Katharina von Steinhell
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¡Ah, qué bien! Escuchas a los niños cantar y pasar de casa en casa vendiendo galletitas. Todo se ve tan alegre, ¿entiendes? ¡Pues claro! Es que aquí todos los días es Navidad. A medida que avanzas por una calle paralela a la avenida principal, ves a los chicos lanzándose bolas de nieve y sonriendo y sonriendo. No eres de esas personas que odia la Navidad, ¿verdad? En fin, da igual. Es tiempo de que te sientes en una taberna y bebas una buena taza de… chocolate caliente. ¿Qué mejor para calentar el cuerpo?
Te detienes en la intersección de la avenida principal que cruza este-oeste y desde allí puedes ver un montón de edificios y tiendas muy bien adornadas. Frente a ti hay una taberna con el nombre de Panecillos&Pasteles, a su lado una herrería con un enorme letrero en forma de galleta con el nombre de Bastones&Piruletas. En fin, puedes ver muchos edificios (en caso de que quieras añadir alguno, puedes hacerlo con su respectiva descripción contextualizada). Si quieres encontrar información, no dudes en dirigirte hacia la taberna; si quieres un arma, como un bastón con rayas blancas y rojas puedes dirigirte hacia la herrería. Mantente enfocada, ya sabes a lo que viniste. ¡Pero es Navidad! ¿Qué pedirás? Ejem, digo, ¿qué harás?
Te detienes en la intersección de la avenida principal que cruza este-oeste y desde allí puedes ver un montón de edificios y tiendas muy bien adornadas. Frente a ti hay una taberna con el nombre de Panecillos&Pasteles, a su lado una herrería con un enorme letrero en forma de galleta con el nombre de Bastones&Piruletas. En fin, puedes ver muchos edificios (en caso de que quieras añadir alguno, puedes hacerlo con su respectiva descripción contextualizada). Si quieres encontrar información, no dudes en dirigirte hacia la taberna; si quieres un arma, como un bastón con rayas blancas y rojas puedes dirigirte hacia la herrería. Mantente enfocada, ya sabes a lo que viniste. ¡Pero es Navidad! ¿Qué pedirás? Ejem, digo, ¿qué harás?
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Navidad, navidad, dulce navidad. Un período que siempre me gustaba de pequeña, y que la verdad me recordaba a los buenos tiempos donde mi madre me leía cuentos en la chimenea por la noche. Ay que tiempos, ojalá volvieran.
El pueblo rebosaba felicidad, allí por donde pasaba había luz, color y risas. La verdad es que por un momento me había olvidado de mis problemas, pero no del frío....Mi vestimenta no era la apropiada para aquellos lares sin lugar a duda.
Demasiado frío! Frío que me hacía temblar y buscar desesperadamente el calor de una casa o de una buena taza de chocolate caliente. Vi muchos edificios por allí, desde la herrería hasta las tiendas. Estas me ponían ojitos para que comprara cosas, y la verdad lo haría sino tuviera tanto frío y hambre, así que me dirigí hacia la taberna Panecillos&Pasteles.
Abrí la puerta del establecimiento, el lugar tenía pinta de ser acogedor, aunque no me gustaba judgar las cosas a simple vista, así que tomé un asiento y esperé a que el tabernero me viniera a pasar el pedido. Dejé mi cetro apoyado en mi silla.
Me quedé pensativa mirando por la ventana. El pueblo era de ensueño, y la verdad, los recuerdos cada vez me embriagaban más, y ver a los niños lanzándose bolas de nieve solo acrecentaba mi niñez perdida.
También pensé que podía pasarme por la herrería, pero la verdad prefería mil veces más tomar un chocolate caliente, luego Dios dirá.
El pueblo rebosaba felicidad, allí por donde pasaba había luz, color y risas. La verdad es que por un momento me había olvidado de mis problemas, pero no del frío....Mi vestimenta no era la apropiada para aquellos lares sin lugar a duda.
Demasiado frío! Frío que me hacía temblar y buscar desesperadamente el calor de una casa o de una buena taza de chocolate caliente. Vi muchos edificios por allí, desde la herrería hasta las tiendas. Estas me ponían ojitos para que comprara cosas, y la verdad lo haría sino tuviera tanto frío y hambre, así que me dirigí hacia la taberna Panecillos&Pasteles.
Abrí la puerta del establecimiento, el lugar tenía pinta de ser acogedor, aunque no me gustaba judgar las cosas a simple vista, así que tomé un asiento y esperé a que el tabernero me viniera a pasar el pedido. Dejé mi cetro apoyado en mi silla.
Me quedé pensativa mirando por la ventana. El pueblo era de ensueño, y la verdad, los recuerdos cada vez me embriagaban más, y ver a los niños lanzándose bolas de nieve solo acrecentaba mi niñez perdida.
También pensé que podía pasarme por la herrería, pero la verdad prefería mil veces más tomar un chocolate caliente, luego Dios dirá.
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Al entrar, te deleitas con la perfecta decoración de la taberna. Por sobre la barra, en la pared, está la cabeza de un venado como trofeo; bajo esta, se encuentra el tabernero quien viste una chaqueta roja con bordes blancos y un enorme sombrero rojo que termina en un pompón blanco. La gente habla y grita alegremente, muchos ya están borrachos; los bardos del lugar tocan los típicos villancicos de Navidad… ¡Oh, todo ese lugar parecía sacado de un cuento de hadas! E-Espera, no. De hadas no.
–¿Puedo ayudarte en algo? –Te pregunta un hombre de cabellos rubios, ojos claros y una amable sonrisa– Si necesitas algo, puedes contar conmigo.
Una ampolleta aparece en tu mente, es tiempo de empezar con las preguntas. ¿Es necesario recordártelo? Llegaste hasta esta isla por un extraño rumor de que había un “personaje” que ocultaba un misterioso poder y, a cambio de un buen baile, te lo daría. No, esto último es broma; las cosas nunca son tan fáciles. En fin, es tiempo de comenzar a recaudar información. Tienes la carta en tu mano y al mesero a tu lado, ¿qué pedirás y dirás?
–¿Puedo ayudarte en algo? –Te pregunta un hombre de cabellos rubios, ojos claros y una amable sonrisa– Si necesitas algo, puedes contar conmigo.
Una ampolleta aparece en tu mente, es tiempo de empezar con las preguntas. ¿Es necesario recordártelo? Llegaste hasta esta isla por un extraño rumor de que había un “personaje” que ocultaba un misterioso poder y, a cambio de un buen baile, te lo daría. No, esto último es broma; las cosas nunca son tan fáciles. En fin, es tiempo de comenzar a recaudar información. Tienes la carta en tu mano y al mesero a tu lado, ¿qué pedirás y dirás?
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Parecía que aquella taberna hubiera sido sacada de un cuento, a pesar de que ya había borrachos en su interior, y eran hombres.... que raro. Menos mal que los villancicos lograban distraerme de aquel ruido y mantenerme en calma, a pesar de todo estaba siendo un día prometedor.
Cuando me disponía a pedir mi chocolate caliente, un hombre de cabellos rubios y ojos azules me abordó. Tenía una sonrisa de amistad, aunque conociendo a los de su estirpe debería andarme con cuidado, pues una cara bonita no siempre es motivo de seguridad, y sino que me lo digan a mi.
A pesar de mi descontento, necesitaba información y esperaba que aquel hombre me la pudiera ofrecer. Me preguntó si me podía ayudar en algo, y mi mente solo pudo pensar: "Más de lo que crees".
Esbocé una pequeña sonrisa, pues sabía que debía ser amable si deseaba encontrar alguna información acerca de lo que buscaba en aquella isla. Me interesaba sobre todo los extraños rumores que circulaban a su alrededor, sobre un personaje que ocultaba un poder, y eso francamente, llamaba mi atención.
-Pues la verdad es que si-Dije sonriendo y con tono afable- Siéntate conmigo y comparte un chocolate caliente conmigo. Soy extranjera y me gustaría que me contaras historias, Adoro las leyendas y rumores, soy algo chismosa -Río levemente.
-¿Tu me podrías contar algo sobre esta isla? ¿Alguna historia? No se, sobre personajes o lugares misteriosos- Dije recogiendo mi mechón del pelo hacia la oreja.
Esperaba que aquel hombre me contara algo, una pista, una brizna de información, para de este modo comenzar mi ¿aventura? Sin duda alguna necesitaba avanzar para lograr mi objetivo, y esperaba que mis dotes lo lograra.
