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Jish
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Akuma no mi
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La desorientación no se parecía a nada que hubiese sentido antes. Caí de rodillas al mismo que lanzaba un grito mudo de furia. Durante un instante sentí como la superficie del suelo se hundía levemente bajo mi peso y como mi mente se desgarraba por dentro.
La opresiva sensación continuó y continuó. Temblando, apreté los puños, me concentré en ellos y forcé a mi cuerpo a obedecer mis órdenes. Con un gruñido, me sacudí la cabeza para tratar de librarme de aquella brujería y me puse en pie tratando de aguantar estoicamente.
Cuando recobré la lucidez, efectivamente me encontraba de pie sobre la cubierta. Ya no había rastro alguno de magia y todos parecían actuar como si jamás hubiera ocurrido un duelo en la cubierta.
-Tú ve a por un cubo con agua. – escuche al capitán, el cual ahora iba acompañado del polizón. - Si va a viajar con nosotros, al menos tendrá que lavarse un poco.
- En seguida- respondí, sorprendido de que mi voz había enronquecido, también descubrí que no tenía ánimo para protestar. Experimenté una punzada de enojo y, sorprendentemente, mi mente se aclaró un poco. Dirigí una última mirada cargada de odio hacia el capitán y el harapiento polizón antes de dar media vuelta sobre mis pasos en busca del agua. Había sido manipulado.
La opresiva sensación continuó y continuó. Temblando, apreté los puños, me concentré en ellos y forcé a mi cuerpo a obedecer mis órdenes. Con un gruñido, me sacudí la cabeza para tratar de librarme de aquella brujería y me puse en pie tratando de aguantar estoicamente.
Cuando recobré la lucidez, efectivamente me encontraba de pie sobre la cubierta. Ya no había rastro alguno de magia y todos parecían actuar como si jamás hubiera ocurrido un duelo en la cubierta.
-Tú ve a por un cubo con agua. – escuche al capitán, el cual ahora iba acompañado del polizón. - Si va a viajar con nosotros, al menos tendrá que lavarse un poco.
- En seguida- respondí, sorprendido de que mi voz había enronquecido, también descubrí que no tenía ánimo para protestar. Experimenté una punzada de enojo y, sorprendentemente, mi mente se aclaró un poco. Dirigí una última mirada cargada de odio hacia el capitán y el harapiento polizón antes de dar media vuelta sobre mis pasos en busca del agua. Había sido manipulado.
Dharkel Asrai Nymraif
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Akuma no mi
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Para mi sorpresa, el filo de la espada no rebanó mi carne. Cuando me quise dar cuenta, varios miembros de la tripulación yacían en el suelo, inconscientes, mientras que otros tantos parecían estar desorientados. ¿Qué acababa de pasar? No entendía nada. ¿Acaso yo había sido el causante de todo aquello? No, no podía ser. Algo más tenía que haber pasado.
Syxel se puso frente a mí, dejando caer su arma y tendiéndome la mano, con una sonrisa en el rostro. Quizás, después de todo, había superado su absurda prueba, la cual todavía no podía comprender.
Intenté pronunciar palabra, mas estas se ahogaron inútilmente. A pesar de ello parecía que el hombre me había entendido. O al menos esa había sido mi impresión. Le di la mano e intenté ponerme en pie una vez más, pero fui incapaz de realizar tal hazaña. Había forzado demasiado mi cuerpo. Me “arrastró” hasta el mástil más cercano, dejándome apoyado con una delicadeza que no se había dignado a mostrar hasta ahora y empezó a comandar a su tripulación.
“¿Viajar con esta gente? ¿Recluta? No lo creo…” – medité. No me habían dado razones para ello. No obstante, sí que era cierto que necesitaba de su ayuda para llegar al siguiente puerto, a ser posible uno en el que no me quisiesen preso, muerto o cocinado.
Por lo poco que pude escuchar, la mayoría de los allí presentes tampoco sabía que acaba de pasar. Todos salvo ese hombre. ¿Quién era? Quizás había sido él mismo el que ocasionó la avalancha de caídos para salvarme. Quizás después de todo sería una buena persona. Quizás… Pero no podía estar seguro de nada. El comportamiento de aquellas personas era errático, o esa era la percepción que tenía de ellas.
La bestia que me había descubierto y, por consiguiente, había sido el creador del altercado, dejó frente a mí un par de fuentes de comida. Las miré fijamente, especialmente la que llevaba carne sobre ella y la aparté ligeramente con el pie. No sabía su procedencia y no tenía ninguna intención de comer carne humana, no otra vez… La segunda simplemente me limité a observarla, hambriento, pero sin hacer el más mínimo de amago de ir hacia ella. No terminaba de fiarme de aquella gente. Quizás todo era un ardid para ganarse mi confianza y continuar con el ridículo espectáculo después.
