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El tiempo favorito del Vice-almirante Xemnas sin duda alguna. El cielo estaba nublando, pero si rastros de lluvia y casi no parecía haber nadie por la zona. Los altos cargos estaban en reuniones y el rubio tenía el día libre. Iba a ser fantástico conocer a otros miembros de la marina y probarlos para ver si eran dignos de subir. En su mente tenía varios candidatos, pero visto que el principal se había ido a una misión con Misa, tenía otra idea en mente. Había convocado a un sargento llamado Keith, el cual estaba sobresaliendo de forma considerable por encima de muchos. Esperaba verlo en el coliseo principal donde se celebró el torneo de yonkaikyos hacía ya unos años. Él estaba de camino y no pensaba llegar tarde a dicho encuentro.
- Estoy harto de tener que andar. Quiero un animal que me lleve a todas partes. Voy a tener que empezar a ahorrar para tener uno.
Dijo al mismo tiempo que guardaba una carpeta bajo su cama. En ella podían verse fotos de unos cuantos marines, en especial de tres que consideraba importantes. Salió de la sala con total calma y su forma básica de vestir. Todo el arsenal de kairouseki puesto, incluido el casco y por supuesto su enorme espadón a la espalda. El joven iba en todo momento con una sonrisa tranquila y silbando por el camino. Estaba claro que siempre le gustaba ir con todo desde el principio, pero después siempre solía contenerse. Se rascó un poco la mejilla y después de unos momentos pudo llegar al enorme coliseo. Estaba totalmente vacío y el viento soplaba con fuerza. El Vice-almirante se sentó en el centro del lugar y simplemente se cruzó de brazos mientras miraba al cielo.
- Primero haré esto y después veré a Misa… Jin, pronto nos veremos las caras.
Dijo mostrando una sonrisa nostálgica. No iba a permitir que ese malnacido continuara atormentando personas y mucho menos a Alice. La peliblanca era su mejor amiga y nadie tenía derecho alguno a meterse con ella. Solo esperaba que Misa estuviese bien si a él le pasaba algo y por ello pensaba hablar con una persona. Sabía de sobra que era la única a la que podía acudir, pero eso sería tras probar al nuevo sargento. Mostró una sonrisa calmada y esperó pacientemente sentado en mitad del coliseo con los ojos entrecerrados. Su haki de observación estaba activado y su determinación era perfecta.
- Estoy harto de tener que andar. Quiero un animal que me lleve a todas partes. Voy a tener que empezar a ahorrar para tener uno.
Dijo al mismo tiempo que guardaba una carpeta bajo su cama. En ella podían verse fotos de unos cuantos marines, en especial de tres que consideraba importantes. Salió de la sala con total calma y su forma básica de vestir. Todo el arsenal de kairouseki puesto, incluido el casco y por supuesto su enorme espadón a la espalda. El joven iba en todo momento con una sonrisa tranquila y silbando por el camino. Estaba claro que siempre le gustaba ir con todo desde el principio, pero después siempre solía contenerse. Se rascó un poco la mejilla y después de unos momentos pudo llegar al enorme coliseo. Estaba totalmente vacío y el viento soplaba con fuerza. El Vice-almirante se sentó en el centro del lugar y simplemente se cruzó de brazos mientras miraba al cielo.
- Primero haré esto y después veré a Misa… Jin, pronto nos veremos las caras.
Dijo mostrando una sonrisa nostálgica. No iba a permitir que ese malnacido continuara atormentando personas y mucho menos a Alice. La peliblanca era su mejor amiga y nadie tenía derecho alguno a meterse con ella. Solo esperaba que Misa estuviese bien si a él le pasaba algo y por ello pensaba hablar con una persona. Sabía de sobra que era la única a la que podía acudir, pero eso sería tras probar al nuevo sargento. Mostró una sonrisa calmada y esperó pacientemente sentado en mitad del coliseo con los ojos entrecerrados. Su haki de observación estaba activado y su determinación era perfecta.
Keith S. Branwen
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Keith bebió un poco de su gaseosa mientras fulminaba con la mirada el mensaje que tenía en frente. Había recibido una convocatoria de nadas más ni nada menos que un vicealmirante. No... su primera impresión fue la de mandar todo a la mierda y no aceptar a eso, y ateniéndose luego a las consecuencias. No confiaba en los altos mandos de la marina. ¿cómo podría hacerlo luego de su experiencia? La última vez que enfrentó a uno en un combate, fue totalmente aniquilado sin tener oportunidad alguna de responder. Coincidentemente esa persona era su padre, ese bastardo quien se encargó de hacer de su vida un infierno. Teniendo como figura paterna a un vicealmirante como él, era normal que desconfiara en los altos rangos. Podía manejar en los que se encontraban el en primer escalón, como lo hizo con su capitana. Aunque eso fue un caso particular si se tenía en cuenta su personalidad.
Chasqueó su lengua y leyó una vez más el mensaje. Inmediatamente, sus orbes se clavaron en el nombre del remitente; un tal Xemnas Death. Por alguna razón ese nombre le resultaba algo familiar, ¿pero de donde? En eso, imágenes de su último encuentro con Taiga cruzaron por su cabeza. Keith entrecerró sus ojos y su semblante pasó de molesto a serio en un par de segundos. Ese nombre... Si, ya recordaba donde lo oyó. Taiga le dijo que buscara a alguien con ese nombre, puesto que tenía información sobre su hermana. Incluso llegaron a hacer un par de misiones juntos. Bueno, eso cambiaba las cosas. Al parecer ahora tenía un motivo para ir y pelear con ese vicealmirante. No había duda de quién sería el ganador, pero eso poco le importaba ahora.
Se levantó de su cama, se cambió de ropa y salió hacia el exterior. Luego de varias semanas conociendo la infraestructura de Marineford, sabía muy bien como moverse por el edificio. Era por eso que no tardó mucho en llegar a la arena que salía en el mensaje. Allí, en el centro, ya se encontraba el vicealmirante. Alzó una ceja al ver el atuendo que portaba, puesto que no se esperaba aquello. En un mundo donde predominaban los usuarios, espadachines y luchadores... Ver a lo más parecido a uno de esos típicos caballeros, era algo que no se veía todos los días. Keith negó con la cabeza y miró seriamente al rubio, al tiempo que se acercaba lo suficiente para que sus palabras pudieran escucharse.
– Lamento haber llegado tarde, recién recibí el mensaje – clavó sus azulados orbes en Xemnas y los entrecerró. – Soy el Sargento Keith... Branwen. ¿Puedo saber en que puedo ayudarlo? – se presentó de forma cortés ante su superior, pero haciendo hincapié en su apellido.
Chasqueó su lengua y leyó una vez más el mensaje. Inmediatamente, sus orbes se clavaron en el nombre del remitente; un tal Xemnas Death. Por alguna razón ese nombre le resultaba algo familiar, ¿pero de donde? En eso, imágenes de su último encuentro con Taiga cruzaron por su cabeza. Keith entrecerró sus ojos y su semblante pasó de molesto a serio en un par de segundos. Ese nombre... Si, ya recordaba donde lo oyó. Taiga le dijo que buscara a alguien con ese nombre, puesto que tenía información sobre su hermana. Incluso llegaron a hacer un par de misiones juntos. Bueno, eso cambiaba las cosas. Al parecer ahora tenía un motivo para ir y pelear con ese vicealmirante. No había duda de quién sería el ganador, pero eso poco le importaba ahora.
Se levantó de su cama, se cambió de ropa y salió hacia el exterior. Luego de varias semanas conociendo la infraestructura de Marineford, sabía muy bien como moverse por el edificio. Era por eso que no tardó mucho en llegar a la arena que salía en el mensaje. Allí, en el centro, ya se encontraba el vicealmirante. Alzó una ceja al ver el atuendo que portaba, puesto que no se esperaba aquello. En un mundo donde predominaban los usuarios, espadachines y luchadores... Ver a lo más parecido a uno de esos típicos caballeros, era algo que no se veía todos los días. Keith negó con la cabeza y miró seriamente al rubio, al tiempo que se acercaba lo suficiente para que sus palabras pudieran escucharse.
