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Erik Carter
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Offen, puerto de la isla de Hallstat, capital del Imperio del North Blue. Erik nunca había sentido aprecio alguno por unos gobernantes extranjeros que habían obtenido todo por "derecho de conquista". Cerdos megalómanos.
Offen no era una ciudad excesivamente grande, pero tenía todo lo necesario para iniciar el viaje de Erik. Barcos y gente. No iba especialmente cargado, pero tampoco resultaba cómodo ir por ahí con un bulto de dos metros de longitud al hombro, por encima de la mochila.
La gente del puerto no parecía excesivamente amable o feliz. Para que mentir, no parecían felices en absoluto, y definitivamente no eran amables. Rostros sombríos y miradas desconfiadas marcaban la tristeza en el ambiente, acentuada por un cielo nublado y una leve llovizna que los lugareños denominaban "poalla". Mirase a donde mirase, la tristeza inundaba el lugar.
Tras sentarse, a cubierto, bajo un árbol, sacó cuaderno y lápiz y se dispuso a retratar la escena que tenía ante sus ojos.
Offen no era una ciudad excesivamente grande, pero tenía todo lo necesario para iniciar el viaje de Erik. Barcos y gente. No iba especialmente cargado, pero tampoco resultaba cómodo ir por ahí con un bulto de dos metros de longitud al hombro, por encima de la mochila.
La gente del puerto no parecía excesivamente amable o feliz. Para que mentir, no parecían felices en absoluto, y definitivamente no eran amables. Rostros sombríos y miradas desconfiadas marcaban la tristeza en el ambiente, acentuada por un cielo nublado y una leve llovizna que los lugareños denominaban "poalla". Mirase a donde mirase, la tristeza inundaba el lugar.
Tras sentarse, a cubierto, bajo un árbol, sacó cuaderno y lápiz y se dispuso a retratar la escena que tenía ante sus ojos.
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Offen era un sitio bonito. Bueno, no lo era. Lo cierto es que tenía la misma pinta de puerto anodino que tenía cualquier otro, y todavía no comprendía por qué me enviaron a este lugar. Hallstat en general era un lugar terrible, donde todo era lluvia. Lluvia y gente con malas caras, escupiendo aquí y allá... Asqueroso. Olía a orines y cerveza aguada. Los barriles estaban hechos polvo y la gente que los cargaba aún peor, e incluso diría que han estado bebiendo lo que sea que llevan allí. En fin, que estoy aquí con una misión: Tengo que encender la llama de la revolución aquí.
-Archie, vamos- animé al lobo, que estaba asustado ante la posibilidad de que cayera un rayo. Pese a su aspecto intimidante este bicho era sólo un saco de mimos... ¿Cómo se puede ser tan grande y cobarde? Tiene garras, y colmillos. Si yo fuera él dominaría el mundo. Bueno, tal vez sólo viviría feliz por ahí sin preocuparme de nada más que que alguien me rasque la tripa de vez en cuando.
Y ahí vino. Se acercó tímidamente, y sonrió como un niño feliz cuando acaricié su peluda cabeza. Bajo el paraguas estaba seguro, así que estaba contento y seco. Sobre todo seco, que mojarse no le gustaba nada. Con él a mi lado y sintiendo el calorcito de su pelo. ¡Es una bola de pelo! A veces aún me sorprendo de lo bicho que es. En fin, a ver cómo incendio sus corazones bajo la lluvia.
Me puse a caminar, observando lo máximo que podía cada pequeño rincón, pero no había nada que pareciera reseñable. Ni una sola sonrisa, ni una mirada ilusionada, ni una sola persona cuya moral no estuviera quebrada por completo. Ahora entiendo por qué me habían enviado a este lugar, ¿Pero no era demasiado tarde? Sólo podía esperar a que alguien más apareciera con una voluntad inquebrantable y... No sé. Este lugar es deprimente. ¿Qué hago aquí? Y más importante, ¿Cómo voy a colar a este bobo en una taberna? Mientras esté en este lugar voy a tener que dormir, y a la intemperie no va a ser agradable.
Aunque a pesar de la lluvia, no hacía frío. De hecho hacía un calor húmedo muy desagradable, menos mal que elegí ponerme esta ropa. No me imagino qué habría pasado si llevara un largo abrigo en vez de esta chaquetita y el vestido rojo a rayas. Voy extrañamente a conjunto, a pesar de que ni me molesté en cuadrarlo. Aunque bueno, no es muy difícil conjuntar un vestido con el resto de prendas, y el rojo me queda genial a topos blancos.
-Archie, vamos- animé al lobo, que estaba asustado ante la posibilidad de que cayera un rayo. Pese a su aspecto intimidante este bicho era sólo un saco de mimos... ¿Cómo se puede ser tan grande y cobarde? Tiene garras, y colmillos. Si yo fuera él dominaría el mundo. Bueno, tal vez sólo viviría feliz por ahí sin preocuparme de nada más que que alguien me rasque la tripa de vez en cuando.
Y ahí vino. Se acercó tímidamente, y sonrió como un niño feliz cuando acaricié su peluda cabeza. Bajo el paraguas estaba seguro, así que estaba contento y seco. Sobre todo seco, que mojarse no le gustaba nada. Con él a mi lado y sintiendo el calorcito de su pelo. ¡Es una bola de pelo! A veces aún me sorprendo de lo bicho que es. En fin, a ver cómo incendio sus corazones bajo la lluvia.
Me puse a caminar, observando lo máximo que podía cada pequeño rincón, pero no había nada que pareciera reseñable. Ni una sola sonrisa, ni una mirada ilusionada, ni una sola persona cuya moral no estuviera quebrada por completo. Ahora entiendo por qué me habían enviado a este lugar, ¿Pero no era demasiado tarde? Sólo podía esperar a que alguien más apareciera con una voluntad inquebrantable y... No sé. Este lugar es deprimente. ¿Qué hago aquí? Y más importante, ¿Cómo voy a colar a este bobo en una taberna? Mientras esté en este lugar voy a tener que dormir, y a la intemperie no va a ser agradable.
Aunque a pesar de la lluvia, no hacía frío. De hecho hacía un calor húmedo muy desagradable, menos mal que elegí ponerme esta ropa. No me imagino qué habría pasado si llevara un largo abrigo en vez de esta chaquetita y el vestido rojo a rayas. Voy extrañamente a conjunto, a pesar de que ni me molesté en cuadrarlo. Aunque bueno, no es muy difícil conjuntar un vestido con el resto de prendas, y el rojo me queda genial a topos blancos.
- La ropa de hoy:
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Dibujar siempre le subía el ánimo al joven Erik, que ya de por si era difícil de desanimar, así que cuando terminó su motivador dibujo de Offen se puso en pie, respiró profundamente y se dispuso a guardar su cuaderno de dibujo cuando la vio.
Era majestuosa, hermosa en todas sus facetas. Una figura de ensueño, una combinación de colores en perfecta sintonía y el más noble de los portes. Simple y llanamente era perfecta.
Recogió todo con prisa y salió de la seguridad que le proporcionaba el "carballo", como llamaban los lugareños a aquel árbol, para ir al encuentro de tan majestuoso ser. No podía desaprovechar aquella oportunidad, pues sería, posiblemente, la única que tendría de inmortalizar tal belleza. Y la Hiena nunca dejaba pasar una oportunidad.
Se acercó corriendo lo más rápido que le permitía su físico, pues el carballo se encontraba relativamente lejos de donde había la había visto. Sin embargo no contaba con los adoquines pésimamente cuidados y empapados por la lluvia templada y, cuando se encontraba a escasos metros de su objetivo, su pie adquirió vida propia y lo hizo caer al suelo, manchándose toda la ropa de un barro del más indecente de los colores y aterrizando a sus pies.
-Mierda... Que golpe más tonto.- Dijo mientras alzaba un poco la cabeza para encontrarse con... ¿Topos blancos? Tras dos segundos de bloqueo se dio cuenta de lo que estaba viendo y se puso en pie con rapidez, para acto seguido hacer una leve reverencia. -Lo siento, no era mi intención. ¿Puedo pedirte algo? -Añadió después volviendo a un tono jovial. Estaba muy acostumbrado a ver mujeres en ropa interior, después de todo, el Jugger es un deporte mixto.
Era majestuosa, hermosa en todas sus facetas. Una figura de ensueño, una combinación de colores en perfecta sintonía y el más noble de los portes. Simple y llanamente era perfecta.
Recogió todo con prisa y salió de la seguridad que le proporcionaba el "carballo", como llamaban los lugareños a aquel árbol, para ir al encuentro de tan majestuoso ser. No podía desaprovechar aquella oportunidad, pues sería, posiblemente, la única que tendría de inmortalizar tal belleza. Y la Hiena nunca dejaba pasar una oportunidad.
Se acercó corriendo lo más rápido que le permitía su físico, pues el carballo se encontraba relativamente lejos de donde había la había visto. Sin embargo no contaba con los adoquines pésimamente cuidados y empapados por la lluvia templada y, cuando se encontraba a escasos metros de su objetivo, su pie adquirió vida propia y lo hizo caer al suelo, manchándose toda la ropa de un barro del más indecente de los colores y aterrizando a sus pies.
-Mierda... Que golpe más tonto.- Dijo mientras alzaba un poco la cabeza para encontrarse con... ¿Topos blancos? Tras dos segundos de bloqueo se dio cuenta de lo que estaba viendo y se puso en pie con rapidez, para acto seguido hacer una leve reverencia. -Lo siento, no era mi intención. ¿Puedo pedirte algo? -Añadió después volviendo a un tono jovial. Estaba muy acostumbrado a ver mujeres en ropa interior, después de todo, el Jugger es un deporte mixto.
- La Desolación de Offen (Dibujo):
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Di un salto hacia atrás mientras apretaba mi mano libre contra el vestido, pegándolo a mis piernas. ¡Un acosador! Bueno, se estaba disculpando, aunque Archie se había puesto nervioso. Mi corazón latía a cien por hora, había tenido su cara tan cerca de mi... de mi... ¡Eso es de mala educación! Normal que el saco de mimos se mosquee. Pero bueno, como todo buen saco de mimos, abrazarle el cuello. Me agaché sobre él y rodeé su cuello con el brazo libre, pegando mi cabeza contra su hocico.
-Shhh, tranquilo Archie. Sólo es un torpón- le dije, mirando de reojo al chico mientras sonreía con cierta sorna. Lo cierto es que esperaba que fuera eso de verdad y no un mirón. También esperaba que no me hubiera visto ahí abajo, y de hecho mis mofletes colorados delataban una secreta vergüenza que la verdad era enorme-. No pasa nada, hay gente que no sirve para correr.
Volví a reír mientras me separaba de Archie, ahora que ya estaba más tranquilo. Por suerte, porque si se lanzaba contra él a ver quién lo salvaba. Al chico de la toalla, claro. Archie nunca había perdido una pelea. ¿Había peleado alguna vez? Bueno, creo que sólo contra bichejos y animales salvajes, pero lo hacía con suma facilidad. Estaba tan distraída pensando en mi precioso, peludo y maravilloso lobo más bobo que una piedra tumbada al sol que lo que pasó después me cogió de improviso.
-Pu-pues...- tartamudeé. ¿Qué podía querer? De repente había vuelto a estar completamente tranquilo, y pretendía pedirme algo. Como fuera un pervertido... ¿Por qué me habían enviado a mí? ¿Por qué no a alguien que usualmente vistiera pantalones? A alguien con más temple-. No sé....
Mis mejillas se ruborizaron completamente, y juraría que hasta Archie se sentía algo incómodo de repente. ¿Qué quería? En serio, ¿Qué podría querer de mí? Sí que empezaba bien...
-Shhh, tranquilo Archie. Sólo es un torpón- le dije, mirando de reojo al chico mientras sonreía con cierta sorna. Lo cierto es que esperaba que fuera eso de verdad y no un mirón. También esperaba que no me hubiera visto ahí abajo, y de hecho mis mofletes colorados delataban una secreta vergüenza que la verdad era enorme-. No pasa nada, hay gente que no sirve para correr.
