¿Aquí les gustará el vino? (Pasado)[Privado Annie y Raghersir]

Había llegado al South Blue con el objetivo de ayudar a la marina en un par de misiones bajo la identidad del cazador Nairb. Y gracias a eso había podido usar sus transportes libremente. Pero una vez concluidas las misiones me vi en una situación bastante comprometida. Estaba atrapado en un mar desconocido para mí, sin transporte ni recursos. Bueno, al menos tenía el dinero que había obtenido trabajando para la marina. No era mucho, pero fue suficiente para contratar un barco que me llevase a la isla más frecuentada de aquel mar. Así fue como llegué a Domica, una enorme isla en la cual había una de las ciudades más grandes que había visto nunca.


Esa mañana había estado paseando por la ciudad, escuchando hablar a los ciudadanos que pasaban cerca de mí. Esta costumbre se había arraigado fuerte en mí, siempre que llegaba a una isla me gustaba obtener algo de información antes de hacer nada más. No me gustó mucho lo que oí, al parecer los animales de la isla estaban dopados o algo así. Podían usar el haki de observación, cosa que me pareció sorprendente. Si era difícil de controlar para un humano, en un animal poder hacerlo era una proeza. Pero bueno, no pensaba salir de la ciudad así que tampoco le di  más importancia. Además durante este paseo también pude darme cuenta de otra cosa, y esta sí que era relevante. Aquella bella ciudad estaba perfectamente protegida. Tanto que al parecer los piratas y bandidos no solían acercarse a hacer de las suyas. Esto hizo que una idea absurda se me pasase por la cabeza.


Era una isla segura, muy grande, por lo que tenía mucho espacio para cultivar, y con un clima que resultaba bastante agradable, por lo que había multitud de bares con terrazas y la mayoría estaban llenas. Seguramente expandir el negocio del vino a ella no era una mala idea. Para ello tenía que hacer exactamente lo mismo que había ido haciendo en el North Blue al comienzo de mi viaje, visitar bares. No quería llamar mucho la atención, y de todas formas, tampoco tenía razón para hacerlo. No llevaba  ninguna muestra de mi vino para ofrecer vendérselo al tabernero. Por esta vez, solo pediría una copa y me sentaría en la terraza del bar a disfrutar de aquella tarde soleada mientras observaba lo que pedía la gente del bar y a la gente que pasaba por la calle. Con eso podría hacerme a una idea de si mi vino encajaría en aquella ciudad o no.

off-rol:

El camarero no tardó mucho en traerme mi copa de vino. El calorcito de la tarde junto con la fresca brisa que corría por aquella calle transformaba aquella terraza en un lugar idóneo para descansar. Me podría haber pasado horas allí horas de no ser por un pequeño detalle. El sabor de mi vino era asqueroso, me había llevado a la boca un líquido que bien podría haber estado hecho con excrementos de burro. A pesar de que eso estuviese frustrando mi experiencia en aquella isla era una buena señal, los dueños de los locales no dudaría en sustituirlo por mi vino. Ahora tenía que ver cómo era la gente de por allí.

La mayoría de personas pedían refrescos. La verdad es que no me extrañaba, el vino era asqueroso y la cerveza se calienta demasiado rápido. Si llegaba a comerciar por la zona podría vender mi vino como una mezcla perfecta con aquellas bebidas ácidas de limón y naranja que vendían. Quizá hasta llegaba a proponer aquella mezcla a los locales del North Blue a los que transportaba suministros, así las ventas aumentarían.

Estaba muy sumido en mis planes de expansión, pero eso no evitó que de pronto mi vista se fuese para otro lado. En el lado opuesto de la calle vi algo que hizo que mi cabeza dejase de pensar en mis negocios. Era una joven bellísima, tanto que bien podría haber sido un ángel. Sonreí, deje un billete en la mesa como pago por el vino y me dirigí a hablar con la muchacha que caminaba observando atentamente los carteles del teatro de la ciudad. No parecía una de las acomodadas mujeres que habitaban la ciudad, si no me equivocaba pasaríamos una tarde divertida. Me acerqué por detrás a ella con mi típica sonrisa burlona y me dispuse a entablar conversación.