– Lamento haber llegado tarde, recién recibí el mensaje – clavó sus azulados orbes en Xemnas y los entrecerró. – Soy el Sargento Keith... Branwen. ¿Puedo saber en que puedo ayudarlo? – se presentó de forma cortés ante su superior, pero haciendo hincapié en su apellido.
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Xemnas se mantuvo callado allí sentado con los ojos cerrados. Escuchó los pasos de una persona acercarse y su haki de observación le indicó que era alguien poderoso. No tenía comparación con Kai o Al, pero resultaba también fuerte. No pudo evitar escuchar sus frías palabras hacia él. Esperaba una sonrisa o algo por el estilo, pero parecía ser un chico serio. No iba a juzgarlo por ello. Los azulados ojos del rubio se abrieron clavándose en los de él y lo siguiente que hizo fue dedicarle una sonrisa dulce. Su apellido lo reconoció al instante, era el mismo que Alice, pero debía ser casualidad. No dijo nada en los próximos veinte segundos, manteniendo la mirada en el joven y con su yelmo de kairouseki tapándole la cabeza entera. Finalmente se colocó en pie y dio un paso hacia él.
- Quería conocerte. Estoy siguiendo los pasos de ciertos marines y bueno… Tú me interesaste bastante ¿Qué tal un combate? – Dijo mirándole de forma calmada. Entonces fue cuando se acercó un poco más.
Xemnas tenía interés en aquella persona. Su mirada poseía algo que no había visto en el resto ¿Dolor? No podía averiguarlo, pero su siguiente objetivo sería hacerse una idea mientras combatía con él. Quería saber qué tipo de hombre era Keith. Lo siguiente que hizo fue desenvainar su enorme espadón, la cual intimidaba solo con verla. Se la colocó sobre el hombro derecho y acto seguido se mantuvo de nuevo en silencio. Tras unos segundos trató de colocarle la mano en el cuello, pero no de forma brusca. Lo hizo muy suavemente y con delicadeza, como si fuese una caricia. Quería ver si se debilitaba y en caso de hacerlo que él mismo supiera que estaba hecha la armadura del Vice-Almirante.
- Te cedo el primer turno de atacarme. Puedes ir al máximo o al mínimo. Eso ya dependerá de tus propios pensamientos, Keith-kun.
Una vez dijo aquello empezaría a caminar un poco hasta alejarse de él y quedar a ocho metros al menos. Entonces le hizo una señal con el dedo para que empezara. El espadón estaba en su mano derecha en todo momento. Le dolían las costillas por la caída en aquella isla todavía, pero podía luchar de sobra. Tenía algo que hacer e iba a comprobar cierta cosa con él. Fue en ese momento cuando entrecerró los ojos.
- Branwen… Exactamente como mi mejor amiga, Alice. – Terminó de decir al mismo tiempo que esperaba su ataque.
- Quería conocerte. Estoy siguiendo los pasos de ciertos marines y bueno… Tú me interesaste bastante ¿Qué tal un combate? – Dijo mirándole de forma calmada. Entonces fue cuando se acercó un poco más.
Xemnas tenía interés en aquella persona. Su mirada poseía algo que no había visto en el resto ¿Dolor? No podía averiguarlo, pero su siguiente objetivo sería hacerse una idea mientras combatía con él. Quería saber qué tipo de hombre era Keith. Lo siguiente que hizo fue desenvainar su enorme espadón, la cual intimidaba solo con verla. Se la colocó sobre el hombro derecho y acto seguido se mantuvo de nuevo en silencio. Tras unos segundos trató de colocarle la mano en el cuello, pero no de forma brusca. Lo hizo muy suavemente y con delicadeza, como si fuese una caricia. Quería ver si se debilitaba y en caso de hacerlo que él mismo supiera que estaba hecha la armadura del Vice-Almirante.
- Te cedo el primer turno de atacarme. Puedes ir al máximo o al mínimo. Eso ya dependerá de tus propios pensamientos, Keith-kun.
Una vez dijo aquello empezaría a caminar un poco hasta alejarse de él y quedar a ocho metros al menos. Entonces le hizo una señal con el dedo para que empezara. El espadón estaba en su mano derecha en todo momento. Le dolían las costillas por la caída en aquella isla todavía, pero podía luchar de sobra. Tenía algo que hacer e iba a comprobar cierta cosa con él. Fue en ese momento cuando entrecerró los ojos.
- Branwen… Exactamente como mi mejor amiga, Alice. – Terminó de decir al mismo tiempo que esperaba su ataque.
Keith S. Branwen
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Keith asintió levemente ante la explicación de Xemnas, no encontrando ningún signo de falsedad en sus palabras. Sabía de sobra que algunos buitres de arriba le estaban observando, cortesía se su mentor. Sin embargo, esta era la primera vez que directamente se acercaban a él. Bueno, eso era un punto a favor del vicealmirante. Si había algo que apreciara, era la completa verdad y las personas directas. Gracias a su querido padre, el joven había adoptado un disgusto a las personas mentirosas. Odiaba muchas cosas, pero ese tipo de falsedades lo tenía especialmente reservado en su lista negra. De todos modos, un combate... Luchar con alguien como un vicealmirante, mismo rango que ostentaba su padre, podría ser beneficioso a la larga.
– Entiendo. Bueno, la propuesta es interesante, por lo que acepto – dijo el peligris.
El dragón arqueó una ceja al ver como el rubio se acercaba hasta él... caminando. Dudó o no si atacar, puesto que podía ver que no tenía intenciones de hacerlo aún... Eso o le estaba dando un sensación de falsa seguridad. Al ver como desvainaba su espada, no pudo evitar dar un paso hacia atrás. De por si el vicealmirante era una persona muy intimidante, más con esa armadura puesta, pero ese espadón acentuaba aún más su imponente figura. Debido a su momento de duda, no pudo evitar que el rubio tomara su cuello con sus manos. Inmediatamente sintió como el cansancio le invadía, y no quería hacer otra cosa que echarse una siesta allí mismo. ¿Qué carajo había pasado? Ni siquiera podía escuchar las palabras del marine, estaba más concentrado en averiguar lo que le había sucedido a su cuerpo.
– Kairoseki – pensó el dragón mientras rechinaba los dientes. Viendo como, no solo anulaba sus poderes, sino que además un cansancio horrible invadió su ser... Debía ser el puro.
Sintió como Xemnas le soltaba, por lo que pudo suspirar el cansancio. Lentamente el cansancio iba desapareciendo, pese a que aún se encontraba un poco debilitado. Sacudió su cabeza para despejar su mente y escuchó las palabras del vicealmirante. Sus ojos se endurecieron y recuperó la compostura. Bueno, eso quería decir que Taiga estaba en lo correcto y ésta persona en verdad conocía a su hermana. No solo eso, sino que además supuestamente ambos eran mejores amigos. Tuvo el impulso de acercarse al rubio y empezar a molerlo a golpes, preguntando sobre las intenciones que tenía con su hermanita. Si, el dragón era muy sobre protector con ella. Era la única familia que le quedaba, después de todo.
Inhaló y exhaló varias veces al tiempo que rompía partes de su chaqueta. Hizo una venda improvisada en sus dos manos, con el objetivo de impedir que ese metal tocara su piel. Por suerte su atuendo habitual cubría casi todo. Las única zona desprotegida que quedaba era su cuello. Asintió para sí mismo y clavó su mirada en la figura del vicealmirante. Ese pequeño descanso para hacer eso, le sirvió para recuperar casi todas sus energías.
– Que curiosidad, viendo que Alice es mi hermana – le reveló casualmente el sargento.
