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![¿Helado? No gracias, prefiero granizada. [Privado: Ryu Sakuraba] [Pasado; varias semanas atrás] Empty](https://2img.net/i/empty.gif)
Tal y como me esperaba después de haber estado hablando con Kaleth durante horas antes de llegar a la base de los Ghost, no había ningún cocinero decente y lo peor de todo... Una cocina de mierda... Casi me eché a llorar cuando la vi, pero me contuve de tirarla abajo con el poder de mi akuma. Lo que si hice fue tirar, en ese momento con Kaleth y Takeshi delante, la nevera por la ventana. Fue un espectáculo musical escuchar como esa puta mierda se hacía añicos mientras iba descendiendo por el casi infinito abismo que había en la parte de afuera del lugar. Me di la vuelta y me despedí con un "Vuelvo en unos días con algo decente" a la par que salía del lugar.
Tardé unos dos días, los cuales siendo sincero me los pasé sobando completamente, en llegar al lugar más indicado para gastarse el dinero: ¡LoggueTown! La comida no era la mejor, pero todo lo demás, al menos si sabías buscar, era de la mejor calidad. Miles de escaparates todos abarrotados de los mejores productos: armas tales como katanas, arcos, naginatas,...; ingredientes para elaborar las mejores medicinas, pomadas entre otras cosas; e incluso partes de barcos que tenías que llevar tú mismo al muelle. Toda una verdadera zona de capitalismo puro y duro.
Mi paso era lento pero constante. La gente me miraba mal tanto por mi extraño color de pelo como por la katana y guadaña que llevaba a la espalda; yo simplemente les ignoraba a la par que esbozaba una leve sonrisa. Mis pensamientos sobre el porqué había ido allí eran bastante claros, pero un ser venido de lejanos parajes que predicaba sobre mercancías de muy elaborado carácter me hizo desviarme de mi camino.
-¡Helado! ¡Granizada! ¡Tenemos de todo relacionado con el hielo!- Dijo un hombre delante de un carrito en mitad de la calle.
Un haz de polvo se levantó cuando corrí a toda prisa para pedir una de esas maravillas de la naturaleza.
-¡Una granizada de limón por favor!- Solté tan rápido como mis labios me dejaron con un entusiasmo enorme.
El señor asintió con una sonrisa, sacó un vaso, una pajita y llenó el vaso con la maravillosa sustancia aquella, hecha de hielo y limón. Le di el dinero, le devolví la sonris ay lo tomé en mis manos. Tenía un color realmente hermoso, amarillo fuerte, casi verde se podría decir. Pero su sabor, oh su sabor; era la cosa más deliciosa que había probado en toda mi vida, y eso que era uno de los mejores cocineros de la marina. Caminé varios metros mientras sujetaba el vaso con ambas manos, saboreando lo máximo posible aquel manjar de los dioses cuando una cuestión se me presentó casi sin yo darme cuenta...
-¿Para qué había venido a Loggue Town...?- Le di otro sorbo mientras intentaba recordar. Mi mente siempre había sido una mierda, pero esos momentos eran, quisiera o no, graciosos. Aquel día, casi como la mayoría en mi vida, iba a ser interesante.
Tardé unos dos días, los cuales siendo sincero me los pasé sobando completamente, en llegar al lugar más indicado para gastarse el dinero: ¡LoggueTown! La comida no era la mejor, pero todo lo demás, al menos si sabías buscar, era de la mejor calidad. Miles de escaparates todos abarrotados de los mejores productos: armas tales como katanas, arcos, naginatas,...; ingredientes para elaborar las mejores medicinas, pomadas entre otras cosas; e incluso partes de barcos que tenías que llevar tú mismo al muelle. Toda una verdadera zona de capitalismo puro y duro.
Mi paso era lento pero constante. La gente me miraba mal tanto por mi extraño color de pelo como por la katana y guadaña que llevaba a la espalda; yo simplemente les ignoraba a la par que esbozaba una leve sonrisa. Mis pensamientos sobre el porqué había ido allí eran bastante claros, pero un ser venido de lejanos parajes que predicaba sobre mercancías de muy elaborado carácter me hizo desviarme de mi camino.
-¡Helado! ¡Granizada! ¡Tenemos de todo relacionado con el hielo!- Dijo un hombre delante de un carrito en mitad de la calle.
Un haz de polvo se levantó cuando corrí a toda prisa para pedir una de esas maravillas de la naturaleza.