Cuando me disponía a pedir mi chocolate caliente, un hombre de cabellos rubios y ojos azules me abordó. Tenía una sonrisa de amistad, aunque conociendo a los de su estirpe debería andarme con cuidado, pues una cara bonita no siempre es motivo de seguridad, y sino que me lo digan a mi.
A pesar de mi descontento, necesitaba información y esperaba que aquel hombre me la pudiera ofrecer. Me preguntó si me podía ayudar en algo, y mi mente solo pudo pensar: "Más de lo que crees".
Esbocé una pequeña sonrisa, pues sabía que debía ser amable si deseaba encontrar alguna información acerca de lo que buscaba en aquella isla. Me interesaba sobre todo los extraños rumores que circulaban a su alrededor, sobre un personaje que ocultaba un poder, y eso francamente, llamaba mi atención.
-Pues la verdad es que si-Dije sonriendo y con tono afable- Siéntate conmigo y comparte un chocolate caliente conmigo. Soy extranjera y me gustaría que me contaras historias, Adoro las leyendas y rumores, soy algo chismosa -Río levemente.
-¿Tu me podrías contar algo sobre esta isla? ¿Alguna historia? No se, sobre personajes o lugares misteriosos- Dije recogiendo mi mechón del pelo hacia la oreja.
Esperaba que aquel hombre me contara algo, una pista, una brizna de información, para de este modo comenzar mi ¿aventura? Sin duda alguna necesitaba avanzar para lograr mi objetivo, y esperaba que mis dotes lo lograra.
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El hombre está dispuesto a contestar tus preguntas, pero con una amable sonrisa niega tu invitación asegurando que mientras trabaje no puede sentarse a charlar con los clientes. Su sentido del deber es algo que ciertos marines deben aprender, ejem. Con una mano en su espalda, cuyo codo forma un ángulo de 45°, responde tus preguntas.
–Pues... ¿Qué le puedo contar, señorita? En los bosques han ocurrido extraños sucesos... No sabría decirle exactamente qué pasa, pero seguro que encontrará huellas. ¡Mi hermano las ha visto! Es un gran cazador, podría hablar con él –te comenta, escribiendo una dirección en un trozo de papel–. Le recomiendo que, si está buscando una aventura, se dirija a este lugar.
El hombre se va y vuelve con tu chocolate caliente. Ya tienes una pizca de información y una dirección, ¿qué harás con ello? Puedes quedarte y observar el espectáculo. En fin, si decides quedarte un hombre se te acercará; tiene enormes brazos peludos y piel morena, porta una enorme hacha en su espalda. No tiene cara de muchos amigos, pero tampoco sientes una presencia hostil.
–No creas todo lo que escuches, muchacha –dice, sentándose frente a ti–. Hay muchos aventureros que rondan por estos lares, comprobando si la leyenda local es cierta. Puedo contarte un poco más, pero ya sabes... La información no es gratis. Además, si quieres adentrarte en los bosques, necesitarás a alguien –te comenta señalando su hacha.
En fin, tienes varias opciones. Puedes seducir al buen hombre que indirectamente ha ofrecido tu ayuda; darle unas cuantas monedas para que hable o simplemente marcharte y dirigirte hacia el lugar que señala el trozo de papel. Recuerda, esta conversación solo sucederá si te quedas en la taberna bebiendo de tu chocolate caliente (en caso de que te hayas marchado inmediatamente, te encontrarás en la misma avenida y si caminas por ella llegarás hasta la dirección que el tabernero te dio). Bueno, tienes muchas opciones... ¿Qué harás?
–Pues... ¿Qué le puedo contar, señorita? En los bosques han ocurrido extraños sucesos... No sabría decirle exactamente qué pasa, pero seguro que encontrará huellas. ¡Mi hermano las ha visto! Es un gran cazador, podría hablar con él –te comenta, escribiendo una dirección en un trozo de papel–. Le recomiendo que, si está buscando una aventura, se dirija a este lugar.
El hombre se va y vuelve con tu chocolate caliente. Ya tienes una pizca de información y una dirección, ¿qué harás con ello? Puedes quedarte y observar el espectáculo. En fin, si decides quedarte un hombre se te acercará; tiene enormes brazos peludos y piel morena, porta una enorme hacha en su espalda. No tiene cara de muchos amigos, pero tampoco sientes una presencia hostil.
–No creas todo lo que escuches, muchacha –dice, sentándose frente a ti–. Hay muchos aventureros que rondan por estos lares, comprobando si la leyenda local es cierta. Puedo contarte un poco más, pero ya sabes... La información no es gratis. Además, si quieres adentrarte en los bosques, necesitarás a alguien –te comenta señalando su hacha.
En fin, tienes varias opciones. Puedes seducir al buen hombre que indirectamente ha ofrecido tu ayuda; darle unas cuantas monedas para que hable o simplemente marcharte y dirigirte hacia el lugar que señala el trozo de papel. Recuerda, esta conversación solo sucederá si te quedas en la taberna bebiendo de tu chocolate caliente (en caso de que te hayas marchado inmediatamente, te encontrarás en la misma avenida y si caminas por ella llegarás hasta la dirección que el tabernero te dio). Bueno, tienes muchas opciones... ¿Qué harás?
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Parecía que aquel muchacho me había dado una información, la cual, me habría creído si no fuera porque otro hombre, mucho más rudo, casi con apariencia de leñador me contara que no era la única aventurera que buscaba algo referente a la leyenda local. La verdad es que cada vez sentía más curiosidad, y la verdad, si aquel hombre me había ofrecido su ayuda, bien a cambio de dinero, podría serme útil para logra la información que necesitaba.
A pesar de la información obtenida por muchacho, fuera falsa o no, guardé la nota en mi cinturón, por si acaso las cosas se torcían. Tras eso, pensé que no tenía ni un solo berry que poder darle a aquel amable hombre, pues siempre usaba mis armas de mujer para lograr mis objetivos, y esta vez no iba a ser diferente, y en este caso la mentira y la sensualidad haría el trabajo difícil.
-¿Y usted caballero sería tan amable de escoltarme por esos peligrosos bosques e informarme de que se trata esa famosa leyenda. De pequeña siempre me gustaron las historias. En cuanto a sus honorarios....
Me levanté de mi silla, dejando el chocolate caliente sobre la mesa, me acerqué a aquel rudo hombre y le susurré al oído.
-Si usted me ayuda, yo puedo darle algo mejor que un puñado de monedas, le haré... -Le susurro al oído- tocar el cielo...estoy segura de que un hombre como usted sabe tratar a una chica como yo ¿no?,claro que si, y yo sabré recompensarle... -Dije mientras le pasaba mi dedo por la barbilla, a pesar de que el asco casi me hace vomitar-
Esperaba que aquello funcionara si este era un hombre básico como tantos otros, si no funcionara mi engaño, siempre podría engañarlo de otra forma, pero, el tiempo apremiaba, y si no era la única que buscaba esa leyenda ahora, no sabía cuanto tiempo me podía quedar.
Si todo esto colaba, saldría al bosque con un nuevo "guía", y esperaba que no me mintiera, pues si era un mentiroso acabaría por cortarle el miembro viril...y seguir la nota del primer hombre, pero si me decía la verdad, estaría muy agradecida.
A pesar de la información obtenida por muchacho, fuera falsa o no, guardé la nota en mi cinturón, por si acaso las cosas se torcían. Tras eso, pensé que no tenía ni un solo berry que poder darle a aquel amable hombre, pues siempre usaba mis armas de mujer para lograr mis objetivos, y esta vez no iba a ser diferente, y en este caso la mentira y la sensualidad haría el trabajo difícil.
-¿Y usted caballero sería tan amable de escoltarme por esos peligrosos bosques e informarme de que se trata esa famosa leyenda. De pequeña siempre me gustaron las historias. En cuanto a sus honorarios....
Me levanté de mi silla, dejando el chocolate caliente sobre la mesa, me acerqué a aquel rudo hombre y le susurré al oído.
-Si usted me ayuda, yo puedo darle algo mejor que un puñado de monedas, le haré... -Le susurro al oído- tocar el cielo...estoy segura de que un hombre como usted sabe tratar a una chica como yo ¿no?,claro que si, y yo sabré recompensarle... -Dije mientras le pasaba mi dedo por la barbilla, a pesar de que el asco casi me hace vomitar-
Esperaba que aquello funcionara si este era un hombre básico como tantos otros, si no funcionara mi engaño, siempre podría engañarlo de otra forma, pero, el tiempo apremiaba, y si no era la única que buscaba esa leyenda ahora, no sabía cuanto tiempo me podía quedar.