Volví a reír mientras me separaba de Archie, ahora que ya estaba más tranquilo. Por suerte, porque si se lanzaba contra él a ver quién lo salvaba. Al chico de la toalla, claro. Archie nunca había perdido una pelea. ¿Había peleado alguna vez? Bueno, creo que sólo contra bichejos y animales salvajes, pero lo hacía con suma facilidad. Estaba tan distraída pensando en mi precioso, peludo y maravilloso lobo más bobo que una piedra tumbada al sol que lo que pasó después me cogió de improviso.
-Pu-pues...- tartamudeé. ¿Qué podía querer? De repente había vuelto a estar completamente tranquilo, y pretendía pedirme algo. Como fuera un pervertido... ¿Por qué me habían enviado a mí? ¿Por qué no a alguien que usualmente vistiera pantalones? A alguien con más temple-. No sé....
Mis mejillas se ruborizaron completamente, y juraría que hasta Archie se sentía algo incómodo de repente. ¿Qué quería? En serio, ¿Qué podría querer de mí? Sí que empezaba bien...
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Si bien no entendía por qué, Erik percibió el rubor de la joven. Bueno, no tenía sentido preocuparse demasiado por ello, sabía por experiencia que no lo iba a conseguir entender.
-Me disculpo, mi nombre es Erik, Erik Carter, y me encantaría poder dibujar a esa criatura tan majestuosa que te acompaña. -Añadió una mirada llena de adoración hacia Archie, el majestuoso lobo rojo. -Soy un aficionado al dibujo y cuando he visto a tu amigo no he podido evitar venir e intentar dibujarlo, es sencillamente hermoso. Además, con este clima es horrible salir a hacer ejercicio... Y seguro que a vosotros también os viene bien un techo.- Añadió tras observar como la joven intentaba, sin demasiado éxito, taparse a si misma y a su desmesurada mascota con un paraguas. -Creo que hay una taberna más o menos decente al final de esta calle.
No estaba totalmente seguro de que fuera una buena idea meter a lo que parecía un lobo rojo gigante en una taberna, ni de que fueran a permitirlo, pero nada les impedía intentarlo. Y, de no funcionar, siempre tenían el carballo.
-Me disculpo, mi nombre es Erik, Erik Carter, y me encantaría poder dibujar a esa criatura tan majestuosa que te acompaña. -Añadió una mirada llena de adoración hacia Archie, el majestuoso lobo rojo. -Soy un aficionado al dibujo y cuando he visto a tu amigo no he podido evitar venir e intentar dibujarlo, es sencillamente hermoso. Además, con este clima es horrible salir a hacer ejercicio... Y seguro que a vosotros también os viene bien un techo.- Añadió tras observar como la joven intentaba, sin demasiado éxito, taparse a si misma y a su desmesurada mascota con un paraguas. -Creo que hay una taberna más o menos decente al final de esta calle.
No estaba totalmente seguro de que fuera una buena idea meter a lo que parecía un lobo rojo gigante en una taberna, ni de que fueran a permitirlo, pero nada les impedía intentarlo. Y, de no funcionar, siempre tenían el carballo.
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-Pintar... ¿A Archie?
Señalé con el dedo mientras mis ojos se abrían, al igual que mi boca, como platos. Por el contrario esa masa de pelo y mimos sonreía con suficiencia mientras cerraba los ojos y ponía una postura señorial, cabeceando. Sabía que mentalmente me decía "Soy más guapo que tú", que aunque ambos sabíamos que era mentira, que un chico joven se fijara en un lobo gigante y no en mí me hizo sentir estúpidamente celosa. De un lobo. De mi lobo. Maldito saco de mimos...
Intercambié mirada con Archie, que seguía mostrando esa estúpida sonrisa de complacencia mientras hacía un gesto que sólo podría describir literalmente: Me sacó la lengua. Bueno, y asintió. Quería que lo pintaran. Será presuntuoso. En fin, si es lo que le apetecía supongo que no habrá problema, pero bueno. Era un desconocido, tú sabes... No está bien poner en peligro una misión por un perro presuntuoso. Pero claro, ese perro presuntuoso pesa más que yo y quiere que lo pinten. Ay, si aún fuera el cachorrito adorable que era cuando lo conocí. No podía tirarme al suelo de un abrazo, y se agradecía bastante.
-Archie no tiene mucho de majestuoso, su pasatiempo favorito es que le rasquen la tripa y roncar- mi propio amigo, un lobo que podía matarme con su mandíbula o sus zarpas, me estaba matando con la mirada. Y yo no pude evitar reírme sin control-. En fin, sí que nos vendría bien un refugio, pero no sé si admitirán a Peludo en algún sitio. Ronca muy fuerte.
De nuevo me mató con la mirada, pero se volvió a pegar a mí cuando le aparté el paraguas. Todo menos mojarse, al fin y al cabo. Seguía siendo como un cachorrito mimado, al fin y al cabo. Pero bueno, casi mejor, ¿No? Lo que me preocupaba era que no le gustase el dibujo. Luego sería yo quien lo aguantaría llorar.
-Bueno, vamos allá. ¿Pero lo dejarán entrar? Es decir, normalmente la gente no quiere lobos en sus locales, imagina uno más grande todavía- hice una pausa, mirando a Archie-. No, definitivamente nadie puede negarse a que algo tan mono duerma bajo cobijo.
Señalé con el dedo mientras mis ojos se abrían, al igual que mi boca, como platos. Por el contrario esa masa de pelo y mimos sonreía con suficiencia mientras cerraba los ojos y ponía una postura señorial, cabeceando. Sabía que mentalmente me decía "Soy más guapo que tú", que aunque ambos sabíamos que era mentira, que un chico joven se fijara en un lobo gigante y no en mí me hizo sentir estúpidamente celosa. De un lobo. De mi lobo. Maldito saco de mimos...
Intercambié mirada con Archie, que seguía mostrando esa estúpida sonrisa de complacencia mientras hacía un gesto que sólo podría describir literalmente: Me sacó la lengua. Bueno, y asintió. Quería que lo pintaran. Será presuntuoso. En fin, si es lo que le apetecía supongo que no habrá problema, pero bueno. Era un desconocido, tú sabes... No está bien poner en peligro una misión por un perro presuntuoso. Pero claro, ese perro presuntuoso pesa más que yo y quiere que lo pinten. Ay, si aún fuera el cachorrito adorable que era cuando lo conocí. No podía tirarme al suelo de un abrazo, y se agradecía bastante.
-Archie no tiene mucho de majestuoso, su pasatiempo favorito es que le rasquen la tripa y roncar- mi propio amigo, un lobo que podía matarme con su mandíbula o sus zarpas, me estaba matando con la mirada. Y yo no pude evitar reírme sin control-. En fin, sí que nos vendría bien un refugio, pero no sé si admitirán a Peludo en algún sitio. Ronca muy fuerte.
De nuevo me mató con la mirada, pero se volvió a pegar a mí cuando le aparté el paraguas. Todo menos mojarse, al fin y al cabo. Seguía siendo como un cachorrito mimado, al fin y al cabo. Pero bueno, casi mejor, ¿No? Lo que me preocupaba era que no le gustase el dibujo. Luego sería yo quien lo aguantaría llorar.
-Bueno, vamos allá. ¿Pero lo dejarán entrar? Es decir, normalmente la gente no quiere lobos en sus locales, imagina uno más grande todavía- hice una pausa, mirando a Archie-. No, definitivamente nadie puede negarse a que algo tan mono duerma bajo cobijo.
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Era más que evidente por su actitud que a Archie le había gustado la idea. Además de grande y rojo, era inteligente. Aunque, a juzgar por las palabras de su "dueña", no muy fiero.
Erik asistió a los intercambios de puyas y miradas entre la bella y la bestia en silencio, sonriendo por dentro, mientras pensaba como iban a hacer para que lo dejasen entrar en una taberna sin que todo el mundo se volviera loco.
-No lo sabremos hasta que no lo intentemos, ¿verdad? Seguro que le dejan, quiero decir, es realmente adorable. Y, al menos en mi hogar, ningún tabernero le dice que no a una chica tan guapa por una extravagancia inofensiva. -Dijo mientras caminaba. Ni se planteaba intentar ligar con la joven (al menos no hasta haber pintado a su lobo) pero la belleza de la joven era innegable y lo que acababa de decir era cierto, así que no habría problema en decirlo en voz alta o, al menos, ese era el pensamiento de Erik. -Y si no, siempre podemos inventarnos alguna excusa. Como dicen las gente de esta isla... "Maloserá"
Erik asistió a los intercambios de puyas y miradas entre la bella y la bestia en silencio, sonriendo por dentro, mientras pensaba como iban a hacer para que lo dejasen entrar en una taberna sin que todo el mundo se volviera loco.
-No lo sabremos hasta que no lo intentemos, ¿verdad? Seguro que le dejan, quiero decir, es realmente adorable. Y, al menos en mi hogar, ningún tabernero le dice que no a una chica tan guapa por una extravagancia inofensiva. -Dijo mientras caminaba. Ni se planteaba intentar ligar con la joven (al menos no hasta haber pintado a su lobo) pero la belleza de la joven era innegable y lo que acababa de decir era cierto, así que no habría problema en decirlo en voz alta o, al menos, ese era el pensamiento de Erik. -Y si no, siempre podemos inventarnos alguna excusa. Como dicen las gente de esta isla... "Maloserá"
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Archie meneaba la cola mientras caminábamos, inquieto. Era la primera vez que alguien iba a pintarlo y estaba emocionado. Normal, por otro lado. Tras tantos años teniendo que sacarlo a escondidas de casa para que pasease por el bosque caminar libremente empezaba a gustarle, y ver que alguien no le tenía miedo, algo que a mí me preocupaba bastante, lo hacía aún más feliz. ¿Qué podía esperar de un monstruo de los abrazos? Poco más. En realidad, de Archie se podía esperar mucho más, pero lo más importante era su increíble adorabilidad. Era un amor. Calentito, peludo, afable e inteligente, era el compañero ideal. Siendo sincera, se merecía que lo dibujaran. Sólo esperaba que no se le subiese a la cabeza.
-Gracias- dije en voz baja cuando oí su cumplido. Me había llamado guapa. No, no guapa, era una chica tan guapa que a mi lado un lobo gigante parecía una extravagancia inofensiva. Es decir, me ha llamado radiante, espectacular, impresionante...
A medida que pensaba más y más en eso el rubor invadía de nuevo mis mejillas, y Archie me dio un empujón hacia él. Lobo idiota, menos mal que en el último momento conseguí recuperar el equilibrio, porque de otra manera me habría estampado contra... ¿Erik? Sí, se había presentado como Erik. Era un chico simpático, aunque no tenía claro todavía si lo que pretendía era llevarme al huerto de una manera original. Aunque bueno, hacerlo implicaría enfrentarse a una fiera extravagancia muy poco inofensiva. Nadie en su sano juicio enfadaría a un lobo, por muy adorable que pareciera.
-¿Tu eres de Hallstat, Erik?- pregunté con curiosidad. Conocía expresiones, pero había añadido eso de "como dicen aquí", así que quién sabe. De hecho, era estúpido pensar que lo fuera, no pegaba ni con cola con el ambiente de Hallstat. Él parecía un anacronismo en medio de la feria medieval, lo cual era de agradecer. Así yo no me sentía tan rara-. Lo que quiero decir... ¿Qué te ha traído hasta el Horno de Hallstat?
Todos sabíamos que Offen era la zona más industrial de la isla, muy conocida además por sus fábricas de jabón y las refinerías de gas natural. Aunque había problemas con ellas y al parecer a veces se colaba gas en las duchas, matando a alguna gente. Lo cierto es que esa historia me resultó terrible, pero yo no puedo evitar eso. No todavía.
