¡¿Qué ocurre?! – por suerte está acostumbrada a mirar hacia arriba para dirigirse a los rostros ajenos; su cetro está envuelto en llamas bermellón. - ¡¿Por qué me despiertas tan de repente?!.- sus ojos están hundidos tras unas poderosas ojeras… ya van dos que no duermen correctamente. – Espero que sea importante, odio que me despierten.
El alboroto atrae a su preocupado mayordomo, incluso durmiendo lleva un traje de alta confección… es morado y parece realmente cómodo. - ¿Ha ocurrido algo, madame?- su tono es pura servidumbre.
- Es Adam, ha venido a verme.- gira su cabeza, tranquilizando a su mascota.
- Necesitaba tratar un asunto urgente… - Eso Adam, empieza por una frase malinterpretable.- con usted… esta tarde cuando salió a cubierta y yo estaba ahí… antes de salir usted un extraño pájaro azul se había posado en cubierta… quizás tenía algo que ver.- la tensión hace difícil mantener una actitud discursiva. Aguantaré relativamente la respiración para agotar el sustento hidráulico.
No existe motivo para sexualizarla… pero mi indómito genital apunta con fervor luchando contra la tela del pantalón. Quizás el estímulo de la ropa le traiga recuerdos de un activo trabajo… esa puede ser la razón.
- ¡¿Qué ocurre?! – por suerte está acostumbrada a mirar hacia arriba para dirigirse a los rostros ajenos; su cetro está envuelto en llamas bermellón. - ¡¿Por qué me despiertas tan de repente?!.- sus ojos están hundidos tras unas poderosas ojeras… ya van dos que no duermen correctamente. – Espero que sea importante, odio que me despierten.
El alboroto atrae a su preocupado mayordomo, incluso durmiendo lleva un traje de alta confección… es morado y parece realmente cómodo. - ¿Ha ocurrido algo, madame?- su tono es pura servidumbre.
- Es Adam, ha venido a verme.- gira su cabeza, tranquilizando a su mascota.
- Necesitaba tratar un asunto urgente… - Eso Adam, empieza por una frase malinterpretable.- con usted… esta tarde cuando salió a cubierta y yo estaba ahí… antes de salir usted un extraño pájaro azul se había posado en cubierta… quizás tenía algo que ver.- la tensión hace difícil mantener una actitud discursiva. Aguantaré relativamente la respiración para agotar el sustento hidráulico.
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Dirath te mira fijamente tras escucharte y fija la mirada en algo que no debería. De pronto sus mejillas se vuelven totalmente rojas y poco a poco su cara. Sí, está avergonzada. Deja de sujetar el pomo de la puerta para imbuir la palma de su mano en haki armadura, por lo que esta se torna de un color metálico. A una gran velocidad y como si de una bala se tratase, te lanza, con la mano abierta, un poderoso golpe directo a tu cara, a la mejilla. Su intención es golpearte tan fuerte como para estamparte contra la pared del pasillo.
- ¡¿Hace falta que me apuntes con “eso” mientras me hablas?! – Grita enfadada tras lanzarte semejante golpe. De pronto se tranquiliza, su vara vuelve a la normalidad al igual que su mano. – Bien, lo que dices no tiene mucha lógica, pero dudo que fueses tú el que tenía semejante sed de sangre. – Su mano ahora se posa sobre su barbilla, de forma pensativa. – Si es así, creo que estamos cerca del objetivo. – Poco sabes de la misión a la que ellos van, pero tal vez esto tenga algo que ver. – Ahora sí, descansa y recupera energías, seguirás con el mismo entrenamiento hasta que domines la técnica. Ya me contó todo Flax. – Tras aquello entra en su habitación y cierra la puerta. Puedes escuchar como un pestillo se cierra. – Y no me molestes más. – Dice tras la puerta.
- Si todo ha concluido, yo marcho a descansar. – Ahora es Garr el que marcha.
Te quedas sólo y ya van siendo casi las doce de la noche, tal vez lo mejor sea descansar y recuperar fuerzas.
- ¡¿Hace falta que me apuntes con “eso” mientras me hablas?! – Grita enfadada tras lanzarte semejante golpe. De pronto se tranquiliza, su vara vuelve a la normalidad al igual que su mano. – Bien, lo que dices no tiene mucha lógica, pero dudo que fueses tú el que tenía semejante sed de sangre. – Su mano ahora se posa sobre su barbilla, de forma pensativa. – Si es así, creo que estamos cerca del objetivo. – Poco sabes de la misión a la que ellos van, pero tal vez esto tenga algo que ver. – Ahora sí, descansa y recupera energías, seguirás con el mismo entrenamiento hasta que domines la técnica. Ya me contó todo Flax. – Tras aquello entra en su habitación y cierra la puerta. Puedes escuchar como un pestillo se cierra. – Y no me molestes más. – Dice tras la puerta.
