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La gran guerra de Siderios había acabado. Un tal Arthur había sido coronado rey, a pesar que todas las papeletas estaban a favor de Bleyd el Yonkaikyo. Era mejor, ese mamarracho al mando provocaría una guerra en una semana, si no había antes un golpe de estado por parte de la bola de pelor rosa que tenía por mascota. La gente se empezaba a ir en los barcos de vuelta a su hogares, y la vez parecía que los marines se iba establecido. Después de todo, el nuevo rey trabajaba para el gobierno al parecer.
Me dolía todo, las heridas seguian sangrando un poco a pesar de las vendas. Todos los recursos médicos habían ido a parar al resto de los heridos, dejándome solo un par de vendas toscas. Ser generoso me va a costar la vida algún día. Me senté en un banco a vista en dirección de los barcos partir y perderse en el horizonte del océano, cuando no como había aparecido a mi lado. Era el pequeño topo que me había dado aquel individuo de antes, pero ahora no daba tanto miedo.
- Digledi?- dijo mirándome fijamente.
Había pasado de ser un culturista súper mazado y turbio en tanga, a ser un animalito del tamaño de un palmo. Se me acercó a mi mano y se restregó con la cabeza, buscando caricias.
- Ains, espero que esa cosa te pase en luna llena, en plan lobo feroz.- suspiro mientras acariciaba con los dedos la cabeza del topete.- Ya que no paras con el “digledi digledi”, supongo que te llamaré… Diglett. ¿Qué te parece el nombre?
El topo dio varias vueltas sobre si mismo, mostrando felicidad mientras le respondía con una sonrisa ladeada.
Me dolía todo, las heridas seguian sangrando un poco a pesar de las vendas. Todos los recursos médicos habían ido a parar al resto de los heridos, dejándome solo un par de vendas toscas. Ser generoso me va a costar la vida algún día. Me senté en un banco a vista en dirección de los barcos partir y perderse en el horizonte del océano, cuando no como había aparecido a mi lado. Era el pequeño topo que me había dado aquel individuo de antes, pero ahora no daba tanto miedo.
- Digledi?- dijo mirándome fijamente.
Había pasado de ser un culturista súper mazado y turbio en tanga, a ser un animalito del tamaño de un palmo. Se me acercó a mi mano y se restregó con la cabeza, buscando caricias.
- Ains, espero que esa cosa te pase en luna llena, en plan lobo feroz.- suspiro mientras acariciaba con los dedos la cabeza del topete.- Ya que no paras con el “digledi digledi”, supongo que te llamaré… Diglett. ¿Qué te parece el nombre?
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Re: El rojo y el naranja hacen un bonito color de pelo [Osu-Yoko| Privado] {Mar 28 Mar 2017 - 21:37}
La guerra había terminado. Nuevo rey, nuevos pretores y, por fin, todo estaba en orden. El horror de la guerra cesó para los atemorizados habitantes de Síderos y ahora podrían vivir felices y sin miedo. La pelirroja sonrió desde aquel punto de la isla, en donde se observaba el reino en su esplendor. Allí quedaba un lugar tan misterioso como extraordinario. Movió la cabeza de un lado a otro en señal de negación.
Se dio la vuelta y del bolsillo sacó un bolígrafo mágico, que le había sido otorgado anteriormente por el genio de la isla. Lo agarró delicadamente y se fijó en como era, muy detalladamente. A simple vista era algo normal, pero... ¿funcionaría? Pinchó en él para que le saliese la punta y lo puso en sobre su muñeca, dibujando un triángulo con una línea recta atravesada y rodeado por un círculo.
Había visto esa marca más veces en unos libros que había leído y no la olvidaba. Su muñeca estaba completamente limpia, como si no hubiese escrito nada en ella. En fin, si se iba a algún sitio oscuro comprobaría si el genio no la había engañado. Guardó de nuevo el bolígrafo en su bolsillo y contempló lo que había a su alrededor. Osuka estaba sentado en un banco, con una especie de animalito que la pelirroja no lograba reconocer.
