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El revolucionario no tenía quejas, pero debió seguir el consejo de su superior de llevar un tío que supiese de barcos. Había terminado en el culo del mundo, con un navío de tamaño medio, y doce hombres. Él se encontraba en cubierta, mirando la isla frente a sus ojos, con un poco de confusión. Las caras de los rebeldes que iban con él, eran similares. El viento sopló un poco, ondeando los cabellos de todos. La escena era un poco cómica, pero viendo lo visto, estaban un poco jodidos. Todos se miraban unos a otros, buscando a quién echarle la culpa de lo sucedido. Nadie se iba a decantar por reñir al oficial de la niebla. De hecho, el mismo demonio miró a otro lado, silbando un poco, buscando disimular. Lo peor sería volver a la base, en el nuevo mundo, pues no estaban ni en el mar indicado. Todo había salido precioso, nótese la ironía.
El ex almirante llevaba su pelo corto como de costumbre, unos vendajes cubriéndole la boca, y una cinta de acero en la frente. Vestía con una camiseta de tirantes negra, y unos pantalones militares verdes. En los pies portaba unas sandalias, y en su espalda una enorme funda oscura. En ella llevaba su espadón. En la cintura un par de machetes. Su mirada estaba totalmente calmada. El silencio reinaba en el barco, el cual iba acercándose muy lentamente al puerto de aquel sitio. Las velas eran blancas totalmente, y la madera del barco marrón claro. Había unos cuantos cañones a lo largo de la borda. El timón se hallaba en mitad de la cubierta, pero nadie quería acercarse a él. Normal, nadie tenía ni jodida idea de cómo se utilizaba dicho objeto de madera redondo. El demonio hizo mal en no llevar un tío que supiese conducir aquello.
Krauser soltó un pequeño suspiro, sentándose después en la borda. Miró un momento al arquero del equipo, Richard [Npc De Krau, Nvl45] un hombree de cabellos morenos, y largos. Era uno de los más listos, y por ello pensó que a lo mejor tenía idea de cómo volver. – Dime que al menos sabes el número de los jefes, yo me dejé el comunicador. – Dijo soltando un pequeño suspiro, pero el tipo negó un poco. Aquello hizo al demonio de la niebla llevarse la mano derecha al rostro. No podía creer su suerte. A ese ritmo, iba a tener que desembarcar, y buscar rebeldes por la isla. Decían que había pequeños grupos por muchas islas del Grand Line. No podía dejar de creer en su intuición.
El ex almirante llevaba su pelo corto como de costumbre, unos vendajes cubriéndole la boca, y una cinta de acero en la frente. Vestía con una camiseta de tirantes negra, y unos pantalones militares verdes. En los pies portaba unas sandalias, y en su espalda una enorme funda oscura. En ella llevaba su espadón. En la cintura un par de machetes. Su mirada estaba totalmente calmada. El silencio reinaba en el barco, el cual iba acercándose muy lentamente al puerto de aquel sitio. Las velas eran blancas totalmente, y la madera del barco marrón claro. Había unos cuantos cañones a lo largo de la borda. El timón se hallaba en mitad de la cubierta, pero nadie quería acercarse a él. Normal, nadie tenía ni jodida idea de cómo se utilizaba dicho objeto de madera redondo. El demonio hizo mal en no llevar un tío que supiese conducir aquello.
Krauser soltó un pequeño suspiro, sentándose después en la borda. Miró un momento al arquero del equipo, Richard [Npc De Krau, Nvl45] un hombree de cabellos morenos, y largos. Era uno de los más listos, y por ello pensó que a lo mejor tenía idea de cómo volver. – Dime que al menos sabes el número de los jefes, yo me dejé el comunicador. – Dijo soltando un pequeño suspiro, pero el tipo negó un poco. Aquello hizo al demonio de la niebla llevarse la mano derecha al rostro. No podía creer su suerte. A ese ritmo, iba a tener que desembarcar, y buscar rebeldes por la isla. Decían que había pequeños grupos por muchas islas del Grand Line. No podía dejar de creer en su intuición.