-¿Es aquí?- dije, tras un rato caminando finalmente, delante de un cartel que ponía "Judías al vapor todos los martes", a la puerta de un local llamado "Taberna de la tita Aubi". Debía de ser, pues tenía muy buen aspecto y una puerta grande, así que por algo sería.
-Gracias- dije en voz baja cuando oí su cumplido. Me había llamado guapa. No, no guapa, era una chica tan guapa que a mi lado un lobo gigante parecía una extravagancia inofensiva. Es decir, me ha llamado radiante, espectacular, impresionante...
A medida que pensaba más y más en eso el rubor invadía de nuevo mis mejillas, y Archie me dio un empujón hacia él. Lobo idiota, menos mal que en el último momento conseguí recuperar el equilibrio, porque de otra manera me habría estampado contra... ¿Erik? Sí, se había presentado como Erik. Era un chico simpático, aunque no tenía claro todavía si lo que pretendía era llevarme al huerto de una manera original. Aunque bueno, hacerlo implicaría enfrentarse a una fiera extravagancia muy poco inofensiva. Nadie en su sano juicio enfadaría a un lobo, por muy adorable que pareciera.
-¿Tu eres de Hallstat, Erik?- pregunté con curiosidad. Conocía expresiones, pero había añadido eso de "como dicen aquí", así que quién sabe. De hecho, era estúpido pensar que lo fuera, no pegaba ni con cola con el ambiente de Hallstat. Él parecía un anacronismo en medio de la feria medieval, lo cual era de agradecer. Así yo no me sentía tan rara-. Lo que quiero decir... ¿Qué te ha traído hasta el Horno de Hallstat?
Todos sabíamos que Offen era la zona más industrial de la isla, muy conocida además por sus fábricas de jabón y las refinerías de gas natural. Aunque había problemas con ellas y al parecer a veces se colaba gas en las duchas, matando a alguna gente. Lo cierto es que esa historia me resultó terrible, pero yo no puedo evitar eso. No todavía.
-¿Es aquí?- dije, tras un rato caminando finalmente, delante de un cartel que ponía "Judías al vapor todos los martes", a la puerta de un local llamado "Taberna de la tita Aubi". Debía de ser, pues tenía muy buen aspecto y una puerta grande, así que por algo sería.
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-¿De aquí? ¡Ja! Por mucho que el emperador póstumo y su hija se empeñen, soy un ciudadano libre de Lvneel, y nadie podrá cambiar eso nunca, por mucho que paguen al Gobierno Mundial. He decidido hacerme a la mar y ver mundo, y este sitio era la primera parada obligatoria. Ya sabes, es lo que tiene no tener barco, no puedes decidir tu siguiente destino. Pero tampoco me molesta, nunca antes había salido de mi isla y empezar por visitar la tumba del hombre que casi destruye mi hogar se me antoja apropiado. Además, estoy seguro de que en alguna de las ciudades de esta isla deben de conocer el Jugger. -Dijo, añadiendo un par de golpes con la mano en el bulto de dos metros que llevaba al hombro. -Y cualquier momento es bueno para un poco de deporte... Incluso aunque caiga caldo del cielo.
En efecto, el agua de aquel lugar, lejos de la refrescante lluvia a la que estaba acostumbrado, tenía una temperatura desagradable y templada, como si saliera de un grifo en pleno verano. Sería cosa de la burbuja de contaminación sobre la ciudad.
-Sí, aquí es. Un hombre me dijo en el puerto que era el local más visitado de la ciudad. Seguro que es más alegre que el panorama fuera. -Y, sin esperar más, abrió de golpe la puerta del local. -Muy buenos días. -Exclamó mientras entraba con total tranquilidad, haciendo un gesto con la mano en la espalda para que lo siguieran. -Mesa para tres, por favor.
En efecto, el agua de aquel lugar, lejos de la refrescante lluvia a la que estaba acostumbrado, tenía una temperatura desagradable y templada, como si saliera de un grifo en pleno verano. Sería cosa de la burbuja de contaminación sobre la ciudad.
-Sí, aquí es. Un hombre me dijo en el puerto que era el local más visitado de la ciudad. Seguro que es más alegre que el panorama fuera. -Y, sin esperar más, abrió de golpe la puerta del local. -Muy buenos días. -Exclamó mientras entraba con total tranquilidad, haciendo un gesto con la mano en la espalda para que lo siguieran. -Mesa para tres, por favor.
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Sonaba una irritante música, aunque la gente parecía muy animada. De hecho, nadie pareció reparar en el enorme can que se adentraba junto a nosotros en la taberna. Aunque claro, había un maldito caballo en una esquina, así que por animales no sería. Seguramente era de esos locales modernos con precios para mascotas o algo similar, como que fueran unos guarros, haciendo honor a lo que representaba Hallstat en el mundo. El mayor agujero de represión, populismo, demagogia y que el Gobierno Mundial estaba podrido. Erik tenía razón, no tenía ningún sentido que tras una guerra que casi devastó el mar entero el culpable, o mejor dicho, su hija sin ninguna aparente noción de diplomacia o negociación, pudiera unirse al Gobierno Mundial.
-Igual se tiró al embajador- dije, lo suficientemente bajo como para que Erik tuviera que esforzarse si quería escuchar lo que había dicho. Estábamos en medio de territorio enemigo, y yo más concretamente, en una misión que no podía salir mal por nada del mundo. Por suerte el peliblanco tuvo la fortuna de hablar de otra cosa-. Sí, a mí también me encanta el Jugger, es una bebida fabulosa. Aunque no me gusta hacer deporte tras tomar alcohol.
Me senté junto a él y Archie se tiró a mis pies, dándome un calor muy agradable y la terrible sensación de que alguien iba a terminar pisando su enorme cola en un descuido, lo cual podía ser muy feo. No entendía cómo la gente no miraba dónde pisaba, pero mi pequeño me montó la cabeza sobre mis piernas, pidiendo más mimos. Lo que yo diga, esta cosa peluda es completamente adorable, y un aprovechado de cuidado. Por lo menos sé que me quiere por mis manos y no por mi físico. Menos mal que eso no lo he dicho en voz alta.
-Y... ¿Tienes una destilería o algo? ¿Llevas un decantador en esa bolsa? Esta isla es una gran oportunidad de negocio, la gente necesita beber para olvidar que su vida es... Bueno, gobernada por la hija de uno de los hombres más crueles de la historia después del traidor Karl- comenté, encogiéndome de hombros. ¿Qué hacía un fabricante de bebidas viajando solo? Era un caramelito para piratas y demás chusma. Pero por otro lado, lo más importante era que en él había una chispa-. Entonces, ¿Eres del país de Norland el mentiroso? Tiene que ser un sitio fascinante.
-Disculpen- una voz sonó a mi espalda. Era un camarero, que venía a tomar nota, o eso parecía-. ¿Qué desean tomar?
-Yo un poco de Jugger.
-¿El deporte?- ¿El Jugger era un deporte? Qué cagada.
Me sonrojé terriblemente, y Archie pareció casi reírse de mí. O mirarme con condescendencia. En fin, no pasa nada. Sí que pasa, pero no importa. Bueno, sí que importa.
-¡Perdón!- exclamé, sin entender del todo lo que pasaba, mirando a Erik-. No sabía que fuese un deporte, perdona- entonces miré al camarero-. Yo quiero un té negro al limón helado. ¿Y chocolate hay?
Erik Carter
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¿Una decantadora? ¿Una destilería? ¿Una bebida? No tuvo tiempo a sacar a la joven de su error, pues el camarero se le adelantó, algo que iluminó el rostro de Erik.
-No hace falta que te disculpes, no esperaba que nadie fuera de esta zona lo conociera, aunque he de decir que es la respuesta más rara que me han dado. ¿Una bebida?... Ah, sí, perdón, cuando se trata de Jugger, pierdo la noción del tiempo. -Dijo mientras se rascaba la cabeza y sonreía con inocencia al camarero. -Para mi un café con leche grande y un vaso con hielo, por favor. -En cuanto el camarero se dio la vuelta, abrió el bulto, que resultó ser una funda delgada y alargada con cremallera en un lado, y extrajo de ella una porra de aspecto extraño, con poco mango y unos 60 centímetros de algún material recubierto de lo que parecían vendas de color negro hasta la mitad. Sacó de su mochila un royo de vendas y una tijera y comenzó a cubrir con cuidado la zona descubierta, que tenía un color rosado.
-Espero que no te moleste, tengo que arreglarla y no me gusta que se mojen mis armas. Y sí, esto es Jugger. -Añadió con una sonrisa. -La verdad es que Lvneel es un sitio tranquilo, lleno de gente amable y buena, aunque toda nuestra fama a nivel mundial se limite a Norland el mentiroso. De hecho, muchas personas de mi isla, cansadas de ese tópico, hemos adoptado por costumbre decir siempre la verdad, y debo decir que no sabía que unas mejillas pudieran asemejarse tanto a una manzana como las tuyas en estos momentos. Aunque te queda bien, hace juego con Archie. -Con más detenimiento, sentados y hablando con tranquilidad, Erik se paró a admirar el rostro de la joven durante unos segundos y se percató de algo. -Acabo de darme cuenta, aún no te he preguntado tu nombre, que despiste. -Acompañando la frase, se dio un leve golpe en la frente con la palma de la mano, sin perder su eterna sonrisa.
-No hace falta que te disculpes, no esperaba que nadie fuera de esta zona lo conociera, aunque he de decir que es la respuesta más rara que me han dado. ¿Una bebida?... Ah, sí, perdón, cuando se trata de Jugger, pierdo la noción del tiempo. -Dijo mientras se rascaba la cabeza y sonreía con inocencia al camarero. -Para mi un café con leche grande y un vaso con hielo, por favor. -En cuanto el camarero se dio la vuelta, abrió el bulto, que resultó ser una funda delgada y alargada con cremallera en un lado, y extrajo de ella una porra de aspecto extraño, con poco mango y unos 60 centímetros de algún material recubierto de lo que parecían vendas de color negro hasta la mitad. Sacó de su mochila un royo de vendas y una tijera y comenzó a cubrir con cuidado la zona descubierta, que tenía un color rosado.
-Espero que no te moleste, tengo que arreglarla y no me gusta que se mojen mis armas. Y sí, esto es Jugger. -Añadió con una sonrisa. -La verdad es que Lvneel es un sitio tranquilo, lleno de gente amable y buena, aunque toda nuestra fama a nivel mundial se limite a Norland el mentiroso. De hecho, muchas personas de mi isla, cansadas de ese tópico, hemos adoptado por costumbre decir siempre la verdad, y debo decir que no sabía que unas mejillas pudieran asemejarse tanto a una manzana como las tuyas en estos momentos. Aunque te queda bien, hace juego con Archie. -Con más detenimiento, sentados y hablando con tranquilidad, Erik se paró a admirar el rostro de la joven durante unos segundos y se percató de algo. -Acabo de darme cuenta, aún no te he preguntado tu nombre, que despiste. -Acompañando la frase, se dio un leve golpe en la frente con la palma de la mano, sin perder su eterna sonrisa.
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Miré hacia abajo, alicaída. El camarero me había ignorado al preguntarle por el chocolate, aunque por lo menos no había parecido que la presencia de Archie le molestara. Me di por satisfecha, como es lógico, aunque sin chocolate todo se volvía un poco amargo, como ganar una competición de baile llevando un modelito feo. No es deportivo, y la sensación es extrapolable por completo. Que tu amigo esté pero no haya chocolate es como una victoria poco grata. Por muy mono que sea Archie, yo quería mi chocolate. Inflé los mofletes por un momento, antes del extraño piropo que me dirigió Erik. ¿Era un cumplido lo que decía de mis mejillas? No, pero sonaba estúpidamente bien. Me reí ante el comentario y observé cómo sacaba una cachiporra de lo que parecía... ¿Un churro de piscina? Recubierto de cinta. El Jugger debía ser un deporte muy raro.
