Tormenta Perfecta [Hinori-Eichi]

Eichi se llevó una mano a la cabeza y empezó a masajear la zona afectada. No tenía idea de lo que había sucedido, pero por lo que podía recordar, su barca fue atrapada en medio de una tormenta. Luego de aquello, perdió el conocimiento y solo había despertado hace un par de minutos atrás. El joven podía sentir como su cuerpo estaba lleno de moretones, aunque no era nada de que alarmarse. La zona más afectada fue su cabeza, pero no era nada que un buen masaje y estar acostado pudiera solucionar. Suspiró y miro el cielo; nubes y lluvia, eso era lo único que se podía observar en el horizonte; al parecer esa maldita tormenta no había terminado y pronto volvería con más fuerza que antes, por lo que debía encontrar en refugio cuando antes. El pelirrojo chasqué la lengua un poco y se levantó de... lo que sea en lo que estuviera tirado. Al comprobar que no tenía roto o fuera de lugar, empezó a mirar a sus alrededores.

Barcos... era lo único que podía divisar en el sector en el que se encontraba. Mas allá podía ver unas luces, pero tardaría mucho en llegar a pie. Suspiró otra vez; no le quedaba otra. Pudo ver más adelante su barca destruida, era un milagro que el joven no hubiera acabado ahogándose en el mar. Al menos su mochila había sobrevivido, y eso era bueno. Eichi retiró sus ropas superiores, dejando su bien marcado pecho al descubierto. Debido a los entrenamientos y mortales enfrentamientos, su cuerpo, antes parecido al de un nadador, ahora estaba más tonificado. ¿Razón del por qué sacarse la pollera? Simplemente fue porque estaba mojada y se sentía muy pesado, lo que le impediría caminar bien

Caminó durante algunos minutos, y al fin pudo divisar a otro ser humano... U otros, en este caso. Eichi arqueó una ceja al ver a varias personas tiradas en el mar, además de que se podía ver un barco destrozado. Sintiendo curiosidad, el joven se acercó mejor para ver de que se trataba. Se sorprendió gratamente al ver a la persona que estaba tirada en una roca que sobresalía al mar. Era Hinori, alguien que no veía desde la pequeña charla que tuvieron en Kyuuka. Miró con más atención y notó que estaba resbalando, aunque pudo ponerse de rodillas. Pese a eso, la situación era desfavorable para la mujer. Podía ver que se encontraba muy herida, por lo que abría que hacerle curación lo más pronto posible. Era una suerte que aprendió a usar primeros auxilios, aunque fue más por necesidad que por otra cosa... Eso y que Alice no le dejaba nunca en paz.

– Hinori, diría que es un placer volver a verte, pero este no es el momento ni el lugar apropiado – habló el pelirrojo desde abajo con un tono lo suficientemente alto para que la pelinegra le escuchase.

Eichi se rascó su mojada melena y pensó en que como proseguir. Era muy obvio que la joven estaba lastimada, y no sabía si podía bajar de esa roca por si misma.

– Escucha, ¿puedes bajar? Si no puedes, tírate y te atraparé. Hay que tratarte esas heridas y encontrar un refugio – se podía notar un tono preocupante en su voz, y no era para menos. La situación era crítica, y la tormenta al parecer se pondría peor, por lo que tenían que salir de ahí cuanto antes. Ya charlarían mas adelante cuando se calmaran las cosas...

Eichi se estremeció un poco debido al frío. La jodida lluvia se hacía mucho mas intensa a cada momento, y no parecía que se fuera a detener. El pelirrojo no era navegante ni mucho menos, pero incluso el podía notar que el clima no se apaciguaría hasta en un par de horas más. Lo suyo sería ir a pedir ayuda hasta el pueblo, pero estaba lejos, o al menos eso podía ver el pelirrojo. Tampoco tenía certeza de que aquellas esferas luminosas de las montañas fueran los nativos del lugar. De todas formas, tampoco podía saber si esas personas fueran hostiles o no. No, lo mejor sería apegarse al plan original y buscar alguna cueva para poder pasar el rato hasta el clima bajara sus revoluciones... Y aún así, tenía que recordar que su barco fue hecho pedazos. Se viese por donde se viese, a lo mejor tendría que pasar algún tiempo en aquella isla hasta que pudiera encontrar un nuevo navío.