Yoko caminó hasta ellos dos y se sentó junto a él, con los brazos apoyados sobre las rodillas. Al igual que el revolucionario ella también estaba llena de heridas por culpa de la batalla, pero nada que no curase con su poder. Bostezó y se estiró. Estaba muy cansada y lo único que quería era dormir, dormir mucho, pero no sin antes pegarse un buen atracón de comida. Si, en Síderos había pasado un hambre horrible y no fue porque no hubiese comida...
-Que adorable - Sonrió al mirar a Diglett, al parecer ese era su nombre, el propio revolucionario decidió llamarlo así. Yoko acercó la mano y acarició la cabeza del animal. Era muy tierno -. ¿Cómo te encuentras?
Se dio la vuelta y del bolsillo sacó un bolígrafo mágico, que le había sido otorgado anteriormente por el genio de la isla. Lo agarró delicadamente y se fijó en como era, muy detalladamente. A simple vista era algo normal, pero... ¿funcionaría? Pinchó en él para que le saliese la punta y lo puso en sobre su muñeca, dibujando un triángulo con una línea recta atravesada y rodeado por un círculo.
Había visto esa marca más veces en unos libros que había leído y no la olvidaba. Su muñeca estaba completamente limpia, como si no hubiese escrito nada en ella. En fin, si se iba a algún sitio oscuro comprobaría si el genio no la había engañado. Guardó de nuevo el bolígrafo en su bolsillo y contempló lo que había a su alrededor. Osuka estaba sentado en un banco, con una especie de animalito que la pelirroja no lograba reconocer.
Yoko caminó hasta ellos dos y se sentó junto a él, con los brazos apoyados sobre las rodillas. Al igual que el revolucionario ella también estaba llena de heridas por culpa de la batalla, pero nada que no curase con su poder. Bostezó y se estiró. Estaba muy cansada y lo único que quería era dormir, dormir mucho, pero no sin antes pegarse un buen atracón de comida. Si, en Síderos había pasado un hambre horrible y no fue porque no hubiese comida...
-Que adorable - Sonrió al mirar a Diglett, al parecer ese era su nombre, el propio revolucionario decidió llamarlo así. Yoko acercó la mano y acarició la cabeza del animal. Era muy tierno -. ¿Cómo te encuentras?
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Re: El rojo y el naranja hacen un bonito color de pelo [Osu-Yoko| Privado] {Mar 11 Abr 2017 - 15:28}
El revolucionario giro la cabeza al ver que se escuchaba como alguien se acercaba por detrás de él. Se trataba de Yoko, la ángel pelirroja que le había ayudado en el fragor de la guerra, que se sentó a su lado. En otras ocasiones se hubiese puesto en la típica escenita de nerviosismo con las mujeres que siempre le ocurrían, pero no estaba de humor. Demasiadas cosas le rondaban por la cabeza.
La chica se puso a acariciar la cabeza del topo mientras este se dejaba ruborizado y el revolucionario le miraba con cierto toque de envidia.
- “Cabroncete con suerte”- pensó a sus adentros mientras el animal recibía una buena dosis de mimos.
Tras acabar las caricias le pregunto como estaba, aunque en ese momento la mejor pregunta hubiese sido como no estaba. Tito Krau había tenido que llevarle como si fuera un saco de patatas debido que no tenía ninguna manera que desplazarse por el aire, había sido apalizado por una lata andante sin poder hacerle nada y si no llega a ser por el Yonkou podría haber perdido a su superior en el último combate sin haber podido hacer nada. Incluso no pudo evitar que Ai desertara de la división, le dolia porque en aquel momento estuvo a un segundo de decir que la acompañaba, y quizá aquello no hubiese ocurrido.