- Si todo ha concluido, yo marcho a descansar. – Ahora es Garr el que marcha.
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Ella mira a mi rostro mientras termino de pronunciar luego mientras piensa las palabras su mirada baja en una pausa de la interacción social… ello la hace fijar su mirada en mi ingle… mientras su pensamiento se ve interrumpido la sangre brota por sus mejillas dominando el rostro, está avergonzada… al menos parece ser la mezcla de pseudohalago molesto que se suele expresar al ver un interés sexual.
Suelta la puerta mientras su mano se metaliza… otra vez esa técnica preparatoria de golpe… debo… cubrirme. Mis manos tapan mi cabeza para asegurar su seguridad, pero es la otra, la que tiene cara, la que se ve impactada en menos de lo que dura un parpadeo. El tortazo me estampa contra la cercana pared del final del pasillo. Dolor físico, ahora ocupa toda mi realidad.
--¡¿Hace falta que me apuntes con “eso” mientras me hablas?!- grita con rojo enfado, respira y se tranquiliza pero aún puede verse cierto rubor que se difumina. . – Bien, lo que dices no tiene mucha lógica, pero dudo que fueses tú el que tenía semejante sed de sangre. – correcto. Pensativa posa el báculo dando toquecitos sobre su barbilla. Esperemos que sea una referencia a su pensamiento más que una a un símbolo fálico. – Si es así, creo que estamos cerca del objetivo.- me mira mientras me sacudo con un quejido los calambres- Ahora sí, descansa y recupera energías, seguirás con el mismo entrenamiento hasta que domines la técnica. Ya me contó todo Flax.- da un paso atrás y cierra con el conocido sonido del cerrojo.- Y no me molestes más.- su aguda voz traspasa la puerta, y mis oídos, con severa eficacia.
- Si todo ha concluido, yo marcho a descansar.- Garr se acomoda su traje con elegancia y marcha a su habitación.
Termino de levantarme, el dolor y cansancio acumulados imperan la necesidad de recuperarme. Ando hasta mi habitación forzando a los pies a no arrastrarse por el suelo. Cierro. Por fin, mi cama. He aprendido muchas cosas en este día… pero no son suficientes, al menos existe el mañana... Duermo, o eso intento... pero antes he de ocuparme de un rápido, repetitivo y tórrido asunto. Mejor...
Suelta la puerta mientras su mano se metaliza… otra vez esa técnica preparatoria de golpe… debo… cubrirme. Mis manos tapan mi cabeza para asegurar su seguridad, pero es la otra, la que tiene cara, la que se ve impactada en menos de lo que dura un parpadeo. El tortazo me estampa contra la cercana pared del final del pasillo. Dolor físico, ahora ocupa toda mi realidad.
--¡¿Hace falta que me apuntes con “eso” mientras me hablas?!- grita con rojo enfado, respira y se tranquiliza pero aún puede verse cierto rubor que se difumina. . – Bien, lo que dices no tiene mucha lógica, pero dudo que fueses tú el que tenía semejante sed de sangre. – correcto. Pensativa posa el báculo dando toquecitos sobre su barbilla. Esperemos que sea una referencia a su pensamiento más que una a un símbolo fálico. – Si es así, creo que estamos cerca del objetivo.- me mira mientras me sacudo con un quejido los calambres- Ahora sí, descansa y recupera energías, seguirás con el mismo entrenamiento hasta que domines la técnica. Ya me contó todo Flax.- da un paso atrás y cierra con el conocido sonido del cerrojo.- Y no me molestes más.- su aguda voz traspasa la puerta, y mis oídos, con severa eficacia.
- Si todo ha concluido, yo marcho a descansar.- Garr se acomoda su traje con elegancia y marcha a su habitación.
Termino de levantarme, el dolor y cansancio acumulados imperan la necesidad de recuperarme. Ando hasta mi habitación forzando a los pies a no arrastrarse por el suelo. Cierro. Por fin, mi cama. He aprendido muchas cosas en este día… pero no son suficientes, al menos existe el mañana... Duermo, o eso intento... pero antes he de ocuparme de un rápido, repetitivo y tórrido asunto. Mejor...