-¡Una granizada de limón por favor!- Solté tan rápido como mis labios me dejaron con un entusiasmo enorme.
El señor asintió con una sonrisa, sacó un vaso, una pajita y llenó el vaso con la maravillosa sustancia aquella, hecha de hielo y limón. Le di el dinero, le devolví la sonris ay lo tomé en mis manos. Tenía un color realmente hermoso, amarillo fuerte, casi verde se podría decir. Pero su sabor, oh su sabor; era la cosa más deliciosa que había probado en toda mi vida, y eso que era uno de los mejores cocineros de la marina. Caminé varios metros mientras sujetaba el vaso con ambas manos, saboreando lo máximo posible aquel manjar de los dioses cuando una cuestión se me presentó casi sin yo darme cuenta...
-¿Para qué había venido a Loggue Town...?- Le di otro sorbo mientras intentaba recordar. Mi mente siempre había sido una mierda, pero esos momentos eran, quisiera o no, graciosos. Aquel día, casi como la mayoría en mi vida, iba a ser interesante.
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Era un día como cualquier otro, no tenía nada que hacer y estaba demasiado aburrido. No había nada interesante que hacer, además de que dijeron que hoy los CP1 se tomarán el día libre y que diesen una vuelta por LogueTown que era donde nos encontrábamos ahora mismo. Iba vestido con una simple camiseta blanca y unos pantalones negros, además de mi chaqueta de cuero negro donde llevaba en unos bolsillos del interior un látigo y mis pistolas Shangri-la. -Ahora a ver que hago...- Dije mientras suspiraba, ya que no tenía nada que hacer y tampoco es que tuviese ganas de hacer algo.
Estaba paseando por las calles de ese lugar, en verdad no tenía nada que hacer y tampoco era que quisiera hacer algo, solo tenía una cosa en mente, y esta era entrenar y llegar a ser mas fuerte y no ser inútil. Seguía andando sin ningún rumbo fijo, observando a la gente que paseaba por la ciudad, toda muy alegre. -Que aburrimiento...- Dije para después suspirar y seguir caminando sin rumbo fijo, ya me estaba cansando de andar sin un rumbo fijo, así que pensé de ir a comprar alguna cosa, un helado, o un granizado mismo.
Empecé a andar para encontrar una tienda de helados y granizados, pero nada, no la encontraba ni a tiros. Hasta que al final, decidí buscar algún banco en el que sentarme y en vez de eso, encontré una tienda a la cual me acerqué. -Qui... quisiera un granizado de fresa...- Dije tartamudeando un poco y algo sonrojado, no sabía relacionarme con la gente y seguro que el dueño de la tienda pensaría que era un tío muy raro, seguro que tendría que haber intentado no tartamudear y menos sonrojarme.
El dueño de la tienda me dio el granizado a la vez que yo le pagaba lo que él quería. Ahora solo faltaba encontrar un banco en el que sentarme y pensar algo con mucha tranquilidad. Hacía tiempo que tenía el mismo sueño, el cual representaba seguramente la muerte de mi padre, o mas bien, el asesinato que cometí. Había visto como habían quedado muchos miembros del CP después de enfrentarse a unos piratas, cada vez eran heridos de mas gravedad y todos ellos eran muy fuertes; eso me hacía pensar en si debería dejar el CP o no.
-No se que hacer, de seguro Zhown me diría que si tengo miedo me haga mas fuerte y hábil... pero eso no es lo que me da mas miedo...- Dije en voz baja, procurando que nadie me escuchase mientras seguía comiéndome el granizado de fresa. No sabía que hacer, todo era muy confuso en mi mente, y cada vez que lo pensaba me daban mas ganas de retirarme del CP; aunque pensándolo bien, antes de retirarme del CP aprendería a usar sus métodos de combate y luego me iría.
Estaba tan metido en mis propios pensamientos, que no me di cuenta de que alguien venía a mi dirección y acabe chocando con él, retrocediendo un poco del golpe y soltando el granizado al suelo. Observé lo que antes era mi granizado; ahora era comida desperdiciada en el suelo que si tenía suerte se la comería algún ratón o rata, además de que me gaste parte del dinero en ese granizado y el resto que tenía debía usarlo con cuidado. -Per-per-per-perdona... es-es-es-estaba pensando en mis cosas...- Le dije tartamudeando y algo sonrojado, seguro que pensaba que era un bicho raro o que era alguien muy tímido.