Sin decir otra palabra, el joven alzó sus manos y fuertemente aplaudió, creando una zona sonora en dirección al rubio (Manual Fusrodoah). Eso sería suficiente para dejarlo con sordera por algunos minutos, además de que afectaría su sentido del equilibrio. Odiaba usar la táctica de esa jodida serpiente, pero debía admitir que era muy buena y tenía sus usos. A continuación, salió disparado hacia donde se encontraba el vicealmirante alzó su puño para golpear en el centro de la armadura, pero en verdad era una finta. Justo antes de impactar, cambió de posición y se puso al lado del vicealmirante. Acto seguido, intentó darle una fuerte patada en su tibia. Le diera o no, activaría su aura helada a menos veinte grados, canalizaría energía en sus dos brazos y lanzaría dos ondas cortantes a al cuerpo del vicealmirante desde esa posición cercana. Una vez concluido su ataque, se alejó lo más que pudo y entró en su forma híbrida, para luego alzarse al vuelo y mirar al rubio desde arriba.
– Entiendo. Bueno, la propuesta es interesante, por lo que acepto – dijo el peligris.
El dragón arqueó una ceja al ver como el rubio se acercaba hasta él... caminando. Dudó o no si atacar, puesto que podía ver que no tenía intenciones de hacerlo aún... Eso o le estaba dando un sensación de falsa seguridad. Al ver como desvainaba su espada, no pudo evitar dar un paso hacia atrás. De por si el vicealmirante era una persona muy intimidante, más con esa armadura puesta, pero ese espadón acentuaba aún más su imponente figura. Debido a su momento de duda, no pudo evitar que el rubio tomara su cuello con sus manos. Inmediatamente sintió como el cansancio le invadía, y no quería hacer otra cosa que echarse una siesta allí mismo. ¿Qué carajo había pasado? Ni siquiera podía escuchar las palabras del marine, estaba más concentrado en averiguar lo que le había sucedido a su cuerpo.
– Kairoseki – pensó el dragón mientras rechinaba los dientes. Viendo como, no solo anulaba sus poderes, sino que además un cansancio horrible invadió su ser... Debía ser el puro.
Sintió como Xemnas le soltaba, por lo que pudo suspirar el cansancio. Lentamente el cansancio iba desapareciendo, pese a que aún se encontraba un poco debilitado. Sacudió su cabeza para despejar su mente y escuchó las palabras del vicealmirante. Sus ojos se endurecieron y recuperó la compostura. Bueno, eso quería decir que Taiga estaba en lo correcto y ésta persona en verdad conocía a su hermana. No solo eso, sino que además supuestamente ambos eran mejores amigos. Tuvo el impulso de acercarse al rubio y empezar a molerlo a golpes, preguntando sobre las intenciones que tenía con su hermanita. Si, el dragón era muy sobre protector con ella. Era la única familia que le quedaba, después de todo.
Inhaló y exhaló varias veces al tiempo que rompía partes de su chaqueta. Hizo una venda improvisada en sus dos manos, con el objetivo de impedir que ese metal tocara su piel. Por suerte su atuendo habitual cubría casi todo. Las única zona desprotegida que quedaba era su cuello. Asintió para sí mismo y clavó su mirada en la figura del vicealmirante. Ese pequeño descanso para hacer eso, le sirvió para recuperar casi todas sus energías.
– Que curiosidad, viendo que Alice es mi hermana – le reveló casualmente el sargento.
Sin decir otra palabra, el joven alzó sus manos y fuertemente aplaudió, creando una zona sonora en dirección al rubio (Manual Fusrodoah). Eso sería suficiente para dejarlo con sordera por algunos minutos, además de que afectaría su sentido del equilibrio. Odiaba usar la táctica de esa jodida serpiente, pero debía admitir que era muy buena y tenía sus usos. A continuación, salió disparado hacia donde se encontraba el vicealmirante alzó su puño para golpear en el centro de la armadura, pero en verdad era una finta. Justo antes de impactar, cambió de posición y se puso al lado del vicealmirante. Acto seguido, intentó darle una fuerte patada en su tibia. Le diera o no, activaría su aura helada a menos veinte grados, canalizaría energía en sus dos brazos y lanzaría dos ondas cortantes a al cuerpo del vicealmirante desde esa posición cercana. Una vez concluido su ataque, se alejó lo más que pudo y entró en su forma híbrida, para luego alzarse al vuelo y mirar al rubio desde arriba.
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Xemnas observaba tranquilamente al hermano de la peliblanca. Aquella confesión le había sorprendido un poco, pero incluso él tenía sus secretos fraternales. Se mantuvo callado en todo momento dedicándole una sonrisa amable al chico. Notaba demasiada frialdad en él y eso no le gustaba mucho. Se mantuvo calmada y simplemente dio un paso hacia delante. De repente notó sus oídos empezar a pitar de forma violento y eso le hizo cerrar los ojos con fuerza. Cuando quiso abrirlos pudo ver al joven cerca de él. Xemnas ladeó la cabeza con inocencia y entonces. Notó el fuerte impacto en su pierna, el cual le hizo clavar una rodilla en el suelo y alzar una ceja. Miró a los ojos del joven y simplemente le sonrió. Entonces recibió las dos ondas en su armadura y cayó de espaldas al suelo, levantando un poco de polvo.
El marine quedó tirado en el suelo con los ojos cerrados y los brazos en cruz. Su espada había caído al suelo y simplemente se quitó el yelmo despacio, quedando sus cabellos rubios al descubierto. Le dolía un poco la tibia, pero su armadura le protegió. También había notado un poco de frío, pero tampoco era para tanto. Buscó al chico con la mirada y pudo ver a un dragón humanizado volando. Quedó impresionado al ver que se trataba de un usuario de las frutas mitológicas. Se llevó la mano a la frente y notó una pequeña gota de sangre, pero no era gran cosa. Xemnas continuó con su expresión amable y entonces le dedicó una dulce sonrisa al chico que volaba sobre él.
- Nada mal…
Mencionó sintiendo sus oídos pitar y un incómodo mareo en su mente. Entonces le hizo un gesto con la mano derecha para que volviese a atacar. Xemnas activó su haki de observación y se mantuvo quieto con ambos brazos cruzados. Su espada estaba alejada y no planeaba cogerla de ninguna forma. De nuevo sonrió de forma amable y se mantuvo quieto en el sitio. Una brisa meció sus cabellos lentamente y eso hizo que se riera un poco, pero de forma amable. Era como si estuviese dejándose pegar, pero él sabía bien lo que hacía. Se quedó quieto esperando el siguiente ataque de su ahora rival. Observaba sus alas, su cola y su estructura física. Debía admitir que era glorioso y su fuerza le había descolocado un poco, pero allí él tenía la ventaja de la resistencia.
- Mmm…
Se frotó un poco la frente con el dorso del guantelete para limpiarse la sangre y después volvió a notar aquellos pitidos molestos. No podría escuchar su voz, pero le daba un poco igual por el momento. Xemnas tenía sus planes y no pensaba romperlos por nada. De Keith dependería lo que pasase allí entre ellos.
El marine quedó tirado en el suelo con los ojos cerrados y los brazos en cruz. Su espada había caído al suelo y simplemente se quitó el yelmo despacio, quedando sus cabellos rubios al descubierto. Le dolía un poco la tibia, pero su armadura le protegió. También había notado un poco de frío, pero tampoco era para tanto. Buscó al chico con la mirada y pudo ver a un dragón humanizado volando. Quedó impresionado al ver que se trataba de un usuario de las frutas mitológicas. Se llevó la mano a la frente y notó una pequeña gota de sangre, pero no era gran cosa. Xemnas continuó con su expresión amable y entonces le dedicó una dulce sonrisa al chico que volaba sobre él.
- Nada mal…
Mencionó sintiendo sus oídos pitar y un incómodo mareo en su mente. Entonces le hizo un gesto con la mano derecha para que volviese a atacar. Xemnas activó su haki de observación y se mantuvo quieto con ambos brazos cruzados. Su espada estaba alejada y no planeaba cogerla de ninguna forma. De nuevo sonrió de forma amable y se mantuvo quieto en el sitio. Una brisa meció sus cabellos lentamente y eso hizo que se riera un poco, pero de forma amable. Era como si estuviese dejándose pegar, pero él sabía bien lo que hacía. Se quedó quieto esperando el siguiente ataque de su ahora rival. Observaba sus alas, su cola y su estructura física. Debía admitir que era glorioso y su fuerza le había descolocado un poco, pero allí él tenía la ventaja de la resistencia.
