Sorpresas de color naranja (Danio Rerio y Renart, Pasado)

Estábamos de camino a una isla de bastante buena fama, esta había sido fundada por supervivientes de un ataque pirata. La habían levantado desde cero demostrando grandes cualidades, para mí era un honor pasar unos días en ella. El puerto era un poco pequeño, pero era de esperar, de él salía un camino que llevaba a la ciudad que estaba algo alejada. Cuando llegamos a ella pudimos ver que no era demasiado grande, pero parecía acogedora. Disponía además de casas dispersas lo que haría que tuviéramos paseos agradables por el campo durante las patrullas.

El cuartel era pequeño y discreto, parecía una casa de la villa pero con el doble del tamaño. Dentro nos asignaron las camas y nos dieron el día libre, por el largo viaje en barco. Lo aproveché para ver el pueblo, tenía cerca de la salida sur un lago y un rio. El agua del lago estaba fresquita y cristalina. Me introduje en ella, al principio nade solamente en la superficie, pero luego decidí ver cómo era el fondo y cuanta profundidad llegaba a tener. La verdad me sorprendió, tenía unos cien metros de profundidad en el centro.

Cuando salí me dirigí ya a la ciudad en sí, quería ver las tiendas, las construcciones y cosas de interés. La gente de allí me miraba con recelo al pasar, pero como llevaba los colores de la marina no se atrevían a decirme nada, en cierto modo la marina siempre me había protegido del odio racial de manera pasiba.

Renart estaba sentado en el tejado del campanario mayor de villa orange al que había escalado por simple diversión, en lo alto estaba sintiendo una ligera y agradable brisa que a menudo se le metía entre las mangas de la camisa o las perneras del pantalón y que traía el salado aroma del mar a su naricilla. Ahí arriba estaba bastante ajusto con ello y las buenas vistas que tenia de toda la ciudad, pero aun así estaba algo aburrido, era mediodía y no se le ocurría que hacer. Había visto los barcos anclados a puerto y ninguno que vio resultaba viable para montarse como polizón por lo bien vigilados que estaban y la gran concentración de marineros en cada nave. Tras estirar sus músculos un poco se arrimo al borde del tejado mirando las concurridas calles “todavía no he leído el periódico de hoy, veré si encuentro uno tirado por ahí, o si algún despistado me lo presta” pensó Renart. Se aseguró que tenía el bastón de combate y las dos garras de acero bien seguras antes de ponerse a bajar a la calle
-venga, vamos allá-dijo el zorro colgándose del borde del tejado. Miro a la fachada buscando cualquier cosa para sujetarse al dejarse caer, se sujetó en la cornisa de la ventana sur de la campana y continuo descendiendo con gran velocidad y agilidad cogiéndose a otros sobresalientes y grietas de la fachada haciendo un experto uso del Parkour para poder moverse sin caerse y que para otra gente pensaría que estaría loco o se moriría de miedo nada más pensar en llevar a cabo algo así. A una altura adecuada del suelo, se movió a la derecha un poco, cara a pequeño callejón, vio un palo de madera grueso que estaba entre dos edificios y en una posición alta, perfecta para cogerse a él. Cuidadosamente se puso de espaldas a la pared. Calculo la distancia y altura que tendría que saltar
-o lo cojo o tendrán usar una espátula para desincrustarme del suelo-murmuro Renart. Se encogió y lato sin vacilar un momento. Por los pelos logro agarrarse, respiro bien hondo mientras avanzaba hacia uno de los edificios. Se agarró a una ventana y vago al suelo
-adrenalina, perfecta para ser un excelente trepa muros y no dejarte los morros en el suelo sin querer-murmuro Renart con el corazón latiéndole a más de cien por hora y respirando con bastante frecuencia por lo agotador que resulta llevar a cabo una disciplina como el Parkour

La ciudad principal era curiosa, tenía una gran iglesia en el centro, y entorno a ella formando casi un circulo ser formaba una plaza. De esta partían las cinco calles mayores del pueblo, una de ellas pegando a la iglesia, otras dos hacia los lados de la plaza y finalmente dos enfrente de la iglesia. Las casas de una o dos plantas, con los tejados cercanos entre ellos, construidas en piedra y pintadas de blanco.

