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Maximilian apareció a mi lado. Le apunté con ambas pistolas.
-Maximilian, necesitó matar más gente –le dije sonriendo.
Estaba en verdad emocionado. La masacre, la sangre, el olor a cuerpo bañado en rojo, la sensación de calidez que sentía dentro de mí cuando le quitaba la vida a alguien era algo que me gustó mucho sentir. Estaba excitado todo a sobre manera y pronto no distinguiría entre aliados o enemigos. Bajé mis armas y suspiré.
-Las putas no esperaban que arruinara sus planes
Tras calmarme un momento, me giré y me fui a sentar en un rincón. No quería el estúpido espadachín viera más sobre mí. Vi como los sobrevivientes iban apilando los cuerpos sin vida en una montaña de cadáveres y les quitaban sus armas. Algunos cargaban sus armas y verificaban que el seguro estuviera fuera. De pronto, el sonido de un golpe hizo que dirigiera mi mirada a la puerta. Algo la estaba golpeando. Los hombres y mujeres que aún quedaban, tomaron las armas que estaban en el suelo y apuntaron.
-Vamos, ya vienen –dijo un muchacho a otro hombre mientras uno de ellos cargaba un arma automática en sus manos y el otro una bazuca.
Los golpes comenzaron a volverse más fuertes. La puerta se vino abajo. Los disparos comenzaron al instante. Tras ella aparecieron figuras plateadas de delgada contextura con un solo ojo en sus cráneos metálicos. “Carajos, ¿qué mierda es eso?”, me pregunté a mi mismo mientras me ponía de pie. “¿Son esos los agentes de seguridad de la ciudad?”. Los robots se dispersaron saltando a las paredes y trepando como arañas por ellas, los disparos recorrieron sus trayectos y algunos de los sobrevivientes fueron neutralizados al instante. Sus cráneos se rompieron creando una masa de sangre y huesos cuando los robots cayeron literalmente desde el techo.
¡Maldita chatarra! –grite mientras disparaba a una y la hacía retroceder.
Disparé nuevamente, pero lo hice en la cabeza. El robot se derrumbó hacía atrás y su cráneo metálico explotó. Las armas automáticas vomitaban disparos continuos contra el grupo de robots que estaba entrando por la puerta. Levante la mirada y una gran cantidad de esas máquinas estaba en el techo, sobre mí. Estiré mis brazos para dispararles. Todas cayeron a mí alrededor rodeándome.
-Al carajo, ¡vengan hijos de puta! –dije sonriendo.
-Maximilian, necesitó matar más gente –le dije sonriendo.
Estaba en verdad emocionado. La masacre, la sangre, el olor a cuerpo bañado en rojo, la sensación de calidez que sentía dentro de mí cuando le quitaba la vida a alguien era algo que me gustó mucho sentir. Estaba excitado todo a sobre manera y pronto no distinguiría entre aliados o enemigos. Bajé mis armas y suspiré.
-Las putas no esperaban que arruinara sus planes
Tras calmarme un momento, me giré y me fui a sentar en un rincón. No quería el estúpido espadachín viera más sobre mí. Vi como los sobrevivientes iban apilando los cuerpos sin vida en una montaña de cadáveres y les quitaban sus armas. Algunos cargaban sus armas y verificaban que el seguro estuviera fuera. De pronto, el sonido de un golpe hizo que dirigiera mi mirada a la puerta. Algo la estaba golpeando. Los hombres y mujeres que aún quedaban, tomaron las armas que estaban en el suelo y apuntaron.
-Vamos, ya vienen –dijo un muchacho a otro hombre mientras uno de ellos cargaba un arma automática en sus manos y el otro una bazuca.
Los golpes comenzaron a volverse más fuertes. La puerta se vino abajo. Los disparos comenzaron al instante. Tras ella aparecieron figuras plateadas de delgada contextura con un solo ojo en sus cráneos metálicos. “Carajos, ¿qué mierda es eso?”, me pregunté a mi mismo mientras me ponía de pie. “¿Son esos los agentes de seguridad de la ciudad?”. Los robots se dispersaron saltando a las paredes y trepando como arañas por ellas, los disparos recorrieron sus trayectos y algunos de los sobrevivientes fueron neutralizados al instante. Sus cráneos se rompieron creando una masa de sangre y huesos cuando los robots cayeron literalmente desde el techo.
¡Maldita chatarra! –grite mientras disparaba a una y la hacía retroceder.