-Oh, cierto- dije, golpeándome la frente con la palma de la mano, dándome cuenta del despiste que acababa de tener. Sin embargo, igual decir mi nombre Era una mala idea, por eso de que estaba de misión y demás... Bueno, podría aprovechar eso por una vez-. Me llamo Rose- dije, finalmente. Mis mejillas seguían sonrosadas y finalmente se percató de que habían realizado exactamente el mismo gesto. Ese chico era muy raro, pero simpático aun así-. ¿En serio no conoces el Juggermeister? Es el licor de hierbas más famoso del Paraíso.
Tal vez ahí me fui un poco de la lengua, aunque había mucha gente del Grand Line por los mares cardinales, y aquel no tenía que ser una excepción. Incluso la Marina era uno de los grandes medios de intercambio de mercancías internacional más famosa, aunque claro, pocos sabían fuera de la Marina que la mayoría de sus misiones fueran escolta de bienes para evitar la piratería. Era un dato que mucho mejor si me lo dejaba para mí, sin decirlo. Mucho mejor, de hecho. Como si me leyera el pensamiento, Archie asintió, aunque en realidad sólo era porque quería más caricias y mi mano había ido a parar sobre la mesa. Un sobón es lo que era.
-Entonces el Jugger...- empecé. No sabía cómo continuar, ya que me había enseñado una cachiporra de juguete diciendo que eso era Jugger. ¿Cómo esperaba que reaccionara? Yo creo que reaccioné debidamente-. El Jugger es algo así como kendo, pero con armas de juguete, ¿No?
Lo cierto es que seguramente me equivocaba, pero apoyé la cabeza en mi mano libre y me quedé inclinada sobre la mesa, mirando para él, esperando a que me explicase. Tenía mucha curiosidad por saber qué era exactamente ese deporte al que se jugaba con churros de piscina y tenía nombre de bebida alcohólica. Quienquiera que le hubiera puesto el nombre era un genio, pues había descubierto la forma de dejar en ridículo a cualquier habitante del Grand Line, aunque por suerte esto no me podría pasar dos veces. Al menos no con Jugger.
-Oh, cierto- dije, golpeándome la frente con la palma de la mano, dándome cuenta del despiste que acababa de tener. Sin embargo, igual decir mi nombre Era una mala idea, por eso de que estaba de misión y demás... Bueno, podría aprovechar eso por una vez-. Me llamo Rose- dije, finalmente. Mis mejillas seguían sonrosadas y finalmente se percató de que habían realizado exactamente el mismo gesto. Ese chico era muy raro, pero simpático aun así-. ¿En serio no conoces el Juggermeister? Es el licor de hierbas más famoso del Paraíso.
Tal vez ahí me fui un poco de la lengua, aunque había mucha gente del Grand Line por los mares cardinales, y aquel no tenía que ser una excepción. Incluso la Marina era uno de los grandes medios de intercambio de mercancías internacional más famosa, aunque claro, pocos sabían fuera de la Marina que la mayoría de sus misiones fueran escolta de bienes para evitar la piratería. Era un dato que mucho mejor si me lo dejaba para mí, sin decirlo. Mucho mejor, de hecho. Como si me leyera el pensamiento, Archie asintió, aunque en realidad sólo era porque quería más caricias y mi mano había ido a parar sobre la mesa. Un sobón es lo que era.
-Entonces el Jugger...- empecé. No sabía cómo continuar, ya que me había enseñado una cachiporra de juguete diciendo que eso era Jugger. ¿Cómo esperaba que reaccionara? Yo creo que reaccioné debidamente-. El Jugger es algo así como kendo, pero con armas de juguete, ¿No?
Lo cierto es que seguramente me equivocaba, pero apoyé la cabeza en mi mano libre y me quedé inclinada sobre la mesa, mirando para él, esperando a que me explicase. Tenía mucha curiosidad por saber qué era exactamente ese deporte al que se jugaba con churros de piscina y tenía nombre de bebida alcohólica. Quienquiera que le hubiera puesto el nombre era un genio, pues había descubierto la forma de dejar en ridículo a cualquier habitante del Grand Line, aunque por suerte esto no me podría pasar dos veces. Al menos no con Jugger.
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Rose. Se llamaba Rose, era pelirroja y vestía de rojo, acompañada por un lobo rojo. Guau. Excesivo. El siguiente comentario de la pelirroja lo sacó de sus cavilaciones al instante.
-¿Has estado en el paraíso? ¿En serio? Yo tengo intención de viajar por el Grand Line en el futuro, dicen que es un lugar maravilloso. -Aunque había elevado ligeramente el tono de voz, la taberna estaba más o menos concurrida y el ruido lo tapó. -No, no había oído hablar nunca de él, pero suena delicioso.
-El Jugger es... bueno, podríamos decir que una mezcla de Kendo y Rugby. En lugar de placar a los oponentes, luchas con armas. Hay que marcar al otro lado del campo del oponente, como en el rugby y un golpe con las armas te incapacita unos segundos. Es el deporte más popular en Lvneel. El año pasado, en la final, las entradas se agotaron al primer día que salieron a la venta, como una semana antes del partido. Jamás había visto a tanta gente junta, fue realmente impresionante. Y sí, se usan armas de juguete, no somos salvajes.- Dijo mientras terminaba el encintado de su espada y la volvía a guardar en la funda.
Colocó sobre la mesa el cuaderno y un estuche, dispuesto a comenzar su dibujo, pero cuando alzó la vista y vio a Rose con la cabeza apoyada sobre la mano, mirándolo fijamente. Le pareció tan adorable que se quedó un momento bloqueado.
-Aquí están sus bebidas. -Interrumpió el camarero. Salvado por la campana. Pero el hombre colocó, además de lo pedido, dos tazas de chocolate bien caliente y cuatro churros sobre la mesa y le guiñó un ojo con complicidad a Erik. -Invita la casa. -Erik no supo reaccionar a aquello y se limitó a murmurar un "gracias" poco convincente antes de abrir el cuaderno y comenzar a garabatear rayas.
-¿Alguna otra pregunta? -Inquirió con una sonrisa de oreja a oreja, agradecido de que no se hubiera visto su cara de pasmado demasiado tiempo.
-¿Has estado en el paraíso? ¿En serio? Yo tengo intención de viajar por el Grand Line en el futuro, dicen que es un lugar maravilloso. -Aunque había elevado ligeramente el tono de voz, la taberna estaba más o menos concurrida y el ruido lo tapó. -No, no había oído hablar nunca de él, pero suena delicioso.
-El Jugger es... bueno, podríamos decir que una mezcla de Kendo y Rugby. En lugar de placar a los oponentes, luchas con armas. Hay que marcar al otro lado del campo del oponente, como en el rugby y un golpe con las armas te incapacita unos segundos. Es el deporte más popular en Lvneel. El año pasado, en la final, las entradas se agotaron al primer día que salieron a la venta, como una semana antes del partido. Jamás había visto a tanta gente junta, fue realmente impresionante. Y sí, se usan armas de juguete, no somos salvajes.- Dijo mientras terminaba el encintado de su espada y la volvía a guardar en la funda.
Colocó sobre la mesa el cuaderno y un estuche, dispuesto a comenzar su dibujo, pero cuando alzó la vista y vio a Rose con la cabeza apoyada sobre la mano, mirándolo fijamente. Le pareció tan adorable que se quedó un momento bloqueado.
-Aquí están sus bebidas. -Interrumpió el camarero. Salvado por la campana. Pero el hombre colocó, además de lo pedido, dos tazas de chocolate bien caliente y cuatro churros sobre la mesa y le guiñó un ojo con complicidad a Erik. -Invita la casa. -Erik no supo reaccionar a aquello y se limitó a murmurar un "gracias" poco convincente antes de abrir el cuaderno y comenzar a garabatear rayas.
-¿Alguna otra pregunta? -Inquirió con una sonrisa de oreja a oreja, agradecido de que no se hubiera visto su cara de pasmado demasiado tiempo.
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¿Se ha quedado callado? Se ha quedado callado. Y yo. ¿Qué acababa de pasar? El silencio se hizo eterno y por un momento casi me sonrojé de nuevo, pero llegó el camarero justo a tiempo de salvar la situación. Traía mi té. Y chocolate. Y además iba a invitar la casa, lo cual lo hacía todavía mejor. Todo lo gratis sabía mejor, a no ser que fuese una bolsa de pasas. Hablando de pasas, el tiempo seguía pasando y yo me aparté rápidamente, cortando lo más rápido que pude el contacto visual. El único fallo fue que Archie se alteró un poco y emitió un gruñido en forma de queja, pero nadie pareció inmutarse ante aquello. Le acaricié la cabeza de nuevo mientras escuchaba a Erik preguntarme si quería saber más, pero lo cierto es que el deporte me gustaba más bien poco y, más allá de la curiosidad inicial, no me interesaba mucho conocer los detalles. Aunque habría sido un poco de mala educación dejar morir la conversación ahí, así que bebí un sorbo de mi té mientras el chico comenzaba a rayar una hoja de su cuaderno.
-¿Sólo se juega con estas espaditas?- señalé. Eran de juguete, vale, pero hasta un niño sabría que gente pegándose con la misma arma constantemente terminaba por ser aburrido. Ignoré deliberadamente la pregunta sobre el Grand Line y seguí adelante con lo mío-. Quiero decir, son muy monas y tal, pero... ¿No se usa algo que requiera más habilidad?
Ignoré el hecho de llevar un arma de poco más de ese tamaño el el cinto por un momento. Al fin y al cabo, un rapier era un arma elegante que requería de movimientos precisos, y lo que me estaba mostrando era poco más que una cachaba de payaso. No entendía muy bien el funcionamiento del Jugger en bastantes cosas, y aunque no me interesaban, la variedad y la habilidad necesaria me resultaba algo bastante interesante de conocer.
Y entonces, durante un momento de silencio, me recorrió un escalofrío. El trazo sonó potente y sentí como si fuera mi propia piel el lienzo que estaba dibujando. Cerré los ojos por un instante, parpadeando después varias veces sin comprender lo que había sucedido. Era una sensación muy extraña, vergonzosa por un lado y agradable por el otro. No sabría decantarme por una de las dos, pero tampoco quería decantarme. Era agradable.
-¿Te gusta dibujar, entonces? Yo solía hacerlo, pero hace tiempo que no encuentro el momento de pararme un rato y dedicarle el tiempo que se merece- volví a beber otro sorbo. Cállate Eli, cállate. Demasiadas preguntas. Es un chico, se va a atascar.
-¿Sólo se juega con estas espaditas?- señalé. Eran de juguete, vale, pero hasta un niño sabría que gente pegándose con la misma arma constantemente terminaba por ser aburrido. Ignoré deliberadamente la pregunta sobre el Grand Line y seguí adelante con lo mío-. Quiero decir, son muy monas y tal, pero... ¿No se usa algo que requiera más habilidad?
Ignoré el hecho de llevar un arma de poco más de ese tamaño el el cinto por un momento. Al fin y al cabo, un rapier era un arma elegante que requería de movimientos precisos, y lo que me estaba mostrando era poco más que una cachaba de payaso. No entendía muy bien el funcionamiento del Jugger en bastantes cosas, y aunque no me interesaban, la variedad y la habilidad necesaria me resultaba algo bastante interesante de conocer.
Y entonces, durante un momento de silencio, me recorrió un escalofrío. El trazo sonó potente y sentí como si fuera mi propia piel el lienzo que estaba dibujando. Cerré los ojos por un instante, parpadeando después varias veces sin comprender lo que había sucedido. Era una sensación muy extraña, vergonzosa por un lado y agradable por el otro. No sabría decantarme por una de las dos, pero tampoco quería decantarme. Era agradable.
-¿Te gusta dibujar, entonces? Yo solía hacerlo, pero hace tiempo que no encuentro el momento de pararme un rato y dedicarle el tiempo que se merece- volví a beber otro sorbo. Cállate Eli, cállate. Demasiadas preguntas. Es un chico, se va a atascar.
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Espaditas era un término más bien despectivo, pero acertado. Eran malditas cañas de bambú.