Minutos más tarde otro miembro de la tripulación se acercó y dejó un cubo de a mi lado. Arranqué parte de la capa y la sumergí en el agua. Después me limpié la cara con ella, aunque en vano, pues los pequeños cortes que me había ocasionado el cristal no cejaban en su empeño por continuar sangrando. Al menos el vómito se había ido parcialmente.
Syxel se puso frente a mí, dejando caer su arma y tendiéndome la mano, con una sonrisa en el rostro. Quizás, después de todo, había superado su absurda prueba, la cual todavía no podía comprender.
Intenté pronunciar palabra, mas estas se ahogaron inútilmente. A pesar de ello parecía que el hombre me había entendido. O al menos esa había sido mi impresión. Le di la mano e intenté ponerme en pie una vez más, pero fui incapaz de realizar tal hazaña. Había forzado demasiado mi cuerpo. Me “arrastró” hasta el mástil más cercano, dejándome apoyado con una delicadeza que no se había dignado a mostrar hasta ahora y empezó a comandar a su tripulación.
“¿Viajar con esta gente? ¿Recluta? No lo creo…” – medité. No me habían dado razones para ello. No obstante, sí que era cierto que necesitaba de su ayuda para llegar al siguiente puerto, a ser posible uno en el que no me quisiesen preso, muerto o cocinado.
Por lo poco que pude escuchar, la mayoría de los allí presentes tampoco sabía que acaba de pasar. Todos salvo ese hombre. ¿Quién era? Quizás había sido él mismo el que ocasionó la avalancha de caídos para salvarme. Quizás después de todo sería una buena persona. Quizás… Pero no podía estar seguro de nada. El comportamiento de aquellas personas era errático, o esa era la percepción que tenía de ellas.
La bestia que me había descubierto y, por consiguiente, había sido el creador del altercado, dejó frente a mí un par de fuentes de comida. Las miré fijamente, especialmente la que llevaba carne sobre ella y la aparté ligeramente con el pie. No sabía su procedencia y no tenía ninguna intención de comer carne humana, no otra vez… La segunda simplemente me limité a observarla, hambriento, pero sin hacer el más mínimo de amago de ir hacia ella. No terminaba de fiarme de aquella gente. Quizás todo era un ardid para ganarse mi confianza y continuar con el ridículo espectáculo después.
Minutos más tarde otro miembro de la tripulación se acercó y dejó un cubo de a mi lado. Arranqué parte de la capa y la sumergí en el agua. Después me limpié la cara con ella, aunque en vano, pues los pequeños cortes que me había ocasionado el cristal no cejaban en su empeño por continuar sangrando. Al menos el vómito se había ido parcialmente.
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Contemplé como Dharkel, nuestro ahora inestimable polizón, se aseaba. Pese a encontrarse al límite de sus fuerzas aún conservaba la desconfianza suficiente para no apartar la mirada de cada una de las personas que se acercaba por su lado. Por un momento había estado tentado de llenar el cubo con agua salada, aunque eso habría empeorado mi situación abordo, pero habría sido una agradable distracción mientras esperábamos nuestra ración de comida. La delgada línea que separaba la impertinencia del amotinamiento a veces era tan difusa…
El mendigo había ganado la simpatía del capitán, sin embargo, eso no cambiaba el hecho de que se encontraba en un navío hostil rodeado de individuos sobre los que no despertaba ningún tipo de aprecio. Pasarían varios días antes de volver a poner un pie en tierra y Syxel no podría actuar de niñera eternamente.
Balagus continuaba repartiendo las raciones entre la tripulación, con su ya habitual gentil rostro. Si no le conociera diría que disfrutaba reduciendo las raciones de la tripulación con la esperanza de escuchar alguna queja y poder imponer su hachacracia.
Esperé pacientemente mi turno, hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para poder escuchar mis palabras. No me arriesgué a provocar su ira por lo que no hice mención al contenido de mi plato, el cual tenía menos cantidad incluso que el de los reclutas mas recientes.
- Bueno, la vida es arriesgada, ¿Verdad? - dije mientras me inclinaba para recoger mi plato- En el mar se producen accidentes, nadie que tenga la más mínima sensatez se los creería, aunque fueran verdad. Por eso tenemos que ser inteligentes- sentencié.
El semigigante estudió mis palabras durante unos segundos antes de darme una respuesta.
El mendigo había ganado la simpatía del capitán, sin embargo, eso no cambiaba el hecho de que se encontraba en un navío hostil rodeado de individuos sobre los que no despertaba ningún tipo de aprecio. Pasarían varios días antes de volver a poner un pie en tierra y Syxel no podría actuar de niñera eternamente.
Balagus continuaba repartiendo las raciones entre la tripulación, con su ya habitual gentil rostro. Si no le conociera diría que disfrutaba reduciendo las raciones de la tripulación con la esperanza de escuchar alguna queja y poder imponer su hachacracia.
