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Una mueca se formó en el rostro del teniente, para luego fulminar con la mirada la pila de papeles que tenía en frente. No sabía si Hikaru seguía dolida por lo sucedido o no, pero no era necesario que le mandara a hacer todo este papeleo. No era como si no le importara, la verdad. A el no le incomodaba hacerlo, pero... tuvo la mala fortuna de juntar con todo el que no hizo durante estos últimos dos años. Sobraba decir que el dragón estaba realmente molesto y poco podía hacer para aminorar la carga de trabajo que tenía. Lo único que le quedaba era terminar lo más rápido posible para tener más tiempo libre. Recién empezó el mes de rehabilitación y no quería perder los treinta días haciendo una mierda como esta. Tenía prioridades y el papeleo no lo era. Pese a eso, sabía que era necesario y no lo dejaría de lado. De todas formas, el dragón ya se acostumbró a hacerlo y era más o menos decente en rellenarlo. Aún le faltaba velocidad, pero no se quejaba. Podría terminar todo en unos dos o tres días, eso si trabajaba sin parar y solo tomando descansos para comer o dormir. Luego estaría en libertad y haría lo que quisiera.
– Deberías tomarte un descanso. Llevas desde temprano aquí y solo has trabajado sin parar – le dijo el dragón dentro de su mente.
Keith arqueó una ceja al escuchar el comentario de su compañero y miró el reloj que colgaba de una de las paredes. Sus ojos se abrieron de forma exagerada al ver la hora y tuvo que resistir el impulso de golpearse el rostro. Había estado tan concentrado en lo que hacía, que ni cuenta se dio del tiempo que había pasado. Pese a eso, estaba satisfecho. Contra todo pronóstico había conseguido completa un tercio de todo el papeleo, así que era una victoria para él. Suspiró y se estiró, para luego bostezar. Tenía sueño, pero sabía que no podría darse el lujo de dormir hasta bien tarde en la noche. Se levantó de su asiente y sonrío levemente. Ya que se dio cuenta, no le quedaba otra que tomarse un descanso. Tenía un poco de hambre, así que supuso que podría tomar algo rápido de la cafetería para apaciguar a su estómago.
Mientras caminaba por los pasillos, se dio cuenta de algunos marines que hablaban entre sí y lo apuntaban. Su mirada se ensombreció por algunos segundos, pero luego regresó a la normalidad. Ya se le hacía costumbre que la gente hablara de sus espaldas, así que le daba un poco igual. Luego del numerito que montó en el cuartel del sur, era de esperarse que el resto de los marines le tuvieran algo de miedo. Al menos sucedía eso con los que eran de rango más bajo que él. Esa fue una de las razones por la cual se movieron del sur hasta el norte, porque sabían que el rechazo allí sería mucho peor que en el norte, aunque no se quejaba. En el sur hacía mucho calor, mientras que aquí estaba helado. No lo sentía, pero al menos no tenía que hacer papeleo con el calor encima...
– Deberías tomarte un descanso. Llevas desde temprano aquí y solo has trabajado sin parar – le dijo el dragón dentro de su mente.
Keith arqueó una ceja al escuchar el comentario de su compañero y miró el reloj que colgaba de una de las paredes. Sus ojos se abrieron de forma exagerada al ver la hora y tuvo que resistir el impulso de golpearse el rostro. Había estado tan concentrado en lo que hacía, que ni cuenta se dio del tiempo que había pasado. Pese a eso, estaba satisfecho. Contra todo pronóstico había conseguido completa un tercio de todo el papeleo, así que era una victoria para él. Suspiró y se estiró, para luego bostezar. Tenía sueño, pero sabía que no podría darse el lujo de dormir hasta bien tarde en la noche. Se levantó de su asiente y sonrío levemente. Ya que se dio cuenta, no le quedaba otra que tomarse un descanso. Tenía un poco de hambre, así que supuso que podría tomar algo rápido de la cafetería para apaciguar a su estómago.
Mientras caminaba por los pasillos, se dio cuenta de algunos marines que hablaban entre sí y lo apuntaban. Su mirada se ensombreció por algunos segundos, pero luego regresó a la normalidad. Ya se le hacía costumbre que la gente hablara de sus espaldas, así que le daba un poco igual. Luego del numerito que montó en el cuartel del sur, era de esperarse que el resto de los marines le tuvieran algo de miedo. Al menos sucedía eso con los que eran de rango más bajo que él. Esa fue una de las razones por la cual se movieron del sur hasta el norte, porque sabían que el rechazo allí sería mucho peor que en el norte, aunque no se quejaba. En el sur hacía mucho calor, mientras que aquí estaba helado. No lo sentía, pero al menos no tenía que hacer papeleo con el calor encima...
