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Akuma no mi
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La nieve caía con fuerza en aquella isla del Grand Line. La misión de encontrar a los revolucionarios que habían huido con el maldito informe ese de tal importancia no debían de estar muy lejos, pero el problema era que aquel sitio era enorme. Cualquier dirección equivocada podría provocar una perdición total. De todas formas, la persona que esperaba las órdenes del superior se hallaba tranquilamente sentada sobre una enorme roca. El campamento se había formado allí y estaba segura de que todos irían muy abrigados. Ella no necesitaba aquello, pues su inmunidad al frío debido al poder de su fruta era una ventaja. Por suerte, estaba todo nublado y el día era horrible, por lo que el Sol no la molestaría para nada. Se trataba de Galia, miembro de la Quimera y color blanco de la categoría Colmillos.
La vampira vestía con una chaqueta blanca de manga larga, unos pantalones del mismo tono y unas botas. A su espalda podían verse dos espadones, cada uno metido en una funda. También portaba un extraño cinturón con largas y finas aberturas. No tardó mucho en meter la mano en uno de los huecos y sacar una especie de tubo muy largo. Dentro había un extraño líquido de color rojo. Lo abrió despacio y bebió una cantidad considerable. Se trataba de sangre. Dranser le había dado de la suya propia algunas cantidades para que pudiese alimentarse. Notó un alivio en su interior y después de unos momentos se relamió pasando la lengua por sus colmillos. La joven entonces ocultó aquel pequeño cacharro y después se quedó mirando a sus compañeros. Sus azulados ojos brillaron levemente y después de unos momentos habló con un tono bastante calmado.
- ¿Por dónde podemos empezar? No siento ningún olor en particular.
Mencionó la tigresa. No era la primera en la banda y compartía color con la otra, pero a diferencia de ella, no era una traidora. También sabía que su poder era superior, pero tampoco estaba allí para presumir de ello. Entrecerró los ojos despacio y después de unos momentos colocó su mano despacio en el tronco de un árbol. La corteza empezó a congelarse levemente, mucho más de lo que ya estaba. Después de aquello estiró la mano hacia el frente y formó una especie de cuchillo hecho a partir de hielo. Lo acarició despacio durante unos segundos y después cerró los ojos con calma esperando a ver lo que ocurría.
La vampira vestía con una chaqueta blanca de manga larga, unos pantalones del mismo tono y unas botas. A su espalda podían verse dos espadones, cada uno metido en una funda. También portaba un extraño cinturón con largas y finas aberturas. No tardó mucho en meter la mano en uno de los huecos y sacar una especie de tubo muy largo. Dentro había un extraño líquido de color rojo. Lo abrió despacio y bebió una cantidad considerable. Se trataba de sangre. Dranser le había dado de la suya propia algunas cantidades para que pudiese alimentarse. Notó un alivio en su interior y después de unos momentos se relamió pasando la lengua por sus colmillos. La joven entonces ocultó aquel pequeño cacharro y después se quedó mirando a sus compañeros. Sus azulados ojos brillaron levemente y después de unos momentos habló con un tono bastante calmado.
- ¿Por dónde podemos empezar? No siento ningún olor en particular.
Mencionó la tigresa. No era la primera en la banda y compartía color con la otra, pero a diferencia de ella, no era una traidora. También sabía que su poder era superior, pero tampoco estaba allí para presumir de ello. Entrecerró los ojos despacio y después de unos momentos colocó su mano despacio en el tronco de un árbol. La corteza empezó a congelarse levemente, mucho más de lo que ya estaba. Después de aquello estiró la mano hacia el frente y formó una especie de cuchillo hecho a partir de hielo. Lo acarició despacio durante unos segundos y después cerró los ojos con calma esperando a ver lo que ocurría.
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Akuma no mi
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Edward llevaba todo el equipamiento conseguido en Síderos puesto, salvo lo que no era ropa, que iba en la mochila. Era una suerte que la túnica Henkan pudiera transformarse en cualquier prenda, incluso en un abrigo bien calentito, porque Edward, a diferencia de Galia, no era inmune al frío. Sin embargo, el demonio amarillo no estaba muy pendiente de las bajas temperaturas... pues la chica de cabellos rosados lo tenía un poco... embobado.
El chico, embutido en un abrigo ancho y largo de color negro con capucha, volvió a la realidad cuando escuchó la voz de la vampira / tigresa.
-¿...Empezar? Ah, sí, cierto, l-la misión. Por si no lo habíais notado... da la casualidad de que soy el de mayor rango... así que es mi responsabilidad liderar esta misión... A ver... -Ciertamente, no estaba acostumbrado a estar al cargo de una misión, pero es lo que tenía ser el de más rango, teniendo en cuenta que Osu y Krau no estaban presentes. -Dejadme pensar un segundo. -Dijo, al darse cuenta de que en vez de mirar tanto a Galia, debería de haber estado planeando algo... Menuda distracción.
Si iban todos juntos, abarcarían menos terreno, pero estarían mejor preparados para enfrentarse a los siete individuos que buscaban. Por otra parte, si se dividían, la única opción verdaderamente viable era Ed en un equipo y Galia o Ryuken liderando el otro, pues Taito y Valia no podían ir por libres, no estaban preparados y Edward no iba a permitir que ocurriera ninguna desgracia.
-No voy a obligaros a acatar mis ideas, así que decidme qué os parece que vayamos todos juntos. ¿Entiendo que tienes muy buen olfato o algo así, Galia? Yo dispongo de Haki de Observación, por lo que quizás podemos contar con ambas cosas para encontrar a los traidores... Por cierto, Galia... No te he visto mucho en acción que digamos, así que... espero que sepas contenerte aunque uses esos dos pedazo de espadones -Dijo con tono cómico, quitándole hierro al asunto.-Recuerdo, y esto va para todos, que preferiblemente tenemos que capturar a los siete vivos. -Hizo énfasis en esa palabra y dejó caer una pausa.
Dirigió una mirada a todos los integrantes del grupo, para saber su punto de vista. Realmente no necesitaba que dijeran palabra alguna, él sabía perfectamente leer los estados de ánimo de la gente... Una vez que todos los que hubieran querido hubieran expresado su opinión, retomaría el discursito. -Haré un repaso de la misión. Buscamos a siete ex-revolucionarios que tienen datos algo comprometedores y parece ser que pretenden vendérselos al gobierno mundial. Sabemos que se esconden aquí, y tiene sentido porque esta es una de las zonas más aisladas y remotas de la Isla Sakura, es lógico que nuestros objetivos ronden por aquí. Tengamos los ojos bien abiertos y pongámonos en marcha... a no ser... ¿Alguien tiene algo que añadir o podemos movilizarnos ya? -Preguntó, intentando ser un jefe responsable y flexible, aunque estar al mando no era lo suyo, o al menos no lo había practicado.
El chico, embutido en un abrigo ancho y largo de color negro con capucha, volvió a la realidad cuando escuchó la voz de la vampira / tigresa.
-¿...Empezar? Ah, sí, cierto, l-la misión. Por si no lo habíais notado... da la casualidad de que soy el de mayor rango... así que es mi responsabilidad liderar esta misión... A ver... -Ciertamente, no estaba acostumbrado a estar al cargo de una misión, pero es lo que tenía ser el de más rango, teniendo en cuenta que Osu y Krau no estaban presentes. -Dejadme pensar un segundo. -Dijo, al darse cuenta de que en vez de mirar tanto a Galia, debería de haber estado planeando algo... Menuda distracción.
Si iban todos juntos, abarcarían menos terreno, pero estarían mejor preparados para enfrentarse a los siete individuos que buscaban. Por otra parte, si se dividían, la única opción verdaderamente viable era Ed en un equipo y Galia o Ryuken liderando el otro, pues Taito y Valia no podían ir por libres, no estaban preparados y Edward no iba a permitir que ocurriera ninguna desgracia.
-No voy a obligaros a acatar mis ideas, así que decidme qué os parece que vayamos todos juntos. ¿Entiendo que tienes muy buen olfato o algo así, Galia? Yo dispongo de Haki de Observación, por lo que quizás podemos contar con ambas cosas para encontrar a los traidores... Por cierto, Galia... No te he visto mucho en acción que digamos, así que... espero que sepas contenerte aunque uses esos dos pedazo de espadones -Dijo con tono cómico, quitándole hierro al asunto.-Recuerdo, y esto va para todos, que preferiblemente tenemos que capturar a los siete vivos. -Hizo énfasis en esa palabra y dejó caer una pausa.
Dirigió una mirada a todos los integrantes del grupo, para saber su punto de vista. Realmente no necesitaba que dijeran palabra alguna, él sabía perfectamente leer los estados de ánimo de la gente... Una vez que todos los que hubieran querido hubieran expresado su opinión, retomaría el discursito. -Haré un repaso de la misión. Buscamos a siete ex-revolucionarios que tienen datos algo comprometedores y parece ser que pretenden vendérselos al gobierno mundial. Sabemos que se esconden aquí, y tiene sentido porque esta es una de las zonas más aisladas y remotas de la Isla Sakura, es lógico que nuestros objetivos ronden por aquí. Tengamos los ojos bien abiertos y pongámonos en marcha... a no ser... ¿Alguien tiene algo que añadir o podemos movilizarnos ya? -Preguntó, intentando ser un jefe responsable y flexible, aunque estar al mando no era lo suyo, o al menos no lo había practicado.
Ryuken Shirou
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Akuma no mi
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Ryuken suspiró, contento, al sentir como la nieve caía por su cuerpo. Habían pasado un par de días desde que supo de la situación de Galia, y su estado anímico seguía un poco... alterado. Bueno, mucho la verdad. Una parte de él tan solo quería desaparecer y vivir el restos de sus días como ermitaño, sin saber más de nadie. Su otra parte, la más violenta, quería seguir con su pequeña misión suicida de acabar con el vampiro y devolver a la pelirrosa a la normalidad, lo cual sería un poco (mucho) difícil. Si fuera tan sencillo de devolver a la vida a las personas, ya lo hubiera hecho hace bastante tiempo. Se mirara por donde se mirara, era algo imposible. Además, debía tener en cuenta que Black era un tema delicado. Realmente, no sabía que pensar de ella, pero como era parte de Galia, al fin y al cabo, no quería que desapareciera.
– Todo esto sería mas sencillo si no hubiera recuperado la mentalidad de un ser humano... Bueno, algo de eso – pensó mientras bufaba con exasperación y negaba con la cabeza.
De todas formas, no se arrepentía en lo absoluto. ¿Por qué habría de hacerlo? No hubiera podido conocer a Galia y Dranser, y probablemente quien sabía lo que estaría haciendo ahora con su vida. Quizá se hubiera roto finalmente y se hubiera convertido en algo peor que una máquina asesina. Un estremecimiento recorrió su cuerpo al pensar en eso. Si bien sus instintos habían vuelto a hacer acto de presencia (en lo personal, culpaba a Thriller y a Ivan), al menos ahora podía controlarlos... en su mayoría. "Accidentes" tendían a suceder cuando se sumergía demasiado en su consciencia y perdía la noción de sus acciones. ¿Resultado? Una masacre sin precedentes, aunque al menos lo hacía a consciencia ahora.
Ryuken suspiró y miró al equipo de esta misión. Taito, la mujer Gyojin, el rubio con algunos problemas de personalidad (que por cierto, pensaba seriamente en asesinarlo si ponía esa mirada en la pelirrosa de nuevo) y la vampiresa en persona. Se encogió de hombros y tocó el hombro de la pelirrosa en señal de saludo. Se hubiera expresado de mejor forma, pero a penas lo hacía cuando estaban los dos solos. En un grupo así, ni de joda se atrevería a hacerlo. Llámenlo cobardía, pero no le importaba demasiado. El joven negó con la cabeza ante lo que dijo el rubio, dando a entender de forma no verbal que no tenía quejas o algo que añadir por el momento.
– Todo esto sería mas sencillo si no hubiera recuperado la mentalidad de un ser humano... Bueno, algo de eso – pensó mientras bufaba con exasperación y negaba con la cabeza.
De todas formas, no se arrepentía en lo absoluto. ¿Por qué habría de hacerlo? No hubiera podido conocer a Galia y Dranser, y probablemente quien sabía lo que estaría haciendo ahora con su vida. Quizá se hubiera roto finalmente y se hubiera convertido en algo peor que una máquina asesina. Un estremecimiento recorrió su cuerpo al pensar en eso. Si bien sus instintos habían vuelto a hacer acto de presencia (en lo personal, culpaba a Thriller y a Ivan), al menos ahora podía controlarlos... en su mayoría. "Accidentes" tendían a suceder cuando se sumergía demasiado en su consciencia y perdía la noción de sus acciones. ¿Resultado? Una masacre sin precedentes, aunque al menos lo hacía a consciencia ahora.
Ryuken suspiró y miró al equipo de esta misión. Taito, la mujer Gyojin, el rubio con algunos problemas de personalidad (que por cierto, pensaba seriamente en asesinarlo si ponía esa mirada en la pelirrosa de nuevo) y la vampiresa en persona. Se encogió de hombros y tocó el hombro de la pelirrosa en señal de saludo. Se hubiera expresado de mejor forma, pero a penas lo hacía cuando estaban los dos solos. En un grupo así, ni de joda se atrevería a hacerlo. Llámenlo cobardía, pero no le importaba demasiado. El joven negó con la cabeza ante lo que dijo el rubio, dando a entender de forma no verbal que no tenía quejas o algo que añadir por el momento.