Yo entré por una de las calles laterales, que era la que daba hacia el lago. La calle tenia puestos de ropas, utensilios y armas, todos ellos entre las puertas de las casas y las callejuelas. Parecía ser que mucho de los puestos pertenecían a las tiendas que había justo en la casa tras ellos. Me pare en varios de ellos donde vendían ropas exóticas, pero nada que fuera con mi estilo, o tuviera los colores adecuados.

Cuando llegué a la plaza esta estaba prácticamente llena, había gente sentada en mesas fuera de locales que parecían se tabernas. Era una forma curiosa, que había visto antes en Arabasta, pero en pocos lugares más del mundo. Me acerque a uno de ellos, sentándome en una mesa que hacia esquina con una calle secundaria. Cuando llegó el camarero pedí una buena jarra de cerveza fría, ya había caminado y nadado suficiente por hoy.

Renart ando lentamente por el callejón pegado a la pared, se acerco a una calle ancha sin llegar a pasar a ella. Ojeando desde detrás de una pared vio alrededor en busca de alguien con un periódico y así fue, situado en una esquina, un chico de unos catorce años y de pinta de no tener mucho con lo que subsistir, levantaba al aire y repartía periódicos a grito de
-¡extra, extra, enteraos sobre los acontecimientos de las rutas comerciales y la decisión tomada por la marina!-. Renart se aproximó con cuidado tratando de no llamar la atención sobre su persona
-buenas chico, entrégueme un periódico-Pidió Renart ofreciendo los bellies suficientes en una mano
-tenga señor-dijo el chico cogiendo el dinero y entregando el periódico sin fijarse en la apariencia al que le daba el periódico
Tras comprar el periódico del día y dar las gracias por él, volvió al callejón tan rápidamente como salió, escalo uno de los edificios y se tumbó a la sombra, ya relajado, abrió el periódico para leerlo tranquilamente fijándose en la noticia principal de la gaceta, en la que informaban sobre barcos mercantes que fueron interceptados con mercancías ilegales a bordo como: rifles, espadas e incluso bombas de pequeña potencia pero suficiente como para hundir un barco de tamaño mediano.
-con esto mejor me ando con cuidado en que barco me meto yo sin querer-murmuro Renart leyendo el resto de la noticia en la que la marina anunciaba una investigación para descubrir el origen de todo ese material ilegal incautado mediante barcos que navegarían por las rutas marítimas interceptando y registrando cualquier mercante que les resultase sospechoso en dichas vías marítimas. Se escuchó el ruido de pasos acelerados en el callejón, el joven zorro dio unas pequeñas volteretas para echar una ojeada a ver que se cocía.
Como si alma que lleva el diablo, corría con todas sus fuerzas un joven con una gorra pequeña y que llevaba una cesta de la compra, estaba siendo perseguido por dos hombres con pinta de ser bastante peligrosos -. ¿Pero que tenemos aquí?-. Renart los vio e intuyo que debían de ser delincuentes que querrían robarle todo el dinero a ese pobre joven y de propina dejarle unos cuantos moratones

Me estaba tomando tranquilamente la cerveza, viendo pasar a la gente y observando la plaza. No parecía un mal sitio para tener que patrullar durante algún tiempo, era bonito y tranquilo. Aunque ahora que lo pensaba no había visto marines en toda la mañana, tampoco había visto gente que no fuera de raza humana. Eso podía entrar dentro de lo raro, aunque no le di más vueltas, estaba se permiso y lo que haría sería descansar.

Aunque este descanso pronto se vería perturbado por un joven con gorra que se adentró en el callejón perseguido por unos cuantos sujetos. A pesar de todo seguía siendo marine, y seguía teniendo la obligación moral de ayudar. Me termine la jarra, deje el dinero en la mesa bajo esta y me levanté para entrar al callejón.

-¿Por qué no jugáis con alguien de vuestro tamaño?- a pesar que los dos le sacaban más de diez centímetros al luchador la frase quedaba bien.- Dejar al muchacho e iros y nadie terminara herido, a fin de cuentas aún no habéis hecho nada malo.

