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El lugar parecía perfecto para una emboscada o para no dejar salir a nadie con vida. Me hallaba detrás de un grupo de cuarenta sujetos desconocidos. El hombre, que me había contratado, nos hizo subir a todos a un barco y solo nos dio la misión de cuidar de su vida a cambio de una buena paga por ser parte de su escolta a una isla de la que jamás había oído. No confiaba en el resto de idiotas, pero lo único que me había motivado era el dinero. Lo necesitaba para comprar municiones y comida para mantenerme vivo. Sin embargo, el maldito lugar en el que estábamos no me inspiraba la más mínima confianza. “Lo sientes –dijo una voz en mi cabeza-, siéntelo Alex. Es el olor a miedo que desprenden estos imbéciles. Se orinan de miedo porque saben que algo no va bien”
Encendí un cigarrillo y una de las mujeres, que estaba de pie a mi derecha cerca a la pared, me miró con despreció. Quise sacar mi arma y darle un disparo por mirarme así, pero me contuve porque necesitaba el dinero. Tomé el cigarrillo con los dedos de mi mano derecha y expulsé un poco de humo por la boca.
-No deberías fumar aquí –dijo uno de los hombres que estaba a mi lado.
No le presté importancia a lo que dijo y continué mirando lo que pasaba.
Frente a todo el grupo estaba el tipo de traje que nos había llevado a todos a ese lugar. Me quedé de pie, sin reaccionar cuando la mujer que parecía estar haciendo una especie de intercambio con él, le clavó un puñal en la mano. “¿Y ahora quien me va a pagar?”, pensé mientras llevaba mis manos a mis armas y veía como las mujeres, que estaban a mi derecha e izquierda, sacaban ametralladoras Galton 20. Había visto esas monstruosidades actuar antes, así que saqué mis revolvers Magnum. Iba a disparar, pero me detuve al ver a alguien cruzar por mi lado. No sabía cómo había llegado ahí, pero me sorprendió de verlo vivo y corriendo fuera de ese lugar justo en el momento en que las armas de esas mujeres vomitaban sus balas. Decidí largarme junto con el hombre que había visto subir por las escaleras.
-Oye tú – le dije mientras subía junto con él por las escaleras -. Sobreviviste, me alegra, ahora tendré otra oportunidad para matarte, pero mejor nos largamos antes de que alguien más lo haga.
Oí montones de disparos detrás de nosotros y pasos apresurados subiendo por las escaleras. Estaba seguro de que eran esas desgraciadas iniciando una persecución.
Encendí un cigarrillo y una de las mujeres, que estaba de pie a mi derecha cerca a la pared, me miró con despreció. Quise sacar mi arma y darle un disparo por mirarme así, pero me contuve porque necesitaba el dinero. Tomé el cigarrillo con los dedos de mi mano derecha y expulsé un poco de humo por la boca.
-No deberías fumar aquí –dijo uno de los hombres que estaba a mi lado.
No le presté importancia a lo que dijo y continué mirando lo que pasaba.
Frente a todo el grupo estaba el tipo de traje que nos había llevado a todos a ese lugar. Me quedé de pie, sin reaccionar cuando la mujer que parecía estar haciendo una especie de intercambio con él, le clavó un puñal en la mano. “¿Y ahora quien me va a pagar?”, pensé mientras llevaba mis manos a mis armas y veía como las mujeres, que estaban a mi derecha e izquierda, sacaban ametralladoras Galton 20. Había visto esas monstruosidades actuar antes, así que saqué mis revolvers Magnum. Iba a disparar, pero me detuve al ver a alguien cruzar por mi lado. No sabía cómo había llegado ahí, pero me sorprendió de verlo vivo y corriendo fuera de ese lugar justo en el momento en que las armas de esas mujeres vomitaban sus balas. Decidí largarme junto con el hombre que había visto subir por las escaleras.
-Oye tú – le dije mientras subía junto con él por las escaleras -. Sobreviviste, me alegra, ahora tendré otra oportunidad para matarte, pero mejor nos largamos antes de que alguien más lo haga.
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Tenía mis armas en mis manos. Seguía corriendo y escuché lo que el hombre que estaba delante de mí dijo. “Estamos huyendo como ratas, no me agrada, pero es la única opción que tenemos”, pensé mientras veía que estábamos acercándonos al final de las escaleras. Recordé en ese momento lo que había sucedido en Nueva Esperanza. Ese hombre usaba espada para luchar y por un momento creí que se detendría para matarme, pero no lo hizo. No sabía si tenía compasión de mí o simplemente no quería venganza. No me sentía cómodo escapando. Vi la salida y me detuve. Apunte mis revolvers hacía abajo y cuando vi la primera cabeza de uno de las mujeres que nos perseguían, disparé hasta que mis balas se acabaron por completo. Algunas mujeres más aparecieron y recibieron disparos en sus pechos. Sus cuerpos rodaron hacia abajo y finalmente me sentí mejor al haber matado a algunas de esas estúpidas que nos trataban de atrapar.