Disparé nuevamente, pero lo hice en la cabeza. El robot se derrumbó hacía atrás y su cráneo metálico explotó. Las armas automáticas vomitaban disparos continuos contra el grupo de robots que estaba entrando por la puerta. Levante la mirada y una gran cantidad de esas máquinas estaba en el techo, sobre mí. Estiré mis brazos para dispararles. Todas cayeron a mí alrededor rodeándome.
-Al carajo, ¡vengan hijos de puta! –dije sonriendo.
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Maximilian apareció y derribó a algunos de los que pretendían atacarme. Sin embargo, se descuidó por un momento y uno de los robots lo embistió, alejándolo de mi posición. Disparé a los que sobraban y otros más llegaron. Uno de ellos casi me da un buen golpe en la cabeza si me hubiera agachado. Luego de eso, ya no quedaron más de esos robots. Me giré vi que la batalla ahora estaba fuera del edificio. Corrí y crucé por lado de Max mientras disparaba a los robots que aparecían delante de mí. Unos minutos después, los últimos agentes de seguridad estaban siendo acabados.
-Dos combates, en un día, no está mal –dije sentándome en el suelo y tratando de recuperar algo de energía.
Guardé mis armas en sus fundas y noté algo extraño en un lado del pavimento. Un cuerpo ensangrentado estaba en el suelo. Me puse de pie y me acerqué. La reconocí al instante. Su cabello rubio ahora era mitad rojo por la sangre que salía de su cráneo. Sus ojos estaban fijos al frente y no se movía en absoluto. Lily, la mujer de Kholser estaba muerta. Miré hacia arriba y vi una llamarada de fuego que consumía el último piso. Me acerqué a Max.
-¿Oye, sabes que pasó allá arriba? –pregunte confundido.
-Dos combates, en un día, no está mal –dije sentándome en el suelo y tratando de recuperar algo de energía.
Guardé mis armas en sus fundas y noté algo extraño en un lado del pavimento. Un cuerpo ensangrentado estaba en el suelo. Me puse de pie y me acerqué. La reconocí al instante. Su cabello rubio ahora era mitad rojo por la sangre que salía de su cráneo. Sus ojos estaban fijos al frente y no se movía en absoluto. Lily, la mujer de Kholser estaba muerta. Miré hacia arriba y vi una llamarada de fuego que consumía el último piso. Me acerqué a Max.
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Recargué mis revolvers. Ese día los había usado más de lo usual. El barril donde iban las balas de ambas pistolas estaba caliente. Guardé mis armas en sus fundas y vi lo que estaba haciendo Max. No sabía si se había encariñado con la chica, pero lo que hizo fue innecesario. “La muerte no es nada bonita, luego de muerto que te importaría a ti si te daban una buena ceremonia o te recuerdan”, pensé mientras observaba a los hombres, que aún estaban en pie, ayudando a curar a los heridos. A todos les llamó la atención una explosión en el último piso. Luego vi que algo estaba acercándose. No lo distinguía bien porque estaba rodeado de llamas. Cuando llegó al suelo, un extraño ser emergió entre el polvo generado por la caída. El suelo debajo de él estaba agrietado.
-Otra cosa que quiere mis balas –dije sonriendo.
Alguien mencionó algo de un proyecto y todos parecían nerviosos. El único que no retrocedió fue Max. El imbécil le plantó cara al extraño ser metálico que parecía imponente. Encendí un cigarrillo y caminé a su lado. Cuando estuve frente a esa cosa, me percaté de algo peculiar.
-Sí mis ojos no me fallan, esta cosa es diferente –dije a Max mientras tomaba el cigarrillo en mi boca y expulsaba un poco de humo -. Tiene partes humanas, es un poco más grande y parece ser más fuerte que el resto. No seas idiota para dejarte matar por esta chatarra andante.
Saqué mis revolvers y apunté hacía ese ser extraño de metal. Apreté el gatillo de ambas armas. Las balas salieron disparadas produciendo un silbido en el aire. La criatura de metal las bloqueó con su brazo izquierdo y no pareció recibir ningún daño. Avancé disparando lo más rápido que podía. La cosa extraña retrocedió hacía atrás con mis disparos. Llegué a estar muy cerca de él y le apunté mis armas directamente a la cara. Disparé sin dudar y su cabeza se movió hacía atrás. Luego volvió a su posición inicial. “¿Qué carajos?”, pensé mientras esquivaba uno de sus golpes cruzados. Salté en el aire, dando un giro de 180° y dispare justo sobre su cráneo antes de caer de pie dándole la espalda. Me giré y vi que una patada llegaba hacía mí. La bloque con mis armas, pero fui impulsado hacia un lado y atravesé una pared con mi cuerpo.