– Pero, primero... – pensó el pelirrojo mientras veía a la joven.

Al ver como unas alas salían de la espalda de la chica, tan solo pudo reír y negar con la cabeza. Se le había olvidado por completo el hecho que la mujer podía volar. No podían culparle de eso, sin embargo. La interacción que tuvieron ambos fue tan breve que ni él con su memoria eidética podía recordar todo lo acontecido. Aunque, ahora que volvía a ver los poderes de la chica, pudo recordar de golpe los acontecimientos en donde conoció a Hinori. Se llevó una mano a la cabeza y gimió debido al pinchazo que sintió. Genial, su dolor de cabeza empeoró debido a las imágenes sucesivas que invadieron su mente. Realmente ese no era su día.

Hinori tocó suelo, pero debido a lo débil que estaba, se tambaleó y cayó sobre el cuerpo del pelirrojo. Eichi alcanzó a reaccionar a tiempo y a tomar a la mujer antes de que el impulso los mandara a ambos al suelo. Aunque debido a la rapidez con la que tuvo que actuar, terminó tocando cierta parte... indebida en su retaguardia. Rápidamente elevó su brazo hasta el nivel de la cintura y rogó al cielo para que la pelimorada no se hubiese dado cuenta de ese pequeño accidente.

– No tienes que preguntarlo, de todas formas lo hubiera hecho. No te iba a dejar tirada así como así – le dijo con un tono amable.

El joven príncipe suspiró y acomodó la posición de ambos para poder caminar mejor. Dejó su brazo en la cintura de Hinori y pasó uno de los brazos de la muchacha alrededor de su cuello. Con la mirada, buscó frenéticamente algún lugar donde refugiarse. Al cabo de unos segundos, encontró cierta fisura a unos metros de distancia; habían encontrado su lugar. Eichi ajustó bien su posición y empezó a caminar a pasos lentos, ignorando la proximidad de ambos cuerpos casi al descubierto. Hasta hace un par de mese atrás puede que haya sentido vergüenza en una situación así, pero luego de tontear con varias mujeres, la situación había cambiado. Además, el calor corporal ayudaba a capear el frío de momento.

No tardaron mucho en llegar a la cueva. Entraron y el pelirrojo silbó al ver el interior. Por el exterior no se notaba, pero la caverna era mucho más onda de lo que aparentaba. Eichi y Hinori se adentraron lo más que pudieron, hasta que sintieron que el frío y la humedad empezaban a decaer. El pelirrojo suspiró y con cuidado depositó a la herida en el suelo; era hora de curarla. Dejó su mochila a un lado y sacó un poco de ron, unas vendas y una toalla. Todo eso fueron cosas que quedaron de la pelea con Ban, y Alice fue quien le enseñó a como tratar heridas leves y superficiales. Tomo el ron puro, se acercó a Hinori y se agachó para quedar a su nivel.

– Deja curarte las heridas, Hinori. Estás demasiado débil para moverte, y si las heridas siguen sangrando... – se notaba que el pelirrojo estaba precupado, y no era para menos. Puede las heridas parecieran cortes superficiales, pero si la sangre seguía escurriendo... No quería ni pensar en eso. A lo lejos, un truenos se escuchó. Definitivamente, ese no había sido uno de sus mejores días... y el pelirrojo había tenido muchos con que compararlo.

Al escuchar la confirmación de la morena, Eichi suspiró y luego sonrío un poco. Tenía que admitir que la mujer era alguien valiente, él mismo sabía el dolor que provocaba el contacto del ron con heridas abiertas. Aunque, en aquella ocasión Ban le tomó por sorpresa, tirando ese brebaje en sus heridas sin un cuidado de que si le podía arder o no. Al menos, Hinori sabía con antelación lo que haría a continuación, por lo que podría prepararse para el dolor que vendría. En vez de rociar el líquido directamente en la piel, lo echó el la toalla limpia y desinfectada que sacó de su mochila. Acto seguido, empezó limpiar las heridas con eso, desinfectándolas en el proceso. Una vez hecho eso, uso las vendó las heridas para evitar que sangrasen nuevamente. Al terminar, se alejó un poco para ver su trabajo. Sonrío con satisfacción al ver que trató bien las heridas... O lo mejor que se podía en medio de una cueva. Debía admitir que la joven se veía linda con esa venda que tenía en la frente.

