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Vinnie Estacado
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-¿Qué dem...?
Vinnie paró en seco, siendo dejado atrás por la multitud a la que se había unido para cazar a aquel desgraciado. En el interior del hueco de un árbol veía, con total claridad, un cráneo negruzco. Su boca estaba abierta y de su interior brotaban llamas verdes que iluminaban el hueco. Estiró el brazo hacia el cráneo, sintiendo el calor de las llamas. Cuando sus dedos estaban a punto de tocarlo, oyó una voz:
"La Oscuridad tiene un nuevo dueño. Las fuerzas oscuras poco a poco aumentan, viciando el mundo de odio y lamentos. Por fin he encontrado al hombre que portará mi bastón. Al sirviente del Príncipe de las Tinieblas, el adalid del mal. Tú, cuyas manos están manchadas de la sangre de inocentes, cuya espalda carga con el peso de almas muertas, cuya mano está marcada por el Mal mismo."
Vinnie se miró la palma de la mano. La marca que Émile le puso en el manicomio le ardía. Casi podía ver humo saliendo de esta. Su mano temblaba casi de forma descontrolada.
"Reclama mi bastón. Toma mi arma y esparce el caos. ¡Reclamalo!"
Las palabras resonaron en la mente de Vinnie con fuerza. Extendió el brazo y, casi por instinto, gritó:
- ¡Mío es tu bastón!
Las llamas verdes que antes se encontraban en el tocón empezaron a emerger de su propia mano. Vinnie podía notar el calor, aunque no se quemaba. Las llamas se expandieron en el aire y, finalmente, se extinguieron, dejando en su lugar El Bastón de Samedí.
Vinnie paró en seco, siendo dejado atrás por la multitud a la que se había unido para cazar a aquel desgraciado. En el interior del hueco de un árbol veía, con total claridad, un cráneo negruzco. Su boca estaba abierta y de su interior brotaban llamas verdes que iluminaban el hueco. Estiró el brazo hacia el cráneo, sintiendo el calor de las llamas. Cuando sus dedos estaban a punto de tocarlo, oyó una voz:
"La Oscuridad tiene un nuevo dueño. Las fuerzas oscuras poco a poco aumentan, viciando el mundo de odio y lamentos. Por fin he encontrado al hombre que portará mi bastón. Al sirviente del Príncipe de las Tinieblas, el adalid del mal. Tú, cuyas manos están manchadas de la sangre de inocentes, cuya espalda carga con el peso de almas muertas, cuya mano está marcada por el Mal mismo."
Vinnie se miró la palma de la mano. La marca que Émile le puso en el manicomio le ardía. Casi podía ver humo saliendo de esta. Su mano temblaba casi de forma descontrolada.
"Reclama mi bastón. Toma mi arma y esparce el caos. ¡Reclamalo!"
Las palabras resonaron en la mente de Vinnie con fuerza. Extendió el brazo y, casi por instinto, gritó:
- ¡Mío es tu bastón!
Las llamas verdes que antes se encontraban en el tocón empezaron a emerger de su propia mano. Vinnie podía notar el calor, aunque no se quemaba. Las llamas se expandieron en el aire y, finalmente, se extinguieron, dejando en su lugar El Bastón de Samedí.
- Resumen Meln:
Coger el objeto de la lotería que gané(?) y... Casi olvidarme de Jin xD
Gareth Silverwing
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Bien, por lo menos ellos saben acatar órdenes, da gusto, no como los otros gañanes... a pesar de que no tengo rango para darles órdenes. Si esto sigue así las tropas de Zal no tardarán en perder el poco orden entre ellos y serán. - ¡¿QUE COJONES?! Exclamé al ver como un par de seres enormes emergían de la tierra y derribaban parte de la muralla por la cual empezaban a colarse tropas de Zal. Bueno, tranquilo, no hay mal que por bien no venga, ahora han generado otro frente del que encargarse y otra retaguardia, creo que puedo manejarlo.
me di la vuelta para centrarme de nuevo en la batalla para ver algo extraño, una especie de mezcla entre hombre y planta enorme no, gigantesco. ¿Kodama? No puede ser, ese hombre árbol es más pequeño... y no huele tan mal. La cosa no acababa ahí. Una llamada de Al, estoy seguro de que querría que colaborásemos o algo así, la verdad es que estaba ocupado, pero si me facilitaba el trabajo por una vez no me quejaría. Descolgué el den den mushi. -¿Qué quie- Me dispuse a preguntar pero una especie de tentáculo golpeó el aparato mandándolo volando hacia mis tropas. -Tsk. Dile que espere.- Le grité a un soldado que estaba a punto de recogerlo.
Miré al hombre planta. Solo verlo me ponía de los nervios, ¿Qué se creía con ese tamaño, esa clorofila, esas raíces...? Era la hora de ponerse serios, era la hora de quitar las malas hierbas. Me concentré y las placas que cubrían mi cuerpo comenzaron a crecer hasta envolverlo. Más apéndices salieron disparados a por mí, chocando conmigo y a mi alrededor, levantando una nube que polvo. Cuando éste se asentó reveló mi nueva forma, mucho más grande y acorazada, superando los cuatro metros. Aquellos apéndices habían chocado contra las placas de mi nueva armadura, algunos estaban hundidos en partes como el hombro o el costado, no lo suficiente como para hacer daño a mi cuerpo. Otros los había agarrado con mis dos nuevos brazos extra. Las partes dañadas o agrietadas de la armadura comenzaron a cerrarse rápidamente. Ahora era una mole de placas vítreas con cuatro enormes brazos acabados en garras, empuñando mi arma en uno de ellos, la cual había crecido en proporción, ahora mi aspecto era más similar a una bestia que al de un humano.
Me libré como pude de esos apéndices tratando de romperlos, rasgarlos o cortarlos y miré al hombre planta, todavía era más alto que yo, pero ahora parecía una lucha más "justa". Él era lo que estaba esperando, un ejemplo. Un ejemplo para los dos bandos, para que pudieran ver en mí una lanza imparable y un escudo inamovible, una fuente de inspiración y esperanza para los aliados, un faro de terror y desesperación para los enemigos. La primera batalla se libra en la mente de los que luchan y su victoria suele decidir el resultado del conflicto.
Sin pensarlo dos veces me lancé de frente a por el enemigo, con los brazos superiores cubriendo mi carga en caso de un contraataque. Antes de llegar salté para luego lanzar un tajo descendente y calvar mi arma en el suelo, procurando empalar sus brazos. Tras eso trataría de absorber el máximo calor posible de él o por lo menos de el suelo del cual se nutría, tratando de congelar sus raíces y volverlas inútiles. No sabía que función tenían, pero parecían importantes.
Esperaba que me diera algo de juego, cuanto más fuerte pareciese, mayor sería la moral de las tropas cuando lo derrotase.
me di la vuelta para centrarme de nuevo en la batalla para ver algo extraño, una especie de mezcla entre hombre y planta enorme no, gigantesco. ¿Kodama? No puede ser, ese hombre árbol es más pequeño... y no huele tan mal. La cosa no acababa ahí. Una llamada de Al, estoy seguro de que querría que colaborásemos o algo así, la verdad es que estaba ocupado, pero si me facilitaba el trabajo por una vez no me quejaría. Descolgué el den den mushi. -¿Qué quie- Me dispuse a preguntar pero una especie de tentáculo golpeó el aparato mandándolo volando hacia mis tropas. -Tsk. Dile que espere.- Le grité a un soldado que estaba a punto de recogerlo.
Miré al hombre planta. Solo verlo me ponía de los nervios, ¿Qué se creía con ese tamaño, esa clorofila, esas raíces...? Era la hora de ponerse serios, era la hora de quitar las malas hierbas. Me concentré y las placas que cubrían mi cuerpo comenzaron a crecer hasta envolverlo. Más apéndices salieron disparados a por mí, chocando conmigo y a mi alrededor, levantando una nube que polvo. Cuando éste se asentó reveló mi nueva forma, mucho más grande y acorazada, superando los cuatro metros. Aquellos apéndices habían chocado contra las placas de mi nueva armadura, algunos estaban hundidos en partes como el hombro o el costado, no lo suficiente como para hacer daño a mi cuerpo. Otros los había agarrado con mis dos nuevos brazos extra. Las partes dañadas o agrietadas de la armadura comenzaron a cerrarse rápidamente. Ahora era una mole de placas vítreas con cuatro enormes brazos acabados en garras, empuñando mi arma en uno de ellos, la cual había crecido en proporción, ahora mi aspecto era más similar a una bestia que al de un humano.
Me libré como pude de esos apéndices tratando de romperlos, rasgarlos o cortarlos y miré al hombre planta, todavía era más alto que yo, pero ahora parecía una lucha más "justa". Él era lo que estaba esperando, un ejemplo. Un ejemplo para los dos bandos, para que pudieran ver en mí una lanza imparable y un escudo inamovible, una fuente de inspiración y esperanza para los aliados, un faro de terror y desesperación para los enemigos. La primera batalla se libra en la mente de los que luchan y su victoria suele decidir el resultado del conflicto.
Sin pensarlo dos veces me lancé de frente a por el enemigo, con los brazos superiores cubriendo mi carga en caso de un contraataque. Antes de llegar salté para luego lanzar un tajo descendente y calvar mi arma en el suelo, procurando empalar sus brazos. Tras eso trataría de absorber el máximo calor posible de él o por lo menos de el suelo del cual se nutría, tratando de congelar sus raíces y volverlas inútiles. No sabía que función tenían, pero parecían importantes.
Esperaba que me diera algo de juego, cuanto más fuerte pareciese, mayor sería la moral de las tropas cuando lo derrotase.
- Cosas usadas:
- Poder de la Termo termo no mi
Soul Forge: Kaibuster: La armadura de Arthur se vuelve completa y, no sólo cubre su cuerpo sino que aumenta su tamaño, llegando casi a los cino metros de altura. Su arma sufre un aumento similar, aunque no tan desproporcionado como la Soul Forge. Arthur Reduce a la mitad sus mejoras de velocidad a cambio de obtener un X5 a la resistencia. Además de poder regenerar la armadura dañada en poco tiempo. A parte de esto Arthur obtiene dos brazos adicionales, mucho más grandes que los normales los cuales pueden transformarse en escudos.
Trans Am: Arthur se concentra para redirigir la energía que absorbe del ambiente a sus músculos, logrando de ésta manera una mejora de x3 a la velocidad y a la fuerza durante un tiempo indefinido, pero dejándolo cansado tras un uso prolongado. Cuando Arthur usa esta técnica se rodea de un tenue brillo rojizo y deja un rastro de partículas brillantes (Escénico)
Memoria muscular (Pasiva): Tras el entrenamiento en el interior de su mente Arthur posee la memoria de cientos de batallas en sus músculos. A efectos de rol obtiene un X4 a sus reflejos y X2 a velocidad (que no sea desplazamiento)
- Sarka:
- Tratar de responder a la llamada de Al. Recordar que no puedo hablar por teléfono durante un combate y cargar contra el hombre planta.
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Observé con avidez el monitor, al tiempo que la parte de atrás de mi cerebro intentaba recordarme información inútil. Aquella mujer había sido parte de la tripulación de Monkey D. Luffy en su momento. Y quizá había sido más importante de lo que creía. Mi cerebro intentaba decirme que aquella mujer había sido relevante en la historia, pero no era capaz de discernir el motivo concreto. De todas maneras, una princesita acompañando al rey de los piratas durante parte de su aventura daría que hablar.
Meneé la cabeza con brusquedad, eliminando esa información del cerebro.
"No tengo por qué malgastar espacio recordando información inútil. Creí haberla olvidado del todo... tendré que leer algún libro para sustituir esa información por algo que tenga utilidad real...", me dije a mí misma, al tiempo que la amatista empezaba a brillar. Le presté atención para ver cómo hacía reaccionar la pantalla ella sola.
Tras un extraño ruido, como un zumbido, comenzó a salir humo por las paredes, lo que me puso automáticamente en guardia y me hizo levantarme de sopetón, dando un golpe en la mesa.
¿Había fallado? ¿Se había activado el programa de autodestrucción de la central? ¿O había acertado y aquello servía para prevenir que los enemigos pudiesen controlar la central después de activarla?
No lo tenía del todo claro, y desde luego no tenía tiempo para detenerme a pensar.
Así que, en cuanto el humo empezó a salir por las paredes, mis piernas ya estaban echando a correr en dirección al exterior de la central.
Una vez en el exterior, me detuve un momento a descansar y me volví para echar un rápido vistazo.
Activé el haki de observación para comprobar si Spanner y Zane seguían en la zona, y fue entonces cuando lo noté. Una presencia fuerte, imponente, agresiva.
¿El pollo en llamas estaba peleando? Aquello era sin duda su haki del rey. Procedía del molino donde los había visto entrar tan sólo unos minutos antes.
Pero, ¿qué debía hacer? ¿Unirme a ellos de nuevo? ¿Ayudarlos a pelear? ¿Seguir en solitario?
Fruncí el ceño y emití un chasquido de frustración, antes de echar a correr.
¿Qué bien me haría eso? ¿Qué era yo ahora, una buena samaritana? ¿Eran ellos acaso mis compañeros? ¿Mis amigos? Ja. Ni que yo tuviera de eso.
Para encontrar la fuente del poder y la tecnología que Meln parecía poseer, necesitaba información.
Necesitaba ir al lugar donde se encontraba la acción.
Había localizado las presencias de Spanner y Zane en el molino. Pero también había sido capaz de notar otras presencias.
Y, ante todas las cosas, llevaba desde que había entrado a la central con una sensación permanente en la nuca. La sensación de que alguien me estaba vigilando.
Me detuve y me volví de golpe súbitamente, en un intento paranoico por pillar al enemigo con la guardia baja. Algo chocó directamente con mi cara, impidiéndome ver. Tras el golpe, agarré el obstáculo y lo aparté de mi rostro. Y entonces lo vi.
Y grité.
Y gritó.
Y gritamos.
¿Pero qué narices era eso?
Era una... criatura peluda de color verdoso. Parecía mantenerse a flote mediante un aro que rodeaba su rechoncha panza.
- ¡Oh, no! ¡Me han descubierto! ¿Qué hago? ¡¿Qué hago?! -se desesperó la criatura, revolviéndose en mis manos.
- ¿Eh? -logré soltar, con una mueca mezcla de incredulidad y vergüenza ajena. Un segundo más tarde, empecé a toquetearlo y examinarlo por todas las esquinas, al tiempo que la criatura chillaba. Era blandito, pero su interior duro. ¿Una criatura desconocida capaz de emular el idioma humano? ¿O quizá un robot? Le examiné los ojos y la boca, cosa que no fue muy complicado porque la tenía abierta de par en par para gritar. Pude discernir partes metálicas en su interior, lo que confirmó mis sospechas-. Así que un robot. ¿Qué haces aquí y por qué me seguías?
- ¡Suéltame, suéltame! -fue todo lo que conseguí por respuesta. Con un suspiro de resignación, liberé a la criatura robótica de su yugo, que se alejó unos metros volando y me miró con el ceño fruncido en señal de enfado-. ¡Estaba jugando! ¡Pero me has descubierto! -exclamó, con seriedad. ¿Jugando?-. ¿Y ahora qué hago? Ya no tengo con quien jugar. Tanto tiempo solo en esa central, me aburría mucho. Y entonces apareciste y pensé que podía jugar. Y no te diste cuenta de que estaba detrás de ti todo el tiempo -sonrió con satisfacción. Aquella cosa... se comportaba como un niño pequeño...
-¿Estabas tú solito en la central? ¿Estuviste solo mucho tiempo? -pregunté con fingida compasión. El robot asintió con cara triste. Wow, las emociones que podía representar su hardware eran hiperrealistas. Tenía que destriparlo y descubrir cómo funcionaba-. Pero no tienes por qué estar solo nunca más. Yo puedo ser tu amiga. Aunque no puedas jugar a perseguirme sin que me entere, podemos jugar a otras cosas -ofrecí con una sonrisa radiante y completamente falsa. La criatura me miró con ojos llenos de ilusión, y creí que había mordido el anzuelo. Pero de pronto su mirada se volvió oscura, y frunció el ceño otra vez.
- De eso nada. No me fío de ti. Eres mala, lo he visto. Decías muchas palabras malas.
Intenté contener el tic de frustración que acababa de aparecer sobre mi ceja, pero fui incapaz. Estaba empezando a perder la paciencia.
- No tengo tiempo para esto. Si quieres pudrirte aquí solo por toda la eternidad, o hasta que se te gasten las baterías, adelante. Yo me voy a jugar al mundo de los mayores -le dije con una sonrisa gélida, antes de volverme y continuar mi camino.
Tras unos metros, una cosa chocó contra mi nuca, y noté unas manitas agarrándose a mi pelo.
- ¡Espera! ¡Voy contigo! -chilló la criaturita-. ¡No quiero estar solo! ¡No me gusta estar solo!
Ante aquellas palabras, cogí al robot con ambas manos para situarlo frente a mí y mirarlo fijamente. Tenía aspecto triste.
Solo, ¿eh? Yo sabía perfectamente lo que se sentía. Acaricié su suave cabecita con delicadeza, lo que provocó que esbozase una sonrisa.
-Vamos, entonces -apremié, antes de soltarlo y echar a correr en dirección a las presencias desconocidas. La criaturita echó a volar a mi lado con entusiasmo. Debería ponerle un nombre. Llamarle "criaturita" todo el rato resulta agotador...
