Nunca te acostarás sin saber una o dos cosas más [Privado Pasado Sora-Tenebrex]

Edward estaba deseoso de usar el Den Den Mushi y contactar cuanto antes con alguien de la revolución, pero tras mucho meditar decidió esperar un poco más.

"Dios, ¿qué les diré? Sí, mira, soy un chaval sin apenas experiencia que se quiere unir a la revolución... ¡Ah! Y me he tomado una fruta del diablo... Pero no tengo ni idea de que hace... ¡Espero que me aceptéis!...
Ni de broma, tengo que pensar en algo... Quizás si al menos supiera de que es la fruta, pero sigo pensando que intentar usarla en el barco podría ser peligroso. Quizás sería buena idea atracar en alguna isla, conseguir algo de dinero, más provisiones y si fuera posible probar mi fruta en algún bosque o zona deshabitada... "

Al poco tiempo Edward vió en el horizonte una isla, poco a poco iba acercándose y haciéndose más clara su silueta. De acuerdo con uno de los libros sobre navegación que llevaba, esa isla debía ser Skyros, allí decidió detener su travesía temporalmente.

Quizás por azar o quizás por fortuna, Edward no tuvo ninguna incidencia en el tramo boscoso que tuvo que atravesar para llegar a la ciudad. Había decidido echar un vistazo a ver si ayudando a alguien, quizás con sus mínimos conocimientos de medicina, podía hacer algo de dinero, pero hubo algo que captó rápidamente su atención. En medio de una plaza la gente estaba congregada mientras se oía el canto de una joven.

Los niños aplaudían y las personas que allí se reunían estaban completamente ensimismadas, estaba claro que la chica, que tocaba una guitarra mientras se encontraba sentada, se había ganado la confianza de esta gente. Su actitud era muy alegre y encantadora, Edward sintió mucha curiosidad por ella y se acercó con prudencia a uno de los lugareños.

El hombre, de mediana edad, estaba muy animado, pero no pareció importunarle que lo distrajese, muy amablemente dijo:
-"Vaya, ¿qué tenemos aquí? Otro extranjero, bienvenido, te ha atraído la música ¿verdad?"

Edward no sabía qué le había delatado como extranjero, si su ropa, su extraña tonalidad de ojos o simplemente el ser desconocido, es posible que fuera una de esas poblaciones en las que todos se conocen entre ellos. Dejando eso atrás, Edward volvió a centrarse en la conversación:

-"Sí, no he podido evitar acercarme, ¿quién es?"
-"Pues es una chica llamada Haru, hace poco tiempo que empezó a tocar en esta plaza y ha seguido haciéndolo a la misma hora hasta que se ha ganado un público fiel, pero la verdad es que no sé mucho más de ella, ¿quizás quieras quedarte a hablar un rato con ella? No debe quedar le mucho para acabar la actuación... "

Edward no quería perder el tiempo, y ciertamente estaba muy dudoso sobre si quedarse o no, pero tras unos pocos segundos meditándolo, decidió quedarse para relajarse un poco con la agradable música que la chica realizaba, ya tendría tiempo de hacer aquello para lo que había venido.

-"Sí, eso haré, muchas gracias buen hombre, que pase un buen día." Diciendo esto, se alejó un poco del hombre para dejarlo disfrutar y buscó un sitio donde sentarse y esperar a que la actuación acabara.

"Juraría que esa tal Haru me ha mirado... ¿Serán imaginaciones mías?" Se dijo Edward acostumbrado a sus paranoias habituales.

Al finalizar su actuación, la chica comenzó a recoger el dinero que habían dejado en su funda. Edward no se había percatado de que alguien hubiera soltado dinero y se sintió algo mal por no contribuir, pero dejó de prestar atención a eso mientras observaba a la chica conversar con los niños que la rodeaban.
Edward ama a los niños, por lo que le es natural el tratarlos amigablemente, aunque le dio la impresión de que no era así en el caso de la artista callejera...

Tras mirar un instante a un callejón que no estaba a la vista de Edward, los ojos de la joven se posaron en los suyos. Edward pretendía levantarse, pero antes de que se diera cuenta, ella ya se había acercado lo suficiente y había comenzado a hablar.