- Mmm…
Se frotó un poco la frente con el dorso del guantelete para limpiarse la sangre y después volvió a notar aquellos pitidos molestos. No podría escuchar su voz, pero le daba un poco igual por el momento. Xemnas tenía sus planes y no pensaba romperlos por nada. De Keith dependería lo que pasase allí entre ellos.
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"Nada mal, dice", pensó de forma amarga el peligris. Sabía de sobra que sus golpes eran potentes para ser solo un Sargento. Por lo menos en sus misiones no tuvo mayores complicaciones gracias a eso, pero ahora viendo como el vicealmirante resistía sus ataques de esa forma... Ahora sabía muy bien la diferencia que había entre él y su padre todavía, y eso era algo que le provocaba un enorme disgusto. Apretó con fuerza sus dientes y escupió hacia un lado. Aquello era completamente frustrante, ¿había entrenado tanto solo para esto? No, no lo aceptaba, ni nunca lo haría. Antes muerto que darle el gusto a ese monstruo disfrazado de humano. Clavó sus ojos de reptil en el vicealmirante y apretó con fuerza sus puños. Si la fuerza de su forma humana no le afectaba, entonces usaría su forma híbrida para atacar, aunque estuviera arriesgándose más a ser expuesto ante el Kairoseki.
Sin decir palabra alguna, activó su control del clima para formar una niebla en la arena. Cubría más rango desde su combate con Slicerin, además era mucho más espesa que antes. Además de los menos veinte grados, por supuesto. Puede que no afectara de inmediato, pero si seguía expuesto de esa forma al frío... Era muy probable que terminase entumecido tarde o temprano. Abrió sus alas y navegó por la niebla hasta ponerse justo detrás de Xemnas. Intentó impactar una patada en todo su sector derecho, especialmente en uno de sus oídos. Luego de eso, volvería a atacar la tibia de antes e intentaría golpearlo en el mentón. Le diese o no, Keith rápidamente volvió al vuelo y se perdió entre la neblina.
Sabía de sobra que su ataque podía no surtir efecto. Si pudo resistir diez veces la fuerza de un humano de esa forma, veinte tampoco sería nada, pero eso poco le importaba ahora. No... a estas alturas tan solo quería probar su valía en, por lo menos, herir en algo al rubio... O al menos hacer que se pusiera más serio. Sabía de sobra que aún no lo consideraba una amenaza, ni siquiera había intentado atacarle. Aunque bueno... también podía ser porque se mantenía en el aire para no tener problemas. Si Xemnas aún no intentaba llegar hasta donde él, eso significaba que no tenía forma de llegar hasta allí... Eso o simplemente se encontraba jugando con él, y ahí lo tomaría como un insulto.
Sin decir palabra alguna, activó su control del clima para formar una niebla en la arena. Cubría más rango desde su combate con Slicerin, además era mucho más espesa que antes. Además de los menos veinte grados, por supuesto. Puede que no afectara de inmediato, pero si seguía expuesto de esa forma al frío... Era muy probable que terminase entumecido tarde o temprano. Abrió sus alas y navegó por la niebla hasta ponerse justo detrás de Xemnas. Intentó impactar una patada en todo su sector derecho, especialmente en uno de sus oídos. Luego de eso, volvería a atacar la tibia de antes e intentaría golpearlo en el mentón. Le diese o no, Keith rápidamente volvió al vuelo y se perdió entre la neblina.
Sabía de sobra que su ataque podía no surtir efecto. Si pudo resistir diez veces la fuerza de un humano de esa forma, veinte tampoco sería nada, pero eso poco le importaba ahora. No... a estas alturas tan solo quería probar su valía en, por lo menos, herir en algo al rubio... O al menos hacer que se pusiera más serio. Sabía de sobra que aún no lo consideraba una amenaza, ni siquiera había intentado atacarle. Aunque bueno... también podía ser porque se mantenía en el aire para no tener problemas. Si Xemnas aún no intentaba llegar hasta donde él, eso significaba que no tenía forma de llegar hasta allí... Eso o simplemente se encontraba jugando con él, y ahí lo tomaría como un insulto.
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El rubio continuaba un poco ensordecido mientras mantenía su mirada fija en aquella persona. Tal y como había planeado, la cosa continuaba igual. Si Misa supiese lo que estaba pensando le daría una paliza, pero su forma de ser le obligaba. Se mantuvo quieto con calma y entonces observó al dragón lanzarse por él. Una niebla intensa se formó a su alrededor, pero fue algo que le dio igual. Pudo detectar perfectamente la posición de su rival tras su espalda. En ese momento no pudo evitar ampliar mucho más su sonrisa.
- Hehehe…
Rio en voz baja al mismo tiempo que recibía el impacto en su parte derecha del rostro, acto seguido notó el golpe en su tibia, el cual fue el de menos y por último otro golpe ascendente. Unas gotas de sangre salieron disparadas contra el suelo y el marine cayó al suelo con los ojos cerrados. La cabeza le daba vueltas y una pequeña brecha se abrió en su cabeza, la cual empezó a dejar salir más líquido rojizo por su frente. También sangraba un poco por la boca, pero por suerte el jodido mareo había desaparecido. Se hallaba tirado en el suelo con un aspecto un poco lamentable. Xemnas se colocó en pie lentamente y acto seguido lanzó un potente puñetazo al aire. Un dragón blanco enorme surgió de la nada, despejando la niebla con su potente fuerza y dejando la visión perfecta. El ataque se perdió en el suelo. La onda había sido considerable.
El rubio entonces dirigió su mirada hacia Keith, su rostro mostraba una amable sonrisa y entonces le dedicó una risa que mostraba dulzura ante todo. Le guiñó el ojo y acto seguido empezó a caminar hacia él con toda la tranquilidad del mundo. La sangre goteaba desde su rostro hasta la barbilla y de ahí al suelo. Se quitó la coraza de kairouseki y la dejó caer al suelo y entonces quedó frente a su oponente. Su espada había quedado atrás hacía un buen rato. Le hizo de nuevo un gesto para que le atacase, pues él no pensaba hacerlo.
- Continua, Keith. Estoy seguro de que pronto lograré mi objetivo contigo. – Dijo entonces tambaleándose un poco por los brutales golpes.
Xemnas tenía un plan en mente desde que había empezado la pelea y no lucharía hasta que aquel requisito se cumpliese. Era su única condición y la que Keith debería averiguar por sí mismo. Hikaru la había pillado al momento cuando la conoció y Misa también. Esperaba que el peliplateado pudiera satisfacerle de la forma que él deseaba. Le desafió alzando los puños en señal de combate y entonces le volvió a sonreír.
- Hehehe…
Rio en voz baja al mismo tiempo que recibía el impacto en su parte derecha del rostro, acto seguido notó el golpe en su tibia, el cual fue el de menos y por último otro golpe ascendente. Unas gotas de sangre salieron disparadas contra el suelo y el marine cayó al suelo con los ojos cerrados. La cabeza le daba vueltas y una pequeña brecha se abrió en su cabeza, la cual empezó a dejar salir más líquido rojizo por su frente. También sangraba un poco por la boca, pero por suerte el jodido mareo había desaparecido. Se hallaba tirado en el suelo con un aspecto un poco lamentable. Xemnas se colocó en pie lentamente y acto seguido lanzó un potente puñetazo al aire. Un dragón blanco enorme surgió de la nada, despejando la niebla con su potente fuerza y dejando la visión perfecta. El ataque se perdió en el suelo. La onda había sido considerable.
El rubio entonces dirigió su mirada hacia Keith, su rostro mostraba una amable sonrisa y entonces le dedicó una risa que mostraba dulzura ante todo. Le guiñó el ojo y acto seguido empezó a caminar hacia él con toda la tranquilidad del mundo. La sangre goteaba desde su rostro hasta la barbilla y de ahí al suelo. Se quitó la coraza de kairouseki y la dejó caer al suelo y entonces quedó frente a su oponente. Su espada había quedado atrás hacía un buen rato. Le hizo de nuevo un gesto para que le atacase, pues él no pensaba hacerlo.
