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Otra vez de viaje, aunque en esta ocasión añorando nadar, maldita mi suerte al comer aquella fruta. Ya no podría volver a nadar, y aunque podría seguir respirando debajo del agua no podría moverme por ella. Mi cuerpo ahora parecía el acero de las espadas al meterme en ella. Aun así, no podía tener miedo a navegar, a enfrentarme a la opresión, ya fuera en mar o en tierra. Mi nuevo destino resulto una isla devastada por una lucha fratricida no hacía muchos años, y en la que aún se notaban las cicatrices. En esta ocasión, no debía actuar, únicamente hacerme pasar por una ciudadana más, cosa que siempre era difícil, y averiguar si había presencia del gobierno.
El puerto, uno de los lugares de más actividad según comprobé los primeros días, siempre tenía barcos pesqueros amarrados, y de vez en cuando alguno mercante. El trabajo que me había buscado, mejor dicho, para el que me habían aceptado consistía en comunicaciones. Mi habilidad para mensajes cifrados había llamado la atención de pequeño grupo mercenario asentado en la isla. Para m fue perfecto, ya que tenía acceso a mucha información, no solo de la isla sino de otros puntos del mundo.
Mi horario llegaba a su fin, debía informar de un movimiento de tropas de la marina en el norte, pero antes pasaría por la taberna a tomar una buena jarra en mi esquina, taladrada por las miradas de miedo y odio del resto de parroquianos, al menos hasta que estuvieron muy borrachos y solo vieran mis pechos.
El puerto, uno de los lugares de más actividad según comprobé los primeros días, siempre tenía barcos pesqueros amarrados, y de vez en cuando alguno mercante. El trabajo que me había buscado, mejor dicho, para el que me habían aceptado consistía en comunicaciones. Mi habilidad para mensajes cifrados había llamado la atención de pequeño grupo mercenario asentado en la isla. Para m fue perfecto, ya que tenía acceso a mucha información, no solo de la isla sino de otros puntos del mundo.
Mi horario llegaba a su fin, debía informar de un movimiento de tropas de la marina en el norte, pero antes pasaría por la taberna a tomar una buena jarra en mi esquina, taladrada por las miradas de miedo y odio del resto de parroquianos, al menos hasta que estuvieron muy borrachos y solo vieran mis pechos.
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Una sonrisa se formó en el rostro de aquella siniestra persona. En una de las esquinas de aquella taberna, se hallaba un tipo un poco pintoresco. Sus tétricos ojos observaban la situación con total tranquilidad. Las personas no se terminaban de acostumbrar a su presencia, y por ello lo tenían un poco de lado. Evitaban mirarse con él a cualquier precio. De hecho, no le habían tomado nota por el momento. Dicha persona se trataba de Kotaro, unos de los pocos Surfer que quedaban con vida. Por suerte, nadie sabía sobre él, y solo era un desconocido más. No llegaba a tener el potencial de sus otros dos hermanos. Por el momento se dedicaba a su trabajo como si fuese lo más normal del mundo. El asesinato a sueldo no era una buena opción, pero mientras le pagasen le daba lo mismo.
En ese caso, tenía que cargarse a tantos marines como fuese posible. Sus jefes esta vez, eran unos mercenarios que se hallaban en aquella isla. Su deber era cumplir el trabajo a la perfección, y de esa forma lo haría. Vestía con un traje negro, corbata del mismo color, camisa blanca, y unos elegantes zapatos. Lo que más destacaba de él, era su extraño sombrero, el cual poseía un corte en uno de los lados. Tenía toda la pinta de una especie de agente del gobierno, pero se trataba de todo lo contrario. Tomar formas blasfemas para los creyentes de la justicia era divertido, y por ello le hacía gracia todo aquello.
El asesino no tardó mucho en ver que por la puerta entraba una mujer mezclada con un pez. No pudo evitar sonreír de lado, pues sabía de sobra que se trataba de un Gyojin. Escuchó que había mucho racismo sobre ellos, pero eso a él le daba lo mismo. En ese momento alzó la mano para que uno de los camareros se acercase de una vez por todas. Un tipo vestido con camisa roja, y pantalones de pitillo, se acercó para tomarle nota. El moreno sonrió de forma un poco enfermiza y le respondió. – Un vaso de vino tinto, por favor. También quiero algo rico con qué acompañarlo, queso por ejemplo. – El chico asintió y se retiró enseguida.
