La isla verde [Privado Error-Madara]

Hacía un día precioso y mi viaje por el mundo me llevó a Galuna, isla de agricultores y ganaderos. con una gran vegetación que se diferenciaba mas conforme te acercabas a sus diferentes montañas. Desembarqué por el sur con un barco que se había ofrecido a traerme a cambio de que le ayudara con su cargamento, lo cual acepté bastante de buen gusto. Me bajé, di las gracias al hombre y me fui. ''Bueno bueno bueno... No está nada mal esto. Creo que iré a investigar los alrededores.'' Caminé por un bosque no demasiado frondoso.

Todo era bastante tranquilo y ¡oye! ¿Por que no dormir un rato en la sombra de un árbol? Será bastante genial. Seguí caminando acompañado del ruido de la fauna y el aire que se colaba entre las hojas.

Llegué a un claro el cual era bañado por la luz del sol y las hebras de hierba bailaban al son del viento. Ese páramo era tan relajante que no pude evitar tumbarme en la hierba y sentirla en mis huesos hasta quedar dormido. Total, podía permanecer ahí el tiempo que quisiera porque no tenía prisa así que lo mejor era tomar una siesta para estar a tope para andar por ahí.

Kyofu se había ido al garete. Qui Gon no daba señales de vida, y Nokotori tampoco. Eso significaba que el equipo mercenario quedaba disuelto. El moreno mandó a tomar por culo a todo el mundo. Estaba harto de que sus hombres se pirasen. Decidió dedicarse a su trabajo de Shichibukai él sólo, sin nadie que le molestase. Era una buena vida, y encima todas las mujeres serían para él. Por ese motivo, no se desmotivó para nada. El gobierno le trataba muy bien, y eso le molaba. Se sentía feliz de tener el puesto que tenía. Cualquier capullo que se lo disputara, terminaría muerto. Era su forma de hacer las cosas, y en todo caso, no le podía costar mucho hacerlo.

En esos momentos se hallaba caminando por el bosque, con ambas manos en los bolsillos, y con la mirada seria. Vestía con un chaleco negro de tirantes. Bajo él, portaba una camiseta morada de manga larga. En sus pies unas botas, y en su espalda una enorme guadaña. En su cintura portaba una inmensa funda de casi tres metros. Se notaba que sus armas iban acorde con su reputación. Sus largos cabellos se mecían por el viento, y por ello iba de buen humor. No le gustaba mucho el calor absoluto, como en Arabasta. Ya lo pasó mal en su misión contra el señor de la piratería, pero igualmente terminó con su vida.

Mientras continuaba avanzando pudo ver una silueta tirada en la hierba. No se acercó lo suficiente para ver quién era. Se quedó a una distancia prudente, y mostró una sonrisa ladeada. No le apetecía llevarse un corte o un puñetazo gratis. Después de su conquista en el Este, estaba preparando unas leves mudanzas. No pensaba que su paseo le hiciese encontrarse con una persona allí. Al menos pensaba que lo era, hasta que se acercó un poco más. Pudo ver que parecía un jodido esqueleto. – Hostia, se lo han comido. – Dijo conteniendo una risa leve, y acercándose despacio a aquel ser.

Pude oír unas palabras de alguien, ya que aún no había conciliado el sueño. Esas palabras parecían venir desde detrás de unos matorrales así que abrí un ojo y vi a una persona armada hasta los dientes, con el cabello negro y largo vistiendo un chaleco negro y una camiseta morada. El susto inicial fue leve, sin embargo, mi cara mantenía la misma sonrisa de siempre.

-¿Eh? Oh, buenas señor ¿que le trae por aquí? Dije conforme me iba levantando poco a poco. Me limpié las briznas de hierba que se me habían quedado pegadas en los pantalones.

-Menuda situación mas pegajosa con esa hierba. Y solté una pequeña risa para mi mismo, aquel juego de palabras fue bueno.

