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Había ido a entregar la recompensa de uno de los piratas que habia capturado en una isla de al lado, el hombre de la recompensa haber el trabajo limpio y bien hecho me había hablado de una especie de "Misión especial", la cosa consistia simplemente en capturar a un criminal y llevarselo, simple y fácil.
Había investigado más sobre aquel hombre, era un conocido pirata que se dedicaba a todo lo malo que una persona se puede dedicar, estafas, asesinatos, robos, peleas, apuestas.... y para mi sorpresa frecuentaba la isla de Jaya, la primera isla que visité cuando salí de Skypea y una de las que más conocía.
Una vez ya en Jaya no podía con la emoción de aquel trabajo pensando que, además de detener a un tipo que se merecía ser encarcelado con toda su alma, al estar tan cerca de Skypea podría tener información muy valiosa sobre los piratas que hacía años la habían invadido, es más no me resultaba nada extraño que él estuviese entre ellos, lo que hacia que estuviese aún más emocionada por aquel trabajo.
Mi primer paso fue visitar una de las tabernas más concurridas de la ciudad, si le gustaban las peleas y apostar no me cabía la menor duda que o bien estaba ahí o bien iba a hacer su aparición dentro de poco.
Entré en la taberna, estaba igual que la recordaba, tenía el mismo apestoso olor a alcohol derramado y puros recien fumados, había un enorme griterio de borrachos apostando o apunto de empezar alguna trifulca.
Por desgracia el pirata que yo buscaba no se encontraba allí pero aquello no me desanimo, sabía que aparecería en algún momento así que simplemente, esperé. Me senté en la barra y apoyé mi arco en ella, pedí un zumo de piña ya que no me gustaba beber cuando estaba enfrentandome a algún tipo de criminal peligroso y me sente de lado, de tal forma que veía tanto la barra, como la puerta de entrada, como lo que pasaba detrás mio.
Había investigado más sobre aquel hombre, era un conocido pirata que se dedicaba a todo lo malo que una persona se puede dedicar, estafas, asesinatos, robos, peleas, apuestas.... y para mi sorpresa frecuentaba la isla de Jaya, la primera isla que visité cuando salí de Skypea y una de las que más conocía.
Una vez ya en Jaya no podía con la emoción de aquel trabajo pensando que, además de detener a un tipo que se merecía ser encarcelado con toda su alma, al estar tan cerca de Skypea podría tener información muy valiosa sobre los piratas que hacía años la habían invadido, es más no me resultaba nada extraño que él estuviese entre ellos, lo que hacia que estuviese aún más emocionada por aquel trabajo.
Mi primer paso fue visitar una de las tabernas más concurridas de la ciudad, si le gustaban las peleas y apostar no me cabía la menor duda que o bien estaba ahí o bien iba a hacer su aparición dentro de poco.
Entré en la taberna, estaba igual que la recordaba, tenía el mismo apestoso olor a alcohol derramado y puros recien fumados, había un enorme griterio de borrachos apostando o apunto de empezar alguna trifulca.
Por desgracia el pirata que yo buscaba no se encontraba allí pero aquello no me desanimo, sabía que aparecería en algún momento así que simplemente, esperé. Me senté en la barra y apoyé mi arco en ella, pedí un zumo de piña ya que no me gustaba beber cuando estaba enfrentandome a algún tipo de criminal peligroso y me sente de lado, de tal forma que veía tanto la barra, como la puerta de entrada, como lo que pasaba detrás mio.
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Era imperdonable. No le dejaría escapar ni aunque me fuese la vida en ello. Esa sucia rata de cloaca recibiría su castigo o abandonaría la marina nada más llegar al cuartel general. Tal era mi furia y frustración que no pude evitar partir a solas en un pequeño velero. Se trataba de una embarcación más pequeña y por lo tanto ligera, por lo cual tan solo necesitaba un viento favorable para sacar ventaja a ese maldito asesino. Y para mi fortuna, tenía cierto control sobre el viento, lo cual me permitió lanzar de vez en cuanto una corriente de aire contra el velamen del pequeño velero, no mucho, pero lo suficiente para ganar buena velocidad.
Hacía poco había salido de una isla pequeña que había sido devastada por un sucio bastardo. Un pirata conocido por su sadismo con los pequeños pueblos. Un cobarde que solamente se atrevía a luchar con los más débiles. Saqueaba sus bienes, violaba a sus mujeres y asesinaba a sus más jóvenes miembros. Cuando llegué hacía poco que había partido con destino a Jaya. Tenía su descripción. Cabello moreno, muy corto, vestía con pantalones cortos y un chaleco de cuero y era algo forzudo. Por lo menos a simple vista. No era gran cosa, pero era suficiente para identificarle y acabar con su desdichada vida.
La imagen de aquellas familias, con sus primogénitos hechos pedazos entre sus brazos me dejó devastado, bien es cierto que mi sensación no era más desagradable que la de los familiares, también algo torturados y malheridos, pero si algo era cierto es que no podía soportar tales actos. Simplemente me resultaba imposible quedarme de brazos cruzados, por lo cual dejé a mis hombres con esas pobres gentes para que les ayudasen a reparar lo que fue dañado y tratar de hacer lo posible por mejorar la situación, con el único problema que ya no había solución posible para esas pobres vidas perdidas.
Ya estaba llegando al puerto de Jaya. No había estado nunca en esta isla, pero el pose no engañaba. Menos mal que no hace falta ser muy inteligente para saber guiarse con un log pose. Nada más descender estaba bien clara mi posición. Había algunos piratas por allí, pero no era ningún misterio. Si por algo es conocida la isla de Jaya es por dos cosas, la primera es el acceso que tiene a la isla de los cielos, aunque por lo que a mí respecta eso no son más que puras leyendas, y la segunda es por ser un punto de encuentro para piratas. Aquí una tripulación de cazadores de recompensas se llevarían un buen pellizco.
Avancé hacia esos malolientes bandidos, ellos tan solo se rieron al verme. Llevaba mi distintivo de marine, y tal vez se pensaron que no me atrevería a hacerles nada por estar en una isla rodeado de piratas por todas partes. Por desgracia para ellos eso no es ningún inconveniente para mí, sino que más bien es al contrario. Llegué a uno de ellos, le metí un puñetazo y lo dejé noqueado en el suelo. Tan solo fue un aviso para que su compañero hablase y me contase donde estaba el pirata que estaba buscando.
Por suerte para él se asustó lo suficiente para avisarme que hacía un par de horas había llegado y desembarcado. Se había dirigido hacia el pueblo y seguramente hacia alguna posada o taberna. Le dejé caer con toda mi rabia acumulada y comencé a caminar hacia el pueblo. Ahora tenía dos buenas bazas para encontrarle, o por lo menos para que él me encontrase a mí. Algunos piratas se cubren las espaldas entre ellos, si tengo suerte llegará a sus oídos que alguien le busca y tal vez él mismo quiera saber quién es. Tal vez su ego sea lo suficientemente fuerte como para creer que puede derrotar a cualquiera que esté a solas. Aunque también cabe la posibilidad de que sea un cobarde de campeonato, tal y como parece.
Llegué a la posada que parecía tener más renombre. Me relajé. No quería llamar la atención, pues sino tendría que enfrentarme a demasiada gente. Cogí mi distintivo de marine y lo guardé, por lo que tan solo me quedé con mis ropas verdes y mis armas cargadas. Lentamente entré al local y comencé a caminar con toda la tranquilidad y serenidad que pude. Me aproximé a la barra, pedí una jarra y me senté a observar el panorama.
No me gustaba beber cuando iba de caza, pero si pedía otra cosa podría llamar la atención. Es un lugar de reunión de piratas, al menos en su mayoría, y que llegue alguien y no pida algo así podría llamar bastante la atención. Y no me convenía enfrentarme a todos los que estaban allí dentro, tal vez incluso había alguien más poderoso que yo, y no me interesaba enzarzarme en tal combate. Por lo que en principio tan solo me centre en buscar a mi objetivo.
Mientras cogía la jarra de cerveza helada comencé a observar de un lado a otro. Había muchos tipos con unas pintas dignas de cualquier pirata, pero ninguno tenía la descripción que me habían dado. Aunque si hubo algo que me llamó bastante la atención, un grupo de hombres cuchicheaban y se reían observando hacia otra posición, miré en busca del origen de sus risas y lo que vi no me gustó nada. Había una chica de rubios cabellos, al parecer no era más que una niña, bastante joven. Estaba tomando algo parecido a un zumo. El color era claro, pero bastante más espeso a simple vista para tratarse de una cerveza. No sabía qué haría una chica así en ese lugar, pero me daba mala espina. Esos sucios degenerados no tardarían en levantarse para intentar ir a divertirse con ella. Pero no les dejaría. Por suerte esa chica no estaba demasiado lejos de mi posición, pues también estaba en la barra apoyada, incluso puede que se diese cuenta de que me fijé en ella.
Solo quedaba esperar a que algo ocurriese. Esperaba que esos malditos no intentasen nada, pues en cuanto se aproximasen un poco a ella volaría hacia ellos una onda de choque que seguramente les haría caer de culo.
Hacía poco había salido de una isla pequeña que había sido devastada por un sucio bastardo. Un pirata conocido por su sadismo con los pequeños pueblos. Un cobarde que solamente se atrevía a luchar con los más débiles. Saqueaba sus bienes, violaba a sus mujeres y asesinaba a sus más jóvenes miembros. Cuando llegué hacía poco que había partido con destino a Jaya. Tenía su descripción. Cabello moreno, muy corto, vestía con pantalones cortos y un chaleco de cuero y era algo forzudo. Por lo menos a simple vista. No era gran cosa, pero era suficiente para identificarle y acabar con su desdichada vida.
La imagen de aquellas familias, con sus primogénitos hechos pedazos entre sus brazos me dejó devastado, bien es cierto que mi sensación no era más desagradable que la de los familiares, también algo torturados y malheridos, pero si algo era cierto es que no podía soportar tales actos. Simplemente me resultaba imposible quedarme de brazos cruzados, por lo cual dejé a mis hombres con esas pobres gentes para que les ayudasen a reparar lo que fue dañado y tratar de hacer lo posible por mejorar la situación, con el único problema que ya no había solución posible para esas pobres vidas perdidas.
Ya estaba llegando al puerto de Jaya. No había estado nunca en esta isla, pero el pose no engañaba. Menos mal que no hace falta ser muy inteligente para saber guiarse con un log pose. Nada más descender estaba bien clara mi posición. Había algunos piratas por allí, pero no era ningún misterio. Si por algo es conocida la isla de Jaya es por dos cosas, la primera es el acceso que tiene a la isla de los cielos, aunque por lo que a mí respecta eso no son más que puras leyendas, y la segunda es por ser un punto de encuentro para piratas. Aquí una tripulación de cazadores de recompensas se llevarían un buen pellizco.
Avancé hacia esos malolientes bandidos, ellos tan solo se rieron al verme. Llevaba mi distintivo de marine, y tal vez se pensaron que no me atrevería a hacerles nada por estar en una isla rodeado de piratas por todas partes. Por desgracia para ellos eso no es ningún inconveniente para mí, sino que más bien es al contrario. Llegué a uno de ellos, le metí un puñetazo y lo dejé noqueado en el suelo. Tan solo fue un aviso para que su compañero hablase y me contase donde estaba el pirata que estaba buscando.
Por suerte para él se asustó lo suficiente para avisarme que hacía un par de horas había llegado y desembarcado. Se había dirigido hacia el pueblo y seguramente hacia alguna posada o taberna. Le dejé caer con toda mi rabia acumulada y comencé a caminar hacia el pueblo. Ahora tenía dos buenas bazas para encontrarle, o por lo menos para que él me encontrase a mí. Algunos piratas se cubren las espaldas entre ellos, si tengo suerte llegará a sus oídos que alguien le busca y tal vez él mismo quiera saber quién es. Tal vez su ego sea lo suficientemente fuerte como para creer que puede derrotar a cualquiera que esté a solas. Aunque también cabe la posibilidad de que sea un cobarde de campeonato, tal y como parece.
Llegué a la posada que parecía tener más renombre. Me relajé. No quería llamar la atención, pues sino tendría que enfrentarme a demasiada gente. Cogí mi distintivo de marine y lo guardé, por lo que tan solo me quedé con mis ropas verdes y mis armas cargadas. Lentamente entré al local y comencé a caminar con toda la tranquilidad y serenidad que pude. Me aproximé a la barra, pedí una jarra y me senté a observar el panorama.
No me gustaba beber cuando iba de caza, pero si pedía otra cosa podría llamar la atención. Es un lugar de reunión de piratas, al menos en su mayoría, y que llegue alguien y no pida algo así podría llamar bastante la atención. Y no me convenía enfrentarme a todos los que estaban allí dentro, tal vez incluso había alguien más poderoso que yo, y no me interesaba enzarzarme en tal combate. Por lo que en principio tan solo me centre en buscar a mi objetivo.
Mientras cogía la jarra de cerveza helada comencé a observar de un lado a otro. Había muchos tipos con unas pintas dignas de cualquier pirata, pero ninguno tenía la descripción que me habían dado. Aunque si hubo algo que me llamó bastante la atención, un grupo de hombres cuchicheaban y se reían observando hacia otra posición, miré en busca del origen de sus risas y lo que vi no me gustó nada. Había una chica de rubios cabellos, al parecer no era más que una niña, bastante joven. Estaba tomando algo parecido a un zumo. El color era claro, pero bastante más espeso a simple vista para tratarse de una cerveza. No sabía qué haría una chica así en ese lugar, pero me daba mala espina. Esos sucios degenerados no tardarían en levantarse para intentar ir a divertirse con ella. Pero no les dejaría. Por suerte esa chica no estaba demasiado lejos de mi posición, pues también estaba en la barra apoyada, incluso puede que se diese cuenta de que me fijé en ella.
Solo quedaba esperar a que algo ocurriese. Esperaba que esos malditos no intentasen nada, pues en cuanto se aproximasen un poco a ella volaría hacia ellos una onda de choque que seguramente les haría caer de culo.
