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– Perfecto. Me puede servir – Dijo mientras aterrizaba cerca de un bosque alejado del pueblo. Mientras iba cayendo, volvió a su forma humana y antes de tocar el suelo, dio un pequeño giro en el aire. – Un aterrizaje perfecto, 10 de 10. – Sonrió de forma dulce y se arregló su cabello en una coleta alta. ¿La habrían visto en el cielo? Lo dudaba mucho, se había asegurado de volar desde una gran altura… Quizá solo habían visto una silueta parecida a un pájaro y ya. Aunque bueno, tampoco le importaba si es que alguien la hubiera visto. ”Tengo que descansar y reponer energías. Quizá también comprar una que otra provisión.” – Abrió su mochila y notó que se le estaban acabando tanto las botellas de agua como su comida.
– Bien, en marcha.
Empezó a caminar hacía el pueblo. Si mal no recordaba su mapa, había llegado a Villa Sirup, en el East Blue. El mar más débil de los cuatro, así que, en teoría, no debería tener ningún problema o algo por el estilo, ¿no? Tuvo que ser bastante convincente para que le dieran permiso para poder tomarse unos cuantos días libres. ”Estúpida burocracia” – soltó un largo y tendido suspiro. Mientras caminaba, empezó a recordar cosas de su pasado que hicieron que sus ojos se oscurecieran un poco. Las pesadillas si bien no la dejaban tranquila, al menos ya no era tan recurrentes y podía, en cierta forma, controlarlas. ”Idiota” – golpeó un árbol y al no medir su fuerza, dejó un gran agujero en su tronco. – Lo siento… – susurró mientras tocaba el tronco. No iba a caerse así que estaba bien, en parte.
No tardó mucho en llegar al pueblo. La gente la miró de forma extraña, quizá por como estaba vestida: una camiseta de manga corta y un poco apretada a su cuerpo, el cuello era en “v” así que dejaba ver un gran escote y también su collar. Sus pantalones, a juego con la camiseta, solo le llegaban hasta un poco más arriba que los tobillos. Terminaba su atuendo con una gorra. Se sentó en una pequeña banca de una plaza. Al frente de ella, había una pareja y uno que otro niño jugando. Además de algunos ancianos dando un paseo. Las aves jugaban con la fuente que ahí estaba.
– Es perfecto. – Dijo mientras miraba el cielo, totalmente despejado.
– Bien, en marcha.
Empezó a caminar hacía el pueblo. Si mal no recordaba su mapa, había llegado a Villa Sirup, en el East Blue. El mar más débil de los cuatro, así que, en teoría, no debería tener ningún problema o algo por el estilo, ¿no? Tuvo que ser bastante convincente para que le dieran permiso para poder tomarse unos cuantos días libres. ”Estúpida burocracia” – soltó un largo y tendido suspiro. Mientras caminaba, empezó a recordar cosas de su pasado que hicieron que sus ojos se oscurecieran un poco. Las pesadillas si bien no la dejaban tranquila, al menos ya no era tan recurrentes y podía, en cierta forma, controlarlas. ”Idiota” – golpeó un árbol y al no medir su fuerza, dejó un gran agujero en su tronco. – Lo siento… – susurró mientras tocaba el tronco. No iba a caerse así que estaba bien, en parte.
No tardó mucho en llegar al pueblo. La gente la miró de forma extraña, quizá por como estaba vestida: una camiseta de manga corta y un poco apretada a su cuerpo, el cuello era en “v” así que dejaba ver un gran escote y también su collar. Sus pantalones, a juego con la camiseta, solo le llegaban hasta un poco más arriba que los tobillos. Terminaba su atuendo con una gorra. Se sentó en una pequeña banca de una plaza. Al frente de ella, había una pareja y uno que otro niño jugando. Además de algunos ancianos dando un paseo. Las aves jugaban con la fuente que ahí estaba.
– Es perfecto. – Dijo mientras miraba el cielo, totalmente despejado.
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Si, sobretodo una fuente con pajaritos. Aquel artefacto lleno de agua estalló de repente sin previo aviso, dejando un rastro de destrucción a su alrededor. Por suerte, las piedras no hicieron daño a nadie, pero el agua terminó por los suelos. La figura de un hombre pudo verse allí tirado, el cual tenía el pelo castaño y los ojos dorados. Estaba hecho mierda y realmente herido. Su brazo estaba en las últimas y parecía totalmente roto. El pobre hombre trató de levantarse y miró un poco confuso a su alrededor, pues no sabía bien donde estaba. Justo en ese momento pudo escucharse una especie de grito que hizo a todo el mundo quedar pensativo y saber de dónde venía.
- ¡Vuelve aquí, doscientos mil berries!
Una de aquellas casas se partió en dos literalmente, dividiéndose el tejado en mitades perfectas y quedando todo arrasado. Una figura de dos metros y medio salió de la nada. Era un tipo musculoso, vestido con una armadura roja de titanio, una melena oscura larga y unos pantalones… No, no llevaba pantalones. Iba en calzoncillos, dejando a la vista algo que podía acojonar a la gente, al menos el bulto. El enorme devastador soltó un grito de rabia al ver a su presa y de repente de una patada violenta lo tiró al suelo. El hombre finalmente quedó fuera de juego y el mercenario empezó a reír mientras lo miraba. La gente huía a toda prisa debido al miedo que daba. Fue entonces cuando Madara miró al banco.
- Joder con la niña. Qué buena está…
Dijo tirando al criminal a un lado y acercándose a la joven. Realmente era hermosa, pero el líder de Kyofu no se olvidaba del dinero y vigilaba con su haki al chico que estaba ko. Entonces fue cuando le dedicó una sonrisa siniestra a la mujer de cabellos oscuros que estaba en aquel banco sentada.
- Hola, monada. Dime ¿Qué hace un bombón como tú por aquí?
- ¡Vuelve aquí, doscientos mil berries!
Una de aquellas casas se partió en dos literalmente, dividiéndose el tejado en mitades perfectas y quedando todo arrasado. Una figura de dos metros y medio salió de la nada. Era un tipo musculoso, vestido con una armadura roja de titanio, una melena oscura larga y unos pantalones… No, no llevaba pantalones. Iba en calzoncillos, dejando a la vista algo que podía acojonar a la gente, al menos el bulto. El enorme devastador soltó un grito de rabia al ver a su presa y de repente de una patada violenta lo tiró al suelo. El hombre finalmente quedó fuera de juego y el mercenario empezó a reír mientras lo miraba. La gente huía a toda prisa debido al miedo que daba. Fue entonces cuando Madara miró al banco.
- Joder con la niña. Qué buena está…
Dijo tirando al criminal a un lado y acercándose a la joven. Realmente era hermosa, pero el líder de Kyofu no se olvidaba del dinero y vigilaba con su haki al chico que estaba ko. Entonces fue cuando le dedicó una sonrisa siniestra a la mujer de cabellos oscuros que estaba en aquel banco sentada.
- Hola, monada. Dime ¿Qué hace un bombón como tú por aquí?
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La fuente con agua estalló y eso la hizo ponerse en alerta. ¿Qué rayos pasaba ahora? Logró ver como las personas empezaban a huir, pero ella, debido quizá a su experiencia o su falta de miedo, se quedó quieta y sin decir ninguna palabra. De hecho, ni siquiera había bajado su mirada. ¿Confianza? Era posible. Su propio pasado le había dotado de una poderosa armadura que le impedía sentir miedo alguno. Suspiró con calma mientras escuchaba todo a su alrededor. Al parecer, todo indicaba que era una pelea. No se iba a meter donde no la llamaban y tampoco le interesaba. Solo quería descansar y ya. Ya suficiente tenía con el constante entrenamiento del Cipher Pol como para tener que salvar a gente que quizá ni merecía su ayuda. ”¿Por qué no puede ser un descanso de verdad?”
– Es enorme… – Susurró mientras veía a alguien famoso. Madara Uchiha, un poderoso Shichibuki y un conocido mercenario. ¿Estaba aquí en el East Blue por trabajo? Era posible. Todos los informes acerca de él decían que era un tipo adicto al dinero y que mientras le pagaran lo suficiente, haría cualquier tipo de encargo. ”Un poderoso tipo que puede ser comprado con la suficiente cantidad de dinero” – eso solo le indicaba que el poder se podía usar de diversas formas y una de ellas era esa: pagarle a gente fuerte para hacer lo que uno no puede hacer. ”No jodas…” – lo vio acercarse y escuchó sus palabras. Se preguntó, por unos segundos, si había notado que le faltaban pantalones. Ignoró ese hecho y empezó a pensar en alguna forma de lidiar con él.