Siempre creía que su fuerza estaba a la altura de muchos contrincantes contra la revolución, pero todo eso parecía una gran mentira. Su confianza era lo que le mantenía en pie en la batalla, pero esta había mermado en aquellas horas de descanso. Tenía los ojos llorosos, pero se estaba aguantando todo este rato por no demostrar debilidad ante sus compañeros. Estúpido orgullo. Solo quería llegar a base, tumbarse en su cama y dormir durante media vida.
- Bueno, supongo que bien. He dejado de toser sangre, así que es un comienzo.- bromeo melancólicamente, pero paro, ya que las heridas le seguían doliendo. Después, se quedo serio de nuevo.- Dime pelirroja, no voy a decir que no sepas pelear por que mentiría, ¿pero por qué alguien como tú se ha visto metida en eta guerra de locos? Es como encontrarse a un bombero en una convención de pirómanos.
La chica se puso a acariciar la cabeza del topo mientras este se dejaba ruborizado y el revolucionario le miraba con cierto toque de envidia.
- “Cabroncete con suerte”- pensó a sus adentros mientras el animal recibía una buena dosis de mimos.
Tras acabar las caricias le pregunto como estaba, aunque en ese momento la mejor pregunta hubiese sido como no estaba. Tito Krau había tenido que llevarle como si fuera un saco de patatas debido que no tenía ninguna manera que desplazarse por el aire, había sido apalizado por una lata andante sin poder hacerle nada y si no llega a ser por el Yonkou podría haber perdido a su superior en el último combate sin haber podido hacer nada. Incluso no pudo evitar que Ai desertara de la división, le dolia porque en aquel momento estuvo a un segundo de decir que la acompañaba, y quizá aquello no hubiese ocurrido.
Siempre creía que su fuerza estaba a la altura de muchos contrincantes contra la revolución, pero todo eso parecía una gran mentira. Su confianza era lo que le mantenía en pie en la batalla, pero esta había mermado en aquellas horas de descanso. Tenía los ojos llorosos, pero se estaba aguantando todo este rato por no demostrar debilidad ante sus compañeros. Estúpido orgullo. Solo quería llegar a base, tumbarse en su cama y dormir durante media vida.
- Bueno, supongo que bien. He dejado de toser sangre, así que es un comienzo.- bromeo melancólicamente, pero paro, ya que las heridas le seguían doliendo. Después, se quedo serio de nuevo.- Dime pelirroja, no voy a decir que no sepas pelear por que mentiría, ¿pero por qué alguien como tú se ha visto metida en eta guerra de locos? Es como encontrarse a un bombero en una convención de pirómanos.
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Re: El rojo y el naranja hacen un bonito color de pelo [Osu-Yoko| Privado] {Vie 28 Abr 2017 - 14:10}
Siempre tuvo buena mano con los animales, era como un talento innato llevarse bien con ellos. Dejó de acariciar al pequeño topo y se cruzó de piernas, apoyando los brazos sobre la rodilla. Escuchó atentamente las palabras del revolucionaria. Todo había sido muy duro, pero ahora había terminado. La pelirroja sonrió al ver que él reía a costa de sus propias heridas. Ante su pregunta, se quedó un par de segundos en silencio. La verdad es que ni ella misma le encontraba un sentido a venir a Síderos.
-Sinceramente, ni yo lo sé. En cuanto leí sobre esta guerra no dudé en embarcarme. Él único propósito que tenía era salvar las vidas que pudiese y aún así, siento que no lo he conseguido. He ayudado a toda la gente que pude, pero cuando estaba justo allí deseaba irme. Es una sensación rara. No sé como explicarla... - Bajó la mirada. - Pero ahora ya pasó todo - Sonrió.
Nunca olvidaría Síderos ni todo lo ocurrido allí. De todas formas, Yoko no era tonta, desde un primer momento había observado las heridas de Osuka. A su lado, lo que tenía ella eran simples rasguños y moratones, lo del revolucionario parecía más peligroso.
-Ponte recto - Le pidió Yoko. - ¿Voy a curarte, vale? No te dolerás, es más, durante un buen rato te sentirás bien contigo mismo.
