Recuerda Quién Es Tu Mentor. [Dranser-Ryuken]

Ryuken suspiró mientras salía de la ducha con una toalla atada a la cintura. Sus heridas habían mejorado un poco, pero aún no lo suficiente para poder entrenar nuevamente. Al salir del baño, detuvo su andar al ver la persona que estaba acostada en su cama. Como si de un ángel seductor se tratara, Galia se encontraba profundamente dormida, sin cuidado de lo que sucedía a su alrededor. Las sábanas cubrían por completo su cuerpo, pero sabía de sobra que no llevaba nada encima debajo de eso. No mostraba indicios de que fuera a despertar, y eso era normal. Empezaron a las cuatro de la mañana... y no tenía idea de cuanto tiempo estuvieron haciendo "eso". El mismo solo había dormido una hora, pero no porque quisiera. Estaba acostumbrado a levantarse antes de que el sol saliera en el horizonte. Era una de las pocas costumbres que mantenía desde que su madre murió. Ver el sol asomarse por las montañas, le producía una calma que solo podía lograr estando con Galia.

El joven rebelde negó con la cabeza y se dispuso a vestirse. Justo en ese momento, la trompeta empezó a sonar fuertemente. Aquello sería suficiente para despertar a la tigresa... si no fuera que el mismo hizo algo para que su sueño no fuera interrumpido. Lo merecía luego de todo lo que pasó en esa isla, además tenía una misión pronto. Por ende, necesitaba todo el descanso que pudiera tener para estar lúcida cuando deba marcharse. Sacudió su cabeza y decidió no pensar en eso, ignorando completamente su presentimiento. Todo iría bien, y cuando pasara el mes como máximo, podrían volver a ser el equipo de siempre.

Al terminar de vestirse y cambiar sus vendas, tocaron a su puerta. Ryuken frunció el ceño y se acercó a la puerta, aún cojeando debido a la herida del muslo. Al abrir, vio que se trataba de otro rebelde. Escuchó con atención lo que dijo y asintió. Tomo a Balmung y su nueva espada, cortesía de Dranser esta última, y salió de la habitación. Cerró la puerta lentamente, no sin antes ver a Galia por lo que sería la última vez en semanas, y siguió al rebelde. Le había dejado un mensaje a la pelirrosa antes de salir, despidiéndose de forma temporal. Luego de caminar unos minutos, más de lo esperado debido a la inhabilidad de Ryu de caminar bien, llegaron a la salida.

– Buenos días, sensei – saludó a su mentor cuando llegó. – Gracias por la espada, por cierto – mencionó mientras se inclinaba levemente, al tiempo que esperaba instrucciones. No podía hacer ejercicio físico, al menos no uno tan extenuante. Por lo que sentía curiosidad por saber lo que Dranser iba a pedirle.

La ceja del joven tembló al escuchar lo que dijo su maestro, al tiempo que un leve rubor aparecía en sus mejillas. No tenía que decirlo de esa forma tan vulgar y directa. Estuvo a punto de crear dos espadas de oro para lanzarlos cual proyectil al cuerpo de Dranser, pero se contuvo a último minuto. Una vez que consiguió calmarse, vio como el espadachín le tendía una libreta. El joven arqueó una ceja y recibió el cuaderno sin decir una palabra. Sentía curiosidad por saber que era, puesto que era la primera vez que su mentor le daba cosas como la espada, y ahora esto. Abrió lentamente la libreta y comenzó a leer lo que decía. Solo necesitó unos segundos para que la lectura pudiera "atraparlo". Debía admitirlo, las técnicas que salían en este manual, eran dignas de un espadachín veterano como lo era Dranser. ¿Y enserio se las estaba dando? ¿Así como así? Fue en ese momento cuando su apreciación y respeto por su maestro, volvió a subir.

– No solo eso, además puedo cambiar un poco esto para que se adecuen a mi estilo – pensó maravillado el joven.

En eso, Ryuken se detuvo. Estilo... ¿Acaso tenía de eso? Todo lo que sabía, fue producto de su capacidad de supervivencia más porque haya recibido un entrenamiento formal. Incluso sus ataques no tenían forma propia, simplemente eran cortes aleatorios a los distintos puntos vitales para acabar rápido con la pelea. Aquello era problemático, más si encontraba oponentes con años de experiencia como Dranser. Pese a que podría tener ventaja en cuando a lo físico, sabía de sobra que la experiencia jugaba un papel en un combate. ¿Qué podría hacer? Supuso que podría usar el tiempo que tenía libre para poder encontrar algún estilo adecuado para él.

