Yoshi
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Akuma no mi
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Me había pasado el día encerrada en mi camarote entre libros, diccionarios, papeles y escritos intentando descifrar una extraña tablilla que había encontrado en la misión que acababa de realizar junto a los Crimson, aunque avanzaba lentamente en mis investigaciones. Ya las letras me daban vueltas y más vueltas así que decidí tomar un poco de aire freso sacando la cabeza por la ventana de la habitación, me sorprendí al ver que ya era de noche, una noche bastante bonita además con una luna preciosa y un cielo lleno de estrellas.
La misión en la que la había conseguido la tablilla, resultó más compleja y larga de lo previsto, por eso habíamos decidido tomar un día o dos de descanso repostando en la isla en la que nos encontrabamos amarrados ahora mismo.
Dejé mi camarote por primera vez en muchas horas, puse rumbo la cocina ya que mi estómago me estaba avisando de que o comía algo ahora mismo o recurriría al canibalismo, por suerte encontré en la cocina sobras de lasaña de verduras de la mañana, había tenido suerte era uno de mis platos favoritos. Mientras regresaba a la habitación con mi plato de lasaña para comerlo allí tranquilamente me fui dando cuenta de que ya no quedaba nadie en el barco, como era de imaginar todos habían ya desembarcado y estarían pasando la noche en bares o en a saber dónde. Lo más probable es que me encontrase sola en el barco por lo que me llevé un susto bastante grande cuando oí un golpe procedente de uno de los camarotes, más concretamente del camarote del capitán.
Curiosa no pude evitar acercarme para averiguar qué había pasado, primero llamé a la puerta para asegurar de que había alguien dentro y no me había equivocado -¿Kim?- entreabrí la puerta y asomé la cabeza dentro, efectivamente allí estaba Kimura dentro de su camarote, espero un rato en el umbral de la puerta y al recibir una afirmativa por parte del muchacho entré completamente dentro cerrando la puerta detrás de mí, me acerqué a donde estaba. -Vaya, creía que estaba sola. Parece que me equivocaba.- No pude no reparar en una botella de vino que descansaba en el escritorio del pelirrojo, le sonreí dulcemente. -¿Me invitas a una copa?- solté una pequeña risita, no podía resistirme a una copa de alcohol y menos cuando no estaba en una misión, ni de servicio si no en una época de recreo y descanso.
La misión en la que la había conseguido la tablilla, resultó más compleja y larga de lo previsto, por eso habíamos decidido tomar un día o dos de descanso repostando en la isla en la que nos encontrabamos amarrados ahora mismo.
Dejé mi camarote por primera vez en muchas horas, puse rumbo la cocina ya que mi estómago me estaba avisando de que o comía algo ahora mismo o recurriría al canibalismo, por suerte encontré en la cocina sobras de lasaña de verduras de la mañana, había tenido suerte era uno de mis platos favoritos. Mientras regresaba a la habitación con mi plato de lasaña para comerlo allí tranquilamente me fui dando cuenta de que ya no quedaba nadie en el barco, como era de imaginar todos habían ya desembarcado y estarían pasando la noche en bares o en a saber dónde. Lo más probable es que me encontrase sola en el barco por lo que me llevé un susto bastante grande cuando oí un golpe procedente de uno de los camarotes, más concretamente del camarote del capitán.
Curiosa no pude evitar acercarme para averiguar qué había pasado, primero llamé a la puerta para asegurar de que había alguien dentro y no me había equivocado -¿Kim?- entreabrí la puerta y asomé la cabeza dentro, efectivamente allí estaba Kimura dentro de su camarote, espero un rato en el umbral de la puerta y al recibir una afirmativa por parte del muchacho entré completamente dentro cerrando la puerta detrás de mí, me acerqué a donde estaba. -Vaya, creía que estaba sola. Parece que me equivocaba.- No pude no reparar en una botella de vino que descansaba en el escritorio del pelirrojo, le sonreí dulcemente. -¿Me invitas a una copa?- solté una pequeña risita, no podía resistirme a una copa de alcohol y menos cuando no estaba en una misión, ni de servicio si no en una época de recreo y descanso.
Nocturne93
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Akuma no mi
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Ya se hacía de noche y yo todavía estaba allí organizando papeles, libros, informes y demás chorradas que llevaba tiempo dejando para más tarde, desde hacía ya meses, por lo que ya iba siendo hora de tomar ciertas responsabilidades. Firmé unos papeles, los archivé, repasé unos libros antes de rellenar algunos que estaban a medias, ojeaba el cuaderno de bitácora asegurándome de poner bien las fechas y las horas para que todo quede perfecto. Me gustaba hacer bien las cosas, aunque fuera muy vago en ocasiones.
Me levanté y me puse a organizar libros, los puse en estanterías en sus zonas respectivas. Comenzaba a sentirme agotado, creo que era el momento de relajarme, al fin y al cabo seguramente ya estaría a solas en el barco, Gusi y Tobías se habían ido nada más desembarcar, necesitaban relajarse, y el resto de mis camaradas también habían abandonado poco a poco casi con total seguridad, ya que hacía horas y horas que no se escuchaba más que el ruido que hacía con los papeles allí dentro de mi propio camarote.
Cogí una pila de papeles, todo borradores, no había nada que realmente sirviese de ahí, apuntes sucios y demás escritos sin sentido alguno. Los metería todos en el armario y ya los tiraría por la mañana, ahora solamente quería relajarse y descansar de una buena vez. Abrí la puerta del armario y me sentí atacado, cajas no muy grandes y ligeras se me caían encima, algún que otro pequeño artefacto, brújulas, papeles enrollados. Caí hacia atrás al resbalar con una hoja que estaba en el suelo. El sonido de mi culo estampándose contra la madera sonó bien fuerte.
-Auch
Me había quedado sentado, el gorro se me había caído mostrando mi cabello pelirrojo, que últimamente parecía que había crecido ya bastante, no me había percatado hasta ese momento. Todo estaba tirado por el suelo, un completo desastre. Que poco me gustaba ver las cosas así. Me levanté un poco como pude y comencé a recoger los papeles para volver a meterlo todo dentro del armario.
-¡Argh! Qué desastre...
De pronto alguien tocó a la puerta. Pude reconocer una voz femenina pronunciando un diminutivo de mi nombre, supe al instante que se trataba de la pequeña Yoshi, esa chica con la que me topé un día que iba en busca de un cruel y sádico pirata. Sin saber porqué me puse nervioso y comencé a recoger todo ese estropicio a la vez que le dije que esperase un momento.
-S-si, un momento...
Se escucharía el sonido de las hojas siendo arrugadas y aplastadas para que entrasen todas dentro del armario. No quería que nadie pensase que soy así de desastroso dentro de mi propio camarote, y menos ella que es el último miembro que se alistó a los Crimson Wolves. Me acerqué al escritorio y casi vuelvo a tropezarme y caer al suelo, esta vez con una botella de vino. ¿De dónde diablos había salido? Posiblemente del armario, tenía buena pinta la verdad, y al verla se me apetecía dar un trago. Pero antes había que atender a la pequeña.
-Adelante.
La chica pasó, aunque la puerta ya estaba abierta, seguramente me había visto hacer el payaso para que todo estuviera ordenado, pensando en que me había visto hacer el ridículo no pude evitar sontirme un poco avergonzado, cosa que tal vez se me notaría. A cada momento veía más apetecible esa botella.
Yoshi se adentró cerrando la puerta y al parecer estaba en la misma situación que yo, se encontraba sorprendida al ver que no estaba sola en el barco, sonreí ante eso, era un tanto irónico, pero la vergüenza todavía me había dejado sin palabras, hasta que de pronto ella misma habló de esa botella de vino, diciendo que si le invitaba a una. La verdad es que no sabía cuánto tiempo tenía, pero el vino cuanto más viejo mejor sabe. Me quedé un tanto extrañado de que quisiera, no obstante, no le negué esa copa.
-¿Sabes qué? Un día es un día. ¿Porqué no?
Me aproximé a una mesa cercana y cogí dos copas que puse en la mesa del escritorio, por suerte ya no había papeles. Descorché la botella de vino, no olía nada mal, llené las dos copas y me aproximé a ella, parecía estar algo agotada, no sabía qué había estado haciendo, y no era mala pregunta para romper el hielo, pensaba que se había ido pero no tenía pinta de haber estado fuera. Le extendí una copa, ofreciéndosela.
-Aquí tienes.
Después le acerqué la mía para brindar, aunque no tenía la menor idea de qué decir, tan solo me quedé mirándola directamente a sus ojos castaños. Me quedé que parecía que me había quedado embobado, cuando realmente estaba pensando un motivo para brindar. Puesto que no se me ocurría nada dije lo primero que se me ocurrió.
-Por una noche tranquila sin los escandalosos de Gusi y el resto.
Choqué la copa con ella y comencé a dar un trago. Conforme entró comencé a sentir calor, era un vino bien fuerte, y no estaba nada acostumbrado al alcohol, ya que no es que sea muy bebedor, es más, detesto amanecer con resaca, no hay peor tortura que esa a mi parecer. Le tendí una silla a Yoshi y me senté en una cerca a ella.
-Yo también pensaba que estaba solo hoy en el barco. ¿No has bajado a la isla?
Me levanté y me puse a organizar libros, los puse en estanterías en sus zonas respectivas. Comenzaba a sentirme agotado, creo que era el momento de relajarme, al fin y al cabo seguramente ya estaría a solas en el barco, Gusi y Tobías se habían ido nada más desembarcar, necesitaban relajarse, y el resto de mis camaradas también habían abandonado poco a poco casi con total seguridad, ya que hacía horas y horas que no se escuchaba más que el ruido que hacía con los papeles allí dentro de mi propio camarote.
Cogí una pila de papeles, todo borradores, no había nada que realmente sirviese de ahí, apuntes sucios y demás escritos sin sentido alguno. Los metería todos en el armario y ya los tiraría por la mañana, ahora solamente quería relajarse y descansar de una buena vez. Abrí la puerta del armario y me sentí atacado, cajas no muy grandes y ligeras se me caían encima, algún que otro pequeño artefacto, brújulas, papeles enrollados. Caí hacia atrás al resbalar con una hoja que estaba en el suelo. El sonido de mi culo estampándose contra la madera sonó bien fuerte.
-Auch
Me había quedado sentado, el gorro se me había caído mostrando mi cabello pelirrojo, que últimamente parecía que había crecido ya bastante, no me había percatado hasta ese momento. Todo estaba tirado por el suelo, un completo desastre. Que poco me gustaba ver las cosas así. Me levanté un poco como pude y comencé a recoger los papeles para volver a meterlo todo dentro del armario.
-¡Argh! Qué desastre...