-La verdad es que sí, hay cosas ligeramente más complicadas como... esta. -Dijo mientras rebuscaba en su mochila y sacaba una cadena de tres metros rematada, por un lado en un pañuelo y, por el otro, en una bola recubierta también de vendas. -Esto es un Kette. Y bueno, supongo que te haces una idea, pero se gira y se utiliza como una bola de demolición. Es más aparatosa que las otras armas pero te permite hacer muchos trucos y verdaderas virguerías. Y los Quickers... Los jugadores que se encargan de marcar, -añadió rápidamente, entendiendo que no sabría a que se refiere, mientras lo guardaba y continuaba con su dibujo. -luchan en cuerpo a cuerpo algo similar al Judo, con llaves pero sin golpes. Después de todo, es un deporte para todas las edades y mixto, si juntas a una mujer adulta con un adolescente salido y le das algo capaz de cortar ropa es imposible evitar el desastre.
Erik se sobresaltó ligeramente cuando Rose cerró los ojos y se puso a parpadear, como si le hubiera pasado algo, pero al ver que no continuaba no le dio importancia.
-La verdad es que es mi segunda pasión. Desde que tengo memoria me ha encantado plasmar lo que veo y lo que me llama la atención y ya sabes lo que dicen, la práctica hace al maestro. Tengo por norma desde hace unos años no pasar un día entero sin dibujar y, hasta ahora, lo voy cumpliendo. Es una pena, la verdad, siempre he encontrado muy relajante y estimulante el dibujo, deberías volver a probar.
Tras dedicarle otra sonrisa, Erik se sorprendió momentaneamente. Llevaba un buen rato hablando con ella y aun no había metido la pata, no más que en el momento de conocerse, vaya. Era todo un logro personal sentirse cómodo con una persona a la que acababa de conocer. Bueno, siendo sinceros, era un logro que la otra persona estuviera cómoda con él. Mientras daba vueltas a esa idea y bebía un largo trago de café, miró hacia el cuaderno y el sobresalto le hizo abrir la mano. Por suerte, pudo golpearla con el codo y evitar que cayera sobre su cuaderno, destruyendo todos sus dibujos. Por desgracia, cayó en otro sitio. ¿En qué momento había dibujado a Rose? No se había percatado hasta ese instante, pero la había retratado con la cabeza apoyada sobre la mano, como se encontraba en aquel momento, con las mejillas cubiertas de rubor. En ese instante, ignorando los posibles efectos perjudiciales de haber lanzado a un lado su bebida, el propio Erik se sonrojó visiblemente, desviando la mirada unos instantes sin saber que decir.
-La verdad es que sí, hay cosas ligeramente más complicadas como... esta. -Dijo mientras rebuscaba en su mochila y sacaba una cadena de tres metros rematada, por un lado en un pañuelo y, por el otro, en una bola recubierta también de vendas. -Esto es un Kette. Y bueno, supongo que te haces una idea, pero se gira y se utiliza como una bola de demolición. Es más aparatosa que las otras armas pero te permite hacer muchos trucos y verdaderas virguerías. Y los Quickers... Los jugadores que se encargan de marcar, -añadió rápidamente, entendiendo que no sabría a que se refiere, mientras lo guardaba y continuaba con su dibujo. -luchan en cuerpo a cuerpo algo similar al Judo, con llaves pero sin golpes. Después de todo, es un deporte para todas las edades y mixto, si juntas a una mujer adulta con un adolescente salido y le das algo capaz de cortar ropa es imposible evitar el desastre.
Erik se sobresaltó ligeramente cuando Rose cerró los ojos y se puso a parpadear, como si le hubiera pasado algo, pero al ver que no continuaba no le dio importancia.
-La verdad es que es mi segunda pasión. Desde que tengo memoria me ha encantado plasmar lo que veo y lo que me llama la atención y ya sabes lo que dicen, la práctica hace al maestro. Tengo por norma desde hace unos años no pasar un día entero sin dibujar y, hasta ahora, lo voy cumpliendo. Es una pena, la verdad, siempre he encontrado muy relajante y estimulante el dibujo, deberías volver a probar.
Tras dedicarle otra sonrisa, Erik se sorprendió momentaneamente. Llevaba un buen rato hablando con ella y aun no había metido la pata, no más que en el momento de conocerse, vaya. Era todo un logro personal sentirse cómodo con una persona a la que acababa de conocer. Bueno, siendo sinceros, era un logro que la otra persona estuviera cómoda con él. Mientras daba vueltas a esa idea y bebía un largo trago de café, miró hacia el cuaderno y el sobresalto le hizo abrir la mano. Por suerte, pudo golpearla con el codo y evitar que cayera sobre su cuaderno, destruyendo todos sus dibujos. Por desgracia, cayó en otro sitio. ¿En qué momento había dibujado a Rose? No se había percatado hasta ese instante, pero la había retratado con la cabeza apoyada sobre la mano, como se encontraba en aquel momento, con las mejillas cubiertas de rubor. En ese instante, ignorando los posibles efectos perjudiciales de haber lanzado a un lado su bebida, el propio Erik se sonrojó visiblemente, desviando la mirada unos instantes sin saber que decir.
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La cadena ya era otra cosa. La verdad es que si se tratase sólo de espaditas era poco más que un juego de críos, pero con eso ya era más divertido. De no ser porque eran de juguete, hasta llegaría a ser un deporte sanguinario muy alejado de lo que debía preservar una cultura y sociedad sana. Sin embargo eso de que un adolescente salido, tal como él había dicho, pudiera manosearme los pechos en medio de una carrera por marcar un tanto me hacía poca gracia. Menos de la que me hace el deporte en sí, vaya. Sin embargo sonaba como un juego muy entretenido, y tal vez un día no estaría de más probarlo. Sin embargo, tendría que asegurarme de que no fuese un sobón. Eso era primordial.
-Desde que me fui de casa no paro en un mismo sitio y pocas veces tengo tiempo de sentarme a descansar- comenté. Bailar era mi mayor pasión y llevaba al menos dos semanas sin poder practicar un poco. También me encantaba caminar por los bosques, y dibujar era obvio, pero había quedado relegado bajo un mar de responsabilidades-. Me gusta mucho dibujar, pero no tengo tiempo de...
Una taza de café volador me interrumpió. Estuvo a punto de empapar a Archie en un descuido de Erik, pero por suerte mis reflejos evitaron la catástrofe. La del café. Mis reflejos no podían evitar que explotara media taberna, como efectivamente sucedió. Caí al suelo, o lo más correcto sería decir que un enorme lobo se abalanzó sobre mí, tirándome y protegiéndome de la metralla. Mis oídos pitaban y no me atrevía a abrir los ojos, mientras escuchaba a toda la gente en medio de la taberna correr como una desquiciada, gritando con desesperación.
-¡Alto en nombre de su majestad Iliana I de Hallstat!- gritaron desde un boquete unas voces, y cuando abrí los ojos pude ver cómo se adentraban las tropas del terror de la emperatriz en el local de la, seguramente, forma más discreta que tenían de proceder-. ¡En esta taberna se ocultan opositores al Imperio fundado por el Sagrado Derian III, y en nombre de la autoridad y la potestad que...
Mi mente se desconectó. ¿Es que en Hallstat sólo había gente estúpidamente grandilocuente y sin ningún tipo de carisma? Además de estúpida, claro, y mientras el discurso continuaba traté de alcanzar con la mirada a Erik. Mi espada estaba junto a mí, esperaba no tener que hacerlo, sería descubrirme y convertirme en una criminal, pero esa gente parecía dispuesta a matarnos a todos por el bien mayor. ¡Su bien mayor! ¿Y lo peor? Mi chocolate había sido desperdiciado sin poder tomarlo.
-Archie- susurré, al oído de la bestia-. Alerta, y prepárate.
¿Erik? ¿Dónde estaba? No podía dejarlo ahí solo, al menos no en ese momento.
-Desde que me fui de casa no paro en un mismo sitio y pocas veces tengo tiempo de sentarme a descansar- comenté. Bailar era mi mayor pasión y llevaba al menos dos semanas sin poder practicar un poco. También me encantaba caminar por los bosques, y dibujar era obvio, pero había quedado relegado bajo un mar de responsabilidades-. Me gusta mucho dibujar, pero no tengo tiempo de...
Una taza de café volador me interrumpió. Estuvo a punto de empapar a Archie en un descuido de Erik, pero por suerte mis reflejos evitaron la catástrofe. La del café. Mis reflejos no podían evitar que explotara media taberna, como efectivamente sucedió. Caí al suelo, o lo más correcto sería decir que un enorme lobo se abalanzó sobre mí, tirándome y protegiéndome de la metralla. Mis oídos pitaban y no me atrevía a abrir los ojos, mientras escuchaba a toda la gente en medio de la taberna correr como una desquiciada, gritando con desesperación.
-¡Alto en nombre de su majestad Iliana I de Hallstat!- gritaron desde un boquete unas voces, y cuando abrí los ojos pude ver cómo se adentraban las tropas del terror de la emperatriz en el local de la, seguramente, forma más discreta que tenían de proceder-. ¡En esta taberna se ocultan opositores al Imperio fundado por el Sagrado Derian III, y en nombre de la autoridad y la potestad que...
Mi mente se desconectó. ¿Es que en Hallstat sólo había gente estúpidamente grandilocuente y sin ningún tipo de carisma? Además de estúpida, claro, y mientras el discurso continuaba traté de alcanzar con la mirada a Erik. Mi espada estaba junto a mí, esperaba no tener que hacerlo, sería descubrirme y convertirme en una criminal, pero esa gente parecía dispuesta a matarnos a todos por el bien mayor. ¡Su bien mayor! ¿Y lo peor? Mi chocolate había sido desperdiciado sin poder tomarlo.
-Archie- susurré, al oído de la bestia-. Alerta, y prepárate.
¿Erik? ¿Dónde estaba? No podía dejarlo ahí solo, al menos no en ese momento.
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El estallido derribó al joven de su silla y un molesto pitido se instaló momentáneamente en sus oídos. Se centró y, usando la mesa derribada como cobertura, localizó a Rose y a su lobo antes de nada. Estaban bien, en el suelo y muy cerca de él. Y, frente a un enorme boquete en la pared, las Tropas del Terror de Hallstat, el equivalente imperial de las sagradas fuerzas de paz.
Debía de haber sobre una veintena de ellos, armados con sus naginatas de filo rojo, asomando por el boquete creado en la parte trasera de la taberna, justo en dirección opuesta a la puerta.
-Rose... -Dijo en un susurro Erik desde la cobertura de la mesa mientras retiraba de su mochila el Kette y se colgaba a la espalda su equipaje. -Hay que salir de aquí. -Enfatizó sus palabras señalando hacia la puerta de la taberna.
Las Tropas del Terror comenzaron a avanzar y a entrar en la taberna, reduciendo con excesiva e innecesaria violencia a todos los que estaban cerca, aunque ya estuvieran quietos y en el suelo. Hizo una cuenta atrás de tres a cero con los dedos de una mano por si Rose lo estaba mirando y, en cuanto terminó, se puso en pie detrás de la mesa, giró dos veces la cadena para darle fuerza y, ante la estupefacta mirada de los TTs y el resto de personas, soltó el pañuelo y la cadena salió disparada hacia los malvados comandos, enredándose en las piernas de los dos primeros, que cayeron al suelo sobre un tercero, bloqueando parcialmente la entrada.
-¡Corre! -Gritó el joven y, sin esperar, salió disparado hacia la puerta, la atravesó como un rayo tras abrirla de una patada y, en ese momento, lanzó una mirada rápida por encima de su hombro para ver si la joven lo seguía.
- Tropas del Terror:
Debía de haber sobre una veintena de ellos, armados con sus naginatas de filo rojo, asomando por el boquete creado en la parte trasera de la taberna, justo en dirección opuesta a la puerta.
-Rose... -Dijo en un susurro Erik desde la cobertura de la mesa mientras retiraba de su mochila el Kette y se colgaba a la espalda su equipaje. -Hay que salir de aquí. -Enfatizó sus palabras señalando hacia la puerta de la taberna.