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Un hombre entró en el local poco después de que yo lo hicese, se sentó a mi lado y pidio una cerveza, lo normal para aquel tipo de sitios y para un pirata. No llamaba mucho la atención, no se puso a armar bulla y no era el tipo que estaba buscando así que simplemente lo dejé estar mientras seguía mi vigilancia.
Había algo que me estaba molestando bastante, detrás mio una panda de piratas borrachos se reían y me miraban de reojo y se reian aún más, no es que me extrañara por que era algo bastante común y más en ese tipo de lugares pero aún así me fastidiaban, aunque ya me había acostumbrado a ignorar ese tipo de situaciones. Lo que más me molestaba es que cada vez se acercaban un poco más a mi y por supuesto no iba a permitir ninguna de sus chorradas, ni intentos, ni bromas en mi presencia por ser una "niña" cosa que odiaba que pensaran de mi y más si eran unos piratas descerebrados como aquellos pero si me enfrentaba a ellos llamaría demasiado la atención (Más de lo que ya la llamaba de por si) y era lo que menos necesitaba en aquel momento.
Así como había previsto sucedió, un hombre alto y algo musculoso con pelo moreno corto y un chaleco de cuero entró en el local, era justo el tipo de la foto que me habian mostrado, el pirata que tenía que capturar y que tanto se merecía estar a la sombra lo máximo posible. Me levanté con rápidez cuando se sentó en la barra, mi plan era ir hacia él, derribarle por detrás sin que se lo esperaba torturarle un poquito para ver que sabía sobre el ataque de hacia años a Skypea y después entregarlo y que pagara por sus actos, pero por desgracia algo arruinó mi plan.
Justo cuando me levanté se empezó a escuchar detrás de mi -Eh niña.- Eran los borrachos llamandome, les ignoré y recogí mi arco del suelo, recé por que mi captura no lo oyera. -¡Eh rubia!- "Por favor, no te gires, ignoralos, ignoralos"L decía mentalmente a mi presa -¿Estas sorda?- Avancé un paso. -¡Mocosa! ¿Que te crees que estas haciendo?- Volví a dar otro paso pero uno de los piratas que antes cuchilleaba en el circulo me había agarrado por la muñeca. -Hola pequeña, ¿Te has perdido?- Olia mucho a alcohol, me dieron ganas de vomitar.
Acercó su mano hacia mi mejilla aquello ya no podía soportarlo más, justo cuando estaba apunto de acariciarme la mejilla le cójí de la muñeca y usando su fuerza contra él conseguí tirarle al suelo.
Mierda, todo el mundo me estaba mirando, inclusó el criminal al que iba a capturar que parecía divertido con el Show ya no podía hacer nada al respecto así que aproveche que estaba en el suelo tirado para tener una ventaja y que me diese tiempo a cargar el arco. Cuando se levantó y antes de que sus amigos pudiesen ayudarle ya les estaba apuntando con el arco, los tres se reían.
Una flecha pasó rozandole la cara al pirata que estaba más cerca de mi, los tres se dejaron de reír al ver el corte que le había hecho en la mejilla, sonreí. -Un movimiento más y esta "niña"- Pronuncié la palabra con descaro.- No fallará la proxima.-
Había algo que me estaba molestando bastante, detrás mio una panda de piratas borrachos se reían y me miraban de reojo y se reian aún más, no es que me extrañara por que era algo bastante común y más en ese tipo de lugares pero aún así me fastidiaban, aunque ya me había acostumbrado a ignorar ese tipo de situaciones. Lo que más me molestaba es que cada vez se acercaban un poco más a mi y por supuesto no iba a permitir ninguna de sus chorradas, ni intentos, ni bromas en mi presencia por ser una "niña" cosa que odiaba que pensaran de mi y más si eran unos piratas descerebrados como aquellos pero si me enfrentaba a ellos llamaría demasiado la atención (Más de lo que ya la llamaba de por si) y era lo que menos necesitaba en aquel momento.
Así como había previsto sucedió, un hombre alto y algo musculoso con pelo moreno corto y un chaleco de cuero entró en el local, era justo el tipo de la foto que me habian mostrado, el pirata que tenía que capturar y que tanto se merecía estar a la sombra lo máximo posible. Me levanté con rápidez cuando se sentó en la barra, mi plan era ir hacia él, derribarle por detrás sin que se lo esperaba torturarle un poquito para ver que sabía sobre el ataque de hacia años a Skypea y después entregarlo y que pagara por sus actos, pero por desgracia algo arruinó mi plan.
Justo cuando me levanté se empezó a escuchar detrás de mi -Eh niña.- Eran los borrachos llamandome, les ignoré y recogí mi arco del suelo, recé por que mi captura no lo oyera. -¡Eh rubia!- "Por favor, no te gires, ignoralos, ignoralos"L decía mentalmente a mi presa -¿Estas sorda?- Avancé un paso. -¡Mocosa! ¿Que te crees que estas haciendo?- Volví a dar otro paso pero uno de los piratas que antes cuchilleaba en el circulo me había agarrado por la muñeca. -Hola pequeña, ¿Te has perdido?- Olia mucho a alcohol, me dieron ganas de vomitar.
Acercó su mano hacia mi mejilla aquello ya no podía soportarlo más, justo cuando estaba apunto de acariciarme la mejilla le cójí de la muñeca y usando su fuerza contra él conseguí tirarle al suelo.
Mierda, todo el mundo me estaba mirando, inclusó el criminal al que iba a capturar que parecía divertido con el Show ya no podía hacer nada al respecto así que aproveche que estaba en el suelo tirado para tener una ventaja y que me diese tiempo a cargar el arco. Cuando se levantó y antes de que sus amigos pudiesen ayudarle ya les estaba apuntando con el arco, los tres se reían.
Una flecha pasó rozandole la cara al pirata que estaba más cerca de mi, los tres se dejaron de reír al ver el corte que le había hecho en la mejilla, sonreí. -Un movimiento más y esta "niña"- Pronuncié la palabra con descaro.- No fallará la proxima.-
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Las risas aumentaban en ciertas mesas, unos borrachos brindaban por su último botín, unos simplemente reían jugando a una especie de juego de cartas en el que acababan recibiendo tortazos cuando perdían, o por lo menos me dio la sensación de que era eso al verle recibir un tortazo que le cruzó la cara y comenzar a reirse como si no hubiera un mañana. Otras mesas sin embargo parecían más calladas, algunos tal vez asustados por la cantidad de gente que había o de lo alborotadores que resultaba alguno de ellos.
No obstante de quien más atento estaba era de la mesa de aquellas ratas que no paraban de mirar a la joven. Era cuestión de tiempo que intentaran hacer algo, y el miedo que tenía yo era que lo más seguro es que al haber alboroto, todo se tornaría un caos. Con tanta sabandija suelta por ahí dentro lo más normal es que la mitad acaben heridos o muertos por la otra mitad que resultasen ser más fuertes. Y en cuanto a la chica... No quería pensar que podrían hacerle a la pobre. Si quería intervenir tendría que esperarme a que se la llevasen fuera y entonces bajarles el libido de la forma más rápida. Cortando por lo sano.
Mientras pensaba en cómo darle escarmiento a unos malditos violadores y asesinos ocurrió algo que se llevó toda mi atención de golpe. Una persona que coincidía con la descripción del demonio que venía persiguiendo hizo su entrada en el local. Se sentó en la barra, a escasos metros de mí. No pude evitar apretar los puños y los dientes, conteniéndome entrar en acción en ese mismo lugar. No quería causarle problemas a la chica, y estaba claro que si se comenzaba a liar en el local, esos tipos aprovecharían para coger a la joven.
Ni siquiera me di cuenta de lo que estaba haciendo. Miraba fijamente a esa escoria que se había sentado al lado. No era tan robusto como me había imaginado, pero si era cierto que daba asco verle la cara. No se preocupaba mucho por su aspecto, y parecía tener una buena cicatriz en su brazo derecho. Un punto débil a tener en cuenta. No parece muy antigua, y una de ese tamaño siempre es un lastre que duele al sobreesfuerzo. Y a un golpe directo.
Mi atención se volvió a desviar al escuchar alboroto a mi izquierda. La joven se había levantado y en ese momento descargaba su arco... ¿Tenía un arco la chica? Ni me había dado cuenta. Lo descargaba contra una de esas alimañas que se reían de él. Cargaba una nueva flecha y se quedaba apuntando, amenazando con que no volvería a fallar.
¿Qué diablos estaba viendo? Esa chica le estaba plantando más pelotas que la mayoría de los que allí se atreverían jamás. O estaba loca de remate o sabía lo que hacía. Pero aun así no dejaba de ser muy imprudente lo que acababa de hacer. Ahora amenazaba a un tipo con el arco, y había otros dos detrás de él que seguramente no le importarían mucho que su colega resultase herido. Y si así era se cebarían más con la muchacha. En este momento estaba contra la espada y la pared. Si no hacía nada si que le iban a golpear a la chica nada más llegar. Y parecía que solo tenía ese arco, en lo que tardaba en cargar otra flecha, seguramente los otros dos tipos ya se le habrían echado encima.
Me quedé atento. Activé mi haki de observación y mantuve latente mi haki armadura, preparado para cualquier imprevisto. Utilicé mi energía para materializar dos pequeños cuchillos arrojadizos en mi mano izquierda. Lo hice oculto de modo que quien me viera lanzarlos se pensaría que los había sacado de la manga. Es más lógico que pensar que han aparecido de la nada. Había muchos enemigos allí. Esperaba que no ocurriese nada extraño.
El tipo por el que había venido aquí estaba riendo. Y me estaba poniendo realmente de los nervios. No pude evitar reaccionar como lo iba a hacer. Quería callarle, pero hacer algo ahora mismo solo serviría para que cundiera el pánico. Para que él pudiera escapar, para que cogieran a la chica. ¡Argh! Maldita sea. ¿Por qué debe ser todo tan complicado? Y lo más importante de todo. ¿Por qué diablos siempre trato de hacer lo mejor para todos? Maldije a la chica por estar allí a la vez que lanzaba los dos cuchillos a los torsos de los dos tipos que estaban detrás. Se escuchó un grito. Me concentré y pude sentir que mucha gente se levantaba y se alteraba. Eso ya era algo inevitable.
Giré mi rostro hacia el cabrón del chaleco de cuero tras ver que los dos tipos de atrás habían caído. El tipo se dio cuenta de que le miraba y que iba a ir a por él. Se asustó pero no fue lo suficientemente rápido para evitar que llegase a su posición y le hiciera caer al suelo. Desenfunde dos de las espadas y con una apunté a su cuello, con la otra a un cabrón que había sentido aproximarse hacia mí gracias al Kenbunshoku. Le pisé la mano más cercana al cabrón que estaba en el suelo y miré al otro. Estaba asustado, incluso le había pinchado un poco en el pecho.
-Lárgate -dije con voz seca y tajantemente.
El tipo se acobardó y salió corriendo. Miré alrededor. Había muchos mirándome, otros miraban hacia atrás a la chica. Pocos tenían ganas de pelear viendo lo que acababa de hacer en un momento. Muchos salieron corriendo como cobardes que eran. Enfundé la espada que no tenía ninguna función y me arrodillé ante el tipo que había hecho caer.
-¿Te gusta asesinar? ¿Te divierte matar a unos pequeños niños delante de sus padres?
El tipo simplemente comenzó a reirse. Estaba tarado, de eso no cabe la menor duda. Me cabreé y le di un fuerte puñetazo con el haki armadura en toda la nariz, la cabeza le rebotó contra el suelo y el tabique nasal se le rompió, estaba completamente atontado, sino inconsciente. Entonces me permití confiarme tan solo un poco y echar un ojo a la chica. No me agradaría no verla detrás y ver que ese tipo había logrado llevársela. Aunque dudaba que eso fuera posible. Estaba amenazándole directamente, un flechazo atravesaría su cabeza sin lugar a dudas.
No obstante de quien más atento estaba era de la mesa de aquellas ratas que no paraban de mirar a la joven. Era cuestión de tiempo que intentaran hacer algo, y el miedo que tenía yo era que lo más seguro es que al haber alboroto, todo se tornaría un caos. Con tanta sabandija suelta por ahí dentro lo más normal es que la mitad acaben heridos o muertos por la otra mitad que resultasen ser más fuertes. Y en cuanto a la chica... No quería pensar que podrían hacerle a la pobre. Si quería intervenir tendría que esperarme a que se la llevasen fuera y entonces bajarles el libido de la forma más rápida. Cortando por lo sano.
Mientras pensaba en cómo darle escarmiento a unos malditos violadores y asesinos ocurrió algo que se llevó toda mi atención de golpe. Una persona que coincidía con la descripción del demonio que venía persiguiendo hizo su entrada en el local. Se sentó en la barra, a escasos metros de mí. No pude evitar apretar los puños y los dientes, conteniéndome entrar en acción en ese mismo lugar. No quería causarle problemas a la chica, y estaba claro que si se comenzaba a liar en el local, esos tipos aprovecharían para coger a la joven.
Ni siquiera me di cuenta de lo que estaba haciendo. Miraba fijamente a esa escoria que se había sentado al lado. No era tan robusto como me había imaginado, pero si era cierto que daba asco verle la cara. No se preocupaba mucho por su aspecto, y parecía tener una buena cicatriz en su brazo derecho. Un punto débil a tener en cuenta. No parece muy antigua, y una de ese tamaño siempre es un lastre que duele al sobreesfuerzo. Y a un golpe directo.
Mi atención se volvió a desviar al escuchar alboroto a mi izquierda. La joven se había levantado y en ese momento descargaba su arco... ¿Tenía un arco la chica? Ni me había dado cuenta. Lo descargaba contra una de esas alimañas que se reían de él. Cargaba una nueva flecha y se quedaba apuntando, amenazando con que no volvería a fallar.
¿Qué diablos estaba viendo? Esa chica le estaba plantando más pelotas que la mayoría de los que allí se atreverían jamás. O estaba loca de remate o sabía lo que hacía. Pero aun así no dejaba de ser muy imprudente lo que acababa de hacer. Ahora amenazaba a un tipo con el arco, y había otros dos detrás de él que seguramente no le importarían mucho que su colega resultase herido. Y si así era se cebarían más con la muchacha. En este momento estaba contra la espada y la pared. Si no hacía nada si que le iban a golpear a la chica nada más llegar. Y parecía que solo tenía ese arco, en lo que tardaba en cargar otra flecha, seguramente los otros dos tipos ya se le habrían echado encima.