– Solo buscaba un lugar donde poder pasar un par de días – le respondió de forma tranquila. No lo quería alterar. – Supongo que es mi turno… ¿Dejaste el Grand Line solo por un tipo que con suerte vale un almuerzo? Miembro actual del Ouka Shichibukai, Madara Uchiha – Le preguntó con una suave sonrisa. Al ser tan grande, tenía que esforzarse mucho para poder mirarlo a sus ojos. ¿Se debería presentar? No lo vio necesario y tampoco creía que a alguien como él le interesara recordar su nombre. No había que ser un genio o un buen adivino para saber lo que quería: Solo una noche con ella y luego olvidarla. ”Es un iluso si cree que me voy a dejar engañar. Que hombre tan simple” – pensó mientras esperaba su respuesta.
– Es enorme… – Susurró mientras veía a alguien famoso. Madara Uchiha, un poderoso Shichibuki y un conocido mercenario. ¿Estaba aquí en el East Blue por trabajo? Era posible. Todos los informes acerca de él decían que era un tipo adicto al dinero y que mientras le pagaran lo suficiente, haría cualquier tipo de encargo. ”Un poderoso tipo que puede ser comprado con la suficiente cantidad de dinero” – eso solo le indicaba que el poder se podía usar de diversas formas y una de ellas era esa: pagarle a gente fuerte para hacer lo que uno no puede hacer. ”No jodas…” – lo vio acercarse y escuchó sus palabras. Se preguntó, por unos segundos, si había notado que le faltaban pantalones. Ignoró ese hecho y empezó a pensar en alguna forma de lidiar con él.
– Solo buscaba un lugar donde poder pasar un par de días – le respondió de forma tranquila. No lo quería alterar. – Supongo que es mi turno… ¿Dejaste el Grand Line solo por un tipo que con suerte vale un almuerzo? Miembro actual del Ouka Shichibukai, Madara Uchiha – Le preguntó con una suave sonrisa. Al ser tan grande, tenía que esforzarse mucho para poder mirarlo a sus ojos. ¿Se debería presentar? No lo vio necesario y tampoco creía que a alguien como él le interesara recordar su nombre. No había que ser un genio o un buen adivino para saber lo que quería: Solo una noche con ella y luego olvidarla. ”Es un iluso si cree que me voy a dejar engañar. Que hombre tan simple” – pensó mientras esperaba su respuesta.
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La mirada del dragón estaba presente sobre la chica en todo momento, la cual parecía tener cierto toque amable en su forma de ser. Sin embargo, el mercenario estaba tranquilo al mismo tiempo que la observaba ¿Le gustaría tirársela? Por su puesto, pero… Si no lo lograba tenía a miles y mejores, por lo que no iba a llorar. Todo el mundo sabe que cuando no quedan piruletas, te compras un chupachups. Esa chica tenía cierta información sobre él y eso le hizo alzar una ceja. Después de todo era la jodida fama lo que a veces le daba un poco de por culo en algunos días. Sobre todo cuando Madara estaba en sus días difíciles (Cuando el puticlud de Galuna cerraba por reformas) El pobre miembro del Ouka se relamió despacio y acto seguido se estiró un poco al mismo tiempo que contestaba a la mujer.
- Ser famoso es una putada, todo el mundo te conoce y tú a ellos no. No he salido del Grand Line, vivo aquí en el Este. Cierto es que a veces salgo de caza al paraíso o al nuevo mundo, pero ahora no es el caso. Y sí, el dinero es dinero.
Mencionó con una mirada ciertamente siniestra. A continuación olisqueó despacio a la muchacha, notando algo distinto en ella. Era algo que no había sentido desde que entrenó con Ushi o realizó algunas misiones junto a Dexter en el nuevo mundo ¿Era posible? No descartaría que la chica se hubiese tirado al Zafiro horas antes. De todas formas, no le importaba compartir.
- No es justo que yo no sepa nada de ti, preciosa. Tan solo sé que el destino te ha regalado un cuerpo de escándalo, una belleza inmensa, una voz hermosa… Pero eres más débil que ese pirata al que he tumbado. Tu aura solo me indica que con un dedo podría tumbarte. No es que me desagrade la gente débil, pero deberías mejorar. Así los violadores de poder medio te van a romper el culo.
Nada más decir aquello mostró una sonrisa calmada y acto seguido se sentó en el suelo. Abrió las piernas tranquilamente siendo consciente de que no tenía pantalón, pero le importaba poco. El motivo era algo oscuro y no iba a ser desvelado en esta edad. Fue entonces cuando el devastador mostró una expresión terriblemente siniestra. Lo siguiente que hizo fue soltar una carcajada considerable.
- Lo he visualizado y todo, perdona, pero estabas muy mona. Bueno ¿Qué puedes contarme de ti, chica con olor a reptil? – Dejó caer al mismo tiempo que sonreía de lado.
- Ser famoso es una putada, todo el mundo te conoce y tú a ellos no. No he salido del Grand Line, vivo aquí en el Este. Cierto es que a veces salgo de caza al paraíso o al nuevo mundo, pero ahora no es el caso. Y sí, el dinero es dinero.
Mencionó con una mirada ciertamente siniestra. A continuación olisqueó despacio a la muchacha, notando algo distinto en ella. Era algo que no había sentido desde que entrenó con Ushi o realizó algunas misiones junto a Dexter en el nuevo mundo ¿Era posible? No descartaría que la chica se hubiese tirado al Zafiro horas antes. De todas formas, no le importaba compartir.
- No es justo que yo no sepa nada de ti, preciosa. Tan solo sé que el destino te ha regalado un cuerpo de escándalo, una belleza inmensa, una voz hermosa… Pero eres más débil que ese pirata al que he tumbado. Tu aura solo me indica que con un dedo podría tumbarte. No es que me desagrade la gente débil, pero deberías mejorar. Así los violadores de poder medio te van a romper el culo.
Nada más decir aquello mostró una sonrisa calmada y acto seguido se sentó en el suelo. Abrió las piernas tranquilamente siendo consciente de que no tenía pantalón, pero le importaba poco. El motivo era algo oscuro y no iba a ser desvelado en esta edad. Fue entonces cuando el devastador mostró una expresión terriblemente siniestra. Lo siguiente que hizo fue soltar una carcajada considerable.
- Lo he visualizado y todo, perdona, pero estabas muy mona. Bueno ¿Qué puedes contarme de ti, chica con olor a reptil? – Dejó caer al mismo tiempo que sonreía de lado.
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No la iba a dejar tranquila, era obvio y sus palabras le hicieron darse cuenta que era un tipo molesto. Era curioso que hablara de violadores de “poder medio” cuando el que la había violado, físicamente, no tenía mucho poder… Pero francamente era de los que mandaban. Un maldito Tenryubitto, suspiró para intentar calmarse, pero no pudo evitar mostrar una mueca de asco al recordar su rostro. Lo vio sentarse en el suelo con ambas piernas abiertas. ”Demasiado simple.” – ¿Qué debería hacer para que se fuera? Tampoco le interesaba conversar con él, pero sabía que no sería muy sencillo deshacerse de Madara.
– No me interesa ser fuerte, Madara – le dijo encogiéndose de hombros. – Supongo que no me importa tener fama o que mi nombre sea conocido por todos los mares – no era de esas personas que buscaba esas cosas. – Llegaré a tener fuerza mediante el tiempo… Supongo. – Se estiró sobre la banca y se quedó callada unos minutos.
¿Olor reptil? Era curioso que lo mencionara siendo ella un dragón. ¿Acaso se había dado cuenta? No es que le importara y bien sabía el cómo lo había hecho… Sus sentidos, al igual que ella, estaban mejorados. ”No tenía idea que tenía un olor diferente a un humano normal” – supuso que era el momento de presentarse. Su mirada divagaba entre él y algunas personas que iban pasando, pero que al verlo, decidían correr a otro lado. Ella tuvo la mala suerte de que él se fijara en ella. Incluso se sentía sorprendida que estando sentado se viera tan alto y fuerte. ”De todas las personas posibles…” – suspiró con desgana.
– Solo mi nombre – le dijo con una sonrisa. – Kaori Nanami – pensó en decirle uno falso, pero tampoco le interesaba; fijo que lo olvidaba luego de unos minutos más tarde. – El resto es personal. – Quizá si le seguía el juego y le demostraba que no iba a conseguir nada, la iba a dejar en paz. Solo debía ignorar sus “halagos” y debería ir todo bien… Debería.
– No me interesa ser fuerte, Madara – le dijo encogiéndose de hombros. – Supongo que no me importa tener fama o que mi nombre sea conocido por todos los mares – no era de esas personas que buscaba esas cosas. – Llegaré a tener fuerza mediante el tiempo… Supongo. – Se estiró sobre la banca y se quedó callada unos minutos.