Esperé pacientemente mi turno, hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para poder escuchar mis palabras. No me arriesgué a provocar su ira por lo que no hice mención al contenido de mi plato, el cual tenía menos cantidad incluso que el de los reclutas mas recientes.
- Bueno, la vida es arriesgada, ¿Verdad? - dije mientras me inclinaba para recoger mi plato- En el mar se producen accidentes, nadie que tenga la más mínima sensatez se los creería, aunque fueran verdad. Por eso tenemos que ser inteligentes- sentencié.
El semigigante estudió mis palabras durante unos segundos antes de darme una respuesta.
Syxel
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Después de dejar a Dharkel junto al mástil y dar unas cuantas instrucciones, me separé del resto y me dirigí de nuevo a mi camarote. Una vez allí busqué entre el equipaje, aún sin deshacer, la bolsa que siempre llevaba encima con mis útiles de medicina. Saqué de esta una pequeña botella con alcohol y unas cuantas gasas. Me disponía a salir de nuevo, pero me detuve al llegar a la puerta. Volví sobre mis pasos hasta el pequeño armario y tomé también una nueva botella que sustituyese la que había perdido en el incidente y un par de vasos.
De nuevo en cubierta fui dirigiendo una mirada a cada uno de mis compañeros mientras me acercaba al centro. Algunos de los miembros de la tripulación se encontraban despiertos de nuevo, Taito se estaba encargando de ellos por lo que pude ver. Balagus habría preparado una considerable cantidad de comida en un tiempo record, lo cual era de agradecer. Y pude ver que Dharkel se estaba lavando, así que supuse que Jish también había hecho su parte. Por otro lado, estaba claro que esperaban alguna explicación, pues la mayoría me clavaban la mirada esperando que hablase.
- Está bien, escuchadme - comencé captando su atención en voz alta. - Lo que ha ocurrido aquí resulta difícil de explicar, y es algo tan especial que no pienso manchar un momento como este con palabras grandilocuentes ni un discurso banal. Creí ver algo en él, y he hecho lo que he hecho para asegurarme de que estaba en lo cierto. Lo único que debéis saber, es que este hombre posee un poder muy poco común en el mundo - hice una breve pausa mientras me paseaba por la cubierta, tratando de elegir las palabras adecuadas. - Su voluntad de vivir es increíble, y no seré yo quien se la arrebate. Dicho esto, y si nadie tiene nada más que añadir, comed, bebed y volved al trabajo. Nos espera un largo viaje y este barco no se va a tripular solo.
Habiendo tranquilizado a la mayoría me dirigí a Dharkel y me senté frente a él. Le ofrecí el alcohol y las gasas para que terminase de limpiarse las heridas. Aunque teniendo en cuenta que la botella que accidentalmente le había provocado esos cortes también contenía alcohol, me atrevería a decir que las heridas ya estaban desinfectadas.
- Espero que no me guardes rencor por todo esto - me excusé. Luego abrí la botella de ron y rellené los dos vasos, pasándole uno a él. Tomó el vaso, aunque no muy convencido. Y me fijé en que no había tocado aún la comida. - Puedes estar tranquilo, es cerdo - señalé a la fuente con carne. - Aunque te cueste creerlo, nunca hemos comido carne humana en este barco. - Me serví yo mismo una ración de carne y comencé a comer, esperando que mis palabras le hubiesen tranquilizado. - El lugar al que nos dirigimos se encuentra bastante lejos de aquí, y pasará un tiempo hasta que volvamos a parar en algún puerto. Pero puedes viajar con nosotros hasta entonces, si es lo que deseas - me detuve un instante para dar un trago a mi vaso. - Quién sabe, igual para entonces quieres seguir con nosotros. Me vendría bien alguien como tú a bordo, y con el tiempo se les acaba cogiendo hasta cierto cariño.
De nuevo en cubierta fui dirigiendo una mirada a cada uno de mis compañeros mientras me acercaba al centro. Algunos de los miembros de la tripulación se encontraban despiertos de nuevo, Taito se estaba encargando de ellos por lo que pude ver. Balagus habría preparado una considerable cantidad de comida en un tiempo record, lo cual era de agradecer. Y pude ver que Dharkel se estaba lavando, así que supuse que Jish también había hecho su parte. Por otro lado, estaba claro que esperaban alguna explicación, pues la mayoría me clavaban la mirada esperando que hablase.