De pronto alguien tocó a la puerta. Pude reconocer una voz femenina pronunciando un diminutivo de mi nombre, supe al instante que se trataba de la pequeña Yoshi, esa chica con la que me topé un día que iba en busca de un cruel y sádico pirata. Sin saber porqué me puse nervioso y comencé a recoger todo ese estropicio a la vez que le dije que esperase un momento.
-S-si, un momento...
Se escucharía el sonido de las hojas siendo arrugadas y aplastadas para que entrasen todas dentro del armario. No quería que nadie pensase que soy así de desastroso dentro de mi propio camarote, y menos ella que es el último miembro que se alistó a los Crimson Wolves. Me acerqué al escritorio y casi vuelvo a tropezarme y caer al suelo, esta vez con una botella de vino. ¿De dónde diablos había salido? Posiblemente del armario, tenía buena pinta la verdad, y al verla se me apetecía dar un trago. Pero antes había que atender a la pequeña.
-Adelante.
La chica pasó, aunque la puerta ya estaba abierta, seguramente me había visto hacer el payaso para que todo estuviera ordenado, pensando en que me había visto hacer el ridículo no pude evitar sontirme un poco avergonzado, cosa que tal vez se me notaría. A cada momento veía más apetecible esa botella.
Yoshi se adentró cerrando la puerta y al parecer estaba en la misma situación que yo, se encontraba sorprendida al ver que no estaba sola en el barco, sonreí ante eso, era un tanto irónico, pero la vergüenza todavía me había dejado sin palabras, hasta que de pronto ella misma habló de esa botella de vino, diciendo que si le invitaba a una. La verdad es que no sabía cuánto tiempo tenía, pero el vino cuanto más viejo mejor sabe. Me quedé un tanto extrañado de que quisiera, no obstante, no le negué esa copa.
-¿Sabes qué? Un día es un día. ¿Porqué no?
Me aproximé a una mesa cercana y cogí dos copas que puse en la mesa del escritorio, por suerte ya no había papeles. Descorché la botella de vino, no olía nada mal, llené las dos copas y me aproximé a ella, parecía estar algo agotada, no sabía qué había estado haciendo, y no era mala pregunta para romper el hielo, pensaba que se había ido pero no tenía pinta de haber estado fuera. Le extendí una copa, ofreciéndosela.
-Aquí tienes.
Después le acerqué la mía para brindar, aunque no tenía la menor idea de qué decir, tan solo me quedé mirándola directamente a sus ojos castaños. Me quedé que parecía que me había quedado embobado, cuando realmente estaba pensando un motivo para brindar. Puesto que no se me ocurría nada dije lo primero que se me ocurrió.
-Por una noche tranquila sin los escandalosos de Gusi y el resto.
Choqué la copa con ella y comencé a dar un trago. Conforme entró comencé a sentir calor, era un vino bien fuerte, y no estaba nada acostumbrado al alcohol, ya que no es que sea muy bebedor, es más, detesto amanecer con resaca, no hay peor tortura que esa a mi parecer. Le tendí una silla a Yoshi y me senté en una cerca a ella.
-Yo también pensaba que estaba solo hoy en el barco. ¿No has bajado a la isla?
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Akuma no mi
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Lo notaba muy nervioso, no sabia realmente porque estaba así ya que aunque era una persona muy divertida y activa era bastante serena hasta en situaciones muy peliaguadas así que no podía imaginar que aspecto de la vida cotidiana podían haberle causado ese nerviosismo.
Intentó salvar la situación y vió en mi propuesta de la copa de vino su excusa perfecta para cambiar de tema e intentar pasar desapercibido.
Olisqueo el vino como si fuera un experto en vino o un perro, tuve que aguantarme la risa al imaginármelo con orejas de perro aunque no podía negar que era extremadamente adorable. Sirvió un poco de vino en las copas que había sacado de un lado de su escritorio "¿Quien guarda copas en el camarote?" y me tendió una amablemente que acepté con gusto. -Gracias-
Después de aquello pasó algo casi más extraño que su nerviosismo del principio, extendió su copa hacia la mía para brindar pero en vez de brindar sin más o decir unas palabras antes se quedo embobado contemplando mis ojos, no pude si no ruborizarme por completo ¿Qué se suponía que hacía? no pude apartar la mirada de sus ojos no por que me intimidaran, al contrario, tenia unos ojos únicos, precioso y hasta sexys pero notaba como mi cara estaba enrojeciendo completamente y no me gustaba que me viese así. Maldición, ¿Qué me estaba pasando? Ni si quiera había empezado a beber y ya pensaba cosas raras.
Por suerte para mi, Kim brindó por fin no sin una frase de lo tranquilo que estaba el barco sin los demás con la que no pude más que reirme y darle totalmente la razón.
Dí un trago a la copa al mismo tiempo que él hacia lo mismo, pero el mio debió de ser un trago demasiado grande pues aunque me gustaba bastante beber de vez en cuando no estaba acostumbrada al alcohol y en seguida noté como mientras descendía por mi garganta me calentaba todo el cuerpo por lo que me quité el abrigo que llevaba incluso dentro del barco y lo dejé apartado a un lado, el vino hasta hizo que me mareara un poco. Aún así intente permanecer indiferente e intentando aparentar que no me había hecho nada, no quería quedar como una debilucha enfente suyo.
No puedo expresar con palabras lo agradecida que me sentí cuando el pelirrojo me ofreció una silla y pude por fin sentarme y estabilizarme un poco.
Me preguntó por que me hallaba en el barco y si habia salido a dar una vuelta, no creí que le pareciese mal que estuviesé allí simplemente tenia una curiosidad sana y además era una forma de entablar una conversación normal. -Pues he estado toda el día intentando traducir una antigua tablilla y aunque no he podido descifrarla entera se me ha pasado el tiempo volando, como yo las cosas que hago también quieren volar.- Dije haciendo una referencia a mi akuma colibrí pero enseguida me sentí muy estúpida y empecé a reirme nerviosa, lo que provocó que ese nerviosismo convinado con mi torpeza natural terminará en desastre.
Derramé lo que me quedaba en el vaso encima de mi blusa, -Mierda- Me sentí muy tonta y comencé a intentar quitarme la mancha frotando lo que únicamente provocó que lo empeorará todo más. -Bueno ya lo lavaré luego.- Me excusé frustrada mientras recogía la botella de vino ta empezada del escritorio -¿Quieres otra? -Le ofrecí y él no lo rechazó si no que por el contrario se apresuró a apurar lo que le quedaba en la copa para que le echase más, después me serví a mi misma.
-Tengo una idea- Le propuse antes de que ninguno pudiese beber de la copa. -Te echo una carrera, haber quien se lo acaba antes- Era un plan estupendo, ya me estba acostumbrando un poco al vino y así no podía hablar más por lo tanto era más difícil que me pusiese nerviosa y que la cagara más, además me encantaban los juego.
-Venga, uno, dos y... tres- Dije antes incluso de que se pudiese negar a jugar y comencé a beber lo más rápido que podía.
Intentó salvar la situación y vió en mi propuesta de la copa de vino su excusa perfecta para cambiar de tema e intentar pasar desapercibido.
Olisqueo el vino como si fuera un experto en vino o un perro, tuve que aguantarme la risa al imaginármelo con orejas de perro aunque no podía negar que era extremadamente adorable. Sirvió un poco de vino en las copas que había sacado de un lado de su escritorio "¿Quien guarda copas en el camarote?" y me tendió una amablemente que acepté con gusto. -Gracias-
Después de aquello pasó algo casi más extraño que su nerviosismo del principio, extendió su copa hacia la mía para brindar pero en vez de brindar sin más o decir unas palabras antes se quedo embobado contemplando mis ojos, no pude si no ruborizarme por completo ¿Qué se suponía que hacía? no pude apartar la mirada de sus ojos no por que me intimidaran, al contrario, tenia unos ojos únicos, precioso y hasta sexys pero notaba como mi cara estaba enrojeciendo completamente y no me gustaba que me viese así. Maldición, ¿Qué me estaba pasando? Ni si quiera había empezado a beber y ya pensaba cosas raras.
Por suerte para mi, Kim brindó por fin no sin una frase de lo tranquilo que estaba el barco sin los demás con la que no pude más que reirme y darle totalmente la razón.
Dí un trago a la copa al mismo tiempo que él hacia lo mismo, pero el mio debió de ser un trago demasiado grande pues aunque me gustaba bastante beber de vez en cuando no estaba acostumbrada al alcohol y en seguida noté como mientras descendía por mi garganta me calentaba todo el cuerpo por lo que me quité el abrigo que llevaba incluso dentro del barco y lo dejé apartado a un lado, el vino hasta hizo que me mareara un poco. Aún así intente permanecer indiferente e intentando aparentar que no me había hecho nada, no quería quedar como una debilucha enfente suyo.
No puedo expresar con palabras lo agradecida que me sentí cuando el pelirrojo me ofreció una silla y pude por fin sentarme y estabilizarme un poco.
Me preguntó por que me hallaba en el barco y si habia salido a dar una vuelta, no creí que le pareciese mal que estuviesé allí simplemente tenia una curiosidad sana y además era una forma de entablar una conversación normal. -Pues he estado toda el día intentando traducir una antigua tablilla y aunque no he podido descifrarla entera se me ha pasado el tiempo volando, como yo las cosas que hago también quieren volar.- Dije haciendo una referencia a mi akuma colibrí pero enseguida me sentí muy estúpida y empecé a reirme nerviosa, lo que provocó que ese nerviosismo convinado con mi torpeza natural terminará en desastre.
Derramé lo que me quedaba en el vaso encima de mi blusa, -Mierda- Me sentí muy tonta y comencé a intentar quitarme la mancha frotando lo que únicamente provocó que lo empeorará todo más. -Bueno ya lo lavaré luego.- Me excusé frustrada mientras recogía la botella de vino ta empezada del escritorio -¿Quieres otra? -Le ofrecí y él no lo rechazó si no que por el contrario se apresuró a apurar lo que le quedaba en la copa para que le echase más, después me serví a mi misma.
-Tengo una idea- Le propuse antes de que ninguno pudiese beber de la copa. -Te echo una carrera, haber quien se lo acaba antes- Era un plan estupendo, ya me estba acostumbrando un poco al vino y así no podía hablar más por lo tanto era más difícil que me pusiese nerviosa y que la cagara más, además me encantaban los juego.
-Venga, uno, dos y... tres- Dije antes incluso de que se pudiese negar a jugar y comencé a beber lo más rápido que podía.
