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Ese día me resultó bastante extraño. No porque el tiempo atmosférico estuviese un poco alterado, ni porque hubiese pasado algo impresionante. El día era raro por mi culpa. Aunque tuviese mis momentos sociales, yo siempre había sido una persona más bien solitaria y egoísta. Es por eso que me sorprendía a mí mismo por la decisión que había tomado. Desde hacía mucho tiempo, había estado viajando por el North Blue buscando tabernas con las que comerciar con el delicioso vino de Isla Copo. Siempre intentaba alcanzar el máximo beneficio, sin importar que tipo de decisiones arriesgadas o egoístas hubiese tenido que tomar. Es por este motivo, que a cualquier persona le hubiese resultado imposible creer que me hubiese dispuesto a ayudar cuando oí de una isla azotada por la pobreza de la guerra. Sabía lo cruel que era el mundo, y tenía claro de lo que pasaría con muchos de los niños de la isla si no recibían suministros de vez en cuando.
Desde hacía varias semanas llevaba pensado realizar este viaje de caridad. Sin embargo estaba claro que no es que fuese a ayudar mucho llevándoles vino, debía obtener otro tipo de mercancías antes de ir a ese destino. El camino de preparación se me hizo largo, pero al menos obtuve un montón de cosas que podrían serles útiles a la gente que se había mantenido firme en la reconstrucción de aquel devastado reino. Había conseguido entre otras cosas los típicos medicamentos de Isla Copo y un cargamento de las deliciosas frutas de Isla Palmera. No sería suficiente para frenar el hambre y la enfermedad que traían la pobreza, pero sería una buena ayuda.
Lo primero que decidí hacer tras desembarcar en el puerto, fue adentrarme en la ciudad para buscar alguno de los altos cargos de la revolución. Por lo que tenía entendido, eran ellos los que se hacían cargo de la organización de la ciudad. O al menos lo iban a ser hasta que echasen a la resistencia del ejército de la marina que se asentaba al otro lado de la isla y lograsen establecer un gobierno justo. La verdad es que no tenía claro donde podría encontrar a quienes buscaba, pero caminar un rato por la ciudad me ayudaría a comprender la situación y empatizar con aquella gente. Así me aseguraría no arrepentirme de mis actos caritativos.
Desde hacía varias semanas llevaba pensado realizar este viaje de caridad. Sin embargo estaba claro que no es que fuese a ayudar mucho llevándoles vino, debía obtener otro tipo de mercancías antes de ir a ese destino. El camino de preparación se me hizo largo, pero al menos obtuve un montón de cosas que podrían serles útiles a la gente que se había mantenido firme en la reconstrucción de aquel devastado reino. Había conseguido entre otras cosas los típicos medicamentos de Isla Copo y un cargamento de las deliciosas frutas de Isla Palmera. No sería suficiente para frenar el hambre y la enfermedad que traían la pobreza, pero sería una buena ayuda.
Lo primero que decidí hacer tras desembarcar en el puerto, fue adentrarme en la ciudad para buscar alguno de los altos cargos de la revolución. Por lo que tenía entendido, eran ellos los que se hacían cargo de la organización de la ciudad. O al menos lo iban a ser hasta que echasen a la resistencia del ejército de la marina que se asentaba al otro lado de la isla y lograsen establecer un gobierno justo. La verdad es que no tenía claro donde podría encontrar a quienes buscaba, pero caminar un rato por la ciudad me ayudaría a comprender la situación y empatizar con aquella gente. Así me aseguraría no arrepentirme de mis actos caritativos.
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Un día no muy bonito, pero no podía pedirse más. El revolucionario se hallaba sentado en una silla roja de madera, junto a una puerta enorme que daba a un edificio antiguo. Allí dentro estaban diciendo tonterías sobre repartir y ayudar, pero a él eso le daba igual. El método era una tontería, solo esperaba que los pobres obtuvieran beneficios y nada más. El castaño entonces soltó un enorme bostezo, alzando los puños hacia el cielo y estirándose después. El sueño le estaba invadiendo, y la pereza le indicaba que se rindiese de una vez a él. No quería dormirse por el momento, y no hasta estar en su cama con su osito de peluche “Hipi”. Un precioso osezno de color blanco, con ojos azules y pelaje suave.
Lo siguiente que vio pasar, fue a un tipo encapuchado que se colocó frente a él. Lo único que pudo ver fue el pequeño destello de un ojo rojizo. Entonces pensó que su invitado podía tener un orbe artificial o bien poseer alguna capacidad ocular especial. Tal y como pensó, cuando el hombre se quitó la capucha, pudo ver que su ojo derecho era rojizo y brillaba un poco. Su oreja era de hierro y la mitad de su cara estaba quemada. Aquello le dio pistas para averiguar que aquel tipo disponía de varios implantes mecánicos por el cuerpo. No hizo ninguna pregunta, solo se quedó mirando a su visitante con ambas manos en los bolsillos.
Dranser vestía con una chaqueta blanca de manga larga, un pantalón del mismo color, y unas sandalias de madera. En su cintura poseía la vaina de su arma, Shirokiba. De repente aquel tipo imbuyó su mano derecha en llamas, y de un golpe intentó impactar sus nudillos ardientes contra el rostro del revolucionario. Silver por su parte interpuso su arma en medio con una velocidad asombrosa, cosa que hizo a aquel tipo retroceder un poco. – No ataques a un tipo con haki, amigo. – Dijo simplemente el oficial con un tono tranquilo. El hombre que le atacó quizás era un cazador de recompensas que le había reconocido, o tal vez un agente del gobierno mundial. Lo que sí era seguro, es que el temblor del encapuchado era real. Dranser entonces lo miró de forma un poco divertida.
Lo siguiente que vio pasar, fue a un tipo encapuchado que se colocó frente a él. Lo único que pudo ver fue el pequeño destello de un ojo rojizo. Entonces pensó que su invitado podía tener un orbe artificial o bien poseer alguna capacidad ocular especial. Tal y como pensó, cuando el hombre se quitó la capucha, pudo ver que su ojo derecho era rojizo y brillaba un poco. Su oreja era de hierro y la mitad de su cara estaba quemada. Aquello le dio pistas para averiguar que aquel tipo disponía de varios implantes mecánicos por el cuerpo. No hizo ninguna pregunta, solo se quedó mirando a su visitante con ambas manos en los bolsillos.