- Está bien, escuchadme - comencé captando su atención en voz alta. - Lo que ha ocurrido aquí resulta difícil de explicar, y es algo tan especial que no pienso manchar un momento como este con palabras grandilocuentes ni un discurso banal. Creí ver algo en él, y he hecho lo que he hecho para asegurarme de que estaba en lo cierto. Lo único que debéis saber, es que este hombre posee un poder muy poco común en el mundo - hice una breve pausa mientras me paseaba por la cubierta, tratando de elegir las palabras adecuadas. - Su voluntad de vivir es increíble, y no seré yo quien se la arrebate. Dicho esto, y si nadie tiene nada más que añadir, comed, bebed y volved al trabajo. Nos espera un largo viaje y este barco no se va a tripular solo.
Habiendo tranquilizado a la mayoría me dirigí a Dharkel y me senté frente a él. Le ofrecí el alcohol y las gasas para que terminase de limpiarse las heridas. Aunque teniendo en cuenta que la botella que accidentalmente le había provocado esos cortes también contenía alcohol, me atrevería a decir que las heridas ya estaban desinfectadas.
- Espero que no me guardes rencor por todo esto - me excusé. Luego abrí la botella de ron y rellené los dos vasos, pasándole uno a él. Tomó el vaso, aunque no muy convencido. Y me fijé en que no había tocado aún la comida. - Puedes estar tranquilo, es cerdo - señalé a la fuente con carne. - Aunque te cueste creerlo, nunca hemos comido carne humana en este barco. - Me serví yo mismo una ración de carne y comencé a comer, esperando que mis palabras le hubiesen tranquilizado. - El lugar al que nos dirigimos se encuentra bastante lejos de aquí, y pasará un tiempo hasta que volvamos a parar en algún puerto. Pero puedes viajar con nosotros hasta entonces, si es lo que deseas - me detuve un instante para dar un trago a mi vaso. - Quién sabe, igual para entonces quieres seguir con nosotros. Me vendría bien alguien como tú a bordo, y con el tiempo se les acaba cogiendo hasta cierto cariño.
Balagus
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La situación en cubierta pareció regresar a la normalidad a su propio: los reclutas inconscientes recuperaban el sentido, ayudados por Taito, y los que ya estaban levantados comenzaron a servirse de las raciones que había traído. Su rápido descenso, si bien no gracias al desconfiado recién llegado, clamaba por una nueva incursión a las despensas y el posterior paso por los fogones.
El capitán, que al parecer había abandonado también la cubierta a por suministros médicos, finalmente se dignó a responder a las muchas e inquisitivas miradas sobre él con uno de sus rápidos y sencillos discursos, que igualmente sentí demasiado adornado y largo. Aunque su explicación resultó tan convincente como el resto de las que yo ya tenía oídas del pasado, yo no podía dejar de diferir en las maneras que tenía de probar la valía los desconocidos y la confianza que se podía depositar en ellos. De cualquier forma, sus métodos habían funcionado hasta ahora, y yo los seguiría defendiendo y apoyando hasta que fallaran.
Recogido unas cuantas piezas de la fuente de comida, Jish se me aproximó con más sutileza de la que acostumbraba. O mejor dicho, con aquella que comúnmente gastaba cuando deseaba estar lo más alejado posible del centro de atención de la sala. Resultaba irónico esgrimir tal objetivo tan cerca del miembro de mayor tamaño y musculatura de la tripulación.
Su palabrería me dejó, como era habitual, algo confuso en un primer momento. No obstante, me limité a mirarle con mi acostumbrado gesto severo durante unos segundos mientras desgranaba semejante sarta de revueltas lingüísticas. Cuando finalmente me hice una idea de lo que, aparentemente, pretendía insinuar, le devolví una media sonrisa, extrañamente inquietante si se tenía en cuenta mi peculiar mandíbula, y le quité de un rápido manotazo parte de la comida del plato. Exactamente, dos chuletas.
Aunque de tamaño considerable para los humanos corrientes, aquellas piezas de carne apenas eran un pequeño aperitivo para mí. Sin importarme lo más mínimo las costillas y los huesos adheridos a ellas, me las eché a la boca y empecé a masticarlas sin disimular en absoluto los chasquidos y crujidos de las estructuras óseas al ceder ante mis poderosas muelas.
- Tienes razón, Jish. -Contesté cuando hube tragado suficiente.- A veces ocurren accidentes. Deberías tener cuidado con tu comida: dicen que las gaviotas se llevan todo lo que pescan.
Con una breve carcajada, me levanté de la cubierta y di una pequeña palmada en la espalda del humano, suficiente como para que se inclinase rápidamente sobre el suelo. Sonriendo, y casi habiendo olvidado por completo que estábamos en alta mar, retorné a la bodega de carga y salí con tres grandes peces, una bolsa de vegetales variados para un total de tres ensaladas grandes, una conserva de espárragos trigueros, champiñones, dos botes de salsa de tomate y otra bolsa de frutas variadas. Recorrí el camino hacia las cocinas y me crují el cuello y los hombros, dejando los distintos ingredientes en derredor según pude. Tenía trabajo por hacer. Y me gustaba mantener la mente ocupada trabajando.
