Luna de sangre ( Privado- Pasado / Ciaran Ehre - Lothar Dan )

El Sol resplandecía a primera hora de la mañana cuando , por fin, logré desembarcar en el puerto de Villa Orange. Había sido un largo y cansado viaje, tenía las piernas dormidas de estar tanto rato sentada escuchando al capitán sobre mi principal motivo por el cual estaba en esta isla del East Blue, arrestar a un pirata. El objetivo que se me había asignado era un pirata que había estando realizando asesinatos en serie. Le apodaban " Leroy de la Luna Llena ", su mote se lo ganó debido a que su modus operandis se basa en matar a los ciudadanos en noches de luna llena. Y su recompensa era de 10.000.000 de berries.

Saqué el cartel de recompensa del sobre que tenía en la mano y volví a echarle un último vistazo antes de proceder a la búsqueda del criminal. Era un hombre de piel exageradamente pálida, su cabello era de un color rojo carmesí, sus ojos no mostraban ningún tipo de brillo y apego a la vida, lo cual sentí un escalofrío recorriendo toda mi espalda de palmo a palmo. Pero su búsqueda y captura no iba a ser nada fácil, pues el condenado se disfrazaba para pasar inadvertido entre el gentío y esperar a la noche de plenilunio. - Bueno, lo mejor será que me ponga en marcha cuanto antes, sólo quedan tres días hasta la noche con luna llena. Debería dirigirme a la posada y preguntarle al posadero si ha visto a alguien sospechoso y nuevo en el pueblo.- Dije para mí misma. Así pues, empecé a caminar hacia la posada más concurrida de la zona para empezar mi investigación sin saber que sólo era el principio de unos tres largos días.

Villa Orange, un bonito lugar, pero bastante aburrido a decir verdad. Había llegado varios días atrás en un barco del gobierno, me gustaba que me llevaran a todos lados, pero también era una mierda que supieran siempre donde estaba. Además, que durante esos viajes siempre estaban los típicos marines listillos que se creían superiores a mí, y que seguían vivos porque me controlaba bastante y solo cortaba en zonas no vitales ni que les impidieran disparar. Creo que estaba empezando a ganar fama entre los reclutas de la marina por ese motivo y por mis habilidades como cirujano.

El motivo de mi visita esta vez era turístico, pero lo dicho, no había mucho que ver o hacer, tendría que escoger mejor mis destinos. Acababa de salir de la taberna donde sin duda no había pasado desapercibido, para ir al parque a sentarme y pensar en algo que hacer en aquella bonita pero aburrida ciudad. Los niños que estaban en los alrededores jugaban echándome alguna mirada de vez en cuando, mientras su madres o padres cuchicheaban entre si sobre mi indumentaria. Tenía pensado hacerme invisible para marcharme, pero para eso aún quedaba rato si no me molestaban.

Cuando llegué a la taberna, un apestoso olor a alcohol y vómito invadió sin piedad mis fosas nasales. El lugar estaba atestado de gente, marines, trabajadores y , posiblemente, piratas que habían hecho escala en esta pequeña isla del mar del Este. No me gustaba el olor ni el barullo que predominaba en ese lugar, pero necesitaba recavar información sobre el criminal al que estaba buscando y estaba un poco apresurada de tiempo. Me acerqué a paso ligero y me aproximé a la barra, no sin que nada más entrar los hombres me dirigieran un par de piropos y me dijeran cosas obscenas. A decir verdad, no presté atención a sus comentarios y seguí mis pasos hacia donde estaba el posadero. El posadero era un hombre de aspecto cansado, tenía el pelo blanco debido a la edad pero aún conservaba un poco de musculatura de cuando era más joven. - Buenas tardes señor, ¿podría tomar un poco de su tiempo para responder a un par de preguntas?- le pregunté con cortesía.