La pelirroja pasó la mano con suavidad hasta el abdomen del chico. La posó sobre la ropa y, después, una pequeña luz blanquecina comenzó a emanar de su palma. La sanación que poseía Yoko también le afectaba a ella. Sus rasguños se curaban lentamente. En cambio, con Osuka, el proceso iba más despacio. La luz se expandió por todo el cuerpo del revolucionario, hasta que cesó. Las malas sensaciones al igual que el dolor habían desaparecido.
-¡Ya está! - exclamó alegremente -. Ahora ya no me pondrás nerviosa por intentar aguantar el dolor.
-Sinceramente, ni yo lo sé. En cuanto leí sobre esta guerra no dudé en embarcarme. Él único propósito que tenía era salvar las vidas que pudiese y aún así, siento que no lo he conseguido. He ayudado a toda la gente que pude, pero cuando estaba justo allí deseaba irme. Es una sensación rara. No sé como explicarla... - Bajó la mirada. - Pero ahora ya pasó todo - Sonrió.
Nunca olvidaría Síderos ni todo lo ocurrido allí. De todas formas, Yoko no era tonta, desde un primer momento había observado las heridas de Osuka. A su lado, lo que tenía ella eran simples rasguños y moratones, lo del revolucionario parecía más peligroso.
-Ponte recto - Le pidió Yoko. - ¿Voy a curarte, vale? No te dolerás, es más, durante un buen rato te sentirás bien contigo mismo.
La pelirroja pasó la mano con suavidad hasta el abdomen del chico. La posó sobre la ropa y, después, una pequeña luz blanquecina comenzó a emanar de su palma. La sanación que poseía Yoko también le afectaba a ella. Sus rasguños se curaban lentamente. En cambio, con Osuka, el proceso iba más despacio. La luz se expandió por todo el cuerpo del revolucionario, hasta que cesó. Las malas sensaciones al igual que el dolor habían desaparecido.
-¡Ya está! - exclamó alegremente -. Ahora ya no me pondrás nerviosa por intentar aguantar el dolor.
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Re: El rojo y el naranja hacen un bonito color de pelo [Osu-Yoko| Privado] {Miér 5 Jul 2017 - 13:01}
- Se lo que eso -le respondi-. Intentas hacer algo de bien en este mundo cruel siempre hostil, como un lobo herido acorralado , que cuando quieres ayudar solo acabas llevándote un mordisco. Era tu instinto el que te decía que te fueras, ya que los beneficios eran muy pocos a cambio de la cantidad de peligro. Podría pasarme todo el día diciendo frases literarias para explicártelo.
Pare unos segundos, mientras acariciaba con un dedo la cabeza de Digglet, el cual le entraba somnolencia. La palabra que Yoko no encontraba y que para mi era difícil de expresar, era bien clara.
- Miedo. Miedo a luchar, a la muerte, a defraudar a alguien... Llámalo como quieras -trague saliva para continuar, las manos me temblaban un poco-. Cuando te vi caer al ser golpeada por el robot, podía haberte ayudado yo, pero estaba paralizado. En mucho tiempo, no supe qué hacer y casi mueres por eso.
Si Yoko hubiese salido herida, solo hubiese sido culpa mía. Si hubiese incluso muerto, no habría más asesinó que yo. ¿Y si tenía familia? ¿Que les tendría que decirles si aquella situación hubiera empeorado?
Dejando aquello aparte, la pelirroja empezó a sanarme de forma mágica, por no decir mística, porque la ponía nerviosa. Pobrecita, como si no me sintiera suficientemente mal por todo lo ocurrido.
- Puede que me esté equivocado con lo dicho antes ya que puede ser otra cosa, pero aun así, el venir de cabeza a una guerra para solo salvar a la gente te hace unas de las personas más valientes que he visto -mi halago era totalmente sincero. Si aquello había sido el papel de la pelirroja durante la guerra, tenía todo mi respeto. Termino de curarme, haciéndome sentir mejor. Aún sentía alguna molestia, pero nada que no solucionas descansar un poco-. Gracias. A la Revolución le iría mejor con más gente como tu.
