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El constante movimiento del mar hacía que encontrarse dentro de una caja lo suficientemente grande como para ocultarme fuera molesto.-Esto es un fastidio, debí quedarme en la isla anterior.-Refunfuñe con molestia por tener el cuerpo entumecido.
Levanté ligeramente la tapa de la caja para dar un vistazo a la bodega en la que me encontraba. Muchas otras cajas y diversos otros materiales como telas y ropa se encontraban en el lugar. Al no ver signos de vida decidí dejar mi escondite para estirar las piernas un rato.-Que frió.-Comencé a frotar mis brazos rápidamente para hacerlos entrar en calor. Tomé uno de los pedazos de tela y lo utilice como manta para cubrirme, pues la ropa que utilizaba en ese momento no era la indicada para un clima bajo.-Quizás pueda encontrar algo mejor.-Moviéndome dando unos pequeños temblores.
Una de las cajas se encontraba parcialmente abierta y en ella pequeña cantidad de abrigos se encontraban en su fondo. Sin pensarlo dos veces saqué uno para utilizarlo. Era un modelo sencillo y sin nada extravagante que contaba con una capucha, pero era lo suficientes como para mitigar el frió del ambiente.
El barco pareció detenerse y encima de mi cabeza comenzaron a escucharse diversos pasos.*Diablos es mejor que regrese al escondite* Antes de que levantará la tapa para entrar, un hombre bajó por las escaleras y vio mi espalda.
-Ah, ya había alguien comenzado a preparar las cosas, bueno déjame darte una mano.-Solo lo miré de reojo para evitar que viera mi rostro. Razón por la cual no dio un grito de alarma al verme fue el abrigo, ambos llevamos el mismo y seguramente me confundió con alguien más.
Se acercó a hacía algunas de las telas enrolladas y tomó dos en cada uno de sus brazos.-Ya vienen los otros.-Comentó mientras subía por las escaleras.
Suspiré aliviado y me dirigía a tomar también una de las telas enrolladas, pero esta se encontraba al fondo, totalmente separada de las demás. Con esto en mis manos subí por escaleras rápidamente, para evitar más encuentros. Al llegar a la cubierta la imagen me sorprendió. Un paisaje blanco puro era todo lo que mis ojos podían ver. Caminé hacía el borde del barco para mirar mejor.
-¡Oye tú!.-Gritó otro hombre desde el puerto.-¡Date prisa y trae eso aquí!.
El grito me regresó al mundo y comencé a bajar por del barco, pero al pasar a un costado de otro hombre este me debuto.
-¿Quien diablos eres tu?.-Preguntó mientras Me sujetaba del brazo.
-Soy el chico nuevo señor.-Contesté mientras desviaba la mirada.
-Nuevo, yo no recluté a ningún moco...-Antes de que terminara de hablar, mi rodilla impacto su entrepierna y lo empuje haciéndolo caer al agua, para luego correr lo más rápido que pudiera entre la nieve.
Levanté ligeramente la tapa de la caja para dar un vistazo a la bodega en la que me encontraba. Muchas otras cajas y diversos otros materiales como telas y ropa se encontraban en el lugar. Al no ver signos de vida decidí dejar mi escondite para estirar las piernas un rato.-Que frió.-Comencé a frotar mis brazos rápidamente para hacerlos entrar en calor. Tomé uno de los pedazos de tela y lo utilice como manta para cubrirme, pues la ropa que utilizaba en ese momento no era la indicada para un clima bajo.-Quizás pueda encontrar algo mejor.-Moviéndome dando unos pequeños temblores.
Una de las cajas se encontraba parcialmente abierta y en ella pequeña cantidad de abrigos se encontraban en su fondo. Sin pensarlo dos veces saqué uno para utilizarlo. Era un modelo sencillo y sin nada extravagante que contaba con una capucha, pero era lo suficientes como para mitigar el frió del ambiente.
El barco pareció detenerse y encima de mi cabeza comenzaron a escucharse diversos pasos.*Diablos es mejor que regrese al escondite* Antes de que levantará la tapa para entrar, un hombre bajó por las escaleras y vio mi espalda.
-Ah, ya había alguien comenzado a preparar las cosas, bueno déjame darte una mano.-Solo lo miré de reojo para evitar que viera mi rostro. Razón por la cual no dio un grito de alarma al verme fue el abrigo, ambos llevamos el mismo y seguramente me confundió con alguien más.
Se acercó a hacía algunas de las telas enrolladas y tomó dos en cada uno de sus brazos.-Ya vienen los otros.-Comentó mientras subía por las escaleras.
Suspiré aliviado y me dirigía a tomar también una de las telas enrolladas, pero esta se encontraba al fondo, totalmente separada de las demás. Con esto en mis manos subí por escaleras rápidamente, para evitar más encuentros. Al llegar a la cubierta la imagen me sorprendió. Un paisaje blanco puro era todo lo que mis ojos podían ver. Caminé hacía el borde del barco para mirar mejor.
-¡Oye tú!.-Gritó otro hombre desde el puerto.-¡Date prisa y trae eso aquí!.
El grito me regresó al mundo y comencé a bajar por del barco, pero al pasar a un costado de otro hombre este me debuto.
-¿Quien diablos eres tu?.-Preguntó mientras Me sujetaba del brazo.
-Soy el chico nuevo señor.-Contesté mientras desviaba la mirada.
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Correr en ese terreno era más difícil de lo que pensé en especial con la tela enrollada.-Tengo que deshacerme de esta cosa cuanto antes.-Sin mirar atrás continué corriendo hasta llegar a un poblado. Ignoré a las personas con las que llegué a toparme y me oculté un callejón entre dos edificios. Dejé caer la tela y me permití unos segundos para recobrar el aliento. Me apoyé en una de las paredes mientras jadeaba.-Creo.-Jadear.-Que aún no mandan a alguien a seguirme, ojala simplemente me ignoren.
Me arrodillé aun lado de la tela y comencé a desanudar el cordel que la mantenía enrollada.-Diablos, este frio realmente me entumece los dedos.-Con más dificultad de la que pensaba continúe con mi tarea.-Ya está.-Comencé a expandirla y en el centro de esta se encontraba mi espada, la tomé y me la coloqué en la espalda como siempre.-Puede que alguien me esté buscando, aunque solo el hombre que tiré me vio el rostro.-Ya que en ese momento llevaba la capucha puesta estaba seguro que no puedo notar partes muy peculiares como mis orejas, pero la cicatriz en mi nariz es otra historia.
Desenvaine mi espada y con ella corté de la tela lo necesario para ocultar mi rostro del mentón a la nariz, el resultado asemejaba a una pequeña (en cuanto al largo) bufanda mal cortada. Me quité la capucha y amarré la “Bufanda” a mi rostro, nuevamente me coloqué la capucha y solo por si alguno de los hombres del barco pasaba por aquí enrollé la tela, dejándola recargada en la pared.
