¡A la caza de Dexter! [Pasado Privado][Misión de la Quimera]

En cuanto el sol comenzó a despuntar rayos de madrugada, yo ya me encontraba impaciente esperando cerca de la entrada a la base revolucionaria. Esperé durante bastante rato, estirando los músculos de vez en cuando para no aburrirme y mantener el cuerpo en calor, a pesar del frío matutino.

- Lamentable... - Murmuré, algo decepcionado. - Imaginé que acabaría levantándome yo el primero, pero...

"...también creí que esta vez mi compañero sería lo suficientemente responsable como para estar completamente preparado a estas alturas." Terminé la cadena de pensamientos en silencio.

Debo reconocer que cuando vi por primera vez la misión en el tablón militar de la Quimera, sentí una mezcla de diversión y decepción. A la caza de Dexter sonaba como alguna especie de encargo para capturar al Demonio Negro, el cual siempre me dio la impresión de ser alguien realmente fuerte y con quien estaría bien medirme. Pero en su lugar encontré que se trataba de una simple misión de doma... Bueno, más o menos. el hecho de que nuestro objetivo sería un enorme huargo azul que ya había atacado y herido a varios otros reclutas hacía que me mantuviera aún algo expectante. Puede que fuera un desafío después de todo.

Y mi compañero para este caso, por suerte no era el puto payaso de siempre, sino un miembro más de la Quimera al cual simplemente conocía como Demonio Amarillo. Lo reconocería en cuanto lo viera, pues conocía su descripción física, pero más allá de eso sería mi primer encuentro con el susodicho. Y por el momento, el hecho de que no estuviera ya en la puerta impaciente por salir a buscar al peligroso huargo allá hacia el bosque, no hablaba maravillas de él. Claro que comprendo que no todo el mundo tiene la disciplina y entrenamiento de un artista marcial en cuerpo y alma como yo, pero eso simplemente es una excusa de vagos.

El aire gélido de la mañana era perfecto para templar el espíritu, y la tranquilidad que se respiraba en el ambiente me llenaba de sosiego. El cielo, aún oscuro y siendo invadido por el Sol a ritmo lento pero seguro, le daba un aspecto maravilloso a Saint Reia.

Y por fin, varios ejercicios de calentamiento más tarde, pude ver cómo se aproximaba el Demonio Amarillo hacia mí. ¿Cuáles serían sus primeras palabras? Eso solía decir mucho del carácter y personalidad de una persona, y cuanto antes pudiera discernir si era digno de confianza, mejor.

El joven Edward estaba deseoso de cumplir la misión, además de que se sentía honrado con el enorme privilegio de ir con el recién llegado a la Quimera. En cierto sentido, le recordaba a cuando él conoció a Krauser, solo que en este caso, el demonio amarillo no creía dar la talla.

Estaba tan nervioso por la misión, que, por cierto, no le parecía moco de pavo, que esa noche le costó mucho conciliar el sueño, por lo que Morfeo lo mantuvo atrapado un par de horas de más.

Era la primera vez en Saint reia, la primera vez que vería al nuevo... y llegaba tarde.

-"Mierda mierda mierda, no me podía pasar con algo menos importante, ¿qué va a pensar el nuevo? ¿Cómo se llamaba? ¿Aridam Taito? No me han dicho nada de él, creo que le dieron una descripción de mí. Solo sé su apodo, "Demonio ceniza"... ¿Tendrá el pelo grisáceo o algo?" -Edward se imaginó a un hombre de veintialgo, un poco mayor que él, con el pelo grisáceo y algo delgado, quizás de metro ochenta o noventa.

Siguió "corriendo" tan rápido como le permitía el control de su fruta sin perder el equilibrio (80 km/h), con sus pies convertidos en ruedas. Una vez llegó pudo ver al que debía ser el "chico de metro ochenta o noventa". Edward se paró en seco y se puso nervioso, algo intimidado por la enorme figura de más de dos metros que se encontraba ante él.

-Yo... eh... Se-Señor Aridam, ¿me equivoco? Un placer... -Decía, titubeando mientras hacía una reverencia, esperando una respuesta. -Me-me llamo Edward, creo que somos los únicos a cargo de esta misión... Perdón por la tardanza... -Sonrió, nervioso. Si el hombre hacía un movimiento brusco o gritaba, le daría algo, estaba tenso y, por si fuera poco, se sentía mal por haberle hecho perder el tiempo.

Me mantuve en silencio, observando con calma a la figura aproximándose. Tuve que reunir toda mi fuerza de voluntad para no arquear una ceja cuando pude distinguir bien al Demonio Amarillo, el cual llevaba una velocidad envidiable a causa de sus... ¿Ruedas? Esperaba muchas cosas, pero desde luego no un tipo con ruedas como si de un vehículo moderno se tratase. ¿Sería un ciborg? Gruñí por lo bajo, pues los ciborg para mí eran como los arlequines para un jugador de Poker: unos tramposos. Pudiendo entrenarse uno mismo para obtener la fuerza necesaria, recurrir a todo eso de la tecnología parecía simplemente el camino fácil.