– Lo siento si no es buen trabajo, pero es lo mejor que puedo hacer... Considerando la falta de recursos y que no soy médico. Cuando pase la tormenta, deberías tratarte más a fondo, de todas formas – terminó con su explicación.

Luego de eso, se quedó en silencio, pensando en que hacer. No es que pudieran hacer mucho, considerando que estaba atrapados hasta quien sabe cuando, pero lo menos podrían charlar de algo para que la situación no fuera tan seria. En eso, una corriente de aire recorrió el lugar, provocando un leve escalofrío en el joven. No solo había una jodida tormenta en medio de la nada, sino que además, hacía un frío del demonio. Sería un milagro si no es enfermase una vez que terminara todo.

Eichi suspiró y miró a Hinori nuevamente. Fue ahora que se dio cuenta de la poca ropa que llevaba, por ende tuvo que desviar la mirada hacia otro lado, un pequeño rubor se podía apreciar en su rostro. Si bien ya le había perdido la vergüenza al sexo opuesto, eso no quería decir que no podía avergonzarse al ver a una belleza con tan poca ropa. Sin decir palabra alguna, el pelirrojo se acercó a su mochila nuevamente y empezó a rebuscar entre sus cosas. Finalmente, encontró lo que estaba buscando. Se trataba de un abrigo invernal de color café, era el mismo que usó durante el incidente ocurrido en el Reino de Sakura; además sacó una botella de agua. Llegó hasta donde se encontraba Hinori y tapó su cuerpo lo más que pudo con la prenda.

– Lo necesitas más que yo, las heridas pueden doler con el frío... supongo – luego de eso, le tendió la botella de agua. Se sentó a su lado y le miró al rostro. – Por cierto, perdón por lo que sucedió con mi mano anteriormente. Tuve que reaccionar rápido y no medí bien donde la puse – al terminar de decir aquello, una seguidilla de truenos se escuchó a lo lejos. Eichi se estremeció y se llevó su manos al hombro contrario de estos, provocando una especie de cruz. Esos malditos truenos le recordaban a ese día fatídico de hace cuatro años, justo cuando el destino le arrebató a su hermano.

El pelirrojo seguía temblando al escuchar el sonido de los truenos, por ende no se dio cuenta de las intenciones de Hinori hasta que fue demasiado tarde. El chico parpadeó al notar que la sensación de frío iba desapareciendo, y al volver en sí, pudo notar el porqué. La morena había abierto la chaqueta y aprisionó al joven antes que este pudiera reaccionar. ¿Resultado? Los pechos de ambos muy unidos y unos nervios de aceros. Eichi se ruborizó levemente y mentalmente de quejó. Por alguna razón que desconocía, siempre había terminado en las situaciones más vergonzosas posibles con el sexo opuesto. Primero fue con Alex, luego con Milena y ahora con Hinori. Incluso alguien inocente como ella podía terminar en las redes del humorístico destino. Para rematar, la chica movió su nariz con la de él, aumentando aún más sus niveles de vergüenza. Por suerte, el siguiente comentario alivió la tensión del lugar, y por ello sonrío un poco.

– Oh no, que voy hacer. Una pirata me ha capturado, que alguien llame a la marine – bromeó de vuelta el joven mientras movía su brazo libre frenéticamente, pero luego recordó cierto detalle. – Espera... no, retiro lo dicho. Yo también tengo precio por mi cabeza, no quiero terminar en la cárcel – el pelirrojo se echó a reír debido a la ridiculez de la situación y luego de quedó en silencio. Eran situaciones así en las que el joven se sentía a gusto, donde no tuviera que preocuparse de la situación actual del mundo. Recordaba las guerras que estaban sucediendo por todos lados y eso le deprimía bastante. ¿Es que no se cansaban de derramar tanta sangre? Al parecer no, y seguiría así hasta que los corruptos desaparecieran para siempre.