El capitán, que al parecer había abandonado también la cubierta a por suministros médicos, finalmente se dignó a responder a las muchas e inquisitivas miradas sobre él con uno de sus rápidos y sencillos discursos, que igualmente sentí demasiado adornado y largo. Aunque su explicación resultó tan convincente como el resto de las que yo ya tenía oídas del pasado, yo no podía dejar de diferir en las maneras que tenía de probar la valía los desconocidos y la confianza que se podía depositar en ellos. De cualquier forma, sus métodos habían funcionado hasta ahora, y yo los seguiría defendiendo y apoyando hasta que fallaran.
Recogido unas cuantas piezas de la fuente de comida, Jish se me aproximó con más sutileza de la que acostumbraba. O mejor dicho, con aquella que comúnmente gastaba cuando deseaba estar lo más alejado posible del centro de atención de la sala. Resultaba irónico esgrimir tal objetivo tan cerca del miembro de mayor tamaño y musculatura de la tripulación.
Su palabrería me dejó, como era habitual, algo confuso en un primer momento. No obstante, me limité a mirarle con mi acostumbrado gesto severo durante unos segundos mientras desgranaba semejante sarta de revueltas lingüísticas. Cuando finalmente me hice una idea de lo que, aparentemente, pretendía insinuar, le devolví una media sonrisa, extrañamente inquietante si se tenía en cuenta mi peculiar mandíbula, y le quité de un rápido manotazo parte de la comida del plato. Exactamente, dos chuletas.
Aunque de tamaño considerable para los humanos corrientes, aquellas piezas de carne apenas eran un pequeño aperitivo para mí. Sin importarme lo más mínimo las costillas y los huesos adheridos a ellas, me las eché a la boca y empecé a masticarlas sin disimular en absoluto los chasquidos y crujidos de las estructuras óseas al ceder ante mis poderosas muelas.
- Tienes razón, Jish. -Contesté cuando hube tragado suficiente.- A veces ocurren accidentes. Deberías tener cuidado con tu comida: dicen que las gaviotas se llevan todo lo que pescan.
Con una breve carcajada, me levanté de la cubierta y di una pequeña palmada en la espalda del humano, suficiente como para que se inclinase rápidamente sobre el suelo. Sonriendo, y casi habiendo olvidado por completo que estábamos en alta mar, retorné a la bodega de carga y salí con tres grandes peces, una bolsa de vegetales variados para un total de tres ensaladas grandes, una conserva de espárragos trigueros, champiñones, dos botes de salsa de tomate y otra bolsa de frutas variadas. Recorrí el camino hacia las cocinas y me crují el cuello y los hombros, dejando los distintos ingredientes en derredor según pude. Tenía trabajo por hacer. Y me gustaba mantener la mente ocupada trabajando.
Airok Bonny
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Una vez Syxel terminó de dar sus instrucciones, me llevó a una zona un tanto más apartada para contestarme.
-- Eso que acabas de presenciar, es el Haki del Rey, lo que yo también desperté en su momento. -- Aún así, seguía sin convencerme que el trato que se le daba estuviera justificado.
-- Sigo sin saber cómo coño se ha colado el vagabundo -- Dije con desidia
-- Se llama Dharkel, y te agradecería que fueras un poco más amable con los invitados -- Tras una sonrisa y un golpecito en mi sombrero, dió media vuelta y se dirigió a su camarote.
Manteniendo la calma me aparté un poco y me apoyé en la barandilla mirando al mar y al nuevo pasajero, simplemente pensando y tratando de encontrar la manera de interrogar al tal Dharkel sin ponerme a Syxel en mi contra, o sin que el resto de la tripulación creyese que estaba desobedeciendo a su capitán. Ahora era nuestro invitado y había que tratarlo como tal, pero no era un secreto que mis dotes sociales no eran una de mis cualidades así que tendría muy complicado sacarle información por mi cuenta.
Estuve allí un buen rato, observando cómo se desarrollaba la vuelta a la normalidad, como si todo el mundo una vez despierto y con los estómagos llenos ya no les importase que un tipo cualquiera, por mucho haki que tuviera, se había colado en nuestro barco sin ser visto... y me seguía escamando "Si éste pudo haberlo hecho, así de hecho polvo como está, podría hacerlo cualquiera en mejores condiciones... Es mi deber evitar una emboscada desde dentro"
Syxel salió de pronto de su camarote y dio un suculento discurso, como siempre, para calmar los ánimos de quienes aún los tuviesen un poco tensos y se dirigió a Dharkel para comer a su lado, ya que aquel desdichado no había probado bocado, tal vez creyendo que se la íbamos a jugar.