Eichi Tsukasa
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El pelirrojo murmuraba cosas incomprensibles mientras caminaba por los pasajes de aquel pueblo. Una expresión de dolor puro se podía apreciar en su rostro. ¿Razón de ello? Hace rato se había pedido algo en un restaurante cercano debido a que terminó con su reserva de alimentos para cocinar... No fue la mejor idea que tuvo. Aquella carne le sentó fatal, y ahora hacía malabares para no vomitar en pleno día. Puede que sea un criminal, pero seguía siendo un príncipe, y vomitar frente a tanta gente no era de su talla. Un quejido de dolor escapó de su garganta, y el joven tuvo que parar de caminar para calmarse. Nunca más en su puta vida iba a ir a un restaurante, a menos que estuviera certificado. Lo peor era que debido a su buen sentido del gusto, podía apreciar muy bien los componentes de una comida... Y aquello le jugó en contra ahora.
– Fuera de eso, maldigo mi personalidad – se lamentaba mentalmente el príncipe de Péndragon.
Debido a su personalidad pasiva, el pelirrojo se vio incapaz de reclamarle al dueño por el alimento, y simplemente se tragó sus palabras y abandonó el lugar; eso sí, ni de joda dejó propina. Eichi suspiró y apretó sus manos en el estómago, masajeando lentamente la zona afectada. En eso se le vino a la mente cierta morena que el conocía. Cuando conoció a Hinori, el había encontrado que su actitud crítica frente a la comida era rara... pero ahora no podía negar que lo hacía estaba bien. Si, el pelirrojo había tomado una decisión. De ahora en más, se iba a poner algo pesado y exigente con todo lo que comía, y no iba a sentir remordimiento por aquello.
– Raro, no me di cuenta de cuando llegué al puerto – pensó y parpadeó el pelirrojo al ver el paisaje que tenía en frente. De todas formas, el mar le tranquilizaba, así que no iba a poner pega respecto a eso. Suspiró y se recostó en una las murallas que habían allí. Gruño otra vez de dolor y cerró los ojos; lo que daría por una botella de agua en ese momento. Salió tan deprisa del local, que se olvidó pedirlo. Aunque, viendo la mala comida, no se extrañaría que inclusive el agua estuviera en mal estado.
– Fuera de eso, maldigo mi personalidad – se lamentaba mentalmente el príncipe de Péndragon.
Debido a su personalidad pasiva, el pelirrojo se vio incapaz de reclamarle al dueño por el alimento, y simplemente se tragó sus palabras y abandonó el lugar; eso sí, ni de joda dejó propina. Eichi suspiró y apretó sus manos en el estómago, masajeando lentamente la zona afectada. En eso se le vino a la mente cierta morena que el conocía. Cuando conoció a Hinori, el había encontrado que su actitud crítica frente a la comida era rara... pero ahora no podía negar que lo hacía estaba bien. Si, el pelirrojo había tomado una decisión. De ahora en más, se iba a poner algo pesado y exigente con todo lo que comía, y no iba a sentir remordimiento por aquello.
– Raro, no me di cuenta de cuando llegué al puerto – pensó y parpadeó el pelirrojo al ver el paisaje que tenía en frente. De todas formas, el mar le tranquilizaba, así que no iba a poner pega respecto a eso. Suspiró y se recostó en una las murallas que habían allí. Gruño otra vez de dolor y cerró los ojos; lo que daría por una botella de agua en ese momento. Salió tan deprisa del local, que se olvidó pedirlo. Aunque, viendo la mala comida, no se extrañaría que inclusive el agua estuviera en mal estado.
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Krauser soltó un pequeño suspiro, saltando entonces al muelle del puerto. Su mirada se clavó un poco en la zona. No había nada reseñable, salvo un pequeño almacén de pesca, o eso parecía por fuera. Les hizo una señal a sus hombres para que no se movieran del vehículo, y entonces comenzó a caminar con calma por el puerto. Los revolucionarios obedientes comenzaron a moverse por la cubierta, preparando varias cosas como cañones o mapas. Debían salir de allí de alguna forma. El equipo especial del demonio era muy bueno en lo suyo, por lo que simplemente reían y hablaban entre ellos de cosas del día. No iban a lamentarse ni nada parecido. Además tenían a Richard con ellos, por lo que junto a Krauser podían ser una fuerza de combate de primera categoría.
El demonio se quedó a las puertas de aquel pequeño almacén y entonces colocó su mano en el pomo de la puerta. El sonido de un cascabel le hizo alzar una ceja, y saltar hacia atrás. De repente una de las paredes fue derribada por una explosión, y a los pocos segundos una enorme cantidad de marines surgieron de la nada. Aquello parecía una jodida trampa, pero el demonio no supo cómo diablos sabían que estaría allí. El revolucionario frunció el ceño, y sacó su enorme espadón, clavándolo en el suelo y quedándose detrás. Empezó a escuchar los sonidos de los disparos impactar en el acero de su arma. En ese momento colocó su mano izquierda en el suelo, empezando a inundar todo en niebla. Esos cabrones le habían tendido una trampa. El barco revolucionario no hizo nada, pues al no tener visión no era aconsejable disparar.