En eso, otros truenos resonaron a la distancia, provocando que el pelirrojo se estremeciese nuevamente y hundiera su cabeza en el cuello de Hinori. Su cuerpo temblaba, pero no podía evitarlo. Por culpa de su memoria eidética, cada vez que sucedía algo que tuviera que ver con ese fatídico día, recordaba lo que le sucedió a su hermano y como casi pierde la vida debido a su fallo al corazón. No era la primera vez que tenía un episodio así, ya había sucedido una vez en baterilla luego de escuchar unas palabras de Milena. Al cabo de unos segundos, separó su cabeza del cuello de la mujer y le miró su rostro con tranquilidad, ignorando la proximidad de sus caras.

– Lo siento, tiendo a tener episodios así al recordar cosas de... cierto día. Si no tuviera memoria eidética, esto no pasaría – se lamentó el chico. En eso, notó como un líquido bajaba de sus mejillas. Abrió sus ojos de golpe e intentó secarse las lágrimas mientras rogaba que Hinori no lo hubiese visto.

Eichi parpadeó al sentir algo cálido en su mejilla; se tomó su tiempo para descubrir de donde provenía aquella sensación. Una vez que supo que Hinori le había besado en la mejilla, se ruborizó un poco y simplemente se dejó que la chica limpiara el resto sus lágrimas y le abrazara. Era la primera vez que un desconocido le traba así, y se sentía... Bien, o eso creía. Viendo cómo se le negado la mayor parte de su infancia, él no sabía muy bien cómo reaccionar o sentir dependiendo de la situación. Era por eso que el pelirrojo simplemente se dejaba llevar por el momento, así evitaba romperse la cabeza para averiguar sus emociones. Era lo mejor, así evitaba pasar un mal rato con la gente, además podía adaptarse a la cualquier situación gracias a eso. Lo que sucedía ahora con Hinori... era muy diferente. No sabía lo que sentía, pero le gustaba, y mucho.

– Muchas gracias por confortarme, Hinori – le susurró en el oído mientras rodeaba su brazo por su cintura y le abrazaba de vuelta.

A medida que pasaban los segundos, el cuerpo del chico iba dejando de temblar. La morena le transmitía seguridad y cariño, y eso hacía que pudiera salir de sus recuerdos y volver a la realidad. Extraño, ella era la primera persona que conseguía tal hazaña, por una u otra razón. A lo lejos, los truenos y lluvia seguían resonando, pero eso ahora no le importaba... En parte; aún quería que terminase esa tormenta para empezar a buscar algo para navegar. Por lo que pudo ver, el barco de Hinori también fue destruido, y si bien sabía que la mujer podía volar, dudaba que pudiese mantenerlo por largo rato... menos en su condición actual. Como fuese, si seguían así, terminarían muertos de aburrimiento y acabarían durmiéndose.

– Definitivamente, es aburrido estar atrapados y no poder hacer nada – se quejó mentalmente el pelirrojo. Tenía que pensar en algo para romper el hielo, y solo le ocurría algo estando en aquella situación. Era un juego que le enseñó Mónica cuando era niño, servía para conocer mejor a una persona, y el joven realmente quería conocer más a fondo a esa chica. Solo sabía que era un Markov y que pertenecía a la banda del famoso Yonkou: Dexter Black.

– Hinori – le habló suavemente a la chica que aun abrazaba. – ¿Jugamos veinte preguntas para pasar el rato? – si la chica accedía, el empezaría primero. ¿Cuales eran sus gustos? Si, esa pregunta era la indicada para comenzar con todo aquello.

Eichi tan solo sonrío de lado al escuchar las respuesta de la chica. Lo de medicina era nuevo, eso significaba que ella misma podría tratarse mucho mejor de lo que el hizo anteriormente. Lo de bromear... Eso lo experimentó en carne y hueso durante la pequeña charla que tuvieron en Kyuuka; aun recordaba la broma que le hizo. ¿Cuál fue el resultado? Un pollo mojado... literalmente. Eichi se estremeció un poco al pensar en eso. Dios, sentía tanta lástima por su "querida" fruta, que hasta él mismo se insultaba ahora. Realmente, no podía haber algo más lamentable que eso... excepto hablar uno consigo mismo, y por desgracia el pelirrojo poseía esa manía por culpa de su contraparte impura. Si bien el joven no tenía idea de relaciones humanas (excepto las que había tenido), incluso el sabía que eso era sinónimo de locura.

– Realmente me halaga que pienses eso de mi persona – se escuchó la voz sarcástica de Akashi en su mente, a lo que el pelirrojo simplemente le levantó el dedo del medio mentalmente y le ignoró.