En eso, escuchó lo que dijo su maestro y se puso a pensar. Ciertamente tenía muchas cosas por hacer durante ese lapso de tiempo. Cosas por planificar y averiguar, además de que añadió a su lista lo que acababa de pensar. Suspiró pesadamente y se dio la vuelta para quedar justo frente a su mentor.

– Recuperarme de mis heridas, primero que todo. Investigar acerca de mis orígenes, buscar un estilo formal para pelear y... – Ryuken se detuvo a medio camino, suspiró y prosiguió. – Intentar averiguar porque siento lo que siento, además de su significado, cuando estoy cerca de... ella – no necesito clarificar. Ambos sabían de quién hablaba el joven de cabellos plateados.

¿Enamorado? Ryuken parpadeó con confusión al escuchar lo que dijo. Lo de hermosa y dulce no se lo iba a discutir, pero lo otro... Puede que sintiera eso, si no fuera por leve problema que le iba exponer a su mentor a continuación, o esa era la idea. El joven frunció el ceño y sintió como gotas empezaban a caer en su cuerpo. El clima estaba malo, de eso no había duda, pero nunca pensó que se largaría a llover así sin más. Antes que pudiera seguir divagando sobre eso, sin embargo, el espadachín se aceró a él y le tocó el hombro. Desde que lo conoció siempre le había parecido que Dranser era una persona amable y feliz, pero ahora... Era la primera vez que veía esa expresión en su rostro, por lo que no sabía como reaccionar ante eso.

Escuchó atentamente el relato de Dranser, y no pudo evitar cerrar los ojos. Puede que las circunstancias hubieran sido distintas, pero podría identificarse un poco con el espadachín. Ambos perdieron a una persona importante, solo que... El pelinegro fue debido a la situación, mientras que el mismo fue quien terminó con la vida de su madre. El era débil, si... Especialmente de mente. Solía tener pesadillas con su... problema mental. ¿Qué pasaría si llegaba a perder el control, lastimando a Galia y Dranser en el proceso? La culpa sería enorme, no solo porque dañaría a las personas que más quería, sino que además faltaría a la promesa que le hizo a su madre. No se perdonaría nunca si sucedía aquello.

– Lo siento... Y tienes razón. Debo volverme más fuerte cuanto antes, es lo único que puedo hacer – dijo con decisión y firmeza.

Puede que tuviera varios recuerdos de lo sucedido en esa cloaca, pero el resultado siempre era el mismo: él siendo completamente derrotado por Ivan. No podía permitir que eso volviera a ocurrir... Porque tenía el leve presentimiento que este no sería el último encontrón con el castaño. Pese a su actitud, por alguna razón le cogió disgusto instantáneo. Ni siquiera el sabía el por qué, simplemente eso sintió al verlo la primera vez.

El joven suspiró y se rascó la cabeza, sin saber muy bien como proseguir. Supuso que debía aligerar el ambiente con algo... ¿Pero con qué? En eso recordó lo que le iba a preguntar al pelinegro y asintió para si mismo.

– Sensei... ¿Qué significa estar enamorado? – preguntó inocente y confusamente.

Entendía de sobra el amor que se daba entre familia y amigos, pero esta era la primera vez que escuchaba ese termino... O tal vez no. Puede que se lo haya preguntado a su madre alguna vez, pero nunca le dio una respuesta clara.

Aquellas la palabras de su mentor lo dejaron meditativo. No había sido lo que esperaba, pero igual ayudó en cierta forma a aclarar su mente. Por supuesto que le quería, además pasaba casi todo el tiempo con ella, así que no tenía ni que pensarlo. Eso además iba para el tema de pensar muchas veces en ella al día, puesto que no lo veía una necesidad, pero si duda alguna, lo que más llamó su atención, fue lo que dijo acerca de cabrearse con los del mismo sexo que se pasaban más de la cuenta. Ryuken ladeó su cabeza hacia un lado, pensando en esa parte de la explicación en particular. Tal vez... fue por esa razón que le había cogido disgusto inmediato a Ivan, ¿pero enserio fue tan superficial? Quería pensar que había más en aquel disgusto, que algo como eso... Aunque tampoco podía negar que era una razón, esa y el hecho que era el protector de la familia Markov, entrenado por Derian... Supuestamente, eso dijo en uno de sus tantos recuerdos borrosos.