Meneé la cabeza con brusquedad, eliminando esa información del cerebro.
"No tengo por qué malgastar espacio recordando información inútil. Creí haberla olvidado del todo... tendré que leer algún libro para sustituir esa información por algo que tenga utilidad real...", me dije a mí misma, al tiempo que la amatista empezaba a brillar. Le presté atención para ver cómo hacía reaccionar la pantalla ella sola.
Tras un extraño ruido, como un zumbido, comenzó a salir humo por las paredes, lo que me puso automáticamente en guardia y me hizo levantarme de sopetón, dando un golpe en la mesa.
¿Había fallado? ¿Se había activado el programa de autodestrucción de la central? ¿O había acertado y aquello servía para prevenir que los enemigos pudiesen controlar la central después de activarla?
No lo tenía del todo claro, y desde luego no tenía tiempo para detenerme a pensar.
Así que, en cuanto el humo empezó a salir por las paredes, mis piernas ya estaban echando a correr en dirección al exterior de la central.
Una vez en el exterior, me detuve un momento a descansar y me volví para echar un rápido vistazo.
Activé el haki de observación para comprobar si Spanner y Zane seguían en la zona, y fue entonces cuando lo noté. Una presencia fuerte, imponente, agresiva.
¿El pollo en llamas estaba peleando? Aquello era sin duda su haki del rey. Procedía del molino donde los había visto entrar tan sólo unos minutos antes.
Pero, ¿qué debía hacer? ¿Unirme a ellos de nuevo? ¿Ayudarlos a pelear? ¿Seguir en solitario?
Fruncí el ceño y emití un chasquido de frustración, antes de echar a correr.
¿Qué bien me haría eso? ¿Qué era yo ahora, una buena samaritana? ¿Eran ellos acaso mis compañeros? ¿Mis amigos? Ja. Ni que yo tuviera de eso.
Para encontrar la fuente del poder y la tecnología que Meln parecía poseer, necesitaba información.
Necesitaba ir al lugar donde se encontraba la acción.
Había localizado las presencias de Spanner y Zane en el molino. Pero también había sido capaz de notar otras presencias.
Y, ante todas las cosas, llevaba desde que había entrado a la central con una sensación permanente en la nuca. La sensación de que alguien me estaba vigilando.
Me detuve y me volví de golpe súbitamente, en un intento paranoico por pillar al enemigo con la guardia baja. Algo chocó directamente con mi cara, impidiéndome ver. Tras el golpe, agarré el obstáculo y lo aparté de mi rostro. Y entonces lo vi.
Y grité.
Y gritó.
Y gritamos.
¿Pero qué narices era eso?
Era una... criatura peluda de color verdoso. Parecía mantenerse a flote mediante un aro que rodeaba su rechoncha panza.
- ¡Oh, no! ¡Me han descubierto! ¿Qué hago? ¡¿Qué hago?! -se desesperó la criatura, revolviéndose en mis manos.
- ¿Eh? -logré soltar, con una mueca mezcla de incredulidad y vergüenza ajena. Un segundo más tarde, empecé a toquetearlo y examinarlo por todas las esquinas, al tiempo que la criatura chillaba. Era blandito, pero su interior duro. ¿Una criatura desconocida capaz de emular el idioma humano? ¿O quizá un robot? Le examiné los ojos y la boca, cosa que no fue muy complicado porque la tenía abierta de par en par para gritar. Pude discernir partes metálicas en su interior, lo que confirmó mis sospechas-. Así que un robot. ¿Qué haces aquí y por qué me seguías?
- ¡Suéltame, suéltame! -fue todo lo que conseguí por respuesta. Con un suspiro de resignación, liberé a la criatura robótica de su yugo, que se alejó unos metros volando y me miró con el ceño fruncido en señal de enfado-. ¡Estaba jugando! ¡Pero me has descubierto! -exclamó, con seriedad. ¿Jugando?-. ¿Y ahora qué hago? Ya no tengo con quien jugar. Tanto tiempo solo en esa central, me aburría mucho. Y entonces apareciste y pensé que podía jugar. Y no te diste cuenta de que estaba detrás de ti todo el tiempo -sonrió con satisfacción. Aquella cosa... se comportaba como un niño pequeño...
-¿Estabas tú solito en la central? ¿Estuviste solo mucho tiempo? -pregunté con fingida compasión. El robot asintió con cara triste. Wow, las emociones que podía representar su hardware eran hiperrealistas. Tenía que destriparlo y descubrir cómo funcionaba-. Pero no tienes por qué estar solo nunca más. Yo puedo ser tu amiga. Aunque no puedas jugar a perseguirme sin que me entere, podemos jugar a otras cosas -ofrecí con una sonrisa radiante y completamente falsa. La criatura me miró con ojos llenos de ilusión, y creí que había mordido el anzuelo. Pero de pronto su mirada se volvió oscura, y frunció el ceño otra vez.
- De eso nada. No me fío de ti. Eres mala, lo he visto. Decías muchas palabras malas.
Intenté contener el tic de frustración que acababa de aparecer sobre mi ceja, pero fui incapaz. Estaba empezando a perder la paciencia.
- No tengo tiempo para esto. Si quieres pudrirte aquí solo por toda la eternidad, o hasta que se te gasten las baterías, adelante. Yo me voy a jugar al mundo de los mayores -le dije con una sonrisa gélida, antes de volverme y continuar mi camino.
Tras unos metros, una cosa chocó contra mi nuca, y noté unas manitas agarrándose a mi pelo.
- ¡Espera! ¡Voy contigo! -chilló la criaturita-. ¡No quiero estar solo! ¡No me gusta estar solo!
Ante aquellas palabras, cogí al robot con ambas manos para situarlo frente a mí y mirarlo fijamente. Tenía aspecto triste.
Solo, ¿eh? Yo sabía perfectamente lo que se sentía. Acaricié su suave cabecita con delicadeza, lo que provocó que esbozase una sonrisa.
-Vamos, entonces -apremié, antes de soltarlo y echar a correr en dirección a las presencias desconocidas. La criaturita echó a volar a mi lado con entusiasmo. Debería ponerle un nombre. Llamarle "criaturita" todo el rato resulta agotador...
- Resumen Meln:
Reprimir una epifanía y huir de la central al ver que todo echa humo.
Activar el haki de observación y detectar a Zane, Spanner, Ryuken, Galia, Ichizake y el tipo del puente.
Toparme con Klaus, objeto de lotería, robot que estaba en la central y llevaba vigilándome un buen rato. Jugaba a mantenerse detrás de mí y procurar que no me diese cuenta de que estaba ahí. Cuando giraba con la silla, se situó sobre mi cabeza y giró sobre sí mismo para divertirse. En cuanto me marché a todo correr, me siguió y abandonó la central.
https://www.onepiece-definitiverol.com/t19255-klaus-ia-llameante-loteria
Convencer a Klaus de que me siga y dirigirme hacia las presencias desconocidas (Ryuken, Galia, Ichizake, tipo del puente).
Simo Baker
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Mi paseo por la ciudad estaba siendo más deprimente de lo que pensaba, no conseguí dar con nadie en mi camino, y eso que no estaba siendo sigiloso precisamente. Podía dar ya la ciudad como tomada por parte de Zal. Parte de su horda había penetrado fácilmente y estaba avanzando a toda velocidad. Iba a tener que hacer un pequeño cambio de planes, si no podía evitar que se hiciesen con el control de la capital al menos debía hacer lo posible por ayudar a que les fuese arrebatado. Con esto claro comencé a centrarme más en la muralla, estando dentro tendría que haber formas sencillas para sabotearla. Si lo conseguía la horda de Zal no tendría donde protegerse. Tampoco esperaba que intentasen usar la posición estratégica en su beneficio, era una banda de salvajes, pero sin duda sería un golpe a su moral. Ruk perdería parte de la confianza de su ejército si se mostraba incapaz de defender su ciudad. Al fin y al cabo sus seguidores valoraban la fuerza por encima de todo, una derrota como esa no sería pasada por alto como si nada.
Tras un rato andando finalmente encontré algo. Al pie de la muralla, algunos de los bloques estaban movidos, dejando así ver una especie de agujero por el que podría caber. Estaba claro que un ejército no iba a caber por ahí, pero si ese agujero daba al otro lado y no encontraba nada mejor, podría servir como entrada para pequeños grupos de sabotaje y espionaje. Las guerras no siempre se ganaban enfrentándose cara a cara. Antes de ir hacia la cavidad dediqué una última ojeada a mis alrededores. Lo único interesante que llegué a ver fue un edificio aislado situado no demasiado lejos de la apertura. Parecía bastante estable, podríamos usarlo como posición avanzada. No me pareció mala idea echarle un vistazo, pero primero iba a investigar el agujero.
La antorcha no sólo había ayudado a secar mi ropa, si no que también me venía de perlas para dar un poco de luz allá donde la enorme muralla no dejase ver bien. No esperaba tardar mucho en comprobar la brecha en la muralla. Si daba al otro lado, utilizaría un dial de fulgor para lanzar un rayo al aire y atraer la atención hacia ese punto para que pudiesen encontrarlo. Tras esto comenzaría a avanzar en dirección a la edificación aislada que había visto antes para prepararla. Si por el contrario no tenía salida al exterior de la ciudad me quedaría investigándola un poco más para ver si descubría algo que me pudiese ser útil.
Tras un rato andando finalmente encontré algo. Al pie de la muralla, algunos de los bloques estaban movidos, dejando así ver una especie de agujero por el que podría caber. Estaba claro que un ejército no iba a caber por ahí, pero si ese agujero daba al otro lado y no encontraba nada mejor, podría servir como entrada para pequeños grupos de sabotaje y espionaje. Las guerras no siempre se ganaban enfrentándose cara a cara. Antes de ir hacia la cavidad dediqué una última ojeada a mis alrededores. Lo único interesante que llegué a ver fue un edificio aislado situado no demasiado lejos de la apertura. Parecía bastante estable, podríamos usarlo como posición avanzada. No me pareció mala idea echarle un vistazo, pero primero iba a investigar el agujero.
La antorcha no sólo había ayudado a secar mi ropa, si no que también me venía de perlas para dar un poco de luz allá donde la enorme muralla no dejase ver bien. No esperaba tardar mucho en comprobar la brecha en la muralla. Si daba al otro lado, utilizaría un dial de fulgor para lanzar un rayo al aire y atraer la atención hacia ese punto para que pudiesen encontrarlo. Tras esto comenzaría a avanzar en dirección a la edificación aislada que había visto antes para prepararla. Si por el contrario no tenía salida al exterior de la ciudad me quedaría investigándola un poco más para ver si descubría algo que me pudiese ser útil.
- Raghersir, Ex-Zal ahora en busca de una nueva facción que lo adopte:
- Decidir que es tarde para evitar que Zal tome la ciudad y pensar un plan para hacer que controlar la ciudad no sea una ventaja para ellos. Buscar una apertura o una forma de abrir la muralla. Ver un edificio solitario y un agujero en la muralla. Ir a investigar el agujero. Si el agujero da al otro lado, disparar con un dial de fulgor para atraer a la gente a ese punto y dirigirme al edificio para prepararlo como puesto avanzado. Si no da al otro lado y avanza por el interior de la muralla o hacia el subsuelo, investigarlo a fondo para ver si descubro algo útil.
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Había sido un viaje rápido, aunque había tardado un poco más de lo previsto pues me tocó rodear una nube extraña que apareció en mitad del camino de la nada, la habría traspasado pero me di cuenta del daño que le estaba haciendo a las plantas que había en el suelo. No eso no era una cosa natural ni de Zilda por lo que había visto. Además no había llegado al lugar de la reunión que había nombrado Dexter pero resultó ser mejor había llegado justo donde se encontraban todos, activé el haki de observación, notaba la presencia de Dexter y alguna más que me resultaba conocida además de algunas más que se habían unido.
Cuando llegué justo estaba hablando Dexter, decía de ponerse en círculo alrededor de una mesa imaginaria en ese momento hice que apareciese una ilusión de una mesa redonda dentro del circulo que formaban y entré a la conversación sin decir nada para no interrumpir al capitán que seguía hablando tenía un plan para acabar con todo Zilda, atacando a la vez la base y al pretor de esta luego el plan iba a ser ir a por Meln. Tras las palabras del yonkuo se comenzaron a pronunciar los integrantes de la reunión, el que más habló fue a quien le pidió que se presentase, en mi opinión habló mucho, pero bueno dijo algo de información que podía ser interesante,
-Yo creo que en vez de dos grupos deberíamos hacer tres, dos escuadrones de tres integrantes el primero se encargará de Beros y el otro del pretor de Meln, Beros no creo que de mucho problema ha demostrado ser un cobarde y el Meln aunque sea fuerte entre tres personas se le podrá retener, para estos grupos no hacen falta los más fuertes, con una buena estrategia se puede alcanzar el mismo resultado. Finalmente el tercer grupo sería el que asedie la base de Zilda y aquí si deberían ir los más fuertes. Me ofrezco para ir a por los pretores, a no ser que prefiráis que vaya a otro sitio – tras hablar me mantuve atento a las opiniones del resto del grupo.
Cuando llegué justo estaba hablando Dexter, decía de ponerse en círculo alrededor de una mesa imaginaria en ese momento hice que apareciese una ilusión de una mesa redonda dentro del circulo que formaban y entré a la conversación sin decir nada para no interrumpir al capitán que seguía hablando tenía un plan para acabar con todo Zilda, atacando a la vez la base y al pretor de esta luego el plan iba a ser ir a por Meln. Tras las palabras del yonkuo se comenzaron a pronunciar los integrantes de la reunión, el que más habló fue a quien le pidió que se presentase, en mi opinión habló mucho, pero bueno dijo algo de información que podía ser interesante,
-Yo creo que en vez de dos grupos deberíamos hacer tres, dos escuadrones de tres integrantes el primero se encargará de Beros y el otro del pretor de Meln, Beros no creo que de mucho problema ha demostrado ser un cobarde y el Meln aunque sea fuerte entre tres personas se le podrá retener, para estos grupos no hacen falta los más fuertes, con una buena estrategia se puede alcanzar el mismo resultado. Finalmente el tercer grupo sería el que asedie la base de Zilda y aquí si deberían ir los más fuertes. Me ofrezco para ir a por los pretores, a no ser que prefiráis que vaya a otro sitio – tras hablar me mantuve atento a las opiniones del resto del grupo.
- resumen caballeros de los gatitos:
- llegar a la reunión escuchar el plan de Dexter y la de los demás y dar mi opinión con un nuevo plan de ataque
Alice Branwen
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Alice ladeó la cabeza a un lado cuando vio que el rubio se le acercaba. De momento, todo parecía de lo más normal en el lugar. El pequeño había activado la central y la pelirroja, luego de despedirse, se marcharon del lugar, al igual que la pelinegra que protegió. Al menos la joven dio las gracias por protegerla. De todas formas, la albina tenía curiosidad por saber lo que era esa nube de electricidad. Algo pasaba en ese lugar, pero dudaba o no si preguntarle a Taiga si podía investigar ese lugar... a parte que estaba un poco lejos, por lo que tendría que forzar su cuerpo para llegar si el Soru no funcionaba. Luego de algunos segundos, la peliblanca asintió en dirección a Taiga y relajó su semblante.
– Por mi esta bien; quién sabe que podríamos encontrar más adelante, por lo que es mejor estar en un grupo grande por si las dudas – le respondió con una sonrisa. Aparte de eso, debía darle la razón en algo: el rubio en verdad era guapo, más con esos lentes puestos.
La albina guardó sus tantos y se acercó hacia el vicealmirante junto a Taiga. Ladeó su cabeza a un lado cuando escuchó sus palabras y asintió para si misma. Supuso que lo mejor era ir a la ciudad, aunque... algo le daba mala espina. Alice se encogió de hombros y, en ese momento, apareció uno pelirrojo de la nada. Éste se presentó, pero... su nombre no le sonaba. Supuso que era algún tipo de apodo, pero daba igual: entre más personas, mejor defensa tendrían.
– Alice Branwen, un placer – se presentó cortésmente la albina.
Luego de eso, frunció el ceño mientras veía esa enorme columna de electricidad. Mientras más tiempo pasaba, más curiosidad le entraba por saber lo que estaba sucediendo en ese lugar. Por como se veía, dudaba que fuera algo bueno. Jugó un poco con su coleta y le habló a sus superiores; no perdía nada con preguntarlo.
– Al-san, Taiga-san...¿Qué haremos, de momento, acerca de esa columna de electricidad? – preguntó la albina mientras mantenía la mirada fija en aquel espectáculo.
– Por mi esta bien; quién sabe que podríamos encontrar más adelante, por lo que es mejor estar en un grupo grande por si las dudas – le respondió con una sonrisa. Aparte de eso, debía darle la razón en algo: el rubio en verdad era guapo, más con esos lentes puestos.
La albina guardó sus tantos y se acercó hacia el vicealmirante junto a Taiga. Ladeó su cabeza a un lado cuando escuchó sus palabras y asintió para si misma. Supuso que lo mejor era ir a la ciudad, aunque... algo le daba mala espina. Alice se encogió de hombros y, en ese momento, apareció uno pelirrojo de la nada. Éste se presentó, pero... su nombre no le sonaba. Supuso que era algún tipo de apodo, pero daba igual: entre más personas, mejor defensa tendrían.
– Alice Branwen, un placer – se presentó cortésmente la albina.