El joven fue acorralado y sus perseguidores le cortaban la retirada
-¡danos todo lo que tienes si no quieres recibir una paliza!-grito uno de ellos. Renart disimuladamente desde lo alto de un edificio sin llamar la atención, estaba ahí, observando atentamente sin llamar la atención, a la espera de poder entrar en escena en el momento que fuese el momento doneo. Un marine apareció para enfrentarse a los viles maleantes
-Valiente marine-dijo Renart mientras escuchaba las palabras que el marine dirigía a los asaltantes del joven. Pero un criminal rio bastante fuerte y cogió al joven por el cuello poniéndole enfrente suyo y sacando un puñal con el que lo acerco a la espalda del apresado
-da un paso más marine, y este cabeza de chorlito sentirá el frio de mi acero dentro de sus costillas y no es una broma-dijo el maleante. “esto se está complicando más de la cuenta, creo que ha llegado el momento de entrar en escena” pensó Renart recorriendo el borde del tejado estanco casi sobre ellos. Se puso en posición calculando la distancia del criminal que sostenía al joven de la suya.
-¡acabaremos con este si tu…!-Renart cayó sobre el delincuente antes de que terminara de hablar dejándole inconsciente en el suelo
-perdón mis malhadados delincuentes pero, ¿interrumpo algo?-pregunto Renart agachado con los pies sobre el que aterrizo
-¡monstruo!-grito el segundo criminal, desenfundo una pistola que fue rápidamente arrancada de su mano por un rápido golpe de la espesa y gran cola del joven zorro que se mantenía calmado y seguro
-bueno mi malvado señor, ¿decide huir, entregarse al marine que aquí esta o quiere que le dé una paliza?-pregunto Renart alzándose sin quitar ojo de su oponente que lanzo un grito al zorro. Cargo contra este levantando su puño -. Paliza pues-. Renart desvió el brazo enemigo con un movimiento rápido y lanzo una rápida sucesión de puñetazos conectados a su estomago
-sois los dos decepcionantes, con lo débiles que sois no servís ni de aperitivo-dijo Renart mientras el segundo bandido inconsciente caía como un peso muerto al suelo

Uno de los ladrones cogió al joven por el cuello y parece que le puso un cuchillo en la espalda, de repente un joven con aspecto de zorro calló del cielo y se encargó de los tipos, podría pararme a preguntarle sus motivaciones. Pero preferí dejarlo pasar e irme de allí.

-Cuando termines entrégalos en el cuartel, si no te buscare a ti por agresión- Dicho lo cual me alejé de vuelta al bar, estaba fuera de servicio y disfrutaría de ello. Además si mañana no habían sido entregados los maleantes tendría algo que hacer, cazar un zorro.

Regresé al bar y pedí otra jarra bien fría dispuesto a seguir con el descanso, hasta que me diera por ver el resto de la ciudad, en parte lo hacía para conocerla cuando tuviera que patrullarla durante los siguientes días y semanas. Ahora incluso tenía algo más en que pensar, porque habían llamado monstruo al zorro parlante, criaturas como él existían por todos los mares, y no eran tan odiados como parecían serlo aquí.

-¿Quién se cree ese maldito marine que soy yo?-pregunto Renart enfadado -. Se marcha y encima dice que me detendrá por haber hecho un acto que le ha salvado la vida a este chico, no sé cómo demonios habría actuado ese dichoso Gyojin en la reciente situación para quitarle el chico a los captores, ¿es que acaso los abría lanzado besitos de cariño diciéndoles que es malo acuchillar gente inocente como si fueran jamones?-. De todos modos los habría llevado a la marina tarde o temprano por lo que tras agenciarse unas cuantas largas cuerdas los amordazo y ato de manos a pies pidiéndole una cosa al joven
-yo, no los voy a llevar al cuartel de la marina, lo aras tú-
-Pero…. Ya oíste a ese marine, te detendrá por agresión si no los llevas personalmente-dijo el joven
-si ese marine cree que amenazarme con meterme detrás de unos barrotes unos días, semanas o incluso meses es algo que me da miedo está muy equivocado-dijo Renart -. Venga, basta ya de charla, llévatelos ahora y diles lo que han intentado agredirte y te han amenazado, pero que tú les lograste dar una buena, estoy totalmente seguro que te darán una buena cantidad de dinero por ello que te podrá ayudar, además, seguro que si alardeas de ello ante tus amigos de seguro que te echas novia… o novio, dependiendo de tus preferencias sexuales-. Renart se dio la vuelta y escalo la pared a lo alto del edificio, echo una mirada debajo de como ese joven se llevaba a rastras a los que trataron de atracarle “bueno, creo que será mejor que me prepare a conciencia, mañana tendré a un Gyojin y quizás más tipejos de la marina detrás de mi queriendo meterme entre rejas” pensó Renart mirando al cielo y respirando profundamente sin saber qué es lo que podría hacer para salir de la complicada situación a sabiendas de que su nivel de combate está bastante por debajo de algunos cuantos marines de esa ciudad y por supuesto del Gyojin
-no sé, debería de buscar unas cuantas horquillas o ganzúas por si acabo de todos modos entre rejas y debo de apañármelas para salir-murmuro Renart. Eso fue lo que él hizo, hasta que se puso el sol encontrándose unas tres en total “bueno, tendré que descansar para lo que me espera”. Bajo la luz de las estrellas subió nuevamente a lo alto del campanario donde de lo que estaba seguro era que muy pocos en villa Orange serían capaces de escalar a lo alto y tendría la suficiente seguridad para huir por los tejados