Me quedé atento. Activé mi haki de observación y mantuve latente mi haki armadura, preparado para cualquier imprevisto. Utilicé mi energía para materializar dos pequeños cuchillos arrojadizos en mi mano izquierda. Lo hice oculto de modo que quien me viera lanzarlos se pensaría que los había sacado de la manga. Es más lógico que pensar que han aparecido de la nada. Había muchos enemigos allí. Esperaba que no ocurriese nada extraño.
El tipo por el que había venido aquí estaba riendo. Y me estaba poniendo realmente de los nervios. No pude evitar reaccionar como lo iba a hacer. Quería callarle, pero hacer algo ahora mismo solo serviría para que cundiera el pánico. Para que él pudiera escapar, para que cogieran a la chica. ¡Argh! Maldita sea. ¿Por qué debe ser todo tan complicado? Y lo más importante de todo. ¿Por qué diablos siempre trato de hacer lo mejor para todos? Maldije a la chica por estar allí a la vez que lanzaba los dos cuchillos a los torsos de los dos tipos que estaban detrás. Se escuchó un grito. Me concentré y pude sentir que mucha gente se levantaba y se alteraba. Eso ya era algo inevitable.
Giré mi rostro hacia el cabrón del chaleco de cuero tras ver que los dos tipos de atrás habían caído. El tipo se dio cuenta de que le miraba y que iba a ir a por él. Se asustó pero no fue lo suficientemente rápido para evitar que llegase a su posición y le hiciera caer al suelo. Desenfunde dos de las espadas y con una apunté a su cuello, con la otra a un cabrón que había sentido aproximarse hacia mí gracias al Kenbunshoku. Le pisé la mano más cercana al cabrón que estaba en el suelo y miré al otro. Estaba asustado, incluso le había pinchado un poco en el pecho.
-Lárgate -dije con voz seca y tajantemente.
El tipo se acobardó y salió corriendo. Miré alrededor. Había muchos mirándome, otros miraban hacia atrás a la chica. Pocos tenían ganas de pelear viendo lo que acababa de hacer en un momento. Muchos salieron corriendo como cobardes que eran. Enfundé la espada que no tenía ninguna función y me arrodillé ante el tipo que había hecho caer.
-¿Te gusta asesinar? ¿Te divierte matar a unos pequeños niños delante de sus padres?
El tipo simplemente comenzó a reirse. Estaba tarado, de eso no cabe la menor duda. Me cabreé y le di un fuerte puñetazo con el haki armadura en toda la nariz, la cabeza le rebotó contra el suelo y el tabique nasal se le rompió, estaba completamente atontado, sino inconsciente. Entonces me permití confiarme tan solo un poco y echar un ojo a la chica. No me agradaría no verla detrás y ver que ese tipo había logrado llevársela. Aunque dudaba que eso fuera posible. Estaba amenazándole directamente, un flechazo atravesaría su cabeza sin lugar a dudas.
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No había pensado las consecuencias que podía tener lo que había hecho, no había pensado lo que significaba apuntar a un par de tios en un bar hasta los topes de piratas sangrientos y borrachos, que creía que iba a pasar ¿Que me iban a regalar flores? De verdad que a veces era demasiado impulsiva pero bueno ya estaba hecho así que no tenia vuelta atras me mantuve firme y segura de mimisma aunque no lo estaba demasiado.
Intenté ignorar a todos los que se estaban riendo, tambien a los que me miraban tarea no muy fácil puesto que se trataban de practicamente todos los del bar. Decidí centrarme en los movimientos de los piratas que tenía delante el único que parecía un poco intimidado era a quien estaba apuntando, los otros dos podía matar a su amigo alli mismo que les daria exactamente lo mismo, que asco me daba el honor (si se podía llamar así) entre piratas.
Estaba en una encrucijaba sin saber muy bien que hacer ¿Por que siempre acababa metida en estos lios? cuando la salvación vino del lugar que menos me esperaba, a decir verdad al principio no sabia ni de donde había venido, dos cuchillos aterrizaron en los torsos de los amigos del tipo al que apuntaba los cuales se desplomaron en el suelo ¿Estaban muertos? no me paré a comprobarlo lancé la flecha a la rodilla del tipo al que apuntaba y antes de que pudiese reaccionar de alguna manera cargé de nuevo el arco y le disparé a la otra rodilla haciendo que se cayera al suelo (si no se había caido ya con la primera), acto seguido me giré para ver quien había lanzado los dos cuchillos.
Encontré al hombre sentado a mi lado en el suelo con dos espadas, una apuntando a un hombre que emprendió la huida más rápida que había visto nunca y la otra espada estaba en el cuello de mi presa. Estaba casí seguro de que él habia lanzado los cuchillos pero no podía permitir que matara a aquel hombre, aunque se lo mereciese, ya no me importaba el dinero ni el trabajo ni nada pero si había participado en la muerte de Bely o sabia quien lo había hecho necesitaba interrogarle y le mataría después con mis propias manos, aquel imbécil era mio.
Me acercaba a los dos hombres cuando el piratilla al que había disparado en las rodillas me sujeto del tobillo. -Pagarás por esto mocosa.- No podía perder tiempo con él, le arreé una patada en la frente con la pierna que me quedaba libre lo que pareció enfadarle más. -No me obliges a matarte.- Esta vez le di una patada tan fuerte que quedó incosciente en el suelo (cosa no muy extraña con toda la sangre que perdia) y mi pie fue liberado.
Me acerqué entonces a los dos tipos y puse mi mano sobre el hombro del chico que estaba encima que además parecia que me miraba. -Se que es una escoria, pero le necesito. No lo mates.- Le dije y era cierto que lo necesitaba, me jodía reconocer algo así ante además una persona que no conocía de nada pero después de lo que había hecho para ayudarme no me cabia duda de que sería capaz de matar a aquella escoria de pirata y yo le necesitaba vivo para interrogarle.
Intenté ignorar a todos los que se estaban riendo, tambien a los que me miraban tarea no muy fácil puesto que se trataban de practicamente todos los del bar. Decidí centrarme en los movimientos de los piratas que tenía delante el único que parecía un poco intimidado era a quien estaba apuntando, los otros dos podía matar a su amigo alli mismo que les daria exactamente lo mismo, que asco me daba el honor (si se podía llamar así) entre piratas.
Estaba en una encrucijaba sin saber muy bien que hacer ¿Por que siempre acababa metida en estos lios? cuando la salvación vino del lugar que menos me esperaba, a decir verdad al principio no sabia ni de donde había venido, dos cuchillos aterrizaron en los torsos de los amigos del tipo al que apuntaba los cuales se desplomaron en el suelo ¿Estaban muertos? no me paré a comprobarlo lancé la flecha a la rodilla del tipo al que apuntaba y antes de que pudiese reaccionar de alguna manera cargé de nuevo el arco y le disparé a la otra rodilla haciendo que se cayera al suelo (si no se había caido ya con la primera), acto seguido me giré para ver quien había lanzado los dos cuchillos.
Encontré al hombre sentado a mi lado en el suelo con dos espadas, una apuntando a un hombre que emprendió la huida más rápida que había visto nunca y la otra espada estaba en el cuello de mi presa. Estaba casí seguro de que él habia lanzado los cuchillos pero no podía permitir que matara a aquel hombre, aunque se lo mereciese, ya no me importaba el dinero ni el trabajo ni nada pero si había participado en la muerte de Bely o sabia quien lo había hecho necesitaba interrogarle y le mataría después con mis propias manos, aquel imbécil era mio.
Me acercaba a los dos hombres cuando el piratilla al que había disparado en las rodillas me sujeto del tobillo. -Pagarás por esto mocosa.- No podía perder tiempo con él, le arreé una patada en la frente con la pierna que me quedaba libre lo que pareció enfadarle más. -No me obliges a matarte.- Esta vez le di una patada tan fuerte que quedó incosciente en el suelo (cosa no muy extraña con toda la sangre que perdia) y mi pie fue liberado.
Me acerqué entonces a los dos tipos y puse mi mano sobre el hombro del chico que estaba encima que además parecia que me miraba. -Se que es una escoria, pero le necesito. No lo mates.- Le dije y era cierto que lo necesitaba, me jodía reconocer algo así ante además una persona que no conocía de nada pero después de lo que había hecho para ayudarme no me cabia duda de que sería capaz de matar a aquella escoria de pirata y yo le necesitaba vivo para interrogarle.
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Suspiré un poco aliviado cuando vi que la joven estaba allí mismo, incluso mirándome. No supe por qué, la acababa de conocer, pero aun así me sabría mal que a una persona, aparentemente, tan joven le pudiera pasar algo relacionado con esos sucios bastardos. Aunque al ver cómo logró acabar con ese tipo incluso me dio a pensar que pudiera ser un pirata más. Se ve de todo en este mundo y si mal no recuerdo se dice que uno de los actuales yonkou comenzó en la vida de la piratería bastante más joven de lo que parecía esta chica. ¿Sería un peligro para mí también la chica?
Me quedé mirándola. No parecía tener intenciones hostiles mientras se acercaba a mí. Si hubiera querido habría sacado un arma de filo contra el otro tipo, y si me quisiera atacar con el arco ya habría cargado una flecha más y me estaría apuntando. Decidí darle un voto de confianza y fiarme de mis instintos, los cuales me decían que no era ninguna persona peligrosa. Aun así me mantuve alerta por si acaso.
Cuando llegó a mi posición sobre esa presa me puso la mano encima del hombro y me pidió que no lo matase, puesto que le necesitaba. No entendía para qué diablos podría necesitar a una puta escoria como ese, ella misma lo había dicho. Me quedé unos segundos mirándola directamente a los ojos, no parecía haber nada oculto. Se había enfrentado a esos sucios piratas de una forma bastante alocada. No creo que se trate de una aliada de este maldito bastardo, y más haciendo lo que hace el perverso ser que estaba bajo de mí, inmovilizado.
Desvié mi mirada y volví a mirar a esa rata. Le habría cortado la cabeza ahí mismo, pero me tuve que contentar de momento con ese puñetazo que le había largado, parecía inconsciente. Realmente habría dejado que despierte para que estuviese despierto cuando le matase. Pensaba hacerle sufrir tanto como él mismo había causado a todas esas familias. No merecía la pena seguir amenazando a ese tipo, no iba a hacer nada en ese estado.
-Está bien, solo está inconsciente -dije casi en susurro a esa chica.
Me levanté y me quedé mirando a los que todavía estaban allí. Debía hacer que se marchasen, no quería más compañías, salvo las de aquellos que tuviesen intención de abandonar este mundo. Les miré fijamente con cara de pocos amigos, nadie pareció impresionado ni asustado por lo ocurrido, alguno incluso todavía se reía.
-La fiesta se ha acabado. Este señor y yo tendremos una conversación privada si no os importa.
Nadie respondió, incluso alguno hizo el amago de plantarme cara, pero rápidamente lancé una onda cortante impregnada en llamas que le hizo un buen corte en el torso y le hizo quitarse su harapienta camisa, que comenzó a arder.
-No me obliguéis a pedirlo por las malas...
En esa ocasión si que fue suficiente para que todos se largasen, dejando el local vacío, salvo por la chica, los dos tipos que había derrivado con esas cuchillas y el pirata que tenía las rodillas atravesadas y destrozadas. Además del tabernero.
-Descuide caballero, usted está a salvo. Pero por favor ponganos otras bebidas, para mí y para ella.
El hombre parecía estar medio asustado medio acostumbrado a este tipo de situaciones. Tan solo me contestó que no dañase el local y se dispuso a servir el pedido que acababa de hacerle. Me senté en una mesa. El cuerpo de ese tipo estaba tirado en el suelo, sangrando por la nariz, le puse de lado para que la sangre no se acumulase en su garganta y no muriese ahogado, después me senté y me quedé mirando a esa joven rubia.
-Perdona pero no puedo evitar sentir curiosidad. ¿Qué te trae a este lugar? ¿Y por qué hacer algo tan alocado como pelearte con esta escoria?
La pregunta más obvia no estaba formulada, pero algo me decía que habría venido aquí en busca de ese hombre, con saber el por qué lo sabría todo sin necesidad de preguntar directamente.
Me quedé mirándola. No parecía tener intenciones hostiles mientras se acercaba a mí. Si hubiera querido habría sacado un arma de filo contra el otro tipo, y si me quisiera atacar con el arco ya habría cargado una flecha más y me estaría apuntando. Decidí darle un voto de confianza y fiarme de mis instintos, los cuales me decían que no era ninguna persona peligrosa. Aun así me mantuve alerta por si acaso.
Cuando llegó a mi posición sobre esa presa me puso la mano encima del hombro y me pidió que no lo matase, puesto que le necesitaba. No entendía para qué diablos podría necesitar a una puta escoria como ese, ella misma lo había dicho. Me quedé unos segundos mirándola directamente a los ojos, no parecía haber nada oculto. Se había enfrentado a esos sucios piratas de una forma bastante alocada. No creo que se trate de una aliada de este maldito bastardo, y más haciendo lo que hace el perverso ser que estaba bajo de mí, inmovilizado.
Desvié mi mirada y volví a mirar a esa rata. Le habría cortado la cabeza ahí mismo, pero me tuve que contentar de momento con ese puñetazo que le había largado, parecía inconsciente. Realmente habría dejado que despierte para que estuviese despierto cuando le matase. Pensaba hacerle sufrir tanto como él mismo había causado a todas esas familias. No merecía la pena seguir amenazando a ese tipo, no iba a hacer nada en ese estado.
-Está bien, solo está inconsciente -dije casi en susurro a esa chica.
Me levanté y me quedé mirando a los que todavía estaban allí. Debía hacer que se marchasen, no quería más compañías, salvo las de aquellos que tuviesen intención de abandonar este mundo. Les miré fijamente con cara de pocos amigos, nadie pareció impresionado ni asustado por lo ocurrido, alguno incluso todavía se reía.
