Te acercas rápidamente a una esquina, donde esta cosa ha acorralado a tres personas (un niño y dos mujeres, bastante jóvenes). Cuando, en medio de la desesperación, todos te miran, la bestia se gira hacia ti. Por el momento no te hace nada, sólo intenta balbucear a través de su boca cosida y se mueve de manera torpe. Pero parece amenazante, como si te instara a dar la vuelta. Parece un amasijo de carne cosida de alguna manera, y sabe dios cómo se mueve. Qué asco.
Amaiar Silverfang
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Durante mi búsqueda, acabé dando al girar una esquina con un grupo bastante peculiar: tres personas jóvenes, de las cuales una no pasaba de ser un niño y las otras dos eran mujeres... Y una bestia repugnante como poco, al parecer a punto de atacarles a juzgar por la expresión horrorizada de los civiles. Durante un momento de confusión, la criatura se detuvo y me "miró", actuando de una forma extraña y tratando sin éxito de expresar algún mensaje. Parecía que quería que me fuera, y asumí que era para poder comérselas tranquilamente. "Bueno, pues no te lo voy a poner tan fácil..." Pensé, mientras manifestaba una espada en mi mano.
Sin embargo, por un momento, solo durante un instante, una idea se me pasó por la cabeza. La posibilidad era ínfima pero... estaba ahí. ¿Y si resultaba que solo se trataba de otro civil, afectado por la corrupción de Meln? ¿Y si era el padre de esa familia, deformado hasta el punto de que sus intentos para comunicarse solo daban como resultado aquel gorjeo incoherente? ¿Estaría en mis manos salvarle, en caso de que así fuera? ¿O sería demasiado tarde? Miles de dudas me asaltaron durante ese momento que tardé en materializar el arma, y opté por jugármela aunque sin perder de vista la otra opción más probable: que simplemente fuera otro descerebrado de asalto buscando comida.
Apunté con la espada a la criatura, haciendo que la hoja se cubriera de débiles llamas. No eran gran cosa, pero a lo mejor bastaba para amedrentar al bicho. Con aquél arma ígnea por delante mío, proferí una advertencia, sin dejar de mirar a la abominación y con el Mantra activado:
- Aléjate de esas mujeres. - Dije, despacio y vocalizando para que se me entendiera. - Si les haces daño, te arrepentirás. - Terminé de amenazar. Por si acaso, me preparé para lo peor.
Sin embargo, por un momento, solo durante un instante, una idea se me pasó por la cabeza. La posibilidad era ínfima pero... estaba ahí. ¿Y si resultaba que solo se trataba de otro civil, afectado por la corrupción de Meln? ¿Y si era el padre de esa familia, deformado hasta el punto de que sus intentos para comunicarse solo daban como resultado aquel gorjeo incoherente? ¿Estaría en mis manos salvarle, en caso de que así fuera? ¿O sería demasiado tarde? Miles de dudas me asaltaron durante ese momento que tardé en materializar el arma, y opté por jugármela aunque sin perder de vista la otra opción más probable: que simplemente fuera otro descerebrado de asalto buscando comida.
Apunté con la espada a la criatura, haciendo que la hoja se cubriera de débiles llamas. No eran gran cosa, pero a lo mejor bastaba para amedrentar al bicho. Con aquél arma ígnea por delante mío, proferí una advertencia, sin dejar de mirar a la abominación y con el Mantra activado:
- Aléjate de esas mujeres. - Dije, despacio y vocalizando para que se me entendiera. - Si les haces daño, te arrepentirás. - Terminé de amenazar. Por si acaso, me preparé para lo peor.
- Resumen:
- Creo una espada en mi mano de poder bajo (hoja en llamas) con la que amenazo a la criatura. Sería una "falcata china", como las que suelo usar, pero de menor calidad.
Nivel 40: Puede empezar a crear espadones o martillos y otras armas pesadas, y lanzas, tridentes, naginatas o picas y otras armas de asta, llegando sus armas como máximo a categoría Infrecuente. Duran media hora
Cuando sacas la espada, el ser lagrimea durante un instante. Dirías que tiene miedo, pero su cabeza se mueve de forma muy extraña y entonces escuchas sonido de carne desgarrándose. Ese músculo que le cubría la boca se ha roto, y aunque parece dolerle, ahora chilla con un agudísimo tono, casi hasta hacerte doler la cabeza, y vuelve a balbucear, pero sólo emite sonidos incoherentes.
Arrastra los pies, pero se mueve hacia ti, y cuando está lo suficientemente cerca como para pegarte un zarpazo, se lanza a por tu cuello con su recién abierta boca. Puedes ver cómo siguen desgarrándose sus músculos por el cuerpo, surgiendo de su espalda espinas de color hueso, aunque tienen un brillo satinado.