Para qué negarlo, tener un ángel de nuestro bando sería una inyección que subiría la moral de toda la revolución. Y pensándolo detenidamente, era bastante curioso que un ángel estuviese ayudando a un demonio.
Pare unos segundos, mientras acariciaba con un dedo la cabeza de Digglet, el cual le entraba somnolencia. La palabra que Yoko no encontraba y que para mi era difícil de expresar, era bien clara.
- Miedo. Miedo a luchar, a la muerte, a defraudar a alguien... Llámalo como quieras -trague saliva para continuar, las manos me temblaban un poco-. Cuando te vi caer al ser golpeada por el robot, podía haberte ayudado yo, pero estaba paralizado. En mucho tiempo, no supe qué hacer y casi mueres por eso.
Si Yoko hubiese salido herida, solo hubiese sido culpa mía. Si hubiese incluso muerto, no habría más asesinó que yo. ¿Y si tenía familia? ¿Que les tendría que decirles si aquella situación hubiera empeorado?
Dejando aquello aparte, la pelirroja empezó a sanarme de forma mágica, por no decir mística, porque la ponía nerviosa. Pobrecita, como si no me sintiera suficientemente mal por todo lo ocurrido.
- Puede que me esté equivocado con lo dicho antes ya que puede ser otra cosa, pero aun así, el venir de cabeza a una guerra para solo salvar a la gente te hace unas de las personas más valientes que he visto -mi halago era totalmente sincero. Si aquello había sido el papel de la pelirroja durante la guerra, tenía todo mi respeto. Termino de curarme, haciéndome sentir mejor. Aún sentía alguna molestia, pero nada que no solucionas descansar un poco-. Gracias. A la Revolución le iría mejor con más gente como tu.
Para qué negarlo, tener un ángel de nuestro bando sería una inyección que subiría la moral de toda la revolución. Y pensándolo detenidamente, era bastante curioso que un ángel estuviese ayudando a un demonio.
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Comprendía perfectamente lo que Osuka quería decir. El mundo estaba lleno de caos y por cada buena acción, siempre iban a ocurrir otras malas mayores. Ella solo era una para combatir el mal. Simple y débil, era un trabajo difícil. Pero jamás se había rendido hasta ahora. Yoko siempre tuvo miedo a la muerte, pero más miedo a quedarse sola. A estas alturas de su vida ya la habían abandonado personas importantes como Byakuro o Theo y su camino parecía estar hecho para que lo recorriese sola, sin ayuda de nadie.
Pasó la mano sobre su ojo, frotándolo, pues parecía que iba a caer una lágrima, pero no fue así. Todas sus lágrimas se habían terminado hace tiempo y ya no era capaz de volver a llorar. Dicen que llorar es de valientes, pero ella había dejado de serlo hace tiempo. Sin embargo, el comentario del revolucionario logró sacarle una pequeña sonrisa. El mínimo gesto de bondad en este mundo era un síntoma de valentía y, en el fondo, ella solo estaba aportando su pequeño granito de arena.
-¿La revolución, eh? No estaría mal. Dejaría de estar atada al gobierno y podría seguir haciendo el bien sin tener que comprobar si cada persona con un precio por su cabeza es mala.
Por su cabeza habían pasado miles de veces abandonar la caza de criminales, sabía que Jaspe la acompañaría hasta el fin del mundo, pero no podía permitir que corriese peligro por culpa suya.
-Pero no puedo abandonar mi camino.
Una leve brisa meció sus cabellos pelirrojos. Alzó la mano y quitó el broche que sujetaba su alta coleta. Toda su melena se extendió por detrás y por delante e, incluso algún que otro mechón tapaba su cara.
-Tienes suerte de tener a Krauser a tu lado, yo me sentiría orgullosa, me sé todas sus hazañas - comentó entre risas-.