El hombre se sorprendió un poco debido a mi buena educación, a lo que dijo que era algo raro de ver por estos lares debido a la presencia de tanto maleante últimamente. Accedió de buena gana a responder a mis preguntas, empecé con preguntarle si había visto a alguien de apariencia o comportamiento extraño de algún extranjero recién llegado a la isla. Luego, le mostré el cartel con la recompensa por el criminal a lo que el hombre , después de pensar un rato, me respondió con una negativa. - Lamento no haberle podido ser de ayuda, señorita. Pero le puedo decir de alguien que quizás sepa algo al respecto. Un hombre llamado Phelix, es el encargado de registrar quien entra y quien sale de la isla y posee un registro sobre ello además que posee un sexto sentido para distinguir quien es malo o quien es bueno. Vive en lo alto de la colina, en una pequeña casa roja alejada del pueblo.- Me dijo con una sonrisa modesta.

Le agradecí su cooperación y me dispuse a salir de la taberna pero no todo puede salir bien siempre, ya que unos piratas que me estaban echando el ojo desde que entré, se levantaron y me cerraron el paso. - Aunque seas una mujer muy atractiva... no nos gustan los marines.- Dijo uno de ellos desenvainando una espada. - ¿De verdad queréis buscar problemas con una integrante del gobierno?- sonreí de forma amenazadora ante aquellos hombres que apestaban a alcohol. - Venga, salgamos fuera que no quiero ocasionar problemas al propietario.- Dije saliendo del establecimiento seguida por seis hombres. Al parecer me iba a divertir mucho esa noche.

No podía ver lo que veía, una mujer marine saliendo de la peor taberna de la isla seguida por varios hombres, claramente piratas. Puse en marcha mi plan de desaparecer, esta vez por otros motivos, pero con el mismo resultado que si fuera por diversión. Las caras de sorpresa y estupor de las madres y niños fueron increíbles, pero no tanto como las de los piratas que morirían sin saber cómo. Me acerqué hacia ellos despacio, intentado no llamar mucho la atención de los mismos por ruido o sombras. El que iba en último lugar cayó al suelo con un corte en el cuello. El siguiente ya fuera de la invisibilidad recibió un corte en la columna, por lo que moriría o quedaría paralizado.

Después de eso un par se volvieron hacia el con ganas de vengar a su amigos, pero también sorprendidos. Su amigo tenía un corte, pero el chico delante de ellos no tenía ninguno en la mano, a menos que ellos vieran. Había usado mi habilidad para hacerlo invisible, disminuyendo la probabilidades de esquivar los ataques, al menos del primero. Por otro lado esperaba que la marine fuera competente, no tenía ganas de rellenar el papeleo derivado de la muerte de una marine en una pelea de bar.

Aquellos hombres me siguieron dejando escapar pequeñas risitas de borracho, creían que podían conmigo en ese estado. Pobres desgraciados, no sabían con quién se estaban metiendo y eso les iba a salir bastante caro. * -No los voy a matar, ya que no quiero tener muertes innecesarias sobre mi consciencia.-* Pensé. Cuando nos alejamos de la taberna un poco, me dí la vuelta y desenvainé mi espadón poniéndome en guardia. Extrañada, vi como el que iba el último caía al suelo de bruces dejando escapar un pequeño torrente de sangre de su cuello para después un hombre apareciese por la espalda de otro pirata y le apuñalase en la columna.

Los piratas que restaban, asustados ante los hechos acontecidos, cargaron con desesperación hacia mí. Uno de ellos intentó clavarme un cuchillo en el costado pero logré bloquearlo con mi espada, para después darle un golpe en la cabeza con el mango de esta y que cayese al suelo inconsciente. Otro de ellos sacó un sable y corrió hacia mí en carrera e intentó propinarme una estocada. Fue en balde, ya que como estaba borracho sus movimientos eran lentos y torpes por lo que eran muy predecibles. Simplemente utilicé la hoja de mi arma para bloquearlo y , con un suave movimiento de muñeca, lo desarmé. Los que quedaban aún en pie se rindieron al ver que no podían hacer nada contra mí y el extraño hombre que me había echado una mano.- Coged estas cuerdas y ataros. Si os negáis, no me quedará otra que usar la fuerza bruta y creedme, no queréis que eso pase- dije muy seria. Dicho esto, hicieron los que les dije y me saqué el den den mushi que llevaba en la bolsa para solicitar un equipo de extracción. Cuando terminé de hablar, me dirigí hacia la persona que había atacado a los dos hombres que iban al final de los otros para darle mi agradecimiento. - Muchas gracias por su colaboración señor, agradezco la ayuda que me ha brindado- le dije mostrando una sonrisa sincera y realizando el saludo militar.