Los marines también se estuvieron quietos, pero no porque no viesen nada. El demonio habçia empezado a hacer de las suyas. Sus puños y piernas se iban estrellando en los rostros ajenos. Lo peor de todo, es que los pobres reclutas no podían hacer nada. Ni siquiera los hombres con haki de observación o visión térmica podían detectarle. Los tiros continuaron sonando por el puerto, y los barcos de la marina comenzaron a llegar. Estaban bien preparados, y ahora se iba a liar una buena batalla en la zona.
El demonio se quedó a las puertas de aquel pequeño almacén y entonces colocó su mano en el pomo de la puerta. El sonido de un cascabel le hizo alzar una ceja, y saltar hacia atrás. De repente una de las paredes fue derribada por una explosión, y a los pocos segundos una enorme cantidad de marines surgieron de la nada. Aquello parecía una jodida trampa, pero el demonio no supo cómo diablos sabían que estaría allí. El revolucionario frunció el ceño, y sacó su enorme espadón, clavándolo en el suelo y quedándose detrás. Empezó a escuchar los sonidos de los disparos impactar en el acero de su arma. En ese momento colocó su mano izquierda en el suelo, empezando a inundar todo en niebla. Esos cabrones le habían tendido una trampa. El barco revolucionario no hizo nada, pues al no tener visión no era aconsejable disparar.
Los marines también se estuvieron quietos, pero no porque no viesen nada. El demonio habçia empezado a hacer de las suyas. Sus puños y piernas se iban estrellando en los rostros ajenos. Lo peor de todo, es que los pobres reclutas no podían hacer nada. Ni siquiera los hombres con haki de observación o visión térmica podían detectarle. Los tiros continuaron sonando por el puerto, y los barcos de la marina comenzaron a llegar. Estaban bien preparados, y ahora se iba a liar una buena batalla en la zona.
Eichi Tsukasa
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Cierto tumulto a su alrededor hizo que el joven abriera sus ojos y mirara para ver lo que sucedía. Sin que se diera cuenta, el puerto se había llenado de repente con marines. Joder, si Saiba estuviera allí, entonces Eichi se hubiera llevado un buena por no esta pendiente de sus alrededores. Miró hacia el almacén y se fijó que los marines rodeaban a una figura. Espadón largo, vendas en el rostro, cabello corto... Si es que no se trataba de un sueño, entonces tenía al antiguo héroe de la marina y actual estandarte de la revolución, Krauser. Cerró y abrió los ojos tres veces. Al ver que la figura no desaparecía, se dio cuenta que no era un sueño.. ¿Qué mierda hacía una leyenda vivienda en esa isla?
Se quedó sin respuesta, porque en ese mismo momento el puerto pasó a ser una zona de guerra. Una niebla se había apoderado del lugar, y en ese mismo momento la cacería empezó. Gritos de marines se apoderaron del lugar, y el sonido de cuerpos chocando con el suelo se podía oír. El pelirrojo gruñó por lo bajo, y solo gracias a sus años de entrenamiento fue que pudo esquivar el cuerpo de un marine que iba directamente hacia él. Suspiró por lo bajó y intentó tirarse hacia el suelo. No podía ver nada con esa jodida niebla, y estaba seguro que Krauser era quien hacía aquello. De momento la zona más segura era el suelo. No vaya a ser que el revolucionario le atacase en medio de toda la confusión.
– Tu, ¿acaso te encuentras aliado con ese demonio? –
Un voz a su espalda hizo que abandonase su plan original. Al ver hacia atrás, observó que se trataba de un marine. Eichi gruñó por lo bajo al ver aquello. Eso era otro cosa por la que temía; que le confundiesen por un revolucionario por estar en el lugar y momento equivocado. Suspiró e intentó explicarse, pero no pudo hacerlo. El marine pegó un grito y se lanzó hacia él. El pelirrojo esquivó esa arremetida con facilidad y asestó un golpe al cuello del uniformado. Una vez que cerciorado de que se encontrase inconsciente, se sentaría en el suelo. Definitivamente había cada idiota dentro del gobierno, y no sabía como Alice y Alex podían servir a una institución así.