Abel T. Nightroad
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Mucho tiempo, es lo que le dedica Abel a la práctica con sus espadas. Pero por el simple motivo de que no practica un estilo de katas básicos, su estilo requiere coordinación y velocidad, sobre todo superar la media en lo segundo. Aunque normalmente la habilidad de coordinación crece pareja a la velocidad, o todo acabaría en un caótico conjunto de movimientos que no tienen un fin o una razón. Por ello siempre se ve al joven de cabellos celestes entrenando, junto a un sinfin de espadas idénticas. Muchos de los demás reclutas se apartan de la zona en la que el joven entrena, pues el ruído de sus espadas cortando el aire les molesta, además, muchos afirman que su mirada es la de un asesino. De hecho, la mirada alegre y amable que siempre se le ve desaparece cuando entrena, pelea o se enfada, dejando paso a una mirada fría y seria, que bordea la mirada de un cruel y sanguinario asesino. Y es en esa situación en la que se encuentra el joven recluta. En el patio de entrenamiento, entre muchas espadas, cambiando de espadas cada rato y con diversas cantidades de espadas.
El sonido que emiten sus técnicas es atronador, de lejos no parece tanto, pero aquellos que se encuentran en las inmediaciones sienten un sonido similar a una cascada. Una tras otra las técnicas se repiten. El sudor empieza a notarse en el espadachín, que lleva ya horas entrenando, con apenas pausas para beber de cuando en cuando con el fin de no deshidratarse. ~ He de mejorar, he de volverme más fuerte... ~| Dice en un susurro mientras crea una cascada de golpes rápidos con dos katanas, creando una defensa realmente potente. Eso le ayudará a ganar velocidad y fuerza en los brazos.
Es ya tarde cuando un joven ejemplar de lo que parece una comadreja roja se acerca a su dueño y amigo y se restriega, pidiendo comida. ~ Venga, vamos a comer Kiitsu. ~ Dice el joven marine mientras recoge todas y cada una de las espadas que ha estado usando durante el entrenamiento. Algo que le queda de sus enseñanzas con sus maestros de la isla en la que nació es el orden.
Como suele entrenar muy a menudo, solicitó un sitio cercano al patio de entrenamiento para poder guardar las cosas más rápidamente de lo que haría si tuviera que caminar hasta el otro lado del cuartel. Así pues, no tarda en guardar sus katanas en su correspondiente lugar. Y tras una breve ducha se viste y sale rumbo a la cafetería, la verdad es que el hambre comienza a superarle, por lo que el aviso de su fiel amigo Kiitsu le vino bien.
El sonido que emiten sus técnicas es atronador, de lejos no parece tanto, pero aquellos que se encuentran en las inmediaciones sienten un sonido similar a una cascada. Una tras otra las técnicas se repiten. El sudor empieza a notarse en el espadachín, que lleva ya horas entrenando, con apenas pausas para beber de cuando en cuando con el fin de no deshidratarse. ~ He de mejorar, he de volverme más fuerte... ~| Dice en un susurro mientras crea una cascada de golpes rápidos con dos katanas, creando una defensa realmente potente. Eso le ayudará a ganar velocidad y fuerza en los brazos.
Es ya tarde cuando un joven ejemplar de lo que parece una comadreja roja se acerca a su dueño y amigo y se restriega, pidiendo comida. ~ Venga, vamos a comer Kiitsu. ~ Dice el joven marine mientras recoge todas y cada una de las espadas que ha estado usando durante el entrenamiento. Algo que le queda de sus enseñanzas con sus maestros de la isla en la que nació es el orden.
Como suele entrenar muy a menudo, solicitó un sitio cercano al patio de entrenamiento para poder guardar las cosas más rápidamente de lo que haría si tuviera que caminar hasta el otro lado del cuartel. Así pues, no tarda en guardar sus katanas en su correspondiente lugar. Y tras una breve ducha se viste y sale rumbo a la cafetería, la verdad es que el hambre comienza a superarle, por lo que el aviso de su fiel amigo Kiitsu le vino bien.
Keith S. Branwen
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Keith suspiró de alivio al sentir aquel adictivo líquido bajando por su garganta. Había llegado a la cafetería y, lo primero que hizo, fue pedir la gaseosa de cola más helada que tuvieran. Luego tomó uno de los panes con queso y jamón que habían en el mostrador, y salió rápidamente de la cocina. Luego de lo sucedido en el cuartel del sur, el joven valoraba mucho más su intimidad. Debido a eso, pocas veces se podía ver al dragón en público. Aparte, luego de los sucedido apenas unos días atrás, a penas se separaba de su rubia. Quería pasar el mayor tiempo posible con ella antes que terminara su mes de descanso, pero para eso tendría que finalizar con todo el papeleo de una vez por todas. Razón por la cual se estaba forzando a sí mismo para no caer dormido en un sitio aleatorio. Refunfuñó por lo bajo y chasqueó su lengua, para luego emprender marcha hacia un sitio tranquilo donde nadie lo molestara. Los ojos de aquellos idiotas que no tenían idea de nada, lo molestaban demasiado. ¿Qué les costaba venir y decirle todo a la cara? Así al menos tendría una excusa para golpearlos en vez de soportar todo ese trato, pero ya daba igual. No era como si le afectaran demasiado los comentarios a sus espaldas, después de todo.