Dranser vestía con una chaqueta blanca de manga larga, un pantalón del mismo color, y unas sandalias de madera. En su cintura poseía la vaina de su arma, Shirokiba. De repente aquel tipo imbuyó su mano derecha en llamas, y de un golpe intentó impactar sus nudillos ardientes contra el rostro del revolucionario. Silver por su parte interpuso su arma en medio con una velocidad asombrosa, cosa que hizo a aquel tipo retroceder un poco. – No ataques a un tipo con haki, amigo. – Dijo simplemente el oficial con un tono tranquilo. El hombre que le atacó quizás era un cazador de recompensas que le había reconocido, o tal vez un agente del gobierno mundial. Lo que sí era seguro, es que el temblor del encapuchado era real. Dranser entonces lo miró de forma un poco divertida.
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A medida que avanzaba por las calles me iba dando cuenta de que todo lo que había oído era cierto. Los edificios que habían resultado dañados tras el levantamiento aún estaban por reconstruir. Había mucha gente enferma sin lugar donde ser atendidos debidamente. Pero lo peor era ver a los niños escuálidos corretear por calles llenas de escombros. Quizá la revolución había logrado expulsar a los tiranos, pero no había mejorado la condición de vida de esas personas. ¿De que valía expulsar a los amos si se llevaban todo con ellos? Lo único que mis ojos veían era un lugar que debía reconstruirse de cero. La cuestión que en ese momento me surgió fue, ¿estaba la revolución intentando actuar en favor del pueblo o solo guerreando y dejando caos a su paso? Fuera como fuese seguramente hallaría respuestas a mis preguntas cuando encontrase a algún alto cargo con el que hablar.
Continué caminando dirección a la zona interior de la ciudad, donde esperaba encontrar una mayor concentración de miembros de la revolución. Me estremecí un poco al pasar por al lado de uno de los antiguos grandes teatros de la ciudad. Quizá algún día aquella maravilla volvería a cobrar vida, pero por el momento era solo un refugio para aquellos cuyas casas habían sido destruidas. Finalmente pasé la muralla interior llegando a un lugar abarrotado de palacios y mansiones que creaban un contraste enorme con lo que se veía al otro lado de los muros. Me habría quedado estupefacto si no llega a montarse un alboroto a escasos metros. Al parecer un hombre había intentado atacar a un revolucionario. No sabía que estaría pasando exactamente, pero un ataque en el campamento revolucionario era algo serio. Estando un poco más cerca pude ver como un hombre de pelo castaño se estaba encargando tranquilamente del problema. Estaba seguro de que había encontrado a aquel con el que quería hablar, aunque parecía que andaba algo ocupado. Sería mejor mantenerme cerca y ver el final de la situación antes de presentarme.
Continué caminando dirección a la zona interior de la ciudad, donde esperaba encontrar una mayor concentración de miembros de la revolución. Me estremecí un poco al pasar por al lado de uno de los antiguos grandes teatros de la ciudad. Quizá algún día aquella maravilla volvería a cobrar vida, pero por el momento era solo un refugio para aquellos cuyas casas habían sido destruidas. Finalmente pasé la muralla interior llegando a un lugar abarrotado de palacios y mansiones que creaban un contraste enorme con lo que se veía al otro lado de los muros. Me habría quedado estupefacto si no llega a montarse un alboroto a escasos metros. Al parecer un hombre había intentado atacar a un revolucionario. No sabía que estaría pasando exactamente, pero un ataque en el campamento revolucionario era algo serio. Estando un poco más cerca pude ver como un hombre de pelo castaño se estaba encargando tranquilamente del problema. Estaba seguro de que había encontrado a aquel con el que quería hablar, aunque parecía que andaba algo ocupado. Sería mejor mantenerme cerca y ver el final de la situación antes de presentarme.
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Los ojos del revolucionario continuaban observando a aquel tipo, el cual le miraba con el ceño fruncido. El castaño se mantenía quieto, esperando a que ese idiota le dijese algo, o se propusiera atacarle de nuevo. La espada del chico brillaba, y las ganas que tenía de eliminar a su rival eran enormes. Su gesto era serio en todo momento, y por ello a lo mejor, aquel tipo no se atrevía mucho a golpearle. Después de unos momentos, el oficial soltó un suspiro, dándose la vuelta, y empezando a caminar de nuevo al sitio dónde alimentaban a los niños. No tenía tiempo que perder, pues dormir era lo fundamental. Era un vago de cuidado, pero igualmente resultaba muy trabajador cuando le encargaban alguna misión o algo por el estilo. Llevaba a sus espaldas varias guerras contra el gobierno, y en todas había salido vencedor.
No tardó mucho en escuchar los pasos de aquel tipo, aproximándose a él por la espalda. Su haki le hizo ver una visión, donde aquel capullo le rompía el cuello con un palo de madera. Dranser entonces se giró a toda velocidad, y lanzó un solo tajo. Una vez lo hizo, ocultó su arma en la funda, y se quedó quieto. La velocidad había sido asombrosa, y apenas se había visto un reflejo. El enorme hombre entonces arqueó una ceja, y finalmente su mitad superior cayó hacia atrás. Había sido partido en dos. El espadachín entonces frunció el ceño, mirándolo de forma seria. Estaba harto de los imbéciles que trataban de tomar su vida así de buenas. Él no iba a perdonarles la suya a ellos. En ese momento sacó de su bolsillo un comunicador, y empezó a llamar a uno de sus hombres.
- Ven a la entrada y llévate el cuerpo que hay partido en dos. Desmontadlo, y vended las partes más valiosas. No voy a permitir que los niños de esta isla lo pasen mal.
Una vez dijo eso, colgó y esperó a que alguien viniese. Entonces fue cuando pudo ver a un tipo que parecía observarle. Esperaba que no fuese el socio de aquel capullo e intentase hacerle algo malo también. Soltó un pequeño suspiro, y se quedó mirándole fijamente, apoyando su espalda en una de las paredes, y sin decir nada más.
