¡Guerra de dulces! [Priv. Kasan]

Llegué a la isla buscando a un pastelero que había conocido hacía un tiempo en una misión oficial, me había invitado a su tienda para que la observara y cogiera lo que quisiera, era un acto de buena fe por haberle rescatado de unos piratas y realmente no podía negarme a un acto como aquel, era demasiado tentador. Así que como había recibido un par de días libres y acordándome de aquella oferta puse rumbo sin pensármelo dos veces.

El aire olía a chocolate y vainilla y todo estaba echo por kilos de caramelo, de chocolate, de algodón de azúcar o de otros dulces que no podía ni imaginar, sin ninguna duda estaba en Candyland la isla donde se encontraban los mejores reposteros aunque perfectamente podría haberme muerto y aquello ser el cielo.
Era el lugar ideal para que una amante de todo lo que fuese dulce caminara sin ninguna preocupación y apreciando todo lo que estaba a su alrededor y por supuesto llevaba en mis brazos a presidente purpurina, mi inseparable unicornio de peluche. No le llevaba a misiones oficiales pero aquello no era una misión y no podía negarle aquella maravilla de experiencia, además encajaba tan bien en el ambiente.

A mi lado pasó lo que parecía una joven de aspecto risueño, era de estatura media, morena y de ojos oscuros no destacaba en mucho salvo que en su piel era de un precioso color morado clarito aunque había leído que era un rasgo muy común en los habitantes de aquella isla no pude sentirme algo impresionada al principio pero aun así ese color extraño la hacía aún más guapa, como una preciosa belleza exótica. - Perdona, busco la pastelería "Nubes de azúcar" ¿Sabe dónde está?- La mujer con una voz tan duce como la de los dulces me indicó que solamente tenía que avanzar un poco más girar a la izquierda y habría llegado, menos mal que estaba cerca y ya sabía cómo llegar para no perderme porque tenía hambre y la farola que había a mi lado tenía muy buena pinta. La di las gracias y seguí mi camino.

Avancé por la calle como me había indicado la chica y luego giré a la izquierda ¿O era a la derecha? Bueno la cosa es que giré, y luego giré una vez más y después giré una tercera vez y seguí andando recto. Cuando ya llevaba casi media hora me detuve en una plaza en la que había una fuente que expulsaba lo que supuse que era limonada. -Creo que nos hemos perdido...- Le dije a mi pequeño compañero de peluche mientras me acercaba a la fuente. "No creo que pase nada por darle un trago" Me acerqué a la orilla, dejé al lado a presidente purpurina e hice un pequeño cuenco con las manos para recoger el líquido y llevármelo a la boca, estaba espectacular.

Tras recobrar fuerzas bebiendo en la fuente de limonada decidí seguir mi camino, me había perdido pero podía volver a preguntar a alguien aunque seguramente con lo torpe y desorientada que era me volvía a perder. De mis pensamientos de cómo llegar a la pastelería me distrajo un perrito que corría por la acera de enfrente, era monísimo y llevaba un lacito rojo al cuello, parecía un perro de chocolate y fui corriendo hacía el emocionada para verlo más de cerca pero no me di cuenta por donde iba y acabé chocándome con lo que parecía una dura pared, del impacto acabé cayéndome al suelo. Alcé la vista y vi que no se trataba de una pared si no de un hombre demasiado alto para mi gusto que me observaba desde lo alto, ni siquiera se había inmutado al chocar conmigo. Me resultaba conocido pero no sabría decir por qué.

Un gran maestro de la cocina debe ser capaz de crear postres deliciosos que culminen un menú espectacular. Personalmente, aunque me encantan las cosas dulces, a la hora de cocinarlos no tenía demasiada imaginación, la parte del bizcocho siempre me salía en su punto, pero ya los sabores, decoración y demás... Era un auténtico desastre. Así que con afán de mejorar ese aspecto de mi cocina, llegué a la conclusión de que sería una idea genial visitar Candyland, una isla donde absolutamente todo estaba hecho de postres. Ahí podría experimentar con sabores y texturas para mejorar mis dulces.

Tras un arduo trayecto en barco desde Ennies Lobby hasta la isla dulce, por fin atracamos en un muelle hecho de mazapán. Me sorprendió mucho que aún estando en contacto con el agua, no se deshacía ni nada, impresionante. Comencé a pasear por la ciudad del castillo real, según tenía entendido, era la zona donde se concentraban los mejores reposteros de la isla, un buen lugar por donde comenzar a tomar apuntes para mi cocina. Según caminaba por la ciudad, se podían distinguir barrios según la temática en la que estaba basada su postretectura, zonas más barrocas, otras más románticas... Aquello era un espectáculo visual. Tenía ganas de pegarle un bocado a mas de un edificio, pero no sabía que política seguirían con los visitantes que se dedicaban a comerse sus casas.