Me giré y noté que el espadachín ya no estaba. No me importó el hecho de si me había abandonado. Llegué a la salid y lo vi al final del callejón por el que habíamos caminado antes. No sabía porque seguía siendo de noche, pero eso no me interesaba ya. Corrí a su lado y vi en su rostro una expresión de desconcierto.
Cruzando la avenida a la que habíamos llegado, había unos grandes edificios. En una esquina, el colorido y luminoso cartel con la palabra “Placer”, me dio una idea. Estaba casi seguro de que ese lugar era un centro de diversión y que ahí estaríamos a salvo.
-Vayamos a ese lugar – dije señalándolo con -. Debe ser un lugar público, no se atreverán a molestarnos ahí. Por el momento te seguiré.
Me giré y noté que el espadachín ya no estaba. No me importó el hecho de si me había abandonado. Llegué a la salid y lo vi al final del callejón por el que habíamos caminado antes. No sabía porque seguía siendo de noche, pero eso no me interesaba ya. Corrí a su lado y vi en su rostro una expresión de desconcierto.
Cruzando la avenida a la que habíamos llegado, había unos grandes edificios. En una esquina, el colorido y luminoso cartel con la palabra “Placer”, me dio una idea. Estaba casi seguro de que ese lugar era un centro de diversión y que ahí estaríamos a salvo.
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El lugar no era parecido a nada de lo que había visto antes. En las islas que había estado, las mujeres eran las que generalmente se ofrecían y se esforzaban por mostrar todo su encanto para conseguir a algún cliente que pagara bien por un tiempo en su habitación. Sin embargo, el lugar al que entré con el espadachín parecía ser todo lo contrario a lo que yo conocía. Había hombres danzando de una manera muy extraña y mujeres por todos lados con copas de licor. La música también era extraña. Llegamos a una especie de barra. El espadachín pidió Whisky, mi bebida favorita. Lo miré y parecía estar con la vista fija en la chica que servía el licor. Iba a pedir uno para mí, pero de pronto sentí que una persona se nos acercó. De la nada, una pistola estaba sobre mi cuello. La persona que se nos había acercado era una mujer de cabello rubio, con una mirada bastante penetrante. Por lo que había hecho, no parecía tener reparos en amenazar a un par de extraños. Iba a sacar mis pistolas, pero al oír que nos ayudaría desistí.
“La hubiera asesinado solo por hacer eso”, pensé al verla marcharse luego de darnos algunas indicaciones. El espadachín y yo caminamos al corredor, siguiendo las indicaciones de nuestra supuesta salvadora. Mantenía mis sentidos en alerta ya que podría ser una trampa o algo peor. Llegamos al ascensor y entramos. Había unos botones con números a la derecha de la puerta. Presioné el que nos había dicho la mujer y la puerta se cerró. Hubo un movimiento y luego un sonido peculiar.
-Oye, jamás oí tu nombre –dije mirando al espadachín -. Yo soy Alex, Alex Balish.
“La hubiera asesinado solo por hacer eso”, pensé al verla marcharse luego de darnos algunas indicaciones. El espadachín y yo caminamos al corredor, siguiendo las indicaciones de nuestra supuesta salvadora. Mantenía mis sentidos en alerta ya que podría ser una trampa o algo peor. Llegamos al ascensor y entramos. Había unos botones con números a la derecha de la puerta. Presioné el que nos había dicho la mujer y la puerta se cerró. Hubo un movimiento y luego un sonido peculiar.
-Oye, jamás oí tu nombre –dije mirando al espadachín -. Yo soy Alex, Alex Balish.
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Llegamos a la habitación. Era un lugar bastante amplio. Miré a todos lados y comencé a revisar rincón por rincón para asegurarme que no era una trampa. Luego de que revisé todo el lugar, me senté en uno de los muebles y encendí un cigarrillo. Fumé para relajarme mientras veía que Maximilian curioseaba unos papeles. A simple vista era un espadachín cualquiera, un hombre que no tenía mucho poder, pero no lo juzgaría jamás por físico. Lo había enfrentado antes y había visto de lo que era capaz. Tal vez se mantenía tranquilo porque sabía que podría detenerme si intentaba algo. Unos metros más allá, frente a mi había una pequeño estante con licores de todos los colores. Me puse de pie y caminé hasta el estante. Cogí un vaso de vidrio y busqué el licor que más me gustaba. Abrí una de las botellas y olí un líquido de color café claro.
-Que dulce aroma –dije mientras vertía un poco del Whisky al vaso.
Bebí un poco mientras volví al lugar donde antes me había sentado. Saqué mis armas y las coloqué a un lado. Me relajé mientras bebía y no pensaba en nada más que en el momento. No recordaba ya que estábamos en una ciudad que no conocíamos y nos habían intentado matar.
Mi tranquilidad se vio interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose, cogí mis armas y apunte en dirección de la entrada. Una mujer de cabello rubio apareció frente a nosotros levantando las manos.
-Tranquilo vaquero –dijo guiñándome el ojo -. Soy yo.