Charlar un poco le hacía sentir mejor consigo misma, como si los halagos y los cumplidos le levantasen el ánimo a pesar del desastre ocurrido. Sin embargo, no se sentía mal por no haber ayudado a todos los que pudo. Quizás estaba dejando de sentir pena por cualquier desconocido.
Pasó la mano sobre su ojo, frotándolo, pues parecía que iba a caer una lágrima, pero no fue así. Todas sus lágrimas se habían terminado hace tiempo y ya no era capaz de volver a llorar. Dicen que llorar es de valientes, pero ella había dejado de serlo hace tiempo. Sin embargo, el comentario del revolucionario logró sacarle una pequeña sonrisa. El mínimo gesto de bondad en este mundo era un síntoma de valentía y, en el fondo, ella solo estaba aportando su pequeño granito de arena.
-¿La revolución, eh? No estaría mal. Dejaría de estar atada al gobierno y podría seguir haciendo el bien sin tener que comprobar si cada persona con un precio por su cabeza es mala.
Por su cabeza habían pasado miles de veces abandonar la caza de criminales, sabía que Jaspe la acompañaría hasta el fin del mundo, pero no podía permitir que corriese peligro por culpa suya.
-Pero no puedo abandonar mi camino.
Una leve brisa meció sus cabellos pelirrojos. Alzó la mano y quitó el broche que sujetaba su alta coleta. Toda su melena se extendió por detrás y por delante e, incluso algún que otro mechón tapaba su cara.
-Tienes suerte de tener a Krauser a tu lado, yo me sentiría orgullosa, me sé todas sus hazañas - comentó entre risas-.
Charlar un poco le hacía sentir mejor consigo misma, como si los halagos y los cumplidos le levantasen el ánimo a pesar del desastre ocurrido. Sin embargo, no se sentía mal por no haber ayudado a todos los que pudo. Quizás estaba dejando de sentir pena por cualquier desconocido.
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- Vaya, no esperaba que atraparas maleantes – dije a la vez que alzaba una ceja, sorprendido por la respuesta de Yoko a mi propuesta-. Viendo las pintas que tienes, no pareces marine. Y no eres de esas personas que parecen estar primera en la lista para ser un Chiper Pol. Por lo que supongo que eres cazadora.
Lamentablemente rechazó mi oferta, una lastima la verdad. Realmente le agradaba aquella chica, era un trozo pan y muy dulce. Entre aquello y su belleza al verla con su pelo suelto, bailando con la brisa, la hacían única en nuestra especie. Desde luego, tenía envidia si había alguien que le hubiese echado el lazo.
Por otra parte, pude notar como la pelirroja le tenía cierto fanatismo a Krauser. Ya me gustaría tener un club de fama como el.
- Bueno, no es por hacerme el interesante, pero ahora mismo estás hablando con su mano derecha -pronuncie mientras mostraba un porte de orgullo, aunque no fuera tan importante como lo quería hacer creer-. Si quisieras algún día un autógrafo o algo parecido, puedo intentar conseguirlo fácilmente.
Si por algo destacaba el Oficial era por su largo historial. Había hecho mucho más que cualquier hombre con siete vidas enteras. Por mi parte, curiosamente, ya empezaba a tener una historia bastante extensa y que no pasaría al olvido fácilmente; derrote en un uno contra uno a un semigigante enorme, monte y di caza un jabalí de cuatro metros, pelee contra una banda de bandidos okama junto a Zane y un largo, etc… No me podía quejar, eso si.
- Es curioso ver como es destino. El que se consideraba uno de los mayores enemigo contra la revolución, acabó siendo el hombre más importante para esta. Me preocupa que me pase algo parecido, pero para mal. Siendo cazadora debes saber mis antecedentes, y aun así no muestras ápice de hostilidad -me levanté de la silla mientras cogía a Digglet y lo posaba sobre mi cabeza-. En fin pelirroja, ya está bien de hablar de mi. Porque no subimos a un barco y me cuentas algo, como por el ejemplo de cómo te convertiste en un ángel?