No tardó mucho en escuchar los pasos de aquel tipo, aproximándose a él por la espalda. Su haki le hizo ver una visión, donde aquel capullo le rompía el cuello con un palo de madera. Dranser entonces se giró a toda velocidad, y lanzó un solo tajo. Una vez lo hizo, ocultó su arma en la funda, y se quedó quieto. La velocidad había sido asombrosa, y apenas se había visto un reflejo. El enorme hombre entonces arqueó una ceja, y finalmente su mitad superior cayó hacia atrás. Había sido partido en dos. El espadachín entonces frunció el ceño, mirándolo de forma seria. Estaba harto de los imbéciles que trataban de tomar su vida así de buenas. Él no iba a perdonarles la suya a ellos. En ese momento sacó de su bolsillo un comunicador, y empezó a llamar a uno de sus hombres.
- Ven a la entrada y llévate el cuerpo que hay partido en dos. Desmontadlo, y vended las partes más valiosas. No voy a permitir que los niños de esta isla lo pasen mal.
Una vez dijo eso, colgó y esperó a que alguien viniese. Entonces fue cuando pudo ver a un tipo que parecía observarle. Esperaba que no fuese el socio de aquel capullo e intentase hacerle algo malo también. Soltó un pequeño suspiro, y se quedó mirándole fijamente, apoyando su espalda en una de las paredes, y sin decir nada más.
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El final de aquella escena fue bastante más duro de lo que habría imaginado en un principio, ver a un revolucionario cortar en dos a un hombre no es agradable. Lo que más me dolía por dentro era que lo había hecho a la vista de todo el mundo. Debía de andarme con cuidado, a pesar de estar claro que era a quien andaba buscando, el chico de la espada parecía peligroso. En cualquier caso no podía perder más el tiempo deambulando por la isla, tenía que hablar con él para explicarle el tema de las provisiones que traía. Al menos ver como manejaba la espada me aseguraba que no iban a robar ninguna de mis donaciones, no estando él delante.
-Buenas tardes.-dije acercándome a él lentamente sin perder la sonrisa.- ¿Es usted un oficial? Me gustaría hablar de un asunto importante.- dije intentando que me prestara atención sin entrar en materia todavía.
No tenía pinta de ser alguien muy apto para el dialogo, pero llevaba horas y era el único revolucionario de alto rango que había logrado encontrar, tendría que conformarme. Sólo esperaba que no la tomase conmigo al igual que había hecho con aquel que le había atacado. Desde mi experiencia, sabía que algunos de aquellos hombres que no se les da bien la palabra, podían interpretar los intentos de conversación por parte de extraños como una amenaza. Esperaba que no fuese el caso, pero por si acaso me preparé para contestar un ataque preventivo. Puse mis brazos a la espalda, en una posición que daba una apariencia bastante formal y respetable, pero que me permitía tener a mano los sinawali que llevaba disimulados en la parte inferior de la mochila. Mientras esperaba la respuesta comencé a analizar el terreno con la mirada, debería jugar con él si las cosas se torcían. El suelo en aquella zona era de piedra, al igual que los edificios y sus columnas, además estábamos rodeados de gente. Ojala y no saliese nada mal, no quería poner en peligro a nadie.
-Buenas tardes.-dije acercándome a él lentamente sin perder la sonrisa.- ¿Es usted un oficial? Me gustaría hablar de un asunto importante.- dije intentando que me prestara atención sin entrar en materia todavía.
No tenía pinta de ser alguien muy apto para el dialogo, pero llevaba horas y era el único revolucionario de alto rango que había logrado encontrar, tendría que conformarme. Sólo esperaba que no la tomase conmigo al igual que había hecho con aquel que le había atacado. Desde mi experiencia, sabía que algunos de aquellos hombres que no se les da bien la palabra, podían interpretar los intentos de conversación por parte de extraños como una amenaza. Esperaba que no fuese el caso, pero por si acaso me preparé para contestar un ataque preventivo. Puse mis brazos a la espalda, en una posición que daba una apariencia bastante formal y respetable, pero que me permitía tener a mano los sinawali que llevaba disimulados en la parte inferior de la mochila. Mientras esperaba la respuesta comencé a analizar el terreno con la mirada, debería jugar con él si las cosas se torcían. El suelo en aquella zona era de piedra, al igual que los edificios y sus columnas, además estábamos rodeados de gente. Ojala y no saliese nada mal, no quería poner en peligro a nadie.
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La mirada del espadachín continuaba clavada en aquella persona que le observaba. Esperaba que no fuese tan ingenuo como para atacarle a distancia, o tendría que desplazarse hacia él a toda velocidad. Su haki le indicaba que era un tipo fuerte, pero bastante lejano de su posición. El chico metió la mano en el bolsillo, y encontró un trozo de carne seca de la comida. No recordaba cuando la había metido ahí, pero debido a que no era con salsa, no se puso pringosa. La masticó con calma mientras se ponía a pensar en otras cosas. La verdad es que el aburrimiento comenzaba a invadirle, y las ganas de dormir era lo único que le mantenía feliz en ese momento, pero lamentablemente no iba a ser así. Se relamió un poco al mismo tiempo que se estiraba, y esperaba a que viniese el tipo que había llamado para que se llevase el cuerpo de aquel sitio.
Finalmente, el tipo que le observaba empezó a acercarse a él. Permaneció callado, y totalmente alerta a sus intenciones. Cuando escuchó lo que dijo, no tardó mucho en asentir con la cabeza, pues efectivamente se trataba de un oficial de la rebelión. Esperaba que el asunto importante no fuese una factura de alguno de sus superiores, en especial el puto Lauret, o de lo contrario pensaba salir corriendo del sitio. Mostró una sonrisa ante aquella persona, para después responderle de buenas formas, y usando un tono agradable en todo momento, pues no le había hecho nada malo.
- Efectivamente, Silver D. Dranser a su disposición. Dígame ¿Qué se le ofrece, caballero?
Mencionó al mismo tiempo que volvía a masticar aquel trozo de carne seca que tenía en la mano. El hambre que le dio fue bastante voraz, y por suerte cambió sus ganas de dormir por las de comer. Sus azulados ojos estaban clavados en los de aquel joven, esperando en todo momento una respuesta por su parte.
Finalmente, el tipo que le observaba empezó a acercarse a él. Permaneció callado, y totalmente alerta a sus intenciones. Cuando escuchó lo que dijo, no tardó mucho en asentir con la cabeza, pues efectivamente se trataba de un oficial de la rebelión. Esperaba que el asunto importante no fuese una factura de alguno de sus superiores, en especial el puto Lauret, o de lo contrario pensaba salir corriendo del sitio. Mostró una sonrisa ante aquella persona, para después responderle de buenas formas, y usando un tono agradable en todo momento, pues no le había hecho nada malo.