En ese caso, tenía que cargarse a tantos marines como fuese posible. Sus jefes esta vez, eran unos mercenarios que se hallaban en aquella isla. Su deber era cumplir el trabajo a la perfección, y de esa forma lo haría. Vestía con un traje negro, corbata del mismo color, camisa blanca, y unos elegantes zapatos. Lo que más destacaba de él, era su extraño sombrero, el cual poseía un corte en uno de los lados. Tenía toda la pinta de una especie de agente del gobierno, pero se trataba de todo lo contrario. Tomar formas blasfemas para los creyentes de la justicia era divertido, y por ello le hacía gracia todo aquello.
El asesino no tardó mucho en ver que por la puerta entraba una mujer mezclada con un pez. No pudo evitar sonreír de lado, pues sabía de sobra que se trataba de un Gyojin. Escuchó que había mucho racismo sobre ellos, pero eso a él le daba lo mismo. En ese momento alzó la mano para que uno de los camareros se acercase de una vez por todas. Un tipo vestido con camisa roja, y pantalones de pitillo, se acercó para tomarle nota. El moreno sonrió de forma un poco enfermiza y le respondió. – Un vaso de vino tinto, por favor. También quiero algo rico con qué acompañarlo, queso por ejemplo. – El chico asintió y se retiró enseguida.
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No tardé en hacerme con un par de jarras de buena cerveza para no tenerme que levantar en un buen rato, y dejar encargados dos platos de buen pescado, cosa que algunos considerarían canibalismo. El primer día, de hecho, se lo tuve que pedir tres veces al camarero que parecía no razonarlo bien. Y lo días siguientes aprendí a llevar las jarras de dos en dos para evitar a los más borrachos y sus largas manos, pues su lascivia superaba a su miedo. Una vez ya en mi mesa, al parecer nadie más se sentaba en ella, bebí un largo trago del dorado néctar.
Mirando alrededor, reconocí a los mismos hombres de siempre más alguno nuevo mezclado entre ellos, seguramente algún familiar o mercader. Y uno que resaltó, vestido con el traje típico de agente y sentado en la esquina contraria. ¿Había venido a por ella? ¿La gente del pueblo la había denunciado por algo? No, su reputación seguía intacta, no tenía recompensa y nadie la podría identificar como revolucionaria. Además, con sus nuevos poderes siempre podía decir que no era ella, por lo que sabía a los humanos todos los Gyojin les resultan iguales. Aun así, debía tener cuidado y no llamar la atención, y menos con ese tipo allí.
Mirando alrededor, reconocí a los mismos hombres de siempre más alguno nuevo mezclado entre ellos, seguramente algún familiar o mercader. Y uno que resaltó, vestido con el traje típico de agente y sentado en la esquina contraria. ¿Había venido a por ella? ¿La gente del pueblo la había denunciado por algo? No, su reputación seguía intacta, no tenía recompensa y nadie la podría identificar como revolucionaria. Además, con sus nuevos poderes siempre podía decir que no era ella, por lo que sabía a los humanos todos los Gyojin les resultan iguales. Aun así, debía tener cuidado y no llamar la atención, y menos con ese tipo allí.
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Al asesino le sorprendió que la chica tuviese en su poder una bebida como era la cerveza. No entendía la relación de los hombres pez con el alcohol, pero eso no era un problema que tuviese que ver con él. No tardó mucho en mostrar una sonrisa ladeada, y después se cruzó de brazos. Todo parecía muy calmado, pero continuaba notando la tensión que se había formado a su alrededor. El tipo trajeado se puso a mirar una de las cartas que tenía a su alcance, al parecer era la de postres. El helado de vainilla con frutos rojos tenía muy buena pinta, pero no debía desperdiciar el dinero en aquel tipo de cosas.