-¿Eh? Ah, no claro, no te preocupes... Jajajaja- Rio de forma nerviosa. Suspiró con los ojos cerrados, intentando relajarse y retomó la conversación.
-Me ha encantado tu actuación, eres muy buena... y no, no soy de la isla, he comenzado un viaje desde el Reino de Lyneel y he decidido parar aquí para intentar conseguir algo de dinero.- Esta era solo parte de la razón, claro está, pues no pretendía explicarle que quería probar los poderes de su akuma en los bosques... Lo cual, ahora que lo estaba pensando, le hizo desear que su poder no tuviera relación con el fuego, lo que menos quería era arruinar aquella preciosa isla.

-Me han dicho que llevas algún tiempo por aquí... Haru, ¿verdad? ¿Podrías decirme si conoces alguna forma en la que pudiera ganar algo de dinero? Quizás alguien busca conocimientos médicos, protección o...- Rápidamente intentó buscar alguna otra forma de ganar dinero, pues cuanto más lo pensaba más difícil le parecía conseguir algún recado, así fue como se le ocurrieron dos cosas que añadió a la frase que había dejado en el aire. - ... puede que alguien quiera recibir clases o comprar libros.

La conversación le estaba pareciendo ridícula, se sentía en gran desventaja, necesitaba dinero, no sabía como obtenerlo y había acudido a una artista callejera que quién sabe si era de fiar, pero tampoco podía hacer gran cosa, por lo que intentó dejar de preocuparse por lo que iba a pasar y esperar la respuesta de la pelirrosa.

Off:

A Edward le parecía que Haru estaba pendiente de otra cosa, pero no le dio mayor importancia, en cambio si que le resultó muy interesante lo que la joven dijo al final. ¿Sería posible ganar algún dinero dando clases?

-¡Oh! No me he presentado, cierto, que fallo jajajajaja- Dijo colocando la mano en la nuca y sonriendo- Edward, Edward Ogami, un placer. ¿Ves posible entonces lo de dar clases? ¿Conoces a algún interesado?

Edward pensó que si no, siempre podría tratar los catarros por algún precio bajo, aunque la idea de dar clase le parecía mejor opción y más atractiva. Además, sus conocimientos médicos aún eran escasos, tenía mucho que aprender. El que la chica sonriera mientras decía que "clases de medicina" no sonaba mal le dio a Edward la leve esperanza de que ella fuera la interesada, pero si el único dinero del que disponía era el que ganaba como artista callejera, aquello no parecía muy probable, además de que no parecía lo más apropiado para su perfil, ¿artista callejera y médica? ¿Qué combinación es esa? Sin embargo Edward esperaría a que ella respondiera antes de sacar conclusiones.

El joven sonrió una vez más al ver el gesto de Haru, parecía tener una idea.

-¡Perfecto!- Exclamó.- Muchas gracias, te sigo.

Se levantó enérgicamente y se puso de nuevo la mochila en la espalda. Quizás podría aprender un poco del médico del pueblo poniéndose a su servicio de alguna manera, Edward desconocía si la población era muy abundante o no, pero, por la manera en la que la joven había hablado de "la casa del médico" y no de un hospital o consulta, supuso que solo era un hombre, presumiblemente mayor, que atendía a los enfermos y no dispondría de muchos fármacos ni equipos médicos avanzados.

Caminaron por la playa, que era realmente preciosa, a paso lento, mientras Edward estaba atento a lo que ella pudiera decir sobre el pueblo. Soplaba una suave brisa y el sonido de las olas acompañaba su paseo, era muy relajante... Sin embargo, el joven no llegaba a tranquilizarse, tan impaciente como siempre, estaba deseando llegar a la casa del médico.

Para su suerte, llegaron relativamente pronto, pero Edward quedó... impresionado. La casa del médico desentonaba totalmente con el resto del pueblo, parecía haber sido teletransportada desde otra isla, una más tecnológica, más avanzada. Las paredes metálicas "adornadas" con tornillos no parecían muy coherentes con las demás casas, pero a nadie parecía extrañarle.

-¿Estás segura de que esta es la casa del médico?- Preguntó, incrédulo. -"Parece más bien el laboratorio de un científico loco o qué demonios sé."-Pensó para sus adentros, riéndose ligeramente.

Off:

Edward observaba la escena con algo de incredulidad. No sabía si estaba sonriendo por cortesía o por lo cómico de la situación.