-Más razones para apuntarte, ¿qué quieres de nosotros?
-Ya se los dije, solo quiero ayudar.
-Que dulce aroma –dije mientras vertía un poco del Whisky al vaso.
Bebí un poco mientras volví al lugar donde antes me había sentado. Saqué mis armas y las coloqué a un lado. Me relajé mientras bebía y no pensaba en nada más que en el momento. No recordaba ya que estábamos en una ciudad que no conocíamos y nos habían intentado matar.
Mi tranquilidad se vio interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose, cogí mis armas y apunte en dirección de la entrada. Una mujer de cabello rubio apareció frente a nosotros levantando las manos.
-Tranquilo vaquero –dijo guiñándome el ojo -. Soy yo.
-Más razones para apuntarte, ¿qué quieres de nosotros?
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La chica también encendió un cigarrillo, al igual que yo. No me inspiraba mucha confianza, pero Max parecía estar dispuesto a escucharla. Me resigne a solo oírla y ver qué tipo de información nos brindaba. Fue mencionando de apoyos, como estaba organizada la ciudad y sentí que trataba de intimidarnos. Sus palabras tenían el objetivo claro de desanimarnos. No me gustaba en absoluto su actitud, pero algo en ella me decía que hablaba con la verdad. El espadachín que estaba a mi lado adoptó una posición seria y pensativa cuando la mujer terminó de hablar. Yo por mi parte me puse de pie. Mi cigarrillo se había consumido por la mitad y lo arrojé al suelo para pisarlo. Una gran ventana daba hacía fuera. De pronto me percaté de algo muy particular que estaba fuera. Una pequeña maquina con un punto rojo estaba en el aire, me observaba o tal vez a la habitación. Luego se marchó volando y perdiéndose entre la oscuridad.
-Había algo extraño en el aire –dije mientras seguía mirando al frente.
Cuando terminé de decir eso, un par de luces brillaron en la oscuridad. Por un momento, me quedé asombrado por no saber en absoluto que era lo que se acercaba hacia la ventana ya que las luces se hacían cada vez más grandes. Una gran maquina extraña apareció iluminando toda la habitación a través de los vidrios de las ventanas. Me volví y la mujer llamada Lily se había puesto de pie. Su rostro estaba pálido, lo que me dio una señal de que algo no andaba bien. Un sonido extraño se produjo, como si unas armas se prepararan. Entonces, lo vi. Dos ametralladoras oscuras se habían desplegado de esa extraña maquina voladora.
¡Al suelo! –grité mientras sacaba mis armas y me lanzaba detrás del sillón para cubrirme.
Pude oír el vidrio rompiéndose por completo y una ráfaga de disparos nos llegaban de todos lados. El sonido de todas las cosas rompiéndose, me dio una idea de lo poderosa que eran ambas armas.
-Hey, esas armas se recalentarán –dije pensando en la lógica que tenían las armas de gran potencia y la desventaja que poseían al tener un periodo de calentamiento muy alto -. Ese momento será el ideal para escapar. Tú, mujer, guíanos a una salida.
Lily se cubría los oídos con las manos, así que tuve que acercarme a ella y hacerla reaccionar.
-Odio que me disparen, así que con un demonio... sácanos de aquí. ¡Yo los cubro, vamos!
Las armas se detuvieron. Fue el momento de reaccionar. Me puse de pie y avancé caminando y disparando a la máquina. Los disparos fueron haciendo retroceder a la máquina. Una luz roja parpadeaba en la parte frontal. Decidí disparar a la luz roja y cuando mis disparos penetraron el cristal que tenía de protección, la maquina comenzó a girar descontrolada y un humo negro salía de la parte frontal. Fue cayendo al suelo hasta generar una explosión.
-Había algo extraño en el aire –dije mientras seguía mirando al frente.
Cuando terminé de decir eso, un par de luces brillaron en la oscuridad. Por un momento, me quedé asombrado por no saber en absoluto que era lo que se acercaba hacia la ventana ya que las luces se hacían cada vez más grandes. Una gran maquina extraña apareció iluminando toda la habitación a través de los vidrios de las ventanas. Me volví y la mujer llamada Lily se había puesto de pie. Su rostro estaba pálido, lo que me dio una señal de que algo no andaba bien. Un sonido extraño se produjo, como si unas armas se prepararan. Entonces, lo vi. Dos ametralladoras oscuras se habían desplegado de esa extraña maquina voladora.
¡Al suelo! –grité mientras sacaba mis armas y me lanzaba detrás del sillón para cubrirme.
Pude oír el vidrio rompiéndose por completo y una ráfaga de disparos nos llegaban de todos lados. El sonido de todas las cosas rompiéndose, me dio una idea de lo poderosa que eran ambas armas.
-Hey, esas armas se recalentarán –dije pensando en la lógica que tenían las armas de gran potencia y la desventaja que poseían al tener un periodo de calentamiento muy alto -. Ese momento será el ideal para escapar. Tú, mujer, guíanos a una salida.