- Efectivamente, Silver D. Dranser a su disposición. Dígame ¿Qué se le ofrece, caballero?
Mencionó al mismo tiempo que volvía a masticar aquel trozo de carne seca que tenía en la mano. El hambre que le dio fue bastante voraz, y por suerte cambió sus ganas de dormir por las de comer. Sus azulados ojos estaban clavados en los de aquel joven, esperando en todo momento una respuesta por su parte.
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No llegué a mostrarlo, pero me sorprendió mucho más de lo inimaginable la respuesta del oficial. No solo no me atacó, sino que además me respondió de una forma cortes y calmada. La verdad es que sentí algo de decepción, me habría gustado probar hasta dónde puede llegar la fuerza de un oficial. De todas formas era mejor así, no me convenía que se viese tan abiertamente que sabía pelear mucho menos ser cortado en dos, que es algo que podría pasar si me metía en pelea con aquel extraño individuo.
-He traído un barco con bastantes suministros. No acabaran con el hambre pero toda ayuda es buena. Estoy dispuesto a donarlo a la ciudad y a intentar crear rutas comerciales que ayuden a mejorar la situación, pero necesito algo que me confirme que se va a hacer buen uso de lo que consiga traer. Lo que quiero es ayudar a la gente de la ciudad a salir adelante, no dar un empujón para que la revolución inicie más campañas.- me expliqué.- Espero haber venido al lugar indicado.- continué con una sonrisa.
Es cierto que me parecía bien que el ejército revolucionario ganase terreno al gobierno mundial y fuese librando a los indefensos de sus opresores, pero bajo mi punto de vista, mostrar que un país puede crecer sin la intervención del gobierno, era más importante que ganar batallas. Si algún día los tenryubitos debían caer, sería porque nadie los respaldase, no porque alguien se colase en sus casas por la noche y los asesinase a sangre fría. Esta era mi opinión, seguramente mucha gente no estuviese de acuerdo pero no me importaba. En cualquier caso lo que importaba ahora era alimentar a los niños escuálidos que correteaban por la ciudad.
-He traído un barco con bastantes suministros. No acabaran con el hambre pero toda ayuda es buena. Estoy dispuesto a donarlo a la ciudad y a intentar crear rutas comerciales que ayuden a mejorar la situación, pero necesito algo que me confirme que se va a hacer buen uso de lo que consiga traer. Lo que quiero es ayudar a la gente de la ciudad a salir adelante, no dar un empujón para que la revolución inicie más campañas.- me expliqué.- Espero haber venido al lugar indicado.- continué con una sonrisa.
Es cierto que me parecía bien que el ejército revolucionario ganase terreno al gobierno mundial y fuese librando a los indefensos de sus opresores, pero bajo mi punto de vista, mostrar que un país puede crecer sin la intervención del gobierno, era más importante que ganar batallas. Si algún día los tenryubitos debían caer, sería porque nadie los respaldase, no porque alguien se colase en sus casas por la noche y los asesinase a sangre fría. Esta era mi opinión, seguramente mucha gente no estuviese de acuerdo pero no me importaba. En cualquier caso lo que importaba ahora era alimentar a los niños escuálidos que correteaban por la ciudad.
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Dranser continuaba observando al chico, incluso cuando su preciosa carne se terminó, y se quedó sin nada que masticar. Soltó un pequeño suspiro, pues a lo mejor iba a tener que empezar a comprarse chicles o algo así para tener la boca ocupada. Últimamente era muy difícil concentrarse en algo con la vida que llevaba, y por ello todo sustento era bueno para calmarse. Escuchó las palabras de aquel tipo, y entonces se quedó pensativo unos momentos. La verdad es que mostrarle las pruebas era bastante fácil, pues solo tenía que entrar con él al edificio que estaba resguardando, y de esa forma podría ver con sus propios ojos que no mentía. La idea de las rutas comerciales le estaba alegrando el día al revolucionario, y por ello se acercó a aquel tipo con toda la calma del mundo.
- Tienes mi palabra de oficial revolucionario de que será para los niños sin hogar, y sin alimento. Si prefieres verlo con tus propios ojos, echa un vistazo al edificio que hay detrás de mí, y entra al interior.
Una vez dijo aquello, mostró una sonrisa calmada. Un chico de apenas unos diecisiete años apareció entonces, cargando un carrito que estaba vacío. Era el soldado que Dranser había hecho llamar. Nada más llegó, le hizo un gesto militar al espadachín, y comenzó a cargar el cuerpo del atacante de antes, para después llevarlo al interior. Era uno de los miembros más jóvenes, y por ello Silver no le dejaba entrar en acción por el momento. Pensaba entrenarlo en cuanto pudiese, pero eso sería en un par de semanas. El depredador de la revolución volvió a mirar a aquel tipo a los ojos, sin cambiar aquella expresión amable que poseía en el rostro. La verdad es que le parecía de fiar, y por ello no tenía problema en continuar hablando con él.
- Lamento que hayas visto el asesinato de antes, pero cuando la cabeza de uno vale quinientos millones, debe andarse con ojo. Todo está repleto de cazadores, y de agentes del gobierno que desean terminar conmigo.
- Tienes mi palabra de oficial revolucionario de que será para los niños sin hogar, y sin alimento. Si prefieres verlo con tus propios ojos, echa un vistazo al edificio que hay detrás de mí, y entra al interior.
Una vez dijo aquello, mostró una sonrisa calmada. Un chico de apenas unos diecisiete años apareció entonces, cargando un carrito que estaba vacío. Era el soldado que Dranser había hecho llamar. Nada más llegó, le hizo un gesto militar al espadachín, y comenzó a cargar el cuerpo del atacante de antes, para después llevarlo al interior. Era uno de los miembros más jóvenes, y por ello Silver no le dejaba entrar en acción por el momento. Pensaba entrenarlo en cuanto pudiese, pero eso sería en un par de semanas. El depredador de la revolución volvió a mirar a aquel tipo a los ojos, sin cambiar aquella expresión amable que poseía en el rostro. La verdad es que le parecía de fiar, y por ello no tenía problema en continuar hablando con él.