Mientras el camarero le servía la siguiente jarra, vi como el joven que había estado a punto de morir esa tarde salía del callejón con los dos hombres atados a rastras. Lo llamé desde la mesa y le hice señas para que se acercara. Cuando le dije al zorro que los entregara era para evitar que siguieran libres o que el también fuera un malhechor, no esperaba que mandara al chico.

-Siéntate chico, pide lo que quieras pago yo.- Después de que pidiera un refresco le pregunte.- ¿Qué le ha pasado a ese zorro parlante para que los lleves tu solo, y si se despiertan?- vale que los hombres estuvieran atados, pero si tenían armas ocultas o más fuerza que el niño escaparían.- No te preocupes joven, yo te acompañare a entregarlos, el mérito será tuyo.

Tardamos todavía un rato en acabar las bebidas, rato que utilice para saber más acerca del pueblo, de la gente y del chico. Además de interesarme por el zorro, por lo que me dijo el joven este estaría ahora mismo escapando y escondiéndose. A pesar de que no tenía ninguna intención de ir tras él, la parte de entregar a esos se haría además como parte de una buena obra aunque el método no fuera el mejor.

Antes de que los rayos del amanecer cruzasen y partiesen el cielo oscuro de la noche para dar paso al amanecer del nuevo día, Renart ya estaba despierto sin signos de la marina a su alrededor. Estaba en lo alto del campanario practicando con su bastón de combate, girándolo rápidamente con una mano y golpeando al aire que silbaba con los rápidos movimientos del Bo. Se mantenía mirando toda la ciudad atento a cualquier movimiento que denotara una amenaza para su persona. Mientras recordaba como en el pasado fue fue tratado como si fuese un monstruo para la gente de villa orange, gusto antes de ser vendido al circo.
-me marchare de esta isla ahora que ya nada me retiene aqui, me arriesgare a meterme de polizon en un buque mercante, en el primero que vea que tengan unos tripulantes no muy centrados, aunque sea, robare un bote para marcharme antes de que la marina de esta isla me atrape-murmuro Reynard. Guardo el baston y blandio la garra derecha para quedarse a pulirla un momento prosiguiendo con la izquierda. Tras pulir sus garras, llevo a cabo unos estiramientos musculares, bajo el campanario tan rápidamente como el dia anterior y corrió sobre los edificios a toda velocidad que le era posible, se fijo en que el numero de marines armados con mosquetes que recorrían las calles era bastante mayor al del dia anterior y comenzó a sospechar que se habia puesto a todos bajo alerta sobre él. En el puerto de la ciudad.
Cerca de las dársenas del puerto, miro la larga hilera de mástiles de los barcos mercantes estacionados pero la concentración de guardias en la entrada del puerto era todavía mayor ahí que en el resto de la ciudad y de todos los días anteriores, un intento de infiltramiento en algún buque era un plan imposible de llevar a cabo con éxito sin ser visto al entrar a la zona de carca
-plan de salir de aquí metiéndome de polizon, descartada por el momento, mejor me busco otro modo de salir de esta-murmuro Reynard sentándose en las tejas. Se puso a meditar un nuevo plan de escape de Villa Orange sin acabar mal. Penso en que quizás seria buena idea marchar al bosque y esconderse en él hasta que todo se hubiese calmado o buscar en la isla otro pueblo donde pudiese meterse en un barco que no estuviese siendo vigilado

Una vez terminados los refrescos acompañe al chico hasta el cuartel, dejándole junto con los dos hombres en la zona de recompensas. Mientras yo me fui hasta lo que sería mi cuarto durante el tiempo que estuviera en aquella ciudad. No nos habían dicho nada acerca del traslado, todos suponíamos que era por alguna misión, pero aun así estábamos a oscuras.