El chico se presentó como Edward, y yo mantuve impasible mi seria mirada mientras lo analizaba de arriba a abajo. Tras unos segundos de incómodo silencio, simplemente enuncié:

- ...En las fotos parecías más alto.

Con un suspiro, decidí no presionarlo demasiado, pues parecía bastante intimidado. "Y luego se supone que el recluta soy yo..." Pensé, algo divertido por aquel inesperado giro de los acontecimientos.

- Bien, lo importante es que ya estamos listos. Y a menos que tengas alguna pista sobre por dónde empezar a buscar a "Dexter", nos espera un largo día por delante, así que cuanto antes empecemos, mejor. - Dije simplemente, manteniendo un tono neutro. Tras hacerme sonar varias articulaciones del cuello y los hombros, concluí: - ¿Alguna sugerencia?

Ante la duda, el mejor plan sería barrer poco a poco el bosque a las afueras de la base, que es donde se había avistado al huargo las últimas veces. Aunque si por un casual había información sobre el cubil de la bestia, podríamos también ir a buscarlo directamente allí.

Por suerte o por desgracia, los árboles de Saint Reia estaban deshojados por la parte baja en esta época del año, lo que le daba un aspecto tétrico al bosque pero nos permitiría orientarnos mejor. Y quien dice orientarnos dice que Edward nos guíe, porque como dependiéramos de mí acabaríamos perdidos seguro. Pero claro, no iba a reconocer eso en voz alta. Lo mejor era dejar que él sugiriera el que creyese que fuera el mejor plan de acción y una dirección en la que ir, y yo simplemente tendría que decir que estaba de acuerdo y seguirle. Era un plan perfecto, sin fisuras.

El demonio ceniza, aunque algo seco, al menos demostró tener sentido del humor. El joven Edward notaba, algo nervioso, cómo lo analizaba, esperando no causar demasiada mala impresión.

Intentado recuperar la compostura e interpretar el papel que le correspondía, cambió su tono a algo más serio. Gracias al Haki de Observación podía hacerse una idea del poder de Taito, por lo que se dio cuenta de que, si la misión se volvía peligrosa, estaría en gran riesgo.

-Bueno, antes que nada... Debo decir que, aunque esta misión puede no ser demasiado difícil, también es posible que resulte un reto, así que no quiero que intentes impresionarme ni hacer algún tipo de heroicidad. Lo importante es salir lo menos herido posible. -Es la primera vez que hablaba a alguien como si fuera un superior, pero, aunque no llevaba mucho en la Quimera, era el que estaba a cargo y sería responsable de cualquier cosa que ocurriera. Era consciente de la seriedad del asunto y no podía permitir que la altura de su compañero lo intimidara por más tiempo. Tras una breve pausa, volvió sus pies a su forma original y prosiguió. -Dicho esto, no sé más que tú del huargo, lo que ponía en el tablón es toda la información de la que disponemos... Así que... Tenemos un largo día por delante, empezaremos la búsqueda por el bosque si te parece bien.

Fueran a donde fueran, Edward, como buen psicólogo que era, no podía permanecer al lado de una persona de la que no sabía apenas nada, por lo que comenzaría a hablar.

-Bueno... ¿Te puedo llamar Taito? Me gustaría oír tu historia, no me han dicho nada de ti... ¿De dónde vienes? ¿Por qué la revolución? -Preguntaría, con su característica sonrisa de oreja a oreja.

El joven llevaba en su mochila varios de los objetos que consiguió en Síderos, mientras que otros los llevaba encima. Que pudiera ver su acompañante, llevaba el brazalete, el anillo, el guantelete y el cinturón. La túnica, como podía cambiar de forma, la llevaba como una chaqueta corta de color negro y desabrochada.

Si hasta entonces había mantenido una cara inexpresiva, ante la imposición del Demonio Amarillo como mi superior, y la advertencia sobre aquello que me caracterizaba tanto, no pude evitar hacer una mueca amarga, como si me hubieran pillado robando caramelos.

- Ugh... Claro, claro... Entendido...

En serio, ¿qué manía tiene la gente con decirme que no actúe de forma temeraria? Lo que no te mata te hace más fuerte, eso es ley de vida. ¿A quién le importan unas heridas graves o tres? Pero en fin, lo último que necesitaba nada más llegar a la Quimera era dar una mala impresión, así que me tocaría callar y obedecer. Eso sí, si luego el huargo se escapaba le echaría la culpa a él.