Lily se cubría los oídos con las manos, así que tuve que acercarme a ella y hacerla reaccionar.
-Odio que me disparen, así que con un demonio... sácanos de aquí. ¡Yo los cubro, vamos!
Las armas se detuvieron. Fue el momento de reaccionar. Me puse de pie y avancé caminando y disparando a la máquina. Los disparos fueron haciendo retroceder a la máquina. Una luz roja parpadeaba en la parte frontal. Decidí disparar a la luz roja y cuando mis disparos penetraron el cristal que tenía de protección, la maquina comenzó a girar descontrolada y un humo negro salía de la parte frontal. Fue cayendo al suelo hasta generar una explosión.
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Una vez que me aseguré que no había más peligro, miré hacia la avenida por la ventana destruida. Fuera había montones de vehículos que de color negro que rodeaban el primer nivel del edificio. “Esto no se ve nada bien”, pensé mientras cargaba nuevamente mis armas y salía de la habitación. En el corredor, las cosas parecían haberse puesto bastante divertidas. El cuerpo de algunas mujeres estaban en el suelo, algunas sin vida y otras se movían aun. Disparé en la cabeza a un par que intentaban llegar a hasta sus armas. Guardé mis pistolas y caminé hasta llegar al final del corredor. Max y la otra mujer estaban de pie frente al elevador. Unas luces sobre las puerta parpadear. La mujer nos alertó de que alguien estaba subiendo.
-Hay una forma de salir de este edificio –dijo Lily.
La seguimos por un corredor a la derecha y llegamos a una puerta. La abrió y entramos. Era una habitación muy pequeña, apenas y cabíamos allí. Se acercó a la pared opuesta a la puerta y quitó una tela negra que cubría la pared. Una puerta cuadrada apareció a la mitad de la pared.
-Es el ducto de desperdicios, podemos usarlo para salir de aquí sin problemas.
-¿Así que ir hasta la mierda es tu plan de escape?, me gusta. Iré yo primero para asegurarme que no haya nada extraño.
-¿Aun no confías en mí?
No le respondí, estaba claro que no confiaba en ella. Introduje mi cuerpo por la puerta de metal y me deslice por el conducto. Fui cayendo hasta que miré hacia abajo y vi que me aproximaba a un cumulo de agua rubia, respiré hondo y esperé para sumergirme. Luego de caer, nadé a la superficie y cuando salí vi que había montañas de basura acumuladas alrededor de esa especie de laguna sucia. Subí a una de las montañas de basura y me senté en ella. Encendí un cigarrillo mientras esperaba a los otros dos.
-Hay una forma de salir de este edificio –dijo Lily.
La seguimos por un corredor a la derecha y llegamos a una puerta. La abrió y entramos. Era una habitación muy pequeña, apenas y cabíamos allí. Se acercó a la pared opuesta a la puerta y quitó una tela negra que cubría la pared. Una puerta cuadrada apareció a la mitad de la pared.
-Es el ducto de desperdicios, podemos usarlo para salir de aquí sin problemas.
-¿Así que ir hasta la mierda es tu plan de escape?, me gusta. Iré yo primero para asegurarme que no haya nada extraño.
-¿Aun no confías en mí?
No le respondí, estaba claro que no confiaba en ella. Introduje mi cuerpo por la puerta de metal y me deslice por el conducto. Fui cayendo hasta que miré hacia abajo y vi que me aproximaba a un cumulo de agua rubia, respiré hondo y esperé para sumergirme. Luego de caer, nadé a la superficie y cuando salí vi que había montañas de basura acumuladas alrededor de esa especie de laguna sucia. Subí a una de las montañas de basura y me senté en ella. Encendí un cigarrillo mientras esperaba a los otros dos.
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Luego de que llegáramos a lugar lleno de mendigos, Max y la mujer se colocaron ropas nuevas. No soporté mucho tiempo despierto y caí rendido al cansancio. Cuando desperté, la mujer que nos había ayudado a escapar estaba parada frente a mí.
-Debemos irnos, ya se una manera de que salgamos de la isla.
-Tú también te iras –pregunté.
-Sí, ya no tengo nada que hacer en este lugar.
Pensé en todo lo que había pasado y comprendí que era bastante lógico. Nos marchamos con ella recorriendo caminos llenos de húmeda y ratas en el suelo. Lily nos decía que conocía a alguien en la facción de Delux, otra de las cuatro mafias que controlaba la ciudad y rivales del grupo que lideraba Samantha, y nos podían ayudar. Mencionó también algo interesante acerca de la ciudad. Al parecer, el sol no tenía efectos en esa isla y siempre estaba de noche.
Recorrimos bastante camino e hicimos unas paradas para descansar. Llegamos a nuestro destino luego de al menos doce horas. Lily subió por unas escaleras en una columna y quitó una tapa de metal. Ascendimos junto con ella. Había muchos edificios a nuestro alrededor y nada parecía haber cambiado a lo que antes habíamos visto.
-Debemos irnos, ya se una manera de que salgamos de la isla.
-Tú también te iras –pregunté.