¿Olor reptil? Era curioso que lo mencionara siendo ella un dragón. ¿Acaso se había dado cuenta? No es que le importara y bien sabía el cómo lo había hecho… Sus sentidos, al igual que ella, estaban mejorados. ”No tenía idea que tenía un olor diferente a un humano normal” – supuso que era el momento de presentarse. Su mirada divagaba entre él y algunas personas que iban pasando, pero que al verlo, decidían correr a otro lado. Ella tuvo la mala suerte de que él se fijara en ella. Incluso se sentía sorprendida que estando sentado se viera tan alto y fuerte. ”De todas las personas posibles…” – suspiró con desgana.
– Solo mi nombre – le dijo con una sonrisa. – Kaori Nanami – pensó en decirle uno falso, pero tampoco le interesaba; fijo que lo olvidaba luego de unos minutos más tarde. – El resto es personal. – Quizá si le seguía el juego y le demostraba que no iba a conseguir nada, la iba a dejar en paz. Solo debía ignorar sus “halagos” y debería ir todo bien… Debería.
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Una ceja fue lo que alzó el mercenario cuando se enteró de que la chica solo quería darle el nombre y lo dijo en voz alta. Soltó un pequeño bostezo y a continuación se quedó pensativo. No le sonaba de nada y si algo debía admitir, era que esa jodida cabrona se le estaba resistiendo simplemente a conocerle. Parecía demasiado orgullosa y pese a estar buena, no valía tanto. Osea, en el puticlud de Galuna había muchísimas mejores. Pero el dragón no iba a eso de primeras, tenía cierta curiosidad y no pude evitar sonreír de lado mientras colocaba su mano en la mejilla derecha.
- Qué aburrido es conocer solo el nombre de la flor, pero no sus orígenes. Puede que parezca un bárbaro, pero te aseguro que tengo más tacto de lo que parece. – Mencionó colocándose en pie.
El enorme devastador de dos metros y medio observó a la chica tapando el Sol y entonces empezó a reír de forma calmada. Lo siguiente que hizo fue meter la mano en su bolsillo y después de unos instantes sacó una pequeña bolsita. La cosa de la fuerza no era como ella decía, nadie era fuerte con el tiempo. Lo era entrenando junto al tiempo y ella no tenía un cuerpo para el sudor. Al menos no fuera de una cama. El moreno entonces mostró una expresión algo siniestra y abrió la bolsa con cuidado, pues le costaba por sus manos. Cuando lo hizo sacó un pequeño papel de color rosado seguido de otro morado.
- Estos son dos pases para los baños públicos mixtos de esta isla. Están a veinte minutos a pie de aquí. Dime, preciosa ¿Te gustaría venir? Nadie te va a obligar a quitarte la ropa, puedes bañarte vestida si te da la gana.
Esos pases iban a ser para cierta persona, pero murió. Algún cabrón la quemó. Cierto capullo que empezaba por la letra J y que terminó con la vida de aquella agente del gobierno que Madara quería. Soltó un suspiro dejando de pensar en aquello y extendió su mano hacia la morena de forma calmada.
- Qué aburrido es conocer solo el nombre de la flor, pero no sus orígenes. Puede que parezca un bárbaro, pero te aseguro que tengo más tacto de lo que parece. – Mencionó colocándose en pie.
El enorme devastador de dos metros y medio observó a la chica tapando el Sol y entonces empezó a reír de forma calmada. Lo siguiente que hizo fue meter la mano en su bolsillo y después de unos instantes sacó una pequeña bolsita. La cosa de la fuerza no era como ella decía, nadie era fuerte con el tiempo. Lo era entrenando junto al tiempo y ella no tenía un cuerpo para el sudor. Al menos no fuera de una cama. El moreno entonces mostró una expresión algo siniestra y abrió la bolsa con cuidado, pues le costaba por sus manos. Cuando lo hizo sacó un pequeño papel de color rosado seguido de otro morado.
- Estos son dos pases para los baños públicos mixtos de esta isla. Están a veinte minutos a pie de aquí. Dime, preciosa ¿Te gustaría venir? Nadie te va a obligar a quitarte la ropa, puedes bañarte vestida si te da la gana.
Esos pases iban a ser para cierta persona, pero murió. Algún cabrón la quemó. Cierto capullo que empezaba por la letra J y que terminó con la vida de aquella agente del gobierno que Madara quería. Soltó un suspiro dejando de pensar en aquello y extendió su mano hacia la morena de forma calmada.
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– No es que no quiera contarlo… – mencionó con cierto tono triste. – Solo me trae malos recuerdos – Jugó con sus dedos unos segundos. Era cierto, lo estaba juzgando solo por su apariencia y eso no era justo para nadie. Suspiró con calma y notó como es que Madara se levantaba y tapaba el sol con su monstruoso cuerpo. Se preguntó que habría comido para llegar a ser así de alto. Se levantó y miró los boletos. ¿Baños mixtos? Eso era algo nuevo, pero quizá era buena idea y quizá, de esa forma, lograba despejar su cabeza. – Vamos – le dijo con una suave sonrisa y un tono bastante dulce. Agarró uno de esos boletos. – ¿Qué harás con él? – Apuntó al tipo que él había noqueado.
– Ah… Cierto – le dijo mientras empezaba a caminar de espaldas y mirando al Shichibukai. Debía decirle algo. – Lo siento por mi actitud, solo te juzgue mal – tomó una leve pausa y se volvió a girar. – Quizá oliste un olor a reptil en mi porque soy una usuaria de las Akuma no mi, Ryu Ryu no mi, modelo dragón de bronce – dijo casi con orgullo, casi. – ¿Igual que tú, no? Tú olor es muy diferente al resto de las personas. – Pensó en bromear con él, pero decidió callarse… Aún no tenía la suficiente confianza con él como para hacer aquello.
El camino fue bastante tranquilo, nadie se atrevía a cruzarse en su camino. Quizá por el hecho de que Madara imponía mucho miedo. ”Debe ser hasta normal” – todos los rumores que corrían de él eran, en cierta parte, entre malos y buenos. Ella se haría su propia visión de él al finalizar el día. Por el resto, ella solo lo seguiría hasta llegar a esos baños mixtos. Se preguntó si en ese lugar sería todo distinto o sería la misma reacción que todos los que se cruzaban o veían a Madara.
– Ah… Cierto – le dijo mientras empezaba a caminar de espaldas y mirando al Shichibukai. Debía decirle algo. – Lo siento por mi actitud, solo te juzgue mal – tomó una leve pausa y se volvió a girar. – Quizá oliste un olor a reptil en mi porque soy una usuaria de las Akuma no mi, Ryu Ryu no mi, modelo dragón de bronce – dijo casi con orgullo, casi. – ¿Igual que tú, no? Tú olor es muy diferente al resto de las personas. – Pensó en bromear con él, pero decidió callarse… Aún no tenía la suficiente confianza con él como para hacer aquello.
El camino fue bastante tranquilo, nadie se atrevía a cruzarse en su camino. Quizá por el hecho de que Madara imponía mucho miedo. ”Debe ser hasta normal” – todos los rumores que corrían de él eran, en cierta parte, entre malos y buenos. Ella se haría su propia visión de él al finalizar el día. Por el resto, ella solo lo seguiría hasta llegar a esos baños mixtos. Se preguntó si en ese lugar sería todo distinto o sería la misma reacción que todos los que se cruzaban o veían a Madara.
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Por fin había entrado en razón aquella mujer, no solo se había disculpado, sino que además había decidido irse con él. Al final no iba a ser tan orgullosa como parecía y simplemente se quedó observándola con una expresión calmada. Lo que hizo a continuación fue dirigir su mirada hacia el cuerpo de aquel capullo inconsciente. Dejarlo allí era lo correcto, pues ya había aprendido la lección. Además, el precio que tenía tampoco era gran cosa. El mercenario no sabía lo que hacer respecto a ese tipo. Finalmente miró a la joven con una sonrisa ladeada y asintió con la cabeza. Sabía bien lo que iba a hacer con aquel tipo que seguramente escarmentaría por lo que había sucedido.
Claramente, el dragón caminaba con aquel capullo en los hombros, a la trena. El dinero era lo primero para el devastador y nadie iba a cambiar aquel precioso hecho en la vida. En su rostro podía verse una expresión algo cabrona, pero era la pura verdad. También se sorprendió al saber que la muchacha se trataba del dragón de bronce, un ser bastante peligroso. Él disponía del poder del negro, algo que le hacía muy carismático a la hora de ser nombrado. El color de la oscuridad iba perfecto con él y eso no era ningún secreto. No tardó mucho en llevarse la mano derecha al mentón y quedarse un poco pensativo. Con Dexter, su asesino personal, el colega del zafiro, su arquera… Joder, todo se estaba llenando de putos dragones por todas partes. Era un espectáculo increíble.