Unos minutos más tarde, ya estábamos dando un rodeo por el linde del bosque, atentos a cualquier movimiento sospechoso y ojeando nuestras espaldas de vez en cuando. Iríamos juntos al parecer, cubriríamos menos terreno pero podríamos ayudarnos y protegernos las espaldas mutuamente en caso de que la cosa se complicase, así que no me parecía del todo mal. Lo que sí encontré incómodo rápidamente fue el interés que mostró Ed por mí y mi pasado. No era un tema que me resultara agradable recordar, pero entendía que quisiera conocerme más antes de decidir en qué tarea encajaría mejor.

- Supongo que sí... llámame cómo gustes. - Me encogí de hombros antes de proceder: - Y vengo del West. Una isla remota, irrelevante. La Revolución encajaba con mis objetivos, no es mucho más complicado que eso.

De nuevo, un incómodo silencio momentáneo. Pero, ¿podría culparme? Estaba ocupado intentando otear al huargo, que aunque fuera de color azul no sería fácil de distinguir en la distancia. Además, simplemente no salía de mí ser muy hablador, y menos con ese tema. Solo de recordarlo, de pensar en ello, ya volvía a sentir en mí el profundo odio y rabia que me acompañaban siempre. No obstante, sabía que tarde o temprano saldría de nuevo el tema a colación, o se enteraría por otros medios. Y en ese momento no estábamos actuando en contra del gobierno, íbamos en busca de un animal salvaje, ajeno a mi pasado. No merecía la pena dirigir mi frustración hacia ninguno, ni Dexter ni Edward. Rascándome la cabeza y frunciendo el ceño, acabé por soltarlo, si bien de forma algo brusca:

- Mi mujer. En vida era miembro de la Revolución.

No necesité decir más al respecto. Estaba bastante claro el mensaje: "Tras su muerte me uní también." La venganza era lo que me había llevado hasta allí, pero no era venganza lo que obtendría ese día, por lo que era mejor no seguir pensando en ello. Sacudiendo la cabeza, me volví a centrar en el camino frente a nosotros, y sabiendo que de no decir nada más Ed volvería a preguntarme otra cosa, decidí adelantarme y dejar que fuera él quien hablase:

- ¿Y qué hay de ti? ¿Qué te llevó a la Revolución? ¿Y qué buscas conseguir con ella?

Su reacción ante los comentarios del demonio amarillo le dejaron claro que no eran de su agrado, quizás por no ser la primera vez que se lo decían. Al menos había accedido a obedecer, aunque no fuera de muy buena gana.

La respuesta, aunque escueta, fue bastante clara. Era más que obvio que no iba a perder mucho tiempo con las palabras; a Taito no le gustaba hablar, era un hecho. Contento con saber algo más de su acompañante, aunque algo apenado e incómodo por su aparentemente trágico pasado, pasó a responderle.

-Es... curioso. En cierto sentido nos parecemos. Busco justicia, mi padre fue asesinado y la marina no hizo nada, un amigo que tenía mi padre desde hace muchos años pertenecía a la revolución y por ahí empezó todo.

Mientras decía eso, seguían adentrándose en el bosque. Edward estaba poniendo a prueba su Haki en el campo por primera vez y se había dado cuenta de que podía detectar las presencias cercanas. En una de las veces que Taito miraba a sus espaldas, Edward habló.

-No te preocupes, si algo se acerca te lo haré saber. Si seguimos adentrándonos lo más probable es que veamos alguna pista, alguna pisada o arañazo en los árboles, estate atento... -Suspiró y continuó, intentando sonar algo más amigable. -No eres muy hablador... Jajajajaja. Bueno, si no quieres hablar de tu pasado, cuéntame algo más actual, ¿qué sabes hacer? Veo que no llevas ningún arma, ¿tu también eres un luchador a puño descubierto? -Preguntó, a la vez que seguían caminando más y más hacia el interior del bosque.

Al rato, llegaron a un pequeño claro, donde parece ser que dos árboles de alzaban solitarios. Se alzaban, porque ahora solo queda uno en pie, el otro ha sido brutalmente derribado. El que queda en pie tiene claras marcas de garras.

-No noto nada cerca, pero sin duda ha pasado por aquí... ¿Alguna idea? Más allá empieza una zona un poco más elevada y rocosa, pero también podemos seguir recto y echar un vistazo al resto del bosque.

Intentaba que, mediante la inclusión del nuevo en las decisiones, cogiera más confianza en su compañero, no sólo para que se abriera un poco y se soltara hablando, sino para que pudieran luchar juntos como un equipo y no de manera independiente.