-En fin, ¿Quien eres? Me quedé esperando su respuesta, aunque entiendo que ver a un esqueleto levantarse y hablar debería dejar un poco paralizado a alguien normal, lo entiendo, he tenido que vivir con eso toda mi vida.

Un puto esqueleto que hablaba. Eso no era común, y tampoco tenía mucha lógica, pero daba lo mismo. El moreno sonrió de lado al ver que encima era un tío social y amable. Al menos parecía eso. Lo que a lo mejor le molestó un poco, fue el hecho de que no le conociera, y por ello soltó una leve carcajada. Se relamió despacio observándole. La situación le parecía graciosa por el hecho de estar hablando con un puto esqueleto.

Después de unos momentos decidió responderle. – Soy Uchiha Madara, el shichibukai. Digamos que esta es mi isla. – No era del todo mentira. Llevaba mucho viviendo allí, y todo el mundo le trataba como un líder. Debido a su presencia, poder, y últimamente generosidad. Por ello le extrañó el ver a un esqueleto en la zona no poblada del pueblo. Soltó un leve suspiro, y después se cruzó de brazos despacio.

No sabía que decirle, pero después de unos momentos pensó en hablar lo que otro hubiese dicho en ese momento. – ¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿Quieres alcohol? – Lo último lo dijo en serio. El puto dragón le daba por querer que todo el mundo bebiese como él.

-Con que el líder de aquí ¿eh? Pues un gusto, mi nombre es Error, Error Sans. Veo que no estas muy acostumbrado a que un esqueleto te hable ¿eh? Lo siento en los huesos, otro juego mas de palabras que soltaba y me parecía gracioso. Poco después de presentarse, aquel hombre me dejó caer un montón de preguntas a las que contesté de bastante buena gana.

- A ver... Vengo de unas islas cercanas cuyo nombre no recuerdo, es lo malo de no fijarme mucho en mi destino ya que no me gusta estar mucho tiempo en un sitio si no es por un buen motivo y respecto a si quiero alcohol, bueno, no bebo así que no, pero gracias. ¿Supongo que mas para ti no? Dije sin perder esa sonrisa que llevaba siempre.

-Pero volviendo al tema, ¿líder de la isla eh? Debes de ser muy fuerte la verdad, así que dime... ¿Que hace alguien tan fuerte como tu por un lugar deshabitado? Bueno, no he podido comprobar que estuviera deshabitado, pero me lo figuraba.

La verdad, no mentiré, estar cara a cara con el daba una sensación bastante extraña, una mezcla de no saber que decir pero también de buen rollo, ya que parecía pasárselo bien por todo.

El moreno sonrió de lado escuchando al esqueleto hablarle. Le parecía demasiado gracioso para ser cierto. Encima no bebía, era normal, pues el líquido podía caérsele. Estuvo a punto de hacer un chiste sobre aquello, pero decidió callarse. Sin duda Error era un tío grande. Del tipo que le molaban al dragón. No era respondón, y parecía estar de buen humor siempre. El último tipo que Madara conoció así fue… No, no conoció a nadie así. Los putos de su banda eran serios. Menos el pequeño, que siempre decía cosas raras. Dejó de pensar en ellos, y después soltó un pequeño suspiro. Debía centrarse en lo que estaba, y era saludar a aquel tipo que tenía frente a sus ojos. Debía darle una buena bienvenida, como era debido.

Quedó un poco confuso con sus palabras. No entendía nada, y por ello decidió responderle. Se colocó frente a él, y mostró una pequeña sonrisa. – Socio, no creo que estés en un sitio deshabitado. El pueblo está un poco al Norte. Es un buen lugar. – Mencionó de forma calmada. Entonces se rascó un poco la cabeza, y después movió un poco su cabellera a los lados. Se estiró un poco, y volvió a mirarle. – Bueno ¿Eres un hombre del gobierno? ¿Un criminal? – El tono había ido en el mismo tono en ambas preguntas, como si le diese lo mismo que fuese un tipo fuera de la ley.