-La fiesta se ha acabado. Este señor y yo tendremos una conversación privada si no os importa.
Nadie respondió, incluso alguno hizo el amago de plantarme cara, pero rápidamente lancé una onda cortante impregnada en llamas que le hizo un buen corte en el torso y le hizo quitarse su harapienta camisa, que comenzó a arder.
-No me obliguéis a pedirlo por las malas...
En esa ocasión si que fue suficiente para que todos se largasen, dejando el local vacío, salvo por la chica, los dos tipos que había derrivado con esas cuchillas y el pirata que tenía las rodillas atravesadas y destrozadas. Además del tabernero.
-Descuide caballero, usted está a salvo. Pero por favor ponganos otras bebidas, para mí y para ella.
El hombre parecía estar medio asustado medio acostumbrado a este tipo de situaciones. Tan solo me contestó que no dañase el local y se dispuso a servir el pedido que acababa de hacerle. Me senté en una mesa. El cuerpo de ese tipo estaba tirado en el suelo, sangrando por la nariz, le puse de lado para que la sangre no se acumulase en su garganta y no muriese ahogado, después me senté y me quedé mirando a esa joven rubia.
-Perdona pero no puedo evitar sentir curiosidad. ¿Qué te trae a este lugar? ¿Y por qué hacer algo tan alocado como pelearte con esta escoria?
La pregunta más obvia no estaba formulada, pero algo me decía que habría venido aquí en busca de ese hombre, con saber el por qué lo sabría todo sin necesidad de preguntar directamente.
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Por un momento se me pasó pro la cabeza que aquel hombre no iba a parar ahí que no me haria casi y que mataría a la única pista reciente que tenia de todo lo sucedido en Jaya incluso que a lo mejor me mataba a mi de paso aunque aquella última opción no parecia nada viable puesto que si quisiese haberme matado ya podría haberlo hecho y admeás no me habria salvado de aquellos tipos.
Se quedó un rato mirandome y yo le sostuve la mirada, no parecia que me estvuiese intentando intimidar ni nada parecido simplemente, estaba leyendo la verdad en mis ojos.
Dejó de mirarme y volvió a centrar su atención en el tipo que tenia debajo, me dijo que estaba bien simplemente le había dejado incosciente. Me lo había dicho caso en un susurro como si fuese un secreto, no sabia por que quería matar a aquel hombre pero no me cabía la menor duda de que era algo importante, me sentí algo mal por tener que pedirle que de momento no le hiciese nada aunque a aquellas alturas ya había decidido que aquel tipo no seria dado por una recompensa si no que sería aseinado por el hombre que tenia delante y la verdad es que me parecía bien.
Hasta bastante tiempo después no me di cuenta de que practicamente toda la taberna nos miraban, algunos se reían y otros simplemente nos observabamos como si fueramos payasos de circo o estuviesen viendo una serie muy divertida e interesante, me dió una rabia tremenda y unas ganas de cargarmeles a todos allí mismo. El pelirrojo parecía igual de molesto que yo por aquella situación que yo, amenazó a todos para que se marcharan pero como no surgió efecto acabó haciendo arden con un tajo la camiseta de uno de los piratas cercanos. Sin lugar a duda aquel hombre era muy poderoso y bastante peligroso, todos los piratas presentes huyeron por patas, eran una panda de cobardes aunque debo admitir que por un milisegundo a mi tambien me dieron ganas de irme de allí pero me obligué a mi misma a permanecer en el sitio.
Nos quedamos en el local el pelirrojo, los hombres que este habia atravesado con los cuchillos, el pirata incosciente que estaba sangrando y el otro pirata inconsciente con flechas en las rodillas, además de obviamente el tabernero y yo.
El hombre pidió al tabernero dos bebidas y se sentó en una mesa, el tabernero ya medio acostumbrado a este tipo de situaciones se limitó a resignarse y obedecer la comanda, yo aún un poco en Shock por toda aquella situación tan extraña me senté al lado del hombre de los cuchillos.
Sin ningún tipo de miramientos me preguntó que hacia allí y para que quería a aquella escoria, era una persona directa y yo me limité a contestarle con la misma sencillez que él lo había hecho.
-Soy cazarecompensas.- No sabía muy bien por donde empezar así que decidí ir al grano. -Me contrataron para capturar a ese tipo pero realmente eso ya me da un poco igual, le buscó por otras razones más personales. En cuanto se despierte le interrogaré y después sera todo tuyo, puedes matarle como más te apetezca.- Le resumí sin entrar en muchos detalles para que lo entendiera vez.
El camarero nos sirvió las bebidas y yo decidí que ya que él se había tomado la libertad de preguntarme directamente decidí que yo haría lo mismo. -Y tu ¿Por que tienes tantas ganas de matarlo? Obviamente hay muchos motivos según tengo entendido solo quiero saber cual de todos has excogido.- Le pregunté, realmente tenia curiosidad por que era exactamente, no parecía para nada un caza recompensas ya que no lo habría matado, mucho menos parecía un civil puesto que era imposible que luchara así de bien. Finalmente me había decantado por especular que se trataba de un asesino a sueldo o un CP pero preferia que me lo confirsame.
Se quedó un rato mirandome y yo le sostuve la mirada, no parecia que me estvuiese intentando intimidar ni nada parecido simplemente, estaba leyendo la verdad en mis ojos.
Dejó de mirarme y volvió a centrar su atención en el tipo que tenia debajo, me dijo que estaba bien simplemente le había dejado incosciente. Me lo había dicho caso en un susurro como si fuese un secreto, no sabia por que quería matar a aquel hombre pero no me cabía la menor duda de que era algo importante, me sentí algo mal por tener que pedirle que de momento no le hiciese nada aunque a aquellas alturas ya había decidido que aquel tipo no seria dado por una recompensa si no que sería aseinado por el hombre que tenia delante y la verdad es que me parecía bien.
Hasta bastante tiempo después no me di cuenta de que practicamente toda la taberna nos miraban, algunos se reían y otros simplemente nos observabamos como si fueramos payasos de circo o estuviesen viendo una serie muy divertida e interesante, me dió una rabia tremenda y unas ganas de cargarmeles a todos allí mismo. El pelirrojo parecía igual de molesto que yo por aquella situación que yo, amenazó a todos para que se marcharan pero como no surgió efecto acabó haciendo arden con un tajo la camiseta de uno de los piratas cercanos. Sin lugar a duda aquel hombre era muy poderoso y bastante peligroso, todos los piratas presentes huyeron por patas, eran una panda de cobardes aunque debo admitir que por un milisegundo a mi tambien me dieron ganas de irme de allí pero me obligué a mi misma a permanecer en el sitio.
Nos quedamos en el local el pelirrojo, los hombres que este habia atravesado con los cuchillos, el pirata incosciente que estaba sangrando y el otro pirata inconsciente con flechas en las rodillas, además de obviamente el tabernero y yo.
El hombre pidió al tabernero dos bebidas y se sentó en una mesa, el tabernero ya medio acostumbrado a este tipo de situaciones se limitó a resignarse y obedecer la comanda, yo aún un poco en Shock por toda aquella situación tan extraña me senté al lado del hombre de los cuchillos.
Sin ningún tipo de miramientos me preguntó que hacia allí y para que quería a aquella escoria, era una persona directa y yo me limité a contestarle con la misma sencillez que él lo había hecho.
-Soy cazarecompensas.- No sabía muy bien por donde empezar así que decidí ir al grano. -Me contrataron para capturar a ese tipo pero realmente eso ya me da un poco igual, le buscó por otras razones más personales. En cuanto se despierte le interrogaré y después sera todo tuyo, puedes matarle como más te apetezca.- Le resumí sin entrar en muchos detalles para que lo entendiera vez.
El camarero nos sirvió las bebidas y yo decidí que ya que él se había tomado la libertad de preguntarme directamente decidí que yo haría lo mismo. -Y tu ¿Por que tienes tantas ganas de matarlo? Obviamente hay muchos motivos según tengo entendido solo quiero saber cual de todos has excogido.- Le pregunté, realmente tenia curiosidad por que era exactamente, no parecía para nada un caza recompensas ya que no lo habría matado, mucho menos parecía un civil puesto que era imposible que luchara así de bien. Finalmente me había decantado por especular que se trataba de un asesino a sueldo o un CP pero preferia que me lo confirsame.
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La chica se presentó como una cazadora de recompensas. Una declaración demasiado arriesgada estando en un lugar como este. ¿Cómo podía saber que no era un enemigo de ese tipo? ¿Le había ayudado? Bueno, siempre hay cerdos por ahí que quieren que las presas sean solamente para ellos, pudiendo matar a quien osase acercarse siquiera a su "trofeo" de caza. Puede que ni siquiera hubiera pensado en ello la joven, lo cual podría haberle llevado problemas si yo no fuese un miembro de la marina.
Por otro lado me extrañaba que una chica con esa apariencia pudiera tratarse de una cazadora de piratas. Siendo sincero jamás lo habría pensado ni por un solo momento, si acaso habría pensado que estaba ahí con algún pirata y que la estaba exhibiendo como su última captura. ¿Quién diablos sería capaz de pensar algo así de una joven que aparenta tan corta edad? Seguramente en este caso se puede decir eso de que las apariencias engañan. No es tan débil como aparenta, ese cuerpo pequeño le da una gran agilidad, y tal vez no sea tan joven como se ve a simple vista.
Le quería interrogar, por más que la habían contratado para cazarle simplemente. Eso deja una ligera incógnita. Seguramente ya se hayan encontrado en el pasado, o tal vez ella crea que si, podría ser algo relacionado con los motivos que le hayan llevado a convertirse en una cazadora, hasta el punto de renunciar al trabajo tan solo por que otra persona quiere hacerse con él. Todo eso me decía que en efecto podía estar relacionado el que ella sea lo que es ahora mismo. No le quitaría el honor de interrogarle y torturarle como quiera, si es que es su método. Pero no le negaría llevarme su vida.
-Mis motivos... -dije en voz baja. Realmente no tenía ninguna obligación de ir a por él, tan solo el azar me llevó a su búsqueda- No es que tenga muchas razones. Pero me sirve con una tan solo...
Respiré hondo. Ella era una cazadora de recompensas, tampoco estaba seguro de fiarme de ella ahora mismo, pero tampoco tenía motivos ni razones para desconfiar, de modo que no vi razón para ocultarle la verdad ni para edulcorarla con mentiras.
-Hace unos días desembarqué con mis hombres en una isla cercana. Soy un miembro de la marina, un teniente-comandante, y llegamos a esa isla para reabastecernos, habíamos tenido un largo viaje y necesitábamos un poco de provisiones. Pero cuando desembarcamos, lo único que pude ver...
Las palabras se me cortaban casi como el aliento. El mero hecho de recordar aquellos rostros quebrados y dejados de toda esperanza hacía que me viniese abajo, que deseara comenzar a torturar a ese maldito sádico. Me arrepentía de permitir que recuperase la conciencia para que ella le pudiera interrogar. Pero ahora ya estaba hecho, no pensaba retractarme a mis palabras.
-Aquello era la desolación. Familias completas destrozadas, despojadas de sus descendientes por un sádico que llegó, apresó a las familias y secuestró a los pequeños de cada una de ellas. Después de saquearles todo lo que pudieron, comenzaron a matar a sangre fría a los más jóvenes, delante de sus familias. Cada muerto acababa de una forma distinta, uno degollado, otro desollado, alguno desmembrado... Delante de sus padres y hermanos.
Agaché la cabeza, estaba a punto de saltar y dejarme controlar por la ira. Pero debía reprimirme aquello. Si me dejaba llevar no solo mataría a esa maldita escoria, sino que también podría poner en peligro a la chica y al hombre que se hallaba sirviéndonos tras la barra. Si me dejaba llevar estaba seguro que perdería el control, sería como encender una mecha. Tan solo es cuestión de tiempo que la bomba asociada a ella estalle, y una explosión no distingue de aliados o enemigos.
-Cuando despierte podrás preguntarle lo que quieras. Pero después ese hombre morirá en mis manos. No se qué le haré, pero sufrirá tanto como esas familias. No le dejaré morir hasta que no esté seguro de que así sea... Después será todo tuyo. A mí no me interesa para nada, y si tiene recompensa por su cabeza, da igual vivo o muerto.
Me quedé completamente serio mirando el cuerpo inconsciente de ese tipo. Comenzaba a moverse un poco, movía la cabeza como quien se despierta completamente aturdido. Volví a crear otras dos dagas en mis manos. Esta vez no me molesté en ocultar el hecho de que esas armas saliesen de la nada. Las lancé y le clavé una en el tobillo y la otra en la muñeca, ambas extremidades de la zona izquierda de su cuerpo. Con eso no podría ni andar ni siquiera levantarse. Era el momento del interrogatorio.
Por otro lado me extrañaba que una chica con esa apariencia pudiera tratarse de una cazadora de piratas. Siendo sincero jamás lo habría pensado ni por un solo momento, si acaso habría pensado que estaba ahí con algún pirata y que la estaba exhibiendo como su última captura. ¿Quién diablos sería capaz de pensar algo así de una joven que aparenta tan corta edad? Seguramente en este caso se puede decir eso de que las apariencias engañan. No es tan débil como aparenta, ese cuerpo pequeño le da una gran agilidad, y tal vez no sea tan joven como se ve a simple vista.
Le quería interrogar, por más que la habían contratado para cazarle simplemente. Eso deja una ligera incógnita. Seguramente ya se hayan encontrado en el pasado, o tal vez ella crea que si, podría ser algo relacionado con los motivos que le hayan llevado a convertirse en una cazadora, hasta el punto de renunciar al trabajo tan solo por que otra persona quiere hacerse con él. Todo eso me decía que en efecto podía estar relacionado el que ella sea lo que es ahora mismo. No le quitaría el honor de interrogarle y torturarle como quiera, si es que es su método. Pero no le negaría llevarme su vida.
-Mis motivos... -dije en voz baja. Realmente no tenía ninguna obligación de ir a por él, tan solo el azar me llevó a su búsqueda- No es que tenga muchas razones. Pero me sirve con una tan solo...