Una sonrisa escapó de mis labios, mezcla de alivio y comprensión. Parecía que al final Edward también había pasado por una pérdida difícil, y aunque no mencionó cuáles eran sus sueños a cumplir podía hacerme una vaga idea debido al parecido de nuestras situaciones. Es curioso, cómo algo tan triste puede hacer que dos hombres como polos opuestos se unan por una causa común, y llegue a surgir entre ellos cierta confianza. ¿Es así como funciona el Karma? Ah, pero estoy divagando de nuevo con interpretaciones ambiguas.

El caso es que de nuevo parecía ser mi turno de hacer un comentario. Podría haberlo dado por obvio, ya que Ed había dicho "también" así que seguramente él mismo fuera un luchador, pero no estaba de más confirmarlo. Además eso me gustaba, los hombres que luchan por sus ideales sin depender de herramientas para matar merecen mi respeto.

- Sí. Asumo que, por cómo lo has preguntado, eres de los míos. ¿Practicante de artes marciales, o algún otro tipo de estilo propio? - Le pregunté, francamente interesado. A pesar de ser más pequeño que yo, tenía una confianza que me hacía sospechar que no era tan débil como aparentaba. Tal vez pudiera entrenar con él algún día. Y pensar en eso me recordó que había otra cosa que me tenía intrigado: - Por cierto, las ruedas de antes... ¿no serás un robot de esos, no? "Ciborg" los llaman...

Me hubiera decepcionado que lo fuera, pero tras su confirmación de que no se trataba de eso, me quedé algo más tranquilo. Al menos hasta que llegamos a un claro, donde un árbol se alzaba al lado de los restos de otro, ambos llenos de claras señales de pelea en sus troncos. Podía asegurar casi con certeza que el huargo había estado allí en algún momento. Y al acercarme a comprobar la madera del árbol caído, me pareció ver algo de savia aún fresca entre las astillas de lo que antes habría sido el corazón de la planta. Si mi sentido común funcionaba correctamente, eso quería decir que la escena había ocurrido recientemente.

- Hmmm, ¿estaremos cerca de la montaña? Puede que haya una cueva y que Dexter se hiciera allí su lugar de reposo. Sugiero andar con cautela y sigilo, por raro que parezca.

Tuve que reprimir un escalofrío al recordar mis años en solitario a la intemperie, y aquella vez que entré por error en una caverna habitada por un oso. Un oso GRANDE. Si el huargo estaba durmiendo, lo mejor sería pillarlo por sorpresa y sin despertarlo a ser posible.

Así pues, nos acercamos en el mayor silencio que pudimos lograr, ocultándonos de manera bastante torpe entre los troncos del bosque, hasta acercarnos a aquella pared rocosa y comprobar, efectivamente, que había un enorme hueco oscuro y profundo en ella. Tras mirar a Ed y asentirle para indicar que estaba preparado, salimos de la protección de los árboles y nos aproximamos a investigar...

- *Crack*

Paralizado. Así fue como me quedé al escuchar el ruido que hizo la rama bajo mis pies al quebrarse, y al ver cómo dos enormes ojos amarillentos se abrían dentro de aquella cueva y me miraban, contrastando con el color negro de fondo que ocultaba al resto de la bestia. Un gruñido grave y extendido, salvaje, surgió de aquella profundidad mientras Dexter salía a la luz, con los colmillos aún enrojecidos con la sangre fresca de su almuerzo, fuera lo que fuera. Pero no me miraba con hambre, sino con odio. Él estaba molesto por haber venido yo a tocarle las narices y perturbar su sueño de media mañana, y en ese momento supe que igual no había sido la mejor de las ideas apuntarme a aquella misión.

Solo durante un segundo, claro. Luego fruncí el ceño y me puse en guardia, preparado para el ataque del huargo azul de tres metros de largo. En cuanto me saltara encima... bueno, no estaba del todo seguro de lo que hacer. Pero algo se me ocurriría.

-Bueno, supongo que se podría denominar estilo propio, sí, aunque desde que tomé una akuma no mi y desarrollé ciertas habilidades, mi estilo de lucha se ha ido perdiendo un poco. -Reconoció el joven, algo apenado por ir perdiendo algo tan único.

Conforme se iban acercando a lo que resultó ser una cueva, Ed pudo sentir algo en su interior. Le hacía gracia que hablara del monstruo por su "nombre", eso de tomarse tantas confianzas con el huargo de tres metros... era, cuanto menos, curioso.

Taito lo miró, Edward le devolvió la mirada, Taito asintió, ambos caminaron con lentitud, tratando de ser lo más silenciosos posibles y... una ramita crujió. El sonido fue la alerta que el dormitante monstruo necesitó para notar la presencia de los revolucionarios. El demonio amarillo se llevó la mano a la cara. -No me lo puedo creer... -Murmuró.

El animal pretendía saltarle al nuevo, cosa que Edward no podía permitir, pero tampoco sabía como evitar. Rápidamente hizo un repaso de sus pertenencias recién adquiridas y cayó en la cuenta de que tenía su guantelete, el Munōryoku tebukuro.