A la mañana siguiente cuando nos juntaron para la patrulla el Comodoro de la base nos informó del motivo por el cual se había reforzado la seguridad de la isla, y en especial de aquella ciudad. Para ser tan temprano parecía que todos tenían muchas energías y ganas de saber de qué se trataba todo aquel asunto.

-Os hemos traído por un motivo caballeros, tenemos informes de inteligencia que indican la presencia de una banda organizada de criminales. - Esperaba que fueran más fiables que los de otras veces.- Estos criminales estarían planeando una gran venta de armas a los revolucionarios, piratas u otras organizaciones anti gobierno. – Vale esto parecía interesante, no como recoger vegetales gigantes.- Su misión es patrullar por puerto, ciudad y costa, interceptando a todo aquel de apariencia sospechosa, o grupos numerosos que parezcan no ser de la isla.- Así finalizo el discurso y nos pusimos en marcha, a busca a los malhechores.

Renart daba vueltas por un tejado de villa orange, no se le ocurría como escapar de la población sin ser descubierto por los guardias armados con mosquetes y que alguna patrulla de tres a cinco marines pasaba a menudo enfrente del edificio.
-esta situación me supera-dijo irritado -. Solo se me ocurre ocultarme hasta que la situación se relaje, no puedo arriesgarme a enfrentarme a la marina-. Que ellos patrullasen por las calles le daba cierta ventaja respeto a sus habilidades de Parkour con los que podría recorrer la ciudad por encima sin llamar la atención sobre los que creía que le estaban buscando. Se veía lo precavidos que iban los ciudadanos con un poco de miedo por el desconocimiento del aumento de tropas armadas, se podía apostar a que ningún ladrón intentaría hacer nada con ese nivel de vigilancia.
El joven zorro salto a los callejones que él creía que estaban libres de la presencia de marines, anduvo por ahí un tiempo sin encontrarse con apenas gente, algunos estaban ahí más para evitar la vigilancia y hacer alguna transacción ilegal. Al voltear una esquina se topó con unos guardas que habrían tomado esos caminos como atajo, se fijaron en el
-¡he tú!-exclamo uno de ellos sujetando firmemente su mosquete, parecía que se habían fijado en que el joven zorro llevaba esas dos peligrosas armas -. Pareces ALGUIEN sospechoso, por favor, queremos que vengas con nosotros para que te interroguemos en el cuartel, será solo un momento mientras nos aseguramos de que no seas uno de esos traficantes de armas-.
-tengo una opción mejor-dijo Renart
-mejor no hagas ninguna locura civil-dijo el marine preparando su mosquete
-lo lamento mis buenos señores, ¡pero estoy muy loco!-grito Renart echándose a escalar por la pared entre disparos y de marines que corrían por las callejuelas tratando de avistarle entre los tejados alertando al resto de soldados cercanos

Mientras patrullábamos una de las zonas que se suponían más tranquilas del pueblo el ruido de disparos, y las voces de nuestros compañeros nos pusieron en marcha. Al parecer estaban persiguiendo a un sospechoso por los tejados, por lo que nos dividimos para cubrir más callejones, y ver donde se dirigía. No llevaba más de cinco minutos mirando, cuando pude ver al zorro del día anterior saltando de tejado en tejado.

-Eh! Zorro, ¿Por qué huyes de nosotros?- Quizás la amenaza del otro día fue demasiado efectiva y ahora el pobre escapaba por miedo.- Si es por lo de ayer no te preocupes, los criminales están encerrados, en cierta forma cumpliste el trato.

No sabía si el animal parlante pararía, pero sí sabía que podía resultar peligroso si no pillaba desde esa altura con las garras que tenía. Les ordene a los del pelotón que vigilaran bien las azoteas, y balcones, ya que el peligro vendría de ahí.