-Sí, ya no tengo nada que hacer en este lugar.
Pensé en todo lo que había pasado y comprendí que era bastante lógico. Nos marchamos con ella recorriendo caminos llenos de húmeda y ratas en el suelo. Lily nos decía que conocía a alguien en la facción de Delux, otra de las cuatro mafias que controlaba la ciudad y rivales del grupo que lideraba Samantha, y nos podían ayudar. Mencionó también algo interesante acerca de la ciudad. Al parecer, el sol no tenía efectos en esa isla y siempre estaba de noche.
Recorrimos bastante camino e hicimos unas paradas para descansar. Llegamos a nuestro destino luego de al menos doce horas. Lily subió por unas escaleras en una columna y quitó una tapa de metal. Ascendimos junto con ella. Había muchos edificios a nuestro alrededor y nada parecía haber cambiado a lo que antes habíamos visto.
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Definitivamente el lugar al que nos llevó la mujer era un nido de criminales. Las apuestas corrían por todos lados y estaban controladas por maquinas. Dos mujeres nos guiaron hacia unas habitaciones. Maximilian parecía confiar en que nada malo nos sucedería y por un momento creí que su ingenuidad lo hacía demasiado estúpido y más fácil de matar. Una de las mujeres me preguntó si quería que lavaran mi ropa, le respondí que sí. Me entregó un cesto y me pidió que dejara la ropa cerca a la puerta. Entré en la habitación y no parecía haber nada inusual. Fui revisando cada rincón como era típico en mí. Cuando estuve completamente seguro que nadie intentaría matarnos, me quité el cinturón de con mis armas y lo guardé debajo de la cama. Me quité toda la ropa y la coloqué en el cesto que me había dado la mujer. Luego, fui quitándome lentamente las vendas del cuerpo hasta estar completamente desnudo. Coloqué el cesto cerca a la puerta y me dirigía al baño. Llené la tina con agua tibia y me sumergí en ella, mientras encendía un cigarrillo. El humo que expulsaba por la boca se mezclaba con el vapor del agua.
“Definitivamente, esto no puede ser mejor”, pensé mientras recordaba todos los momentos tan inquietantes que había vivido hasta ese momento. Casi nunca podía relajarme y disfrutar de un tiempo relajado, la voces no me dejaban, pero en ese momento no pensaba en nada más.
-A veces solo pienso que debería dejar de existir –dije para mí mismo -. Luego recuerdo todo y mi mente se llena de ira. Desearía no recordar nada de lo que pase, pero esos recuerdos están ahí para algo.
Mis ojos comenzaron a humedecerse. Recordé a los que había perdido. Aunque nadie lo creyera, cuando estaba solo, podía escuchar las voces de las personas que asesinaba. Oí sus gritos de desesperación y luego mis balas apagando su voz. El silencio era lo que me afectaba. Algo comenzó a afectar mi mente, la idea de que Maximilian D. Frinz no hubiera querido asesinarme después de que yo casi acabara con su vida, me confundía.
Cuando salí de la habitación, la ropa que antes había estado usando estaba sobre la cama. Me fui colocando lentamente las vendas alrededor de mi cuerpo. Luego me vestí y me volví a colocar la correa con mis armas en la cintura. Abrí la puerta de la habitación y me encontré con una chica de cabello rizado frente a mí.
Vi que Max estaba esperándome, así que supuse que teníamos que ir a algún lugar.
“Definitivamente, esto no puede ser mejor”, pensé mientras recordaba todos los momentos tan inquietantes que había vivido hasta ese momento. Casi nunca podía relajarme y disfrutar de un tiempo relajado, la voces no me dejaban, pero en ese momento no pensaba en nada más.
-A veces solo pienso que debería dejar de existir –dije para mí mismo -. Luego recuerdo todo y mi mente se llena de ira. Desearía no recordar nada de lo que pase, pero esos recuerdos están ahí para algo.
Mis ojos comenzaron a humedecerse. Recordé a los que había perdido. Aunque nadie lo creyera, cuando estaba solo, podía escuchar las voces de las personas que asesinaba. Oí sus gritos de desesperación y luego mis balas apagando su voz. El silencio era lo que me afectaba. Algo comenzó a afectar mi mente, la idea de que Maximilian D. Frinz no hubiera querido asesinarme después de que yo casi acabara con su vida, me confundía.
Cuando salí de la habitación, la ropa que antes había estado usando estaba sobre la cama. Me fui colocando lentamente las vendas alrededor de mi cuerpo. Luego me vestí y me volví a colocar la correa con mis armas en la cintura. Abrí la puerta de la habitación y me encontré con una chica de cabello rizado frente a mí.
Vi que Max estaba esperándome, así que supuse que teníamos que ir a algún lugar.