Si todo esto colaba, saldría al bosque con un nuevo "guía", y esperaba que no me mintiera, pues si era un mentiroso acabaría por cortarle el miembro viril...y seguir la nota del primer hombre, pero si me decía la verdad, estaría muy agradecida.
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El hombre suelta una sonrisa y te enseña sus sucios dientes, y para qué hablar de su aliento. Para concretar tu estrategia de verdad vas a tener que tener un buen estómago. Te agarra por la cintura con su fuerte mano y te aproxima hacia él, como queriendo besarte el cuello. Sin embargo, por alguna mágica razón (considéralo tu regalo de Navidad) aparece un muchacho de no más de 25 años, cabello rubio y rasgados ojos rojos.
–¿Eres tú quien quería saber más sobre esta tierra? –Te pregunta mientras se acerca, toma al hombre por el cuello y lo derriba– ¿No eres capaz de reconocer a los estafadores? John, no es buena idea agobiar a los extranjeros.
–M-Maldito… ¡Me las pagarás!
–No, no lo haré. Ahora vete antes de que cambie de opinión y la nieve se tiña de rojo.
El hombre salió corriendo. Dale gracias a tu príncipe, te ha salvado; el chico se presenta como Wayne Reynolds, hermano del tabernero. No se parece en nada a él, por el contrario, este cazador parece fuerte y salvaje. Te invita a tomar asiento y que no intentes trucos sucios con él, te asegura que no funcionarán.
–Primero que todo, las apariencias dicen mucho de las personas –te aseguró–. Ahora, si estás dispuesta a investigar los bosques, será mejor que reclutes compañía. Te puedo ayudar, pero tú me deberás ayudar. Lo que yo busco en el bosque es a un monstruo…
Es tiempo de hacerle preguntas. ¿Qué hay de extrañas leyendas que hablan sobre frutas que te dan poderes? ¿Es seguro ir? ¿Qué hay allí que nadie quiere acercarse? Ese tipo de preguntas, recuerda muchacha, la información es poder. Y te advierto que esta será tu última oportunidad de hacer preguntas, pues ya es tiempo de… ¡Investigar!
–¿Eres tú quien quería saber más sobre esta tierra? –Te pregunta mientras se acerca, toma al hombre por el cuello y lo derriba– ¿No eres capaz de reconocer a los estafadores? John, no es buena idea agobiar a los extranjeros.
–M-Maldito… ¡Me las pagarás!
–No, no lo haré. Ahora vete antes de que cambie de opinión y la nieve se tiña de rojo.
El hombre salió corriendo. Dale gracias a tu príncipe, te ha salvado; el chico se presenta como Wayne Reynolds, hermano del tabernero. No se parece en nada a él, por el contrario, este cazador parece fuerte y salvaje. Te invita a tomar asiento y que no intentes trucos sucios con él, te asegura que no funcionarán.
–Primero que todo, las apariencias dicen mucho de las personas –te aseguró–. Ahora, si estás dispuesta a investigar los bosques, será mejor que reclutes compañía. Te puedo ayudar, pero tú me deberás ayudar. Lo que yo busco en el bosque es a un monstruo…
Es tiempo de hacerle preguntas. ¿Qué hay de extrañas leyendas que hablan sobre frutas que te dan poderes? ¿Es seguro ir? ¿Qué hay allí que nadie quiere acercarse? Ese tipo de preguntas, recuerda muchacha, la información es poder. Y te advierto que esta será tu última oportunidad de hacer preguntas, pues ya es tiempo de… ¡Investigar!
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La verdad es que mi nivel de asco hacia aquel hombre iba en crechendo, sobre todo cuando intentó colocarme su mugrienta mano sobre mi cintura y acercarme a él. Intentaba no vomitarle en la cara pues le necesitaba...o eso creía. Pero al momento, como sacado de un cuento, donde un príncipe salva a una doncella del malvado dragón, apareció ese muchacho.
Este muchacho, rubio y de ojos rojizos coge al hombre por el cuello y lo aleja de mi. Me sentí como si un ángel de la guarda me salvara ante una muerte segura, y la verdad, a pesar de mi odio por los hombres por considerarlo "básicos" aquel hombre bello y enigmático que me había salvado, me había llamado la atención muchísimo.
Me había quedado sorprendida por lo que había hecho hasta tal punto que respondí tarde a su pregunta sobre si estaba interesada sobre esta tierra.
-Eh...eh.. si...si! si! Lo estoy- Dije intentando recuperar la compostura y tomando el asiento que me ofrecía. Aquel muchacho parecía listo, pues me dijo que mis trucos sucios/ de seducción no funcionarían con él como si funcionaron con el oro mugriento hombre.
Tras unos segundos, miles de preguntas saltaron a mi cabeza, así que decidí ver si aquel muchacho me podía ayudar a descifrar el misterio de la isla navideña.
-Si eso parece, y debí de haberlo visto...aquí hay demasiadas apariencias que engañan, y otras que no- dije seria, pero no tenía tiempo que perder.
-Necesito saber porque la gente tiene tanto mimo de contar cosas por aquí, deseo saber cosas sobres las leyendas que circulan en la isla, sobre todo las referentes a frutas misteriosas, y de ser cierta, me gustaría que me acompañaras al menos me escoltaras para ir hacia ellas. Si tu me ayudas a saber si la leyenda es cierta, yo te ayudaré a ti en lo que necesitas, creo que será un trato más que justo....además...todos hablan de la leyenda, pero nadie dice si es peligroso ir al bosque, ¿hay acaso algún monstruo allí? De haberlo eso significaría que las leyendas son ciertas ¿no?
Aquel bombardeo de información hacia mi salvador era totalmente necesario, pues el tiempo apremiaba y pensaba que podíamos sacar partido uno de otro.
-Ah y gracias por la ayuda, me sentía un poco mal ante ese hombre la verdad, y tu pareces más amistoso-Dije en tono amable- Me llamo Priscila, un placer.
Este muchacho, rubio y de ojos rojizos coge al hombre por el cuello y lo aleja de mi. Me sentí como si un ángel de la guarda me salvara ante una muerte segura, y la verdad, a pesar de mi odio por los hombres por considerarlo "básicos" aquel hombre bello y enigmático que me había salvado, me había llamado la atención muchísimo.
Me había quedado sorprendida por lo que había hecho hasta tal punto que respondí tarde a su pregunta sobre si estaba interesada sobre esta tierra.
-Eh...eh.. si...si! si! Lo estoy- Dije intentando recuperar la compostura y tomando el asiento que me ofrecía. Aquel muchacho parecía listo, pues me dijo que mis trucos sucios/ de seducción no funcionarían con él como si funcionaron con el oro mugriento hombre.
Tras unos segundos, miles de preguntas saltaron a mi cabeza, así que decidí ver si aquel muchacho me podía ayudar a descifrar el misterio de la isla navideña.
-Si eso parece, y debí de haberlo visto...aquí hay demasiadas apariencias que engañan, y otras que no- dije seria, pero no tenía tiempo que perder.
-Necesito saber porque la gente tiene tanto mimo de contar cosas por aquí, deseo saber cosas sobres las leyendas que circulan en la isla, sobre todo las referentes a frutas misteriosas, y de ser cierta, me gustaría que me acompañaras al menos me escoltaras para ir hacia ellas. Si tu me ayudas a saber si la leyenda es cierta, yo te ayudaré a ti en lo que necesitas, creo que será un trato más que justo....además...todos hablan de la leyenda, pero nadie dice si es peligroso ir al bosque, ¿hay acaso algún monstruo allí? De haberlo eso significaría que las leyendas son ciertas ¿no?
Aquel bombardeo de información hacia mi salvador era totalmente necesario, pues el tiempo apremiaba y pensaba que podíamos sacar partido uno de otro.
-Ah y gracias por la ayuda, me sentía un poco mal ante ese hombre la verdad, y tu pareces más amistoso-Dije en tono amable- Me llamo Priscila, un placer.
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El hombre te mira entre medio molesto e impresionado, tu bombardeo de preguntas no se lo esperaba de ninguna forma. Se acomoda en la silla y, después de pedir un café, centra sus ojos en ti con toda la intención de responder. Parece que por in has encontrado a un hombre que cuente con información.
–La leyenda habla sobre el fruto prohibido –afirma, con tono serio–. Nadie debe acercarse a él... Está directamente relacionado con el monstruo que quiero cazar. Viste de rojo y tiene una inmensa barriga, muchos que lo han visto afirman que tiene un enorme barril; nadie sabe qué contiene allí dentro.