Valia Gyliel
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Hacía mucho que no salía en una misión con mis compañeros de división y tenía ya bastante ganas. Desde que tuviera que dejar Síderos antes de que terminara la guerra y hasta unas semanas después no tenía recuerdo alguno de lo sucedido, pero algo era seguro, había muerto y vuelto a la vida pues había perdido la akuma no mi de paladín en ese tiempo. Ahora me acercaba a un reino nevado, me había tenido que poner una buena cantidad de ropa para no congelarme. Mayormente a consecuencia de mi habitual vestimenta ultra ligera, y a que no estaba acostumbrada a temperaturas tan extremas.
Escuché atentamente a mis compañeros, sobre todo al congelado, o quizás nerviosísimo, demonio amarillo que parecía ser el miembro al mando al ser el de más rango. Aunque había comprobado en muchas ocasiones que eso no significaba que fuera el mejor para serlo, no conocía a Ed lo suficiente como para no darle la oportunidad. La chica que solo había visto de pasada en la última guerra me parecía más cualificada para ello, a pesar de que acaparase la mirada de los demás miembros. Sin embargo, no me sentía celosa ni molesta por ese hecho, era normal que se fijaran más en gente de su especie que no en la de otras. Y para que mentir, no me atraía ninguno de los presentes en ese aspecto.
-Yo pongo a vuestra disposición mis habilidades con respecto al sigilo y los ataques a distancia con agua. – De hecho, había sido previsora y mi ropa era totalmente blanca. Mi entrenamiento de espía no había sido en vano y me informaba de antemano de los sitios a los que íbamos para maximizar las posibilidades de acierto. – No veo mucha agua líquida, pero seguro que con tanta nieve algo se me ocurre para usarla como proyectil. Lo de ir juntos me parece buena idea, ya estamos en desventaja numérica, mejor no agrandarla y darles más oportunidades de emboscarnos. – Tras comentar eso en arco me acerqué hasta la mujer, aprovechando que habían mencionado su nombre. – Soy Valia, encantada de conocer a otro miembro de la revolución, Galia.
Escuché atentamente a mis compañeros, sobre todo al congelado, o quizás nerviosísimo, demonio amarillo que parecía ser el miembro al mando al ser el de más rango. Aunque había comprobado en muchas ocasiones que eso no significaba que fuera el mejor para serlo, no conocía a Ed lo suficiente como para no darle la oportunidad. La chica que solo había visto de pasada en la última guerra me parecía más cualificada para ello, a pesar de que acaparase la mirada de los demás miembros. Sin embargo, no me sentía celosa ni molesta por ese hecho, era normal que se fijaran más en gente de su especie que no en la de otras. Y para que mentir, no me atraía ninguno de los presentes en ese aspecto.
-Yo pongo a vuestra disposición mis habilidades con respecto al sigilo y los ataques a distancia con agua. – De hecho, había sido previsora y mi ropa era totalmente blanca. Mi entrenamiento de espía no había sido en vano y me informaba de antemano de los sitios a los que íbamos para maximizar las posibilidades de acierto. – No veo mucha agua líquida, pero seguro que con tanta nieve algo se me ocurre para usarla como proyectil. Lo de ir juntos me parece buena idea, ya estamos en desventaja numérica, mejor no agrandarla y darles más oportunidades de emboscarnos. – Tras comentar eso en arco me acerqué hasta la mujer, aprovechando que habían mencionado su nombre. – Soy Valia, encantada de conocer a otro miembro de la revolución, Galia.
Aridam H. Taito
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- N-n-n-¡No podían elegir un sitio c-c-c-con playas y sol! T-t-t-t-¡Tenían que venirse a S-s-s-s-Sakura!
Realmente molesto por el frío, me froté con las manos esperando generar un poco de calor en mis brazos para dejar de tiritar, sin éxito. Incluso llevando mi capa de viaje, debajo seguía teniendo la misma ropa ligera y de fácil movilidad de siempre, por lo que aunque me cubriera del gélido viento seguía estando vulnerable a los contratiempos atmosféricos.
- N-n-n-nada que objet-t-t-tar. - Dije simplemente a lo que comentaron mis compañeros, obviamente mucho menos preocupados por el riesgo de congelación. Ya era una persona de pocas palabras, pero sospechaba que allí iba a hablar mucho menos. Si necesitaba decir algo importante lo diría, de lo contrario prefería conservar el aliento. - ¡AAAT-CHOOO!
Esperaba que no tuvieran intención de realizar aquella misión en sigilo. Mi incapacidad para la tarea se hizo más que evidente por el estruendo que salió de mí en forma de estornudo. Y eso sin contar que como tuviéramos mala suerte, acabaríamos con una avalancha de nieve encima, o al menos eso temí por un momento.
- Lo s-s-s-s-siento. - Me disculpé, con un moco aún colgando de mi nariz. - P-p-p-p-¿Podemos irnos y-y-y-ya?
Quería salir de allí. Adonde fuera, no me importaba mientras hiciera un poco más de calor. Tampoco me preocupaba que no estuviéramos del todo preparados, en mi opinión ya habría tiempo de organizar la partida cuando estuviéramos bajo un techo y al amparo de una hoguera.
Realmente molesto por el frío, me froté con las manos esperando generar un poco de calor en mis brazos para dejar de tiritar, sin éxito. Incluso llevando mi capa de viaje, debajo seguía teniendo la misma ropa ligera y de fácil movilidad de siempre, por lo que aunque me cubriera del gélido viento seguía estando vulnerable a los contratiempos atmosféricos.
- N-n-n-nada que objet-t-t-tar. - Dije simplemente a lo que comentaron mis compañeros, obviamente mucho menos preocupados por el riesgo de congelación. Ya era una persona de pocas palabras, pero sospechaba que allí iba a hablar mucho menos. Si necesitaba decir algo importante lo diría, de lo contrario prefería conservar el aliento. - ¡AAAT-CHOOO!
Esperaba que no tuvieran intención de realizar aquella misión en sigilo. Mi incapacidad para la tarea se hizo más que evidente por el estruendo que salió de mí en forma de estornudo. Y eso sin contar que como tuviéramos mala suerte, acabaríamos con una avalancha de nieve encima, o al menos eso temí por un momento.
- Lo s-s-s-s-siento. - Me disculpé, con un moco aún colgando de mi nariz. - P-p-p-p-¿Podemos irnos y-y-y-ya?
Quería salir de allí. Adonde fuera, no me importaba mientras hiciera un poco más de calor. Tampoco me preocupaba que no estuviéramos del todo preparados, en mi opinión ya habría tiempo de organizar la partida cuando estuviéramos bajo un techo y al amparo de una hoguera.
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La joven asintió a las palabras que le dijo el joven que estaba a cargo de la operación. Ella de todas formas tenía la habilidad de no matar nunca si no era necesario, al menos en su forma buena y no en la asesina. Se quedó callada mientras se cruzaba de brazos y notaba la mano de Ryuken, por lo que le dedicó una sonrisa amable. Tenía ya con él una confianza increíble y eso se notaba cuando pasaban las horas de un lado a otro juntos realizando misiones. Ella entonces miró a su alrededor sin entender los motivos de que todos pareciesen estar temblando de frío. Su poder de tigre anti frío era increíble y estaba muy orgullosa de él. Podía vivir en climas que los demás no y por ello podría ser muy difícil cazarla.
- Así es Edward-san. Por el momento no puedo oler nada, pero si lo hago le informaré de inmediato si está en mi mano. – Le dio entonces con una dulce sonrisa y levantándole el pulgar en señal de afirmación.
Lo siguiente que hizo fue fijarse en el más fornido del grupo por así decirlo. Parecía estar muriéndose de frío y sus tartamudeos no hacían a Galia estar cómoda. Se sentía mal por él y por ello tragó un poco de saliva. Entonces caminó hacia Taito y trató de colocarle la mano en los cabellos mientras le miraba a los ojos.
- Tranquilo, yo soy inmune a las bajas temperaturas. Puedes quedarte esto, pero no mires en los bolsillos. Los tubos de sangre los necesito para continuar viva.
Le dijo de forma dulce mientras se quitaba la chaqueta blanca de manga larga y trataba de ponérsela por encima. Tal vez le quedaba a él algo pequeña, pero ella quería esforzarse para que todos pudieran estar lo mejor posible. Lo siguiente que hizo entonces fue acercarse despacio a la chica del mar y le dedicó una dulce sonrisa. Caminó hasta Edward y después agachó la cabeza en señal de respeto. Lo siguiente que hizo fue mirarle a los ojos y después le colocó la mano en la frente con todo el descaro del mundo.
- Señor, si tenéis frío podéis pegaros a mí en mi forma completa. Llegados a un caso extremo de baja temperatura podría salvaros así. Quitando eso, le deseo mucha suerte dirigiéndonos. – En cuanto dijo aquello trató de darle un leve toque en el hombro y después se colocaría al lado de Ryuken, guiñándole el ojo.
Estaba bastante feliz de tener una familia con la que estar en las misiones. Quería cuidar de todos y para ello daría lo mejor de sí en todo momento. Esperaba que los estornudos de Taito no levantasen una avalancha, pero ella trataría de salvarlos de alguna forma. Eran un total de cuatro sin contarla a ella y tal vez todos cogían en su lomo. Esperaba que Ryuken no se hubiese pasado con las salchichas y los bocadillos y pesase ahora cien kilos, pero no lo creía. Lo siguiente que hizo fue suspirar. Ahora que no tenía la chaqueta blanca se quedó con una camiseta negra de tirantes, pero ella no sentía frío.
- Así es Edward-san. Por el momento no puedo oler nada, pero si lo hago le informaré de inmediato si está en mi mano. – Le dio entonces con una dulce sonrisa y levantándole el pulgar en señal de afirmación.
Lo siguiente que hizo fue fijarse en el más fornido del grupo por así decirlo. Parecía estar muriéndose de frío y sus tartamudeos no hacían a Galia estar cómoda. Se sentía mal por él y por ello tragó un poco de saliva. Entonces caminó hacia Taito y trató de colocarle la mano en los cabellos mientras le miraba a los ojos.
- Tranquilo, yo soy inmune a las bajas temperaturas. Puedes quedarte esto, pero no mires en los bolsillos. Los tubos de sangre los necesito para continuar viva.
Le dijo de forma dulce mientras se quitaba la chaqueta blanca de manga larga y trataba de ponérsela por encima. Tal vez le quedaba a él algo pequeña, pero ella quería esforzarse para que todos pudieran estar lo mejor posible. Lo siguiente que hizo entonces fue acercarse despacio a la chica del mar y le dedicó una dulce sonrisa. Caminó hasta Edward y después agachó la cabeza en señal de respeto. Lo siguiente que hizo fue mirarle a los ojos y después le colocó la mano en la frente con todo el descaro del mundo.
- Señor, si tenéis frío podéis pegaros a mí en mi forma completa. Llegados a un caso extremo de baja temperatura podría salvaros así. Quitando eso, le deseo mucha suerte dirigiéndonos. – En cuanto dijo aquello trató de darle un leve toque en el hombro y después se colocaría al lado de Ryuken, guiñándole el ojo.
Estaba bastante feliz de tener una familia con la que estar en las misiones. Quería cuidar de todos y para ello daría lo mejor de sí en todo momento. Esperaba que los estornudos de Taito no levantasen una avalancha, pero ella trataría de salvarlos de alguna forma. Eran un total de cuatro sin contarla a ella y tal vez todos cogían en su lomo. Esperaba que Ryuken no se hubiese pasado con las salchichas y los bocadillos y pesase ahora cien kilos, pero no lo creía. Lo siguiente que hizo fue suspirar. Ahora que no tenía la chaqueta blanca se quedó con una camiseta negra de tirantes, pero ella no sentía frío.
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El demonio amarillo escuchó con atención a sus compañeros, parecía que todos estaban de acuerdo con el plan. Valia había comentado que tenía habilidades con el sigilo y un detalle muy interesante ¿usar el karate gyojin con la nieve? Parecía una posibilidad al menos, si no, Taito tenía una habilidad de fuego con la que podría derretir un poco de la misma y entonces ella usarla.
-Hum... Lo tendré en cuenta, Valia. -Dijo el joven con una amplia sonrisa.
Asintió a Galia cuando esta le respondió a su pregunta. -Vale, Taito, no te preocupes jajajaja -Contestó a su pregunta. Antes de que dijera nada más, Galia hizo gala de su amabilidad y le dio su chaqueta al demonio ceniza, que parecía estar a punto de morir de hipotermia... o eso, o era muy exagerado, quién sabe. -"Qué mona, es tan amable" -Pensó el joven.
Cuando el colmillo blanco se acercó a Edward, este se preguntó qué pretendía. Hizo una reverencia, ante lo que el demonio amarillo sonrió, pero con el ceño fruncido, dubitativo. Después...
Sonrojado y firme como un témpano, tragó saliva. Balbuceando, intentó mantener la compostura. -B-b-b-bueno... Vale eh... ¡Jajajajaja! ¡Vamos! -Dijo, mientras se disponía a andar, aunque lo hiciera como un playmobil.