De repente un leve viento sopló, y eso hizo que el dragón sonriera. – ¿Tampoco comes? Podría invitarte a un buen entrecotte a la pimienta. – Dijo de forma tranquila. Entonces sin esperar respuesta, comenzó a caminar rumbo al pueblo. Su cueva estaba por la zona, pero no iba a mostrarle a aquel tipo. Eso era ya cosa suya, y por ello tenía que ocultar bien sus secretos. Demasiadas cosas ocultaba allí.

En el fondo parecía ser un tio majo,bastante alegre y guasón y eso me gusta.

-¿No está deshabitado? Menos mal, me sentía algo... huesolo, ¿sabes? Mantuve la risa esta vez,no era plan de molestar a aquel hombre la verdad.

El hombre parecía sonreír y aguantarse la risa, parece que hablar con un esqueleto le parecía divertido cosa que me extrañaba,aunque para nada iba a quejarme la verdad.

-Bueno... digamos que soy un ''proyecto'' de cazarrecompensas, ¿y tu? tras su respuesta,me soltó otra pregunta. ¿Comer? Eso si que lo hacía. Sinceramente, ni yo sabía como era capaz de comer la verdad, pero a caballo regalado no lo mires el diente.

-Si, comer si como. Aunque debería comer más, me estoy quedando en los huesos. Tras una retaila de chistes malos y juegos de palabras, aquel hombre prosiguió su camino hacia el pueblo así que... ¿Por que no seguirle? No tenía nada mejor que hacer la verdad.

Un cazarrecompesas, un tipo interesante el esqueleto. Aquello sólo significaba una cosa, y era que le movía el mundo del dinero, o a lo mejor no era así. No le desagradó que el tipo se dedicase a la caza de criminales. De hecho, prefería que fuese así, de otro modo hubiese tenido que entregarlo, pues él sí amaba el dinero. Por nada era multimillonario. El dragón ocultaba muy bien su personalidad incluso para los camaradas. En ese momento él le preguntó sobre lo que era él. – Mercenario. Me mueve el dinero. – Dijo con una leve sonrisa en el rostro. Adoraba tener billetes o monedas en su poder. Era gracioso, pues los dragones guardaban muchos tesoros en las historias.

No tardaron en llegar a una de los bares. No era el favorito del mercenario, pero el otro estaba cerrado. Madara entró primero, y en cuanto el dueño le vio, le dedicó una sonrisa. El tipo era un señor de unos cincuenta años. Pelo canoso, ojos verdes, y cuerpo entrado en carnes. – Queremos dos entrecottes a la pimienta, yo con un vino tinto de veinte años. – Dejó que el esqueleto pidiese la bebida que quisiera, y después se sentó en una de las sillas de la barra. Se relamió despacio, y esperó el pedido de forma calmada.

Madara entonces miró de nuevo a su acompañante. – Entre mi fama y tu aspecto, seremos el centro de atención. – Dijo entre risas. Justo entonces se dio cuenta de que ya era tarde. Todos los clientes les miraban de forma descarada. El moreno entonces soltó un leve suspiro. No se hacía a tener que notar miles de miradas sobre él. Por suerte, los pedidos no tardaron mucho en llegar, y eso hizo sonreír al Shichibukai. – Buena velocidad. – El dueño le dio las gracias, y continuó atendiendo clientes. El moreno entonces probó la carne, notando el delicioso sabor que poseía. Después tomó un trago de vino, el cual era impresioanante.

Así que otro mercenario ¿eh? Esto puede ponerse muy interesante la verdad. Al moreno le movía el dinero y no me extraña la verdad, tenía unas armas que eran de todo menos baratas la verdad y eso le delató un poco. Llegamos a una taberna un tanto pintoresca y, nada mas entrar, el dueño de la taberna le dedicó una sonrisa al moreno. El dueño era un hombre entrado en años y en carnes. El hombre pidió dos entrecottes a la pimienta y un vino de 20 años.