Luego de eso, frunció el ceño mientras veía esa enorme columna de electricidad. Mientras más tiempo pasaba, más curiosidad le entraba por saber lo que estaba sucediendo en ese lugar. Por como se veía, dudaba que fuera algo bueno. Jugó un poco con su coleta y le habló a sus superiores; no perdía nada con preguntarlo.
– Al-san, Taiga-san...¿Qué haremos, de momento, acerca de esa columna de electricidad? – preguntó la albina mientras mantenía la mirada fija en aquel espectáculo.
- Balt N5:
- - Responderle a Taiga
- Divagar acerca de la columna de electricidad
- Preguntarle a Taiga y a Al acerca de la columna.
Joseph Leto
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Akuma no mi
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Al parecer el disparo del joven marine fue un buen ataque que acabó con daños considerables a las líneas enemigas, aunque hacerlo llamó la atención de sus enemigos hacia su persona. Eso podría no ser tan malo si no fuera por el hecho de que una nueva guerra se había despertado en su interior y al parecer la personalidad que llevaba la ventaja no era la mejor, todo lo contrario. Es una personalidad que para una pelea es buena, pero en general no es algo agradable. La batalla en su mente no tarda en llegar a un final en el que la retorcida personalidad de un auténtico psicópata toma control de su mente. Justo al finalizar su batalla interna el joven heredero de la familia Leto se percata de la situación que lo rodea y ve que no puede volver a usar los misiles ya que él mismo saldría dañado, o sus propios aliados.
Joseph guarda su arma en su espalda y de sus bolsillos saca lo que parecen ser dos inofensivos yo-yos, pero que muy pocos saben sus auténticas cualidades. Sin dudarlo ni un instante y con una lunática sonrisa en su rostro empieza a mover los yo-yos con una maestría asombrosa. Dichos yo-yos a simple vista son inofensivos, pero si llegan a impactar contra alguien lo cortaran con suma facilidad. El joven marine dirige sus peculiares armas hacia los enemigos que se le acercan, dirigiendo todos los golpes a zonas donde inhabilitaría o mataría a la víctima.
Joseph guarda su arma en su espalda y de sus bolsillos saca lo que parecen ser dos inofensivos yo-yos, pero que muy pocos saben sus auténticas cualidades. Sin dudarlo ni un instante y con una lunática sonrisa en su rostro empieza a mover los yo-yos con una maestría asombrosa. Dichos yo-yos a simple vista son inofensivos, pero si llegan a impactar contra alguien lo cortaran con suma facilidad. El joven marine dirige sus peculiares armas hacia los enemigos que se le acercan, dirigiendo todos los golpes a zonas donde inhabilitaría o mataría a la víctima.
- balt:
- Guardo mi cruz y saco mis yoyos para pelear con los que se acercan.
Tsang Yue
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La oscuridad envuelve al joven agente, mientras su compañera parece estar molesta con Tsang por lo que había dicho, realmente no entiende el motivo de su enfado, creer que la batalla y el asesinato honran a un dios es que ese dios no es merecedor de su título de dios. Además, pareciera como si tuviera ínfulas de grandeza, Tsang tenía órdenes y las seguiría pese a no ser de su agrado le sirven como excusa para ignorar a la muchacha y sus desvaríos de trastornada mental, pues es la impresión que el joven Yue tiene de actitudes como aquella superioridad de aquella muchacha muy poco agradable con un carácter horrible para tener en compañía. -“Menuda chiflada…”- Dijo en un susurro casi inaudible que de seguro esa mujer no escucharía. De todos modos solo lo dice para descargar su ira sin tener muchos problemas, pues acumular rabia y/o ira es un problema, al menos esas son las creencias del clan Yue.
Sus pasos siguen su rumbo, son ligeros y cuidados siguiendo al pequeño pájaro que le guía en aquella oscuridad, normalmente iría más despacio, pero en mitad de una guerra la velocidad puede separar la vida de la muerte, y por el momento el joven chamán no quiere unirse con aquellos que se comunican con él. Por ello sigue su camino sin tener en cuenta que volverá a estar solo, pero dada la compañía que tiene en ese momento hasta lo prefiere.
El joven sigue su camino hasta ver una luz colarse por el otro lado del boquete, la verdad es que le extraña que haya tardado tanto en verla, pero las piedras que tiene que evitar con la cabeza y los charcos que le molestan al cubrirle hasta la cadera le hacen ir más despacio de lo que cree que va. Mientras cruza uno de esos charcos nota algo con las manos, como si a alguien se le hubiera caído y el agua lo hubiera arrastrado. El joven se detiene un segundo y toma lo que sea y sigue su camino, ahora con una de las manos ocupadas por los objetos que recién recoge. Tras un rato más logra salir de allí y se encuentra ante una imponente ciudad, algo que no le sorprende, no porque viviera en un lugar similar, sino porque no considera que la ciudad imponente sea la mejor, para él los lugares más tranquilos y naturales siempre serán más cómodos y agradables, y en líneas generales, mejores que las grandes ciudades.
-“¿Qué demonios?”- Dice Tsang al escuchar un estruendo que lo recibe nada más salir de la grieta. Suena como una explosión, pero no puede ser, pues se acerca y los sonidos de las explosiones son más bien cortos pero contundentes. Pero sí que puede ser lo que Tsang deduce que es al ver estallar la muralla a unos doscientos metros de donde se encuentra él en esos momentos. Suelta un suspiro de alivio pues al ver el enorme tamaño de los escombros que vuelan, que parecen casas, se alegra de que su posición sea medianamente segura en comparación con otras más cercanas al punto de impacto. El joven comienza a buscar un lugar en el que cobijarse de lo que pueda pasar.
Sus pasos siguen su rumbo, son ligeros y cuidados siguiendo al pequeño pájaro que le guía en aquella oscuridad, normalmente iría más despacio, pero en mitad de una guerra la velocidad puede separar la vida de la muerte, y por el momento el joven chamán no quiere unirse con aquellos que se comunican con él. Por ello sigue su camino sin tener en cuenta que volverá a estar solo, pero dada la compañía que tiene en ese momento hasta lo prefiere.
El joven sigue su camino hasta ver una luz colarse por el otro lado del boquete, la verdad es que le extraña que haya tardado tanto en verla, pero las piedras que tiene que evitar con la cabeza y los charcos que le molestan al cubrirle hasta la cadera le hacen ir más despacio de lo que cree que va. Mientras cruza uno de esos charcos nota algo con las manos, como si a alguien se le hubiera caído y el agua lo hubiera arrastrado. El joven se detiene un segundo y toma lo que sea y sigue su camino, ahora con una de las manos ocupadas por los objetos que recién recoge. Tras un rato más logra salir de allí y se encuentra ante una imponente ciudad, algo que no le sorprende, no porque viviera en un lugar similar, sino porque no considera que la ciudad imponente sea la mejor, para él los lugares más tranquilos y naturales siempre serán más cómodos y agradables, y en líneas generales, mejores que las grandes ciudades.
-“¿Qué demonios?”- Dice Tsang al escuchar un estruendo que lo recibe nada más salir de la grieta. Suena como una explosión, pero no puede ser, pues se acerca y los sonidos de las explosiones son más bien cortos pero contundentes. Pero sí que puede ser lo que Tsang deduce que es al ver estallar la muralla a unos doscientos metros de donde se encuentra él en esos momentos. Suelta un suspiro de alivio pues al ver el enorme tamaño de los escombros que vuelan, que parecen casas, se alegra de que su posición sea medianamente segura en comparación con otras más cercanas al punto de impacto. El joven comienza a buscar un lugar en el que cobijarse de lo que pueda pasar.
- Zal:
- - Desahogarse en un susurro sobre Liv
- Cruzar la grieta tras su espíritu
- Recoger un par de rodilleras(no lo digo explícitamente pero son las de lotería)
- Salir y buscar refugio.
Nocturne93
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Akuma no mi
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Tobías contestó con unas palabras que, sinceramente, me dejaron un poco extrañado. ¿Desde cuándo hablaba de esa forma? No le di mayor importancia, ahora lo único que quería era tenerle vigilado, me tenía bastante inquieto. Aceptó y comenzó a crear ese sirope por encima del puente de hielo. Yoshi se transformó, no pude evitar quedarme mirándola unos instantes mientras alzaba el vuelo. Mi camarada, y agente del gobierno, fue en primer lugar y mis camaradas por detrás de mí, no tuvimos ningún problema en atravesar aquél puente.
No obstante, ahora mi mente me torturaba con ciertos pensamientos. Bien es cierto que habíamos logrado alcanzar una central y activarla, pero, ¿qué utilidad tenía aquello? Lo único que sabía, era que habíamos perdido el tiempo desandado lo andado, fuimos al norte y después retrocedimos volviendo hacia el sur y llegando hacia esta posición. Para colmo la guerra estaba transcurriendo por doquier y nosotros seguro llegábamos tarde. Era frustrante pensar que no estábamos logrando hacer nada de provecho, tan solo perdíamos el tiempo y vagábamos sin rumbo fijo, sin saber qué diantres hacer o qué dirección tomar. De mientras habría una gran cantidad de personas luchando una batalla, la cual parecía que rehuíamos.
Tenía la firmeza de que debíamos viajar bastante más hacia el sur y dar más apoyo en aquella guerra, tan solo así podríamos llegar a hacer algo. Aunque por otra parte no quería ser yo quien pusiera en peligro la vida de mis camaradas, pues no cabía duda alguna de que me seguirían allá donde fuese en este lugar. Y hablando de todo un poco. ¿Dónde diablos se habría metido Gusi? Esperaba que no estuviese en la guerra por otro lado, este lugar puede ser demasiado peligroso, si es cierto lo que descubrí antes de escapar de aquella prisión, todos y cada uno de los bandos de esta guerra podrían resultar bastante peligrosos, deben portar armas realmente peligrosas, y eso me hacía preocuparme por mis hombres más que otra cosa.
Avanzamos un rato tras cruzar el puente. Agradecí a Tobías por asegurar el puente y volvimos a la formación habitual, en la cual a mi lado tan solo estaba Yoshi, y Tobías al suyo, al otro lado opuesto de mí. Lo cierto es que me sentía más tranquilo estando mi querida rubia entre el agente y yo. Avanzamos, hasta que al fondo vimos un grupo de personas al lado de una de aquellas centrales. Me puse alerta y les advertí a mis camaradas, nos fuimos aproximando poco a poco, y finalmente logré reconocer a una de aquellas personas, hacía cosas y gestos extraños, pero observando ciertos detalles logré reconocer de quién se trataba, era el mismo que había creado el puente que nos había permitido avanzar, el vicealmirante Al Naion.
-Chicos -comencé a hablar sin detenerme-, puede que sea nuestro día de suerte. Aquél es el vicealmirante Al Naion, estoy seguro que él construyó el puente. Si vamos a la guerra será mejor ir junto a él, e incluso bajo sus órdenes si es necesario. Con él a nuestro lado incluso podremos tener facilidades para lograr llevar la guerra por donde queramos, al fin y al cabo es un vicealmirante, debe ser poderoso.
Nos aproximamos hacia ellos y cuando estuvimos lo suficientemente cerca como para que nos viese y reconociese, me adelanté al grupo y, realizando el clásico saludo militar, me presenté al vicealmirante.
-Saludos vicealmirante, aquí el Teniente-Comandante Kimura Hayate, junto a su división de flota de los Crimson Wolves. Nos ponemos a sus órdenes, señor.
No sabía cómo diantres reaccionaría, también estaba convencido de que mis camaradas me seguirían y fui tan inconsciente de ni siquiera consultarlo con ellos, lo vi tan claro que no me di cuenta de que tal vez no estarían de acuerdo con esta decisión. Esperaba no tener problemas por parte de ellos y que el vicealmirante aceptase que fuésemos con él.
No obstante, ahora mi mente me torturaba con ciertos pensamientos. Bien es cierto que habíamos logrado alcanzar una central y activarla, pero, ¿qué utilidad tenía aquello? Lo único que sabía, era que habíamos perdido el tiempo desandado lo andado, fuimos al norte y después retrocedimos volviendo hacia el sur y llegando hacia esta posición. Para colmo la guerra estaba transcurriendo por doquier y nosotros seguro llegábamos tarde. Era frustrante pensar que no estábamos logrando hacer nada de provecho, tan solo perdíamos el tiempo y vagábamos sin rumbo fijo, sin saber qué diantres hacer o qué dirección tomar. De mientras habría una gran cantidad de personas luchando una batalla, la cual parecía que rehuíamos.
Tenía la firmeza de que debíamos viajar bastante más hacia el sur y dar más apoyo en aquella guerra, tan solo así podríamos llegar a hacer algo. Aunque por otra parte no quería ser yo quien pusiera en peligro la vida de mis camaradas, pues no cabía duda alguna de que me seguirían allá donde fuese en este lugar. Y hablando de todo un poco. ¿Dónde diablos se habría metido Gusi? Esperaba que no estuviese en la guerra por otro lado, este lugar puede ser demasiado peligroso, si es cierto lo que descubrí antes de escapar de aquella prisión, todos y cada uno de los bandos de esta guerra podrían resultar bastante peligrosos, deben portar armas realmente peligrosas, y eso me hacía preocuparme por mis hombres más que otra cosa.
Avanzamos un rato tras cruzar el puente. Agradecí a Tobías por asegurar el puente y volvimos a la formación habitual, en la cual a mi lado tan solo estaba Yoshi, y Tobías al suyo, al otro lado opuesto de mí. Lo cierto es que me sentía más tranquilo estando mi querida rubia entre el agente y yo. Avanzamos, hasta que al fondo vimos un grupo de personas al lado de una de aquellas centrales. Me puse alerta y les advertí a mis camaradas, nos fuimos aproximando poco a poco, y finalmente logré reconocer a una de aquellas personas, hacía cosas y gestos extraños, pero observando ciertos detalles logré reconocer de quién se trataba, era el mismo que había creado el puente que nos había permitido avanzar, el vicealmirante Al Naion.
-Chicos -comencé a hablar sin detenerme-, puede que sea nuestro día de suerte. Aquél es el vicealmirante Al Naion, estoy seguro que él construyó el puente. Si vamos a la guerra será mejor ir junto a él, e incluso bajo sus órdenes si es necesario. Con él a nuestro lado incluso podremos tener facilidades para lograr llevar la guerra por donde queramos, al fin y al cabo es un vicealmirante, debe ser poderoso.
Nos aproximamos hacia ellos y cuando estuvimos lo suficientemente cerca como para que nos viese y reconociese, me adelanté al grupo y, realizando el clásico saludo militar, me presenté al vicealmirante.
-Saludos vicealmirante, aquí el Teniente-Comandante Kimura Hayate, junto a su división de flota de los Crimson Wolves. Nos ponemos a sus órdenes, señor.
No sabía cómo diantres reaccionaría, también estaba convencido de que mis camaradas me seguirían y fui tan inconsciente de ni siquiera consultarlo con ellos, lo vi tan claro que no me di cuenta de que tal vez no estarían de acuerdo con esta decisión. Esperaba no tener problemas por parte de ellos y que el vicealmirante aceptase que fuésemos con él.
- Resumen Balt:
- Pasar el puente de
Elsahielo, pensar cosas nazis, asustarme de Tobías, ver al grupo y reconocer a Al y pestar las fuerzas de los Crimson para continuar en la isla con él.
Alexandra Silvercat
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Akuma no mi
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Viendo que dirigirnos a la columna de rayos parecía demasiado temerario hasta para nosotros, Eichi y yo pusimos rumbo a la central dejando la Capital Imperial a nuestras espaldas. Ya habría tiempo de regresar cuando estuviéramos mejor preparados. Por primera vez desde que había empezado la guerra, había un verdadero sentimiento de compañerismo en mi corazón, me emocionaba la idea de dejar de ir sola por ahi... Puede que el aún ligero dolor de mi mano ayudase en aquella decisión. Hasta aquel día, no había encontrado una razón de peso para pensar que acompañada estaría mejor que por mi cuenta... Y vaya que si tenía peso la razón que había encontrado.
Mientras volábamos tranquilamente y esta vez sin demasiadas prisas a la central, caí en la cuenta de que ninguno había hecho comentario alguno sobre las capacidades del otro. Es decir, la última vez que pudimos comparar fuerzas se notaba que éramos unos simples novatillos, comparado con el poder que podíamos desplegar en ese momento. Eichi había derrotado a un enemigo bastante fuerte por lo que había visto de él, y no solo eso sino que además con sus puños había destrozado aquella pieza de armadura tan resistente... ¿Y yo? Yo estaba aún reparando huesos y aliviando dolores con mi Fulgor, si bien ya casi estaba completamente sanada mi mano.
- Oh cierto... - Mencioné, como dejando caer el asunto por casualidad. - Yo ya te había visto transformarte en aquel torneo, así que no me sorprendió verte convertido ahora. - Reconocí. - Y supongo que era lógico pensar que un ave adquiriría la capacidad de volar tarde o temprano... Pero debo disculparme, Eichi, pues nunca fui tan sincero contigo. Mi doble personalidad no es mi único secreto... - Avergonzada conmigo misma, me detuve en el aire. La central se encontraba bajo nuestros pies, así que era un buen momento para descender y continuar los pocos metros faltantes a pie.
- *¿Estás segura de que es buena idea?* - Murmuró Azrael en mi cabeza.
- *Completamente.* - Le respondí sin titubear.