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Yoshi pegó un largo trago que me hizo quedar un poco mal ante el trago tan corto que di, pues tan solo me mojé los labios y bebí un poco. No era bebedor habitual, por eso cuando lo hacía me gustaba saborear bien lo que estaba tragando. En cambio, ella parecía hacer justamente lo contrario, y al parecer se le subió rápidamente, pues conforme terminó de pegar ese trago se quitó el abrigo que tenía puesto.
No pude evitar quedarme mirándola conforme se lo quitaba, ¿porqué no le quitaba el ojo de encima? Debía de estar poniendo una cara de tonto horrible. Conforme vi que se sentaba de nuevo aparté la mirada corriendo y volví a pegar un trago, esta vez un trago más largo, bebí media copa de un trago. En seguida comencé a notar un fuerte calor desde el estómago, me estaba dando a base de bien, ¿cómo se me ocurre pegar ese trago?
La rubia comenzó a hablar, en respuesta al comentario que le había soltado hacía unos instantes, contaba que estaba intentando traducir una cosa. Mientras yo comenzaba a maldecir, qué mal me sienta el vino, y más si lo tomo en ayunas y de esa forma. Comenzaba a notar el calor en todo el cuerpo, sin darme cuenta pegué otro trago mientras la miraba contando aquello.
Soltó un chiste en relación a su akuma no mi y de pronto demostró una gran torpeza, no le quedaba mucho vino en la copa, pero lo poco que ahí había acabó encima de ella, manchando sus ropas. Cuando vi volcarse la copa, instintivamente, estiré los brazos como para intentar cogerla antes de que se llegase a manchar, pero era imposible conseguir nada, me quedé medio paralizado con los brazos estirados hacia ella y con cara de tonto. Volví a mi posición y me di cuenta de que mi propia copa se había vaciado en el suelo y, en menor medida, en mi pantalón.
Yoshi parecía que se había puesto nerviosa intentando frotar la mancha de vino de su ropa para limpiarla, yo no pude evitar esbozar una sonrisa con un deje de ironía. Entonces no le dio mayor importancia y cogió la botella, sirviéndose y ofreciéndome otra a mí. Vacié las pocas gotas que quedaban dentro de la copa y le extendí el vaso. Una copa no está de más nunca, y teniendo en cuenta que la mitad se había caído tampoco se podría considerar beber mucho.
Mientras la rellenaba dijo que se le había ocurrido una cosa, echar una carrera a ver quién se bebía la copa más rápido. Esta chica le daba duro al vino, y no podría seguir su ritmo creo yo. No obstante ni siquiera me dio tiempo a responderle, comenzó una cuenta atrás y se llevó la copa a la boca y comenzó a beber. No me quedó más remedio que hacer lo mismo, o al menos eso quise pensar. Ella me llevaba ventaja pero comencé a beber lo más rápido que podía.
A mitad de copa sentí que se me iba a desbordar de la boca, pero continué bebiendo hasta que no quedó una sola gota más. Cuando bajé la cabeza tras agotar la copa, comprobé que, como ya me temía, había perdido. Comencé a notar un gran calor por la cantidad de vino que me había metido en el cuerpo en un momento. Me levanté y me quité un chaleco que tenía, dejando tan solo la camisa con algún botón desabrochado, lo cierto es que hacía bastante calor ahora mismo.
Me acerqué de nuevo a sentarme junto a Yoshi y me quedé mirándola directamente a los ojos. No me había fijado hasta ahora, pero era una chica bastante agradable a la vista, su cara es bastante adorable y, aunque parece más joven, tiene unos rasgos que resultaban bastante atractivos. Esa trenza rubia, que ahora estaba medio deshecha, le daba un toque muy adorable. No entendía el porqué, tal vez fuera el vino, pero me quedé como embobado mirándola directamente a los ojos.
Me levanté y me acerqué a ella, sin previo aviso me agaché hasta su cabeza, puse mi mano detrás de ella y me acerqué a sus labios, hasta que quedaron pegados a los míos. La besé sin apenas dejarle tiempo para reaccionar. No se por qué lo hice, sentí un impulso muy fuerte y me dejé llevar por el vino, pero en ese momento me quedé pensando.
-¿Qué diablos estás haciendo Kimura?
Me separé unos centímetros, le miré por unos instantes, pero ahora estaba completamente enrojecido, y no era precisamente por el vino. Me sentía muy avergonzado por lo ocurrido, en ese momento no era capaz de mirar a Yoshi a los ojos. Creo que lo mejor sería volver a mi silla y esperar que ella hiciera como que nada de esto había pasado.
No pude evitar quedarme mirándola conforme se lo quitaba, ¿porqué no le quitaba el ojo de encima? Debía de estar poniendo una cara de tonto horrible. Conforme vi que se sentaba de nuevo aparté la mirada corriendo y volví a pegar un trago, esta vez un trago más largo, bebí media copa de un trago. En seguida comencé a notar un fuerte calor desde el estómago, me estaba dando a base de bien, ¿cómo se me ocurre pegar ese trago?
La rubia comenzó a hablar, en respuesta al comentario que le había soltado hacía unos instantes, contaba que estaba intentando traducir una cosa. Mientras yo comenzaba a maldecir, qué mal me sienta el vino, y más si lo tomo en ayunas y de esa forma. Comenzaba a notar el calor en todo el cuerpo, sin darme cuenta pegué otro trago mientras la miraba contando aquello.
Soltó un chiste en relación a su akuma no mi y de pronto demostró una gran torpeza, no le quedaba mucho vino en la copa, pero lo poco que ahí había acabó encima de ella, manchando sus ropas. Cuando vi volcarse la copa, instintivamente, estiré los brazos como para intentar cogerla antes de que se llegase a manchar, pero era imposible conseguir nada, me quedé medio paralizado con los brazos estirados hacia ella y con cara de tonto. Volví a mi posición y me di cuenta de que mi propia copa se había vaciado en el suelo y, en menor medida, en mi pantalón.
Yoshi parecía que se había puesto nerviosa intentando frotar la mancha de vino de su ropa para limpiarla, yo no pude evitar esbozar una sonrisa con un deje de ironía. Entonces no le dio mayor importancia y cogió la botella, sirviéndose y ofreciéndome otra a mí. Vacié las pocas gotas que quedaban dentro de la copa y le extendí el vaso. Una copa no está de más nunca, y teniendo en cuenta que la mitad se había caído tampoco se podría considerar beber mucho.
Mientras la rellenaba dijo que se le había ocurrido una cosa, echar una carrera a ver quién se bebía la copa más rápido. Esta chica le daba duro al vino, y no podría seguir su ritmo creo yo. No obstante ni siquiera me dio tiempo a responderle, comenzó una cuenta atrás y se llevó la copa a la boca y comenzó a beber. No me quedó más remedio que hacer lo mismo, o al menos eso quise pensar. Ella me llevaba ventaja pero comencé a beber lo más rápido que podía.
A mitad de copa sentí que se me iba a desbordar de la boca, pero continué bebiendo hasta que no quedó una sola gota más. Cuando bajé la cabeza tras agotar la copa, comprobé que, como ya me temía, había perdido. Comencé a notar un gran calor por la cantidad de vino que me había metido en el cuerpo en un momento. Me levanté y me quité un chaleco que tenía, dejando tan solo la camisa con algún botón desabrochado, lo cierto es que hacía bastante calor ahora mismo.
Me acerqué de nuevo a sentarme junto a Yoshi y me quedé mirándola directamente a los ojos. No me había fijado hasta ahora, pero era una chica bastante agradable a la vista, su cara es bastante adorable y, aunque parece más joven, tiene unos rasgos que resultaban bastante atractivos. Esa trenza rubia, que ahora estaba medio deshecha, le daba un toque muy adorable. No entendía el porqué, tal vez fuera el vino, pero me quedé como embobado mirándola directamente a los ojos.
Me levanté y me acerqué a ella, sin previo aviso me agaché hasta su cabeza, puse mi mano detrás de ella y me acerqué a sus labios, hasta que quedaron pegados a los míos. La besé sin apenas dejarle tiempo para reaccionar. No se por qué lo hice, sentí un impulso muy fuerte y me dejé llevar por el vino, pero en ese momento me quedé pensando.
-¿Qué diablos estás haciendo Kimura?
Me separé unos centímetros, le miré por unos instantes, pero ahora estaba completamente enrojecido, y no era precisamente por el vino. Me sentía muy avergonzado por lo ocurrido, en ese momento no era capaz de mirar a Yoshi a los ojos. Creo que lo mejor sería volver a mi silla y esperar que ella hiciera como que nada de esto había pasado.
Yoshi
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Precisión
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Saberes
Akuma no mi
Varios
Me apresuré en beberme la copa, ni siquiera saboreaba lo que bebía simplemente quería no hablar más y no meter más la pata, además de que no hay nada mejor para quitarse los nervios que un poco de alcohol en sangre. Pero estaba un poco mosqueada con aquel nerviosismo que sentía sin saber por qué, al fin y al cabo simplemente era una conversación cualquiera con Kim.
Me terminé la copa y miré al pelirrojo con satisfacción, había ganado, nada me hacía más ilusión que ganar en un juego era demasiado competitiva para aquel tipo de cosas. -Gané.- Casi grité del entusiasmo, a parte de la alegría por haber ganado el vino también estaba haciendo efecto, cada vez hacia más y más calor pero estaba dejando de temblar y de estar tan nerviosa, cosa que me alivió profundamente.
Parecía que no era la única que estaba experimentando problemas de embriaguez pues él se había levantado de su silla y se quitó el chaleco que llevaba. Me quedé mirándole como una boba, se encontraba frente a mí con la camisa mal abrochada, podía ver con bastante claridad el cuerpo que se ocultaba detrás de la poca tela que le quedaba y por alguna razón sentí el irrefrenable deseo de levantarme y acabar de quitarle lo que le faltaba ¿Que cojones me estaba pasando? no pude sino enrojecer ante aquel pensamiento aunque debo decir que el vino tenía algo que ver con mi cara totalmente roja.
El silencio se había apoderado de la estancia, él no decía nada y yo me había quedado callada mirándole de arriba abajo como si estuviese hipnotizada, no es que el ambiente fuera malo si no que un poco tenso. Iba a abrir la boca para decir algo cuando el pelirrojo se acercó a mí, al principio creía que simplemente se sentaría y ya pero se acercaba cada vez más con gran rapidez y sin detenerse en ningún momento, hasta que nuestros labios se tocaron. Agarró mi cabeza delicadamente con una de sus manos y me inclino hacía él, por un momento me quede parada sin saber que hacer o que estaba ocurriendo, después como si obedeciese a una fuerza interior cerré los ojos y me dejé llevar.