Estaba paseando por las calles de ese lugar, en verdad no tenía nada que hacer y tampoco era que quisiera hacer algo, solo tenía una cosa en mente, y esta era entrenar y llegar a ser mas fuerte y no ser inútil. Seguía andando sin ningún rumbo fijo, observando a la gente que paseaba por la ciudad, toda muy alegre. -Que aburrimiento...- Dije para después suspirar y seguir caminando sin rumbo fijo, ya me estaba cansando de andar sin un rumbo fijo, así que pensé de ir a comprar alguna cosa, un helado, o un granizado mismo.
Empecé a andar para encontrar una tienda de helados y granizados, pero nada, no la encontraba ni a tiros. Hasta que al final, decidí buscar algún banco en el que sentarme y en vez de eso, encontré una tienda a la cual me acerqué. -Qui... quisiera un granizado de fresa...- Dije tartamudeando un poco y algo sonrojado, no sabía relacionarme con la gente y seguro que el dueño de la tienda pensaría que era un tío muy raro, seguro que tendría que haber intentado no tartamudear y menos sonrojarme.
El dueño de la tienda me dio el granizado a la vez que yo le pagaba lo que él quería. Ahora solo faltaba encontrar un banco en el que sentarme y pensar algo con mucha tranquilidad. Hacía tiempo que tenía el mismo sueño, el cual representaba seguramente la muerte de mi padre, o mas bien, el asesinato que cometí. Había visto como habían quedado muchos miembros del CP después de enfrentarse a unos piratas, cada vez eran heridos de mas gravedad y todos ellos eran muy fuertes; eso me hacía pensar en si debería dejar el CP o no.
-No se que hacer, de seguro Zhown me diría que si tengo miedo me haga mas fuerte y hábil... pero eso no es lo que me da mas miedo...- Dije en voz baja, procurando que nadie me escuchase mientras seguía comiéndome el granizado de fresa. No sabía que hacer, todo era muy confuso en mi mente, y cada vez que lo pensaba me daban mas ganas de retirarme del CP; aunque pensándolo bien, antes de retirarme del CP aprendería a usar sus métodos de combate y luego me iría.
Estaba tan metido en mis propios pensamientos, que no me di cuenta de que alguien venía a mi dirección y acabe chocando con él, retrocediendo un poco del golpe y soltando el granizado al suelo. Observé lo que antes era mi granizado; ahora era comida desperdiciada en el suelo que si tenía suerte se la comería algún ratón o rata, además de que me gaste parte del dinero en ese granizado y el resto que tenía debía usarlo con cuidado. -Per-per-per-perdona... es-es-es-estaba pensando en mis cosas...- Le dije tartamudeando y algo sonrojado, seguro que pensaba que era un bicho raro o que era alguien muy tímido.
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Quizás era la gente y sus impulsivas ganas de comprar, o a lo mejor era que hacía casi un año que no iba de compras a lo bestia, pero todo aquel escenario de gente empujándose dentro de las tiendas para poder conseguir la mejor oferta, de niños pataleando por que les compren alguna chuchería, y lo normal en cualquier lugar con tiendas me daban ganas de gastar por gastar. Que bonito es tener un sistema capitalista, sí señor.
La mañana se me echaba encima y por culpa de la granizada -que todavía tenía en mis manos, saboreando poco a poco su delicioso, dulce y armonioso sabor- no había logrado acordarme de lo que me había echo ir a Loggue Town.
-¡Ah! ¡Ya me acuerdo, tenía que comprar comida y la never-...!- Caí de rodillas al suelo, y para parar de alguna manera u otra la caída, mis manos soltaron por instinto el vaso que llevaba en las mismas. Aún arrodillado y con ambas manos pegadas al suelo miré fijamente al hielo picado que había allí, a menos de un metro de mí. En un radio de cinco o seis metros se empezó a formar un aura de depresión que se podía incluso ver si estabas lo suficientemente cerca.
-Sé que no sirve de nada llorar por la granizada derramada, pero... Es que da mucha pena...-
Mis ojos estaban medio acuosos, casi me habían dado ganas de llorar. Simplemente cerré los ojos, di un fuerte suspiro y me levanté, quitándome todo el polvo que había acumulado en tan pocos segundos. Giré la vista y vi a la persona que había chocado conmigo. Era un joven, no mucho mayor que yo, pelirrojo y con los ojos del mismo color. Tenía unos rasgos bastante infantiles y una expresión tímida que aumentó exponencialmente al disculparse, o más bien al intentarlo, puesto que más que hablar, tartamudeaba. No pude evitar sonreír al ver lo nervioso que se puso al intentarlo, aunque no todos opinaban lo mismo..