Tan rápido como pudo, apuntó al Huargo con él y lanzó un rayo paralizante, que lo tiró al suelo. Aunque se movió rápido, no pudo ver si el huargo conseguido herir a Taito, por lo que, algo preocupado, le preguntó.

-¿Estás bien? ¿Te ha dado? -Dijo, pensando que quizás un zarpazo de ese animal podría contagiarle o  infectarle de algo serio.

Edward sabía que su ataque no iba a tener demasiado efecto en aquella mole de tres metros, por lo que agarró al demonio ceniza del brazo y tiró para que se mantuviera a su lado. Mientras el monstruo se recuperaba de la parálisis muscular y se levantaba, Edward hacía otro repaso de las cosas que podía utilizar.

-¡¿Alguna idea?! -Exclamó, nervioso, mirando a Taito.

Cosas utilizadas:

Off:

Con un fuerte rugido, el enorme huargo se abalanzó sobre mí de un salto, tirándome al suelo en el proceso. Con mis brazos intenté forcejear, sujetándolo por las patas delanteras y alejándolo todo lo posible de mí. Su hocico se lanzaba hacia adelante constantemente, intentando alcanzarme con sus dientes en un mordisco que sin duda me habría arrancado la cabeza de golpe, mientras sus patas se intentaban sacudir de mi agarre para darme mortales zarpazos. El peso de la bestia era un factor a tomar en cuenta también.

En un momento desesperado, mientras Dexter lanzaba su último embate, dirigí mi frente con fuerza hacia su nariz con la intención de confundirlo y desorientarlo. Aquella parte del hocico del animal debía ser bastante sensible y vulnerable, y si conseguía causar un gran dolor allí estaba convencido de que podría llegar a zafarme de la criatura.

En cuanto el huargo se echó hacia atrás en agonía como un resorte, busqué a Ed con la mirada para ver si podía echarme una muy necesitada mano. Y cuando lo vi...



- Espera, ¿qué estás...?

Un rayo surgió del guantelete que llevaba el revolucionario, impactando en Dexter y transmitiéndose por contacto también a mí. La descarga contrajo y paralizó todos mis músculos al mismo tiempo en una pose cuanto menos grotesca, mezcla de querer cubrirme de la criatura al mismo tiempo que pretendía alejarme de ella, sin éxito. Encorvado y con la cara deformada en una mueca de sorpresa, furia y terror, solo pude mirar mientras la bestia caía hacia un lado inofensiva, también afectada (aunque no tanto como yo) por el ataque del Demonio Amarillo.

Para colmo, el hombre después decidió que era prioritario ponerme a salvo antes que proceder a la captura del animal, por lo que me sujetó del brazo y me arrastró por el suelo un par de metros de distancia. El dolor de las piedras y ramas arañándome la espalda quedó inexpresivo salvo por un intento de gruñido que escapó mi garganta. Aparte de eso, me resultó imposible expresar algo coherente, estando congelado en mi estado inmediato tras recibir de forma indirecta la descarga, y con los músculos de mi garganta también paralizados.

"En cuanto vuelva a poder moverme, pienso cargarme a este tío, sea mi superior o no..." Pensé en el calor del momento, maldiciendo en silencio a todos sus ancestros y familia y haciendo especial mención a su madre. También me llegué a plantear cuál sería el método más efectivo de tortura para alguien como él. Me estaban entrando ganas de probar esos nuevos sistemas orientales tan revolucionarios (valga la ironía de la palabra) de los que había oído hablar, por muy crueles que sonasen. Por supuesto, al final no haría nada de eso, pero por unos segundos lo único que separaba al Demonio Amarillo de mis manos era mi propia parálisis.

Apenas unos momentos después, Dexter se había levantado con ciertas dificultades y unas patas aún temblorosas. Doy gracias que al menos Ed no me había puesto por accidente mirando hacia el lado contrario, de lo contrario no habría podido girarme para verlo. Estudiándonos con la mirada, parecía sopesar la mejor manera de acabar con nosotros.

- ¡¿Alguna idea?! - Exclamó nervioso mi compañero.

- Anjae oggo aeo... - Conseguí murmurar, para confusión del otro revolucionario y exasperación mía. - ¡OO AEO! ¡AAE OOO! - En mi frustración intenté gritar, haciendo el mensaje aún más difícil de entender si cabía.