El camarero por fin le trajo su copa de vino, y un plato lleno de trozos de queso azul. Los ojos del Surfer parecieron iluminarse un poquito por la emoción, pero su rostro permaneció impasible. Bebió de su bebida, y sintió una sensación agradable recorrerle por dentro. Finalmente se relamió y comenzó a aplaudir con fuerza, pero a un ritmo lento. Sus aplausos llamaron la atención del camarero, y de muchos de los clientes. El hombre no tardó mucho en alzar su voz, la cual parecía demasiado amable. – ¡Bravo! Es un vino excelente, caballero. – El camarero, muerto de vergüenza, le dio las gracias.
A continuación, el tipo del sombrero probó el queso azul. Sintió un agradable picor recorrerle la lengua, y eso le hizo soltar un leve gemido. Realmente parecía estar fatal de la cabeza. Miró de nuevo a la mujer pez, buscando su mirada, y después intentaría guiñarle un ojo de forma provocativa. Sus intenciones simplemente eran dar por culo, no otra cosa. Le llamaba la atención bastante, y a lo mejor lograba poder tomarse un vino con ella. De hecho, no tardó mucho en hacerle una señal para que se acercase ¿Le habría visto? No podía saberlo hasta que los hechos continuaran desarrollándose de aquella forma tan interesante.
El camarero por fin le trajo su copa de vino, y un plato lleno de trozos de queso azul. Los ojos del Surfer parecieron iluminarse un poquito por la emoción, pero su rostro permaneció impasible. Bebió de su bebida, y sintió una sensación agradable recorrerle por dentro. Finalmente se relamió y comenzó a aplaudir con fuerza, pero a un ritmo lento. Sus aplausos llamaron la atención del camarero, y de muchos de los clientes. El hombre no tardó mucho en alzar su voz, la cual parecía demasiado amable. – ¡Bravo! Es un vino excelente, caballero. – El camarero, muerto de vergüenza, le dio las gracias.
A continuación, el tipo del sombrero probó el queso azul. Sintió un agradable picor recorrerle la lengua, y eso le hizo soltar un leve gemido. Realmente parecía estar fatal de la cabeza. Miró de nuevo a la mujer pez, buscando su mirada, y después intentaría guiñarle un ojo de forma provocativa. Sus intenciones simplemente eran dar por culo, no otra cosa. Le llamaba la atención bastante, y a lo mejor lograba poder tomarse un vino con ella. De hecho, no tardó mucho en hacerle una señal para que se acercase ¿Le habría visto? No podía saberlo hasta que los hechos continuaran desarrollándose de aquella forma tan interesante.
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El pescado estaba delicioso, y las caras y reacciones de la gente lo hacían aún mejor. Mientras comía pude escuchar como el agente alzaba la voz para darle la enhorabuena al camarero por el vino. Se me paso fugazmente por la mente la idea de que de verdad fuera agradecido, pero enseguida este pensamiento fue sustituido por otro en el que hombre solo quería poner en evidencia al pobre trabajador. Cuando terminé mi cena, hice un barrido con la mirada, viendo las reacciones. Hasta que me encontré con la mirada de aquel hombre, que hasta me guiñó un ojo.
Aquello me descolocó, rompió muchos de mis esquemas y me hizo plantearme muchas preguntas. ¿Era posible que dos agentes del gobierno fueran amables conmigo el mismo mes? También podía ser una trampa para poder capturarme, aunque no tendría razón de ser, ¿O acaso ahora le importaban al gobierno los daños colaterales? Fuera como fuera, la curiosidad y la posibilidad de hacerme con información pudieron conmigo cuando el sujeto me hizo gestos para que me acercara a él.
-Buenas noches caballero, me llamo Valia y creo que he captado su atención, ¿He hecho algo malo? Durante el camino hasta el evitaría a los más borrachos y caminaría segura y serena. Para la pregunta final usaría un tono de niña buena, denotando una predisposición que en realidad no existía.
