Página 1 de 2. • 1, 2
Brianna Byrne
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Por un momento se pensó realmente como había llegado a aquella situación nuevamente. ¿Como diablos se metía en ese tipo de fregados sin darse apenas cuenta? Había logrado escapar del incordio del CP y ahora un grupo de cuatro hombres la perseguían gritándole que dejara de correr. Que la iban a atrapar igualmente y que la llevarían ante su padre. — Por todos los santos, ¡dejadme en paz! — sus piernas no daban para más. Estaba realmente agotada, no podía seguir corriendo le dolían las piernas por la velocidad que llevaba desde hace un rato.
Pero no podía parar, no quería parar. Sabía que si en ese momento dejaba de correr, esos hombres la atraparían y ni cortos ni perezosos la llevarían con su padre. Aquel hombre que la había abandonado y que ahora solo la quería para volver a tratarla como un objeto. Como algo que poder usar en su conveniencia, como una muñeca que podría ser de utilidad si se la vendía a un buen coleccionista. En el caso de aquel hombre que deseaba casarse con ella, no era otro que un noble pomposo de una isla perdida de algún mar abarrotado de gente. Al que seguramente le gustaban los rasgos que poseía la mujer y que su padre había descrito de las mejores formas posibles para engatusarlo.
Pelo negro como las alas de un cuervo y ondulado como las olas que golpea una brisa marina. Risa fresca como el rocío de la mañana, ojos violáceos como joyas preciosas que reflejan el cielo estrellado. Cuantas cosas le habría contado aquel hombre para que deseara casarse con ella aún cuando ni siquiera la conocía y no la había visto ni una sola vez. Posiblemente su padre habría obviado el echo de que la joven ya no era virgen y que en su cuerpo había algunas marcas de cicatrices de los golpes que el capitán de la banda pirata había propinado en su cuerpo.
De un momento a otro Brianna se tropezó y cayó al suelo, intento levantarse lo más rápido posible pero aquellos hombres le pisaban los talones. No tardarían mucho en darle alcance y si lo lograban la rodearían para no dejarle escapatoria. Estaba asustada, cansada y algo dolorida — ¿donde se habrá metido Ivan? — su pregunta fue entre confundida y un poco molesta por no saber donde se había metido ahora el vampiro. Definitivamente tendría que empezar a entregar un poco si quería sobrevivir a aquel mundo lleno de peligros en el que se había metido o mejor dicho, en el que la habían metido sin venir a cuento. Seguramente el vampiro estaría con el resto de la banda haciendo vete tu a saber que historia.
Pero no podía parar, no quería parar. Sabía que si en ese momento dejaba de correr, esos hombres la atraparían y ni cortos ni perezosos la llevarían con su padre. Aquel hombre que la había abandonado y que ahora solo la quería para volver a tratarla como un objeto. Como algo que poder usar en su conveniencia, como una muñeca que podría ser de utilidad si se la vendía a un buen coleccionista. En el caso de aquel hombre que deseaba casarse con ella, no era otro que un noble pomposo de una isla perdida de algún mar abarrotado de gente. Al que seguramente le gustaban los rasgos que poseía la mujer y que su padre había descrito de las mejores formas posibles para engatusarlo.
Pelo negro como las alas de un cuervo y ondulado como las olas que golpea una brisa marina. Risa fresca como el rocío de la mañana, ojos violáceos como joyas preciosas que reflejan el cielo estrellado. Cuantas cosas le habría contado aquel hombre para que deseara casarse con ella aún cuando ni siquiera la conocía y no la había visto ni una sola vez. Posiblemente su padre habría obviado el echo de que la joven ya no era virgen y que en su cuerpo había algunas marcas de cicatrices de los golpes que el capitán de la banda pirata había propinado en su cuerpo.
De un momento a otro Brianna se tropezó y cayó al suelo, intento levantarse lo más rápido posible pero aquellos hombres le pisaban los talones. No tardarían mucho en darle alcance y si lo lograban la rodearían para no dejarle escapatoria. Estaba asustada, cansada y algo dolorida — ¿donde se habrá metido Ivan? — su pregunta fue entre confundida y un poco molesta por no saber donde se había metido ahora el vampiro. Definitivamente tendría que empezar a entregar un poco si quería sobrevivir a aquel mundo lleno de peligros en el que se había metido o mejor dicho, en el que la habían metido sin venir a cuento. Seguramente el vampiro estaría con el resto de la banda haciendo vete tu a saber que historia.
Alistar Reep
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Vació lo poco que quedaba de la botella en su gaznate. Llevaba ya unas semanas en Jaya, gastando el poco dinero que le quedaba en comida, bebida y alojamiento, esperando que pasase algo que pudiese devolver sentido a su vida. Su fuerza constitución lupina le impedía emborracharse bebiendo tan solo eso, por lo que se quedó allí, en el callejón, sentado en el suelo y dejando allí la botella. Kodlak estaba allí con él, tumbado en el suelo como si de una enorme mole blanca y peluda se tratase, posando la cabeza sobre una de las piernas de Alistar. El albino miraba perdido a la pared mientras acariciaba perezosamente al lobo con la mano. Cerró los ojos y, como siempre que lo hacía, los vio. A todos ellos que habían confiado en él, muriendo bajo la espada del tirano gobernador. A Ichabod, el cuervo, amenazándole con la llegada del lobo justo antes de ser decapitado.
—El lobo nunca llegó, cuervo... Lo siento...
Pero no importaba las veces que lo dijese, nunca le llegaba el perdón. Dejó de acariciar al lobo y se llevó la mano a la cara, tapándose los ojos. Estaba algo sucia y su barba descuidada, algo más larga de lo normal, aunque su rostro estaba oculto bajo la sombra de una capucha negra que llevaba. De golpe, un olor llegó a su fina nariz. Un olor que se alzaba por encima del alcohol y la suciedad que reinaban en Jaya. Un olor a lilas y grosellas. Abrió los ojos y miró hacia la salida del callejón mientras oía gritos y pasos apresurados. Justo por delante del mismo, en la oscuridad de la noche, pasaron corriendo cinco personas. Alistar pudo ver, con sus amarillos ojos de depredador que brillaban bajo la capucha, como parecía ser una mujer huyendo de cuatro hombres. ¿Ladrones? ¿Asesinos? Probablemente violadores. Aquello era Jaya después de todo.
—Joder... —murmuró levantándose mientras el lobo levantaba la cabeza también —. Vamos, Kodlak. Hay monstruos que matar.
El lobo se puso de pie, alzándose como una bestia enorme cuyo lomo se alzaba por encima de la cabeza de Alistar. Salió del callejón seguido por el lobo, mirando a un lado como se alejaban aquellos perseguidores. Empezó a caminar hacia ellos mientras ordenaba al cánido cortarles el paso. Kodlak salió corriendo a alta velocidad, obedeciendo su orden. La mujer se había tropezado y, enseguida, el animal se puso detrás de ella, de lado, sirviendo como una barrera. Sus perseguidores pararon en seco viendo al enorme lobo blanco gruñéndoles y enseñando sus grandes colmillos. Dieron un paso atrás, con temor, pero al girarse vieron a una silueta encapuchada salir de la niebla, iluminada por la luz de la luna llena. Los ojos del albino brillaban como los de un monstruo dispuesto a cazar a su presa.
—¡¿Quién coño eres?! —gritó uno de ellos, sacando de su bolsillo un cuchillo.
Se avalanzó contra el hombre, que no le había contestado, y buscó acuchillarle. El licántropo se movió a un lado, esquivando su perezoso ataque, y de un rápido movimiento desenvainó a Excalibur de su espalda y le cortó la cabeza. Con un ruido sordo, cuerpo y cabeza cayeron por separado y el lobo no apartó la mirada de los atacantes. Dos de los que quedaban gritaron y empezaron a correr hacia él, alzando un cuchillo y un garrote respectivamente. Alistar rebanó el brazo del hombre del garrote y, antes de que pudiese gritar por ello, lo cogió con la otra mano por la camisa y se lo puso delante de un fuerte tirón, utilizándolo de escudo para la puñalada de su amigo. Tiró al suelo al hombre sin brazo apuñalado y recibió un corte en la cara del otro. El golpe hizo que Alistar girara la cabeza y que se quitase la capucha. Se mostró su rostro, grisáceo y salvaje. Sus colmillos salían de su boca, lupinos y amenazantes y tenía un corte en el pómulo, recién hecho por el atacante.
El, que Alistar supiese, violador soltó el cuchillo y dio un paso atrás, atemorizado. El licántropo dio un fuerte zarpazo a su rostro y después clavó a Excalibur en su pecho, matándolo. El hombre que quedaba temblaba. Mientras Alistar se acercaba a él, sacó de su bolsillo una pistola y lo apuntó, intentando mantener el pulso. El licántropo no se detuvo y siguió caminando, sabiendo perfectamente el efecto que causaba en él. Recibió un disparo en el estómago que lo detuvo en seco, pero no se quejó. No pudo permitirse el quejarse, aunque le dolía. Reanudó su marcha, como si el disparo no le hubiese hecho nada. El hombre tiró la pistola al suelo y empezó a correr, gritando.
—Kodlak... —dijo el albino adoptando un aspecto más humano—. Caza.
Y el lobo salió corriendo detrás de él. Alistar envainó a Excalibur y se llevó la mano a la herida de bala y luego se la miró. Tenía sangre. Murmuró de nuevo lo que sonó como un rasposo "mmmh". Si conseguía sacarse la bala, solo tendría que esperar a que la herida cerrase, rezando que sobreviviese al sangrado, por supuesto. Aunque lo mismo morir salvando a alguien no era tan mal final. Después de comprobar que la mujer estuviese bien se dio la vuelta y se alejó, sabiendo que Kodlak podría encontrarle. Sin embargo, por la pérdida de sangre empezó a marearse.
—Mierda...
Y cayó al suelo de frente.
—El lobo nunca llegó, cuervo... Lo siento...
Pero no importaba las veces que lo dijese, nunca le llegaba el perdón. Dejó de acariciar al lobo y se llevó la mano a la cara, tapándose los ojos. Estaba algo sucia y su barba descuidada, algo más larga de lo normal, aunque su rostro estaba oculto bajo la sombra de una capucha negra que llevaba. De golpe, un olor llegó a su fina nariz. Un olor que se alzaba por encima del alcohol y la suciedad que reinaban en Jaya. Un olor a lilas y grosellas. Abrió los ojos y miró hacia la salida del callejón mientras oía gritos y pasos apresurados. Justo por delante del mismo, en la oscuridad de la noche, pasaron corriendo cinco personas. Alistar pudo ver, con sus amarillos ojos de depredador que brillaban bajo la capucha, como parecía ser una mujer huyendo de cuatro hombres. ¿Ladrones? ¿Asesinos? Probablemente violadores. Aquello era Jaya después de todo.
—Joder... —murmuró levantándose mientras el lobo levantaba la cabeza también —. Vamos, Kodlak. Hay monstruos que matar.
El lobo se puso de pie, alzándose como una bestia enorme cuyo lomo se alzaba por encima de la cabeza de Alistar. Salió del callejón seguido por el lobo, mirando a un lado como se alejaban aquellos perseguidores. Empezó a caminar hacia ellos mientras ordenaba al cánido cortarles el paso. Kodlak salió corriendo a alta velocidad, obedeciendo su orden. La mujer se había tropezado y, enseguida, el animal se puso detrás de ella, de lado, sirviendo como una barrera. Sus perseguidores pararon en seco viendo al enorme lobo blanco gruñéndoles y enseñando sus grandes colmillos. Dieron un paso atrás, con temor, pero al girarse vieron a una silueta encapuchada salir de la niebla, iluminada por la luz de la luna llena. Los ojos del albino brillaban como los de un monstruo dispuesto a cazar a su presa.
—¡¿Quién coño eres?! —gritó uno de ellos, sacando de su bolsillo un cuchillo.
Se avalanzó contra el hombre, que no le había contestado, y buscó acuchillarle. El licántropo se movió a un lado, esquivando su perezoso ataque, y de un rápido movimiento desenvainó a Excalibur de su espalda y le cortó la cabeza. Con un ruido sordo, cuerpo y cabeza cayeron por separado y el lobo no apartó la mirada de los atacantes. Dos de los que quedaban gritaron y empezaron a correr hacia él, alzando un cuchillo y un garrote respectivamente. Alistar rebanó el brazo del hombre del garrote y, antes de que pudiese gritar por ello, lo cogió con la otra mano por la camisa y se lo puso delante de un fuerte tirón, utilizándolo de escudo para la puñalada de su amigo. Tiró al suelo al hombre sin brazo apuñalado y recibió un corte en la cara del otro. El golpe hizo que Alistar girara la cabeza y que se quitase la capucha. Se mostró su rostro, grisáceo y salvaje. Sus colmillos salían de su boca, lupinos y amenazantes y tenía un corte en el pómulo, recién hecho por el atacante.
El, que Alistar supiese, violador soltó el cuchillo y dio un paso atrás, atemorizado. El licántropo dio un fuerte zarpazo a su rostro y después clavó a Excalibur en su pecho, matándolo. El hombre que quedaba temblaba. Mientras Alistar se acercaba a él, sacó de su bolsillo una pistola y lo apuntó, intentando mantener el pulso. El licántropo no se detuvo y siguió caminando, sabiendo perfectamente el efecto que causaba en él. Recibió un disparo en el estómago que lo detuvo en seco, pero no se quejó. No pudo permitirse el quejarse, aunque le dolía. Reanudó su marcha, como si el disparo no le hubiese hecho nada. El hombre tiró la pistola al suelo y empezó a correr, gritando.
—Kodlak... —dijo el albino adoptando un aspecto más humano—. Caza.
Y el lobo salió corriendo detrás de él. Alistar envainó a Excalibur y se llevó la mano a la herida de bala y luego se la miró. Tenía sangre. Murmuró de nuevo lo que sonó como un rasposo "mmmh". Si conseguía sacarse la bala, solo tendría que esperar a que la herida cerrase, rezando que sobreviviese al sangrado, por supuesto. Aunque lo mismo morir salvando a alguien no era tan mal final. Después de comprobar que la mujer estuviese bien se dio la vuelta y se alejó, sabiendo que Kodlak podría encontrarle. Sin embargo, por la pérdida de sangre empezó a marearse.
—Mierda...
Y cayó al suelo de frente.
Brianna Byrne
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Estaba asustada y cansada, Brianna realmente estaba agotada. Le cansaba la idea de que en cada isla en la que fueran hubiera hombres de su padre persiguiéndola o piratas de aquella banda de rufianes que querían volver a usarla como mero instrumento para ganar dinero y para satisfacer a un jefe que llevaba furioso desde que la joven había logrado escapar. Estaban a punto de conseguir atraparla cuando algo llamo su atención. Un ruido extraño y unos gritos, había logrado levantarse tras caer al suelo y entonces se giro para encontrarse con una escena grotesca. Al parecer un hombre estaba atacando a aquellos individuos que la perseguían.