- Soy el dragón negro, como ya habrás oído hablar. El más conocido después del azul por ser un miembro del Ouka Shichibukai y actualmente el más fuerte de los siete. No me siento muy orgulloso del título del tanque de las sombras, pero mientras me den mi parte me da lo mismo.
Dijo al mismo tiempo que mostraba una expresión calmada. Entonces pudo ver una especie de casa enorme del que salían vapores de la parte de atrás. Claramente, habían llegado al sitio donde pasarían. El mercenario entonces mostró una sonrisa ladeada y entró por la puerta, agachándose para poder entrar, pues era pequeña para él. El pobre anciano casi le dio un ataque cuando observó a semejante monstruo frente a sus ojos. Presentó los billetes y el tipo les dio una llave, a lo que Madara observó a la joven.
- ¿La coges tú, linda? Me es incómodo usar esas cosas tan pequeñas con estas manos… – Dijo con una gotita de sudor cayéndole por la cabeza.
Claramente, el dragón caminaba con aquel capullo en los hombros, a la trena. El dinero era lo primero para el devastador y nadie iba a cambiar aquel precioso hecho en la vida. En su rostro podía verse una expresión algo cabrona, pero era la pura verdad. También se sorprendió al saber que la muchacha se trataba del dragón de bronce, un ser bastante peligroso. Él disponía del poder del negro, algo que le hacía muy carismático a la hora de ser nombrado. El color de la oscuridad iba perfecto con él y eso no era ningún secreto. No tardó mucho en llevarse la mano derecha al mentón y quedarse un poco pensativo. Con Dexter, su asesino personal, el colega del zafiro, su arquera… Joder, todo se estaba llenando de putos dragones por todas partes. Era un espectáculo increíble.
- Soy el dragón negro, como ya habrás oído hablar. El más conocido después del azul por ser un miembro del Ouka Shichibukai y actualmente el más fuerte de los siete. No me siento muy orgulloso del título del tanque de las sombras, pero mientras me den mi parte me da lo mismo.
Dijo al mismo tiempo que mostraba una expresión calmada. Entonces pudo ver una especie de casa enorme del que salían vapores de la parte de atrás. Claramente, habían llegado al sitio donde pasarían. El mercenario entonces mostró una sonrisa ladeada y entró por la puerta, agachándose para poder entrar, pues era pequeña para él. El pobre anciano casi le dio un ataque cuando observó a semejante monstruo frente a sus ojos. Presentó los billetes y el tipo les dio una llave, a lo que Madara observó a la joven.
- ¿La coges tú, linda? Me es incómodo usar esas cosas tan pequeñas con estas manos… – Dijo con una gotita de sudor cayéndole por la cabeza.
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No tardaron en llegar a aquel baño. Estaba bastante nerviosa, era cierto, pero Madara no le había dado motivos para desconfiar de él. Incluso parecía ser un buen tipo. En el camino confirmó lo que había leído de la inteligencia del Cipher Pol. Un dragón negro y un actual Shichibukai, se proclamaba el más fuerte de los siete. Era el primero que conocía y tendría que luchar contra él y el resto para saber si decía la verdad o no. ¿Ego? Era probable. ¿Arrogancia? Un hombre como él desbordaba arrogancia… O así lo veía ella. Bastante seguro de sí mismo y creyéndose invencible. Comparado con ella… Si, eran diametralmente diferentes.
Notó la reacción del anciano al ver a semejante hombre entrar en su local. ¿En serio las puertas eran así de pequeñas viendo que la media humana era ser un gigante? Observó en su mirada cierto deje de preocupación. Ella agarró las llaves y lo miró a los ojos, tranquilizándolo casi en el acto. Seguía estando nerviosa, pero sentía que la situación no iba a terminar mal… Ese extraño y misterioso sexto sentido de las mujeres que le decía que todo estaría bien. Suspiró con calma y se dirigió, jugando con la llave, a la puerta que les tocaba. En el pequeño camino, fue pensando y tratando de recapitular todo lo que le había pasado.
– Supongo que es aquí – le mencionó mientras abría. – Deberían hacer las puertas de estos lugares más grandes. – Dijo con un tono un poco bromista.
Dejó la puerta abierta, esperando a que el dragón entrara. ¿Aquella agua la debilitaría? Lo dudaba un poco, pero tampoco le interesaba lo suficiente. Se sacó sus zapatos, se arremangó un poco sus pantalones y se sentó en la orilla, dejando sus pies tocando el agua. No se iba a desvestir bajo ningún concepto e incluso a Madara no le interesaba. Además, sentía mucho pudor sobre ese tema… Desde ese día que todo había sido diferente. Negó con la cabeza un par de veces y se quedó callada.
– Tengo una pregunta – le dijo mientras jugaba en el agua con sus pies. – ¿Aceptas todo tipo de trabajos? ¿O tienes alguna especie de código y este te impide hacer algunos?
Notó la reacción del anciano al ver a semejante hombre entrar en su local. ¿En serio las puertas eran así de pequeñas viendo que la media humana era ser un gigante? Observó en su mirada cierto deje de preocupación. Ella agarró las llaves y lo miró a los ojos, tranquilizándolo casi en el acto. Seguía estando nerviosa, pero sentía que la situación no iba a terminar mal… Ese extraño y misterioso sexto sentido de las mujeres que le decía que todo estaría bien. Suspiró con calma y se dirigió, jugando con la llave, a la puerta que les tocaba. En el pequeño camino, fue pensando y tratando de recapitular todo lo que le había pasado.
– Supongo que es aquí – le mencionó mientras abría. – Deberían hacer las puertas de estos lugares más grandes. – Dijo con un tono un poco bromista.
Dejó la puerta abierta, esperando a que el dragón entrara. ¿Aquella agua la debilitaría? Lo dudaba un poco, pero tampoco le interesaba lo suficiente. Se sacó sus zapatos, se arremangó un poco sus pantalones y se sentó en la orilla, dejando sus pies tocando el agua. No se iba a desvestir bajo ningún concepto e incluso a Madara no le interesaba. Además, sentía mucho pudor sobre ese tema… Desde ese día que todo había sido diferente. Negó con la cabeza un par de veces y se quedó callada.
– Tengo una pregunta – le dijo mientras jugaba en el agua con sus pies. – ¿Aceptas todo tipo de trabajos? ¿O tienes alguna especie de código y este te impide hacer algunos?
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La chica no tardó en usar las llaves para abrir la entrada a aquel sitio. Había muchísimas piscinas y todas a una temperatura distinta. La joven entonces se sentó en una de ellas metiendo sus pies. Por desgracia para el pobre mercenario, no se quitó la ropa. Eso le hizo chasquear la lengua de forma disimulada, pero al menos disfrutaría del relajante baño. Con una especie de cuerda gruesa usada para las sombrillas más grandes, ató a su presa a una enorme roca y después soltó un suspiro. Aún continuaban sin recordar dónde estaban sus pantalones. Negó un par de veces y después se colocó cerca de la joven, pero quedando de pie. El agua parecía apetecible y con su buena vista pudo saber la profundidad. Para él no había peligro alguno debido a su altura. Dos metros y poco más parecía ser lo exacto.
- Acepto cualquier trabajo mientras me paguen, pero no suelo matar a gente inocente que no ha hecho nada malo. Tampoco violaciones, o nada que tenga que ver con niños pequeños. Suelo decir que soy un cabrón, pero no soy un puto cabrón.
En cuanto mencionó aquello se empezó a quitar la jodida armadura de placas de titanio. Dejó las hombreras a un lado y sus poderosas armas a otro. Acto seguido terminó con la camiseta y después con la ropa interior. El monstruoso dragón tenía unos pectorales sobrehumanos y una zona abdominal marcada. Sus hombros resultaban imponibles y sus brazos tenían un grosor considerable. Mucho entrenamiento, esa era la jodida respuesta. El shichibukai pese a estar desnudo le daba lo mismo. Se quedó mirando a la chica, estando a su lado. Aunque… Ella al estar sentada quedaría muy cerca de cierta cosa del dragón. Él no pudo evitar mostrar una sonrisa un poco pícara, justo para después mirarla a los ojos.
- ¿No te vas a bañar?
Mencionó al mismo tiempo que saltaba de repente, aterrizando en mitad de la piscina caliente y desatando una ola que salió directa a la joven con toda la intención de mojarla. El dragón quedó sumergido con los ojos cerrados y tras unos momentos se colocó en pie. El agua le llegaba por el pecho y no tardó en mirar a la morena con una expresión bastante bromista. Sin duda se estaba divirtiendo un poco.