Aquello me descolocó, rompió muchos de mis esquemas y me hizo plantearme muchas preguntas. ¿Era posible que dos agentes del gobierno fueran amables conmigo el mismo mes? También podía ser una trampa para poder capturarme, aunque no tendría razón de ser, ¿O acaso ahora le importaban al gobierno los daños colaterales? Fuera como fuera, la curiosidad y la posibilidad de hacerme con información pudieron conmigo cuando el sujeto me hizo gestos para que me acercara a él.
-Buenas noches caballero, me llamo Valia y creo que he captado su atención, ¿He hecho algo malo? Durante el camino hasta el evitaría a los más borrachos y caminaría segura y serena. Para la pregunta final usaría un tono de niña buena, denotando una predisposición que en realidad no existía.
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La mirada del moreno continuaba fijada en aquella mujer pez. La verdad es que quedó impresionado cuando ella comenzó a avanzar hacia su posición. No tardó en mostrar una sonrisa siniestra, para después darle otro sorbo a su copa de vino. No se esperaba que aquel simple guiño provocase que se acercase a él. De todas formas, no le desagradaba tener un poco de compañía, fuese del género que fuese. Pasó su lengua por los labios lentamente, terminando de saborear las gotas de aquel magnifico brebaje que había quedado en su boca. Adoraba el buen vino, y como ya dijo, ese era espectacular.
En ese momento escuchó las palabras que la mujer le dijo. El tono de niña buena le arrancó una ligera sonrisa del rostro, cerrando los ojos y agachando la cabeza en señal de respeto. Definitivamente era un hombre raro y demasiado impredecible. – Pues la verdad es que no lo sé. Pero si lo ha hecho, es cosa suya, mi lady. – Con aquello dio a entender que no le interesaba si la chica había cometido algún delito. Sus ropas muchas veces le veían ver como algo que realmente no era. La culpa no era suya, pues a él simplemente le gustaba vestir de forma elegante, y no pensar en los comentarios de los demás.
Lo siguiente que hizo fue coger con su mano derecha una silla que estaba totalmente libre, y se colocó en pie, ofreciéndosela a la mujer pez para que tomase asiento. – ¿Le apetece un buen vino, señorita? He notado que no es humana, y eso si le digo la verdad, me abre la curiosidad sobre vos. – Dicho aquello volvió a sentarse, ajustándose bien su sombrero para que no se le cayese de ninguna de las maneras posibles.
En ese momento escuchó las palabras que la mujer le dijo. El tono de niña buena le arrancó una ligera sonrisa del rostro, cerrando los ojos y agachando la cabeza en señal de respeto. Definitivamente era un hombre raro y demasiado impredecible. – Pues la verdad es que no lo sé. Pero si lo ha hecho, es cosa suya, mi lady. – Con aquello dio a entender que no le interesaba si la chica había cometido algún delito. Sus ropas muchas veces le veían ver como algo que realmente no era. La culpa no era suya, pues a él simplemente le gustaba vestir de forma elegante, y no pensar en los comentarios de los demás.
Lo siguiente que hizo fue coger con su mano derecha una silla que estaba totalmente libre, y se colocó en pie, ofreciéndosela a la mujer pez para que tomase asiento. – ¿Le apetece un buen vino, señorita? He notado que no es humana, y eso si le digo la verdad, me abre la curiosidad sobre vos. – Dicho aquello volvió a sentarse, ajustándose bien su sombrero para que no se le cayese de ninguna de las maneras posibles.
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El agente no pareció interesado en mis delitos, sino más bien en mi raza, cosa que era bastante extraña, estaba segura de que les instruían con nuestros puntos débiles para torturas y cosas así. La muestra de caballerosidad que vino a continuación termino de descolocarme del todo. ¿Lo había juzgado mal? ¿Me había topado con los dos únicos agentes del gobierno que no odiaban mi raza? Demasiadas preguntas para una misma noche.
-Estaré más que encantada de responder a sus preguntas caballero, pero antes, ¿Qué le trae a la isla sino es indiscreción? –Necesitaba una base desde la que partir para no meter la pata en alguna de las preguntas y delatarme.
Pediría al camarero con la mano una de lo mismo que estaba bebiendo en mi mesa, el vino no era de mis bebidas favoritas, pero si el hombre llegaba a invitarme no podía ser tan descortés como para no aceptar, aunque eso supusiera mezclar bebidas.