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Los días han pasado, una semana concretamente, tu entrenamiento sigue siendo repetitivo, el mismo, pero no logras nada. ¿Tal vez comiences a estar frustrado? Al menos Flax te ha dejado hacer una comida al día, ya que si no te verías cansado y sin energías. Te encuentras en el lugar de siempre, en plena tarde con el sol en tu frente. Sí, sentado en cubierta, con los ojos cerrados y meciendo tu cuerpo al viento. Aunque no la domines del todo aún, puedes notar tu cuerpo más flexible, ligero, como si estuvieses aprendiendo a controlarlo del todo. El sudor cae por tu frente, el cielo parece estar despejado y aún no habéis visto isla. ¿A dónde os estaréis dirigiendo?
De nuevo el mismo ave, como el primer día. Vuela por el cielo, sobrevolando el barco. Puedes escuchar un sonido que viene de él, como si de un silbido se tratase. Todo está en calma, la naturaleza es lo único que se escucha, hasta que…
- ¡Veo algo! – Se oye un grito dulce y cautivador, es Wester. Está en lo alto del mástil, con unos prismáticos, vigilando la zona. Ahora un alboroto viene desde cabina, la puerta se abre y sale Dirath.
- ¡¿Son ellos?! - ¿Quiénes?
- Veamos… - Wester está fijándose lo más que puede. – Creo que sí, veo una bandera negra y… Sí, son ellos. El símbolo no es claro del todo, pero puede verse fuego blanco dibujado. - ¿De quién estarán hablando? ¿Habréis llegado a vuestro objetivo?
- Bien. – Garr aparece en ese momento y Dirath le lanza una mirada. – Que todos se preparen, vamos a comenzar. – Tras las palabras de la jefa, Garr se va en búsqueda de los demás.
Al rato todos aparecen, bueno, no todos. El famoso Blend parece no estar, pero en su lugar hay una especie de armadura robótica, de medio metro. De ella sale una voz, la de él. Parece ser que está metido ahí dentro. Goliather puede verse de sobras a comparación de la armadura, todos están ahora en cubierta. Comienzan a volar usando el ya mostrado Geppou, por lo que surcan los cielos hacia el supuesto barco de bandera negra. Dirath aún no ha salido, está a tu lado, con su vara en mano.
- Bien, nuestra misión comienza. Acabaremos pronto, así que espero que te quedes aquí entrenando. – Su voz es seria pero confiada. Comienza a dar pequeñas patadas al aire para así volar y mantenerse en el cielo. – Espero que no holgazanees, o el entrenamiento será aún peor. – Tras esas palabras, vuela.
Parece que estás sólo en aquel lugar. Toda la acción para ellos mientras tú entrenas.
De nuevo el mismo ave, como el primer día. Vuela por el cielo, sobrevolando el barco. Puedes escuchar un sonido que viene de él, como si de un silbido se tratase. Todo está en calma, la naturaleza es lo único que se escucha, hasta que…
- ¡Veo algo! – Se oye un grito dulce y cautivador, es Wester. Está en lo alto del mástil, con unos prismáticos, vigilando la zona. Ahora un alboroto viene desde cabina, la puerta se abre y sale Dirath.
- ¡¿Son ellos?! - ¿Quiénes?
- Veamos… - Wester está fijándose lo más que puede. – Creo que sí, veo una bandera negra y… Sí, son ellos. El símbolo no es claro del todo, pero puede verse fuego blanco dibujado. - ¿De quién estarán hablando? ¿Habréis llegado a vuestro objetivo?
- Bien. – Garr aparece en ese momento y Dirath le lanza una mirada. – Que todos se preparen, vamos a comenzar. – Tras las palabras de la jefa, Garr se va en búsqueda de los demás.
Al rato todos aparecen, bueno, no todos. El famoso Blend parece no estar, pero en su lugar hay una especie de armadura robótica, de medio metro. De ella sale una voz, la de él. Parece ser que está metido ahí dentro. Goliather puede verse de sobras a comparación de la armadura, todos están ahora en cubierta. Comienzan a volar usando el ya mostrado Geppou, por lo que surcan los cielos hacia el supuesto barco de bandera negra. Dirath aún no ha salido, está a tu lado, con su vara en mano.
- Bien, nuestra misión comienza. Acabaremos pronto, así que espero que te quedes aquí entrenando. – Su voz es seria pero confiada. Comienza a dar pequeñas patadas al aire para así volar y mantenerse en el cielo. – Espero que no holgazanees, o el entrenamiento será aún peor. – Tras esas palabras, vuela.
Parece que estás sólo en aquel lugar. Toda la acción para ellos mientras tú entrenas.