- ¿Qué hay de ti? Ya sé que solo me permites tu nombre, pero yo te estoy contando mucho más. Una hermosa joven como tú debe de tener un trabajo interesante.
- Acepto cualquier trabajo mientras me paguen, pero no suelo matar a gente inocente que no ha hecho nada malo. Tampoco violaciones, o nada que tenga que ver con niños pequeños. Suelo decir que soy un cabrón, pero no soy un puto cabrón.
En cuanto mencionó aquello se empezó a quitar la jodida armadura de placas de titanio. Dejó las hombreras a un lado y sus poderosas armas a otro. Acto seguido terminó con la camiseta y después con la ropa interior. El monstruoso dragón tenía unos pectorales sobrehumanos y una zona abdominal marcada. Sus hombros resultaban imponibles y sus brazos tenían un grosor considerable. Mucho entrenamiento, esa era la jodida respuesta. El shichibukai pese a estar desnudo le daba lo mismo. Se quedó mirando a la chica, estando a su lado. Aunque… Ella al estar sentada quedaría muy cerca de cierta cosa del dragón. Él no pudo evitar mostrar una sonrisa un poco pícara, justo para después mirarla a los ojos.
- ¿No te vas a bañar?
Mencionó al mismo tiempo que saltaba de repente, aterrizando en mitad de la piscina caliente y desatando una ola que salió directa a la joven con toda la intención de mojarla. El dragón quedó sumergido con los ojos cerrados y tras unos momentos se colocó en pie. El agua le llegaba por el pecho y no tardó en mirar a la morena con una expresión bastante bromista. Sin duda se estaba divirtiendo un poco.
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No podía evitar sentir un poco de pena por la presa de Madara, pero nada podía hacer. No era su problema y lo que menos quería era tenerlos por alguien que, seguramente, no fuera ningún aporte a la sociedad. Lo vio amarrarlo a una piedra. ¿Era necesario? Quizá sí o quizá solo era una medida un tanto exagerada. Escuchó con atención al Shichibukai y no pudo evitar… ¿Tranquilizarse? Incluso gente como él, pese a todos los rumores que escuchó tanto en su base como en tabernas de mala muerte, eran equivocados. No mataba niños pequeños, gente inocente y tampoco violaba. Sonrió con calma y cerró sus ojos… A tiempo antes de ver como él se desnudaba.
El agua la hizo abrir sus ojos y suspirar con calma. Eso era todo… Adiós a terminar seca. ¿Acaso no había aceptado que ella no se bañara? Movió su cabeza de lado a lado para así tratar de secarse el pelo. Notó como es que su chasquilla había quedado arruinada. ”Con lo que me cuesta hacerla… Maldición.” – pensó con cierta desgana. Su ropa se iba a tardar en secarse, pero no le interesaba ni lo más mínimo. Como si se fuera a reproducir por un poco de agua. En ese momento, escuchó a Madara y le pedía más datos de ella. Fue ahí cuando se dio cuenta de que había sido totalmente injusta con él… ¿En qué pensaba? Tendría sentido que su hermana o su madre se comportaran de manera tan altanera, pero ella no era así y, sin embargo, con él había actuado como ellas.
– No sé si sea interesante – le dijo con calma. – Soy miembro del Cipher Pol. Actualmente, no ocupo ningún rango elevado y, la verdad, ni siquiera sé si quiera ascender – agachó su cabeza… Ella había terminado ahí solo por culpa de su padre. De hecho, podía decirse que todo lo que le había pasado fue por su culpa. ¿Hasta dónde le seguiría esa sombra? – Siempre quise salir al mar, pero no de esta forma. Solo me admitieron por un trato entre mi padre y el Gobierno Mundial, nada más y nada menos – elevó su mirada y siguió jugando con sus pies en el agua. – Pero, si le veo el lado bueno, soy libre ahora y eso es lo que más me gusta. Ya no puede hacerme nada.
El agua la hizo abrir sus ojos y suspirar con calma. Eso era todo… Adiós a terminar seca. ¿Acaso no había aceptado que ella no se bañara? Movió su cabeza de lado a lado para así tratar de secarse el pelo. Notó como es que su chasquilla había quedado arruinada. ”Con lo que me cuesta hacerla… Maldición.” – pensó con cierta desgana. Su ropa se iba a tardar en secarse, pero no le interesaba ni lo más mínimo. Como si se fuera a reproducir por un poco de agua. En ese momento, escuchó a Madara y le pedía más datos de ella. Fue ahí cuando se dio cuenta de que había sido totalmente injusta con él… ¿En qué pensaba? Tendría sentido que su hermana o su madre se comportaran de manera tan altanera, pero ella no era así y, sin embargo, con él había actuado como ellas.
– No sé si sea interesante – le dijo con calma. – Soy miembro del Cipher Pol. Actualmente, no ocupo ningún rango elevado y, la verdad, ni siquiera sé si quiera ascender – agachó su cabeza… Ella había terminado ahí solo por culpa de su padre. De hecho, podía decirse que todo lo que le había pasado fue por su culpa. ¿Hasta dónde le seguiría esa sombra? – Siempre quise salir al mar, pero no de esta forma. Solo me admitieron por un trato entre mi padre y el Gobierno Mundial, nada más y nada menos – elevó su mirada y siguió jugando con sus pies en el agua. – Pero, si le veo el lado bueno, soy libre ahora y eso es lo que más me gusta. Ya no puede hacerme nada.
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El dragón de las sombras se quedó mirando a la chica desde el agua. Un puto Cipher Pol ¿En serio? Menos mal que no había dicho nada sobre su plantación de hierba en Conami. Podía continuar traficando tranquilamente sin miedo a la autoridad. Soltó un suspiro de alivio y después de unos momentos sonrió de lado. La había mojado bastante, aunque no de la forma que pensaba. Después de unos momentos se quedó escuchándola tranquilamente. Avanzó hacia ella despacio y salió del agua sentándose al lado y sí, desnudo. Le daba lo mismo que viesen su poderoso dragón inferior, al cual llamaba Bruce. Soltó un pequeño bostezo y después se mantuvo callado unos momentos. Finalmente la observó con una calma sobrehumana y después se relamió.
- A ver, muñeca. Yo también estaba atado a mi clan, pero cuando fue arrasado, también fui libre. Ahora he cumplido mi sueño de ser mercenario y hacer lo que me de la gana. Tengo sexo con mujeres de la noche, dinero infinito, comida y diversión. Pero todo eso tiene un fin, mi consejo es que busques una buena compañía y vivas la vida como yo. Aunque yo voy más en solitario.
Dijo riendo un poco y después guiñándole el ojo. Esperaba que ella no se sintiese mal después de todo y lo siguiente que hizo fue colocarle la enorme mano en la cabeza y tratar de acariciarla. Después de aquello se colocó en pie y volvió a meterse en el agua, indicándole a ella con la cabeza que podía meterse. Aquel líquido calentito estaba realmente genial y no era un secreto.
- Vente y disfruta del baño. Debes aprender a valorar la diversión de la vida y a aprovecharla. De hecho, si no fuera porque me lanzarías un hostión, ahora mismo te pediría echar un polvo y quitar el estrés, preciosa.
Como ya se había nombrado, Madara no se pensaba las cosas y soltaba lo que pensaba al momento. Entonces fue cuando soltó una pequeña carcajada, sabiendo que ella le iba a decir lo que sea en plan mal o al o mejor tenía suerte y todo.
- A ver, muñeca. Yo también estaba atado a mi clan, pero cuando fue arrasado, también fui libre. Ahora he cumplido mi sueño de ser mercenario y hacer lo que me de la gana. Tengo sexo con mujeres de la noche, dinero infinito, comida y diversión. Pero todo eso tiene un fin, mi consejo es que busques una buena compañía y vivas la vida como yo. Aunque yo voy más en solitario.
Dijo riendo un poco y después guiñándole el ojo. Esperaba que ella no se sintiese mal después de todo y lo siguiente que hizo fue colocarle la enorme mano en la cabeza y tratar de acariciarla. Después de aquello se colocó en pie y volvió a meterse en el agua, indicándole a ella con la cabeza que podía meterse. Aquel líquido calentito estaba realmente genial y no era un secreto.
- Vente y disfruta del baño. Debes aprender a valorar la diversión de la vida y a aprovecharla. De hecho, si no fuera porque me lanzarías un hostión, ahora mismo te pediría echar un polvo y quitar el estrés, preciosa.