Antes de que pudiera balbucear nada más, el huargo pareció decidir que a pesar de estar yo indefenso, Edward suponía un obstáculo considerable. Seguramente a causa del extraño artefacto paralizador, el cual estaba yo intentando hacerle entender al hombre que lo usara de nuevo, ahora que no estaba yo en medio del fuego cruzado. No podía saber lo que pensaba el animal, pero podía suponer que querría evitar ponerse de nuevo en el punto de mira del otro rubio, al menos de momento, y que buscaría la manera de atraparnos en un territorio desfavorable. Era lo mejor que se me podía ocurrir, viendo que a pesar de su aparente ventaja en cuanto a fuerza física se refiere, optó por correr hacia el interior del bosque. Bueno, primero se tambaleó, pero luego corrió hacia el interior del bosque cuando recuperó el control total de sus patas.

Yo por mi parte... no podía esperar un resultado mejor. Si se hubiera decidido a atacar a Edward ahora que yo estaba inmóvil, aunque me estuviese recuperando no podría reaccionar a tiempo. El hombre habría estado solo y vulnerable, y sin conocer sus capacidades de combate no podía estimar si habría tenido más suerte que yo defendiéndose de la bestia. Viendo que se alejaba, pude exhalar todo el aire de mis pulmones y comenzar a relajarme, notando cómo mis músculos volvían a un estado menos contraído y más natural.

No tardaría ni un minuto en volver a estar en pie. Y pobre del Demonio amarillo cuando lo hiciera, porque si no estuviera ocupado preparándome para perseguir a Dexter, le habría llamado la atención... a mi manera, claro.

- Se nos escapa... - Gruñí en su lugar, alzando mis dos metros de altura con dificultades del suelo. - Rápido, ¿puedes usar esas ruedas de antes otra vez? Si puedes cargarme a tu espalda iré contigo, pero si no, al menos intenta no perderlo de vista.

Desgraciadamente, el joven no había probado nunca su ataque, por lo que no cayó en la cuenta de que podría electrocutar a su compañero, como de hecho hizo.

Mientras el monstruo se levantaba, Taito intentaba transmitirle un mensaje a Edward compuesto de gruñidos incoherentes a los que el demonio amarillo no supo reaccionar.

-Eh... eh... No, no te he entendido.

Aunque el huargo observó a la extraña pareja con una mirada de odio realmente penetrante, se alejó, intentando escapar, por miedo a que Edward repitiera el ataque o tuviera otros parecidos. Mientras el joven lo miraba, algo frustrado, escuchó a su compañero.

-¡Claro! Me convierto en cualquier vehículo. -Dijo, con una sonrisa de oreja a oreja. De inmediato se convirtió en una moto, esperando a que Taito se montara. Era consciente de que, al transformarse por completo, no podía ir tan rápido como solía ir, pues no estaba acostumbrado, pero sería suficiente para alcanzar al huargo, que, aunque podía correr, no estaría a su máxima capacidad debido al rayo paralizante.

-¡Vámonos! -Dijo, lo cual sería un poco extraño, pues al fin y al cabo aparentaba ser una moto parlante. En cuanto el demonio ceniza estuviera montado, aceleraría al máximo para alcanzar al animal.

-¡¡Cuidado con la cabeza!! -Gritó Edward, intentando que Taito lo oyera a pesar del ruido. Pasaron entre los árboles, los cuales les tapaban la visión, esquivando ramas, raíces y piedras, hasta que llegaron a estar algo más cerca de la bestia, que corría a cuatro patas delante de ellos, girando la cabeza por el ruido que hacían y rugiendo mientras no reducía la velocidad.

-¡¿Tienes algo?! -Preguntaría el vehículo, intentando que su pasajero le lanzara algo o tuviera alguna idea. Si no se le ocurría nada rápido, se imbuiría en haki e intentaría embestir a la criatura.

Me quedé un poco a cuadros cuando de repente Ed se convirtió en moto, asegurando que podía convertirse en cualquier vehículo. Había oído de Akumas extrañas y de poderes variopintos, pero esto escapaba por completo a mi comprensión. ¿Una fruta que permitiera asumir la forma de cualquier artilugio capaz de considerarse "vehículo"? Pero entonces, ¿mantendría su capacidad de pensar o se convertiría de verdad en una máquina? ¿Podría regresar a su forma real? ¿Habrían límites? Miles de preguntas similares se agolparon en mi cabeza, pero todas se esfumaron cuando el Demonio Amarillo habló a pesar de su forma adquirida.

- No sé ni por qué intento buscarle lógica a todo esto... - Dije en voz baja, más para mí que para mi compañero. Realmente, las Akuma no Mi son algo absurdo.

En cuanto me hube "subido" al aparato, buscando los controles o alguna forma de hacerlo poner en marcha, una fuerza invisible tiró de mí hacia atrás casi haciéndome caer. No, sería más correcto decir que Edward había acelerado tan rápido que por inercia me había visto al borde de quedarme atrás con cara de tonto. Por suerte logré agarrarme a las manivelas frontales, que protuberaban de lo que suponía que era la cabeza del hombre-vehículo a modo de cuernos. Quizá no fueran el mejor sitio para sujetarme, pero fue lo primero que encontré a mano.

