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Imagina un día idílico. El cielo de un azul impoluto, manchado aquí y allá con gruesas nubes blancas, un calor agradable bajo el sol de la mañana, una brisa fresca y suave que mece tus cabellos e impulsa el barco a velocidad constante; las gaviotas revoloteando alrededor del mástil, el dulzor de una bebida fría, la calma de una jornada tranquila...
Imagínatelo mientras la lluvia cae con tanta fuerza que parece querer hundir el navío, mientras el viento ruge, los rayos hienden el cielo con destellos blancos y las olas golpean el casco con furia, empapando a todos los tripulantes incluso más de lo que ya estáis. Pero no te preocupes, debe de haber una isla cerca y allí podréis refugiaros.
No estáis solos en este mar tormentoso. Al lado del lustroso buque de la Marina hay un par de barcos que la tormenta zarandea como si no fuesen más que hojas. Parecen naves civiles. Civiles insensatos y que no entienden de navegación, pero civiles al fin y al cabo.
No parece que ninguna de las dos naves vaya a durar mucho con este clima, aunque también plantea dudas que el barco en el que tú vas llegue entero a tierra, así que... Repentinamente, uno de los dos barquitos recibe de lleno el impacto de un rayo y comienza a arder. Se oyen gritos y exclamaciones de terror y más de un tripulante decide tirarse al agua. Ojalá hubiese algún marine cerca para ayudarlos.
Nocturne93
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El tiempo era insufrible, la tormenta no daba tregua y en aquél gran buque todo era caos y desconcierto. El zarandeo del barco marearía a casi cualquier marinero novato, y a alguno que otro no tan novato, así se estaba todo, lleno de caos e incertidumbre. Los marineros se encargaban de apretar los cabos que no hacían más que soltarse, y con todo el velamen izado la embarcación tan solo se dejaba llevar por el tempestuoso clima que arreciaba con todo cuanto se topaba. Nuestro buque y los dos barcos próximos no eran ninguna excepción.
Un rayo fulminó un navío cercano, el cual comenzó a arder. El caos se propagó por todo el barco, apenas se podía apreciar, pero se escuchaban gritos de dolor, desesperación, y el chapotear de algún que otro cuerpo hacia el mar. Rápidamente me aproximé a asomarme por babor, la lluvia formaba una cortina de agua que hacía casi imposible de ver, no obstante se podía ver algún que otro cuerpo saltaba al mar, tratando de escapar de las llamas para adentrarse en las turbias aguas, no se cual de las dos opciones era peor. No pude evitar soltar un grito a los marineros más próximos.
-¡Hombre al agua! ¡Rápido, echadme una mano!
Fui rápidamente y cogí un cabo, no había mucho tiempo, esas aguas pronto harían perderse a cualquiera, y normal, con lo agitada que estaba era lo de menos. ¿Pero qué podía hacer? Lanzarme al agua para ir a por ellos sería una misión kamikaze. Aunque había una forma. Até un extremo del cabo a la barandilla de babor y me até el otro extremo a la cintura, metí mi mano al bolsillo y saqué un pequeño artilugio que funcionaba a modo de respirador acuático.
Escuché un fuerte estruendo proveniente del navío en llamas, el palo mayor se quebraba a la altura del mastelero mayor. La madera se resquebrajó y cayó al mar arrastrado por el fuerte viento que azotaba sobre la vela que tenía ese pedazo del mástil. Pero no se había desprendido por el fuego sino...
-¡Rápido, arriad los juanetes y sobrejuanetes, los masteleros no aguantarán ese fuerte viento!
En ese momento me concentré en mi propia energía mientras miraba hacia el embravecido mar. Extendí los brazos y liberé mi energía de ámbito de viento tratando de generar una corriente que fuera hacia adelante de mí, luchando contra el viento que ya venía y haciendo más facil lo que me disponía a hacer, pues en cuanto observase un cuerpo en el mar me lanzaría a por él directamente sin importar el qué, con el cabo aferrado no me iba a perder por el mar, además de que algunos marineros se quedaron para asegurarse de que el cabo no se soltara y no perderme. Pero antes debía asegurarme de ver alguien ahí en el mar.
Un rayo fulminó un navío cercano, el cual comenzó a arder. El caos se propagó por todo el barco, apenas se podía apreciar, pero se escuchaban gritos de dolor, desesperación, y el chapotear de algún que otro cuerpo hacia el mar. Rápidamente me aproximé a asomarme por babor, la lluvia formaba una cortina de agua que hacía casi imposible de ver, no obstante se podía ver algún que otro cuerpo saltaba al mar, tratando de escapar de las llamas para adentrarse en las turbias aguas, no se cual de las dos opciones era peor. No pude evitar soltar un grito a los marineros más próximos.
-¡Hombre al agua! ¡Rápido, echadme una mano!
Fui rápidamente y cogí un cabo, no había mucho tiempo, esas aguas pronto harían perderse a cualquiera, y normal, con lo agitada que estaba era lo de menos. ¿Pero qué podía hacer? Lanzarme al agua para ir a por ellos sería una misión kamikaze. Aunque había una forma. Até un extremo del cabo a la barandilla de babor y me até el otro extremo a la cintura, metí mi mano al bolsillo y saqué un pequeño artilugio que funcionaba a modo de respirador acuático.
Escuché un fuerte estruendo proveniente del navío en llamas, el palo mayor se quebraba a la altura del mastelero mayor. La madera se resquebrajó y cayó al mar arrastrado por el fuerte viento que azotaba sobre la vela que tenía ese pedazo del mástil. Pero no se había desprendido por el fuego sino...
-¡Rápido, arriad los juanetes y sobrejuanetes, los masteleros no aguantarán ese fuerte viento!
En ese momento me concentré en mi propia energía mientras miraba hacia el embravecido mar. Extendí los brazos y liberé mi energía de ámbito de viento tratando de generar una corriente que fuera hacia adelante de mí, luchando contra el viento que ya venía y haciendo más facil lo que me disponía a hacer, pues en cuanto observase un cuerpo en el mar me lanzaría a por él directamente sin importar el qué, con el cabo aferrado no me iba a perder por el mar, además de que algunos marineros se quedaron para asegurarse de que el cabo no se soltara y no perderme. Pero antes debía asegurarme de ver alguien ahí en el mar.
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El más cercano a ti es un chico de la mitad de tu edad. Está a punto de hundirse cuando llegas a él, pero por suerte el destino le sonríe. No se puede decir lo mismo de otros, que se hunden al mismo tiempo que su barco se llena de fuego o respiran más humo que aire al no atreverse a saltar. Algunos marines se lanzan al agua en un acto de necia heroicidad, pero no se les vuelve a ver el pelo. El segundo barco se aproxima también para ver si puede ayudar, y lanzan cabos a los que tienen más cerca.
El chico que llevas contigo, por otro lado, no parece muy colaborador. Se debate y lucha para zafarse de tu agarre mientras no hace más que gritar “¡Que vienen los monstruos!”. Es bastante molesto, y no te recomiendo que te entretengas mucho con él. Aún hay gente que necesita ser salvada.
Uno de ellos desaparece frente a tus ojos, tragado por las aguas turbulentas. Otras dos personas lo siguen, como si hubiesen sido succionados por el propio mar. Los truenos sacuden el cielo con la intención de partirlo en dos y el aire ruge como una bestia salvaje, zarandeando violentamente el barco al que estás atado, y por tanto, a ti. Y a la luz de los relámpagos, bajo el agua, se pueden distinguir sombras que surcan las aguas negras y tormentosas aproximándose a los marineros naufragados. En ese momento algo te agarra de la pierna y trata de arrastrarte a las oscuras profundidades.
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En cuanto veo a ese joven me lanzo a las embravecidas aguas para socorrerle, se le ve demasiado joven como para poder aguantar con eso, no obstante es motivo suficiente para lanzarme a por él, merece la pena por una vida joven. Ese chico no para de gritar algo de monstruos, no lo entiendo con el agitar del mar que en todo momento hace que mi cabeza esté entre el agua y el aire, aun así le aferro fuertemente haciendo una pequeña cadena de mi energía que conecta mi cintura con la suya.
Me dirijo hacia otro náufrago, no obstante al momento entra precipitadamente en las aguas, como si fuera arrastrado por algo. Tal vez ese muchacho no esté tan loco y si haya algo debajo de las aguas, aunque más que monstruos yo diría otra cosa. Pero viendo lo que ocurre no se diferenciarían mucho de los verdaderos monstruos. Me preparé y fui agarrando a varios náufragos con el mismo método que con el anterior, iba formando una cadena de personas con los que veía que no desaparecían en las aguas. Había que tratar de salvar el mayor número de vidas posibles.
Traté de hacer una señal con un tirón del cabo a los marineros que estaban al otro extremo, intentando darles a entender que tirasen para sacarme a mí y a los hombres atados a mí del mar. No obstante de pronto sentí que algo aferraba mi tobillo y tiraba de mi cuerpo. Estaba esperando ese momento, era tan solo cuestión de tiempo. Me llevé aquél respirador acuático a la boca y me dejé llevar un poco hacia abajo mientras canalizaba mi energía en mis propias manos, formando un arco y flecha que apuntaba directamente hacia ese sujeto que me estaba aferrando. No le veía bien, pero no cabía ninguna duda de que estábamos siendo atacados por gyojins. Mi haki de observación me avistaba de un buen número de formas de vida que estaba por debajo del agua, y no parecían ahogarse.
Lancé aquella flecha impregnada en mi ámbito viento con mi técnica Kazekaiho. Con ella aun bajo el agua tendría la potencia suficiente como para lograr herir aquél tritón, o por lo menos lograr que me soltara para rescatar a esas personas. Tras lo cual trataría de seguir hacia el barco, llevado por aquél cabo que me agarraba a la cintura y combatiendo contra lo que se aproximase hasta tener a los náufragos a salvo. No sabía ni cuantos había conseguido enlazar con la cadena... Ni sabía cuántos sobrevivirían... Pero no podía simplemente dejarles a su suerte.
Estaba bajo el mar, si esos gyojin se lanzaban, estaría en verdaderos problemas, todo estaba en mi contra, y no podría darlo todo mientras esas personas todavía estuviesen en el agua. Aunque tenía una forma de acabar con todo esto, pero esperaría hasta que viese que nadie inocente resultase herido.
Me dirijo hacia otro náufrago, no obstante al momento entra precipitadamente en las aguas, como si fuera arrastrado por algo. Tal vez ese muchacho no esté tan loco y si haya algo debajo de las aguas, aunque más que monstruos yo diría otra cosa. Pero viendo lo que ocurre no se diferenciarían mucho de los verdaderos monstruos. Me preparé y fui agarrando a varios náufragos con el mismo método que con el anterior, iba formando una cadena de personas con los que veía que no desaparecían en las aguas. Había que tratar de salvar el mayor número de vidas posibles.