"¡Mátalo! ¡Te ha molestado y ha derramada tu mierda de comida! ¡O lo matas tú o me lo cargo yo!"
-Dios mío, cállate de una puta vez.- Dije en alto, como de costumbre, sin dirigirme o mirar a nadie en particular. Lo volví a mirar y esbocé otra sonrisa, ésta incluso más afable que la anterior. -No te preocupes, a todos nos puede pasar~. ¿Damos una vuelta y hablamos? Veo que no fui el único que perdió su comida...- Pausé mientras me quedaba embobado con sus ojos del color del fuego. -Kyle, Kyle Aran, ¿tú?- No sabía si iba a querer acompañarme, o si tan siquiera si iba a contestar mi pregunta; yo siempre había sido muy abierto con todos, claro, exceptuando cuando mi alter ego habla por mí, entonces lo que es abierto son las cabezas de quien se acerca.
La mañana se me echaba encima y por culpa de la granizada -que todavía tenía en mis manos, saboreando poco a poco su delicioso, dulce y armonioso sabor- no había logrado acordarme de lo que me había echo ir a Loggue Town.
-¡Ah! ¡Ya me acuerdo, tenía que comprar comida y la never-...!- Caí de rodillas al suelo, y para parar de alguna manera u otra la caída, mis manos soltaron por instinto el vaso que llevaba en las mismas. Aún arrodillado y con ambas manos pegadas al suelo miré fijamente al hielo picado que había allí, a menos de un metro de mí. En un radio de cinco o seis metros se empezó a formar un aura de depresión que se podía incluso ver si estabas lo suficientemente cerca.
-Sé que no sirve de nada llorar por la granizada derramada, pero... Es que da mucha pena...-
Mis ojos estaban medio acuosos, casi me habían dado ganas de llorar. Simplemente cerré los ojos, di un fuerte suspiro y me levanté, quitándome todo el polvo que había acumulado en tan pocos segundos. Giré la vista y vi a la persona que había chocado conmigo. Era un joven, no mucho mayor que yo, pelirrojo y con los ojos del mismo color. Tenía unos rasgos bastante infantiles y una expresión tímida que aumentó exponencialmente al disculparse, o más bien al intentarlo, puesto que más que hablar, tartamudeaba. No pude evitar sonreír al ver lo nervioso que se puso al intentarlo, aunque no todos opinaban lo mismo..
"¡Mátalo! ¡Te ha molestado y ha derramada tu mierda de comida! ¡O lo matas tú o me lo cargo yo!"
-Dios mío, cállate de una puta vez.- Dije en alto, como de costumbre, sin dirigirme o mirar a nadie en particular. Lo volví a mirar y esbocé otra sonrisa, ésta incluso más afable que la anterior. -No te preocupes, a todos nos puede pasar~. ¿Damos una vuelta y hablamos? Veo que no fui el único que perdió su comida...- Pausé mientras me quedaba embobado con sus ojos del color del fuego. -Kyle, Kyle Aran, ¿tú?- No sabía si iba a querer acompañarme, o si tan siquiera si iba a contestar mi pregunta; yo siempre había sido muy abierto con todos, claro, exceptuando cuando mi alter ego habla por mí, entonces lo que es abierto son las cabezas de quien se acerca.
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El chico dijo que no pasaba nada, que a todos nos podía pasar y que él se llamaba Kyle Aran. -Ryu Sakuraba...- Dije algo sonrojado, mientras observaba que a él también se le había caído el helado. Decía de ir a dar una vuelta y hablar un poco, pero ni siquiera sabía de que hablar; ¿y si metía la pata? ¿y si le parecía raro? Todas esas preguntas eran posibles, pero ninguna iba a pasar por que no iba a hacer el ridículo, simplemente comportarme serio y decir lo que pensaba.
La gente miraba raro al tal Kyle por el simple hecho de que antes hablo solo, y entre esa gente habían seis personas que me vieron y señalaron. -¡Ahí está, atrapen al chico!- Gritaron para luego empezar a correr hacía nosotros, no tenía demasiadas ganas de enfrentarme y luchar, así que decidí hacer una cosa... huir. Empecé a correr sin decirle nada al chico, viendo como aquel grupo de personas me empezaba a perseguir; eran bastante lentos para mi suerte y eso me hizo despistarlos fácilmente.