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El entrenamiento prosigue toda la semana, las intenciones de mi maestro no parecen la de que aprenda… tan sólo quiere dejarme en un sitio sin mucha supervisión para que no le esté molestando. Ahora, y tras un bajón de azúcar mezclado con deshidratación que casi me cuesta los dientes, me permiten tomar una única comida al día... así como tener una botella de agua a mano… tras los dos primeros días se me proporcionaron también varios botes de crema solar… aunque ésta era ligeramente urticante al secarse.
Sentado en cubierta y mecido al viento me veo obligado a , en el poco tiempo libre que tengo, estirár mis músculos para evitar su desgaste… mi columna se ha vuelto más flexible debido al continuo cambiar del viento. Aún queda mucho por entrenar… y esto es sólo la base de la técnica.
"No me parece que esté llevando un método correcto de entrenamiento. Aunque puede que sea eficaz no es eficiente. Nada eficiente."
El final de la semana se ve marcado, de nuevo, por la visita del ave. Esta vez marca nuestra posición con círculos continuos y ese chillido agudo… sería mucho más molesto de estar cerca.
- ¡Veo algo! – Wester debería cantar, su voz es potente y apropiada… no debería desperdiciar ese don. Desde lo más alto del mástil otea el horizonte con los prismáticos; la líder-niña sale en respuesta a la noticia.
- ¡¿Son ellos?!- ¿Será esta la misión?
- Veamos… - la morena se inclina en el carajo estirándose cuanto puede para mejorar su visión.- Creo que sí, veo una bandera negra y… Sí, son ellos. El símbolo no es claro del todo, pero puede verse fuego blanco dibujado.- Las banderas negras suelen ser usadas por piratas… aunque no tengo conocimiento de ninguna que corresponda a la descripción. Probablemente sea alguien que ha dado problemas al gobierno… aunque hoy en día no puede tolerarse ni el más mínimo acto de piratería… no homologada por el sistema, claro.
- Bien.- la muchacha está siempre acompañada por su monstruoso mayordomo- – Que todos se preparen, vamos a comenzar.- el servicial engendro entra para cumplir su orden.
No pasa mucho rato hasta que la tropa aparece, todos se hayan preparados para el combate, incluso el ingeniero parece acompañarles en una armadura robótica que no supera el medio metro… ¿es un enano?... probablemente sólo esté siendo dirigida por control remoto, al fin y al cabo es la opción más segura, el no exponerse a un combate cuerpo a cuerpo, el grupo es respaldado por Goliather, que actúa de fondo.
Con decisión los agentes vuelan por el cielo hacia su objetivo… la responsable de la división espera a que se adelanten… sabia decisión el no exponerse de primera mano.
- Bien, nuestra misión comienza. Acabaremos pronto, así que espero que te quedes aquí entrenando.- agarra la vara que antes le servía como regio apoyo y empeiza a despegar- Espero que no holgazanees, o el entrenamiento será aún peor.- amenaza volando de espaldas para luego esprintar por los caminos del aire hacia el navío.
Quince segundos son lo suficiente como para que no se aprecie un cambio en mi actitud desde tan lejos...
“Este entrenamiento tiene diversos fallos, el primero deja las piernas inmovilizadas… y ligeramente dormidas” , las masajeo volviendo el riego y estirando los dedos de los pies. “Para realmente dominar esta técnica debería moverme al viento… no simplemente curvarme, debo curvarme mientras me muevo, de lo contrario estaría limitado a usar esta técnica como he apreciado en mis maestros… simplemente como un junco cuya base es débil”, me dejo llevar al viento mientras mis brazos acompañan la brisa. “Debo tener la mirada fija en mi enemigo, sabiendo que tendré que esquivarle… o bien dejarme simplemente llevar por la inercia de sus golpes, el campo de viento alrededor del punto de impacto debe ser predecido y acompasado… como si fuera la brisa marina”, recuerdo los combates,me doblo y retuerzo mientras mis pies bambolean y caminan en continuos tropiezos en un intento de esquivar las proyecciones de la memoria.
“Sí, parece más apropiado, aunque quizás se podría pulir… no debería estar limitado sólo a usar las piernas como base, si no a cualquier otro punto de apoyo… y luego, en ausencia de soporte.”
En un paso del baile mi cabeza termina contra la puerta, parando las ideas por un instante y alzando mi vista hacia el cielo.
“También debo estar atento a el terreno… así como a los posibles cambios del combate”
La mirada se entrecierra por el sol… la sombra sigue rodeando el barco.
“Un pájaro… que trae sed de sangre… quizás es algún tipo de marcador… si sigue aquí… es porque espera a su dueño.”