Respiré hondo. Ella era una cazadora de recompensas, tampoco estaba seguro de fiarme de ella ahora mismo, pero tampoco tenía motivos ni razones para desconfiar, de modo que no vi razón para ocultarle la verdad ni para edulcorarla con mentiras.
-Hace unos días desembarqué con mis hombres en una isla cercana. Soy un miembro de la marina, un teniente-comandante, y llegamos a esa isla para reabastecernos, habíamos tenido un largo viaje y necesitábamos un poco de provisiones. Pero cuando desembarcamos, lo único que pude ver...
Las palabras se me cortaban casi como el aliento. El mero hecho de recordar aquellos rostros quebrados y dejados de toda esperanza hacía que me viniese abajo, que deseara comenzar a torturar a ese maldito sádico. Me arrepentía de permitir que recuperase la conciencia para que ella le pudiera interrogar. Pero ahora ya estaba hecho, no pensaba retractarme a mis palabras.
-Aquello era la desolación. Familias completas destrozadas, despojadas de sus descendientes por un sádico que llegó, apresó a las familias y secuestró a los pequeños de cada una de ellas. Después de saquearles todo lo que pudieron, comenzaron a matar a sangre fría a los más jóvenes, delante de sus familias. Cada muerto acababa de una forma distinta, uno degollado, otro desollado, alguno desmembrado... Delante de sus padres y hermanos.
Agaché la cabeza, estaba a punto de saltar y dejarme controlar por la ira. Pero debía reprimirme aquello. Si me dejaba llevar no solo mataría a esa maldita escoria, sino que también podría poner en peligro a la chica y al hombre que se hallaba sirviéndonos tras la barra. Si me dejaba llevar estaba seguro que perdería el control, sería como encender una mecha. Tan solo es cuestión de tiempo que la bomba asociada a ella estalle, y una explosión no distingue de aliados o enemigos.
-Cuando despierte podrás preguntarle lo que quieras. Pero después ese hombre morirá en mis manos. No se qué le haré, pero sufrirá tanto como esas familias. No le dejaré morir hasta que no esté seguro de que así sea... Después será todo tuyo. A mí no me interesa para nada, y si tiene recompensa por su cabeza, da igual vivo o muerto.
Me quedé completamente serio mirando el cuerpo inconsciente de ese tipo. Comenzaba a moverse un poco, movía la cabeza como quien se despierta completamente aturdido. Volví a crear otras dos dagas en mis manos. Esta vez no me molesté en ocultar el hecho de que esas armas saliesen de la nada. Las lancé y le clavé una en el tobillo y la otra en la muñeca, ambas extremidades de la zona izquierda de su cuerpo. Con eso no podría ni andar ni siquiera levantarse. Era el momento del interrogatorio.
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El hombre comenzó a hablar, su voz era dura y cortante, miraba hacia delante a algún punto fijo incapaz de mirarme a los ojos, todo su cuerpo estaba en tensión y no parecía dispuesto a contestar ninguna pregunta mientras contaba su relato, es más era algo que le habia afectado tanto que toda la rabia le estaba consumiendo a cada palabra que decia y realmente no era para menos, por que a mi me estaba sucediendo algo parecido al oir su relato, sus palabras se clavaban en mi y me hacian revivir la masacre de Skypea, los gritos, la sangre, las balas, a Bely... aprete lo puños y agaché la cabeza incapaz de mirar a nada ni a nadie, no sabía como era posible que aquel relato me hubiese afectado tanto y hubiese despertado tantos sentimientos que ya estaban a flor de piel desde que habia comenzado esa misión.
Respiré hondo y me concentré en mi objetivo, tenia muchas ganas de ver como aquel hombre le mataba lentamente incluso ayudar yo un poco, queria verle sufrir lo máximo posible pero aquello no resolveria nada si no sabia a quien estaba buscando realmente, a quien queria ver sufrir realmente y ese hombre podia tener las respuestas que yo estaba buscando.
-Yo tambien quiero verle sufrir lo máximo posible, me da igual que luego pueda entregarle o no. Acabemos con esto de una vez.-
Mi voz resultaba muy seria, creo que en muy pocas ocasiones habia estado tan seria como en aquellos momentos. Nuestra presa empezaba a recuperar la consciencia, se movia lentamente como retorciendosé cual gusano que era, aquel era el momento de pasar a interrogarle.
Me levanté con esas intenciones y me encontré con la sorpresa de que el pelirrojo le habia clavado otras dos dagas, una en el tobillo y otro en la muñeca ¿De donde se sacaba ese hombre las dagas? No tuve tiempo de concentrarme en aquel misterio pues con un alarido de dolor la escoria del suelo se acabo de despertar del todo. -Tú- le llamé con voz seria y fría.- Que sabes del asalto a Skypea de hace tres años.- Me senté en el suelo a su lado, observandole friamente intentando contener mis instintos.
Se rió profundamente olvidandose de todo el dolor. -¿La isla del cielo? ¿Por qué ehh? Vas a darme un premio por cargarme a tantos angelitos, se lo merecian tanto, estaban tan forrados.- Siguió riendose. Aquel hombre estaba loco, me había esperado que negara todo aquello, que se no supiese de que estaba hablando o... yo que sé me habia esperado cualquier cosa menos aquello y realmente era lo peor que me podría haber dicho.
Quité una de las dagas clavadas y la sostuve en mi mano. -Así que admites haber estado allí. Bien. Ahora me vas a decir quien lo organizó todo.- Mis palabras congelaban el ambiente, jugaba con la daga en mi mano, no tenia mucha esperiencia con ella pero simplemente tenia que clavarla en un lugar, era muy fácil. -¿Murió alguien muy importante para ti rubita? ¿Descuartizado? ¿Desangrado? Tal vez ¿Le degollaron? Que divertido habría sido...-
Su voz se quebró y un grito desgarrador hinundó la taberna, había clavado la daga con todas mis fuerzas en su entrepierna, justo en el punto que debía. -¿Quien fue?- Siguio gritando mientras yo daba vueltas a la daga con cada vez más fuerza.
-A..alguien dem...asiad..o important..e para t..i rub..ita.- Me levanté, no iba a conseguir absolutamete nada de aquel hombre, estaba loco.
Miré al hombre que estaba aún sentado en la mesa, derepente mis ojos se habian humedecido. -Mátale.- Caía derrotada en la silla al lado de la mesa, mis piernas practicamente no me sostenian y mi pulso antes tranquilo se había puesto del todo irregular, ahora solo quería ver morir a aquel hombre, que sufriera lo máximo posible.
Respiré hondo y me concentré en mi objetivo, tenia muchas ganas de ver como aquel hombre le mataba lentamente incluso ayudar yo un poco, queria verle sufrir lo máximo posible pero aquello no resolveria nada si no sabia a quien estaba buscando realmente, a quien queria ver sufrir realmente y ese hombre podia tener las respuestas que yo estaba buscando.
-Yo tambien quiero verle sufrir lo máximo posible, me da igual que luego pueda entregarle o no. Acabemos con esto de una vez.-
Mi voz resultaba muy seria, creo que en muy pocas ocasiones habia estado tan seria como en aquellos momentos. Nuestra presa empezaba a recuperar la consciencia, se movia lentamente como retorciendosé cual gusano que era, aquel era el momento de pasar a interrogarle.
Me levanté con esas intenciones y me encontré con la sorpresa de que el pelirrojo le habia clavado otras dos dagas, una en el tobillo y otro en la muñeca ¿De donde se sacaba ese hombre las dagas? No tuve tiempo de concentrarme en aquel misterio pues con un alarido de dolor la escoria del suelo se acabo de despertar del todo. -Tú- le llamé con voz seria y fría.- Que sabes del asalto a Skypea de hace tres años.- Me senté en el suelo a su lado, observandole friamente intentando contener mis instintos.
Se rió profundamente olvidandose de todo el dolor. -¿La isla del cielo? ¿Por qué ehh? Vas a darme un premio por cargarme a tantos angelitos, se lo merecian tanto, estaban tan forrados.- Siguió riendose. Aquel hombre estaba loco, me había esperado que negara todo aquello, que se no supiese de que estaba hablando o... yo que sé me habia esperado cualquier cosa menos aquello y realmente era lo peor que me podría haber dicho.
Quité una de las dagas clavadas y la sostuve en mi mano. -Así que admites haber estado allí. Bien. Ahora me vas a decir quien lo organizó todo.- Mis palabras congelaban el ambiente, jugaba con la daga en mi mano, no tenia mucha esperiencia con ella pero simplemente tenia que clavarla en un lugar, era muy fácil. -¿Murió alguien muy importante para ti rubita? ¿Descuartizado? ¿Desangrado? Tal vez ¿Le degollaron? Que divertido habría sido...-
Su voz se quebró y un grito desgarrador hinundó la taberna, había clavado la daga con todas mis fuerzas en su entrepierna, justo en el punto que debía. -¿Quien fue?- Siguio gritando mientras yo daba vueltas a la daga con cada vez más fuerza.
-A..alguien dem...asiad..o important..e para t..i rub..ita.- Me levanté, no iba a conseguir absolutamete nada de aquel hombre, estaba loco.
Miré al hombre que estaba aún sentado en la mesa, derepente mis ojos se habian humedecido. -Mátale.- Caía derrotada en la silla al lado de la mesa, mis piernas practicamente no me sostenian y mi pulso antes tranquilo se había puesto del todo irregular, ahora solo quería ver morir a aquel hombre, que sufriera lo máximo posible.
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Me chocó la confesión de que ella también quería verle sufrir. Parecía estar claro que la chica perseguía a este tipo por algo más que una recompensa, y se demostró cuando comenzó a interrogar al supuesto. Escuché atentamente todas y cada una de las palabras, de donde saqué mis propias deducciones, como que la chica se trataba de una habitante de Skypiea, la isla del cielo. Aunque no era más que una suposición, a mi parecer una isla que flota en las nubes no es más que una mera leyenda, no obstante entre ellos hablaban como si esa isla fuese muy real.
No pude evitar sentir un dolor ajeno cuando la chica cogió una de esas dagas y se la clavó al hombre en sus partes masculinas. Puede ser tu enemigo pero eso es algo realmente doloroso, y puede llegar a doler nada más con verlo. Aunque también debo reconocer que después solté una sonrisa un tanto irónica. Eso no era nada para lo que le iba a hacer. Pronto mi rostro se tornó igual que antes. Ese ser era completamente despreciable, no parecía temer a la muerte, estaba siendo demasiado descarado y actuaba como si pensase que iba a escapar de esta.
Finalmente la chica pareció desistir. Me dijo que le matara, sus ojos estaban llorosos, parecía que iba a estallar de un momento a otro. Le ocurría algo a la pequeña, y no me gustaba contemplar este tipo de escenas. El motivo que me había llevado a ir a por este hombre era el hecho de que matase niños, y ahora estaba haciendo sufrir a otra chica. ¿Hasta donde puede llegar la estupidez de un hombre moribundo? En seguida lo comprobaría.
-Por favor. ¿Tiene un poco de sal?
Me dirigí al hombre que estaba detrás de la barra. Puso rostro de asombro y enseguida me acercó un pequeño salero. Le indiqué que acercara otro y cogí ese levantándome. Mi rostro estaba completamente serio, no había una pizca de odio, pues éste había rebasado el límite y la sensación era como si se hubiera desvanecido. No obstante ahora se manifestaba de otro modo. Me quedé delante de ese tipo, encima. Creé dos dagas más para inmovilizarle las extremidades, la que le había clavado la chica la saqué, lo cual provocó otro profundo grito de agonía, y la clavé en la cuarta extremidad, estaba completamente estirado, sin poder moverse y con cinco heridas en su cuerpo.
-¿Sabes una cosa? No soy una sucia sabandija como tú, no viajo bajo la bandera negra. Pero si algo he podido aprender de cazar tipos como tú, es vuestros tipos de torturas. Dicen que un solo grano de sal en una herida abierta provoca un escozor y dolor tremendos... Vamos a comprobarlo.
Comencé a esparcir poco a poco la sal en las cuatro heridas de sus extremidades, comenzaba a gritar de agonía mientras afirmaba que me iba a despedazar. Cuando acabé tan solo pude sonreir mirándole de reojo.
-Gracias por darme más ideas.
Volqué el resto del tarro de sal en su entrepierna. El dolor y la agonía le hicieron gritar de tal forma que comencé a sentir dolor de cabeza. De modo que cogí un trapo del camarero y le amordacé.
-Quince. Quince son las familias que pude ver antes de salir de esa isla. Y ni siquiera me paré a mirar a mi alrededor. Tal vez eso te habría salvado de la tortura, pues tan solo querría verte muerto. ¿Pero entonces qué sentido tendría todo? Tal y como tú haces sufrir a esas pobres personas, ahora lo sentirás en tu propia piel.
Comencé a hacerle pequeños cortes no muy profundos, a lo largo de cinco minutos. No disfrutaba con ello, tal vez habría deseado hacerlo, pero no serviría de nada, tan solo para convertirme en uno más de ellos. El tabernero había traído otro recipiente con sal, la cual comencé a esparcir por las heridas recien abiertas. El tipo llegó el momento que dejó de gritar. Perdió la conciencia. En el momento que despertase le cortaría la garganta y acabaría de una vez con ese cáncer de vida.
Ahora me acerqué a la pobre chica. Sentí que debía ofrecerle mi ayuda, había tenido problemas con la piratería y parece ser que estaba buscando al culpable de aquello. Lo único con lo que no estaba de acuerdo era que se hubiera hecho cazadora de recompensas. A la larga podría acabar convirtiendose en uno de ellos, pues el viajar en esas condiciones, solitaria, matando para subsistir y poder seguir con tu búsqueda con la recompensa que obtendría de las presas.
-Pronto morirá esa escoria. Ya estoy harto de escucharle gritar. Cuando vuelva a despertar, si lo hace, tan solo tendrá unos segundos antes de morir. Si quieres intentarlo una última vez, estás a tiempo. Puede que ahora tema realmente por su vida y sea capaz de contarte lo que sepa... Pero parece ser que hay alguien por encima de él. Si trabaja para alguien más poderoso y éste se entera de la muerte de su subordinado, es posible que clame venganza.