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El tipo que nos había hecho llamar parecía ser una mole oscura. A su lado estaba la mujer que nos había traído y otros sujetos que en verdad no me importarlo en absoluto. Escuché atentamente lo que decía. Maximilian parecía no intimidarse por la presencia de esos hombres y se mantenía tranquilo. Cuando terminé de oír todo, sonreí. Estaba claramente de acuerdo en que acabáramos con la maldita que nos había causado tantos problemas. Max aceptó y yo también lo hice. El tipo parecía complacido con nuestra actitud y dijo que podíamos hacer lo que queramos, mientras no intentáramos huir de la isla. “La vida es irónica, un día intento asesinar al espadachín y al siguiente voy a luchar a su lado”.
Desde ese día no volví a ver a la mujer. Podía salir a ver esa parte de la ciudad, pero obviamente no debía acércame al territorio del este. Muchos vehículos llegaban al edificio con cargamentos de toda clase. Estaba seguro de que una especie de guerra se desencadenaría en el día de esa reunión.
Cuatro días antes de la reunión
No sabía que tan estúpido podía resultar ser, pero extrañamente me infiltre en el territorio de la mujer a la que debíamos detener. Su edificio principal era una monstruosa construcción de casi treinta pisos. Gracias a mis habilidades para no ser detectado, pude robar de los almacenes de armas de Kholser una pistola con gancho ascendente. El arma según había oído al ingeniero era el primer modelo mejorado que llegaba a la isla. En principio parecía ser una pistola normal, pero tenía un soporte detrás al extremo contrario del caño donde estaba almacenada hilo metálico que podía soportar hasta 200 kg. El disparo permitía al gancho salir expedido a una distancia que se podía regular con un seguro en la mitad del cañón. La marca comenzaba en 20 metros, luego, 30 y sucesivamente hasta llegar a los 60 metros de distancia. La usé para entrar a uno de las habitaciones.
Corrí por los pasillos hasta llegar al último piso, donde se suponía se realizaba toda las coordinaciones para el día de la reunión. Esperé a que la mujer y sus aliados se marcharan para entrar. Una vez dentro me dedique a mirar que nos estaban preparando. Lo encontré en un papel escrito. Me senté en una silla y comencé a leer.
-Así que la perrita quiere matar a todos –dije sonriendo -. Ya veremos quien mata a quien.
Con mucho cuidado de ser descubierto, regresé al edificio de Kholser. No confiaba en esos tipos, así que la mejor manera de evitar que nos asesinaran era contándole a Max sobre mis hallazgos.
Desde ese día no volví a ver a la mujer. Podía salir a ver esa parte de la ciudad, pero obviamente no debía acércame al territorio del este. Muchos vehículos llegaban al edificio con cargamentos de toda clase. Estaba seguro de que una especie de guerra se desencadenaría en el día de esa reunión.
Cuatro días antes de la reunión
No sabía que tan estúpido podía resultar ser, pero extrañamente me infiltre en el territorio de la mujer a la que debíamos detener. Su edificio principal era una monstruosa construcción de casi treinta pisos. Gracias a mis habilidades para no ser detectado, pude robar de los almacenes de armas de Kholser una pistola con gancho ascendente. El arma según había oído al ingeniero era el primer modelo mejorado que llegaba a la isla. En principio parecía ser una pistola normal, pero tenía un soporte detrás al extremo contrario del caño donde estaba almacenada hilo metálico que podía soportar hasta 200 kg. El disparo permitía al gancho salir expedido a una distancia que se podía regular con un seguro en la mitad del cañón. La marca comenzaba en 20 metros, luego, 30 y sucesivamente hasta llegar a los 60 metros de distancia. La usé para entrar a uno de las habitaciones.
Corrí por los pasillos hasta llegar al último piso, donde se suponía se realizaba toda las coordinaciones para el día de la reunión. Esperé a que la mujer y sus aliados se marcharan para entrar. Una vez dentro me dedique a mirar que nos estaban preparando. Lo encontré en un papel escrito. Me senté en una silla y comencé a leer.
-Así que la perrita quiere matar a todos –dije sonriendo -. Ya veremos quien mata a quien.
Con mucho cuidado de ser descubierto, regresé al edificio de Kholser. No confiaba en esos tipos, así que la mejor manera de evitar que nos asesinaran era contándole a Max sobre mis hallazgos.
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Mis habilidades eran bastante útiles en esa situación. Ya había logrado obtener bastantes cosas que me serían útiles el día de mañana. No solo había obtenido la pistola con cuerda de asunción, sino algunas granadas de alta tecnología. Eran de la mitad del tamaño de lo normal y según había visto en las pruebas que les hicieron, podían adquirirse a cualquier superficie gracias a unas púas muy finas que emergían al momento de activarlas. También había conseguido un recipiente de dinamita pura y un frasco aislante con casi tres litros de nitroglicerina liquida. “No será fácil asesinarme mañana”, pensé mientras preparaba todo. Escuché algo fuera, parecía que alguien había decidido visitar a Max. Abrí la puerta un poco y vi que la mujer de cabello rubio estaba fuera de la habitación del espadachín. Escuché todo y reí dentro de mí.
La mujer se fue furiosa luego de que Max la rechazara. Abrí la puerta por completo y me acerqué a él.