Pasé por un callejón para luego volver al lugar de antes y busqué al chico. La gente estaba sorprendida por ver que me seguían que los había despistado fácilmente. -No quiero volver a luchar y mancharme las manos de sangre...- Dije suspirando, aunque no sabía que habría dicho Zhown si me hubiese visto, por suerte este no estaba aquí. Me acerqué al tal Kyle, no sabía si me había escuchado o no, pero me daba igual y quería disfrutar de ese día. -Vayamos a comprar otra granizada... me he quedado con las ganas y seguro que tu también.- Le dije serio y sin mostrar una expresión ni de enfado ni de alegría.
Justo cuando pensaba que esos tipos ya se habrían cansado, vi que habían los seis de antes, todos eran calvos y solo vestían pantalones además de ser muy fornidos y llevar espadas. Eran de la banda de los "Bola de Billar" nombre muy identificable para ellos. Pero simplemente pase de ellos y esperé a ver que me respondía Kyle mientras que esperaba que esos tipos no me atacaran. Suspiré profundo debido a la incómoda situación en la que estaba mientras veía como los seis calvos venían hacia nosotros corriendo y con la espada en alto.
La gente miraba raro al tal Kyle por el simple hecho de que antes hablo solo, y entre esa gente habían seis personas que me vieron y señalaron. -¡Ahí está, atrapen al chico!- Gritaron para luego empezar a correr hacía nosotros, no tenía demasiadas ganas de enfrentarme y luchar, así que decidí hacer una cosa... huir. Empecé a correr sin decirle nada al chico, viendo como aquel grupo de personas me empezaba a perseguir; eran bastante lentos para mi suerte y eso me hizo despistarlos fácilmente.
Pasé por un callejón para luego volver al lugar de antes y busqué al chico. La gente estaba sorprendida por ver que me seguían que los había despistado fácilmente. -No quiero volver a luchar y mancharme las manos de sangre...- Dije suspirando, aunque no sabía que habría dicho Zhown si me hubiese visto, por suerte este no estaba aquí. Me acerqué al tal Kyle, no sabía si me había escuchado o no, pero me daba igual y quería disfrutar de ese día. -Vayamos a comprar otra granizada... me he quedado con las ganas y seguro que tu también.- Le dije serio y sin mostrar una expresión ni de enfado ni de alegría.
Justo cuando pensaba que esos tipos ya se habrían cansado, vi que habían los seis de antes, todos eran calvos y solo vestían pantalones además de ser muy fornidos y llevar espadas. Eran de la banda de los "Bola de Billar" nombre muy identificable para ellos. Pero simplemente pase de ellos y esperé a ver que me respondía Kyle mientras que esperaba que esos tipos no me atacaran. Suspiré profundo debido a la incómoda situación en la que estaba mientras veía como los seis calvos venían hacia nosotros corriendo y con la espada en alto.
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De alguna forma u otra vi un cierto parecido en el joven -Ryu Sakuraba por lo que escuché mientras andaba algo ausente en mi mundo imaginario donde vuelan ornitorrincos gigantes púrpuras voladores con cuernos rosas y de alas plateadas- con un amigo de mi infancia; serio, de no muchas palabras y con una mirada que aunque profunda, sin posibilidad alguna de averiguar algo de ella. Siempre acababa por encontrarme con ese tipo de personas. ¿Algún ser místico me querría decir algo, quizás? Nah, si ese fuera el caso me avisaría por medio de un terremoto o una tormenta eléctrica, no por mariconadas de esas.
Justo cuando iba a seguir con algo más de fluidez la conversación -contándole algo de mi vida o invitándolo a una cita romántica, quién sabe- las bolas de billar de una partida del mismo juego, digo, un grupo de personas calvas se nos acercaron y miraron de mala manera al chico pelirrojo que había a mi lado. Casi sin que se notara agarré el mango de Aisu Saberu y me preparé para cortarlos por la mitad; estaba a punto de desenvainarla, pero Ryu me agarró y echó a correr. Una escena bastante cómica teniendo en cuenta la de ostias que me pegué tanto con el suelo como contra los transeúntes.
Cuando por fin paramos me quedé en el suelo tumbado boca arriba, a menos de un metro de Ryu el cual estaba susurrando unas palabras que a mí me resultaron totalmente random. Estábamos en una especie de calle, más bien callejón ya que no tenía un ancho muy extenso, unos pocos metros más bien. Levanté mi cuerpo aun en el suelo y le miré a la cara. Fui a preguntarle que quienes eran aquellos tipos, pero me contuve.