Tras un momento que me pareció demasiado corto se apartó de mi más rojo que el vino que acabábamos de beber y se dejó caer sobre su silla. No podía dejar de mirarle, no sabía que acababa de pasar exactamente pero por alguna razón me había quedado con ganas de más. No sabía si era por el sabor de sus labios que sentía con fuerza o por su aroma que deseaba con locura pero me acerqué hacia donde él estaba sentado y sin ningún miramiento me senté encima de él.
Con mi pequeña mano le acaricié la cara obligándole un poco a mirarme pues parecía que rehuía mi mirada posiblemente avergonzado. -No hacía falta que pararas.- ¿De verdad había dicho eso? Dios mío, que tonta me sentía en aquellos momentos, decidí a callar mis dudas volviéndole a besar primero con timidez y luego, a medida que su aroma me llenaba más y más los pulmones con gran pasión, pasé mis brazos alrededor de su cuello y junté más mi cuerpo con el suyo. Cuando no separamos de aquel beso incendiario dirigí mis torpes manos sobre los botones de su camisa, esperaba que no le molestara aunque a aquellas alturas ya casi todo me daba igual. Realmente no sabía que estaba pasando pero si sabía una cosa, que me encantaba.
Me terminé la copa y miré al pelirrojo con satisfacción, había ganado, nada me hacía más ilusión que ganar en un juego era demasiado competitiva para aquel tipo de cosas. -Gané.- Casi grité del entusiasmo, a parte de la alegría por haber ganado el vino también estaba haciendo efecto, cada vez hacia más y más calor pero estaba dejando de temblar y de estar tan nerviosa, cosa que me alivió profundamente.
Parecía que no era la única que estaba experimentando problemas de embriaguez pues él se había levantado de su silla y se quitó el chaleco que llevaba. Me quedé mirándole como una boba, se encontraba frente a mí con la camisa mal abrochada, podía ver con bastante claridad el cuerpo que se ocultaba detrás de la poca tela que le quedaba y por alguna razón sentí el irrefrenable deseo de levantarme y acabar de quitarle lo que le faltaba ¿Que cojones me estaba pasando? no pude sino enrojecer ante aquel pensamiento aunque debo decir que el vino tenía algo que ver con mi cara totalmente roja.
El silencio se había apoderado de la estancia, él no decía nada y yo me había quedado callada mirándole de arriba abajo como si estuviese hipnotizada, no es que el ambiente fuera malo si no que un poco tenso. Iba a abrir la boca para decir algo cuando el pelirrojo se acercó a mí, al principio creía que simplemente se sentaría y ya pero se acercaba cada vez más con gran rapidez y sin detenerse en ningún momento, hasta que nuestros labios se tocaron. Agarró mi cabeza delicadamente con una de sus manos y me inclino hacía él, por un momento me quede parada sin saber que hacer o que estaba ocurriendo, después como si obedeciese a una fuerza interior cerré los ojos y me dejé llevar.
Tras un momento que me pareció demasiado corto se apartó de mi más rojo que el vino que acabábamos de beber y se dejó caer sobre su silla. No podía dejar de mirarle, no sabía que acababa de pasar exactamente pero por alguna razón me había quedado con ganas de más. No sabía si era por el sabor de sus labios que sentía con fuerza o por su aroma que deseaba con locura pero me acerqué hacia donde él estaba sentado y sin ningún miramiento me senté encima de él.
Con mi pequeña mano le acaricié la cara obligándole un poco a mirarme pues parecía que rehuía mi mirada posiblemente avergonzado. -No hacía falta que pararas.- ¿De verdad había dicho eso? Dios mío, que tonta me sentía en aquellos momentos, decidí a callar mis dudas volviéndole a besar primero con timidez y luego, a medida que su aroma me llenaba más y más los pulmones con gran pasión, pasé mis brazos alrededor de su cuello y junté más mi cuerpo con el suyo. Cuando no separamos de aquel beso incendiario dirigí mis torpes manos sobre los botones de su camisa, esperaba que no le molestara aunque a aquellas alturas ya casi todo me daba igual. Realmente no sabía que estaba pasando pero si sabía una cosa, que me encantaba.
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¿En qué estaría pensando? Me senté en la silla y me quedé mirando a la copa de vino, no sabía si estamparla o rellenarla con tal de olvidar lo ocurrido. En mi vida había experimentado una situación tan embarazosa. Bien era cierto que empezaba a pensar que me gustaba esa chica que estaba plantada frente a mí, seguramente tratando de averiguar qué había pasado, tal vez pensando la forma de marcharse de allí sin parecer muy descarada, como sea estaba claro que había cometido un gran error.
Cuando me quise dar cuenta elle estaba plantada delante de mí, aparté un poco la mirada hacia mi izquierda, donde se hallaba la mesa de escritorio, buscando con la mirada la botella de vino, me enrojecí más aún si podía, si estuviera al lado de una tronera ahora mismo me estaría arrojando al mar a refrescarme un poco y alejarme de esa situación tan embarazosa. Seguramente diría alguna cosa y se marcharía. Por favor que así sea, no puedo más con mi vergüenza.
Ante mi asombro no hizo nada de eso, sino que se sentó encima de mi pierna. ¿A qué diablos venía eso? No entendía nada. De pronto comenzó a acariciarme con mano y forzando a que girase la cabeza para mirarla. Con miedo dejé que esa mano me arrastrase y me quedé de frente a ella, cara a cara.
-No hacía falta que pararas -me dijo.
Yo me quedé paralizado, no me podía creer lo que estaba escuchando. ¿Le había parecido bien lo ocurrido? ¿Le había gustado acaso? Mientras me perdía en su mirada y mis pensamientos, nuestros labios volvieron a juntarse, en esta ocasión más despacio, con suavidad. No supe cómo responder, pero lo que si sabía es que deseaba devolverle ese beso, por lo que no me contuve.
Poco a poco la situación se fue tornando más apasionada, ella pasaba sus brazos por mi cuello, yo envolvía su cintura y la acercaba más hacia mí mientras me dejaba llevar por la pasión. La besaba con más y más intensidad cada vez, hasta que de pronto ella se separó y llevó sus manos hacia los botones de mi camisa, desabrochándolos. No hice nada por detenerla, tan solo deseaba ahora seguir con eso, a cada momento me sentía más atraído por ella.
Mi camisa se desabrochó y la dejé caer, la volví a coger por la cintura y volví a besarla apasionadamente, tras unos instantes, y mientras mantenía contacto con sus labios, le iba levantando poco a poco su camisera, palpando directamente su piel y subiendo cada vez más y más.
Me había dejado llevar y ahora ya no había vuelta atrás, tan solo esperaba que no le molestase nada de eso. Incluso sentía cierta presión que volvía bastante "ajustada" cierta prenda, no obstante, sentía que no debía tratar de llegar tan lejos, por lo que traté de contenerme un poco.
Cuando me quise dar cuenta elle estaba plantada delante de mí, aparté un poco la mirada hacia mi izquierda, donde se hallaba la mesa de escritorio, buscando con la mirada la botella de vino, me enrojecí más aún si podía, si estuviera al lado de una tronera ahora mismo me estaría arrojando al mar a refrescarme un poco y alejarme de esa situación tan embarazosa. Seguramente diría alguna cosa y se marcharía. Por favor que así sea, no puedo más con mi vergüenza.
Ante mi asombro no hizo nada de eso, sino que se sentó encima de mi pierna. ¿A qué diablos venía eso? No entendía nada. De pronto comenzó a acariciarme con mano y forzando a que girase la cabeza para mirarla. Con miedo dejé que esa mano me arrastrase y me quedé de frente a ella, cara a cara.
-No hacía falta que pararas -me dijo.
Yo me quedé paralizado, no me podía creer lo que estaba escuchando. ¿Le había parecido bien lo ocurrido? ¿Le había gustado acaso? Mientras me perdía en su mirada y mis pensamientos, nuestros labios volvieron a juntarse, en esta ocasión más despacio, con suavidad. No supe cómo responder, pero lo que si sabía es que deseaba devolverle ese beso, por lo que no me contuve.
Poco a poco la situación se fue tornando más apasionada, ella pasaba sus brazos por mi cuello, yo envolvía su cintura y la acercaba más hacia mí mientras me dejaba llevar por la pasión. La besaba con más y más intensidad cada vez, hasta que de pronto ella se separó y llevó sus manos hacia los botones de mi camisa, desabrochándolos. No hice nada por detenerla, tan solo deseaba ahora seguir con eso, a cada momento me sentía más atraído por ella.
Mi camisa se desabrochó y la dejé caer, la volví a coger por la cintura y volví a besarla apasionadamente, tras unos instantes, y mientras mantenía contacto con sus labios, le iba levantando poco a poco su camisera, palpando directamente su piel y subiendo cada vez más y más.
Me había dejado llevar y ahora ya no había vuelta atrás, tan solo esperaba que no le molestase nada de eso. Incluso sentía cierta presión que volvía bastante "ajustada" cierta prenda, no obstante, sentía que no debía tratar de llegar tan lejos, por lo que traté de contenerme un poco.
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Temía que se hubiese arrepentido de lo que había hecho y ya no quisiera saber nada más de aquello pero por suerte aquello no fue así, respondió a mi beso apasionadamente agarrándome de la cintura y atrayéndome más hacia él hasta que quedamos tan juntos que casi no podía pasar el aire entre nosotros. Seguimos entre besos y caricias, la camisa de Kimura ya desabrochada se cayó al suelo pero a nadie le importaba ya. Sentía como una cálida sensación me recorría entera, una sensación maravillosa que jamás había sentido, sonreí no podía imaginarme ningún otro sitio donde deseaba estar más que allí con él. Su gorro se había caído hacía ya bastante dejando de ver aquella maravillosa mata pelirroja que tenía, no pude resistir hundir mis dedos en su pelo.
Mientras nos besábamos Kim deslizó sus manos por debajo de mi camiseta y me la empezó a quitar poco a poco, aquella sensación en mi pecho se acrecentaba, paré un momento de besarle para desprenderme por completo de mi camiseta y después me abracé a él para poder sentir nuestras pieles juntas me quedé un rato allí jugando con su cuello dándole pequeños lametones y luego volví a dirigirme a sus labios sin querer separarme de él.
Mientras le besaba comencé a recorrer su pecho con uno de mis dedos, primero le recorrí los pectorales, los abdominales y todo el torso y después le acaricié un poco por encima de los vaqueros. Me separé de su boca y comencé a realizar el mismo recorrido que había hecho con el dedo pero con la boca, dándole pequeños besos. Cuando llegué por segunda o tercera vez al límite con sus pantalones pude notar que estaba un poco abultado y sonreí para mí misma mientras le soltaba con un poco de dificultad los botones y me ponía de pies para que pudiese quitárselos con facilidad.