Las Tropas del Terror comenzaron a avanzar y a entrar en la taberna, reduciendo con excesiva e innecesaria violencia a todos los que estaban cerca, aunque ya estuvieran quietos y en el suelo. Hizo una cuenta atrás de tres a cero con los dedos de una mano por si Rose lo estaba mirando y, en cuanto terminó, se puso en pie detrás de la mesa, giró dos veces la cadena para darle fuerza y, ante la estupefacta mirada de los TTs y el resto de personas, soltó el pañuelo y la cadena salió disparada hacia los malvados comandos, enredándose en las piernas de los dos primeros, que cayeron al suelo sobre un tercero, bloqueando parcialmente la entrada.
-¡Corre! -Gritó el joven y, sin esperar, salió disparado hacia la puerta, la atravesó como un rayo tras abrirla de una patada y, en ese momento, lanzó una mirada rápida por encima de su hombro para ver si la joven lo seguía.
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Erik estaba bien. Y desde luego, mucho más rápido que yo. Y también bastante más estúpido. ¿Por qué demonios se lanzaba contra las TT's? Aunque al parecer la cadena parecía interesante, había derribado a tres sin ninguna molestia. Lo que, claro, ¿Por qué se lanzaba contra los TT's? ¿Es que estaba tonto? Ah, bueno, vale. Lanzaba la cadena para correr luego. Puede que no fuera tan idiota, pero si pretendía correr... Aún estaba algo molesta por dónde acabó su cara la última vez que corrió cerca de mí.
-Archie, en posición- dije a su oído, transformándome en resina y ocultándome entre su pelo. Archie encaró a las Tropas del Terror y lanzó un profundo rugido. Uno de los soldados imperiales, el único dentro que seguía en pie dio un respingo y soltó su arma. Muy guays y muy rollo oscuro, pero luego se asustan ante el ladrido de un perro. Aun siendo un perro gigante más tirando a lobo con bastantes malas pulgas, se suponía que eran tropas de élite. La cosa es que al moverse su túnica pude ver ese estoque que llevaba... Rojo en el filo, delicadamente decorado con guarnición y un único gavilán que cubría la empuñadura. Bueno, a ver si podía hacerlo-. Archie, placaje.
El lobo salió disparado contra el tipo, y justo cuando impactó se extendió mi brazo, aún medio resinoso, consiguiendo de pura chiripa coger el arma y quitársela. La verdad es que era perfecta, casi hipnótica, con un tono rojo más intenso que mi cabello, y Archie supo qué hacer. Imagino que en su cabeza pasó algo como "Ahora que la niña tiene su juguete podemos irnos", y así fue. Disparado contra la puerta y conmigo oculta entre su pelaje golpeó la puerta con un poderoso cabezazo que la reventó por completo, a pesar de estar ya abierta. Y la pared que había tras ella. Ahora el local tenía dos entradas. Estúpido saco de mimos, menos mal que estaba acolchado.
Una vez fuera miré el arma detenidamente un par de segundos, volviendo a mi forma humana y comenzando a correr nada más terminar, hoja en mano, hasta que me di cuenta de que el rapier que me regalaron hace tres años se me olvidó ahí dentro. Mierda. Pero una vez más, Archie sonrió. El muy bobo lo llevaba en la boca. Cómo quiero a mi estúpido lobo.
-¡Erik!- grité, teniendo en mi cabeza por un momento la imagen de una sirena y un príncipe en un cuento infantil. ¿Qué demonios?-. ¡Corre, tenemos que irnos!
Corrí. Corrí mucho hasta la sombra de un roble, y también debería decir su amparo, pues había empezado a llover torrencialmente. Esperando al chico recuperé el aliento y abrí el paraguas, más por Archie que por mí, y me fijé en todo. Había una redada en toda la ciudad, era imposible que me buscaran a mí. Sin embargo, tras lo que hizo Erik y la nueva espada que confisqué a ese tipo... Bueno, tal vez tuviera problemas.
-Tenemos que irnos de aquí, Erik- diría en cuanto lo viese cerca-, antes de acabar muertos. O peor, deportados.
No sabía para él, pero para mí eso significaría volver a casa con mis padres. Y no, por nada del mundo.
-Archie, en posición- dije a su oído, transformándome en resina y ocultándome entre su pelo. Archie encaró a las Tropas del Terror y lanzó un profundo rugido. Uno de los soldados imperiales, el único dentro que seguía en pie dio un respingo y soltó su arma. Muy guays y muy rollo oscuro, pero luego se asustan ante el ladrido de un perro. Aun siendo un perro gigante más tirando a lobo con bastantes malas pulgas, se suponía que eran tropas de élite. La cosa es que al moverse su túnica pude ver ese estoque que llevaba... Rojo en el filo, delicadamente decorado con guarnición y un único gavilán que cubría la empuñadura. Bueno, a ver si podía hacerlo-. Archie, placaje.
El lobo salió disparado contra el tipo, y justo cuando impactó se extendió mi brazo, aún medio resinoso, consiguiendo de pura chiripa coger el arma y quitársela. La verdad es que era perfecta, casi hipnótica, con un tono rojo más intenso que mi cabello, y Archie supo qué hacer. Imagino que en su cabeza pasó algo como "Ahora que la niña tiene su juguete podemos irnos", y así fue. Disparado contra la puerta y conmigo oculta entre su pelaje golpeó la puerta con un poderoso cabezazo que la reventó por completo, a pesar de estar ya abierta. Y la pared que había tras ella. Ahora el local tenía dos entradas. Estúpido saco de mimos, menos mal que estaba acolchado.
Una vez fuera miré el arma detenidamente un par de segundos, volviendo a mi forma humana y comenzando a correr nada más terminar, hoja en mano, hasta que me di cuenta de que el rapier que me regalaron hace tres años se me olvidó ahí dentro. Mierda. Pero una vez más, Archie sonrió. El muy bobo lo llevaba en la boca. Cómo quiero a mi estúpido lobo.
-¡Erik!- grité, teniendo en mi cabeza por un momento la imagen de una sirena y un príncipe en un cuento infantil. ¿Qué demonios?-. ¡Corre, tenemos que irnos!
Corrí. Corrí mucho hasta la sombra de un roble, y también debería decir su amparo, pues había empezado a llover torrencialmente. Esperando al chico recuperé el aliento y abrí el paraguas, más por Archie que por mí, y me fijé en todo. Había una redada en toda la ciudad, era imposible que me buscaran a mí. Sin embargo, tras lo que hizo Erik y la nueva espada que confisqué a ese tipo... Bueno, tal vez tuviera problemas.
-Tenemos que irnos de aquí, Erik- diría en cuanto lo viese cerca-, antes de acabar muertos. O peor, deportados.
No sabía para él, pero para mí eso significaría volver a casa con mis padres. Y no, por nada del mundo.
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La mirada por el rabillo del ojo coincidió con el perro-lobo volando otra pared de la taberna, lo que dejó a Erik descolocado medio segundo, pero el grito de las TTs lo sacó de ese estado y echó a correr tras él. Pero claro, era un maldito lobo, era mucho más rápido que él.
A pesar de su gran forma física, tardó varios minutos en alcanzar a la joven bajo el carballo y, cuando lo consiguió, estaba extenuado.
-Archie... corres... mucho. -Señaló entre jadeos mientras miraba el arma en las manos de Rose. -Y tu... eres... una... loca. -Se detuvo un instante y respiró muy profundamente una única vez. -En serio, ¿A quién se le ocurre cargar contra ellos para robarles una de esas armas tan oscuras? Parece que vayas gritando "soy una mala persona" con eso entre las manos. Pero bueno, deberíamos salir de aquí cuanto antes y solo hay dos caminos. -Dijo mientras alzaba las manos en dos direcciones. Una apuntaba de vuelta al pueblo, la otra, se adentraba en la isla. Con un encogimiento de hombros, Erik se llevó la mano a la mochila. Había perdido su Kette nuevo y aquello le molestaba sobremanera, había invertido más de dos mil berries en los materiales para aquel arma. Aunque debía admitir que había sido muy útil.
-Al menos he salvado tu dibujo. -Espera. ¿Qué? ¿Qué acababa de decir? Idiota, la acabas de joder. En cuanto se dio cuenta del error, giró la cabeza hacia la ciudad, fingiendo observar, aunque solo ocultaba su vergüenza. Sin dirigir la mirada hacia ella, cogió la toalla que solía llevar sobre los hombros y se la tendió a Rose con cierta brusquedad, derivada de sus nervios en aquel momento. -Por si queréis secaros. -Fueron todas las palabras que pudo articular y se quedó allí, a la sombra del carballo, con la cabeza girada hacia la ciudad y el brazo extendido hacia Rose con la toalla en la mano.
A pesar de su gran forma física, tardó varios minutos en alcanzar a la joven bajo el carballo y, cuando lo consiguió, estaba extenuado.
-Archie... corres... mucho. -Señaló entre jadeos mientras miraba el arma en las manos de Rose. -Y tu... eres... una... loca. -Se detuvo un instante y respiró muy profundamente una única vez. -En serio, ¿A quién se le ocurre cargar contra ellos para robarles una de esas armas tan oscuras? Parece que vayas gritando "soy una mala persona" con eso entre las manos. Pero bueno, deberíamos salir de aquí cuanto antes y solo hay dos caminos. -Dijo mientras alzaba las manos en dos direcciones. Una apuntaba de vuelta al pueblo, la otra, se adentraba en la isla. Con un encogimiento de hombros, Erik se llevó la mano a la mochila. Había perdido su Kette nuevo y aquello le molestaba sobremanera, había invertido más de dos mil berries en los materiales para aquel arma. Aunque debía admitir que había sido muy útil.
-Al menos he salvado tu dibujo. -Espera. ¿Qué? ¿Qué acababa de decir? Idiota, la acabas de joder. En cuanto se dio cuenta del error, giró la cabeza hacia la ciudad, fingiendo observar, aunque solo ocultaba su vergüenza. Sin dirigir la mirada hacia ella, cogió la toalla que solía llevar sobre los hombros y se la tendió a Rose con cierta brusquedad, derivada de sus nervios en aquel momento. -Por si queréis secaros. -Fueron todas las palabras que pudo articular y se quedó allí, a la sombra del carballo, con la cabeza girada hacia la ciudad y el brazo extendido hacia Rose con la toalla en la mano.
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-Necesitaba algo que no me recordase a casa cada vez que lo blando. Se me hace muy duro- contesté cuando me dijo que parecía una mala persona-. Además, no está tan mal. ¡Y ahora es mío!
Acompañé aquel énfasis de un salto increíblemente adorable y un giro en medio al tiempo que alzaba el estoque, que de repente parecía bastante menos amenazante. Incluso diría que el rojo era algo menos intenso y la empuñadura se había vuelto blanca. ¿En serio acababa de pasar eso? Debían de ser imaginaciones mías. Aunque bien es cierto que siempre me dijeron que soy adorable, si no me mentían es normal que esto suceda... Supongo.
-Creo que sólo mi vestido cuesta más que todo lo que llevas en esa mochila- respondí a lo del kette. Por lo menos era un juego barato. Mis patines seguramente también valieran más que todo lo que llevaba ahí dentro, por no hablar de mi estoque. Espera, ¿Habré sonado muy borde? No quería sonar borde, y me sonrojé ligeramente. Por suerte él también pareció avergonzarse por haber salvado "mi" dibujo. Era curioso que lo llamase así tras haber estado dibujando a Archie, pero bueno-. No, tranquilo. No estoy tan mojada todavía.
Espera. ¿Qué acabo de decir? El rojo se intensificó rápidamente en mis mejillas, tan veloz que parecía un calefactor encendiéndose y tuve que apartar la mirada. Por favor, la cantidad de dobles interpretaciones que tenía esa frase, y por mucho que pareciese una persona sana, estaba en edad de ser un adolescente salido. Qué horror...