-Me agrada tu gusto para la carne, yo de bebida quiero un refresco y una fregona, por favor. Obviamente estaba de coña, no se como funciona mi interior, solo se que me alimento como cualquier otro y no se escapa nada entre los hueos.

-No te preocupes, aún no he tenido que usar la fregona ni una vez. Dije a mi acompañante, para que no se preocupara por que hiciera el ridículo.

Dijo que entre su fama y mi aspecto no tardaríamos en llamar la atención, y así fue. En un momento la taberna entera nos miraba descaradamente. Yo ya estaba acostumbrado, pero el... se veía algo molesto.

La comida y la bebida tardó poco en llegar, puede que se dieran tanta prisa porque el líder de la isla estaba ahí. Empecé a comer y decidí sacar un tema de conversación, para saber mas de la isla y todo esto.

-Bueno... Se que eres el lider de la isla pero no se tu nombre, el mio es Error Sans pero puedes llamarme Error. Tras su respuesta pregunté

-¿Puedes enseñarme algunos lugares interesantes de la isla? No me vendría nada mal algo de entrenamiento y sacar algo de dinero con recompensas. ¿O solo tu puedes cazar aquí? Perdón, nunca me había encontrado con un líder de una isla que fuera un cazador. Esperé su respuesta mientras seguía comiendo y bebiendo.

El moreno continuaba comiendo, y bebiendo felizmente, como si con él no fuese la cosa. Era impresionante que pasase de los demás de aquella forma. De repente el chico dijo unas palabras que hicieron al mercenario alzar una ceja. El esqueleto no parecía tener muy buena memoria. Le había dicho su nombre en el bosque, y él también conocía el suyo. De todas formas no le importaba repetírselo. – No andas muy bien de memoria, Error. Me llamo Uchiha Madara. – Mencionó en un tono calmado y tranquilo. Notaba sus músculos ese día relajados, y por ello, él también estaba muy pasivo.

De repente, el moreno escuchó el precioso sonido de la lluvia hacer acto de presencia, cosa que hizo al dragón sonreír de lado. Notar el agua caer sobre su cuerpo era muy refrescante, y encima se sentía muy bien. De nuevo, el esqueleto le habló, diciéndole unas palabras que hicieron al devastador soltar un leve suspiro. – No soy un cazador, soy un mercenario del Ouka ¡Jajajaja! Pero de todas formas, puedes cazar lo que desees por aquí. – Mencionó con un tono alegre. En ese momento terminó su plato, y el vino. Dejó el dinero en la mesa, y se quedó esperando a que el chico terminase de comer.

Galuna era fantástica, tranquila, y encima estaba bien protegida. Un trueno se escuchó entonces, provocando que muchos hombres se asustaran, pero al devastador le daba lo mismo. – Entrena dónde desees menos por la zona Oeste del bosque, tengo colocadas trampas mortales allí, ya que es dónde vivo. – En cuanto dijo aquello, se puso en pie, y se estiró un poco. El dueño tomó el dinero y le hizo una leve reverencia. El Shichibukai entonces empezó a andar despacio por el local, tratando de hacer tiempo. – Mmm deberíamos irnos de putillas. – Dijo totalmente en serio mientras pensaba un poco.

-¡Jajaja! Cierto cierto, pero ten en cuenta de que estaba recién levantado. Dí una sonrisa bobalicona, desde luego ese no era mi dia.

Madara me dió permiso para cazar por aquí, cosa que agradezco la verdad porque estoy bastante jodido de dinero.