Por un momento se tapo la boca con ciertas ganas de vomitar. Le daba nauseas ver aquellas escenas, no por la sangre, era médico después de todo, si no por lo grotesco de la imagen. Aún así, le agradecía a aquel hombre que la estuviera ayudando, ¿por que eso hacía verdad? Esperaba que realmente aquel hombre estuviera ayudándola y no solo quisiera ser él quien la cazara. Cuando al fin aquellos individuos desaparecieron aquel gigantesco perro o lobo o lo que fuera fue en busca del que quedaba. Brianna estuvo a punto de hablar cuando vio que el albino caía redondo al suelo.
La herida que le habían hecho sería más grave de lo que parecía en un principio. Se acerco a él y le giro como pudo para ver la herida que le habían provocado. Era un orificio de bala bastante preocupante, parecía que tenía un calibre considerable y la herida no cesaba de sangrar. Necesitaba llevarle al barco para poder tratarle pero no podría cargar con él hasta allí sin ayuda. Pensó en que podría hacer y entonces vio como volvía el enorme perrazo blanco o lobo o lo que fuera aquel gigantesco animal. Volvía con el morro lleno de sangre y los colmillos fuera.
Brianna por un momento sintió un gran temor. Intento respirar hondo un par de veces y sus ojos se fijaron en el animal. — Tranquilo, no quiero hacerle daño a tu amo...pero necesito que me ayudes — suspiro por un momento y luego miro al cielo como buscando inspiración divina. ¿Realmente le estaba hablando a un animal como si le entendiera? — No se si me entiendes, pero necesito que me ayudes a llevarle ¿vale? en mi barco puedo curarle — sin saber muy bien si el perro le había entendido o no intento cargar con aquel hombre.
Por suerte para ella el lobito blanco pareció entender y se puso justo debajo para que la mujer cargara al hombre sobre su lomo. Le acomodo sobre el animal y entonces le fue guiando hasta el velero. Una vez allí le llevo hasta su camarote donde lo poso en la cama y con unas tijeras abrió su camisa. Limpió rápidamente la zona afectada y después comenzaría a coser. Con la perdida de sangre que tenía ponerle anestesia sería una perdida de tiempo así que en aquel momento se centraría en cerrar la herida aprovechando que ya estaba inconsciente y que tardaría un poco en recobrar el conocimiento.
Una vez la herida estuviera cerrada desinfectaría y volvería a limpiar la zona y después vendaría bien para que no rozase y no estuviera expuesto. — Bueno, seguro que con esto se pone bien rápido — de nuevo le hablaba al perro como si pudiera entenderla. A veces Brianna realmente creía que se estaba volviendo loca. — ¿Tienes hambre amiguito? creo que iré a preparar algo de comer para cuando se levante — sin más fue hasta la cocina para hacer un poco de caldo calentito. Necesitaría al menos un par de días antes de poder moverse cómodamente tras haber sufrido aquella herida.
Por un momento se tapo la boca con ciertas ganas de vomitar. Le daba nauseas ver aquellas escenas, no por la sangre, era médico después de todo, si no por lo grotesco de la imagen. Aún así, le agradecía a aquel hombre que la estuviera ayudando, ¿por que eso hacía verdad? Esperaba que realmente aquel hombre estuviera ayudándola y no solo quisiera ser él quien la cazara. Cuando al fin aquellos individuos desaparecieron aquel gigantesco perro o lobo o lo que fuera fue en busca del que quedaba. Brianna estuvo a punto de hablar cuando vio que el albino caía redondo al suelo.
La herida que le habían hecho sería más grave de lo que parecía en un principio. Se acerco a él y le giro como pudo para ver la herida que le habían provocado. Era un orificio de bala bastante preocupante, parecía que tenía un calibre considerable y la herida no cesaba de sangrar. Necesitaba llevarle al barco para poder tratarle pero no podría cargar con él hasta allí sin ayuda. Pensó en que podría hacer y entonces vio como volvía el enorme perrazo blanco o lobo o lo que fuera aquel gigantesco animal. Volvía con el morro lleno de sangre y los colmillos fuera.
Brianna por un momento sintió un gran temor. Intento respirar hondo un par de veces y sus ojos se fijaron en el animal. — Tranquilo, no quiero hacerle daño a tu amo...pero necesito que me ayudes — suspiro por un momento y luego miro al cielo como buscando inspiración divina. ¿Realmente le estaba hablando a un animal como si le entendiera? — No se si me entiendes, pero necesito que me ayudes a llevarle ¿vale? en mi barco puedo curarle — sin saber muy bien si el perro le había entendido o no intento cargar con aquel hombre.
Por suerte para ella el lobito blanco pareció entender y se puso justo debajo para que la mujer cargara al hombre sobre su lomo. Le acomodo sobre el animal y entonces le fue guiando hasta el velero. Una vez allí le llevo hasta su camarote donde lo poso en la cama y con unas tijeras abrió su camisa. Limpió rápidamente la zona afectada y después comenzaría a coser. Con la perdida de sangre que tenía ponerle anestesia sería una perdida de tiempo así que en aquel momento se centraría en cerrar la herida aprovechando que ya estaba inconsciente y que tardaría un poco en recobrar el conocimiento.
Una vez la herida estuviera cerrada desinfectaría y volvería a limpiar la zona y después vendaría bien para que no rozase y no estuviera expuesto. — Bueno, seguro que con esto se pone bien rápido — de nuevo le hablaba al perro como si pudiera entenderla. A veces Brianna realmente creía que se estaba volviendo loca. — ¿Tienes hambre amiguito? creo que iré a preparar algo de comer para cuando se levante — sin más fue hasta la cocina para hacer un poco de caldo calentito. Necesitaría al menos un par de días antes de poder moverse cómodamente tras haber sufrido aquella herida.
Alistar Reep
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Estaba mareado y no podía abrir los ojos. Los acontecimientos del mundo real le resultaban ajenos, casi como un sueño. Alguien le empujaba para darle la vuelta en su lecho... ¿lecho? No, estaba en el suelo. Había caído al suelo, uno de aquellos asaltadores lo había asesinado. Intentó murmurar, quejándose, pero estaba seguro de que nada había salido de sus labios. De nuevo notó algo ajeno. Pelo, olor a lobo. Sin embargo, aquello ajeno estaba en segundo plano respecto a lo que de verdad estaba viendo con sus ojos cerrados. Los rostros de todos ellos, muertos. Sus voces, clamando ayuda, alabando al rey lobo y su llegada. Quiso apretar los dientes, gritar, pedir perdón y morir.
Lilas y grosellas. Ese olor otra vez. ¿Era real? ¿O tan solo se estaba acordando de su última buena acción antes de morir? Fuera lo que fuese, estaba cerca. Ichabod, Robert, Vilkas, Farkas... Todos ellos estaban muertos, y esa era la única verdad.
Lilas y grosellas.
Le dolía el pecho. ¿Era por la herida o por sus actos?
Lilas y grosellas. Más fuerte que nunca.
Oyó tela ser rasgada. ¿Los estandartes de su rebelión siendo destruidos por los soldados del gobernador? Varias punzadas en el pecho, algo frío y húmedo.
Lilas y grosellas.
Abrió los ojos, lentamente. Los gritos de sus compañeros muertos habían sido acallados por el sentido de su olfato, por aquel característico olor. Se puso una mano en la frente, confuso. ¿Dónde estaba? Toda la habitación olía a lilas y grosellas. ¿Era ese el olor de la muerte? ¿A eso olía la otra vida? No, a eso olía aquella mujer. No solo olía a eso la habitación, también olía a limpio, cosa que no olía desde que había llegado a Jaya. Intentó levantarse, haciendo una mueca de dolor instantánea. Todavía le dolía el pecho y fue aquello que hizo que pisara de nuevo la realidad del todo.
—¿Kodlak?
El lobo estaba allí con él. Levantó la cabeza y lo miró. Pudo ver por el movimiento de sus orejas que el animal, calmado y tranquilo como era, se alegraba de que hubiese despertado aunque no lo mostrase moviendo la cola como otros perros. Aunque pudo percibir como si que la movía un poco. Se sentó en la cama en la que estaba, aguantando el dolor de su pecho. Miró hacia abajo y vio que tenía el torso desnudo, cubierto por una venda. ¿Quién lo había curado? Claro, era un idiota. Aquella habitación tenía el olor de esa mujer impregnado por todas partes. Cerró los ojos, adquiriendo todo de aquel olor que podía. Al menos era agradable, no como el alcohol, pis y suciedad que reinaban en Jaya. Suspiró, a la par que empezaba a oír pasos fuera.
Lilas y grosellas. Ese olor otra vez. ¿Era real? ¿O tan solo se estaba acordando de su última buena acción antes de morir? Fuera lo que fuese, estaba cerca. Ichabod, Robert, Vilkas, Farkas... Todos ellos estaban muertos, y esa era la única verdad.
Lilas y grosellas.
Le dolía el pecho. ¿Era por la herida o por sus actos?
Lilas y grosellas. Más fuerte que nunca.
Oyó tela ser rasgada. ¿Los estandartes de su rebelión siendo destruidos por los soldados del gobernador? Varias punzadas en el pecho, algo frío y húmedo.
Lilas y grosellas.
Abrió los ojos, lentamente. Los gritos de sus compañeros muertos habían sido acallados por el sentido de su olfato, por aquel característico olor. Se puso una mano en la frente, confuso. ¿Dónde estaba? Toda la habitación olía a lilas y grosellas. ¿Era ese el olor de la muerte? ¿A eso olía la otra vida? No, a eso olía aquella mujer. No solo olía a eso la habitación, también olía a limpio, cosa que no olía desde que había llegado a Jaya. Intentó levantarse, haciendo una mueca de dolor instantánea. Todavía le dolía el pecho y fue aquello que hizo que pisara de nuevo la realidad del todo.
—¿Kodlak?
El lobo estaba allí con él. Levantó la cabeza y lo miró. Pudo ver por el movimiento de sus orejas que el animal, calmado y tranquilo como era, se alegraba de que hubiese despertado aunque no lo mostrase moviendo la cola como otros perros. Aunque pudo percibir como si que la movía un poco. Se sentó en la cama en la que estaba, aguantando el dolor de su pecho. Miró hacia abajo y vio que tenía el torso desnudo, cubierto por una venda. ¿Quién lo había curado? Claro, era un idiota. Aquella habitación tenía el olor de esa mujer impregnado por todas partes. Cerró los ojos, adquiriendo todo de aquel olor que podía. Al menos era agradable, no como el alcohol, pis y suciedad que reinaban en Jaya. Suspiró, a la par que empezaba a oír pasos fuera.
Brianna Byrne
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Se entretuvo un poco en la cocina, estaba preparando un poco de caldo con verduras y tal vez un poco de carne. Pero usaría una carne realmente blanda y tierna, después de todo aquel grandullón estaría débil y dolorido cuando despertara y cuanto menos forzara el cuerpo mejor para su curación. Pensó en que podría darle de comer al enorme lobo que tenía en la habitación. Por un momento se puso a pensar, tenía un desconocido en la cama y un lobo gigantesco vigilando la recuperación de su amo. Era absurdo como uno termina conociendo personas nuevas en este mundo. Al menos podía estar "tranquila" entre comillas por que aquel hombre la había salvado la vida. Se lo debía, le debía curarle y evitar que se desangrase en las calles de Jaya.
Salió de la cocina con una bandeja en las manos. Llevaba el plato de comida, un vaso de agua fresca, un poco de pan, una servilleta y también las pastillas que tendría que tomarse su paciente. Cuando llego a la habitación y lo vio ya completamente despierto se sorprendió un poco — vaya, realmente no esperaba que despertara tan pronto — le dedico una dulce sonrisa. Si había algo que Brianna hiciera de forma natural era sonreír, era extraño teniendo en cuenta la de infortunios que había vivido la chiquilla, pero era algo que le salía completamente sin pensar.
— Muchas gracias por salvarme antes, me llamo Brianna y bueno, soy médico, ¿como te encuentras? — miro de reojo al lobazo para ver si le daba permiso de acercarse a su amo. Al ver que no hacía nada en su contra decidió acercarse y ponerle la bandeja en las rodillas al hombre. — Imagino que debes de tener hambre, te recomiendo que te tomes las pastillas después de comer, son para el dolor y la inflamación de la herida, te ayudarán a sentirte mejor, tuve que sacar la bala así que es normal que sientas bastante dolor en esa zona, tuve que urgar un poquito — además había tenido que abrir un poco más la herida para poder sacarla.
Se levanto tras dejar la bandeja en sus piernas y luego miro al compañero de su paciente — es bastante listo, me ayudo a traerte hasta aquí, por cierto, ¿que come tu amiguito? no se si tendrá hambre pero no se a movido de allí desde que llegamos y no se si puede tener hambre o sed — si era necesario iría a comprar alguna cosa para el animal. Después de todo entre los dos la habían salvado la vida y no había nada en este mundo que pudiera impedir que Brianna pagara una deuda así. Estaba realmente agradecida con aquellos dos por haberla salvado de los matones que la perseguían.
Se puso a recoger un poco algunas cosas que tenía por la habitación un poco desordenadas. Unos cuantos libros de medicina, unos apuntes y una cajita de música que tenía a medias. Por que cuando nuestra chica se aburría se ponía a hacer cualquier cosa con tal de tener la mente completamente ocupada. No le gustaba estar en blanco, eso provocaba que le diera por recordar cosas de su pasado y no era la mejor idea. Así que casi siempre se ponía a estudiar o a hacer cualquier cosa de artesanía, por eso era alguien que sabía hacer muchas cosas, era bastante manitas.
Salió de la cocina con una bandeja en las manos. Llevaba el plato de comida, un vaso de agua fresca, un poco de pan, una servilleta y también las pastillas que tendría que tomarse su paciente. Cuando llego a la habitación y lo vio ya completamente despierto se sorprendió un poco — vaya, realmente no esperaba que despertara tan pronto — le dedico una dulce sonrisa. Si había algo que Brianna hiciera de forma natural era sonreír, era extraño teniendo en cuenta la de infortunios que había vivido la chiquilla, pero era algo que le salía completamente sin pensar.
— Muchas gracias por salvarme antes, me llamo Brianna y bueno, soy médico, ¿como te encuentras? — miro de reojo al lobazo para ver si le daba permiso de acercarse a su amo. Al ver que no hacía nada en su contra decidió acercarse y ponerle la bandeja en las rodillas al hombre. — Imagino que debes de tener hambre, te recomiendo que te tomes las pastillas después de comer, son para el dolor y la inflamación de la herida, te ayudarán a sentirte mejor, tuve que sacar la bala así que es normal que sientas bastante dolor en esa zona, tuve que urgar un poquito — además había tenido que abrir un poco más la herida para poder sacarla.
Se levanto tras dejar la bandeja en sus piernas y luego miro al compañero de su paciente — es bastante listo, me ayudo a traerte hasta aquí, por cierto, ¿que come tu amiguito? no se si tendrá hambre pero no se a movido de allí desde que llegamos y no se si puede tener hambre o sed — si era necesario iría a comprar alguna cosa para el animal. Después de todo entre los dos la habían salvado la vida y no había nada en este mundo que pudiera impedir que Brianna pagara una deuda así. Estaba realmente agradecida con aquellos dos por haberla salvado de los matones que la perseguían.