Esta vez es una mesera de enorme trasero e impresionantes caderas quien atiende al muchacho, mirándole con deseo. No te preocupes, este no hace más que aceptar el café y darle las gracias por el servicio. No parece estar muy interesado en los coqueteos, vamos, un hombre con voluntad de hierro. Está completamente enfocado en cumplir con su objetivo.
–No tengo ninguna intención de ser tu guardaespaldas, pero cuenta conmigo para explorar el bosque. Necesitarás a alguien que conoce el territorio, y yo, por mi parte... Solo necesito a alguien para cazar a la bestia.
Si ya no tienes más preguntas, y crees que estás preparada para partir, saldrás de la taberna. Sin embargo, puedes hacer las últimas preguntas e incluso conseguir cosas para prepararte (comida, agua, saco de dormir, etc.); Wayne te da una hora para hacerlo. Una vez estés lista (y si ya has terminado con todo) debes dirigirte hacia la salida norte de la ciudad, en donde te espera el chico de cabellos rubios con un caballo.
–Tardaremos tres días en llegar hasta la entrada del bosque –comenta, despreocupado–. Bueno... Llegaremos en tres días si es que todo sale bien. ¿Estás lista?
–La leyenda habla sobre el fruto prohibido –afirma, con tono serio–. Nadie debe acercarse a él... Está directamente relacionado con el monstruo que quiero cazar. Viste de rojo y tiene una inmensa barriga, muchos que lo han visto afirman que tiene un enorme barril; nadie sabe qué contiene allí dentro.
Esta vez es una mesera de enorme trasero e impresionantes caderas quien atiende al muchacho, mirándole con deseo. No te preocupes, este no hace más que aceptar el café y darle las gracias por el servicio. No parece estar muy interesado en los coqueteos, vamos, un hombre con voluntad de hierro. Está completamente enfocado en cumplir con su objetivo.
–No tengo ninguna intención de ser tu guardaespaldas, pero cuenta conmigo para explorar el bosque. Necesitarás a alguien que conoce el territorio, y yo, por mi parte... Solo necesito a alguien para cazar a la bestia.
Si ya no tienes más preguntas, y crees que estás preparada para partir, saldrás de la taberna. Sin embargo, puedes hacer las últimas preguntas e incluso conseguir cosas para prepararte (comida, agua, saco de dormir, etc.); Wayne te da una hora para hacerlo. Una vez estés lista (y si ya has terminado con todo) debes dirigirte hacia la salida norte de la ciudad, en donde te espera el chico de cabellos rubios con un caballo.
–Tardaremos tres días en llegar hasta la entrada del bosque –comenta, despreocupado–. Bueno... Llegaremos en tres días si es que todo sale bien. ¿Estás lista?
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Parecía que cada uno teníamos claras nuestras intenciones, algo que me dejaba bastante tranquila. Si bien mi bombardeo de preguntas había sorprendido al muchacho, su información me provocó el mismo efecto sobre mi.
Ladeé un poco la cabeza, pensativa ante aquellas palabras que hablaban de un misterioso fruto, prohibido...un fruto situado en lo más lejano y custodiado por un monstruo barrigudo. La verdad es que me temía que esto pasara, pero al menos me había quedado más tranquila al escuchar que el muchacho tenía intención de cazar a aquel ser. A pesar de todos los pros que me pudieran favorecer para esta aventura, le debía dejar caer una afirmación:
-Espero que esa ayuda sea como cazadora y no como cebo, ¿Un monstruo rojo y gordinflón? Debe ser muy peligroso para que necesites ayuda ¿no?- dije amablemente- Está bien, debo prepararme, si me disculpas. -Me levanto y me dirijo a la puerta del establecimiento- En una hora nos veremos en la entrada Norte de la ciudad pues, y bueno, gracias por la ayuda.
Tras decir esto decidí prepararme. Así que cogí mi cantimplora y busqué una fuente por la zona para llenara , a pesar del frío que hacía. las fuentes de la ciudad al fin y al cabo dan agua gratis, lo que es un puntazo. En cuanto a la comida, al carecer de dinero salvo para pagarme lo de la taberna, tuve que robarle algunos productos a los lugareños, como una barra de pan, algo de queso y alguna manzana, vamos lo indispensable para unos días. Espero que el tendero no se cabreara por robarle estas cosas del mostrador mientras atendía a otra clienta.
Pasé por las casas, y pude ver alguna ropa tendida fuera, la cual, con cierto disimulo cogí, principalmente dos mantas que estaban secándose fuera, para poder dormir en el suelo. Me arrepentí bastante de hacer esto pero no tenía tiempo que perder, y siempre podía devolverlas luego.
Una vez lista, prepare todo a modo de mochila, la puse a mi espalda y me dirigí hacia la entrada Norte de la ciudad, apoyada en mi cetro, con paso tranquilo.
Esperaba que con esto estuvieran cubiertas mis necesidades para unos días, la menos si las racionaba. Supongo que cuando llegara allí mi compañero estaría esperándome, y a pesar de que me gustaba hacer esperar a los hombres, con aquel muchacho no debía ser así. Pues me ofreció su ayuda cuando otros solo me mintieron.
Ladeé un poco la cabeza, pensativa ante aquellas palabras que hablaban de un misterioso fruto, prohibido...un fruto situado en lo más lejano y custodiado por un monstruo barrigudo. La verdad es que me temía que esto pasara, pero al menos me había quedado más tranquila al escuchar que el muchacho tenía intención de cazar a aquel ser. A pesar de todos los pros que me pudieran favorecer para esta aventura, le debía dejar caer una afirmación:
-Espero que esa ayuda sea como cazadora y no como cebo, ¿Un monstruo rojo y gordinflón? Debe ser muy peligroso para que necesites ayuda ¿no?- dije amablemente- Está bien, debo prepararme, si me disculpas. -Me levanto y me dirijo a la puerta del establecimiento- En una hora nos veremos en la entrada Norte de la ciudad pues, y bueno, gracias por la ayuda.
Tras decir esto decidí prepararme. Así que cogí mi cantimplora y busqué una fuente por la zona para llenara , a pesar del frío que hacía. las fuentes de la ciudad al fin y al cabo dan agua gratis, lo que es un puntazo. En cuanto a la comida, al carecer de dinero salvo para pagarme lo de la taberna, tuve que robarle algunos productos a los lugareños, como una barra de pan, algo de queso y alguna manzana, vamos lo indispensable para unos días. Espero que el tendero no se cabreara por robarle estas cosas del mostrador mientras atendía a otra clienta.
Pasé por las casas, y pude ver alguna ropa tendida fuera, la cual, con cierto disimulo cogí, principalmente dos mantas que estaban secándose fuera, para poder dormir en el suelo. Me arrepentí bastante de hacer esto pero no tenía tiempo que perder, y siempre podía devolverlas luego.
Una vez lista, prepare todo a modo de mochila, la puse a mi espalda y me dirigí hacia la entrada Norte de la ciudad, apoyada en mi cetro, con paso tranquilo.
Esperaba que con esto estuvieran cubiertas mis necesidades para unos días, la menos si las racionaba. Supongo que cuando llegara allí mi compañero estaría esperándome, y a pesar de que me gustaba hacer esperar a los hombres, con aquel muchacho no debía ser así. Pues me ofreció su ayuda cuando otros solo me mintieron.
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Tu aventura por la ciudad consigue dar frutos y obtienes una que otra cosa para sobrevivir unos cuantos días en pleno bosque; sin embargo, no has sabido planear bien tus robos y te han visto. Si no muestras tu rostro durante algunos días, seguro que se olvidan. Deberías tenerlo presente… ¡En fin! Hora de ver el botín, ¿no? Consigues un par de raciones de pan duro, queso en… no muy buen estado, una que otra fruta y una cobija. ¿No pensaste en robar comida para cocinar? Parece que tendrás que cazar.
Una vez terminas de robar, te diriges hacia el Norte en donde te espera Wayne, junto a Peco y Martin. El primero es un hermoso caballo tan blanco como la misma nieve por dónde camina, mientras que Martin es un corcel negro cuyo pelaje brilla incluso en la oscuridad. Ya te toca elegir a ti cual quieres, espero que sepas cabalgar. Si no tienes nada que decir, comentar o preguntar, sales de la ciudad con rumbo hacia el norte.
–Si no estás apurada, deberíamos hacer una parada –comentó mientras cabalgaban–. Para cazar a la bestia necesitaremos la bendición de los Nael’Khul.