Traté de hacer una señal con un tirón del cabo a los marineros que estaban al otro extremo, intentando darles a entender que tirasen para sacarme a mí y a los hombres atados a mí del mar. No obstante de pronto sentí que algo aferraba mi tobillo y tiraba de mi cuerpo. Estaba esperando ese momento, era tan solo cuestión de tiempo. Me llevé aquél respirador acuático a la boca y me dejé llevar un poco hacia abajo mientras canalizaba mi energía en mis propias manos, formando un arco y flecha que apuntaba directamente hacia ese sujeto que me estaba aferrando. No le veía bien, pero no cabía ninguna duda de que estábamos siendo atacados por gyojins. Mi haki de observación me avistaba de un buen número de formas de vida que estaba por debajo del agua, y no parecían ahogarse.
Lancé aquella flecha impregnada en mi ámbito viento con mi técnica Kazekaiho. Con ella aun bajo el agua tendría la potencia suficiente como para lograr herir aquél tritón, o por lo menos lograr que me soltara para rescatar a esas personas. Tras lo cual trataría de seguir hacia el barco, llevado por aquél cabo que me agarraba a la cintura y combatiendo contra lo que se aproximase hasta tener a los náufragos a salvo. No sabía ni cuantos había conseguido enlazar con la cadena... Ni sabía cuántos sobrevivirían... Pero no podía simplemente dejarles a su suerte.
Estaba bajo el mar, si esos gyojin se lanzaban, estaría en verdaderos problemas, todo estaba en mi contra, y no podría darlo todo mientras esas personas todavía estuviesen en el agua. Aunque tenía una forma de acabar con todo esto, pero esperaría hasta que viese que nadie inocente resultase herido.
- Técnicas:
- Kenbunshoku haki nivel superior.
Maestría enérgica: Adquiere un gran control de su propia energía, lo cual le permite solidificar la energía para crear figuras reales hechas a partir de la propia energía:
Nivel 70: Puede crear cualquier forma mientras las dimensiones no excedan de 22 metros de alto o ancho. El grosor máximo es de 25 centímetros. Las figuras serán creadas a menos de veintidós metros y a los treinta desaparecerán.
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Pues menos mal que el tipo que te ha agarrado de la pierna no era un pobre náufrago que intentaba sujetarse a algo para no hundirse... Por suerte para todos era un gyojin que, efectivamente, quería enseñarte lo bonito que es el mortífero fondo de mar. Pero en cuanto tu flecha atraviesa su bulbosa cabeza grisácea, te suelta.
Por otra parte, hay cerca de una docena de personas enganchadas a ti. Esos tienen suerte, porque el resto van desapareciendo uno a uno. Poco a poco, tus compañeros van tirando de vosotros hacia el barco, pero los hombres-pez os acosan a cada metro que avanzáis. Buscan golpearte, cortarte y ahogarte, y cada vez se acumulan más alrededor de vuestro pequeño grupo. Alguien dispara un cañón para tratar de ahuyentarlos, pero la explosión cae demasiado cerca de donde estás. Eso para por dejar que los reclutas toquen la artillería.
El viento aumenta su fuerza y su furia, y las aguas se agitan embravecidas. El barco marine es zarandeado de un lado a otro, con lo que no parece muy seguro acercarse mucho. Al menos no si no quieres que el casco te golpee.
Otros marines se tiran al mar para ayudarte, o te lanzan salvavidas mientras tratan de disparar a los gyojins. Pero de repente, otros muchos comienzan a señalar algo en la misma dirección. Los gritos se multiplican. Y cuando los náufragos ven el segundo barco civil arrastrado como un juguete por la gigantesca ola que la tormenta envía para hundiros, suman sus gritos a los de los marines. Hoy no es tu día de suerte, amigo.
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La situación se tornaba cada vez más problemática, los Gyojin no daban tregua y para colmo el mar se agitó más si cabía, no era seguro aproximarse al casco del barco, y tampoco podía dejar a esas personas allí. Completamente empapado, y luchando por mantenerme a flote y librarnos de la amenaza gyojin, tan solo una cosa más podía ocurrir para volver todavía más crítica la situación, y la mirada de los náufragos y marines confirmaron mis peores sospechas. El barco que iba a la deriva se aproxima a gran velocidad hacia nosotros desde babor, arrastrado por la gran corriente.
Los gritos son tan intensos que de nuevo alcanzo a escucharlos aún con el estruendo de las aguas agitándose y rompiendo entre ellas por doquier. Esto es lo peor que podía ocurrir, debía de hacer algo, no podía dejarles morir allí, no podía huir. Me quedé mirando al grupo que tenía aferrado a mí durante unos instantes. Ese chico... No podía hacerle eso, una vida tan joven... Extrañamente me hacía recordar a Jiro, si fuera él, seguramente le habría cogido y habría vuelto al barco directamente, aunque ahora mismo es lo que estaba pensando. Tenía un pequeño artilugio que me permitiría volver al barco rápidamente, pero no puedo cargar con tanto peso. Aun así tenía que hacer algo, no tenía mucho tiempo.
Me deshice el nudo del cabo y lo aferré al segundo que tenía agarrado. Le dije que se agarrase bien, que pronto volverían al barco. Cogí al joven y metí mano a otro de mis bolsillos para sacar otro artilugio que me permitiría salir volando de allí. Estábamos próximos al barco por lo que rápidamente pude dejar al chico en cubierta y prepararme. El otro barco se aproximaba a gran velocidad. ¿Qué podía hacer en esa situación? No sabía si todavía quedaba gente a bordo, no podía simplemente ir a hundir la embarcación. Tan solo una cosa podía hacer para tratar de detener su avance, aunque eso era realmente complicado.
Concentré todas mis energías y me dispuse a liberar mi energía de viento de frente a mí, tratando de generar una corriente de aire lo más poderosa que pudiera, la crearía en la dirección oportuna para que el otro barco acabase por delante de nosotros. No sabía si lo lograría, no sabía si tendría el poder suficiente para luchar contra esa fuerza, pero lo único que sabía es que no me iba a rendir. Un choque directo de los cascos sería fatal para ambas embarcaciones, y si al menos consiguiera desviarla lo suficiente para que los daños no sean críticos podríamos continuar. Y si todavía quedaba vida en ese barco, no la condenaría en el fondo del mar.
Los gritos son tan intensos que de nuevo alcanzo a escucharlos aún con el estruendo de las aguas agitándose y rompiendo entre ellas por doquier. Esto es lo peor que podía ocurrir, debía de hacer algo, no podía dejarles morir allí, no podía huir. Me quedé mirando al grupo que tenía aferrado a mí durante unos instantes. Ese chico... No podía hacerle eso, una vida tan joven... Extrañamente me hacía recordar a Jiro, si fuera él, seguramente le habría cogido y habría vuelto al barco directamente, aunque ahora mismo es lo que estaba pensando. Tenía un pequeño artilugio que me permitiría volver al barco rápidamente, pero no puedo cargar con tanto peso. Aun así tenía que hacer algo, no tenía mucho tiempo.
Me deshice el nudo del cabo y lo aferré al segundo que tenía agarrado. Le dije que se agarrase bien, que pronto volverían al barco. Cogí al joven y metí mano a otro de mis bolsillos para sacar otro artilugio que me permitiría salir volando de allí. Estábamos próximos al barco por lo que rápidamente pude dejar al chico en cubierta y prepararme. El otro barco se aproximaba a gran velocidad. ¿Qué podía hacer en esa situación? No sabía si todavía quedaba gente a bordo, no podía simplemente ir a hundir la embarcación. Tan solo una cosa podía hacer para tratar de detener su avance, aunque eso era realmente complicado.
Concentré todas mis energías y me dispuse a liberar mi energía de viento de frente a mí, tratando de generar una corriente de aire lo más poderosa que pudiera, la crearía en la dirección oportuna para que el otro barco acabase por delante de nosotros. No sabía si lo lograría, no sabía si tendría el poder suficiente para luchar contra esa fuerza, pero lo único que sabía es que no me iba a rendir. Un choque directo de los cascos sería fatal para ambas embarcaciones, y si al menos consiguiera desviarla lo suficiente para que los daños no sean críticos podríamos continuar. Y si todavía quedaba vida en ese barco, no la condenaría en el fondo del mar.
- Técnicas & objetos:
- Taron Volador: Este sinuoso objeto tiene la capacidad de permitir al usuario el levantar sus pies del suelo y desplazarse por el medio aéreo gracias a una expulsión de aire del objeto. Esto le permite como su definición dice el volar libremente, pero tras 2 post el objeto se queda sin energía y hace falta rellenarlo, siendo nuevamente otros 2 post para recargarlo.
Ámbito viento: Influye en la capacidad de provocar corrientes de aire, así el propio viento tendrá sus propios efectos en el usuario. Dominado hasta grado 4.
Grado 4: Puede generar rachas de viento fuertes (entre 41 y 70km/h). Sus armas de filo adquieren 3 cm de dimensiones máximas. El viento que recubre a las armas se transforma en viento cortante.
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Los navíos no llegan a chocar de frente, pero poco les ha faltado. Los cascos pasan tocándose, destrozando la parte de babor del buque marine, arrojando al agua a más de un soldado, rompiendo cuerdas y rasgando las velas.
Con la ola no tenéis tanta suerte.
El agua cae sobre vosotros como una maza, arrancando el mástil, haciendo volar por los aires varios de los cañones y arrastrando a los marines a su condenación. Los náufragos que no has podido subir al barco desaparecen pronto bajo el agua, que arrastra el buque como si fuese un corcho viejo a la deriva. La gente se agarra a lo que puede para que el mar no se los lleve, y contienen la respiración por si volcáis. Hay uno que se ata a un barril para usarlo de flotador, pero a ese le cae un rayo, que hace un buen agujero en la cubierta. Por suerte, la ola que os arrastra inmisericordemente impide que comience un incendio.
Unas horas después, la tormenta ha terminado y los que quedáis estáis a muchas millas de vuestro rumbo. El buque está hecho polvo, totalmente inservible para navegar, y solo os queda flotar. De los barcos civiles no hay más rastro que el chico que has salvado, que parece ser afortunado. El cielo está tan negro como el mar, pero hay luces a lo lejos, lejanos puntos de luz que cortan la oscuridad. Son los brillos anaranjados que solo pueden emitir las llamas, refulgiendo en la noche con el sonido de los gritos de fondo.
Oh, ¿y eso del agua es un cuerpo? No parece de los vuestros, sobre todo porque es morado...
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-Maldita sea...
Maldije en todo momento el no poder haber sido capaz de salvar más vidas, aunque el simple hecho de haber logrado desviar tanto aquél navío fue lo suficiente para evitar una tragedia mayor, solo ese joven que había sacado del mar logró sobrevivir en aquél momento. El resto no pudo salir con vida de ahí.