-Es una mujer peligrosa – dije mientras encendía un cigarrillo -. Mejor así, las mujeres solo distraen la mente.
Miré a Max y luego volví a mi habitación. No sabía si la había rechazado por haberse enterado que era la mujer del líder de los criminales de esa zona o porque tal vez quería estar verdaderamente concentrando.
La mujer se fue furiosa luego de que Max la rechazara. Abrí la puerta por completo y me acerqué a él.
-Es una mujer peligrosa – dije mientras encendía un cigarrillo -. Mejor así, las mujeres solo distraen la mente.
Miré a Max y luego volví a mi habitación. No sabía si la había rechazado por haberse enterado que era la mujer del líder de los criminales de esa zona o porque tal vez quería estar verdaderamente concentrando.
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Max se había marchado, lo vi irse en uno de los vehículos de ruedas junto con el tipo que manejaba las cosas en el edificio. Me preparé y guardé los explosivos en los bolsillos de mi cinturón. Salí de la habitación y me dirigí a la entrada del edificio para subir al grupo que completaría los hombres de Kholser en el edificio donde estaban reuniéndose los líderes del bajo mundo.
“Malditos idiotas, creo nadie tiene idea de lo que va a pasar”, pensé mientras bajaba del vehículo y me quedaba en la entrada del edificio donde se suponía que estaba Max y el resto de criminales. Una multitud de sujetos extraños estaban en la recepción del edificio. Identifique a cada grupo como Max me había dicho. Caminé hacía el corredor que supuestamente me llevaría al elevador. Dos tipos enormes me detuvieron y me hicieron regresar con los demás.
-No lo intentes –dijo una voz desde detrás de mí.
Un hombre de piel oscura un poco más bajo que el resto se me acercó. Se presentó como Shawn.
-Eres nuevo, ¿no? –dijo mirándome.
-Si
-Bien, hay cosas que no puedes hacer. Una vez que la reunión ha comenzado, ya nadie puede subir.
-¿Así?, pues no lo sabía. Gracias
Me aparté de su lado y salí a la entrada para fumar un poco. Odiaba la multitud, no me agradaba para nada estar con otras personas reunidas. Solo tenía que esperar a que la líder de los Hextlar hiciera su jugada. Mire a mi derecha y algo apareció a lo lejos. Una chica vestida con un traje negro estaba parada mirado a ambos lados de la avenida. Cuando vio lo que sea acercaba a lo lejos, sonrió. Iba a entrar al edificio, pero me moví rápidamente para bloquearle el paso.
-¿A dónde vas?- pregunté.
-Los agentes de seguridad están viniendo, apártate, avisaré a los demás del problema.
-No iras a ningún lado –dije mientras la golpeaba en estómago.
Cayó al suelo de rodillas. La tomé de los cabellos y comencé a arrastrarla dentro del edificio. Una vez dentro, todo el mundo me miró mientras sus compañeras observaban como arrastraba a una de ellas hasta estar en medio del lugar.
-Habla, di lo que tenías que decir –dije apuntándole con una de mis pistolas en la cara mientras que con la otra la sujetaba de los cabellos.
La chica estaba tratando de liberarse, pero la sostenía lo bastante fuerte para que no lo lograra.
¡Qué hables perra! –dije mientras le daba un golpe en la cara con mi revolver.
Le partí el labio y comenzó a sangrar. Sus compañeras me miraban con odio.
-Si se mueven, se muere –dije sonriendo- ¡Vamos, di lo que tenías que decir!
¡Los agentes de seguridad de la ciudad están viniendo, hay que hacer algo! –gritó la chica mientras rompía a llorar.
La multitud comenzó a hablar entre ellos, mientras las mujeres de los Hextlar no se movían.
-Damas y caballeros, permítanme decir algo. Parece que las señoritas de los Hextlar aquí presentes querían tendernos una trampa. Esperaban que todos ustedes salieran fuera y ellas se encerrarían dentro del edificio. Así, ustedes serian masacrados por los agentes de la ciudad y ellas serían el único grupo en la ciudad.
Todos comenzaron mirarse los unos a los otros. Las mujeres con vestimenta negra. Sacaron sus armas y apuntaron a todos. La puerta del edificio se cerró.
¡Ahora, creo que entre amigos, podemos arreglar las cosas! –grité mirando a la chica.
Le disparé en la cabeza. Corrí detrás de la los miembros de las otras tres facciones y el combate comenzó. Disparos por todos lados, sangre corriendo. Yo soltaba disparos y más disparos. Amaba ese momento, era tan excitante que comencé a descontrolarme.
“Malditos idiotas, creo nadie tiene idea de lo que va a pasar”, pensé mientras bajaba del vehículo y me quedaba en la entrada del edificio donde se suponía que estaba Max y el resto de criminales. Una multitud de sujetos extraños estaban en la recepción del edificio. Identifique a cada grupo como Max me había dicho. Caminé hacía el corredor que supuestamente me llevaría al elevador. Dos tipos enormes me detuvieron y me hicieron regresar con los demás.