- Continua, Keith. Estoy seguro de que pronto lograré mi objetivo contigo. – Dijo entonces tambaleándose un poco por los brutales golpes.
Xemnas tenía un plan en mente desde que había empezado la pelea y no lucharía hasta que aquel requisito se cumpliese. Era su única condición y la que Keith debería averiguar por sí mismo. Hikaru la había pillado al momento cuando la conoció y Misa también. Esperaba que el peliplateado pudiera satisfacerle de la forma que él deseaba. Le desafió alzando los puños en señal de combate y entonces le volvió a sonreír.
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Por qué... ¿Por qué mierda no se defendía? ¿Cuál era su objetivo con todo esto? Cuando lo citó a la arena, pensó que sería una lucha seria... Bueno, tan seria como un vicealmirante peleando con un Sargento. Nunca se esperó que el rubio no opusiera resistencia alguna ante sus ataques. Lo peor es que podía sentirlo... Podía sentir que, la mayoría de sus golpes, no tenían efecto alguno. Aunque sangrara, eso no quería decir que le doliera. Cerró sus puños y fulminó con la mirada a Xemnas. ¿Acaso se estaba burlando de él? Podría ser una alternativa. Dejar que un mero Sargento le diera una paliza, provocando una sensación falsa de conformidad, solo para luego derrotarlo de un solo golpe, arruinando su auto estima en el proceso. Si, Keith era una persona muy desconfiada por naturaleza. Ni siquiera Hikaru, su capitana, sabía todo sobre él, y eso podía decir mucho.
Entrecerró sus ojos al ver esa sonrisa en el rostro del vicealmirante y chasqueó su lengua. Toda su presencia gritaba honestidad, lo que lejos de apaciguar su frustración, aumentaba más su furia. Si no tenía doble intención con esta pelea, ¿entonces por qué no se defendía? ¿Qué era lo que buscaba? No... tal vez su respuesta se daría en lo que duraba este combate... y para eso, debería seguir atacando. Pero si en verdad no iba a defenderse... Entonces el mismo lo forzaría. Seguiría aumentando su propia fuerza y para eso... Deberá ignorar las órdenes de Argentum. Si, no era el momento adecuado para utilizar eso. Expresamente le dijo que solo lo usara para erradicar a un mal o cuando no tuviera otra alternativa, pero esto... Simplemente era por mero egoísmo. Solo quería probarse a sí mismo y forzar al vicealmirante para que se pusiera a la ofensiva.
Con eso en mente, cerró sus ojos y se concentró. Inmediatamente los efectos se hicieron esperar. Su cuerpo creció hasta los siete metros y se empezó alargar de una manera sorprendente. Su cabeza cambió, sus alas y ola crecieron, además todo su cuerpo se llenó de escamas. Si había algo que no le gustara sobre su transformación, era que se veía raro con esas ropas puestas. Crecían cuando asumía su forma completa, por lo que no le daba un aspecto tan amenazador que digamos. Una vez transformado, clavó sus ojos de reptil en la figura del vicealmirante.
El dragón de plata rugió con fuerza y abatió sus alas rápidamente. Con ese tamaño, corrientes de aire fuerte salieron despedidas por la arena. No era un poder su fruta, sino más bien la fuerza del movimiento lo que provocaba esas corrientes. Acto seguido, se elevó lo más que pudo y luego cayó en picada contra el vicealmirante. Alzó su brazo e impactó todo su puño en el cuerpo del vicealmirante. Este era del tamaño de un enorme animal, por lo que además levantó algo de polvo. Le diese o no, nuevamente alzó al vuelo y esperó pacientemente a ver lo que hacía Xemnas.
Entrecerró sus ojos al ver esa sonrisa en el rostro del vicealmirante y chasqueó su lengua. Toda su presencia gritaba honestidad, lo que lejos de apaciguar su frustración, aumentaba más su furia. Si no tenía doble intención con esta pelea, ¿entonces por qué no se defendía? ¿Qué era lo que buscaba? No... tal vez su respuesta se daría en lo que duraba este combate... y para eso, debería seguir atacando. Pero si en verdad no iba a defenderse... Entonces el mismo lo forzaría. Seguiría aumentando su propia fuerza y para eso... Deberá ignorar las órdenes de Argentum. Si, no era el momento adecuado para utilizar eso. Expresamente le dijo que solo lo usara para erradicar a un mal o cuando no tuviera otra alternativa, pero esto... Simplemente era por mero egoísmo. Solo quería probarse a sí mismo y forzar al vicealmirante para que se pusiera a la ofensiva.
Con eso en mente, cerró sus ojos y se concentró. Inmediatamente los efectos se hicieron esperar. Su cuerpo creció hasta los siete metros y se empezó alargar de una manera sorprendente. Su cabeza cambió, sus alas y ola crecieron, además todo su cuerpo se llenó de escamas. Si había algo que no le gustara sobre su transformación, era que se veía raro con esas ropas puestas. Crecían cuando asumía su forma completa, por lo que no le daba un aspecto tan amenazador que digamos. Una vez transformado, clavó sus ojos de reptil en la figura del vicealmirante.
El dragón de plata rugió con fuerza y abatió sus alas rápidamente. Con ese tamaño, corrientes de aire fuerte salieron despedidas por la arena. No era un poder su fruta, sino más bien la fuerza del movimiento lo que provocaba esas corrientes. Acto seguido, se elevó lo más que pudo y luego cayó en picada contra el vicealmirante. Alzó su brazo e impactó todo su puño en el cuerpo del vicealmirante. Este era del tamaño de un enorme animal, por lo que además levantó algo de polvo. Le diese o no, nuevamente alzó al vuelo y esperó pacientemente a ver lo que hacía Xemnas.
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- Así no hay quien distinga una sonrisa…
Murmuró por lo bajo al mismo tiempo que esta vez su aspecto era el de un enorme dragón de poder considerable. No tardó en soltar un suspiro y después de aquello ladeó un poco la cabeza. Era imposible hacerle sonreír y tal vez la manera era la contraria. Debería darle un poco de calor humano mediante el combate. El rubio entonces cerró los ojos concentrándose en lo que estaba a punto de hacer. Observó al enorme ser lanzarse hacia él a toda velocidad y con el puño por delante. Esta vez empezaría cancelando su transformación lo más rápido posible. Tan solo debía esperar el momento justo para realizar su técnica. Se mantuvo con los ojos cerrados y fue entonces cuando notó las intenciones con el haki de observación. Un puñetazo con aquella potencia. Se terminó.
Xemnas abrió los ojos despacio y se mantuvo quieto. En cuanto el puño del enorme ser se lanzó por él, se atrevió a hacer algo que podía joder un poco a la bestia. Imbuyó su brazo derecho en haki armadura, tomando este un tono negro metálico. Los nudillos del rubio chocaron contra los del enorme ser y la onda expansiva levantó varias suelas de forma violenta. Su objetivo era debilitarlo y cancelar aquella forma. Lo consiguiese o no, no le dejaría irse al estar a corta distancia. Usó su ámbito de salto y de una zancada ascendió seis metros (eso si huía por aire) intentó conectar un puñetazo rápido y potente en su pecho y tras aquello giró sobre sí mismo y lanzó una patada buscando el brazo del chico. Di le daba, una vibración recorrería el cuerpo de Keith y provocaría un golpe en la zona de su rótula. Era una de las habilidades extrañas del rubio.
- Tan solo quería que sonrieras, chico. Veamos si logro arrancarte algo de felicidad en una pelea, tanto como pareces desear.
Mencionó al mismo tiempo que la sangre continuaba cayendo por su frente hasta su nariz. Todo el cuerpo del rubio salvo su rostro quedó imbuido en un color negro metálico. Su haki estaba activado y parecía estar muy tranquilo pese a ello. Alzó los puños con sus guantes de kairo listos y tras aquello le dedicó una mirada amable al peliplateado. Sus ojos azulados se clavaron en los de él y a continuación empezó a ser rodeado por un aura azulada.