-Estaré más que encantada de responder a sus preguntas caballero, pero antes, ¿Qué le trae a la isla sino es indiscreción? –Necesitaba una base desde la que partir para no meter la pata en alguna de las preguntas y delatarme.
Pediría al camarero con la mano una de lo mismo que estaba bebiendo en mi mesa, el vino no era de mis bebidas favoritas, pero si el hombre llegaba a invitarme no podía ser tan descortés como para no aceptar, aunque eso supusiera mezclar bebidas.
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Kotaro no pudo evitar mostrar una sonrisa amable cuando la chica le preguntó sobre lo que había venido a hacer en aquella isla. Cierto era que pensaba decir la verdad, sobre que pensaba cargarse a unos cuantos marines por un cliente. Si ella formaba parte de la seguridad, le daría lo mismo. No se ocultaba ante damas tan hermosas como ella y siempre solía ir con la verdad por delante salvo cuando estaba en presencia de otros tipos. Pero era Gyojin le había despertado demasiada curiosidad y no quería mentirle. Escuchó como ella pedía su propio vino y eso le hizo sonreír de lado.
- Verá señorita, he venido a terminar con la vida de unos veinte hombres. Dichas personas pertenecen a la marina… No le molesta ¿Verdad?
Dijo abriendo sus fríos y azulados ojos. Después de unos momentos volvió a tomar otro enorme trago de su bebida. El alcohol le sentaba bastante bien, y sobre todo cuando se trataba de un delicioso vino tinto. Merecía mucho la pena tomarlo antes de iniciar una matanza como él solía decir. Era demasiado delicioso terminar con la vida de los inútiles del gobierno y más si era pro trabajo. Cobrar era algo que le fascinaba bastante.
- Dígame ¿Cuáles son sus gustos en cuanto a comida? ¿Le gusta el sexo? ¿Es usted procedente de algún mar en específico?
- Verá señorita, he venido a terminar con la vida de unos veinte hombres. Dichas personas pertenecen a la marina… No le molesta ¿Verdad?
Dijo abriendo sus fríos y azulados ojos. Después de unos momentos volvió a tomar otro enorme trago de su bebida. El alcohol le sentaba bastante bien, y sobre todo cuando se trataba de un delicioso vino tinto. Merecía mucho la pena tomarlo antes de iniciar una matanza como él solía decir. Era demasiado delicioso terminar con la vida de los inútiles del gobierno y más si era pro trabajo. Cobrar era algo que le fascinaba bastante.
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-Bueno, he de decir que si dichos hombres han cometido delitos y no es por el simple hecho de pertenecer a la marina, no me importa demasiado. Si por el contrario, son hombres inocentes en el trabajo equivocado, espero por su bien que no llegue a enterarme. – Me gustaba ser sincera, y más cuando resultaba en una forma tan ambigua como aquella.
El tipo, que ahora ya ponía en duda si era agente o me estaba probando, no podría acusarme de nada, dado que se supone que los criminales sean de donde sean deben ser castigados. Termine mi jarra de cerveza, a tiempo para la llegada de la siguiente y la nueva tanda de preguntas del hombre.
-Pues veras, procedo de la isla Gyojin, bajo Red line. En respuesta al resto de preguntas, me gustan todo tipo de alimentos, hasta el momento no encontré ninguno que me desagradara. En cuanto al sexo, pues como a todos. Aunque hay pocos que puedan seguirme el ritmo, o no terminar con algo roto, digamos que en esos momentos me cuesta controlar mi fuerza. ¿Qué hay de ti? ¿Qué te gusta comer y hacer en la cama?
El tipo, que ahora ya ponía en duda si era agente o me estaba probando, no podría acusarme de nada, dado que se supone que los criminales sean de donde sean deben ser castigados. Termine mi jarra de cerveza, a tiempo para la llegada de la siguiente y la nueva tanda de preguntas del hombre.