-... Y tal vez, después de todo, deba contarte algunos más. Comprende que hayan cosas que no puedo decirte aunque quiera, pero espero que pueda compensar así... bueno, muchas cosas que creo necesitar compensar. - Declaré. No iba a entrar en detalles, pero mi rostro mostraba que hablaba en serio: realmente opinaba que el pelirrojo se merecía un trato mejor por mi parte. - Espero que podamos confiar el uno en el otro de verdad, porque hoy necesitaremos hacerlo más que nunca. - Llena de determinación, tomé aire y comencé a hablar.
Le hablé lo primero de todo de mi Akuma, de cómo la había consumido cuando era niña pero no había manifestado sus poderes hasta hacía relativamente poco tiempo. Le comenté por encima que consistía en darme el poder de un ángel, de ahí mi capacidad para volar, el aspecto de la armadura y mi poder de sanación. Le hablé también un poco de mi verdadero trabajo, confesándole que lo de ser DJ solo era un pasatiempo, y que realmente me ganaba la vida trabajando directamente bajo órdenes de una organización muy importante y capturando a criminales (sin dar detalles específicos). Y por último, le confesé...
- Lo cierto es que soy consciente del ridículo precio que pusieron por tu cabeza. - Cabizbaja, me sentía cada vez peor conmigo misma cuanto más me daba cuenta de cuánto le había ocultado a aquella persona frente a mí, aquella persona a la que tanto apreciaba y cuya amistad valoraba muchísimo, pero que parecía que lo había traicionado de alguna forma al callarme aquel tipo de cosas. - Conozco al hombre que consiguió que te pusieran recompensa, aunque no termino de creerme que fueras capaz de hacer todo lo que dijo que hiciste. Conociéndote, me parece que su versión de la historia debe estar algo distorsionada, y me siento impotente por no haber sido capaz de impedirlo de alguna forma. Es poco, pero sigue siendo un precio, y eso te habrá traído incontables problemas...
Me encontraba mirando al suelo, buscando las palabras con las que decir lo que tenía en mente. A pesar de querer decírselo todo, aún tenía que mantener un montón de cosas más en secreto, así que solo hablar de aquello hacía parecer que solo estuviera contando lo que me interesase, y aquella era una imagen horrible de mí que no quería que el pelirrojo tuviera. Ni él ni nadie, pero sobretodo él. Haciendo acopio de toda mi entereza, si bien estaba triste y furiosa conmigo misma no dejé que eso se reflejara demasiado en mis facciones. Tenía una mueca en la boca y mis ojos brillaban ligeramente, pero me negaba a ponerme a llorar allí, en medio de la nada y en pleno conflicto sideriano.
- Lo siento mucho, espero que comprendas por qué no te podía contar esto antes, y por qué hay más cosas que aún no te puedo contar. ¿Podrás llegar a perdonarme? - Le supliqué con la mirada.
Durante todo el rato que pasé hablando, no nos detuvimos del todo, por lo que cuando llegó aquella parte de la conversación ya estábamos prácticamente en la entrada a la central. Suponía que, decidiera lo que decidiera personalmente Eichi, aún tendría en consideración que para bien o para mal eramos ambos compañeros y aliados de Balt, y que debíamos continuar y activar aquella batería gigante, por el bien de la gente que habitaba todo Sideros y que esperaba que la guerra terminase pronto. Aun así, en aquel preciso instante me detuve y esperé su respuesta: quería saber lo que opinaba de mí el pelirrojo después de todo, antes de proceder.
Mientras volábamos tranquilamente y esta vez sin demasiadas prisas a la central, caí en la cuenta de que ninguno había hecho comentario alguno sobre las capacidades del otro. Es decir, la última vez que pudimos comparar fuerzas se notaba que éramos unos simples novatillos, comparado con el poder que podíamos desplegar en ese momento. Eichi había derrotado a un enemigo bastante fuerte por lo que había visto de él, y no solo eso sino que además con sus puños había destrozado aquella pieza de armadura tan resistente... ¿Y yo? Yo estaba aún reparando huesos y aliviando dolores con mi Fulgor, si bien ya casi estaba completamente sanada mi mano.
- Oh cierto... - Mencioné, como dejando caer el asunto por casualidad. - Yo ya te había visto transformarte en aquel torneo, así que no me sorprendió verte convertido ahora. - Reconocí. - Y supongo que era lógico pensar que un ave adquiriría la capacidad de volar tarde o temprano... Pero debo disculparme, Eichi, pues nunca fui tan sincero contigo. Mi doble personalidad no es mi único secreto... - Avergonzada conmigo misma, me detuve en el aire. La central se encontraba bajo nuestros pies, así que era un buen momento para descender y continuar los pocos metros faltantes a pie.
- *¿Estás segura de que es buena idea?* - Murmuró Azrael en mi cabeza.
- *Completamente.* - Le respondí sin titubear.
-... Y tal vez, después de todo, deba contarte algunos más. Comprende que hayan cosas que no puedo decirte aunque quiera, pero espero que pueda compensar así... bueno, muchas cosas que creo necesitar compensar. - Declaré. No iba a entrar en detalles, pero mi rostro mostraba que hablaba en serio: realmente opinaba que el pelirrojo se merecía un trato mejor por mi parte. - Espero que podamos confiar el uno en el otro de verdad, porque hoy necesitaremos hacerlo más que nunca. - Llena de determinación, tomé aire y comencé a hablar.
Le hablé lo primero de todo de mi Akuma, de cómo la había consumido cuando era niña pero no había manifestado sus poderes hasta hacía relativamente poco tiempo. Le comenté por encima que consistía en darme el poder de un ángel, de ahí mi capacidad para volar, el aspecto de la armadura y mi poder de sanación. Le hablé también un poco de mi verdadero trabajo, confesándole que lo de ser DJ solo era un pasatiempo, y que realmente me ganaba la vida trabajando directamente bajo órdenes de una organización muy importante y capturando a criminales (sin dar detalles específicos). Y por último, le confesé...
- Lo cierto es que soy consciente del ridículo precio que pusieron por tu cabeza. - Cabizbaja, me sentía cada vez peor conmigo misma cuanto más me daba cuenta de cuánto le había ocultado a aquella persona frente a mí, aquella persona a la que tanto apreciaba y cuya amistad valoraba muchísimo, pero que parecía que lo había traicionado de alguna forma al callarme aquel tipo de cosas. - Conozco al hombre que consiguió que te pusieran recompensa, aunque no termino de creerme que fueras capaz de hacer todo lo que dijo que hiciste. Conociéndote, me parece que su versión de la historia debe estar algo distorsionada, y me siento impotente por no haber sido capaz de impedirlo de alguna forma. Es poco, pero sigue siendo un precio, y eso te habrá traído incontables problemas...
Me encontraba mirando al suelo, buscando las palabras con las que decir lo que tenía en mente. A pesar de querer decírselo todo, aún tenía que mantener un montón de cosas más en secreto, así que solo hablar de aquello hacía parecer que solo estuviera contando lo que me interesase, y aquella era una imagen horrible de mí que no quería que el pelirrojo tuviera. Ni él ni nadie, pero sobretodo él. Haciendo acopio de toda mi entereza, si bien estaba triste y furiosa conmigo misma no dejé que eso se reflejara demasiado en mis facciones. Tenía una mueca en la boca y mis ojos brillaban ligeramente, pero me negaba a ponerme a llorar allí, en medio de la nada y en pleno conflicto sideriano.
- Lo siento mucho, espero que comprendas por qué no te podía contar esto antes, y por qué hay más cosas que aún no te puedo contar. ¿Podrás llegar a perdonarme? - Le supliqué con la mirada.
Durante todo el rato que pasé hablando, no nos detuvimos del todo, por lo que cuando llegó aquella parte de la conversación ya estábamos prácticamente en la entrada a la central. Suponía que, decidiera lo que decidiera personalmente Eichi, aún tendría en consideración que para bien o para mal eramos ambos compañeros y aliados de Balt, y que debíamos continuar y activar aquella batería gigante, por el bien de la gente que habitaba todo Sideros y que esperaba que la guerra terminase pronto. Aun así, en aquel preciso instante me detuve y esperé su respuesta: quería saber lo que opinaba de mí el pelirrojo después de todo, antes de proceder.
- Resumen Balt:
- Sentimentalismos varios con Eichi mientras nos acercamos a la central, muchas confesiones y esperar una respuesta. Ya luego entramos
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Aquel oscuro perro continuaba tirado en el suelo descansando, manteniéndose alerta en todo momento y controlando bien su respiración. Parecía que la situación se estaba complicando, pero ante todo continuaba dando por culo. El asesino enmascarado fue colocándose lentamente en pie y después de unos momentos volvió a su forma humana. Con su ojo izquierdo cerrado y sin un brazo, mostró una sonrisa siniestra cuanto menos. Continuaba siendo un puto peligro aun sin poder ejecutar casi técnicas. Con su haki y sus rápidos movimientos de guadaña se bastaba. Echó un vistazo a la entrada y después de unos momentos volvió a caminar hacia el interior de la cueva. Con algo de suerte podría hacerse de nuevo invisible en unos momentos y podría eludir a sus cobardes perseguidores. Sus pasos eran silenciosos y de esa forma no iban a poder cogerle.
- Cuento con unos cuantos recursos más… – Susurró sabiendo que sus rumbles serían el último acto antes de caer. Comerse tras y erradicar todo lo posible parecía ser un buen plan. – Tyran…
Susurró de repente al mismo tiempo que su único ojo brillaba un poco y le otorgaba visión térmica. Algunas gotas de sangre salieron de él, pero las limpió con su dedo, pues no dejaría rastro alguno. Así podría ver a los demás incluso en la oscuridad, aunque con su haki también podría hacerlo si era necesario. Continuó avanzando a una velocidad media al mismo tiempo que su mirada parecía calmada. Miró un momento hacia atrás para asegurarse y después de unos momentos continuó su camino. Esperaba que hubiese una salida con la que largarse de una vez de aquel sitio. Tampoco entendía mucho la mentalidad de los hombres de Meln, pero debía admitir que como poco eran imbéciles. Tanta guerra y luego iban todos por un solo hombre. Si Jin encontrase algún método para continuar combatiendo, seguramente huirían de él. Tan solo debía buscarlo.
- La muerte está conmigo… Soy el emisario de la oscuridad… Échame una jodida mano… – Susurró de nuevo mientras se relamía despacio.
- Cuento con unos cuantos recursos más… – Susurró sabiendo que sus rumbles serían el último acto antes de caer. Comerse tras y erradicar todo lo posible parecía ser un buen plan. – Tyran…
Susurró de repente al mismo tiempo que su único ojo brillaba un poco y le otorgaba visión térmica. Algunas gotas de sangre salieron de él, pero las limpió con su dedo, pues no dejaría rastro alguno. Así podría ver a los demás incluso en la oscuridad, aunque con su haki también podría hacerlo si era necesario. Continuó avanzando a una velocidad media al mismo tiempo que su mirada parecía calmada. Miró un momento hacia atrás para asegurarse y después de unos momentos continuó su camino. Esperaba que hubiese una salida con la que largarse de una vez de aquel sitio. Tampoco entendía mucho la mentalidad de los hombres de Meln, pero debía admitir que como poco eran imbéciles. Tanta guerra y luego iban todos por un solo hombre. Si Jin encontrase algún método para continuar combatiendo, seguramente huirían de él. Tan solo debía buscarlo.
- La muerte está conmigo… Soy el emisario de la oscuridad… Échame una jodida mano… – Susurró de nuevo mientras se relamía despacio.
- El Bando de Jin Surfer X7:
- Dirigirse al interior rapidamente y buscar salidas mientras avanza. Pedirle una mano a la mismisima muerte, que soy su emisario favorito (??????)
Yoshi
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Desde mi posición privilegiada, volando por encima del río y del puente de hielo me quede observando como mis compañeros cruzaban con Tobías a la cabeza, desde mi posición aérea pude observar algo extraño en el pelinegro, o más bien algo extraño en el pantalón del pelinegro ¿Que estaba pasando ahí? Ese dato que había descubierto más su extraño comportamiento con Kim... no, seguramente serían imaginaciones mías, pasaba demasiado tiempo leyendo cosas raras, aún así a partir de aquel momento estaría vigilante con aquello dos.
Olvidándome de todo aquel asunto de la cara pervertida de Tobias me mantuve alerta por su el puente no resistía y me tocaba poner en practica alguna maniobra de rescate precipitada, por suerte esto no fue necesario y todos llegaron a la otra orilla sanos y salvos, no se que o quien había construido aquel puente pero se había ganado todo mi reconocimiento. Aterricé en el suelo una vez estaban ya todos en tierra y nada más transformarme de nuevo en humana completa volvimos a iniciar la marcha, estaba harta de andar tanto pero bueno estábamos en medio de una guerra en un territorio muy amplio ¿Que me esperaba? ¿Que viniera un unicornio mágico a recogerme? Oye pues no era tan mala idea la verdad.
Me encontraba caminando entre Kimura y Tobias y después de lo que había descubierto de este último la verdad es que no podía mirarle a los ojos sin tener pensamientos raros o ponerme colorada, la verdad es que agradecía un poco estar entre esos dos para así poder hacer una especie de barrera humana entre ellos, no me atraía demasiado la idea de dejar a Tobias a solas con el pelirrojo... ¿Estaba celosa de Tobías? la guerra me estaba confundiendo.
La voz del capitán me trajo de vuelta de mis pensamientos y por una vez en lo que llevábamos caminando le escuché atentamente. Nos señaló la presencia de un grupo que estaba delante de nosotros en el que no había reparado antes perdía en mis pensamientos como estaba, debía de concentrarme más en lo que pasaba a mi alrededor si no quería que algún enemigo me sorprendiera y terminara bastante mal. Por suerte aquella gente no era enemigos al menos no según nos había dicho Kimura ya que entre ellos se encontraba el vicealmirante Al Naion, no le conocía de nada aunque hubiese oído hablar de él varias veces, aún así no me quedaba más remedio que fiarme de nuestro capitán el cual estaba convencido de que debíamos aliarnos con él y si tal y como había dicho Al era el constructor de aquel puente de hielo se había ganado algo de mi confianza.
Avanzamos hasta la posición donde se encontraba aquel grupo de personas y Kimura se acercó a hablar con el vicealmirante y a presentarse ante él ofreciendo sus servicios y bueno realmente los de toda la flota. Me quede callada a su lado observando todo lo que había a mi alrededor, no me gustaba demasiado la idea de luchar al lado de tanta gente pero si eran los deseos de Kim les cumpliría sin rechistar. En mi observación de mi alrededor me fijé en una peliblanca que me sonaba bastante, aunque tarde un rato en reconocerla en cuanto vino su recuerdo a mi memoria me adelante abandonando a Kimura y los demás para reunirme con ella. -¡Alice!- La grité efusivamente mientras la daba un abrazo, bueno más bien me tiré a su cuello para darla un enorme abrazo entusiasmado.
Olvidándome de todo aquel asunto de la cara pervertida de Tobias me mantuve alerta por su el puente no resistía y me tocaba poner en practica alguna maniobra de rescate precipitada, por suerte esto no fue necesario y todos llegaron a la otra orilla sanos y salvos, no se que o quien había construido aquel puente pero se había ganado todo mi reconocimiento. Aterricé en el suelo una vez estaban ya todos en tierra y nada más transformarme de nuevo en humana completa volvimos a iniciar la marcha, estaba harta de andar tanto pero bueno estábamos en medio de una guerra en un territorio muy amplio ¿Que me esperaba? ¿Que viniera un unicornio mágico a recogerme? Oye pues no era tan mala idea la verdad.
Me encontraba caminando entre Kimura y Tobias y después de lo que había descubierto de este último la verdad es que no podía mirarle a los ojos sin tener pensamientos raros o ponerme colorada, la verdad es que agradecía un poco estar entre esos dos para así poder hacer una especie de barrera humana entre ellos, no me atraía demasiado la idea de dejar a Tobias a solas con el pelirrojo... ¿Estaba celosa de Tobías? la guerra me estaba confundiendo.
La voz del capitán me trajo de vuelta de mis pensamientos y por una vez en lo que llevábamos caminando le escuché atentamente. Nos señaló la presencia de un grupo que estaba delante de nosotros en el que no había reparado antes perdía en mis pensamientos como estaba, debía de concentrarme más en lo que pasaba a mi alrededor si no quería que algún enemigo me sorprendiera y terminara bastante mal. Por suerte aquella gente no era enemigos al menos no según nos había dicho Kimura ya que entre ellos se encontraba el vicealmirante Al Naion, no le conocía de nada aunque hubiese oído hablar de él varias veces, aún así no me quedaba más remedio que fiarme de nuestro capitán el cual estaba convencido de que debíamos aliarnos con él y si tal y como había dicho Al era el constructor de aquel puente de hielo se había ganado algo de mi confianza.
Avanzamos hasta la posición donde se encontraba aquel grupo de personas y Kimura se acercó a hablar con el vicealmirante y a presentarse ante él ofreciendo sus servicios y bueno realmente los de toda la flota. Me quede callada a su lado observando todo lo que había a mi alrededor, no me gustaba demasiado la idea de luchar al lado de tanta gente pero si eran los deseos de Kim les cumpliría sin rechistar. En mi observación de mi alrededor me fijé en una peliblanca que me sonaba bastante, aunque tarde un rato en reconocerla en cuanto vino su recuerdo a mi memoria me adelante abandonando a Kimura y los demás para reunirme con ella. -¡Alice!- La grité efusivamente mientras la daba un abrazo, bueno más bien me tiré a su cuello para darla un enorme abrazo entusiasmado.