"Pero una cosa son los que son dirigidos hacia mí, y otra muy distinta son los que dicen cosas de Hikaru", pensó amargamente el joven. Los comentarios hacia él los toleraba, pero los que eran dirigidos hacia ella... Ya había perdido la cuenta de a cuantas personas tuvo que intimidar para que terminaran con eso. Ya bastante difícil era su vida, no necesitaba que algunos imbéciles amargaran más su vida. Inconscientemente una mueca de disgusto se formó en su rostro y fulminó con la mirada a algunos marines que estaba hablando de él. Estos, al ver la potente mirada del dragón, huyeron despavoridos. Pese a todo, una sonrisa de suficiencia se formó en su rostro.
– ¿Cómo mierda estos imbéciles llegaron a ser marines? – preguntó, a nadie en específico, por lo bajo.
Negó con la cabeza al escuchar unas filosóficas, pero innecesarias, palabras de su dragón interior. Cortó la conexión que tenía con él y siguió caminando tranquilamente por los pasillos. Al doblar por un pasillo, sin embargo, terminó tropezando con una persona que venía desde el otro lado. Suspiró por lo bajo y le tendió una mano en caso que hubiera caído.
– Lo siento por eso, no me fije por donde iba – se disculpó el joven. Miró curiosamente al joven de cabellos azules con el que había tropezado y ladeó su cabeza al ver una especie de comadreja roja. – ¿Estás bien? – Pese a que tenía disgusto hacia la mayoría de los reclutas de este lugar, eso no quería decir que no sería respetuoso a la hora de hablar. Aparte... era la primera vez que veía a ese joven, por lo que le daría el beneficio de la duda.
"Pero una cosa son los que son dirigidos hacia mí, y otra muy distinta son los que dicen cosas de Hikaru", pensó amargamente el joven. Los comentarios hacia él los toleraba, pero los que eran dirigidos hacia ella... Ya había perdido la cuenta de a cuantas personas tuvo que intimidar para que terminaran con eso. Ya bastante difícil era su vida, no necesitaba que algunos imbéciles amargaran más su vida. Inconscientemente una mueca de disgusto se formó en su rostro y fulminó con la mirada a algunos marines que estaba hablando de él. Estos, al ver la potente mirada del dragón, huyeron despavoridos. Pese a todo, una sonrisa de suficiencia se formó en su rostro.
– ¿Cómo mierda estos imbéciles llegaron a ser marines? – preguntó, a nadie en específico, por lo bajo.
Negó con la cabeza al escuchar unas filosóficas, pero innecesarias, palabras de su dragón interior. Cortó la conexión que tenía con él y siguió caminando tranquilamente por los pasillos. Al doblar por un pasillo, sin embargo, terminó tropezando con una persona que venía desde el otro lado. Suspiró por lo bajo y le tendió una mano en caso que hubiera caído.
– Lo siento por eso, no me fije por donde iba – se disculpó el joven. Miró curiosamente al joven de cabellos azules con el que había tropezado y ladeó su cabeza al ver una especie de comadreja roja. – ¿Estás bien? – Pese a que tenía disgusto hacia la mayoría de los reclutas de este lugar, eso no quería decir que no sería respetuoso a la hora de hablar. Aparte... era la primera vez que veía a ese joven, por lo que le daría el beneficio de la duda.
Abel T. Nightroad
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El joven camina tranquilo, sin prestar demasiada atención a los alrededores, una mala costumbre que tiene, mayormente a causa de que su atención, al menos de sus ojos, está puesta en un puzle que trata de resolver. Esto último es casi una mentira, normalmente no tarda demasiado en resolverlos, lo que le frustra sobremanera. En esta ocasión no es distinto, un puzle tiene su mirada cautivada, al menos durante un par de minutos, lo suficiente como para que el joven se choque con alguien. De costumbre lo ignoraría y seguiría caminando, pero entre que tarda un par de segundos en reequilibrarse, lo que indica que el sujeto es de cuerpo fuerte, o al menos firme, y que el mismo sujeto, que por la voz se trata de un hombre se disculpa por el encontronazo y le pregunta si se encuentra bien. ~ Descuide, yo tampoco estaba muy atento al camino, pero no me ha pasado nada, solo un leve desequilibrio que pude corregir ¿y usted se encuentra bien? ~ Responde justo antes de levantar la vista y percatarse de que la persona con la que se encuentra hablando es uno de los tenientes apostados en el cuartel, sabe de él por los rumores que corren por los pasillos, pero nunca le da demasiada importancia a esos chismes, le parece una actitud poco provechosa.
El joven se sacude la ropa, que no es la de un marine, pues raramente la lleva puesta la verdad, no le gusta. Se siente mucho más cómodo vestido como un habitante de su isla natal, en la que el honor sigue muy presente, como en las comunidades de los samuráis. En eso el pequeño puzle, el único que Abel jamás intenta resolver casi se cae de su bolsillo. Por suerte el joven logra guardarlo rápidamente, sería muy complicado responder sobre el origen de la sangre que hay en el interior del mismo. El joven llama a Kiitsu y le entrega una nota, mandándolo a por la comida, muchos pensarían que eso acabaría en una desgracia, pero Kiitsu sabe bien que desobedecer a Abel conlleva un peligro, realmente jamás haría daño a Kiitsu, pero le castigaría de la forma que el pobre animal más detesta, un baño completo.