Bien, ya es tiempo de preguntar quiénes son esos sujetos con nombre extraño. En caso de que preguntes, te dirá que es una tribu desconocida con extraños poderes. Pero si estás muy apurada y quieres darle caza a la bestia, es mejor que no te detengas. Por el contrario, si decides aceptar la propuesta de tu compañero, harán un pequeño desvío y se internarán hacia el oeste durante dos horas hasta llegar a un lago congelado; detrás de este se puede ver un oscuro y denso bosque. Ya toca cruzarlo, ¿consejo? No rompas el hielo.
–Los Nael’Khul se ocultan en este bosque, podemos tardarnos de dos a cinco días en encontrarles.
Una vez terminas de robar, te diriges hacia el Norte en donde te espera Wayne, junto a Peco y Martin. El primero es un hermoso caballo tan blanco como la misma nieve por dónde camina, mientras que Martin es un corcel negro cuyo pelaje brilla incluso en la oscuridad. Ya te toca elegir a ti cual quieres, espero que sepas cabalgar. Si no tienes nada que decir, comentar o preguntar, sales de la ciudad con rumbo hacia el norte.
–Si no estás apurada, deberíamos hacer una parada –comentó mientras cabalgaban–. Para cazar a la bestia necesitaremos la bendición de los Nael’Khul.
Bien, ya es tiempo de preguntar quiénes son esos sujetos con nombre extraño. En caso de que preguntes, te dirá que es una tribu desconocida con extraños poderes. Pero si estás muy apurada y quieres darle caza a la bestia, es mejor que no te detengas. Por el contrario, si decides aceptar la propuesta de tu compañero, harán un pequeño desvío y se internarán hacia el oeste durante dos horas hasta llegar a un lago congelado; detrás de este se puede ver un oscuro y denso bosque. Ya toca cruzarlo, ¿consejo? No rompas el hielo.
–Los Nael’Khul se ocultan en este bosque, podemos tardarnos de dos a cinco días en encontrarles.
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Parecía que lo robado no era gran cosa, incluso para mi paladar se me podía antojar algo asqueroso incluso, pero bueno, era lo que había y no podía perder más tiempo en buscar una comida más aceptable.
Una vez llegada al a puerta Norte, estaba allí mi compañero esperándome junto a dos hermosos caballos, y la verdad, mis ojos no podían de parar de ver al de color blanco nieve. Era una auténtica preciosidad, así que pensé que quién debería montar esa noble bestia debía ser yo. A pesar de que no estaba muy acostumbrada a cabalgar, logré sin parecer na torpe, subir al caballo, agarrar las riendas y mirar para mi compañero.
-Estoy lista ¿por donde deberíamos empezar? El bosque es muy grande- Dije con tono amable pero preocupada-
Mi compañero me respondió que debíamos de hacer una parada antes de ir a ver a la bestia ¿Realmente era necesario? Sin duda alguna parecía que si, pues decía que necesitábamos la bendición de los Nael’Khul. ¿Una tribu quizás? Parecía que si.
-¿Es realmente necesario? ¿No podemos dirigirnos a por la bestia? ¿Porque necesitamos su bendición?- Dije algo confusa mientras miraba a los árboles de nuestro alrededor.
-Si crees que es conveniente vayamos.-Dije sin tardanza.
A las dos horas de cabalgar, pudimos ver un enorme lago helado, con un oscuro bosque justo detrás, probablemente sería el lugar donde vivía los Nael’Khul, aunque esto solo son hipótesis sin fundamento que pasaban por mi cabeza, pues mi preocupación estaba ahora totalmente centrada en el lago helado, el cual debíamos cruzar para llegar allí.
-¿No será muy arriesgado cruzarlo?¿Y si damos un rodeo?-Dije intentando localizar en vano otra salida a la situación. Por otro lado me preocupaba la demora que esto nos pudiera llevar para encontrar nuestros objetivos reales, el fruto y el monstruo rojo barrigón. Así que me bajé del caballo, pues pensaba que no era seguro cruzar con peso excesivo por aquel sitio. A pesar de todo miraba a mi compañero, pues, seguro que conocía bien esos bosques, o al menos un camino alternativo.
Una vez llegada al a puerta Norte, estaba allí mi compañero esperándome junto a dos hermosos caballos, y la verdad, mis ojos no podían de parar de ver al de color blanco nieve. Era una auténtica preciosidad, así que pensé que quién debería montar esa noble bestia debía ser yo. A pesar de que no estaba muy acostumbrada a cabalgar, logré sin parecer na torpe, subir al caballo, agarrar las riendas y mirar para mi compañero.
-Estoy lista ¿por donde deberíamos empezar? El bosque es muy grande- Dije con tono amable pero preocupada-
Mi compañero me respondió que debíamos de hacer una parada antes de ir a ver a la bestia ¿Realmente era necesario? Sin duda alguna parecía que si, pues decía que necesitábamos la bendición de los Nael’Khul. ¿Una tribu quizás? Parecía que si.
-¿Es realmente necesario? ¿No podemos dirigirnos a por la bestia? ¿Porque necesitamos su bendición?- Dije algo confusa mientras miraba a los árboles de nuestro alrededor.
-Si crees que es conveniente vayamos.-Dije sin tardanza.
A las dos horas de cabalgar, pudimos ver un enorme lago helado, con un oscuro bosque justo detrás, probablemente sería el lugar donde vivía los Nael’Khul, aunque esto solo son hipótesis sin fundamento que pasaban por mi cabeza, pues mi preocupación estaba ahora totalmente centrada en el lago helado, el cual debíamos cruzar para llegar allí.
-¿No será muy arriesgado cruzarlo?¿Y si damos un rodeo?-Dije intentando localizar en vano otra salida a la situación. Por otro lado me preocupaba la demora que esto nos pudiera llevar para encontrar nuestros objetivos reales, el fruto y el monstruo rojo barrigón. Así que me bajé del caballo, pues pensaba que no era seguro cruzar con peso excesivo por aquel sitio. A pesar de todo miraba a mi compañero, pues, seguro que conocía bien esos bosques, o al menos un camino alternativo.
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Wayne te queda mirando confuso, no esperaba que le hicieras tantas preguntas. Se lleva la mano a la barbilla y mira hacia el cielo, como buscando respuestas.
–Pues… sí, yo creo que es necesario. Pero insisto, aquí eres tú la que decides. Los Nael’Khul son una extraña tribu con poderes mágicos, aquellos que sean bendecidos podrán atravesar los oscuros bosques sin problema alguno.
Si esta respuesta no te convence, estás a tiempo de negar la propuesta del rubio y continuar con tu camino. No obstante, si decides que es importante conocer a la tribu y escuchar la voluntad de tu cazador, comienzas a adentrarte hasta que ves un lago. No parece ser tan complicado de cruzar, pero tal vez haya mejores opciones… ¿Un desvío, tal vez?
–El rodeo nos tomaría un buen rato, cruzar el lago congelado es más rápido. Podemos pasar por el Paso de la Muerte, aunque no sé qué tan bien se te dé escalar… En caso de que quieras cruzar el lago, necesitamos dejar a los caballos aquí.
Tienes dos opciones: cruzar el lago congelado o tomar el desvío. Posiblemente haya otras, pero el cazador no ha querido mencionarlas. En fin, es tu aventura y debes ser tú quién decida qué camino cruzar. ¿Consejo? Piensa bien la ruta que tomarás, cada una cuenta con sus respectivos peligros y ventajas. Bien, ¿qué harás?
–Pues… sí, yo creo que es necesario. Pero insisto, aquí eres tú la que decides. Los Nael’Khul son una extraña tribu con poderes mágicos, aquellos que sean bendecidos podrán atravesar los oscuros bosques sin problema alguno.
Si esta respuesta no te convence, estás a tiempo de negar la propuesta del rubio y continuar con tu camino. No obstante, si decides que es importante conocer a la tribu y escuchar la voluntad de tu cazador, comienzas a adentrarte hasta que ves un lago. No parece ser tan complicado de cruzar, pero tal vez haya mejores opciones… ¿Un desvío, tal vez?
–El rodeo nos tomaría un buen rato, cruzar el lago congelado es más rápido. Podemos pasar por el Paso de la Muerte, aunque no sé qué tan bien se te dé escalar… En caso de que quieras cruzar el lago, necesitamos dejar a los caballos aquí.
Tienes dos opciones: cruzar el lago congelado o tomar el desvío. Posiblemente haya otras, pero el cazador no ha querido mencionarlas. En fin, es tu aventura y debes ser tú quién decida qué camino cruzar. ¿Consejo? Piensa bien la ruta que tomarás, cada una cuenta con sus respectivos peligros y ventajas. Bien, ¿qué harás?
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Me quedé mirando hacia el lago con cara de poco convencimiento. A pesar de las opciones que teníamos todo apuntaba a que si íbamos por le hielo, este pudiera romperse.