Poco a poco, se fue relajando. La cara de Ryuken le había dejado claro que... bueno, ya sabéis. Así que intentó concentrarse en liderar el grupo, para no cabrearlo. -A ver, vamos a hacer dos grupos, los que irán delante, que se encargarán de localizar los posibles peligros; Valia, por tus habilidades de sigilo, Galia por tu olfato y yo por mi Haki. Detrás iréis los que guardáis la retaguardia; Taito y Ryuken. No iremos demasiado separados, diez o quince metros, nos dirigiremos hacia el norte y nos desviaremos en cuanto veamos algún lugar donde se puedan estar escondiendo nuestros objetivos.
En cuanto terminó de hablar, se dio cuenta de que podría parecer que quería hacer equipo con las chicas, pero era totalmente cierto que lo hacía por las habilidades, ni siquiera lo había pensado. Activó su Haki de Observación y se mantuvo alerta, no había nadie lo suficientemente cerca para notar su presencia, nadie en 50 metros a la redonda. -Pongámonos en marcha. -Dijo mientras comenzaba a andar. Sin mirar atrás comentó: -Cualquier cosa me decís, acepto sugerencias y demás ¿eh? Que llevo bien poco en el equipo realmente. -Y entonces se giró y les dedicó a todos una cálida y amplia sonrisa. Más de uno de los de ahí tenía más experiencia que él, por lo que no quería vanagloriarse de ser el superior sin tener ni idea, era mucho mejor ser humilde y aprender de los consejos de los veteranos.
-Hum... Lo tendré en cuenta, Valia. -Dijo el joven con una amplia sonrisa.
Asintió a Galia cuando esta le respondió a su pregunta. -Vale, Taito, no te preocupes jajajaja -Contestó a su pregunta. Antes de que dijera nada más, Galia hizo gala de su amabilidad y le dio su chaqueta al demonio ceniza, que parecía estar a punto de morir de hipotermia... o eso, o era muy exagerado, quién sabe. -"Qué mona, es tan amable" -Pensó el joven.
Cuando el colmillo blanco se acercó a Edward, este se preguntó qué pretendía. Hizo una reverencia, ante lo que el demonio amarillo sonrió, pero con el ceño fruncido, dubitativo. Después...
- Spoiler:
Sonrojado y firme como un témpano, tragó saliva. Balbuceando, intentó mantener la compostura. -B-b-b-bueno... Vale eh... ¡Jajajajaja! ¡Vamos! -Dijo, mientras se disponía a andar, aunque lo hiciera como un playmobil.
Poco a poco, se fue relajando. La cara de Ryuken le había dejado claro que... bueno, ya sabéis. Así que intentó concentrarse en liderar el grupo, para no cabrearlo. -A ver, vamos a hacer dos grupos, los que irán delante, que se encargarán de localizar los posibles peligros; Valia, por tus habilidades de sigilo, Galia por tu olfato y yo por mi Haki. Detrás iréis los que guardáis la retaguardia; Taito y Ryuken. No iremos demasiado separados, diez o quince metros, nos dirigiremos hacia el norte y nos desviaremos en cuanto veamos algún lugar donde se puedan estar escondiendo nuestros objetivos.
En cuanto terminó de hablar, se dio cuenta de que podría parecer que quería hacer equipo con las chicas, pero era totalmente cierto que lo hacía por las habilidades, ni siquiera lo había pensado. Activó su Haki de Observación y se mantuvo alerta, no había nadie lo suficientemente cerca para notar su presencia, nadie en 50 metros a la redonda. -Pongámonos en marcha. -Dijo mientras comenzaba a andar. Sin mirar atrás comentó: -Cualquier cosa me decís, acepto sugerencias y demás ¿eh? Que llevo bien poco en el equipo realmente. -Y entonces se giró y les dedicó a todos una cálida y amplia sonrisa. Más de uno de los de ahí tenía más experiencia que él, por lo que no quería vanagloriarse de ser el superior sin tener ni idea, era mucho mejor ser humilde y aprender de los consejos de los veteranos.
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Una pequeña sonrisa se formó en su rostro al ver como el rubio temblaba de pies a cabeza. Le parecía un poco divertido, además de excitante. Sabía que estaba mal "alimentarse" de la desesperación de sus propios compañeros, pero era algo que ya no podía evitar. Había aceptado que esa faceta la tendría para toda la vida (o hasta que un milagro ocurriera), por lo que no tenía más remedio que vivir con eso. Algún día se acostumbraría, pero hoy no lo sería. Escuchó como hablaban entre todos y cerró sus ojos. El mismo sabía que no era la persona más social del mundo, así que no le importaba demasiado ser excluido de los temas fuera de las misiones. No es como si su apariencia ayudara mucho, puesto que el joven desprendía una aura peligrosa y opresora la mayor parte del tiempo. Naturalmente, intentaba disminuir aquello cuando estaba con otras personas, pero era algo tan innato que le era imposible hacerlo desaparecer del todo.
Quitando eso, los estornudos de Taito se estaban volviendo peligrosos. Si seguía así, era muy probable que ocasionara una avalancha de imprevisto. Si aquello pasaba, no tendría más remedio que quemar sus reservas de producción de oro. Una cúpula con extra capas para resistir el impacto y evitar que nos separemos, pero tendría que moverse con una enorme pila del metal en lo que duraba el resto de la misión. Eran estas las ocasiones donde lamentaba ser paramecia y no logia. Al menos con el otro tipo podría absorber el material que usaba y no tener que reutilizar el que producía.
Escuchó atentamente el plan de Edward y meditó un poco. Si, era la opción más lógica de momento, excepto por el detalle que era un poco vulnerables por el medio. Pensó en preguntarle al rubio si podía ir al medio para ser el tanque, pero lo descartó. No tenía forma de percibir el peligro, dado que no tenía el olfato de la vampiresa o el poder del haki. De modo que su defensa llegaría demasiado tarde y, para ese entonces, todos estarían en peligro. Ryuken cerró sus ojos y se puso a la retaguardia, esperando que Taito se colocara a su lado y el rubio diera, finalmente, la orden para avanzar por estos fríos campos de hielo.
– Y hablando de eso... – pensó el joven mientras se le ocurría una idea, pero lo descartó a los pocos segundos después. Si bien usar a Dramon como vela era una idea buena a utilizar, había dos razones por la cual se decidió que no. Los enemigos podrían encontrarlos o atacarlos desde lejos si veían fuego... Y Dranser le patearía el culo si se enteraba del uso que le estaba dando a la O Wazamono que le obsequió.
Quitando eso, los estornudos de Taito se estaban volviendo peligrosos. Si seguía así, era muy probable que ocasionara una avalancha de imprevisto. Si aquello pasaba, no tendría más remedio que quemar sus reservas de producción de oro. Una cúpula con extra capas para resistir el impacto y evitar que nos separemos, pero tendría que moverse con una enorme pila del metal en lo que duraba el resto de la misión. Eran estas las ocasiones donde lamentaba ser paramecia y no logia. Al menos con el otro tipo podría absorber el material que usaba y no tener que reutilizar el que producía.
Escuchó atentamente el plan de Edward y meditó un poco. Si, era la opción más lógica de momento, excepto por el detalle que era un poco vulnerables por el medio. Pensó en preguntarle al rubio si podía ir al medio para ser el tanque, pero lo descartó. No tenía forma de percibir el peligro, dado que no tenía el olfato de la vampiresa o el poder del haki. De modo que su defensa llegaría demasiado tarde y, para ese entonces, todos estarían en peligro. Ryuken cerró sus ojos y se puso a la retaguardia, esperando que Taito se colocara a su lado y el rubio diera, finalmente, la orden para avanzar por estos fríos campos de hielo.
– Y hablando de eso... – pensó el joven mientras se le ocurría una idea, pero lo descartó a los pocos segundos después. Si bien usar a Dramon como vela era una idea buena a utilizar, había dos razones por la cual se decidió que no. Los enemigos podrían encontrarlos o atacarlos desde lejos si veían fuego... Y Dranser le patearía el culo si se enteraba del uso que le estaba dando a la O Wazamono que le obsequió.
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Escucho atentamente a todos sus compañeros, Ed que parecía estar al mando por su rango ideo un buen plan. Los que poseían habilidades de sigilo, capacidad de rastreo o cosas útiles, delante buscando, los dos restantes en la retaguardia evitando posibles emboscadas. En cuanto el resto comenzara a andar ella también lo haría. Le gustaba más el tema de disfrazarse y burlar sistemas seguros, pero el entrenamiento básico incluía sigilo, igual que sus aptitudes de asesina. De pequeña siempre le gusto asustar a la gente apareciendo a su espalda. Más de un guardia estuvo a punto de hacerle daño de verdad por el susto.
La ropa blanca ayudaba en ese entorno, además, el agua en el ambiente no era mala, a pesar del frio. Los árboles, animales y ellos mismos contribuían en la aportación de vapor de agua, aunque para la mayoría fuera imperceptible. Había descubierto que era un talento raro, incluso entre los gyojin con más experiencia en el uso del karate. Aunque queriendo comprobarlo, formo una pequeña bola de agua en el dedo, esta no tardó demasiado en comenzar a helarse. Si hubiera tenido más tiempo, habría experimentado en como afectaba eso a sus balas de agua.
Se estaba dando cuenta que quizás necesitara algo para misiones como esa para poder ayudar a sus compañeros, algunos lo estaban pasando realmente mal con el frio. Quizás cuando volviera podría tratar de crear alguna prenda que conservara mejor el calor, o incluso que llegara a producirlo. Aunque ahora debía mantenerse alerta y buscar indicios de huellas, zonas en las que la nieve pareciera que se había desplazado, lugares donde se notara que el grosor era menor por haber estado despejados antes de la última nevada y cosas similares.
La ropa blanca ayudaba en ese entorno, además, el agua en el ambiente no era mala, a pesar del frio. Los árboles, animales y ellos mismos contribuían en la aportación de vapor de agua, aunque para la mayoría fuera imperceptible. Había descubierto que era un talento raro, incluso entre los gyojin con más experiencia en el uso del karate. Aunque queriendo comprobarlo, formo una pequeña bola de agua en el dedo, esta no tardó demasiado en comenzar a helarse. Si hubiera tenido más tiempo, habría experimentado en como afectaba eso a sus balas de agua.
Se estaba dando cuenta que quizás necesitara algo para misiones como esa para poder ayudar a sus compañeros, algunos lo estaban pasando realmente mal con el frio. Quizás cuando volviera podría tratar de crear alguna prenda que conservara mejor el calor, o incluso que llegara a producirlo. Aunque ahora debía mantenerse alerta y buscar indicios de huellas, zonas en las que la nieve pareciera que se había desplazado, lugares donde se notara que el grosor era menor por haber estado despejados antes de la última nevada y cosas similares.
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El plan parecía estar bastante elaborado. Los que tenían capacidades de rastreo irían delante, mientras que Taito y Ryuken irían detrás. Ellos podían cuidar de la retaguardia, por lo que vio la oportunidad perfecta para centrarse en el frente. Trató de usar su olfato, pero por el momento no detectaba nada interesante. No tardó mucho en soltar un suspiro y entrecerrar los ojos. Empezó a sentir un ligero dolor de cabeza y algo le dijo que ella ya estaba despierta. Fue en ese entonces cuando el color de ojos de la vampira cambió a rojo en lugar de azul. La chica entonces mostró una expresión siniestra. Galia podía conformarse con tubos de sangre de Dranser, pero ella prefería beber directamente del cuello. Habían puesto a su banco personal de sangre atrás con Taito y beber de un pez podía ser raro, por lo que le quedaba el joven líder del grupo.
- Un momento. Ed ¿Puedes venir un momento?
Dijo pausando al grupo y haciéndole una señal al rubio para que la siguiera. Tan solo quería tener las energías a tope, pues si había que luchar, quería estar con todos sus poderes al descubierto y no con la mitad de ellos. Trató de llevar al chico hacia uno de los árboles y entonces le miraría a los ojos de forma algo maliciosa. Su expresión daba un poco de miedo por los ojos y los dientes, pero su hermoso rostro hacía parecer aquello distinto.
- Necesito algo de sangre fresca para continuar con la misión ¿Te importaría que te mordiese un poco? Puedo controlarme. – Le pidió colocando su mano en la mejilla de él y se la acariciaba de forma dulce.
Podía haberle mordido directamente, pero sin Dranser por la zona lo mejor era portarse bien o al menos fingirlo. Estaba con muchas ganas de beber y de paso alimentarse de la sangre de aquel joven rebelde que le parecía tan mono y delicioso. Si él la dejaba, tan solo se acercaría a él y colocaría sus manos alrededor de su cintura. Entonces mordería su cuello con fuerza y empezaría a beber despacio. Pegaría su cuerpo al de él para mantenerlo al menos “nervioso” si lograba atraerle físicamente, entonces no se quejaría o a lo mejor sí. Tras unos segundos, unos quince o así, terminaría de beber y pasaría su lengua despacio por el cuello del joven. Todo eso si la había dejado. Entonces le miraría a los ojos y sonreiría de forma sádica.
- Beber de chicos guapos siempre gusta, me acostumbraré a esto, Ed-chan. – Le dijo con un tono pícaro y volviendo a la formación.