- Lamento que hayas visto el asesinato de antes, pero cuando la cabeza de uno vale quinientos millones, debe andarse con ojo. Todo está repleto de cazadores, y de agentes del gobierno que desean terminar conmigo.
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Aquel hombre me caía bien por momentos, supongo que era por el buen trato que este tenía hacia mí. No es que me estuviese alabando ni nada así, pero últimamente había pasado bastante tiempo rodeado de piratas maleducados y marines cuyo ego estaba más alto que las nubes, era agradable estar en presencia de alguien amable. Tras recibir su palabra de que toda la comida sería destinada a alimentar a los jóvenes de la ciudad me invitó a pasar al edificio que custodiaba, en el cual según parecía ser donde organizaban ese tipo de cosas.
Iba a entrar, pero justo en ese momento llegó un chaval con un carrito. Él era el que había sido llamado anteriormente por el oficial para recoger el cadáver. Eso me hizo recordar que a pesar de la cara amable de mi interlocutor, este era un tipo duro. Debió darse cuenta de lo que pasaba por mi cabeza pues se disculpó explicando que no podía permitirse ser piadoso cuando su cabeza está en juego constantemente. Era entendible, si no muestras piedad a aquellos que te atacan habrá menos gente que quiera atacarte.
-Lo entiendo, valiendo tanto hasta a mí me gustaría cazarte jajajaja.- dije de forma que era muy notable que estaba bromeando.- Bueno, habrá que echar un vistazo a lo que guardáis ahí dentro.- continué sonriendo a la vez que volvía a andar en dirección al interior del edificio.
El día estaba yendo muy bien, demasiado bien. Estaba claro que algo iba a pasar, nunca tenía la suerte de que las cosas pasasen como yo esperaba. Al otro lado de la ciudad se escuchó replicar las campanas de la torre. No había que ser un genio para saber qué es lo que estaban indicando, la muralla estaba siendo atacada.
-Parece que la visita puede esperar, déjame ayudaros. Así podré ver de qué es capaz la revolución.- le dije mostrando mi preocupación por la situación.- No hace falta que os preocupéis por mí, yo me haré responsable de mi propia seguridad.- continué intentando convencerle para que no me hiciese esperar allí.
Sabía que era extraño que una persona normal se ofreciese a entrar en una batalla, pero yo no era una persona normal. Además sentía una muy intensa curiosidad por saber que tan poderoso y cuan bien organizado estaba el ejército revolucionario.
Iba a entrar, pero justo en ese momento llegó un chaval con un carrito. Él era el que había sido llamado anteriormente por el oficial para recoger el cadáver. Eso me hizo recordar que a pesar de la cara amable de mi interlocutor, este era un tipo duro. Debió darse cuenta de lo que pasaba por mi cabeza pues se disculpó explicando que no podía permitirse ser piadoso cuando su cabeza está en juego constantemente. Era entendible, si no muestras piedad a aquellos que te atacan habrá menos gente que quiera atacarte.
-Lo entiendo, valiendo tanto hasta a mí me gustaría cazarte jajajaja.- dije de forma que era muy notable que estaba bromeando.- Bueno, habrá que echar un vistazo a lo que guardáis ahí dentro.- continué sonriendo a la vez que volvía a andar en dirección al interior del edificio.
El día estaba yendo muy bien, demasiado bien. Estaba claro que algo iba a pasar, nunca tenía la suerte de que las cosas pasasen como yo esperaba. Al otro lado de la ciudad se escuchó replicar las campanas de la torre. No había que ser un genio para saber qué es lo que estaban indicando, la muralla estaba siendo atacada.
-Parece que la visita puede esperar, déjame ayudaros. Así podré ver de qué es capaz la revolución.- le dije mostrando mi preocupación por la situación.- No hace falta que os preocupéis por mí, yo me haré responsable de mi propia seguridad.- continué intentando convencerle para que no me hiciese esperar allí.
Sabía que era extraño que una persona normal se ofreciese a entrar en una batalla, pero yo no era una persona normal. Además sentía una muy intensa curiosidad por saber que tan poderoso y cuan bien organizado estaba el ejército revolucionario.
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El comentario de aquel hombre, hizo al revolucionario reír un poco por lo bajo. Quinientos millones era muchísimo dinero, como era normal. Ese jodido gobierno daba tanta cantidad por un solo hombre, y eso le hizo soltar un enorme suspiro. En ese momento empezó a caminar con aquella persona, para poder enseñarle el interior del edificio y que viese a sus hombres dándoles comida a los críos. Él mismo seleccionaba a los revolucionarios que iban con él, pues continuaba operando a nombre del escuadrón 7, el cual estaba a su cargo. No tardó mucho en llegar hasta la entrada principal. El camino había sido bastante corto, y ya era el momento de ir al interior. Entonces escuchó el sonido de las campanas, lo que le hizo frenarse de golpe. Frunció el ceño, y tomó su espada a una velocidad impresionante. No iba a perdonar a quienes tratasen de joder sus actos.
- Eres libre de participar, pero ten en cuenta que no voy a perdonar las vidas de los payasos que traten de joder mis planes con los críos.
Su tono, a diferencia del de antes, era totalmente serio y enfurecido. Un aura dorada comenzó a invadirle, haciéndole arquear una ceja, y gruñir despacio. Entonces comenzó a trotar hacia la muralla, esperando a que ese tipo le siguiese. No tardó mucho en llegar a la muralla, y entonces decidió poner la ventaja a su favor. Sin ni siquiera ver cuantos enemigos había, saltó al vacío con los ojos entrecerrados. A una velocidad prodigiosa, lanzó un total de veinte cortes como si nada. Había usado su técnica especial de viento para aumentar su velocidad. Entonces, sesenta ondas cortantes surgieron de la nada, dirigiéndose a lo que parecían ser cerca de unos cien marines. Cuando impactaron, explotaron formando bolas de fuego considerables. El depredador había usado su habilidad explosiva para ello.
No tardó en aterrizar frente a los cuarenta marines más o menos que quedaban con vida. De un solo movimiento, había causado una enorme masacre. A continuación frunció el ceño, observando a los tipos que quedaban con una expresión tenebrosa. Los rebeldes apenas habían tenido que participar. Él solo se bastaba, pero sabía que el hombre de antes también iba a querer participar, y por ello esperó a que se colocase a su lado. El espadachín alzó su espada, y eso hizo que la mayoría de los marines empezasen a temblar un poco por lo que habían visto.