Tras salir del callejón caminé sin rumbo por el pueblo*Qué se supone que haga ahora?*
Me arrodillé aun lado de la tela y comencé a desanudar el cordel que la mantenía enrollada.-Diablos, este frio realmente me entumece los dedos.-Con más dificultad de la que pensaba continúe con mi tarea.-Ya está.-Comencé a expandirla y en el centro de esta se encontraba mi espada, la tomé y me la coloqué en la espalda como siempre.-Puede que alguien me esté buscando, aunque solo el hombre que tiré me vio el rostro.-Ya que en ese momento llevaba la capucha puesta estaba seguro que no puedo notar partes muy peculiares como mis orejas, pero la cicatriz en mi nariz es otra historia.
Desenvaine mi espada y con ella corté de la tela lo necesario para ocultar mi rostro del mentón a la nariz, el resultado asemejaba a una pequeña (en cuanto al largo) bufanda mal cortada. Me quité la capucha y amarré la “Bufanda” a mi rostro, nuevamente me coloqué la capucha y solo por si alguno de los hombres del barco pasaba por aquí enrollé la tela, dejándola recargada en la pared.
Tras salir del callejón caminé sin rumbo por el pueblo*Qué se supone que haga ahora?*
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Por las calles pocas personas deambulaban despreocupadamente. No pude evitar mirarlas con envidia al caminar tranquilamente con sonrisas en sus rostros.-Diablos, ¿Cómo pueden soportar este frio?-A pesar de llevar el abrigo y la “bufanda” mi cuerpo no dejaba de temblar con cada paso que daba. Para evitar que mis manos se congelaran las había metido en los bolsillos.
Pasé por enfrente de una tienda de ropa, en el escaparate había algunos maniquís exhibiendo las distintas prendas. La mayoría de estas se veían mucho más agradables, pero el precio por una de estas eran algo altos.-Oh, mira eso.-En la esquina estaba expuesto el mismo abrigo que llevaba en ese momento, su precio era bastante accesible.-Creo que escogí el más común de todos.-Lo miré con una ligera sonrisa en mi rostro, pues si más personas lo llevaban puesto yo no resaltaría.
El viento repentinamente sopló con mayor fuerza haciéndome abrazarme a mí mismo.*Si permanezco más tiempo aquí fuera será malo para mi salud.*Reanudé mi caminata, ahora con el objetivo de encontrar un lugar donde poder resguardarme.
Tras unos minutos de andar, vi a un grupo de hombres entrar en una taberna, no conocía el pueblo y los sujetos no parecían ser miembros del barco en el cual llegué, sin pesarlo más entré justo detrás de ellos. Cerré la puerta y di un rápido vistazo mientras me dirigía a sentarme en un banquillo enfrente de la barra. A la derecha, junto a la fogata había un anciano y un hombre charlando. Del lado izquierdo se encontraba la barra, los hombres que acababan de entrar se encontraban a 3 banquillos de donde me senté.
El encargado regresó a la barra y tras atender a los hombres se acercó conmigo. Me preguntó qué es lo que pediría. Coloqué sobre la madera el dinero suficiente para una bebida caliente y esperé a que esta llegara.
Pasé por enfrente de una tienda de ropa, en el escaparate había algunos maniquís exhibiendo las distintas prendas. La mayoría de estas se veían mucho más agradables, pero el precio por una de estas eran algo altos.-Oh, mira eso.-En la esquina estaba expuesto el mismo abrigo que llevaba en ese momento, su precio era bastante accesible.-Creo que escogí el más común de todos.-Lo miré con una ligera sonrisa en mi rostro, pues si más personas lo llevaban puesto yo no resaltaría.
El viento repentinamente sopló con mayor fuerza haciéndome abrazarme a mí mismo.*Si permanezco más tiempo aquí fuera será malo para mi salud.*Reanudé mi caminata, ahora con el objetivo de encontrar un lugar donde poder resguardarme.
Tras unos minutos de andar, vi a un grupo de hombres entrar en una taberna, no conocía el pueblo y los sujetos no parecían ser miembros del barco en el cual llegué, sin pesarlo más entré justo detrás de ellos. Cerré la puerta y di un rápido vistazo mientras me dirigía a sentarme en un banquillo enfrente de la barra. A la derecha, junto a la fogata había un anciano y un hombre charlando. Del lado izquierdo se encontraba la barra, los hombres que acababan de entrar se encontraban a 3 banquillos de donde me senté.
El encargado regresó a la barra y tras atender a los hombres se acercó conmigo. Me preguntó qué es lo que pediría. Coloqué sobre la madera el dinero suficiente para una bebida caliente y esperé a que esta llegara.
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La bebida llegó.-Gracias.-Le dije al hombre mientras sostenía la taza con ambas manos para calentarlas. El calor de la taza devolvía la movilidad a mis dedos entumecidos, causando un alivio en mi ser.
Los sujetos que acababan de entrar hacían bastante ruido, no era algo que me molestara, pues no es como si necesitara en ese momento escuchar algo de vital importancia. Repentinamente el lugar se volvió silencioso, no estaba seguro de cuál había sido el motivo, pero a juzgar por el comportamiento de los sujetos alguien los había provocado.
Miré como el grupo se acercaba hacia el lugar donde el anciano y su compañero charlaban.*Esto no acabará bien*Pensé mientras levantaba ligeramente la bufanda para beber un poco del café. Para mi sorpresa el compañero del anciano logró convencer a los sujetos de olvidar todo al darles una bolsa, seguramente era dinero o algo de valor, pues los hombres lo aceptaron y regresaron a sus asientos. Mi mirada se desvió hacía ese hombre.*¿Será algún noble de esta isla?* No me vino a la mente otra explicación.
El grupo parecía ya no tener nada que hacer y abandonaron la taberna, al pasar por mi lado escuché a uno de ellos mencionar algo: “No podemos dejarlo pasar”
No estaba seguro si se referían al anciano, al hombre o alguna otra cosa que no tenía nada que ver con lo sucedido en este lugar.
Terminé de beberme el café y acomodé la bufanda para que cubriera mi rostro nuevamente. Me levanté del banquillo con la intención de marcharme del lugar, pero las palabras de esos hombres nuevamente pasaron por mi cabeza.-En fin, no pierdo nada por solo advertirles.-Me encaminé en dirección de las dos personas junto a la chimenea.-Disculpen la interrupción.-Hable en voz alta para llamar la atención de ambos.-Puede que me equivoque, pero me parece que aquellos que acaban de salir tienen planeado algo para alguno de ustedes.-No estaba totalmente seguro de que eso fuera cierto, más era mejor prevenirlos y que vigilaran su espalda.
Los sujetos que acababan de entrar hacían bastante ruido, no era algo que me molestara, pues no es como si necesitara en ese momento escuchar algo de vital importancia. Repentinamente el lugar se volvió silencioso, no estaba seguro de cuál había sido el motivo, pero a juzgar por el comportamiento de los sujetos alguien los había provocado.