- ¡¡Cuidado con la cabeza!!

- ¡¿Qué?! ¡No te entiendo con este viento!

Culparé a la velocidad que alcanzamos, pero realmente me resultaba imposible distinguir palabras coherentes en la voz del transformado hombre. Aunque pude suponer lo que había dicho cuando una rama (fina pero lo suficientemente larga como para asomar por debajo del resto) me atizó de frente con la fuerza de un latigazo. Si no tuviera la cara tan dura, seguramente me habría llevado un buen corte por toda ella, pero por suerte la rama cedió primero y se rompió, dejándome solo con alguna rozadura y un escozor importante.

- ¡¡Cuidado por donde vas!! - Le grité inútilmente y notando cómo la sangre me subía al rostro, junto a una sensación de furia creciente. En aquellas circunstancias, hasta las fuertes corrientes de aire resultaban agradables y refrescantes.

Al poco tiempo, Edward alcanzó al lobo y se mantuvo a su lado, no cediendo terreno pero tampoco queriendo adelantarlo más. Al huargo le brillaron los ojos un momento, y al siguiente se había impulsado en un salto, intentando aterrizar sobre nosotros. Bueno, sobre mí, imagino, ya que técnicamente el rubio bajito no estaba presente desde su punto de vista. Logré agacharme por un lado, evitando las zarpas de la bestia que pasó casi volando por encima nuestro, pero al hacerlo desestabilicé la moto y dimos uno de esos "derrapes" que los llaman, mientras el animal quedaba atrás detenido y observando con cautela.

Al final quedamos frente a Dexter, a unas decenas de metros de distancia. Cara a cara. El lobo gruñó, observándonos, y la moto hizo lo propio rugiendo de vuelta, aunque si había sido cosa de Edward o de mi accidental giro de muñeca no lo supe.

- Vamos, sin miedo... - Animé a mi compañero ahora que podíamos hablar con normalidad. - Tengo un plan... más o menos. Confía en mí. - Seguidamente dije algo más alto, dirigiéndome la azul criatura: - ¡Vamos! ¿A qué esperas, a que dé la señal?

Como si fuera justamente ese el caso, y tomando mi provocación como dicha señal, el huargo volvió a empezar a correr, esta vez directo en dirección hacia nosotros.

La pareja de rubios, aunque uno en una forma irreconocible, se hallaban frente al enemigo. Edward no sabía a que se refería Taito, pero no tenía muchas opciones disponibles, tendría que confiar en él... aunque ese "más o menos" que había dicho no le daba mucha seguridad.

El huargo volvió a la carga y, velozmente, se acercó a ellos de frente. Confiando en el supuesto plan del demonio ceniza, el joven motorizado aceleró e imitó al animal. Unos pocos metros antes de donde se hubieran chocado de seguir avanzando, la bestia saltó, intentando abalanzarse sobre los revolucionarios. En ese momento, el demonio amarillo pudo sentir como Taito tiraba hacia atrás. De inmediato lo entendió y, apoyándose sobre la rueda trasera, le plantó la delantera en la cara, girando a gran velocidad y con haki de armadura por si intentaba morderle.

Taito, haciendo gala de sus habilidades hasta entonces desconocidas para su compañero, usó unos brazos adicionales y una fuerza sobrehumana para levantar a Edward, estamparlo contra el animal, hiriéndolo con ambas ruedas girando a gran velocidad, y, una vez que cayó al suelo, soltó al demonio amarillo encima, sobre su vientre. El golpe fue tremendo, pues el haki estuvo activo todo el rato y el peso era considerable.

Edward volvió a su forma humana, le puso la mano en el cuello a la bestia y le lanzó una corriente eléctrica que, confiaba, junto con el daño que había recibido, lo dejaría inmóvil un rato.

-¡¿Cómo has hecho eso?! -Preguntó, mirando a Taito y haciendo referencia, principalmente, a la habilidad de conseguir más brazos. -Y por cierto, ¿qué hacemos con el bicho este? -Añadió, sin quitarse de encima del monstruo.

Cosas utilizadas:

Edward aceleró, tal como le había pedido, y en cuanto nos acercamos al huargo mi "plan" se puso en marcha. Este saltó, tal como predije (ya que chocar de frente con el veloz vehículo no parecía la mejor idea), intentando derribarme, pero lo que no se esperaba fue que yo eché todo mi peso hacia atrás y tiré de la parte delantera de la moto hacia arriba. Edward acabó recorriendo un par de metros sobre una sola rueda, la otra girando aún más rápido que antes. La pobre bestia no pudo corregir su trayectoria en el aire, y recibió el impacto del desgarrador neumático de lleno en el pecho.