El joven se sacude la ropa, que no es la de un marine, pues raramente la lleva puesta la verdad, no le gusta. Se siente mucho más cómodo vestido como un habitante de su isla natal, en la que el honor sigue muy presente, como en las comunidades de los samuráis. En eso el pequeño puzle, el único que Abel jamás intenta resolver casi se cae de su bolsillo. Por suerte el joven logra guardarlo rápidamente, sería muy complicado responder sobre el origen de la sangre que hay en el interior del mismo. El joven llama a Kiitsu y le entrega una nota, mandándolo a por la comida, muchos pensarían que eso acabaría en una desgracia, pero Kiitsu sabe bien que desobedecer a Abel conlleva un peligro, realmente jamás haría daño a Kiitsu, pero le castigaría de la forma que el pobre animal más detesta, un baño completo.
Keith S. Branwen
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Mientras esperaba respuesta por parte del recluta, el dragón lo analizó más a fondo. Era algo que siempre hacía de forma instintiva cuando conocía a alguien nuevo. A simple vista parecía como cualquier marine ordinario, pero el dragón sabía que no había que juzgar a las personas por su apariencia. Quitando eso, era una de las pocas veces que veía a un marine sin portar la indumentaria oficial, aunque el luchador lo entendía. El mismo no usaba esas ropas porque le incomodaban y le parecían horribles... Pero debía admitir que cuando Hikaru las usaba, era algo distinto. Keith negó un par de veces con la cabeza para despejar esos pensamientos. Realmente, ella lo tenía mal. Llevaba tan solo un par de horas sin verla y ya estaba deseando volver a estar en su presencia nuevamente. Acariciarla, besarla, tomarla... Se sonrojó un poco al pensar en ello y silbó un poco. En su defensa, él no era el insaciable de la relación. Para haber sido una ex inocente, la rubia era muy seductora cuando quería serlo. Lo peor era que, la mayoría de las veces, ella no tenía idea que lo hacía. De todas formas, no se quejaba. La amaba por como era, y eso no cambiaría si su personalidad se tornaba distinta un día de estos.
Escuchó sus palabras e instantáneamente el joven se relajó. No sabía si era nuevo en la base o no, pero al menos no lo miraba como si fuera una bomba que fuera estallar en cualquier momento. Levantó una ceja al ver que le pasaba un papel a su mascota. ¿Acaso podía entenderlo? Bueno, el dragón sabía que los domadores de animales podían lograr tal hazaña, así que lo dejó pasar. Suspiró un poco y se colocó las manos en el bolsillo, sin saber muy bien que hacer ahora. Lo cierto era que podría haber seguido con su camino luego de disculparse, pero no quería parecer descortés frente a una persona que no le tenía miedo. ¿Qué hacer? Se rascó la cabeza un poco y asintió para si mismo.
– Estoy bien, tranquilo... Y no me trate de usted – contestó de forma relajada el teniente.
Lo cierto era que algo como eso no lograría tumbarlo. Hacía falta mucha más fuerza para lograr algo como eso, puesto que su fuerza y resistencia era ridículas debido a su fruta.
– Soy el teniente Keith, segundo al mando Inmortals. ¿Tu nombre es...? –
El joven se presentó mientras le daba la mano. Supuso que no habría nada de malo en tener una pequeña charla. Más por aburrimiento suyo que por real interés. Bueno, si, tenía algo de eso, pero solo era porque era el segundo usuario de espada que conocía en persona. Como luchador, el joven siempre estaba en desventaja contra los espadachines, así que quería aprender todo de ellos...
Escuchó sus palabras e instantáneamente el joven se relajó. No sabía si era nuevo en la base o no, pero al menos no lo miraba como si fuera una bomba que fuera estallar en cualquier momento. Levantó una ceja al ver que le pasaba un papel a su mascota. ¿Acaso podía entenderlo? Bueno, el dragón sabía que los domadores de animales podían lograr tal hazaña, así que lo dejó pasar. Suspiró un poco y se colocó las manos en el bolsillo, sin saber muy bien que hacer ahora. Lo cierto era que podría haber seguido con su camino luego de disculparse, pero no quería parecer descortés frente a una persona que no le tenía miedo. ¿Qué hacer? Se rascó la cabeza un poco y asintió para si mismo.
– Estoy bien, tranquilo... Y no me trate de usted – contestó de forma relajada el teniente.
Lo cierto era que algo como eso no lograría tumbarlo. Hacía falta mucha más fuerza para lograr algo como eso, puesto que su fuerza y resistencia era ridículas debido a su fruta.
– Soy el teniente Keith, segundo al mando Inmortals. ¿Tu nombre es...? –
El joven se presentó mientras le daba la mano. Supuso que no habría nada de malo en tener una pequeña charla. Más por aburrimiento suyo que por real interés. Bueno, si, tenía algo de eso, pero solo era porque era el segundo usuario de espada que conocía en persona. Como luchador, el joven siempre estaba en desventaja contra los espadachines, así que quería aprender todo de ellos...