Accesos al barco: Borda. Ventanas… no, demasiado pequeñas para un enemigo medio.
Objetivo: Sed de sangre. Cercano al animal, domador de bestias.
“Ya sabe cómo soy… pero no quién.”
- Bueno… hora de comer.- me estiro y entro al barco, asegurándome de cerrar la puerta tras de mí. Dejo abierta la de la cocina mientras prudencialmente me armo con un afilado pero corto cuchillo y una manzana.
La piel cruje sonoramente tras el primer bocado, el arma se esconde en la palma de la mano desnuda y la hoja próxima a marcar tendencias suicidas.
Me siento a la mesa… es lo suficientemente gruesa como para proporcionar una rápida cobertura sin demasiado esfuerzo de voltearla… aunque ello conllevaría romper el centro de frutas.
Un mantel en mi regazo sujetado con dos dedos de la mano armada… me dará un movimiento que impida la visión.
“Todo es preparación… aunque puede que mi actitud sea catalogada como paranoica hay excusas en la experiencia”
Sentado en cubierta y mecido al viento me veo obligado a , en el poco tiempo libre que tengo, estirár mis músculos para evitar su desgaste… mi columna se ha vuelto más flexible debido al continuo cambiar del viento. Aún queda mucho por entrenar… y esto es sólo la base de la técnica.
"No me parece que esté llevando un método correcto de entrenamiento. Aunque puede que sea eficaz no es eficiente. Nada eficiente."
El final de la semana se ve marcado, de nuevo, por la visita del ave. Esta vez marca nuestra posición con círculos continuos y ese chillido agudo… sería mucho más molesto de estar cerca.
- ¡Veo algo! – Wester debería cantar, su voz es potente y apropiada… no debería desperdiciar ese don. Desde lo más alto del mástil otea el horizonte con los prismáticos; la líder-niña sale en respuesta a la noticia.
- ¡¿Son ellos?!- ¿Será esta la misión?
- Veamos… - la morena se inclina en el carajo estirándose cuanto puede para mejorar su visión.- Creo que sí, veo una bandera negra y… Sí, son ellos. El símbolo no es claro del todo, pero puede verse fuego blanco dibujado.- Las banderas negras suelen ser usadas por piratas… aunque no tengo conocimiento de ninguna que corresponda a la descripción. Probablemente sea alguien que ha dado problemas al gobierno… aunque hoy en día no puede tolerarse ni el más mínimo acto de piratería… no homologada por el sistema, claro.
- Bien.- la muchacha está siempre acompañada por su monstruoso mayordomo- – Que todos se preparen, vamos a comenzar.- el servicial engendro entra para cumplir su orden.
No pasa mucho rato hasta que la tropa aparece, todos se hayan preparados para el combate, incluso el ingeniero parece acompañarles en una armadura robótica que no supera el medio metro… ¿es un enano?... probablemente sólo esté siendo dirigida por control remoto, al fin y al cabo es la opción más segura, el no exponerse a un combate cuerpo a cuerpo, el grupo es respaldado por Goliather, que actúa de fondo.
Con decisión los agentes vuelan por el cielo hacia su objetivo… la responsable de la división espera a que se adelanten… sabia decisión el no exponerse de primera mano.
- Bien, nuestra misión comienza. Acabaremos pronto, así que espero que te quedes aquí entrenando.- agarra la vara que antes le servía como regio apoyo y empeiza a despegar- Espero que no holgazanees, o el entrenamiento será aún peor.- amenaza volando de espaldas para luego esprintar por los caminos del aire hacia el navío.
Quince segundos son lo suficiente como para que no se aprecie un cambio en mi actitud desde tan lejos...
“Este entrenamiento tiene diversos fallos, el primero deja las piernas inmovilizadas… y ligeramente dormidas” , las masajeo volviendo el riego y estirando los dedos de los pies. “Para realmente dominar esta técnica debería moverme al viento… no simplemente curvarme, debo curvarme mientras me muevo, de lo contrario estaría limitado a usar esta técnica como he apreciado en mis maestros… simplemente como un junco cuya base es débil”, me dejo llevar al viento mientras mis brazos acompañan la brisa. “Debo tener la mirada fija en mi enemigo, sabiendo que tendré que esquivarle… o bien dejarme simplemente llevar por la inercia de sus golpes, el campo de viento alrededor del punto de impacto debe ser predecido y acompasado… como si fuera la brisa marina”, recuerdo los combates,me doblo y retuerzo mientras mis pies bambolean y caminan en continuos tropiezos en un intento de esquivar las proyecciones de la memoria.