Miré como el grupo se acercaba hacia el lugar donde el anciano y su compañero charlaban.*Esto no acabará bien*Pensé mientras levantaba ligeramente la bufanda para beber un poco del café. Para mi sorpresa el compañero del anciano logró convencer a los sujetos de olvidar todo al darles una bolsa, seguramente era dinero o algo de valor, pues los hombres lo aceptaron y regresaron a sus asientos. Mi mirada se desvió hacía ese hombre.*¿Será algún noble de esta isla?* No me vino a la mente otra explicación.
El grupo parecía ya no tener nada que hacer y abandonaron la taberna, al pasar por mi lado escuché a uno de ellos mencionar algo: “No podemos dejarlo pasar”
No estaba seguro si se referían al anciano, al hombre o alguna otra cosa que no tenía nada que ver con lo sucedido en este lugar.
Terminé de beberme el café y acomodé la bufanda para que cubriera mi rostro nuevamente. Me levanté del banquillo con la intención de marcharme del lugar, pero las palabras de esos hombres nuevamente pasaron por mi cabeza.-En fin, no pierdo nada por solo advertirles.-Me encaminé en dirección de las dos personas junto a la chimenea.-Disculpen la interrupción.-Hable en voz alta para llamar la atención de ambos.-Puede que me equivoque, pero me parece que aquellos que acaban de salir tienen planeado algo para alguno de ustedes.-No estaba totalmente seguro de que eso fuera cierto, más era mejor prevenirlos y que vigilaran su espalda.
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Me tragué las palabras que estaba a punto de decir al verlo levantarse del sillón y salir del lugar. El anciano y yo hicimos contacto visual.
A pesar de su edad parecía ser un hombre con un espíritu fuerte, el cual se forjo en los campos de batalla. El solo hecho de tener que soportar su mirada penetrante era agotador. Me pregunté si había alguna razón para que me mirara de esa manera.*Oh, puede que piense que soy un camarada de esos sujetos, al fin al cabo entramos a la taberna casi al mismo tiempo.* Solo era un suposición o simplemente me veía sospechoso, no lo sé.
-Hola.-Levanté mi mano para saludarlo.
-¿Existe algún motivo por el que debas ocultar tu rostro?- Su tono de voz era similar al de un interrogador.
-No, solo soy un extranjero que no se acostumbra al frio de esta isla.-Deslicé el pedazo de tela para mostrarle mi rostro al anciano.-Incluso estar aquí dentro no es suficiente para calentar del todo mi cuerpo.-Nuevamente acomodé la bufanda.
-Ya veo ¿Qué es lo que te trae a este lugar?-Preguntó en un tono un poco más amigable.
-Tomé el barco equivocado y este es el resultado.-Comencé a reír ligeramente.
El sonido de la puerta del bar abriéndose llamó la atención del viejo y la mía. Se trataba de Max. No presté atención al tiempo exacto que estuvo afuera, más estaba seguro que el lapso entre salida y entrada fue corto.
*Puede que estuviera equivocado, quizás esos tipos no tenían nada contra él*No había forma de comprobarlo sin salir del lugar, pero no era necesario, el tiempo no concordaba como para hacerse cargo de ellos…¿Cierto?
A pesar de su edad parecía ser un hombre con un espíritu fuerte, el cual se forjo en los campos de batalla. El solo hecho de tener que soportar su mirada penetrante era agotador. Me pregunté si había alguna razón para que me mirara de esa manera.*Oh, puede que piense que soy un camarada de esos sujetos, al fin al cabo entramos a la taberna casi al mismo tiempo.* Solo era un suposición o simplemente me veía sospechoso, no lo sé.
-Hola.-Levanté mi mano para saludarlo.
-¿Existe algún motivo por el que debas ocultar tu rostro?- Su tono de voz era similar al de un interrogador.
-No, solo soy un extranjero que no se acostumbra al frio de esta isla.-Deslicé el pedazo de tela para mostrarle mi rostro al anciano.-Incluso estar aquí dentro no es suficiente para calentar del todo mi cuerpo.-Nuevamente acomodé la bufanda.
-Ya veo ¿Qué es lo que te trae a este lugar?-Preguntó en un tono un poco más amigable.
-Tomé el barco equivocado y este es el resultado.-Comencé a reír ligeramente.
El sonido de la puerta del bar abriéndose llamó la atención del viejo y la mía. Se trataba de Max. No presté atención al tiempo exacto que estuvo afuera, más estaba seguro que el lapso entre salida y entrada fue corto.
*Puede que estuviera equivocado, quizás esos tipos no tenían nada contra él*No había forma de comprobarlo sin salir del lugar, pero no era necesario, el tiempo no concordaba como para hacerse cargo de ellos…¿Cierto?
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Realmente no parecía que Max se encontrara con algo “desagradable” mientras estuvo afuera, ya que tan solo entrar le pidió al encargado del lugar más bocadillos y bebida caliente. No podía evitar sentir curiosidad sobre él (Max). Al verlo ofrecer dinero como si un fuera nada, uno podía concluir que las espadas que portaba solo eran para impresionar, más algo me advertía que tenerlo como enemigo terminaría muy mal. Quizás la fuente de su dinero era su habilidad como espadachín.
* No parece un pirata, los sujetos de antes sí que parecían piratas. Quizás un caza recompensas. *la imagen de un esqueleto sonriente pasó por mi mente. * Puede que solo sea un ciudadano con habilidades natas…Nah, lo más seguro es que tenga años de experiencia *
La voz del dueño pidiéndonos permanecer en el lugar me trajo de nuevo a la realidad. No tenía problemas en esperar su regreso, de hecho mi cuerpo comenzaba a entrar en calor y eran una sensación agradable. Por unos momentos el único sonido era el de la chimenea. Bostecé ligeramente mientras observaba al hombre servir chocolate en la tazas. - Gracias. - sujeté la taza con chocolate que se me ofreció.
Tras escuchar el nombre de la banda pirata me sentí perdido, de algún modo estaba seguro de escuchar algo acerca de ellos en algún momento de mi vida, pero también podría estar mezclando información. No llegué a una conclusión aceptable, por lo que a pesar de terminar como un ignorante levanté mi mano como si fuera un estudiante y quisiera preguntar algo al profesor.
- Esto… Disculpa mi ignorancia, he estado viviendo bajo una piedra. ¿Podrías explicarme quienes son estos escorpiones de la noche? -debido a la tensión del ambiente por la sola mención del nombre de estos piratas, era seguro que me ganaría el sermón de alguno de los dos, aunque si con esto obtenía información no me molestaría.
* No parece un pirata, los sujetos de antes sí que parecían piratas. Quizás un caza recompensas. *la imagen de un esqueleto sonriente pasó por mi mente. * Puede que solo sea un ciudadano con habilidades natas…Nah, lo más seguro es que tenga años de experiencia *
La voz del dueño pidiéndonos permanecer en el lugar me trajo de nuevo a la realidad. No tenía problemas en esperar su regreso, de hecho mi cuerpo comenzaba a entrar en calor y eran una sensación agradable. Por unos momentos el único sonido era el de la chimenea. Bostecé ligeramente mientras observaba al hombre servir chocolate en la tazas. - Gracias. - sujeté la taza con chocolate que se me ofreció.