Estaba claro que en ese mismo momento no podría resolver nada, así que me dirigí a comer algo yo también en la segunda tanda de comida que Balagus servía. Teníamos un largo viaje por delante, el próximo puerto estaba bastante lejos y tendría varias semanas para tener la oportunidad de sacarle información a aquel chaval. Era muy probable que Syxel supiese que no me iba a quedar con los brazos cruzados mientras tuviera preguntas sin resolver por lo que sabía que era cuestión de tiempo hasta que viniera a hablar conmigo "detenidamente" o hacer cualquier cosa para quitarme la idea de la cabeza.
Una vez tuve mi plato, me dirigí a mi camarote apartándome de todo hasta que tuviera algo que hacer y reanudásemos la marcha.
-- Eso que acabas de presenciar, es el Haki del Rey, lo que yo también desperté en su momento. -- Aún así, seguía sin convencerme que el trato que se le daba estuviera justificado.
-- Sigo sin saber cómo coño se ha colado el vagabundo -- Dije con desidia
-- Se llama Dharkel, y te agradecería que fueras un poco más amable con los invitados -- Tras una sonrisa y un golpecito en mi sombrero, dió media vuelta y se dirigió a su camarote.
Manteniendo la calma me aparté un poco y me apoyé en la barandilla mirando al mar y al nuevo pasajero, simplemente pensando y tratando de encontrar la manera de interrogar al tal Dharkel sin ponerme a Syxel en mi contra, o sin que el resto de la tripulación creyese que estaba desobedeciendo a su capitán. Ahora era nuestro invitado y había que tratarlo como tal, pero no era un secreto que mis dotes sociales no eran una de mis cualidades así que tendría muy complicado sacarle información por mi cuenta.
Estuve allí un buen rato, observando cómo se desarrollaba la vuelta a la normalidad, como si todo el mundo una vez despierto y con los estómagos llenos ya no les importase que un tipo cualquiera, por mucho haki que tuviera, se había colado en nuestro barco sin ser visto... y me seguía escamando "Si éste pudo haberlo hecho, así de hecho polvo como está, podría hacerlo cualquiera en mejores condiciones... Es mi deber evitar una emboscada desde dentro"
Syxel salió de pronto de su camarote y dio un suculento discurso, como siempre, para calmar los ánimos de quienes aún los tuviesen un poco tensos y se dirigió a Dharkel para comer a su lado, ya que aquel desdichado no había probado bocado, tal vez creyendo que se la íbamos a jugar.
Estaba claro que en ese mismo momento no podría resolver nada, así que me dirigí a comer algo yo también en la segunda tanda de comida que Balagus servía. Teníamos un largo viaje por delante, el próximo puerto estaba bastante lejos y tendría varias semanas para tener la oportunidad de sacarle información a aquel chaval. Era muy probable que Syxel supiese que no me iba a quedar con los brazos cruzados mientras tuviera preguntas sin resolver por lo que sabía que era cuestión de tiempo hasta que viniera a hablar conmigo "detenidamente" o hacer cualquier cosa para quitarme la idea de la cabeza.
Una vez tuve mi plato, me dirigí a mi camarote apartándome de todo hasta que tuviera algo que hacer y reanudásemos la marcha.
Aridam H. Taito
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- ¿Y qué se supone que estabas haciendo tú? - Le pregunté al Gyojin con cara de escepticismo.
- Nada interesante. - Me respondió tajante mientras se estiraba de forma perezosa. Tras un largo bostezo se cruzó de brazos y me dirigió una mirada molesta, como si lidiar conmigo fuera lo más aburrido del mundo. - Simplemente quería pasar un rato en el mar. - Ante esta declaración solo pude poner cara de irritación máxima.
- El Capitán monta una pelea y mientras tanto no se te ve el pelo. Eso parece impropio de ti, que siempre andas buscando camorra, ¿y pretendes que me crea que te fuiste simplemente a dar un chapuzón? - Continué presionando, mi tono cada vez más hostil.
- Escucha, capullo... - Frunciendo el ceño el tritón me miró a los ojos de forma prepotente. A pesar de ser más bajito que yo, no parecía intimidado en absoluto. - Lo que haga o deje de hacer no es asunto tuyo. Aunque por alguna razón Syxel decidiera adjuntarte a nuestra tripulación como aliado, sigues siendo un extraño para todos, un recién llegado, un novato. Así que tenlo presente y que no se te suban los humos, aquí eres el que menos derecho tiene a meterse en la vida de los demás. - Tras decir esto pasó tranquilamente caminando por mi lado, como si no supusiera una amenaza para él, y solo se detuvo un momento a añadir: - Y sí, simplemente me fui a dar un chapuzón.