Murmuró por lo bajo al mismo tiempo que esta vez su aspecto era el de un enorme dragón de poder considerable. No tardó en soltar un suspiro y después de aquello ladeó un poco la cabeza. Era imposible hacerle sonreír y tal vez la manera era la contraria. Debería darle un poco de calor humano mediante el combate. El rubio entonces cerró los ojos concentrándose en lo que estaba a punto de hacer. Observó al enorme ser lanzarse hacia él a toda velocidad y con el puño por delante. Esta vez empezaría cancelando su transformación lo más rápido posible. Tan solo debía esperar el momento justo para realizar su técnica. Se mantuvo con los ojos cerrados y fue entonces cuando notó las intenciones con el haki de observación. Un puñetazo con aquella potencia. Se terminó.
Xemnas abrió los ojos despacio y se mantuvo quieto. En cuanto el puño del enorme ser se lanzó por él, se atrevió a hacer algo que podía joder un poco a la bestia. Imbuyó su brazo derecho en haki armadura, tomando este un tono negro metálico. Los nudillos del rubio chocaron contra los del enorme ser y la onda expansiva levantó varias suelas de forma violenta. Su objetivo era debilitarlo y cancelar aquella forma. Lo consiguiese o no, no le dejaría irse al estar a corta distancia. Usó su ámbito de salto y de una zancada ascendió seis metros (eso si huía por aire) intentó conectar un puñetazo rápido y potente en su pecho y tras aquello giró sobre sí mismo y lanzó una patada buscando el brazo del chico. Di le daba, una vibración recorrería el cuerpo de Keith y provocaría un golpe en la zona de su rótula. Era una de las habilidades extrañas del rubio.
- Tan solo quería que sonrieras, chico. Veamos si logro arrancarte algo de felicidad en una pelea, tanto como pareces desear.
Mencionó al mismo tiempo que la sangre continuaba cayendo por su frente hasta su nariz. Todo el cuerpo del rubio salvo su rostro quedó imbuido en un color negro metálico. Su haki estaba activado y parecía estar muy tranquilo pese a ello. Alzó los puños con sus guantes de kairo listos y tras aquello le dedicó una mirada amable al peliplateado. Sus ojos azulados se clavaron en los de él y a continuación empezó a ser rodeado por un aura azulada.
- Datos:
- Jig Saw: Ambito vibración] Usando la capacidad de su profesión, el marine es capaz de golpear con su arma la espada, hacha o guantelete del enemigo. En ese momento el impacto no tendrá apenas fuerza, viajara en forma de vibración hacia la zona que decida Xemnas. (Usado en el último Golpe)
Haki armadura superior activado (primer post) usado en los dos primeros golpes.
Guantes de Kairo y botas: Usados en toco el ataque.
Pus pasivos: Fuerza X10 // Resistencia X9
Keith S. Branwen
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El dragón chocó su puño con el del vicealmirante, pero debido a que perdió lo que protegía su cuerpo del Kairoseki, éste se debilitó notablemente al contacto. Por esa razón, recibió de lleno la onda de choque y, de paso, volvió a su forma humana debido al efecto cancelamiento, cayendo de espalda al suelo en el proceso. Por suerte, no recibió más daño a parte de ese. Probablemente si aún tenía su forma completa activa y hubiera intentado volar, hubiera quedado desprotegido a un nuevo ataque. Si bien parecía que el rubio no podía volar, podría haberlo pillado en lo que demoraba nuevamente en alzar el vuelo. Keith se quedó allí tirado por algunos segundos para poder recuperarse un poco del cansancio. Dudaba poder volver a su forma completa, pero viendo en la desventaja que se vio.... Probablemente era para mejor.
Keith se recompuso y sonrío de forma abierta, olvidándose de sus pensamientos nada positivos suyos acerca del vicealmirante. Por fin... más valía tarde que nunca, pero al fin respondió a su ataque. Eso era lo que quería, el Xemnas peleara como siempre para medir su propio nivel actual. Debía alcanzar al hijo de puta de su padre bajo cualquier medio posible, y pelear con alguien mucho más fuerte era un buen método... Si ignorabas la paliza recibida, en todo caso.
– Bueno, vayamos al grano – pensó el joven mientras sonreía, preparándose para atacar nuevamente.
En eso escuchó las palabras del rubio, borrándole la sonrisa algo salvaje de su rostro. Por algunos instantes se quedó parado sin hacer nada. Eso le había tomado por sorpresa. Todo eso... ¿Simplemente había sido para que sonriera? ¿Por qué se molestó en hacer eso? Era algo que no entendía. El pobre chico no sabía como reaccionar ante eso y, simplemente, miró de forma inexpresiva al rubio. Cerró sus ojos por algunos segundos y suspiró, al tiempo que se llevaba su mano a la cabeza.
– No me entendiste, Vicealmirante Xemnas. No es una pelea lo que busco, simplemente necesito ser fuerte para lograr mi objetivo – dijo casualmente el peligris. – Y en cuanto a lo otro... Lamento decepcionar, pero no será posible. Si bien puedo sonreír, dudo mucho que pueda ser completamente sincero. Me niego... No, mejor dicho, no tengo permitido hacer eso hasta lograr mi objetivo. Es algo que me prometí a mi mismo – dijo el joven dragón mientras miraba al rubio, al tiempo que una sonrisa amarga se formaba en su rostro. Sonreí sinceramente y de felicidad... ¿Hace cuanto que no hacía eso?
Keith se recompuso y sonrío de forma abierta, olvidándose de sus pensamientos nada positivos suyos acerca del vicealmirante. Por fin... más valía tarde que nunca, pero al fin respondió a su ataque. Eso era lo que quería, el Xemnas peleara como siempre para medir su propio nivel actual. Debía alcanzar al hijo de puta de su padre bajo cualquier medio posible, y pelear con alguien mucho más fuerte era un buen método... Si ignorabas la paliza recibida, en todo caso.
– Bueno, vayamos al grano – pensó el joven mientras sonreía, preparándose para atacar nuevamente.
En eso escuchó las palabras del rubio, borrándole la sonrisa algo salvaje de su rostro. Por algunos instantes se quedó parado sin hacer nada. Eso le había tomado por sorpresa. Todo eso... ¿Simplemente había sido para que sonriera? ¿Por qué se molestó en hacer eso? Era algo que no entendía. El pobre chico no sabía como reaccionar ante eso y, simplemente, miró de forma inexpresiva al rubio. Cerró sus ojos por algunos segundos y suspiró, al tiempo que se llevaba su mano a la cabeza.
– No me entendiste, Vicealmirante Xemnas. No es una pelea lo que busco, simplemente necesito ser fuerte para lograr mi objetivo – dijo casualmente el peligris. – Y en cuanto a lo otro... Lamento decepcionar, pero no será posible. Si bien puedo sonreír, dudo mucho que pueda ser completamente sincero. Me niego... No, mejor dicho, no tengo permitido hacer eso hasta lograr mi objetivo. Es algo que me prometí a mi mismo – dijo el joven dragón mientras miraba al rubio, al tiempo que una sonrisa amarga se formaba en su rostro. Sonreí sinceramente y de felicidad... ¿Hace cuanto que no hacía eso?
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Xemnas mantuvo su sonrisa al mismo tiempo que observaba a su oponente con toda la calma del mundo. Con su cuerpo imbuido en haki armadura, parecía poder resistir las habilidades de aquel chico sin problema alguno aunque estuviese convertido. Su golpe hizo que volviera a la forma humana y entonces le miró de una manera bastante tranquila. El rubio alzó los puños de nuevo preparándose para entrar al combate con él, pero escuchó sus palabras y quedó un poco confuso. Entonces fue cuando el rubio le miró de forma amable y le habló en un tono muy calmado, como si quisiera ayudarle.