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Re: El rojo y el naranja hacen un bonito color de pelo [Osu-Yoko| Privado] {Mar 30 Ene 2018 - 12:21}
La pelirroja echó su cabello hacia atrás, pues la brisa no paraba de restregárselo por la cara. Rio un poco al ver como el rubio presumía de tener un estrecho contacto con Krauser. Negó con la cabeza y guardó silencio. Quizás algún día se lo encontrara en la revolución, a él y muchas otras personas más que luchaban a diario por una libertad que cada vez se alejaba más. Puede que ella fuese una valiente, pero no libraba la cruel batalla que ellos hacían. Tal vez, algún día lo hiciera y lo peor es que ese día estaba muy cerca.
Yoko escuchó las palabras del revolucionario. ¿Por qué tenía dudas? Si dudaba es que entonces sería capaz de hacer algo así, pero ella supo que lo mejor sería sacarlo de esas dudas. La mirada del alma se posó sobre él, los ojos de Yoko resaltaron su dorado más que nunca y pudo ver el aura que le rodeaba. La del revolucionario poseía un débil color amarillento verdoso. Él mismo se preguntaría que estaba pasando, pero la pelirroja no revelaría ningún detalle.
-Si tu preocupación es esa puedes estar tranquilo. Algo me dice que no acabarás como él, mejor todavía, puede que seas incluso más importante para la revolución de lo que tu piensas. ¿Sabes? Lo malo de tocar fondo en una guerra es que ahora todo puede ir a mejor. Debemos dejar esto atrás, será recordado, pero yo no pienso volver a Síderos.
La cazadora conocía perfectamente los antecedentes del muchacho, incluso reconocía su cara por el cartel de recompensa que había en numerosas islas.
-Yo cazo a gente malvada y tu no eres malo - Tomó una pausa y esbozó una sonrisa - Pero si haces cosas malas iré a por ti - rio.
Tras eso, hizo caso y se levantó para ir con él hasta la pasarela de su barco. Ella no compartiría el mismo camino que él. Jaspe la esperaba con la Zorra Marina un poco más lejos. Miró hacia los lados y alzó la mano para despedirse.
-Es una historia bastante larga, te la contaré la próxima vez que nos veamos. ¡Buena suerte en tu viaje!
Yoko escuchó las palabras del revolucionario. ¿Por qué tenía dudas? Si dudaba es que entonces sería capaz de hacer algo así, pero ella supo que lo mejor sería sacarlo de esas dudas. La mirada del alma se posó sobre él, los ojos de Yoko resaltaron su dorado más que nunca y pudo ver el aura que le rodeaba. La del revolucionario poseía un débil color amarillento verdoso. Él mismo se preguntaría que estaba pasando, pero la pelirroja no revelaría ningún detalle.
-Si tu preocupación es esa puedes estar tranquilo. Algo me dice que no acabarás como él, mejor todavía, puede que seas incluso más importante para la revolución de lo que tu piensas. ¿Sabes? Lo malo de tocar fondo en una guerra es que ahora todo puede ir a mejor. Debemos dejar esto atrás, será recordado, pero yo no pienso volver a Síderos.
La cazadora conocía perfectamente los antecedentes del muchacho, incluso reconocía su cara por el cartel de recompensa que había en numerosas islas.
-Yo cazo a gente malvada y tu no eres malo - Tomó una pausa y esbozó una sonrisa - Pero si haces cosas malas iré a por ti - rio.
Tras eso, hizo caso y se levantó para ir con él hasta la pasarela de su barco. Ella no compartiría el mismo camino que él. Jaspe la esperaba con la Zorra Marina un poco más lejos. Miró hacia los lados y alzó la mano para despedirse.
-Es una historia bastante larga, te la contaré la próxima vez que nos veamos. ¡Buena suerte en tu viaje!
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