Pero ahí no terminaba la cosa. Pasé de inmediato a forma híbrida, haciendo crecer dos pares extra de brazos a mi espalda. Con mis tres brazos izquierdos como apoyo, y agarrando el lateral del vehículo con los tres derechos, de un salto me bajé de él aún en marcha y usé la inercia que aún llevaba para darle impulso al pesado artefacto. Con un grito desgarrador debido al esfuerzo, usé mi enorme fuerza equivalente a la de diez hombres para redirigir ese impulso hacia arriba, levantando también rueda trasera.

El efecto fue inmediato. Dexter recibió el golpe directo de la masa de metal y el rozamiento de las ruedas en su vientre azulado, y a medida que trazaba un arco en el aire (solo que no el que él esperaba supongo) la moto lo siguió sin despegarse de él. Controlé ligeramente el movimiento aéreo de Edward, asegurándome de que continuaba la curva y no salía despedido por una fuerza invisible (la centrífuga). Y para cuando el lobo "aterrizó", lo hizo sobre su espalda y con su expuesta parte baja dando la bienvenida a un pesado Demonio Amarillo transformado.

De haberse tratado de una bestia normal, seguramente aquello la habría aplastado al instante, matándola. Pero de haberse tratado de una bestia normal no habríamos tenido tantos problemas para neutralizarla y capturarla. Tras la adicional descarga del otro rubio, el huargo azul simplemente quedó inconsciente, puede que con alguna costilla que otra rota, pero no parecía estar grave. Yo en cambio estaba resoplando y sudando por el esfuerzo, y un pequeño rastro de sangre en el hombro. Durante la escena, apenas me había dado cuenta por la concentración, pero el lobo había logrado ponerme una afilada zarpa encima, dejándome una fea herida que tendría que tratar pronto. Aunque de momento habíamos logrado nuestro objetivo, así que se podía decir que "bien está lo que bien acaba."

Regresando a mi forma humana igual que Edward, hice un amago de media sonrisa a la par que respondía:

- No eres el único Usuario de Fruta del mundo, ¿sabes? - Bromeé. - Y... si mal no recuerdo, creo que teníamos que llevarlo a la base. Allí los dejaremos en cautiverio temporal hasta que llegue Dranser a recogerlo. ¿Decías que podías transformarte en cualquier vehículo? - Dejé caer la indirecta.

El resultado fue el esperado, salvo por un zarpazo que había recibido Taito. Edward sonrió al ver que su compañero bromeaba, habían hecho buenas migas y era "misión cumplida" en toda regla.

-Jajajajajaja, claro, llamo a Dranser y nos llevamos a... Dexter... -Dijo, algo en desacuerdo con ponerle nombre al animal. Una vez hubo contactado con Dranser, continuó hablando con su acompañante. -No podré ir tan rápido como cuando íbamos los dos solos, pero no pasa nada... Por cierto... -Añadió, acercándose a Taito mientras posaba la mirada en su herido hombro. -No te muevas, no dolerá, si se infecta o algo tendrán que echarle un vistazo, pero esto ayudará. Soy médico, por si no lo sabías. -Terminó, omitiendo que no era un médico como lo que él entendería, sino un psicólogo que algo sabía de primeros auxilios.

Tras ayudarlo, guardó el material médico en su mochila y se transformó en algo así como un pequeño camión penitenciario. -Si no te importa, vas a tener que meterlo tú dentro... -Comentó, poniéndose lo más cerca posible para facilitarle el trabajo. El demonio ceniza aceptó, aunque no se podría decir que de muy buena gana, e introdujo a la bestia, arrastrándola con esfuerzo al interior del vehículo. Probablemente no tenía ganas de pasar más tiempo con ese bicho y quería irse cuanto antes.

Cuando hubo acabado, las puertas traseras parecieron cerrarse como por arte de magia y se abrió una de las delanteras, dejando paso a Taito para que se sentara dentro. Edward mantuvo la velocidad no demasiado alta para no forzarse. -Siento no ir más rápido, el bicho pesa. -Se disculpó durante el trayecto.

Para cuando llegaron a la base, Dranser ya estaba allí. -"Vaya, qué velocidad, pensaba que íbamos a tener que esperarlo nosotros" -Pensó Ed al verlo.

Abrió las puertas y se fue "humanizando" hasta que la bestia quedó fuera, inconsciente, en el suelo y él se empezó a estirar, pues no solía estar tanto tiempo transformado en forma completa. -Pues aquí está, llévatelo antes de que se despierte... Aunque tu podrías neutralizarlo, claro jajajaja. -Bromeó. Girándose hacia su nuevo amigo Taito, habló -Oye, un placer y bienvenido, ha estado bien... Has estado bien, mejor dicho, espero ir a otra misión contigo pronto. -Dijo, sonriendo y estrechándole la mano al nuevo demonio. Era un buen fichaje, no cabía duda.

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