La vampira se mantuvo en su forma Black y continuó caminando con los demás mientras miraba al frente con toda la calma del mundo. No pudo evitar entonces mirar un momento hacia atrás y ver a Ryuken y al rubio. No tardó mucho en mostrar una mirada siniestra y después alzó la voz al mismo tiempo que los señalaba con el dedo.
- Y vosotros haced bien vuestro trabajo, malditos insectos.
De nuevo los ojos de la chica cambiaron a azulados y continuó caminando, pero algo tímida por la escena montada, de hecho, se dio la vuelta de nuevo inclinando la cabeza de nuevo en señal de disculpa.
- Un momento. Ed ¿Puedes venir un momento?
Dijo pausando al grupo y haciéndole una señal al rubio para que la siguiera. Tan solo quería tener las energías a tope, pues si había que luchar, quería estar con todos sus poderes al descubierto y no con la mitad de ellos. Trató de llevar al chico hacia uno de los árboles y entonces le miraría a los ojos de forma algo maliciosa. Su expresión daba un poco de miedo por los ojos y los dientes, pero su hermoso rostro hacía parecer aquello distinto.
- Necesito algo de sangre fresca para continuar con la misión ¿Te importaría que te mordiese un poco? Puedo controlarme. – Le pidió colocando su mano en la mejilla de él y se la acariciaba de forma dulce.
Podía haberle mordido directamente, pero sin Dranser por la zona lo mejor era portarse bien o al menos fingirlo. Estaba con muchas ganas de beber y de paso alimentarse de la sangre de aquel joven rebelde que le parecía tan mono y delicioso. Si él la dejaba, tan solo se acercaría a él y colocaría sus manos alrededor de su cintura. Entonces mordería su cuello con fuerza y empezaría a beber despacio. Pegaría su cuerpo al de él para mantenerlo al menos “nervioso” si lograba atraerle físicamente, entonces no se quejaría o a lo mejor sí. Tras unos segundos, unos quince o así, terminaría de beber y pasaría su lengua despacio por el cuello del joven. Todo eso si la había dejado. Entonces le miraría a los ojos y sonreiría de forma sádica.
- Beber de chicos guapos siempre gusta, me acostumbraré a esto, Ed-chan. – Le dijo con un tono pícaro y volviendo a la formación.
La vampira se mantuvo en su forma Black y continuó caminando con los demás mientras miraba al frente con toda la calma del mundo. No pudo evitar entonces mirar un momento hacia atrás y ver a Ryuken y al rubio. No tardó mucho en mostrar una mirada siniestra y después alzó la voz al mismo tiempo que los señalaba con el dedo.
- Y vosotros haced bien vuestro trabajo, malditos insectos.
De nuevo los ojos de la chica cambiaron a azulados y continuó caminando, pero algo tímida por la escena montada, de hecho, se dio la vuelta de nuevo inclinando la cabeza de nuevo en señal de disculpa.
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Cuando por fin parecía que el grupo iba a avanzar, Galia los pausó, parecía que quería hablar con Edward en privado. Él quería hacer las cosas serias y no dejar que sus sentimientos interfirieran con la misión, pero ¿y si realmente quería hablar a solas por un tema importante? No podía simplemente ignorarla.
-Uhm, claro. Chicos, tened cuidado y manteneos alerta. -Dijo Edward mientras mientras se alejaba con ella. Estaba algo nervioso, pero de verdad se estaba esforzando para ser un buen líder y, si ella tenía un problema, debía intentar ayudarle. Se estaban alejando más de la cuenta y eso lo puso tenso, pero confiaba en ella, al fin y al cabo era una más de la Quimera.
Tras escuchar su petición, se quedó en silencio, casi en shock. -...Eh ¿es necesario?... Bueno, si puedes controlarte... T-ten cuidado. -Dijo mientras tragaba saliva y miraba hacia arriba, deseando que fuera rápido. Debieron ser los quince segundos más largos de su vida... aunque debía reconocer que también fueron muy... excitantes.
Una vez acabado el "favor", escuchó atento las palabras de la joven, que, ahora que se fijaba, estaba bastante distinta, sobre todo se notaba en sus ojos, que habían cambiado de color. ¿Acostumbrarse? ¿Significaba eso que tendría que volver a hacerlo? Sin saber muy bien qué pensar sobre lo que acababa de pasar ni sobre la idea de tener que repetirlo, volvió al grupo. Las palabras no le salían, por lo que la única respuesta que pudo darle al colmillo blanco fue asentir lentamente con la cabeza temblando.
-B-bueno, seguimos, ¿v-vale? -Dijo, sin ser capaz de esconder lo sonrojado que estaba. Cuando escuchó el ofensivo comentario de la joven hacia Ryuken y Taito, se giró, exclamando: -¡Eh! ¡¿Cómo que...?! -Pero justo entonces se calló al ver como sus ojos cambiaban de nuevo de color. Volvía a ser la Galia que había captado la atención de Edward, mucho más dulce y amable. Al ver que se disculpaba, dejó pasar el incidente y se concentró en buscar presencias con su Haki. Entonces vio, a lo lejos, lo que parecía la entrada a una cueva, aunque también podría ser simplemente una hendidura en una roca grande que no se distinguía a lo lejos.
-Oíd, mi Haki no llega hasta allí, pero ¿pensáis que puede ser una cueva? -Dijo mientras señalaba con el brazo alzado. -¿Podrían estar ahí nuestros objetivos?
Aunque la pregunta era para todos, se quedó mirando a Valia, pues pensó que sería la más indicada para saber si era un lugar apropiado para esconderse o no, o quizás notaría algo que los demás pasaban por alto.
-Uhm, claro. Chicos, tened cuidado y manteneos alerta. -Dijo Edward mientras mientras se alejaba con ella. Estaba algo nervioso, pero de verdad se estaba esforzando para ser un buen líder y, si ella tenía un problema, debía intentar ayudarle. Se estaban alejando más de la cuenta y eso lo puso tenso, pero confiaba en ella, al fin y al cabo era una más de la Quimera.
Tras escuchar su petición, se quedó en silencio, casi en shock. -...Eh ¿es necesario?... Bueno, si puedes controlarte... T-ten cuidado. -Dijo mientras tragaba saliva y miraba hacia arriba, deseando que fuera rápido. Debieron ser los quince segundos más largos de su vida... aunque debía reconocer que también fueron muy... excitantes.
Una vez acabado el "favor", escuchó atento las palabras de la joven, que, ahora que se fijaba, estaba bastante distinta, sobre todo se notaba en sus ojos, que habían cambiado de color. ¿Acostumbrarse? ¿Significaba eso que tendría que volver a hacerlo? Sin saber muy bien qué pensar sobre lo que acababa de pasar ni sobre la idea de tener que repetirlo, volvió al grupo. Las palabras no le salían, por lo que la única respuesta que pudo darle al colmillo blanco fue asentir lentamente con la cabeza temblando.
-B-bueno, seguimos, ¿v-vale? -Dijo, sin ser capaz de esconder lo sonrojado que estaba. Cuando escuchó el ofensivo comentario de la joven hacia Ryuken y Taito, se giró, exclamando: -¡Eh! ¡¿Cómo que...?! -Pero justo entonces se calló al ver como sus ojos cambiaban de nuevo de color. Volvía a ser la Galia que había captado la atención de Edward, mucho más dulce y amable. Al ver que se disculpaba, dejó pasar el incidente y se concentró en buscar presencias con su Haki. Entonces vio, a lo lejos, lo que parecía la entrada a una cueva, aunque también podría ser simplemente una hendidura en una roca grande que no se distinguía a lo lejos.
-Oíd, mi Haki no llega hasta allí, pero ¿pensáis que puede ser una cueva? -Dijo mientras señalaba con el brazo alzado. -¿Podrían estar ahí nuestros objetivos?
Aunque la pregunta era para todos, se quedó mirando a Valia, pues pensó que sería la más indicada para saber si era un lugar apropiado para esconderse o no, o quizás notaría algo que los demás pasaban por alto.
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Bueno, parecía que me había tocado ir detrás. Me habría quejado de que allí sería el último en unirme a la fiesta si se metían en problemas, pero me dí cuenta de que seguramente me mandaban allí precisamente para evitar que los metiese yo en problemas. Además que realmente, el plan tenía hasta sentido y todo.
Después de un par de improvistos adicionales en forma de Ed y sus hormonas descontroladas (yo ya a estas alturas no me soprendía de nada de este grupo. Empezaba a conocerlos más a fondo, y de todas formas el frío ocupaba toda mi atención), por fin comenzamos la marcha a través de la nieve.
"Tsk... al menos ya nos estamos moviendo..." Pensé, acurrucándome como podía en la chaqueta que me había prestado Galia (la cual apenas me servía como algo más que una capa, por mi tamaño). La chica era demasiado buena para ser Revolucionaria, estaba convencido de que esa ingenuidad le costaría caro algún día...
Aunque bueno, al menos estaba aquella segunda personalidad retorcida suya para "cuidarla." Ya la había visto en alguna ocasión antes, aunque nunca le hice demasiado caso. Esa tal "Black" y "Galia" eran para mí como personas diferentes compartiendo un mismo cuerpo, tanto distaban una de la otra. Así que mantenía mi postura: "Galia" acabaría llevándose un disgusto en el futuro si no espabilaba, "Black" sería la que la mantuviera viva hasta entonces, o al menos eso creía yo.
¿Y Ryuken? Ahora que estábamos solos en la parte trasera del grupo, recordé que él parecía tener algún rollo con la chica vampiro. No sería yo quien le juzgara por ello, si bien aquellas aptitudes eran un lastre para su tarea como revolucionaria, la hacían brillar mejor como compañera. Yo mismo la había confundido en más de una ocasión con mi difunta mujer, y tenía la creencia de que si en algún momento se retiraba de la batalla, se convertiría en una esposa excelente. Así, no era raro que el Chico de Oro sintiera algo más que simple atracción física por ella.
En completo silencio, seguí al resto del grupo, prestando atención por si alguien aparecía a nuestras espaldas. Si Ryuken quería hablar de algo le respondería, pero no me encontraba con ganas de tomar la iniciativa.
Después de un par de improvistos adicionales en forma de Ed y sus hormonas descontroladas (yo ya a estas alturas no me soprendía de nada de este grupo. Empezaba a conocerlos más a fondo, y de todas formas el frío ocupaba toda mi atención), por fin comenzamos la marcha a través de la nieve.
"Tsk... al menos ya nos estamos moviendo..." Pensé, acurrucándome como podía en la chaqueta que me había prestado Galia (la cual apenas me servía como algo más que una capa, por mi tamaño). La chica era demasiado buena para ser Revolucionaria, estaba convencido de que esa ingenuidad le costaría caro algún día...
Aunque bueno, al menos estaba aquella segunda personalidad retorcida suya para "cuidarla." Ya la había visto en alguna ocasión antes, aunque nunca le hice demasiado caso. Esa tal "Black" y "Galia" eran para mí como personas diferentes compartiendo un mismo cuerpo, tanto distaban una de la otra. Así que mantenía mi postura: "Galia" acabaría llevándose un disgusto en el futuro si no espabilaba, "Black" sería la que la mantuviera viva hasta entonces, o al menos eso creía yo.
¿Y Ryuken? Ahora que estábamos solos en la parte trasera del grupo, recordé que él parecía tener algún rollo con la chica vampiro. No sería yo quien le juzgara por ello, si bien aquellas aptitudes eran un lastre para su tarea como revolucionaria, la hacían brillar mejor como compañera. Yo mismo la había confundido en más de una ocasión con mi difunta mujer, y tenía la creencia de que si en algún momento se retiraba de la batalla, se convertiría en una esposa excelente. Así, no era raro que el Chico de Oro sintiera algo más que simple atracción física por ella.
En completo silencio, seguí al resto del grupo, prestando atención por si alguien aparecía a nuestras espaldas. Si Ryuken quería hablar de algo le respondería, pero no me encontraba con ganas de tomar la iniciativa.
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La ceja del revolucionario temblaba violentamente. ¿La razón? Galia había decidido saciar su hambre con Edward en vez de él. Entrecerró sus ojos al tiempo que intentaba controlar el impulso de formar una espada de oro para romperla en la cabeza del rubio. ¿Como osaba a acceder a eso? Apretó con fuerza sus puños, y pese a que no lo demostraba abiertamente a los demás, sentía completa furia hacia el pobre soldado. Ni siquiera sabía del por qué de eso, tan solo fue algo que le vino de repente. La última vez fue con Ivan, pero pensó que se trataba algo hacia su persona en vez de sentir celos. Nunca esperó que sentiría lo mismo hacia una persona tan amable como Edward, siendo que él no le había hecho nada, no como el vampiro que trató de borrarlo del mapa, y que además fue pupilo del tipo que mató a su padre biológico.
– Vamos, no pienses así, Ryu – se dijo a sí mismo.
En eso, recordó cierta charla que tuvo con Dranser hace un par de semanas atrás. Uno de los tópicos fue cuando le preguntó qué significaba estar enamorado... Y una de las cosas que dijo fue sentir odio por todo tío que se le acercara. Por algunos segundos el joven se quedó estático, para luego llevarse una mano a su cara y gruñir por lo bajo. Debió haberlo imaginado, enserio. Todas las señales estaban allí, y el como imbécil las ignoró. Si, ahora que lo sabía... No tenía idea sobre que pensar, la verdad.