“Sí, parece más apropiado, aunque quizás se podría pulir… no debería estar limitado sólo a usar las piernas como base, si no a cualquier otro punto de apoyo… y luego, en ausencia de soporte.”
En un paso del baile mi cabeza termina contra la puerta, parando las ideas por un instante y alzando mi vista hacia el cielo.
“También debo estar atento a el terreno… así como a los posibles cambios del combate”
La mirada se entrecierra por el sol… la sombra sigue rodeando el barco.
“Un pájaro… que trae sed de sangre… quizás es algún tipo de marcador… si sigue aquí… es porque espera a su dueño.”
Accesos al barco: Borda. Ventanas… no, demasiado pequeñas para un enemigo medio.
Objetivo: Sed de sangre. Cercano al animal, domador de bestias.
“Ya sabe cómo soy… pero no quién.”
- Bueno… hora de comer.- me estiro y entro al barco, asegurándome de cerrar la puerta tras de mí. Dejo abierta la de la cocina mientras prudencialmente me armo con un afilado pero corto cuchillo y una manzana.
La piel cruje sonoramente tras el primer bocado, el arma se esconde en la palma de la mano desnuda y la hoja próxima a marcar tendencias suicidas.
Me siento a la mesa… es lo suficientemente gruesa como para proporcionar una rápida cobertura sin demasiado esfuerzo de voltearla… aunque ello conllevaría romper el centro de frutas.
Un mantel en mi regazo sujetado con dos dedos de la mano armada… me dará un movimiento que impida la visión.
“Todo es preparación… aunque puede que mi actitud sea catalogada como paranoica hay excusas en la experiencia”
- Cosas de la lengua:
- Se que el participio de predecir es predicho, pero es que poner Debe ser predicho, queda... queda abobinablemente mal
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Mientras estás sentado, escuchas una puerta abrirse. Parece que algo está entrando, pero aún no lo puedes ver desde ahí. Por el pasillo se escuchan pasos rápidos, cortos y suaves, algo extraño. También puedes escuchar un grito extraño, como un ave en época de apareamiento. Entonces lo ves, es la gaviota que estaba afuera. Es realmente raro, como un ave puede abrir una puerta, pero allí está, con sus colores vivos pero camuflables en el cielo, y su horrible canto. Te mira, pero camina por los alrededores, llegando a la parte donde hay un montón de frutas. Por suerte no está cerca, parece que simplemente sea un devorador de alimentos, ya que ha roto la red que poseía todas las manzanas maduras. Se encuentra comiendo, picoteando aquel fruto rojizo y llenándose el estómago. No hay nada más, no se escucha nada cerca. ¿Tal vez haya alguien en cubierta escondido? ¿O puede que el ave tenga la suficiente habilidad para abrir puertas? Eso aún no lo sabes, tan sólo posees especulaciones sobre eso.
Comienzas a escuchar disparos fuera, a lo lejos. Cañones, balas… La guerra ha comenzado y tú estás vagueando. Esperemos que no acaben pronto, ya que sino deberías dar explicaciones sobre por qué no has estado con tus tareas. Gritos de amarguras, olas pacíficas rompiendo contra el barco… Aún no hay un claro final y aquel ave sigue ahí, parado, a su bola.
Comienzas a escuchar disparos fuera, a lo lejos. Cañones, balas… La guerra ha comenzado y tú estás vagueando. Esperemos que no acaben pronto, ya que sino deberías dar explicaciones sobre por qué no has estado con tus tareas. Gritos de amarguras, olas pacíficas rompiendo contra el barco… Aún no hay un claro final y aquel ave sigue ahí, parado, a su bola.
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Cuando mis dientes se topan con el amargo corazón de la manzana puedo oír como la puerta se abre lentamente, el crujido es lento y sonoro… contraproducente al sigilo del movimiento. A veces la mejor manera de abrir una puerta es hacerlo como si simplemente quisieras pasar, por supuesto esta lentitud denota prudencia… el temor de no saber quién estará detrás.
Un graznido, gorgojo, silbido… ¿Cuál sería la mejor palabra para ese extraño y rítmico sonido?... “CLioooooWWWAhwahwah…” alguien avanza por el pasillo… los pasos son cortos, rápidos y suaves de piel desnuda…
El marco abierto de la puerta es protagonizado por el ave que gira su cabeza para dejar sus ojos sobre mí y luego inspeccionar la estancia con reptiliana actitud. Las aves procedían de los reptiles… y es algo que resultaba obvio una vez te informaban… sus movimientos, los fríos ojos, la manera de ejecutar a la presa… esa mirada esquiva como la de las lagartijas en la noche.
