Another round of Gwent? [Priv. Alistar y Annie]

El acero del lobo chocó violentamente con la espada del soldado. Repelió el ataque a la par que daba una patada al guardia que se le acercaba por la espalda buscando dar un ataque sorpresa. Alistar saltó sobre la mesa y al bajar la hizo volcarse con el pie, deteniendo así un espadazo enemigo que se hundió en la madera. El grito de la peliblanca lo sacó de la adrenalina del combate. El lobo se movió hacia la puerta, embistiendo a un soldado con el hombro por el camino y pasando por encima de los guardias que la chica había tumbado con su extraño poder de viento.

Al salir de la taberna paró en seco, viéndose rodeado por varios soldados que lo apuntaban con ballestas. Eran seis más uno que se encontraba con el brazo alzado y con su arma enfundada, que parecía ser el líder de aquel pequeño escuadrón de tiradores. El lobo los miró a todos durante un instante.

—Ríndete o disparamos.

—¿Ahora dais la opción de rendirse?

—Serás juzgado y ejecutado públicamente por tus crímenes de forma justa.

—Hay que mantener las apariencias, ¿eh?

—No lo volveré a decir, Lobo Blanco. Tira tu espada al suelo, alza las manos y ríndete.

—Me llamáis por mi epíteto, que honor.

—¡Ríndete o una lluvia de virotes caerá sobre ti y esa ramera que te acompaña!

—Vigila tus modales, soldado... Esa ramera es la hija de la luna. ¡Ahora!

Esperaba que la muchacha entendiese lo que pretendía. Si había hecho aquella ráfaga de viento en el interior podía volver a hacerla, y aquella vez tenía más espacio que en un entorno cerrado. Si todo salía bien, los soldados serían derribados por el fuerte viento y aquello les daría tiempo a correr hacia sus caballos.

Annie bajó el arco y salió primera por la puerta; sin embargo, no pudo ir más allá. Una patrulla se encontraba apuntando a la entrada con sus ballestas. Apretó el puño con fuerza y alzó el arco, pero las palabras de Alistar le hicieron detenerse. No pudo evitar sonreír al ver como vacilaba al líder de la patrulla, hasta que este se dirigió a ella como una ramera.

-¿Yo ramera? ¡No me quiero imaginar lo que es tu madre entonces! - Exclamó enfadada. Siempre que había algún insulto de por medio ella tenía que llevarse el de ramera o puta, como si no tuvieran más insultos. - ¡Soy Annabelle Reep! - Clamó sin pensar.

Ante el grito de Alistar, la arquera reaccionó y en vez de disparar con el arco, alzó su mano generando una ráfaga de viento que los lanzaría por los aires, incluidos los virotes que habían disparado. Aquel era el momento de escapar. Los guardias estaban en el suelo, quejándose de dolor y quizás tardarían un buen rato en levantarse.

Guardó su arco en la espalda a medida que caminaba rápidamente hasta Othar y se subió, mascullando por lo bajo por haber hecho un esfuerzo con la herida reciente de su brazo.

-¡Sígueme! - Exclamó Annie a medida que azuzaba al caballo azabache.

Othar corría como una bestia, parecía que tenía alas con cada galope. De vez en cuando Annie miraba hacia atrás, para ver si los seguían, pero Alistar iba con Epona casi a su altura. Atravesaron un sendero y se adentraron en el bosque, donde se mantuvieron a galope un buen rato, hasta que finalmente redujeron el trote hasta parar. La muchacha de cabellos cenicientos se mantuvo sentada en su caballo, hasta que finalmente bajó.

-Supongo que aquí acaba nuestra aventura - Comentó acercándose a él, sin soltar las riendas de Othar -. No puedo quedarme mucho más tiempo en Greenlyn, debo regresar a mi isla. Tu cuidate, ¿vale? Espero que nos volvamos a ver pronto porque regresaré - Annie acercó su cabeza a la de Othar y lo acarició. - Cuida de mi pequeñín.

Annie se acercó hasta Alistar y le dio un fuerte abrazo, cuando se apartó recordó que en un bolsillo llevaba una vibre card. La sacó y se la tendió en la mano.

-Si alguna vez me necesitas, esto te servirá de ayuda para que sepas mi localización. ¡Buena suerte, Lobo Blanco!

Tras eso se fue alejando poco a poco, hasta perderse en la espesura del bosque. La orientación no era un problema y sabría como llegar al puerto de nuevo. Mientras tanto, Ayden chillaba surcando los cielos, vigilando que nada pudiese atacar a su dueña. Cuando la muchacha de cabellos cenicientos miró atrás, Alistair ya no estaba allí.

El lobo envainó la espada en cuanto la peliblanca lanzó su extraño hechizo. Corrió hacia un lado, pasando por encima de uno de los soldados caídos y sin dejar de correr. Se llevó dos dedos a la boca y soltó un fuerte silbido mientras avanzaba corriendo y llegaba Epona, galopando a su derecha. Alistar cogió las riendas con las manos y con un habilidoso salto se sentó en su grupa. La yegua, al notar a su dueño a su espalda, enseguida aumentó su velocidad hasta cogerle el ritmo al caballo de Annie. Con su fino oído animal escuchó gritos a sus espaldas que poco a poco se iban alejando, desapareciendo por completo en cuanto la pareja entró en el bosque.

Los equinos, haciendo gala de su habilidad, se colaban entre senderos y saltaban sobre raíces como si nada, dejando atrás a aquellos que los querían capturar. No tardaron en llegar a un punto en que les sería imposible encontrarlos, por lo que el lobo detuvo a Epona en cuanto Annie hizo lo mismo con su animal. El caballero de ojos amarillos bajó del caballo a la par que lo hacía la arquera, la cual se acercaba a él diciendo que debían separarse, pues no podía quedarse mucho tiempo en Greenlyn.

—No te olvides de volver-dijo el lobo después del abrazo y tras coger la vibre card que la muchacha le tendía-. Después de todo, tu padre vive aquí. Puede que algún día te cuente la historia de nuestra casa... Eres una Reep ahora. Llévalo con orgullo.

En cuanto la muchacha empezó a alejarse, el lobo se quedó mirando con los brazos cruzados

—Sabes que te oigo, Nizak. Y te huelo.

De entre los arbustos de la izquierda salió una gallarda figura alta con dorada armadura y el yelmo bajo el brazo. El caballero tenía unos revueltos cabellos rojizos sobre un rostro joven y afeitado.

—¿Tenéis una hija, sir Alistar?

—Desde hoy parece que sí. Y una yegua. ¿Qué hacías ahí?

—Desaparecisteis hace dos días.

—Me marché a beber algo.

—Seguí vuestro rastro, preguntando a las gentes, y me encontré el cadáver decapitado de una bestia alada.

—Intentó hacer daño a mi pequeña. No podía no matarla.

—Os buscan en todo el reino, sir Alistar. Salir simplemente a beber es peligroso.

—Ya, ya... Volvamos a la base. Ichabod estará hecho una furia. ¿Me haces un favor, Nizak? Lleva a Othar -dijo señalando al caballo de Annie-. Y que no le pase nada, por favor.