La joven marine se encargó de dos de los tipos con elegantes movimientos sin que llegaran a rozarla. Se la veía ágil y resuelta, lo que me gustaba en un agente de la ley. Finalmente los dos piratas restantes se rindieron y ataron como la chica les pedía. La joven me agradeció la ayuda mientras hacia el saludo militar. El pirata herido en la espalda no volvería a caminar, pero un cosido en la herida evitaría infecciones y pérdida de más sangre. Aunque había matado a uno, seguía siendo médico y no podía dejar al otro herido allí, por muy malote que fuera.

-Señora, podría ayudarme a colocar a este hombre de lado, el solo ya no podrá caminar, por lo que no hace falta atarlo. –Le dije a la marine tras despojar de armas al pirata paralitico. –Mi nombre es Lothar, científico del gobierno, para servirla.

Mientras esperaba ayuda de la joven para mover al herido, me preguntaba qué era lo que hacía una marine sola en aquel lugar, de estar de permiso, aquella ciudad se volvería más interesante, por el contrario, si estaba trabajando, la ciudad seguiría siendo aburrida, pero él ya tendría algo que hacer.

-Dígame, ¿Qué la trae hasta esta ciudad?

Con los criminales atados, mi desconocido compañero mató a uno de ellos y a otro le quitó la capacidad de volver a caminar. Al parecer ese hombre poseía una Fruta del Diablo, del tipo Paramecia al parecer, muy útil para situaciones de peligro y para misiones de sigilo pero inútil si el usuario caía al mar o algún sitio lleno de agua. El hombre me pidió ayuda para colocar al hombre que tenía una herida en la espalda, me apresuré e hice lo que me pidió sin demora, por lo visto era médico debido a su buen manejo para cerrar heridas. Este desarmó al hombre y luego se incorporó y se presentó formalmente.

Se llamaba Lothar y era un científico del Gobierno Mundial, yo y mi sexto sentido para descubrir las profesiones de la gente. Por como iba vestido era evidente que estaba de vacaciones, o eso parecía. Cuando terminamos de asegurar la extracción de los piratas, Lothar me preguntó cual era mi motivo para estar en Villa Orange. Aunque fuese un científico del Gobierno, no podía dar información sobre mi trabajo así como así. Pero , pensándolo mejor, quizás me podría ayudar en mi búsqueda del criminal y así poder cubrir más terreno, además de tener apoyo en la captura por si algo sale mal. - Pues mire usted, he venido a este pueblo en busca de un peligroso pirata asesino en serie que comete sus atrocidades actos en noches de Luna llena. Como la que habrá pasado mañana...- dije mirando al cielo ya oscureciendo.

- Si no tiene nada que hacer, le rogaría que me echase una mano en la captura de dicho asesino. Ahora mismo me iba a dirigir a visitar a un hombre que posee un registro de las personas que entran y salen de la isla.-

La marine se lo pensó unos instantes, parecía dudar de si contarme su asignación o no, ya que estar de servicio no habría tenido la necesidad. Finalmente se decidió y me dijo que estaba buscando a un asesino que atacaba todas las noches de luna llena. Saber quién era el hombre por cuando había llegado a la isla era una posibilidad, aunque si cometía todos los asesinatos en la isla esas noches era posible que fuera un isleño. De todas formas, seguiría a la marine en su aventura, apoyándola con mis conocimientos y habilidades.

-Muy bien señorita….., perdone, aún no se su nombre. ¿Los demás asesinatos se cometieron también en esta isla o en otras diferentes? De ser todos aquí habría que explorar la posibilidad de que fuera un vecino de esta. Posiblemente uno que viva en las afueras y que tuviera algún tipo de enfrentamiento con sus vecinos.