Arrastra los pies, pero se mueve hacia ti, y cuando está lo suficientemente cerca como para pegarte un zarpazo, se lanza a por tu cuello con su recién abierta boca. Puedes ver cómo siguen desgarrándose sus músculos por el cuerpo, surgiendo de su espalda espinas de color hueso, aunque tienen un brillo satinado.
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Cuanto más lo observaba, menos miedo sentía de aquella cosa. Sus movimientos, sus patrones... Me recordaban a los de una persona en sufrimiento, y la idea de que tal vez no fuera un enemigo cobró más fuerza en mi mente. Sin embargo algo no andaba bien, eso lo tenía claro. Se había alejado de las mujeres, sí... pero ahora se acercaba a mí, peligrosamente, y emitiendo unos chirridos infernales. Apretando los dientes por el dolor, me sobrepuse al mareo a tiempo para sentir cómo se abalanzaba sobre mí. "Me parece que lo que quiere no es un abrazo precisamente..." Pensé.
Dolido por lo que me iba a ver obligado a hacer, interpuse la espada entre su cuerpo y el mío durante su asalto, con la intención de que se la clavara él solito si seguía avanzando. Tampoco ignoré las espinas de su espalda, al parecer lo suficientemente grandes como para verlas desde mi posición. Si veía que se alargaban o las usaba de alguna forma para atacarme, mi prioridad sería mantener la distancia. En caso contrario, y si no detenía su avance o si evitaba la espada en llamas de alguna forma, con la otra mano sacaría a Kanshou de las fundas a mi espalda y la usaría para intentar decapitar a la bestia... Si es que esa podía morir por algo tan simple como perder la cabeza. Con suerte el fuego haría la mayor parte del trabajo.
Dolido por lo que me iba a ver obligado a hacer, interpuse la espada entre su cuerpo y el mío durante su asalto, con la intención de que se la clavara él solito si seguía avanzando. Tampoco ignoré las espinas de su espalda, al parecer lo suficientemente grandes como para verlas desde mi posición. Si veía que se alargaban o las usaba de alguna forma para atacarme, mi prioridad sería mantener la distancia. En caso contrario, y si no detenía su avance o si evitaba la espada en llamas de alguna forma, con la otra mano sacaría a Kanshou de las fundas a mi espalda y la usaría para intentar decapitar a la bestia... Si es que esa podía morir por algo tan simple como perder la cabeza. Con suerte el fuego haría la mayor parte del trabajo.
Esa cosa... ¿Se ha dejado atravesar? Ha seguido avanzando a pensar de lo que obviamente sería agónico para cualquier ser vivo, y ha llegado a darte el "besito" en el cuello, aunque según lo decapitas ya todo termina. Bueno, más o menos, pues su cuerpo sigue moviéndose hacia ti. Sí, sé que está la espada entre vosotros, pero esa cosa parece no querer morir. Empieza a empujar, y si te fijas bien en la herida de la espada las fibras del músculo se están re-alineando, como si se movieran locas para juntarse con algo. ¿Será que esa cosa es parasitaria? Piensa rápido.
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"Vamos hombre, no me jodas..." Pensé, algo nervioso por la situación. No es que estuviera en la mejor de las condiciones para defenderme, pero al menos tenía un poco de margen utilizando mi espada como medio para impedir que la inmunda criatura me devorase de inmediato. Una gota de sudor frío recorrió mi frente, mientras pensaba a toda velocidad.
El fuego de la espada no había sido suficiente, pues la bestia no había ardido como yo esperaba ni la había asustado o impedido continuar avanzando. Encima de la herida causada salieron como fibras con vida propia, moviéndose como si quisieran anexarse a algo. ¿No pretendería tomar mi lugar? Bueno, tampoco podía estar seguro después de comprobar que aquella forma de vida (si es que podía considerarse tal) podía continuar peleando después de perder la cabeza... Decidí poner distancia entre nosotros lo antes posible, y no quería tocarlo por si las moscas. Lo que iba a hacer me cansaría un poco, pero ya me había resignado a acabar hecho mierda si era necesario con tal de salvar a cuantas más vidas mejor. Por eso estaba allí, ¿no? Dado que tenía prisa, utilicé la técnica de mismo nombre para darle más energía a mi cuerpo y hacer todo lo que había planeado con muy poco tiempo de margen.
Solté la espada empujando ligeramente el mango con la palma de mi mano y mientras daba un paso lateral, intentando mantener un mínimo de distancia de seguridad y posicionandome de tal forma que mi ataque no fuera a afectar a las mujeres de atrás. Luego chasqueé los dedos con fuerza, lanzando aquella onda explosiva a la que me había acabado por acostumbrar (de tanto usarla en otras ocasiones), en un cono hacia adelante. Esperaba que el impulso separara al monstruo de mí, aunque pensaba retroceder un poco más de todas formas por si acaso, agachándome para poder posar una mano en el suelo. "¡Florecer!" Tras medio segundo de mi orden mental, un par o dos de filos en llamas surgieron del suelo debajo de la (con suerte) inestable criatura, y con aún más suerte la dejaría empalada e inmovilizada. A lo mejor estaba pensando ya en milagros, pero si terminaba de rematarla o chamuscarla del todo, pues mejor.