- ¡Fauna fauna no! ¡El topo!
Gritó a pleno pulmón, antes de ocultar su espada, y usando sus manos atravesar el suelo. En su lugar dejó un túnel considerable que, a saber a dónde iba. Dejaría divertirse al otro tipo mientras él se movía por debajo de los pies de todos gracias al poder de su fruta.
- Eres libre de participar, pero ten en cuenta que no voy a perdonar las vidas de los payasos que traten de joder mis planes con los críos.
Su tono, a diferencia del de antes, era totalmente serio y enfurecido. Un aura dorada comenzó a invadirle, haciéndole arquear una ceja, y gruñir despacio. Entonces comenzó a trotar hacia la muralla, esperando a que ese tipo le siguiese. No tardó mucho en llegar a la muralla, y entonces decidió poner la ventaja a su favor. Sin ni siquiera ver cuantos enemigos había, saltó al vacío con los ojos entrecerrados. A una velocidad prodigiosa, lanzó un total de veinte cortes como si nada. Había usado su técnica especial de viento para aumentar su velocidad. Entonces, sesenta ondas cortantes surgieron de la nada, dirigiéndose a lo que parecían ser cerca de unos cien marines. Cuando impactaron, explotaron formando bolas de fuego considerables. El depredador había usado su habilidad explosiva para ello.
No tardó en aterrizar frente a los cuarenta marines más o menos que quedaban con vida. De un solo movimiento, había causado una enorme masacre. A continuación frunció el ceño, observando a los tipos que quedaban con una expresión tenebrosa. Los rebeldes apenas habían tenido que participar. Él solo se bastaba, pero sabía que el hombre de antes también iba a querer participar, y por ello esperó a que se colocase a su lado. El espadachín alzó su espada, y eso hizo que la mayoría de los marines empezasen a temblar un poco por lo que habían visto.
- ¡Fauna fauna no! ¡El topo!
Gritó a pleno pulmón, antes de ocultar su espada, y usando sus manos atravesar el suelo. En su lugar dejó un túnel considerable que, a saber a dónde iba. Dejaría divertirse al otro tipo mientras él se movía por debajo de los pies de todos gracias al poder de su fruta.
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Fue gratificante que el oficial me diese permiso para acompañar a la revolución en la defensa de la ciudad. No tenía claro aún como se iba a manejar la situación, pero sin duda haría lo que pudiese para resultar útil. Corrí calle arriba intentando seguir el ritmo del hombre al mando. Durante nuestro recorrido pude observar de primera mano cómo respondía la gente de la ciudad ante a aquella situación. Era más que notable el odio del pueblo por el gobierno mundial. La mayoría de la gente gritaba palabras de ánimo a los valientes soldados revolucionarios que se movilizaban para protegerles. Sin embargo, no todos tenían ese valor, se podía ver a muchas mujeres llorando y abrazando a sus hijos como si pretendiesen arrebatárselos. Era entendible, porque realmente eso era lo que la marina quería hacer, tomar la ciudad para que los amos pudiesen volver a esclavizar a toda la gente llana.
No tardamos en llegar a la muralla, donde ya había apostado un escuadrón encargándose de frenar el avance de la tropa enemiga. La situación no parecía demasiado mala, pero no estaba para nada bajo control. Por mi parte esperaba que el oficial Dranser se dedicase a organizar un plan de defensa, sin embargo hizo algo que jamás habría esperado. Sin pensárselo dos veces salto desde lo alto de la muralla a enfrentarse al enemigo el mismo. Creía que aquel hombre se había vuelto loco, era normal pensar eso, se había lanzado el solo hacia tres tropas enemigas enteras. Como era de esperar yo bajé de la muralla todo lo rápido que pude para acudir en su ayuda, aunque no sin antes crearme una armadura de energía que me protegiese y evitase que los marines reconociesen mi rostro. A mitad de camino pude ver como impactaba una impresionante técnica de cortes explosivos contra el ejército enemigo. Ese hombre no estaba loco, sabía lo que hacía desde el principio, era un gran guerrero.
Ya abajo me acerqué a donde él se encontraba, no parecía necesitar ayuda, pero ya que había bajado le serviría de apoyo. Rápidamente desenfunde mis sinawali y me lancé a la pelea contra los soldados que se habían quedado en un estado de shock por lo sorprendente del poder del oficial. Parecía que iba a ser un paseo pero entonces Dranser hizo algo raro y desapareció en un agujero bajo la tierra. Ahora estaba bastante más desprotegido, y la desaparición del espadachín hizo que los marines volviesen a recuperar la confianza. Fueron varios los hombres que intentaron derribarme con sus espadas, pero no estaban suficientemente entrenados, al menos no lo suficiente como para vencer a alguien tan experimentado en combates cuerpo a cuerpo como yo. Solo había un problema, algunos de los marines iban armados con rifles de asalto. Por un instante creí que iba a morir al ver como uno de ellos intentaba apuntarme con su arma, por suerte uno de los jóvenes rebeldes apostados en la muralla lo derribó a tiempo. Ellos me cubrían, pero aun así debía ser cauto y utilizar a sus compañeros marines como pantalla anti-disparo. Estaba siendo divertido, pero esperaba que mi extraño guía apareciese otra vez y pusiese fin al conflicto.
No tardamos en llegar a la muralla, donde ya había apostado un escuadrón encargándose de frenar el avance de la tropa enemiga. La situación no parecía demasiado mala, pero no estaba para nada bajo control. Por mi parte esperaba que el oficial Dranser se dedicase a organizar un plan de defensa, sin embargo hizo algo que jamás habría esperado. Sin pensárselo dos veces salto desde lo alto de la muralla a enfrentarse al enemigo el mismo. Creía que aquel hombre se había vuelto loco, era normal pensar eso, se había lanzado el solo hacia tres tropas enemigas enteras. Como era de esperar yo bajé de la muralla todo lo rápido que pude para acudir en su ayuda, aunque no sin antes crearme una armadura de energía que me protegiese y evitase que los marines reconociesen mi rostro. A mitad de camino pude ver como impactaba una impresionante técnica de cortes explosivos contra el ejército enemigo. Ese hombre no estaba loco, sabía lo que hacía desde el principio, era un gran guerrero.