-Vayamos a comprar otra granizada... me he quedado con las ganas y seguro que tu también.- Comentó mientras me levantaba. Cada vez más me recordaba a él.
Justo cuando fuimos a salir, por el lado opuesto del callejón se escucharon de nuevo a los pesados que habían estado persiguiendo a Ryu. Desvié mi mirada hacia ellos. Tenía ganas de derribarlos a todos, pero no iba a dejar solo al joven Sakuraba de ninguna manera.
Desenvainé a Aisu Saberu a gran velocidad lanzando un tajo ascendente, el cual iba imbuido tanto en energía espiritual como en el hielo de Shiro. Una enorme columna de hielo se formó con suma velocidad que ocupó justo el ancho de la calle, imposibilitando así su paso.
-¡Sí, me apunto a esa granizada!- Le agarré del brazo y eché a correr tras haber enfundado a Shiro en su funda. -¡Y ya me contarás el por qué te persiguen esos bolas de billar más tarde!- Dije casi gritando a la par que esquivaba a la gente que rondaba las calles y esbozaba una sonrisa; eran esos momentos los que a mí de verdad me gustaban.
Justo cuando iba a seguir con algo más de fluidez la conversación -contándole algo de mi vida o invitándolo a una cita romántica, quién sabe- las bolas de billar de una partida del mismo juego, digo, un grupo de personas calvas se nos acercaron y miraron de mala manera al chico pelirrojo que había a mi lado. Casi sin que se notara agarré el mango de Aisu Saberu y me preparé para cortarlos por la mitad; estaba a punto de desenvainarla, pero Ryu me agarró y echó a correr. Una escena bastante cómica teniendo en cuenta la de ostias que me pegué tanto con el suelo como contra los transeúntes.
Cuando por fin paramos me quedé en el suelo tumbado boca arriba, a menos de un metro de Ryu el cual estaba susurrando unas palabras que a mí me resultaron totalmente random. Estábamos en una especie de calle, más bien callejón ya que no tenía un ancho muy extenso, unos pocos metros más bien. Levanté mi cuerpo aun en el suelo y le miré a la cara. Fui a preguntarle que quienes eran aquellos tipos, pero me contuve.
-Vayamos a comprar otra granizada... me he quedado con las ganas y seguro que tu también.- Comentó mientras me levantaba. Cada vez más me recordaba a él.
Justo cuando fuimos a salir, por el lado opuesto del callejón se escucharon de nuevo a los pesados que habían estado persiguiendo a Ryu. Desvié mi mirada hacia ellos. Tenía ganas de derribarlos a todos, pero no iba a dejar solo al joven Sakuraba de ninguna manera.
Desenvainé a Aisu Saberu a gran velocidad lanzando un tajo ascendente, el cual iba imbuido tanto en energía espiritual como en el hielo de Shiro. Una enorme columna de hielo se formó con suma velocidad que ocupó justo el ancho de la calle, imposibilitando así su paso.
-¡Sí, me apunto a esa granizada!- Le agarré del brazo y eché a correr tras haber enfundado a Shiro en su funda. -¡Y ya me contarás el por qué te persiguen esos bolas de billar más tarde!- Dije casi gritando a la par que esquivaba a la gente que rondaba las calles y esbozaba una sonrisa; eran esos momentos los que a mí de verdad me gustaban.
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Iba a hacer algo, pero sin que me diese tiempo, el otro joven desenfundó su espada y los bloqueo a los seis con una especie de barrera de hielo. Luego me agarró de la mano y echamos a correr; quizás era una de las pocas veces que conocía a alguien que no fuera un aprovechado y que se pareciera a Zhown o a Roslin, los dos tan amables conmigo, hasta Wendy lo era. -Gracias.- Le dije mientras seguíamos corriendo hasta llegar esta vez si, al lugar donde vendían las granizadas.
Cuando el chico soltó mi mano, nos dirigimos a la tienda y yo pedí un granizado de fresa mientras me lo empezaba a tomar. Aquel chico, Kyle, había dicho que luego le contase el porque de que esos calvos me persiguiesen; así que le respondí con sinceridad. -Sus compañeros se llevaban mal, así que los eliminé, es decir, los mate.- Quizás no era buena opción decir algo como eso, pero prefería decirlo que callármelo y no hacer nada, además, tampoco me haría daño decir la verdad solo a una persona.