Como ya se había nombrado, Madara no se pensaba las cosas y soltaba lo que pensaba al momento. Entonces fue cuando soltó una pequeña carcajada, sabiendo que ella le iba a decir lo que sea en plan mal o al o mejor tenía suerte y todo.
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Por unos instantes, se quedó sumida en sus pensamientos. Incluso casi sentía como es que Madara desaparecía de su vista y no lo escuchaba. Sus recuerdos la atacaban con fuerza y era un viaje sin retorno… Movió la cabeza de un lado a otro e incluso se mojó la cara para evitar que estos siguieran su curso. Volvió al mundo real y suspiró con desgana, definitivamente, no le gustaba nada tener que hablar de su pasado o de cosas que la derivaran tener que pensar en eso. Observó cómo es que el Shichibukai se sentaba a su lado. Escuchó sus palabras y sonrió de forma tranquila, quizá tenía razón y solo era ella demasiado niña para un mundo tan cruel como este. ¿Había madurado? Todavía no.
Sintió la enorme mano en su cabeza. No se había fijado en ese detalle, pero sentir aquella monstruosa mano le hizo entender lo grande que era. ¿Cuántas personas habrían muerto por aquellas? ¿Cuánta sangre correría por su cuerpo? No era el momento de pensar en eso, ni siquiera le importaba. Ya había aprendido que todo era posible en un mundo como este, donde la muerte se encontraba al doblar una esquina y que solo el más fuerte sobrevivía. Se sacó su camiseta y su pantalón, dejando ver su ropa interior. Quizá era una casualidad, pero tanto el sostén como la parte inferior, iban a juego. Dejó su ropa a un lado, encima de un pequeño estante y se tiró al agua. No pudo evitar reír al ver que la forma en la que el mercenario era, en cierto modo, la correcta.
– Lo siento, Madara – le dijo mientras le sacaba la lengua. – No eres mi tipo. – Bromeó con una dulce sonrisa.
Nadó de vuelta a la orilla y apoyó su espalda contra la superficie y se quedó mirando al Shichibukai. Este día había sido, lejos, uno de los más raros que había tenido en mucho tiempo, pero al final se estaba divirtiendo y aprendiendo algunas cosas interesantes. Cerró sus ojos y meditó un poco más sobre las palabras del mercenario. ¿Buena compañía? Iba a ser difícil… Después de todo, ella siempre había estado sola, desde su nacimiento… ¿Eso existía?
– Por cierto – abrió sus ojos y sonrió con calma. – ¿Me darías tu número de Den Den Mushi? Quizá en un futuro necesite de un trabajo tuyo – se estiró en el agua y empezó a sentir cierto relajo. – Hay una persona que tengo que matar por mis propias manos, pero necesitaré de mucha ayuda si quiero, al menos, saber dónde está y quizá me seas de ayuda, ¿qué dices? – Le preguntó con un tono un tanto más serio, pero sin quitar su sonrisa.
Sintió la enorme mano en su cabeza. No se había fijado en ese detalle, pero sentir aquella monstruosa mano le hizo entender lo grande que era. ¿Cuántas personas habrían muerto por aquellas? ¿Cuánta sangre correría por su cuerpo? No era el momento de pensar en eso, ni siquiera le importaba. Ya había aprendido que todo era posible en un mundo como este, donde la muerte se encontraba al doblar una esquina y que solo el más fuerte sobrevivía. Se sacó su camiseta y su pantalón, dejando ver su ropa interior. Quizá era una casualidad, pero tanto el sostén como la parte inferior, iban a juego. Dejó su ropa a un lado, encima de un pequeño estante y se tiró al agua. No pudo evitar reír al ver que la forma en la que el mercenario era, en cierto modo, la correcta.
– Lo siento, Madara – le dijo mientras le sacaba la lengua. – No eres mi tipo. – Bromeó con una dulce sonrisa.
Nadó de vuelta a la orilla y apoyó su espalda contra la superficie y se quedó mirando al Shichibukai. Este día había sido, lejos, uno de los más raros que había tenido en mucho tiempo, pero al final se estaba divirtiendo y aprendiendo algunas cosas interesantes. Cerró sus ojos y meditó un poco más sobre las palabras del mercenario. ¿Buena compañía? Iba a ser difícil… Después de todo, ella siempre había estado sola, desde su nacimiento… ¿Eso existía?
– Por cierto – abrió sus ojos y sonrió con calma. – ¿Me darías tu número de Den Den Mushi? Quizá en un futuro necesite de un trabajo tuyo – se estiró en el agua y empezó a sentir cierto relajo. – Hay una persona que tengo que matar por mis propias manos, pero necesitaré de mucha ayuda si quiero, al menos, saber dónde está y quizá me seas de ayuda, ¿qué dices? – Le preguntó con un tono un tanto más serio, pero sin quitar su sonrisa.
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Madara sintió una profunda decepción cuando la chica dijo aquellas palabras. Para él, el tipo no tenía nada que ver, pues en mitad de un polvo no te parabas a mirar el tipo de nariz o de ojos que tenía la otra persona. A lo mejor la mirabas, pero nada más. Soltó un pequeño suspiro al mismo tiempo que cerraba los ojos y se sumergía en las aguas termales. Notó todo su cuerpo quedar en un estado templado debido a la temperatura y después se relajó un poco. Una sensación de alivio le recorrió cuando su oscura melena quedó mojada. Salió del agua de nuevo tomando aire y relamiéndose despacio. Acto seguido se quedó mirando fijamente a los ojos de aquella chica de cabellos oscuros. Se rascó un momento la mejilla y después le habló con un tono calmado.
- Una verdadera lástima. Ahora me atraes muchísimo más que antes, preciosa. Es una verdadera pena, pero no soy un acosador y respeto tu decisión.
Dijo con un tono ciertamente calmado. Entonces escuchó su petición. Tal vez podría haberla ayudado por muy poco dinero, pero no era una persona justa. De modo que al ser rechazada su propuesta, el también rechazaría cobrarle menos. Ya podía ir ahorrando bien, sus servicios eran muy caros. La observó por unos momentos y después de unos segundos mostró una sonrisa algo pícara. Fue entonces cuando le respondió con un tono calmado.
- Lo lamento, pero no eres mi tipo de clienta. De modo que ve ahorrando, mi ayuda te saldrá mínimo por cincuenta millones. Eso de base, ya sabré qué subir según el encargo. – Dijo sonriendo y sacándole la lengua como hizo ella anteriormente. Entonces le vino a le mente su antigua “chica” no llegó ni a salir con ella debido al cabrón de Jin. Soltó un suspiro y decidió preguntarle. – Aria Santus. Llegué a estar muy colado por esa Cipher Pol del servicio de inteligencia. Como sabrás, fue asesinada por Vader hace tiempo ¿Tú sabrías decirme dónde la enterraron? Me gustaría visitarla de vez en cuando.
Lo peor de todo, es que el gobierno sospechó en su momento que fue el propio Madara quién la eliminó y eso le jodió muchísimo a él. Salió del agua despacio y sin vestirse. Se acercó a su armadura y le tendió el número a la joven mientras la miraba con toda la calma del mundo. Encima iba en bikini, que provocadora. El mercenario se fijó de forma descarada en su cuerpo y después soltó un suspiro.
- Maldita sea tu belleza ¿Ni siquiera uno rapidito? Es algo entre amigos, sabes que puedes confiar en mí pese a conocerte de poco.
Dijo el dragón dándole un suave toque en el hombro a modo de broma. La deseaba demasiado. Además, tal vez la pagaba con el pobre capullo que estaba atado.
- Una verdadera lástima. Ahora me atraes muchísimo más que antes, preciosa. Es una verdadera pena, pero no soy un acosador y respeto tu decisión.
Dijo con un tono ciertamente calmado. Entonces escuchó su petición. Tal vez podría haberla ayudado por muy poco dinero, pero no era una persona justa. De modo que al ser rechazada su propuesta, el también rechazaría cobrarle menos. Ya podía ir ahorrando bien, sus servicios eran muy caros. La observó por unos momentos y después de unos segundos mostró una sonrisa algo pícara. Fue entonces cuando le respondió con un tono calmado.
- Lo lamento, pero no eres mi tipo de clienta. De modo que ve ahorrando, mi ayuda te saldrá mínimo por cincuenta millones. Eso de base, ya sabré qué subir según el encargo. – Dijo sonriendo y sacándole la lengua como hizo ella anteriormente. Entonces le vino a le mente su antigua “chica” no llegó ni a salir con ella debido al cabrón de Jin. Soltó un suspiro y decidió preguntarle. – Aria Santus. Llegué a estar muy colado por esa Cipher Pol del servicio de inteligencia. Como sabrás, fue asesinada por Vader hace tiempo ¿Tú sabrías decirme dónde la enterraron? Me gustaría visitarla de vez en cuando.
Lo peor de todo, es que el gobierno sospechó en su momento que fue el propio Madara quién la eliminó y eso le jodió muchísimo a él. Salió del agua despacio y sin vestirse. Se acercó a su armadura y le tendió el número a la joven mientras la miraba con toda la calma del mundo. Encima iba en bikini, que provocadora. El mercenario se fijó de forma descarada en su cuerpo y después soltó un suspiro.
- Maldita sea tu belleza ¿Ni siquiera uno rapidito? Es algo entre amigos, sabes que puedes confiar en mí pese a conocerte de poco.
Dijo el dragón dándole un suave toque en el hombro a modo de broma. La deseaba demasiado. Además, tal vez la pagaba con el pobre capullo que estaba atado.
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Se estaba relajando a lo grande y casi ni notaba debilidad al estar sumergida en el agua. ¿Agua dulce? Era probable, en parte. Tampoco quería saberlo. Escuchó las palabras de Madara y no pudo evitar sonreír un poco más. No es que le gustara saber que era el deseo más carnal de un ser humano, pero no le molestaba e incluso le gustaba responder de esa forma. Incluso se estaba divirtiendo más de lo que pensó en un inicio con el Shichibukai. ¿Tantas ganas le tenía? Se cuestionó por unos segundos si alguien como él se podría enamorar de otra persona. No le dio importancia a ese hecho y se sumergió un poco más en el agua.
Finalmente, escuchó lo que le decía y no pudo evitar sorprenderse. Con esos precios le iba a costar mucho trabajo, papeleo y sudor tener su ayuda. Cincuenta millones era un maldito abuso. Con esos precios, ya se estaba imaginando que tipo de gente recurría a él… Gente muy diferente a ella, de hecho. Si bien pudo elegir vivir como una princesa, con mucho dinero en sus manos, prefirió empezar de cero y tener una nueva vida, lejos de todos esos lujos que para ella eran innecesarios. Suspiró con calma y lo siguió escuchando, casi arrepintiéndose de pedirle ayuda. No pudo evitar sentir un poco de pena por sus palabras. Había escuchado esas noticias, pero no tenía mucha información respecto a donde fue enterrada. Lo dejó continuar y lo observó mientras salía del agua a buscar su armadura. ¿En serio se podía caminar con esa cosa? Finalmente, sintió el leve golpe en su hombro.
– Te debería cobrar cada vez que miras mi cuerpo – le dijo devolviéndole la broma. – Te puedo averiguar dónde fue enterrada – salió del agua y agarró su número. Lo guardó en uno de los bolsillos de su pantalón. – No sé dónde está ella, pero dudo que me nieguen ese tipo de información – lo miró a los ojos. – Me sorprendes, Madara, te ves un tío duro y sin sentimientos, pero resulta que eres lo contrario. Eres alguien de confianza – sacó una de las toallas y se la lanzó a él, luego cogió una para ella. – Y no, ni un rapidito ni nada. – Finalizó con una sonrisa.
Finalmente, escuchó lo que le decía y no pudo evitar sorprenderse. Con esos precios le iba a costar mucho trabajo, papeleo y sudor tener su ayuda. Cincuenta millones era un maldito abuso. Con esos precios, ya se estaba imaginando que tipo de gente recurría a él… Gente muy diferente a ella, de hecho. Si bien pudo elegir vivir como una princesa, con mucho dinero en sus manos, prefirió empezar de cero y tener una nueva vida, lejos de todos esos lujos que para ella eran innecesarios. Suspiró con calma y lo siguió escuchando, casi arrepintiéndose de pedirle ayuda. No pudo evitar sentir un poco de pena por sus palabras. Había escuchado esas noticias, pero no tenía mucha información respecto a donde fue enterrada. Lo dejó continuar y lo observó mientras salía del agua a buscar su armadura. ¿En serio se podía caminar con esa cosa? Finalmente, sintió el leve golpe en su hombro.
– Te debería cobrar cada vez que miras mi cuerpo – le dijo devolviéndole la broma. – Te puedo averiguar dónde fue enterrada – salió del agua y agarró su número. Lo guardó en uno de los bolsillos de su pantalón. – No sé dónde está ella, pero dudo que me nieguen ese tipo de información – lo miró a los ojos. – Me sorprendes, Madara, te ves un tío duro y sin sentimientos, pero resulta que eres lo contrario. Eres alguien de confianza – sacó una de las toallas y se la lanzó a él, luego cogió una para ella. – Y no, ni un rapidito ni nada. – Finalizó con una sonrisa.
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No pudo evitar mostrar una sonrisa cuando le dijo que le iba a descubrir el sitio donde estaba enterrada aquella chica. Al menos los restos que quedaban de ella, pues supo que fue quemada durante su muerte. Soltó un pequeño suspiro y se llevó la mano derecha a la cabeza. Notó la humedad en su frente y después de unos segundos se relamió despacio. Tenía una corazonada de que iba a llevarse bastante pasta con aquel trabajo en el futuro. Si era matar a alguien, estaría chupado. Si tenía que entrar en una base o algo así, verás el cheque que iba a pedir. Él solo hacía descuentos especiales a clientes que le contrataban mucho y tenían tarifa de socios. Hasta la fecha, el gobierno. Soltó entonces un pequeño bostezo y después terminó de escuchar las palabras de ella.
- Si fuese alguien de confianza, serías mi amiga con derecho… Nah, es broma. Pero no estoy de acuerdo contigo en eso. Soy lo que pensaste al principio. A mí no me conocen por ser una buena persona, más bien por alguien que cumple su trabajo de forma correcta, ya sea matando o no. Mírame ahora por ejemplo, insistiéndote en algo que no deseas todo el rato. – Mencionó con una sonrisa siniestra.
Cuando la toalla se chocó en su pecho, la cogió con cuidado. Se la pasó por la cintura tapándose y después se quedó un poco pensativo. Cierto era que algunas de las chicas de Galuna empezaron a ser más distantes desde que eran tan alto. Puta vida. Por unos momentos se quedó callado, pensando en qué hacer a continuación. Dirigió sus rojizos ojos a la muchacha y después de unos momentos le vino a la mente aquella vez donde amenazó a un Tenryubito en público y se rio de él. Empezó a reírse sin motivo y después de unos momentos cesó su risa. A continuación dio un par de pasos más hacia la chica y se colocó de rodillas. De aquella forma estaban a la misma altura más o menos.
- ¿Ni uno súper rapidito? – Preguntó por tercera vez con una mirada pícara. Se notaba que no iba a parar ni una sola vez. – Está bien, haremos un trato. Yo te explico la situación y si te niegas te juro por mi orgullo de dragón que no te molesto más con el tema. – Madara le guiñó el ojo y después le volvió a hablar. – No es nada personal, pero eres hermosa y me has atraído mucho. Nada sentimental, yo de esas cosas paso sinceramente. El sexo no es nada malo y no hay tipos, solo dejarse llevar. Si te parezco feo, cierra los ojos. Si te parezco enorme, más diversión. Si simplemente eres vergonzosa, lo acepto. De hecho, en un futuro podría hacerte ese trabajo gratis como buen colega. No te tomes esto como un chantaje, es solo una proposición de un tío que dices ser alguien confiable. No te lo vas a pasar mal y seré suave y agradable contigo, preciosa. Ahora haré lo siguiente, voy a cerrar los ojos. Si tú respuesta es no, puedes irte ahora mismo y media hora más tarde me iré yo. Si tú respuesta es sí, pues avísame que los abra. – Dicho aquello se tumbó bocarriba cerrando los ojos. Ya sabía la respuesta, pero le encantaba dar por culo hasta el último momento.
- Si fuese alguien de confianza, serías mi amiga con derecho… Nah, es broma. Pero no estoy de acuerdo contigo en eso. Soy lo que pensaste al principio. A mí no me conocen por ser una buena persona, más bien por alguien que cumple su trabajo de forma correcta, ya sea matando o no. Mírame ahora por ejemplo, insistiéndote en algo que no deseas todo el rato. – Mencionó con una sonrisa siniestra.
Cuando la toalla se chocó en su pecho, la cogió con cuidado. Se la pasó por la cintura tapándose y después se quedó un poco pensativo. Cierto era que algunas de las chicas de Galuna empezaron a ser más distantes desde que eran tan alto. Puta vida. Por unos momentos se quedó callado, pensando en qué hacer a continuación. Dirigió sus rojizos ojos a la muchacha y después de unos momentos le vino a la mente aquella vez donde amenazó a un Tenryubito en público y se rio de él. Empezó a reírse sin motivo y después de unos momentos cesó su risa. A continuación dio un par de pasos más hacia la chica y se colocó de rodillas. De aquella forma estaban a la misma altura más o menos.