- En ese caso déjame hacerte fuerte. Cumplirás tu objetivo, pero no significa que el medio debas hacerlo solo, mientras completes el fin. Yo no he completado mi meta tampoco, chico. Lo he pasado mal desde pequeño estando solo y rodeado de enemigos por todo el mundo, pero nunca perdí mi sonrisa. Tú hermana sabe bien lo cabezón que soy, puedes preguntarle.
Terminó de decir al mismo tiempo que se lanzaba hacia él a una velocidad normalita. En cuanto estuvo en frente le miró a los ojos con una sonrisa que mostraba felicidad y entonces trató de lanzarle una patada a la zona del pecho y de forma recta. Le diese o no, daría unos cuantos saltos en el sitio y entrecerraría los ojos.
- Vamos, Keith. Sé que no nos conocemos mucho, pero soy el maestro de tu capitana. Estoy seguro de que podemos llegar a ser grandes amigos pese a nuestros rangos. Sé que no eres un mal tipo. Déjame ayudarte y tan solo pido que cuando termines tu meta, sonreirás.
Dijo Xemnas en un tono animado mientras se quitaba el guantelete derecho y mostraba su puño alzado hacia delante para que él lo chocase. Lo hiciera o no, se volvería a colocar su guantelete y esperaría el ataque del peliplateado con una mirada amable. El Vice-Almirante estaba cogiendo muchísimo interés por aquel chico que tenía frente a sus ojos.
- En ese caso déjame hacerte fuerte. Cumplirás tu objetivo, pero no significa que el medio debas hacerlo solo, mientras completes el fin. Yo no he completado mi meta tampoco, chico. Lo he pasado mal desde pequeño estando solo y rodeado de enemigos por todo el mundo, pero nunca perdí mi sonrisa. Tú hermana sabe bien lo cabezón que soy, puedes preguntarle.
Terminó de decir al mismo tiempo que se lanzaba hacia él a una velocidad normalita. En cuanto estuvo en frente le miró a los ojos con una sonrisa que mostraba felicidad y entonces trató de lanzarle una patada a la zona del pecho y de forma recta. Le diese o no, daría unos cuantos saltos en el sitio y entrecerraría los ojos.
- Vamos, Keith. Sé que no nos conocemos mucho, pero soy el maestro de tu capitana. Estoy seguro de que podemos llegar a ser grandes amigos pese a nuestros rangos. Sé que no eres un mal tipo. Déjame ayudarte y tan solo pido que cuando termines tu meta, sonreirás.
Dijo Xemnas en un tono animado mientras se quitaba el guantelete derecho y mostraba su puño alzado hacia delante para que él lo chocase. Lo hiciera o no, se volvería a colocar su guantelete y esperaría el ataque del peliplateado con una mirada amable. El Vice-Almirante estaba cogiendo muchísimo interés por aquel chico que tenía frente a sus ojos.
Keith S. Branwen
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Nada, si Alice lo decía... era porque debía ser cierto. Keith cerró sus rojos por algunos segundos y una media sonrisa se formó en su rostro, para luego echarse a reír allí mismo. No pudo evitarlo, era bastante irónico todo aquello. Él pensaba que todos los altos mandos era una manga de corruptos, y ahora aparecía éste de quien sabe donde para destruir su visión de lo que consideraba real. Bueno, si de algo estaba claro... Es que nunca volvería a juzgar a un libro por su cubierta, por no decirlo de otro modo. Ese había sido su error: pensar que todos eran como el malnacido de su padre. Todas las personas eran distintas, y eso era que había aprendido hoy. En la marina aún quedaban personas como Xemnas, que en verdad luchaban por a justicia y no se volvía como el resto de los corruptos. Aquello estaba bien, e hizo que solidificara más su decisión de unirse a Hikaru.
Se recompuso como pudo, pero cuando lo hizo, vio que el vicealmirante había cruzado la distancia que los separaba. Debido a eso, recibió de lleno una patada en todo su abdomen. Fue impulsado hacia atrás, pero logró quedarse de pie. Gruñó por lo bajo al sentir el efecto del Kairoseki nuevamente por su cuerpo, pero se rehusaba volver a caer. Inhaló y exhaló varias veces para poder tranquilizar su ritmo cardíaco, para así poder usar lo último que le quedaba. Se notaba que el pobre estaba en su límite, pero eso no lo iba a desanimar. Keith escupió a un lado y, ya con su compostura recobrada exteriormente, miró atentamente al rubio.
– Amigos, ¿eh? – una sonrisa sincera apareció en su rostro, pero se esfumó al segundo después para pasar a una pequeña. – Normalmente no lo haría, pero... Igual me encantaría – le dijo al rubio.
Keith se concentró por algunos segundos en su abdomen, curándose el moretón que dejó la patada de Xemnas (micaiah). Hizo crujir su cuello y miró con seriedad al vicealmirante.
– Busoshoku y armadura de Kairoseki. Desde un principio no tuve oportunidad, de hecho sería una perdida de tiempo seguir con esto...pero – los ojos del peligris se rasgaron cual reptil y clavó su mirada en los orbes azules de Xemnas. – Me niego a perder por una rendición. Si caigo, caeré peleando – le dijo mientras chocaba su puño con el de él.
Acto seguido, dio un paso hacia atrás y volvió a su forma híbrida, alzándose nuevamente al vuelo. Entrecerró sus ojos y se concentró, intentando volver a su forma completa. Lo consiguió, pero... Sabía que no duraría más de un minuto en esa forma, tal vez menos si se tenía en cuenta lo que iba hacer. Un aura blanca empezó a formarse en su cuerpo, dándole un aspecto majestuoso a su cuerpo de dragón. Keith se elevó por los cielos y, luego, cayó en picada hacia el vicealmirante con su puño alzado. Con su aura helada activa, al impactar provocaría una explosión, además de entumecer un poco.
– ¡Kori no Bakuhatsu! – gritó el dragón.
Le hubiese dado o no, el joven agotó todas sus fuerzas y volvió a su forma humana, dejándose caer como saco de patatas al suelo. Gruñó por lo bajo debido al dolor, pero no hizo intento alguno de levantarse.
Se recompuso como pudo, pero cuando lo hizo, vio que el vicealmirante había cruzado la distancia que los separaba. Debido a eso, recibió de lleno una patada en todo su abdomen. Fue impulsado hacia atrás, pero logró quedarse de pie. Gruñó por lo bajo al sentir el efecto del Kairoseki nuevamente por su cuerpo, pero se rehusaba volver a caer. Inhaló y exhaló varias veces para poder tranquilizar su ritmo cardíaco, para así poder usar lo último que le quedaba. Se notaba que el pobre estaba en su límite, pero eso no lo iba a desanimar. Keith escupió a un lado y, ya con su compostura recobrada exteriormente, miró atentamente al rubio.
– Amigos, ¿eh? – una sonrisa sincera apareció en su rostro, pero se esfumó al segundo después para pasar a una pequeña. – Normalmente no lo haría, pero... Igual me encantaría – le dijo al rubio.
Keith se concentró por algunos segundos en su abdomen, curándose el moretón que dejó la patada de Xemnas (micaiah). Hizo crujir su cuello y miró con seriedad al vicealmirante.
– Busoshoku y armadura de Kairoseki. Desde un principio no tuve oportunidad, de hecho sería una perdida de tiempo seguir con esto...pero – los ojos del peligris se rasgaron cual reptil y clavó su mirada en los orbes azules de Xemnas. – Me niego a perder por una rendición. Si caigo, caeré peleando – le dijo mientras chocaba su puño con el de él.
Acto seguido, dio un paso hacia atrás y volvió a su forma híbrida, alzándose nuevamente al vuelo. Entrecerró sus ojos y se concentró, intentando volver a su forma completa. Lo consiguió, pero... Sabía que no duraría más de un minuto en esa forma, tal vez menos si se tenía en cuenta lo que iba hacer. Un aura blanca empezó a formarse en su cuerpo, dándole un aspecto majestuoso a su cuerpo de dragón. Keith se elevó por los cielos y, luego, cayó en picada hacia el vicealmirante con su puño alzado. Con su aura helada activa, al impactar provocaría una explosión, además de entumecer un poco.