Bueno, ahora me tocaba a mi preguntarle a él; yo le había respondido a algo, él debía responderme a algo también. -Oye, ¿donde has aprendido a manejar una arma así?- Le pregunté señalando su espada, con la cual nos habríamos librado antes de esos calvos y estábamos ahora tranquilos tomándonos los granizados mientras hablábamos; pero esa situación iba a durar poco.
Los seis calvos nos encontraron y señalaron cansados mientras iban a por nosotros con unas espadas. No los quería matar, pero no me dejaban otra opción mas que hacerlo; saqué de mi chaqueta dos pistolas y con ellas los disparé a los seis. Las balas impactaron rápido en sus cabezas ya que estos venían en dirección recta y no podrían esquivar las balas de lo rápido que iban, a no ser que ellos fueran mas rápidos. -Se lo buscaron, y mira que no les quería matar... pero no me dejaron otra opción.- Dije para luego suspirar mientras guardaba mis armas.
Cuando el chico soltó mi mano, nos dirigimos a la tienda y yo pedí un granizado de fresa mientras me lo empezaba a tomar. Aquel chico, Kyle, había dicho que luego le contase el porque de que esos calvos me persiguiesen; así que le respondí con sinceridad. -Sus compañeros se llevaban mal, así que los eliminé, es decir, los mate.- Quizás no era buena opción decir algo como eso, pero prefería decirlo que callármelo y no hacer nada, además, tampoco me haría daño decir la verdad solo a una persona.
Bueno, ahora me tocaba a mi preguntarle a él; yo le había respondido a algo, él debía responderme a algo también. -Oye, ¿donde has aprendido a manejar una arma así?- Le pregunté señalando su espada, con la cual nos habríamos librado antes de esos calvos y estábamos ahora tranquilos tomándonos los granizados mientras hablábamos; pero esa situación iba a durar poco.
Los seis calvos nos encontraron y señalaron cansados mientras iban a por nosotros con unas espadas. No los quería matar, pero no me dejaban otra opción mas que hacerlo; saqué de mi chaqueta dos pistolas y con ellas los disparé a los seis. Las balas impactaron rápido en sus cabezas ya que estos venían en dirección recta y no podrían esquivar las balas de lo rápido que iban, a no ser que ellos fueran mas rápidos. -Se lo buscaron, y mira que no les quería matar... pero no me dejaron otra opción.- Dije para luego suspirar mientras guardaba mis armas.
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No pude sentirme feliz al escuchar como el joven me decía "Gracias" de aquella manera tan serena y tímida, parecido al de un niño pequeño. De alguna manera u otra, cada vez que oía a alguien darme las gracias no podía evitar sentir una extraña nostalgia, me recordaba a mi infancia pero si intentaba pensar en ello una nube borrosa ocultaba todo pensamiento claro, imposibilitándome el acordarme de nada.
Me olvidé de aquella extraña sensación y al igual que Ryu me pedí una granizada, mas la mía la pedí nuevamente de limón mientras él la pidió de fresa. Le di un gran sorbo volviendo a quedarme maravillado por su increíble sabor; cuando terminara de dar una vuelta con Ryu iría y le pediría la receta de aquella maravilla.
Mientras saboreaba con gran entusiasmo mi comidita me contestó a la pregunta que le había hecho anteriormente. No era el mejor motivo que había escuchado para hacer algo, pero tampoco era el peor la verdad.
Tras explicarme el por qué de la cuestión se hizo un corto silencio el cual acabó con una pregunta hacia mí. Justo cuando iba a contestarle la misma panda que antes nos perseguía volvió a aparecer. Agarré con incluso más fuerza mi katana. Esta vez no iba a huir, iba a rebanarles la cabeza por molestar. Pero no pude; cuando quise darme cuenta ya tenían todos una bala incrustada en la cabeza y perdían rápidamente gran cantidad de sangre.
Aún con la mano derecha en el mango de mi katana miré de reojo a Ryu. Pude ver como guardaba sus armas lo que me dejó claro que había sido él. Mi rostro se volvió algo más serio y comencé a hablar.
-Eres un cabrón...- Sonreí de una manera picaresca antes de seguir hablando. ¡Me los quería cargar yo!
No pude evitar echar a reír un poco mientras caminaba -algo más rápido que antes- para salir de aquel lugar sin problemas; era un marine y no me había importado aquel acto. ¿Tan bien me caía el chico? ¿No me importaba que muriera gente como ellos? ¿O acaso estaba volviéndome corrupto? Dejé de pensar rápido en eso, todo lo que tiene que ver con profundas enseñanzas morales suele causarme dolor de cabeza.