Me quedé de pies al lado suyo sin alejarme demasiado de él mirando, realmente la silla estaba empezando a ser algo incomoda pero como él no parecía darle importancia simplemente lo dejé estar. No le quitaba los ojos de encima mientras se deshacía de sus pantalones, Kim siempre me había resultado bastante atractivo pero ahora mismo era simplemente irresistible, volví a abalanzarme sobre él, esta vez al estar de pies teniendo que ponerme de puntillas para besarlo mientras me agarraba con una mano así cintura para no perder el equilibrio y con la otra jugaba con la tira de su calzoncillo.
Mientras nos besábamos Kim deslizó sus manos por debajo de mi camiseta y me la empezó a quitar poco a poco, aquella sensación en mi pecho se acrecentaba, paré un momento de besarle para desprenderme por completo de mi camiseta y después me abracé a él para poder sentir nuestras pieles juntas me quedé un rato allí jugando con su cuello dándole pequeños lametones y luego volví a dirigirme a sus labios sin querer separarme de él.
Mientras le besaba comencé a recorrer su pecho con uno de mis dedos, primero le recorrí los pectorales, los abdominales y todo el torso y después le acaricié un poco por encima de los vaqueros. Me separé de su boca y comencé a realizar el mismo recorrido que había hecho con el dedo pero con la boca, dándole pequeños besos. Cuando llegué por segunda o tercera vez al límite con sus pantalones pude notar que estaba un poco abultado y sonreí para mí misma mientras le soltaba con un poco de dificultad los botones y me ponía de pies para que pudiese quitárselos con facilidad.
Me quedé de pies al lado suyo sin alejarme demasiado de él mirando, realmente la silla estaba empezando a ser algo incomoda pero como él no parecía darle importancia simplemente lo dejé estar. No le quitaba los ojos de encima mientras se deshacía de sus pantalones, Kim siempre me había resultado bastante atractivo pero ahora mismo era simplemente irresistible, volví a abalanzarme sobre él, esta vez al estar de pies teniendo que ponerme de puntillas para besarlo mientras me agarraba con una mano así cintura para no perder el equilibrio y con la otra jugaba con la tira de su calzoncillo.
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Lejos de parecer molesta, Yoshi se dejaba besar, incluso ella misma se lanzaba contra mí, eso me excitaba más por momentos, estaba como en un sueño, no creía lo que estaba ocurriendo, no obstante, continué sin pensar en otra cosa más que en su belleza. Ahora estaba seguro de todo ello, realmente me sentía fuertemente atraído por ella, un sentimiento que había estado reprimiendo a mí mismo y que el vino había sacado a relucir, aunque en extrañas circunstancias.
Mientras nos besábamos ella acariciaba mi torso, descenciendo cada vez más. Llegado el momento cambió el dedo por su boca, dando pequeños besos por esas zonas donde había pasado el dedo. Esa presión aumentó hasta su máximo, no sabía cómo reaccionar en ese momento, pero a ella se le ocurrió una forma de ayudarme. Con algo de torpeza me desabrochó el pantalón y se levantó apartándose un poco, parecía que me comía con la mirada.
Sonreí y me levanté quitándome completamente los pantalones, entonces me abalancé sobre ella nuevamente, esta se empinaba para alcanzar a besarme de nuevo, yo me agaché también un poco para que no se estirase tanto y, mientras nuestros labios se juntaban nuevamente, le desabrochaba sus propios pantalones y se los dejaba caer, después le agarré fuerte de las nalgas y la apreté contra mi cuerpo.
Me quedé unos instantes apoyando mi frente con la suya, sin decir nada, sin besarla, tan solo mirándole y acariciándole con mis manos posadas en su trasero. Entonces me agaché un poco para cogerla y levantarla en brazos, me acerqué al escritorio y la dejé caer con suavidad mientras continuaba besándola. Dejándola tumbada volví a mirarle a los ojos e imité lo que ella misma había hecho un poco antes, comencé a descender por su cuerpo con besos, le besé el cuello y fui bajando lentamente hacia sus senos desnudos, los acaricié un poco pero no me centré demasiado en ellos, puesto que no era mi objetivo final.
Continué bajando lentamente y con suavidad hasta su vientre, su ombligo y finalmente hacia su cintura. Al llegar ahí no pude aguantar más. La besé nuevamente a través de su ropa interior mientras me quitaba la mía, y después comencé a quitarle la suya, tras lo cual volví a ponerme a la altura de su cabeza, mi cuerpo encima del suyo, completamente preparado. Faltaba que ella lo estuviera.
Le miré fijamente a los ojos, completamente decidido a seguir adelante. La besé nuevamente con más ternura, entonces la susurré al oído.
-¿Estás preparada?
Mientras no me dijera nada yo iba a continuar besandola en el cuello mientras masajeaba sus senos con una mano y con la otra me apoyaba en la mesa para no caer encima de ella. Estaba realmente excitado, esa chica había sacado en mí una faceta que jamás había imaginado tener, la quería, mucho, pero no me había dado cuenta hasta ese momento, y todo ese sentimiento reprimido estaba saliendo a flote de una forma bastante inesperada.
Mientras nos besábamos ella acariciaba mi torso, descenciendo cada vez más. Llegado el momento cambió el dedo por su boca, dando pequeños besos por esas zonas donde había pasado el dedo. Esa presión aumentó hasta su máximo, no sabía cómo reaccionar en ese momento, pero a ella se le ocurrió una forma de ayudarme. Con algo de torpeza me desabrochó el pantalón y se levantó apartándose un poco, parecía que me comía con la mirada.
Sonreí y me levanté quitándome completamente los pantalones, entonces me abalancé sobre ella nuevamente, esta se empinaba para alcanzar a besarme de nuevo, yo me agaché también un poco para que no se estirase tanto y, mientras nuestros labios se juntaban nuevamente, le desabrochaba sus propios pantalones y se los dejaba caer, después le agarré fuerte de las nalgas y la apreté contra mi cuerpo.
Me quedé unos instantes apoyando mi frente con la suya, sin decir nada, sin besarla, tan solo mirándole y acariciándole con mis manos posadas en su trasero. Entonces me agaché un poco para cogerla y levantarla en brazos, me acerqué al escritorio y la dejé caer con suavidad mientras continuaba besándola. Dejándola tumbada volví a mirarle a los ojos e imité lo que ella misma había hecho un poco antes, comencé a descender por su cuerpo con besos, le besé el cuello y fui bajando lentamente hacia sus senos desnudos, los acaricié un poco pero no me centré demasiado en ellos, puesto que no era mi objetivo final.
Continué bajando lentamente y con suavidad hasta su vientre, su ombligo y finalmente hacia su cintura. Al llegar ahí no pude aguantar más. La besé nuevamente a través de su ropa interior mientras me quitaba la mía, y después comencé a quitarle la suya, tras lo cual volví a ponerme a la altura de su cabeza, mi cuerpo encima del suyo, completamente preparado. Faltaba que ella lo estuviera.
Le miré fijamente a los ojos, completamente decidido a seguir adelante. La besé nuevamente con más ternura, entonces la susurré al oído.
-¿Estás preparada?
Mientras no me dijera nada yo iba a continuar besandola en el cuello mientras masajeaba sus senos con una mano y con la otra me apoyaba en la mesa para no caer encima de ella. Estaba realmente excitado, esa chica había sacado en mí una faceta que jamás había imaginado tener, la quería, mucho, pero no me había dado cuenta hasta ese momento, y todo ese sentimiento reprimido estaba saliendo a flote de una forma bastante inesperada.
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Noté como me seguía el juego y se agachaba para que pudiera besarle sin tener que estirarme tanto para alcanzar sus labios, así mientras nos besábamos siguió examinando mi cuerpo y para estar los dos iguales me desprendió de mis pantalones, di un pequeño salto para deshacerme de ellos completamente sin desprenderme de los labios del chico. Me agarró de las nalgas, tuve que contener un pequeño ruidito que iba entre la sorpresa de que se hubiese atrevido a aquello y el placer que me había producido aquel contacto inesperado. Me atrajo hacia él y pasé mis brazos por alrededor suyo para acomodarme a su cuerpo.
Nos quedamos unos instantes parados, uno enfrente del otro sin hacer nada más que mirarnos a los ojos directamente. Aproveché aquellos segundos de pausa para contemplarle tranquilamente, no me podía creer que aquello estaba pasando y quería asegurarme de que grababa en mi cabeza cada uno de esos gloriosos instantes a su lado. Todavía estaba como en una ensoñación, como si me fuese a despertar en cualquier momento y todo a mi alrededor desapareciese, al pensar en aquello me aferré más a Kimura como si aquello evitara que mis oscuros pronósticos se hiciesen realidad.
Me elevó por los aires y me sujeté fuertemente para no caerme mientras sonreía radiante e incluso soltaba una pequeña risa complaciente, me depositó con cuidado en su escritorio y me beso con ternura, fue un beso muy dulce que hizo que me recorriera un escalofrío por todo el cuerpo. Comenzó a hacer lo mismo que le había hecho yo a él antes, se sentía también. Estaba tumbada en la mesa casi por completo pero con mis pequeñas piernas atrapaba al chico para evitar que se separase demasiado de mí.
De pronto note como mis bragas se deprendían de mi cuerpo y cuando me quise dar cuenta el también se había quitado su ropa interior, estaba decidido.
Se inclinó un poco más hacia a mí y tras darme pequeño beso se acercó a mi oreja y me susurró con delicadeza si estaba preparada para aquello. Nunca había pensado que pasaría aquello ni que querría tanto que pasara, me junté más a él y comprendí que aquel y con él allí era el momento ideal, con esa persona que poco a poco se había colado en mi corazón. -Si- Le contesté decidida en su oreja antes de darle un largo beso y prepararme para lo que iba a pasar a continuación.
Disfrutando de las caricias y el cariño del pelirrojo todo se hizo mucho más fácil, un pequeño gemido quedó ahogado en mi garganta cuando empezó, al principio muy delicadamente para no hacerme daño, se preocupada absolutamente por todo lo que me pasaba era simplemente un amor.
Cuanto más pasaba el tiempo más me acostumbraba aquello y mientras le brindaba de besos y caricias le susurré al oído que aumentara un poco más, aquella estaba siendo una de las mejores experiencias y placeres que había experimentado en toda mi vida.
Nos quedamos unos instantes parados, uno enfrente del otro sin hacer nada más que mirarnos a los ojos directamente. Aproveché aquellos segundos de pausa para contemplarle tranquilamente, no me podía creer que aquello estaba pasando y quería asegurarme de que grababa en mi cabeza cada uno de esos gloriosos instantes a su lado. Todavía estaba como en una ensoñación, como si me fuese a despertar en cualquier momento y todo a mi alrededor desapareciese, al pensar en aquello me aferré más a Kimura como si aquello evitara que mis oscuros pronósticos se hiciesen realidad.