Se puso a recoger un poco algunas cosas que tenía por la habitación un poco desordenadas. Unos cuantos libros de medicina, unos apuntes y una cajita de música que tenía a medias. Por que cuando nuestra chica se aburría se ponía a hacer cualquier cosa con tal de tener la mente completamente ocupada. No le gustaba estar en blanco, eso provocaba que le diera por recordar cosas de su pasado y no era la mejor idea. Así que casi siempre se ponía a estudiar o a hacer cualquier cosa de artesanía, por eso era alguien que sabía hacer muchas cosas, era bastante manitas.
Alistar Reep
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Si tuviese que guiarse por el olfato nada más, aquella mujer sería totalmente invisible en aquella habitación. Estaba empezando a resultarle agradable, casi como si aquel olor le hubiese salvado. No del disparo, no de morir, sino de caer todavía más en un pozo del cual empezaba a temer que no podría salir. Ahora pudo ver a aquella mujer mucho mejor de lo que la vio en las calles de Jaya. En aquel momento no recordaba si había visto alguna mujer más bella que su salvadora, pero bien podría ser esta la más bella que había conocido jamás. Su piel parecía suave, sin imperfecciones. Su pelo, hermoso y negro como el azabache, caía ondulado sobre sus hombros, brillante y casi hipnotizante. Escuchó como se presentaba, dando su nombre y profesión. Era un nombre bonito, sin duda.
Mientras Brianna seguía hablando y le ponía la bandeja en las rodillas, sin dejar de prestarle atención, se giró y vio sobre la cama su espada, que hasta hace nada estaba a su espalda. Tenía sentido, pues no esperaba que la mujer pudiese moverla. La cogió, lentamente y sin movimientos bruscos, dejándola en el suelo apoyada en la cama junto a su lado. Se llevó la mano a la cabeza, colocándose bien el pelo blanco que llevaba suelto, sin peinar y sin lavar. Soltó un leve gruñido de resignación por si mismo. Su aspecto debería dar completa y total pena. Puede que incluso asco.
—No es un quisquilloso, con algo de carne y agua estará contento.
Miró el plato que tenía delante. Llevaba tiempo sin comer algo que tuviese tan buen aspecto. Había cogido la costumbre de comer tan solo una vez al día, saliendo cada noche a cazar junto a Kodlak, transformado en lobo. El rugir de su estómago era audible y sonoro, lo más seguro es que Brianna lo hubiese escuchado. Se llevó la mano al estómago y pidió disculpas. Sabiendo que sería una falta de respeto el no comer, cogió los cubiertos y dio el primer bocado. Era el mejor plato que había comido jamás. A punto estuvo incluso de llorar de felicidad, pero no lo hizo.
—Muchas gracias —dijo cuando hubo terminado de comer y de tomarse las pastillas como le había pedido—. Se lo agradezco de corazón. Me... me llamo Alistar. Este es Kodlak, como habrá podido comprobar es muy manso. Y estoy seguro de que se lo agradece también. —Un pequeño quejido canino de aprobación salió del lobo—. Debido a... debido a lo que soy esta herida debería curar rápido, pero sin su intervención habría muerto desangrado antes de que eso ocurriese. De nuevo, gracias. Ahora, si me disculpa, no quiero seguir impregnando su habitación y su cama con el olor de un vagabundo.
Se puso de pie con el propósito de marcharse de nuevo, pero el dolor le hizo ceder. A punto estuvo de caerse a un lado, pero Kodlak fue veloz y se colocó junto a este, evitando que cayera. Alistar se sujetó a su lomo, sintiendo sus piernas débiles. Miró a la mujer, intentando reafirmarla de que estaba bien, e intentó seguir caminando junto al lobo, pero este no se movió. Alistar lo miró, extrañado de que no quisiese inmutarse, pero el lobo se limitó a mirarle fijamente. Pudo notar cabezonería en su mirada. El animal no pretendía que el albino se fuese de allí sin haberse curado.
Mientras Brianna seguía hablando y le ponía la bandeja en las rodillas, sin dejar de prestarle atención, se giró y vio sobre la cama su espada, que hasta hace nada estaba a su espalda. Tenía sentido, pues no esperaba que la mujer pudiese moverla. La cogió, lentamente y sin movimientos bruscos, dejándola en el suelo apoyada en la cama junto a su lado. Se llevó la mano a la cabeza, colocándose bien el pelo blanco que llevaba suelto, sin peinar y sin lavar. Soltó un leve gruñido de resignación por si mismo. Su aspecto debería dar completa y total pena. Puede que incluso asco.
—No es un quisquilloso, con algo de carne y agua estará contento.
Miró el plato que tenía delante. Llevaba tiempo sin comer algo que tuviese tan buen aspecto. Había cogido la costumbre de comer tan solo una vez al día, saliendo cada noche a cazar junto a Kodlak, transformado en lobo. El rugir de su estómago era audible y sonoro, lo más seguro es que Brianna lo hubiese escuchado. Se llevó la mano al estómago y pidió disculpas. Sabiendo que sería una falta de respeto el no comer, cogió los cubiertos y dio el primer bocado. Era el mejor plato que había comido jamás. A punto estuvo incluso de llorar de felicidad, pero no lo hizo.
—Muchas gracias —dijo cuando hubo terminado de comer y de tomarse las pastillas como le había pedido—. Se lo agradezco de corazón. Me... me llamo Alistar. Este es Kodlak, como habrá podido comprobar es muy manso. Y estoy seguro de que se lo agradece también. —Un pequeño quejido canino de aprobación salió del lobo—. Debido a... debido a lo que soy esta herida debería curar rápido, pero sin su intervención habría muerto desangrado antes de que eso ocurriese. De nuevo, gracias. Ahora, si me disculpa, no quiero seguir impregnando su habitación y su cama con el olor de un vagabundo.
Se puso de pie con el propósito de marcharse de nuevo, pero el dolor le hizo ceder. A punto estuvo de caerse a un lado, pero Kodlak fue veloz y se colocó junto a este, evitando que cayera. Alistar se sujetó a su lomo, sintiendo sus piernas débiles. Miró a la mujer, intentando reafirmarla de que estaba bien, e intentó seguir caminando junto al lobo, pero este no se movió. Alistar lo miró, extrañado de que no quisiese inmutarse, pero el lobo se limitó a mirarle fijamente. Pudo notar cabezonería en su mirada. El animal no pretendía que el albino se fuese de allí sin haberse curado.
Brianna Byrne
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La pronta recuperación que mostraba le era totalmente grata. Le gustaba ver que era un hombre fuerte que se estaba recuperando e forma formidable. Después de todo, aquella herida no tenía buena pinta y al menos por ahora parecía que podría remontar más fácilmente. Esperaba que al menos estuviera unas cuantas horas más dormido por la perdida de sangre pero si en ese periodo de tiempo ya estaba bastante recuperado como para despertar calculaba que en vez de unos días posiblemente estaría recuperado en mucho menos. Brianna se imagino que tendría alguna habilidad especial de curación o regeneración, tal vez como Ivan que por cierto aún no sabía donde estaba.
— Estupendo, entonces le traeré algún trozo de carne de la cocina — sonrió contenta de poder darle de comer algo también al animal. Después de todo la había salvado la vida y quería recompensarle. Cuando escucho aquella sarta de palabras que estaba dejando salir el albino negó con la cabeza y frunció un poco el ceño al ver que casi cae al suelo. — No no, de eso nada, usted se va a quedar aquí a descansar y a recuperarse y después, puede usar el baño si quiere para asearse — le señalo una puerta y luego acaricio la cabeza del lobo con ternura. — Voy a la cocina a por algo de comer para ti, no le dejes moverse ¿Vale? — tras aquellas instrucciones al animal salió de la habitación.
Llenó un cuenco grande de agua y cogió un buen pedazo de carne de vaca, seguramente Ivan se enfadaría un poco por que gastara tanto pero ya podrían comprar en otro momento. Volvió a la habitación y le puso ambas cosas en el suelo al lobete para que pudiera comer a gusto. — Parece que te recuperas rápido y eso me alegra mucho — luego pudo notar como varios mechones de su pelo se metían en sus ojos y parecían molestarle — si quiere puedo cortarle el pelo, no es que sea peluquera pero parece que le molesta — le salió aquello sin pensar, simplemente por que veía que le molestaba y quería tal vez ayudarle un poco con eso.
— De verdad, muchas gracias por ayudarme antes, fue muy amable por su parte ayudando a una desconocida, aunque debo admitir que suelo meterme en líos a menudo — sonrió de forma leve intentando excusarse un poco aunque esperaba que por el momento no le preguntara nada más sobre el tema. Por ahora tenía que recuperarse y asearse, descansar era lo primordial para aquel hombre. Después de todo aquella herida aunque cerrase pronto podía ser molesta y dolorosa, sobretodo teniendo en cuenta que hasta hace un momento no había tomado nada para aliviar aquellos síntomas y posiblemente el dolor se hubiera agudizado y costaría un poco que se fuera. — ¿Necesita algo más? ¿un poco más de caldo? — realmente quería ayudarle y hacerle sentir un poco mejor, parecía que él también lo había pasado mal. Podía notar en sus ojos el mismo vacío que había en los propios antaño.
— Estupendo, entonces le traeré algún trozo de carne de la cocina — sonrió contenta de poder darle de comer algo también al animal. Después de todo la había salvado la vida y quería recompensarle. Cuando escucho aquella sarta de palabras que estaba dejando salir el albino negó con la cabeza y frunció un poco el ceño al ver que casi cae al suelo. — No no, de eso nada, usted se va a quedar aquí a descansar y a recuperarse y después, puede usar el baño si quiere para asearse — le señalo una puerta y luego acaricio la cabeza del lobo con ternura. — Voy a la cocina a por algo de comer para ti, no le dejes moverse ¿Vale? — tras aquellas instrucciones al animal salió de la habitación.
Llenó un cuenco grande de agua y cogió un buen pedazo de carne de vaca, seguramente Ivan se enfadaría un poco por que gastara tanto pero ya podrían comprar en otro momento. Volvió a la habitación y le puso ambas cosas en el suelo al lobete para que pudiera comer a gusto. — Parece que te recuperas rápido y eso me alegra mucho — luego pudo notar como varios mechones de su pelo se metían en sus ojos y parecían molestarle — si quiere puedo cortarle el pelo, no es que sea peluquera pero parece que le molesta — le salió aquello sin pensar, simplemente por que veía que le molestaba y quería tal vez ayudarle un poco con eso.
— De verdad, muchas gracias por ayudarme antes, fue muy amable por su parte ayudando a una desconocida, aunque debo admitir que suelo meterme en líos a menudo — sonrió de forma leve intentando excusarse un poco aunque esperaba que por el momento no le preguntara nada más sobre el tema. Por ahora tenía que recuperarse y asearse, descansar era lo primordial para aquel hombre. Después de todo aquella herida aunque cerrase pronto podía ser molesta y dolorosa, sobretodo teniendo en cuenta que hasta hace un momento no había tomado nada para aliviar aquellos síntomas y posiblemente el dolor se hubiera agudizado y costaría un poco que se fuera. — ¿Necesita algo más? ¿un poco más de caldo? — realmente quería ayudarle y hacerle sentir un poco mejor, parecía que él también lo había pasado mal. Podía notar en sus ojos el mismo vacío que había en los propios antaño.
Alistar Reep
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Volvió a sentarse en la cama, incapaz de protestar. Observó la risueña actitud de Brianna, yendo de nuevo a la cocina a por algo de comer para Kodlak. En cuanto se fue, Alistar se miró el torso, sucio y sin cuidar. Menuda imagen debería estar dando. Espera... ¿Desde cuando le preocupaba la imagen? Llevaba tiempo sin preocuparse por ese tipo de cosas. Suspiró, maldiciendo. Estaba agradecido por la salvación, pero... en el fondo deseaba que lo hubiese dejado morir. Tal vez así no habría tenido que relacionarse con él de ningún modo. Había aprendido que aquello era una maldición. ¿Era eso a lo que se referían las leyendas? ¿Era esa la verdadera maldición de la luna llena? Que quien sufre no es el licántropo, sino todos aquellos con los que se cruza. Se tapó la cara con las manos sucias.
Notó un peso cálido en la rodilla. Apartó las manos para ver a Kodlak apoyando la cabeza en su regazo y mirándole a los ojos. Los ojos del animal eran grises, propios del albinismo con el que había nacido. Alistar sabía que si alguien había tenido una infancia difícil era aquel animal. Abandonado por su manada debido a su color, por miedo a que su blanco pelaje delatase sus escondites. Le acarició la cabeza, siendo incapaz de comprender lo que se podía sentir, pues él no recordaba su infancia. Entonces vio como apartaba la mirada hacia la puerta y luego volvió a mirar al lobo.
—¿Qué?
El animal volvió a hacerlo.
—¿Qué insinúas?
Como respondiéndole el animal soltó un quejido canino desde lo hondo de su garganta. Entonces Alistar se dio cuenta de lo que le intentaba decir.
—Ah, no. No. No. No, no, no, no. No la conozco, no. Y estará más a salvo lejos de mí, eso está claro. —El lobo gruñó como respuesta a aquello, apartando la cabeza de su regazo—. ¡Es la verdad! Soy un monstruo, Kodlak. Un depredador, una bestia, un... —Miró al animal a los ojos, notando en estos cierta ofensa—... un... un lobo. —Volvió a taparse la cara con las manos—. Lo siento, no quería decir eso...
Brianna volvió, con comida y agua para Kodlak. El lobo comió en silencio y Alistar esperaba que no le hubiese escuchado hablando prácticamente solo. No le quedó sino aceptar la oferta de la mujer. Tal vez le viniese bien un aseo y ya después se marcharía y la dejaría en paz para siempre.
—Lo único que voy a pedirle es que me tutee.
Le dijo, sintiéndose inmerecedor de ese respeto. Esperó un tiempo a que la herida se curase, un par de horas más o menos. Durante ese tiempo habló poco con la mujer, pues no sabía que decir, y las cosas que le decía no solían ir cargadas de mucha información. Le habló de su espada y de como si lo intentase no podría cogerla y de como conoció a Kodlak. Una vez curado se quitó la venda, mostrando una cicatriz más a la colección de su torso. Siguió las indicaciones de la mujer hasta llegar a un aseo.
Curiosamente la bañera ya estaba lista. Seguramente preparada durante esas dos horas de conversación insulsa que el lobo no podía dar. A un lado había un tocador con un espejo y el lobo se miró, casi sin querer. Llevaba meses sin mirarse a un espejo. Tenía ojeras, suciedad y, aunque su cuerpo seguía con músculos marcados, estaba algo más delgado. Su barba estaba larga y descuidada, llegando casi hasta el pecho, con largos cabellos blancos que llegaban casi hasta media espalda. Se sentó frente al tocador y cogió una cuchilla de afeitar que allí había. Aquello le hizo pensar que Brianna ya vivía con un hombre y, por algún motivo, se decepcionó. Se sacó ese pensamiento de la cabeza y se afeitó.