Tras escuchar el nombre de la banda pirata me sentí perdido, de algún modo estaba seguro de escuchar algo acerca de ellos en algún momento de mi vida, pero también podría estar mezclando información. No llegué a una conclusión aceptable, por lo que a pesar de terminar como un ignorante levanté mi mano como si fuera un estudiante y quisiera preguntar algo al profesor.
- Esto… Disculpa mi ignorancia, he estado viviendo bajo una piedra. ¿Podrías explicarme quienes son estos escorpiones de la noche? -debido a la tensión del ambiente por la sola mención del nombre de estos piratas, era seguro que me ganaría el sermón de alguno de los dos, aunque si con esto obtenía información no me molestaría.
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No hubo sermón por parte de ninguno de los dos y presté atención a las palabras de ambos mientras retiraba la bufanda para beber un poco del chocolate. Lo dulce no era precisamente mi fascinación, pero no quería parecer descortés.
El viejo y Max parecían estar muy al tanto de estos piratas, pues ambos contaban cosas sobre ellos, aunque el viejo parecía algo extraño. Mi atención se movió a él. * Algo le está molestando. *Su mirada parecía guardar algo más.
Di un pequeño trago al chocolate y me quemé la boca al olvidar soplar. Solté un ligero quejido y dejé la taza a un costado de la canasta con pan dulce y continué escuchando la explicación. El anciano mostró un comportamiento más extraño, causando que incluso Max se preocupara por esto. En cuanto a mí, no puedo decir que no me importará esto, pero resultaba difícil mostrarme preocupado sin siquiera conocerlo, ya que él podría mal interpretarlo y creer que quería algo a cambio.
Al escuchar que la esposa e hijo del hombre fueron asesinados por el capitán pirata me sorprendí, más al enterarme de la manera en que murieron me quedé sin habla y una sensación de incomodidad me llenó.
¿Los conocía? Claro que no, pero mi padre también había muerto producto del fuego. ¿Tendría alguna relación? No, era imposible, mi casa fue la única en arder, si el pirata hubiera estado en el pueblo o algunos de sus hombres, nadie hubiera sobrevivido.
Este lugar seguramente terminaría en llamas si ese tal Annibal se encontraba aquí.- Ey Max, tú vives en este lugar. ¿No deberíamos dar alerta a alguien para que tomen las medidas necesarias? -en mi voz se podía notar algo de preocupación, pues si lo que ambos decían era cierto el peligro se encontraba a la vuelta de la esquina.
El viejo y Max parecían estar muy al tanto de estos piratas, pues ambos contaban cosas sobre ellos, aunque el viejo parecía algo extraño. Mi atención se movió a él. * Algo le está molestando. *Su mirada parecía guardar algo más.
Di un pequeño trago al chocolate y me quemé la boca al olvidar soplar. Solté un ligero quejido y dejé la taza a un costado de la canasta con pan dulce y continué escuchando la explicación. El anciano mostró un comportamiento más extraño, causando que incluso Max se preocupara por esto. En cuanto a mí, no puedo decir que no me importará esto, pero resultaba difícil mostrarme preocupado sin siquiera conocerlo, ya que él podría mal interpretarlo y creer que quería algo a cambio.
Al escuchar que la esposa e hijo del hombre fueron asesinados por el capitán pirata me sorprendí, más al enterarme de la manera en que murieron me quedé sin habla y una sensación de incomodidad me llenó.
¿Los conocía? Claro que no, pero mi padre también había muerto producto del fuego. ¿Tendría alguna relación? No, era imposible, mi casa fue la única en arder, si el pirata hubiera estado en el pueblo o algunos de sus hombres, nadie hubiera sobrevivido.
Este lugar seguramente terminaría en llamas si ese tal Annibal se encontraba aquí.- Ey Max, tú vives en este lugar. ¿No deberíamos dar alerta a alguien para que tomen las medidas necesarias? -en mi voz se podía notar algo de preocupación, pues si lo que ambos decían era cierto el peligro se encontraba a la vuelta de la esquina.
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Él era un extranjero al igual que yo y por ende no estaba al tanto de a quien se debía recurrir en situaciones como esta. No pude evitar ocultar mi decepción ante sus palabras, pero no había nada que hacer, no es como si fuera culpable de algo.
El dueño del lugar regresó y por un momento pensé que podríamos pedirle ayuda. Max pareció percatarse de algo y sin perder tiempo se aproximó hasta la entrada. Tras darle un buen vistazo comprendí que el hombre parecía estar en estado de shock.
Esto provocó que el anciano se levantara de golpe con claras intenciones de acercarse a ambos. Traté de detenerlo y nuevamente sentarlo en el sillón, dando como resultado que me golpeara en el rostro para quitarme de su camino.
* Maldito abuelo. *lo miré dirigirse a la entrada y como intercambiaba palabras. Repentinamente el sonido de disparos me hizo olvidar el dolor y agazaparme por puro instinto. Max y el viejo se encontraban bien, por desgracia no podía decir lo mismo del dueño.
- ¿¡QUE DIABLOS HACES VIEJO!? –Un sonido extraño se escuchó, para luego ver al pobre ser impactado por lo que parecía ser un misil y terminar como carne para hamburguesa por casi toda la parte trasera del lugar. El impacto no solo provocó la destrucción de una parte del lugar, también levantó una nube de polvo y pequeños pedazos de techo comenzaron a caer. Cubrí mi cabeza con ambos brazos para evitar que algún escombro me golpeara.
El polvo causó que comenzara a toser, para mitigar esto me coloqué la bufanda de nuevo y desenvainé mi espada. La temperatura disminuyó rápidamente
-¡Max si salimos por esa puerta terminaremos igual que el viejo o el dueño! –la explosión había provocado una salida trasera que debería permitirnos dejar el sitio sin exponernos a las balas o misiles.- ¡No sé qué tan buen espadachín seas, pero a menos que seas capaz de cortar balas y misiles esta es la mejor opción! –escuchara mi consejo o no, fui el primero en salir.
Terminé en un callejón amplio. No le presté atención al ambiente frio y comencé a caminar hacía una de las salidas. Con cada paso que daba el sonido de los gritos de las personas corriendo se hacían más fuertes. Asomé un poco mi rostro para ver la gravedad de la situación.
Un grupo de hombres armados saqueaban los edificios. En la nieve se podían apreciar los cuerpos inmóviles de algunos ciudadanos, mientras su sangre teñía de rojo el suelo.
Una mujer corrió en dirección al callejón sujetando con fuerza su hombro izquierdo. Apenas entró y me vio comenzó a llorar.
- ¡Por favor tienes que ayudarme, me están persiguiendo y… –No la dejé terminar la frase y la aparté de mi caminó bruscamente, causando que ella callera al suelo. A ojos de cualquiera esto no fue lo más cortes, no obstante la razón de esa acción fue el sonido de alguien corriendo.