Por otro lado la opción de rodear el lago ya no me parecía tan viable, y menos si teníamos que escalar, cosa que francamente, no me apetecía en absoluto. Necesitaba cuanto antes llegar a mi objetivo, y a pesar de que necesitábamos es bendición por lo que pudiera pasar, no me convencía mucho perder el tiempo para con ellos. Así que vistas nuestras opciones, no quedaba otra que avanzar por el lago.
-Esta bien-Dije a mi compañero mientras soltaba las riendas del caballo, bajaba y le quitaba las mismas riendas para que estuviera cómodo a la orilla del lago. Cogí mi equipo, me lo llevé a la espalda y me acerqué a la orilla, a la espera de que mi compañero me guiase.
-Espero que nos valga la pena ver a esa tribu, pues no todos los días se cruza un lago helado..me fiaría más de un pirata honrado que de la dureza de este hielo -Dije posando la punta de mi pie sobre la cubierta helada.
-Por cierto Wayne, ¿que sabes acerca de esa tribu y del monstruo rojo gordinflón? Parece como si los conocieras de anteriores veces, si no, no me dirías de ir a visitar esa tribu no? -Dije algo confusa, pero con el tono justo para hacer una suposición afirmativa.
Apoyé mi cetro en el hielo, y empecé a dar unos pasos sobre el hielo con sumo cuidado, tanteando con un pie y luego con otro la zona donde iba a pisar por si acaso el hielo cedía. Y esperaba que Wayne me guiara.
A pesar del inicio de esta aventura, múltiples eran las preguntas que me venían a la cabeza, pero tampoco quería atosigar a mi compañero. A pesar de todo no pude preguntarle.
-Dime Wayne, si me permites la pregunta, ¿cual es tu historia?-Dije mientras caminaba con cuidado-
Por otro lado la opción de rodear el lago ya no me parecía tan viable, y menos si teníamos que escalar, cosa que francamente, no me apetecía en absoluto. Necesitaba cuanto antes llegar a mi objetivo, y a pesar de que necesitábamos es bendición por lo que pudiera pasar, no me convencía mucho perder el tiempo para con ellos. Así que vistas nuestras opciones, no quedaba otra que avanzar por el lago.
-Esta bien-Dije a mi compañero mientras soltaba las riendas del caballo, bajaba y le quitaba las mismas riendas para que estuviera cómodo a la orilla del lago. Cogí mi equipo, me lo llevé a la espalda y me acerqué a la orilla, a la espera de que mi compañero me guiase.
-Espero que nos valga la pena ver a esa tribu, pues no todos los días se cruza un lago helado..me fiaría más de un pirata honrado que de la dureza de este hielo -Dije posando la punta de mi pie sobre la cubierta helada.
-Por cierto Wayne, ¿que sabes acerca de esa tribu y del monstruo rojo gordinflón? Parece como si los conocieras de anteriores veces, si no, no me dirías de ir a visitar esa tribu no? -Dije algo confusa, pero con el tono justo para hacer una suposición afirmativa.
Apoyé mi cetro en el hielo, y empecé a dar unos pasos sobre el hielo con sumo cuidado, tanteando con un pie y luego con otro la zona donde iba a pisar por si acaso el hielo cedía. Y esperaba que Wayne me guiara.
A pesar del inicio de esta aventura, múltiples eran las preguntas que me venían a la cabeza, pero tampoco quería atosigar a mi compañero. A pesar de todo no pude preguntarle.
-Dime Wayne, si me permites la pregunta, ¿cual es tu historia?-Dije mientras caminaba con cuidado-
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Tu idea de cruzar el lago parece buena, a nadie le gusta escalar… ¡Bien! Ya es tiempo de comenzar la verdadera acción.
–Poco y nada sé del monstruo… Pero se ha encargado de provocar muchos problemas –confesó, sin dejarte convencida puesto que en realidad no sabe casi nada sobre la criatura que cazarán–. La tribu es conocida en toda la región por sus pócimas y bendiciones, son personas sabias y reservadas que casi nunca aceptan a los extranjeros… Espero que puedan hacer una excepción contigo. A veces les llaman los Pieles Blancas, por los enormes abrigos que llevan en sus hombros.
Avanzas despacio por el hielo, procurando que este no se rompa. De vez en cuando escuchas el crujir de un trozo de hielo, pero no es nada para preocuparse; de momento no. Tu compañero escucha tu pregunta y parece que no le ha hecho mucha gracia que quieras saber todo de él apenas conociéndole.
–No tengo ninguna historia –responde fríamente, sin mirarte–. ¿Y tú? ¿Sólo estás aquí por el mito de la fruta? Qué va, parece ridículo…
Le respondas o no, después de varios minutos llegas al otro extremo del lago. Estás a unos pocos metros del bosque, pero si te detienes a observar tu alrededor descubrirás que a tu derecha hay una tienda, una fogata y sobre esta una olla con comida; alguien estuvo ahí. Escuchas los matorrales y algunos pasos y, sin tiempo de reaccionar para huir o algo, ves una enorme figura (de por lo menos unos cuatro metros). Se trata de un “hombre” calvo y babón, viste ropas de cuero y lleva un enorme garrote en su mano. A su lado hay dos personas, casi de tu porte, que parecen ser los cabecillas del grupo.
–Vaya… ¿Qué tenemos aquí? Una princesa y su cazador. Bien, tienen dos opciones: nos dan todo lo que tienen y corren o esto se tornará de rojo.
Son tres enemigos y ustedes solo dos, no tienes mucho que perder si le entregas tus cosas… pero dolerá en el orgullo, eso te lo aseguro. Por otra parte, puedes luchar y hacerte de las cosas de ellos… si es que logras ganar. Tu compañero ya está en posición de batalla con la mano sobre la empuñadura de la espada, esperando tus órdenes. Bien, ¿qué harás?
–Poco y nada sé del monstruo… Pero se ha encargado de provocar muchos problemas –confesó, sin dejarte convencida puesto que en realidad no sabe casi nada sobre la criatura que cazarán–. La tribu es conocida en toda la región por sus pócimas y bendiciones, son personas sabias y reservadas que casi nunca aceptan a los extranjeros… Espero que puedan hacer una excepción contigo. A veces les llaman los Pieles Blancas, por los enormes abrigos que llevan en sus hombros.
Avanzas despacio por el hielo, procurando que este no se rompa. De vez en cuando escuchas el crujir de un trozo de hielo, pero no es nada para preocuparse; de momento no. Tu compañero escucha tu pregunta y parece que no le ha hecho mucha gracia que quieras saber todo de él apenas conociéndole.
–No tengo ninguna historia –responde fríamente, sin mirarte–. ¿Y tú? ¿Sólo estás aquí por el mito de la fruta? Qué va, parece ridículo…
Le respondas o no, después de varios minutos llegas al otro extremo del lago. Estás a unos pocos metros del bosque, pero si te detienes a observar tu alrededor descubrirás que a tu derecha hay una tienda, una fogata y sobre esta una olla con comida; alguien estuvo ahí. Escuchas los matorrales y algunos pasos y, sin tiempo de reaccionar para huir o algo, ves una enorme figura (de por lo menos unos cuatro metros). Se trata de un “hombre” calvo y babón, viste ropas de cuero y lleva un enorme garrote en su mano. A su lado hay dos personas, casi de tu porte, que parecen ser los cabecillas del grupo.
–Vaya… ¿Qué tenemos aquí? Una princesa y su cazador. Bien, tienen dos opciones: nos dan todo lo que tienen y corren o esto se tornará de rojo.
Son tres enemigos y ustedes solo dos, no tienes mucho que perder si le entregas tus cosas… pero dolerá en el orgullo, eso te lo aseguro. Por otra parte, puedes luchar y hacerte de las cosas de ellos… si es que logras ganar. Tu compañero ya está en posición de batalla con la mano sobre la empuñadura de la espada, esperando tus órdenes. Bien, ¿qué harás?
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Parecía que mi idea no era tan descabellada al fin y al cabo, a pesar de que no me infundía mucha tranquilidad el tener que estar más pendiente del hielo que de mis tacones.
Por otro lado, mi compañero me explicó más bien poco acerca de lo que le preguntaba, pero la información de que aquel monstruo estaba dando problemas y de que era necesaria la ayuda de la tribu para poder vencerlo, era algo que invadía mi mente a cada paso que daba.
A pesar de mi bombardeo de preguntas, algo que nunca solía hacer, y menos ante un hombre, pero que esta vez, dadas las circunstancias creí que estaba totalmente justificado. Pero parecía que cuando le pregunté por su historia, mi compañero se tornó molesto, pero esto no le impidió preguntarme lo mismo a mi.
