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![No soy un buen hombre ¿Tú lo eres? [Kotaro-Genki] Empty](https://2img.net/i/empty.gif)
La bella ciudad del agua, tan cerca de la torre del gobierno, y al mismo tiempo tan lejos. La tierra de los astilleros era un lugar fantástico, o al menos eso es lo que las personas iban diciendo. Aquel tipo quería comprobar semejante belleza con sus propios ojos, y de paso probar los vinos que hubiese en aquella isla. El tiempo era bastante perfecto, por no decir que increíble. El Sol brillaba con fuerza, y para ser las diez de la mañana, no estaba nada mal. Las nubes pasaban de forma tranquila por el cielo, tapando la gran bola de fuego durante unos pocos segundos. Las gentes estaban realizando sus cosas, como comprar, hablar o simplemente pasear por la zona. Los niños pequeños también abundaban, riendo, jugando, y pasándolo en grande.
Toda aquella escena produjo una sonrisa siniestra en la persona que caminaba por una de las calles. Era un tipo que portaba una ropa bastante curiosa. Daba la pinta de un agente del gobierno, aunque no fuera el caso. Vestía con un elegante traje de color negro, con una camisa blanca, una corbata, y unos elegantes zapatos. En sus manos portaba unos guantes blancos, y en su cabeza un enorme sombrero que poseía un corte llamativo. Como siempre, llevaba sus armas por dentro de la ropa, por si era necesario defenderse. Las miradas de las personas, se clavaban en él. No se sentía incomodado ni nada parecido, pues su sonrisa adornaba su pálido rostro en todo momento. El moreno entonces llegó a un pequeño establecimiento en mitad de una de las plazas. Se sentó en aquella barra que estaba al aire libre, y miró al camarero de forma calmada.
- Disculpe, señor. Me gustaría un trago de su mejor vino tinto, y una tapa de algún queso picante que tenga.
Una vez dijo aquello, soltó un suspiro mientras miraba un poco a su alrededor. Los carriles de agua, y aquellos seres que se movían por ellos, le parecían hermosos. La forma de llevar a las personas como jinetes, mostraba obediencia, y elegancia al mismo tiempo. Kotaro miró en su bolsillo derecho, notando unos billetes conseguidos en su último trabajo. Eliminar a aquel noble le había costado lo suyo, pero por suerte, y gracias a sus habilidades, pudo salir sin que nadie supiese sobre él. Aunque tal vez que la mafia de aquella isla Norteña le pasara la información necesaria tenía algo que ver. Fuese como fuese, él tenía ya el dinero en su poder, y quería pasarlo bien.
Toda aquella escena produjo una sonrisa siniestra en la persona que caminaba por una de las calles. Era un tipo que portaba una ropa bastante curiosa. Daba la pinta de un agente del gobierno, aunque no fuera el caso. Vestía con un elegante traje de color negro, con una camisa blanca, una corbata, y unos elegantes zapatos. En sus manos portaba unos guantes blancos, y en su cabeza un enorme sombrero que poseía un corte llamativo. Como siempre, llevaba sus armas por dentro de la ropa, por si era necesario defenderse. Las miradas de las personas, se clavaban en él. No se sentía incomodado ni nada parecido, pues su sonrisa adornaba su pálido rostro en todo momento. El moreno entonces llegó a un pequeño establecimiento en mitad de una de las plazas. Se sentó en aquella barra que estaba al aire libre, y miró al camarero de forma calmada.
- Disculpe, señor. Me gustaría un trago de su mejor vino tinto, y una tapa de algún queso picante que tenga.
Una vez dijo aquello, soltó un suspiro mientras miraba un poco a su alrededor. Los carriles de agua, y aquellos seres que se movían por ellos, le parecían hermosos. La forma de llevar a las personas como jinetes, mostraba obediencia, y elegancia al mismo tiempo. Kotaro miró en su bolsillo derecho, notando unos billetes conseguidos en su último trabajo. Eliminar a aquel noble le había costado lo suyo, pero por suerte, y gracias a sus habilidades, pudo salir sin que nadie supiese sobre él. Aunque tal vez que la mafia de aquella isla Norteña le pasara la información necesaria tenía algo que ver. Fuese como fuese, él tenía ya el dinero en su poder, y quería pasarlo bien.