Completamente desmoralizado y cabreado conmigo mismo me preguntaba qué había hecho mal, por qué aquello había ocurrido. El navío estaba en un estado lamentable, aunque todavía era capaz de mantenerse a flote. Ahora tocaba hacer las reparaciones pertinentes antes de continuar, y el estar en ese lugar tan solo hacía que me frustrase más. Cada vez que veía el destrozado barco recordaba que había dejado a su suerte a aquellas personas. Tal vez podía haber hecho más, pero no fui capaz de hacer nada en ese preciso instante. Era horriblemente frustrante.
La mayoría de la tripulación está preparándose para realizar las reparaciones posibles, yo iba a unirme al equipo, por mis conocimientos de carpintería podría ser útil, aunque los barcos no fuesen mi especialidad, no obstante, una figura en el mar me hizo ponerme alerta. Un cuerpo de un color morado flotaba por el agua. Estaba claro que no era ningun ser humano por el color, y si fuera un usuario de akuma no mi estaría en el fondo del mar. Eso solo podría significar que se trata de un gyojin. No pude evitar sentirme cabreado en ese preciso instante.
Con mis armas cargadas di un salto y me puse sobre la barandilla de babor Cargué mi arco con una flecha y me quedé mirando esa figura con un intenso odio. No parecía moverse, pero no me fiaba lo más mínimo. Algún marine me vio y se quedó parado, tal vez sin saber qué estaba haciendo, tal vez asustado de verme alerta de nuevo y apuntando hacia algo. Me concentré en mi haki de observación, analicé esa figura para comprobar si seguía o no con vida, y si así era, le hablaría.
-Gyojin. No te muevas de donde estás.
Maldije en todo momento el no poder haber sido capaz de salvar más vidas, aunque el simple hecho de haber logrado desviar tanto aquél navío fue lo suficiente para evitar una tragedia mayor, solo ese joven que había sacado del mar logró sobrevivir en aquél momento. El resto no pudo salir con vida de ahí.
Completamente desmoralizado y cabreado conmigo mismo me preguntaba qué había hecho mal, por qué aquello había ocurrido. El navío estaba en un estado lamentable, aunque todavía era capaz de mantenerse a flote. Ahora tocaba hacer las reparaciones pertinentes antes de continuar, y el estar en ese lugar tan solo hacía que me frustrase más. Cada vez que veía el destrozado barco recordaba que había dejado a su suerte a aquellas personas. Tal vez podía haber hecho más, pero no fui capaz de hacer nada en ese preciso instante. Era horriblemente frustrante.
La mayoría de la tripulación está preparándose para realizar las reparaciones posibles, yo iba a unirme al equipo, por mis conocimientos de carpintería podría ser útil, aunque los barcos no fuesen mi especialidad, no obstante, una figura en el mar me hizo ponerme alerta. Un cuerpo de un color morado flotaba por el agua. Estaba claro que no era ningun ser humano por el color, y si fuera un usuario de akuma no mi estaría en el fondo del mar. Eso solo podría significar que se trata de un gyojin. No pude evitar sentirme cabreado en ese preciso instante.
Con mis armas cargadas di un salto y me puse sobre la barandilla de babor Cargué mi arco con una flecha y me quedé mirando esa figura con un intenso odio. No parecía moverse, pero no me fiaba lo más mínimo. Algún marine me vio y se quedó parado, tal vez sin saber qué estaba haciendo, tal vez asustado de verme alerta de nuevo y apuntando hacia algo. Me concentré en mi haki de observación, analicé esa figura para comprobar si seguía o no con vida, y si así era, le hablaría.
-Gyojin. No te muevas de donde estás.
- técnias:
- Kenbunshoki haki nivel superior
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-No me hagas nada -dice el gyojin, sacando la cabeza del agua.
Puedes notar por su tono de voz lo débil que está, sin fuerzas ni para nadar. Varias heridas evidencian que acaba de participar en una batalla, la cual no parece haberle ido muy bien. En cuanto se fija bien en el barco, se pone pálido como el papel y empieza a balbucear.
-Yo no... Yo no estaba con ellos, lo juro. Solo... Solo pasaba por allí y... Yo no hice nada, de verdad. Solo quiero huir del monstruo. Ellos nos llamaban así a nosotros, pero él es el verdadero monstruo.
Totalmente agotado, el hombre-pez intenta alejarse del navío nadando, jadeando a cada centímetro que avanza. Es un espectáculo patético, la verdad. Cuando te da la espalda muestra un tatuaje de una calavera en la espalda, aunque manchado de sangre y apenas visible dada la escasa luz de la luna. Está visto que no es vendedor de seguros, precisamente.
En cubierta, el chico que ha sobrevivido al naufragio señala la isla como su hogar, inconfundible incluso en plena noche. Dice que allí es donde estaban los monstruos que les habían hecho huir a toda prisa. Parece que esa es la palabra del día... En fin, la isla no está lejos, pero el barco no está para muchos trotes. Puedes quedarte para interrogar más al pez y reparar el barco como buenamente podáis, o llegar a la costa de alguna forma. Por las llamas y los alaridos que se oyen, no da la impresión de que estén de fiesta, pero nunca se sabe.
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Dicho tritón parece bastante asustado por la situación, Le veo intentar huir muy patosamente, y de pronto siento que realmente no es ningún enemigo. Agarro un cabo y se lo lanzo próximo a él. Aunque en ningún momento bajo la guardia.
-Sube Gyojin. Si en verdad es cierto lo que cuentas, no tendrás problemas dentro de esta tripulación.
Me fijo en su aspecto y trato de quedarme con su forma. Un gyojin es una especie de anfibio con alguna criatura marina, y estaría bien saber a qué animal acuático se puede relacionar este, en caso de problemas podría servir de ayuda, o por el contrario delatarse a sí mismo como un criminal. Aunque debo reconocer que no estaba al tanto de todos los criminales de las aguas, tan solo unos cuantos de ellos.
Así mismo trataría de utilizar mi kenbunshoku para tratar de ver sus intenciones, saber qué es lo que tiene en mente y a qué se dispone en realidad. Cuando has sido atacado, nunca puedes fiarte de aquellos de los cuales hay una mínima posibilidad de que sean tus enemigos. Cuanto lancé el cabo me quedé mirando de reojo a los marines cercanos.
-No bajéis la guardia, nunca se sabe qué diantres puede estar pensando este tipo, ni siquiera si se trata de un verdadero enemigo.
Aguardé hasta que subiera, si es que decidía subir. Puesto que le tendí mi mano amistosa viendo que pedía auxilio y parecía temer por su vida. Tan solo esperaba que no fuese realmente un enemigo.
Al momento aquél chico que logré salvar declara una isla que acabábamos de encontrarnos como su isla natal, una que ha sido invadida por una especie de monstruos, tal vez los mismos que nos atacaron en los mares, posiblemente buscaban acabar con los supervivientes que lograron escapar. Fuera lo que fuere, algo me decía que el gyojin que decía no estar con los monstruos sabía algo más de lo que pensaba. Sin esperarme a si subiría o no, comencé a preguntarle.
-Dime, qué sabes de esos monstruos. Tan solo he visto que son de tu raza. ¿Qué sabes al respecto?
Continuaba apuntándole con el arco, y ante cualquier movimiento sospechoso le dispararía para inmovilizarle, sin causarle heridas graves, pero tratando de evitar que escapase.
-Sube Gyojin. Si en verdad es cierto lo que cuentas, no tendrás problemas dentro de esta tripulación.
Me fijo en su aspecto y trato de quedarme con su forma. Un gyojin es una especie de anfibio con alguna criatura marina, y estaría bien saber a qué animal acuático se puede relacionar este, en caso de problemas podría servir de ayuda, o por el contrario delatarse a sí mismo como un criminal. Aunque debo reconocer que no estaba al tanto de todos los criminales de las aguas, tan solo unos cuantos de ellos.
Así mismo trataría de utilizar mi kenbunshoku para tratar de ver sus intenciones, saber qué es lo que tiene en mente y a qué se dispone en realidad. Cuando has sido atacado, nunca puedes fiarte de aquellos de los cuales hay una mínima posibilidad de que sean tus enemigos. Cuanto lancé el cabo me quedé mirando de reojo a los marines cercanos.
-No bajéis la guardia, nunca se sabe qué diantres puede estar pensando este tipo, ni siquiera si se trata de un verdadero enemigo.
Aguardé hasta que subiera, si es que decidía subir. Puesto que le tendí mi mano amistosa viendo que pedía auxilio y parecía temer por su vida. Tan solo esperaba que no fuese realmente un enemigo.
Al momento aquél chico que logré salvar declara una isla que acabábamos de encontrarnos como su isla natal, una que ha sido invadida por una especie de monstruos, tal vez los mismos que nos atacaron en los mares, posiblemente buscaban acabar con los supervivientes que lograron escapar. Fuera lo que fuere, algo me decía que el gyojin que decía no estar con los monstruos sabía algo más de lo que pensaba. Sin esperarme a si subiría o no, comencé a preguntarle.
-Dime, qué sabes de esos monstruos. Tan solo he visto que son de tu raza. ¿Qué sabes al respecto?
Continuaba apuntándole con el arco, y ante cualquier movimiento sospechoso le dispararía para inmovilizarle, sin causarle heridas graves, pero tratando de evitar que escapase.
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La mano del gyojin es viscosa y fría, desagradable al tacto. De hecho, todo su cuerpo segrega una sustancia similar a un moco que huele un tanto fuerte. Varios marines hacen una mueca de desagrado cuando sube a bordo pero no dicen nada en voz alta. Además tiene los labios muy rojos, aunque parece algo natural. Debe ser alguna especie de pez muy rara, casi como si sus características fuesen totalmente inventadas por su creador.
-¿De mi especie? No, señor -responde el gyojin-. Y no son monstruos, sino monstruo. Solo es uno, señor marine. ¿Puedes bajar eso? -añade mientras tiende una mano hacia tu arco con mucho cuidado, instándote a que no le apuntes más-. Me llamo Cho, Cho Labios Rojos, señor. ¿Hay algo de comer por ahí? Estar a punto de morir le da a uno hambre.
El bueno de Cho no parece muy hablador, pero como nadie le trae nada de comer, lo entiende como una indirecta para que siga hablando. Inspira profundamente y se limpia la sangre del rostro antes de proseguir con su inconexo relato.
-Tiene una espada y es peligroso. Los está matando y... Yo no hice nada. El camarero me sirvió y... Bueno, quería que el capitán pagase... El monstruo es como vosotros, es... es un humano, señor. Un sucio... digo, un humano, eso es.