-Pues veras, procedo de la isla Gyojin, bajo Red line. En respuesta al resto de preguntas, me gustan todo tipo de alimentos, hasta el momento no encontré ninguno que me desagradara. En cuanto al sexo, pues como a todos. Aunque hay pocos que puedan seguirme el ritmo, o no terminar con algo roto, digamos que en esos momentos me cuesta controlar mi fuerza. ¿Qué hay de ti? ¿Qué te gusta comer y hacer en la cama?
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Una sonrisa ladeada se formó en el rostro de aquel tipo siniestra. No se esperaba una respuesta tan justiciera por parte de la muchacha, aunque si iba a matarlos era por dinero, de modo que no sabía si eran o no buenas personas. Era algo de lo que nunca podrían enterarse los demás, pues Jackal no dejaba testigos de ninguna clase. Se ajustó bien el sombrero y después de unos momentos se relamió despacio. No se esperaba que la muchacha contestase todas las preguntas de esa forma. Sabía que no le iba a mentir y que seguramente estaba siendo bastante sincera.
- Me gusta comer cosas que tengan bastante valor caro, como por ejemplo solomillo o marisco. Cabe decir que siempre he sido pobre y ahora que por fin asiento cabeza quiero disfrutar de lo que nunca tuve.
La segunda pregunta de la chica hizo que el tipo moreno se quedase mirándola finamente, por lo que después de unos segundos en silencio le respondió. La mirada que estaba usando era de amabilidad total y su tono bastante macabro. La combinación resultaba muy incómoda para la mayoría de la gente, pero esa su forma de ser.
- En la cama amo dormir. No puedo explicar algo que no he vivido. En mi isla, todos éramos hermanos y primos. Resulta que está mal visto relacionarse entre ellos, pero cuando por fin conocí a una joven de un pueblo vecino, mi clan entero fue masacrado. Quedando como supervivientes, Madara, Jin y yo. De modo que ahora que he comenzado mi viaje, no sé lo que es eso que llaman aparearse con una hembra. Ya lo descubriré llegado el momento, por ahora necesito hacerme hueco en la historia de los Surfer.
Le había dicho quién eran sus hermanos, pero estaba claro que le daba lo mismo que los demás supieran aquellos datos. Había sido bastante sincero y por el momento tan solo quería conocer a la mujer pez un poco más. No tardó en quitarse el sombrero, dejándolo a un lado y quedando con sus cabellos alborotados al descubierto.
- Me gusta comer cosas que tengan bastante valor caro, como por ejemplo solomillo o marisco. Cabe decir que siempre he sido pobre y ahora que por fin asiento cabeza quiero disfrutar de lo que nunca tuve.
La segunda pregunta de la chica hizo que el tipo moreno se quedase mirándola finamente, por lo que después de unos segundos en silencio le respondió. La mirada que estaba usando era de amabilidad total y su tono bastante macabro. La combinación resultaba muy incómoda para la mayoría de la gente, pero esa su forma de ser.
- En la cama amo dormir. No puedo explicar algo que no he vivido. En mi isla, todos éramos hermanos y primos. Resulta que está mal visto relacionarse entre ellos, pero cuando por fin conocí a una joven de un pueblo vecino, mi clan entero fue masacrado. Quedando como supervivientes, Madara, Jin y yo. De modo que ahora que he comenzado mi viaje, no sé lo que es eso que llaman aparearse con una hembra. Ya lo descubriré llegado el momento, por ahora necesito hacerme hueco en la historia de los Surfer.
Le había dicho quién eran sus hermanos, pero estaba claro que le daba lo mismo que los demás supieran aquellos datos. Había sido bastante sincero y por el momento tan solo quería conocer a la mujer pez un poco más. No tardó en quitarse el sombrero, dejándolo a un lado y quedando con sus cabellos alborotados al descubierto.
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Realmente aquel hombre era sorprendente, eran pocos los hombres que la trataran bien, y menos aun los que se abrían a ella de forma tan sincera. Yo no distinguía entre alimentos de gran valor y los que comían los pobres como decían los humanos, puede que su crianza en el palacio le evitara ciertas vivencias que a otros le aportaban grandes metas y fuerzas para llegar a ellas. Lo más sorprendente fue la revelación de su parentesco con el gran mercenario Madara, o ¿Puede que fuera otro Madara?