-¿Ryu, verdad?- Pregunté por si acaso, que me conocía. -Respondiendo a tu pregunta, desde hace mucho que sé empuñar armas, no solo una katana. Han sido muchos los que me han enseñado, pero claramente los que más destacan son Kaleth, se podría decir que mi hermano; Shaky, una antigua marine, a quien le debo gran parte de lo que soy; y, sobre todo, a mi madre.- Sin yo quererlo me había puesto algo sentimental. Pensar en ellos me hacía recordar gran parte de mis aventuras.
Di otro sorbo de mi granizada; casi no me quedaba ya, pero la iba a disfrutar hasta el último sorbo. Ya era tarde, no iba a tardar mucho más de unas cuantas horas en anochecer y aún no me acordaba de por qué estaba allí.
-Yo te he contado algo sobre mi vida, cuéntame tú algo sobre la tuya.- Comenté afablemente, pero con un pequeño hilo de egoísmo, como si me debiera algo por haberle dicho lo que le dije. -Aunque si prefieres, podemos luchar y ver quien se merece escuchar las respuestas.- Mi sonrisa se volvió incluso más pícara que hacía unos momentos al decirle aquello. Era claramente una propuesta amistosa; no me iba a importar un no por respuesta.
Me olvidé de aquella extraña sensación y al igual que Ryu me pedí una granizada, mas la mía la pedí nuevamente de limón mientras él la pidió de fresa. Le di un gran sorbo volviendo a quedarme maravillado por su increíble sabor; cuando terminara de dar una vuelta con Ryu iría y le pediría la receta de aquella maravilla.
Mientras saboreaba con gran entusiasmo mi comidita me contestó a la pregunta que le había hecho anteriormente. No era el mejor motivo que había escuchado para hacer algo, pero tampoco era el peor la verdad.
Tras explicarme el por qué de la cuestión se hizo un corto silencio el cual acabó con una pregunta hacia mí. Justo cuando iba a contestarle la misma panda que antes nos perseguía volvió a aparecer. Agarré con incluso más fuerza mi katana. Esta vez no iba a huir, iba a rebanarles la cabeza por molestar. Pero no pude; cuando quise darme cuenta ya tenían todos una bala incrustada en la cabeza y perdían rápidamente gran cantidad de sangre.
Aún con la mano derecha en el mango de mi katana miré de reojo a Ryu. Pude ver como guardaba sus armas lo que me dejó claro que había sido él. Mi rostro se volvió algo más serio y comencé a hablar.
-Eres un cabrón...- Sonreí de una manera picaresca antes de seguir hablando. ¡Me los quería cargar yo!
No pude evitar echar a reír un poco mientras caminaba -algo más rápido que antes- para salir de aquel lugar sin problemas; era un marine y no me había importado aquel acto. ¿Tan bien me caía el chico? ¿No me importaba que muriera gente como ellos? ¿O acaso estaba volviéndome corrupto? Dejé de pensar rápido en eso, todo lo que tiene que ver con profundas enseñanzas morales suele causarme dolor de cabeza.
-¿Ryu, verdad?- Pregunté por si acaso, que me conocía. -Respondiendo a tu pregunta, desde hace mucho que sé empuñar armas, no solo una katana. Han sido muchos los que me han enseñado, pero claramente los que más destacan son Kaleth, se podría decir que mi hermano; Shaky, una antigua marine, a quien le debo gran parte de lo que soy; y, sobre todo, a mi madre.- Sin yo quererlo me había puesto algo sentimental. Pensar en ellos me hacía recordar gran parte de mis aventuras.
Di otro sorbo de mi granizada; casi no me quedaba ya, pero la iba a disfrutar hasta el último sorbo. Ya era tarde, no iba a tardar mucho más de unas cuantas horas en anochecer y aún no me acordaba de por qué estaba allí.
-Yo te he contado algo sobre mi vida, cuéntame tú algo sobre la tuya.- Comenté afablemente, pero con un pequeño hilo de egoísmo, como si me debiera algo por haberle dicho lo que le dije. -Aunque si prefieres, podemos luchar y ver quien se merece escuchar las respuestas.- Mi sonrisa se volvió incluso más pícara que hacía unos momentos al decirle aquello. Era claramente una propuesta amistosa; no me iba a importar un no por respuesta.
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