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Baje el arco con cautela, sin quitar la flecha de la cuerda, pero apuntando más bajo. Parece que sea cierto lo que dice, aunque uno nunca puede fiarse. Le dije a un marine que se aproximase, le susurré al oído que buscase entre los carteles de recompensa si el rostro aparecía en alguno. La historia no terminaba de cuadrarme del todo, no le encontraba mucho sentido.
-Bueno, Cho labios rojos. Soy Kimura Hayate. Creo que deberíamos hablar un poco más a fondo.
Le insté a sentarse y pedi que trajeran algo para él, puede que si el estómago no le hace comerse a sí mismo se vuelva un poco más colaborador. Dejé la flecha y me quedé con el arco en la mano, aunque fuese un enemigo dudo que fuera tan temerario para lanzarse en esas condiciones y en esa situación. Me apoyé en la barandilla próxima y me quedé mirándole, haciéndole a entender que bajaba la guardia, pero eso no era para nada la realidad.
-Recapitulemos Cho. Dices que no estás con ellos, que solo pasabas por allí, ellos en plural. Ahora dices que solo hay un monstruo y es un humano con una espada. Nosotros hemos tenido problemas en el mar, un grupo de Gyojins se llevaba a las profundidades a los hombres que caían al mar, acabando con todos ellos. No nos andemos con rodeos, no termino de entender tu historia, y sinceramente no me cuadra mucho. Explícate como es debido, cuéntamelo todo. Si no eres ningún asesino no tienes nada que temer, somos la marina, estamos para ayudar a la gente con problemas. Si es tu caso, exponlo, tal vez podamos ayudaros una vez reparemos nuestro navío. Pero te advierto, no intentes engañarme. Será inútil.
Concentré entonces mi haki de observación. No sería capaz realmente de saber si me mentía directamente o no, pero lo que si podía hacer era leer sus emociones, dependiendo de las palabras que utilice y su estado anímico tal vez pudiera averiguar si lo que estaba diciendo era cierto o si había gato encerrado. No era experto en interrogatorios, pero en esa situación lo tenía todo a mi ventaja. O por lo menos creía tenerlo.
-Bueno, Cho labios rojos. Soy Kimura Hayate. Creo que deberíamos hablar un poco más a fondo.
Le insté a sentarse y pedi que trajeran algo para él, puede que si el estómago no le hace comerse a sí mismo se vuelva un poco más colaborador. Dejé la flecha y me quedé con el arco en la mano, aunque fuese un enemigo dudo que fuera tan temerario para lanzarse en esas condiciones y en esa situación. Me apoyé en la barandilla próxima y me quedé mirándole, haciéndole a entender que bajaba la guardia, pero eso no era para nada la realidad.
-Recapitulemos Cho. Dices que no estás con ellos, que solo pasabas por allí, ellos en plural. Ahora dices que solo hay un monstruo y es un humano con una espada. Nosotros hemos tenido problemas en el mar, un grupo de Gyojins se llevaba a las profundidades a los hombres que caían al mar, acabando con todos ellos. No nos andemos con rodeos, no termino de entender tu historia, y sinceramente no me cuadra mucho. Explícate como es debido, cuéntamelo todo. Si no eres ningún asesino no tienes nada que temer, somos la marina, estamos para ayudar a la gente con problemas. Si es tu caso, exponlo, tal vez podamos ayudaros una vez reparemos nuestro navío. Pero te advierto, no intentes engañarme. Será inútil.
Concentré entonces mi haki de observación. No sería capaz realmente de saber si me mentía directamente o no, pero lo que si podía hacer era leer sus emociones, dependiendo de las palabras que utilice y su estado anímico tal vez pudiera averiguar si lo que estaba diciendo era cierto o si había gato encerrado. No era experto en interrogatorios, pero en esa situación lo tenía todo a mi ventaja. O por lo menos creía tenerlo.
- Cosas usadas:
- Haki mantra nivel superior.
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-Yo... eh... -balbucea el pez.
No deja de moverse inquieto, se habría levantado de no haber estado tan débil. De hecho, de no haber estado tan débil habría intentado tirarse al agua, como evidencia su torpe intento de lanzarse por encima de la baranda. Al final, tras quedar sin resuello, decide colaborar.
-Mira yo... Nací en la Isla Gyojin. Mi madre siempre decía que era grande para mi edad y me envío a un colegio para niños problemáticos tenía siete años. Me había metido en líos con mala gente, o eso decía ella. Siempre me decía: "Ay, Cho, eres muy influnciable". Mi padre decía que esa palabra no existía y que se decía "influenciable", pero no lo tengo claro.
Sigue hablando y hablando. Colabora demasiado y parece capaz de contarte toda su vida. Pero alguien le grita que se calle de una vez y parece que eso ayuda a que se centre.
-El capitán Gaga dijo que nos iría bien con ellos, que eran gente muy famosa. Dijo que ser subordinados de Krabbo era un lujo y que nos haría de oro, y que si le llevábamos... esto... ayudantes. Sí, eso, ayudantes humanos, nos recompensaría. Aunque algunos escaparon anoche en sus barcos y el capitán dijo a algunos de los nuestros que los caza... que los siguieran para traerlos sanos y salvos. Pero llegó el monstruo y... -En ese momento parece darse cuenta de algo que ha dicho y el líquido que segrega por la piel adquiere un olor más potente a cada segundo que pasa-. El capitán me dijo que era demasiado bueno para ser pirata y me expulsó por ayudar a la justicia. Eso hizo, sí.
El gyojin se muestra desesperado porque le creas y su nerviosismo crece exponencialmente. De repente, el olor que emite su piel se vuelve tan intenso que varios soldados se desmayan incluso a pesar de estar a varios metros. Una persona sensata no inhalaría ese hedor. Cho Labios Rojos se incorpora espoleado por el miedo y se deja caer al agua, donde se hunde como un saco de piedras.
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Conforme va hablando se va delantando él solo. Era uno de los enemigos que nos atacaron en alta mar. En el momento que dijo lo de que "escaparon en los barcos" volví a cargar el arco con la misma flecha de antes, y cuando vi que los marines se quedaban inconscientes y él hacía por arrojarse al mar, contuve la respiración y le apunté al cuerpo, en cuanto se lanzó al mar me asomé y descargué aquella flecha, acompañada de mi técnica, la misma que utilicé para defender el barco en un principio. Parecía que era el único que sabía que alguien había escapado, y lo peor de todo es que conocía nuestra posición. Debía tratar de acabar con él.
Por desgracia no llegué a comprobar si le había dado, tuve que ir rápidamente a volver a coger aquél artefacto que servía a modo de respirador acuático, también funcionaba a modo de filtro para gases, entonces podría volver a respirar y concentrarme en otras cosas. Ese gyojin había liberado algún tipo de esporas con algún efecto somnífero o venenoso, prefería no comprobarlo por mí mismo. Concentré mi energía de viento creando una corriente de aire trasversal al barco, para hacer que esas esporas, o lo que quiera que fuera, desapareciese del barco.
Una vez parecía que había acabado el problema me dispuse a ayudar a los que habían quedado desmayados. Una vez que parece que ha pasado el peligro me acerco al chico que logré salvar. Él, seguramente, es el único superviviente de los que escaparon, y si ese tal Cho labios rojos ha logrado escapar, es de esperar que nos encontremos con un ataque al haber descubierto sus intenciones. Y el barco no está bien para navegar, por lo que no podríamos huir de aquí hasta repararlo.
-Dices que salíais de esta isla. ¿Verdad? ¿Fueron los gyojin los que os atacaron? No tienes nada que temer ahora, nosotros te protegeremos, a tí y a todo el que siga en esa isla. Pero voy a necesitar tu ayuda.
Si los tritones continúan en la isla, necesitaríamos alguien que nos guíe hasta el pueblo, y a ser posible sin ir por el camino, quien mejor que un niño que juega y corre en las calles para saber recovecos y lugares donde poder esconderse y coger por sorpresa a los atacantes. No convendría un ataque directo en esas condiciones, si hay supervivientes no debería arriesgar sus vidas con un ataque frontal. Ese chico sería el único que podría ayudarnos en esa situación, el único nativo de la isla.
Me quedé pensando. Los piratas de Krabbo pinza negra. Había escuchado algo al respecto, el capitán de esa tripulación fue un shichibukai, pero hace tiempo que pasó a mejor vida. Alguien de su tripulación todavía lleva la banda, y parece que de una forma un tanto sádica. Sea lo que sea, estaban trabajando en la oscuridad, y lo hacían bastante bien, pues que yo sepa no han habido indicios de que la tripulación estuviese todavía en activo. Pero en este lugar se destaparía, no me iba a dejar vencer por esos gyojin, y no iba a permitirles acabar con el chico ni cualquier otro superviviente de la isla. Ya había que lamentar demasiadas pérdidas, me dije a mí mismo que ninguno más caería.
Por desgracia no llegué a comprobar si le había dado, tuve que ir rápidamente a volver a coger aquél artefacto que servía a modo de respirador acuático, también funcionaba a modo de filtro para gases, entonces podría volver a respirar y concentrarme en otras cosas. Ese gyojin había liberado algún tipo de esporas con algún efecto somnífero o venenoso, prefería no comprobarlo por mí mismo. Concentré mi energía de viento creando una corriente de aire trasversal al barco, para hacer que esas esporas, o lo que quiera que fuera, desapareciese del barco.
Una vez parecía que había acabado el problema me dispuse a ayudar a los que habían quedado desmayados. Una vez que parece que ha pasado el peligro me acerco al chico que logré salvar. Él, seguramente, es el único superviviente de los que escaparon, y si ese tal Cho labios rojos ha logrado escapar, es de esperar que nos encontremos con un ataque al haber descubierto sus intenciones. Y el barco no está bien para navegar, por lo que no podríamos huir de aquí hasta repararlo.
-Dices que salíais de esta isla. ¿Verdad? ¿Fueron los gyojin los que os atacaron? No tienes nada que temer ahora, nosotros te protegeremos, a tí y a todo el que siga en esa isla. Pero voy a necesitar tu ayuda.
Si los tritones continúan en la isla, necesitaríamos alguien que nos guíe hasta el pueblo, y a ser posible sin ir por el camino, quien mejor que un niño que juega y corre en las calles para saber recovecos y lugares donde poder esconderse y coger por sorpresa a los atacantes. No convendría un ataque directo en esas condiciones, si hay supervivientes no debería arriesgar sus vidas con un ataque frontal. Ese chico sería el único que podría ayudarnos en esa situación, el único nativo de la isla.