-A mi trataron de criarme como algo que no era, cada día me escapaba para entrenar con el tridente junto a los guardias de la isla. No puedo decir que mi familia viviera mal, pero aquello no era para mí. Has mencionado a Madara, ¿Eres hermano del Shichibukai mercenario? Debe ser frustrante vivir en su sombra, lo sé bien.
Recogí la jarra de cerveza fresca que traía el camarero y di un gran sorbo. Cada vez me resultaba más claro que el tipo delante de mí no era un agente aunque lo pareciera. Mis ilusiones iniciales de sacarle información acerca del CP se desvanecieron, pero los datos sobre él y su hermano ahora cobraban más relevancia y fuerza, sin duda alguna, tenerlo de aliado, y vigilado podría ser de gran interés.
-A mi trataron de criarme como algo que no era, cada día me escapaba para entrenar con el tridente junto a los guardias de la isla. No puedo decir que mi familia viviera mal, pero aquello no era para mí. Has mencionado a Madara, ¿Eres hermano del Shichibukai mercenario? Debe ser frustrante vivir en su sombra, lo sé bien.
Recogí la jarra de cerveza fresca que traía el camarero y di un gran sorbo. Cada vez me resultaba más claro que el tipo delante de mí no era un agente aunque lo pareciera. Mis ilusiones iniciales de sacarle información acerca del CP se desvanecieron, pero los datos sobre él y su hermano ahora cobraban más relevancia y fuerza, sin duda alguna, tenerlo de aliado, y vigilado podría ser de gran interés.
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Kotato mostró una expresión calmada mientras escuchaba a aquella chica hablar. Lo que dijo sobre Madara le hizo cerrar los ojos despacio. La verdad es que no se sentía una sombra en ese sentido, pues precisamente quería permanecer oculto hasta el momento en el que su poder fuese tan fuerte como el del dragón. Lo siguiente que hizo fue introducir la mano derecha en su bolsillo, relamiéndose despacio y pensando en qué responderle a aquella chica mitad pez. Tosió un poco, pero no tardó en ponerse la mano y tomar aire de nuevo. No estaba malo ni nada por el estilo, pero debió ser un simple ataque de tos momentáneo.
- Soy su hermano menor, y menor del otro criminal conocido como Vader. Pero pese a eso, ambos piensan que estoy muerto. De ese modo me es más fácil continuar con mi meta de superarlos a los dos. No estoy de acuerdo con los actos del capullo enmascarado, pero sin duda quiero derrotarle. Con el Shichibukai tenía una relación más amigable.
Una vez dijo aquello, levantó la mano llamando al camarero y entonces le pidió una nueva copa de vino. Le había dado un pequeño antojo de probar de nuevo aquella delicia. Lo siguiente que hizo fue estirarse un poco, para después clavar sus azulados ojos en los de aquella interesante mujer que tenía frente a él.
- Creo que tras esta copa me retiraré del bar.
- Soy su hermano menor, y menor del otro criminal conocido como Vader. Pero pese a eso, ambos piensan que estoy muerto. De ese modo me es más fácil continuar con mi meta de superarlos a los dos. No estoy de acuerdo con los actos del capullo enmascarado, pero sin duda quiero derrotarle. Con el Shichibukai tenía una relación más amigable.
Una vez dijo aquello, levantó la mano llamando al camarero y entonces le pidió una nueva copa de vino. Le había dado un pequeño antojo de probar de nuevo aquella delicia. Lo siguiente que hizo fue estirarse un poco, para después clavar sus azulados ojos en los de aquella interesante mujer que tenía frente a él.
- Creo que tras esta copa me retiraré del bar.
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Vaya, vaya, vaya, aquella información podía resultarme muy útil en algún momento dado, para escapar de las garras de cualquiera de los dos, aunque sería traicionar la confianza que había depositado en mí aquel hombre. La verdad, entre mi vida, o hablar de algo que no había prometido no contar prefería mi vida.