Me elevó por los aires y me sujeté fuertemente para no caerme mientras sonreía radiante e incluso soltaba una pequeña risa complaciente, me depositó con cuidado en su escritorio y me beso con ternura, fue un beso muy dulce que hizo que me recorriera un escalofrío por todo el cuerpo. Comenzó a hacer lo mismo que le había hecho yo a él antes, se sentía también. Estaba tumbada en la mesa casi por completo pero con mis pequeñas piernas atrapaba al chico para evitar que se separase demasiado de mí.
De pronto note como mis bragas se deprendían de mi cuerpo y cuando me quise dar cuenta el también se había quitado su ropa interior, estaba decidido.
Se inclinó un poco más hacia a mí y tras darme pequeño beso se acercó a mi oreja y me susurró con delicadeza si estaba preparada para aquello. Nunca había pensado que pasaría aquello ni que querría tanto que pasara, me junté más a él y comprendí que aquel y con él allí era el momento ideal, con esa persona que poco a poco se había colado en mi corazón. -Si- Le contesté decidida en su oreja antes de darle un largo beso y prepararme para lo que iba a pasar a continuación.
Disfrutando de las caricias y el cariño del pelirrojo todo se hizo mucho más fácil, un pequeño gemido quedó ahogado en mi garganta cuando empezó, al principio muy delicadamente para no hacerme daño, se preocupada absolutamente por todo lo que me pasaba era simplemente un amor.
Cuanto más pasaba el tiempo más me acostumbraba aquello y mientras le brindaba de besos y caricias le susurré al oído que aumentara un poco más, aquella estaba siendo una de las mejores experiencias y placeres que había experimentado en toda mi vida.
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No tardó en responderme, sinceramente me esperaba esa contestación tanto como la deseaba. Me dio un largo justo después de decirme eso, entonces comprendí que era el momento, ella misma me lo había dicho. Entré con suavidad en ella mientras le besaba y masajeaba los pechos.
No sabría describir la sensación de aquél momento, era algo realmente único y tremendamente placentero, algo que jamás había experimentado, de las mejores sensaciones que había sentido en mi vida. Y por lo que parecía ella sentía lo mismo, su rostro y gemido lo dijeron todo. Fui despacio al principio, no es que tuviera mucha experiencia en esto, pero tampoco sentía la necesidad de ir más deprisa, o no la sentía hasta que ella misma comenzó a comerme a besos y caricias y me susurraba que fuera más deprisa.
No lo dudé ni un momento, entraba más rápidamente que antes, poco a poco, acelerando progresivamente. Eso era el paraíso, si era un sueño no quería volver a despertar nunca más. Conforme aceleraba le iba besando y dando pequeños mordiscos en los labios, que iba compaginando con los besos.
El tiempo pasaba volando, diez minutos se tornaban uno con ella allí. Los gestos de placer, tanto de uno como de otro, nos hacían llegar a otro mundo, y llegó el momento que tuve que detenerme, me sentí llegar al clímax, y no quería que aquello se acabase allí. Nuevamente como había hecho al principio fui descendiendo por su cuerpo a besos, aunque esta vez me entretuve más con sus senos, su cara parecía decir que eso le gustaba y me quedé un poco más en esa zona antes de seguir bajando.
Llegué a su cintura y la masajeé suavemente con la mano, y después con mi propia boca y lengua. Me resultaba realmente placentero aquello, jamás imaginé que pudiera sentirse de esta forma, y menos que me pudiera gustar tanto. Estuve "jugando" en esa parte de su cuerpo durante unos minutos, después volví a subir y le pasé los brazos por detrás de su cuerpo, me quedé mirándola. Tenía un cuerpo tan pequeño, era muy fácil de levantarlo.
-Eres realmente hermosa.
Simplemente las palabras me salieron solas, ni siquiera pensé antes de hablar, y justo después de eso volví a juntarme con sus labios, la apreté con fuerza con mis brazos y la levanté de allí. Como antes ella me agarró con sus piernas, yo con una mano la sujeté del trasero para que no cayese, con la otra le aguantaba de la espalda. Con ella sujetada y levantada, y besándonos, me acerqué a un sillón que tenía. No es que fuera realmente cómodo, pero necesitaba moverme un poco, las piernas se me estaban durmiendo de tanto movimiento de pie.
Esa mujer, me estaba volviendo realmente loco. Nunca había conocido algo parecido al amor, pero se sentía francamente genial, sonreía como un idiota mientras estaba viendo el rostro de Yoshi y la besaba. No quería que ese día acabase nunca.
No sabría describir la sensación de aquél momento, era algo realmente único y tremendamente placentero, algo que jamás había experimentado, de las mejores sensaciones que había sentido en mi vida. Y por lo que parecía ella sentía lo mismo, su rostro y gemido lo dijeron todo. Fui despacio al principio, no es que tuviera mucha experiencia en esto, pero tampoco sentía la necesidad de ir más deprisa, o no la sentía hasta que ella misma comenzó a comerme a besos y caricias y me susurraba que fuera más deprisa.
No lo dudé ni un momento, entraba más rápidamente que antes, poco a poco, acelerando progresivamente. Eso era el paraíso, si era un sueño no quería volver a despertar nunca más. Conforme aceleraba le iba besando y dando pequeños mordiscos en los labios, que iba compaginando con los besos.
El tiempo pasaba volando, diez minutos se tornaban uno con ella allí. Los gestos de placer, tanto de uno como de otro, nos hacían llegar a otro mundo, y llegó el momento que tuve que detenerme, me sentí llegar al clímax, y no quería que aquello se acabase allí. Nuevamente como había hecho al principio fui descendiendo por su cuerpo a besos, aunque esta vez me entretuve más con sus senos, su cara parecía decir que eso le gustaba y me quedé un poco más en esa zona antes de seguir bajando.
Llegué a su cintura y la masajeé suavemente con la mano, y después con mi propia boca y lengua. Me resultaba realmente placentero aquello, jamás imaginé que pudiera sentirse de esta forma, y menos que me pudiera gustar tanto. Estuve "jugando" en esa parte de su cuerpo durante unos minutos, después volví a subir y le pasé los brazos por detrás de su cuerpo, me quedé mirándola. Tenía un cuerpo tan pequeño, era muy fácil de levantarlo.
-Eres realmente hermosa.
Simplemente las palabras me salieron solas, ni siquiera pensé antes de hablar, y justo después de eso volví a juntarme con sus labios, la apreté con fuerza con mis brazos y la levanté de allí. Como antes ella me agarró con sus piernas, yo con una mano la sujeté del trasero para que no cayese, con la otra le aguantaba de la espalda. Con ella sujetada y levantada, y besándonos, me acerqué a un sillón que tenía. No es que fuera realmente cómodo, pero necesitaba moverme un poco, las piernas se me estaban durmiendo de tanto movimiento de pie.
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Complaciendo mis deseos aceleró un poco más, aquello era simplemente magnífico no podía expresar con palabras la emoción de ese momento, todo era pasión desenfrenada, nuestras caras lo decían todo. Poco a poco fuimos sumergiéndonos en un concierto de gemido tanto por mi parte como por las del chico que parecía estar disfrutando tanto como yo, era una maravilla mirarle la cara entre beso y beso y verle con ese gesto de placer y satisfacción en la cara.
Mientras nuestros cuerpos se juntaban él se dedicaba a darme pequeños mordiscos en los labios, me estaba volviendo loca incluso alguna vez sentí como mis manos situadas en sus hombros se clavaban un poco en su piel, esperaba no hacerle daño pero simplemente no podía controlarlo. Llegué al clímax con un fuerte alarido, la situación cálida que sentía desde hacía rato había explotado y dejado tras de sí una sensación como nunca antes. Poco después a Kimura pareció ocurrirle lo mismo, paró y nos desprendimos un poco el uno del otro pero eso no significó el fin de la diversión.
El chico jugó con mi cuerpo como antes, tal vez con más delicadeza, comiendo a besos cada rincón de mi piel. Jugaba con mis senos, mi barriga, mis caderas dándome besos, caricias, madre mía ese pelirrojo hacia que cada vez le deseara más. Mientras jugueteaba conmigo yo le acariciaba el pelo jugando con sus mechones y soltaba un gemido de vez en cuando revolviéndome entre sus brazos.
Después de un rato jugando con mi zona volvió a ponerse a mi altura y menos mal porque pensaba comerlo a besos.
Me envolvió en sus brazos y me dijo con toda la franqueza del mundo "-Eres realmente hermosa.-" Parecía como si no fuese consciente de que lo había dicho en alto, un pensamiento formulado en alto, ya no solo mi cara se enrojeció sino que sentía como se enrojecía todo mi cuerpo. Sin saber que podía responder ante aquello me colgué de él con brazos y piernas mientras me levantaba y seguíamos comiéndonos a besos, esa era la única respuesta que podía darle posiblemente aunque tuviese algo que decirle mis palabras no podrían salir de mi boca.
Kimura conmigo encima se sentó en un pequeño sofá en cuya presencia ni siquiera había reparado, aunque para ser sincero podríamos haber salido de su camarote y yo ni me hubiese enterado. Una vez allí mirándole a esa sonrisa radiante que tenía, a sus maravillosos ojos que me enloquecían por momento y sintiendo sus manos que me palpaban como si fuera la última vez que tuviese la oportunidad de hacer aquello me dieron ganas de devorarle de nuevo y se me ocurrió una manera bastante original de hacerlo.
Me zafé de sus brazos y descendí hasta quedarme sentada en el suelo justo a sus pies, al principio me miró raro sin comprender pero yo sencillamente me dediqué a sonreírle con dulzura. Le abrí las piernas y me metí entre ellas poniéndome a la altura de su miembro, al principio comencé a jugar con esa parte con el dedo recorriéndola con mucho cuidado de arriba abajo, después pasé a introducirla en mi boca.
Jugué con ella en mi boca yendo arriba y abajo a la vez que la recorría con mi lengua, era una sensación extraña pero hasta placentera y a juzgar por su cara valía totalmente la pena. Al principio más lento y luego más deprisa, subiendo de intensidad cada poco no paré hasta que noté como llegaba al clímax, me retiré y tras toser un poco me incorporé del suelo y me volví a sentar en su regazo dándole un largo beso. -¿Te ha gustado?- le pregunté pícaramente mientras soltaba una pequeña risa.
Mientras nuestros cuerpos se juntaban él se dedicaba a darme pequeños mordiscos en los labios, me estaba volviendo loca incluso alguna vez sentí como mis manos situadas en sus hombros se clavaban un poco en su piel, esperaba no hacerle daño pero simplemente no podía controlarlo. Llegué al clímax con un fuerte alarido, la situación cálida que sentía desde hacía rato había explotado y dejado tras de sí una sensación como nunca antes. Poco después a Kimura pareció ocurrirle lo mismo, paró y nos desprendimos un poco el uno del otro pero eso no significó el fin de la diversión.