- No puedes escapar, ya sé dónde estás. –una risa desagradable comenzó a escucharse.
Preparé mi arma para realizar una estocada y apenas la figura dobló en el callejón perforé su corazón. El ataque tomó por sorpresa al hombre y su mirada lo demostraba. Retiré la hoja y el cuerpo sin vida cayó en la nieve.
No parecía que alguien más se acercara por lo que me arrodillé aun lado de la mujer. – Déjame ver. –retiré su mano con la que se sujetaba el hombro. Era una herida de bala que entró y salió limpiamente. Traté de ayudarla, pero lo único que conseguí fue calmarla y detener el sangrado utilizando partes del abrigo del pirata muerto.
El dueño del lugar regresó y por un momento pensé que podríamos pedirle ayuda. Max pareció percatarse de algo y sin perder tiempo se aproximó hasta la entrada. Tras darle un buen vistazo comprendí que el hombre parecía estar en estado de shock.
Esto provocó que el anciano se levantara de golpe con claras intenciones de acercarse a ambos. Traté de detenerlo y nuevamente sentarlo en el sillón, dando como resultado que me golpeara en el rostro para quitarme de su camino.
* Maldito abuelo. *lo miré dirigirse a la entrada y como intercambiaba palabras. Repentinamente el sonido de disparos me hizo olvidar el dolor y agazaparme por puro instinto. Max y el viejo se encontraban bien, por desgracia no podía decir lo mismo del dueño.
- ¿¡QUE DIABLOS HACES VIEJO!? –Un sonido extraño se escuchó, para luego ver al pobre ser impactado por lo que parecía ser un misil y terminar como carne para hamburguesa por casi toda la parte trasera del lugar. El impacto no solo provocó la destrucción de una parte del lugar, también levantó una nube de polvo y pequeños pedazos de techo comenzaron a caer. Cubrí mi cabeza con ambos brazos para evitar que algún escombro me golpeara.
El polvo causó que comenzara a toser, para mitigar esto me coloqué la bufanda de nuevo y desenvainé mi espada. La temperatura disminuyó rápidamente
-¡Max si salimos por esa puerta terminaremos igual que el viejo o el dueño! –la explosión había provocado una salida trasera que debería permitirnos dejar el sitio sin exponernos a las balas o misiles.- ¡No sé qué tan buen espadachín seas, pero a menos que seas capaz de cortar balas y misiles esta es la mejor opción! –escuchara mi consejo o no, fui el primero en salir.
Terminé en un callejón amplio. No le presté atención al ambiente frio y comencé a caminar hacía una de las salidas. Con cada paso que daba el sonido de los gritos de las personas corriendo se hacían más fuertes. Asomé un poco mi rostro para ver la gravedad de la situación.
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Una mujer corrió en dirección al callejón sujetando con fuerza su hombro izquierdo. Apenas entró y me vio comenzó a llorar.
- ¡Por favor tienes que ayudarme, me están persiguiendo y… –No la dejé terminar la frase y la aparté de mi caminó bruscamente, causando que ella callera al suelo. A ojos de cualquiera esto no fue lo más cortes, no obstante la razón de esa acción fue el sonido de alguien corriendo.
- No puedes escapar, ya sé dónde estás. –una risa desagradable comenzó a escucharse.
Preparé mi arma para realizar una estocada y apenas la figura dobló en el callejón perforé su corazón. El ataque tomó por sorpresa al hombre y su mirada lo demostraba. Retiré la hoja y el cuerpo sin vida cayó en la nieve.
No parecía que alguien más se acercara por lo que me arrodillé aun lado de la mujer. – Déjame ver. –retiré su mano con la que se sujetaba el hombro. Era una herida de bala que entró y salió limpiamente. Traté de ayudarla, pero lo único que conseguí fue calmarla y detener el sangrado utilizando partes del abrigo del pirata muerto.
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Max parecía haber tenido más problemas para salir de la taberna y ahora un humo negro salía del agujero por donde salimos. Mientras él ayudaba a la mujer a ponerse de pie, yo me arrodille junto al cadáver del pirata, para luego comenzar a buscar cualquier cosa que fuera de utilidad lo más rápido que pude.
No pude evitar soltar una ligera risa al escuchar su comentario sobre irnos. – No hace falta que me lo digas. Este lugar se ha ido al carajo. –la mujer mostró un expresión melancólica ante mi comentario, pero no le di importancia.- Bizvan, mi nombre es Bizvan, bajo otras circunstancias diría algo como “es un placer conocerte”, espero que sepas disculpar mi falta de modales. –contesté a su pregunta en un tono de falsa preocupación evidente. Continué con mi robo descarado (pues no tuve reparo en incluso quitarle los pantalones con tal de hallar algo) y a los pocos segundo solté un suspiro.- Lamento mi actitud hacia ambos, es solo que no estoy muy acostumbrado a formar parte del lado de los civiles en un saqueo. –me disculpé de manera sincera con los dos.
Lo único que encontré fue una pistola y un cargador para el arma. Yo no sabía cómo utilizarla, haciéndola inútil en mis manos. Miré a Max sin levantarme, él ya contaba con un par de espadas, además de que al ser un espadachín como yo, debería tener los mismos problemas con las armas de fuego. Mi mirada se desvió a la mujer, quien tenía los ojos cerrados y trataba de suprimir sus lágrimas.- Oye. –me dirigí a la mujer, quien realizó contacto visual al instante conmigo.- ¿Tienes idea de cómo utilizarla? –le pregunté al mismo tiempo que me ponía de pie y le extendía el arma. La mujer negó con la cabeza.- Supongo que sería demasiado hermoso contar con el apoyo de una de estas cosas, en fin, tómala de todas formas con algo de suerte quizás solo haga falta jalar el gatillo para que funcione. –coloqué el cargador en el bolsillo de su abrigo.- Considero que lo mejor es que te la quedes, pero si crees que dársela a Max es más conveniente no diré nada.
No pude evitar soltar una ligera risa al escuchar su comentario sobre irnos. – No hace falta que me lo digas. Este lugar se ha ido al carajo. –la mujer mostró un expresión melancólica ante mi comentario, pero no le di importancia.- Bizvan, mi nombre es Bizvan, bajo otras circunstancias diría algo como “es un placer conocerte”, espero que sepas disculpar mi falta de modales. –contesté a su pregunta en un tono de falsa preocupación evidente. Continué con mi robo descarado (pues no tuve reparo en incluso quitarle los pantalones con tal de hallar algo) y a los pocos segundo solté un suspiro.- Lamento mi actitud hacia ambos, es solo que no estoy muy acostumbrado a formar parte del lado de los civiles en un saqueo. –me disculpé de manera sincera con los dos.