Se quedó sin respuesta, porque en ese mismo momento el puerto pasó a ser una zona de guerra. Una niebla se había apoderado del lugar, y en ese mismo momento la cacería empezó. Gritos de marines se apoderaron del lugar, y el sonido de cuerpos chocando con el suelo se podía oír. El pelirrojo gruñó por lo bajo, y solo gracias a sus años de entrenamiento fue que pudo esquivar el cuerpo de un marine que iba directamente hacia él. Suspiró por lo bajó y intentó tirarse hacia el suelo. No podía ver nada con esa jodida niebla, y estaba seguro que Krauser era quien hacía aquello. De momento la zona más segura era el suelo. No vaya a ser que el revolucionario le atacase en medio de toda la confusión.
– Tu, ¿acaso te encuentras aliado con ese demonio? –
Un voz a su espalda hizo que abandonase su plan original. Al ver hacia atrás, observó que se trataba de un marine. Eichi gruñó por lo bajo al ver aquello. Eso era otro cosa por la que temía; que le confundiesen por un revolucionario por estar en el lugar y momento equivocado. Suspiró e intentó explicarse, pero no pudo hacerlo. El marine pegó un grito y se lanzó hacia él. El pelirrojo esquivó esa arremetida con facilidad y asestó un golpe al cuello del uniformado. Una vez que cerciorado de que se encontrase inconsciente, se sentaría en el suelo. Definitivamente había cada idiota dentro del gobierno, y no sabía como Alice y Alex podían servir a una institución así.
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Krauser no tardó mucho en noquear a la gran mayoría de los marines. Había dado ya la orden de que sus hombres se fuesen sin él y pese a que no estaban de acuerdo, tuvieron que hacerlo. De esa forma ellos podían escapar de la isla. El demonio empezaba a notar presencias demasiado fuertes en todos los barcos que se acercaban. Podía con todas, pero si estaban en grupo, la cosa podía ser difícil. Sin pensárselo, salió disparado por la madera, hasta que vio algo que le puso de mala leche. Uno marine confundió a un chico con un criminal y antes de que pudiese hacer nada, el pelirrojo había vencido al otro. Entonces el sonido de las explosiones en el puerto fue aumentando. Iban a reventar todo sin ver nada.
- Estúpidos marines…
Dijo en voz alta al lado del pelirrojo. Entonces anuló su niebla por completo. Cuando la escena terminó, el demonio de la niebla estaba al lado de Eichi. Su ojo derecho tenía ahora un corte superficial, el cual no le quitaba visión alguna. Observaba a los distintos barcos apuntándole y por el fondo al suyo alejarse. Aquello le hizo sentirse mejor. Entonces escuchó el sonido de una bola lanzarse hacia él. Sin previo aviso, dio un paso hacia delante y entonces de un poderoso corte con su espadón la hizo pedazos. A continuación apuntó con él al pelirrojo y después empezó a jadear debido a la situación.
- Un disparo más y mato a este noble. Me da lo mismo que pertenezca a la familia real de Arabasta, si os movéis le corto el cuello. Estoy seguro de que vuestros jefes os matarían sin preguntar.
El fuego enemigo cedió entonces y en ese momento Krauser guiñó un ojo al chico disimuladamente, para que continuase con aquel teatro.
- Estúpidos marines…
Dijo en voz alta al lado del pelirrojo. Entonces anuló su niebla por completo. Cuando la escena terminó, el demonio de la niebla estaba al lado de Eichi. Su ojo derecho tenía ahora un corte superficial, el cual no le quitaba visión alguna. Observaba a los distintos barcos apuntándole y por el fondo al suyo alejarse. Aquello le hizo sentirse mejor. Entonces escuchó el sonido de una bola lanzarse hacia él. Sin previo aviso, dio un paso hacia delante y entonces de un poderoso corte con su espadón la hizo pedazos. A continuación apuntó con él al pelirrojo y después empezó a jadear debido a la situación.
- Un disparo más y mato a este noble. Me da lo mismo que pertenezca a la familia real de Arabasta, si os movéis le corto el cuello. Estoy seguro de que vuestros jefes os matarían sin preguntar.
El fuego enemigo cedió entonces y en ese momento Krauser guiñó un ojo al chico disimuladamente, para que continuase con aquel teatro.
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