El fuego de la espada no había sido suficiente, pues la bestia no había ardido como yo esperaba ni la había asustado o impedido continuar avanzando. Encima de la herida causada salieron como fibras con vida propia, moviéndose como si quisieran anexarse a algo. ¿No pretendería tomar mi lugar? Bueno, tampoco podía estar seguro después de comprobar que aquella forma de vida (si es que podía considerarse tal) podía continuar peleando después de perder la cabeza... Decidí poner distancia entre nosotros lo antes posible, y no quería tocarlo por si las moscas. Lo que iba a hacer me cansaría un poco, pero ya me había resignado a acabar hecho mierda si era necesario con tal de salvar a cuantas más vidas mejor. Por eso estaba allí, ¿no? Dado que tenía prisa, utilicé la técnica de mismo nombre para darle más energía a mi cuerpo y hacer todo lo que había planeado con muy poco tiempo de margen.
Solté la espada empujando ligeramente el mango con la palma de mi mano y mientras daba un paso lateral, intentando mantener un mínimo de distancia de seguridad y posicionandome de tal forma que mi ataque no fuera a afectar a las mujeres de atrás. Luego chasqueé los dedos con fuerza, lanzando aquella onda explosiva a la que me había acabado por acostumbrar (de tanto usarla en otras ocasiones), en un cono hacia adelante. Esperaba que el impulso separara al monstruo de mí, aunque pensaba retroceder un poco más de todas formas por si acaso, agachándome para poder posar una mano en el suelo. "¡Florecer!" Tras medio segundo de mi orden mental, un par o dos de filos en llamas surgieron del suelo debajo de la (con suerte) inestable criatura, y con aún más suerte la dejaría empalada e inmovilizada. A lo mejor estaba pensando ya en milagros, pero si terminaba de rematarla o chamuscarla del todo, pues mejor.
- Cosas usadas:
- -Manual Prisa
-Manual Explosión Galáctica: Amaiar aprende a usar la fuerza de sus manos de tal forma, que al chasquear los dedos, el sonido resultante provoca una onda de vibración en el aire en un cono frente a sí mismo (tiene un ángulo de expansión de 120 grados). La onda en el centro liberará su máximo potencial, y el los extremos estará casi disipada. La vibración es lo suficientemente potente como para ser equivalente a la onda expansiva provocada por una pequeña explosión, pero nunca será tan poderosa como la que podría usar un Luchador entrenado.
-Florecer de Espadas:Amaiar posa su/s mano/s en una superficie sólida, y genera algunas hojas de espada a una distancia máxima de 15m de sí mismo. Estas espadas emergen, tras medio segundo de retardo, de dicha superficie (saliendo a una velocidad de 15m/s) u otra que esté en contacto directo con ella. El ataque forma un pequeño montículo de 1m de radio, con las hojas apuntando hacia arriba y afuera (pareciendo una flor). El número y calidad de espadas que forman el ataque depende del nivel de Amaiar. Si quiere crear más espadas, debe reducir la calidad de las mismas.
Cuando sueltas el arma de él las heridas empiezan a coserse a su alrededor. Las fibras quemadas, como zarcillos negros, intentan entrelazarse, y cuando el músculo vivo se toca forma de nuevo un cierre, dejando un montón de capilares negros colgando de su vientre, y cuando chasqueas los dedos, la cosa cae. Tirado en el suelo, empieza a retorcerse, como si pretendiese adoptar una nueva forma. Puedes ver que su cabeza se deshace en hebras, que empiezan a avanzar lentamente en todas direcciones. Yo, la verdad, quemaría este sitio al terminar.
Cuando tus armas lo atraviesan no se detiene, y sigue intentando cambiar, pero sólo logra romperse más y más a cada movimiento. Es una escena desagradable, pero no tanto como las esferas ensangrentadas que hay en un punto cercano conectadas a una masa gris, y te observan. Te están mirando, aunque claro, son sólo ojos, ¿No? El bicho termina parando, y muere. Bueno, si es que eso puede morir. Lo que tú ves es que sus fibras pierden la cohesión y sale una ligera explosión de sangre, como en una esponja apretada.
Nos vemos en la siguiente moderación.
Cuando tus armas lo atraviesan no se detiene, y sigue intentando cambiar, pero sólo logra romperse más y más a cada movimiento. Es una escena desagradable, pero no tanto como las esferas ensangrentadas que hay en un punto cercano conectadas a una masa gris, y te observan. Te están mirando, aunque claro, son sólo ojos, ¿No? El bicho termina parando, y muere. Bueno, si es que eso puede morir. Lo que tú ves es que sus fibras pierden la cohesión y sale una ligera explosión de sangre, como en una esponja apretada.
Nos vemos en la siguiente moderación.
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