Cuando terminó su rostro parecía ligeramente más sano, pero no mucho. Hacía tiempo que no se veía sin barba, incluso desde antes de su desaparición. Limpió el pelo que quedó, buscando no importunar más a la amable mujer, y empezó a desnudarse. Entonces entró en la bañera. Como usuario de fruta que era, se sentía debilitado aunque no mucho, al no ser agua salada. Lo suficiente como para, simplemente, relajarse.
Notó un peso cálido en la rodilla. Apartó las manos para ver a Kodlak apoyando la cabeza en su regazo y mirándole a los ojos. Los ojos del animal eran grises, propios del albinismo con el que había nacido. Alistar sabía que si alguien había tenido una infancia difícil era aquel animal. Abandonado por su manada debido a su color, por miedo a que su blanco pelaje delatase sus escondites. Le acarició la cabeza, siendo incapaz de comprender lo que se podía sentir, pues él no recordaba su infancia. Entonces vio como apartaba la mirada hacia la puerta y luego volvió a mirar al lobo.
—¿Qué?
El animal volvió a hacerlo.
—¿Qué insinúas?
Como respondiéndole el animal soltó un quejido canino desde lo hondo de su garganta. Entonces Alistar se dio cuenta de lo que le intentaba decir.
—Ah, no. No. No. No, no, no, no. No la conozco, no. Y estará más a salvo lejos de mí, eso está claro. —El lobo gruñó como respuesta a aquello, apartando la cabeza de su regazo—. ¡Es la verdad! Soy un monstruo, Kodlak. Un depredador, una bestia, un... —Miró al animal a los ojos, notando en estos cierta ofensa—... un... un lobo. —Volvió a taparse la cara con las manos—. Lo siento, no quería decir eso...
Brianna volvió, con comida y agua para Kodlak. El lobo comió en silencio y Alistar esperaba que no le hubiese escuchado hablando prácticamente solo. No le quedó sino aceptar la oferta de la mujer. Tal vez le viniese bien un aseo y ya después se marcharía y la dejaría en paz para siempre.
—Lo único que voy a pedirle es que me tutee.
Le dijo, sintiéndose inmerecedor de ese respeto. Esperó un tiempo a que la herida se curase, un par de horas más o menos. Durante ese tiempo habló poco con la mujer, pues no sabía que decir, y las cosas que le decía no solían ir cargadas de mucha información. Le habló de su espada y de como si lo intentase no podría cogerla y de como conoció a Kodlak. Una vez curado se quitó la venda, mostrando una cicatriz más a la colección de su torso. Siguió las indicaciones de la mujer hasta llegar a un aseo.
Curiosamente la bañera ya estaba lista. Seguramente preparada durante esas dos horas de conversación insulsa que el lobo no podía dar. A un lado había un tocador con un espejo y el lobo se miró, casi sin querer. Llevaba meses sin mirarse a un espejo. Tenía ojeras, suciedad y, aunque su cuerpo seguía con músculos marcados, estaba algo más delgado. Su barba estaba larga y descuidada, llegando casi hasta el pecho, con largos cabellos blancos que llegaban casi hasta media espalda. Se sentó frente al tocador y cogió una cuchilla de afeitar que allí había. Aquello le hizo pensar que Brianna ya vivía con un hombre y, por algún motivo, se decepcionó. Se sacó ese pensamiento de la cabeza y se afeitó.
Cuando terminó su rostro parecía ligeramente más sano, pero no mucho. Hacía tiempo que no se veía sin barba, incluso desde antes de su desaparición. Limpió el pelo que quedó, buscando no importunar más a la amable mujer, y empezó a desnudarse. Entonces entró en la bañera. Como usuario de fruta que era, se sentía debilitado aunque no mucho, al no ser agua salada. Lo suficiente como para, simplemente, relajarse.
Brianna Byrne
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Había notado que aquel hombre no tenía mucho tema de conversación y le recordó de alguna forma a esos lobos solitarios que vagan sin una manada. Un poco tristes y apesadumbrados, buscando un lugar al cual pertenecer pero sin conseguir encontrar uno realmente. Suspirando de forma leve dejo que el hombre se fuera al aseso para poder arreglarse un poco. Por su parte se quedaría junto a Kodlak, el compañero de su salvador. — Parece que habéis pasado por muchas aventuras ¿verdad? tu también deberías darte un bañito Kodlak — se rió al ver como el lobo arrugaba un poco la nariz, no parecía estar del todo conforme con la idea.
— Vamos vamos, eres un lobito grande y guapo, deberías tener ese pelaje limpio y sedoso, ¿no quieres que luego te cepille el pelito? — le acariciaba la cabeza y le rascaba detrás de las orejas. Buscaba que el lobo se sintiera cómodo con ella y que luego se dejara bañar, por que la verdad es que el pobre animal estaba bastante sucio. No quería dejarle en ese estado por que podría ser perjudicial para su salud. Por el momento parecía que el animal estaba bien a su lado y que no se quejaba demasiado así que esperaba que siguiera así.
Se levanto de la cama y entonces se puso a buscar unas tijeras, después de todo le había dicho a Alistar que le cortaría el pelo una vez se bañara, después de todo es más fácil cuando el pelo esta limpio y mojado. También busco un buen peine, uno fuerte primero para poder desenredar la maraña que tenía en la cabeza y otro que la ayudara para realizar un buen corte, aunque no es que fuera peluquera, pero al menos era una chica habilidosa y esperaba no dejarlo calvo por ningún lado. Intentaría hacerle un buen apaño para que no le molestara en los ojos y de paso mejorase un poco su aspecto.
Suspirando de forma leve y con todo ya listo sobre una mesa se volvió a sentar en la cama dejando que Kodlak apoyara su cabeza sobre sus piernas mientras ella le acariciaba — si dejas que te bañe y estas limpio y guapo podrás dormir conmigo ¿quieres? — le sonrió al animalito, realmente era adorable y tenía ganas de abrazarlo, era grandote y peludito, como un peluche gigante. En el momento en que se estaba quedando medio dormida escucho abrirse la puerta de la habitación y vio aparecer a Alistar que al parecer ya había salido de la bañera.
— Perfecto, pues siéntate y vamos a ver que puedo hacer con tu pelo — le señalo un sitio y se puso tras el para comenzar a peinarle primero de forma muy delicada no quería hacerle daño. — Si te hago daño me avisas — una vez lograra desenredar su pelo comenzaría a pasar el otro peine y a usar las tijeras despacito para no equivocarse. Estaba un poco nerviosa por que no quería liarla, pero confiaba en que si lo hacía poquito a poco podría conseguirlo y hacerle un corte que no le molestara en el día a día.
— Vamos vamos, eres un lobito grande y guapo, deberías tener ese pelaje limpio y sedoso, ¿no quieres que luego te cepille el pelito? — le acariciaba la cabeza y le rascaba detrás de las orejas. Buscaba que el lobo se sintiera cómodo con ella y que luego se dejara bañar, por que la verdad es que el pobre animal estaba bastante sucio. No quería dejarle en ese estado por que podría ser perjudicial para su salud. Por el momento parecía que el animal estaba bien a su lado y que no se quejaba demasiado así que esperaba que siguiera así.
Se levanto de la cama y entonces se puso a buscar unas tijeras, después de todo le había dicho a Alistar que le cortaría el pelo una vez se bañara, después de todo es más fácil cuando el pelo esta limpio y mojado. También busco un buen peine, uno fuerte primero para poder desenredar la maraña que tenía en la cabeza y otro que la ayudara para realizar un buen corte, aunque no es que fuera peluquera, pero al menos era una chica habilidosa y esperaba no dejarlo calvo por ningún lado. Intentaría hacerle un buen apaño para que no le molestara en los ojos y de paso mejorase un poco su aspecto.
Suspirando de forma leve y con todo ya listo sobre una mesa se volvió a sentar en la cama dejando que Kodlak apoyara su cabeza sobre sus piernas mientras ella le acariciaba — si dejas que te bañe y estas limpio y guapo podrás dormir conmigo ¿quieres? — le sonrió al animalito, realmente era adorable y tenía ganas de abrazarlo, era grandote y peludito, como un peluche gigante. En el momento en que se estaba quedando medio dormida escucho abrirse la puerta de la habitación y vio aparecer a Alistar que al parecer ya había salido de la bañera.
— Perfecto, pues siéntate y vamos a ver que puedo hacer con tu pelo — le señalo un sitio y se puso tras el para comenzar a peinarle primero de forma muy delicada no quería hacerle daño. — Si te hago daño me avisas — una vez lograra desenredar su pelo comenzaría a pasar el otro peine y a usar las tijeras despacito para no equivocarse. Estaba un poco nerviosa por que no quería liarla, pero confiaba en que si lo hacía poquito a poco podría conseguirlo y hacerle un corte que no le molestara en el día a día.
Alistar Reep
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Salió de la bañera. Buscó por la estancia, pues no sabía muy bien donde se encontraban las toallas. Finalmente las encontró y cogió una extensa y blanca. Se secó como pudo, aunque todavía seguía algo mojado. Le daba cierto corte salir así, pero... Tampoco podía hacer mucho más. Se puso la toalla en su cintura, sujetándola bien para tapar sus vergüenzas lo mejor que pudiese, y se dirigió a la puerta. Llevó la mano al picaporte, dispuesto a abrirla y salir, pero se detuvo en el último segundo. Su mano flaqueó un instante. Miró su torso, lleno de cicatrices y marcas. Su antebrazo, lleno de heridas, le recordaba su vida. Estaba seguro de una cosa, en que cuando Brianna lo viese así se daría cuenta de lo que es...
Un monstruo. Lo había visto en Jaya, a la luz de la luna, con prominentes colmillos, comandando una gigantesca bestia y asesinando cruelmente a un grupo de hombres. Fuese donde fuese, aquello le perseguiría a todas partes. Demasiado monstruo para el mundo de los humanos, demasiado humano para el mundo de los monstruos. La verdadera maldición de la luna llena. Se alejó de la puerta. Miró si aquella habitación tenía ventana, tal vez... Tal vez podría marcharse. Seguro que Kodlak podría encontrarle de nuevo, siempre lo hacía. Se quitó la toalla y empezó a correr, directo a la ventana que había al otro lado de la habitación.
La abrió de golpe y sacó la cabeza, sintiendo el viento nocturno en su rostro. Se subió al marco de la ventana, quedando allí de cuclillas, dispuesto a saltar hasta el puerto. Desnudo, como la bestia que era. Podría transformarse e ir corriendo como bestia hacia el bosque, seguro que llamaría menos la atención que un hombre desnudo. Dudó. No quería saltar. Volvió a poner un pie en el interior y después el otro. Siguió con la cabeza en el exterior y las manos apoyadas en el marco de la ventana. Cogió una gran bocanada de aire, sintiendo toda la peste y podredumbre de Jaya.
«Me ha salvado... No se merece un abandono así...»
Suspiró. Cerró la ventana y se dirigió de nuevo a la puerta. Cogió la toalla del suelo y se la volvió a poner, soltando un pequeño suspiro. Llevó la mano al picaporte y, si bien se detuvo antes de alcanzarlo durante unos segundos, aquella vez lo agarró. «Que sea lo que dios quiera» pensó. Si lo veía como un monstruo que así fuese. Ella seguiría a salvo de aquellos miserables. Lo que pensara sobre él, por cierto que fuese, no debería importarle. No debería.
Abrió la puerta y fue hacia la habitación en la que antes estaba, siguiendo el dulce olor a lilas y grosellas. Dudó una vez más al acercarse a la puerta, pero... finalmente la abrió. No pareció fijarse. O si lo hizo, no lo mostró. Le indicó donde sentarse para empezar a arreglar su pelo. Se sujetó bien la toalla con la mano y empezó a caminar hacia donde le había indicado. Se sentó, con miedo. Lo peinó, desenredando unos cabellos que llevaban tiempo sin cuidarse. Sin embargo, los tirones no le hacían daño. Había sufrido heridas mucho peores. Empezó a escuchar el chasqueo de las tijeras mientras veía como cabellos blancos caían al suelo. Seguro que cuando hubiese terminado... ni siquiera parecería él mismo.
Un monstruo. Lo había visto en Jaya, a la luz de la luna, con prominentes colmillos, comandando una gigantesca bestia y asesinando cruelmente a un grupo de hombres. Fuese donde fuese, aquello le perseguiría a todas partes. Demasiado monstruo para el mundo de los humanos, demasiado humano para el mundo de los monstruos. La verdadera maldición de la luna llena. Se alejó de la puerta. Miró si aquella habitación tenía ventana, tal vez... Tal vez podría marcharse. Seguro que Kodlak podría encontrarle de nuevo, siempre lo hacía. Se quitó la toalla y empezó a correr, directo a la ventana que había al otro lado de la habitación.
La abrió de golpe y sacó la cabeza, sintiendo el viento nocturno en su rostro. Se subió al marco de la ventana, quedando allí de cuclillas, dispuesto a saltar hasta el puerto. Desnudo, como la bestia que era. Podría transformarse e ir corriendo como bestia hacia el bosque, seguro que llamaría menos la atención que un hombre desnudo. Dudó. No quería saltar. Volvió a poner un pie en el interior y después el otro. Siguió con la cabeza en el exterior y las manos apoyadas en el marco de la ventana. Cogió una gran bocanada de aire, sintiendo toda la peste y podredumbre de Jaya.
«Me ha salvado... No se merece un abandono así...»
Suspiró. Cerró la ventana y se dirigió de nuevo a la puerta. Cogió la toalla del suelo y se la volvió a poner, soltando un pequeño suspiro. Llevó la mano al picaporte y, si bien se detuvo antes de alcanzarlo durante unos segundos, aquella vez lo agarró. «Que sea lo que dios quiera» pensó. Si lo veía como un monstruo que así fuese. Ella seguiría a salvo de aquellos miserables. Lo que pensara sobre él, por cierto que fuese, no debería importarle. No debería.
Abrió la puerta y fue hacia la habitación en la que antes estaba, siguiendo el dulce olor a lilas y grosellas. Dudó una vez más al acercarse a la puerta, pero... finalmente la abrió. No pareció fijarse. O si lo hizo, no lo mostró. Le indicó donde sentarse para empezar a arreglar su pelo. Se sujetó bien la toalla con la mano y empezó a caminar hacia donde le había indicado. Se sentó, con miedo. Lo peinó, desenredando unos cabellos que llevaban tiempo sin cuidarse. Sin embargo, los tirones no le hacían daño. Había sufrido heridas mucho peores. Empezó a escuchar el chasqueo de las tijeras mientras veía como cabellos blancos caían al suelo. Seguro que cuando hubiese terminado... ni siquiera parecería él mismo.
Brianna Byrne
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Intentaba mantenerse tranquila y buscar un tema de conversación, estaba un poco nerviosa y aquel silencio no sabía como interpretarlo. No sabía si Alistar estaba o no cómodo con todo aquello y puede que ella estuviera imponiendo mucho sus ideas y eso también le preocupaba un poco. Suspiro mientras seguía cortando y peinando aquella melena albina — siento que tal vez estoy siendo un poco pesada, espero no haberte incomodado cuando te dije que te cortaría el pelo — ella lo hacía por ayudarle pero puede que se estuviera metiendo donde no la llamaban y pensar en eso la hizo sentir un poco mal.