Seguía el paseo tomando apuntes en un cuaderno que había llevado para la ocasión cuando escuché de varios habitantes de la isla, que la pastelería "Nubes de Azúcar" había quedado segunda en el concurso de repostería de otoño, era el lugar ideal para comprar varios pasteles y analizarlos, no eran los mejores de la isla, pero joder, eran los segundos más deliciosos, nada mal teniendo en cuenta que todos en este lugar se dedican a la repostería. Pedí indicaciones a los habitantes y pronto puse rumbo a aquella tienda, solo de pensarlo ya se me estaba haciendo la boca agua.

Entré a la pastelería, luego de una vista rápida a todo lo que ofrecía la tienda, le compré al hombre un surtido de dulces y pasteles. Dejé a su juicio la elección, supongo que no se imagina que fuese a robarle las recetas una vez las analizase. Ya con la compra hecha, quería degustar aquellos manjares tan elogiados en intimidad. Encontré un mapa de la isla en un tablón, era una suerte que en esta isla fuesen tan amigables. El lugar perfecto, un río de sirope a las afueras. Iba caminando mientras me acercaba la bolsa de "Nubes de azúcar" a la cara, el olor que salía de su interior era tan delicioso que hacía que mis tripas rugiesen de hambre. Ya estaba fantaseando con el sabor que tendrían cuando de pronto choqué con un taburete... ¿Un taburete en medio de la calle? Aparté la bolsa de la cara aunque no vi nada, bajé la cabeza y para mi sorpresa había una niña pequeña.

Perdona ¿Te has perdido niña?-. Le dije interesándome por ella. Luego de unos segundos mirándola algo pasó por mi mente, Kimura me había hablado sobre una nueva integrante de los Crimson, una chica menuda, rubia, que vestía de rosa y era capaz de convertirse un un colibrí. - ¿Tu eres Yoshi?-. Le pregunté cuando caí en la cuenta de que esa chica podía ser el nuevo fichaje. Espero que no le haya sentado mal que la haya confundido con una niña.

Aquel hombre-pared tardó unos segundos en reparar en mi presencia y después me pregunto si me había perdido pero hubo algo que me repateo el estómago ese "niña" que había utilizado, como odiaba cuando la gente me confundía con una niña pequeña. Me levanté enfadada y recogí mi unicornio de peluche que se me había caído con el impacto, vale admito que tener un unicornio de peluche y llevarlo contigo la mayor parte de las veces no era lo más adulto del mundo... ¡Pero eso no era una excusa para confundirme con una cría!

Le iba a decir un par de cosas cuando frunció el ceño y me preguntó si era Yoshi, entonces me acordé. Había un hombre con lazos muy estrechos a los Crimson que se llamaba Kasan, un hombre muy alto, con los cabellos color plata y que según Kimura era "Un buen tío pero permanece un poco alejada de él" Nunca había terminado de entender esas palabras pero no era difícil de suponer que era aquel hombre que tenia enfrente si no no sabía como me conocía ni por que tenía tanta familiaridad conmigo, además eso explicaba por qué su cara me había sonado familiar. -Si, Soy Yoshi ¿Tu eres Kasan, El amigo de Kimura?- No sabía muy bien como describir su relación con la banda y con el pelirrojo pero aquella era la forma más correcta que se me ocurría al menos por el momento.

Por un momento me distraje de la ofensa que me había hecho de llamarme niña pero al recordarlo la furia volvió a mi interior, tenía que dejarle las cosas claras desde el principio. -Y no soy una niña, soy una arquera ,adulta y marine- Me había quedado bastante serio aunque al hinchar los mofletes automáticamente después para demostrar mi indignación había anulado este efecto.

Dejando este asunto cercano mi cerebro se centro en cosas mucho más importantes como en un dolor dulzón que inundaba el ambiente, vale era cierto que estábamos en la ciudad de los dulces y por tanto era lo más común en aquel lugar pero lo notaba demasiado cerca e inspeccionando la proveniencia de aquel lugar como si fuese un sabueso descubrí la bolsa que llevaba el hombre en su mano, le miré con mirada de cordero degollado mi instinto infalible me decía que ahí dentro había galletas y de pronto me entró un hambre tremendo. -Oye... ¿Eso son galletitas? ¿Me das?- Le pedí dulcemente poniéndole pucheritos mientras señalaba la bolsa.

La niña confirmó mis sospechas, si que se trataba de la nueva integrante de los Crimson. ¿En que momento a Hayate se le ha ocurrido involucrar a críos con nosotros? Vale que necesitemos a mas personas para poder llevar a cabo nuestras aspiraciones, pero tío, que no tiene que tener ni siete años. Me daba algo de pena la verdad, daban ganas de acompañarla hasta su casa mientras la llevaba en los hombros. Fuera de bromas ¿En serio es una mujer adulta? No es por caer en el tópico, pero es que se le marcan las costillas, quiero decir, no hay acolchamiento, vamos, que la madera con la que trabaja Kimura tiene mas "Volumen".