Me quedé pensando. Los piratas de Krabbo pinza negra. Había escuchado algo al respecto, el capitán de esa tripulación fue un shichibukai, pero hace tiempo que pasó a mejor vida. Alguien de su tripulación todavía lleva la banda, y parece que de una forma un tanto sádica. Sea lo que sea, estaban trabajando en la oscuridad, y lo hacían bastante bien, pues que yo sepa no han habido indicios de que la tripulación estuviese todavía en activo. Pero en este lugar se destaparía, no me iba a dejar vencer por esos gyojin, y no iba a permitirles acabar con el chico ni cualquier otro superviviente de la isla. Ya había que lamentar demasiadas pérdidas, me dije a mí mismo que ninguno más caería.
- Cosas usadas:
- Respirador acuático: Sencillo aparato creado por nuestra compañía. Este sinuoso objeto le permite respirar sin necesidad de oxigeno externo durante 2 post. En esos post podrás estas bajo el agua (Para un usuario seria no moverse, pero si respirar) o en un medio toxico, permitiéndote respirar aun en estas condiciones.
Kazekaiho: Con un correcto control del ámbito de viento es capaz de impregnar sus ataques de éste elemento, incrementando la potencia, velocidad de ejecución y el rango del golpe. en ataques a distancia, con proyectiles o armas arrojadizas, es capaz de aumentar la velocidad y capacidad perforante del ataque en función del grado de control del elemento viento. en armas a melee es capaz de incrementar las dimensiones del arma con un recubrimiento de energía cortante de viento, también dependiendo del grado de control del ámbito.
Ámbito viento: Grado 4: Puede generar rachas de viento fuertes (entre 41 y 70km/h). Sus armas de filo adquieren 3 cm de dimensiones máximas. El viento que recubre a las armas se transforma en viento cortante.
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-Os dibujaré un mapa, pero no quiero volver -dice el chico.
Por iniciativa propia busca algo con lo que escribir y garabatea en un trozo de papel en mal estado. Mientras dibuja, repite varias veces que no piensa volver ahí, que los monstruos le dan miedo y que si su madre se da cuenta de que no ha recogido su cuarto, le castigará. Cosas de críos... Al menos te confirma que sí, que los gyojins eran los que habían atacado su pueblo y les habían obligado a huir, a pesar de que no reconoce concretamente al bueno de Cho.
-Uno tenía cocodrilos -añade el chaval-. Cocodrilos enormes que le obedecían. Era el que mandaba a todos los demás. Él se montaba en uno y lanzaba agua por su tenedor. Por suerte, se fue. Los mayores dijeron que si los cocodrilos estaban por allí no podríamos huir porque hundirían el barco, así que cuando se fueron, nosotros también lo hicimos. Pero muchos se quedaron. Querían llevarse esclavos para su jefe o algo así.
No tarda mucho en hacer un mapa rudimentario. Marca el pueblo costero del que provienen las luces del fuego y al lado, como se distribuyen las calles. Hay una amplia avenida con grandes edificios a los lados, y varias calles poco definidas a su alrededor, donde hay destacados los edificios más importantes: la escuela, el ayuntamiento y la propia casa del chaval. También hay marcado un sendero que comienza a un lado del embarcadero, se adentra en el bosque y rodea el pueblo. por lo visto lo usan los niños de la escuela para escabullirse de un día de clases y salir a navegar sin que nadie les vea irse.
-Ya no se oye nada -comenta mientras te tiende el papel.
Y es cierto. Antes podían oírse gritos lejanos, pero ahora el silencio reina en el horizonte. Igual ya no hace falta darse tanta prisa...
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Comprendía las intenciones del chico, pero si eran gyojin los que atacaban la isla, el lugar menos seguro es en un barco en el mar. Cuanto más nos acerquemos tierra adentro mejor será. Además, si es cierto que ha dejado de escucharse ruido, tal vez sea por que algún vigilante nos haya visto y estén preparando una emboscada para atacarnos, si ese fuera el caso no iba a dejar al chico ahí.
Me agaché y le puse la mano en el hombro al joven.
-Comprendo que no quieras ir, pero ahora mismo el lugar más seguro es fuera del barco chico. Yo te prometo protegerte, pero no puedo hacerlo si no permaneces a mi lado. Si los que os atacaron vienen del mar, este barco no es seguro. -miré a los marines mientras dije esas últimas palabras, en seguida entendieron que todos debían bajar conmigo, o por lo menos es lo que les di a entender-. Yo puedo prometerte que te mantendré a salvo, pero necesito que estés cerca de mí y de mis amigos.
De alguna forma, ese pequeño me recordaba a mi hermano, no podía dejarle a solas, ya lo había perdido todo al parecer, pero si quedaba algún superviviente en la isla podría resultar reconfortante para el chico. Ahora la única misión era proteger al chico y acabar con la invasión Gyojin que atemorizaba la isla. No tenía intenciones en dejar escapar a nadie con vida, ya no queda piedad para esos seres.
-¿Serás lo suficientemente valiente para venir? Puedo prometerte que estarás a salvo a mi lado. Pero lo que no puedo hacer es dejarte a solas aquí.
El barco estaba bastante dañado, teníamos que buscar un asentamiento en la isla para poder llevar a cabo las reparaciones pertinentes, y no quería dejar a solas a ninguno de mis hombres y camaradas. Y por supuesto, pensaba salvar la vida de ese chico y cualquier posible superviviente de la isla. Comenzaba la cacería, pero esperaba que el muchacho accediese a venir por las buenas.
Me agaché y le puse la mano en el hombro al joven.
-Comprendo que no quieras ir, pero ahora mismo el lugar más seguro es fuera del barco chico. Yo te prometo protegerte, pero no puedo hacerlo si no permaneces a mi lado. Si los que os atacaron vienen del mar, este barco no es seguro. -miré a los marines mientras dije esas últimas palabras, en seguida entendieron que todos debían bajar conmigo, o por lo menos es lo que les di a entender-. Yo puedo prometerte que te mantendré a salvo, pero necesito que estés cerca de mí y de mis amigos.
De alguna forma, ese pequeño me recordaba a mi hermano, no podía dejarle a solas, ya lo había perdido todo al parecer, pero si quedaba algún superviviente en la isla podría resultar reconfortante para el chico. Ahora la única misión era proteger al chico y acabar con la invasión Gyojin que atemorizaba la isla. No tenía intenciones en dejar escapar a nadie con vida, ya no queda piedad para esos seres.
-¿Serás lo suficientemente valiente para venir? Puedo prometerte que estarás a salvo a mi lado. Pero lo que no puedo hacer es dejarte a solas aquí.
El barco estaba bastante dañado, teníamos que buscar un asentamiento en la isla para poder llevar a cabo las reparaciones pertinentes, y no quería dejar a solas a ninguno de mis hombres y camaradas. Y por supuesto, pensaba salvar la vida de ese chico y cualquier posible superviviente de la isla. Comenzaba la cacería, pero esperaba que el muchacho accediese a venir por las buenas.
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Los soldados están ya listos para partir, alguno de ellos pálido y tembloroso ante la idea de quedarse en mitad del agua rodeado de hombres-pez. Cogen sus espadas pero dejan los rifles, pues la pólvora está empapada y de poco sirven. Sois un buen grupo, aunque dado el aspecto zarrapastroso de la mayoría de los hombres no imponéis demasiado; en fin, tendrá que bastar.
Al ver a la tropa armada y dispuesta, el chico parece algo más confiado. Tras echar un inquieto vistazo al mar, tal y como hacen muchos otros para asegurarse de que nada surgiera de él para matarlos, decide aceptar tu oferta y acompañarte no sin renuencia. Casi mejor, porque el mapa que te ha hecho no parece muy detallado. En fin, pues ya estáis todos listos. ¿Ahora qué?
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Perfecto, el chico había accedido finalmente a acompañarnos. En parte también sería mejor en el sentido que aquél mapa no se entendía demasiado bien, pero eso era lo que menos me preocupaba, el silencio repentino podría indicar que ya no hay alma con vida, o bien que nos han descubierto y nos están rastreando, en cualquier caso, debemos permanecer todos juntos, el barco está bastante malogrado por la tormenta y el ataque gyojin, es el lugar menos seguro.
Algunos de mis hombres estaban asustados, era normal debida la situación, incluso en ocasiones me sorprendía de lograr llegar a mantener la compostura y no sentir ese temor que tanto suele llenar cualquier corazón humano. En ocasiones me da por pensar que soy algún tipo de monstruo sin sentimientos, lo cual me aterra, no obstante el miedo es ese único sentimiento, esa emoción, que nos hace perder el sentido y la cordura, aquello que nos puede llevar a tomar decisiones erróneas, es lo que nos puede hacer hacer acciones fatales, y ese pensamiento es el que me lleva a pensar que más que monstruo, soy algo más parecido a un estratega, frío y calculador en las peores situaciones. Por supuesto, ninguna de esas dos opciones son buenas en su totalidad.
Me planté delante de todos tras sonreir al chico y darle las gracias por tomar esa decisión. Mis hombres estaban algo asustados, y ese temor podría llevarnos a perder el control de la situación. Había que intentar evitar eso, en dicha situación debía convertirme en aquello que no me gustaba ser, un líder el cual debe ser visto como la primera línea de batalla, calmado ante el peligro. Debo ser alguien que les suba la moral y les haga relajarse, aunque tan solo sea por un poco. Aun así, detestaba hacer eso.
-Escuchadme soldados. Ahora mismo estamos en un lugar peligroso, no os voy a mentir. No sabemos lo que ha ocurrido aquí, más que ha habido un ataque por parte de los gyojin a la ciudad. No sabemos cómo puede estar la situación, pero no por ello debéis temer. Me enorgullezco de poder deciros que somos un grupo más que suficiente para repeler la amenaza caballeros. Ellos no saben lo que les viene encima. ¿Nos han localizado? ¿Y qué? Si nos han visto llegar, lo único que han visto es un barco destrozado, barco donde no esperarán ver más de un par de hombres malheridos y agónicos por el lamentable estado en el que han llegado. Lo que no se esperan son fuertes hombres decididos a ayudar a las gentes que todavía puedan quedar aquí.
Hice una pequeña pausa, comencé a sonreír mientras iba mirando a los soldados. Intentaba ver la determinación en sus ojos, el aumento de su moral. Necesitaba algo que me animase a continuar con aquello, algo que me diga que estaba haciendo lo correcto. Proseguí tras lanzar una mirada a la mayoría de ellos.
-Somos marines, la marina no se rinde nunca. Recordad por qué os alistasteis a la marina. Pensad en vuestros valores, en la gente que queráis proteger, en lo que queráis llegar a convertiros. Abrazad esos pensamientos, encaminaros hacia vuestros sueños. Hoy no es más que un paso más para llegar hasta ese momento que ahora mismo tenéis en vuestras mentes. No temáis, pues entrasteis a la marina por una razón, y sea cual sea, el camino consiste en luchar contra el mal, contra la piratería. Contra aquello que vosotros mismos consideráis que es lo incorrecto en este mundo. Protegéis a las personas, ayudáis a los pueblos y ciudades. Todo con tal de haceros más fuertes, con tal de lograr llegar a vuestros sueños. Lo de hoy no es más que una prueba señores. Demostrémosles a esos tritones que nuestras convicciones son más poderosas que sus brazos y que sus dientes. Y sobretodo, demostrémosles a las gentes de aquí -me acerqué al joven muchacho posando mi mano en su hombro-, y a este chico, que somos leales a nuestras palabras, y que como marines cumpliremos nuestro deber.