Me senté a su lado, me quedé mirándola fijamente. Tal vez entonces pensaría en matar a ese tipo ella misma para que así la presa que ella misma esta buscando vaya a buscarla a ella, eso sería más rápido que estar buscando sin pistas algunas, aunque desconozco si este tipo es su única pista. Lo único que está claro es que sabe algo y está relacionado con el crimen que esta chica intenta vengar.
-Puede que le importe bien poco, pero también puede sentirse ofendido al haberle arrebatado algo que es suyo. La vida de su hombre... Por ello, permíteme echarte una mano con este caso. Si resulta que este hombre no es el único que hace tales atrocidades, pienso capturarlos a todos con mis propias manos. Es cuestión de tiempo encontrarnos con aquél a quien buscas.
No esperaba una respuesta positiva por su parte, es más comprobando su estado no esperaba ningún tipo de respuesta por su parte, al menos por el momento. Pero eso no me haría desistir de mis tentativas de ayudarla. Parecía una pobre chica pequeña, aunque también parecía que para lo pequeña que aparentaba sabía defenderse, pero si viaja por este tipo de islas, ella sola, sin nada más que ese arco... Podría acabar fatal, y no me perdonaría nunca haberla dejado en esa situación. No la obligaría a acompañarme a ningún lado, pero si haría todo lo posible por que aceptase mi ayuda.
No pude evitar sentir un dolor ajeno cuando la chica cogió una de esas dagas y se la clavó al hombre en sus partes masculinas. Puede ser tu enemigo pero eso es algo realmente doloroso, y puede llegar a doler nada más con verlo. Aunque también debo reconocer que después solté una sonrisa un tanto irónica. Eso no era nada para lo que le iba a hacer. Pronto mi rostro se tornó igual que antes. Ese ser era completamente despreciable, no parecía temer a la muerte, estaba siendo demasiado descarado y actuaba como si pensase que iba a escapar de esta.
Finalmente la chica pareció desistir. Me dijo que le matara, sus ojos estaban llorosos, parecía que iba a estallar de un momento a otro. Le ocurría algo a la pequeña, y no me gustaba contemplar este tipo de escenas. El motivo que me había llevado a ir a por este hombre era el hecho de que matase niños, y ahora estaba haciendo sufrir a otra chica. ¿Hasta donde puede llegar la estupidez de un hombre moribundo? En seguida lo comprobaría.
-Por favor. ¿Tiene un poco de sal?
Me dirigí al hombre que estaba detrás de la barra. Puso rostro de asombro y enseguida me acercó un pequeño salero. Le indiqué que acercara otro y cogí ese levantándome. Mi rostro estaba completamente serio, no había una pizca de odio, pues éste había rebasado el límite y la sensación era como si se hubiera desvanecido. No obstante ahora se manifestaba de otro modo. Me quedé delante de ese tipo, encima. Creé dos dagas más para inmovilizarle las extremidades, la que le había clavado la chica la saqué, lo cual provocó otro profundo grito de agonía, y la clavé en la cuarta extremidad, estaba completamente estirado, sin poder moverse y con cinco heridas en su cuerpo.
-¿Sabes una cosa? No soy una sucia sabandija como tú, no viajo bajo la bandera negra. Pero si algo he podido aprender de cazar tipos como tú, es vuestros tipos de torturas. Dicen que un solo grano de sal en una herida abierta provoca un escozor y dolor tremendos... Vamos a comprobarlo.
Comencé a esparcir poco a poco la sal en las cuatro heridas de sus extremidades, comenzaba a gritar de agonía mientras afirmaba que me iba a despedazar. Cuando acabé tan solo pude sonreir mirándole de reojo.
-Gracias por darme más ideas.
Volqué el resto del tarro de sal en su entrepierna. El dolor y la agonía le hicieron gritar de tal forma que comencé a sentir dolor de cabeza. De modo que cogí un trapo del camarero y le amordacé.
-Quince. Quince son las familias que pude ver antes de salir de esa isla. Y ni siquiera me paré a mirar a mi alrededor. Tal vez eso te habría salvado de la tortura, pues tan solo querría verte muerto. ¿Pero entonces qué sentido tendría todo? Tal y como tú haces sufrir a esas pobres personas, ahora lo sentirás en tu propia piel.
Comencé a hacerle pequeños cortes no muy profundos, a lo largo de cinco minutos. No disfrutaba con ello, tal vez habría deseado hacerlo, pero no serviría de nada, tan solo para convertirme en uno más de ellos. El tabernero había traído otro recipiente con sal, la cual comencé a esparcir por las heridas recien abiertas. El tipo llegó el momento que dejó de gritar. Perdió la conciencia. En el momento que despertase le cortaría la garganta y acabaría de una vez con ese cáncer de vida.
Ahora me acerqué a la pobre chica. Sentí que debía ofrecerle mi ayuda, había tenido problemas con la piratería y parece ser que estaba buscando al culpable de aquello. Lo único con lo que no estaba de acuerdo era que se hubiera hecho cazadora de recompensas. A la larga podría acabar convirtiendose en uno de ellos, pues el viajar en esas condiciones, solitaria, matando para subsistir y poder seguir con tu búsqueda con la recompensa que obtendría de las presas.
-Pronto morirá esa escoria. Ya estoy harto de escucharle gritar. Cuando vuelva a despertar, si lo hace, tan solo tendrá unos segundos antes de morir. Si quieres intentarlo una última vez, estás a tiempo. Puede que ahora tema realmente por su vida y sea capaz de contarte lo que sepa... Pero parece ser que hay alguien por encima de él. Si trabaja para alguien más poderoso y éste se entera de la muerte de su subordinado, es posible que clame venganza.
Me senté a su lado, me quedé mirándola fijamente. Tal vez entonces pensaría en matar a ese tipo ella misma para que así la presa que ella misma esta buscando vaya a buscarla a ella, eso sería más rápido que estar buscando sin pistas algunas, aunque desconozco si este tipo es su única pista. Lo único que está claro es que sabe algo y está relacionado con el crimen que esta chica intenta vengar.
-Puede que le importe bien poco, pero también puede sentirse ofendido al haberle arrebatado algo que es suyo. La vida de su hombre... Por ello, permíteme echarte una mano con este caso. Si resulta que este hombre no es el único que hace tales atrocidades, pienso capturarlos a todos con mis propias manos. Es cuestión de tiempo encontrarnos con aquél a quien buscas.
No esperaba una respuesta positiva por su parte, es más comprobando su estado no esperaba ningún tipo de respuesta por su parte, al menos por el momento. Pero eso no me haría desistir de mis tentativas de ayudarla. Parecía una pobre chica pequeña, aunque también parecía que para lo pequeña que aparentaba sabía defenderse, pero si viaja por este tipo de islas, ella sola, sin nada más que ese arco... Podría acabar fatal, y no me perdonaría nunca haberla dejado en esa situación. No la obligaría a acompañarme a ningún lado, pero si haría todo lo posible por que aceptase mi ayuda.
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Me senté en la silla intentando calmarme, subi mis pies a la silla y me abrace las rodillas quedando como una especie de bolita en la silla. Mientras para intentar distraerme por decirlo de alguna forma miraba como aquel hombre se levantaba de la silla de al lado y se dirigia hacia la barra, le pidió al camarero un poco de ¿Sal?
Cuando le había visto levantarse habia asumido que se dispondria a matar a aquel tipo, pero no veía la manera de matar a alguien con sal si no era poniendole la tensión por las nubes pero eso tardaria demasiado.
Recogió el salero que le habían dado y se agachó al lado de aquella escoria, sacó un par de dagas más (me apunté mentalmente preguntarle sobre aquel misterio después) y le colocó de tal forma que estuviese inmovilizado y estirado por todas las extremidades. Un alarido enorme y desgarrador salió de su boca cuando le quitó la daga que yo le había clavado previamente.
Después de una amneza se pusó al trabajo, le dijo que le iba a hacer "uno de sus tipos de tortura" realmente habia muchas pero tal vez por ser tan novata todavía no conocia ninguna que implicara a la famosa sal, aunque no tarde mucho en aprenderla.
Era tan sencillo como hinundar las heridas abiertas con sal y apretar, dolia tanto y gritaba de tal manera que aunque deseaba con toda mi alma verle sufrir no pude soportar aquella visión durante mucho tiempo y me tapé los ojos con rapidez.
No sabia si era algo bueno no poder soportar sus gritos, no poder soportar como le torturaban, supusé que si, aquello significaba que no era como ellos, que no disfrutaba con aquello y ya no es que no lo disfrutara si no que sencillamente no lo podía aguantar. Y eso despertó otra inquietud en mi ¿Como podía ser cazadora de aquellas escorias si no podía soportar aquello? Y si al final lo soportaba, si al final me volvía inmune a ello e incluso empezaba a gustarme ¿Que me garantizaba que no me convertiria en un ser tan despreciable como aquel pirata? Ese pensamiento solo hizo que me sintiera aún peor.
Los gritos pararon. Tenia la cabez entre mis piernas flexionadas y enseguida la levanté, miré rapidamente al suelo... ¿Estaba muerto? No, veía como respiraba con dificultad supusé que simplemente se había desmayado del dolor y la verdad no era de extrañar.
El hombre vino hacia a mi e intente parecer lo más fria posible aunque sabia que tenia un aspecto lamentable y no estaría en posición de aparentar aquello, mis ojos se habian humedecieron aún más.
Me dijo que pensaba matarle en cuanto despertara, suspiré no creía que aguantará más tortuars y en este caso no me estaba refiriendo a él. Me señaló que si trabajaba para alguien más poderoso si este se enteraba de su muerte puede que clamara venganza hacia su asesina aunque no sabia si existian esas cosas entre piratas no era tan mal plan, si yo le mataba su jefe vendría directo hacia mi, no tendria que seguir persiguiendo fantasmas entre la niebla.
Se sentó a mi lado y rapidamente apoyé mis pies en el suelo y me senté mejor en la silla, lo miré no me habia dado cuenta de lo serio y destrozado que parecia en aquel momento, el tambien me miraba y parecia hasta preocupado. Sucedió algo que no me habría esperado ni en un millón de años, me ofreció su ayuda. Durante mis viajes había hecho amigos, aliados, compañeros pero nunca nadie me había ofrecido ayuda en algo como mi vendetta personal, no sabiamos como de importante era el pirata al que buscabamos, ¿Aquel hombre estaba dispuesto a ayudar, a arriesgarse por los líos de una desconocida? ¿Me podía fiar de él? Intenté hablar todo lo seria que podía.
-¿Por que iba a aceptar tu ayuda? Ni si quiera se quien eres, no se como te llamas ni a que te dedicas. ¿Como puedo fiarme de ti?- Queria tener todas las cartas encima de la mesa, si de verdad me estaba proponiendo lo que creía quería que todo fuese lo más claro y sincero posible. -Además estamos hablando de que pueden pasar meses, tal vez años hasta que todo esto se resuelva ¿Hasta cuando va a durar tu "obra de caridad"?- No podía dejar de pensar que me ofrecia aquello por pena.
No podía negar que me había planteado en serio su propuesta, estar con alguien como él como compañero y no solo por un periodo corto de tiempo, no solo en una isla en concreto en un momento en concreto, sonaba tentador, sonaba como volver a tener una familia de nuevo y no voy a engañar a nadie ser cazador era divertido y de gran libertad pero... se sentia tan solitario. Después de matar al asesino de Bely no me quedaba nada más, nada por lo que luchar, nada que hacer, nada por lo que continuar siendo cazadora de piratas o seguir recorriendo el mundo. Por primera vez me planteé algo en lo que nunca había pensado, después de matar a la persona que llevaba años buscando ¿Que haría después?
Cuando le había visto levantarse habia asumido que se dispondria a matar a aquel tipo, pero no veía la manera de matar a alguien con sal si no era poniendole la tensión por las nubes pero eso tardaria demasiado.
Recogió el salero que le habían dado y se agachó al lado de aquella escoria, sacó un par de dagas más (me apunté mentalmente preguntarle sobre aquel misterio después) y le colocó de tal forma que estuviese inmovilizado y estirado por todas las extremidades. Un alarido enorme y desgarrador salió de su boca cuando le quitó la daga que yo le había clavado previamente.
Después de una amneza se pusó al trabajo, le dijo que le iba a hacer "uno de sus tipos de tortura" realmente habia muchas pero tal vez por ser tan novata todavía no conocia ninguna que implicara a la famosa sal, aunque no tarde mucho en aprenderla.
Era tan sencillo como hinundar las heridas abiertas con sal y apretar, dolia tanto y gritaba de tal manera que aunque deseaba con toda mi alma verle sufrir no pude soportar aquella visión durante mucho tiempo y me tapé los ojos con rapidez.
No sabia si era algo bueno no poder soportar sus gritos, no poder soportar como le torturaban, supusé que si, aquello significaba que no era como ellos, que no disfrutaba con aquello y ya no es que no lo disfrutara si no que sencillamente no lo podía aguantar. Y eso despertó otra inquietud en mi ¿Como podía ser cazadora de aquellas escorias si no podía soportar aquello? Y si al final lo soportaba, si al final me volvía inmune a ello e incluso empezaba a gustarme ¿Que me garantizaba que no me convertiria en un ser tan despreciable como aquel pirata? Ese pensamiento solo hizo que me sintiera aún peor.
Los gritos pararon. Tenia la cabez entre mis piernas flexionadas y enseguida la levanté, miré rapidamente al suelo... ¿Estaba muerto? No, veía como respiraba con dificultad supusé que simplemente se había desmayado del dolor y la verdad no era de extrañar.
El hombre vino hacia a mi e intente parecer lo más fria posible aunque sabia que tenia un aspecto lamentable y no estaría en posición de aparentar aquello, mis ojos se habian humedecieron aún más.
Me dijo que pensaba matarle en cuanto despertara, suspiré no creía que aguantará más tortuars y en este caso no me estaba refiriendo a él. Me señaló que si trabajaba para alguien más poderoso si este se enteraba de su muerte puede que clamara venganza hacia su asesina aunque no sabia si existian esas cosas entre piratas no era tan mal plan, si yo le mataba su jefe vendría directo hacia mi, no tendria que seguir persiguiendo fantasmas entre la niebla.