Después no pudo evitar fijarse en todas aquellas cicatrices, desde el momento en que entro por la puerta — veo que tienes muchas cicatrices, debo suponer que has tenido una vida complicada ¿verdad? — luego pensó rápidamente en que de nuevo, se estaba metiendo donde no la llamaban — lo siento mucho, no debería preguntarte eso, apenas nos conocemos no tienes por que responder si no quieres, es solo que...bueno, yo también tengo algunas y... — no sabía muy bien como excusarse, ahora mismo además de nerviosa se sentía un poco idiota por mencionar aquello.
Siguió cortando hasta que terminó con el largo que ella creía el adecuado y después le hizo un peinado para que no le molestara en los ojos. Se alejo un poco y fue a por un espejo pequeñito que tenía en uno de los cajones y se lo tendió — espero que te guste así, no soy peluquera pero creo que al menos no te molestara — le dedico una dulce y cálida sonrisa. Kodlak movía la cola mientras los miraba, parecía que daba su aprobación al nuevo peinado de su amo. Brianna le miro y sonriendo puso las manos en las caderas — ahora le toca a usted señorito — no se había olvidado de que el lobo también necesitaba un baño.
— Venga, no me mires así, necesitas darte un baño calentito para estar guapo — intentaba que el lobo diera su pata a torcer pero no parecía estar demasiado conforme con la idea aunque antes se mostrara un poco más receptivo. Suponía que ahora que había vuelto Alistar se escudaría en él e intentaría huir — ¿así que ahora que ha vuelto tu compañero te vas a hacer el duro? eres un lobo tramposo — se cruzo de brazos intentando hacerse un poco la indignada, le trataba como a un niño pequeño pero es que no le salía ser de otra forma. Aquel animalito era adorable y si fuera por ella estaría todo el día abrazándolo.
Después no pudo evitar fijarse en todas aquellas cicatrices, desde el momento en que entro por la puerta — veo que tienes muchas cicatrices, debo suponer que has tenido una vida complicada ¿verdad? — luego pensó rápidamente en que de nuevo, se estaba metiendo donde no la llamaban — lo siento mucho, no debería preguntarte eso, apenas nos conocemos no tienes por que responder si no quieres, es solo que...bueno, yo también tengo algunas y... — no sabía muy bien como excusarse, ahora mismo además de nerviosa se sentía un poco idiota por mencionar aquello.
Siguió cortando hasta que terminó con el largo que ella creía el adecuado y después le hizo un peinado para que no le molestara en los ojos. Se alejo un poco y fue a por un espejo pequeñito que tenía en uno de los cajones y se lo tendió — espero que te guste así, no soy peluquera pero creo que al menos no te molestara — le dedico una dulce y cálida sonrisa. Kodlak movía la cola mientras los miraba, parecía que daba su aprobación al nuevo peinado de su amo. Brianna le miro y sonriendo puso las manos en las caderas — ahora le toca a usted señorito — no se había olvidado de que el lobo también necesitaba un baño.
— Venga, no me mires así, necesitas darte un baño calentito para estar guapo — intentaba que el lobo diera su pata a torcer pero no parecía estar demasiado conforme con la idea aunque antes se mostrara un poco más receptivo. Suponía que ahora que había vuelto Alistar se escudaría en él e intentaría huir — ¿así que ahora que ha vuelto tu compañero te vas a hacer el duro? eres un lobo tramposo — se cruzo de brazos intentando hacerse un poco la indignada, le trataba como a un niño pequeño pero es que no le salía ser de otra forma. Aquel animalito era adorable y si fuera por ella estaría todo el día abrazándolo.
Alistar Reep
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Un poco pesada, decía la mujer, sin tener ni idea del bien que estaba haciendo. De lo mucho que estaba demostrando que el lobo no había cometido un error al salvarla. De lo dulce y buena que estaba siendo. Quiso decirle que no, que no estaba siendo pesada, que estaba siendo la mejor persona que había conocido en años. Pero... no supo como hacerlo. El lobo se moría de vergüenza por si mismo, no se veía merecedor de nada de lo que estaba recibiendo. Todos aquellos cuidados, la cura del disparo, la preocupación por él y su vida... No lo merecía. Ni un solo ápice.
Le preguntó por las cicatrices, pero ni siquiera le dio tiempo a responder. Empezó a pedir disculpas antes siquiera de que el lobo pudiese decir nada, pero cuando iba a decirle que no había ningún problema la oyó mencionar que ella también tenía cicatrices. Algo en su interior se rompió. Como si no pudiese aceptar que nada ni nadie haya hecho daño a Brianna. ¿Quién querría? ¿Quién podría? Un demonio, un monstruo... como él. Brianna ya había tenido sus propios monstruos y estaba empezando a relacionarse con otro. Apretó el puño, indignado con aquella criatura infernal que había osado ponerle la mano encima.
Cogió aire y lo soltó, tranquilizándose. Se le había ocurrido algo... No, era una locura. Acababan de conocerse, era imposible que... No. Jamás aceptaría. Suspiró. Se miró al espejo. El mismo monstruo de siempre le devolvió la mirada, amarilla y llena de odio. Sin embargo, era... distinto. Estaba limpio. Afeitado, peinado... Parecía humano, de no ser por sus brillantes ojos de depredador. La escuchó, risueña y contenta, hablando con Kodlak. Un Kodlak que por lo visto cuando Alistar no estaba había decidido ser mimoso para luego hacerse el duro delante de su hermano de caza.
No pudo evitar sonreír, mirándolos. Había olvidado la última vez que lo hizo. No sabía si lo había visto, pero esperaba que no. O eso decía para engañarse a si mismo. En el fondo, muy en el fondo, quería que lo hubiese visto sonreír. Que hubiese visto humanidad en él, una brizna que le hiciese pensar que no es una bestia. Lo necesitaba, desesperadamente. Alguien que le convenciese de que es humano, un hombre, una persona. Suspiró, borrando su sonrisa y mirando a un lado.
—Los monstruos tienen muchas formas, señorita Brianna —dijo con su rasposa voz, volviendo a mirarla—. Muchos dejan cicatrices. Aquí —se señaló una de las cicatrices de su brazo— y aquí. —Se señaló el pecho. Pero no la cicatriz que ahí tenía. Su dedo señalaba más hondo, a su corazón—. ¿Dónde están sus cicatrices, señorita Brianna?
Su tono no fue agresivo ni acusador. Fue de apoyo. La voz de un amigo que busca a ayudar aquellos a quienes le importan, aunque solo fuese poniendo el oído.
Le preguntó por las cicatrices, pero ni siquiera le dio tiempo a responder. Empezó a pedir disculpas antes siquiera de que el lobo pudiese decir nada, pero cuando iba a decirle que no había ningún problema la oyó mencionar que ella también tenía cicatrices. Algo en su interior se rompió. Como si no pudiese aceptar que nada ni nadie haya hecho daño a Brianna. ¿Quién querría? ¿Quién podría? Un demonio, un monstruo... como él. Brianna ya había tenido sus propios monstruos y estaba empezando a relacionarse con otro. Apretó el puño, indignado con aquella criatura infernal que había osado ponerle la mano encima.
Cogió aire y lo soltó, tranquilizándose. Se le había ocurrido algo... No, era una locura. Acababan de conocerse, era imposible que... No. Jamás aceptaría. Suspiró. Se miró al espejo. El mismo monstruo de siempre le devolvió la mirada, amarilla y llena de odio. Sin embargo, era... distinto. Estaba limpio. Afeitado, peinado... Parecía humano, de no ser por sus brillantes ojos de depredador. La escuchó, risueña y contenta, hablando con Kodlak. Un Kodlak que por lo visto cuando Alistar no estaba había decidido ser mimoso para luego hacerse el duro delante de su hermano de caza.
No pudo evitar sonreír, mirándolos. Había olvidado la última vez que lo hizo. No sabía si lo había visto, pero esperaba que no. O eso decía para engañarse a si mismo. En el fondo, muy en el fondo, quería que lo hubiese visto sonreír. Que hubiese visto humanidad en él, una brizna que le hiciese pensar que no es una bestia. Lo necesitaba, desesperadamente. Alguien que le convenciese de que es humano, un hombre, una persona. Suspiró, borrando su sonrisa y mirando a un lado.
—Los monstruos tienen muchas formas, señorita Brianna —dijo con su rasposa voz, volviendo a mirarla—. Muchos dejan cicatrices. Aquí —se señaló una de las cicatrices de su brazo— y aquí. —Se señaló el pecho. Pero no la cicatriz que ahí tenía. Su dedo señalaba más hondo, a su corazón—. ¿Dónde están sus cicatrices, señorita Brianna?
Su tono no fue agresivo ni acusador. Fue de apoyo. La voz de un amigo que busca a ayudar aquellos a quienes le importan, aunque solo fuese poniendo el oído.
Brianna Byrne
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Intentaba que el lobo le hiciera caso, que volviera a ceder y decidiera por su propia cuenta el ir a darse un baño. Después de todo Brianna no podría llevarle a la fuerza, era un animal enorme y además aunque había visto que era manso, seguía siendo alguien entre comillas ajeno a ella y le daba un poco de miedo que se pudiera enfadar con ella. Suspiro levemente y miro al lobito con pena queriendo que supiera que estaba triste y que además le había dolido que no cumpliera su palabra — eres un lobo malo, y yo que quería poder abrazarte — puso su mejor voz de niña buena intentando hacerle ceder.
No estaba segura de si surtiría efecto o no, pero al menos intentaría todo lo posible por bañar a ese animalote. Después escucho las palabras de Alistar y le miro, le había visto sonreír, claro que lo había visto. El reflejo en el espejo le había permitido verlo y eso la había echo feliz. Le respondió con una sonrisa un poco cansada y triste, la historia no era sencilla de contar y sus cicatrices solía mantenerlas siempre ocultas de todo aquel que pudiera conocer. No era algo que le gustara contar, no era como uno de esos cuentos que le contaban de pequeña, cuando una princesa en apuros es rescatada por un principe.
No, aquellos monstruos que la habían tenido a ella eran reales y nunca apareció el príncipe azul a rescatarla. Jamás hubo alguien que quisiera ayudarla realmente. Aquellos tiempos le enseñaron que el mundo estaba realmente podrido y que ella, debía elegir si quería pudrirse con el o intentar hacer algo bueno con lo que tenía. Esos pensamientos fueron los que le dieron fuerza para poder escapar, para intentar buscar un camino nuevo para su vida. Pero las cosas nunca son tan fáciles como realmente deberían y ahora estaba sumida en una huida eterna a la que siendo sincera no encontraba un final. No veía el final de aquel oscuro túnel en el que se había visto sumida.
Un suspiro leve salió de sus labios mientras pensaba, mientras meditaba por un momento como podría contárselo. Levantó la cabeza y sus violáceos ojos se clavaron en los ambarinos de aquel hombre — mis cicatrices, están aquí, también aquí y por supuesto aquí — mientras hablaba se fue señalando la espalda, el corazón igual que había hecho él, con el mismo significado y después la cabeza. Pues ella aún tenía esas pesadillas, ella aún soñaba que la forzaban, que la golpeaban, que solo era una marioneta que usaban para su diversión y su deleite, que tan solo era un número más si nombre. Que era una muñeca de exposición que podían pasar de mano en mano simplemente para ganar dinero.
— Es cierto que los monstruos tienen muchas formas, pero, esta en nosotros el intentar cambiar, en intentar ayudar y ser mejores ¿no crees? — le dedico una ultima sonrisa mientras se sacudía un poco la ropa y suspiraba nuevamente. — Bueno, iré a por tu ropa, te tienes que estar congelado — uso un tono de voz algo más animado y entonces fue un momento fuera para recoger la ropa que ya estaría sequita tras haberla lavado mientras él se bañaba.
No estaba segura de si surtiría efecto o no, pero al menos intentaría todo lo posible por bañar a ese animalote. Después escucho las palabras de Alistar y le miro, le había visto sonreír, claro que lo había visto. El reflejo en el espejo le había permitido verlo y eso la había echo feliz. Le respondió con una sonrisa un poco cansada y triste, la historia no era sencilla de contar y sus cicatrices solía mantenerlas siempre ocultas de todo aquel que pudiera conocer. No era algo que le gustara contar, no era como uno de esos cuentos que le contaban de pequeña, cuando una princesa en apuros es rescatada por un principe.
No, aquellos monstruos que la habían tenido a ella eran reales y nunca apareció el príncipe azul a rescatarla. Jamás hubo alguien que quisiera ayudarla realmente. Aquellos tiempos le enseñaron que el mundo estaba realmente podrido y que ella, debía elegir si quería pudrirse con el o intentar hacer algo bueno con lo que tenía. Esos pensamientos fueron los que le dieron fuerza para poder escapar, para intentar buscar un camino nuevo para su vida. Pero las cosas nunca son tan fáciles como realmente deberían y ahora estaba sumida en una huida eterna a la que siendo sincera no encontraba un final. No veía el final de aquel oscuro túnel en el que se había visto sumida.
Un suspiro leve salió de sus labios mientras pensaba, mientras meditaba por un momento como podría contárselo. Levantó la cabeza y sus violáceos ojos se clavaron en los ambarinos de aquel hombre — mis cicatrices, están aquí, también aquí y por supuesto aquí — mientras hablaba se fue señalando la espalda, el corazón igual que había hecho él, con el mismo significado y después la cabeza. Pues ella aún tenía esas pesadillas, ella aún soñaba que la forzaban, que la golpeaban, que solo era una marioneta que usaban para su diversión y su deleite, que tan solo era un número más si nombre. Que era una muñeca de exposición que podían pasar de mano en mano simplemente para ganar dinero.
— Es cierto que los monstruos tienen muchas formas, pero, esta en nosotros el intentar cambiar, en intentar ayudar y ser mejores ¿no crees? — le dedico una ultima sonrisa mientras se sacudía un poco la ropa y suspiraba nuevamente. — Bueno, iré a por tu ropa, te tienes que estar congelado — uso un tono de voz algo más animado y entonces fue un momento fuera para recoger la ropa que ya estaría sequita tras haberla lavado mientras él se bañaba.
Alistar Reep
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Escuchó con atención sus palabras. No quería forzarla a hablar de más, sin duda, pero quería que supiera que la escuchaba, que sus oídos lupinos estaban totalmente centrados en ella. Sus palabras llegaron a su corazón, entendiendo como se sentía. O como podía sentirse. Los detalles serían distintos y muy seguramente el sufrimiento vivido por la mujer era mucho mayor, pero no podía evitar sentir cierta complicidad con ella. Como si tal vez, solo tal vez, pudiese encontrar en ella una verdadera amistad. Tal vez era demasiado suponer. Una mujer como ella nunca...