-Yo diría de entrar en el pueblo, al fin y al cabo ha sido culpa nuestra todo ese follón- salvo la explosión y la macro-redada, todo era culpa nuestra. Básicamente, haber robado una espada. Y en cualquier caso yo no podía dejar a tanta gente indefensa ante los temibles castigos del Horno de Hallstat-. Además, es mi deber ayudar a todo aquel que lo necesite. Soy miembro del Frente Opositor al Gobierno Mundial- hice una pausa, mirando a Archie. No parecía molestarle que lo hubiera contado-. Lo que algunos llaman la Revolución, pero es mucho más que eso. Es luchar por un sueño imposible y hacerlo posible día tras dí...
Algo me interrumpió. Fue un sonido fuerte de cristal rompiéndose y durante unos segundos un humo blanco me impidió ver nada, aunque hubiera preferido que siguiera así. Era enorme, parecía letal, y todas sus aristas emanaban maldad. Era una especie de pudin medio transparente azulado que avanzaba lenta pero inexorablemente hacia nosotros, con los restos de decenas de enemigos en su mórbido interior. Sin embargo, se derritió con la lluvia. Es lo que pasa cuando mandas a una gelatina a hacer tu trabajo, que no sale bien.
-Esto ha sido extraño- dije, mirando a Erik. La vergüenza se había desvanecido dando paso a la incredulidad. ¿Qué coño acababa de pasar?
Acompañé aquel énfasis de un salto increíblemente adorable y un giro en medio al tiempo que alzaba el estoque, que de repente parecía bastante menos amenazante. Incluso diría que el rojo era algo menos intenso y la empuñadura se había vuelto blanca. ¿En serio acababa de pasar eso? Debían de ser imaginaciones mías. Aunque bien es cierto que siempre me dijeron que soy adorable, si no me mentían es normal que esto suceda... Supongo.
-Creo que sólo mi vestido cuesta más que todo lo que llevas en esa mochila- respondí a lo del kette. Por lo menos era un juego barato. Mis patines seguramente también valieran más que todo lo que llevaba ahí dentro, por no hablar de mi estoque. Espera, ¿Habré sonado muy borde? No quería sonar borde, y me sonrojé ligeramente. Por suerte él también pareció avergonzarse por haber salvado "mi" dibujo. Era curioso que lo llamase así tras haber estado dibujando a Archie, pero bueno-. No, tranquilo. No estoy tan mojada todavía.
Espera. ¿Qué acabo de decir? El rojo se intensificó rápidamente en mis mejillas, tan veloz que parecía un calefactor encendiéndose y tuve que apartar la mirada. Por favor, la cantidad de dobles interpretaciones que tenía esa frase, y por mucho que pareciese una persona sana, estaba en edad de ser un adolescente salido. Qué horror...
-Yo diría de entrar en el pueblo, al fin y al cabo ha sido culpa nuestra todo ese follón- salvo la explosión y la macro-redada, todo era culpa nuestra. Básicamente, haber robado una espada. Y en cualquier caso yo no podía dejar a tanta gente indefensa ante los temibles castigos del Horno de Hallstat-. Además, es mi deber ayudar a todo aquel que lo necesite. Soy miembro del Frente Opositor al Gobierno Mundial- hice una pausa, mirando a Archie. No parecía molestarle que lo hubiera contado-. Lo que algunos llaman la Revolución, pero es mucho más que eso. Es luchar por un sueño imposible y hacerlo posible día tras dí...
Algo me interrumpió. Fue un sonido fuerte de cristal rompiéndose y durante unos segundos un humo blanco me impidió ver nada, aunque hubiera preferido que siguiera así. Era enorme, parecía letal, y todas sus aristas emanaban maldad. Era una especie de pudin medio transparente azulado que avanzaba lenta pero inexorablemente hacia nosotros, con los restos de decenas de enemigos en su mórbido interior. Sin embargo, se derritió con la lluvia. Es lo que pasa cuando mandas a una gelatina a hacer tu trabajo, que no sale bien.
-Esto ha sido extraño- dije, mirando a Erik. La vergüenza se había desvanecido dando paso a la incredulidad. ¿Qué coño acababa de pasar?
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Resultaba algo triste lo que acababa de decir. El hogar es un sitio para querer y extrañar, o al menos eso pensaba él. Debía de estar siendo invadido por eso que los lugareños llaman "morriña". Acto seguido Rose ejecutó el saltito con grito más adorable que Erik había visto en toda su vida y, por extraño que suene, estaba convencido de que el estoque había suavizado un poco su color rojo y... ¿La empuñadura era ahora blanca? ¿Qué acababa de suceder?
Haciendo acopio de fuerzas, ignoró el malinterpretable comentario de la pelirroja y se quedó esperando mientras devolvía la toalla a su lugar en su cuello. ¿Frente Opositor al Gobierno Mundial? Ah, la Revolución.
-Ahora entiendo por qué le robaste ese estoque. Es lo que llamáis "expropiar", ¿No? -Lo dijo dirigiendo una sonrisa a Rose, pero no estaba convencido de que se lo fuera a tomar como lo que era, una broma. El comienzo de su discurso sonaba bien y, mientras la joven hablaba, Erik se quedó observándola. Por desgracia, no tuvo tiempo a disfrutar las vistas, pues un sonido de cristales rotos y un humo apestoso inundó la zona.
La repentina desaparición del terrible monstruo de limo hizo, si cabe, más impresionante su fugaz aparición.
-Sí. -Fue la única respuesta que Erik pudo encontrar a la pregunta. -Creo que prefiero volver al pueblo y a los TTs que quedarme aquí a esperar a que suceda algo más raro, si es que lo hay.
Haciendo acopio de fuerzas, ignoró el malinterpretable comentario de la pelirroja y se quedó esperando mientras devolvía la toalla a su lugar en su cuello. ¿Frente Opositor al Gobierno Mundial? Ah, la Revolución.
-Ahora entiendo por qué le robaste ese estoque. Es lo que llamáis "expropiar", ¿No? -Lo dijo dirigiendo una sonrisa a Rose, pero no estaba convencido de que se lo fuera a tomar como lo que era, una broma. El comienzo de su discurso sonaba bien y, mientras la joven hablaba, Erik se quedó observándola. Por desgracia, no tuvo tiempo a disfrutar las vistas, pues un sonido de cristales rotos y un humo apestoso inundó la zona.
La repentina desaparición del terrible monstruo de limo hizo, si cabe, más impresionante su fugaz aparición.
-Sí. -Fue la única respuesta que Erik pudo encontrar a la pregunta. -Creo que prefiero volver al pueblo y a los TTs que quedarme aquí a esperar a que suceda algo más raro, si es que lo hay.
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En mi frente se formó una casi transparente y sumamente grande gota de resina mientras escuchaba la respuesta de Erik. Definitivamente, con tantas preguntas se había atascado. O bueno, la aparición de ese extraño limo también puede que influyera, aunque estoy convencida de que era, sobre todo, por ser chico. Y tal vez por la frase de la toalla, la metamorfosis de la espada y obviamente el limo. Y ser chico. Ser chico y atravesar esas tres experiencias tan estúpidas en tan poco tiempo eran lo que lo había dejado tonto. Aunque no podía culparlo. Es un chico.
-Solemos llamarlo confiscar. Al fin y al cabo, cuando expropiamos suelen ser tierras o bienes inmuebles. Te haría una explicación detallada, pero eres un chico.
No iba con segundas, pero iba a sonar bastante peor de lo que había sonado. Sin embargo, que confundiera revolucionario con hippie andrajoso era algo que no podía consentir. ¡Por favor, que yo me lavo el pelo! No soy como la cerda esa de de Pauline Churchill, con esa coleta morroñosa y sus mensajes de lucha constante contra el sistema. Que sí, que ya te hemos oído, pesada. Me pone nerviosa, con lo fácil que es revolucionarse en silencio. Ojalá se retire y se vaya a ser profesora de filosofía en algún mar alejado de mí. Me estoy yendo del tema.
-Bueno, vamos allá- dije, comenzando a moverme camino del pueblo. A mi espalda sonó una rama rota y un estruendo, y vi una especie de TT sin túnica en el suelo, hecho polvo. Se había caído del árbol, y llevaba tres botellas en la mano, que se rompieron y de nuevo surgieron tres cosas de esas, saltándole encima, haciendo que yo acelerara el paso. Sabía cómo iba a suceder, y aunque no pensaba matara nadie, no iba a salvar a alguien que nos había tirado un flan mortífero para atacarnos-. ¡Erik, vamos!
¿Le estaba dando órdenes como a un perro? No, más bien lo estaba guiando como a un niño. ¿Se sentiría ofendido? A mí me molestaría que me tratase como una niña, aunque bueno, yo soy una chica, y sé valerme por mí misma. Él no podía ni alcanzar a Archie a la carrera. De todos modos, según iba avanzando iba comprobando que Erik siguiera ahí; me hacía sentir extrañamente segura. Era un amigo, a pesar de que nos conociéramos de poco tiempo.
-Efectivamente ha terminado por suceder algo más raro- comenté cuando a mi espalda vi los limos vibrar, sonando canciones de estilo flamenco. Evidentemente, debían de ser gelatinas vampíricas. O tal vez fuera que se había activado una radio que el tipo de las bombas llevase, pero daba igual-. Qué música más enervante- era estúpido pensar que la música mala fuera lo que distingue a una gelatina de una gelatina vampiro, ¿Cómo se me pudo ocurrir? Menuda chorrada.
-Solemos llamarlo confiscar. Al fin y al cabo, cuando expropiamos suelen ser tierras o bienes inmuebles. Te haría una explicación detallada, pero eres un chico.
No iba con segundas, pero iba a sonar bastante peor de lo que había sonado. Sin embargo, que confundiera revolucionario con hippie andrajoso era algo que no podía consentir. ¡Por favor, que yo me lavo el pelo! No soy como la cerda esa de de Pauline Churchill, con esa coleta morroñosa y sus mensajes de lucha constante contra el sistema. Que sí, que ya te hemos oído, pesada. Me pone nerviosa, con lo fácil que es revolucionarse en silencio. Ojalá se retire y se vaya a ser profesora de filosofía en algún mar alejado de mí. Me estoy yendo del tema.
-Bueno, vamos allá- dije, comenzando a moverme camino del pueblo. A mi espalda sonó una rama rota y un estruendo, y vi una especie de TT sin túnica en el suelo, hecho polvo. Se había caído del árbol, y llevaba tres botellas en la mano, que se rompieron y de nuevo surgieron tres cosas de esas, saltándole encima, haciendo que yo acelerara el paso. Sabía cómo iba a suceder, y aunque no pensaba matara nadie, no iba a salvar a alguien que nos había tirado un flan mortífero para atacarnos-. ¡Erik, vamos!
¿Le estaba dando órdenes como a un perro? No, más bien lo estaba guiando como a un niño. ¿Se sentiría ofendido? A mí me molestaría que me tratase como una niña, aunque bueno, yo soy una chica, y sé valerme por mí misma. Él no podía ni alcanzar a Archie a la carrera. De todos modos, según iba avanzando iba comprobando que Erik siguiera ahí; me hacía sentir extrañamente segura. Era un amigo, a pesar de que nos conociéramos de poco tiempo.
-Efectivamente ha terminado por suceder algo más raro- comenté cuando a mi espalda vi los limos vibrar, sonando canciones de estilo flamenco. Evidentemente, debían de ser gelatinas vampíricas. O tal vez fuera que se había activado una radio que el tipo de las bombas llevase, pero daba igual-. Qué música más enervante- era estúpido pensar que la música mala fuera lo que distingue a una gelatina de una gelatina vampiro, ¿Cómo se me pudo ocurrir? Menuda chorrada.
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"Pero eres un chico". No habría podido ser más despectiva si lo hubiera hecho adrede, pero bueno, no es como si no llevase 5 años aguantando comentarios de ese estilo.