Escuchó lo que dijo Black, y no pudo evitar bufar. Ahora sabía que, al parecer, la vampiresa tenía una vendetta contra él. Vio como Edwad iba a hacer un comentario por lo de insecto, a lo que Ryuken rápidamente negó con la cabeza. La condición de la pelirrosa era secreta para todos los de éste grupo menos él, y se aseguraría de dejarlo así. No sabía como se lo tomaría en resto de la revolución si llegaban a enterarse. El rebelde sus piró y movió su mano para restarle importancia al asunto cuando vio que Galia había vuelto y siguió caminando... Pero no pudo evitar fulminar a Ed con la mirada una vez más.
– Vamos, no pienses así, Ryu – se dijo a sí mismo.
En eso, recordó cierta charla que tuvo con Dranser hace un par de semanas atrás. Uno de los tópicos fue cuando le preguntó qué significaba estar enamorado... Y una de las cosas que dijo fue sentir odio por todo tío que se le acercara. Por algunos segundos el joven se quedó estático, para luego llevarse una mano a su cara y gruñir por lo bajo. Debió haberlo imaginado, enserio. Todas las señales estaban allí, y el como imbécil las ignoró. Si, ahora que lo sabía... No tenía idea sobre que pensar, la verdad.
Escuchó lo que dijo Black, y no pudo evitar bufar. Ahora sabía que, al parecer, la vampiresa tenía una vendetta contra él. Vio como Edwad iba a hacer un comentario por lo de insecto, a lo que Ryuken rápidamente negó con la cabeza. La condición de la pelirrosa era secreta para todos los de éste grupo menos él, y se aseguraría de dejarlo así. No sabía como se lo tomaría en resto de la revolución si llegaban a enterarse. El rebelde sus piró y movió su mano para restarle importancia al asunto cuando vio que Galia había vuelto y siguió caminando... Pero no pudo evitar fulminar a Ed con la mirada una vez más.
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Hicimos una parada, parecía que la joven que venía con nosotros debía tratar algunos asuntos con Ed a solas. Antes de marcharse, nos pidieron mantenernos alerta y eso hice. No parecía haber nada extraño por los alrededores, algunos árboles dispersos de gran altura y poco más. sentía la cara entumecida por el frío, por suerte el resto del cuerpo estaba bien. Miré a mis compañeros, alguno estaba más serio de lo normal. Este estado pareció acentuarse con el regreso de Galia y Ed. La revolucionaria tenía los ojos distintos, aunque estos volvieron a la normalidad tras una puya sin venir a cuento a los dos que venían detrás. Tendría alguna habilidad visual, o sería más algo relacionado con el humor, de cualquier forma, algo pasaba y me lo había perdido.
No tardamos mucho en encontrar lo que podría ser la entrada a una cueva. En un lugar como aquel, las grutas y cuevas eran los mejores escondites, refugios y lugares de descanso. Aunque normalmente estos sitios fueran más fríos que el exterior, las condiciones de esa isla los harían más confortables que el exterior. Ed se quedó mirándome fijamente, parecía que quería que fuera yo quién dijera si era un buen lugar de búsqueda.
-Si fuera yo la que me escondiera en un lugar como este, sí, buscaría cuevas, cavernas, cosas del estilo para ocultarme. Y si estas fueran algo profundas mejor, podría hacer un fuego dentro y que nadie me viera desde fuera. Además, cuando no tienes luz, es fácil saber cuándo viene alguien.
No tardamos mucho en encontrar lo que podría ser la entrada a una cueva. En un lugar como aquel, las grutas y cuevas eran los mejores escondites, refugios y lugares de descanso. Aunque normalmente estos sitios fueran más fríos que el exterior, las condiciones de esa isla los harían más confortables que el exterior. Ed se quedó mirándome fijamente, parecía que quería que fuera yo quién dijera si era un buen lugar de búsqueda.
-Si fuera yo la que me escondiera en un lugar como este, sí, buscaría cuevas, cavernas, cosas del estilo para ocultarme. Y si estas fueran algo profundas mejor, podría hacer un fuego dentro y que nadie me viera desde fuera. Además, cuando no tienes luz, es fácil saber cuándo viene alguien.
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Sin duda se trataba de una cueva. La mirada de la vampira estaba clavada en ella y sus azulados ojos analizaban los alrededores de la mejor forma posible. Tras escuchas las palabras del demonio al mando, el Colmillo blanco cerró sus ojos despacio. Olfateó un poco el aire y después miró a Ed, asintió con la cabeza despacio. Detectaba olor de personas allí dentro. Fue en ese entonces cuando un ruido llamó la atención de la joven. La pelirrosa desvió la mirada hacia la parte alta de aquel sitio y pudo ver entonces una enorme mancha blanca acercarse a ellos. La tigresa se quedó un poco paralizada por la impresión, pero entonces se dio cuenta de que debían moverse. Aquella cosa podía arrollarlos a todos y dejarlos enterrados.
- Será mejor que entremos en la cueva cuanto antes o esa cosa nos va a aplastar a todos. – Dijo entonces mientras tragaba saliva.
Cierto era que mandaba Edward, pero la lógica era salir de allí o morirían todos. Galia no se lo pensó y empezó a correr hacia la cueva a la mayor velocidad posible. El enorme desprendimiento avanzaba a una velocidad fuera de lo común. No pudo fijarse en el resto debido al peligro. Fue entonces cuando pegó un enorme salto y en pleno vuelo cambió de forma. Un enorme tigre de color negro, ojos verdes esmeralda y pelaje prodigioso. Su cola larga se movía de un lado a otro y sus dientes eran increíblemente afilados. El enorme animal ofreció su lomo a quien deseara montarse y después salió corriendo a toda velocidad hacia la cueva.
Sabía que el rubio podía convertirse en vehículos, por lo que entre los dos quizás podían ayudar a todos a salir de allí. Se hubiesen montado en ella o no, saldría a su máxima velocidad hacia la entrada. Tal vez dentro se encontraban con los objetivos, pero a juzgar por el olor que desprendía la zona, debían estar en lo profundo. El tigre corrió a toda velocidad sin mirar atrás. Cuando estuvo en la entrada saltó hacia dentro para quedar a salvo por el momento. Una vez allí cayó al suelo y volvió a la forma humana mientras jadeaba por el esfuerzo. La entrada quedó cubierta de nieve y parecía haber varios túneles en el interior. Galia levantó la cabeza unos segundos y comprobó que todos estaban bien.
- ¿Todo el mundo está a salvo? – Mencionó acariciándose el tobillo un poco dolida por el golpe, se lo había doblado un poco al caerse.
- Será mejor que entremos en la cueva cuanto antes o esa cosa nos va a aplastar a todos. – Dijo entonces mientras tragaba saliva.
Cierto era que mandaba Edward, pero la lógica era salir de allí o morirían todos. Galia no se lo pensó y empezó a correr hacia la cueva a la mayor velocidad posible. El enorme desprendimiento avanzaba a una velocidad fuera de lo común. No pudo fijarse en el resto debido al peligro. Fue entonces cuando pegó un enorme salto y en pleno vuelo cambió de forma. Un enorme tigre de color negro, ojos verdes esmeralda y pelaje prodigioso. Su cola larga se movía de un lado a otro y sus dientes eran increíblemente afilados. El enorme animal ofreció su lomo a quien deseara montarse y después salió corriendo a toda velocidad hacia la cueva.
Sabía que el rubio podía convertirse en vehículos, por lo que entre los dos quizás podían ayudar a todos a salir de allí. Se hubiesen montado en ella o no, saldría a su máxima velocidad hacia la entrada. Tal vez dentro se encontraban con los objetivos, pero a juzgar por el olor que desprendía la zona, debían estar en lo profundo. El tigre corrió a toda velocidad sin mirar atrás. Cuando estuvo en la entrada saltó hacia dentro para quedar a salvo por el momento. Una vez allí cayó al suelo y volvió a la forma humana mientras jadeaba por el esfuerzo. La entrada quedó cubierta de nieve y parecía haber varios túneles en el interior. Galia levantó la cabeza unos segundos y comprobó que todos estaban bien.
- ¿Todo el mundo está a salvo? – Mencionó acariciándose el tobillo un poco dolida por el golpe, se lo había doblado un poco al caerse.
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Edward escuchó con atención las palabras de Valia, intentando ignorar en la medida de lo posible las miradas asesinas del hombre de oro. ¿Qué había pasado que enfadaba tanto a Ryuken? Lo miró y vio cómo miraba a Galia, fue entonces cuando lo comprendió todo. No sabía hasta que punto había algo entre ellos o era solo que Ryuken tenía esos sentimientos, pero quizás se estaba metiendo en algo y no quería hacer daño a ninguno, aunque la actitud de Galia había sido muy extraña si ese era el caso...
Antes de que pudiera continuar, la tigresa "sugirió" que entráramos aprisa en la cueva. ¿La razón? Una avalancha se acercaba a pasos agigantados y, si no corrían lo suficiente, los aplastaría.
-¡¡Corred!!- Gritó, y a continuación se transformó en aquel todoterreno que usaron en la guerra de Síderos.
Esperó un par de segundos con las puertas abiertas para que se pudieran subir los que quisieran y, entonces, aceleró tanto como pudo. Realmente, no estaba seguro de que fuera una buena decisión, pero no tenía mucho tiempo para evaluarla. Si los enemigos estaban dentro, bien, pero si no... estarían encerrados y tendrían que salir para continuar la búsqueda. Teniendo en cuenta que estos individuos querían vender aquellos datos, el tiempo era un factor clave y no podían permitirse perderlo.
Cuando entraron y la cueva quedó bloqueada, se quedó mirando a Galia, recordando entonces que la joven parecía haber olfateado antes el rastro de gente. Debían ser ellos ¿no? No era una zona donde mucha gente se quedaría, por lo que entonces, la única posibilidad real era que estuvieran encerrados con sus enemigos en la misma cueva.
Abrió las puertas, para dejar salir a quien hubiera entrado dentro, y volvió a su forma humana. Si Ryuken y Galia tenían algo, el no iba a entrometerse, pero si la chica se había torcido el tobillo, era él el que se sentía responsable, por ser el líder y por sus conocimientos en medicina, y por lo tanto se ofreció a ayudarle. -¿Estás bien? ¿Puedes caminar? -Le preguntaría, mirando si el tobillo se ponía morado o algo. Si alguien había montado en la tigresa para entrar en la cueva, también se dirigiría a el/ellos. -¿Todos bien? ¿Algún herido?
Si fuera necesario, Edward llevaba vendas y desinfectante en su mochila, por lo que se lo aplicaría a cualquier herido que lo necesitara. En cuanto estuvieran todos listos, encendería sus "faros oculares" e iluminaría el camino, sirviendo de guía al grupo. -No os separéis, sirvo de luz pero también nos verán antes por lo mismo, así que tenemos que estar alerta. En la medida de lo posible, seguid en silencio. -Dijo en voz algo baja, aunque lo suficientemente alta para que todos los miembros del equipo lo oyesen.
Antes de que pudiera continuar, la tigresa "sugirió" que entráramos aprisa en la cueva. ¿La razón? Una avalancha se acercaba a pasos agigantados y, si no corrían lo suficiente, los aplastaría.
-¡¡Corred!!- Gritó, y a continuación se transformó en aquel todoterreno que usaron en la guerra de Síderos.
- Humvee:
Esperó un par de segundos con las puertas abiertas para que se pudieran subir los que quisieran y, entonces, aceleró tanto como pudo. Realmente, no estaba seguro de que fuera una buena decisión, pero no tenía mucho tiempo para evaluarla. Si los enemigos estaban dentro, bien, pero si no... estarían encerrados y tendrían que salir para continuar la búsqueda. Teniendo en cuenta que estos individuos querían vender aquellos datos, el tiempo era un factor clave y no podían permitirse perderlo.
Cuando entraron y la cueva quedó bloqueada, se quedó mirando a Galia, recordando entonces que la joven parecía haber olfateado antes el rastro de gente. Debían ser ellos ¿no? No era una zona donde mucha gente se quedaría, por lo que entonces, la única posibilidad real era que estuvieran encerrados con sus enemigos en la misma cueva.
Abrió las puertas, para dejar salir a quien hubiera entrado dentro, y volvió a su forma humana. Si Ryuken y Galia tenían algo, el no iba a entrometerse, pero si la chica se había torcido el tobillo, era él el que se sentía responsable, por ser el líder y por sus conocimientos en medicina, y por lo tanto se ofreció a ayudarle. -¿Estás bien? ¿Puedes caminar? -Le preguntaría, mirando si el tobillo se ponía morado o algo. Si alguien había montado en la tigresa para entrar en la cueva, también se dirigiría a el/ellos. -¿Todos bien? ¿Algún herido?
Si fuera necesario, Edward llevaba vendas y desinfectante en su mochila, por lo que se lo aplicaría a cualquier herido que lo necesitara. En cuanto estuvieran todos listos, encendería sus "faros oculares" e iluminaría el camino, sirviendo de guía al grupo. -No os separéis, sirvo de luz pero también nos verán antes por lo mismo, así que tenemos que estar alerta. En la medida de lo posible, seguid en silencio. -Dijo en voz algo baja, aunque lo suficientemente alta para que todos los miembros del equipo lo oyesen.