Enervado, me giré con ganas de soltarle un puñetazo y bajarle de su imaginario pedestal, pero algo en su forma de moverse me hizo contenerme. No supe lo que era, pero parecía demasiado confiado, demasiado vulnerable, como si me estuviera provocando a que diera el primer golpe... Y sin embargo también apestaba más a trampa que la espalda de Balagus tras la arrojada del polizón. Estaba convencido de que de alguna forma jugaría sucio, y me tuve que tragar mi orgullo por el momento. Se la guardaría, ya podría saldar cuentas con él en otra ocasión. Además, por mucho que me doliera tenía razón, allí yo era un simple visitante, no era el más apropiado para lidiar con él y su misterio... Pero eso no quería decir que no tuviera que estar alerta. El riego de motín era algo muy real en una tripulación como aquella, cuya confianza entre unos y otros estaba muy cogida con pinzas. Ya avisaría a Syxel más tarde para que se anduviera con ojo.
Hablando del mismo, el peligris salió de su camarote cargado de cosas y dio una pequeña y ambigua explicación de por qué no debíamos tirar al intruso por la borda. Seguía sin conocer su nombre o cómo se había colado en el barco, pero en su estado no podía considerarlo una amenaza, por lo que me di por vencido y decidí darle el beneficio de la duda. Además, ver tanta comida de repente hizo que me entrara el apetito también, para qué negarlo.
Mientras disfrutaba de la deliciosa carne que conseguí rescatar antes de que Noah rematara las sobras, me puse a observar al resto de mis "compañeros." Airok se fue a su camarote, Syxel hablaba con el nuevo, el cual a su vez parecía haber tomado cierta confianza con él (si bien sólo con él), y Jish se acercó a Balagus solo para ser recordado que eso no solía ser buena idea. Las dos chuletas que el semigigante le arrebató al moreno fueron testigos de ello. La risotada del grandullón empezó a ser contagiosa, y pronto toda la tripulación estaba riendo entre comida y bebida, como si aquel incidente no hubiera ocurrido nunca. Yo mismo esbocé una sonrisa mientras me llevaba un pedazo de pan a la boca, pensando que después de todo y aunque estuviera cogida con pinzas, seguía siendo una tripulación de personas que confiaban las unas en las otras.
Poco después Noah y Syxel tendrían una pequeña charla, y el tritón haría ciertas correcciones al rumbo del barco para dirigirnos a nuestro próximo destino. Suspirando, me retiré al castillo de popa y me puse a hacer flexiones, aprovechando que no había nadie cerca para molestar mi rutina de ejercicios, pensando en qué clase de líos y aventuras nos veríamos envueltos en el futuro.
- Nada interesante. - Me respondió tajante mientras se estiraba de forma perezosa. Tras un largo bostezo se cruzó de brazos y me dirigió una mirada molesta, como si lidiar conmigo fuera lo más aburrido del mundo. - Simplemente quería pasar un rato en el mar. - Ante esta declaración solo pude poner cara de irritación máxima.
- El Capitán monta una pelea y mientras tanto no se te ve el pelo. Eso parece impropio de ti, que siempre andas buscando camorra, ¿y pretendes que me crea que te fuiste simplemente a dar un chapuzón? - Continué presionando, mi tono cada vez más hostil.
- Escucha, capullo... - Frunciendo el ceño el tritón me miró a los ojos de forma prepotente. A pesar de ser más bajito que yo, no parecía intimidado en absoluto. - Lo que haga o deje de hacer no es asunto tuyo. Aunque por alguna razón Syxel decidiera adjuntarte a nuestra tripulación como aliado, sigues siendo un extraño para todos, un recién llegado, un novato. Así que tenlo presente y que no se te suban los humos, aquí eres el que menos derecho tiene a meterse en la vida de los demás. - Tras decir esto pasó tranquilamente caminando por mi lado, como si no supusiera una amenaza para él, y solo se detuvo un momento a añadir: - Y sí, simplemente me fui a dar un chapuzón.
Enervado, me giré con ganas de soltarle un puñetazo y bajarle de su imaginario pedestal, pero algo en su forma de moverse me hizo contenerme. No supe lo que era, pero parecía demasiado confiado, demasiado vulnerable, como si me estuviera provocando a que diera el primer golpe... Y sin embargo también apestaba más a trampa que la espalda de Balagus tras la arrojada del polizón. Estaba convencido de que de alguna forma jugaría sucio, y me tuve que tragar mi orgullo por el momento. Se la guardaría, ya podría saldar cuentas con él en otra ocasión. Además, por mucho que me doliera tenía razón, allí yo era un simple visitante, no era el más apropiado para lidiar con él y su misterio... Pero eso no quería decir que no tuviera que estar alerta. El riego de motín era algo muy real en una tripulación como aquella, cuya confianza entre unos y otros estaba muy cogida con pinzas. Ya avisaría a Syxel más tarde para que se anduviera con ojo.