-Ciertamente sería ridículo la verdad venir aquí solo por una fruta, la cual dicen que es mágica. Me interesa obtenerla no te lo niego, pero aunque te parezca mentira, me interesa librar a los aldeanos de ese monstruo y ayudar a esta comunidad. Posiblemente te preguntes el porque, pero de todos los pueblos que he visitado, este ha sido especial para mi -Mira al cielo- No se, es la primera vez que sus gentes me parecen agradables, debe ser la Navidad, no sé.
Al poco de caminar pudimos ver una luz a lo lejos, parecía una fogata, y !anda! tenía comida en su interior. Pero espera...posiblemente esto perteneciera a alguien. Mis sospechas quedaron confirmadas cuando un mastodonte de aproximadamente cuatro metros, calvo , babón y con vestimentas de cueros, se nos presenta.
No me podía dar más asco aquella figura, pero más que preocuparme por su físico, me preocupaba el enorme garrote que llevaba en la mano y dos personas que le acompañaban.
Aquellos hombres nos pidieron que les entregáramos todo lo que llevábamos encima...perfecto saqueadores. Di un paso hacia adelante y estiré mi brazo hacia delante señalando al grandullón, eché mi cabeza hacia atrás y con la mano que me quedaba libre agarré fuerte mi cetro. Comencé a hablarles.
-Y vosotros tenéis dos opciones: O corréis, o nos dejáis pasar y nadie sale herido.
No esperaba en absoluto que hicieran caso a mis demandas, pero tampoco me iba dejar robar por saqueadores, y menos por hombres. El grandullón era el que más me preocupaba, pero ya sabes lo que dicen, "cuanto más grandes mas rápida su caída".
Así que mantuve mi posición y rezaba a los dioses para que mi compañero pudiera acabar con ellos rápidamente en caso de que nos atacaran, no me interesaba la verdad manchar mi vestido con esa escoria.
Por otro lado, mi compañero me explicó más bien poco acerca de lo que le preguntaba, pero la información de que aquel monstruo estaba dando problemas y de que era necesaria la ayuda de la tribu para poder vencerlo, era algo que invadía mi mente a cada paso que daba.
A pesar de mi bombardeo de preguntas, algo que nunca solía hacer, y menos ante un hombre, pero que esta vez, dadas las circunstancias creí que estaba totalmente justificado. Pero parecía que cuando le pregunté por su historia, mi compañero se tornó molesto, pero esto no le impidió preguntarme lo mismo a mi.
-Ciertamente sería ridículo la verdad venir aquí solo por una fruta, la cual dicen que es mágica. Me interesa obtenerla no te lo niego, pero aunque te parezca mentira, me interesa librar a los aldeanos de ese monstruo y ayudar a esta comunidad. Posiblemente te preguntes el porque, pero de todos los pueblos que he visitado, este ha sido especial para mi -Mira al cielo- No se, es la primera vez que sus gentes me parecen agradables, debe ser la Navidad, no sé.
Al poco de caminar pudimos ver una luz a lo lejos, parecía una fogata, y !anda! tenía comida en su interior. Pero espera...posiblemente esto perteneciera a alguien. Mis sospechas quedaron confirmadas cuando un mastodonte de aproximadamente cuatro metros, calvo , babón y con vestimentas de cueros, se nos presenta.
No me podía dar más asco aquella figura, pero más que preocuparme por su físico, me preocupaba el enorme garrote que llevaba en la mano y dos personas que le acompañaban.
Aquellos hombres nos pidieron que les entregáramos todo lo que llevábamos encima...perfecto saqueadores. Di un paso hacia adelante y estiré mi brazo hacia delante señalando al grandullón, eché mi cabeza hacia atrás y con la mano que me quedaba libre agarré fuerte mi cetro. Comencé a hablarles.
-Y vosotros tenéis dos opciones: O corréis, o nos dejáis pasar y nadie sale herido.
No esperaba en absoluto que hicieran caso a mis demandas, pero tampoco me iba dejar robar por saqueadores, y menos por hombres. El grandullón era el que más me preocupaba, pero ya sabes lo que dicen, "cuanto más grandes mas rápida su caída".
Así que mantuve mi posición y rezaba a los dioses para que mi compañero pudiera acabar con ellos rápidamente en caso de que nos atacaran, no me interesaba la verdad manchar mi vestido con esa escoria.
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Tu respuesta les hace mucha gracia y los dos hombres comienzan a reír a carcajadas, mientras el enorme hombre del garrote intenta seguirle la risa a sus compañeros. No están dispuestos a hacer caso de tus advertencias, parece que no te ves lo suficientemente aterradora como para intimidar a un trío de bandidos. Por otra parte, ellos son tres contando al inmenso guerrero. Aunque tu compañero sea un hábil luchador, no podrá hacerle frente a tres enemigos al mismo tiempo así que te aconsejo que empieces a idear una estrategia para salir de allí: correr, atacar, pedir clemencia… Cualquier cosa.
–No sabes dónde estás, ¿verdad? ¡Por otra parte nosotros somos tres, chica tonta! –Termina rugiendo.
El hombre que respondió a tus advertencias es un tipo de cuarenta años, viste una capa de pieles y es tuerto. Desenfunda su sable y carga hacia ti, te recomiendo que hagas algo, sino tendrás una herida fea. Mientras tienes tu duelo con el cuarentón, tu compañero desenfunda su espada y va directo contra el otro hombre, esquivando el poderoso golpe vertical del garrote del gigante. Bien, tienes tu ventaja al solo tener que luchar contra un único espadachín. ¿Qué harás?
–No sabes dónde estás, ¿verdad? ¡Por otra parte nosotros somos tres, chica tonta! –Termina rugiendo.
El hombre que respondió a tus advertencias es un tipo de cuarenta años, viste una capa de pieles y es tuerto. Desenfunda su sable y carga hacia ti, te recomiendo que hagas algo, sino tendrás una herida fea. Mientras tienes tu duelo con el cuarentón, tu compañero desenfunda su espada y va directo contra el otro hombre, esquivando el poderoso golpe vertical del garrote del gigante. Bien, tienes tu ventaja al solo tener que luchar contra un único espadachín. ¿Qué harás?
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Tal y y como había dicho, mis amenazas no habían hecho el efecto deseado. Ay, y yo que no quería mancharme mi conjunto nuevo con esta inmunda escoria. Pero no quedaba otras que defenderse ante un ataque inminente. Así que agarré con fuerza mi cetro, golpeando con su punta el suelo y colocándome en posición para luchar.
Cuando aquel hombre me dijo que ellos eran tres, solo podía preocuparme, pues mi compañero podría estar en apuros o podría estarlo yo misma, así que no quedaba otra que confiar en sus habilidades, y espero que yo me creyera mi propia capacidad para defenderme.
-Soy tres, pero no creo que suméis más de una neurona -Dije seria hacia aquel bastardo.
Aquel bandido cuarentón cargó contra mi precipitadamente, parecía ansioso por hacerme daño: "Vaya idiota" pensé para mi misma. Por otro lado, mi compañero se encargó de los otros dos, y esperaba la verdad que aguantara lo suficiente hasta que acabara con la otra basura. Era tuerto así que su rango de visión probablemente no fuera muy amplio, necesitaba ataques dispersos...¡ya está !
Me agaché sobre mis rodillas, para de este modo salir disparada a carrera contra mi agresor. A mitad de trayecto lancé mi cetro como si de una lanza se tratara contra aquel bandido. Mientras el cetro o bien le golpeara o bien lo evadiera con su sable u cuerpo, aproveché para dar un salto sobre él e intentar propinarle una patada haciendo una media luna en la cara. Si salía bien podía tirarlo al suelo con un buen golpe, para luego caer en el suelo, recoger mi cetro, dar unos pasos hacia atrás y esperar a ver si reaccionaba unos metros más atrás, segura.
En caso de que evadiera mi golpe con una pierna, caería al suelo y apoyaría mis manos en dicho suelo, para luego hacer le helicóptero con ambas piernas para esta vez para darle en un segundo intento.
Cuando aquel hombre me dijo que ellos eran tres, solo podía preocuparme, pues mi compañero podría estar en apuros o podría estarlo yo misma, así que no quedaba otra que confiar en sus habilidades, y espero que yo me creyera mi propia capacidad para defenderme.
-Soy tres, pero no creo que suméis más de una neurona -Dije seria hacia aquel bastardo.