El chico jugó con mi cuerpo como antes, tal vez con más delicadeza, comiendo a besos cada rincón de mi piel. Jugaba con mis senos, mi barriga, mis caderas dándome besos, caricias, madre mía ese pelirrojo hacia que cada vez le deseara más. Mientras jugueteaba conmigo yo le acariciaba el pelo jugando con sus mechones y soltaba un gemido de vez en cuando revolviéndome entre sus brazos.
Después de un rato jugando con mi zona volvió a ponerse a mi altura y menos mal porque pensaba comerlo a besos.
Me envolvió en sus brazos y me dijo con toda la franqueza del mundo "-Eres realmente hermosa.-" Parecía como si no fuese consciente de que lo había dicho en alto, un pensamiento formulado en alto, ya no solo mi cara se enrojeció sino que sentía como se enrojecía todo mi cuerpo. Sin saber que podía responder ante aquello me colgué de él con brazos y piernas mientras me levantaba y seguíamos comiéndonos a besos, esa era la única respuesta que podía darle posiblemente aunque tuviese algo que decirle mis palabras no podrían salir de mi boca.
Kimura conmigo encima se sentó en un pequeño sofá en cuya presencia ni siquiera había reparado, aunque para ser sincero podríamos haber salido de su camarote y yo ni me hubiese enterado. Una vez allí mirándole a esa sonrisa radiante que tenía, a sus maravillosos ojos que me enloquecían por momento y sintiendo sus manos que me palpaban como si fuera la última vez que tuviese la oportunidad de hacer aquello me dieron ganas de devorarle de nuevo y se me ocurrió una manera bastante original de hacerlo.
Me zafé de sus brazos y descendí hasta quedarme sentada en el suelo justo a sus pies, al principio me miró raro sin comprender pero yo sencillamente me dediqué a sonreírle con dulzura. Le abrí las piernas y me metí entre ellas poniéndome a la altura de su miembro, al principio comencé a jugar con esa parte con el dedo recorriéndola con mucho cuidado de arriba abajo, después pasé a introducirla en mi boca.
Jugué con ella en mi boca yendo arriba y abajo a la vez que la recorría con mi lengua, era una sensación extraña pero hasta placentera y a juzgar por su cara valía totalmente la pena. Al principio más lento y luego más deprisa, subiendo de intensidad cada poco no paré hasta que noté como llegaba al clímax, me retiré y tras toser un poco me incorporé del suelo y me volví a sentar en su regazo dándole un largo beso. -¿Te ha gustado?- le pregunté pícaramente mientras soltaba una pequeña risa.
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Me senté con ella encima, nos quedamos mirándonos directamente a los ojos, adoraba esa visión, no había nada más que me alegrase ahora mismo, nada como ver esos ojos y esa sonrisa. Le acariciaba por detrás de la cabeza con suavidad con mi mano. Estaba enloqueciendo de amor por ella, lo sentía y me aterraba, pero por otro lado me encantaba esa sensación. La otra mano la posaba sobre su costado, descendiendo con suavidad hacia sus caderas, pero tan solo me quedé así, mirándola, admirando su belleza. Me tenía hipnotizado.
Se soltó de mí, aunque tampoco es que se lo impidiese. Se quitó de encima mía y se tiró al suelo, sentada, entonces abrió mis piernas y se acercó a mi miembro de una forma que no pude evitar sentirme sorprendido. Me quedé completamente enrojecido conforme acercó sus manos. A su vez no pude evitar sentir un intenso placer cuando comenzó a jugar con su boca. Aquello era el paraíso, y no solamente por la sensación, sino por la compañía. Quién iba a decirme que esto iba a acabar de esta forma cuando nos vimos por primera vez.
Comenzó a masturbarme, pero con su boca, iba acelerando conforme observaba mi cara inmersa en un placer indescriptible. Sentía que iba a estallar, era algo que ya no podía contener más y ni siquiera era capaz de articular palabra alguna. Llegué al clímax en un momento casi apoteósico, me quedé tan relajado como maravillado. Este día había experimentado algo que jamás habría imaginado que podría ser tan genial.
Se separó y, tras toser un poco, se levantó y volvió a ponserse encima de mí, sentada, la agarré con mis dos brazos, en ese momento no quería que jamás se alejase de mí. Se acercó para darme un beso, no era capaz de negárselo, la besé relajada y apasionadamente, un gesto que se alargó bastante. Al final del todo me preguntó si me había gustado. No pude evitar sonreir, no sabía si sería bastante obvio, pero era lo mejor que me había pasado en la vida, y me aseguraría de que así lo supiera.
-¿Bromeas? Ha sido lo mejor que he experimentado jamás... Y en la mejor compañía posible.
Pasé mi mano izquierda acariciando su rostro y apartándole el pelo que se le había revuelto, esa trenza había sido prácticamente deshecha y el destrozo adornaba adorablemente su cabeza. Apartaba esos cabellos dorados y los posaba por detrás de su oreja mientras dejaba mi mano apoyada en su rostro. Jamás me había sentido tan feliz. Ahora estaba seguro de lo que sentía por ella. La amaba, desde que la vi en aquella taberna, por esa razón sentí que debía ayudarla, por ello le sugerí unirse a mí. Que aceptara esa oferta fue, sin duda alguna, lo mejor que me había podido pasar.
-Eres muy hermosa. Ahora mismo no quisiera estar en otro lugar, que no sea a tu lado.
Me sentí bastante idiota por esas palabras que acababa de pronunciar, al parecer el vino todavía estaba en mi cuerpo haciendo de las suyas, pero no me importaba, tampoco había dicho ninguna mentira. Volvía a acariciar su rostro, y en esta ocasión la estreché en un fuerte abrazo mientras la volvía a besar, apasionadamente. No quería ni pensar en que habría que moverse, pronto volveríamos a zarpar, a la mañana siguiente casi seguro. Pero ahora pensaba disfrutar de ese momento a solas con Yoshi. Todo tiempo me parecería poco a partir de ahora.
Se soltó de mí, aunque tampoco es que se lo impidiese. Se quitó de encima mía y se tiró al suelo, sentada, entonces abrió mis piernas y se acercó a mi miembro de una forma que no pude evitar sentirme sorprendido. Me quedé completamente enrojecido conforme acercó sus manos. A su vez no pude evitar sentir un intenso placer cuando comenzó a jugar con su boca. Aquello era el paraíso, y no solamente por la sensación, sino por la compañía. Quién iba a decirme que esto iba a acabar de esta forma cuando nos vimos por primera vez.
Comenzó a masturbarme, pero con su boca, iba acelerando conforme observaba mi cara inmersa en un placer indescriptible. Sentía que iba a estallar, era algo que ya no podía contener más y ni siquiera era capaz de articular palabra alguna. Llegué al clímax en un momento casi apoteósico, me quedé tan relajado como maravillado. Este día había experimentado algo que jamás habría imaginado que podría ser tan genial.
Se separó y, tras toser un poco, se levantó y volvió a ponserse encima de mí, sentada, la agarré con mis dos brazos, en ese momento no quería que jamás se alejase de mí. Se acercó para darme un beso, no era capaz de negárselo, la besé relajada y apasionadamente, un gesto que se alargó bastante. Al final del todo me preguntó si me había gustado. No pude evitar sonreir, no sabía si sería bastante obvio, pero era lo mejor que me había pasado en la vida, y me aseguraría de que así lo supiera.
-¿Bromeas? Ha sido lo mejor que he experimentado jamás... Y en la mejor compañía posible.
Pasé mi mano izquierda acariciando su rostro y apartándole el pelo que se le había revuelto, esa trenza había sido prácticamente deshecha y el destrozo adornaba adorablemente su cabeza. Apartaba esos cabellos dorados y los posaba por detrás de su oreja mientras dejaba mi mano apoyada en su rostro. Jamás me había sentido tan feliz. Ahora estaba seguro de lo que sentía por ella. La amaba, desde que la vi en aquella taberna, por esa razón sentí que debía ayudarla, por ello le sugerí unirse a mí. Que aceptara esa oferta fue, sin duda alguna, lo mejor que me había podido pasar.
-Eres muy hermosa. Ahora mismo no quisiera estar en otro lugar, que no sea a tu lado.
Me sentí bastante idiota por esas palabras que acababa de pronunciar, al parecer el vino todavía estaba en mi cuerpo haciendo de las suyas, pero no me importaba, tampoco había dicho ninguna mentira. Volvía a acariciar su rostro, y en esta ocasión la estreché en un fuerte abrazo mientras la volvía a besar, apasionadamente. No quería ni pensar en que habría que moverse, pronto volveríamos a zarpar, a la mañana siguiente casi seguro. Pero ahora pensaba disfrutar de ese momento a solas con Yoshi. Todo tiempo me parecería poco a partir de ahora.
Yoshi
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Me sonreía dulcemente mientras me tomaba relajadamente en sus brazos, me contestó que por supuesto que era lo mejor que había experimentado nunca y en la mejor compañía posible. Lo sonreí se le veía realmente feliz y relajado y yo no podía decir que estuviese de otra forma creo que se debía simplemente a estar así y con él, algo que no hubiese podido imaginar ni en mis mejores sueños.
Se dedicaba a acariciarme la cara y retirarme mechones sueltos de la cara, era un gesto muy sencillo pero que hacía demasiado que no sentía, estaba lleno de amor y dulzura en cada movimiento que hacía era una sensación tan agradable que no quería que acabase nunca.
-Eres muy hermosa. Ahora mismo no quisiera estar en otro lugar, que no sea a tu lado.- Aquello sabía que había sido más que un cumplido, más que un "Que guapa eres" o "me gusta pasar tiempo contigo" esas palabras y el beso que me dio después eran mucho más de lo que aparentaban, sentía que él estaba por fin mostrando y diciéndome lo que quería por fin, estaba conociéndole en su pleno esplendor y me gustaba, me gustaba muchísimo.
-Nunca quiero irme de aquí, no quiero separarme de ti Kimura. -Hacía mucho que no sentía esa sensación, que no sentía querer tanto a alguien como había comprendido que quería a Kimura y sí, era una sensación que atemorizada sin saber que iba a pasar a partir de aquel momento pero de alguna manera, si era con él, no importaba mucho lo que ocurriese después. Esa sensación de completo amor había sido un poco mayor a descubrir que él sentía lo mismo, sabía que no olvidaría aquella noche nunca y tampoco quería que terminara. Me saco de mis pensamientos con un abrazo fuerte pero sin llegar a hacerme daño de estos que te recomponen por dentro y terminó de forma magistral dándome el mejor beso que me habían dado nunca.