Lo único que encontré fue una pistola y un cargador para el arma. Yo no sabía cómo utilizarla, haciéndola inútil en mis manos. Miré a Max sin levantarme, él ya contaba con un par de espadas, además de que al ser un espadachín como yo, debería tener los mismos problemas con las armas de fuego. Mi mirada se desvió a la mujer, quien tenía los ojos cerrados y trataba de suprimir sus lágrimas.- Oye. –me dirigí a la mujer, quien realizó contacto visual al instante conmigo.- ¿Tienes idea de cómo utilizarla? –le pregunté al mismo tiempo que me ponía de pie y le extendía el arma. La mujer negó con la cabeza.- Supongo que sería demasiado hermoso contar con el apoyo de una de estas cosas, en fin, tómala de todas formas con algo de suerte quizás solo haga falta jalar el gatillo para que funcione. –coloqué el cargador en el bolsillo de su abrigo.- Considero que lo mejor es que te la quedes, pero si crees que dársela a Max es más conveniente no diré nada.
Bizvan
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Max parecía tener algo en mente. Nos dirigimos al otro extremo del callejón, donde él sugirió dirigirnos a un edificio, en el cual podríamos pensar en un mejor plan.
- No soy nada sobresaliente, pero puedo hacerle frente a un oponente o dos como máximo, claro que si se trata de alguien con armas de fuego me temo que soy inútil. –le comenté para que lo tomara en cuenta. Durante unos segundos no comprendí la razón de mencionar a los marines o al gobierno, después recordé la manera en que estaba vestido. *Supongo que es por ocultar mi rostro. *no le di más importancia a ese detalle y terminé de escuchar sus palabras. Permanecí en silencio durante unos segundos evaluando la situación, para luego darle mi respuesta en un tono serio.- Descuida, el orgullo no es algo importante en mi escala de prioridades, te ayudaré en lo que pueda.
Él y la mujer corrieron en dirección al edificio. Antes de seguirlos me aseguré que nadie peligroso entrara por la otra parte del callejón y nos viera. Durante el poco momento que miré nadie apareció o se asomó, corrí detrás de ambos lo más rápido que el terreno me lo permitió. Solo me tomó unos cuantos segundos alcanzarlos.
Todo indicaba que dentro del edificio nos esperaría una situación complicada. Dejé escapar un suspiró mientras miraba la entrada de este. Escuché como Max le pedía a la mujer que permaneciera en silencio.
Una rápida inspección me indicó que se trataba una construcción con tres niveles, aunque claro, solo fue un vistazo rápido y podía estar equivocado.
No entré en el edificio, pues si Max esperó a que los alcanzara, tal vez quería decirme algo.
Sujeté con fuerza la empuñadura de mi arma y me preparé para lo que venía. En cuanto Max decidiera que era tiempo de entrar le seguiría, apoyándolo a una distancia en la cual no estorbara sus movimientos.
- No soy nada sobresaliente, pero puedo hacerle frente a un oponente o dos como máximo, claro que si se trata de alguien con armas de fuego me temo que soy inútil. –le comenté para que lo tomara en cuenta. Durante unos segundos no comprendí la razón de mencionar a los marines o al gobierno, después recordé la manera en que estaba vestido. *Supongo que es por ocultar mi rostro. *no le di más importancia a ese detalle y terminé de escuchar sus palabras. Permanecí en silencio durante unos segundos evaluando la situación, para luego darle mi respuesta en un tono serio.- Descuida, el orgullo no es algo importante en mi escala de prioridades, te ayudaré en lo que pueda.
Él y la mujer corrieron en dirección al edificio. Antes de seguirlos me aseguré que nadie peligroso entrara por la otra parte del callejón y nos viera. Durante el poco momento que miré nadie apareció o se asomó, corrí detrás de ambos lo más rápido que el terreno me lo permitió. Solo me tomó unos cuantos segundos alcanzarlos.
Todo indicaba que dentro del edificio nos esperaría una situación complicada. Dejé escapar un suspiró mientras miraba la entrada de este. Escuché como Max le pedía a la mujer que permaneciera en silencio.
Una rápida inspección me indicó que se trataba una construcción con tres niveles, aunque claro, solo fue un vistazo rápido y podía estar equivocado.
No entré en el edificio, pues si Max esperó a que los alcanzara, tal vez quería decirme algo.
Sujeté con fuerza la empuñadura de mi arma y me preparé para lo que venía. En cuanto Max decidiera que era tiempo de entrar le seguiría, apoyándolo a una distancia en la cual no estorbara sus movimientos.
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Max acudió en ayuda de un grito de auxilio. Pensé en seguirlo, pero la mujer parecía afectada por tener que estar dentro de un edificio lleno de enemigos, además de tener la pinta de estar muy cansada. No corrimos tanto como para que ella terminara en esa situación, después recordé la herida en su hombro. Tras pedirle que me dejara ver como se encontraba, noté que la herida continuaba sangrando.* Esto es malo, si no atendemos esto como es debido, ella puede morir. *no expresé mi preocupación y me limité a decirle que buscaríamos material adecuado para atenderla.
No parecía que nadie se encontrara en las habitaciones que Max ignoró, de lo contrario alguien ya habría salido de ellas para ver quién era el hombre que pasó corriendo. Ayudé a caminar a la mujer hasta la habitación más cercana. La puerta estaba rota, y en el interior de la esta se podía apreciar un el cadáver de un hombre. Me quedé viendo el cuerpo sin vida por unos momentos, hasta que la mujer me indicó que mirara el corredor.
Otra chica caminaba hacia nosotros. Se podía notar que estaba asustada, sus lágrimas no paraba de fluir mientras trataba de ocultar su cuerpo descubierto con sus brazos.
No estoy seguro si ella fue la razón por la cual Max se adelantó, o solo era otra víctima. Al verme con la espada en mano se detuvo por unos instantes y la miró con miedo. La mujer se adelantó a explicar que no nos tratábamos de enemigos, mencionó la descripción de Max, con la cual la expresión en el rostro de la chica se relajó por unos segundos, aunque repentinamente se deformó en una de horror. De su garganta no salió ningún sonido y frenéticamente comenzó a señalar algo que se encontraba detrás de nosotros.
Ya me imaginaba del peligro que intentó alertarnos. Le indiqué a ambas que se resguardaran en la habitación. Me quité el abrigo y se lo dejé a la chica para que se cubriera.
Me di la vuelta y lo que vi fue a 3 hombres en el corredor donde se encontraban las escaleras. Los tres tenían armas de filo cubiertas de sangre.
- Buen día caballeros. –expresé de manera amigable al mismo tiempo que me acercaba a donde se encontraban.- Soy solo un joven con un arma que piensa que puede ayudar a otros. –las risas del trio ante mis palabras se escucharon con claridad y comenzaron a avanzar de igual forma.- ¿Qué les parece si solo ignoran el haberme visto y se marchan?
- Lo pensaremos si te apartas y nos dejas con las chicas de ese cuarto. –contestó en un tono burlón uno de los sujetos.