-"Menudas pintas lleva, reitero que parece un científico loco más que un médico... ¿y qué clase de actitud es esa? Ser médico implica dar la cara a la gente, no se puede ser un médico antipático... Me pregunto cómo habrá podido mantenerse... Quizás es el único médico... Desde luego el monopolio es peligroso"- Pensó Edward durante la "conversación", que más que una conversación era una reprimenda a la que la joven respondió de una manera muy asertiva, sabiendo redirigirla a lo que importaba realmente. No es común un comportamiento así, por lo que Edward se sorprendió y reaccionó un poco sorprendido, poniéndose nervioso,

-Oh, sí. Encantado, me llamo Edward, me han dicho que es usted el médico de la isla y me gustaría ponerme a su servicio para aprender a la vez que le ayudo con los pacientes... Me sorprende que dé abasto para todos los habitantes, ¿cómo lo hace?- Preguntó, intentando que sonara a alabanza. Por la manera que tenía de hablar, parecía tener un ego tremendo, casi tan grande como el cabreo en el que parecía vivir sumido. De ser así, era posible que los halagos tuvieran un efecto positivo, aunque podían ser contraproducentes.

Era curioso cuán aislado se encontraba de la población. El rubio estaba bastante tenso, no estaba acostumbrado a tratar con personas tan antisociales. Por suerte, dentro de lo que cabe, la respuesta fue algo más relajada, aunque negativa al fin y al cabo.

-Pues sí, doy abasto, de hecho, bastante fácilmente. Los que vienen los trato rápido... Por suerte algunos estúpidos prefieren no venir y solo reposan en sus casas, prefieren no cruzarse conmigo. No te necesito y no acepto aprendices, chico.- Dijo con un tono casi hiriente.- Ahora largo, tengo mucho que hacer.

Desde luego, el tacto no era su punto fuerte, pero el joven no quería darse por vencido, así que inquirió en sus actividades para intentar hallar un punto en común para facilitar la cooperación.

-Oh, ¿estaba trabajando? Lo siento ¿qué estaba haciendo?- Preguntó con entusiasmo, cual niño curioso al que le brillan los ojos.

Off:

La chica resultó ser muy directa, como si deliberadamente quisiera ser una molestia para el médico. Por suerte, consiguieron acceder al interior de la casa, la cual era bastante amplia...y oscura... y desordenada. Pero bueno, la enfermería estaba impecable, muy bien iluminada y equipada.

-¡Vaya! Señor, su enfermería es impresionante... Sería un placer poder trabajar aquí... ¿Seguro que no puedo ayudarle en nada?- Dijo, intentando darle pena. El hombre, aunque se lo pensó, acabó por mostrarse reacio a que el joven trabajara con él en sus labores médicas, sin embargo, dijo:

-De verdad, chico, estoy bien así, no insistas más, no hay sitio para ti aquí dentro... Aunque podrías ser el chico de los recados, no me gusta ir al mercado por que me encuentro con ciertas personas... pero si vas tú me ahorrarías más de un conflicto.- Al ver los ojos brillantes del entusiasta joven, añadió:- Y sí, podrás verme trabajar de vez en cuando si es que quieres aprender medicina.- Terminó con un suspiro.

Quizás no del modo que Edward quería, pero satisfecho, salió de la casa con su primer recado.

-¡Haru! ¡Lo hemos conseguido! Muchas gracias- Dijo con una amplia sonrisa. El joven no quería despedirse, pero si ella no quería tampoco la iba a retener. En caso de querer seguir con él, iría al mercado dando un paseo, si no, se despediría y se daría prisa en llegar.

Off:

Durante la conversación con el doctor, se oyó a la joven cantar algo, pero no fue hasta que acabaron que ambos se acercaron a verla.

Antes de salir, Haru había conocido a un robot y, por cosas del destino, con una misteriosa frase, el médico se lo regaló. Todo cobró sentido al ver la foto de la entrada... ¿sería posible ayudarlo con algo de terapia? Quizás, pero para eso aún faltaba tiempo, el doctor tenía que tener mejor relación con él para eso.

Ahora Haru estaba bastante contenta, y Edward no era menos, por lo cual ambos se despidieron antes de separar sus caminos.

-¡Sí! ¡Eso haré! Ya nos veremos por ahí. -Dijo el joven con una amplia sonrisa, pensando que podría pasarse algún día a escucharla cantar.

-"Doctor Edward... suena bien"- Pensó con una pequeña sonrisa en la cara. Tras esto, salió corriendo hacia el mercado con el propósito de ganarse algo de dinero ayudando al médico y, con suerte, incluso ayudarle y aprender algo de medicina.

Aunque quizás no era lo que esperaba, la experiencia que tuvo en esta isla fue, cuanto menos, curiosa. Comparada con todo lo que le quedaba por pasar, esto apenas había sido un paseo, un pequeño párrafo en la novela de su vida.

OFF: