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¿Esto es un adiós? Mejor un "Hasta luego" No vayas a llorar. [Galia-Ryuken] {Sáb 25 Feb 2017 - 5:26}
El viento soplaba con fuerza en aquella isla del Sur. Los ojos de la pelirrosa estaban totalmente cerrados y el motivo era claro. Desde que habían llegado de Síderos, no había hecho otra cosa que dormir como una ballena. El Oficial Krauser había ido a Baltigo con el resto de los demonios y Dranser no daba señales de existencia. Al parecer, tenía unos asuntos en el Norte antes de ir a la base. Ese hombre no paraba nunca de trabajar, no entendía su fama de vago. Ella simplemente estaba dormida, sintiendo una sensación muy agradable recorrerla al estar totalmente tapada. Lo siguiente que hizo fue abrir los ojos despacio, bostezando después con fuerza. Se fijó en el despertador y se dio cuenta de que eran las tres de la mañana. Había dormido cerca de catorce horas. No tardó mucho en estirarse y levantarse despacio.
- Continuo algo cansada, pero al menos ya no me pesan los párpados…
Dijo para sí misma mientras se estiraba un poco. Vestía con una chaqueta de pijama de color blanca y por debajo un sujetador negro. Unos pantalones del mismo tono adornaban sus piernas y en los pies unos calcetines. La chica entonces pasó de vestirse y decidió ir directa hacia alguna zona a despejarse un poco. Fuera hacía demasiado frío y por ello no iba a querer. Se quedó mirando una sala que llevaba a uno de los salones comunes, pero no pensaba que hubiese nadie despierto a aquellas horas. Al entrar pudo ver la chimenea encendida y sobre la mesa un enorme cartón con unos quince trozos de pizza que alguien se habría dejado. Justo entonces vio una banda blanca en el suelo y la tomó con cuidado.
- ¿Dranser?
Susurró simplemente mirándola. Su maestro había estado allí al parecer y seguro que era responsable de la pizza. Ella se sentó en un amplio sofá y después tomó un trozo. Era de carne y trozos de piña. La chica se llevó el trozo a la boca masticándolo despacio y sintiendo el agradable sabor. Después se quedó observando el fuego callada. Llevaba sin ver a Ryuken desde el final de la guerra y quería ver cómo estaba. Esperaba que no estuviese enfadado ni nada por el estilo, pues ella solo se puso nerviosa en aquella alcantarilla. Su pelo estaba un poco despeinado, pero no le importaba mucho. Soltó un suspiro y se quedó allí sentada con ambas manos en su regazo.
- Continuo algo cansada, pero al menos ya no me pesan los párpados…
Dijo para sí misma mientras se estiraba un poco. Vestía con una chaqueta de pijama de color blanca y por debajo un sujetador negro. Unos pantalones del mismo tono adornaban sus piernas y en los pies unos calcetines. La chica entonces pasó de vestirse y decidió ir directa hacia alguna zona a despejarse un poco. Fuera hacía demasiado frío y por ello no iba a querer. Se quedó mirando una sala que llevaba a uno de los salones comunes, pero no pensaba que hubiese nadie despierto a aquellas horas. Al entrar pudo ver la chimenea encendida y sobre la mesa un enorme cartón con unos quince trozos de pizza que alguien se habría dejado. Justo entonces vio una banda blanca en el suelo y la tomó con cuidado.
- ¿Dranser?
Susurró simplemente mirándola. Su maestro había estado allí al parecer y seguro que era responsable de la pizza. Ella se sentó en un amplio sofá y después tomó un trozo. Era de carne y trozos de piña. La chica se llevó el trozo a la boca masticándolo despacio y sintiendo el agradable sabor. Después se quedó observando el fuego callada. Llevaba sin ver a Ryuken desde el final de la guerra y quería ver cómo estaba. Esperaba que no estuviese enfadado ni nada por el estilo, pues ella solo se puso nerviosa en aquella alcantarilla. Su pelo estaba un poco despeinado, pero no le importaba mucho. Soltó un suspiro y se quedó allí sentada con ambas manos en su regazo.
Ryuken Shirou
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El joven de cabellos plateados frunció el ceño e intentó doblarse un poco, pero sus heridas reaccionaron y le ocasionaron un intenso dolor en su cuerpo. Hacía tanto tiempo que no recibía una paliza como la que recibió por parte de Roux. Al pensar en esa persona, no pudo evitar cerrar con fuerza sus puños al tiempo que una mirada de disgusto aparecía en su rostro. Estaba seguro que le había hecho algo en la cabeza, pero no tenía pruebas. Si trataba de recordar, varias opciones del mismo combate aparecían en su mente. Que iban a luchar con un monstruo, que Ivan intentó matar al rebelde por razones desconocidas, que al final el peliplateado fue manipulado por un monstruo para atacar al castaño... Demasiadas rutas que ocasionaron un lío en la mente del ex asesino. Intentó meditar para ordenar sus recuerdos, pero no hubo caso. Eso sí, si había algo que recordaba con exactitud... Era el nombre de Lavi Shirou. Supo de inmediato que se trataba de su padre biológico; el nombre ocasionó una sensación de reconformidad y paz en él con solo escucharlo, después de todo.
Inmediatamente luego de volver a Saint Reia, tuvo que ser internado por sus heridas que permanecían sin tratar, a excepción del método rústico que usaron Ivan y Galia para detener el sangrado. Pasó unas horas en la enfermería en estado de observación. Tenía expresamente hacer algo físico durante un mes completo... Eso se traducía en nada de entrenamiento en lo que curaban las heridas de su muslo, espalda y torso. Normalmente eso le molestaría, pero tendría algo para ocupar su tiempo. Lavi Shirou... leyó todo lo que pudo sobre ese pirata mientras permanecía en la enfermería, y la revelación de como murió, le impactó de gran forma.
Lavi Shirou, ex pirata de la ahora desaparecida banda de los Sons of Anarchy. No se sabía mucho de él, solo que su última pelea fue contra el fallecido Derian Markov por su título de Yonkaikyo. En ese combate fue cuando conoció su final permanente, sucumbiendo a sus heridas luego del conflicto. Markov... no supo como reaccionar a esa noticia. Quería pensar que fue gracias a esa persona que sufrió uno de los peores infiernos en esa isla, y considerando que su compañera pertenecía a la misma familia que Derian... No sabía que pensar, la verdad. Una cosa era segura; desde que se enteró de todo eso, que evitaba a Galia como la peste. Necesitaba procesar todo a solas, y la pelirrosa, pese a que apreciaba su compañía, le distraería.
Ryuken suspiró y se levantó de la cama, poniendo marcha en dirección a la cocina. No había comido nada en dos días, y el hambre acababa de superarle. Ni se molestó en ponerse algo para cubrir su torso desnudo. Las vendas hacían un gran trabajo para cubrir lo necesario, después de todo. Luego de caminar por varios minutos, debido al cojeo, pudo llegar al salón que separaba a la cocina.
– Galia – susurró el joven al ver quien se encontraba allí en el sofá cuando tuvo que cruzar el salón. No sabía como reaccionar... Considerando lo que había descubierto sobre su familia, no era para menos.
Inmediatamente luego de volver a Saint Reia, tuvo que ser internado por sus heridas que permanecían sin tratar, a excepción del método rústico que usaron Ivan y Galia para detener el sangrado. Pasó unas horas en la enfermería en estado de observación. Tenía expresamente hacer algo físico durante un mes completo... Eso se traducía en nada de entrenamiento en lo que curaban las heridas de su muslo, espalda y torso. Normalmente eso le molestaría, pero tendría algo para ocupar su tiempo. Lavi Shirou... leyó todo lo que pudo sobre ese pirata mientras permanecía en la enfermería, y la revelación de como murió, le impactó de gran forma.
Lavi Shirou, ex pirata de la ahora desaparecida banda de los Sons of Anarchy. No se sabía mucho de él, solo que su última pelea fue contra el fallecido Derian Markov por su título de Yonkaikyo. En ese combate fue cuando conoció su final permanente, sucumbiendo a sus heridas luego del conflicto. Markov... no supo como reaccionar a esa noticia. Quería pensar que fue gracias a esa persona que sufrió uno de los peores infiernos en esa isla, y considerando que su compañera pertenecía a la misma familia que Derian... No sabía que pensar, la verdad. Una cosa era segura; desde que se enteró de todo eso, que evitaba a Galia como la peste. Necesitaba procesar todo a solas, y la pelirrosa, pese a que apreciaba su compañía, le distraería.
Ryuken suspiró y se levantó de la cama, poniendo marcha en dirección a la cocina. No había comido nada en dos días, y el hambre acababa de superarle. Ni se molestó en ponerse algo para cubrir su torso desnudo. Las vendas hacían un gran trabajo para cubrir lo necesario, después de todo. Luego de caminar por varios minutos, debido al cojeo, pudo llegar al salón que separaba a la cocina.
– Galia – susurró el joven al ver quien se encontraba allí en el sofá cuando tuvo que cruzar el salón. No sabía como reaccionar... Considerando lo que había descubierto sobre su familia, no era para menos.
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El sabor de la piña mezclado con el tomate y la carne era delicioso y la chica continuaba comiendo tranquilamente con el pijama puesto. Era una suerte que todos estuviesen durmiendo y pudiese estar ella sola en aquella sala. Estaba muy relajada y cómoda debido al descanso y lo último que tenía era sueño. No pudo evitar quedarse unos momentos mirando el fuego de forma calmada. Era como si las llamas la estuviesen atrayendo de alguna forma. Quería ver a las dos personas de la rebelión que más apreciaba de todas. Una de ellas posiblemente estaría en cualquier sitio del Sur, pero la otra debía de estar en su habitación. No quería molestarle mucho, además, él había estado un poco distante y por ello no pudo evitar pensar que estaba enfadado o algo por el estilo. No le habría perdonado el no controlarlo a tiempo.
En ese momento pudo verlo entrar por la puerta y su reacción fue abrir un poco la boca. Escuchó como susurraba su nombre y ella simplemente se quedó mirándole a los ojos algo confusa ¿En serio la estaba evitando? Desvió la mirada para no molestarle al mismo tiempo que dejaba el trozo de pizza encima de la mesa y después se llevaba la mano derecha al cabello. Parecía querer pasar a la cocina, tal vez estaba buscando agua o algo de picar. Ella simplemente se quedó callada unos momentos hasta que tuvo el valor de alzar la mirada y observar al peliblanco con toda la calma del mundo. Tragó un poco de saliva y después de unos momentos le habló en un tono calmado.
- H-hola… Tienes comida aquí mismo si es lo que buscas. No te molestaré mientras comes, Ryu-kun… – Dijo mientras trataba de no hablar mucho.
Lo había notado demasiado serio y algo le decía que ella era la culpable. Entonces simplemente soltó un suspiro y permaneció callada. Quería saber su respuesta y reacción sobre lo que le había dicho. Esperaba que no se largase sin más o seguramente estaría depresiva toda la noche. Ella misma había estado incómoda desde que no fue lo suficiente lista para ir con él y ayudarle. Se culpaba a sí misma.
En ese momento pudo verlo entrar por la puerta y su reacción fue abrir un poco la boca. Escuchó como susurraba su nombre y ella simplemente se quedó mirándole a los ojos algo confusa ¿En serio la estaba evitando? Desvió la mirada para no molestarle al mismo tiempo que dejaba el trozo de pizza encima de la mesa y después se llevaba la mano derecha al cabello. Parecía querer pasar a la cocina, tal vez estaba buscando agua o algo de picar. Ella simplemente se quedó callada unos momentos hasta que tuvo el valor de alzar la mirada y observar al peliblanco con toda la calma del mundo. Tragó un poco de saliva y después de unos momentos le habló en un tono calmado.
- H-hola… Tienes comida aquí mismo si es lo que buscas. No te molestaré mientras comes, Ryu-kun… – Dijo mientras trataba de no hablar mucho.
Lo había notado demasiado serio y algo le decía que ella era la culpable. Entonces simplemente soltó un suspiro y permaneció callada. Quería saber su respuesta y reacción sobre lo que le había dicho. Esperaba que no se largase sin más o seguramente estaría depresiva toda la noche. Ella misma había estado incómoda desde que no fue lo suficiente lista para ir con él y ayudarle. Se culpaba a sí misma.
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Ryuken inconscientemente dio un paso hacia atrás al escuchar a la mujer hablar, al tiempo que se estremecía por dentro. La culpa le invadió por algunos instantes, pero luego movió su cabeza hacia un lado. Derian tal vez haya sido, indirectamente, el culpable de todo lo que se le pasó durante su infancia, pero tampoco iba a empezar a culpar a todo dios sin saber lo que realmente sucedió ese día. Y aún si fuera cierto todo eso... ¿En verdad iba a poner a todos los Markov en el mismo saco? Galia no tenía la culpa de todo lo que hacía a su familia, incluso el mismo Ivan lo dijo cuando el rebelde no se encontraba en un estado lúcido... supuestamente. La pelirrosa había abandonado todas las comodidades de ser un Markov cuando ésta se unió a la revolución. De hecho, ni ella misma sabía que pertenecía a esa familia hasta hace poco. El joven de cabellos suspiró un poco y pasó su mano por su larga melena; realmente no sabía que pensar. Era por eso mismo que había estado evitando a su compañera desde que llegaron.
– Gracias – dijo simplemente mientras se acercaba hasta el sofá.
Una vez allí, se dejó caer simplemente, aunque se arrepintió luego de eso. Un siseó escapó de sus labios al sentir como la herida de la espalda empezaba a actuar. Fue la peor de ese día, y la que más tardaría en sanarse. Cerró sus ojos durante algunos segundos y respiró varias veces para poder calmarse. Al cabo de unos momentos, alzó su mano y sacó un trozo del cartón. Normalmente no solía comer cosas así, pero viendo su estado actual... no importaba mucho. Tan solo quería saciar su hambre. Encontró un poco raro el sabor de la piña combinado con la carne, pero no iba a quejarse a estas alturas.
– Galia... ¿Has estado bien desde lo sucedido en la guerra? – preguntó de repente.
Puede que hubiera una "barrera" invisible entre ellos dos ahora, pero no iba a dejar de preocuparse de la pelirrosa solo por meras suposiciones sacadas de diarios viejos. Hasta que supiera todo, no iba a apuntar con el dedo a nadie. Menos teniendo la amistad de Galia en juego. Tampoco iba a dejar que las palabras de Roux en uno de sus recuerdos, le desanimaran... Pese a que seguía sin saber lo que era real o ficticio. Mientras esperaba la reacción de la pelirrosa, se preguntaba si era mejor que le dijera acerca de todo lo que descubrió. Tal vez desahogándose podría eliminar la barrera emocional que los separaba.
– Gracias – dijo simplemente mientras se acercaba hasta el sofá.
Una vez allí, se dejó caer simplemente, aunque se arrepintió luego de eso. Un siseó escapó de sus labios al sentir como la herida de la espalda empezaba a actuar. Fue la peor de ese día, y la que más tardaría en sanarse. Cerró sus ojos durante algunos segundos y respiró varias veces para poder calmarse. Al cabo de unos momentos, alzó su mano y sacó un trozo del cartón. Normalmente no solía comer cosas así, pero viendo su estado actual... no importaba mucho. Tan solo quería saciar su hambre. Encontró un poco raro el sabor de la piña combinado con la carne, pero no iba a quejarse a estas alturas.
– Galia... ¿Has estado bien desde lo sucedido en la guerra? – preguntó de repente.
Puede que hubiera una "barrera" invisible entre ellos dos ahora, pero no iba a dejar de preocuparse de la pelirrosa solo por meras suposiciones sacadas de diarios viejos. Hasta que supiera todo, no iba a apuntar con el dedo a nadie. Menos teniendo la amistad de Galia en juego. Tampoco iba a dejar que las palabras de Roux en uno de sus recuerdos, le desanimaran... Pese a que seguía sin saber lo que era real o ficticio. Mientras esperaba la reacción de la pelirrosa, se preguntaba si era mejor que le dijera acerca de todo lo que descubrió. Tal vez desahogándose podría eliminar la barrera emocional que los separaba.
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Galia escuchó las palabras del chico agachando la cabeza. Le sorprendía la pregunta que le había hecho cuando él era el principal motivo de que ella estuviese así. Ella sabía que él la estaba evitando y el dolor que sentía la joven en su pecho era enorme. Su mejor amigo estaba pasando de ella como si solo fuese una extraña más. No pudo evitar desviar totalmente la mirada cuando él estaba a su lado. Cerró los ojos despacio y simplemente permaneció en silencio con algo de rabia en su interior. No podía hacer nada para que Ryuken volviese a ser el de antes y sabía que su estupidez de dejarlo solo había sido la culpable. Entonces habló con un tono de voz algo apagado.
- No me hagas una pregunta cuya respuesta conoces… Sabes muy bien que estoy mal. No sé qué hacer para que me perdones… No quería dejarte solo y… Me duele muchísimo que me estés evitando.
No pudo evitar darle la espalda, mirando al otro lado mientras continuaba sentada y con la cabeza agachada. No era nada justo para ella. Las palabras de Ivan le parecieron muy buena idea por alguna razón y en aquel momento no pensó con claridad. La guerra había sido dura y eso que ella no había estado presente en la peor parte. Sintió algo de dolor en su pecho de nuevo y después no pudo evitar pensar en todo lo pasado con sus compañeros rebeldes. Aquellos que fallecieron hacía unos meses atrás junto a su padre adoptivo. Ella entonces simplemente miró hacia el suelo con algo de pena en su alma, pero no podía hacer nada para que desapareciese.
- Te quiero mucho… Eres mi mejor amigo y te vuelvo a pedir perdón de nuevo. No quiero que dejes de tratarme bien después de lo pasado. Si hay algo que pueda hacer para que todo sea como antes…
Cerró los ojos con fuerza sin terminar la frase, pero era obvio que iba a hacer cualquier cosa. Ella tan solo tenía tres personas especiales y no quería perder a la mejor de todas, con la que pasaba los días en la rebelión. Tal vez debía irse ella misma para dejar de estorbarle, tal vez lo mejor era aquello.
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Sentía culpa al notar que la pelirrosa igual estaba sufriendo, pero además tenía algo de confusión luego de todo lo que dijo. ¿Por qué le estaba pidiendo perdón? Si ella no tuvo la culpa de nada, él era quien se encontraba evitándola por culpa de tontas inseguridades. ¿Enserio estuvo tan ciego como para no verlo? Le dolía ver a su compañera así, y eso de por sí era algo sorprendente. Solo con ella, y en menor medida con Dranser, podía volver a sentir cosas... Volver a recuperar su humanidad, a fin de cuentas. Ryuken cerró sus ojos un poco y dejó salir un pequeño quejido. Tanto por el dolor emocional y el físico. Lo peor era... que todo fue un malentendido, y eso pensaba arreglarlo antes de que fuera demasiado tarde. Lentamente se acercó hasta la pelirrosa y la abrazó de forma suave.}
– Yo también te quiero – se atrevió a decir esas cuatro palabras después de tanto tiempo. La última vez fue hacia su madre adoptiva... Y eso acabó mal luego de dos años de vivir con ella. – Y es un malentendido; no te culpo a ti, sino que a mi por caer en esos juegos mentales – intentó explicarle mientras bajaba su mirada un poco. – Si hay alguien que tiene la culpa, soy yo. Yo y mis malditas inseguridades luego de lo descubrí – había decidido contarle todo a su compañera y ya no había vuelta atrás.
Lentamente se separó de la joven y se levantó del sillón. Miró fijamente Galia durante algunos segundos y suspiró. Para mal o para bien, algo cambiaría entre ellos cuando se enterara del por qué le había estado evitando desde que volvieron de la guerra.
– Ven conmigo... Es mejor que lo veas por ti misma – le dio la mano para levantarla del sillón y luego la llevaría hasta su habitación, donde había dejado los resultados de su investigación.
Al cabo de unos pocos minutos, y si se dejó llevar hasta allí, llegaron hasta su cuarto. Puso la mano en el pomo y dudó por algunos segundos, para luego negar con la cabeza.
– Creo que descubrí quien es mi padre biológico. Su nombre era Lavi Shirou y era pirata, pero... – se dirigió hasta su cama y sacó un par de papeles que se encontraban encima. – Es mejor que lo leas tu para que lo entiendas – lo que decía en ese informe era todo lo que sucedió entre la pelea de esos dos. Como su supuesto padre había retado a Derian Markov a un combate y luego terminaría sucumbiendo debido a sus heridas. – Sospecho que esa fue una de las razones por la que terminé... en tu sabes donde – dijo mientras miraba hacia otro lado, evitando mirarla a los ojos. No quería ver cual sería su reacción luego de leer eso.
– Yo también te quiero – se atrevió a decir esas cuatro palabras después de tanto tiempo. La última vez fue hacia su madre adoptiva... Y eso acabó mal luego de dos años de vivir con ella. – Y es un malentendido; no te culpo a ti, sino que a mi por caer en esos juegos mentales – intentó explicarle mientras bajaba su mirada un poco. – Si hay alguien que tiene la culpa, soy yo. Yo y mis malditas inseguridades luego de lo descubrí – había decidido contarle todo a su compañera y ya no había vuelta atrás.
Lentamente se separó de la joven y se levantó del sillón. Miró fijamente Galia durante algunos segundos y suspiró. Para mal o para bien, algo cambiaría entre ellos cuando se enterara del por qué le había estado evitando desde que volvieron de la guerra.
– Ven conmigo... Es mejor que lo veas por ti misma – le dio la mano para levantarla del sillón y luego la llevaría hasta su habitación, donde había dejado los resultados de su investigación.
Al cabo de unos pocos minutos, y si se dejó llevar hasta allí, llegaron hasta su cuarto. Puso la mano en el pomo y dudó por algunos segundos, para luego negar con la cabeza.
– Creo que descubrí quien es mi padre biológico. Su nombre era Lavi Shirou y era pirata, pero... – se dirigió hasta su cama y sacó un par de papeles que se encontraban encima. – Es mejor que lo leas tu para que lo entiendas – lo que decía en ese informe era todo lo que sucedió entre la pelea de esos dos. Como su supuesto padre había retado a Derian Markov a un combate y luego terminaría sucumbiendo debido a sus heridas. – Sospecho que esa fue una de las razones por la que terminé... en tu sabes donde – dijo mientras miraba hacia otro lado, evitando mirarla a los ojos. No quería ver cual sería su reacción luego de leer eso.
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La rebelde notó aquel abrazo que no hizo otra cosa que relajarla, por lo que cerró los ojos despacio. Se sintió muchísimo mejor y se alegró de una forma increíble de que el joven no la odiase por aquello. Fue entonces que mostró una expresión dulce y después se quedó callada unos momentos. Tomó de nuevo un trozo enorme de pizza y le dio un bocado, pues el hambre le había vuelto al estar más relajada. Como siempre, el sabor era excesivamente rico y eso se notaba en la expresión de ella mientras masticaba. Ahora que estaba mucho mejor del dolor de pecho, escucharía al chico en todo lo que le diría. A él le pareció que el salón no era buen sitio y decidió ir a su cuarto. Al parecer quería mostrarle algo.
Cuando llegaron, la chica se sentó en la cama y tomó los informes despacio entre sus manos. Empezó a leer sin prisa alguna de forma calmada, estando bien atenta a todo y entendiendo cada documento. Estaba empezando a leer sobre las mecánicas de los vehículos militares y por ello quería ser mejor en varios campos. Ella estaba absorta en la lectura, escuchando también las palabras de Ryuken en todo momento. Cuando terminó de todo soltó un pequeño suspiro y después le abrazó con fuerza. Ella no quería que él se sintiese mal por aquello y fue entonces cuando le dijo lo que pensaba.
- Bueno… Yo no conocía ningún Markov y no fui criada por ellos. Me siento más una miembro del ejército rebelde. Además, las líneas de sangre no tienen que odiarse por las idioteces de sus descendientes.
Dijo ella mirándole a los ojos de forma dulce. En su mano tenía el trozo de pizza todavía, pues se lo había llevado para comérselo. Entonces lo metió en su boca del tirón y tras masticarlo un poco no pudo evitar tragárselo y sentir un alivio en su estómago. Fue después cuando se quedó mirando al chico de forma tranquila y amable. Le colocó la mano derecha en la mejilla y después clavó sus azulados ojos en los suyos.
- Para mí tú eres más importante que mi supuesta familia. Recuerda que eres una de las personas que más me importan y eso no va a cambiar nunca. Esto lo comenzamos juntos y lo terminaremos juntos, hasta el final.
Mencionó entonces acariciando su mano y después sonriéndole.
Cuando llegaron, la chica se sentó en la cama y tomó los informes despacio entre sus manos. Empezó a leer sin prisa alguna de forma calmada, estando bien atenta a todo y entendiendo cada documento. Estaba empezando a leer sobre las mecánicas de los vehículos militares y por ello quería ser mejor en varios campos. Ella estaba absorta en la lectura, escuchando también las palabras de Ryuken en todo momento. Cuando terminó de todo soltó un pequeño suspiro y después le abrazó con fuerza. Ella no quería que él se sintiese mal por aquello y fue entonces cuando le dijo lo que pensaba.
- Bueno… Yo no conocía ningún Markov y no fui criada por ellos. Me siento más una miembro del ejército rebelde. Además, las líneas de sangre no tienen que odiarse por las idioteces de sus descendientes.
Dijo ella mirándole a los ojos de forma dulce. En su mano tenía el trozo de pizza todavía, pues se lo había llevado para comérselo. Entonces lo metió en su boca del tirón y tras masticarlo un poco no pudo evitar tragárselo y sentir un alivio en su estómago. Fue después cuando se quedó mirando al chico de forma tranquila y amable. Le colocó la mano derecha en la mejilla y después clavó sus azulados ojos en los suyos.
- Para mí tú eres más importante que mi supuesta familia. Recuerda que eres una de las personas que más me importan y eso no va a cambiar nunca. Esto lo comenzamos juntos y lo terminaremos juntos, hasta el final.
Mencionó entonces acariciando su mano y después sonriéndole.
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Una media sonrisa se formó en el rostro de Ryuken y cerró sus ojos al escuchar la primera respuesta de Galia. Tenía razón, y era exactamente la misma conclusión a la que llegó él, pero ahora se sentía mejor al desahogarse de esa forma. Era como si un peso invisible hubiera sido retirado de su cuerpo. A final de cuentas, ella no había sido criado por los Markov. Toda su vida ella había pertenecido a la revolución, por lo que no había caso en culparla de algo tan estúpido como eso. A ella y a todos los Markov; solo Derian tenía la culpa de todo lo que pasó. Era más, ni siquiera sabía si Lavi era su padre biológico o no, por lo que se guardaría su rencor hasta que estuviera cien por ciento asegurado. Ya sintiéndose más aliviado, el joven le devolvió el abrazo, sintiéndose mucho más seguro que antes.
– Tienes razón. Lo siento, fue culpa mía por sentirme tan inseguro de eso. Espero que puedas perdonarme – le dijo mientras sonreía un poco.
La joven se separó y Ryuken tuvo que negar con la cabeza, sintiendo algo de diversión al ver como Galia comía luego de todo lo sucedido. Realmente era alguien única dentro de la especie humana. Sus ojos se suavizaron al escuchar su confesión y no pudo evitar bajar la mirada un poco. Realmente fue un estúpido por haber pensado así de ella, cuando su compañera no tuvo nada que ver en el problema. Sus ojos se entrecerraron por algunos momentos, pero luego volvió a la normalidad. Si hay alguien que podría saber todo esto... Era Ivan, pero no iba a acercarse a él sin tener algo planeado de antemano. Sus recuerdos de los sucedido seguían mezclados, y seguía sin saber lo que realmente sucedió. Lo que si sabía... era que el castaño era peligroso. No se lo dijo a la pelirrosa por dos razones: no tenía pruebas y no quería perder su amistad por algo sin fundamento como eso.
– Lo mismo va para mi. Tú y Dranser, pero especialmente tú, son lo único me queda en esta vida – susurró para luego abrazarle. – No quiero perderles, no quiero volver a ser el de antes – se quedó así durante algunos segundos y luego intentó separarse. – Lo siento, no suelo ponerme así de... – mientras se apartaba, sintió un fuerte pinchazo en su muslo afectado. Eran secuelas que sucedían de vez en cuando, y no duraría más de una semana. Fue por eso mismo que le recomendaron quedarse en cama, al menos, por tres días para que no tuviera tantos problemas al caminar... Sugerencia que no terminó por acatar y ahora estaba pagando las consecuencias.
El dolor hizo que se apartara violentamente hacia atrás, terminando por chocar con la punta de la cama y perdiera el equilibrio totalmente. Inconscientemente, agarró la mano de Galia para no caer, pero le fue imposible. Cayó con suavidad al colchón y, si su compañera no se había separado a tiempo, probablemente Ryuken terminaría con ella encima por accidente. Cerró sus ojos al sentir un pequeño dolor en su espalda, producto del leve choque de su cuerpo con la cama. Estúpido Ivan, no tuvo porque ponerse tan violento a la hora de atacar.
– Lo siento – murmuró mientras abría los ojos. – Parece que aún mi pierna no está lo suficientemente curada para estar caminando por allí – se explicó mientras movía sus manos para intentar levantarse, aunque tenía algunos problemas para lograrlo. La herida del torso y la espalda molestaban un poco, a fin de cuentas. Tal vez debería cambiarse las vendas ahora, las que tiene actualmente ya debieron haber cumplido con su propósito.
– Tienes razón. Lo siento, fue culpa mía por sentirme tan inseguro de eso. Espero que puedas perdonarme – le dijo mientras sonreía un poco.
La joven se separó y Ryuken tuvo que negar con la cabeza, sintiendo algo de diversión al ver como Galia comía luego de todo lo sucedido. Realmente era alguien única dentro de la especie humana. Sus ojos se suavizaron al escuchar su confesión y no pudo evitar bajar la mirada un poco. Realmente fue un estúpido por haber pensado así de ella, cuando su compañera no tuvo nada que ver en el problema. Sus ojos se entrecerraron por algunos momentos, pero luego volvió a la normalidad. Si hay alguien que podría saber todo esto... Era Ivan, pero no iba a acercarse a él sin tener algo planeado de antemano. Sus recuerdos de los sucedido seguían mezclados, y seguía sin saber lo que realmente sucedió. Lo que si sabía... era que el castaño era peligroso. No se lo dijo a la pelirrosa por dos razones: no tenía pruebas y no quería perder su amistad por algo sin fundamento como eso.
– Lo mismo va para mi. Tú y Dranser, pero especialmente tú, son lo único me queda en esta vida – susurró para luego abrazarle. – No quiero perderles, no quiero volver a ser el de antes – se quedó así durante algunos segundos y luego intentó separarse. – Lo siento, no suelo ponerme así de... – mientras se apartaba, sintió un fuerte pinchazo en su muslo afectado. Eran secuelas que sucedían de vez en cuando, y no duraría más de una semana. Fue por eso mismo que le recomendaron quedarse en cama, al menos, por tres días para que no tuviera tantos problemas al caminar... Sugerencia que no terminó por acatar y ahora estaba pagando las consecuencias.
El dolor hizo que se apartara violentamente hacia atrás, terminando por chocar con la punta de la cama y perdiera el equilibrio totalmente. Inconscientemente, agarró la mano de Galia para no caer, pero le fue imposible. Cayó con suavidad al colchón y, si su compañera no se había separado a tiempo, probablemente Ryuken terminaría con ella encima por accidente. Cerró sus ojos al sentir un pequeño dolor en su espalda, producto del leve choque de su cuerpo con la cama. Estúpido Ivan, no tuvo porque ponerse tan violento a la hora de atacar.
– Lo siento – murmuró mientras abría los ojos. – Parece que aún mi pierna no está lo suficientemente curada para estar caminando por allí – se explicó mientras movía sus manos para intentar levantarse, aunque tenía algunos problemas para lograrlo. La herida del torso y la espalda molestaban un poco, a fin de cuentas. Tal vez debería cambiarse las vendas ahora, las que tiene actualmente ya debieron haber cumplido con su propósito.
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La joven le dedicó una sonrisa cuando dijo que lo perdonase. Ella no tenía que perdonar a nadie, pues pensó que el problema era de ella y ahora estaba muchísimo más feliz. No tardó entonces en soltar un pequeño suspiro. Aquellos documentos no iban ya con ella, pues estaba a su bola en la rebelión junto a Ryuken y nada importaban los linajes allí. De hecho, Dranser tenía la famosa ”D” En su nombre y por ello no tenía que tratarle de forma distinta a los demás. No importaban los apellidos allí y solo estaban para vivir sus vidas y ser totalmente felices. Eso era lo que realmente importaba. Entonces notó el abrazo y ella sonrió devolviéndoselo totalmente con una expresión amable. Se sentía muchísimo mejor de aquella forma.
La chica entonces notó un tirón en su mano, provocada por el chico, el cual pareció tropezar por un quejido que soltó. Ella cerró los ojos aterrizando sobre él y colocó las manos en su pecho, esperando no haberle hecho daño con la caída. La chica entonces se quedó mirándole a los ojos algo preocupada por si no estaba muy bien respecto a las heridas. Le miró el pecho aprovechando que estaba tan cerca y después el cuello. Soltó un suspiro y después le dedicó una mirada dulce en todo momento. Esperaba que estuviese bien después de la caída. Entonces ella deslizó sus manos hasta el cuello de él, presionando con sus dedos despacio en los laterales para tratar de relajarlo de alguna forma.
- Shhh… Deja de esforzarte y descansa un poco.
Ella entonces trató de colocarle las manos en los hombros y se sentó en su abdomen, después apretaría la zona del cuello para intentar relajarle con una especie de masaje. Pudo ver su torso completo con aquellas heridas que la hicieron desviar la mirada un poco apenada. Pero después le mostró una sonrisa amable y continuó haciéndole aquella especie de masaje en los hombros y el cuello. Se notaba que se estaba esforzando y entonces le miró a los ojos con calma, hablándole de forma tranquila.
- Creo que de esta forma podré ayudarte a que estés mejor. No sabemos cuándo podrían enviarnos a una misión y es bueno aprovechar estos momentos para ayudarnos y cuidarnos. – La chica se notaba que era muy protectora con él.
La chica entonces notó un tirón en su mano, provocada por el chico, el cual pareció tropezar por un quejido que soltó. Ella cerró los ojos aterrizando sobre él y colocó las manos en su pecho, esperando no haberle hecho daño con la caída. La chica entonces se quedó mirándole a los ojos algo preocupada por si no estaba muy bien respecto a las heridas. Le miró el pecho aprovechando que estaba tan cerca y después el cuello. Soltó un suspiro y después le dedicó una mirada dulce en todo momento. Esperaba que estuviese bien después de la caída. Entonces ella deslizó sus manos hasta el cuello de él, presionando con sus dedos despacio en los laterales para tratar de relajarlo de alguna forma.
- Shhh… Deja de esforzarte y descansa un poco.
Ella entonces trató de colocarle las manos en los hombros y se sentó en su abdomen, después apretaría la zona del cuello para intentar relajarle con una especie de masaje. Pudo ver su torso completo con aquellas heridas que la hicieron desviar la mirada un poco apenada. Pero después le mostró una sonrisa amable y continuó haciéndole aquella especie de masaje en los hombros y el cuello. Se notaba que se estaba esforzando y entonces le miró a los ojos con calma, hablándole de forma tranquila.
- Creo que de esta forma podré ayudarte a que estés mejor. No sabemos cuándo podrían enviarnos a una misión y es bueno aprovechar estos momentos para ayudarnos y cuidarnos. – La chica se notaba que era muy protectora con él.
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El joven cerró de forma inconsciente sus ojos al sentir aquel cálido tacto en su cuello. Un masaje... eso le venía de buena forma en este momento. Era una de las opciones que le dio el médico para liberar tensión en sus músculos y apaciguar un poco el dolor de sus heridas. No lo hizo por dos razones: no tenía nadie más que pedirle, a excepción de Galia, y... le daba vergüenza pedírselo a ella. Fue un alivio que ella empezó por su propia voluntad a realizar eso, por lo que simplemente se dejó estar y se relajó en lo que duraba el masaje. No tenía nada más que hacer... salvo dormir, mira que ya eran las cuatro de la mañana. De todas formas, tampoco tenía mucho sueños, así que le daba un poco igual. Además, el dolor a sus heridas impedían que pudiera conciliar el sueño de manera continua. A lo mejor el masaje sería lo suficiente para mandarlo al mundo de Morfeo, en teoría.
– Está... bien – pudo responder, aunque de forma débil debido al mundo de relajación en el que se encontraba.
Seguía sintiendo el toque en su cuello y hombros. Además de sentir esa sensación placentera, además sentía algo... más, algo que ya era usual en él cuando lidiaba con la pelirrosa en situaciones así. Su escaso conocimiento acerca de las emociones, le impedían saber exactamente lo que sentía. Solo sabía que no era nada malo, incluso no le molestaría seguir sintiéndolo. Lo que daría por saber lo que era... Probablemente tardaría lo suyo en averiguarlo. Emociones simples eran una cosa, pero las complicadas... aún estaban demasiado lejos para él. Hasta que no se arreglara su problema mental, era difícil que pudiera recobrar por completo su humanidad.
Escuchó lo que dijo la pelirrosa, y no pudo evitar abrir un ojo para luego suspirar. A veces la joven era demasiado amable para su propio bien, pero... eso era lo que le gustaba de ella. Seguía considerando que era innecesario que gastara su amabilidad en un ser tan retorcido como él, pero tampoco iba a decir eso en voz alta. Nunca había visto a Galia enojada... y no iba ser él quien lograra tan hazaña. Por lo que mantendría sus pensamientos para si mismo.
– Supongo que tienes razón – suspiró el joven para luego abrir sus azulados ojos. Antes eran opacos, pero ahora... podría verse una chispa de vida en ellos. Clavó su mirada en la joven y luego la desvió hacia un lado. Esa posición le... provocaba lo mismo de antes, pero mucho más intenso. Solo lo sucedido en la isla del Puño lo superaba. – Estúpidos sentimientos desconocidos – murmuró el espadachín para luego cerrar los ojos. Sabía de sobra que la joven podría escucharlo, pero no le importaba. No había a secretos entre ellos... A excepción de lo que en verdad opinaba y sentía por la pelirrosa, pero eso ya era tema aparte. Si ni el mismo sabía lo que era... difícil sería expresarlo. No... se lo callaría de momento, a menos que la misma Galia le pidiera su opinión por alguna razón. No se veía capaz de mentirle, así que no le quedaría otra.
– Está... bien – pudo responder, aunque de forma débil debido al mundo de relajación en el que se encontraba.
Seguía sintiendo el toque en su cuello y hombros. Además de sentir esa sensación placentera, además sentía algo... más, algo que ya era usual en él cuando lidiaba con la pelirrosa en situaciones así. Su escaso conocimiento acerca de las emociones, le impedían saber exactamente lo que sentía. Solo sabía que no era nada malo, incluso no le molestaría seguir sintiéndolo. Lo que daría por saber lo que era... Probablemente tardaría lo suyo en averiguarlo. Emociones simples eran una cosa, pero las complicadas... aún estaban demasiado lejos para él. Hasta que no se arreglara su problema mental, era difícil que pudiera recobrar por completo su humanidad.
Escuchó lo que dijo la pelirrosa, y no pudo evitar abrir un ojo para luego suspirar. A veces la joven era demasiado amable para su propio bien, pero... eso era lo que le gustaba de ella. Seguía considerando que era innecesario que gastara su amabilidad en un ser tan retorcido como él, pero tampoco iba a decir eso en voz alta. Nunca había visto a Galia enojada... y no iba ser él quien lograra tan hazaña. Por lo que mantendría sus pensamientos para si mismo.
– Supongo que tienes razón – suspiró el joven para luego abrir sus azulados ojos. Antes eran opacos, pero ahora... podría verse una chispa de vida en ellos. Clavó su mirada en la joven y luego la desvió hacia un lado. Esa posición le... provocaba lo mismo de antes, pero mucho más intenso. Solo lo sucedido en la isla del Puño lo superaba. – Estúpidos sentimientos desconocidos – murmuró el espadachín para luego cerrar los ojos. Sabía de sobra que la joven podría escucharlo, pero no le importaba. No había a secretos entre ellos... A excepción de lo que en verdad opinaba y sentía por la pelirrosa, pero eso ya era tema aparte. Si ni el mismo sabía lo que era... difícil sería expresarlo. No... se lo callaría de momento, a menos que la misma Galia le pidiera su opinión por alguna razón. No se veía capaz de mentirle, así que no le quedaría otra.
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La chica continuaba masajeando los hombros de su compañero y el cuello lo mejor posible, esperando hacerle algún bien y que se olvidase del resto de heridas. Escuchó un murmullo sobre lo que dijo y no tardó en alzar la ceja un poco confusa. Entonces soltó una leve risa amable y le pasó el dedo índice por la nariz. Después continuó a lo suyo, hasta que escuchó la puerta ser golpeada dos veces. El silencio reinó en la sala y por acto reflejo la joven le dijo a Ryuken que no abriese la boca y respondió con calma, preguntando lo que deseaban. La voz que salió de allí era la de Dranser y por eso la pilló de improviso.
- Galia, mañana al atardecer necesito enviarte al Norte unas semanas. Tu primera misión oficial como Líder del escuadrón Colmillo Blanco va a comenzar. De paso enviaré a Colmillo Plateado a otra ¿Vale?
- ¡Sí señor!
- Muy bien, espero que os haya gustado la pizza. Dile a Ryu que puede hablar sin miedo. – Tras una risa pareció largarse.
Galia cayó entonces en que estaban en el cuarto de Ryu y por ello un sonrojo impresionante recorrió su cara. Silver era demasiado espabilado y sin ni siquiera entrar a la habitación ya sabía que ella estaba allí. Todo encajaba, la bonita cagada de la pelirrosa al ser ella la que había contestado. Después de unos momentos soltó un suspiro y se quedó mirando a su compañero de forma un poco “tonta”.
- Conociéndole, se habrá pensado que estamos haciendo cosas pervertidas.
Soltó una carcajada entonces y colocó su mano derecha en los cabellos del joven. Estaba pensando en aquella misión que les iban a enviar por separado. Un par de semanas iban a ser mucho tiempo y ella esperaba que no se alargasen mucho. Estaba segura de que sensei los enviaría con algunas cosas extra y no solos. Entonces se quedó mirando al peliplateado con toda la calma del mundo y le sonrió.
- Vamos a estar dos semanas sin vernos, compañero. No es un adiós, es un hasta luego, espero que no llores. – Le dijo a modo de broma y abrazándole entonces.
- Galia, mañana al atardecer necesito enviarte al Norte unas semanas. Tu primera misión oficial como Líder del escuadrón Colmillo Blanco va a comenzar. De paso enviaré a Colmillo Plateado a otra ¿Vale?
- ¡Sí señor!
- Muy bien, espero que os haya gustado la pizza. Dile a Ryu que puede hablar sin miedo. – Tras una risa pareció largarse.
Galia cayó entonces en que estaban en el cuarto de Ryu y por ello un sonrojo impresionante recorrió su cara. Silver era demasiado espabilado y sin ni siquiera entrar a la habitación ya sabía que ella estaba allí. Todo encajaba, la bonita cagada de la pelirrosa al ser ella la que había contestado. Después de unos momentos soltó un suspiro y se quedó mirando a su compañero de forma un poco “tonta”.
- Conociéndole, se habrá pensado que estamos haciendo cosas pervertidas.
Soltó una carcajada entonces y colocó su mano derecha en los cabellos del joven. Estaba pensando en aquella misión que les iban a enviar por separado. Un par de semanas iban a ser mucho tiempo y ella esperaba que no se alargasen mucho. Estaba segura de que sensei los enviaría con algunas cosas extra y no solos. Entonces se quedó mirando al peliplateado con toda la calma del mundo y le sonrió.
- Vamos a estar dos semanas sin vernos, compañero. No es un adiós, es un hasta luego, espero que no llores. – Le dijo a modo de broma y abrazándole entonces.
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Ryuken abrió de forma exagerada sus ojos al escuchar la voz de Dranser en las afueras de su habitación. Aquello sería normal... sino fuera por cierto detalle. Era un mensaje para Galia... pero este no era su cuarto, de modo que era una pregunta tramposa. El joven intentó avisarle a su compañera, pero fue demasiado tarde. Como la inocente que era, cayó sin pena ni gloria ante la trampa de su mentor e inductor en la revolución. El espadachín cerró sus ojos y suspiró, al tiempo que negaba con la cabeza desde donde se encontraba. A veces la pelirrosa debería saber cuando hablar. Quién sabe que sería lo que pasaría por la cabeza de Dranser en este momento. De seguro nada bueno, como siempre. ¿Por qué sino los jodió de esa forma?
– Galia... hazme el favor de recordarme que debo meterle a Balmung en el trasero cuando esté durmiendo – dijo seriamente el joven mientras miraba a su compañera.
El joven suspiró y levantó la parte superior de su cuerpo. Se sentía muchísimo mejor ahora gracias al masaje. Sus heridas ya no le dolían tanto como antes debido a lo relajado que se encontraba. Movió su cuello un poco y una media sonrisa se formo en su rostro; en verdad la pelirrosa tenía unas manos mágicas. Sintió como la pelirrosa le abrazaba, a lo que él simplemente le respondió de vuelta. Si fuera por él, se quedaría en esa posición durante toda su vida, pero era imposible. Entrecerró sus ojos al escuchar lo que dijo su compañera y soltó un resoplido de indignación.
– Yo no lloro – se quejó el joven. De repente, una idea se le vino a la cabeza. Sinceramente, estaba pasando demasiado tiempo con Galia si ahora estaba bromeando sobre "eso". – Ya que estamos, asegúrate de no comer nada raro. No estaré allí para... ayudarte – le susurró en el oído, para luego alejarse. Una sonrisa de diversión podía verse en el rostro de Ryuken. Parecía que ese era la primera vez desde esa misión, que uno de los dos hablaba de lo que sucedió al final en la Isla del Puño. Quizá la vergüenza lo impedía, pero ahora daba igual. Al menos ahora podía decirlo en modo de broma sin parecer un tomate maduro a punto de estallar.
– Galia... hazme el favor de recordarme que debo meterle a Balmung en el trasero cuando esté durmiendo – dijo seriamente el joven mientras miraba a su compañera.
El joven suspiró y levantó la parte superior de su cuerpo. Se sentía muchísimo mejor ahora gracias al masaje. Sus heridas ya no le dolían tanto como antes debido a lo relajado que se encontraba. Movió su cuello un poco y una media sonrisa se formo en su rostro; en verdad la pelirrosa tenía unas manos mágicas. Sintió como la pelirrosa le abrazaba, a lo que él simplemente le respondió de vuelta. Si fuera por él, se quedaría en esa posición durante toda su vida, pero era imposible. Entrecerró sus ojos al escuchar lo que dijo su compañera y soltó un resoplido de indignación.
– Yo no lloro – se quejó el joven. De repente, una idea se le vino a la cabeza. Sinceramente, estaba pasando demasiado tiempo con Galia si ahora estaba bromeando sobre "eso". – Ya que estamos, asegúrate de no comer nada raro. No estaré allí para... ayudarte – le susurró en el oído, para luego alejarse. Una sonrisa de diversión podía verse en el rostro de Ryuken. Parecía que ese era la primera vez desde esa misión, que uno de los dos hablaba de lo que sucedió al final en la Isla del Puño. Quizá la vergüenza lo impedía, pero ahora daba igual. Al menos ahora podía decirlo en modo de broma sin parecer un tomate maduro a punto de estallar.
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Una espada en el trasero de Dranser mientras dormía podía ser divertido, pero el oficial era demasiado raro para aquellas cosas. Dormía en posturas enfermizas y además, daba mal augurio entrar en su habitación. No la había visto, pero se imaginaba una oscuridad inmensa llena de animales salvajes dentro y los ronquidos siniestros del sensei por la zona. No quería entrar en un sitio así y menos para introducir una espada en un sitio tan íntimo. Si Ryuken quería pasar un buen rato con su maestro y darse más mimos de la cuenta, era libre, ella no le iba a mirar con mala cara. Pensaba en aquello mientras suspiraba y abrazaba al chico de oro con toda la calma del mundo.
Entonces fue cuando el espadachín mencionó aquel día y que ella no comiese nada raro mientras él no estuviese por allí. Encima iba y se lo susurraba al oído de aquella forma. La chica no tardó en negar varias veces con la cabeza notando unos nervios increíbles apoderarse de su cuerpo. Según recordaba aquel día, Ryuken… Volvió a agitar la cabeza mirando a otro lado rápidamente y soltando una pequeña risa.
- ¡Tendré cuidado! No tendrás que pasar el mal rato de tener que darme oxigeno de nuevo de esa forma tan apasionada… – Dijo entonces sacándole la lengua y vengándose por su comentario.
Justo entonces ella se lanzó sobre él, dejándolo debajo de ella en la cama y dirigiéndole una mirada llena de amabilidad. Trataría de tomar sus manos para “aprisionarlo” jugando y entonces bajó hasta él, dándole un leve beso en la mejilla.
- Te voy a echar muchísimo de menos. Mucha suerte en tu misión y si tienes problemas, recuerda que debes huir. Si yo no volviese… Tan solo continúa junto a Dranser y sé feliz como estás ahora. – En cuanto le dijo aquello soltó sus manos y se sentó en la cama, con ambas manos en las mejillas.
Estaba un poco nerviosa por la misión, pero si su maestro la enviaba, es porque la veía preparada. Ya lo hizo cuando tuvo que enfrentar al oficial de la marina en aquella isla donde conoció a Keith. Soltó un pequeño suspiro y después se quedó mirando a su compañero con una sonrisa dulce.
Entonces fue cuando el espadachín mencionó aquel día y que ella no comiese nada raro mientras él no estuviese por allí. Encima iba y se lo susurraba al oído de aquella forma. La chica no tardó en negar varias veces con la cabeza notando unos nervios increíbles apoderarse de su cuerpo. Según recordaba aquel día, Ryuken… Volvió a agitar la cabeza mirando a otro lado rápidamente y soltando una pequeña risa.
- ¡Tendré cuidado! No tendrás que pasar el mal rato de tener que darme oxigeno de nuevo de esa forma tan apasionada… – Dijo entonces sacándole la lengua y vengándose por su comentario.
Justo entonces ella se lanzó sobre él, dejándolo debajo de ella en la cama y dirigiéndole una mirada llena de amabilidad. Trataría de tomar sus manos para “aprisionarlo” jugando y entonces bajó hasta él, dándole un leve beso en la mejilla.
- Te voy a echar muchísimo de menos. Mucha suerte en tu misión y si tienes problemas, recuerda que debes huir. Si yo no volviese… Tan solo continúa junto a Dranser y sé feliz como estás ahora. – En cuanto le dijo aquello soltó sus manos y se sentó en la cama, con ambas manos en las mejillas.
Estaba un poco nerviosa por la misión, pero si su maestro la enviaba, es porque la veía preparada. Ya lo hizo cuando tuvo que enfrentar al oficial de la marina en aquella isla donde conoció a Keith. Soltó un pequeño suspiro y después se quedó mirando a su compañero con una sonrisa dulce.
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Una pequeña risa escapó de sus labios y se encogió de hombros. Había conseguido avergonzar a su compañera durante algunos segundos, así que lo consideraría como una victoria en su libro. Debido a su personalidad, era difícil tomarla desprevenida de esa forma, así que cualquier situación que pudiera lograrlo, lo usaría en su contra. Por supuesto que era en un sentido de broma. Ni de joda iba a lastimar a la pelirrosa luego de todo lo que hizo por él, pero... De alguna forma tenía que desquitarse por provocar esas emociones desconocidas en su ser. Viendo que no sabía como expresarlo, seguiría con esos pequeños juegos. Además, apreciaba los momentos como estos. Le hacían recordar que, pese a todo lo sucedido, seguía siendo humano, que aún no era tarde para él. Su madre tenía razón, él no era un caso perdido que solo hiciera daño a los demás para éstos pudieran sentir toda la desesperación que él sintió en esa mansión de mierda.
En eso, Galia movió su cuerpo para quedar justo encima del Ryuken, provocando que éste parpadeara y dejara sus pensamientos de lados. Era la segunda vez en pocos minutos que se encontraba en una situación así, pero no iba a ponerle pegas. Le gustaba estar así... Más ahora que no volvería a ver a su compañera durante algún par de semanas. Él, por su parte, iba a tardar un poco más en salir de misión. Primero sus heridas tenían que sanar del todo para pensar en recién hacer esfuerzos físicos. Quién sabe, a lo mejor cuando ella volviera él estaría recién yendo hacia su misión.
– No hables de esa forma – dijo de forma seria una vez que la pelirrosa se separó, al tiempo que un leve rubor teñía sus mejilla debido al beso.
Ryuken se sentó en la cama y miró fijamente a su compañera. Que hablara de esa forma, le provocaba una sensación de disconformidad. Aunque ella lo dijera, era muy probable que no pudiera seguir si moría, esencialmente volviendo a caer ante la desesperación. El joven se acercó y la abrazó con suavidad por algunos segundos y luego se separó, quedando justo sus rostros muy cerca entre sí. Dudó por algunos segundos, pero luego se decidió. Junto sus labios con los de ella, quedándose así por algunos segundos. No era como el de la otra vez, éste era mucho más... tranquilo.
– No hables de ese modo – dijo una vez que se separó, apoyando su frente en la de ella. – Aunque lo digas, es muy probable que vuelva a caer en la desesperación si mueres. Fuiste la que me dio una nueva oportunidad en mi vida, dándome una razón para seguir vivir, además de recobrar mi humanidad que creí perdida. Así que por favor... no digas eso, nunca – le dijo con firmeza mientras baja un poco su mirada.
En eso, Galia movió su cuerpo para quedar justo encima del Ryuken, provocando que éste parpadeara y dejara sus pensamientos de lados. Era la segunda vez en pocos minutos que se encontraba en una situación así, pero no iba a ponerle pegas. Le gustaba estar así... Más ahora que no volvería a ver a su compañera durante algún par de semanas. Él, por su parte, iba a tardar un poco más en salir de misión. Primero sus heridas tenían que sanar del todo para pensar en recién hacer esfuerzos físicos. Quién sabe, a lo mejor cuando ella volviera él estaría recién yendo hacia su misión.
– No hables de esa forma – dijo de forma seria una vez que la pelirrosa se separó, al tiempo que un leve rubor teñía sus mejilla debido al beso.
Ryuken se sentó en la cama y miró fijamente a su compañera. Que hablara de esa forma, le provocaba una sensación de disconformidad. Aunque ella lo dijera, era muy probable que no pudiera seguir si moría, esencialmente volviendo a caer ante la desesperación. El joven se acercó y la abrazó con suavidad por algunos segundos y luego se separó, quedando justo sus rostros muy cerca entre sí. Dudó por algunos segundos, pero luego se decidió. Junto sus labios con los de ella, quedándose así por algunos segundos. No era como el de la otra vez, éste era mucho más... tranquilo.
– No hables de ese modo – dijo una vez que se separó, apoyando su frente en la de ella. – Aunque lo digas, es muy probable que vuelva a caer en la desesperación si mueres. Fuiste la que me dio una nueva oportunidad en mi vida, dándome una razón para seguir vivir, además de recobrar mi humanidad que creí perdida. Así que por favor... no digas eso, nunca – le dijo con firmeza mientras baja un poco su mirada.
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Galia suspiró cuando escuchó las palabras de su compañero sobre lo que había dicho ella. Se sentía agradecida de que él no quisiera pensar en aquello y que confiase en su persona. Sus azulados ojos miraban los de él de forma tranquila. Estaba demasiado cómoda en su almohada personal y estaba pensando en dormirse allí mismo. Tan solo le faltaba colocar un cojín en el pecho del chico de oro. Empezó a buscar uno con la mirada. Tal vez la cosa quedaba en una escena cómica, pero deseaba saber si aquello la iba a dejar cómoda. Podía tener su cama portátil allí mismo y ni siquiera lo sabía. En misiones de acampada podía ser lo más útil del planeta tierra y no se le había pasado por la cabeza.
- ¿!Mmmmmmm!?
Los ojos de la rebelde se abrieron como platos al sentir los labios de Ryuken unirse a los suyos. Estuvo unos leves segundos paralizada y sin saber bien lo que hacer, muerta de vergüenza. Fue en ese momento cuando la pelirrosa cerró los ojos despacio y continuó el beso unos instantes más, rodeando el cuello de su compañero con los brazos. Cuando el peliblanco se separó, ella soltó un chasquido de lengua, como si le hubiese molestado lo breve que fue. Entonces escuchó sus palabras y después de unos momentos soltó una pequeña risa. Le acarició la cabeza y levantó el mentón para hacer que sus ojos continuasen conectados. No permitiría que ahora se avergonzase con aquellos pensamientos.
- No dejes de mirarme y mucho menos después de haberme besado ¿Entiendes? Sabías que esto iba a terminar así. No era un secreto.
Le dijo ella un poco divertida para después darle un suave pico y después quedarse sobre él, mirándole a los ojos y usándolo de colchón por el momento. Se quedó un poco pensativa y después de unos momentos negó con la cabeza. Sabía de sobra que esa misión podía ser bastante larga, por no decir muchísimo más.
- No vamos a vernos en dos semanas, aunque algo me dice que podría ser incluso un mes. De modo que estoy pensando un poco sobre cómo no olvidar a mi querido compañero… – Le dijo mientras continuaba con sus brazos alrededor de su cuello.
- ¿!Mmmmmmm!?
Los ojos de la rebelde se abrieron como platos al sentir los labios de Ryuken unirse a los suyos. Estuvo unos leves segundos paralizada y sin saber bien lo que hacer, muerta de vergüenza. Fue en ese momento cuando la pelirrosa cerró los ojos despacio y continuó el beso unos instantes más, rodeando el cuello de su compañero con los brazos. Cuando el peliblanco se separó, ella soltó un chasquido de lengua, como si le hubiese molestado lo breve que fue. Entonces escuchó sus palabras y después de unos momentos soltó una pequeña risa. Le acarició la cabeza y levantó el mentón para hacer que sus ojos continuasen conectados. No permitiría que ahora se avergonzase con aquellos pensamientos.
- No dejes de mirarme y mucho menos después de haberme besado ¿Entiendes? Sabías que esto iba a terminar así. No era un secreto.
Le dijo ella un poco divertida para después darle un suave pico y después quedarse sobre él, mirándole a los ojos y usándolo de colchón por el momento. Se quedó un poco pensativa y después de unos momentos negó con la cabeza. Sabía de sobra que esa misión podía ser bastante larga, por no decir muchísimo más.
- No vamos a vernos en dos semanas, aunque algo me dice que podría ser incluso un mes. De modo que estoy pensando un poco sobre cómo no olvidar a mi querido compañero… – Le dijo mientras continuaba con sus brazos alrededor de su cuello.
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Ryuken parpadeó al ver el giro que tomaron los acontecimientos. Luego de aquel emotivo momento, las cosas se tornaron algo... extrañas, o puede que no lo fuese y simplemente el no lo entendía debido a su inhabilidad. De todas formas, y por algún motivo, sentía algo en el pecho, lo mismo que las veces anteriores, pero mucho más potenciado. Ni siquiera lo sucedido en aquella misión, se acercaba a lo de ahora. El joven tragó en seco al ver como la pelirrosa se encontraba encima de él, aún rodeando su cuello con sus brazos, sin saber como reaccionar por el momento. Solo que, instintivamente, rodeó su cintura con sus brazos, atraiéndola más a su propio cuento. Por algunos segundos la habitación se quedó en total silencio, solo su corazón palpitante, y el de Galia, se podía oír por los rincones de su alcoba.
– ¿Pensar en qué, exactamente? – dijo, para su sorpresa, con una voz algo tímida y entrecortada. Esta era la primera vez que le sucedía, ni siquiera antes del orfanato le sucedió algo similar.
¿Qué debía hacer? Tenía un presentimiento de lo que sucedería y tenía que hacer, pero algo... le molestaba por alguna razón. Cuando decidió renunciar a toda su humanidad luego de la muerte de su madre, también intentó auto borrar sus recuerdos y emociones pertenecientes a esos. Luego de muchas meditaciones, pudo lograrlo... en parte. Sus emociones se vieron bloqueadas, y sus memorias fueron guardados bajo siete candados en lo más profundo de su mente. Era por eso mismo que pensaba que un beso allí era algo más como afecto, o supervivencia como lo hizo él en esa isla, pero ahora no estaba. Tenía la certeza que había algo más en todo eso, pero no podía lograr invocar la memoria de aquellos días en los que su madre le enseñó acerca de todo eso. De algo sí estaba seguro; eso podía desencadenar algo mucho más que un simple, y apasionado, beso. ¿Qué era? Eso estaba tratando de averiguar ahora.
– No sé... podrías comenzar por besarla de nuevo, Ryu-baka – una voz, extrañamente parecida a la de su madre, resonó en su mente.
Ryuken parpadeó y se quedó quieto por algunos segundos, esperando haber si la voz volvía a hablar. Al notar que no, el joven suspiró y clavó sus ojos en los de Galia. Bueno... las dos veces anteriores no se quejó ni nada por el estilo, ¿así que una tercera? No perdía nada con intentarlo, además no se volvería a ver hasta que pasaran un par de semanas, o meses si la cosa era seria. Con eso en mente, Ryu se decidió y volvió a juntar sus labios con los de ella. Esta vez intentó replicar el de la isla del puño, a diferencia del de hace unos minutos atrás. Solo que... ahora no había veneno y peligro por el medio...
– ¿Pensar en qué, exactamente? – dijo, para su sorpresa, con una voz algo tímida y entrecortada. Esta era la primera vez que le sucedía, ni siquiera antes del orfanato le sucedió algo similar.
¿Qué debía hacer? Tenía un presentimiento de lo que sucedería y tenía que hacer, pero algo... le molestaba por alguna razón. Cuando decidió renunciar a toda su humanidad luego de la muerte de su madre, también intentó auto borrar sus recuerdos y emociones pertenecientes a esos. Luego de muchas meditaciones, pudo lograrlo... en parte. Sus emociones se vieron bloqueadas, y sus memorias fueron guardados bajo siete candados en lo más profundo de su mente. Era por eso mismo que pensaba que un beso allí era algo más como afecto, o supervivencia como lo hizo él en esa isla, pero ahora no estaba. Tenía la certeza que había algo más en todo eso, pero no podía lograr invocar la memoria de aquellos días en los que su madre le enseñó acerca de todo eso. De algo sí estaba seguro; eso podía desencadenar algo mucho más que un simple, y apasionado, beso. ¿Qué era? Eso estaba tratando de averiguar ahora.
– No sé... podrías comenzar por besarla de nuevo, Ryu-baka – una voz, extrañamente parecida a la de su madre, resonó en su mente.
Ryuken parpadeó y se quedó quieto por algunos segundos, esperando haber si la voz volvía a hablar. Al notar que no, el joven suspiró y clavó sus ojos en los de Galia. Bueno... las dos veces anteriores no se quejó ni nada por el estilo, ¿así que una tercera? No perdía nada con intentarlo, además no se volvería a ver hasta que pasaran un par de semanas, o meses si la cosa era seria. Con eso en mente, Ryu se decidió y volvió a juntar sus labios con los de ella. Esta vez intentó replicar el de la isla del puño, a diferencia del de hace unos minutos atrás. Solo que... ahora no había veneno y peligro por el medio...
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Galia no pudo evitar sonreír de forma algo inocente cuando escuchó las palabras de su compañero, el cual parecía estar en un estado avergonzado. Ella también lo estaba, pero podía disimularlo muchísimo mejor por lo que se veía. Estuvo a punto de reír un poco en broma, pero decidió contenerse las ganas y continuar mirándole a los ojos. Entonces notó el beso del peliplateado de nuevo y tranquilamente lo siguió como si fuese lo más normal del mundo. Estuvo así unos momentos, siendo incluso algo más apasionada. Dejó salir de su boca un pequeño quejido juguetón mientras que su lengua rozaba la del espadachín de oro despacio y le daba una suave caricia. Entonces abrió los ojos separando su boca de la de su compañero y dedicándole una sonrisa dulce.
- No sé qué exactamente, pero espero que la misión termine pronto. Me alegro mucho de que aquel día decidieses venir conmigo a la rebelión.
Ella le mostró después una pequeña sonrisa y acto seguido le guiñó el ojo despacio. Continuaba estando muy cómoda allí tumbada y por ello simplemente le acarició el cabello con su mano derecha, manteniendo la izquierda rodeando su cuello. También había notado las manos en la cintura y por aquel mismo motivo se quedó más pegada a él. Ella en ese momento pegó su frente a la de Ryuken cerrando los ojos después y acariciándole despacio. Se sentía demasiado bien y tenía un mal presentimiento sobre todo lo que estaba por ocurrir. No se sentía segura en aquella misión de larga duración y por eso quería aprovechar por si no volvía. Le miró de nuevo a los ojos y después de unos momentos mostró una expresión algo apenada.
- Este es nuestro destino y no puede ser cambiado. Tan solo prométeme que pase lo que pase volveremos a vernos.
Galia se sentía un poco asustada, como si temiese por lo peor. Dranser llevaba muchos años realizando misiones peligrosas y allí continuaba, pero estaba claro que no podía comparar su poder con el de su sensei. Tal vez tenía una fruta mucho más poderosa, pero la capacidad de combate de Silver con la espada era sobresaliente. Soltó un pequeño suspiro y creó una pequeña capa de hielo alrededor de sus dedos índice y corazón. Sin previo aviso los pasó por los labios de su compañero, enfriándolos para después introducirlos despacio en la boca de él. Le miró divertida al mismo tiempo que lo hacía y después pegó un poco más su cintura a la del chico.
- Haré que no puedas olvidarme entonces, perdona si soy egoísta, Ryu-kun… – Mencionó al mismo tiempo que le miraba de forma dulce.
- No sé qué exactamente, pero espero que la misión termine pronto. Me alegro mucho de que aquel día decidieses venir conmigo a la rebelión.
Ella le mostró después una pequeña sonrisa y acto seguido le guiñó el ojo despacio. Continuaba estando muy cómoda allí tumbada y por ello simplemente le acarició el cabello con su mano derecha, manteniendo la izquierda rodeando su cuello. También había notado las manos en la cintura y por aquel mismo motivo se quedó más pegada a él. Ella en ese momento pegó su frente a la de Ryuken cerrando los ojos después y acariciándole despacio. Se sentía demasiado bien y tenía un mal presentimiento sobre todo lo que estaba por ocurrir. No se sentía segura en aquella misión de larga duración y por eso quería aprovechar por si no volvía. Le miró de nuevo a los ojos y después de unos momentos mostró una expresión algo apenada.
- Este es nuestro destino y no puede ser cambiado. Tan solo prométeme que pase lo que pase volveremos a vernos.
Galia se sentía un poco asustada, como si temiese por lo peor. Dranser llevaba muchos años realizando misiones peligrosas y allí continuaba, pero estaba claro que no podía comparar su poder con el de su sensei. Tal vez tenía una fruta mucho más poderosa, pero la capacidad de combate de Silver con la espada era sobresaliente. Soltó un pequeño suspiro y creó una pequeña capa de hielo alrededor de sus dedos índice y corazón. Sin previo aviso los pasó por los labios de su compañero, enfriándolos para después introducirlos despacio en la boca de él. Le miró divertida al mismo tiempo que lo hacía y después pegó un poco más su cintura a la del chico.
- Haré que no puedas olvidarme entonces, perdona si soy egoísta, Ryu-kun… – Mencionó al mismo tiempo que le miraba de forma dulce.
Ryuken Shirou
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Un pequeño quejido de placer escapó de sus labios mientras estos seguían aprisionados por los de Galia. No llegó al punto del de la misión, pero si estuvo lo suficientemente cerca. Sus lenguas llegaron a rozar en algún punto, pero justo en ese entonces rompieron con el beso. Una parte de él se encontraba decepcionada, pero sabía muy bien que tenían que respirar en algún punto. Era algo necesario, después de todo. Suspiró un poco y, entonces, escuchó las palabras de su compañera. Ryuken no dijo nada, tan solo acercó más su cuerpo y empezó a acariciar su espalda con suavidad. El joven no era bueno con palabras, por lo que siempre dejaba que sus acciones hablaran por él. Eso valía mucho más que mil palabras, o al menos en su opinión. El joven cerró sus ojos al sentir como la pelirrosa apoyaba su frente en la de él, dejándose simplemente estar.
Destino... eso podía ser una buena perra a veces. Pese a que sensei dijo que solo serían un por par de semanas, el joven tenía el presentimiento de que algo malo iba a ocurrir. No solo por parte de ella, sino también en su caso. Sentía que algo iba a suceder en su misión... algo que cambiaría por completo su vida. No sabía si era algo bueno o malo, pero esperaba que fuera lo primero. Ya suficiente mierda había acumulado estos últimos años, no necesitaba más. No ahora que por fin estaba reponiéndose ante eso. Solo quedaba deshacerse de su problema mental antes que pusiera en peligro a Galia, además por su propio bien también. Solo cuando fuera curado de eso, podría ser completamente libre.
Al escuchar las últimas palabras de Galia, el joven cerró sus ojos y se relajó. Intentó buscar entre sus más profundos recuerdos, puesto que quería entender de unas vez por todas. Normalmente le tomaría algún tiempo filtrar entre todo lo que desechó, pero viendo que ya llevaba tiempo recobrando sus recuerdos y emociones perdidas, pudo conseguirlo en dos minutos. Al descubrir eso... quiso sonrojarse a más no poder y largarse de allí. Tuvo que usar todo su auto control para calmarse, y salvo un pequeño rubor en sus mejillas, no podía notarse su predicamento. Ryuken suspiró y miró directamente a los ojos de su compañera.
– No te disculpes... También seré egoísta por esta noche, lo siento por eso – murmuró desviaba un poco su mirada.
Calmó sus nervios y volvió a mirar a Galia. Lentamente la atrajo hacia él y volvió a juntar sus labios con los de ella. En un principio fue lento, pero luego empezó a atreverse más. Juntó de forma progresiva su lengua con la de ella y empezó a acariciar su espalda con sus manos... De alguna forma, si Dranser volvía a su habitación e interrumpía nuevamente, iba a crear un sin fin de armas de oro y le usaría como saco de entrenamiento para practicar su puntería.
Destino... eso podía ser una buena perra a veces. Pese a que sensei dijo que solo serían un por par de semanas, el joven tenía el presentimiento de que algo malo iba a ocurrir. No solo por parte de ella, sino también en su caso. Sentía que algo iba a suceder en su misión... algo que cambiaría por completo su vida. No sabía si era algo bueno o malo, pero esperaba que fuera lo primero. Ya suficiente mierda había acumulado estos últimos años, no necesitaba más. No ahora que por fin estaba reponiéndose ante eso. Solo quedaba deshacerse de su problema mental antes que pusiera en peligro a Galia, además por su propio bien también. Solo cuando fuera curado de eso, podría ser completamente libre.
Al escuchar las últimas palabras de Galia, el joven cerró sus ojos y se relajó. Intentó buscar entre sus más profundos recuerdos, puesto que quería entender de unas vez por todas. Normalmente le tomaría algún tiempo filtrar entre todo lo que desechó, pero viendo que ya llevaba tiempo recobrando sus recuerdos y emociones perdidas, pudo conseguirlo en dos minutos. Al descubrir eso... quiso sonrojarse a más no poder y largarse de allí. Tuvo que usar todo su auto control para calmarse, y salvo un pequeño rubor en sus mejillas, no podía notarse su predicamento. Ryuken suspiró y miró directamente a los ojos de su compañera.
– No te disculpes... También seré egoísta por esta noche, lo siento por eso – murmuró desviaba un poco su mirada.
Calmó sus nervios y volvió a mirar a Galia. Lentamente la atrajo hacia él y volvió a juntar sus labios con los de ella. En un principio fue lento, pero luego empezó a atreverse más. Juntó de forma progresiva su lengua con la de ella y empezó a acariciar su espalda con sus manos... De alguna forma, si Dranser volvía a su habitación e interrumpía nuevamente, iba a crear un sin fin de armas de oro y le usaría como saco de entrenamiento para practicar su puntería.
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La chica de cabellos rosados no tardó mucho en mostrar una pequeña sonrisa más animada al escuchar lo que él dijo. Parecía que los dos estaban de acuerdo en lo que iba a pasar aquella noche y seguramente sería algo que los mantendría vivos durante sus respectivas misiones. Esperaba que su sensei no volviese a hablar con ellos o esta vez no podría librarse de las miradas enfermizas de Dranser cada vez que estuviesen los tres juntos. Ella soltó un pequeño suspiro y entonces soltó una pequeña risa dulce. Estaba demasiado a gusto para irse a dormir, pero tal vez podía jugar un poco con el chico. Fue en ese momento cuando miró a otro lado y dijo en un tono más o menos alto.
- Creo que me iré a dormir por hoy, me duele demasiado la cabeza…
A los cinco segundos más o menos le miró de nuevo riendo un poco e indicando que se trataba de una broma. De nuevo volvió a notar el beso del espadachín de oro y no tardó en dejarse llevar de nuevo. Su compañero parecía incluso más deseoso que ella, pero sabía lo tímido que era y aunque no sabía mucho del tema iba a tener que llevar las riendas. Tras unos segundos de húmedo beso y suaves caricias, la joven separó sus labios del chico, mirándole fijamente. Galia entonces se quitó la prenda superior de su ropa, quedando simplemente con un sujetador negro. También la inferior, quedando también con la ropa interior. Se sintió un poco nerviosa, pero sin pensárselo deslizó su mano un poco más abajo, para empezar a hacerle sentir mejor a su forma…
X tiempo después…
Se había desatado durante todo el rato. La chica dejó salir sus deseos más íntimos y exploró todas sus curiosidades con el joven. No sabía decir cuántas cosas habían realizado, pero su cuerpo estaba empapado de sudor. Se hallaba tapada de cuello para abajo por una de las mantas y a un lado de la cama. Había descubierto demasiadas cosas en ese momento, posiciones, sensaciones, sabores, sonidos… No se había arrepentido de nada y lo siguiente que hizo fue dedicarle una dulce sonrisa a su compañero.
- ¿Estás bien?
Le preguntó de forma amable al mismo tiempo que de nuevo se tumbaba sobre él ignorando que estuviesen totalmente desnudos. Ella le acarició el rostro despacio y después de unos momentos sus azulados ojos brillaron un poco. La escena parecía la de una Diosa sobre una persona tratando de seducirla. El rostro angelical de Galia expresaba eso.
- Creo que me iré a dormir por hoy, me duele demasiado la cabeza…
A los cinco segundos más o menos le miró de nuevo riendo un poco e indicando que se trataba de una broma. De nuevo volvió a notar el beso del espadachín de oro y no tardó en dejarse llevar de nuevo. Su compañero parecía incluso más deseoso que ella, pero sabía lo tímido que era y aunque no sabía mucho del tema iba a tener que llevar las riendas. Tras unos segundos de húmedo beso y suaves caricias, la joven separó sus labios del chico, mirándole fijamente. Galia entonces se quitó la prenda superior de su ropa, quedando simplemente con un sujetador negro. También la inferior, quedando también con la ropa interior. Se sintió un poco nerviosa, pero sin pensárselo deslizó su mano un poco más abajo, para empezar a hacerle sentir mejor a su forma…
X tiempo después…
Se había desatado durante todo el rato. La chica dejó salir sus deseos más íntimos y exploró todas sus curiosidades con el joven. No sabía decir cuántas cosas habían realizado, pero su cuerpo estaba empapado de sudor. Se hallaba tapada de cuello para abajo por una de las mantas y a un lado de la cama. Había descubierto demasiadas cosas en ese momento, posiciones, sensaciones, sabores, sonidos… No se había arrepentido de nada y lo siguiente que hizo fue dedicarle una dulce sonrisa a su compañero.
- ¿Estás bien?
Le preguntó de forma amable al mismo tiempo que de nuevo se tumbaba sobre él ignorando que estuviesen totalmente desnudos. Ella le acarició el rostro despacio y después de unos momentos sus azulados ojos brillaron un poco. La escena parecía la de una Diosa sobre una persona tratando de seducirla. El rostro angelical de Galia expresaba eso.
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Ryuken ladeó su cabeza hacia un lado al escuchar el comentario de Galia, pero no dijo nada. Si ella no quería hacerlo, él no le iba a obligar. La apreciaba demasiado para realizar un acto como eso. Al parecer, se trataba de una simple broma, a lo que el joven negó con la cabeza. Incluso en situaciones como esta, la joven hacía ese tipo de bromas. En verdad Galia era alguien única entre los humanos, pero no iba a ponerse a pensar en eso ahora. Acarició su mejilla y juntó sus labios con los de ella por algunos segundos. Luego de eso, y para vergüenza del chico, su compañera se quitó el pijama, quedando completamente en ropa interior. Ryuken tragó en seco al ver el cuerpo de su compañera; realmente era perfecto, ninguna otra podría ni pensar en igualarla. Definitivamente, aquella sería una larga noche... Pero no iba a quejarse. Total, no es que tuviera algo que hacer temprano. Estaba apartado de los entrenamientos debido a sus heridas, después de todo.
Había sido... más placentero de lo que esperaba, considerando que ninguno de los dos tenía experiencia en temas como eso. Se habían desatado por completo, satisfaciendo sus deseos más íntimos de las formas mas curiosas posibles. Quién hubiera pensado que la pelirrosa podía ser así de flexible. No es que estuviera quejándose, de todas formas. Frunció el ceño un poco al notar como sus heridas empezaban a doler de nuevo. La actividad fue lo suficientemente extenuante para dejarlo en un estado así. De todas formas, no iba a decírselo a Galia para que no se sintiera culpable. El mismo había accedido, después de todo. Un regalo de despedida de ambos, si se puede ver por ese lado.
– Estoy bien... más que bien – no fue una completa mentira, al menos. En verdad se sentía bien después de todo lo que hicieron.
Rodeó su cintura con sus brazos y pegó su cuerpo desnudo al suyo, sin importarle su estado actual. Luego de lo sucedido, ya no había caso avergonzarse por cosas así. Ryuken suspiró y besó la frente de Galia, al tiempo que sus ojos se iban cerrando. Estaba demasiado cansado, y luego de toda aquella actividad... Fue lo suficiente para acabar con todas sus reservas de energía. Antes de caer en los brazos de Morfeo, una ligera duda pasó por su mente. Aquello fue un rollo de una noche... ¿O podía llegar a repetirse? Era una duda que le molestaría los días siguientes, pero supuso que tendría un mes para pensarlo. Pero primero lo primero... averiguar que es lo que eran esos sentimientos desconocidos.
Tiempo después...
Había sido... más placentero de lo que esperaba, considerando que ninguno de los dos tenía experiencia en temas como eso. Se habían desatado por completo, satisfaciendo sus deseos más íntimos de las formas mas curiosas posibles. Quién hubiera pensado que la pelirrosa podía ser así de flexible. No es que estuviera quejándose, de todas formas. Frunció el ceño un poco al notar como sus heridas empezaban a doler de nuevo. La actividad fue lo suficientemente extenuante para dejarlo en un estado así. De todas formas, no iba a decírselo a Galia para que no se sintiera culpable. El mismo había accedido, después de todo. Un regalo de despedida de ambos, si se puede ver por ese lado.
– Estoy bien... más que bien – no fue una completa mentira, al menos. En verdad se sentía bien después de todo lo que hicieron.
Rodeó su cintura con sus brazos y pegó su cuerpo desnudo al suyo, sin importarle su estado actual. Luego de lo sucedido, ya no había caso avergonzarse por cosas así. Ryuken suspiró y besó la frente de Galia, al tiempo que sus ojos se iban cerrando. Estaba demasiado cansado, y luego de toda aquella actividad... Fue lo suficiente para acabar con todas sus reservas de energía. Antes de caer en los brazos de Morfeo, una ligera duda pasó por su mente. Aquello fue un rollo de una noche... ¿O podía llegar a repetirse? Era una duda que le molestaría los días siguientes, pero supuso que tendría un mes para pensarlo. Pero primero lo primero... averiguar que es lo que eran esos sentimientos desconocidos.
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