Luego de eso, el pelirrojo escuchó la pregunta de Hinori y sintió como le abrazaba más, pero le ignoró; ya se había acostumbrado al contacto de sus cuerpos, así que ahora le daba un poco lo mismo. Su primer impulso fue decir cualquier cosa menos pollo, pero se contuvo. Realmente no le molestaba mucho comer pollo, pero sus instintos le advertían sobre comer ese tipo de alimento. Algo sobre comerte a tus primos lejanos... No, definitivamente haría cualquier cosa necesaria para deshacerse de su fruta, era lo mejor para su salud mental... O lo que quedaba.

– Una comida... Diría que pollo en este caso – pausó por algunos segundos y luego prosiguió, se podía notar un tono de humor en su voz. – Sería interesante ver a cierta chica linda que conozco criticar la comida de un genio, viendo que es su especialidad – bromeó el joven, riéndose ligeramente por algunos segundos. Luego de aquello, se quedó en silencio por algunos segundos y miró directamente a los ojos de la chica. – Mi pregunta es... ¿Por cuáles cosas de tu vida estás mas agradecida? – se quedó en silencio mientras esperaba la respuesta de Hinori.

El pelirrojo cerró los ojos durante algunos segundos al ver aquella reacción de Hinori. Al parecer la pregunta no fue la adecuada y la terminó cagando. Fue idiota de su parte, no midió las consecuencias en su momento, y ahora estaba pagando el pato (estúpidas comparaciones de pollos). No podía hacer nada, la pregunta ya fue hecha y simplemente ahora tendría que hacer algo para remediarlo. Sin embargo, antes que pudiera hablar, Hinori respondió a la pregunta. Si antes se sentía peor, ahora se sentía como una completa basura. Pese a que sonreía, no podía quitarse el bicho de la cabeza. Eichi suspiró y miró tranquiamente a los ojos de la morena, luego le dedicó una enorme sonrisa.

– Creo que estamos en el mismo barco, yo también solo he recibido dolor – pese a lo mal que se sentía, aquello no hizo que su sonrisa desapareciese. Tampoco pudo pensar más en el tema, ya que en ese mismo momento la joven disparó su propia pregunta. Le pilló algo desprevenido, pero pudo recomponerse a tiempo. Pensó por algunos segundos en lo que podría pedir, y luego suspiró. No había mucho que pensar, la respuesta estaba más que clara desde un comienzo, aunque eso la ojiperla no lo supiese. Cerró los ojos durante algunos segundos, y luego miró directamente al rostro de Hinori. Los ojos rojizos de Akashi expresaban melancolía y tristeza, pese a estaba sonriendo para aminorar un poco aquello.

– Mis tres deseos serían... Serían cambiar el pasado y evitar la muerte de mi hermano, que no hubiera tanta maldad en el mundo y que... – el pelirrojo se tomó una pausa y luego le sonrío a la joven. Al contrario de la anterior, esta era de verdad, llena de felicidad y determinación. – Experimentar lo que es tener una familia de verdad – luego de aquello, se quedó en silencio, pensando en que podría preguntarle a la mujer. No tuvo que pensar mucho; esa pregunta había sido muy buena. Miró directamente a los ojos de Hinori y disparó. – Y tu... ¿Cuales serían tus tres deseos? – El pelirrojo sintió la mano de la mujer en su cuello, y en respuesta, levantó su mano que tenía libre y empezó a acariciar el sedoso cabello de la ojiperla. Debía admitir que era lo más suave que había sentido en su vida.

Los truenos y lluvia seguían resonando a la distancia, pero eso no importaba ahora. Eichi miraba, con una expresión algo estúpida, a la mujer que tenía en frente. Eichi intentaba reponerse mientras recapitulaba lo que había sucedido hace a penas unos instantes. Luego de la pregunta del pelirrojo, Hinori no tardó mucho en responder, y la verdad es que dos de sus deseos eran similares. Lo del primero revivido... Intuía que debía ser Derian, aunque no estaba seguro. No tenía idea de la cantidad de Markov que habían, pero Derian el único que murió hace un tiempo atrás... Por lo que el sabía, claro está. Sonrío un poco al escuchar el segundo deseo, negó con su cabeza; esa chica era demasiado amable para su propio bien, aunque eso era lo que le hacía resaltar entre los demás. Su tercer deseo le extrañó un poco, ya que fue demasiado forzado para ser verdad. Eso y que dudó un poco, además le pareció ver un rubor por algunos instantes. De todas formas, no le iba a poner más pega; todos tenían derecho a sus secretos, después de todo.