Ya abajo me acerqué a donde él se encontraba, no parecía necesitar ayuda, pero ya que había bajado le serviría de apoyo. Rápidamente desenfunde mis sinawali y me lancé a la pelea contra los soldados que se habían quedado en un estado de shock por lo sorprendente del poder del oficial. Parecía que iba a ser un paseo pero entonces Dranser hizo algo raro y desapareció en un agujero bajo la tierra. Ahora estaba bastante más desprotegido, y la desaparición del espadachín hizo que los marines volviesen a recuperar la confianza. Fueron varios los hombres que intentaron derribarme con sus espadas, pero no estaban suficientemente entrenados, al menos no lo suficiente como para vencer a alguien tan experimentado en combates cuerpo a cuerpo como yo. Solo había un problema, algunos de los marines iban armados con rifles de asalto. Por un instante creí que iba a morir al ver como uno de ellos intentaba apuntarme con su arma, por suerte uno de los jóvenes rebeldes apostados en la muralla lo derribó a tiempo. Ellos me cubrían, pero aun así debía ser cauto y utilizar a sus compañeros marines como pantalla anti-disparo. Estaba siendo divertido, pero esperaba que mi extraño guía apareciese otra vez y pusiese fin al conflicto.
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El haki de observación estaba activado, y eso solo significaba que empezaba la diversión de una vez por todas. El espadachín pudo localizar las auras de aquellos capullos que osaban enfrentarse a la revolución en aquella isla. Los gritos de los pobres ciudadanos habían motivado al depredador a realizar su trabajo de la mejor manera posible. Ahora cavaba a toda velocidad bajo los pies de ellos, trazando uno de sus mejores planes. Cuando pasaron unos momentos, salió de debajo de la tierra, desenfundando su espada y partiendo en dos a uno de los marines. La sangre manchó su rostro totalmente, y entonces se relamió despacio. Los soldados empezaron a disparar, pero entonces el revolucionario lanzó una onda cortante al suelo. La tierra bajo los pies de otro de los grupos cedió, haciéndoles caer a una pequeña fosa que él mismo había cavado.
Ya quedaban pocos, y fue entonces cuando el chico detectó a uno con un aura bastante imponente. No se acercaba a la suya, pero de todas formas era mucho mayor a la de los demás. Un tipo equipado con un enorme espadón rojo, y una máscara de zorro se lanzó a por él. El cabrón tenía una altura de dos metros, y medio. Parecía ser un semigigante, y encima bastante enfurecido. Su enorme arma impactó en la katana de Silver, el cual frunció el ceño de forma notoria. Aquel tipo tenía bastante fuerza, pero eso fue algo que el chico aprovechó. Se apartó lo más rápido posible, y entonces aquel imbécil cayó al suelo debido a su propia fuerza ejercida. Una vez estuvo allí, el miembro de Xella imbuyó su arma en una especie de viento, haciéndola más cortante aún. De un tajo a una velocidad sorprendente, cortó el cuello de aquel malnacido. Su espada había tomado un color negro metálico durante el ataque, para aumentar la fuerza.
Los marines ahora temblaban de miedo, y los disparos de los revolucionarios empezaron a hacer caer a la mayoría de idiotas. Finalmente, todos los supervivientes salieron corriendo de allí, al no poder hacer nada contra aquel oficial de la rebelión. Dranser se relamió despacio, pensando en qué hacer en ese momento. Finalmente decidió ocultar su arma en la funda, la cual estaba llena de sangre, y tierra. A continuación caminó hasta el chico de antes, mirándole con calma. Le reconoció debido a su aura. Sin más que decir, le dedicó una sonrisa amable. Su personalidad era demasiado rara, y pese a la matanza, estaba bastante tranquilo. Él sabía que estaba haciendo el bien.
- ¿Volvemos al edificio, y compruebas lo que ya sabes?
Ya quedaban pocos, y fue entonces cuando el chico detectó a uno con un aura bastante imponente. No se acercaba a la suya, pero de todas formas era mucho mayor a la de los demás. Un tipo equipado con un enorme espadón rojo, y una máscara de zorro se lanzó a por él. El cabrón tenía una altura de dos metros, y medio. Parecía ser un semigigante, y encima bastante enfurecido. Su enorme arma impactó en la katana de Silver, el cual frunció el ceño de forma notoria. Aquel tipo tenía bastante fuerza, pero eso fue algo que el chico aprovechó. Se apartó lo más rápido posible, y entonces aquel imbécil cayó al suelo debido a su propia fuerza ejercida. Una vez estuvo allí, el miembro de Xella imbuyó su arma en una especie de viento, haciéndola más cortante aún. De un tajo a una velocidad sorprendente, cortó el cuello de aquel malnacido. Su espada había tomado un color negro metálico durante el ataque, para aumentar la fuerza.
Los marines ahora temblaban de miedo, y los disparos de los revolucionarios empezaron a hacer caer a la mayoría de idiotas. Finalmente, todos los supervivientes salieron corriendo de allí, al no poder hacer nada contra aquel oficial de la rebelión. Dranser se relamió despacio, pensando en qué hacer en ese momento. Finalmente decidió ocultar su arma en la funda, la cual estaba llena de sangre, y tierra. A continuación caminó hasta el chico de antes, mirándole con calma. Le reconoció debido a su aura. Sin más que decir, le dedicó una sonrisa amable. Su personalidad era demasiado rara, y pese a la matanza, estaba bastante tranquilo. Él sabía que estaba haciendo el bien.
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La batalla tenía más emoción conforme pasaba el tiempo, los enemigos se acercaban y formaban pequeños grupos de ataque. La presión de tener que reaccionar rápidamente para bloquear y golpear a tantos enemigos al mismo tiempo, me producía un subidón de adrenalina que me encantaba. Estaba siendo una experiencia bastante divertida, sin embargo me traía malos recuerdos, recuerdos de una época en la que yo aún no había entendido lo que significaba la guerra. Me encantaba combatir y dejar rendidos a mis rivales, pero en una guerra la mayoría de los contendientes no tenían acceso a la rendición, simplemente morían, y eso es triste.