La oyó marcharse a por su ropa. El lobo asintió, dejándole claro que la había escuchado. Cuando se fue se recostó en la silla, mirando hacia el techo y suspirando. Quería gritar. Tenía miedo de lo que estaba empezando a sentir. Solo traería problemas, nada más que problemas, enormes problemas... Se tapó la cara con la mano y se inclinó hacia delante. Suspiró y entonces apartó las manos de su rostro, mirando al lobo.
—Vas a hacerle caso. Y te vas a bañar —le ordenó. El animal levantó las orejas, mirándole—. Se lo merece, ¿de acuerdo? Le pareces mono, así que vas a darle esa satisfacción, vas a darle ese rato de diversión, se lo merece. ¿Está claro?
El lobo bostezó, pero Alistar sabía que eso significaba que iba a hacerle caso. Suspiró y se giró en la silla, mirándose de nuevo al espejo. Tuvo viejos recuerdos de las cicatrices que veía reflejadas. Golpes en la cara, arañazos en el pecho, cornadas en el estómago... Todas ellas dolorosas, curtiendo su piel y convirtiéndola en duro material. Se pasó un dedo por la cicatriz que cruzaba su ojo, notando su rugoso tacto. Eran marcas que siempre llevaría encima. Y, lo más probable, es que no fuesen las últimas. Cerró los ojos mientras oía los pasos de Brianna al volver.
La oyó marcharse a por su ropa. El lobo asintió, dejándole claro que la había escuchado. Cuando se fue se recostó en la silla, mirando hacia el techo y suspirando. Quería gritar. Tenía miedo de lo que estaba empezando a sentir. Solo traería problemas, nada más que problemas, enormes problemas... Se tapó la cara con la mano y se inclinó hacia delante. Suspiró y entonces apartó las manos de su rostro, mirando al lobo.
—Vas a hacerle caso. Y te vas a bañar —le ordenó. El animal levantó las orejas, mirándole—. Se lo merece, ¿de acuerdo? Le pareces mono, así que vas a darle esa satisfacción, vas a darle ese rato de diversión, se lo merece. ¿Está claro?
El lobo bostezó, pero Alistar sabía que eso significaba que iba a hacerle caso. Suspiró y se giró en la silla, mirándose de nuevo al espejo. Tuvo viejos recuerdos de las cicatrices que veía reflejadas. Golpes en la cara, arañazos en el pecho, cornadas en el estómago... Todas ellas dolorosas, curtiendo su piel y convirtiéndola en duro material. Se pasó un dedo por la cicatriz que cruzaba su ojo, notando su rugoso tacto. Eran marcas que siempre llevaría encima. Y, lo más probable, es que no fuesen las últimas. Cerró los ojos mientras oía los pasos de Brianna al volver.
Brianna Byrne
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Salió a cubierta y se aseguro de que la ropa del hombre estaba completamente seca. Sonrió al comprobar que si, no quería que se pasara el día entero medio desnudo por que podría resfriarse y no solo eso, la verdad es que le daba bastante vergüenza estar en la misma habitación con un hombre fornido y desnudo. Descolgó la ropa y la doblo un poquito después de sacudirla para meterla en el barco con ella. Bajo entonces hasta la habitación y se la tendió a Alistar con una sonrisa — aquí la tienes, completamente limpia y seca — después miro al lobito seríamente y se cruzo de brazos.
— ¿Y bien? ¿me va a dejar usted que le bañe al final o no? — vio como Kodlak se acercaba a ella y rozaba su cabeza contra su pierna a lo que ella sonriendo le acaricio la cabeza con ternura. — Tomare eso como un si, vamos — lo llevo al baño y lleno la bañera de nuevo con agua caliente y espumita y entonces metió al lobo para empezar a limpiar bien esa cantidad de sedoso pelaje. La verdad es que era un poco complicado de lavar por que tenía mucho pelo y era tan esponjoso que parecía nunca llegar al final. Por mucho que su mano buscaba la piel del lobito era casi imposible alcanzarla, pero al final lo conseguía y entonces frotaba bien para quitarle la suciedad.
En alguna que otra ocasión el lobo se resistió y la empapo entera a lo que Brianna no pudo hacer más que reír, su risa resonaba por el velero mientras jugaba con aquel precioso animal entre agua y jabón. Al final, terminó de bañarlo y sonriendo le seco bien con una toalla y lo dejo volver con Alistar mientras ella también se secaba un poco con otra toalla, estaba bastante empapada — no se si lo e bañado yo a él o si a sido él quien me baño a mi — volvió a sonreír y dejar salir una dulce sonrisa mientras Kodlak se sacudía un poco y se acercaba a Alistar en busca de consuelo, lo había dejado limpio y reluciente como los chorros del oro.
— No huyas que aún tengo que cepillarte — saco un cepillo viejo que tenía de cedras fuertes para poder cepillar al lobo. Se sentó y le hizo un gesto para que se acercara y cuando al fin cedió y se acercó se puso a cepillar ese precioso pelaje blanco que tenía el animalito. Ahora relucía y olía de maravilla, estaba de lo más contenta después de lograr que su pelo brillara así y se notaba por como sonreía y tarareaba mientras le cepillaba.
— ¿Y bien? ¿me va a dejar usted que le bañe al final o no? — vio como Kodlak se acercaba a ella y rozaba su cabeza contra su pierna a lo que ella sonriendo le acaricio la cabeza con ternura. — Tomare eso como un si, vamos — lo llevo al baño y lleno la bañera de nuevo con agua caliente y espumita y entonces metió al lobo para empezar a limpiar bien esa cantidad de sedoso pelaje. La verdad es que era un poco complicado de lavar por que tenía mucho pelo y era tan esponjoso que parecía nunca llegar al final. Por mucho que su mano buscaba la piel del lobito era casi imposible alcanzarla, pero al final lo conseguía y entonces frotaba bien para quitarle la suciedad.
En alguna que otra ocasión el lobo se resistió y la empapo entera a lo que Brianna no pudo hacer más que reír, su risa resonaba por el velero mientras jugaba con aquel precioso animal entre agua y jabón. Al final, terminó de bañarlo y sonriendo le seco bien con una toalla y lo dejo volver con Alistar mientras ella también se secaba un poco con otra toalla, estaba bastante empapada — no se si lo e bañado yo a él o si a sido él quien me baño a mi — volvió a sonreír y dejar salir una dulce sonrisa mientras Kodlak se sacudía un poco y se acercaba a Alistar en busca de consuelo, lo había dejado limpio y reluciente como los chorros del oro.
— No huyas que aún tengo que cepillarte — saco un cepillo viejo que tenía de cedras fuertes para poder cepillar al lobo. Se sentó y le hizo un gesto para que se acercara y cuando al fin cedió y se acercó se puso a cepillar ese precioso pelaje blanco que tenía el animalito. Ahora relucía y olía de maravilla, estaba de lo más contenta después de lograr que su pelo brillara así y se notaba por como sonreía y tarareaba mientras le cepillaba.
Alistar Reep
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Le dio las gracias en un susurro, como si le diese vergüenza que se oyese su voz. Cogió su ropa, que por primera vez en mucho tiempo estaba limpia y olía bien. Suspiró. En el momento que se fue con Kodlak aprovechó su soledad para levantarse, quitarse la toalla y dejarla a un lado bien recogida. Se vistió, aunque no volvió a ponerse la gruesa capa con capucha o el abrigo de cuero que hacía la suerte de armadura. No lo necesitaba ahí dentro. Eran unos pantalones oscuros y normales, con una blanca camisa de lana cerrada y con las mangas recogidas. A sus hombros habían trozos de cuero que sujetaban una cuerda cruzada sobre su torso, que llevaba hasta un soporte de cuero a su espalda para poder llevar su arma. Su pecho quedaba parcialmente descubierto, mostrando su colgante con forma de cabeza de lobo.
Y se quedó allí, esperando. Su fino oído podía captar las risas y chapuzones de ambos. Sonrió en su soledad, sabiendo que en ese momento no podía verle. Miró sus brazos y las cicatrices que los adornaban, borrando su sonrisa. Suspiró, tocando una de ellas con su áspero tacto. Se quedó de brazos cruzados, mirando a un lado e intentando pensar en otra cosa.
Finalmente Brianna volvió, secándose con una toalla. Estaba mojada y casi sintió que estaba viendo algo que no le estaba permitido. Apartó la mirada un instante, por respeto, mientras se reincorporaba y se pasaba una mano por la nuca. El animal estaba limpio y feliz, más blanco que gris, como estaba antes. Se sintió culpable, por haber sido incapaz de cuidarlo de aquella manera durante todo ese tiempo. Vio como empezaba a cepillar al animal, con cariño y mientras tarareaba.
—Tiene una voz muy bonita— dijo, escuchándola tararear—. Para cantar, quiero decir. ¿Es trobadora o música? ¿A qué se dedica?
Intentaba sacar tema de conversación. No quería que la situación fuese incómoda para ella.
Y se quedó allí, esperando. Su fino oído podía captar las risas y chapuzones de ambos. Sonrió en su soledad, sabiendo que en ese momento no podía verle. Miró sus brazos y las cicatrices que los adornaban, borrando su sonrisa. Suspiró, tocando una de ellas con su áspero tacto. Se quedó de brazos cruzados, mirando a un lado e intentando pensar en otra cosa.
Finalmente Brianna volvió, secándose con una toalla. Estaba mojada y casi sintió que estaba viendo algo que no le estaba permitido. Apartó la mirada un instante, por respeto, mientras se reincorporaba y se pasaba una mano por la nuca. El animal estaba limpio y feliz, más blanco que gris, como estaba antes. Se sintió culpable, por haber sido incapaz de cuidarlo de aquella manera durante todo ese tiempo. Vio como empezaba a cepillar al animal, con cariño y mientras tarareaba.
—Tiene una voz muy bonita— dijo, escuchándola tararear—. Para cantar, quiero decir. ¿Es trobadora o música? ¿A qué se dedica?
Intentaba sacar tema de conversación. No quería que la situación fuese incómoda para ella.
Brianna Byrne
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aquel animalito era un encanto, todo lo que tenía de grandote lo tenía de adorable y Brianna estaba completamente enamoradita de Kodlak. Lo que más le gustaba a nuestra niña eran los animales y los niños y ahora mismo ese lobito estaba haciéndola realmente feliz. Siguió cepillando su pelaje sedoso y ahora completamente limpito mientras tarareaba hasta que escucho la voz de Alistar hablarle y se sonrojo un poquito. La verdad es que el tema de la música era complicado para ella, adoraba cantar, adoraba tocar instrumentos, pero tenía malos recuerdos de algunos momentos de su vida por culpa de aquel mismo don.
Le sonrió con un poco de tristeza y luego suspiro sin dejar de acicalar al animal — bueno, por suerte se me da bien hacer muchas cosas aunque actualmente ejerzo como médico, aunque creo que eso ya lo mencione jeje, anteriormente si que me dedicaba a cantar el fiestas y bueno, es algo que me gusta mucho. — Podía dedicarse perfectamente a ser cantante, compositora, carpintera, herrera, cualquier cosa que le gustase en cualquier momento. Pero ahora mismo disfrutaba mucho siendo médico, disfrutaba ayudando a la gente y pudiendo curar heridas y todo aquello que pudiera hacerle daño a la gente.
— Pero podría dedicarme a muchas otras cosas, como ser compositora, carpintera, herrera, pero ahora mismo me gusta ejercer la medicina — estaba más cómoda investigando medicamentos nuevos y pensando en formas de curar a la gente. Le miro con una sonrisa un poco más alegre que la anterior mientras terminaba de cepillar el gran cuerpo de Kodlak. Aquel ejercicio la relajaba bastante, era como cuando la gente acaricia un gato y dice que el ronroneo le ayuda a calmarse. En su caso, acariciar el pelaje suave del animal era lo que la hacía tranquilizarse además del sonido que realizaba el cepillo al pasearse por su pelaje — bueno grandullón, pues hemos terminado — le acaricio la cabeza y le rasco tras las orejas.
Le sonrió con un poco de tristeza y luego suspiro sin dejar de acicalar al animal — bueno, por suerte se me da bien hacer muchas cosas aunque actualmente ejerzo como médico, aunque creo que eso ya lo mencione jeje, anteriormente si que me dedicaba a cantar el fiestas y bueno, es algo que me gusta mucho. — Podía dedicarse perfectamente a ser cantante, compositora, carpintera, herrera, cualquier cosa que le gustase en cualquier momento. Pero ahora mismo disfrutaba mucho siendo médico, disfrutaba ayudando a la gente y pudiendo curar heridas y todo aquello que pudiera hacerle daño a la gente.
— Pero podría dedicarme a muchas otras cosas, como ser compositora, carpintera, herrera, pero ahora mismo me gusta ejercer la medicina — estaba más cómoda investigando medicamentos nuevos y pensando en formas de curar a la gente. Le miro con una sonrisa un poco más alegre que la anterior mientras terminaba de cepillar el gran cuerpo de Kodlak. Aquel ejercicio la relajaba bastante, era como cuando la gente acaricia un gato y dice que el ronroneo le ayuda a calmarse. En su caso, acariciar el pelaje suave del animal era lo que la hacía tranquilizarse además del sonido que realizaba el cepillo al pasearse por su pelaje — bueno grandullón, pues hemos terminado — le acaricio la cabeza y le rasco tras las orejas.
Alistar Reep
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Su sonrisa le pareció melancólica. No pudo evitar que las comisuras de sus labios se torcieran un poco hacia abajo, muy sutilmente, casi imperceptible, por el simple hecho de conectar con aquella mujer. No quería que le pasase nada malo después de como lo había salvado y verla así, con melancólica expresión... Le hacía sentirse terriblemente impotente. Incapaz de cambiar el pasado de nadie, incapaz de arreglar su estado de ánimo. Se miró las manos un instante, callosas y rudas. Solo servían para matar y hacer daño, para nada más, y era incapaz de proteger a nadie con ellas. Cerró los ojos y suspiró suavemente, silencioso e imperceptible.
—Eres una mujer de muchos talentos... —dijo, haciendo una pequeña mueca de golpe al darse cuenta de que la había tuteado—. Disculpe, quería decir... Es usted una mujer de muchos talentos. La gente suele glorificarnos a nosotros, ¿sabe? —dijo, señalando su espada—. A los guerreros. No importa en que lado de la historia estemos, seamos héroes o villanos, siempre somos aquellos que a golpe de espada cambiarán el mundo. Y... bueno... Sinceramente pienso que no podrían estar más equivocados. Son las personas como usted las que cambian el mundo y lo mueven adelante. No tendríamos espadas sin herreros, casas sin arquitectos y carpinteros... Moriríamos desangrados sin médicos, moriríamos hambrientos sin cocineros... O enfermos por comer algo que no debíamos. Y, sobre todo, no tendríamos alegría sin los artistas. Músicos, pintores... nos recuerdan la belleza del mundo, de sus gentes, de lo que sentimos unos por otros. Amistad, amor, odio, tristeza y deseo. Nostalgia, añoranza, recuerdos... Son cosas a las que no daríamos forma sin el arte. Que no sabríamos como expresar. La gente glorifica las herramientas para matar —se señaló a si mismo con cierta tristeza— y se olvida de las que sirven para crear—terminó, señalándola a ella durante un segundo, sin estirar demasiado el brazo, pues no quería que pareciese una acusación violenta o algo por el estilo.