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Distraído andaba, pensando en mis cosas, cuando al parecer el mundo se puso patas arriba y todo se vino abajo de golpe y sin aviso.
A punto estábamos de entrar a explorar una cueva, o al menos eso asumí desde la parte de atrás del grupo a juzgar por cómo se había detenido el resto, cuando una masa blanca comenzó a "rodar" hacia nosotros a toda velocidad. Digo "rodar" por llamarlo de alguna forma, aunque lo más apropiado sería compararlo con el fuerte oleaje que hay durante una tormenta.
-No me jodas...
¿Sería realmente posible que mi puñetero estornudo SÍ CAUSÓ UNA MALDITA AVALANCHA?
No había tiempo de lamentarse, comencé a correr hacia la cueva sin pensarlo ni un segundo, recortando la distancia que me separaba del grupo delantero, y justo cuando estaba por pasar al lado de Edward y compañía, este tuvo la magnífica idea de convertirse en uno de sus vehículos todoterreno. Yo, que ya conocía ese poder suyo gracias a nuestra misión en Saint Reia, no tuve problemas en sujetarme a la parte de atrás y colarme dentro de un salto, preocupándome entonces desde allí de ayudar a subir a los que quisieran ocupar alguna otra de las plazas allí disponibles. Con mi fuerza no sería difícil, aunque sí un poco brusco.
Al final todo quedó en un simple susto al parecer. La entrada a la cueva quedó bloqueada, pero si no me fallaba la memoria estábamos todos allí... Claro que, fíate tú de mi memoria.
En silencio me mantuve alerta por si ocurría alguna otra sorpresa, mientras el resto del grupo se aseguraba de no haber salido herido y de tratar a los que sí lo estuvieran. Una vez Edward decidió proseguir la marcha, y en silencio absoluto ya que no podía abrir la boca (la tenía fuertemente cerrada para evitar castañear los dientes), lo seguiría de cerca. Allí dentro no parecía que hubiera mucho espacio para repetir la estrategia de antes de separarnos, y como el líder no había dicho lo contrario, asumí que sería lo más correcto. De todas formas nadie iba a aparecernos por la espalda ya, con la boca de la cueva bloqueada. Y si tenían algún problema con ello, podían decírmelo y regresaría a mi posición anterior junto a Ryuken.
A punto estábamos de entrar a explorar una cueva, o al menos eso asumí desde la parte de atrás del grupo a juzgar por cómo se había detenido el resto, cuando una masa blanca comenzó a "rodar" hacia nosotros a toda velocidad. Digo "rodar" por llamarlo de alguna forma, aunque lo más apropiado sería compararlo con el fuerte oleaje que hay durante una tormenta.
-No me jodas...
¿Sería realmente posible que mi puñetero estornudo SÍ CAUSÓ UNA MALDITA AVALANCHA?
No había tiempo de lamentarse, comencé a correr hacia la cueva sin pensarlo ni un segundo, recortando la distancia que me separaba del grupo delantero, y justo cuando estaba por pasar al lado de Edward y compañía, este tuvo la magnífica idea de convertirse en uno de sus vehículos todoterreno. Yo, que ya conocía ese poder suyo gracias a nuestra misión en Saint Reia, no tuve problemas en sujetarme a la parte de atrás y colarme dentro de un salto, preocupándome entonces desde allí de ayudar a subir a los que quisieran ocupar alguna otra de las plazas allí disponibles. Con mi fuerza no sería difícil, aunque sí un poco brusco.
Al final todo quedó en un simple susto al parecer. La entrada a la cueva quedó bloqueada, pero si no me fallaba la memoria estábamos todos allí... Claro que, fíate tú de mi memoria.
En silencio me mantuve alerta por si ocurría alguna otra sorpresa, mientras el resto del grupo se aseguraba de no haber salido herido y de tratar a los que sí lo estuvieran. Una vez Edward decidió proseguir la marcha, y en silencio absoluto ya que no podía abrir la boca (la tenía fuertemente cerrada para evitar castañear los dientes), lo seguiría de cerca. Allí dentro no parecía que hubiera mucho espacio para repetir la estrategia de antes de separarnos, y como el líder no había dicho lo contrario, asumí que sería lo más correcto. De todas formas nadie iba a aparecernos por la espalda ya, con la boca de la cueva bloqueada. Y si tenían algún problema con ello, podían decírmelo y regresaría a mi posición anterior junto a Ryuken.
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Llegaron a una cueva y el joven suspiró. Habían estado caminando durante un tiempo, así que una pequeña parada de descanso no vendría mal si el resto quería. De todas formas, aún podría seguir si no lo hacían. Lo decía más por los otros que por él... Pese a que sabía que la pelirrosa aguantaría mucho más que él. Dio un paso más junto al resto del grupo, pero en eso un ruido captó su atención. Lentamente dirigió su mirada en la dirección de donde vino y casi da un paso hacia atrás al ver de que se trataba. Una puta avalancha iba camino en dirección hacia el grupo. Al ver que su compañera no reaccionaba, se dispuso a espabilarla, pero hubo necesidad de ello. Escuchó sus palabras entonces y asintió con determinación. Oro surgió de sus pies y el joven fue deslizándose por la superficie para agarrar más velocidad de impulso. No sabía si llegaría, pero debía intentarlo.
– Perfecto – murmuró al ver que tenían dos opciones de escape.
Sin pensarlo dos veces, se subió en el lomo de la vampiresa y salieron corriendo en dirección hacia la cueva. Por suerte la velocidad de la tigresa era prodigiosa, así que en poco tiempo se encontraban dentro de la cueva sanos y a salvo. Debido a la súbita transformación a humana de Galia, el joven cayó de culo al suelo. Gruñó un poco por lo bajo, pero lo dejó pasar. Gracias a ella consiguieron salir, después de todo. Se levantó del suelo y estiró sus brazos, suspirando de alivio al escuchar el sonido de los huesos sonar. La avalancha asustó, pero por suerte consiguieron salir de esa.
– Estoy bien – le dijo a Edward. – Yo me encargo de ella, tu ve al resto – le mencionó.
El rubio no era el único médico, después de todo. Sacó de su mochila un par de vendas y envolvió con ella el tobillo de la pelirrosa. Sabía muy bien de la regeneración de Galia, pero eso no era excusa. Una vez terminado con eso, miró con suavidad a la pelirrosa.
– ¿Te ayudo a caminar? –
Si respondía que no, suspiraría y volvería a su posición inicial. Vio entonces que los poderes de Edward se activaban y escuchaba el comentario. Sonrío con suficiencia el oír eso y encogió de hombros. Si de algo de enorgullecía, era de su capacidad de caminar sin que sus pasos se oyeran. Eso sería sencillo para él.
– Perfecto – murmuró al ver que tenían dos opciones de escape.
Sin pensarlo dos veces, se subió en el lomo de la vampiresa y salieron corriendo en dirección hacia la cueva. Por suerte la velocidad de la tigresa era prodigiosa, así que en poco tiempo se encontraban dentro de la cueva sanos y a salvo. Debido a la súbita transformación a humana de Galia, el joven cayó de culo al suelo. Gruñó un poco por lo bajo, pero lo dejó pasar. Gracias a ella consiguieron salir, después de todo. Se levantó del suelo y estiró sus brazos, suspirando de alivio al escuchar el sonido de los huesos sonar. La avalancha asustó, pero por suerte consiguieron salir de esa.
– Estoy bien – le dijo a Edward. – Yo me encargo de ella, tu ve al resto – le mencionó.
El rubio no era el único médico, después de todo. Sacó de su mochila un par de vendas y envolvió con ella el tobillo de la pelirrosa. Sabía muy bien de la regeneración de Galia, pero eso no era excusa. Una vez terminado con eso, miró con suavidad a la pelirrosa.
– ¿Te ayudo a caminar? –
Si respondía que no, suspiraría y volvería a su posición inicial. Vio entonces que los poderes de Edward se activaban y escuchaba el comentario. Sonrío con suficiencia el oír eso y encogió de hombros. Si de algo de enorgullecía, era de su capacidad de caminar sin que sus pasos se oyeran. Eso sería sencillo para él.
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Mientras avanzábamos se escuchó un estornudo, para después sentir un temblor y un potente ruido descender sobre nosotros. Se trataba de una avalancha, por lo poco que sabía de ellas no era muy probable que la causara el estornudo, por lo que era natural a causa de tanta nieve, o nos habían descubierto y era un sistema de defensa algo exagerado. Fuera como fuera no podíamos quedarnos allí, y mis compañeros pensaron lo mismo, puesto que Galia se transformó, al igual que el chico vehículo. El más cercano que tenía era el chico, por lo que salté dentro del mismo ayudada por Taito.
Llegamos a la cueva con el tiempo justo, puesto que la avalancha paso justo tras nosotros bloqueando la entrada y mandando nieve dentro de la misma. Galia parecía haberse lesionado en la pierna y varios se ofrecieron a ayudarla, aunque por lo poco que la conocía seguro que rechazaba la misma. Ahora solo podíamos ir por un sitio, cueva adentro. Tratar de quitar la nieve de la entrada era algo arriesgado y, sin duda, un trabajo tedioso. En ese momento me decidí por aprender a controlar el hielo y la nieve, puesto que eran derivados del agua, no debía ser complicado adaptar el karate para ellos.
-Avanzaremos todos en busca de una salida por esta cueva, o ¿Se queda alguien para tratar de quitar la nieve que bloquea la entrada? La idea de separarme no me gusta, pero si esta gruta no tiene salida tenemos el oxígeno limitado y perderíamos menos tiempo. Aunque claro, si nuestros objetivos están aquí, seriamos menos para su captura. Ed, tu eres nuestro líder aquí, ¿Qué hacemos?
Llegamos a la cueva con el tiempo justo, puesto que la avalancha paso justo tras nosotros bloqueando la entrada y mandando nieve dentro de la misma. Galia parecía haberse lesionado en la pierna y varios se ofrecieron a ayudarla, aunque por lo poco que la conocía seguro que rechazaba la misma. Ahora solo podíamos ir por un sitio, cueva adentro. Tratar de quitar la nieve de la entrada era algo arriesgado y, sin duda, un trabajo tedioso. En ese momento me decidí por aprender a controlar el hielo y la nieve, puesto que eran derivados del agua, no debía ser complicado adaptar el karate para ellos.
-Avanzaremos todos en busca de una salida por esta cueva, o ¿Se queda alguien para tratar de quitar la nieve que bloquea la entrada? La idea de separarme no me gusta, pero si esta gruta no tiene salida tenemos el oxígeno limitado y perderíamos menos tiempo. Aunque claro, si nuestros objetivos están aquí, seriamos menos para su captura. Ed, tu eres nuestro líder aquí, ¿Qué hacemos?
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Galia asintió a las palabras de Ed sobre que estaba bien. Notó un escozor considerable y cuando trató de colocarse en pie cayó de culo. Su tobillo se puso algo oscuro, color negro y se inflamó mucho la zona. Un esguince por lo que sabía. Entonces se dejó vendar por Ryuken y cerró los ojos conteniendo el dolor. Sus azulados ojos miraron hacia un lado, pues se sentía avergonzada por haberse dañado. Entonces escuchó su proposición sobre ayudarla a andar. Negó con la cabeza y después de unos momentos le habló con un tono calmado.
- No es necesario, puedo andar…
Se colocó en pie y sintió un dolor aberrante dominar su pie. Estuvo a punto de caerse de nuevo, pero se puso a la pata coja. En unos minutos habría regenerado el hueso, pero por el momento era una torcedura seria. Sin permiso alguno y algo avergonzada se agarró del brazo del peliplateado y metió su rostro en el hombro de él. Su cara era roja de haber rechazado hacía unos segundos y ahora necesitar ayuda.
- O-onegai… Me gustaría aceptar la oferta de antes si no ha caducado. – Mencionó al mismo tiempo que tragaba un poco de saliva.
Sintió un pinchazo de nuevo, pero ignoró el dolor y continuó echada en él. Escuchó las palabras del líder y de la mujer de agua y eso la hizo ladear un poco la cabeza. Era cierto que podían quedarse sin aire, aunque ella no necesitaba respirar. La vampira entonces miró la entrada un poco y después al jefe. Soltó un leve quejido de dolor y después alzó la voz despacio.
- En unos minutos estaré bien. Puedo quedarme aquí destrozando la entrada, creo que soy la más fuerte en el tema físico actualmente, pero como usted diga. – Dijo de forma respetuosa mientras continuaba apoyada en su chico.
El olor de aquella gente era mucho más fuerte y eso la hizo ladear un poco la cabeza. Era como si estuviesen algo más adelante. Quizás la batalla iba a empezar pronto, pero no le tocaba a ella decidir lo que hacer en ese momento. Se mantuvo callada unos momentos y volvió a hablar en un tono algo más bajo.
- Tenemos a unos cuarenta metros a los objetivos. Puedo oler mucha pólvora también. La cueva entera podría venirse abajo si no tenemos cuidado con lo que hacemos a partir de ahora. Esa gente no será tonta.