Aquel bandido cuarentón cargó contra mi precipitadamente, parecía ansioso por hacerme daño: "Vaya idiota" pensé para mi misma. Por otro lado, mi compañero se encargó de los otros dos, y esperaba la verdad que aguantara lo suficiente hasta que acabara con la otra basura. Era tuerto así que su rango de visión probablemente no fuera muy amplio, necesitaba ataques dispersos...¡ya está !
Me agaché sobre mis rodillas, para de este modo salir disparada a carrera contra mi agresor. A mitad de trayecto lancé mi cetro como si de una lanza se tratara contra aquel bandido. Mientras el cetro o bien le golpeara o bien lo evadiera con su sable u cuerpo, aproveché para dar un salto sobre él e intentar propinarle una patada haciendo una media luna en la cara. Si salía bien podía tirarlo al suelo con un buen golpe, para luego caer en el suelo, recoger mi cetro, dar unos pasos hacia atrás y esperar a ver si reaccionaba unos metros más atrás, segura.
En caso de que evadiera mi golpe con una pierna, caería al suelo y apoyaría mis manos en dicho suelo, para luego hacer le helicóptero con ambas piernas para esta vez para darle en un segundo intento.
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Escuchas el metálico sonido que se produce tras el choque de espadas de tu compañero con el otro bandido y luego un profundo gruñido por parte del semigigante, quien blande su garrote produciendo un golpe vertical que termina golpeando el suelo, levantando una nube de polvo. Parece que lo tiene todo controlado, así puedes concentrarte únicamente en tu pelea sin necesidad de preocuparte por el cazador. En tu mente todo resulta bien, solo que cuando lo plasmas a la realidad tienes ciertos fallos que debiste haber imaginado.
Lanzas tu cetro hacia delante, el cual es esquivado fácilmente por el bandido quien únicamente se corrió hacia un lado. Y ahora es cuando tu movimiento falla: no logras saltar al hombre (recibes penalización). Tu salto no supera más que unos cuantos centímetros y tus atributos físicos te juegan en contra, dándole a un enemigo una oportunidad para contraatacar. Mientras estás en el aire, el bandido te golpea con la empuñadura de su espada, causando un profundo dolor en tu estómago haciendo que cayeras directamente al suelo. Escupes una mezcla de saliva con sangre.
–¿Se supone que debo tenerte miedo? –Se mofa de ti, acercándose lentamente como si estuviera disfrutando esto.
El hombre se acerca lentamente así que aún tienes tiempo de realizar varias acciones, dependiendo de cómo las realices. Esto lo dejo a tu imaginación, pero por muy lento que avance el sujeto no quiere decir que tengas todo el tiempo del mundo. Considera bien tus límites físicos y procura hacer una buena estrategia, la verdadera diferencia que hay entre tu enemigo y tú es la inteligencia puesto que ambos parecen estar equiparados a nivel de habilidades físicas.
Lanzas tu cetro hacia delante, el cual es esquivado fácilmente por el bandido quien únicamente se corrió hacia un lado. Y ahora es cuando tu movimiento falla: no logras saltar al hombre (recibes penalización). Tu salto no supera más que unos cuantos centímetros y tus atributos físicos te juegan en contra, dándole a un enemigo una oportunidad para contraatacar. Mientras estás en el aire, el bandido te golpea con la empuñadura de su espada, causando un profundo dolor en tu estómago haciendo que cayeras directamente al suelo. Escupes una mezcla de saliva con sangre.
–¿Se supone que debo tenerte miedo? –Se mofa de ti, acercándose lentamente como si estuviera disfrutando esto.
El hombre se acerca lentamente así que aún tienes tiempo de realizar varias acciones, dependiendo de cómo las realices. Esto lo dejo a tu imaginación, pero por muy lento que avance el sujeto no quiere decir que tengas todo el tiempo del mundo. Considera bien tus límites físicos y procura hacer una buena estrategia, la verdadera diferencia que hay entre tu enemigo y tú es la inteligencia puesto que ambos parecen estar equiparados a nivel de habilidades físicas.
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No solo había recibido un golpe, sino que el que me lo propició era un hombre...patético. Aparte de sentirme frustrada conmigo misma por aquel considerable fallo por mi parte, solo pude mirar con asco a aquel ser.
Pasé mi mano por la boca para limpiarme los restos de saliva con sangre y me quedé mirando mi mano. El bandido iba a pagar caro el haberme ni siquiera tocado, pues ahora, se acercaba a mi, casi risueño ante la posibilidad de que pudiera volver a golpearme...esperaba poder evitar un nuevo golpe.
Observé donde había caído mi cetro, pues el rechazo del bandido había provocado que cayera al suelo, e intenté localizarlo por si tenía que acercarme a él y cogerlo para golpear al bandido, ahora estaba desarmada, pero eso no impedía que pudiera usar mis piernas para pelear.
Volví la vista hacia aquel bandido para empezar, o al menos intentar ganar algo de tiempo :
-¿Así que te estás divirtiendo?-Dije mientras estaba en el suelo. Disimuladamente cogí un poco de nieve con la palma de mi mano, la cual estaba posada sobre la nieve debido al anterior golpe, siendo tapada por mi torso. Tenía poco tiempo y lo sabía, así que procedí.
-¿Sabes que es de mala educación pegar a una mujer?
Rápidamente al ver a mi enemigo lo suficientemente cerca (unos dos metros) le tiraría la nieve que había cogido con mi mano y se la lanzaría a la cara, concreta mente hacia los ojos, a modo de confusión para lograr el tiempo suficiente de darle una patada en la entrepierna y salir corriendo a por mi cetro.
Pasé mi mano por la boca para limpiarme los restos de saliva con sangre y me quedé mirando mi mano. El bandido iba a pagar caro el haberme ni siquiera tocado, pues ahora, se acercaba a mi, casi risueño ante la posibilidad de que pudiera volver a golpearme...esperaba poder evitar un nuevo golpe.
Observé donde había caído mi cetro, pues el rechazo del bandido había provocado que cayera al suelo, e intenté localizarlo por si tenía que acercarme a él y cogerlo para golpear al bandido, ahora estaba desarmada, pero eso no impedía que pudiera usar mis piernas para pelear.
Volví la vista hacia aquel bandido para empezar, o al menos intentar ganar algo de tiempo :
-¿Así que te estás divirtiendo?-Dije mientras estaba en el suelo. Disimuladamente cogí un poco de nieve con la palma de mi mano, la cual estaba posada sobre la nieve debido al anterior golpe, siendo tapada por mi torso. Tenía poco tiempo y lo sabía, así que procedí.
-¿Sabes que es de mala educación pegar a una mujer?
Rápidamente al ver a mi enemigo lo suficientemente cerca (unos dos metros) le tiraría la nieve que había cogido con mi mano y se la lanzaría a la cara, concreta mente hacia los ojos, a modo de confusión para lograr el tiempo suficiente de darle una patada en la entrepierna y salir corriendo a por mi cetro.
Katharina von Steinhell
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fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
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Intelecto
Agudeza
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Akuma no mi
Varios
Tu truco de lanzarle nieve funciona durante unos segundos, haciendo que el hombre se cubra el rostro con su antebrazo disponible. Te levantas rápidamente y le propinas una leve patada en su zona íntima, provocando que tu enemigo suelte un grito y caiga al suelo. Parece doler mucho, vaya. Corres hacia tu cetro y lo coges, estando armada nuevamente. Las cosas parecieron salir bien, pero debes estar consciente de tu alrededor porque nadie dijo que esto sería una batalla uno contra uno, sino dos contra tres.
Tu compañero está demasiado ocupado con el semigigante para detener los movimientos del otro bandido, quien corre directamente hacia ti. Este está de espaldas a ti, y de no ser por un pequeño grito que suelta ya estarías en el suelo. ¿Debes voltearte y recibir el impacto? ¿Simplemente esquivarlo? Eso lo decides tú, pero te recomiendo que hagas algo luego. Tienes tu cetro, recuerda; puedes defenderte con él. Ah, cierto. No te olvides del otro bandido y encárgate de él también, una pequeña sugerencia.
Tu compañero está demasiado ocupado con el semigigante para detener los movimientos del otro bandido, quien corre directamente hacia ti. Este está de espaldas a ti, y de no ser por un pequeño grito que suelta ya estarías en el suelo. ¿Debes voltearte y recibir el impacto? ¿Simplemente esquivarlo? Eso lo decides tú, pero te recomiendo que hagas algo luego. Tienes tu cetro, recuerda; puedes defenderte con él. Ah, cierto. No te olvides del otro bandido y encárgate de él también, una pequeña sugerencia.
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