Activé en ese instante mi haki de observación ampliando su rango al máximo que podía alcanzar, necesitaba cerciorarme de todo lo que estuviese próximo a nosotros. Si resultábamos atacados en medio del discurso quedaría bastante mal como su líder, sobretodo si llegase a haber bajas.
-Ahora señores... Mejor dicho, compañeros. Seguidme hacia el interior. Formad filas y estad atentos, los hombres de los flancos observad hacia los laterales, no bajéis la guardia ante nada, seamos cautos y sigilosos. Los más rezagados que sean aquellos con los sentidos más agudizados. No nos podrán coger por sorpresa. Yo iré delante. El chico irá detrás de mí, rodeadle y protegedle como yo mismo lo haré. Saldremos victoriosos de esta.
No estaba seguro del resultado que habrían tenido mis palabras, pero tras eso tan solo me di la vuelta, concentrado en mi Kenbunshoku, atento a cualquier presencia fuera de este grupo de hombres. Comenzaría entonces a caminar, siguiendo las indicaciones del chico. Cuando estuviésemos próximos, comenzaría la verdadera operación de infiltración.
Algunos de mis hombres estaban asustados, era normal debida la situación, incluso en ocasiones me sorprendía de lograr llegar a mantener la compostura y no sentir ese temor que tanto suele llenar cualquier corazón humano. En ocasiones me da por pensar que soy algún tipo de monstruo sin sentimientos, lo cual me aterra, no obstante el miedo es ese único sentimiento, esa emoción, que nos hace perder el sentido y la cordura, aquello que nos puede llevar a tomar decisiones erróneas, es lo que nos puede hacer hacer acciones fatales, y ese pensamiento es el que me lleva a pensar que más que monstruo, soy algo más parecido a un estratega, frío y calculador en las peores situaciones. Por supuesto, ninguna de esas dos opciones son buenas en su totalidad.
Me planté delante de todos tras sonreir al chico y darle las gracias por tomar esa decisión. Mis hombres estaban algo asustados, y ese temor podría llevarnos a perder el control de la situación. Había que intentar evitar eso, en dicha situación debía convertirme en aquello que no me gustaba ser, un líder el cual debe ser visto como la primera línea de batalla, calmado ante el peligro. Debo ser alguien que les suba la moral y les haga relajarse, aunque tan solo sea por un poco. Aun así, detestaba hacer eso.
-Escuchadme soldados. Ahora mismo estamos en un lugar peligroso, no os voy a mentir. No sabemos lo que ha ocurrido aquí, más que ha habido un ataque por parte de los gyojin a la ciudad. No sabemos cómo puede estar la situación, pero no por ello debéis temer. Me enorgullezco de poder deciros que somos un grupo más que suficiente para repeler la amenaza caballeros. Ellos no saben lo que les viene encima. ¿Nos han localizado? ¿Y qué? Si nos han visto llegar, lo único que han visto es un barco destrozado, barco donde no esperarán ver más de un par de hombres malheridos y agónicos por el lamentable estado en el que han llegado. Lo que no se esperan son fuertes hombres decididos a ayudar a las gentes que todavía puedan quedar aquí.
Hice una pequeña pausa, comencé a sonreír mientras iba mirando a los soldados. Intentaba ver la determinación en sus ojos, el aumento de su moral. Necesitaba algo que me animase a continuar con aquello, algo que me diga que estaba haciendo lo correcto. Proseguí tras lanzar una mirada a la mayoría de ellos.
-Somos marines, la marina no se rinde nunca. Recordad por qué os alistasteis a la marina. Pensad en vuestros valores, en la gente que queráis proteger, en lo que queráis llegar a convertiros. Abrazad esos pensamientos, encaminaros hacia vuestros sueños. Hoy no es más que un paso más para llegar hasta ese momento que ahora mismo tenéis en vuestras mentes. No temáis, pues entrasteis a la marina por una razón, y sea cual sea, el camino consiste en luchar contra el mal, contra la piratería. Contra aquello que vosotros mismos consideráis que es lo incorrecto en este mundo. Protegéis a las personas, ayudáis a los pueblos y ciudades. Todo con tal de haceros más fuertes, con tal de lograr llegar a vuestros sueños. Lo de hoy no es más que una prueba señores. Demostrémosles a esos tritones que nuestras convicciones son más poderosas que sus brazos y que sus dientes. Y sobretodo, demostrémosles a las gentes de aquí -me acerqué al joven muchacho posando mi mano en su hombro-, y a este chico, que somos leales a nuestras palabras, y que como marines cumpliremos nuestro deber.
Activé en ese instante mi haki de observación ampliando su rango al máximo que podía alcanzar, necesitaba cerciorarme de todo lo que estuviese próximo a nosotros. Si resultábamos atacados en medio del discurso quedaría bastante mal como su líder, sobretodo si llegase a haber bajas.
-Ahora señores... Mejor dicho, compañeros. Seguidme hacia el interior. Formad filas y estad atentos, los hombres de los flancos observad hacia los laterales, no bajéis la guardia ante nada, seamos cautos y sigilosos. Los más rezagados que sean aquellos con los sentidos más agudizados. No nos podrán coger por sorpresa. Yo iré delante. El chico irá detrás de mí, rodeadle y protegedle como yo mismo lo haré. Saldremos victoriosos de esta.
No estaba seguro del resultado que habrían tenido mis palabras, pero tras eso tan solo me di la vuelta, concentrado en mi Kenbunshoku, atento a cualquier presencia fuera de este grupo de hombres. Comenzaría entonces a caminar, siguiendo las indicaciones del chico. Cuando estuviésemos próximos, comenzaría la verdadera operación de infiltración.
- Cosas usadas:
- Kenbunshoku haki: Nivel superior. (Distancia máxima de percepción 280m)
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Según el chico os guía a ti y a tu motivada tropa a través de la maleza en dirección a la zona habitada, tu haki no detecta presencia alguna. Poco a poco comienzan a aparecer personas tiradas por ahí, dispersas al principio; un poco más numerosas con cada kilómetro que os acercáis al pueblo. Tus hombres están tan animados que avanzan dando largas zancadas y sin tomar las precauciones debidas para no ser descubiertos, así que no se han dado cuenta, pero quizás tú veas que no son cuerpos humanos los que yacen en la jungla. Son hombres-pez.
Las voces y los gritos vuelven a oírse ahora que ya estáis más cerca. Vienen de un gran edificio del cual emana una columna de humo y un extraño olor. Una poderosa presencia aguarda en el interior, junto con decenas de otras mucho más débiles. No se ve in un alma en el pueblo. Ni un alma viva, claro. Hay restos de sangre aquí y allá, pero ningún cadáver a la vista. Se distingue claramente como ha sido cavada una fosa reciente a las afueras del pueblo. ¿Qué demonios ha pasado aquí?
La tropa se dispersa en cuanto abandonáis la vegetación para salir a las calles. Esos idiotas se han tomado muy en serio tu discurso, y ahora se abalanzan como locos sobre... bueno, sobre lo que quiera que pueda haber por ahí. Husmean en cada calle y cada casa, levantan cada piedra -a veces literalmente; es que algunos no son muy espabilados-.
Quizás decidas no entrar, pero varios de los soldados han irrumpido a saco en el edificio. El griterío se multiplica de inmediato y se oye el desenfundan de las espadas. Segundos después, once marines salen volando a través de la puerta, arrancándola de cuajo junto con parte de la pared.
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-Maldita sea, estos tipos la discreción poco...
Maldije mientras veía que comenzaban a dispersarse, aún desobedeciendo mis órdenes y deshaciendo la formación. Ahora ya no había vuelta atrás, esos marines se habían armado de valor y habían cometido una estupidez, y ahora me había quedado a solas con el muchacho, no podía dejarle solo, pero debía ir a apoyar a mis hombres. ¿Qué debía hacer?
Cogí al chico y comencé a avanzar más apresuradamente, entré en una casa que estaba a las afueras, buscando un escondite para el muchacho, estaría a salvo mientras no se acercase a donde estaban dirigiéndose mis hombres, pero dudo que fuese tan sencillo convencer al joven de eso. Había una habitación donde había varios muebles. Era el mejor sitio que pude encontrar en ese momento. No había enemigos cercanos.
-Escucha, el peligro está allí delante, ahora es cuando debo ir allí, pero tú debes quedarte aquí chico. Confía en mí, estarás a salvo mientras no te muevas. Volveré a por tí chico.
Me di la vuelta, pero de pronto sentí que el muchacho estaría aterrado de estar ahí a solas sin nada con lo que defenderse. Me llevé la mano al bolsillo y saqué un dial de fulgor que tenía en el chaleco. Se lo tendí al muchacho.
-Si viene algún enemigo, apúntale con esto y dale a este botón. Te servirá para defenderte, es un arma muy fuerte, así que ten cuidado. Además, estés donde estés, esto lanza un rayo que seré capaz de verlo allí donde esté, y vendré en un momento. No temas, todo saldrá bien.
Salí de allí en dirección hacia donde estaban aquellas presencias, entonces pude ver como diez de mis hombres habían salido despedidos, reventando la puerta. Me planté con semblante furioso en la puerta, con la hoja del caos y la hoja fiordiana desenvainada, observando hacia el interior. Podía haber utilizado mi técnica de volverme invisible, pero tal vez si me veían ahí dejaban en paz a mis hombres y conseguía enfrentar directamente al enemigo sin que corriese peligro la vida de los marines.
-Si tenéis algo que decirle a estos hombres. Decídmelo a mí.
Estaba preparado para darlo todo en los siguientes movimientos, guardé mi energía latente para el momento en el que llegasen hacia mí golpearles con todo, solo había una presencia que realmente imponía respeto, solo una de esas presencias sería un problema, el resto estaba al nivel de mis compañeros, por lo que debía deducir que sería la presencia fuerte aquella que lanzó a mis hombres. No pensaba perdonarle ni una.
-¿Has sido tú quien ha lanzado a los marines de esa forma? -Le dije completamente furioso, no estaba dispuesto a consentir que vapuleasen a las personas que estaban bajo mi mando y protección. Y ese ser ya les había dejado así. Pensaba matarlo.
Maldije mientras veía que comenzaban a dispersarse, aún desobedeciendo mis órdenes y deshaciendo la formación. Ahora ya no había vuelta atrás, esos marines se habían armado de valor y habían cometido una estupidez, y ahora me había quedado a solas con el muchacho, no podía dejarle solo, pero debía ir a apoyar a mis hombres. ¿Qué debía hacer?