Caminaría a su lado de amino a donde eligiera, esperando que en el proceso me comentara su nombre, que si incluía el rango sería maravilloso. Aunque el paseo al lado de una chica tan guapa ya fuera una novedad, y una gran diferencia con el resto de días. Si todo salía bien, quizás me planteara intentar entablar una relación menos formal con la marine.

El científico llamado Lothar me preguntó mi nombre y si los asesinatos se cometieron en esta isla o en otra parte, a lo que le contesté que en esta isla ya habían ocurrido dos asesinatos los dos últimos meses pero que también habían varios casos más como este en otras islas. En la isla donde nos encontrábamos, habían muerto la hija de una extranjera que estaba a cargo de la sastrería y también había sido encontrado muerto el hermano menor del alcalde. Todos los asesinatos habían ocurrido en noches de Luna llena y se habían cometido al azar, o eso parecía. - Oh es verdad, todavía no me he presentado. Soy la recluta Ciaran Ehre, a su servicio señor.- Dije con una sonrisa mostrando mis blancos dientes.- En cuanto a la teoría de que pudiera ser un habitante de esta isla, encaja perfectamente. Se habrá disfrazado de viajero y se habrá camuflado entre los paisanos.- Me quedé mirando al pueblo llevándome una mano a la barbilla, pensativa.

Después de compartir la información del caso con Lothar, le pedí que me siguiera hasta la casa de la colina donde iba a interrogar al encargado del registro. Empezamos a caminar hasta llegar al punto clave, era una casa hecha de madera y de color rojo, la puerta era bastante tosca cuya madera se estaba pudriendo y por las ventanas se podía ver una ligera luz, señal de que el sujeto estaba dentro. Dí un paso hacia delante y toqué la puerta dos veces, cayéndose un poco de la madera podrida. - Disculpe por molestarle a estas horas señor Phenix, pero necesito hablar con usted de un asunto muy importante. Soy un miembro de la Marina y necesito su cooperación.- Dije en voz alta esperando que me abriera. Pasados un par de minutos, un hombre de aspecto cansado y pelo canoso nos abrió la puerta sujetando un farol en alto para vernos mejor la cara. - ¿ Quién es tu compañero? No has dicho nada de que ibas con alguien. ¿¡ Quién os envía!?- preguntó nervioso y enfocando sin parar la cara de Lothar.

Seguí a la recluta llamada ciaran por el pueblo y luego hacia una colina, pensando en lo que me había comentado de los asesinatos y donde se habían producido. No seguían un patrón fijo, y las victimas no parecían tener relación entre ellas. La verdad es que es un bonito rompecabezas que acabaría resolviendo. Al llegar al final de la colina, paramos frente a una casa en la que la chica se identificó. Cuando el hombre salió a recibirla y me vio pareció asustarse mucho, quizás más de la cuenta.

-Mi nombre es Lothar caballero, científico del gobierno. Estoy ayudando a la marine Ciaran en el asunto que nos trae hasta usted.- La política nunca fue lo mío, pero si l educación y la inteligencia, y sabía que si decía algo indebido a aquel hombre se cerraría en banda y no hablaría. – Si es tan amable de responder a unas preguntas, pronto lo dejaremos en paz.

No le mentía, tras responder a nuestras preguntas le pediría a la dama que volviéramos a la ciudad, allí fuera lo único que podíamos conseguir era otro ataque pirata. Al volver intentaría charlar con ella acerca de sus motivaciones y como había recibido este encargo.

Cuando mi compañero se identificó al viejo hombre, este se relajó un poco pero seguía desconfiando de nosotros dos. Bajó el farolillo y nos invitó a entrar con un tono un poco descortés, se notaba que era un hombre cascarrabias y que estaba siempre de mal humor. Al pasar al interior de la casa, lo primero que me llamó la atención fue el ligero olor a podrido que se expandía por toda la vivienda y la puerta tapiada que conducía al sótano de la casa. El hombre fue directamente al grano y nos preguntó el motivo de nuestra visita. Le expliqué que estábamos buscando al responsable de los asesinatos que se dieron en esta isla los últimos dos meses, un temible pirata que cometía asesinatos en noches de plenilunio y que después de cometer un determinado número de crímenes, salía de la isla y se marchaba a otra a seguir con sus fechorías. Le pedí que me mostrase el registro que poseía en el que estaban anotadas las personas que han salido y entrado de la isla y también le pregunté acerca de que si ha visto a alguien extraño o que mostrase un comportamiento inusual.