Alistar vio como el lobo le lanzaba una sutil mirada. No había nadie que lo conociese más en todo el mundo que Kodlak. Alistar era un hombre de aspecto rudo, casi barbárico, lleno de cicatrices y marcas de guerra. Sin embargo, cuando estaba cómodo y tranquilo, solía ponerse poético. Discursos propios de una eda heroica o, a veces, romántica. Siempre había sentido amor por el romanticismo caballeresco, la poesía y la filosofía sobre el mundo... Aunque pocas personas habían visto ese lado suyo. Después de todo... hacía años que no tocaba un lápiz, y todavía más que no tocaba un laúd.
—Eres una mujer de muchos talentos... —dijo, haciendo una pequeña mueca de golpe al darse cuenta de que la había tuteado—. Disculpe, quería decir... Es usted una mujer de muchos talentos. La gente suele glorificarnos a nosotros, ¿sabe? —dijo, señalando su espada—. A los guerreros. No importa en que lado de la historia estemos, seamos héroes o villanos, siempre somos aquellos que a golpe de espada cambiarán el mundo. Y... bueno... Sinceramente pienso que no podrían estar más equivocados. Son las personas como usted las que cambian el mundo y lo mueven adelante. No tendríamos espadas sin herreros, casas sin arquitectos y carpinteros... Moriríamos desangrados sin médicos, moriríamos hambrientos sin cocineros... O enfermos por comer algo que no debíamos. Y, sobre todo, no tendríamos alegría sin los artistas. Músicos, pintores... nos recuerdan la belleza del mundo, de sus gentes, de lo que sentimos unos por otros. Amistad, amor, odio, tristeza y deseo. Nostalgia, añoranza, recuerdos... Son cosas a las que no daríamos forma sin el arte. Que no sabríamos como expresar. La gente glorifica las herramientas para matar —se señaló a si mismo con cierta tristeza— y se olvida de las que sirven para crear—terminó, señalándola a ella durante un segundo, sin estirar demasiado el brazo, pues no quería que pareciese una acusación violenta o algo por el estilo.
Alistar vio como el lobo le lanzaba una sutil mirada. No había nadie que lo conociese más en todo el mundo que Kodlak. Alistar era un hombre de aspecto rudo, casi barbárico, lleno de cicatrices y marcas de guerra. Sin embargo, cuando estaba cómodo y tranquilo, solía ponerse poético. Discursos propios de una eda heroica o, a veces, romántica. Siempre había sentido amor por el romanticismo caballeresco, la poesía y la filosofía sobre el mundo... Aunque pocas personas habían visto ese lado suyo. Después de todo... hacía años que no tocaba un lápiz, y todavía más que no tocaba un laúd.
Brianna Byrne
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Cuando escucho que la llamaba de usted se extraño, hasta ese momento no se había dado cuenta de que lo hiciera y la verdad es que no le gustaba demasiado. Sentía que de alguna forma le ponía años encima y eso era algo raro. Pero escuchar sus dulces palabras la hicieron sonreír, era realmente agradable escucharle hablar así sobre sus profesiones y alabar el trabajo que ella hacía gracias a su conocimientos. Le sonrió de una manera completamente dulce y cariñosa, se había sentido realmente alabada e importante gracias a las palabras que aquel hombre había usado y como las había dicho, con total convencimiento sin un atisbo de burla o de mentira.
— Te lo agradezco muchísimo, me hace sentir muy feliz sabiendo que piensas así sobre mis profesiones, pero te pido que no me trates de usted, me hace sentir un poco mayor — se rió con cierta dulzura mientras se acercaba un poco a él y tomaba sus manos con las de ella. — Yo no creo que seas una máquina de matar Alistar, me has salvado la vida, pusiste tu vida en peligro para salvar la mía, sin conocerme de nada, sin saber nada sobre mi recibiste una bala para salvarme — su sonrisa era radiante y quería que aquel hombre entendiera como ella le veía en aquel momento.
— Para mi, ahora mismo, eres mi héroe, de no ser por ti, seguramente me habrían llevado lejos y no habría podido hacer nada para impedirlo y por desgracia no es la primera vez que eso ocurre — suspirando de forma leve apretó un poquito sus manos. — Ahora mismo, para mi, eres un buen hombre, alguien amable que además a demostrado ser culto, civilizado y encantador, así que por favor, no vuelvas a decir esas cosas sobre ti mismo — sabía que aquel hombre había debido sufrir mucho, por sus gestos, por su modo de hablar lo notaba. Pero también sabía que los estímulos positivos poco a poco podían ayudarle.
También sabía que de la noche a la mañana no cambiaría su percepción sobre si mismo o sobre el mundo, lo sabía bien, ella había sufrido algo similar. Pero de alguna forma le gustaría poder ayudarle, poder hacerle ver que no era ese monstruo que él pensaba que era, que no había ninguna maquina de matar, que solo era un hombre que había cometido errores como todos en el mundo. Y que debía seguir adelante como hacían todos, luchando por tener una vida mejor, un destino diferente, un presente con el que sentirse orgulloso sabiendo que aunque cometiera errores en el pasado, había cambiado para no volver a cometerlos.
— Te lo agradezco muchísimo, me hace sentir muy feliz sabiendo que piensas así sobre mis profesiones, pero te pido que no me trates de usted, me hace sentir un poco mayor — se rió con cierta dulzura mientras se acercaba un poco a él y tomaba sus manos con las de ella. — Yo no creo que seas una máquina de matar Alistar, me has salvado la vida, pusiste tu vida en peligro para salvar la mía, sin conocerme de nada, sin saber nada sobre mi recibiste una bala para salvarme — su sonrisa era radiante y quería que aquel hombre entendiera como ella le veía en aquel momento.
— Para mi, ahora mismo, eres mi héroe, de no ser por ti, seguramente me habrían llevado lejos y no habría podido hacer nada para impedirlo y por desgracia no es la primera vez que eso ocurre — suspirando de forma leve apretó un poquito sus manos. — Ahora mismo, para mi, eres un buen hombre, alguien amable que además a demostrado ser culto, civilizado y encantador, así que por favor, no vuelvas a decir esas cosas sobre ti mismo — sabía que aquel hombre había debido sufrir mucho, por sus gestos, por su modo de hablar lo notaba. Pero también sabía que los estímulos positivos poco a poco podían ayudarle.
También sabía que de la noche a la mañana no cambiaría su percepción sobre si mismo o sobre el mundo, lo sabía bien, ella había sufrido algo similar. Pero de alguna forma le gustaría poder ayudarle, poder hacerle ver que no era ese monstruo que él pensaba que era, que no había ninguna maquina de matar, que solo era un hombre que había cometido errores como todos en el mundo. Y que debía seguir adelante como hacían todos, luchando por tener una vida mejor, un destino diferente, un presente con el que sentirse orgulloso sabiendo que aunque cometiera errores en el pasado, había cambiado para no volver a cometerlos.
Alistar Reep
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Se sintió avergonzado. No era su intención hacerla sentir mayor, lo único que quería era hablarle con el respeto que merecía. Supuso que si tenía su permiso para tutearla... entonces no se ofendería. Tal vez al principio tuviese que forzarse a hablarle de "tú", pero terminaría acostumbrándose. O al menos eso esperaba. Entonces Alistar se sonrojó ligeramente cuando le cogió de las manos. Durante un instante sintió el reflejo, las ganas de apartarlas de golpe, como si no quisiera que alguien tan bueno tocara sus manos, manchadas de sangre y marcadas por mil batallas. Pero no lo hizo. Siguió sintiendo vergüenza, sintiéndose mal por "mancharla" de aquella forma, pero no lo hizo. No quería que pensase que la odiaba.
—Lo único que hice fue ayudar a alguien que lo necesitaba. Tal vez merecías un héroe mejor, pero... me alegro de haber podido ayudarte.
Escuchó sus palabras siguientes, quedándose con unas concretas. "No es la primera vez que esto ocurre". ¿Sería la última? Empezó a sentir ganas otra vez de pedirle aquello. Pero... no, no podía. Seguro que le diría que no, no lo conocía de nada. Seguía sin tener seguridad de que el lobo no fuese más peligroso que sus perseguidores... ni siquiera Alistar tenía esa seguridad. Sintió sus caricias en sus manos, reprimiendo las ganas de llorar. No pudo aguantarlo más y separó las manos de las de ella, con suavidad, de forma que no pensase que lo hacía porque no quería tocarla. Después de todo... lo hacía porque no quería que ella tocase la sangre que manchaba sus manos.
—Cada día que pasaba en Jaya yo estaba peor. Más sucio, más animal que hombre, con más ganas de... morir. Puede que yo te salvase la vida, pero no solo saldaste tu deuda al quitarme esa bala del cuerpo, sino que hiciste mucho más. Me trajiste a tu barco, tu casa, tu castillo... Me diste la oportunidad de recuperar la dignidad perdida, de limpiarme y comer... como una persona. Soy yo quien está en deuda contigo, Brianna.
"Déjame protegerte", le quiso decir, a modo de querer saldar su deuda. Pero no. No tenía claro que le fuese a decir que sí. Tenía miedo. Suspiró, recordando lo que había dicho, como lo había llamado culto y civilizado, cosa que no había pensado sobre si mismo en años. Se rascó la mandíbula, aún confuso por la falta de pelo en esta, en un gesto de cierta timidez.
—Yo... solía tocar el laúd. Aunque no toco uno desde hace años... Si tienes uno podría enseñarte lo que sé... Como respuesta al oír tu bello cantar.
—Lo único que hice fue ayudar a alguien que lo necesitaba. Tal vez merecías un héroe mejor, pero... me alegro de haber podido ayudarte.
Escuchó sus palabras siguientes, quedándose con unas concretas. "No es la primera vez que esto ocurre". ¿Sería la última? Empezó a sentir ganas otra vez de pedirle aquello. Pero... no, no podía. Seguro que le diría que no, no lo conocía de nada. Seguía sin tener seguridad de que el lobo no fuese más peligroso que sus perseguidores... ni siquiera Alistar tenía esa seguridad. Sintió sus caricias en sus manos, reprimiendo las ganas de llorar. No pudo aguantarlo más y separó las manos de las de ella, con suavidad, de forma que no pensase que lo hacía porque no quería tocarla. Después de todo... lo hacía porque no quería que ella tocase la sangre que manchaba sus manos.
—Cada día que pasaba en Jaya yo estaba peor. Más sucio, más animal que hombre, con más ganas de... morir. Puede que yo te salvase la vida, pero no solo saldaste tu deuda al quitarme esa bala del cuerpo, sino que hiciste mucho más. Me trajiste a tu barco, tu casa, tu castillo... Me diste la oportunidad de recuperar la dignidad perdida, de limpiarme y comer... como una persona. Soy yo quien está en deuda contigo, Brianna.
"Déjame protegerte", le quiso decir, a modo de querer saldar su deuda. Pero no. No tenía claro que le fuese a decir que sí. Tenía miedo. Suspiró, recordando lo que había dicho, como lo había llamado culto y civilizado, cosa que no había pensado sobre si mismo en años. Se rascó la mandíbula, aún confuso por la falta de pelo en esta, en un gesto de cierta timidez.
—Yo... solía tocar el laúd. Aunque no toco uno desde hace años... Si tienes uno podría enseñarte lo que sé... Como respuesta al oír tu bello cantar.
Brianna Byrne
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aquel hombre había pasado por momentos complicados, podía imaginárselo al recordar las circunstancias en las que le había encontrado. Sucio, lleno de porquería por todos lados, con una apariencia descuidada y totalmente desaliñado. Pero también se había dado cuenta de que era un buen hombre, alguien que estaba dispuesto a recibir un balazo para salvar a una mujer en apuros. Una mujer a la que ni siquiera conocía de unos hombres que tampoco le habían hecho nada en absoluto. Por mucho que él dijera que eso no era importante, para Brianna lo era. Después de todo, había pasado años esperando que alguien pudiera salvarla de las garras de sus captores.
Suspiro levemente cuando sintió sus manos alejar las propias y aún así le sonrió — pase años esperando que alguien me rescatara Alistar, que alguien fuera capaz de ayudarme, nadie lo hizo jamas, nadie...y ahora no solo me has salvado, si no que estabas dispuesto a recibir una bala para poder hacerlo, créeme, para mi, es muy importante y estoy muy agradecida. — Curarle, darle de comer y dejarle asearse no había sido para nada algo tan valioso como lo que él había hecho por ella. Pero no insistiría demasiado, notaba que hablar de héroes y de actos de la misma índole le ponían un poco nervioso y era mejor no importunar más a su invitado.
Por alguna razón no quería dejar solo a aquel hombre, sentía que si se marchaba de allí sin mas volvería a caer en la rutina que le había llevado al estado en el que se lo encontró y no le gustaba esa idea. Suspiro un poco pensando en que podría decirle o hacer para que se quedara. ¿Tal vez si no tenía un sitio al que ir podía quedarse con ellos y viajar a su lado? Sus pensamientos se vieron interrumpidos por las palabras de Alistar, ¿un laúd? recordaba que tenía varios instrumentos de cuerda pero no recordaba si tenía un laúd exactamente. — No estoy del todo segura, pero podemos revisarlo — volvió a tomar su mano para tirar un poco de él y así indicarle que se levantara y la siguiera.
Llegaron a la sala de música presidida por aquel hermoso piano y después se puso a revisar los instrumentos que tenía por allí. Por suerte o por algún milagro de la vida, de entre dos violines saco un laúd, algo viejo, pero aún en perfectas condiciones — parece que hemos tenido suerte — con una dulce sonrisa se lo ofreció para que pudiera tomarlo y si quería empezar a tocar algo. Por su parte seguiría pensando en la manera de ofrecerle viajar junto a ella, no sabía si a los compañeros de Ivan o si al propio Ivan le haría gracia que invitara a alguien a quien no conocían. Pero ella podía identificar a alguien que necesitaba ayuda y en aquel momento ese hombre la necesitaba y ella no podía marcharse sin más, no podía dejarlo solo y menos aún sabiendo que de alguna forma podía ayudar como él la había ayudado a ella.
Suspiro levemente cuando sintió sus manos alejar las propias y aún así le sonrió — pase años esperando que alguien me rescatara Alistar, que alguien fuera capaz de ayudarme, nadie lo hizo jamas, nadie...y ahora no solo me has salvado, si no que estabas dispuesto a recibir una bala para poder hacerlo, créeme, para mi, es muy importante y estoy muy agradecida. — Curarle, darle de comer y dejarle asearse no había sido para nada algo tan valioso como lo que él había hecho por ella. Pero no insistiría demasiado, notaba que hablar de héroes y de actos de la misma índole le ponían un poco nervioso y era mejor no importunar más a su invitado.