Se sentó a mi lado y rapidamente apoyé mis pies en el suelo y me senté mejor en la silla, lo miré no me habia dado cuenta de lo serio y destrozado que parecia en aquel momento, el tambien me miraba y parecia hasta preocupado. Sucedió algo que no me habría esperado ni en un millón de años, me ofreció su ayuda. Durante mis viajes había hecho amigos, aliados, compañeros pero nunca nadie me había ofrecido ayuda en algo como mi vendetta personal, no sabiamos como de importante era el pirata al que buscabamos, ¿Aquel hombre estaba dispuesto a ayudar, a arriesgarse por los líos de una desconocida? ¿Me podía fiar de él? Intenté hablar todo lo seria que podía.
-¿Por que iba a aceptar tu ayuda? Ni si quiera se quien eres, no se como te llamas ni a que te dedicas. ¿Como puedo fiarme de ti?- Queria tener todas las cartas encima de la mesa, si de verdad me estaba proponiendo lo que creía quería que todo fuese lo más claro y sincero posible. -Además estamos hablando de que pueden pasar meses, tal vez años hasta que todo esto se resuelva ¿Hasta cuando va a durar tu "obra de caridad"?- No podía dejar de pensar que me ofrecia aquello por pena.
No podía negar que me había planteado en serio su propuesta, estar con alguien como él como compañero y no solo por un periodo corto de tiempo, no solo en una isla en concreto en un momento en concreto, sonaba tentador, sonaba como volver a tener una familia de nuevo y no voy a engañar a nadie ser cazador era divertido y de gran libertad pero... se sentia tan solitario. Después de matar al asesino de Bely no me quedaba nada más, nada por lo que luchar, nada que hacer, nada por lo que continuar siendo cazadora de piratas o seguir recorriendo el mundo. Por primera vez me planteé algo en lo que nunca había pensado, después de matar a la persona que llevaba años buscando ¿Que haría después?
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La chica se mostró intrigada. Era lo más lógico pensar eso, no tenía motivos aparentes para hacer algo así, tan solo el impulso que podía haber sentido al contemplar esa escena. Debo reconocer que tengo cierta debilidad en este tipo de situaciones, y es que no soy capaz de negar mi ayuda a alguien que creo que realmente la merece, y el ver a la joven en esa situación me dolía bastante. Aunque sin embargo no la conocía para nada, pero no podía evitar sentirme identificado con ella.
Yo partí de mi isla natal buscando una venganza que no tardé demasiado en encontrar, veo una historia parecida en ella y no soy capaz de negarme, incluso me ofrezco a echarle una mano. Pero es obvio que tenga dudas, al fin y al cabo no me he presentado correctamente. En cuanto terminó de preguntarme eché mi mano al bolsillo y saqué mi distintivo como teniente-comandante de la marina. Comencé a hablarle mientras lo ponía en mi brazo izquierdo.
-Tienes toda la razón. No hay motivos que te lleven a pensar que puedas fiarte de mí. Realmente no puedo demostrártelo. Pero el resto de preguntas si puedo responderlas. -me levanté y me quedé plantado frente a ella- Mi nombre es Kimura Hayate. Soy un teniente-comandante de la marina. Capitán al mando de la tripulación de los Crimson Wolves, un grupo de gente escogida por mí mismo con un fuerte objetivo... Capturar y eliminar todos los piratas y revolucionarios. Ten por seguro que acabaremos encontrandonos con esos piratas que buscas. Puesto que tendrás razones de peso, me gustaría que estuvieses presente cuando ese día llegue... Pero obviamente no puedo obligarte a creerme. Y más después de lo que acabas de ver.
Me giré hacia el tipo que estaba ahí inconsciente. Seguro no tardaría demasiado en despertar, aunque haya caído inconsciente, el profundo dolor y escozor le hará despertarse pronto. Sus gritos se habían clavado en el cerebro, era una escena horrorosa la que había provocado hacía escasos minutos. No obstante debía hacerlo para que sufriera su propia medicina. Si pensaba que iba a escapar con vida estaba totalmente equivocado. Viéndole en el suelo, completamente destrozado, mi furia se disipó por completo. Me había desquitado por fin, sentía ese profundo odio desaparecer. Ahora tan solo quedaba en mi una expresión de profunda seriedad, ya no había nada de malhumor.
Me quedé plantado encima de ese tipo. Pronto comenzaría a moverse, estaba casi seguro, y lo último que iba a ver era mi espada atravesando su garganta. La desenfundé y la dejé a escasos centímetros de su cuello. Alcé la mirada y me quedé mirando a la chica de cabellos rubios.
-También te digo que se lo que es sufrir los crímenes de la piratería. No se que habrá ocurrido en tu vida, pero en mi caso salí de mi isla natal en busca de venganza, y aunque eso casi me lleva directo a una muerte segura, conseguí escapar por los pelos y matar al asesino que mató a mi padre y que casi mata a mi hermano pequeño. Mi objetivo es hacer seguros los mares para que estas historias no vuelvan a repetirse. Se que jamás lo lograré, pero lucharé por ello hasta el final.
Volví a mirar hacia abajo, ese tipo comenzaba a mover la cabeza un poco hacia los lados. Parecía estar aguantando esa agonía que la sal estaba causando en cada parte de su cuerpo. Sin alzar la cabeza le dije a la chica que si todavía quería decir algo antes de su muerte estaba a tiempo, pero si no me lo impedía, nada más abrir los ojos hundiría mi espada en su garganta, sin darle tiempo siquiera a decir una sola palabra.
-No creo que quieras ver esto.
Yo partí de mi isla natal buscando una venganza que no tardé demasiado en encontrar, veo una historia parecida en ella y no soy capaz de negarme, incluso me ofrezco a echarle una mano. Pero es obvio que tenga dudas, al fin y al cabo no me he presentado correctamente. En cuanto terminó de preguntarme eché mi mano al bolsillo y saqué mi distintivo como teniente-comandante de la marina. Comencé a hablarle mientras lo ponía en mi brazo izquierdo.
-Tienes toda la razón. No hay motivos que te lleven a pensar que puedas fiarte de mí. Realmente no puedo demostrártelo. Pero el resto de preguntas si puedo responderlas. -me levanté y me quedé plantado frente a ella- Mi nombre es Kimura Hayate. Soy un teniente-comandante de la marina. Capitán al mando de la tripulación de los Crimson Wolves, un grupo de gente escogida por mí mismo con un fuerte objetivo... Capturar y eliminar todos los piratas y revolucionarios. Ten por seguro que acabaremos encontrandonos con esos piratas que buscas. Puesto que tendrás razones de peso, me gustaría que estuvieses presente cuando ese día llegue... Pero obviamente no puedo obligarte a creerme. Y más después de lo que acabas de ver.
Me giré hacia el tipo que estaba ahí inconsciente. Seguro no tardaría demasiado en despertar, aunque haya caído inconsciente, el profundo dolor y escozor le hará despertarse pronto. Sus gritos se habían clavado en el cerebro, era una escena horrorosa la que había provocado hacía escasos minutos. No obstante debía hacerlo para que sufriera su propia medicina. Si pensaba que iba a escapar con vida estaba totalmente equivocado. Viéndole en el suelo, completamente destrozado, mi furia se disipó por completo. Me había desquitado por fin, sentía ese profundo odio desaparecer. Ahora tan solo quedaba en mi una expresión de profunda seriedad, ya no había nada de malhumor.
Me quedé plantado encima de ese tipo. Pronto comenzaría a moverse, estaba casi seguro, y lo último que iba a ver era mi espada atravesando su garganta. La desenfundé y la dejé a escasos centímetros de su cuello. Alcé la mirada y me quedé mirando a la chica de cabellos rubios.
-También te digo que se lo que es sufrir los crímenes de la piratería. No se que habrá ocurrido en tu vida, pero en mi caso salí de mi isla natal en busca de venganza, y aunque eso casi me lleva directo a una muerte segura, conseguí escapar por los pelos y matar al asesino que mató a mi padre y que casi mata a mi hermano pequeño. Mi objetivo es hacer seguros los mares para que estas historias no vuelvan a repetirse. Se que jamás lo lograré, pero lucharé por ello hasta el final.
Volví a mirar hacia abajo, ese tipo comenzaba a mover la cabeza un poco hacia los lados. Parecía estar aguantando esa agonía que la sal estaba causando en cada parte de su cuerpo. Sin alzar la cabeza le dije a la chica que si todavía quería decir algo antes de su muerte estaba a tiempo, pero si no me lo impedía, nada más abrir los ojos hundiría mi espada en su garganta, sin darle tiempo siquiera a decir una sola palabra.
-No creo que quieras ver esto.
Yoshi
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Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
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Saberes
Akuma no mi
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Antes de comenzar a responder a mis "preguntas" (por llamarlas de alguna manera ya que más bien eran acusaciones) sacó algo de su bolsillo. Al principio no supe decir de que se trataba, parecia una especie de tela arrugada de color blanco, como una camiseta o algo así solo que de un tamaño minimo. Cuando lo extendió y mientras se lo ponia pude verlo mejor, se trataba de un distintivo de la marine aunque nunca había visto uno como aquel.
Mientras se lo ponía hablaba, dijo que responderia a todas mis preguntas pero que aún así que confiara en él o no dependia de mi, y no podia tener más razón. Se puso de pies y se presentó me dijo que se llamaba Kimura y era Teniente comandante de la marina.
Habia visto a varios marines incluso a algun CP como era Tobias pero nunca a un teniente comandante, era un cargo bastante importante y me quedé bastante impresionada de conocer a alguien de aquel nivel.
Tambien me explicó que tenia una banda de Marines liderado por el que se llamaban Crimson Wolves y se dedicaban a hacer justicia en el mar y atrapar a revolucionarios y marines. En seguida sentí curiosidad, snetia que aquello era lo que yo quería realmente, yo queria venganza, queria la justicia para mi pueblo y para todos aquellos a los que les habia pasado algo como lo mio. Parecia muy afín a lo que yo quería.
-Un placer Kimura, Yo me llamo Yoshi y como dije antes soy cazadora de piratas.- Era extraño que al igual que el yo tampoco me había presentado hasta aquel momento, literalmente eramos dos completos extraños aunque pareciamos tener demasiado en común.
Se giró y avanzó hacia la escoria del suelo, desenfundó su espada y apuntó espada y le apuntó la garganta con ella. Lo que dijo a continuación me dejó simplemente desconcertada. Me contó que había emprendido su viaje por algo parecido a lo mio, los piratas habian matado a su padre y casi a su hermano y había iniciado aquel camino para acabar con los responsable y hacer los mares más seguros. No podía negar que me sentia reflejaba con aquello, a lo mejor esa era la respuesta a el que hacer después de vengar, que nadie más pasara por lo que yo he pasado y para eso parecia que Kimura me estaba ofreciendo la mejor opción.
-No quiero decirle nada más, tampoco creo que nos sirva para más. Adelante.-
Cuando se empezó a despertar me levanté y me me guiré mirando en la dirección contraria a ellos. -Adelante- le dije mientras esperaba a que pusiera fin a aquello de una vez.
Después de que terminara con él me volví a girar e ignorando la sangre empecé a contarle mi historia, me parecia lo correcto después de que él se hubiese sincerado conmigo. -Ese tipo y su jefe atacaron Skypea, la ciudad donde me crié. Mataron a muchos de mis conocidos y mis amigos y me hubiesen matado a mi si no fuese por que la única persona que a cuidado de mi, mi madre Bely se sacrifico por mi.- Nunca había exteriorizado aquello tan directamente, cogí aire.- Ahora busco venganza para ella y no deseo que nadie pase por lo mismo, creo que en ese aspecto soy igual que tú.- Intenté sonreir aunque fuese un momento horrible para hacerlo sentia que así disminuia la tensión.
-Si lo he entendido bien.- Dije finalmente para aclararnos de lo que estabamos hablando. -¿Me estas proponiendo a mi, a una cazadora de piratas unirme a tu banda de marines?- Era bastante gracioso si se pensaba friamente claro.
Mientras se lo ponía hablaba, dijo que responderia a todas mis preguntas pero que aún así que confiara en él o no dependia de mi, y no podia tener más razón. Se puso de pies y se presentó me dijo que se llamaba Kimura y era Teniente comandante de la marina.
Habia visto a varios marines incluso a algun CP como era Tobias pero nunca a un teniente comandante, era un cargo bastante importante y me quedé bastante impresionada de conocer a alguien de aquel nivel.
Tambien me explicó que tenia una banda de Marines liderado por el que se llamaban Crimson Wolves y se dedicaban a hacer justicia en el mar y atrapar a revolucionarios y marines. En seguida sentí curiosidad, snetia que aquello era lo que yo quería realmente, yo queria venganza, queria la justicia para mi pueblo y para todos aquellos a los que les habia pasado algo como lo mio. Parecia muy afín a lo que yo quería.
-Un placer Kimura, Yo me llamo Yoshi y como dije antes soy cazadora de piratas.- Era extraño que al igual que el yo tampoco me había presentado hasta aquel momento, literalmente eramos dos completos extraños aunque pareciamos tener demasiado en común.
Se giró y avanzó hacia la escoria del suelo, desenfundó su espada y apuntó espada y le apuntó la garganta con ella. Lo que dijo a continuación me dejó simplemente desconcertada. Me contó que había emprendido su viaje por algo parecido a lo mio, los piratas habian matado a su padre y casi a su hermano y había iniciado aquel camino para acabar con los responsable y hacer los mares más seguros. No podía negar que me sentia reflejaba con aquello, a lo mejor esa era la respuesta a el que hacer después de vengar, que nadie más pasara por lo que yo he pasado y para eso parecia que Kimura me estaba ofreciendo la mejor opción.
-No quiero decirle nada más, tampoco creo que nos sirva para más. Adelante.-
Cuando se empezó a despertar me levanté y me me guiré mirando en la dirección contraria a ellos. -Adelante- le dije mientras esperaba a que pusiera fin a aquello de una vez.