Abel T. Nightroad
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Aquél teniente parece sorprenderse ante la actitud de Abel, sobre todo con el hecho de mandar a una comadreja con una carta. Pero al parecer lo deja correr, pues parece conocer la naturaleza del oficio de domador. Aquél chico, que no parece mucho más mayor que el joven Abel, parece haber tenido problemas con los demás marines, al tiempo que parece abstraerse unos momentos durante el encuentro con el joven, pues tarda un tiempo en responderle al espadachín. Abel, por su parte, aprovecha para estudiar al chico con el que está conversando, no porta ningún arma a la vista, lo que hace que el joven marine piense que es un luchador o emplea armas ocultas, cual asesino, aunque es arriesgado decidirse sin más datos.
Al parecer la actitud relajada de Abel al hablar con él le relajó, parece ser que todos se ponen tensos en cuanto el chico aparece, lo cual el joven de cabellos turquesa no entiende, por su forma de actuar y su energía no es alguien peligroso, claro está, el joven Nightroad puede equivocarse de lleno y estar hablando con un maldito sociópata, cosas más raras había visto el muchacho y por ello no juzga a nadie, por mucho que hablen de esa persona. El teniente le confirma que se encuentra bien, como sospechaba Abel, es alguien fuerte. Además, le invita a no tratarle de usted, al parecer no le agradan demasiado los formalismos. Bueno, un punto de comodidad para el joven espadachín.
El marine se presenta como Keith, segundo al mando de Inmortals. Ese nombre, Inmortals, le resulta muy familiar al joven muchacho, no sabe bien el porqué. ~ Yo apenas soy un recluta, me llamo Abel, un placer ~ Responde el joven apretando la mano del teniente en un saludo. Justo en ese instante vuelve Kiitsu, con una bandeja sobre el lomo y un trozo de carne en la boca. Cómo no, ya le han dado de comer, pero bueno, eso le ahorra el tener que darle de comer luego. A diferencia de otras situaciones, el joven Abel muestra cierto interés en el teniente, lo que le abstrae de resolver puzles como de costumbre.
Al parecer la actitud relajada de Abel al hablar con él le relajó, parece ser que todos se ponen tensos en cuanto el chico aparece, lo cual el joven de cabellos turquesa no entiende, por su forma de actuar y su energía no es alguien peligroso, claro está, el joven Nightroad puede equivocarse de lleno y estar hablando con un maldito sociópata, cosas más raras había visto el muchacho y por ello no juzga a nadie, por mucho que hablen de esa persona. El teniente le confirma que se encuentra bien, como sospechaba Abel, es alguien fuerte. Además, le invita a no tratarle de usted, al parecer no le agradan demasiado los formalismos. Bueno, un punto de comodidad para el joven espadachín.
El marine se presenta como Keith, segundo al mando de Inmortals. Ese nombre, Inmortals, le resulta muy familiar al joven muchacho, no sabe bien el porqué. ~ Yo apenas soy un recluta, me llamo Abel, un placer ~ Responde el joven apretando la mano del teniente en un saludo. Justo en ese instante vuelve Kiitsu, con una bandeja sobre el lomo y un trozo de carne en la boca. Cómo no, ya le han dado de comer, pero bueno, eso le ahorra el tener que darle de comer luego. A diferencia de otras situaciones, el joven Abel muestra cierto interés en el teniente, lo que le abstrae de resolver puzles como de costumbre.
Keith S. Branwen
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Keith simplemente asintió ante lo que dijo y se rascó la cabeza un poco. Ya había adivinado previamente que se trataba de un recluta, puesto que el joven no se le hacía familiar por estos lados. O era un alto mando con un gran grado se secretismo, al punto de no existir un expediente de él, o simplemente no era alguien que destacara... aún. El joven podía reconocer talento cuando lo veía y el espadachín lo tenía. ¿Hasta que punto? Eso ya era cosa de él. O no hacía nada y dejaba que todo su potencial se fuera a la basura, o se convertiría en un grande después. Él era más o menos similar, solo que al dragón lo conocían por ser la persona que perdió el juicio y atacó a toda persona en el cuartel del sur. Por suerte, Abel no parecía ser una persona que juzgara por eso. "¿Qué hacer?, pensó el joven. Lo cierto era que, al no ser una persona sociable, el dragón sabía muy poco de como seguir una conversación así. Solo hablaba con dos personas... y la verdad era que no contaban. Era tan relajado junto a esos dos, que los consideraba como una familia. Hikaru mas que Rick, por razones obvias.
– Un placer entonces, Abel-san.
Soltó la mano del recluta y ahogó un bostezo. Lo cierta era que tenía trabajo que hacer, pero al mismo tiempo estaba haciendo tiempo. El solo pensar en la montaña de papeleo que le esperaba en su despacho, provocaba que el joven gruñera un poco. En su mayoría, no le importaba mucho, pero cuando ya se juntaba todo lo de estos dos años, uno ya se hartaba y empezaba a quejarse. Sabía que era su trabajo y que debía terminarlo lo antes posible. No porque tuviera un plazo, sino mas bien porque el quería finalizar lo más pronto posible para tener el resto del mes libre.
–Inmortals es... una flota marine comandada por la mejor capitana que pueda haber.