Me evita, algo a lo que estoy acostumbrado… pero se atreve a dirigirse al saco de manzanas de la esquina, corta la malla mientras el contenido se desparrama dedicándose a picotear una de las frutas.
Hay razones para sospechar que alguien se ha quedado en el pasillo, desde luego… pero… ¿qué clase de cuidador dejaría a un ave amaestrada, cuya crianza necesita de tanto esfuerzo y cariño, actuar como cebo? No… no estaba bien.
Continua picoteando la misma manzana… si no fuera porque había visto a aquellas criaturas tragarse cualquier bocadillo sobrante del puerto dudaría de que fueran omnívoras… su pico está más diseñado para una dieta de carne… o a lo sumo algo que hubiera que apuñalar.
El caos de la batalla llega en una onda de sonido, la madera rompiéndose por los impactos del cañón, los aullidos de dolor, angustia, rabia y fervor. Nada perturba al pájaro… nada.
Me retiro de la silla. Acercándome, sin perder de vista puerta y animal, a la nevera, la abro sin mirar su contenido… Iván siempre me decía que las carnes y pescado debían permanecer en la parte baja, pues podían soltar sus jugos que fácilmente contaminarían otros productos… lo que no importaría siempre cuando éstos no se comieran crudos, el calor lo suele matar todo… la verdura arriba, y ya el contenido de los compartimentos laterales según te venga más o menos a mano.
A tientas toco la parte inferior de la fría despensa, el papel céreo envuelve la pieza de textura gelatinosa. Estoy de lado y parcialmente oculto, la mano antes ocupada por la manzana ahora sostiene el arma escondida en la longitud del brazo, la derecha aguanta el húmedo paquete mientras mi rodilla soporta el mantel; el codo se encaja de cerrar.
- Eh pajarillo… mira lo que tengo para ti…- agito la carne que resuena con el seco impacto del papel; mi mano armada toma el mantel que se desdobla parcialmente ocultando el peligro, me seco los pegajosos rastros de fruta de la boca, minimizando la extrañeza del gesto.- ¿No prefieres un poco de carne? Parece de buena calidad… seguro que la ha comprado mi maestro… el que se empeña en torturarme. –dejo caer el paquete al lado de mi pie para abrirlo mientras me acuclillo, es oscura ternera cuya grasa ribetea en un fino y repetitivo patrón, desprendo uno de los gruesos filetes cortados.- Seguro que esto está más bueno que una manzana.- agito el sanguinolento premio tendido.- Vamos… - chasqueo la lengua mientras mis labios besan el aire… algo que suele hacerse para llamar cariñosamente a los animales… a saber por qué.
Las bestias no suelen acercarse a mí… quizás cuando el hambre apremia, pero tiene fruta, tiene la oportunidad de cazar en el mar… no parece tener la carga melancólica de la inanición… no se acercaría… si era un animal. Mi mirar rebota del animal a la puerta, la periferia ocular suele ser más receptiva al movimiento... hay cosas que sólo pueden esquivarse por el rabillo del ojo... a cambio de disminuir la exactitud de los detalles.
Nota: Conseguir Kairoseki. Prioridad x4.
Un graznido, gorgojo, silbido… ¿Cuál sería la mejor palabra para ese extraño y rítmico sonido?... “CLioooooWWWAhwahwah…” alguien avanza por el pasillo… los pasos son cortos, rápidos y suaves de piel desnuda…
El marco abierto de la puerta es protagonizado por el ave que gira su cabeza para dejar sus ojos sobre mí y luego inspeccionar la estancia con reptiliana actitud. Las aves procedían de los reptiles… y es algo que resultaba obvio una vez te informaban… sus movimientos, los fríos ojos, la manera de ejecutar a la presa… esa mirada esquiva como la de las lagartijas en la noche.
Me evita, algo a lo que estoy acostumbrado… pero se atreve a dirigirse al saco de manzanas de la esquina, corta la malla mientras el contenido se desparrama dedicándose a picotear una de las frutas.
Hay razones para sospechar que alguien se ha quedado en el pasillo, desde luego… pero… ¿qué clase de cuidador dejaría a un ave amaestrada, cuya crianza necesita de tanto esfuerzo y cariño, actuar como cebo? No… no estaba bien.
Continua picoteando la misma manzana… si no fuera porque había visto a aquellas criaturas tragarse cualquier bocadillo sobrante del puerto dudaría de que fueran omnívoras… su pico está más diseñado para una dieta de carne… o a lo sumo algo que hubiera que apuñalar.