-Era un chiste lo de la expropiación... -El sonido de algo cayendo al suelo, acompañado de una trinidad de cristales rotos, me cortó. Un TT, tres limos. Adiós. Erik ya estaba andando de vuelta cuando Rose le habló, y nunca le había molestado la gente un poco ruda, así que no se tomó a mal las palabras de la joven. Además, habían pasado tantas cosas desde que se conocieron que ya la consideraba una amiga, y no se abandona a los amigos cuando avanzan hacia una ciudad llena de comandos del terror.
-Esa música es casi tan desagradable como el tembleque de esas gelatinas. Bueno, mientras llueva no podrán salir de debajo del carballo, así que todo está bien.
Llegaron al primer edificio del pueblo y Erik se asomó para ver el panorama, cubierto en parte por la ciudad. Era todo tan triste y gris que el cabello del joven casi se mimetizaba con las paredes. En el centro de la plaza había dos TTs, uno sentado en el borde de la fuente y otro a su lado, totalmente erguido. Una insignia plateada con forma de colmillo en su pecho lo identificaba como el capitán de esa tropa. También había TTs entrando y saliendo de algunas casas, interrogando gente aquí y allá.
-El de la fuente es el líder del grupo, y el otro debe de ser su guardaespaldas. Todos están bastante alejados unos de otros así que, si vamos con cuidado, deberíamos poder esquivarlos. Haré ruido por este lado para que se acerquen los dos que están más cerca y nos escabullimos por el otro lado de la casa hasta aquel callejón, los barriles y las cajas nos servirán para ocultarnos. ¿Lista? -Sin esperar respuesta, acostumbrado a que la gente le hiciera caso en situaciones delicadas, hizo aparecer espada y escudo y, armando el brazo para contener el impacto, descargó un golpe sobre su escudo liberando una onda sónica. El impacto fue moderadamente doloroso y el ruido, suficiente, aunque menor de lo que Erik esperaba. Había sonado como algo de madera rompiendo, aunque, por suerte, fue bastante para que los dos TTs que se encontraban cerca se girasen y empezasen a andar hacia su posición. Entonces Erik se giró y se deslizó hasta el punto antes mencionado por el lado opuesto de la casa al que se acercaban los TTs, sin pensar siquiera en la posibilidad de que Rose no lo estuviera siguiendo, mientras hacía desaparecer las armas.
Una vez en el callejón, oculto tras los barriles, se giró a ver como estaba su compañera.
-Era un chiste lo de la expropiación... -El sonido de algo cayendo al suelo, acompañado de una trinidad de cristales rotos, me cortó. Un TT, tres limos. Adiós. Erik ya estaba andando de vuelta cuando Rose le habló, y nunca le había molestado la gente un poco ruda, así que no se tomó a mal las palabras de la joven. Además, habían pasado tantas cosas desde que se conocieron que ya la consideraba una amiga, y no se abandona a los amigos cuando avanzan hacia una ciudad llena de comandos del terror.
-Esa música es casi tan desagradable como el tembleque de esas gelatinas. Bueno, mientras llueva no podrán salir de debajo del carballo, así que todo está bien.
Llegaron al primer edificio del pueblo y Erik se asomó para ver el panorama, cubierto en parte por la ciudad. Era todo tan triste y gris que el cabello del joven casi se mimetizaba con las paredes. En el centro de la plaza había dos TTs, uno sentado en el borde de la fuente y otro a su lado, totalmente erguido. Una insignia plateada con forma de colmillo en su pecho lo identificaba como el capitán de esa tropa. También había TTs entrando y saliendo de algunas casas, interrogando gente aquí y allá.
-El de la fuente es el líder del grupo, y el otro debe de ser su guardaespaldas. Todos están bastante alejados unos de otros así que, si vamos con cuidado, deberíamos poder esquivarlos. Haré ruido por este lado para que se acerquen los dos que están más cerca y nos escabullimos por el otro lado de la casa hasta aquel callejón, los barriles y las cajas nos servirán para ocultarnos. ¿Lista? -Sin esperar respuesta, acostumbrado a que la gente le hiciera caso en situaciones delicadas, hizo aparecer espada y escudo y, armando el brazo para contener el impacto, descargó un golpe sobre su escudo liberando una onda sónica. El impacto fue moderadamente doloroso y el ruido, suficiente, aunque menor de lo que Erik esperaba. Había sonado como algo de madera rompiendo, aunque, por suerte, fue bastante para que los dos TTs que se encontraban cerca se girasen y empezasen a andar hacia su posición. Entonces Erik se giró y se deslizó hasta el punto antes mencionado por el lado opuesto de la casa al que se acercaban los TTs, sin pensar siquiera en la posibilidad de que Rose no lo estuviera siguiendo, mientras hacía desaparecer las armas.
Una vez en el callejón, oculto tras los barriles, se giró a ver como estaba su compañera.
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-Hay algo con lo que no has... Chicos.
Antes de que hubiera terminado de hablar, Erik ya se había lanzado al plan. Se puso a hacer ruido por un lado con una clara intención de atraerlos, sin siquiera cuestionarse que podrían llevar armas de fuego y freírlo a tiros en menos de lo que canta un gallo. Tampoco había tenido en cuenta para esa magnífica estrategia la existencia de un enorme lobo rojo que resultaba bastante difícil de esconder. Pero bueno, por intentarlo no se perdía nada. Al fin y al cabo, las tropas del terror hasta ahora no demostraban ser ni la mitad de capaces que terroríficas, y cada vez daban menos miedo.
-Este chico es tonto- mascullé mientras veía cómo generaba armas de juguete mágicamente. Podría haberme pedido algo, como mi pistola, por ejemplo. Hablando de eso...
Escuché el ruido mientras desenfundaba el arma. Llevaba el estoque nuevo en una mano y la pistola en la otra, era hora de divertirse. Al tiempo que Erik pasó por mi lado disparé a una de las ventanas que había por el lugar, rompiendo un cristal y haciendo que los tetes, así decidí llamarlos, no supieran adónde mirar. De hecho, bastantes decidieron salir de sus respectivas ocupaciones para observar la trayectoria de la bala, y no tardé ni tres segundos en largarme hacia Erik, guardando mi arma en su funda y ocultándome, junto con Archie, tras los barriles. Bueno, decir que Archie estaba oculto era ignorar su cola, su melena, y en general medio él. Sin embargo se podía confundir con una alfombra. Alguien lo suficientemente estúpido, claro.
-¿Cómo vamos a encargarnos de ellos, Erik? Son demasiados.
Antes de que hubiera terminado de hablar, Erik ya se había lanzado al plan. Se puso a hacer ruido por un lado con una clara intención de atraerlos, sin siquiera cuestionarse que podrían llevar armas de fuego y freírlo a tiros en menos de lo que canta un gallo. Tampoco había tenido en cuenta para esa magnífica estrategia la existencia de un enorme lobo rojo que resultaba bastante difícil de esconder. Pero bueno, por intentarlo no se perdía nada. Al fin y al cabo, las tropas del terror hasta ahora no demostraban ser ni la mitad de capaces que terroríficas, y cada vez daban menos miedo.
-Este chico es tonto- mascullé mientras veía cómo generaba armas de juguete mágicamente. Podría haberme pedido algo, como mi pistola, por ejemplo. Hablando de eso...
Escuché el ruido mientras desenfundaba el arma. Llevaba el estoque nuevo en una mano y la pistola en la otra, era hora de divertirse. Al tiempo que Erik pasó por mi lado disparé a una de las ventanas que había por el lugar, rompiendo un cristal y haciendo que los tetes, así decidí llamarlos, no supieran adónde mirar. De hecho, bastantes decidieron salir de sus respectivas ocupaciones para observar la trayectoria de la bala, y no tardé ni tres segundos en largarme hacia Erik, guardando mi arma en su funda y ocultándome, junto con Archie, tras los barriles. Bueno, decir que Archie estaba oculto era ignorar su cola, su melena, y en general medio él. Sin embargo se podía confundir con una alfombra. Alguien lo suficientemente estúpido, claro.
-¿Cómo vamos a encargarnos de ellos, Erik? Son demasiados.
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Archie era demasiado grande, pero no pasaba nada, no los estaban viendo, las TTs no eran ni la mitad de intimidantes de lo que creían y, por suerte, menos astutas todavía.
-Son tan numerosos como torpes, no habrá problemas. Podríamos lanzarnos a por un grupo pequeño, derribarlos y volver a escondernos, como una guerrilla, pero sinceramente, no quiero que muera nadie. -Añadió con una reprobadora mirada hacia las armas de la joven. No aprobaba el uso de armas mortales, menos aun el de pistolas, deshonrosas y cobardes armas diseñadas para el asesinato. -Podemos continuar como hasta ahora y avanzar hacia el puerto. Una vez allí, podemos huir en barco o algo similar. -No era un plan perfecto, pero era mejor que quedarse y liarse a golpes con las tropas de la emperatriz.
La pelirroja no parecía nada convencida de sus ideas. Otra escéptica pesimista. Bueno, no había problema con ello, nada podía con el ánimo de Erik. Y no se sentía capaz de enfadarse con algo tan mono. Archie, se refería a Archie.
-Desde esta posición no nos ven, pero no tardarán en dar la vuelta y encontrarnos. Tenemos que movernos ya. -Hizo aparecer un stab que apuntó hacia un tejado al otro lado de la calle. No podía hacer nada de ruido o todo se iría al traste. Solo tenía que concentrarse. Respiró hondo y, con un movimiento de estocada, descargó una onda sónica que viajó, silenciosa, hasta el tejado deseado, impactando contra él con un estruendo y derribando unas tejas. Los TTs se giraron hacia allí al instante, dando la espalda a los jóvenes. Los más desafortunados recibieron una lluvia de pequeños cascotes y polvo directa en los ojos. Por mirar para arriba.
-Vamos, rápido. Por el otro lado. -Erik no era un showman, era una persona práctica. Si había funcionado una vez, no tenía por qué no funcionar una segunda. Mientras siguieran avanzando hacia el puerto, todo iba bien. Echó a correr hacia el puerto mientras el ruido y el desconcierto los amparaba, pero al girar para meterse en otra calle algo lo sorprendió, haciendo que se frenara en seco.
-Son tan numerosos como torpes, no habrá problemas. Podríamos lanzarnos a por un grupo pequeño, derribarlos y volver a escondernos, como una guerrilla, pero sinceramente, no quiero que muera nadie. -Añadió con una reprobadora mirada hacia las armas de la joven. No aprobaba el uso de armas mortales, menos aun el de pistolas, deshonrosas y cobardes armas diseñadas para el asesinato. -Podemos continuar como hasta ahora y avanzar hacia el puerto. Una vez allí, podemos huir en barco o algo similar. -No era un plan perfecto, pero era mejor que quedarse y liarse a golpes con las tropas de la emperatriz.
La pelirroja no parecía nada convencida de sus ideas. Otra escéptica pesimista. Bueno, no había problema con ello, nada podía con el ánimo de Erik. Y no se sentía capaz de enfadarse con algo tan mono. Archie, se refería a Archie.
-Desde esta posición no nos ven, pero no tardarán en dar la vuelta y encontrarnos. Tenemos que movernos ya. -Hizo aparecer un stab que apuntó hacia un tejado al otro lado de la calle. No podía hacer nada de ruido o todo se iría al traste. Solo tenía que concentrarse. Respiró hondo y, con un movimiento de estocada, descargó una onda sónica que viajó, silenciosa, hasta el tejado deseado, impactando contra él con un estruendo y derribando unas tejas. Los TTs se giraron hacia allí al instante, dando la espalda a los jóvenes. Los más desafortunados recibieron una lluvia de pequeños cascotes y polvo directa en los ojos. Por mirar para arriba.
-Vamos, rápido. Por el otro lado. -Erik no era un showman, era una persona práctica. Si había funcionado una vez, no tenía por qué no funcionar una segunda. Mientras siguieran avanzando hacia el puerto, todo iba bien. Echó a correr hacia el puerto mientras el ruido y el desconcierto los amparaba, pero al girar para meterse en otra calle algo lo sorprendió, haciendo que se frenara en seco.
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