Ni el sabía muy bien porque dijo eso. ¿Aburrimiento, quizá? ¿Algún método para matar mas el tiempo? De todas formas, lo que dijo acerca de la rubia iba en serio. Keith suspiró un poco y volvió a mirar a Abel, al tiempo que una de sus cejas se alzaba un poco. Realmente, con las traiciones de Kaori y Katharina, a la flota le faltaban mas miembros. ¿A lo mejor el recluta estaba interesado? No, definitivamente no tenía nada que ver con querer abusar de su posición de segundo para darle todo el papeleo a él, o al menos el suyo, porque el de Hikaru se lo quedaba él mismo.
– ¿Estarías interesado en entrar, Abel-san? ¿O al menos saber mas
Internamente, se frotó las manos, esperando con cierta impaciencia la respuesta del recluta. Podía oír a su dragón interior refunfuñando dentro de él, pero lo ignoró. A veces uno debía tomar medidas drásticas para asegurar su salud mental por el resto de sus días. Si, básicamente estaba diciendo que el papeleo, tarde o temprano, terminaría por volverlo loco...
– Un placer entonces, Abel-san.
Soltó la mano del recluta y ahogó un bostezo. Lo cierta era que tenía trabajo que hacer, pero al mismo tiempo estaba haciendo tiempo. El solo pensar en la montaña de papeleo que le esperaba en su despacho, provocaba que el joven gruñera un poco. En su mayoría, no le importaba mucho, pero cuando ya se juntaba todo lo de estos dos años, uno ya se hartaba y empezaba a quejarse. Sabía que era su trabajo y que debía terminarlo lo antes posible. No porque tuviera un plazo, sino mas bien porque el quería finalizar lo más pronto posible para tener el resto del mes libre.
–Inmortals es... una flota marine comandada por la mejor capitana que pueda haber.
Ni el sabía muy bien porque dijo eso. ¿Aburrimiento, quizá? ¿Algún método para matar mas el tiempo? De todas formas, lo que dijo acerca de la rubia iba en serio. Keith suspiró un poco y volvió a mirar a Abel, al tiempo que una de sus cejas se alzaba un poco. Realmente, con las traiciones de Kaori y Katharina, a la flota le faltaban mas miembros. ¿A lo mejor el recluta estaba interesado? No, definitivamente no tenía nada que ver con querer abusar de su posición de segundo para darle todo el papeleo a él, o al menos el suyo, porque el de Hikaru se lo quedaba él mismo.
– ¿Estarías interesado en entrar, Abel-san? ¿O al menos saber mas
Internamente, se frotó las manos, esperando con cierta impaciencia la respuesta del recluta. Podía oír a su dragón interior refunfuñando dentro de él, pero lo ignoró. A veces uno debía tomar medidas drásticas para asegurar su salud mental por el resto de sus días. Si, básicamente estaba diciendo que el papeleo, tarde o temprano, terminaría por volverlo loco...
Abel T. Nightroad
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La situación es realmente extraña, parece ser que el chico con el que se encuentra hablando Abel no es precisamente bueno con las conversaciones. La respuesta que dio deja a Abel sin sentido un rato, le llama de san, atribuyéndole un grado de respeto que normalmente nadie daria a alguien como el joven espadachín. Tras lo cual separó la mano de la de Nightroad, algo lógico, no estarían todo el día con el apretón de manos, sería muy extraño. El chico parecía tener otras cosas en la mente. Al igual que Abel, que pensaba en como hacer para mejorar más de lo que mejora con cada entrenamiento. La verdad es que la situación actual del marine no es la que quisiera, ni tampoco le convenía demasiado. ~ He de avanzar más, aún no he ascendido y no puedo obtener mucha información... ~ Piensa el joven mientras Kiitsu gruñe despacio pidiendo atención entre las piernas del joven espadachín.
De pronto el chico comienza a hablar de la tripulación a la que dijo pertenecía hacía un rato, la verdad es que Abel estaba por preguntarle, pero eso le ahorra el trabajo de hacerlo. Al parecer está contento con la tripulación, pero sobre todo con la capitana. Algo así es lo que necesitaría para avanzar, una influencia positiva, alguien que le hiciera esforzarse más, bueno, alguien más a parte de él mismo.
~ Interesante, ¿que requisitos hay para entrar a la flota? ~ Pregunta Abel, contagiado por el entusiasmo del chico por la tripulación, si un capitán es capaz de producir tal efecto en su tripulación no puede ser malo.
De pronto el chico comienza a hablar de la tripulación a la que dijo pertenecía hacía un rato, la verdad es que Abel estaba por preguntarle, pero eso le ahorra el trabajo de hacerlo. Al parecer está contento con la tripulación, pero sobre todo con la capitana. Algo así es lo que necesitaría para avanzar, una influencia positiva, alguien que le hiciera esforzarse más, bueno, alguien más a parte de él mismo.
~ Interesante, ¿que requisitos hay para entrar a la flota? ~ Pregunta Abel, contagiado por el entusiasmo del chico por la tripulación, si un capitán es capaz de producir tal efecto en su tripulación no puede ser malo.