- No es necesario, puedo andar…
Se colocó en pie y sintió un dolor aberrante dominar su pie. Estuvo a punto de caerse de nuevo, pero se puso a la pata coja. En unos minutos habría regenerado el hueso, pero por el momento era una torcedura seria. Sin permiso alguno y algo avergonzada se agarró del brazo del peliplateado y metió su rostro en el hombro de él. Su cara era roja de haber rechazado hacía unos segundos y ahora necesitar ayuda.
- O-onegai… Me gustaría aceptar la oferta de antes si no ha caducado. – Mencionó al mismo tiempo que tragaba un poco de saliva.
Sintió un pinchazo de nuevo, pero ignoró el dolor y continuó echada en él. Escuchó las palabras del líder y de la mujer de agua y eso la hizo ladear un poco la cabeza. Era cierto que podían quedarse sin aire, aunque ella no necesitaba respirar. La vampira entonces miró la entrada un poco y después al jefe. Soltó un leve quejido de dolor y después alzó la voz despacio.
- En unos minutos estaré bien. Puedo quedarme aquí destrozando la entrada, creo que soy la más fuerte en el tema físico actualmente, pero como usted diga. – Dijo de forma respetuosa mientras continuaba apoyada en su chico.
El olor de aquella gente era mucho más fuerte y eso la hizo ladear un poco la cabeza. Era como si estuviesen algo más adelante. Quizás la batalla iba a empezar pronto, pero no le tocaba a ella decidir lo que hacer en ese momento. Se mantuvo callada unos momentos y volvió a hablar en un tono algo más bajo.
- Tenemos a unos cuarenta metros a los objetivos. Puedo oler mucha pólvora también. La cueva entera podría venirse abajo si no tenemos cuidado con lo que hacemos a partir de ahora. Esa gente no será tonta.
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El tema de Galia era espinoso, Edward no sabía si podían permitirse esperar a que se sintiera mejor, pero tampoco quería dejarla allí sola por lo que pudiera pasar. Por otra parte, la información que les había dado era muy útil e interesante. Teniendo todo esto en cuenta, intentó deliberar con sus compañeros qué hacer y, si eso era suficiente tiempo para que Galia se recuperase, pues mejor.
-Vale, gracias por la información. -Dijo mientras se giraba haca el equipo y apuntaba con las luces hacia el suelo, para no cegar a nadie a la vez que iluminaba un poco por los reflejos que causaba el blanco suelo. -A ver, chicos. Lógicamente el fuego queda terminantemente prohibido, volar por los aires no es una idea agradable. Por otro lado, no sabemos qué están dispuestos a hacer nuestros enemigos, por lo que si los ponemos contra las cuerdas quizás se inmolen. Sugiero una actuación rápida todos juntos, ya habrá tiempo de encontrar una salida cuando no estemos en territorio hostil. No sabemos cuántos son, así que puede que el sigilo nos resulte imposible, pero tenemos que evitar que, haya lo que haya a cuarenta metros, la pólvora se prenda. ¿Alguna idea u objeción? -Concluyó, dando paso a sus compañeros para hablar.
Aunque Edward creía que estaba teniendo en cuenta todos los factores, sabía que sus acompañantes podrían sacar a relucir las carencias del plan, en caso de haberlas. Además, esperaba que su amiga la bipolar entendiera que le estaba dando tiempo para recuperarse, y por tanto participase en la conversación si tenía algo que aportar.
En su mente, el joven de ojos dorados seguía buscando una formación adecuada para el equipo. Quizás los más rápidos debían ir primero, o quizás aquellos que puedan atacar desde lejos, o puede que los más sigilosos fueran los más indicados para comenzar. Esperaba que los comentarios de los demás le aclarasen un poco las ideas o, al menos, le dieran el suficiente tiempo para decantarse por una opción.
Una vez que todos habían hablado, se oyó claramente el sonido de una voz, alguien se reía muy sonoramente, por lo que, o estaba loco, o venía acompañado. Con los brazos extendidos para indicar a los demás que retrocediesen acercándose a la pared, Edward dio unos cuantos pasos atrás, esperando que se acercaran. Hizo una señal para pedir silencio en el momento de atacarles y apagó las luces, antes de que los extraños pudieran verlas.
-Sí, se ha oído una avalancha, pero tío, que pereza ir a comprobarlo. ¡Si seguro que no ha pasado nada! El jefe es un paranoico. Además, como si no tuviéramos explosivos para abrir otra salida... ¡Bah!-Mientras se oía el resto de la conversación, poco a poco la luz de una antorcha iba acercándose. Ahora la pregunta es: ¿quién atacaría en silencio como Ed había pedido? Porque nadie haría ruido en una situación así... ¿no?
-Vale, gracias por la información. -Dijo mientras se giraba haca el equipo y apuntaba con las luces hacia el suelo, para no cegar a nadie a la vez que iluminaba un poco por los reflejos que causaba el blanco suelo. -A ver, chicos. Lógicamente el fuego queda terminantemente prohibido, volar por los aires no es una idea agradable. Por otro lado, no sabemos qué están dispuestos a hacer nuestros enemigos, por lo que si los ponemos contra las cuerdas quizás se inmolen. Sugiero una actuación rápida todos juntos, ya habrá tiempo de encontrar una salida cuando no estemos en territorio hostil. No sabemos cuántos son, así que puede que el sigilo nos resulte imposible, pero tenemos que evitar que, haya lo que haya a cuarenta metros, la pólvora se prenda. ¿Alguna idea u objeción? -Concluyó, dando paso a sus compañeros para hablar.
Aunque Edward creía que estaba teniendo en cuenta todos los factores, sabía que sus acompañantes podrían sacar a relucir las carencias del plan, en caso de haberlas. Además, esperaba que su amiga la bipolar entendiera que le estaba dando tiempo para recuperarse, y por tanto participase en la conversación si tenía algo que aportar.
En su mente, el joven de ojos dorados seguía buscando una formación adecuada para el equipo. Quizás los más rápidos debían ir primero, o quizás aquellos que puedan atacar desde lejos, o puede que los más sigilosos fueran los más indicados para comenzar. Esperaba que los comentarios de los demás le aclarasen un poco las ideas o, al menos, le dieran el suficiente tiempo para decantarse por una opción.
Una vez que todos habían hablado, se oyó claramente el sonido de una voz, alguien se reía muy sonoramente, por lo que, o estaba loco, o venía acompañado. Con los brazos extendidos para indicar a los demás que retrocediesen acercándose a la pared, Edward dio unos cuantos pasos atrás, esperando que se acercaran. Hizo una señal para pedir silencio en el momento de atacarles y apagó las luces, antes de que los extraños pudieran verlas.
-Sí, se ha oído una avalancha, pero tío, que pereza ir a comprobarlo. ¡Si seguro que no ha pasado nada! El jefe es un paranoico. Además, como si no tuviéramos explosivos para abrir otra salida... ¡Bah!-Mientras se oía el resto de la conversación, poco a poco la luz de una antorcha iba acercándose. Ahora la pregunta es: ¿quién atacaría en silencio como Ed había pedido? Porque nadie haría ruido en una situación así... ¿no?
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Mientras la situación se normalizaba unas voces provenientes del fondo de la cueva nos alarmaron a todos. Parecía que era el lugar correcto, pero también que lo vigilaban mejor de lo esperado. Al principio pensé en dejar que el resto llevara la voz cantante, pero luego me di cuenta de que podía librarme de ellos fácilmente y en silencia, cosa que sería esencial de momento. Me puse tras una piedra, apoyando las manos sobre ella. Necesitaba de algo de concentración y un soporte para realizar mi plan. Una vez apoyada, reuní agua en la punta de los dedos. En cuanto las cabezas de los hombres con la antorcha estuvieron visibles, liberé el agua en forma de mi técnica de disparo con la misma. Los proyectiles funcionarían como balas, solo que sin sonido de disparo.
Esperaba haber acabado con los dos enemigos, o al menos haberlos noqueado. Fueron unos instantes de infarto, al menos para mí, el resto no estaba segura ni de que se hubieran dado cuenta de lo que había hecho. Cuando al fin las balas llegaron a su destino, los dos hombres cayeron al suelo, con la antorcha sobre ellos. Tuve que hacer un rápido control para apagar aquella antorcha y evitar que el olor a carne quemara nos diera nauseas a muchos y alertara al enemigo de que algo había pasado.
Mire hacía los otros, esperaba incluso una pequeña regañina por lo arriesgado, o por no esperar órdenes. Claro que el líder provisional de esta misión no si opinaría lo mismo, mi prioridad fue el sigilo. Lo mismo él pensaba de otra manera y los quería vivos. Fuera como fuera, sabíamos que estábamos en la cueva correcta y que teníamos grandes cantidades de explosivo para volver a abrir la entrada, solo teníamos que derrotar a los enemigos sin hacerlo explotar.
Esperaba haber acabado con los dos enemigos, o al menos haberlos noqueado. Fueron unos instantes de infarto, al menos para mí, el resto no estaba segura ni de que se hubieran dado cuenta de lo que había hecho. Cuando al fin las balas llegaron a su destino, los dos hombres cayeron al suelo, con la antorcha sobre ellos. Tuve que hacer un rápido control para apagar aquella antorcha y evitar que el olor a carne quemara nos diera nauseas a muchos y alertara al enemigo de que algo había pasado.
Mire hacía los otros, esperaba incluso una pequeña regañina por lo arriesgado, o por no esperar órdenes. Claro que el líder provisional de esta misión no si opinaría lo mismo, mi prioridad fue el sigilo. Lo mismo él pensaba de otra manera y los quería vivos. Fuera como fuera, sabíamos que estábamos en la cueva correcta y que teníamos grandes cantidades de explosivo para volver a abrir la entrada, solo teníamos que derrotar a los enemigos sin hacerlo explotar.
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Ryuken negó con la cabeza y agarró de la cintura a Galia antes que cayera, aunque no hubo necesidad real. Parte de él lo usó como excusa para tenerla cerca de él, puesto que seguía algo dolido por lo que hizo con Edward antes. ¿Por qué pedirle a él sangre, cuando el asesino estaba más que dispuesto? De todas formas, no estaba enojada con ella. La pelirrosa era la única persona en el mundo a la cual no le podía tener rencor, aún si se trataba de algo serio. Pese a eso, lo sucedido hizo que se diera cuenta de algo. El peliplateado se mordió el labio y negó con la cabeza. Luego de la misión, ambos tendrían que hablar en privado. Lo sucedido en la misión anterior, y ahora lo de ahora... Realmente, debían dejar las cosas en claro de una vez por todas. Aguantó las ganas de reír, puesto que sería visto mal. ¿Quién hubiera pensado que Ryuken Shirou terminaría enamorándose? Si alguien le hubiera dicho eso hace varios meses atrás, probablemente se habría reído y asesinado a la persona que se atrevió a decir eso. Y hablando de asesinatos... eso que hizo Black con Edward, terminó por despertar completamente al "otro". Incluso ahora intentaba evitar que saliera, pero sabía que tarde o temprano lo haría. Cuando sucediera, rezaba para que Dranser estuviera para detenerlo. El "otro" era impredecible, y dejarlo cerca de su compañera...No, no quería pensar en lo que podría hacerle.
– ¿Para ti? Siempre dispuesto a ayudarte – susurró, por lo que solo la pelirrosa lo habría oído.
Ya tenía rodeada si cintura para evitar que cayera, además para que él mismo no se desestabilizara por el peso extra. Intentó calmar su frenético corazón por tanta cercanía, y en parte lo logró, pero solo por el hecho de que estaban en una misión. De algo estaba seguro el rebelde, la relación entre ambos había cambiado. Como no habían podido estar los dos solos, sin tener al resto de la división encima, no se notó el cambio... Quizá una que otra muestra de afecto inusual, como los besos. Tenía miedo de lo que podría pasar más adelante, pero al mismo tiempo tenía esperanza de que pudieran volverse algo más que compañeros. Si terminaba rechazándolo... No, el solo hecho de pensar en eso, hacía que le dieran ganas de vomitar.
– También puedo ayudar a destapar la entrada – declaró, finalmente decidiendo a aportar su "gramo de pan". – Mis ondas son lo suficiente poderosas para destruir la nieve, o lo mismo puedo bombardearlo con mi fruta. De todas formas, queda a decisión tuya – le dijo a Edward.
No pudo evitar sonreír un poco. Esa debía ser la primera vez que aportaba con palabras en una misión. En Thriller solo se mantuvo silente y acataba órdenes, pero ahora era distinto. Miró hacia abajo y sonrío levemente, al tiempo que acariciaba un poco los cabellos rosados de su compañera. Realmente, Galia lo había cambiado para bien, y no podía ser más afortunado. Pese a que a estas alturas era probable que su tobillo estuviera bien, el joven no hizo ningún movimiento para soltarla. No pudo evitar recordar lo sucedido con el episodio del veneno y bufó por lo bajo. Usaba cualquier excusa para abrazarla, pero no podía evitarlo.
– Puedo usar el oro para sobornar y ganar tiempo en caso de una situación desfavorable como esa. Después de todo, la codicia es uno de los peores pecados del ser humano y no creo que se aguanten – agregó luego de escuchar toda la explicación del rubio.