– A final de cuentas, voy a tenerlo que descubrir yo mismo – pensó mientras suspiraba.

Vio el cuerpo lleno heridas de guerra de su maestro, y no pudo evitar fruncir el ceño. El mismo tenía las suyas propias, pero lo suyo fue más por supervivencia y tortura, que marcas que demostrasen el haber luchado un duro combate. Bueno... la mayoría. Las que le propinó Ivan, eran las primeras que recibía fuera de una sesión de tortura. En cierta forma, el hecho que podía quedar en aquel estado, le hacía recordar su humanidad. Era algo tonto, pero estas alturas... Se aferraba a lo que sea que le recordara eso.

Ryuken escuchó las palabras de su mentor acerca de la familia Markov, y no pudo evitar fruncir el ceño. No iba a meterlos en el mismo saco, pero por lo que había leído acerca de Derian... Sabía que debían andarse con cuidado con esa familia. Eran peligrosas, además eran uno de los imperios más predominantes del Norte. En cierta forma, le alegraba que Galia no hubiera crecido con personas tan peligrosas como esas. Quizá nunca le hubiera conocido, o peor. No tendría esa personalidad tan amable que le caracterizaba.

– No voy a meterlos en el mismo saco, pero se que la mayoría no son... La mejor de las personas. Aunque eso suena hipócrita de mi parte – le dio su opinión a su maestro mientras veía el cielo, dejando que el agua cayera por su rostro. – De todas formas, Galia no es como el resto de su familia, y con eso me basta y sobra. – terminó mientras una pequeña sonrisa aparecía en su rostro.

Al escuchar lo que dijo su mentor, no pudo evitar ponerse pensativo. Si el pelinegro iba a visitar Hallstat un día de estos, entonces el pediría acompañarlo. Quería ver con sus propios ojos la isla natal de Galia, pese a que ella nunca fue criada allí. Un fuerte viento hizo acto presencia, y truenos empezaron a sonar en el horizonte. Su cabello largo se encontraba totalmente empapado, y se adhería a su cuerpo como pegamento. No era la primera vez que pasaba, y resultaba molesto en ocasiones. No era la primera vez que pensó en cortarse el cabello, pero algo le detenía cada vez que lo intentaba. Era como... si algo le dijera que aún no era el momento adecuado. Quizá algún día cambiaría su estilo, pero por ahora debería quedarse como estaba, pese a lo molesto que era.

Ryuken suspiró y siguió escuchando lo que decía el espadachín. Normalmente lo consideraría de cobardes eso de usar a alguien más como escudo, pero... Se lo merecía luego de todas las miradas que tuvo sobre él en su isla natal. Dudaba que se mantuviera así, sin embargo. Llegaría el momento en el que causaría tantos estragos, de forma indirecta, que ni el mismo Dranser podría protegerlo de las represalias del gobierno. No le importaba, con tal que Galia estuviera lo suficientemente lejos cuando aquello ocurriera... Le daba igual dar su vida por una causa así.

Mientras seguía a su mentor hacia el interior, no pudo evitar pensar en ciertas cosas. Personas como Galia y su mentor tenían una razón noble para estar dentro, pero él... Ni siquiera el sabía cual era su objetivo ahora. En un principio fue su problema mental, pero ahora era distinto. Pese a que aún no se iba, podía controlar sus impulsos... en su mayoría. En Sideros estuvo en más de una ocasión de perder el juicio de sus acciones, pero se contuvo gracias a la presencia de Galia. Y eso abarcaría otra cosa... ¿Podría contener durante varias semanas? Tendría a Dranser para calmarlo si las cosas se salían de control, así que no se preocupaba mucho.

– Prefiero del frío, pero dada las circunstancias... Supongo que puedo aguantar un poco de calor – le respondió a su mentor. – Sensei... ¿Cuál es su propósito y sueño? Aparte del que me puedo imaginar, estando dentro de la revolución y esas cosas. – Tal vez escuchando a Dranser, podría intentar averiguar cual era el suyo propio.