– ¡Kori no Bakuhatsu! – gritó el dragón.
Le hubiese dado o no, el joven agotó todas sus fuerzas y volvió a su forma humana, dejándose caer como saco de patatas al suelo. Gruñó por lo bajo debido al dolor, pero no hizo intento alguno de levantarse.
- Cosas usadas:
- - Atributos totales (fruta y técnicas): Fuerza x80, Resistencia x60, Velocidad x2 (Respecto a un Mono Lv 23)-
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Xemnas sonrió al ver su actitud y lo siguiente que hizo fue observarle volver a tomar aquel aspecto enorme de dragón. Mostró una sonrisa amable y continuó imbuido en su técnica especial conocida como haki armadura. Debido al mantra pudo detectar un aumento de poder considerable y fue entonces cuando sonrió. El chico tenía un poder impresionante y ahora iba a tener que enfrentarse a aquello. Era el momento de utilizar sus propias habilidades si quería salir ileso del golpe. Bastante mala suerte tenía ya con haberse dejado dar de hostias. Cerró los ojos despacio y comenzó a canalizar energía a su alrededor.
- ¡Aaaaaaaah!
Gritó con fuerza al mismo tiempo que sus cabellos se pigmentaban en un color blanco y quedaban empinados hacia arriba. Su musculatura aumentó y un aura blanca le rodeó por completo. El chico entonces se volvió algo más serio y desató sus dos aperturas, tomando un poder impresionante. Se imbuyó totalmente en haki armadura y esperó a que el dragón bajase. Impactó de nuevo su puño contra el de él y la onda de choque que se formó lo lanzó de forma violenta al suelo. El marine quedó tirado, pero el haki había amortiguado la caída y su poderosa fuerza resistido el empujón de la onda.
Se dio cuenta de que el chico estaba tirado en el suelo y dedujo que no podía continuar luchando. El vice-almirante se acercó a él despacio y se quedó mirándole. Su expresión era algo seria, pero entonces sus cabellos volvieron a ser rubios y se relajó, mostrando aquella sonrisa de siempre. Estiró su mano hacia él y le dedicó una mirada bastante agradable mientras le guiñaba el ojo.
- Muy bien, así me gusta. Lo mejor será que descanses. Eres bastante fuerte, unos cuantos entrenamientos más y serás alguien digno de temer. Ahora puedes retirarte, chico. Hablaré con el Almirante Shirosai. Tienes mi recomendación.
Tras una mirada dulce le dio la espalda, recogió sus cosas y empezó a caminar hacia la base.
- ¡Aaaaaaaah!
Gritó con fuerza al mismo tiempo que sus cabellos se pigmentaban en un color blanco y quedaban empinados hacia arriba. Su musculatura aumentó y un aura blanca le rodeó por completo. El chico entonces se volvió algo más serio y desató sus dos aperturas, tomando un poder impresionante. Se imbuyó totalmente en haki armadura y esperó a que el dragón bajase. Impactó de nuevo su puño contra el de él y la onda de choque que se formó lo lanzó de forma violenta al suelo. El marine quedó tirado, pero el haki había amortiguado la caída y su poderosa fuerza resistido el empujón de la onda.
Se dio cuenta de que el chico estaba tirado en el suelo y dedujo que no podía continuar luchando. El vice-almirante se acercó a él despacio y se quedó mirándole. Su expresión era algo seria, pero entonces sus cabellos volvieron a ser rubios y se relajó, mostrando aquella sonrisa de siempre. Estiró su mano hacia él y le dedicó una mirada bastante agradable mientras le guiñaba el ojo.
- Muy bien, así me gusta. Lo mejor será que descanses. Eres bastante fuerte, unos cuantos entrenamientos más y serás alguien digno de temer. Ahora puedes retirarte, chico. Hablaré con el Almirante Shirosai. Tienes mi recomendación.
Tras una mirada dulce le dio la espalda, recogió sus cosas y empezó a caminar hacia la base.
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Tosió un poco mientras se mantenía en el suelo, sin poder un solo músculo. Usar dos veces la forma completa, además de usar sus dos caminos, le pasaron completamente la cuenta. Estaba seguro que algunos músculos estaban desgarrados, pero... Valió la pena todo eso. Se sentía satisfecho con el resultado del combate, pero fue una lástima que el vicealmirante no hubiera ido con todo. Ni siquiera uso el espadón para frenar sus ataques iniciales. Extrañamente, eso solo lo motivó más en vez de enojarlo. Su padre era mucho más débil que Xemnas, por lo que lo consideraba un buen avance de su parte llegar hasta este punto. Suspiró pesadamente mientras miraba al cielo. Alzó su mano y cerró el puño, al tiempo que una leve (casi imperceptible) sonrisa se formaba en sus labios.
– Y ahora... a ver que me muevo – pensó resignadamente el peligris.
Escuchó las palabras del vicealmirante y, por algunos micro segundos, sonrío sinceramente. Aunque tan rápido como vino, desapareció. Con la recomendación, además de otro requisito, podría volver a ascender. Había subido dos rangos de forma fugaz, pero se quedó estancado siendo Sargento. De todas formas, también fue un poco culpa suya. Había bajado la intensidad desde hace ya varias semanas, más que nada debido a su investigación. Ahora que Alice se encontraba sana y salva, podría concentrarse de lleno en su objetivo. Llegar a capitán lo más rápido posible en dos años, esa sería su meta a corto plazo. Largo plazo sería llegar a almirante, pero eso sería difícil. La marina estaba llena de bestias, después de todo. Quizá nunca podría ostentar aquel rango.
– Me retiraría... pero no puedo – le habló a la nada, puesto que Xemnas ya se había retirado.
Rodó sus ojos y, con gran dificultad, logró ponerse de pie. Se estremeció al sentir como sus músculos le pesaban y como le dolía al caminar. Aquello era normal, después de todo. Fue la primera vez que forzó tanto su cuerpo, incluso se atrevería decir que lo llevó al límite por primera vez en su vida. Usar su forma completa dos veces seguidas, combinar la última con dos técnicas... Si, definitivamente era un milagro que pudiera mantenerse de pie hasta llegar a su habitación. Una vez allí, se dejó caer en su cama y cerró sus ojos, cayendo instantáneamente en los brazos de Morfeo. Ya mañana se daría una buena ducha, ahora solo quería dormir lo más que pudiera.
– Y ahora... a ver que me muevo – pensó resignadamente el peligris.
Escuchó las palabras del vicealmirante y, por algunos micro segundos, sonrío sinceramente. Aunque tan rápido como vino, desapareció. Con la recomendación, además de otro requisito, podría volver a ascender. Había subido dos rangos de forma fugaz, pero se quedó estancado siendo Sargento. De todas formas, también fue un poco culpa suya. Había bajado la intensidad desde hace ya varias semanas, más que nada debido a su investigación. Ahora que Alice se encontraba sana y salva, podría concentrarse de lleno en su objetivo. Llegar a capitán lo más rápido posible en dos años, esa sería su meta a corto plazo. Largo plazo sería llegar a almirante, pero eso sería difícil. La marina estaba llena de bestias, después de todo. Quizá nunca podría ostentar aquel rango.
– Me retiraría... pero no puedo – le habló a la nada, puesto que Xemnas ya se había retirado.
Rodó sus ojos y, con gran dificultad, logró ponerse de pie. Se estremeció al sentir como sus músculos le pesaban y como le dolía al caminar. Aquello era normal, después de todo. Fue la primera vez que forzó tanto su cuerpo, incluso se atrevería decir que lo llevó al límite por primera vez en su vida. Usar su forma completa dos veces seguidas, combinar la última con dos técnicas... Si, definitivamente era un milagro que pudiera mantenerse de pie hasta llegar a su habitación. Una vez allí, se dejó caer en su cama y cerró sus ojos, cayendo instantáneamente en los brazos de Morfeo. Ya mañana se daría una buena ducha, ahora solo quería dormir lo más que pudiera.
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