- resumen Balt:
Pensar cosas raras sobre Tobias, aterrizar al otro lado del puente, deshacerme de mi forma híbrida y seguir caminando junto a todos.
Más pensamientos raros sobre Tobias, reflexiones sobre Al, ver a Alice y saludarla mientras me tiro a sus brazos.
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- Meln... - murmuró, frunciendo el ceño.
Aquella nube negra extrañamente baja era inconfundible. Por mucho que esta vez no estuviera a ras de suelo, el hecho de que estuviese tan cerca de los territorios controlados por esa facción hablaba por sí solo. Por no hablar de que parecía que se estaba librando una batalla en esa zona, aunque desde tan lejos no era capaz de asegurarlo a ciencia cierta. En fin, no era asunto suyo aún. Acabarían encargándose de aquella gente a su debido tiempo, una vez se hubiesen reunido todos los desertores de Zilda y trazasen una estrategia a seguir. Por ahora estaban sólo ellos cinco, pero tanto Madara como Dexter eran mucho más poderosos que él... y él no era precisamente alguien del montón. Podrían apañárselas incluso sin ayuda, aunque esperaba que más gente se les uniera. Por mucho que hubiese dicho aquel otro idiota, ¿qué iba a pesar más, las palabras de un Yonkou o las de un desconocido? Tal vez los miembros del Gobierno desconfiaran, pero el Zafiro Negro era con diferencia el más benévolo de los cuatro Emperadores. Si él decía que ni siquiera Zilda estaba libre de pecado en aquella guerra, lo creería.
- Agárrate, creo que estamos llegando - le dijo a Silver.
Descendió tras los otros tres y se posó en el suelo, arrugando la nariz. Aquel lugar apestaba... no sabría decir a qué, pero olía realmente mal. Se agachó para que el marine bajase de su espalda. Estaban en un punto elevado, en una zona montañosa. No demasiado lejos escuchaba rumor de agua... ¿El nacimiento de un río? Creía haber visto uno descendiendo de las lomas al oeste de su posición. Suspiró y comenzó a rebuscar entre su ropa buscando su pitillera. Tras todo eso necesitaba un cigarrito para desestresarse y calmar el mono. Sin embargo, no lograba encontrar la caja. Nervioso, comenzó a rebuscar con más ímpetu, frunciendo el ceño. El sonido de su den den mushi lo estresó aún más, con lo que cogió el animal con una mueca de rabia y descolgó:
- ¿Sí? ¿Quién coño es? - su expresión cambió a una de sorpresa - ¿Jack? ¿Una... moto?
¿Qué diablos hacía en Síderos? Espera... ¿podía haber sido tan idiota como para meterse en la guerra sin avisarles? Seguro que el muy imbécil había acabado allí sin tener ni idea de cómo. Suspiró con evidente frustración:
- Mira, no sé qué carajos estás haciendo en Síderos, pero escucha: las cinco facciones son culpables de la guerra por igual, y nadie parece tener buenas intenciones - se calló un momento, pensando en las implicaciones de que lo hubiese visto - Pedazo de cazurro... ¿ESTÁS EN MELN? - soltó un grito de rabia - En fin, no sé por qué no me lo esperaba. Ven a las coordenadas T12, estamos preparando una sexta facción para combatir a las otras. Ninguno de los pretores ha demostrado merecer gobernar a este pueblo.
Tras escuchar su respuesta (a menos que le dijera algo relevante), colgó y se guardó el aparato, mientras continuaba buscando su tabaco. Mientras tanto, Dexter había comenzado a hablar y algunas personas nuevas habían llegado. Entre ellas estaba huesitos y un tipo de ojos rojos y barba, pero nadie más conocido. Intentó prestar atención a sus palabras, y ciertamente algunas cosas le llamaron mucho la atención como que pretendiera entregar Síderos al Gobierno a cambio de su alianza, pero en aquel momento lo que realmente le preocupaba era encontrar la dichosa pitillera. "Tres jodidos cigarros... era todo lo que me quedaba" pensó, rabioso. Comenzó a desnudarse y tirar la ropa al suelo, buscando el tabaco entre ella y olvidándose totalmente de que estaba en un lugar lleno de otras personas. En ese momento Dexter le mencionó y le sonrió, pero Kai estaba demasiado de los nervios para atender. Con lágrimas en los ojos, gritó:
- ¡NOOOOOOOO! ¡MI PUTO TABACO!
¿Es que era tanto pedir? Totalmente desnudo, cayó de rodillas junto a su ropa con una expresión de derrota. Aquel era el fin... ¿cómo iba a sobrevivir a una guerra entera sin nada que fumar? Pronto comenzaría a perder la cabeza y hasta Silverdude le parecería un cigarrillo andante. Hablando de eso... observó al marine rascándose la barba. "¿Si le prendo fuego por el pelo podré fumármelo? Seguro que no le duele, es un cyborg. Aunque igual queda un poco feúcho y requemado." Entonces empezó a escuchar un sonido... ¿un silbido prolongado? No, era más como de algo cayendo. Era casi como... el estruendo y el golpe en el suelo que sintió a su derecha interrumpieron sus pensamiento y le hicieron soltar un nada varonil chillido. A su lado había una enorme caja rectangular de alguna clase de metal y encima de esta un hombre fornido y musculoso con un imponente mostachón rubio, uniforme de oficial de la Marina y haciendo el saludo militar. Tras él descendió una gaviota del tamaño de un barco pequeño, saludando también con el ala y soltando un... ¿maullido?
- ¡Contrrralmirrante Legstrrrong prrresentándose! Estoy aquí parrrra entrrregarrr al Vicealmirrante Kai su nueva arrrmadurrra de combate y rrrecoger la vieja.
Tardó unos segundos en reaccionar, hipnotizado por el mostacho del hombre. Entonces sacudió la cabeza, murmuró un "sí, sí" y le pasó la bolsa de viaje en la que llevaba la armadura. ¿Nueva? ¿Qué estaba pasando allí? Bueno, si el Gobierno había decidido regalarle un juguetito nuevo él se haría el loco como si supiera de que iba el asunto y lo aceptaría. El contraalmirante recogió la bolsa, le estrechó la mano y subió de un salto a la espalda del ave.
- ¡Ha sido un placerrr, Vicealmirrante! Admirrro su actitud, un hombrrre de verrrdad no tiene nada que esconderrr. ¡Seguirrre su ejemplo!
El rubio comenzó a tensar sus imponentes pectorales, reventando su ropa con la mera presión de sus músculos y quedándose desnudo. Aún más estupefacto y sin ser consciente de que él también estaba desnudo, Kai decidió hacer como que entendía de qué iba la cosa y levantó el pulgar con una sonrisa.
- ¡Por supuesto, Contraalmirante! ¡Siga así! Puede retirarse.
Con una risotada, el hombretón dio un silbido y la gaviota alzó el vuelo mientras maullaba de nuevo. Kai lo vio alejarse aún totalmente alucinado. "Qué cojones acaba de pasar aquí..." Se percató de que Madara se le había acercado, y con una risa nerviosa le dio unas palmadas en el hombro.
- Qué tipo más raro, ¿eh Madi-chan? Mira que desnudarse en público...
Suspirando mientras negaba con la cabeza, abrió el enorme cajón metálico y se quedó totalmente de piedra. Los colores... la forma... era perfecta. Como un niño con un nuevo juguete, se apresuró a quitarla de la caja. Al momento la armadura reaccionó y comenzó a abrirse para que se metiera dentro. Sin pensárselo dos veces se la puso, y al instante supo que había nacido para llevar esa armadura. La interfaz de la IA le saludó con una suave voz masculina: "Bienvenido a su nueva armadura, la Iron Kai. Por favor, hable para comenzar con las pruebas de reconocimiento de voz."
- ¡Esto es la leche! - dijo - ¿Puedes poner música?
Al instante se desplegaron dos altavoces en sus hombros y comenzó a sonar una canción bastante animada. Se cruzó de brazos y comenzó a mover la cabeza al ritmo de la música, encantado. Aquello compensaba de sobra el no tener cigarrillos, ¡era la hostia!
- Esta canción me gusta, pero, ¿no tendrás algo de los Cocoyashi Village People?
Aquello estaba mejor. Comenzó a tararear la canción, habiendo olvidado totalmente dónde se encontraba. Comenzó a fuchicar con las opciones de la armadura, activando el aire acondicionado. Era muy agradable... y joder, menuda tecnología. Era como si no llevara nada, notaba el aire pasando por sus partes nobles y era la mar de agradable. Entonces comenzó a sonar su den den mushi de nuevo. ¿Quién sería ahora? Bajó el volumen de la música, hizo que se replegase la máscara y se acercó a cogerlo de entre sus ropas.
- Aquí Iron Kai - dijo, con una sonrisa, que al instante se le borró - Xemnas... no me digas que estás en Síderos. ¿En qué facción? ¡¿Dónde?! - al escuchar su respuesta su expresión se volvió una de terror - Escúchame, tienes que salir de ahí. ¿Me oyes? Ya mismo. Maldita sea... Dime tus coordenadas exactas, ¡iré a buscarte! Hagas lo que hagas, que esa nube negra no te toque. ¿Me has oído? ¡QUE NO TE TOQUE! - colgó y miró a Dexter - Lo siento, pero tengo que irme. Me reuniré con vosotros de inmediato; ya has visto lo veloz que soy. No puedo dejar a mi amigo a su suerte. Mi número de den den mushi es 9234-35. Avisadme cuando hayáis decidido a dónde ir y me dirigiré allí con Xemnas.
De un salto se elevó en el aire y activó los propulsores de brazos y pies, elevándose a gran velocidad. Tras eso, puso rumbo a la batalla y activó su máxima velocidad. La IA le avisó de que la batería estaba a medio cargar, y que funcionaba metiendo su fuego a los motores. "Vamos a ver de lo que esta preciosidad es capaz..." comenzó a inyectar llamas a gran potencia y activó la máxima velocidad del traje. En caso de ser menor a su Red Burster, usaría su nueva función para retirar la armadura de manos y pie y volar con su propio fuego. En cualquier caso, esperaba llegar muy pronto junto a su compañero. No podía dejar a Xemnas a su suerte. "Hagas lo que hagas... mantente vivo hasta que yo llegue. Yo te sacaré de ahí aunque me cueste la vida" pensó. Al llegar, activaría su haki de observación para buscar a su compañero.
Aquella nube negra extrañamente baja era inconfundible. Por mucho que esta vez no estuviera a ras de suelo, el hecho de que estuviese tan cerca de los territorios controlados por esa facción hablaba por sí solo. Por no hablar de que parecía que se estaba librando una batalla en esa zona, aunque desde tan lejos no era capaz de asegurarlo a ciencia cierta. En fin, no era asunto suyo aún. Acabarían encargándose de aquella gente a su debido tiempo, una vez se hubiesen reunido todos los desertores de Zilda y trazasen una estrategia a seguir. Por ahora estaban sólo ellos cinco, pero tanto Madara como Dexter eran mucho más poderosos que él... y él no era precisamente alguien del montón. Podrían apañárselas incluso sin ayuda, aunque esperaba que más gente se les uniera. Por mucho que hubiese dicho aquel otro idiota, ¿qué iba a pesar más, las palabras de un Yonkou o las de un desconocido? Tal vez los miembros del Gobierno desconfiaran, pero el Zafiro Negro era con diferencia el más benévolo de los cuatro Emperadores. Si él decía que ni siquiera Zilda estaba libre de pecado en aquella guerra, lo creería.
- Agárrate, creo que estamos llegando - le dijo a Silver.
Descendió tras los otros tres y se posó en el suelo, arrugando la nariz. Aquel lugar apestaba... no sabría decir a qué, pero olía realmente mal. Se agachó para que el marine bajase de su espalda. Estaban en un punto elevado, en una zona montañosa. No demasiado lejos escuchaba rumor de agua... ¿El nacimiento de un río? Creía haber visto uno descendiendo de las lomas al oeste de su posición. Suspiró y comenzó a rebuscar entre su ropa buscando su pitillera. Tras todo eso necesitaba un cigarrito para desestresarse y calmar el mono. Sin embargo, no lograba encontrar la caja. Nervioso, comenzó a rebuscar con más ímpetu, frunciendo el ceño. El sonido de su den den mushi lo estresó aún más, con lo que cogió el animal con una mueca de rabia y descolgó:
- ¿Sí? ¿Quién coño es? - su expresión cambió a una de sorpresa - ¿Jack? ¿Una... moto?
¿Qué diablos hacía en Síderos? Espera... ¿podía haber sido tan idiota como para meterse en la guerra sin avisarles? Seguro que el muy imbécil había acabado allí sin tener ni idea de cómo. Suspiró con evidente frustración:
- Mira, no sé qué carajos estás haciendo en Síderos, pero escucha: las cinco facciones son culpables de la guerra por igual, y nadie parece tener buenas intenciones - se calló un momento, pensando en las implicaciones de que lo hubiese visto - Pedazo de cazurro... ¿ESTÁS EN MELN? - soltó un grito de rabia - En fin, no sé por qué no me lo esperaba. Ven a las coordenadas T12, estamos preparando una sexta facción para combatir a las otras. Ninguno de los pretores ha demostrado merecer gobernar a este pueblo.
Tras escuchar su respuesta (a menos que le dijera algo relevante), colgó y se guardó el aparato, mientras continuaba buscando su tabaco. Mientras tanto, Dexter había comenzado a hablar y algunas personas nuevas habían llegado. Entre ellas estaba huesitos y un tipo de ojos rojos y barba, pero nadie más conocido. Intentó prestar atención a sus palabras, y ciertamente algunas cosas le llamaron mucho la atención como que pretendiera entregar Síderos al Gobierno a cambio de su alianza, pero en aquel momento lo que realmente le preocupaba era encontrar la dichosa pitillera. "Tres jodidos cigarros... era todo lo que me quedaba" pensó, rabioso. Comenzó a desnudarse y tirar la ropa al suelo, buscando el tabaco entre ella y olvidándose totalmente de que estaba en un lugar lleno de otras personas. En ese momento Dexter le mencionó y le sonrió, pero Kai estaba demasiado de los nervios para atender. Con lágrimas en los ojos, gritó:
- ¡NOOOOOOOO! ¡MI PUTO TABACO!
¿Es que era tanto pedir? Totalmente desnudo, cayó de rodillas junto a su ropa con una expresión de derrota. Aquel era el fin... ¿cómo iba a sobrevivir a una guerra entera sin nada que fumar? Pronto comenzaría a perder la cabeza y hasta Silverdude le parecería un cigarrillo andante. Hablando de eso... observó al marine rascándose la barba. "¿Si le prendo fuego por el pelo podré fumármelo? Seguro que no le duele, es un cyborg. Aunque igual queda un poco feúcho y requemado." Entonces empezó a escuchar un sonido... ¿un silbido prolongado? No, era más como de algo cayendo. Era casi como... el estruendo y el golpe en el suelo que sintió a su derecha interrumpieron sus pensamiento y le hicieron soltar un nada varonil chillido. A su lado había una enorme caja rectangular de alguna clase de metal y encima de esta un hombre fornido y musculoso con un imponente mostachón rubio, uniforme de oficial de la Marina y haciendo el saludo militar. Tras él descendió una gaviota del tamaño de un barco pequeño, saludando también con el ala y soltando un... ¿maullido?
- ¡Contrrralmirrante Legstrrrong prrresentándose! Estoy aquí parrrra entrrregarrr al Vicealmirrante Kai su nueva arrrmadurrra de combate y rrrecoger la vieja.
Tardó unos segundos en reaccionar, hipnotizado por el mostacho del hombre. Entonces sacudió la cabeza, murmuró un "sí, sí" y le pasó la bolsa de viaje en la que llevaba la armadura. ¿Nueva? ¿Qué estaba pasando allí? Bueno, si el Gobierno había decidido regalarle un juguetito nuevo él se haría el loco como si supiera de que iba el asunto y lo aceptaría. El contraalmirante recogió la bolsa, le estrechó la mano y subió de un salto a la espalda del ave.
- ¡Ha sido un placerrr, Vicealmirrante! Admirrro su actitud, un hombrrre de verrrdad no tiene nada que esconderrr. ¡Seguirrre su ejemplo!
El rubio comenzó a tensar sus imponentes pectorales, reventando su ropa con la mera presión de sus músculos y quedándose desnudo. Aún más estupefacto y sin ser consciente de que él también estaba desnudo, Kai decidió hacer como que entendía de qué iba la cosa y levantó el pulgar con una sonrisa.
- ¡Por supuesto, Contraalmirante! ¡Siga así! Puede retirarse.
Con una risotada, el hombretón dio un silbido y la gaviota alzó el vuelo mientras maullaba de nuevo. Kai lo vio alejarse aún totalmente alucinado. "Qué cojones acaba de pasar aquí..." Se percató de que Madara se le había acercado, y con una risa nerviosa le dio unas palmadas en el hombro.
- Qué tipo más raro, ¿eh Madi-chan? Mira que desnudarse en público...
Suspirando mientras negaba con la cabeza, abrió el enorme cajón metálico y se quedó totalmente de piedra. Los colores... la forma... era perfecta. Como un niño con un nuevo juguete, se apresuró a quitarla de la caja. Al momento la armadura reaccionó y comenzó a abrirse para que se metiera dentro. Sin pensárselo dos veces se la puso, y al instante supo que había nacido para llevar esa armadura. La interfaz de la IA le saludó con una suave voz masculina: "Bienvenido a su nueva armadura, la Iron Kai. Por favor, hable para comenzar con las pruebas de reconocimiento de voz."