-Encantada de haber podido charlar contigo este rato, no suelo tener conversaciones como estas a menudo. Estos tipos suelen estar muy borrachos o asustados para hablar, muchos hasta para mirarme. –Bebería con él en la mesa hasta que se levantara para irse, momento en el que le diría.- Espero que nos veamos pronto, y esa vez no sea para matarnos o para matar a alguien.
Una vez el chico se fuera del local yo continuaría en el mismo sitio terminando la jarra, observando a los demás parroquianos, viendo sus reacciones e intentando averiguar que decían acerca de la conversación “normal” que había mantenido con un humano, que seguro que también pensaba que era del CP, pero que luego resulto ser hermano de un gran mercenario.
-Encantada de haber podido charlar contigo este rato, no suelo tener conversaciones como estas a menudo. Estos tipos suelen estar muy borrachos o asustados para hablar, muchos hasta para mirarme. –Bebería con él en la mesa hasta que se levantara para irse, momento en el que le diría.- Espero que nos veamos pronto, y esa vez no sea para matarnos o para matar a alguien.
Una vez el chico se fuera del local yo continuaría en el mismo sitio terminando la jarra, observando a los demás parroquianos, viendo sus reacciones e intentando averiguar que decían acerca de la conversación “normal” que había mantenido con un humano, que seguro que también pensaba que era del CP, pero que luego resulto ser hermano de un gran mercenario.
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- El placer es todo mío, señorita.
Dijo con una sonrisa amable en los labios para después dar unos cuantos sorbos a su copa de vino. Era el momento de salir de aquel sitio en cuanto pudiese. Una vez dejó el dinero y terminó con el vino, se colocó en pie. Se puso su sombrero y le hizo una leve reverencia a la chica, justo para después empezar a caminar hacia fuera. En cuanto estuvo fuera del local, mostró una sonrisa algo siniestra. Se pasó la lengua por los labios y con su mano derecha sacó un pequeño cuchillo.
- Es el momento de que juguemos juntos, mis queridos marines. Una lástima de que me vaya en cuanto haya purificado vuestra alma…
Una vez dicho aquello, el asesino soltó una pequeña risa siniestra, empezando después a caminar con toda la calma del mundo. A lo mejor empleaba movimientos más violentos esta vez, para de esa forma poder terminar con sus vidas de mejor forma. Últimamente tenía que ensuciarse bastante en la batalla y eso no era nada bueno para él.
- Oh, la próxima vez probaré los perritos calientes de la isla.
Dijo para sí mismo, cambiando de tema mientras avanzaba por la calle. El día había estado bastante bien, pero llegaba el momento de finalizarlo con un poco de sangre. Era su vida de asesino después de todo. Trabajar y matar por dinero. Siempre solía ser un poco retorcido, pero ese día no estaba de humor para tanto.
Dijo con una sonrisa amable en los labios para después dar unos cuantos sorbos a su copa de vino. Era el momento de salir de aquel sitio en cuanto pudiese. Una vez dejó el dinero y terminó con el vino, se colocó en pie. Se puso su sombrero y le hizo una leve reverencia a la chica, justo para después empezar a caminar hacia fuera. En cuanto estuvo fuera del local, mostró una sonrisa algo siniestra. Se pasó la lengua por los labios y con su mano derecha sacó un pequeño cuchillo.
- Es el momento de que juguemos juntos, mis queridos marines. Una lástima de que me vaya en cuanto haya purificado vuestra alma…
Una vez dicho aquello, el asesino soltó una pequeña risa siniestra, empezando después a caminar con toda la calma del mundo. A lo mejor empleaba movimientos más violentos esta vez, para de esa forma poder terminar con sus vidas de mejor forma. Últimamente tenía que ensuciarse bastante en la batalla y eso no era nada bueno para él.
- Oh, la próxima vez probaré los perritos calientes de la isla.
Dijo para sí mismo, cambiando de tema mientras avanzaba por la calle. El día había estado bastante bien, pero llegaba el momento de finalizarlo con un poco de sangre. Era su vida de asesino después de todo. Trabajar y matar por dinero. Siempre solía ser un poco retorcido, pero ese día no estaba de humor para tanto.
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