-Bueno, mercenario, cazador, a ambos oficios les mueve el dinero así que tampoco se diferencian tanto, solo en que a ti te pagan directamente y yo tengo que buscar a mis presas. Muchas gracias de cualquier forma.. Mantuve la sonrisa, esto de que el líder de una isla fuera algo mas que eso, el líder... me descolocaba un poco.-

La lluvia golpeaba las tejas de aquel lugar, era un sonido bastante tranquilo y relajador, me gustaba, aunque hace mucho que puedo sentir las gotas en mi piel, pero sentirlas en los huesos también es... relajante.

Madara terminó de comer y beber un poco antes que yo, comía y bebía a una velocidad desmesurada la verdad.

Poco después me dijo que cualquier lugar para entrenar era bueno menos las montañas del este, que es donde el vivía y estaba llena de trampas mortales, viendo el respeto que impone en la isla lo mejor era hacerle caso. Acto seguido se levantó, dejó el dinero en la mesa y el dueño le hizo una reverencia en señal de respeto. ''Wau, o le quieren mucho o le temen mucho'' pensé mientras Madara se estiraba.

De pronto me dijo con un tono serio que deberíamos irnos de puntillas, no se por que, pero el era el que conocía el lugar y lo mejor sería hacerle caso. Me coloqué de puntillas sobre mis pantuflas de andar por casa.

-¿Por que nos vamos de puntillas? Pregunté.

Impresionante. El esqueleto estaba un poco loco o era un tipo muy torpe. Confundió putillas con puntillas, no tenía sentido. Pobres presas del cazador, no iban a entenderle, pero pese a su sordera, el moreno lo veía un buen tipo. De todas formas, las ganas de irse con las mejores señoritas de la isla, se le estaban pasando.

Continuaba escuchando el precioso sonido de la lluvia, y por ello sonreía de forma calmada. Se relamió despacio, sintiéndose lleno después de haber comido de aquella forma tan bestia. Comer rápido se le daba demasiado bien. Siendo sincero, quería un poco de ejercicio, pero no iba a poder lograrlo allí, y por ello estaba pensando en qué hacer. El mundo era aburrido incluso cuando se tenía todo. Quería emociones fuertes, en las que pudiese lucirse, pero parecía imposible. Ser tan fuerte le jodía mucho.

De repente la puerta del local se abrió, entrando un tipo de cabellos blancos, ojos verdes, y con una espada en mano. El moreno se puso alerta, pues casualmente el día anterior había visto un cartel de aquel tipo. El grillo blanco, le llamaban. Un puto asesino en serie. El tipo se lanzó a por el dragón sin previo aviso. Trató de cortarle el cuello, pero cuando la hoja de su espada impacto en el carne del moreno, se partió en dos. La piel de Madara se había tornado en un tono morado azabache impresionante. – Interesante… – Dijo el mercenario.

Sabía que aquel inútil costaba un total de tres millones. Calderilla para él, por lo que se le ocurrió una idea. De un simple palmazo en el pecho, lo mandó a volar, atravesando la puerta. El bar estaba muy tranquilo, pues confiaban en el reptil. El tipo se notaba herido, y encima desarmado. – Esqueleto-chan, puedes quedártelo. – Dijo en un tono simple, y emitiendo una siniestra sonrisa.

-Jajaja, era broma. ¿Como planeas que pudiera irme de putas si soy un jodido esqueleto? Reí un poco, eso de irse de putas tenía poco sentido para alguien como yo.

Me fijé en la cara de Madara, se le veía aburrido y sin ganas de nada, parece que de verdad era fuerte y se aburría sin retos, algo así supongo que le pasa a la gente fuerte. En fin, problemas de estar en la cima ¿no?

La puerta de la taberna se abrió, dejando entrar a alguien de cabellos blancos, ojos verdes, y con una espada en mano. Eso olía a problemas desde lejos. Se lanzó a intentar cortar a Madara a una velocidad bastante sorprendente, aunque la espada se partió al golpear la piel del hombre. Su piel era ahora de un tono azabache bastante increíble, supongo que será alguna técnica suya. Tras eso mandó al hombre a volar atravesando una pared. La taberna entera se mostraba bastante calmada para haber un asesino entre ellos.