- ¡Esto es la leche! - dijo - ¿Puedes poner música?
Al instante se desplegaron dos altavoces en sus hombros y comenzó a sonar una canción bastante animada. Se cruzó de brazos y comenzó a mover la cabeza al ritmo de la música, encantado. Aquello compensaba de sobra el no tener cigarrillos, ¡era la hostia!
- Esta canción me gusta, pero, ¿no tendrás algo de los Cocoyashi Village People?
Aquello estaba mejor. Comenzó a tararear la canción, habiendo olvidado totalmente dónde se encontraba. Comenzó a fuchicar con las opciones de la armadura, activando el aire acondicionado. Era muy agradable... y joder, menuda tecnología. Era como si no llevara nada, notaba el aire pasando por sus partes nobles y era la mar de agradable. Entonces comenzó a sonar su den den mushi de nuevo. ¿Quién sería ahora? Bajó el volumen de la música, hizo que se replegase la máscara y se acercó a cogerlo de entre sus ropas.
- Aquí Iron Kai - dijo, con una sonrisa, que al instante se le borró - Xemnas... no me digas que estás en Síderos. ¿En qué facción? ¡¿Dónde?! - al escuchar su respuesta su expresión se volvió una de terror - Escúchame, tienes que salir de ahí. ¿Me oyes? Ya mismo. Maldita sea... Dime tus coordenadas exactas, ¡iré a buscarte! Hagas lo que hagas, que esa nube negra no te toque. ¿Me has oído? ¡QUE NO TE TOQUE! - colgó y miró a Dexter - Lo siento, pero tengo que irme. Me reuniré con vosotros de inmediato; ya has visto lo veloz que soy. No puedo dejar a mi amigo a su suerte. Mi número de den den mushi es 9234-35. Avisadme cuando hayáis decidido a dónde ir y me dirigiré allí con Xemnas.
De un salto se elevó en el aire y activó los propulsores de brazos y pies, elevándose a gran velocidad. Tras eso, puso rumbo a la batalla y activó su máxima velocidad. La IA le avisó de que la batería estaba a medio cargar, y que funcionaba metiendo su fuego a los motores. "Vamos a ver de lo que esta preciosidad es capaz..." comenzó a inyectar llamas a gran potencia y activó la máxima velocidad del traje. En caso de ser menor a su Red Burster, usaría su nueva función para retirar la armadura de manos y pie y volar con su propio fuego. En cualquier caso, esperaba llegar muy pronto junto a su compañero. No podía dejar a Xemnas a su suerte. "Hagas lo que hagas... mantente vivo hasta que yo llegue. Yo te sacaré de ahí aunque me cueste la vida" pensó. Al llegar, activaría su haki de observación para buscar a su compañero.
- Santa Orden Templaria de los Felinos Sonrientes:
- - Blablabla
- Hablar con Jack por DDM y decirle que se reúna con los desertores de Zilda, indicándole las coordenadas.
- Desesperarse por no tener tabaco
- Escena surrealista en la que recibo la armadura de manos deArmstrongel Contraalmirante Legstrong.
- Hacer el garrulo con la armadura
- Hablar con Xemnas por DDM
- Ir a máxima velocidad a la batalla entre Balt y Meln a la posición de Xemnas, buscándolo con haki.
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La teniente se mantuvo unos segundos más oculta, esperando a que aquellas tres personas se marcharan. Creyó reconocer a uno de ellos desde lejos, más por el horrendo bicho peludo que iba con él que otra cosa. Creía recordar que era un traidor, y si era así esos no podían ser aliados. De oídas, pudo escuchar lo que parecía una conversación respecto a una rebelión. ¿Más traidores? No había podido escuchar todo, por lo que no sabía a donde se dirigirían ni por qué, aunque tampoco le importaba, de momento. Esperaría a que se fueran e iría a tomar la central, con esa ya llevaría dos y habría logrado dos para su bando, cosa que hubiera hecho antes de no ser por el capitán Jack.
-Bien, es hora de actuar...- Murmuró la chica, comenzando a movilizarse para entrar y capturar el edificio, justo cuando. -¿QUÉ?- Un grito se escapó de sus labios a causa de la sorpresa, alguien había comenzado a hablar con ella de la nada. ¿No lo había notado? "Nota mental, entrenar para estar más atenta a mis alrededores... Parece que hemos perdido facultades..." Dijo para si misma Eco, agarrando su arma al tiempo que se apartaba y giraba, poniéndose en guardia. "Eso te pasa por estar siempre tan concentrada". "Callate, Noise". Al hacerlo, se dio cuenta de que quien se encontraba frente a ella era Jack. Tenía sentido, viendo lo que le estaba diciendo a modo de "queja". Un suspiro se escapó de sus labios, tratando de ignorar el dolor de cabeza que ese hombre estaba resultando ser. -Lo dices como si hubiera estado vagueando, ¿has mirado el mapa siquiera? Había otra central de camino, la cual ya he tomado. A esta no he entrado aún porque había enemigos vigilandola y, aunque no me considere una "niña indefensa", he preferido no subestimarlos y esperar. De paso he escuchado algo sobre dejar su bando, pero no tengo los detalles.- Añadió, encogiéndose de hombros al decir esto último.
-Respecto a lo de unirse a la batalla, creo que podríamos hacerlo tras tomar esta. No te equivoques. Tengo más ganas que tú de entrar en combate, eso sin duda. Pero sé cumplir con lo que me han dicho que haga, y como ya dije, en esta guerra dudo que los rangos que hay fuera influyan, así que, preferiría que me permitiera elegir hacer esto. Luego le acompañaré sin problema. Por cierto... ¿Salvo a alguien al final o yo tenía razón?- añadió, cruzándose de brazos y mirándole con cierta curiosidad.
-Bien, es hora de actuar...- Murmuró la chica, comenzando a movilizarse para entrar y capturar el edificio, justo cuando. -¿QUÉ?- Un grito se escapó de sus labios a causa de la sorpresa, alguien había comenzado a hablar con ella de la nada. ¿No lo había notado? "Nota mental, entrenar para estar más atenta a mis alrededores... Parece que hemos perdido facultades..." Dijo para si misma Eco, agarrando su arma al tiempo que se apartaba y giraba, poniéndose en guardia. "Eso te pasa por estar siempre tan concentrada". "Callate, Noise". Al hacerlo, se dio cuenta de que quien se encontraba frente a ella era Jack. Tenía sentido, viendo lo que le estaba diciendo a modo de "queja". Un suspiro se escapó de sus labios, tratando de ignorar el dolor de cabeza que ese hombre estaba resultando ser. -Lo dices como si hubiera estado vagueando, ¿has mirado el mapa siquiera? Había otra central de camino, la cual ya he tomado. A esta no he entrado aún porque había enemigos vigilandola y, aunque no me considere una "niña indefensa", he preferido no subestimarlos y esperar. De paso he escuchado algo sobre dejar su bando, pero no tengo los detalles.- Añadió, encogiéndose de hombros al decir esto último.
-Respecto a lo de unirse a la batalla, creo que podríamos hacerlo tras tomar esta. No te equivoques. Tengo más ganas que tú de entrar en combate, eso sin duda. Pero sé cumplir con lo que me han dicho que haga, y como ya dije, en esta guerra dudo que los rangos que hay fuera influyan, así que, preferiría que me permitiera elegir hacer esto. Luego le acompañaré sin problema. Por cierto... ¿Salvo a alguien al final o yo tenía razón?- añadió, cruzándose de brazos y mirándole con cierta curiosidad.
- Meln:
- sobresaltarme por la llegada de Jack e intentar convencerle de tomar la central antes de unirse al combate.
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Kedra no se esperaba que aquella cosa le hiciera caso y se moviese a aquella enorme velocidad. Debía admitir que estaba impresionado, pero lejos de quedarse confuso mirando lo que pasaba, se agarró al robot. Le dio unas leves caricias en su cabeza metálica y estuvo atento a lo que pasaba. No se esperaba que la cosa se pusiera de su lado de aquella forma, pero al menos iba a poder cumplir cuanto antes con su cometido. Sus cabellos eran movidos de forma violenta por el portentoso viendo que provocaba moverse a semejante velocidad. No pudo evitar ver algunas armaduras por la zona, las cuales emanaban un olor a hierro algo incómodo para el pirata. Chasqueó la lengua y después de unos momentos pudo ver algo que le hizo alzar una ceja. Una peonza de fuego que desprendía el olor de su hermano y estaba hartándose a guantazos con un pájaro enorme.
- Maldito exhibicionista… – Susurró sintiendo algo de envidia y haciendo un esfuerzo sobrehumano para no bajarse a combatir él también.
No tardaron mucho más en atravesar aquel sitio debido a la buena velocidad del ser. La pared se hallaba frente a ellos y el lobo negro preparó su puño derecho para reventarla de nuevo, pero no se esperó que aquel ser comenzase a escalar de forma perfecta. No pudo evitar mostrar una sonrisa siniestra debido a que ese ser era genial. Cuando llegase hacia arriba le ordenaría seguir la dirección en la que estaba Dexter señalándosela. En poco tiempo podría llegar hasta el dragón azul de una buena vez. Entonces vería lo que tenía planeado en aquella guerra que se estaba desarrollando. Él por su parte estaba calmado y con sus fuerzas como nuevas, pues no había gastado ni una sola de sus técnicas. Bostezó un poco y después de unos momentos continuó agarrado con calma.
- Maldito exhibicionista… – Susurró sintiendo algo de envidia y haciendo un esfuerzo sobrehumano para no bajarse a combatir él también.
No tardaron mucho más en atravesar aquel sitio debido a la buena velocidad del ser. La pared se hallaba frente a ellos y el lobo negro preparó su puño derecho para reventarla de nuevo, pero no se esperó que aquel ser comenzase a escalar de forma perfecta. No pudo evitar mostrar una sonrisa siniestra debido a que ese ser era genial. Cuando llegase hacia arriba le ordenaría seguir la dirección en la que estaba Dexter señalándosela. En poco tiempo podría llegar hasta el dragón azul de una buena vez. Entonces vería lo que tenía planeado en aquella guerra que se estaba desarrollando. Él por su parte estaba calmado y con sus fuerzas como nuevas, pues no había gastado ni una sola de sus técnicas. Bostezó un poco y después de unos momentos continuó agarrado con calma.
- Zal [subiendo la muralla del Este]:
- Una vez la suba seguir a toda velocidad hacia Dexter.
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– Increíble… – susurró sorprendida. La batalla era, cuanto menos, cruenta y sanguinaria. Notó como es que los de Balt atacaban a los de su propio bando. Su mano tembló por unos segundos y sus ojos brillaron con intensidad. Estaba emocionada, pero, por alguna razón, también tenía miedo. Sus piernas no le respondían, pero su cuerpo solo quería ir y luchar. – Son demasiados enemigos. No podremos ganar… – solo hablaba consigo misma. Se ajustó los guantes, era el momento perfecto para probarlos. – Bueno, hay que hacer el intento.
Hizo chocar sus puños y un par de chispas salieron de aquellos guantes. Estaba lista. Escuchó las palabras de Xemnas y no pudo sentirse, en cierta forma, ofendida. ¿Por qué la estaba protegiendo tanto? Él debería saber mejor que nadie lo fuerte que era. Además, curar a los heridos iba a ser algo difícil y más con tanto estrés, ni siquiera había traído todo su equipo. ”Un par de vendas, desinfectantes, guantes y también aguja e hilo.” – Recordó con cierta inquietud. Notó como el vicealmirante ya empezaba a luchar. ”¿Por qué actúas así de imprudente? No… ¿Por qué no me dejas participar?” – en cierto modo lo entendía, pero ella no necesitaba que la defendieran. No había llegado tan lejos por nada. ¿Por qué lo hacía? Era obvio que este día iba a llegar, además, él no iba a estar siempre con ella. Quizá se estaba volviendo confiada y arrogante, pero nunca le había gustado que alguien la defendiera. ”Eres un idiota, Xemnas” – cerró sus ojos unos momentos y se quedó pensando qué hacer. ”No vine aquí a curar heridos. Se supone que vine a luchar, que vine a ser de ayuda. No me puedo quedar atrás.” – ¿Qué debía hacer? ¿Seguir aquella absurda orden? ¿Entrar en combate y hacer algo de utilidad?
– Lo siento, Xemnas – dijo con una suave sonrisa. Abrió sus ojos y miró el panorama, debía encontrar el sitio perfecto para poder lanzar su ataque. – Pero los mandaré a volar. – Divisó un lugar. ”Es hora de ver de lo que son capaces” – Golpeó dos veces el aire con fuerza y se generaron dos enormes ráfagas de viento. La idea era simple, ya sabía que esas cosas eran capaces de cortar acero, así que, básicamente, quería acabar con la mayor cantidad de enemigos posibles. Su haki estaba activado y preparado para todo. Tomó un poco de aire y se relajó. ”Bueno, eso debería ser suficiente… Espero” – se subió a una roca para dejarse ver con mayor facilidad.
– Deben retirarse, miembros de Balt – gritó con suficiente fuerza como para, al menos, intentar llamar su atención. Solo lo iba a intentar una vez, si no funcionaba solo se iba a unir a la batalla. No iba a gastar su saliva en gente que no le interesaba vivir y que no se daba cuenta de su situación. ¿O sí lo hacían? De ser ese el caso, solo eran idiotas. – ¡No van a ganar! Solo morirán sin sentido. Es mejor huir que morir en algo como esto, recuperen sus energías, a sus hombres y luego vuelvan – tomó una ligera pausa. – Confíen en mí. Ayuden a sus heridos y llévenlos a un lugar seguro. Yo me encargaré de ellos. – ¿Si quiera la escucharían? Es más, con esas palabras incluso abría la ventana a la duda. La duda de que ella fuera alguien enemigo. Con el fervor de la batalla activo, nadie pensaba con claridad. ¿Qué haría si la tachaban como una enemiga más? ”¿Qué harán?” – se preguntó un poco nerviosa. ¿La atacarían los miembros de Balt? ¿Le harían caso y se empezarían a retirar?
Hizo chocar sus puños y un par de chispas salieron de aquellos guantes. Estaba lista. Escuchó las palabras de Xemnas y no pudo sentirse, en cierta forma, ofendida. ¿Por qué la estaba protegiendo tanto? Él debería saber mejor que nadie lo fuerte que era. Además, curar a los heridos iba a ser algo difícil y más con tanto estrés, ni siquiera había traído todo su equipo. ”Un par de vendas, desinfectantes, guantes y también aguja e hilo.” – Recordó con cierta inquietud. Notó como el vicealmirante ya empezaba a luchar. ”¿Por qué actúas así de imprudente? No… ¿Por qué no me dejas participar?” – en cierto modo lo entendía, pero ella no necesitaba que la defendieran. No había llegado tan lejos por nada. ¿Por qué lo hacía? Era obvio que este día iba a llegar, además, él no iba a estar siempre con ella. Quizá se estaba volviendo confiada y arrogante, pero nunca le había gustado que alguien la defendiera. ”Eres un idiota, Xemnas” – cerró sus ojos unos momentos y se quedó pensando qué hacer. ”No vine aquí a curar heridos. Se supone que vine a luchar, que vine a ser de ayuda. No me puedo quedar atrás.” – ¿Qué debía hacer? ¿Seguir aquella absurda orden? ¿Entrar en combate y hacer algo de utilidad?
– Lo siento, Xemnas – dijo con una suave sonrisa. Abrió sus ojos y miró el panorama, debía encontrar el sitio perfecto para poder lanzar su ataque. – Pero los mandaré a volar. – Divisó un lugar. ”Es hora de ver de lo que son capaces” – Golpeó dos veces el aire con fuerza y se generaron dos enormes ráfagas de viento. La idea era simple, ya sabía que esas cosas eran capaces de cortar acero, así que, básicamente, quería acabar con la mayor cantidad de enemigos posibles. Su haki estaba activado y preparado para todo. Tomó un poco de aire y se relajó. ”Bueno, eso debería ser suficiente… Espero” – se subió a una roca para dejarse ver con mayor facilidad.
– Deben retirarse, miembros de Balt – gritó con suficiente fuerza como para, al menos, intentar llamar su atención. Solo lo iba a intentar una vez, si no funcionaba solo se iba a unir a la batalla. No iba a gastar su saliva en gente que no le interesaba vivir y que no se daba cuenta de su situación. ¿O sí lo hacían? De ser ese el caso, solo eran idiotas. – ¡No van a ganar! Solo morirán sin sentido. Es mejor huir que morir en algo como esto, recuperen sus energías, a sus hombres y luego vuelvan – tomó una ligera pausa. – Confíen en mí. Ayuden a sus heridos y llévenlos a un lugar seguro. Yo me encargaré de ellos. – ¿Si quiera la escucharían? Es más, con esas palabras incluso abría la ventana a la duda. La duda de que ella fuera alguien enemigo. Con el fervor de la batalla activo, nadie pensaba con claridad. ¿Qué haría si la tachaban como una enemiga más? ”¿Qué harán?” – se preguntó un poco nerviosa. ¿La atacarían los miembros de Balt? ¿Le harían caso y se empezarían a retirar?
- Balt:
- Bla, bla, bla. Atacar a un grupo enemigo con sus guantes especiales (generar dos ráfagas de viento capaces de cortar el acero). Tratar de convencer a los miembros de Balt que se deben retirar. Prepararse para el peor escenario, que la vean como una enemiga más.