Hinori se colocó de pie, dejando la chaqueta de lado y se corrió por algunos metros. Eichi miró a la morena, sin tener idea de lo que iba a pasar a continuación... Pobre tipo. En un principio, la pose que adoptó le parecía graciosa. Al escuchar acerca de ser su nueva hermana mayor, Eichi negó con la cabeza y sonrío de lado. Era la segunda mujer que le decía eso... Aunque, la verdad, la primera no contaba demasiado... El pelirrojo se sonrojó y negó con la cabeza; no era tiempo de pensar en esas cosas. Luego de aquel momento bizarro, la chica disparó su pregunta. Eichi se quedó congelado por algunos segundos... Pero una vez que proceso las palabras de Hinori, un violento rubor se apoderó sus mejillas. Si hubiera tenido agua en su boca, probablemente lo abría escupido.

– Qu... ¿Qué? – El pelirrojo pudo modular, pese a los nervios que sentía – Yo no... – Al ver la mirada de la morena, el pelirrojo suspiró y bajó su cabeza. – Dos veces... Pero tan solo fue porque me dejé llevar por el momento – se quejó el pelirrojo. Las memorias de Alex y Milena le iban a seguir por siempre, más la primera que la última. Eichi balbuceó algo inaudible por lo bajo y miró fijamente a la mujer, se podía notar un brillo divertido en sus ojos; era hora de una pequeña venganza – Mi turno... ¿Alguna vez te ha gustado alguien, o te gusta actualmente? – Además de servir como ese propósito, esa pregunta fue hecha para confirmar sus sospechas de antes con lo de los tres deseos.

Eichi arqueó una ceja al escuchar la respuesta de Hinori, y tuvo que usar todo su auto control para no golpearse la cara. No debió formulado aquella pregunta de esa forma, ya que, si bien sabía ahora que la chica le gustaba alguien, no tenía la más mínima idea de quien podría ser. Oh bueno, fue culpa de el. Debió haber hecho una pregunta de doble sentido en vez de la que hizo, pero ya nada se podía hacer. Si preguntaba quien le gustaba, sonaría muy... ¿Molesto? Bueno, no sabía la palabra correcta, pero si caería mal... ¿O puede que no? El pelirrojo sabía muy poco de relaciones entre personas, por lo que no sabía como reaccionaría la chica en una situación así. De todas formas, lo dejará hasta allí. Era la mejor opción, además el juego ya se estaba entrando en un área personal.

Miró en silencio a Hinori y se puso a pensar en lo que haría cuando saliese de esa jodida isla. No tenía destinos claros en mente, pero si sabía que el este estaba descartado por razones obvias. El nuevo mundo también quedaba fuera la lista. Si bien el joven tenía plena confianza en sus capacidades, incluso él sabía bien que si entraba a ese peligroso mal, puede que saliese sin algunas extremidades... O derechamente no saliese nunca. Era un mar muy peligroso, donde solo los mas fuerte ponían un pie allí. Emperadores, almirantes, cazadores de renombre... En resumen, todos los monstruos se juntaba allí.

Suspiró tranquilamente y, usando sus oídos, se dio cuenta los truenos habían cesado. Aquello era bueno, ya no tenía que preocuparse porque memorias del pasado le volviesen a invadir de repente.

– Parece que la tormenta pasará pronto.. Aunque ni idea de como saldremos de acá sin algún tipo de transporte – habían alternativas, pero eran riesgosas. Hinori podía volar, pero no sabía cuando tiempo podía mantener aquella técnica activa, y dudaba que pudiera usarlo en su condición actual, de todas formas. Por otro lado, el podía ingerir una rumble e irse volando, pero eso también suponía sus riesgos. Su transformación duraba un tiempo limitado, y no sabía donde se encontraba la isla más cercana. Si volvía a su forma humana en pleno vuelo y en medio del mar... Podía irse despidiendo del mundo. Por el momento se mantendría así, y puede que Hinori tuviese alguna idea.