Después de que terminara con él me volví a girar e ignorando la sangre empecé a contarle mi historia, me parecia lo correcto después de que él se hubiese sincerado conmigo. -Ese tipo y su jefe atacaron Skypea, la ciudad donde me crié. Mataron a muchos de mis conocidos y mis amigos y me hubiesen matado a mi si no fuese por que la única persona que a cuidado de mi, mi madre Bely se sacrifico por mi.- Nunca había exteriorizado aquello tan directamente, cogí aire.- Ahora busco venganza para ella y no deseo que nadie pase por lo mismo, creo que en ese aspecto soy igual que tú.- Intenté sonreir aunque fuese un momento horrible para hacerlo sentia que así disminuia la tensión.
-Si lo he entendido bien.- Dije finalmente para aclararnos de lo que estabamos hablando. -¿Me estas proponiendo a mi, a una cazadora de piratas unirme a tu banda de marines?- Era bastante gracioso si se pensaba friamente claro.
Nocturne93
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Sus palabras me dejaron via libre. Era la hora de matar a esa sucia escoria sádica. Ella se giró y el tipo abrió los ojos. Le miré un instante y antes de que se diera cuenta, el extremo de mi espada estaba atravesando su garganta hasta clavarse en el suelo. Tan solo hubo un intento de grito, que quedó ahogado por la propia sangre que se colaba en su garganta. Ni siquiera pudo decir nada. Me quedé mirándole a los ojos con el ceño fruncido hasta que dejó de retorcerse. Tras eso respiré hondo. Se acabó al fin.
Limpie la espada y me acerqué a la chica, que se había identificado como Yoshi la cazarrecompensas. No era un nombre que hubiera escuchado, no llevaría mucho tiempo en el negocio. Conforme me acerqué a ella, a sentarme a su lado de nuevo, comenzó a contarme su historia. Parecía que por lo menos tenía cierta confianza hacia mí, de no ser así dudo que me contase aspectos de su vida personal, por más que yo lo hubiera hecho.
Parecía ser que ese hombre, como ya sospechaba, atacó su pueblo natal. No obstante me llamó mucho la atención, hablaba de Skypiea, la isla del cielo. Hasta ahora tan solo había escuchado rumores acerca de la existencia de esa isla, pero me parece algo realmente extraño que pueda existir un lugar así realmente. No obstante parecía haber bastante sinceridad en su historia, incluso tuvo que cortar sus palabras para contenerse y coger aire. No parecía que fuera una historia que le gustase contar.
Cuando acabó entendí el por qué me contó esa historia. Al parecer nuestros motivos para alzarnos al mar son muy similares, yo perdí a mi padre y partí por miedo a perder a mi madre, y en especial a Jiro. En su caso ella perdió lo único que tenía y comenzó a navegar en busca de venganza. Por más que me sienta mal por lo ocurrido en mi vida, a ella le había ido peor. Yo por lo menos tenía una familia en la que apoyarme para seguir peleando. Ella sin embargo ya no tiene nada. No pude evitar esbozar un rostro de tristeza. Ella en cambio trataba de forzar una sonrisa, tal vez para liberar la tensión que había en el ambiente.
Finalmente me insinuó que era un tanto irónico que una cazadora entrase en una banda de la marina. Ante eso tan solo pude soltar una sonrisa. Lo cierto es que no era tan complicado eso, si se trata de una persona que hasta ahora no ha cometido crímenes por los cuales se ofrezca una captura no debe de haber motivos. Y un cazador de recompensas rara vez llega a ello, a no ser que su objetivo sea trabajar para la armada revolucionaria y cazar marines y agentes del gobierno. No obstante no parecía ser el caso.
-No es una idea tan alocada, Yoshi. Eres una cazadora de recompensas que trabajas de forma indirecta cazando criminales buscados por la marina con el objetivo de obtener sus recompensas. ¿Porqué no trabajar directamente junto a ellos? Si lo deseas, nunca es tarde para hacer una inscripción como recluta a la marina, les hablaría bien de tí, y si este tipo tiene una recompensa por su cabeza, cosa que no lo se, entrarías por la puerta grande alegando que es una presa tuya. Lo tendrías relativamente fácil. En caso contrario déjame decirte que personalmente no tendría ningún reparo en considerarte miembro de los Crimson Wolves. Somos una organización de la marina, pero está regulada por mí mismo, yo decido quién entra y quien sale. La marina me da las órdenes a mí, yo muevo a mis hombres y me responsabilizo sobre sus acciones. Además que hay un agente del gobierno entre nuestras filas. No sería raro que tú entrases, aunque siendo miembro de la marina lo tendrías más sencillo, tanto tú como yo... Pero se trata de tu decisión.
Sonreí y me levanté. Era el momento de marchar de allí, ya no había nada más que hacer en ese lugar. Con mis armas envainadas me quedé mirando el cadáver de ese tipo. Lo cierto es que había quedado todo esto hecho un verdadero estercolero, tan solo había tres cadáveres y un tipo desmayado con una herida en la pierna que le impedía moverse. Todos eran escoria. Pensé en marcharme de allí, pero antes me gustaría saber la respuesta que tendría la joven.
-Prefiero no estar mucho más tiempo aquí. Volveré con mis hombres y nos marcharemos al cuartel. Si decides ingresar en la marina tan solo has de venir conmigo. Y aunque no lo quieras te aconsejo que lo hagas hasta salir de la isla. Puede que estos tipos tuvieran aliados que estén esperándonos. Si salimos con ese cuerpo destrozado, no se atreverán a atacarnos. ¿Qué me dices?
Limpie la espada y me acerqué a la chica, que se había identificado como Yoshi la cazarrecompensas. No era un nombre que hubiera escuchado, no llevaría mucho tiempo en el negocio. Conforme me acerqué a ella, a sentarme a su lado de nuevo, comenzó a contarme su historia. Parecía que por lo menos tenía cierta confianza hacia mí, de no ser así dudo que me contase aspectos de su vida personal, por más que yo lo hubiera hecho.
Parecía ser que ese hombre, como ya sospechaba, atacó su pueblo natal. No obstante me llamó mucho la atención, hablaba de Skypiea, la isla del cielo. Hasta ahora tan solo había escuchado rumores acerca de la existencia de esa isla, pero me parece algo realmente extraño que pueda existir un lugar así realmente. No obstante parecía haber bastante sinceridad en su historia, incluso tuvo que cortar sus palabras para contenerse y coger aire. No parecía que fuera una historia que le gustase contar.
Cuando acabó entendí el por qué me contó esa historia. Al parecer nuestros motivos para alzarnos al mar son muy similares, yo perdí a mi padre y partí por miedo a perder a mi madre, y en especial a Jiro. En su caso ella perdió lo único que tenía y comenzó a navegar en busca de venganza. Por más que me sienta mal por lo ocurrido en mi vida, a ella le había ido peor. Yo por lo menos tenía una familia en la que apoyarme para seguir peleando. Ella sin embargo ya no tiene nada. No pude evitar esbozar un rostro de tristeza. Ella en cambio trataba de forzar una sonrisa, tal vez para liberar la tensión que había en el ambiente.
Finalmente me insinuó que era un tanto irónico que una cazadora entrase en una banda de la marina. Ante eso tan solo pude soltar una sonrisa. Lo cierto es que no era tan complicado eso, si se trata de una persona que hasta ahora no ha cometido crímenes por los cuales se ofrezca una captura no debe de haber motivos. Y un cazador de recompensas rara vez llega a ello, a no ser que su objetivo sea trabajar para la armada revolucionaria y cazar marines y agentes del gobierno. No obstante no parecía ser el caso.
-No es una idea tan alocada, Yoshi. Eres una cazadora de recompensas que trabajas de forma indirecta cazando criminales buscados por la marina con el objetivo de obtener sus recompensas. ¿Porqué no trabajar directamente junto a ellos? Si lo deseas, nunca es tarde para hacer una inscripción como recluta a la marina, les hablaría bien de tí, y si este tipo tiene una recompensa por su cabeza, cosa que no lo se, entrarías por la puerta grande alegando que es una presa tuya. Lo tendrías relativamente fácil. En caso contrario déjame decirte que personalmente no tendría ningún reparo en considerarte miembro de los Crimson Wolves. Somos una organización de la marina, pero está regulada por mí mismo, yo decido quién entra y quien sale. La marina me da las órdenes a mí, yo muevo a mis hombres y me responsabilizo sobre sus acciones. Además que hay un agente del gobierno entre nuestras filas. No sería raro que tú entrases, aunque siendo miembro de la marina lo tendrías más sencillo, tanto tú como yo... Pero se trata de tu decisión.
Sonreí y me levanté. Era el momento de marchar de allí, ya no había nada más que hacer en ese lugar. Con mis armas envainadas me quedé mirando el cadáver de ese tipo. Lo cierto es que había quedado todo esto hecho un verdadero estercolero, tan solo había tres cadáveres y un tipo desmayado con una herida en la pierna que le impedía moverse. Todos eran escoria. Pensé en marcharme de allí, pero antes me gustaría saber la respuesta que tendría la joven.
-Prefiero no estar mucho más tiempo aquí. Volveré con mis hombres y nos marcharemos al cuartel. Si decides ingresar en la marina tan solo has de venir conmigo. Y aunque no lo quieras te aconsejo que lo hagas hasta salir de la isla. Puede que estos tipos tuvieran aliados que estén esperándonos. Si salimos con ese cuerpo destrozado, no se atreverán a atacarnos. ¿Qué me dices?
Yoshi
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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Kimura me propusó algo que no me había planteado hasta entonces: Unirme a la marina. Realmente no era una idea tan alocada como en un momento me pareció y mucho menos como él me lo hizo ver, sabia hablar y convencerme bien y mentiria si dijera que no me lo estaba planteando seriamente. Pensandolo friamente solo me había hecho cazadora por una sencilla razón: Buscar venganza contra los piratas en general y uno en concreto ¿Por que no hacerlo desde la marina? realmente tambien se dedicaban a ello y la vida de Marine no era tan dura.
Empecé a pensar en todas las cosas buenas que tenia la marina comparandolas con la vida de cazador sobre todo me convencieron dos cosas. La primera era el suelo, la vida de cazador era muy dura y más para una principiante como yo que ultimamente no tenia ni para comer pero si me unia a la marina eso cambiaria, no me faltaria de nada. La segunda era la compañia, no podia negar que echaba de menos una familia y la verdad es que la marina podia ser lo más parecido a una que tendria nunca y más si aceptaba la oferta de Kimura y me uniria a su banda, parecia una muy buena persona con el mismo objetivo que yo y me prometia una vida nueva y mejor, con más gente, más protección y en el que mi objetivo seria mucho más fácil ya que la marina tambien me proporcionaria más información sobre "el pirata importante" que andaba buscando y cuando le encontraba tendría gente que me ayudaría y no podia rechazar su ayuda la verdad no sabia cuan poderoso era y no estaba segura de poder vencerlo.
Me quedé un buen rato callada mirando a las tablillas viejas del bar llenas de manchas de sangre y suciedad pensando en la oferta que me acababan de hacer, era el momento de decidir que rumbo le daría a mi vida.
Levanté la cabeza y me quedé mirando al pelirojo que ya había envainado sus armas, el marchaba ya y era decisión mia si me iba con él o no como bien habia dicho. Dudé un momentó, tendría menos libertad si pero ganaría mucho más una familia y una calidad de vida más alta y al fin y al cabo ¿Aquello no era tambien libertad de alguna manera?
-He tomado una decisión.- Agarré mi arco con fuerza intentando encontrar la fuerza que necesitaba para decir lo que pensaba. -Me uniré contigo a la marina y a tu banda, vengaré a Bely y lucharé por que nadie tenga que pasar por lo que pasamos nosotros.- Enfundé mi arco, me acerqué a él y le estreché la mano.
Pagamos la cuenta y salimos de allí, yo sostenia como podía a la escoria ya muerta que pensaba entregar en la marina nada más alistarme, con la recompensa que tenia y por la que había ido a por el entraría por la puerta grande. Con la cabeza en alto me dirijí al puerto dispuesta a emepzar una nueva vida con Kimura, la marina y los Crimson Wolves.
Empecé a pensar en todas las cosas buenas que tenia la marina comparandolas con la vida de cazador sobre todo me convencieron dos cosas. La primera era el suelo, la vida de cazador era muy dura y más para una principiante como yo que ultimamente no tenia ni para comer pero si me unia a la marina eso cambiaria, no me faltaria de nada. La segunda era la compañia, no podia negar que echaba de menos una familia y la verdad es que la marina podia ser lo más parecido a una que tendria nunca y más si aceptaba la oferta de Kimura y me uniria a su banda, parecia una muy buena persona con el mismo objetivo que yo y me prometia una vida nueva y mejor, con más gente, más protección y en el que mi objetivo seria mucho más fácil ya que la marina tambien me proporcionaria más información sobre "el pirata importante" que andaba buscando y cuando le encontraba tendría gente que me ayudaría y no podia rechazar su ayuda la verdad no sabia cuan poderoso era y no estaba segura de poder vencerlo.
Me quedé un buen rato callada mirando a las tablillas viejas del bar llenas de manchas de sangre y suciedad pensando en la oferta que me acababan de hacer, era el momento de decidir que rumbo le daría a mi vida.
Levanté la cabeza y me quedé mirando al pelirojo que ya había envainado sus armas, el marchaba ya y era decisión mia si me iba con él o no como bien habia dicho. Dudé un momentó, tendría menos libertad si pero ganaría mucho más una familia y una calidad de vida más alta y al fin y al cabo ¿Aquello no era tambien libertad de alguna manera?
-He tomado una decisión.- Agarré mi arco con fuerza intentando encontrar la fuerza que necesitaba para decir lo que pensaba. -Me uniré contigo a la marina y a tu banda, vengaré a Bely y lucharé por que nadie tenga que pasar por lo que pasamos nosotros.- Enfundé mi arco, me acerqué a él y le estreché la mano.
Pagamos la cuenta y salimos de allí, yo sostenia como podía a la escoria ya muerta que pensaba entregar en la marina nada más alistarme, con la recompensa que tenia y por la que había ido a por el entraría por la puerta grande. Con la cabeza en alto me dirijí al puerto dispuesta a emepzar una nueva vida con Kimura, la marina y los Crimson Wolves.
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