Aki D. Arlia
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Aterrizamos en medio del fragor de la batalla. Había gente matándose mirases a donde mirases, pero era obvio que Balt iba ganando. Meln estaba arrinconado. Sin embargo, había más cosas a las que prestar atención. Algo extraño se estaba formando sobre nosotros, ocultándonos el sol. No parecía nada bueno.
Zuko desapareció en seguida en dirección a una especie de... ¿Rayos? ¿Azules? Que se veían a lo lejos. Llamativo era. Fruncí el ceño, yo también quería averiguar quién o qué demonios estaba provocando eso. Sin embargo... acuchillé a un tipo con mi sai mientras pensaba. Algo tendría que contribuir, aunque solo fuera para que pareciera que trabajara. Me alcé medio metro por encima de los combatientes y lancé hacia los guerreros de Meln un potente rayo de energía demoníaca. De haberla habido habría destruido sin problemas una casa bastante grande, así que sin duda les haría pupa. Pero no me quedé a verlo, otra cosa había llamado mi atención.
A mi izquierda, los pies de un cadáver bailaban sin cesar. Era curioso, el rigor mortis no suele dejar que pasen esa clase de fenómenos. Los zapatitos que portaba no quedaban bien en él; nadie llevaría zapatos de tacón a la guerra. Eran más rojos que la sangre y no se hallaban manchados ni de tierra ni de tripas, a pesar de estar cerca de ambas sustancias. Me acerqué con cuidado, el tipo definitivamente estaba muerto. Le sujeté un tobillo y el pie siguió bailando al aire. Si, definitivamente no eran unos zapatos normales. Bueno, dudaba que su dueño los fuera a echar de menos.
Agarré uno de mis cuchillos y lo más rápidamente que pude le amputé el pie derecho. Sorprendentemente el zapato siguió bailando con el pie todavía dentro. De la sorpresa, lo lancé sin casi darme cuenta a lo lejos. El otro zapato se quedó quieto entonces. Perpleja, lo saqué del pie. Relucía con inocencia. Algo confusa, lo cogí en la mano y esquivando a los combatientes fui a buscar la pareja. También estaba quieta. Le quité el trozo de muerto de dentro y me los até a la cadera; seguro que más adelante les encontraba un uso interesante.
Pero ya me había distraído bastante. Miré hacia atrás para ver cómo iba la batalla y si la nube había crecido mucho, justo antes de salir volando bastante rápido hacia la fuente de esos extraños rayos, en pos de Zuko. No iba a quedarse la diversión para el solito.
Zuko desapareció en seguida en dirección a una especie de... ¿Rayos? ¿Azules? Que se veían a lo lejos. Llamativo era. Fruncí el ceño, yo también quería averiguar quién o qué demonios estaba provocando eso. Sin embargo... acuchillé a un tipo con mi sai mientras pensaba. Algo tendría que contribuir, aunque solo fuera para que pareciera que trabajara. Me alcé medio metro por encima de los combatientes y lancé hacia los guerreros de Meln un potente rayo de energía demoníaca. De haberla habido habría destruido sin problemas una casa bastante grande, así que sin duda les haría pupa. Pero no me quedé a verlo, otra cosa había llamado mi atención.
A mi izquierda, los pies de un cadáver bailaban sin cesar. Era curioso, el rigor mortis no suele dejar que pasen esa clase de fenómenos. Los zapatitos que portaba no quedaban bien en él; nadie llevaría zapatos de tacón a la guerra. Eran más rojos que la sangre y no se hallaban manchados ni de tierra ni de tripas, a pesar de estar cerca de ambas sustancias. Me acerqué con cuidado, el tipo definitivamente estaba muerto. Le sujeté un tobillo y el pie siguió bailando al aire. Si, definitivamente no eran unos zapatos normales. Bueno, dudaba que su dueño los fuera a echar de menos.
Agarré uno de mis cuchillos y lo más rápidamente que pude le amputé el pie derecho. Sorprendentemente el zapato siguió bailando con el pie todavía dentro. De la sorpresa, lo lancé sin casi darme cuenta a lo lejos. El otro zapato se quedó quieto entonces. Perpleja, lo saqué del pie. Relucía con inocencia. Algo confusa, lo cogí en la mano y esquivando a los combatientes fui a buscar la pareja. También estaba quieta. Le quité el trozo de muerto de dentro y me los até a la cadera; seguro que más adelante les encontraba un uso interesante.
Pero ya me había distraído bastante. Miré hacia atrás para ver cómo iba la batalla y si la nube había crecido mucho, justo antes de salir volando bastante rápido hacia la fuente de esos extraños rayos, en pos de Zuko. No iba a quedarse la diversión para el solito.
- Balt:
- Tirar un rayaco de energía demoníaca sobre Meln (Potencia como para cargarme una casa), recoger mis zapatitos y correr hasta donde está el tío que lanza rayos.
Tobías Thorn
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El sirope fue avanzando lentamente por aquel puente de hielo, recubriéndolo de forma pausada al igual que todos nosotros a excepción de Yoshi, la cual lo hizo volando con el poder de su fruta. Temí que mi mente obnubilada con pensamientos cargados de contenido sexual me distrajeran de mi tarea y cayéramos al río, pero por suerte todos terminamos cruzando de una pieza.
Avanzamos recuperando la formación inicial, la cual me permitía mantenerme bastante cerca de mi capitán. El mero hecho de oler su cabello a escasos centímetros de mí cuando pasó a mi lado hizo que mi erección se hiciese más patente por mucho que intentase ocultarla entre mis ropajes, teniendo unas ganas horribles de lanzarme a su cuello. Si por mí fuese le haría un traje de sirope para luego quitárselo a lametones, o al menos eso imaginaba mientras avanzábamos. Mi deseo reprimido por el pelirrojo estaba apunto de explotar, cuando de repente llegamos a una central repleta de gente, de la cual parecía que mi precioso capitán conocía a alguno.
Mis orejas captaban cada palabra de lo que el marine decía, pero mi cerebro sólo conseguía comprender la mitad de ellas. Esa mirada bicolor sumado a aquellos labios tan sensuales hacían que me desconcentrase, incluso unas palabras se escaparon de mi boca en un quedo susurro cuando el pelirrojo se dio la vuelta y caminó hacia el grupo de gente.
- Suerte sería poder morder ese culito...
Si alguien me había escuchado y me preguntaba en un futuro, estaba dispuesto a negarlo de por siempre, pero ahora sólo quería que mis palabras fuesen realidad, y con ese pensamiento en la cabeza me quedé mientras Kimura hablaba con aquellos tipos que ahora mismo me daban igual. Yo iría donde fuese Kimura... Y si era a solas mejor. Se me ocurrían mejores cosas que hacer que perder el tiempo en esta guerra.
Avanzamos recuperando la formación inicial, la cual me permitía mantenerme bastante cerca de mi capitán. El mero hecho de oler su cabello a escasos centímetros de mí cuando pasó a mi lado hizo que mi erección se hiciese más patente por mucho que intentase ocultarla entre mis ropajes, teniendo unas ganas horribles de lanzarme a su cuello. Si por mí fuese le haría un traje de sirope para luego quitárselo a lametones, o al menos eso imaginaba mientras avanzábamos. Mi deseo reprimido por el pelirrojo estaba apunto de explotar, cuando de repente llegamos a una central repleta de gente, de la cual parecía que mi precioso capitán conocía a alguno.
Mis orejas captaban cada palabra de lo que el marine decía, pero mi cerebro sólo conseguía comprender la mitad de ellas. Esa mirada bicolor sumado a aquellos labios tan sensuales hacían que me desconcentrase, incluso unas palabras se escaparon de mi boca en un quedo susurro cuando el pelirrojo se dio la vuelta y caminó hacia el grupo de gente.
- Suerte sería poder morder ese culito...
Si alguien me había escuchado y me preguntaba en un futuro, estaba dispuesto a negarlo de por siempre, pero ahora sólo quería que mis palabras fuesen realidad, y con ese pensamiento en la cabeza me quedé mientras Kimura hablaba con aquellos tipos que ahora mismo me daban igual. Yo iría donde fuese Kimura... Y si era a solas mejor. Se me ocurrían mejores cosas que hacer que perder el tiempo en esta guerra.
- Resumen Balt:
- - Cruzar el puente con mis nakamas y pensar en tirarme a Kimura todo el rato.
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Al fin había cumplido con el objetivo principal de conquistar todo a su paso. Mostró una expresión siniestra y después de aquello sonrió de lado. Esperaba que aquello mereciese la pena, pues no tenía previsto continuar haciendo el idiota con aquellas centrales. Pasó su lengua despacio por los labios y después de unos momentos soltó una pequeña carcajada mientras miraba hacia el cielo. Ahora debía llegar de una vez al fulgor de la batalla cuanto antes y demostrar sus verdaderas fuerzas a los oponentes. Se moría de ganas de luchar y eso era normal siendo hijo de Drake. Quería mostrar los verdaderos poderes de su estilo. Se llevó la mano derecha a la cabeza y se rascó tranquilamente. Era una sensación demasiado gustosa que amaba desde que era un guepardo. Le dio un ligero picor de nariz y lo siguiente que hizo fue soltar un bostezo considerable.
Las palabras del gusano le sacaron de sus pensamientos. Su tito se estaba poniendo algo arrogante ahora que el trabajo de las centrales estaba terminado. Zero escuchó lo que dijo y se quedó mirándole con una expresión calmada. Era como si estuviese pensando una respuesta para él. Tras unos momentos agachó la cabeza y finalmente la alzó de forma siniestra. Su mirada daba un poco de miedo y no tardó en mirar al ser de forma sádica. No iba a permitir que se pasase ni un pelo y si debía dejárselo claro desde el principio, pensaba hacerlo.
- Ya he conquistado las centrales por petición tuya. No seas egoísta y ahora continuemos hacia la batalla. Un equipo se basa en la ayuda mutua y aún no me has dado nada interesante. De modo que no voy a continuar. Tal vez si me lo pides con educación me lo piense. – Mencionó al mismo tiempo que trataba de colocarle la mano en la cabeza y acariciársela un poco.
Las palabras del gusano le sacaron de sus pensamientos. Su tito se estaba poniendo algo arrogante ahora que el trabajo de las centrales estaba terminado. Zero escuchó lo que dijo y se quedó mirándole con una expresión calmada. Era como si estuviese pensando una respuesta para él. Tras unos momentos agachó la cabeza y finalmente la alzó de forma siniestra. Su mirada daba un poco de miedo y no tardó en mirar al ser de forma sádica. No iba a permitir que se pasase ni un pelo y si debía dejárselo claro desde el principio, pensaba hacerlo.
- Ya he conquistado las centrales por petición tuya. No seas egoísta y ahora continuemos hacia la batalla. Un equipo se basa en la ayuda mutua y aún no me has dado nada interesante. De modo que no voy a continuar. Tal vez si me lo pides con educación me lo piense. – Mencionó al mismo tiempo que trataba de colocarle la mano en la cabeza y acariciársela un poco.
- D10 Sarka:
- Continuar caminando hacia la batalla y hablar con el gusano.
Elya Edelweiss
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Escuchó con atención las palabras de la criatura. Por pudor, apartó la cabeza cuando cogió el Den Den Mushi. Cada uno guardaba sus aparatos donde prefería pero... no tenía por qué conocerlo todo. Carraspeó en cuanto la llamada terminó y nuevamente inclinó la cabeza en señal de gratitud.
- No olvidaré este gesto, y le agradezco el favor. Ahora, si me disculpa... no dispongo de mucho tiempo.
Diciendo esto, se dio la vuelta y salió corriendo. Al alcanzar la orilla, paró en seco. Una imponente serpiente marina se alzaba y la estaba mirando fijamente. Elya tragó saliva antes de respirar hondo y dirigirse hacia ella. Dio una cabezada en su dirección y se llevó la mano al pecho mientras decía atropelladamente:
- Mi nombre es Elya. Por favor, necesito que me lleves hasta el punto W12, es de la máxima importancia. Aún he de pelear en esta guerra.
La serpiente asintió y la joven se subió a su grupa de un salto. En seguida zarpó rumbo a la dirección que Elya le había indicado. La joven cerró los ojos y se agarró a donde pudo, esperando que todo pasara cuanto antes. Le gustaba el olor del mar en su nariz, pero el batir de su corazón en sus oídos la estaba poniendo nerviosa. Al fin, llegaron. Aún recuperándose del viaje, Elya bajó a tierra. Le dio las gracias a la criatura y echó a correr nuevamente. El dispositivo había dejado de funcionar, como comprobó entre improperios musitados por lo bajo. Sin embargo, recordaba la dirección. Aceleró, esperando llegar a tiempo de tomar parte en la batalla.
- No olvidaré este gesto, y le agradezco el favor. Ahora, si me disculpa... no dispongo de mucho tiempo.
Diciendo esto, se dio la vuelta y salió corriendo. Al alcanzar la orilla, paró en seco. Una imponente serpiente marina se alzaba y la estaba mirando fijamente. Elya tragó saliva antes de respirar hondo y dirigirse hacia ella. Dio una cabezada en su dirección y se llevó la mano al pecho mientras decía atropelladamente:
- Mi nombre es Elya. Por favor, necesito que me lleves hasta el punto W12, es de la máxima importancia. Aún he de pelear en esta guerra.
La serpiente asintió y la joven se subió a su grupa de un salto. En seguida zarpó rumbo a la dirección que Elya le había indicado. La joven cerró los ojos y se agarró a donde pudo, esperando que todo pasara cuanto antes. Le gustaba el olor del mar en su nariz, pero el batir de su corazón en sus oídos la estaba poniendo nerviosa. Al fin, llegaron. Aún recuperándose del viaje, Elya bajó a tierra. Le dio las gracias a la criatura y echó a correr nuevamente. El dispositivo había dejado de funcionar, como comprobó entre improperios musitados por lo bajo. Sin embargo, recordaba la dirección. Aceleró, esperando llegar a tiempo de tomar parte en la batalla.
- Zilda?:
- Llegar hasta W12 en la serpiente y echar a correr para alcanzar a los Guerreros de los Gatitos
Ai Nanasaki
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– No queda de otra. – Se detuvo en un árbol y volvió a su forma humana. ¿En serio no había detectado nada? Era creíble, en cierta manera, el olor a pólvora, sangre y humo le dificultaba sus labores de rastreo. ¿Qué tan lejos estaban? Golpeó el árbol con su puño, impotente e indecisa. Su cabeza estaba confundida e ideas tenía más bien poco. Solo le quedaba una opción, pero era la que no le gustaba… Mucho. Tener que llamar a Krauser. ”No me va a responder en mil años” – suspiró con pesar y miró el cielo unos minutos. ”Vamos…” – se armó de valor y sacó su den den mushi. ”Y pensé que no lo iba a usar” – esta era la segunda vez que lo usaba y la primera tampoco había sido agradable de escuchar. ”Ban…” – una vez acabara todo esto lo iba a buscar, definitivamente necesitaba una respuesta. Marcó el número del oficial de la revolución.
– ¿Hola? – diría si es que él le contestaba. – Estoy bien, dejé atrás a Al y ahora voy a reunirme contigo – su corazón iba a mil por hora y se notaba bastante nerviosa. – Sé que una disculpa no será suficiente y aceptaré cualquier castigo, pero necesito tus coordenadas… Por favor – era la primera vez que se sentía así. Ella sabía que la había cagado, inclusive el árbol lo sabía. Ya se estaba imaginando como iba a reaccionar Krauser… No, no se lo podía imaginar, era algo imposible hacer eso. – O dime qué es lo que debería hacer. Haré cualquier cosa.
Se sentó en el árbol y se quedó esperando la respuesta de él, si es que llegaba. ”Quizá ni merezca llamarlo o seguir a su lado” – dejó sus espadas a su lado. Correr sin dirección era un sin sentido, solo se iba a agotar. Además, usar su forma completa le iba a quitar mucha energía. ¿Qué debía hacer ahora? Su única esperanza era que Krauser le dijera qué debía hacer o, en su defecto, donde se localizaba. ”¿Qué haré si no responde?” – debía ponerse en el peor escenario que se podía imaginar. Dejó el den den mushi a su lado, con el altavoz apuntando a ella. No iba a tener problemas en escucharlo, después de todo, sus sentidos mejorados le harían eso muy sencillo. ”Soy una idiota”
– ¿Hola? – diría si es que él le contestaba. – Estoy bien, dejé atrás a Al y ahora voy a reunirme contigo – su corazón iba a mil por hora y se notaba bastante nerviosa. – Sé que una disculpa no será suficiente y aceptaré cualquier castigo, pero necesito tus coordenadas… Por favor – era la primera vez que se sentía así. Ella sabía que la había cagado, inclusive el árbol lo sabía. Ya se estaba imaginando como iba a reaccionar Krauser… No, no se lo podía imaginar, era algo imposible hacer eso. – O dime qué es lo que debería hacer. Haré cualquier cosa.
Se sentó en el árbol y se quedó esperando la respuesta de él, si es que llegaba. ”Quizá ni merezca llamarlo o seguir a su lado” – dejó sus espadas a su lado. Correr sin dirección era un sin sentido, solo se iba a agotar. Además, usar su forma completa le iba a quitar mucha energía. ¿Qué debía hacer ahora? Su única esperanza era que Krauser le dijera qué debía hacer o, en su defecto, donde se localizaba. ”¿Qué haré si no responde?” – debía ponerse en el peor escenario que se podía imaginar. Dejó el den den mushi a su lado, con el altavoz apuntando a ella. No iba a tener problemas en escucharlo, después de todo, sus sentidos mejorados le harían eso muy sencillo. ”Soy una idiota”
- Balt:
- Detenerse, llamar a Krauser y esperar una respuesta. Maldecirse por dentro y su decisión.