Madara me dijo que el hombre era para mi, así que mis sospechas se confirmaron, era un criminal. Preparé mis cables en las manos mientras decía.

-Si, esto es mi arma, pero es más de lo que parece. Los cables empezaron a moverse a mi merced, sin casi la necesidad de mover las manos ya que aquellos cables seguían las ordenes de su usuario. Los cables ondeaban en el cielo y me dispuse a agarrar al hombre, que ya había sufrido un golpe de Madara así que a lo mejor no era una gran necesidad luchar, aunque por si acaso estaba preparado para formar un escudo con los cables rápidamente, para defenderme de cualquier ataque sorpresa.

-Wau, si que eres fuerte, Le dije a Madara mientras los cables se acercaban a rodear al hombre.

No era sordo, pero sí un bromista, cosa que el moreno ya sabía. Decidió ignorar ese hecho, y ver lo que hacía el esqueleto. Empezó a usar unos cables muy raros, pero el mercenario no les dio importancia, simplemente se quedó mirando con calma. La verdad es que ya había visto de todo, y se sentía aburrido con cualquier cosa. Durante los dos años en Arabasta tuvo un reto muy entretenido con aquel señor de la piratería, como con el tipo de la isla de Conami. El mundo en verdad tenía su diversión, pero debía buscarla para ello, y de paso convertirse en un ser mucho más poderoso. Se consideraba el tipo más fuerte del Ouka, y por ello sabía que debía continuar sus misiones por terrenos más peligrosos. Era el momento de salir del Norte, y centrarse en el nuevo mundo. Allí podría dar lo mejor de sí.  

Lo tenía decidido, iría tras que el esqueleto pillase a aquel criminal. Su barco siempre estaba listo, y con dinero de sobra. No necesitaba nada más, y por ello se relamió despacio. Se llevaría con él a muchos mercenarios de la zona. Nadie quería perderse las ventajas de ir con el Shichibukai a pillar buen dinero, por lo que todos siempre aceptaban. El devastador sonrió de lado entonces, mirando al esqueleto pillar al peliblanco. –   Tres millones vale, de modo que aprovecha bien el dinero que logres. – Dijo de forma siniestra.

El mercenario entonces alzó la voz con toda la confianza del mundo. Toda la taberna le escuchó, y por ello mostró una sonrisa. – ¡Todo el que desee venir conmigo al nuevo mundo, que venga! ¡Es hora de pillar dinero! – Muchos hombres empezaron a gritar de euforia, mirando al moreno con ilusión. Después de unos momentos, el dragón miró al esqueleto. – Bueno chico, aquí nos despedimos, yo me piro a ver si me matan o a ver si conquisto el mundo. – Una vez le dijo aquello, comenzó a caminar hacia la costa, su navío “Panteón” le esperaba.

El bandido no pareció dar la menor señal de resistencia, el golpe de antes le había dejado totalmente KO... Bueno, esto le quita diversión pero a caballo regalado no le mires el diente. Lo enredé con los cables y lo alcé al cielo, para evitar que diera mucha resistencia si se despertase, en caso de que no esté muerto.

Gritó que quien quería irse con el y la mayor parte de la taberno quiso irse con el, supongo que para ganar dineros y encima estar protegidos por el. Madara dijo que se iba a ir a ver si conquistaba el mundo o si le mataban, me había caído tan bien que no me molestaría si fuese lo primero lo que ocurriese.

-Ha sido un placer conocerte Madara, espero que nuestros camines se crucen alguna que otra vez. Tras eso salí dispuesto a cobrar la recompensa y a viajar a la siguiente isla, en busca de gente tan extrovertida como Madara, la segunda persona que me veía sin asustarse de mi aspecto. No hubo mayor problema con el criminal, lo llevé a un cuartel de la marina, recibí los tres millones y proseguí mi aventura.