-Otra cosa que quiere mis balas –dije sonriendo.
Alguien mencionó algo de un proyecto y todos parecían nerviosos. El único que no retrocedió fue Max. El imbécil le plantó cara al extraño ser metálico que parecía imponente. Encendí un cigarrillo y caminé a su lado. Cuando estuve frente a esa cosa, me percaté de algo peculiar.
-Sí mis ojos no me fallan, esta cosa es diferente –dije a Max mientras tomaba el cigarrillo en mi boca y expulsaba un poco de humo -. Tiene partes humanas, es un poco más grande y parece ser más fuerte que el resto. No seas idiota para dejarte matar por esta chatarra andante.
Saqué mis revolvers y apunté hacía ese ser extraño de metal. Apreté el gatillo de ambas armas. Las balas salieron disparadas produciendo un silbido en el aire. La criatura de metal las bloqueó con su brazo izquierdo y no pareció recibir ningún daño. Avancé disparando lo más rápido que podía. La cosa extraña retrocedió hacía atrás con mis disparos. Llegué a estar muy cerca de él y le apunté mis armas directamente a la cara. Disparé sin dudar y su cabeza se movió hacía atrás. Luego volvió a su posición inicial. “¿Qué carajos?”, pensé mientras esquivaba uno de sus golpes cruzados. Salté en el aire, dando un giro de 180° y dispare justo sobre su cráneo antes de caer de pie dándole la espalda. Me giré y vi que una patada llegaba hacía mí. La bloque con mis armas, pero fui impulsado hacia un lado y atravesé una pared con mi cuerpo.
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Abrí los ojos y no podía respirar muy bien. Quité los escombros que había sobre mi cuerpo y por fin pude recuperar el aliento. La maldita máquina, con partes de ser humano, era bastante fuerte. Perdí la concentración por un momento al darme cuenta que el metal de su cuerpo era lo suficientemente resistente para aguantar mis disparos. Tenía que pensar en algo. Justo en el momento en que escupía un poco de sangre de mi boca, miré hacía fuera y vi que la cosa de metal estaba ardiendo en llamas negras. Max estaba a unos metros de él, así que supuse que el espadachín era el responsable de que la cosa estuviera así. Encendí un cigarrillo y recargué mis armas, mientras caminaba hacia la avenida nuevamente.
-Eh, bastardo –dije tomando el cigarrillo con entre mis dedos -. El que va a matar a ese idiota, soy yo.
Corrí hacía él, me agaché cuando intento conectarme un golpe en la cara. Disparé sucesivamente a sus rodillas y lancé una patada para derribarlo.
-Eh, bastardo –dije tomando el cigarrillo con entre mis dedos -. El que va a matar a ese idiota, soy yo.
Corrí hacía él, me agaché cuando intento conectarme un golpe en la cara. Disparé sucesivamente a sus rodillas y lancé una patada para derribarlo.
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Sentí algo extraño que se acercaba, estaba girando la cabeza para mirar detrás de mí, cuando una figura cruzó frente a mí. Un tigre sosteniendo dos katanas y con un pantalón negro, hizo que me asombrara bastante. Sin embargo, no perdí el tiempo cuando escuché su voz diciéndome que era mi turno. Era Max, lo reconocí por el cabello largo que caía por su cabeza y sus katanas. El espadachín había clavado sus espadas en los brazos de la criatura metálica y esta parecía querer liberarse, pero Max se lo impidió colocándose sobre sus piernas. Imposibilitado como estaba, caminé hasta estar frente a su cabeza.
-Ahora hijo de perra, vamos a ver si resistes esto
El extraño ser me miró. Uno de sus ojos parecía humano y el otro una esfera de color rojiza. Le apunte a ambos ojos y descargué todas las balas de mis armas sobre su cráneo. Recargué rápidamente, viendo que aún se movía y volví a disparar. Se movía de una manera muy graciosa. Sonreí de felicidad, me sentía demasiado excitado. Descargué disparos una y otra vez. Recargaba y volvía a disparar. Cuando dejo de moverse, miré a Max y luego me marché.
-Ahora hijo de perra, vamos a ver si resistes esto
El extraño ser me miró. Uno de sus ojos parecía humano y el otro una esfera de color rojiza. Le apunte a ambos ojos y descargué todas las balas de mis armas sobre su cráneo. Recargué rápidamente, viendo que aún se movía y volví a disparar. Se movía de una manera muy graciosa. Sonreí de felicidad, me sentía demasiado excitado. Descargué disparos una y otra vez. Recargaba y volvía a disparar. Cuando dejo de moverse, miré a Max y luego me marché.
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