El hombre, sin decir nada, subió escaleras arriba , seguramente a buscar el libro de registros. Me quedé mirando la misteriosa puerta del sótano y le hice una señal con la mano a Lothar para que se acercara a examinar la puerta, ya que una puerta tapiada y un olor a podrido eran demasiados extraños incluso en una casa tan vieja como aquella. De repente, un ruido de cristales rompiéndose llegó a nuestros oídos.- Será hijo de....- Empecé a correr hacia fuera no sin antes gritarle a Lothar que examinara el sótano. Sospechaba que el hombre con el que habíamos hablado no era el verdadero señor Phelix. Corrí con todas mis fuerzas detrás del objetivo rumbo al pueblo.

La cosa olía a muerto, literalmente olía como a los cadáveres que usábamos en nuestras clases de medicina para conocer la anatomía del cuerpo. Alguno se quedaban fuera de las cámaras por descuido de los profes o alumnos despistados y al día siguiente el olor era parecido al que emanaba aquel sótano, claro que podía ser una simple rata descomponiéndose. La marine se dio cuenta del olor también, señalándome la puerta.

Me dirigí hacía la puerta de salida, quería hacer como que salía a la calle para usando la invisibilidad entrar en el sótano y ver que ocurría. No me había casi dado a abrir la puerta cuando el sonido de una de las ventas superiores rompiéndose no hizo salir a los dos en busca del anciano, o el asesino, o quien quiera que fuera. Aproveché el momento para hacerme invisible, unido a la noche sería complicado localizarme por la sombra, y salí tras el hombre corriendo. Calculando la ruta de la marine, y la del tipo podía intentar interceptarlo en algún giro que hiciera, pero no quería perder de vista a la mujer si el tipo era el asesino.


Seguimos corriendo hasta la ciudad, el hombre al verse solo con la mujer se paró en un callejón, quitándose la máscara que llevaba y dejando ver su pálida cara con afilados dientes. Agarré mi bisturí eléctrico, haciéndolo invisible como yo, que sorpresa se llevaría el ser al ver que no era uno contra uno normal.

Era curioso como un simple interrogatorio se transformó de repente en una persecución a alta velocidad por las calles del pueblo. El objetivo era no era muy rápido, por lo que no tuve muchas dificultades para seguirle el ritmo por las casi desiertas calles. Sólo un puñado de personas se nos quedaron mirando mientras algunos, que se encontraban justo en medio, se apartaban para no salir dañados. Si mis sospechas eran ciertas, el hombre al que estaba persiguiendo era un impostor y el verdadero encargado del registro se encontraba en el sótano, probablemente muerto lo que explicaba el olor a muerto en la casa de la colina.

Pasamos corriendo de una calle a otra, el sujeto no paraba de meterse por estrechas callejuelas para intentar perderme de vista. Hasta que finalmente, se topó con un callejón sin salida. - Quieto ahí en nombre de la Marina- Dije desenvainando la espada y acercándome cautelosamente hacia él sin dejar de mirarle a los ojos. El impostor se dió la vuelta y se quitó una máscara de piel que llevaba puesta en la cara, mostrando el rostro del hombre por el cual me encontraba en esa isla. El famoso asesino de la Luna llena se mostraba ante mí con una sonrisa de la que sobresalían unos afilados dientes. - Ahora que estamos solos... creo que es hora de que te mate y te arranque esa bonita cara que tienes- sacó un cuchillo a la vez que empezaba a reírse de forma maníaca. Ya veo, así que eso era lo que buscaba. Alejarme de Lothar para después intentar matarme.