El caos de la batalla llega en una onda de sonido, la madera rompiéndose por los impactos del cañón, los aullidos de dolor, angustia, rabia y fervor. Nada perturba al pájaro… nada.
Me retiro de la silla. Acercándome, sin perder de vista puerta y animal, a la nevera, la abro sin mirar su contenido… Iván siempre me decía que las carnes y pescado debían permanecer en la parte baja, pues podían soltar sus jugos que fácilmente contaminarían otros productos… lo que no importaría siempre cuando éstos no se comieran crudos, el calor lo suele matar todo… la verdura arriba, y ya el contenido de los compartimentos laterales según te venga más o menos a mano.
A tientas toco la parte inferior de la fría despensa, el papel céreo envuelve la pieza de textura gelatinosa. Estoy de lado y parcialmente oculto, la mano antes ocupada por la manzana ahora sostiene el arma escondida en la longitud del brazo, la derecha aguanta el húmedo paquete mientras mi rodilla soporta el mantel; el codo se encaja de cerrar.
- Eh pajarillo… mira lo que tengo para ti…- agito la carne que resuena con el seco impacto del papel; mi mano armada toma el mantel que se desdobla parcialmente ocultando el peligro, me seco los pegajosos rastros de fruta de la boca, minimizando la extrañeza del gesto.- ¿No prefieres un poco de carne? Parece de buena calidad… seguro que la ha comprado mi maestro… el que se empeña en torturarme. –dejo caer el paquete al lado de mi pie para abrirlo mientras me acuclillo, es oscura ternera cuya grasa ribetea en un fino y repetitivo patrón, desprendo uno de los gruesos filetes cortados.- Seguro que esto está más bueno que una manzana.- agito el sanguinolento premio tendido.- Vamos… - chasqueo la lengua mientras mis labios besan el aire… algo que suele hacerse para llamar cariñosamente a los animales… a saber por qué.
Las bestias no suelen acercarse a mí… quizás cuando el hambre apremia, pero tiene fruta, tiene la oportunidad de cazar en el mar… no parece tener la carga melancólica de la inanición… no se acercaría… si era un animal. Mi mirar rebota del animal a la puerta, la periferia ocular suele ser más receptiva al movimiento... hay cosas que sólo pueden esquivarse por el rabillo del ojo... a cambio de disminuir la exactitud de los detalles.
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El ave te mira de reojo mientras le ofreces la comida. Sigue picoteando la manzana, pero cada vez más lentamente. Al final deja de hacerlo, y su cuello hace que su pico se dirija hacia ti. Te mira fijamente, entonces da un pequeño paso hacia delante, cauteloso. Un segundo paso, sin acercarse mucho a ti. Parece que no confía, pero que sus instintos, como el hambre, le están guiando en ese momento. En un instante sus alas se abren y por la zona derecha se comienza a formar un brazo, mientras el aspecto cambia completamente, aumentando de tamaño. Aprovechando eso, el puño que se ha forjado viaja a una velocidad envidiable hacia tu mandíbula, de abajo hacia arriba, formando un arco. Su intención es estamparse contra tu barbilla y así lanzarte hacia atrás con un fuerte golpe.
Tras aquello se lanzaría hacia atrás para prevenir cualquier ataque. El ave ahora era una especie de hombre gaviota, con unos brazos más largos de lo normal. Con forma de humano, pelaje azul y denso, con pico rojo. Tendría también unas alas azules a su espalda, y mediría alrededor de unos dos metros o poco más. - ¿De verdad creías que era tan tonto? – Dice con un tono irónico. Su voz es algo chillona, como la de un pájaro. De pronto abre sus manos y sus uñas crecen hasta convertirse en zarpas de unos quince centímetros, tomando una forma curva. Parece que ese hombre pájaro o lo que quiera que sea, está a punto de terminar contigo.
Tras aquello se lanzaría hacia atrás para prevenir cualquier ataque. El ave ahora era una especie de hombre gaviota, con unos brazos más largos de lo normal. Con forma de humano, pelaje azul y denso, con pico rojo. Tendría también unas alas azules a su espalda, y mediría alrededor de unos dos metros o poco más. - ¿De verdad creías que era tan tonto? – Dice con un tono irónico. Su voz es algo chillona, como la de un pájaro. De pronto abre sus manos y sus uñas crecen hasta convertirse en zarpas de unos quince centímetros, tomando una forma curva. Parece que ese hombre pájaro o lo que quiera que sea, está a punto de terminar contigo.
- NPC:
Profesiones: Matón, cazador, cirujano, agente especial.
Nivel: 35
x1'5 en reflejos, sentidos y velocidad.
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