- ¿Ni uno súper rapidito? – Preguntó por tercera vez con una mirada pícara. Se notaba que no iba a parar ni una sola vez. – Está bien, haremos un trato. Yo te explico la situación y si te niegas te juro por mi orgullo de dragón que no te molesto más con el tema. – Madara le guiñó el ojo y después le volvió a hablar. – No es nada personal, pero eres hermosa y me has atraído mucho. Nada sentimental, yo de esas cosas paso sinceramente. El sexo no es nada malo y no hay tipos, solo dejarse llevar. Si te parezco feo, cierra los ojos. Si te parezco enorme, más diversión. Si simplemente eres vergonzosa, lo acepto. De hecho, en un futuro podría hacerte ese trabajo gratis como buen colega. No te tomes esto como un chantaje, es solo una proposición de un tío que dices ser alguien confiable. No te lo vas a pasar mal y seré suave y agradable contigo, preciosa. Ahora haré lo siguiente, voy a cerrar los ojos. Si tú respuesta es no, puedes irte ahora mismo y media hora más tarde me iré yo. Si tú respuesta es sí, pues avísame que los abra. – Dicho aquello se tumbó bocarriba cerrando los ojos. Ya sabía la respuesta, pero le encantaba dar por culo hasta el último momento.
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Se terminó de secar y se colocó su ropa. No quería irse, pero ya nada la ataba a ese lugar. Escuchó con atención las palabras de Madara y no pudo evitar reír. ”Mentiroso” – pensó con calma y quitándole importancia al asunto. Nunca entendería a la gente que se hacía el duro solo para esconder sus sentimientos. Era un humano como el resto, claro que los tenía. Vivir su vida de esa forma incluso la llevó a pensar que solo actuaba de esa forma por algún miedo al compromiso. Quizá se equivocaba y era lo más seguro, pero tampoco le importaba saber mucho de su pasado o por qué actuaba así. No sería raro que también lo escondiera con una mentira. Suspiró con calma y se quedó callada mientras terminaba de arreglar sus cosas. Tener el número de alguien importante como él le haría la vida mucho más fácil… O esperaba que funcionara así la cosa.
Lo vio arrodillarse y aun así solo de esa forma quedaban a la misma altura. Una gotita de sudor se formó en su cabeza mientras veía que hacía eso. ¿Acaso no iba a dejar de insistir en ese tema? Mientras él hablaba, ella se dio media vuelta, sacó un papel y un lápiz y empezó a anotar su número directo al den den mushi. Sonrió con dulzura y no cerró sus ojos, pues no le parecía feo, pero tampoco era muy atractivo. Definitivamente, no era su tipo ni nada parecido. Suspiró con calma y lo dejó continuar. Cuando lo hizo, ella supo que sabía la respuesta… O eso creía. Entendió cada una de sus palabras, no es que fuera algo difícil. Básicamente, solo quería tener sexo con ella y ya. El resto eran solo palabras para terminar adornando un poco más su dialogo.
Dudó unos momentos si dejarle su número o no, pero tampoco importaba, la verdad. Nunca estaba de más tener alguien con quién poder conversar en caso de ser necesidad. Se acercó a él y dejó el papel en su pecho, esperando que el agua no lo arruinara. Luego de eso, se fue… Se detuvo en la puerta y se giró a verlo.
– Si necesitas conversar con alguien – tomó un poco de aire mientras terminaba de arreglarse. – Solo llámame.
Cerró la puerta y salió de aquel local. Observó como es que el mismo anciano que los había recibido. Por uno momentos, creyó ver como suspiraba y casi pensó que le estaba volviendo el alma al cuerpo. Kaori solo le sonrió y al salir, pasó a su forma híbrida y se fue volando del lugar. Quizá terminaba volviendo un día.
Lo vio arrodillarse y aun así solo de esa forma quedaban a la misma altura. Una gotita de sudor se formó en su cabeza mientras veía que hacía eso. ¿Acaso no iba a dejar de insistir en ese tema? Mientras él hablaba, ella se dio media vuelta, sacó un papel y un lápiz y empezó a anotar su número directo al den den mushi. Sonrió con dulzura y no cerró sus ojos, pues no le parecía feo, pero tampoco era muy atractivo. Definitivamente, no era su tipo ni nada parecido. Suspiró con calma y lo dejó continuar. Cuando lo hizo, ella supo que sabía la respuesta… O eso creía. Entendió cada una de sus palabras, no es que fuera algo difícil. Básicamente, solo quería tener sexo con ella y ya. El resto eran solo palabras para terminar adornando un poco más su dialogo.
Dudó unos momentos si dejarle su número o no, pero tampoco importaba, la verdad. Nunca estaba de más tener alguien con quién poder conversar en caso de ser necesidad. Se acercó a él y dejó el papel en su pecho, esperando que el agua no lo arruinara. Luego de eso, se fue… Se detuvo en la puerta y se giró a verlo.
– Si necesitas conversar con alguien – tomó un poco de aire mientras terminaba de arreglarse. – Solo llámame.
Cerró la puerta y salió de aquel local. Observó como es que el mismo anciano que los había recibido. Por uno momentos, creyó ver como suspiraba y casi pensó que le estaba volviendo el alma al cuerpo. Kaori solo le sonrió y al salir, pasó a su forma híbrida y se fue volando del lugar. Quizá terminaba volviendo un día.
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El dragón negro sonrió de lado cuando notó aquella sensación en su pecho y a continuación el olor de la chica alejarse hasta la puerta. Con su mano tomó aquella cosa y abrió un ojo de par en par. Al darse cuenta de que era su número negó un par de veces con la cabeza. Por un momento llegó a pensar que ella aceptaría cuando le ofreció el descuento, pero bueno, más dinero. Tal vez no le interesaba mucho aquella misión como para pasarlo simplemente bien. Cincuenta millones pues, eso para hacerle levantar. El puto flojo era así de vago. Soltó un suspiro y entonces se rascó la cabeza. Pasó media hora por fin y después de unos momentos se colocó en pie. El mercenario cogió el número de la chica y lentamente lo dejó caer al suelo, vertiendo un poco de ácido sobre él y deshaciéndolo. A continuación, el devastador empezó a colocarse su armadura mientras agachaba la cabeza.
- Lo siento, Kaori. Yo no puedo tener amigos… De modo que hablaremos llegado el momento del trabajo. – Tras aquello tomó sus armas.
Él no iba a llamarla en ningún momento, no podía arriesgarse aquello. Su maldición de estar solo era eso. Madara prefería sexo sin compromiso por una simple razón. Por ese motivo se iba a los prostíbulos y se autoprohibía así mismo enamorarse de alguien. Las últimas tres chicas con las que empezó una especie de relación fueron asesinadas por su hermano. Ese era el principal motivo por el que escondía su verdadera forma de ser. Mostró un suspiro entonces y después de unos momentos miró hacia el cielo. Cuando Kaori le llamase, cumpliría su misión tras pedirle los cincuenta millones y pico según la peligrosidad y fin del asunto. Tosió un poco y pensó en lo mismo que pasó con Misa, le dio su número, pero él no tomó el suyo. Era lo mejor a fin de cuentas. El destino del dragón era continuar en solitario siempre o hasta la muerte del demonio de fuego.
- Es el momento de partir… – Dijo sonriendo de forma siniestra y volviendo a la forma completa, largándose de allí en plena noche.
- Lo siento, Kaori. Yo no puedo tener amigos… De modo que hablaremos llegado el momento del trabajo. – Tras aquello tomó sus armas.
Él no iba a llamarla en ningún momento, no podía arriesgarse aquello. Su maldición de estar solo era eso. Madara prefería sexo sin compromiso por una simple razón. Por ese motivo se iba a los prostíbulos y se autoprohibía así mismo enamorarse de alguien. Las últimas tres chicas con las que empezó una especie de relación fueron asesinadas por su hermano. Ese era el principal motivo por el que escondía su verdadera forma de ser. Mostró un suspiro entonces y después de unos momentos miró hacia el cielo. Cuando Kaori le llamase, cumpliría su misión tras pedirle los cincuenta millones y pico según la peligrosidad y fin del asunto. Tosió un poco y pensó en lo mismo que pasó con Misa, le dio su número, pero él no tomó el suyo. Era lo mejor a fin de cuentas. El destino del dragón era continuar en solitario siempre o hasta la muerte del demonio de fuego.
- Es el momento de partir… – Dijo sonriendo de forma siniestra y volviendo a la forma completa, largándose de allí en plena noche.
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