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Internamente suspiró de alivio al ver que Abel se había interesado. Si pasaba del tema, entonces al dragón no le hubiera quedado otra más que largarse a seguir con el papeleo. Ahora... ¿Cómo seguir con el tema? Ladeó su cabeza hacia un lado y se llevó una mano al mentón, para luego negar con la cabeza. Las palabras del espadachín lo dejaron un poco con la duda, puesto que el teniente no tenía la más mínima idea de cómo responder. ¿Acaso había algún requisito? El entró por invitación de la misma Hikaru, mientras que nunca supo cuales fueron los requerimientos de Katharina, Kaori o la otra que aún no conocía, por lo que tenía que tratar con cuidado. No sabría si la rubia se enojaría o no si fichaba por cuenta propia, pero considerando los números de la flota... entonces necesitaban a más gente. Las traiciones de la dragona y la ex segunda al mando habían dejado un hueco enorme, después de todo. Aparte que con la desaparición de Hikaru y su encarcelamiento, Inmortals no estuvo activo durando dos largos años.
– La verdad, no hay ninguna – dijo finalmente. Ya hablaría con su rubia por si decía algo del posible nuevo fichaje. – Aparte, con mi invitación basta y sobra. No es necesario un requisito o cosas así, solo seguir las normas de la flota – agregó eso al final.
Bueno, técnicamente, lo último no era una mentira. Todos, incluido él, debían seguir las normas puestas por Hikaru. Según lo que sabía, nadie había roto ninguna... salvo las traiciones, pero ese era tema aparte. Keith se rascó la cabeza y escuchó las palabras de su dragón interior. Frunció el ceño un poco y, luego, suspiró. Supuso que no había otra, aparte que su oferta se vería más legítima con lo que diría.
– Voy a ser sincero. Lo cierto es que, luego de dos años, necesitamos mas personas en la flota. Aceptamos a cualquier... menos si eres uno de esos bastardos o tienes segundas intenciones de por medio – agregó, su mirada ensombreciéndose un poco.
Lo primero iba por los que hablaban del dragón y la rubia a sus espaldas, mientras que lo segundo... A esos pervertidos que querían entrar solo para intentar algo con su capitana. Era algo que no podía permitir, no mientras estuviera con vida...
– La verdad, no hay ninguna – dijo finalmente. Ya hablaría con su rubia por si decía algo del posible nuevo fichaje. – Aparte, con mi invitación basta y sobra. No es necesario un requisito o cosas así, solo seguir las normas de la flota – agregó eso al final.
Bueno, técnicamente, lo último no era una mentira. Todos, incluido él, debían seguir las normas puestas por Hikaru. Según lo que sabía, nadie había roto ninguna... salvo las traiciones, pero ese era tema aparte. Keith se rascó la cabeza y escuchó las palabras de su dragón interior. Frunció el ceño un poco y, luego, suspiró. Supuso que no había otra, aparte que su oferta se vería más legítima con lo que diría.
– Voy a ser sincero. Lo cierto es que, luego de dos años, necesitamos mas personas en la flota. Aceptamos a cualquier... menos si eres uno de esos bastardos o tienes segundas intenciones de por medio – agregó, su mirada ensombreciéndose un poco.
Lo primero iba por los que hablaban del dragón y la rubia a sus espaldas, mientras que lo segundo... A esos pervertidos que querían entrar solo para intentar algo con su capitana. Era algo que no podía permitir, no mientras estuviera con vida...
Abel T. Nightroad
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Aquel chico parece tener problemas con alguna voz interna, además de con las conversaciones. Tal vez se deban a que nadie le da una oportunidad y se centran en los rumores, sean ciertos o no, todo el mundo tiene malos momentos, y no es elegante estar echando en cara cosas como esa a los demás. Seguro que pasara lo que pasara, él habría sido el primero en culparse, pero bueno, no están allí para hablar de rumores, además, Abel no es mucho de meterse en la vida de los demás, y tampoco de hacer caso a rumores, le parece que si no has vivido algo no tienes derecho de recriminarlo.
Al parecer el único requisito para ingresar en la flota era respetar sus normas, algo que el marine ve correcto y lógico, no tendría sentido involucrarse con una banda para luego ignorar las normas, que seguramente fueron puestas para conseguir una convivencia lo más tranquila y armoniosa posible. Además, parece ser que él tiene influencia por lo que dice de su invitación.
Según habla da a entender que la flota ha tenido problemas durante un par de años y ahora aceptan a cualquiera, bueno, salvo mala gente o personas con segundas intenciones. Aunque eso último Nightroad no llega a entender del todo piensa que es lógico que quieran reclutar a más personal.
~ Bueno, yo no suelo romper normas, de hecho, crecí bajo estrictas normas y a día de hoy, no he roto ninguna de ellas, aún cuando he salido hace tiempo de allí. Por otra parte, las segundas intenciones, sean las que sean, quiebran la confianza, dejando a la tripulación en serios problemas. ~ Dice el joven espadachín mientras acaricia a Kiitsu, al parecer al animal también le gusta aquél chico.
Al parecer el único requisito para ingresar en la flota era respetar sus normas, algo que el marine ve correcto y lógico, no tendría sentido involucrarse con una banda para luego ignorar las normas, que seguramente fueron puestas para conseguir una convivencia lo más tranquila y armoniosa posible. Además, parece ser que él tiene influencia por lo que dice de su invitación.
Según habla da a entender que la flota ha tenido problemas durante un par de años y ahora aceptan a cualquiera, bueno, salvo mala gente o personas con segundas intenciones. Aunque eso último Nightroad no llega a entender del todo piensa que es lógico que quieran reclutar a más personal.