El joven no pudo evitar que una gota cayera por su sien al escuchar alguno de los sueños de su mentor. Lo que más llamó su atención... fue en lo último que dijo. Quería encontrar a un oponente digno que pudiera derrotarlo, darle una muerte honorable a final de cuentas. No sabía como tomarse aquello, así que se quedó en silencio. En verdad... otra vez había encontrado similitudes entre él y Dranser. El mismo no se mató en antaño debido a la promesa que le hizo a su madre. Ahora ni siquiera se le pasaba por su cabeza llevar a cabo un acto como eso. Mientras Galia y Dranser estuviera cerca, dudaba que fuera a hacer eso. Además aún tenía mucho que expiar, por lo que eso quedaba totalmente fuera de la ecuación.

– Sensei... Me recuerda un poco a mí – mencionó de forma calmada mientras se sentaba frente al fuego.

Ryuken se rascó un poco la cabeza mientras sacaba a Balmung de su espalda. Era una espada preciosa, y no la cambiaría por nada en el mundo. Cuando la encontró en Sideros, formó una conexión mental con... lo que sea que estuviera dentro del sable. Balmung estaba viva, de eso no había duda, pero no podía negar que quería saber lo que estaba dentro. Bueno, pronto tendría que mandarla reforjar su apariencia. Debía hacerle juego a la espada que le regaló Dranser, por lo que no tenía elección más que eso. Una espada de frío y otra de calor... Si, podría hacer buenas combinaciones con eso.

– Lo siento, Balmung – pensó mientras veía a la espada dentro de su funda. Por alguna razón, el sable no mostró enfado dentro de la conexión mental. Era más bien... como entendimiento.

El joven espadachín suspiró y dejó la espada a un lado. No tenía miedo de que se la robaran, puesto que solo él podía usar el arma de buena forma. Para el resto sería casi imposible levantarlo, mucho menos usarlo en combate. Se rascó un poco la cabeza y bostezó; debía admitir que el mismo aún tenía sueño luego de... aquellas actividades nocturnas.

– Lo siento por eso, sensei – dijo mientras se ruborizaba levemente y desviaba la cabeza hacia un lado.

Al escuchar las palabras, no pudo evitar asentir. Se parecían, por lo que ya tenía una idea más o menos clara de como entrenar un estilo formal de combate. De momento solía usar sus puños y espada para intentar derrotar físicamente a su oponente, pero eso no resultaría a la larga. De modo que tendría que decantarse por una de las dos cosas e intentar volverse un experto, en este caso sería algo que usara dos espadas en simultáneo. Nitoryu podría ser, pero por alguna razón... Le incomodaba aprender eso. El joven suspiró con pesadez y se encogió de hombros. Aún tenía tiempo para investigar bien todo eso, no tenía prisa... Supuestamente. De todas formas, intentaría tenerlo listo antes de partir a la misión, para poder entrenarlo cuando vuelva. Usando la libreta que le dio Dranser, no debería ser tan difícil buscar uno, siendo que ambos eran parecidos... en cierta forma.

Al ver que su maestro se había quedado dormido, Ryuken suspiró y se levantó. Estiró sus brazos cual felino y bostezó un poco. Puto de su maestro, le había pegado todo el sueño. No podía volver a su habitación, dado que Galia aún se encontraba allí y no quería despertarla por algo tan trivial. ¿Qué podría hacer? Tomó a Balmung del suelo y lo colocó en su espalda. Viendo que no podría dormir por el momento, lo mejor sería ir a la enfermería a hacerse un chequeo a sus heridas. Pese a que el era un médico, su área de especialización iba orientado hacia otro lado.

– Tal vez comeré algo – pensó el joven.

Y ahora que lo pensaba más detenidamente, Galia debería tener hambre una vez que despertara, por lo que debería llevarle una bandeja con comida hacia la habitación. Ordenando sus ideas, ya tenía tres cosas que hacer durante el día. Ir hacia la enfermería para una revisión, comer algo en la cafetería, llevarle desayuno a la cama a su compañera y pasar el resto de la tarde leyendo la libreta que le dio Dranser, además de investigar sobre algunos estilos de combate con espada que se adecuen a él.