Una de las cosas que más me cabrea de la gente es que me subestimen por ser mujer. - Ohhh...¿ así que por ser mujer piensas que va a ser fácil matarme? Te voy a borrar esa asquerosa sonrisa que tienes en la cara, maldito cerdo.- Dije completamente cabreada. Al parecer el asesino se tomó a mal mis última palabras y se abalanzó sobre mí para intentar clavarme el cuchillo en el estómago. Cuando me disponía a bloquear el ataque con mi espada, mi querido amigo invisible hizo acto de presencia.

La mujer sabía cómo provocar a los otros, tenía que reconocerlo. El asesino ahora cargaba hacía ella cuchillo en mano. Estuve tentado de dejarle llegar hasta la mujer y ver como se defendía la marine. Aunque eso podría ser un punto negativo a la hora de futuras colaboraciones, pero podía alegar que no había llegado aún. Finalmente, fui a lo seguro, atacando al asesino con el bisturí en la pantorrilla. La electricidad del mismo pronto le paralizo el músculo, haciendo que cayera de bruces delante de Ciaran.

-Tendrás eso dormido un rato, lo mejor es que te rindas, así no tendrás que recibir más cortes. – Le dije al hombre saliendo del sigilo, aunque mantuve el del arma como precaución.- Si sigues lo que mi amiga te ordene saldrás de esta de una pieza, sino, bueno, mírate la pierna.

Alguien tan listo como para evadir a los marines tanto tiempo sabría a lo que me refería, y si apreciaba su vida haría casi y se dejaría apresar. Ahora estaba en manos de la recluta, esperaba que fuera tan compasiva como con los piratas de la tarde, pero estaba por verse.

Al parecer Lothar me había seguido usando su fruta del diablo para velar por mí y echarme una mano en la captura. Justo cuando el criminal estaba cargando contra mí cuchillo en mano, mi amigo invisible apareció y le clavó algo en la pantorrilla , haciendo que el objetivo cayese violentamente de bruces al suelo cerca de mis pies. - Vaya, al parecer no contabas con que mi compañero es un usuario de las frutas del diablo.-Le dije con aire sarcástico y mirándolo con desprecio. - ¿Sabes? Podría matarte ahora mismo y vengar a las personas que has asesinado y a sus familias que han quedado destrozadas por sus pérdidas. Sacaría mi espada y te haría experimentar el mismo dolor que sufrieron esas personas, cortándote primero los brazos, luego las piernas y finalmente... esa horrible cabeza que tienes sobre los hombros.- Sonreí con una sonrisa fría y mis ojos azul cielo se tornaron oscuros, señal de que estaba bastante cabreada. - Pero no lo haré, ya que si lo hiciera me estaría rebajando a tu nivel y me perdería a mi misma. Si fuera tú, le haría caso a mi amigo y haría cualquier cosa que me ordenasen para salir de esta.- Dije sacando una cuerda de la mochila y enseñándosela.

El hombre, quejándose del dolor y asustado ante mis palabras, se rindió pidiendo clemencia. Le até las manos y lo cargué a cuestas. - Vamos Lothar, después de entregar a esta escoria te invitaré a algo en el bar en señal de agradecimiento por tu ayuda- Le dije cambiando mi rostro aterrador de antes por una sonrisa de oreja a oreja.

Ciaran podía aparentar ser realmente mala como estaba demostrando con aquel hombre. Este finalmente se rindió, tirando el cuchillo a un lado mientras la marine sacaba unas cuerdas y lo ataba. La verdad es que visto ahora daba hasta pena el pobre hombre, no era más que un quejica siendo atado para terminar en alguna cárcel donde sin dudad, no volvería a ver la luz del sol por sus crímenes. Tras atarlo la chica me dijo que me invitaría a algo por mi ayuda en algún bar, lo que me complació en gran manera.

-Muy bien, me parece perfecto, pero estoy seguro que te las podías haber arreglado tu sola perfectamente. –Le dije mostrando una amplia sonrisa, no solo por la invitación, sino por pasar más rato con ella.

La seguiría hasta el puesto que tuvieran los marines en aquella isla para entregar al tipo, creía recordar que no tenían un cuartel como tal, pero nuca me interesó mucho saber dónde los tenían.

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