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Un chico caminaba por las calles de la ciudad del agua. Era bastante bajito, con el pelo estilo tazón y lucía una sonrisa apacible. Iba bastante bien vestido, con una camisa blanca, corbata azul, pantalones oscuros y mocasines. Tarareaba una alegre melodía, mientras con su mano derecha jugueteaba inconscientemente con su corbata, enrollándola en torno a sus dedos. Unas vendas le cubrían ambas manos y subían por el antebrazo, cubiertas por la camisa. Aun así no aparentaba estar herido, ni nada similar. Paró frente a un kiosco, y se compró el periódico del día. Al ver la primera plana, su sonrisa se desvaneció, sustituida por una expresión seria. El titular decía: "La Bestia se hace a la mar: Drake Lars Lee, pirata." Algo más abajo había otro artículo que ponía algo como "Conflicto diplomático. El Gobierno exige explicaciones al Imperio." Las cosas nunca cambiaban... el mal seguía campando a sus anchas. Y por eso debía hacerse más fuerte, para poder combatirlo y hacer del mundo un lugar mejor.
Al cabo de un rato llegó a una plaza en la que estaba uno de sus locales favoritos, donde la comida era bastante decente y tenían mesas fuera a modo de terraza, con lo que solía ir a tomar café mientras leía las noticias. A veces hasta comía allí, cuando no le apetecía cocinar. Se sentó en una de las sillas y saludó al dueño con la mano, el cual entendió el gesto y entró en el interior del bar. Al cabo de un rato estaba disfrutando de un delicioso café negro, leyendo el resto del periódico. Parecía que el tema de Drake había causado un gran revuelo. Bueno, era normal teniendo en cuenta que era el antiguo capitán de la guardia de la reina Iliana. "Eso es lo que ocurre cuando se trata a un criminal con indulgencia. Todos deberían recibir un castigo, sean quienes sean. Que haya servido a la familia real de Hallstat en repetidas ocasiones no justifica nada, es más, todos ellos deberían ser juzgados apropiadamente por guardar relación con semejante monstruo." Soltó un ruidito despectivo y cambió de página. Entonces unas palabras llegaron a sus oídos, llamándole la atención. Sonriendo, observó al hombre que había pedido el vino, y se acabó el café de un trago.
- Oye amigo, hay cosas más deliciosas para acompañar un buen tinto. ¡Greg, tráenos un carpaccio de buey! Invito yo. También dame otra copa para mi y un vaso de agua.
Dobló el periódico y lo dejó sobre la mesa, acercándose al hombre y tendiéndole la mano amistosamente. Genki era por naturaleza un tipo sociable y simpático, y bastante desinteresado. Con una sonrisa, se presentó:
- Mi nombre es Genki, compañero. Déjame adivinar - dijo, al ver sus ropas - ¿Eres un agentes? No... ¡un hombre de negocios! O tal vez - entonces puso una expresión que intentaba ser siniestra y dijo - ¿Un sicario?
Se rió alegremente, dejando entender que bromeaba. Si tan sólo Genki hubiese captado la ironía que había tras sus palabras, tal vez se hubiese planteado empezar a dejar de bromear a la ligera sobre temas similares. Sólo tal vez.
Al cabo de un rato llegó a una plaza en la que estaba uno de sus locales favoritos, donde la comida era bastante decente y tenían mesas fuera a modo de terraza, con lo que solía ir a tomar café mientras leía las noticias. A veces hasta comía allí, cuando no le apetecía cocinar. Se sentó en una de las sillas y saludó al dueño con la mano, el cual entendió el gesto y entró en el interior del bar. Al cabo de un rato estaba disfrutando de un delicioso café negro, leyendo el resto del periódico. Parecía que el tema de Drake había causado un gran revuelo. Bueno, era normal teniendo en cuenta que era el antiguo capitán de la guardia de la reina Iliana. "Eso es lo que ocurre cuando se trata a un criminal con indulgencia. Todos deberían recibir un castigo, sean quienes sean. Que haya servido a la familia real de Hallstat en repetidas ocasiones no justifica nada, es más, todos ellos deberían ser juzgados apropiadamente por guardar relación con semejante monstruo." Soltó un ruidito despectivo y cambió de página. Entonces unas palabras llegaron a sus oídos, llamándole la atención. Sonriendo, observó al hombre que había pedido el vino, y se acabó el café de un trago.
- Oye amigo, hay cosas más deliciosas para acompañar un buen tinto. ¡Greg, tráenos un carpaccio de buey! Invito yo. También dame otra copa para mi y un vaso de agua.
Dobló el periódico y lo dejó sobre la mesa, acercándose al hombre y tendiéndole la mano amistosamente. Genki era por naturaleza un tipo sociable y simpático, y bastante desinteresado. Con una sonrisa, se presentó:
- Mi nombre es Genki, compañero. Déjame adivinar - dijo, al ver sus ropas - ¿Eres un agentes? No... ¡un hombre de negocios! O tal vez - entonces puso una expresión que intentaba ser siniestra y dijo - ¿Un sicario?
Se rió alegremente, dejando entender que bromeaba. Si tan sólo Genki hubiese captado la ironía que había tras sus palabras, tal vez se hubiese planteado empezar a dejar de bromear a la ligera sobre temas similares. Sólo tal vez.
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El tipo del sombrero permaneció tranquilo allí sentado, esperando a que trajesen su pedido. Su mirada calmada estaba centrada en el camarero, esperando a ver si se daba prisa, y le traía lo que más necesitaba. Entonces escuchó una voz que le hizo sonreír de lado. No solo le estaban invitando, además le habían llamado amigo, y eso le hizo soltar una leve risa. Giró un poco su rostro para ver quién era el tipo que le había llamado así, y entonces pudo ver a un joven de cabellos curiosos. La primera impresión que tuvo de él, fue la de un trabajador empresario, debido a la camisa blanca. A lo mejor tenía algo que ver en el tema de las empresas de aquella isla de carpinteros. Otra cosa que se le vino a la mente, fue la idea de un cliente que le reconoció, pero lo descartó enseguida. Llevaba dos trabajos, y habían sido para mafias con fines comprensibles.
El asesino no tardó en estirar su mano, y estrechar la de aquel joven en señal de amistad, dedicándole una sonrisa en todo momento. Sus palabras le hicieron reír de forma calmada, incluso cuando dijo lo de sicario, cosa que provocó un pensamiento rápido en su mente “No jodas…”. Pudo permanecer impasible ante semejante pillada. Pero entonces dejó ver que era una broma, y eso hizo que Kotaro se llevase la mano a la frente apartando un poco el flequillo y dejando ver bien sus ojos.
- Pues efectivamente soy un sicario muy peligroso, me llamo Kotaro, y me dedico al asesinato de personas por dinero.
Dijo en un tono irónico mientras le guiñaba el ojo con confianza, tratando de indicarle que también estaba bromeando, aunque no fuese el caso. Su copa de vino no tardó en llegar, y lo siguiente que hizo fue agitarla un poco, oliéndola después. Finalmente le dio un leve trago, notando el delicioso sabor recorrer su paladar por completo. Debía de admitir que estaba delicioso, y eso solo significaba que pensaba pasar por allí más veces.
- Te agradezco muchísimo la invitación, mi querido Genki. Debo admitir que ese pelo te favorece, y no solo te hace un chico más atractivo que el resto, también hace que se te tome en serio. Esa broma del sicario, me pilló un poco descolocado.
Mencionó entonces en un tono bastante “raro” pues cuando hablaba arrastraba un poco las palabras. Lo siguiente que hizo, fue tratar de quitarse el sombrero, dejando ver unos cabellos despeinados bastante largos. Su rostro pálido le hacía parecer alguien tétrico, y sus siniestros ojos azulados no ayudaban. Tenía toda la pinta de un jodido maniaco, pero su forma de comportarse parecía ser la de un ciudadano normal.
- ¿Me dejarías leer el periódico?
El asesino no tardó en estirar su mano, y estrechar la de aquel joven en señal de amistad, dedicándole una sonrisa en todo momento. Sus palabras le hicieron reír de forma calmada, incluso cuando dijo lo de sicario, cosa que provocó un pensamiento rápido en su mente “No jodas…”. Pudo permanecer impasible ante semejante pillada. Pero entonces dejó ver que era una broma, y eso hizo que Kotaro se llevase la mano a la frente apartando un poco el flequillo y dejando ver bien sus ojos.
- Pues efectivamente soy un sicario muy peligroso, me llamo Kotaro, y me dedico al asesinato de personas por dinero.
Dijo en un tono irónico mientras le guiñaba el ojo con confianza, tratando de indicarle que también estaba bromeando, aunque no fuese el caso. Su copa de vino no tardó en llegar, y lo siguiente que hizo fue agitarla un poco, oliéndola después. Finalmente le dio un leve trago, notando el delicioso sabor recorrer su paladar por completo. Debía de admitir que estaba delicioso, y eso solo significaba que pensaba pasar por allí más veces.
- Te agradezco muchísimo la invitación, mi querido Genki. Debo admitir que ese pelo te favorece, y no solo te hace un chico más atractivo que el resto, también hace que se te tome en serio. Esa broma del sicario, me pilló un poco descolocado.
Mencionó entonces en un tono bastante “raro” pues cuando hablaba arrastraba un poco las palabras. Lo siguiente que hizo, fue tratar de quitarse el sombrero, dejando ver unos cabellos despeinados bastante largos. Su rostro pálido le hacía parecer alguien tétrico, y sus siniestros ojos azulados no ayudaban. Tenía toda la pinta de un jodido maniaco, pero su forma de comportarse parecía ser la de un ciudadano normal.
- ¿Me dejarías leer el periódico?
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