Me detuve en la entrada del corredor y enterré la punta de mi espada en el suelo de madera.- Oh no, no, no. Me temo que no puedo hacer eso, ustedes les harán cosas malas ¿cierto? –mi tono de voz fue como el de un niño.
- En ese caso solo…
Antes de que terminara de hablar sujeté con fuerza mi arma y corrí en dirección a ellos tan rápido como pude. En respuesta los 3 hicieron lo mismo.
En el momento que entré en su rango de ataque, intentaron atacarme. Se trataban de hombres con experiencia en combate, por lo que realizar una acción como correr contra ellos fue estúpido de mi parte. Bloqueé uno de los ataques y los otros dos los esquivé por poco. Las sonrisas en los rostros de mis oponentes contrastaban con mi semblante serio.
Los ataques continuaron y solo me enfoqué en bloquear y esquivar, de vez en cuando recibía unos cortes en distintas partes del cuerpo y dejaba que el dolor de estos se reflejara en mi rostro. En solo unos cuantos minutos mi cuerpo se encontraba lleno de cortes y todo el piso con gotas de mi sangre, no por haber recibido mucho daño, más bien por haber estado moviéndome de un lado a otro. Mi respiración era controlada y salvo por esquivar, no realicé acciones que me desgastaran… Cosa que los hombres no. Motivados por mis señales de dolor y el no poder pasar a la ofensiva contra ellos, no limitaron sus continuos ataques tratando de acabarme rápidamente para poder divertirse con las 2 mujeres.
De inmediato ubiqué al más agitado de los 3. Los cortes perdieron un poco de velocidad, la suficiente para moverme entre las hojas y avanzar en dirección de mi objetivo. Un corte horizontal ascendente cubrió de sangre el suelo. No lo logré cortarlo a la mitad, pero fue una herida profunda que lo hizo tambalearse un poco antes de caer al suelo. No me olvidé de mis alrededores y de inmediato moví mi arma y cuerpo en 180 grados para alejar cualquier posible ataque. Mi espada impactó contra el sable de otro de los sujetos, cuya expresión había cambiado por completo. El sonido causado de alguna manera fue hermoso.
Mis ataques continuaron presionándolo y obligándolo a retroceder, logré realizar un corte encima de su ojo derecho y retrocedí satisfecho al notar el arma de su compañero moverse en mi dirección. Ambos se desplazaron y atacaron de manera feroz. Esta vez en verdad no me fue posible contraatacar, al menos no hasta que el tipo al cual corté en la ceja se vio incomodado por la sangre que entró en su ojo. Aproveché este momento para atacar. La hoja de mi arma se detuvo a la mitad del corte de su cuello, para luego moverla de manera veloz en dirección al rostro del último hombre como respuesta a la sensación de ser cortado por la espalda. La impresión de ver a su camarada con la cabeza colgando mientras se mantenía de pie, me permitió causar una herida que comenzó en su frente y terminó en su barbilla, dañando uno de sus ojos en el proceso. El dolor lo distrajo lo suficiente y fui capaz de penetrar su corazón.
Los 3 cuerpos se encontraban en el centro de la recepción, con yo en el centro de pie jadeando y cubierto de sangre tanto de ellos como mía.
No parecía que nadie se encontrara en las habitaciones que Max ignoró, de lo contrario alguien ya habría salido de ellas para ver quién era el hombre que pasó corriendo. Ayudé a caminar a la mujer hasta la habitación más cercana. La puerta estaba rota, y en el interior de la esta se podía apreciar un el cadáver de un hombre. Me quedé viendo el cuerpo sin vida por unos momentos, hasta que la mujer me indicó que mirara el corredor.
Otra chica caminaba hacia nosotros. Se podía notar que estaba asustada, sus lágrimas no paraba de fluir mientras trataba de ocultar su cuerpo descubierto con sus brazos.
No estoy seguro si ella fue la razón por la cual Max se adelantó, o solo era otra víctima. Al verme con la espada en mano se detuvo por unos instantes y la miró con miedo. La mujer se adelantó a explicar que no nos tratábamos de enemigos, mencionó la descripción de Max, con la cual la expresión en el rostro de la chica se relajó por unos segundos, aunque repentinamente se deformó en una de horror. De su garganta no salió ningún sonido y frenéticamente comenzó a señalar algo que se encontraba detrás de nosotros.
Ya me imaginaba del peligro que intentó alertarnos. Le indiqué a ambas que se resguardaran en la habitación. Me quité el abrigo y se lo dejé a la chica para que se cubriera.
Me di la vuelta y lo que vi fue a 3 hombres en el corredor donde se encontraban las escaleras. Los tres tenían armas de filo cubiertas de sangre.
- Buen día caballeros. –expresé de manera amigable al mismo tiempo que me acercaba a donde se encontraban.- Soy solo un joven con un arma que piensa que puede ayudar a otros. –las risas del trio ante mis palabras se escucharon con claridad y comenzaron a avanzar de igual forma.- ¿Qué les parece si solo ignoran el haberme visto y se marchan?
- Lo pensaremos si te apartas y nos dejas con las chicas de ese cuarto. –contestó en un tono burlón uno de los sujetos.
Me detuve en la entrada del corredor y enterré la punta de mi espada en el suelo de madera.- Oh no, no, no. Me temo que no puedo hacer eso, ustedes les harán cosas malas ¿cierto? –mi tono de voz fue como el de un niño.
- En ese caso solo…
Antes de que terminara de hablar sujeté con fuerza mi arma y corrí en dirección a ellos tan rápido como pude. En respuesta los 3 hicieron lo mismo.
En el momento que entré en su rango de ataque, intentaron atacarme. Se trataban de hombres con experiencia en combate, por lo que realizar una acción como correr contra ellos fue estúpido de mi parte. Bloqueé uno de los ataques y los otros dos los esquivé por poco. Las sonrisas en los rostros de mis oponentes contrastaban con mi semblante serio.
Los ataques continuaron y solo me enfoqué en bloquear y esquivar, de vez en cuando recibía unos cortes en distintas partes del cuerpo y dejaba que el dolor de estos se reflejara en mi rostro. En solo unos cuantos minutos mi cuerpo se encontraba lleno de cortes y todo el piso con gotas de mi sangre, no por haber recibido mucho daño, más bien por haber estado moviéndome de un lado a otro. Mi respiración era controlada y salvo por esquivar, no realicé acciones que me desgastaran… Cosa que los hombres no. Motivados por mis señales de dolor y el no poder pasar a la ofensiva contra ellos, no limitaron sus continuos ataques tratando de acabarme rápidamente para poder divertirse con las 2 mujeres.
De inmediato ubiqué al más agitado de los 3. Los cortes perdieron un poco de velocidad, la suficiente para moverme entre las hojas y avanzar en dirección de mi objetivo. Un corte horizontal ascendente cubrió de sangre el suelo. No lo logré cortarlo a la mitad, pero fue una herida profunda que lo hizo tambalearse un poco antes de caer al suelo. No me olvidé de mis alrededores y de inmediato moví mi arma y cuerpo en 180 grados para alejar cualquier posible ataque. Mi espada impactó contra el sable de otro de los sujetos, cuya expresión había cambiado por completo. El sonido causado de alguna manera fue hermoso.