Cogí al chico y comencé a avanzar más apresuradamente, entré en una casa que estaba a las afueras, buscando un escondite para el muchacho, estaría a salvo mientras no se acercase a donde estaban dirigiéndose mis hombres, pero dudo que fuese tan sencillo convencer al joven de eso. Había una habitación donde había varios muebles. Era el mejor sitio que pude encontrar en ese momento. No había enemigos cercanos.
-Escucha, el peligro está allí delante, ahora es cuando debo ir allí, pero tú debes quedarte aquí chico. Confía en mí, estarás a salvo mientras no te muevas. Volveré a por tí chico.
Me di la vuelta, pero de pronto sentí que el muchacho estaría aterrado de estar ahí a solas sin nada con lo que defenderse. Me llevé la mano al bolsillo y saqué un dial de fulgor que tenía en el chaleco. Se lo tendí al muchacho.
-Si viene algún enemigo, apúntale con esto y dale a este botón. Te servirá para defenderte, es un arma muy fuerte, así que ten cuidado. Además, estés donde estés, esto lanza un rayo que seré capaz de verlo allí donde esté, y vendré en un momento. No temas, todo saldrá bien.
Salí de allí en dirección hacia donde estaban aquellas presencias, entonces pude ver como diez de mis hombres habían salido despedidos, reventando la puerta. Me planté con semblante furioso en la puerta, con la hoja del caos y la hoja fiordiana desenvainada, observando hacia el interior. Podía haber utilizado mi técnica de volverme invisible, pero tal vez si me veían ahí dejaban en paz a mis hombres y conseguía enfrentar directamente al enemigo sin que corriese peligro la vida de los marines.
-Si tenéis algo que decirle a estos hombres. Decídmelo a mí.
Estaba preparado para darlo todo en los siguientes movimientos, guardé mi energía latente para el momento en el que llegasen hacia mí golpearles con todo, solo había una presencia que realmente imponía respeto, solo una de esas presencias sería un problema, el resto estaba al nivel de mis compañeros, por lo que debía deducir que sería la presencia fuerte aquella que lanzó a mis hombres. No pensaba perdonarle ni una.
-¿Has sido tú quien ha lanzado a los marines de esa forma? -Le dije completamente furioso, no estaba dispuesto a consentir que vapuleasen a las personas que estaban bajo mi mando y protección. Y ese ser ya les había dejado así. Pensaba matarlo.
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-Jacob-san, deténgase -dice alguien entre la multitud que se ha congregado alrededor de los marines caídos. Curiosamente, son solo gente normal; la clase de personas que se encuentra uno en cualquier pueblo aislado. Como por ejemplo, ese pueblo aislado donde estáis.
El hombre al que ha hablado, el tal Jacob, es como un palo. Te saca tres cabezas de altura y está delgado como una fregona. Sus extremidades parecen tan frágiles que podrían romperse con un mal estornudo, y su cuello es sorprendentemente largo. Casi da la sensación de que hayan cogido a ese tipo y lo hayan estirado como a un trozo de plastilina. Y sin embargo, el haki te avisará de que no es ni mucho menos tan endeble como aparenta. Tiene los ojos de color gris claro, un largo cabello peinado en una fina trenza y una espada al cinto, casi tan larga y delgada como él mismo.
-Sois marines -comenta, como alguien que se da cuenta de que no queda pan-. Llegáis tarde.
Aunque Jacob no habla más, el resto del pueblo empieza tanto a criticaros por tardar tanto en llegar al rescate, como a contaros los detalles del mismo. Por lo visto, los gyojin atacaron la isla y trataron de llevarse como esclavos a todos los que encontraron. Mataron y saquearon impunemente hasta que apareció Jacob, a quien agasajaron casi contra su voluntad con comida, bebida, y una selección de horrorosas sales aromáticas que huelen fatal.
-Cazador de recompensas -se presenta, como excusándose y dejando claro que no es un criminal-. Vengo persiguiendo a los monstruos de Krabbo desde hace tiempo y, si me disculpáis, eso mismo pienso hacer. Algunos han logrado escapar, los más peligrosos, por desgracia, así que voy tras ellos. Vosotros podéis limpiar o algo -En su muñeca ves un caracol negro, uno de esos que interceptan llamadas-. Al fin y al cabo, gracias a esto yo sé donde buscar.
Jacob, seguido por su numeroso club de fans, se encamina a la costa, donde le espera un ridículo barquito en el que apenas caben él y su equipaje. El cazador no parece tener intención de cruzar espadas contigo, sino de mancharla de sangre de pez. Menos mal que hay héroes como estos que protegen a la gente. Oh, espera, los marines sois vosotros...
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¿Un cazador que ha hecho ya el trabajo sucio? ¿Y encima nos dicen que hemos llegado tarde? En primera instancia entramos en escena a mitad del combate, nos encontramos con los barcos que huyeron, por la distancia a la que estábamos acababan de salir de la isla, y apenas ni pudimos salvar a más que ese chico. ¿En ese pequeño tiempo fue capaz de derrotar a todos los gyojin? Desde luego mi kenbunshoku me decía que no es el tipo de persona que estaría bien tener como enemigo, y dadas las circunstancias, podría más bien tenerle como aliado, y viendo sus intenciones, me sentía obligado moralmente a ayudarle, aunque él no quiera.
Me quedé mirando alrededor, el pueblo había sido salvado por este hombre, y ahora estaba todo destrozado. Tal vez llegamos tarde, pero pensaba cumplir con mi deber como marine y hacer todo lo posible por ayudar a estas gentes. Me acerqué a mis hombres, los cuales parecían algo avergonzados por la situación. Me acerqué al cabo que consideraba más de fiar.
-Cabo. Montad grupos y guardias. Hay que asegurar el pueblo y ayudarles a las tareas de reconstrucción y todo lo que sea posible que esté en nuestras manos. El chico está en esa casa. -Les señalé en la dirección del muchacho-. Entrad avisándole de que el peligro ya pasó y que se reúna con los suyos. Después esperad por mi regreso.
Me di la vuelta y seguí al cazador de recompensas. Parecía de momento que tan solo era uno más de sus seguidores, pues al parecer allí le tenían por un héroe, no obstante, y aunque no pude hacerlo a solas, sentí que tenía que hablar con él.
-Jacob. Permíteme acompañarte. -Sabía que se negaría al primero, o al menos eso esperaba, pero continué-. No pretendo quitarte ningún tipo de protagonismo, no quiero arrebatarte una presa que pudieras cazar y cobrar tú. Tan solo quiero asegurarme de que esos piratas no vuelven a hacer esto que ha ocurrido aquí. Ni tú ni yo sabemos con qué podemos encontrarnos al alcanzarles, por ello te ofrezco mi apoyo. Como compensación por haber llegado tarde a la isla.
Le tendí la mano con intención de estrechárselas, también para sellar el trato. No sabía qué iba a ocurrir, pero los que han hecho esto deben de ser muy fuertes, y por lo que ha dicho se trataba de los piratas de Krabbo. Había escuchado hablar de ellos, eran fuertes, y aunque se creía que la tripulación estaba desarticulada, había ciertos miembros que quedaron en paradero desconocido. Si eran ellos podrían estar tratando de rearmar la tripulación. O tal vez ya lo han hecho.
-Por cierto. Mi nombre es Kimura Hayate. Teniente-comandante de la marina.
Su bote no era muy grande, es más, apenas ni cabían él y su equipaje. Recordé que en el barco había algunos botes que son como el doble de ese. También le ofrecí la posibilidad de tener uno como esos, al cual tan solo habría que equiparlo con una vela, lo cual no sería absolutamente ningún problema, y con ello podríamos navegar los dos en esa dirección. Pensaba seguirle y apoyarle. Si tan fuerte parecía este hombre, lucharía a su lado contra los piratas de Krabbo.
Me quedé mirando alrededor, el pueblo había sido salvado por este hombre, y ahora estaba todo destrozado. Tal vez llegamos tarde, pero pensaba cumplir con mi deber como marine y hacer todo lo posible por ayudar a estas gentes. Me acerqué a mis hombres, los cuales parecían algo avergonzados por la situación. Me acerqué al cabo que consideraba más de fiar.
-Cabo. Montad grupos y guardias. Hay que asegurar el pueblo y ayudarles a las tareas de reconstrucción y todo lo que sea posible que esté en nuestras manos. El chico está en esa casa. -Les señalé en la dirección del muchacho-. Entrad avisándole de que el peligro ya pasó y que se reúna con los suyos. Después esperad por mi regreso.
Me di la vuelta y seguí al cazador de recompensas. Parecía de momento que tan solo era uno más de sus seguidores, pues al parecer allí le tenían por un héroe, no obstante, y aunque no pude hacerlo a solas, sentí que tenía que hablar con él.
-Jacob. Permíteme acompañarte. -Sabía que se negaría al primero, o al menos eso esperaba, pero continué-. No pretendo quitarte ningún tipo de protagonismo, no quiero arrebatarte una presa que pudieras cazar y cobrar tú. Tan solo quiero asegurarme de que esos piratas no vuelven a hacer esto que ha ocurrido aquí. Ni tú ni yo sabemos con qué podemos encontrarnos al alcanzarles, por ello te ofrezco mi apoyo. Como compensación por haber llegado tarde a la isla.
Le tendí la mano con intención de estrechárselas, también para sellar el trato. No sabía qué iba a ocurrir, pero los que han hecho esto deben de ser muy fuertes, y por lo que ha dicho se trataba de los piratas de Krabbo. Había escuchado hablar de ellos, eran fuertes, y aunque se creía que la tripulación estaba desarticulada, había ciertos miembros que quedaron en paradero desconocido. Si eran ellos podrían estar tratando de rearmar la tripulación. O tal vez ya lo han hecho.
-Por cierto. Mi nombre es Kimura Hayate. Teniente-comandante de la marina.
Su bote no era muy grande, es más, apenas ni cabían él y su equipaje. Recordé que en el barco había algunos botes que son como el doble de ese. También le ofrecí la posibilidad de tener uno como esos, al cual tan solo habría que equiparlo con una vela, lo cual no sería absolutamente ningún problema, y con ello podríamos navegar los dos en esa dirección. Pensaba seguirle y apoyarle. Si tan fuerte parecía este hombre, lucharía a su lado contra los piratas de Krabbo.
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Mientras tus hombres se apresuran a cumplir órdenes -o al menos se largan a fingir que lo hacen, quién sabe-, Jacob te mira fijamente, evaluándote con detenimiento. No puedes estar seguro de que haya escuchado nada de lo que has dicho, pues cuando una mariposa pasa por delante de sus ojos, la sigue con la mirada como si estuviera embobado.