-Parecen buenas obras ¿eh?- dije una vez estuve a su altura.

Me sorprendí a mí mismo, esa tarde estaba tan seguro de mí mismo que mis nervios no habían hecho su aparición. Bueno, ahora solo me quedaba esperar a la reacción de la chica. Con que no fuese una bofetada directa a la cara ya sería un buen comienzo, pero nunca se sabe así que me preparé para encajarla por si acaso.

Definitivamente esa no podía ser una de las adineradas y orgullosas mujeres que vivían en la prospera ciudad. Había reaccionado demasiado bien a mi acercamiento lo cual me alivio por dentro. Aun así hubo algo que me sorprendió bastante, aquella chica… el “supongo” con el que me había contestado sonaba triste. Esto no hizo más que avivar mi interés en ella. Tenía que descubrir que llevaba a una chica extranjera a vagar melancólica por las calles de la ciudad.

Comenzó ella las presentaciones girándose hacia mí y preguntándome mi nombre. Luego se giró sonriente y me dijo su nombre, Annie. Era un nombre bonito en una chica bonita. Debió de notar como el corazón se me aceleraba al ver sus preciosos ojos de cerca. Por un momento mi mente se quedó en blanco, pero volví rápidamente. Le devolví la sonrisa y me dispuse a presentarme.

-Perdón por haberte abordado tan bruscamente, mi nombre es Raghersir.- dije mientras buscaba como seguir la conversación- La verdad es que buscaba alguien de la isla que me aconsejase a qué obra de teatro asistir. Pero tú no eres de la isla ¿verdad?- continué mientras calmaba mis nervios para poder hacerle la siguiente proposición- Bueno, aun así podrías venir conmigo. Siempre será más divertido hacer planes en grupo que uno solo. ¿Qué te parece?- dije sonriente.

La verdad es que yo no tenía mucho dinero, pero a todas las chicas les gusta el teatro ¿no? Si era necesario nos colaríamos y ya. Al fin y al cabo así podríamos vivir una mini aventura que nos acercase un poco más. Seguro que eso me ayudaría a sonsacarle cosas acerca de ella y de los motivos por los que había viajado a aquella isla.

Como yo ya imaginaba la chica no era de la isla. Al parecer era una turista como yo, aunque yo siempre era algo más. En cuanto a lo del teatro, al parecer ella nunca había estado en uno, pero no se negó a acompañarme. Seguramente le hacía ilusión la idea de ver uno por primera vez. De pronto su sonrisa comenzó a desvanecerse un poco. Comenzó a palparse los bolsillos y volvió a mirarme. Me dijo que no tenía dinero y me preguntó si se me ocurría alguna forma de colarnos. No pude evitar reírme, esta chica me caía mejor por momentos. Por la normalidad con la que lo dijo me pareció que esa chica estaba acostumbrada a colarse e sitios. No había duda de que no iba a ser una noche aburrida.

Estaba dispuesto a seguir la conversación cuando la chica volvió a intervenir preguntando donde estaba el teatro. Está bien que le hiciese ilusión, pero tampoco hacía falta precipitarse, aún quedaban un par de horas para que las obras comenzasen.

-El teatro está por allí, a unos quince minutos andado.- dije señalando la dirección.- Pero no hace falta que tengas tanta prisa. Las obras no empezarán hasta dentro de un par de horas.- añadí.

-¿Qué te parece si vamos para allá y mientras vamos pensando una forma para colarnos? La verdad es que ese era mi plan desde un principio.- dije riendo.

No había visto como eran los alrededores del teatro, pero no creía que tuviesen mucha seguridad. Seguramente colarnos iba a ser un juego de niños, debía pensar en algo más para darle emoción. Pero no había prisa, podía disfrutar de un tranquilo paseo por la ciudad con aquella guapísima joven mientras se me ocurría algo.