Al cabo de un rato en el que los dos nos negábamos a separarnos se oyeron ruidos en la cubierta y supe que aquello era el final de la noche, aunque solo el principio de algo mucho mejor que acabábamos de empezar. Aún con una sonrisa en la cara que supuse que me duraría bastante me levanté y me alejé un poco de su lado para recoger mi abrigo que había quedado tirado en el suelo y recogí un cigarrillo de uno de los bolsillos, estaba en la gloria y aquello era el mejor broche que podía poner a la noche más mágica de mi vida.
Fumé en la ventana pero sin quitar el ojo a Kimura en todo lo que hacía, creo que me había convencido a mi misma de que si dejaba de mirarle aunque fuesen dos segundos se desvanecería de allí y me encontraría con que todo era un sueño y realmente era lo último que me apetecía.
Una vez que terminé todo el cansancio que había estado acumulando pareció venir a mí de nuevo casi de golpe, lo mejor sería descansar para mañana pero no quería que aquello terminara nunca. Tras tirar la colilla por la ventana me acerqué al pelirrojo y me puse de puntillas para darle un beso. -¿Te importa que pase la noche aquí?- Le pregunté entre tímida y cortés, a lo mejor era un poco estúpido ya comportarse de esa manera después de lo que había pasado pero aún me tenía que acostumbrar.
Realmente no me podía imaginar ningún otro lugar más que aquel, a su lado para ser completamente feliz aquella noche y todas las que me quedaban.
Se dedicaba a acariciarme la cara y retirarme mechones sueltos de la cara, era un gesto muy sencillo pero que hacía demasiado que no sentía, estaba lleno de amor y dulzura en cada movimiento que hacía era una sensación tan agradable que no quería que acabase nunca.
-Eres muy hermosa. Ahora mismo no quisiera estar en otro lugar, que no sea a tu lado.- Aquello sabía que había sido más que un cumplido, más que un "Que guapa eres" o "me gusta pasar tiempo contigo" esas palabras y el beso que me dio después eran mucho más de lo que aparentaban, sentía que él estaba por fin mostrando y diciéndome lo que quería por fin, estaba conociéndole en su pleno esplendor y me gustaba, me gustaba muchísimo.
-Nunca quiero irme de aquí, no quiero separarme de ti Kimura. -Hacía mucho que no sentía esa sensación, que no sentía querer tanto a alguien como había comprendido que quería a Kimura y sí, era una sensación que atemorizada sin saber que iba a pasar a partir de aquel momento pero de alguna manera, si era con él, no importaba mucho lo que ocurriese después. Esa sensación de completo amor había sido un poco mayor a descubrir que él sentía lo mismo, sabía que no olvidaría aquella noche nunca y tampoco quería que terminara. Me saco de mis pensamientos con un abrazo fuerte pero sin llegar a hacerme daño de estos que te recomponen por dentro y terminó de forma magistral dándome el mejor beso que me habían dado nunca.
Al cabo de un rato en el que los dos nos negábamos a separarnos se oyeron ruidos en la cubierta y supe que aquello era el final de la noche, aunque solo el principio de algo mucho mejor que acabábamos de empezar. Aún con una sonrisa en la cara que supuse que me duraría bastante me levanté y me alejé un poco de su lado para recoger mi abrigo que había quedado tirado en el suelo y recogí un cigarrillo de uno de los bolsillos, estaba en la gloria y aquello era el mejor broche que podía poner a la noche más mágica de mi vida.
Fumé en la ventana pero sin quitar el ojo a Kimura en todo lo que hacía, creo que me había convencido a mi misma de que si dejaba de mirarle aunque fuesen dos segundos se desvanecería de allí y me encontraría con que todo era un sueño y realmente era lo último que me apetecía.
Una vez que terminé todo el cansancio que había estado acumulando pareció venir a mí de nuevo casi de golpe, lo mejor sería descansar para mañana pero no quería que aquello terminara nunca. Tras tirar la colilla por la ventana me acerqué al pelirrojo y me puse de puntillas para darle un beso. -¿Te importa que pase la noche aquí?- Le pregunté entre tímida y cortés, a lo mejor era un poco estúpido ya comportarse de esa manera después de lo que había pasado pero aún me tenía que acostumbrar.
Realmente no me podía imaginar ningún otro lugar más que aquel, a su lado para ser completamente feliz aquella noche y todas las que me quedaban.
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Esas palabras que me dijo; "No quiero separarme de ti", fueron lo que faltaba para terminar de enloquecerme y lograr que me quedase completamente enamorado de ella. Tan solo pude responderle con una sonrisa y un gran abrazo acabado de un cariñoso beso en la frente. Aquello era algo inolvidable, y sentía lo mismo que ella, no quería volver a separarme jamás de ella, y no pensaba hacerlo, pasase lo que pasara, estaría junto a ella sin importar el qué.
Estábamos allí abrazados, casi estaba sintiendo quedarme dormido allí a ella abrazado, habría dormido la mar de gusto con ella, no obstante comenzaron a escucharse sonidos desde cubierta, parecía que ya habían llegado y, aunque no queríamos ninguno de los dos, Yoshi acabó levantándose para ponerse aquél abrigo que había dejado al poco de comenzar a tomar ese vino. Sacó lo que parecía ser un cigarro y se aproximó a una ventana para fumarlo. Desconocía ese vicio de ella, tampoco es que hubiera pasado mucho tiempo con ella como para saberlo, la verdad, aunque no me sorprendió para nada, ni mucho menos me importó. No me gusta el tabaco, pero no es que lo rehuya.
Me levanté yo también y comencé a vestirme. Ya oscurecía de modo que dejé mi ropa normal y me puse una más cómoda para descansar. Ya estaba bien de actividades por hoy, ahora mismo sería el momento de acostarse. Tocaron a la puerta, fui corriendo y la entreabrí un poco, mostrándo mi rostro únicamente. Era Tobías, habían regresado y quería saber quienes estaban en el barco, tras decirle que yo estaba ahí, apunto de acostarme, no quiso molestarme más, pero no le dije nada de que Yoshi estaba también ahí. Cerré y me quedé mirando a Yoshi con una sonrisa un tanto irónica.
Me acerqué a ella, ella hizo exactamente lo mismo tras tirar su colilla. Pasé mis manos por detrás de ella, estrechándola con suavidad, ella se alzó un poco para llegar a mi cabeza, me agaché también un poco y la besé. La veía todavía enrojecida, lo cierto es que hacía bastante calor todavía. Aunque tal vez estaba así por la pregunta que esraba a punto de soltarme, ya que me preguntó si me importaba que pasara allí la noche. Yo tan solo me limité a besarle en la frente y a decirle.
-Nada me haría más feliz ahora mismo.
Me separé de ella y me acerqué a la cama, no es que fuera de las grandes, pero no era pequeña del todo, habría espacio suficiente para los dos, siempre que a ella le pareciera bien, y al parecer no puso ninguna pega, pues conforme me senté al borde y solté un fuerte bostezo, ella vino y se puso a mi lado. En menos de cinco minutos estábamos tumbados, relajándonos por fin, mirándonos directamente a los ojos y sonriendo como dos idiotas. Pasé mi brazo por encima de ella y la acerqué más a mí, dándole un tierno beso.
-Buenas noches preciosa.
No nos dijimos nada más, me costó cerrar los ojos y conciliar el sueño, temía que si lo hacía despertaría dándome cuenta de que todo aquello tan solo había sido un sueño, y no quería eso, tan solo nos quedamos así hasta que nos quedamos dormidos y amaneció al día siguiente. Sabía que jamás olvidaría aquella sensación, esa experiencia fue única, y ahora me aseguraría de mantenerme siempre al lado de ella. Realmente, la amaba.
Estábamos allí abrazados, casi estaba sintiendo quedarme dormido allí a ella abrazado, habría dormido la mar de gusto con ella, no obstante comenzaron a escucharse sonidos desde cubierta, parecía que ya habían llegado y, aunque no queríamos ninguno de los dos, Yoshi acabó levantándose para ponerse aquél abrigo que había dejado al poco de comenzar a tomar ese vino. Sacó lo que parecía ser un cigarro y se aproximó a una ventana para fumarlo. Desconocía ese vicio de ella, tampoco es que hubiera pasado mucho tiempo con ella como para saberlo, la verdad, aunque no me sorprendió para nada, ni mucho menos me importó. No me gusta el tabaco, pero no es que lo rehuya.
Me levanté yo también y comencé a vestirme. Ya oscurecía de modo que dejé mi ropa normal y me puse una más cómoda para descansar. Ya estaba bien de actividades por hoy, ahora mismo sería el momento de acostarse. Tocaron a la puerta, fui corriendo y la entreabrí un poco, mostrándo mi rostro únicamente. Era Tobías, habían regresado y quería saber quienes estaban en el barco, tras decirle que yo estaba ahí, apunto de acostarme, no quiso molestarme más, pero no le dije nada de que Yoshi estaba también ahí. Cerré y me quedé mirando a Yoshi con una sonrisa un tanto irónica.
Me acerqué a ella, ella hizo exactamente lo mismo tras tirar su colilla. Pasé mis manos por detrás de ella, estrechándola con suavidad, ella se alzó un poco para llegar a mi cabeza, me agaché también un poco y la besé. La veía todavía enrojecida, lo cierto es que hacía bastante calor todavía. Aunque tal vez estaba así por la pregunta que esraba a punto de soltarme, ya que me preguntó si me importaba que pasara allí la noche. Yo tan solo me limité a besarle en la frente y a decirle.
-Nada me haría más feliz ahora mismo.
Me separé de ella y me acerqué a la cama, no es que fuera de las grandes, pero no era pequeña del todo, habría espacio suficiente para los dos, siempre que a ella le pareciera bien, y al parecer no puso ninguna pega, pues conforme me senté al borde y solté un fuerte bostezo, ella vino y se puso a mi lado. En menos de cinco minutos estábamos tumbados, relajándonos por fin, mirándonos directamente a los ojos y sonriendo como dos idiotas. Pasé mi brazo por encima de ella y la acerqué más a mí, dándole un tierno beso.
-Buenas noches preciosa.
No nos dijimos nada más, me costó cerrar los ojos y conciliar el sueño, temía que si lo hacía despertaría dándome cuenta de que todo aquello tan solo había sido un sueño, y no quería eso, tan solo nos quedamos así hasta que nos quedamos dormidos y amaneció al día siguiente. Sabía que jamás olvidaría aquella sensación, esa experiencia fue única, y ahora me aseguraría de mantenerme siempre al lado de ella. Realmente, la amaba.
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