Al ocurrir el episodio con los dos enemigos, se mantuvo aferrado a la pelirrosa, aunque dándole espacio en caso que quisiera atacar. Era una de las principales opciones gracias a su olfato, después de todo. Por otro lado sus habilidades de espía le permitían caminar casi como una sombra, por lo que también era una carta viable en caso de tener que eliminar rápidamente a sus oponentes.
– Edward, una sugerencia – llamó al rubio, lo suficientemente fuerte para que solo lo oyeran los rebeldes, en medio de la oscuridad. – Deja que Galia y yo vayamos al frente. Al ser usuarios de espadas, estamos acostumbrados a pelear con velocidad y agilidad contra nuestros enemigos, eso sin contar la velocidad extra de ella por su fruta. Además que, con nuestro trabajo de equipo al ser altamente compatibles y ambos colmillos, por lo que estamos acostumbrados a misiones de ejecución, podremos eliminarlos rápidamente en combate cercano mientras ustedes atacan a distancia o se encargan de impedir que no usen los explosivos
Realmente, el joven estaba determinado para el combate que se avecinaba. Siguió siendo el apoyo de Galia por algunos segundos, pero luego se separó y se mantuvo a su lado. Pese a eso, igual apretó su mano con suavidad. Era una misión importante, y todo podía irse al trate con un solo error...
– ¿Para ti? Siempre dispuesto a ayudarte – susurró, por lo que solo la pelirrosa lo habría oído.
Ya tenía rodeada si cintura para evitar que cayera, además para que él mismo no se desestabilizara por el peso extra. Intentó calmar su frenético corazón por tanta cercanía, y en parte lo logró, pero solo por el hecho de que estaban en una misión. De algo estaba seguro el rebelde, la relación entre ambos había cambiado. Como no habían podido estar los dos solos, sin tener al resto de la división encima, no se notó el cambio... Quizá una que otra muestra de afecto inusual, como los besos. Tenía miedo de lo que podría pasar más adelante, pero al mismo tiempo tenía esperanza de que pudieran volverse algo más que compañeros. Si terminaba rechazándolo... No, el solo hecho de pensar en eso, hacía que le dieran ganas de vomitar.
– También puedo ayudar a destapar la entrada – declaró, finalmente decidiendo a aportar su "gramo de pan". – Mis ondas son lo suficiente poderosas para destruir la nieve, o lo mismo puedo bombardearlo con mi fruta. De todas formas, queda a decisión tuya – le dijo a Edward.
No pudo evitar sonreír un poco. Esa debía ser la primera vez que aportaba con palabras en una misión. En Thriller solo se mantuvo silente y acataba órdenes, pero ahora era distinto. Miró hacia abajo y sonrío levemente, al tiempo que acariciaba un poco los cabellos rosados de su compañera. Realmente, Galia lo había cambiado para bien, y no podía ser más afortunado. Pese a que a estas alturas era probable que su tobillo estuviera bien, el joven no hizo ningún movimiento para soltarla. No pudo evitar recordar lo sucedido con el episodio del veneno y bufó por lo bajo. Usaba cualquier excusa para abrazarla, pero no podía evitarlo.
– Puedo usar el oro para sobornar y ganar tiempo en caso de una situación desfavorable como esa. Después de todo, la codicia es uno de los peores pecados del ser humano y no creo que se aguanten – agregó luego de escuchar toda la explicación del rubio.
Al ocurrir el episodio con los dos enemigos, se mantuvo aferrado a la pelirrosa, aunque dándole espacio en caso que quisiera atacar. Era una de las principales opciones gracias a su olfato, después de todo. Por otro lado sus habilidades de espía le permitían caminar casi como una sombra, por lo que también era una carta viable en caso de tener que eliminar rápidamente a sus oponentes.
– Edward, una sugerencia – llamó al rubio, lo suficientemente fuerte para que solo lo oyeran los rebeldes, en medio de la oscuridad. – Deja que Galia y yo vayamos al frente. Al ser usuarios de espadas, estamos acostumbrados a pelear con velocidad y agilidad contra nuestros enemigos, eso sin contar la velocidad extra de ella por su fruta. Además que, con nuestro trabajo de equipo al ser altamente compatibles y ambos colmillos, por lo que estamos acostumbrados a misiones de ejecución, podremos eliminarlos rápidamente en combate cercano mientras ustedes atacan a distancia o se encargan de impedir que no usen los explosivos
Realmente, el joven estaba determinado para el combate que se avecinaba. Siguió siendo el apoyo de Galia por algunos segundos, pero luego se separó y se mantuvo a su lado. Pese a eso, igual apretó su mano con suavidad. Era una misión importante, y todo podía irse al trate con un solo error...
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Poco a poco el tobillo fue mejorando. Era una suerte que su poder de vampira la ayudase en aquellas situaciones. Soltó un pequeño suspiro y mientras el líder hablaba, ella callaba atenta. Estando ahora Ryuken hablando y diciendo lo que ella pensaba no hacía falta que participase. Se mantuvo atenta y olisqueó el ambiente despacio. Notó a los dos tipos acercarse y enseguida pegó la espalda al muro. Escuchó las palabras del rubio y ladeó la cabeza. Estuvo a punto de lanzarse y golpearlos con un martillo de hielo, pero entonces ambos cayeron desplomados al suelo. La vampira ladeó un momento la cabeza y tras unos segundos tragó saliva. Se suponía que la misión era capturarlos vivos y llevarlos ante el líder. Krauser odiaba las muertes innecesarias y solo se cargaba agentes del gobierno.
Ella misma era ejecutora y pensaba que los Demonios y Espadas eran más benevolentes y hacían las cosas bien. Soltó un pequeño suspiro y después de unos momentos dejó de darle importancia. Caminó un poco dando vueltas indicando que su tobillo estaba bien. Se rascó un poco la cabeza y después el hielo formado en sus dedos desapareció. Se quedó mirando a la mujer pez un poco confusa y después le habló despacio.
- Se suponía que la misión era capturarlos vivos y llevarlos a Krauser-san. A ver quién le explica que ha habido dos muertes innecesarias. Podríamos haberlos dejado ko de un golpe en la nuca, somos varios usuarios de akuma. – Dijo negando con la cabeza. – En fin, soy Colmillo y no tengo derecho a quejarme, pero no quiero una bronca de Redfield cuando lleguemos a casa. – Finalizó mirando a Ed a los ojos de forma seria, pues él era el supuesto líder.
Ahora se cruzó de brazos y esperó a que fuese él quien hablase. Las antorchas también habrían podido servir para iluminar el camino y así hacer que la luz del rubio no fuera tan cantosa. Negó con la cabeza y se quedó mirando a Taito y Ed. Ya había trabajado con Ryuken y sabía su forma de actuar, pero no la de ellos. Esperaba que tuviesen un poco más de compasión con los rivales. No era una misión de asesinato, pues eran viejos camaradas. Miró los cuerpos despacio y los llevó hasta detrás de una roca. Cuando volvieran se ocuparía de congelarlos para que tuviesen al menos un funeral digno. La cosa era…
- Valya-chan ¿Qué método has utilizado? – Preguntó con algo de curiosidad y al mismo tiempo con mal sabor de boca por lo sucedido.
Mientras tanto notó su tobillo en perfecto estado y listo. Ahora podrían continuar su camino. Ella se mantuvo calmada y miró de nuevo al líder, esperando a ver lo que decía y opinaba de lo sucedido.
Ella misma era ejecutora y pensaba que los Demonios y Espadas eran más benevolentes y hacían las cosas bien. Soltó un pequeño suspiro y después de unos momentos dejó de darle importancia. Caminó un poco dando vueltas indicando que su tobillo estaba bien. Se rascó un poco la cabeza y después el hielo formado en sus dedos desapareció. Se quedó mirando a la mujer pez un poco confusa y después le habló despacio.
- Se suponía que la misión era capturarlos vivos y llevarlos a Krauser-san. A ver quién le explica que ha habido dos muertes innecesarias. Podríamos haberlos dejado ko de un golpe en la nuca, somos varios usuarios de akuma. – Dijo negando con la cabeza. – En fin, soy Colmillo y no tengo derecho a quejarme, pero no quiero una bronca de Redfield cuando lleguemos a casa. – Finalizó mirando a Ed a los ojos de forma seria, pues él era el supuesto líder.
Ahora se cruzó de brazos y esperó a que fuese él quien hablase. Las antorchas también habrían podido servir para iluminar el camino y así hacer que la luz del rubio no fuera tan cantosa. Negó con la cabeza y se quedó mirando a Taito y Ed. Ya había trabajado con Ryuken y sabía su forma de actuar, pero no la de ellos. Esperaba que tuviesen un poco más de compasión con los rivales. No era una misión de asesinato, pues eran viejos camaradas. Miró los cuerpos despacio y los llevó hasta detrás de una roca. Cuando volvieran se ocuparía de congelarlos para que tuviesen al menos un funeral digno. La cosa era…
- Valya-chan ¿Qué método has utilizado? – Preguntó con algo de curiosidad y al mismo tiempo con mal sabor de boca por lo sucedido.
Mientras tanto notó su tobillo en perfecto estado y listo. Ahora podrían continuar su camino. Ella se mantuvo calmada y miró de nuevo al líder, esperando a ver lo que decía y opinaba de lo sucedido.
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Cuando la "crisis" hubo pasado, Edward encendió de nuevo las luces y, tas unos segundos de silencio, habló.
-¿Los-los has matado? -Le preguntó a Valia mientras, lentamente, se acercaba a los cadáveres para comprobarles el pulso. Efectivamente, muertos. Un poco confuso, el rubio se llevó una mano a la frente. -A ver quién le dice esto a Krauser... Bueno, no te preocupes Valia, tomaré la responsabilidad.
Intentando no perder más tiempo, quiso reorganizar al grupo, sobre todo teniendo en cuenta que Galia parecía encontrarse ya bien. Se sonrojó un poco al verla mirándolo y entonces carraspeó. -Bu-bueno, a ver. Ryuken, tienes toda la razón en lo que has dicho antes, me parece perfecto, así que tú y Galia iréis primeros. Valia y yo iremos detrás y Taito nos cubrirá las espaldas siguiéndonos muy de cerca. Intentemos que no haya más bajas, por favor.
Miró a todos y cada uno de los miembros del equipo, buscando confirmación, para luego añadir un pequeño resumen. -Recordemos lo que sabemos. Hay explosivos, los queremos vivos y si es posible con los datos robados. Eran siete, así que quedarán cinco. Por último, si no pasa nada, cogeremos los explosivos para abrir una salida sin esfuerzo. aunque esto es secundario porque disponemos de más medios para escapar. Sigilo y velocidad, no deben tener tiempo para defenderse, volarnos en pedazos ni deshacerse de los datos. Nada de fuego ni ataque letales, nada que pueda causar un derrumbamiento y nada de hacer ruido, puede que no estén todos juntos y alertemos a alguien, dándole una oportunidad para huir en caso de que haya otra salida. ¿Todo claro? Pues adelante.
En cuanto se fueran acercando, Edward iría apuntando con las luces más y más abajo, hasta que pudieron ver luz al fondo de la gruta y entonces las apagó por completo. Se oían algunas voces pero no se distinguía bien qué decían, quizás los que estaban más adelante lo escuchaban con más claridad. La función estaba a punto de comenzar y serían Galia y Ryuken, los colmillos, los protagonistas del primer acto.
-¿Los-los has matado? -Le preguntó a Valia mientras, lentamente, se acercaba a los cadáveres para comprobarles el pulso. Efectivamente, muertos. Un poco confuso, el rubio se llevó una mano a la frente. -A ver quién le dice esto a Krauser... Bueno, no te preocupes Valia, tomaré la responsabilidad.
Intentando no perder más tiempo, quiso reorganizar al grupo, sobre todo teniendo en cuenta que Galia parecía encontrarse ya bien. Se sonrojó un poco al verla mirándolo y entonces carraspeó. -Bu-bueno, a ver. Ryuken, tienes toda la razón en lo que has dicho antes, me parece perfecto, así que tú y Galia iréis primeros. Valia y yo iremos detrás y Taito nos cubrirá las espaldas siguiéndonos muy de cerca. Intentemos que no haya más bajas, por favor.
Miró a todos y cada uno de los miembros del equipo, buscando confirmación, para luego añadir un pequeño resumen. -Recordemos lo que sabemos. Hay explosivos, los queremos vivos y si es posible con los datos robados. Eran siete, así que quedarán cinco. Por último, si no pasa nada, cogeremos los explosivos para abrir una salida sin esfuerzo. aunque esto es secundario porque disponemos de más medios para escapar. Sigilo y velocidad, no deben tener tiempo para defenderse, volarnos en pedazos ni deshacerse de los datos. Nada de fuego ni ataque letales, nada que pueda causar un derrumbamiento y nada de hacer ruido, puede que no estén todos juntos y alertemos a alguien, dándole una oportunidad para huir en caso de que haya otra salida. ¿Todo claro? Pues adelante.
En cuanto se fueran acercando, Edward iría apuntando con las luces más y más abajo, hasta que pudieron ver luz al fondo de la gruta y entonces las apagó por completo. Se oían algunas voces pero no se distinguía bien qué decían, quizás los que estaban más adelante lo escuchaban con más claridad. La función estaba a punto de comenzar y serían Galia y Ryuken, los colmillos, los protagonistas del primer acto.
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