-No -dice. Sin más, sube a su bote y se prepara para zarpar.
-Eso es -corean los aldeanos-. Jacob no necesita ayuda. Él solo puede enfrentarse a todos los monstruos del mar que sean.
-Por supuesto. ¡Que vaya él solo!
Cuando ya tiene la vela desplegada y ya ha cortado el cabo que ata el bote al pequeño muelle, se digna a mirarte de nuevo.
-Hagamos una apuesta, marine; me gustan los juegos. Puedes venir conmigo con tres condiciones: la primera es que iremos en mi bote -El propio bote se va alejando poco a poco por el agua-, la segunda es que tendrás que darme el mérito que me corresponda y cederme las recompensas de aquellos a los que dé caza, y la tercera es que tendrás que llamarme Súper Jacob -Qué modesto, el tío-. Quien mate más gyojins, gana, marine.
Suponiendo que decidas ir con él, el cazador te explicará que el pirata Krabbo apareció repentina e inesperadamente no hace mucho, y que él va en su busca. Ha interceptado varias llamadas y los ha rastreado hasta su escondite actual: la Isla de los Topos, llamada así porque hay un montón de agujeros naturales que el mar ha ido llenando de agua, formando infinidad de lagos y estanques. No tardaréis mucho en llegar. Si prefieres quedarte en el pueblo... Pues... puedes jugar al dominó o algo.
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Aquello tenía buena pinta. Algo me decía que ese tipo simplemente se estaba haciendo el duro delante de los aldeanos que, en estos momentos, le idolatraban, de no ser así no habría cambiado de opinión, bajo la escusa de una apuesta, algún tipo de contrarreloj. Conforme comenzó a hacerme la propuesta sonreí. El bote del hombre comenzaba a alejarse, no me importaba lo más mínimo, podía llegar sin problema alguno. Por otro lado, una vez terminó de hacer su propuesta más que hacerse el duro, parecía que se lo tenía bastante creído, pues su última petición no hizo más que esbozar una sonrisa en mi rostro, era bastante cómica la situación desde mi punto de vista, yo le necesitaba a él, y él aunque no lo sepa me acabará necesitando en la batalla.
Comencé a caminar hacia adelante, el puerto llegaba a su fin, pero iba extendiendo la pasarela alargándola con mi energía solidificada, para esa gente daría la sensación de que camino por el aire, a no ser que se fijasen bien en el suelo, pues la energía es translúcida y se puede distinguir al ser solidificada. Avanzaba hacia el bote de esa forma, hasta que finalmente estuve cerca y me planté allí de un salto, deshaciendo la energía que había formado.
-Acepto encantado. Súper Jacob. -Le dije con una sonrisa mientras le tendía la mano para estrechársela.
En el camino me comenzó a explicar el motivo de que estuviese en esa isla, al parecer llevaba siguiendo la pista al pirata Krabbo, lo había estado rastreando hasta haber descubierto la isla donde están asentados, allí donde tienen su escondite. No me extrañó que se tratase una isla donde hubiera una gran cantidad de túneles subterráneos que conectaban directamente con el mar, podrían moverse como topos, pero eso les deja en una situación un tanto desventajosa. Si no pueden utilizar esos agujeros, no pueden utilizar su estilo de combate, y sabía perfectamente cómo taponarlos, no sería muy complicado, aunque el combate debía ser rápido. Aunque debía verlos primero, si resultaban ser muy anchos los túneles, no podría hacer gran cosa.
-Hay una cosa que quisiera saber Jacob, si no te importa. -estaba tan absorto en mis pensamientos que ni me acordé que agregar el "Súper" al hablarle-. Cuando llegaste a la isla. ¿Había muchos Gyojin? ¿Hacía mucho que estabas tú allí cuando llegamos? No pienses mal, no es un interrogatorio. Solamente quiero saber si los que han llegado a huir han tenido tiempo de prepararse, al fin y al cabo habrán visto tus habilidades y tu forma de luchar, y no podemos ir a la guarida de los gyojin sin un plan. Si llevas tiempo siguiéndoles... ¿Quién podría afirmar que en algún momento no te hayan visto y te están esperando? Estaría bien pensar en todas las probabilidades, esa es otra razón por la que he querido venir contigo, tal vez puedan esperarte a tí, pero nunca pensarían que trajeras compañía, eso podría desbaratar sus planes y hacer que les cogiéramos desprevenidos. Hay que buscar una forma de entrar allí de un modo que no sea a lo loco. Ni sabemos cuantos pueda haber allí, ni sabemos el poder que tienen, ni tampoco si te estarán esperando. Viendo lo visto, sería lo lógico, si ellos eran un gran número, y huyeron de tí, es por que tienen algo preparado.
Por otra parte, temía que Jacob fuese un tipo lo suficientemente arrogante para que ignorase mis palabras y se lanzase hacia adelante sin pensar en nada. Tal vez él también tenga sus propios planes, pero si vamos juntos, debemos luchar en conjunto. Si su arrogancia y confianza en sus habilidades no le dejan hacer eso, tendré que tratar de pasar desapercibido mientras él pelea cual descerebrado y cortarle la cabeza a la serpiente, en este caso, al tritón. Por mi haki de observación, puedo decir que Jacob no es una persona débil, pero desconozco su estilo de combate y cómo se desenvuelve. Esperaba que no hubiesen mayores dificultades a la hora de llegar a la isla de los Topos.
Comencé a caminar hacia adelante, el puerto llegaba a su fin, pero iba extendiendo la pasarela alargándola con mi energía solidificada, para esa gente daría la sensación de que camino por el aire, a no ser que se fijasen bien en el suelo, pues la energía es translúcida y se puede distinguir al ser solidificada. Avanzaba hacia el bote de esa forma, hasta que finalmente estuve cerca y me planté allí de un salto, deshaciendo la energía que había formado.
-Acepto encantado. Súper Jacob. -Le dije con una sonrisa mientras le tendía la mano para estrechársela.
En el camino me comenzó a explicar el motivo de que estuviese en esa isla, al parecer llevaba siguiendo la pista al pirata Krabbo, lo había estado rastreando hasta haber descubierto la isla donde están asentados, allí donde tienen su escondite. No me extrañó que se tratase una isla donde hubiera una gran cantidad de túneles subterráneos que conectaban directamente con el mar, podrían moverse como topos, pero eso les deja en una situación un tanto desventajosa. Si no pueden utilizar esos agujeros, no pueden utilizar su estilo de combate, y sabía perfectamente cómo taponarlos, no sería muy complicado, aunque el combate debía ser rápido. Aunque debía verlos primero, si resultaban ser muy anchos los túneles, no podría hacer gran cosa.
-Hay una cosa que quisiera saber Jacob, si no te importa. -estaba tan absorto en mis pensamientos que ni me acordé que agregar el "Súper" al hablarle-. Cuando llegaste a la isla. ¿Había muchos Gyojin? ¿Hacía mucho que estabas tú allí cuando llegamos? No pienses mal, no es un interrogatorio. Solamente quiero saber si los que han llegado a huir han tenido tiempo de prepararse, al fin y al cabo habrán visto tus habilidades y tu forma de luchar, y no podemos ir a la guarida de los gyojin sin un plan. Si llevas tiempo siguiéndoles... ¿Quién podría afirmar que en algún momento no te hayan visto y te están esperando? Estaría bien pensar en todas las probabilidades, esa es otra razón por la que he querido venir contigo, tal vez puedan esperarte a tí, pero nunca pensarían que trajeras compañía, eso podría desbaratar sus planes y hacer que les cogiéramos desprevenidos. Hay que buscar una forma de entrar allí de un modo que no sea a lo loco. Ni sabemos cuantos pueda haber allí, ni sabemos el poder que tienen, ni tampoco si te estarán esperando. Viendo lo visto, sería lo lógico, si ellos eran un gran número, y huyeron de tí, es por que tienen algo preparado.
Por otra parte, temía que Jacob fuese un tipo lo suficientemente arrogante para que ignorase mis palabras y se lanzase hacia adelante sin pensar en nada. Tal vez él también tenga sus propios planes, pero si vamos juntos, debemos luchar en conjunto. Si su arrogancia y confianza en sus habilidades no le dejan hacer eso, tendré que tratar de pasar desapercibido mientras él pelea cual descerebrado y cortarle la cabeza a la serpiente, en este caso, al tritón. Por mi haki de observación, puedo decir que Jacob no es una persona débil, pero desconozco su estilo de combate y cómo se desenvuelve. Esperaba que no hubiesen mayores dificultades a la hora de llegar a la isla de los Topos.
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-Sí -es todo lo que dice Jacob tras tu discurso. Tiene que pasar un rato hasta que vuelva a hablar-. En realidad, cuando llegué yo ya se habían ido unos cuantos. Por lo visto, los líderes no tenían mucho interés en los humanos. Supongo que una vez que se aseguraron de que todo iba sobre ruedas, decidieron largarse. Yo aparecí un poco después y me encargué de los que quedaban. Ahora que lo pienso, de camino me topé con un grupo de personas de colores que iban nadando a gran velocidad por mar abierto y que hablaban de lo divertida que había sido la cacería de humanos. Me pregunto si también serían gyojins...
Vale, parece que tú eres el cerebro del equipo. Por suerte, el bote de Jacob es rápido y no tardáis más de medio día en llegar a la Isla de los Topos. Para entonces, el sol brilla en todo lo alto y os apuñala con sus rayos; el calor es sofocante. La sombra de algo grande pasa bajo vuestra frágil embarcación.
No hay nadie a la vista. De vez en cuando, algo se mueve en el agua. Burbujas aquí y allá, el sonido de alguna salpicadura... En tierra apenas hay nada aparte de algún que otro árbol y empinadas colinas rocosas. Una enorme bandera con el símbolo de Krabbo, de un tamaño tal que puede distinguirse incluso desde la distancia, ondea en lo alto de un gran obelisco de piedra.
Poco a poco, varias figuras se van juntando a unos treinta metros de la orilla, mar adentro. Son muchos, aunque no poseen una fuera significativa. Sin embargo, sí que hay una presencia poderosa en algún lugar, moviéndose bajo el agua.
Todos los gyojins que se han reunido al cabo de un rato, cientos de ellos, se mueven coordinadamente. Agitan los brazos con fuerza y el mar responde a su fuerza. Creo que esto no te va a gustar... Su ataque combinado consiste en crear una ola, una lo bastante grande como para hundiros. Quizás acabes teniendo dos naufragios en veinticuatro horas, quién sabe...
Pero lo peor no es eso, sino que dentro de la propia ola se encuentra ella: una sirena de cabello azabache y piel púrpura que posee una extraña belleza salvaje. Empuña una lanza que parece hecha de bronce, cuya punta irradia sed de sangre y busca clavarse en tu garganta.
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