-No lo intentes –dijo una voz desde detrás de mí.
Un hombre de piel oscura un poco más bajo que el resto se me acercó. Se presentó como Shawn.
-Eres nuevo, ¿no? –dijo mirándome.
-Si
-Bien, hay cosas que no puedes hacer. Una vez que la reunión ha comenzado, ya nadie puede subir.
-¿Así?, pues no lo sabía. Gracias
Me aparté de su lado y salí a la entrada para fumar un poco. Odiaba la multitud, no me agradaba para nada estar con otras personas reunidas. Solo tenía que esperar a que la líder de los Hextlar hiciera su jugada. Mire a mi derecha y algo apareció a lo lejos. Una chica vestida con un traje negro estaba parada mirado a ambos lados de la avenida. Cuando vio lo que sea acercaba a lo lejos, sonrió. Iba a entrar al edificio, pero me moví rápidamente para bloquearle el paso.
-¿A dónde vas?- pregunté.
-Los agentes de seguridad están viniendo, apártate, avisaré a los demás del problema.
-No iras a ningún lado –dije mientras la golpeaba en estómago.
Cayó al suelo de rodillas. La tomé de los cabellos y comencé a arrastrarla dentro del edificio. Una vez dentro, todo el mundo me miró mientras sus compañeras observaban como arrastraba a una de ellas hasta estar en medio del lugar.
-Habla, di lo que tenías que decir –dije apuntándole con una de mis pistolas en la cara mientras que con la otra la sujetaba de los cabellos.
La chica estaba tratando de liberarse, pero la sostenía lo bastante fuerte para que no lo lograra.
¡Qué hables perra! –dije mientras le daba un golpe en la cara con mi revolver.
Le partí el labio y comenzó a sangrar. Sus compañeras me miraban con odio.
-Si se mueven, se muere –dije sonriendo- ¡Vamos, di lo que tenías que decir!
¡Los agentes de seguridad de la ciudad están viniendo, hay que hacer algo! –gritó la chica mientras rompía a llorar.
La multitud comenzó a hablar entre ellos, mientras las mujeres de los Hextlar no se movían.
-Damas y caballeros, permítanme decir algo. Parece que las señoritas de los Hextlar aquí presentes querían tendernos una trampa. Esperaban que todos ustedes salieran fuera y ellas se encerrarían dentro del edificio. Así, ustedes serian masacrados por los agentes de la ciudad y ellas serían el único grupo en la ciudad.
Todos comenzaron mirarse los unos a los otros. Las mujeres con vestimenta negra. Sacaron sus armas y apuntaron a todos. La puerta del edificio se cerró.
¡Ahora, creo que entre amigos, podemos arreglar las cosas! –grité mirando a la chica.
Le disparé en la cabeza. Corrí detrás de la los miembros de las otras tres facciones y el combate comenzó. Disparos por todos lados, sangre corriendo. Yo soltaba disparos y más disparos. Amaba ese momento, era tan excitante que comencé a descontrolarme.
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Akuma no mi
Varios
El enfrentamiento era brutal. Los cuerpos se iban amontonando en cantidades increíbles. Había sangre por todos lados. Definitivamente, era masacre entre criminales. Las mujeres de la facción de Hextlar habían disminuido su número a la mitad y el resto de las facciones eran muy pocos. Era imposible ganar por la superioridad numérica que tenían las mujeres. Fue entonces cuando se me ocurrió algo.
¡Esto les va a gustar, hijas de perra! –grité mientras sacaba el seguro de los explosivos que había preparado antes.
Lancé las granadas hacía ellas y el frasco de nitroglicerina. Las mujeres no tuvieron tiempo para reaccionar. La explosión fue inmensa y casi mata a todos los que estábamos dentro del edificio. Una gran cantidad de polvo se generó en toda la recepción.
“Que hermoso”, pensé mientras miraba a todas las mujeres en pedazos. Sonreía como si fuera un niño después de haber hecho una travesura. Una chica estaba tratando de levantarse, pero tenía las piernas totalmente quemadas. Le disparé en la espalda.
-Agradéceme, te he liberado tu dolor.
Gracias a mi acción, las mujeres de los Hextlar estaban hechas polvo. Las que aun quedaron vivas, fueron ejecutadas allí mismo. Yo me encargué de hacerlo. Cuando terminé, solo me quedaba la mitad de mis municiones.
¡Esto les va a gustar, hijas de perra! –grité mientras sacaba el seguro de los explosivos que había preparado antes.
Lancé las granadas hacía ellas y el frasco de nitroglicerina. Las mujeres no tuvieron tiempo para reaccionar. La explosión fue inmensa y casi mata a todos los que estábamos dentro del edificio. Una gran cantidad de polvo se generó en toda la recepción.
“Que hermoso”, pensé mientras miraba a todas las mujeres en pedazos. Sonreía como si fuera un niño después de haber hecho una travesura. Una chica estaba tratando de levantarse, pero tenía las piernas totalmente quemadas. Le disparé en la espalda.
-Agradéceme, te he liberado tu dolor.
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