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Me distraje con la libélula. ¿Cómo había podido dejarme comprar por una libélula? De repente me siento tan estúpido como el pez con el que estamos, me lo voy a cargar. Bueno, iba, porque finalmente recordé que era fuerte como una mula y podría resultar útil. Pero en cualquier caso, descendimos por unas escaleras ocultas bajo un par de tablones, y me quedé maravillado por el perfecto estado del laboratorio en el que entramos. Bioingeniería, mesas polvorientas colocadas en un maravilloso orden. Casi todo estaba destrozado y tirado por el suelo, pero debo decir que esas mesas estaban colocadas con precisión matemática. Casi fue un orgasmo en medio de un ataque de ansiedad. No sé si me gustó o no.
-Maki, no creo que sea buena idea- me acerqué al tanque. Parecía un perfecto ejemplo de lo que podía suceder si dejabas a Zal controlar las cosas, aunque la idea de tener un ejército de hombres mántide de repente se me hizo muy apetecible. De hecho, casi deseaba que lo hiciera-. Bueno, pensándolo bien, ¿Qué podría salir mal?
Me acerqué y rocé con una mano el cristal. Creí que ese bicho abría un ojo por un instante, pero parpadeé y al instante volvía a estar cerrado. No sé si eso me asustó más o me relajó, pero tuve que contener un chillido bastante poco masculino para no perder mi honra... Aunque seguramente el salto puso de manifiesto lo poco que quedaba para que ésta implosionase. En cualquier caso, no quería estar cerca si esa cosa estaba viva, o al menos no hasta saber que podía controlarla. Y entonces vi en el suelo un arma encantadora, muy similar a la mía, con una palabra grabada: Creaviudas. Justo como la mía... Esto era una señal, ¿Qué demonios haría? Por el momento me la guardé en la funda derecha, que siempre llevaba vacía por si acaso. Bueno, y porque Talonario estaba en mi pierna, esperando el momento.
-Maki, no creo que sea buena idea- me acerqué al tanque. Parecía un perfecto ejemplo de lo que podía suceder si dejabas a Zal controlar las cosas, aunque la idea de tener un ejército de hombres mántide de repente se me hizo muy apetecible. De hecho, casi deseaba que lo hiciera-. Bueno, pensándolo bien, ¿Qué podría salir mal?
Me acerqué y rocé con una mano el cristal. Creí que ese bicho abría un ojo por un instante, pero parpadeé y al instante volvía a estar cerrado. No sé si eso me asustó más o me relajó, pero tuve que contener un chillido bastante poco masculino para no perder mi honra... Aunque seguramente el salto puso de manifiesto lo poco que quedaba para que ésta implosionase. En cualquier caso, no quería estar cerca si esa cosa estaba viva, o al menos no hasta saber que podía controlarla. Y entonces vi en el suelo un arma encantadora, muy similar a la mía, con una palabra grabada: Creaviudas. Justo como la mía... Esto era una señal, ¿Qué demonios haría? Por el momento me la guardé en la funda derecha, que siempre llevaba vacía por si acaso. Bueno, y porque Talonario estaba en mi pierna, esperando el momento.
- Resumen Zal:
- Acojonarme de esa cosa que me ha mirado. Encontrar mi superchachistola.
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Kasai se quedó callado durante aquella explicación y lo primero que hizo fue mirar a Albert de forma amable. Aquel tipo era uno de los mejores paladines, pero al parecer ahora estaba algo mal de su cabeza. Era algo que entristeció un poco al rubio hasta el punto de sentir una sensación incómoda en el corazón. Le dolía ver a las buenas personas sufrir y si el problema era un rey, habría que buscar a uno. El pistolero entonces miró por unos momentos a la pelirroja y después de nuevo a aquella persona. Admitía que quería ayudarles de la mejor forma posible, pero la cosa se estaba complicando con narices. Fue entonces cuando el usuario del serafín caminó un poco hacia Albert y después hablo dirigiéndose al juglar con un tono bastante calmado.
- En ese caso ¿Te verías capaz de gobernar? O quizás podrías indicarme alguien que pienses que podría dar la talla. Voy a ayudaros a cualquier precio, mi buen amigo.
Entonces se le ocurrió una pequeña idea. Tal vez la cosa funcionaba, pero por otro lado no estaba seguro. Pese a ver recibido algunos golpes de aquel tipo, quería que volviese a ser el de antes. No tenía en mente un principio, pero con una técnica especial a lo mejor lograba un resultado que le ayudase un poco. – Serafín, quiero curar a esta persona y derrocar su locura, por favor, ayúdame… – Dijo para sí mismo mientras estiraba su mano hacia Albert y de su palma surgía una luz dorada intensa, la cual bañó por completo al tipo. Su objetivo era usar el poder de curar, aunque por el momento solo podía heridas y enfermedades. La locura podía considerarse una enfermedad mental tal vez y a lo mejor lo lograba.
- Vamos, Albert… Vuelve a ser la persona que una vez fuiste… ¡Tenshi Tenshi No Mi! ¡Luz sagrada! – Gritó aumentando el poder al máximo y rezando para que funcionase. Quizás el espíritu que tenía dentro le concedía más poderes especiales o algo por el estilo.
- En ese caso ¿Te verías capaz de gobernar? O quizás podrías indicarme alguien que pienses que podría dar la talla. Voy a ayudaros a cualquier precio, mi buen amigo.
Entonces se le ocurrió una pequeña idea. Tal vez la cosa funcionaba, pero por otro lado no estaba seguro. Pese a ver recibido algunos golpes de aquel tipo, quería que volviese a ser el de antes. No tenía en mente un principio, pero con una técnica especial a lo mejor lograba un resultado que le ayudase un poco. – Serafín, quiero curar a esta persona y derrocar su locura, por favor, ayúdame… – Dijo para sí mismo mientras estiraba su mano hacia Albert y de su palma surgía una luz dorada intensa, la cual bañó por completo al tipo. Su objetivo era usar el poder de curar, aunque por el momento solo podía heridas y enfermedades. La locura podía considerarse una enfermedad mental tal vez y a lo mejor lo lograba.
- Vamos, Albert… Vuelve a ser la persona que una vez fuiste… ¡Tenshi Tenshi No Mi! ¡Luz sagrada! – Gritó aumentando el poder al máximo y rezando para que funcionase. Quizás el espíritu que tenía dentro le concedía más poderes especiales o algo por el estilo.
- M4:
- Hablar con el juglar, tratar de curar a Albert de su locura con la luz sagrada que cura enfermedades, de no poder hacerlo, pedirle ayuda al serafín interior para poder ayudar a esa persona al menos solo en esa ocasión.
Liv L Astrid
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La grieta por la que tuvimos de pasar era estrecha, con numerosas piedras a esquivar pues si no nos golpeábamos en la cabeza, otras zonas en cambio había agua que llegaba hasta las cinturas, momento que pasaba bastante mal pues perdía parte de mis fuerzas por la maldita debilidad de los usuarios, el joven no contestó nada a mi amenaza seguida de la orden que de desapareciese, cuando llegamos al otro lado de la muralla pude ver unos grandes edificios, verdaderamente imponentes. Pero la admiración por las construcciones se pasó casi al momento pues un potente golpe en la muralla hizo que volviese en mí.
Miré al lugar de donde provenía el estruendo, no se podía ver que es lo que había destruido la muralla debido a la gran cantidad de polvo que se levantó, el hecho también provocó que saliesen volando una gran cantidad de rocas y escombros volando en todas direcciones, me mantuve alerta y gracias a eso tuve que esquivar algunas rocas aunque no fueron demasiados por suerte para mí, miré a mi alrededor y pude ver los destrozos que habían causado. Impresionada por el tremendo poder me puse de camino al gran agujero que había en la muralla, con cuidado y atenta a lo que hubiese a mi alrededor. Según me iba acercando pude ver otra especie roca volando hacia mí y valiéndome de toda la agilidad que pude la esquivé, esta golpeó el suelo unos metros por detrás de mí justo por donde había venido, miré el lugar de impacto, no había una roca, según me acerqué al lugar vi un enorme hacha, negra con toques rojos, envainé mis espadas y la cogí, pesa bastante aunque no de forma excesiva, solamente tenía que acostumbrarme a su peso.
-Un regalo de los dioses, Liv – me dijo Trece a mi lado observando el arma – parece ser de muy buena calidad, ¿la llamaras de alguna forma?.
-Sí, fløyen av gudene el ala de los dioses – es un nombre perfecto, dado que había llegado de una gran destrucción volando hacia mí, improvisé un cinto para llevarla cargada en la espalda y la guardé, en cuanto lo hice noté como su tamaño se había reducido, parecía tener alguna habilidad especial.
Miré al lugar de donde provenía el estruendo, no se podía ver que es lo que había destruido la muralla debido a la gran cantidad de polvo que se levantó, el hecho también provocó que saliesen volando una gran cantidad de rocas y escombros volando en todas direcciones, me mantuve alerta y gracias a eso tuve que esquivar algunas rocas aunque no fueron demasiados por suerte para mí, miré a mi alrededor y pude ver los destrozos que habían causado. Impresionada por el tremendo poder me puse de camino al gran agujero que había en la muralla, con cuidado y atenta a lo que hubiese a mi alrededor. Según me iba acercando pude ver otra especie roca volando hacia mí y valiéndome de toda la agilidad que pude la esquivé, esta golpeó el suelo unos metros por detrás de mí justo por donde había venido, miré el lugar de impacto, no había una roca, según me acerqué al lugar vi un enorme hacha, negra con toques rojos, envainé mis espadas y la cogí, pesa bastante aunque no de forma excesiva, solamente tenía que acostumbrarme a su peso.
-Un regalo de los dioses, Liv – me dijo Trece a mi lado observando el arma – parece ser de muy buena calidad, ¿la llamaras de alguna forma?.
-Sí, fløyen av gudene el ala de los dioses – es un nombre perfecto, dado que había llegado de una gran destrucción volando hacia mí, improvisé un cinto para llevarla cargada en la espalda y la guardé, en cuanto lo hice noté como su tamaño se había reducido, parecía tener alguna habilidad especial.
- resumen zal:
- terminar de pasar por la grieta, ver la gran explosión e ir hacia ella, en el camino encontrarme con mi hacha de la lotería épica
Danio Rerio
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Las bolas generadas pasan por encima de varios enemigos, sonando aquello de una forma bastante horrible, casi igual que cuando Kai acababa con los asados de animales enteros. ¿Dónde estaría el señor del fuego en aquellos momentos? No lo había visto en Balt, pero estaba seguro que no se perdería algo como aquello, y menos con los banquetes que habían tenido. Si se lo había perdido, tendría mucho de lo que restregarle cuando lo volviera a ver. Esta distracción permitió a los seres aplastados por mis bolas levantarse sin que me percátese y comenzar a acercarse.
“Pero como mierdas se han… da igual, los encerraré” pensé al verlos acercase lenta e inexorablemente. Tomándome un segundo para juntar humedad ambiental, y extraída de la propia sangre maldita, rodee aquellos dos cadáveres, convirtiendo la misma en hielo gracias a mis habilidades. Tras ello, le di un puñetazo a cada “cárcel” helada, No usé toda mi fuerza, solo quería darles algo de velocidad y que la fricción reducida con el mojado suelo se los llevara lejos de allí. Aunque claro, aquello solo era una solución temporal, tenía que buscar la manera de pararlos indefinidamente.
Mientras veía avanzar a los dos cubitos de hielo me fije en la costa, barcos inmaculados de Balt liberaban montones de soldados que cargaban contra el flanco de las tropas de Meln. La batalla parecía volverse a decantar a nuestro favor, pero como la vez anterior eso podía durar poco si tenían algún nuevo as bajo la manga los enemigos. La pretora no pareció pensar en ello, o no le importaba, pues partió con parte de las tropas en dirección a donde debía estar la ciudad objetivo. Mientras comenzaba a partir, una nube se formó en el cielo, aunque era algo extraña, no oscurecía el terreno apenas y descendía sobre el campo de batalla. La dejé un poco de lado, se me había ocurrido la forma de acabar con esos seres. Llamar a la cerilla humana de mi división, y de estar por allí cerca pedirle sus servicios como incinerador.
-Kai, aquí Danio. ¿Estás en la guerra Siderana? - Tras la respuesta afirmativa. - Bien, necesito de tus servicios para quemar unos cadáveres andantes si no estás muy liado. Nos veras por una nube oscura descendiendo sobre nosotros. -Escucho antentamente como me grita algo de que no deje que me toque y de que salga de aquí corriendo para no terminar hecho papilla. – Vale, vale, te debo una comida, sabiendo lo que eso significa. -Colgué el aparato, tenía que sacar a todos esos soldados de ahí.
Me puse en la zona más alta que vi cerca de donde estaba y grite, grite más que ninguna de las otras veces, grite tan alto como fui capaz, como si quisiera que me escucharan las estrellas del firmamento.
-¡Tocar retirada! ¡Qué todo el mundo salga del campo de batalla! ¡Evitar esa maldita nube negra! Es todo otra maniobra de Meln, hasta ahora no os he fallado, hasta ahora os ayudado y apoyado, hacerme caso esa cosa consumirá todo lo que encuentre a su paso, aliado o enemigo. Si no tocáis retirada, veréis a vuestros hermanos morir por nada. Hacer que vuelvan, hacer que solo las tropas queden bajo su arma, destruirlos con sus propias tretas y vayamos tras la pretora a conquistar este lugar y limpiarlo de esa plaga de Meln.
Esperaba haber conseguido que al menos algunos cuernos de retirada sonaran en la cercanía, y rezaba para que el efecto contagio hiciera el resto. Confiaba en la palabra de Kai, y se decía que esa nube era peligrosa lo era. Me hicieran caso o no me apartaría de la zona cubierta por aquel fenómeno antes de que llegara a tierra.
“Pero como mierdas se han… da igual, los encerraré” pensé al verlos acercase lenta e inexorablemente. Tomándome un segundo para juntar humedad ambiental, y extraída de la propia sangre maldita, rodee aquellos dos cadáveres, convirtiendo la misma en hielo gracias a mis habilidades. Tras ello, le di un puñetazo a cada “cárcel” helada, No usé toda mi fuerza, solo quería darles algo de velocidad y que la fricción reducida con el mojado suelo se los llevara lejos de allí. Aunque claro, aquello solo era una solución temporal, tenía que buscar la manera de pararlos indefinidamente.
Mientras veía avanzar a los dos cubitos de hielo me fije en la costa, barcos inmaculados de Balt liberaban montones de soldados que cargaban contra el flanco de las tropas de Meln. La batalla parecía volverse a decantar a nuestro favor, pero como la vez anterior eso podía durar poco si tenían algún nuevo as bajo la manga los enemigos. La pretora no pareció pensar en ello, o no le importaba, pues partió con parte de las tropas en dirección a donde debía estar la ciudad objetivo. Mientras comenzaba a partir, una nube se formó en el cielo, aunque era algo extraña, no oscurecía el terreno apenas y descendía sobre el campo de batalla. La dejé un poco de lado, se me había ocurrido la forma de acabar con esos seres. Llamar a la cerilla humana de mi división, y de estar por allí cerca pedirle sus servicios como incinerador.
-Kai, aquí Danio. ¿Estás en la guerra Siderana? - Tras la respuesta afirmativa. - Bien, necesito de tus servicios para quemar unos cadáveres andantes si no estás muy liado. Nos veras por una nube oscura descendiendo sobre nosotros. -Escucho antentamente como me grita algo de que no deje que me toque y de que salga de aquí corriendo para no terminar hecho papilla. – Vale, vale, te debo una comida, sabiendo lo que eso significa. -Colgué el aparato, tenía que sacar a todos esos soldados de ahí.
Me puse en la zona más alta que vi cerca de donde estaba y grite, grite más que ninguna de las otras veces, grite tan alto como fui capaz, como si quisiera que me escucharan las estrellas del firmamento.
-¡Tocar retirada! ¡Qué todo el mundo salga del campo de batalla! ¡Evitar esa maldita nube negra! Es todo otra maniobra de Meln, hasta ahora no os he fallado, hasta ahora os ayudado y apoyado, hacerme caso esa cosa consumirá todo lo que encuentre a su paso, aliado o enemigo. Si no tocáis retirada, veréis a vuestros hermanos morir por nada. Hacer que vuelvan, hacer que solo las tropas queden bajo su arma, destruirlos con sus propias tretas y vayamos tras la pretora a conquistar este lugar y limpiarlo de esa plaga de Meln.
Esperaba haber conseguido que al menos algunos cuernos de retirada sonaran en la cercanía, y rezaba para que el efecto contagio hiciera el resto. Confiaba en la palabra de Kai, y se decía que esa nube era peligrosa lo era. Me hicieran caso o no me apartaría de la zona cubierta por aquel fenómeno antes de que llegara a tierra.
- Balt:
- Despistarme, transformar en cubitos de hielo a mis dos atacantes y tratar de hacerlos pasar por bolas de bolos. Acordarme de Kai por su capacidad para quemar cosas y enterarme de lo de la nube (tengo su permiso para ello). Gritar tratando de convencer a la gente para que toquen retirada y salvar la mayor parte de vidas posibles.
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