La proposición de mi compañera me sorprendió bastante. Parecía que realmente era el tipo de mujer de acción que parecía. Sin duda había hecho bien en acercarme a ella, pero tenía que controlarla un poco. Sus planes eran muy atrevidos y podían llamar bastante la atención, cosa que no me interesaba para nada. Si quería cumplir la misión que me había impuesto, tenía que convencerla de hacer las cosas de forma un poco más discreta. Debíamos entrar de forma que si nos descubrían pensasen que éramos dos simples jóvenes descarados, no unos asaltantes.

-¿El tejado? No creo que colándonos por ahí vayamos a tener asientos de primera.- dije con una sonrisa pícara.- En algún sitio tiene que estar la entrada de los encargados de la obra. ¿Qué te parece si nos hacemos pasar por maquilladores o algo así para entrar? Con eso podríamos entrar a los vestuarios. Ahí nos vestimos como ricos y vamos a algún palco. Es la sesión de mediodía, seguro que hay alguno vacío.-continué proponiéndole mi plan.

No era un plan muy elaborado, pero con mis dotes de espía sabía que era capaz de llevarlo a cabo sin ningún problema. La cosa es que la preciosidad que me acompañaba no tenía ni idea de mis habilidades, lo cual podía hacerle dudar. Debía conseguir cambiar eso, tenía que parecer que era ella la que quería hacerlo realmente.

-¿Te ves capaz de hacerlo? A mí me atrae el riesgo de mentirles a la cara, pero si no te atreves por mí no hay problema.- dije intentando picarla para que siguiese mi plan.

Una sonrisa se me formó de oreja a oreja al escuchar la respuesta de mi compañera.

-Perfecto entonces, vamos allá.-dije mientras me remangaba.

Por el camino a la puerta de atrás fui pensando en cómo hacer bien mi personaje. Una pequeña risilla se me escapó. Iba a ser un poco ridículo, pero seguro que encajaba a la perfección en la situación. Tranquilamente me eché el pelo para atrás y comencé a girar las puntas de mi bigote para que apuntasen hacia arriba. Tras esto comencé a toser un poco para abrir bien mi garganta. Para cuando llegamos frente al guarda de seguridad, yo ya estaba listo. Miré una última vez a mi acompañante y le guiñé un ojo para mostrarle que lo tenía controlado.

-Abga paso señog.- dije con acento francés.

-Disculpe, pero el acceso es restringido, sólo pueden entrar miembros de la organización.- respondió el musculoso hombre calvo sin moverse.

-¡Oh! ¡¿Acaso no sabe usted con quien está ablando?!- dije indignado mientras me llevaba el reverso de la mano a la frente y apartaba la vista de él.

El momento divo me había quedado perfecto, por un instante el pobre hombre se quedó sin palabras.

-Soy Richardie De Le Monde, maquilladog de fama integcontinental. Egsto es una ofensa, voy a llamag a sus jefes paga que lo degspidan ahoga migsmo.- dije mirándole con una mezcla de desprecio y superioridad.

-¡Espere, espere!- suplicó el hombre un poco angustiado. -Claro que le conozco, es que no llevo las gafas y me cuesta reconocer a la gente.- mintió. -Podría usted firmarme un autógrafo antes de acceder.- me pidió con falsa ilusión.

Era increíble lo que podía llegar a hacer la gente por no perder un buen trabajo. Había esperado que nos dejase pasar, pero este numerito era exagerado. En fin, tampoco podía culparle, no todos los días se encuentra un trabajo en el que te paguen tan bien por estar sentado mirando quien pasa.

-No.- respondí fríamente con la cabeza alta. Tenía que dejarle claro cuál era su sitio.- Vamos queguida, no tengo todo el día.- dije a mi compañera para que me siguiese al interior.