Finalmente tras un rato noqueando a esos estúpidos marines, vi como el oficial revolucionario aparecía otra vez. Su vuelta al campo fue la sentencia de los asaltantes, hizo hundirse el suelo bajo muchos de ellos y cortó a un grandullón, que parecía ser el cargo al mando, en dos. No aprobaba su forma desmesurada de violencia, podría haberlos capturado y haberlos hecho prisioneros en lugar de desmembrarlos. Sin embargo eso era la guerra, y cada uno la lleva como considera necesario. De todas formas la defensa había sido un éxito, los pocos supervivientes huían asustados mientras los revolucionarios gritaban celebrando la victoria.
Acabada la batalla Dranser se acercó a mí para ofrecerse a acompañarme a ver lo que había en el edificio que estaba custodiando antes. Era curioso ver como un hombre podía cambiar tanto de carácter en tan poco tiempo. No pude evitar que se me escapase una pequeña risa mientras limpiaba y guardaba mis armas.
-No creo que haga falta, me fío de que hagáis lo correcto. Eso sí, no cortes los suministros en dos.- dije riéndome.
Era algo cruel hacer un chiste como ese, pero estábamos en un campo de batalla, por negro que fuese, algo de humor no vendría mal.
-Te agradecería que mandases unos cuantos hombres para que descargasen lo que traigo en el barco. Por lo demás ya está todo hecho, ha sido un placer conocerte, volveremos a vernos.- continué mientras comenzaba a andar de vuelta a la ciudad.
Por mucho que me gustase la ciudad, tenía otros asuntos que atender, por lo que descargaría los suministros lo más rápido posible y me marcharía. Ya tendría tiempo de volver a aquel lugar cuando los teatros estuviesen restaurados y la gente fuese feliz. Eso si no pasaba algo que me hiciese volver antes, claro está.
Finalmente tras un rato noqueando a esos estúpidos marines, vi como el oficial revolucionario aparecía otra vez. Su vuelta al campo fue la sentencia de los asaltantes, hizo hundirse el suelo bajo muchos de ellos y cortó a un grandullón, que parecía ser el cargo al mando, en dos. No aprobaba su forma desmesurada de violencia, podría haberlos capturado y haberlos hecho prisioneros en lugar de desmembrarlos. Sin embargo eso era la guerra, y cada uno la lleva como considera necesario. De todas formas la defensa había sido un éxito, los pocos supervivientes huían asustados mientras los revolucionarios gritaban celebrando la victoria.
Acabada la batalla Dranser se acercó a mí para ofrecerse a acompañarme a ver lo que había en el edificio que estaba custodiando antes. Era curioso ver como un hombre podía cambiar tanto de carácter en tan poco tiempo. No pude evitar que se me escapase una pequeña risa mientras limpiaba y guardaba mis armas.
-No creo que haga falta, me fío de que hagáis lo correcto. Eso sí, no cortes los suministros en dos.- dije riéndome.
Era algo cruel hacer un chiste como ese, pero estábamos en un campo de batalla, por negro que fuese, algo de humor no vendría mal.
-Te agradecería que mandases unos cuantos hombres para que descargasen lo que traigo en el barco. Por lo demás ya está todo hecho, ha sido un placer conocerte, volveremos a vernos.- continué mientras comenzaba a andar de vuelta a la ciudad.
Por mucho que me gustase la ciudad, tenía otros asuntos que atender, por lo que descargaría los suministros lo más rápido posible y me marcharía. Ya tendría tiempo de volver a aquel lugar cuando los teatros estuviesen restaurados y la gente fuese feliz. Eso si no pasaba algo que me hiciese volver antes, claro está.
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El chico soltó una pequeña carcajada al escuchar las palabras de aquel tipo. Cortar los suministros en dos no era una buena idea, y menos teniendo en cuenta que era para las personas necesitadas. La batalla había terminado, y eso era debido a las capacidades combativas de aquellos dos jóvenes que se hallaban frente a frente. El revolucionario se veía de una forma bastante buena, pues no parecía tener ninguna herida seria. Era un tipo que amaba los combates contra los payasos del gobierno. Su capacidad con la espada le hacía alguien digno de temer, y de hecho, se consideraba el mejor espadachín de toda la rebelión. Por el momento nadie pudo discutírselo blandiendo una espada. Sus únicas dudas fueron contra Flea, pero pudo alzarse con la victoria en el torneo del Hexodromo de la primera inauguración.
- Mandaré esos hombres en cuanto me sea posible, de eso no debes preocuparte. Te agradezco la ayuda que vas a brindar a esas personas. Cuando nos veamos en un futuro, te compensaré con algo bonito.
Dijo el muchacho con una sonrisa ladeada, avisando a uno de los rebeldes para que se acercase. Una vez estuvo a una distancia prudente, le ordenó que fuese a por los suministros con otros tres hombres que eligiese. La batalla había merecido la pena, y lo siguiente que hizo Dranser fue empezar a caminar hacia el edificio principal. Debía mantener la protección de aquel sitio por si algún idiota trataba de ponerse en plan atacante. Muchos agentes y marines había en el mundo, y muchos más espías.
- Pues otro largo día. Espero que al menos esos inútiles se lo piensen la próxima vez que ataques esta isla…
- Mandaré esos hombres en cuanto me sea posible, de eso no debes preocuparte. Te agradezco la ayuda que vas a brindar a esas personas. Cuando nos veamos en un futuro, te compensaré con algo bonito.
Dijo el muchacho con una sonrisa ladeada, avisando a uno de los rebeldes para que se acercase. Una vez estuvo a una distancia prudente, le ordenó que fuese a por los suministros con otros tres hombres que eligiese. La batalla había merecido la pena, y lo siguiente que hizo Dranser fue empezar a caminar hacia el edificio principal. Debía mantener la protección de aquel sitio por si algún idiota trataba de ponerse en plan atacante. Muchos agentes y marines había en el mundo, y muchos más espías.
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- En busca de la verdad de Saint Reia (Privado Dranser y Valia)
- huida a través de los pantanos (Rol pasado y privado de Kaishi Tora, barbazul, Dranser Drágon Silver y Aria)
- Un Alumno Sigue El Camino De Su Maestro ¿No Es Así, Ryuken? [Ryuken-Silver D. Dranser] [Privado]
- [Pasado] Un día más... ( Nemonic - Silver D. Dranser)
- Dranser Drágon Silver. El Depredador Espadachín.
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