Mis ataques continuaron presionándolo y obligándolo a retroceder, logré realizar un corte encima de su ojo derecho y retrocedí satisfecho al notar el arma de su compañero moverse en mi dirección. Ambos se desplazaron y atacaron de manera feroz. Esta vez en verdad no me fue posible contraatacar, al menos no hasta que el tipo al cual corté en la ceja se vio incomodado por la sangre que entró en su ojo. Aproveché este momento para atacar. La hoja de mi arma se detuvo a la mitad del corte de su cuello, para luego moverla de manera veloz en dirección al rostro del último hombre como respuesta a la sensación de ser cortado por la espalda. La impresión de ver a su camarada con la cabeza colgando mientras se mantenía de pie, me permitió causar una herida que comenzó en su frente y terminó en su barbilla, dañando uno de sus ojos en el proceso. El dolor lo distrajo lo suficiente y fui capaz de penetrar su corazón.
Los 3 cuerpos se encontraban en el centro de la recepción, con yo en el centro de pie jadeando y cubierto de sangre tanto de ellos como mía.
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Un sonido, no, ¿era una voz? Me preparé para tener que continuar peleando. Al girarme a quien vi fue a Max.- Ah, hola compañero. –me encontraba un poco cansado y debido a mi falta de aire mi tono de voz era un poco extraño.- ¿Qué te ocurre? –me quité la bufanda para respirar mejor mientras él me pregunta acerca de mi estado.- Oh, esto. –miré mis brazos y algunas partes de mi cuerpo llenos de cortes.- Descuida, no es nada peligroso, bueno, el único que me preocupa es el corte de mi espalda.-traté de reír para no preocuparlo, pero solo pude sonreír.
Me ayudó a caminar hasta el cuarto donde se encontraban las dos mujeres. Le repetí varias veces que me encontraba bien y solo necesitaba descansar unos momentos para estar como nuevo, pero no pareció tomarme enserio. Envainé mi espada y dejé de protestar.
La chica mencionó algo acerca de un médico, causando que Max se ofreciera a subir él solo hasta el tercer piso donde el viejo vivía. Traté de ponerme en pie para acompañarlo. La chica a la cual traía puesto mi abrigo me impidió hacer esto. No puede evitar mirarla con algo de fastidio en mi rostro y aun así no me permitió levantarme del suelo.- Ey, en caso de no encontrarlo trata de traer algo de su equipo médico, no tengo la experiencia que desearía, pero puedo hacer algo con el material adecuado. –expresé antes de que se fuera.
Cerré mis ojos por unos momentos para relajarme y repentinamente comencé a ser movido de manera brusca. La causante de esto fue la joven que Max rescató, comenzó a decir algo por el estilo de “no te duermas, si te duermes ya no despertaras”
Solté un suspiro mientras palmeaba su cabeza. Ahora que la veía bien, ella debería tener 17 años como yo.
Miré a la mujer y su rostro todavía denotaba cansancio, por fortuna ella había utilizado tela para detener un poco el sangrado de su herida.
No debería haber pasado mucho tiempo desde que Max fue en la búsqueda del viejo, aun así el ambiente tenso no ayudaba a tener una buena percepción del transcurso del tiempo.
Recordando los 3 cuerpos le pedía a la joven que trajera las armas de esos sujetos. Ella me miró con una cara de descontento, razón por la cual le dije que en ese caso yo iría por ellas (no es como si fuera mucho trabajo). Para mi sorpresa se levantó, salió de la habitación y a los pocos segundos regresó con los 3 sables. El color de su rostro se había vuelto pálido.* Creo que no fue una linda vista. *dejó las armas caer al piso cerca de donde me encontraba y se sentó en la cama junto a la mujer.
Tomé una de las armas para darle un vistazo a la hoja de esta. Se encontraba un poco dañada, más aún le quedaba utilidad. Lo mismo ocurría con las otras 2.
Por fin conseguí ponerme de pie, lo cual causó que la chica se recuperara de su aturdimiento. Antes de que comenzara a decir algo le extendí el sable, el cual miró sin comprender lo que quería que hiciera. Le expliqué que solo era una medida más de protección. En un principio se vio un poco recelosa a tomar el arma, aunque al final la terminó aceptando.
Ahora solo faltaba esperar a Max.
Me ayudó a caminar hasta el cuarto donde se encontraban las dos mujeres. Le repetí varias veces que me encontraba bien y solo necesitaba descansar unos momentos para estar como nuevo, pero no pareció tomarme enserio. Envainé mi espada y dejé de protestar.
La chica mencionó algo acerca de un médico, causando que Max se ofreciera a subir él solo hasta el tercer piso donde el viejo vivía. Traté de ponerme en pie para acompañarlo. La chica a la cual traía puesto mi abrigo me impidió hacer esto. No puede evitar mirarla con algo de fastidio en mi rostro y aun así no me permitió levantarme del suelo.- Ey, en caso de no encontrarlo trata de traer algo de su equipo médico, no tengo la experiencia que desearía, pero puedo hacer algo con el material adecuado. –expresé antes de que se fuera.
Cerré mis ojos por unos momentos para relajarme y repentinamente comencé a ser movido de manera brusca. La causante de esto fue la joven que Max rescató, comenzó a decir algo por el estilo de “no te duermas, si te duermes ya no despertaras”
Solté un suspiro mientras palmeaba su cabeza. Ahora que la veía bien, ella debería tener 17 años como yo.
Miré a la mujer y su rostro todavía denotaba cansancio, por fortuna ella había utilizado tela para detener un poco el sangrado de su herida.
No debería haber pasado mucho tiempo desde que Max fue en la búsqueda del viejo, aun así el ambiente tenso no ayudaba a tener una buena percepción del transcurso del tiempo.
Recordando los 3 cuerpos le pedía a la joven que trajera las armas de esos sujetos. Ella me miró con una cara de descontento, razón por la cual le dije que en ese caso yo iría por ellas (no es como si fuera mucho trabajo). Para mi sorpresa se levantó, salió de la habitación y a los pocos segundos regresó con los 3 sables. El color de su rostro se había vuelto pálido.* Creo que no fue una linda vista. *dejó las armas caer al piso cerca de donde me encontraba y se sentó en la cama junto a la mujer.
Tomé una de las armas para darle un vistazo a la hoja de esta. Se encontraba un poco dañada, más aún le quedaba utilidad. Lo mismo ocurría con las otras 2.
Por fin conseguí ponerme de pie, lo cual causó que la chica se recuperara de su aturdimiento. Antes de que comenzara a decir algo le extendí el sable, el cual miró sin comprender lo que quería que hiciera. Le expliqué que solo era una medida más de protección. En un principio se vio un poco recelosa a tomar el arma, aunque al final la terminó aceptando.
Ahora solo faltaba esperar a Max.
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