~ Bueno, yo no suelo romper normas, de hecho, crecí bajo estrictas normas y a día de hoy, no he roto ninguna de ellas, aún cuando he salido hace tiempo de allí. Por otra parte, las segundas intenciones, sean las que sean, quiebran la confianza, dejando a la tripulación en serios problemas. ~ Dice el joven espadachín mientras acaricia a Kiitsu, al parecer al animal también le gusta aquél chico.
Keith S. Branwen
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Keith se rascó la oreja al escuchar sus palabras y ladeó su cabeza, sin llegar a entender del todo. Bueno, había sido culpa del mismo dragón por no explicarlo bien. Al parecer el peliazul tenía un concepto bastante peculiar acerca de las normas, pero eso no importaba dentro de la flota. O sea, el único requisito era no traicionar... y no matar a menos que fuera absolutamente necesario. Una mueca se formó en su rostro y suspiró, al tiempo que negaba con la cabeza. Él ya había quebrantado la segunda, sin razón aparente. Simplemente quería calmar su sed de venganza de alguna forma, y esa fue la única forma que se le ocurrió para dejar el estrés de lado. No fue la mejor de sus ideas, pero en ese entonces no pertenecía a la flota de Hikaru, así que podía considerarse como algo fuera de ello. De todas formas, ya daba igual. No hacía eso... a menos que estuviera muy enfurecido o provocado, que costaba realizar a estas alturas. Era posible, pero requería de mucho esfuerzo y provocación.
– Realmente, no hay tantas reglas. Simplemente está prohibido traicionar y matar. Sin embargo, está permitido como último recurso – se explicó el joven dragón. – En cuanto a lo otro...
Keith pausó un poco y suspiró, para luego encogerse de hombros. Realmente, para él sería sencillo reconocer eso de malas intenciones o demás. No, lo que dijo iba abarcado hacia otro punto en específico.
– No me refería a problemas de confianza exactamente. Puedo reconocer a ese tipo de personas. No, el caso eso... No, da igual. Te darás cuenta si vez a mi capitana y te fijas como reaccionan las personas a su alrededor – dijo el teniente.
Miró con seriedad al peliazul y volteó un poco su cuerpo, para luego colocar las manos en los bolsillos. Realmente, no había nada más de que hablar, salvo que Abel quisiera.
– El caso es... ¿Aceptas unirte? – Si decía que si, entonces lo llevaría al lugar que tenían asignado para firmar todo el papeleo y ese rollo. Su mirada se ensombreció al pensar en ello, a sabiendas que el mismo se había hundido con más papeles.
– Realmente, no hay tantas reglas. Simplemente está prohibido traicionar y matar. Sin embargo, está permitido como último recurso – se explicó el joven dragón. – En cuanto a lo otro...
Keith pausó un poco y suspiró, para luego encogerse de hombros. Realmente, para él sería sencillo reconocer eso de malas intenciones o demás. No, lo que dijo iba abarcado hacia otro punto en específico.
– No me refería a problemas de confianza exactamente. Puedo reconocer a ese tipo de personas. No, el caso eso... No, da igual. Te darás cuenta si vez a mi capitana y te fijas como reaccionan las personas a su alrededor – dijo el teniente.
Miró con seriedad al peliazul y volteó un poco su cuerpo, para luego colocar las manos en los bolsillos. Realmente, no había nada más de que hablar, salvo que Abel quisiera.
– El caso es... ¿Aceptas unirte? – Si decía que si, entonces lo llevaría al lugar que tenían asignado para firmar todo el papeleo y ese rollo. Su mirada se ensombreció al pensar en ello, a sabiendas que el mismo se había hundido con más papeles.
Abel T. Nightroad
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Al parecer las palabras del joven Abel dejan al teniente Keith un poco desconcertado, parece ser que el concepto de segundas intenciones del recluta dista un poco del que refería el teniente en sus palabras. Abel, espera a escuchar las palabras del teniente. Mientras escucha acaricia a su amigo, Kiitsu, quien emite pequeños y suaves gruñidos mientras se enrosca en las piernas del espadachín.
~ Claro que me uno, llevo mucho tiempo deambulando solo y ya es hora de unirme a alguna flota en la que pueda aportar algo más. ~ Responde el joven recluta seguro de sí mismo a la pregunta de Keith.
Sabe que unirse a una flota es un paso peligroso y complicado, pero sabe también que permanecer solo no es una decisión sabia, con el tiempo los peligros y riesgos a los que debería enfrentarse estarían fuera del alcance de su capacidad individual, por lo que por el momento, unirse a una flota es lo mejor.
~ Claro que me uno, llevo mucho tiempo deambulando solo y ya es hora de unirme a alguna flota en la que pueda aportar algo más. ~ Responde el joven recluta seguro de sí mismo a la pregunta de Keith.
Sabe que unirse a una flota es un paso peligroso y complicado, pero sabe también que permanecer solo no es una decisión sabia, con el tiempo los peligros y riesgos a los que debería enfrentarse estarían fuera del alcance de su capacidad individual, por lo que por el momento, unirse a una flota es lo mejor.
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