Hablando del mismo, el peligris salió de su camarote cargado de cosas y dio una pequeña y ambigua explicación de por qué no debíamos tirar al intruso por la borda. Seguía sin conocer su nombre o cómo se había colado en el barco, pero en su estado no podía considerarlo una amenaza, por lo que me di por vencido y decidí darle el beneficio de la duda. Además, ver tanta comida de repente hizo que me entrara el apetito también, para qué negarlo.
Mientras disfrutaba de la deliciosa carne que conseguí rescatar antes de que Noah rematara las sobras, me puse a observar al resto de mis "compañeros." Airok se fue a su camarote, Syxel hablaba con el nuevo, el cual a su vez parecía haber tomado cierta confianza con él (si bien sólo con él), y Jish se acercó a Balagus solo para ser recordado que eso no solía ser buena idea. Las dos chuletas que el semigigante le arrebató al moreno fueron testigos de ello. La risotada del grandullón empezó a ser contagiosa, y pronto toda la tripulación estaba riendo entre comida y bebida, como si aquel incidente no hubiera ocurrido nunca. Yo mismo esbocé una sonrisa mientras me llevaba un pedazo de pan a la boca, pensando que después de todo y aunque estuviera cogida con pinzas, seguía siendo una tripulación de personas que confiaban las unas en las otras.
Poco después Noah y Syxel tendrían una pequeña charla, y el tritón haría ciertas correcciones al rumbo del barco para dirigirnos a nuestro próximo destino. Suspirando, me retiré al castillo de popa y me puse a hacer flexiones, aprovechando que no había nadie cerca para molestar mi rutina de ejercicios, pensando en qué clase de líos y aventuras nos veríamos envueltos en el futuro.
Dharkel Asrai Nymraif
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Akuma no mi
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El capitán del navío no tardó en desaparecer por una puerta, dejándome a merced de su llamativa tripulación, por llamarla de alguna forma. Los desfallecidos tardaron varios minutos en volver a ponerse en pie, pero una vez lo hicieron continuaron con sus labores como buenamente pudieron.
Syxel volvió a hacer su aparición en cubierta, esta vez para dar un discurso intentando explicar lo que acaba de suceder. A mí personalmente no me terminaba de convencer. Desconocía qué clase de poder era ese de la “voluntad de vivir” y no había encontrado ninguna referencia durante mis estudios. No obstante, sí que valoraba mi integridad física por encima de todas las cosas. Cuando finalizó, se dirigió nuevamente hasta mí.
- Comprendo… que no… fuese personal… - comenté todavía fatigado. A juzgar por experiencias previas, aún tardaría un par de días en estar completamente recuperado -. Brindo… por eso… - dije levantando el vaso ante su ofrecimiento de poder viajar con ellos hasta el siguiente puerto. El espadachín chocó con fuerza su jarra haciendo que el contenido de ambos recipientes se mezclase. Después di un largo trago. Si aquella bebida llevaba veneno, al menos me le llevaría conmigo.
Dharkel tardó varios días en recuperarse y, aunque aún sospechase de las intenciones de los integrantes de aquella banda aceptó la oferta de Syxel de unirse a la tripulación.
Por su parte, Syxel, el capitán, dio instrucciones para poner rumbo a la siguiente isla, pasándose la mitad del viaje intentando hacerle el lío al mendigo para que se uniese a ellos bajo el pretexto de: “Me vendría bien alquien como tú a bordo”. Aparentemente necesitaban un limpia cubiertas con urgencia…
Syxel volvió a hacer su aparición en cubierta, esta vez para dar un discurso intentando explicar lo que acaba de suceder. A mí personalmente no me terminaba de convencer. Desconocía qué clase de poder era ese de la “voluntad de vivir” y no había encontrado ninguna referencia durante mis estudios. No obstante, sí que valoraba mi integridad física por encima de todas las cosas. Cuando finalizó, se dirigió nuevamente hasta mí.
- Comprendo… que no… fuese personal… - comenté todavía fatigado. A juzgar por experiencias previas, aún tardaría un par de días en estar completamente recuperado -. Brindo… por eso… - dije levantando el vaso ante su ofrecimiento de poder viajar con ellos hasta el siguiente puerto. El espadachín chocó con fuerza su jarra haciendo que el contenido de ambos recipientes se mezclase. Después di un largo trago. Si aquella bebida llevaba veneno, al menos me le llevaría conmigo.
Dharkel tardó varios días en recuperarse y, aunque aún sospechase de las intenciones de los integrantes de aquella banda aceptó la oferta de Syxel de unirse a la tripulación.
Por su parte, Syxel, el capitán, dio instrucciones para poner rumbo a la siguiente isla, pasándose la mitad del viaje intentando hacerle el lío al mendigo para que se uniese a ellos bajo el pretexto de: “Me vendría bien alquien como tú a bordo”. Aparentemente necesitaban un limpia cubiertas con urgencia…
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