Aun no sabía que decirle cuando de pronto saltó por haberla llamado niña, parecía algo molesta, hasta incluso quería echarme un sermón por ello pero de pronto sus ojos se desviaron a las galletas y su comportamiento tan maduro que estaba demostrando, se fue al garete. Literalmente se transformo en una cría, pucheros, ojitos... ¿Que ha pasado aquí? Maldita cría, me comía una regañina de las que te hacen sentir culpable y ahora me sales con esto... Te vas a enterar.

-Entonces tu eres Yoshi. Dije mientras movía la bolsa de galletas de un lado a otro para comprobar su fijación por esta. - Y dices que eres una arquera, Marine y adulta... ¿Entonces esto?- Le pregunté mientras sacaba una galleta de la bolsa. No parecía hacer caso a mis palabras, solo seguía los movimientos de la galleta. Madre mía, no podía ser cierto aquello, se había obnubilado en el dulce hasta el punto de no escuchar a su alrededor, ahora que lo pienso ¿De verdad era una adulta?

Porqué no comprobarlo, que podía salir mal, a lo sumo me llevaría un tortazo pero valía la pena, "que me quitasen lo bailado" como decimos en mi tierra. Sujetando la galleta, estiré un dedo y le di varios toques en las tetas. Como había predicho, aún era una niña que estaba desarrollándose, puede ser un buen fichaje para el futuro pero a día de hoy no se que puede aportar a la causa. -Cuéntame más sobre ti Yoshi, estoy deseando conocerte-. Trataba de cambiar de tema por si no se había dado cuenta del toquecito, igual estaba a tiempo de salvarme de algún follón.

La bolsa de galletas comenzó a moverse de un lado hacía otro mientras mi interlocutor me hablaba, o eso supuse al menos pues aunque oía la voz del chico me resultaba como un eco lejano, no sabía que estaba diciendo y tampoco me interesaba, ahora mismo solo tenía interés en la bolsa de dulces y en conseguir una de esas delicias. La bolsa se paró y tuve intenciones de atacarla, abalanzarme hacía ella cogerla y salir huyendo con ella. Pero estas intenciones se vinieron a bajo cuando una de esas delicias salió de su escondite y se plantó enfrente de mi dejándome hipnotizada y casi babeando, necesitaba aquella galleta, se había convertido en casi el objetivo principal de mi existencia.

No se como pasó aquello pero mientras observaba la galleta sentí un poco de presión en mi pecho, luchando contra mi misma y usando toda mi fuerza de voluntad aparté mi mirada de la galleta para fijarla en mi pecho. Me puse roja, tanto de enfado como de vergüenza ¿Que estaba haciendo aquel descarado? Ahora comprendía por que Kimura me había advertido que a pesar de ser un buen tipo me mantuviese alejada de él. Su dedo estaba en mi pecho, pinchando como si se tratara de un globo o de a saber que, le dí un manotazo en la mano para que se apartara de mi y después de que hablara de a saber que casi pillandolo de imprevisto le arreé una patada en... sus partes pudentas mientras aprovechaba su reacción para arrebatarle la galleta, era como una compensación por lo que acababa de hacer.

-¿Que cojones crees que haces?- Mi tono de voz era de enfado total, pocas veces me enfadaba y aquel hombre lo había logrado, no sabía quien se creía que era pero tendría que bajarle bastante los humos. -Mira, soy una mujer adulta digas lo que digas y no puedes ir por ahí tocando pechos ajenos por que te de la gana, por que como me vuelvas a cabrear te saco un ojo de un picotazo.- Le amenacé malhumorada mientras intentando parecer lo más madura posible agarré fuerte a mi unicornio de peluche con una mano y di un mordisco a la galleta que sujetaba con la otra mano. -Me la quedo como compensación y deberías dar gracias que no me quede con la bolsa entera.-

Pasé de él, pasando por su lado y dirigiéndome a uno de los callejones cercanos, si no me pedía perdón o se arrepentía de sus actos me iría de allí sin decirle nada más, aunque me volviese a perder. Es más una parte de mi pensó en contarle el pequeño incidente a Kimura ¿Como reaccionaria mi querido pelirrojo al enterarse de todo aquello? Tal vez le valía de lección a aquel peliblanco para tener más consideración con las mujeres que se encontrara en su camino. No era tan mala idea la verdad o tal vez, amenazarlo directamente con Kimura aunque claro eso si quedaba muy de niña pequeña chivata, pero si tenía respeto al Capitán de los Crimson podía salir algo bastante bueno de todo aquello, pero por el momento me guardaría esa carta hasta que fuese necesario, así que simplemente me limité a esperar, a punto de marcharme si el hombre tenía intención de pedirme perdón o hacer algo o no me quedaba otra opción de irme por donde había venido.