Por alguna razón no quería dejar solo a aquel hombre, sentía que si se marchaba de allí sin mas volvería a caer en la rutina que le había llevado al estado en el que se lo encontró y no le gustaba esa idea. Suspiro un poco pensando en que podría decirle o hacer para que se quedara. ¿Tal vez si no tenía un sitio al que ir podía quedarse con ellos y viajar a su lado? Sus pensamientos se vieron interrumpidos por las palabras de Alistar, ¿un laúd? recordaba que tenía varios instrumentos de cuerda pero no recordaba si tenía un laúd exactamente. — No estoy del todo segura, pero podemos revisarlo — volvió a tomar su mano para tirar un poco de él y así indicarle que se levantara y la siguiera.
Llegaron a la sala de música presidida por aquel hermoso piano y después se puso a revisar los instrumentos que tenía por allí. Por suerte o por algún milagro de la vida, de entre dos violines saco un laúd, algo viejo, pero aún en perfectas condiciones — parece que hemos tenido suerte — con una dulce sonrisa se lo ofreció para que pudiera tomarlo y si quería empezar a tocar algo. Por su parte seguiría pensando en la manera de ofrecerle viajar junto a ella, no sabía si a los compañeros de Ivan o si al propio Ivan le haría gracia que invitara a alguien a quien no conocían. Pero ella podía identificar a alguien que necesitaba ayuda y en aquel momento ese hombre la necesitaba y ella no podía marcharse sin más, no podía dejarlo solo y menos aún sabiendo que de alguna forma podía ayudar como él la había ayudado a ella.
Alistar Reep
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Se sorprendió levemente cuando cogió su mano y tiró de él. Se levantó y la siguió, dejando al lobo atrás. Llegaron entonces a lo que parecía ser una sala de música. Miró hacia todas partes, maravillado de forma disimulada. No recordaba la última vez que había visto un instrumento y mucho menos la última vez que hubo tocado alguno. Todo allí estaba bien colocado y puesto, limpio y cuidado, en completo contraste a la vida que había tenido los últimos meses. Sus ojos pasaron por el piano, por guitarras, violines... Y finalmente se posaron en el laúd que la mujer le tendía. Con su permiso lo tomó.
Lo observó unos instantes. Era madera, trabajada con juntas de ligero metal. Las cuerdas parecían resistentes y estaba decorado con varios símbolos que recordaban a flores y enredaderas. Buscó la silla más cercana y se sentó, intentando recordar como se cogía aquel instrumento. Lo colocó sobre su regazo, sujetando el mástil del laúd con la mano mientras la otra se posaba sobre las cuerdas en su centro. Tocó un par de notas con el dedo, avergonzase enseguida con lo mal que había sonado, al menos para él. Suspiró y la miró un instante a los ojos, planteándose dejar el laúd a un lado y no tocarlo.
Sin embargo, no lo hizo. Lo movió un poco, acercando el clavijero a su rostro para mirarlo bien. Con la mano ajustó algunas de las clavijas, intentando no tensar demasiado. Volvió a colocarlo en posición mientras su mente intentaba recordar el tiempo en que tocaba. Como si de memoria muscular se tratara, recordó una canción y sus dedos empezaron a tocarla. Era algo lenta, más lenta aún debido a que el lobo seguía intentando recordar las notas y los movimientos. Se detuvo un segundo cogiendo aire. Por algún motivo no quería que la mujer pensase que no sabía hacerlo.
Poco a poco el espacio entre las notas empezó a tornarse más natural y la melodía empezó a sonar más clara y bonita. Estaba nervioso y algo avergonzado, pero al menos aquello sonaba como una canción.
Lo observó unos instantes. Era madera, trabajada con juntas de ligero metal. Las cuerdas parecían resistentes y estaba decorado con varios símbolos que recordaban a flores y enredaderas. Buscó la silla más cercana y se sentó, intentando recordar como se cogía aquel instrumento. Lo colocó sobre su regazo, sujetando el mástil del laúd con la mano mientras la otra se posaba sobre las cuerdas en su centro. Tocó un par de notas con el dedo, avergonzase enseguida con lo mal que había sonado, al menos para él. Suspiró y la miró un instante a los ojos, planteándose dejar el laúd a un lado y no tocarlo.
Sin embargo, no lo hizo. Lo movió un poco, acercando el clavijero a su rostro para mirarlo bien. Con la mano ajustó algunas de las clavijas, intentando no tensar demasiado. Volvió a colocarlo en posición mientras su mente intentaba recordar el tiempo en que tocaba. Como si de memoria muscular se tratara, recordó una canción y sus dedos empezaron a tocarla. Era algo lenta, más lenta aún debido a que el lobo seguía intentando recordar las notas y los movimientos. Se detuvo un segundo cogiendo aire. Por algún motivo no quería que la mujer pensase que no sabía hacerlo.
Poco a poco el espacio entre las notas empezó a tornarse más natural y la melodía empezó a sonar más clara y bonita. Estaba nervioso y algo avergonzado, pero al menos aquello sonaba como una canción.
Brianna Byrne
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Por alguna razón aquella canción le era bastante familiar. ¿Tal vez la escucharía en algún momento? El caso es que le saco una dulce sonrisa mientras se acomodaba apoyada en uno de los muebles de la habitación mientras le dejaba juguetear con las notas hasta que comenzó a tocarla con mayor velocidad y perfectamente. Fue entonces que cerró los ojos y abrió los labios en el momento justo en que comenzaba la letra entonces dejo salir su voz para comenzar a cantar. Aquella canción le gustaba mucho y por alguna razón la hacía sentirse dentro de un mundo de fantasia.
Era una hermosa historia sobre una hechicera y un brujo o algo parecido, era una historia bonita y enternecedora, llena de amor y con cierto drama. Pero ella ahora mismo se dejaba llevar por la música para poder disfrutar de ella y continuar cantando al son de las notas que los dedos de Alistar le arrancaban a las cuerdas de aquel laúd. Por un momento pensó en que le gustaría acompañarle con las notas, pero aquella canción era más hermosa cuando el único sonido que reinaba entre los instrumentos era el del laúd.
Cantó y cantó hasta que la canción hubiera terminado y entonces abrió los ojos para aplaudir suavemente mientras le miraba — precioso, ha sonado realmente maravilloso, se nota que se te da bastante bien la música — estaba realmente encantada. ¿Cómo podía decir aquel hombre que era una maquina de matar y después tocar aquella canción tan hermosa? No podía creer que tuviera una imagen tan terrible sobre si mismo, para ella, aquel albino era una persona maravillosa y no quería permitir que siguiera pensando de esa manera. Era un hombre encantador y dulce, después de salvarla le había demostrado que era un buen hombre y que tuviera tan mala idea sobre si mismo le causaba cierta pena.
De alguna forma quería conseguir que dejara de pensar así. Miro a Kodlak que aburrido de esperar solo se había recorrido el barco hasta llegar a aquella sala para colarse y sentarse a observar lo que sucedía entre los dos habitantes de la misma. Brianna aún se preguntaba donde estaba el vampiro, pero mientras aparecía pensaría en como contarle la historia que había llevado a Alistar y a su lobo a instalarse en el barco. — Y dime ¿tenéis un lugar al que ir ahora? — no quería que volvieran a vivir los dos solos en la calle como los había encontrado en aquella isla.
Era una hermosa historia sobre una hechicera y un brujo o algo parecido, era una historia bonita y enternecedora, llena de amor y con cierto drama. Pero ella ahora mismo se dejaba llevar por la música para poder disfrutar de ella y continuar cantando al son de las notas que los dedos de Alistar le arrancaban a las cuerdas de aquel laúd. Por un momento pensó en que le gustaría acompañarle con las notas, pero aquella canción era más hermosa cuando el único sonido que reinaba entre los instrumentos era el del laúd.
Cantó y cantó hasta que la canción hubiera terminado y entonces abrió los ojos para aplaudir suavemente mientras le miraba — precioso, ha sonado realmente maravilloso, se nota que se te da bastante bien la música — estaba realmente encantada. ¿Cómo podía decir aquel hombre que era una maquina de matar y después tocar aquella canción tan hermosa? No podía creer que tuviera una imagen tan terrible sobre si mismo, para ella, aquel albino era una persona maravillosa y no quería permitir que siguiera pensando de esa manera. Era un hombre encantador y dulce, después de salvarla le había demostrado que era un buen hombre y que tuviera tan mala idea sobre si mismo le causaba cierta pena.
De alguna forma quería conseguir que dejara de pensar así. Miro a Kodlak que aburrido de esperar solo se había recorrido el barco hasta llegar a aquella sala para colarse y sentarse a observar lo que sucedía entre los dos habitantes de la misma. Brianna aún se preguntaba donde estaba el vampiro, pero mientras aparecía pensaría en como contarle la historia que había llevado a Alistar y a su lobo a instalarse en el barco. — Y dime ¿tenéis un lugar al que ir ahora? — no quería que volvieran a vivir los dos solos en la calle como los había encontrado en aquella isla.
Alistar Reep
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Se sorprendió un poco cuando oyó su dulce voz unirse a su melodía de laúd. Sin embargo, aquello le hizo querer tocar con algo más de entusiasmo. Ahora sí que no quería fallarla. Por memoria muscular, sin pensar en ello, sus dedos se movían tocando las notas una tras otra. Las palabras que cantaba Brianna eran la letra exacta que el lobo recordaba, aunque con pequeñas variaciones. Supuso que eso era lo que pasaba con canciones que se extendían de isla a isla. El tacto de las rígidas cuerdas tensadas bajo las yemas de los dedos de Alistar le trajo recuerdos, le transportó a otra época. Le trajo nostalgia de una vida que ya no recordaba.
Cuando terminó apartó un poco el laúd mientras sus manos temblaban ligeramente, escuchando como la mujer aplaudía. Dejó el laúd apoyado en una pared, con delicadeza, para luego levantarse. Se sentía raro sentado, como si estuviese tomándose demasiadas confianzas. Como si no pudiese estar lo suficientemente alerta si no estaba de pie. Entonces se dio cuenta de que el lobo había llegado hasta ellos. Alistar se acercó a él y le acarició la cabeza, a modo de disculpa por dejarle solo. Mientras lo hacía escuchó la pregunta de la mujer.
Se quedó quieto unos instantes, mirando a un lado. Dejó de acariciar al animal y suspiró, aunque esto pareció una respiración normal y corriente. ¿Qué podía decirle? Podría mentirle y decirle que sí, que tenía un sitio. Así no se preocuparía por él, así podría marcharse a seguir con su miserable vida y ella viviría feliz pensando que había hecho una buena acción. Sin embargo... No podía mentir. No solía hacerlo y a ella no quería mentirle. Jamás lo haría.
—No. Vagar de un lado a otro es lo único que he estado haciendo desde hace tiempo y supongo que es lo que me espera.
Cuando terminó apartó un poco el laúd mientras sus manos temblaban ligeramente, escuchando como la mujer aplaudía. Dejó el laúd apoyado en una pared, con delicadeza, para luego levantarse. Se sentía raro sentado, como si estuviese tomándose demasiadas confianzas. Como si no pudiese estar lo suficientemente alerta si no estaba de pie. Entonces se dio cuenta de que el lobo había llegado hasta ellos. Alistar se acercó a él y le acarició la cabeza, a modo de disculpa por dejarle solo. Mientras lo hacía escuchó la pregunta de la mujer.
Se quedó quieto unos instantes, mirando a un lado. Dejó de acariciar al animal y suspiró, aunque esto pareció una respiración normal y corriente. ¿Qué podía decirle? Podría mentirle y decirle que sí, que tenía un sitio. Así no se preocuparía por él, así podría marcharse a seguir con su miserable vida y ella viviría feliz pensando que había hecho una buena acción. Sin embargo... No podía mentir. No solía hacerlo y a ella no quería mentirle. Jamás lo haría.
—No. Vagar de un lado a otro es lo único que he estado haciendo desde hace tiempo y supongo que es lo que me espera.
Brianna Byrne
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aquella canción la verdad es que la había hecho sentir muchas cosas, de alguna forma la música siempre era una gran transmisora de sentimientos y estaba segura de que aquel hombre albino había dejado salir mucho mas de lo que realmente hubiera querido demostrar con aquella melodía. Pero en aquel momento no le diría mucho más, aquel precioso lobito se acerco a su amo para que le diera un poco más de cariño y ella sonrió al ver como Kodlak movía la cola de un lado a otro totalmente contento de recibir la atención. — Pues, si no tienes un lugar al que ir, ¿os gustaría quedaros con nosotros? — le dedico una dulce sonrisa mientras daba un par de pasos hacía uno de los instrumentos.
No estaba segura de si debería haber hecho esa proposición o de si a Ivan le gustaría la idea, pero Brianna no había podido evitarlo. Aquel hombre había sido muy bueno con ella, la había salvado y además estaba demostrando que era un buen hombre y Brianna no podía hacer otra cosa. Quería ayudarle, sentía que podía hacerlo y no estaba en su naturaleza el dejar a alguien colgado si podía hacer algo por ellos — nunca viene mal tener más compañeros en los que poder confiar, además, si no tienes un lugar al que ir yo tengo sitió en el velero y podrías ayudarnos, aquí siempre hay mucho trabajo — después de todo, entre los intentos de secuestro y mantener el velero, las cosas se ponían complicadas.
Cuando Kodlak escucho la propuesta de Brianna comenzó a mover la cola mucho más rápido y entonces se acerco a ella rozando su cabeza contra su muslo y luego se fue rozando contra ella mimoso. Se notaba que la idea le había gustado, la doctora no pudo hacer otra cosa más que sonreír y acariciarle con ternura. — Creo que a Kodlak le gusta la idea — realmente parecía que el lobo estaba completamente de acuerdo y miraba a su dueño con claras intenciones de que aceptara. Ahora quedaba en manos de Alistar el aceptar la propuesta que Brianna le había hecho o no pero ella esperaba que aceptara, le gustaba su compañía y realmente quería ayudarle.
No estaba segura de si debería haber hecho esa proposición o de si a Ivan le gustaría la idea, pero Brianna no había podido evitarlo. Aquel hombre había sido muy bueno con ella, la había salvado y además estaba demostrando que era un buen hombre y Brianna no podía hacer otra cosa. Quería ayudarle, sentía que podía hacerlo y no estaba en su naturaleza el dejar a alguien colgado si podía hacer algo por ellos — nunca viene mal tener más compañeros en los que poder confiar, además, si no tienes un lugar al que ir yo tengo sitió en el velero y podrías ayudarnos, aquí siempre hay mucho trabajo — después de todo, entre los intentos de secuestro y mantener el velero, las cosas se ponían complicadas.
Cuando Kodlak escucho la propuesta de Brianna comenzó a mover la cola mucho más rápido y entonces se acerco a ella rozando su cabeza contra su muslo y luego se fue rozando contra ella mimoso. Se notaba que la idea le había gustado, la doctora no pudo hacer otra cosa más que sonreír y acariciarle con ternura. — Creo que a Kodlak le gusta la idea — realmente parecía que el lobo estaba completamente de acuerdo y miraba a su dueño con claras intenciones de que aceptara. Ahora quedaba en manos de Alistar el aceptar la propuesta que Brianna le había hecho o no pero ella esperaba que aceptara, le gustaba su compañía y realmente quería ayudarle.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Página 1 de 2. • 1, 2
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.