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Alice Branwen
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Alice apretó fuertemente sus manos mientras miraba, sin expresión alguna en su rostro, cierto edificio que se encontraba un poco retirado. Se encontraba destruido en ciertos sectores y abandonado si uno lo veía de cerca. No pensaba volver a esta isla en un buen tiempo, especialmente a este pueblo en específico. Lo sucedido aquí la traumatizó de varias maneras y dudaba que fuera capaz de olvidar aquellos sucesos algún día, pero algo había cambiado. La conversación que tuvo con Kasai fue suficiente para que dejara sus dudas atrás, pero no lo suficiente para enfrentar el pasado. No, fue al final la charla que tuvo con Hikaru lo que la motivó suficiente para regresar al lugar de sus más profundas pesadillas. Empezaba a dudar de la verdadera naturaleza de Jin, pese a que estaba más que claro que era un ser que ansiaba destrucción. Fue por eso mismo que vino hasta aquí, para recordar y hacerse la idea nuevamente acerca del asesino.
Ese día llevaba unos pantalones azules, unas botas negras y una camisa rosada, que era cubierto por un suéter negro. Su cabello iba suelto y combinaba con la nieve que había en el piso. Llevaba un pequeño gorro de lana azul, de todas formas. Inhaló con intensidad y caminó decididamente hacia ese lugar. La gente tenía conocimiento de que Jin hizo de las suyas en ese lugar, así que evitaban ese establecimiento como la peste.
– Señorita, será mejor que no se acerque a ese lugar – le dijo un hombre de pasada.
– No, está bien. Es algo que debo ver con mi propios ojos – respondió con seguridad la albina.
El hombre suspiró y se encogió de hombros; él ya había echo su trabajo con avisarle. Lo que hiciera a continuación, corría por cuenta de ella. Al cabo de unos minutos, la peliblanca había llegado a la entrada. Dudó por algunos segundos, pero luego entró sin vacilar ningún segundo. El lugar estaba un poco oscuro, pero igual se podía ver como caía. Había restos de destrucción y de cenizas, provocado por el fuego de aquel demonio. Alice siguió inspeccionando el lugar, hasta que llegó hasta un sitio que se lo tenía memorizado. Salía siempre en sus pesadillas, después de todo.
– Lo siento – murmuró la albina mientras se ponía de rodillas en el suelo y se abrazaba a sí misma. Nunca olvidaría el rostro de ese hombre que mató, a final de cuentas.
Ese día llevaba unos pantalones azules, unas botas negras y una camisa rosada, que era cubierto por un suéter negro. Su cabello iba suelto y combinaba con la nieve que había en el piso. Llevaba un pequeño gorro de lana azul, de todas formas. Inhaló con intensidad y caminó decididamente hacia ese lugar. La gente tenía conocimiento de que Jin hizo de las suyas en ese lugar, así que evitaban ese establecimiento como la peste.
– Señorita, será mejor que no se acerque a ese lugar – le dijo un hombre de pasada.
– No, está bien. Es algo que debo ver con mi propios ojos – respondió con seguridad la albina.
El hombre suspiró y se encogió de hombros; él ya había echo su trabajo con avisarle. Lo que hiciera a continuación, corría por cuenta de ella. Al cabo de unos minutos, la peliblanca había llegado a la entrada. Dudó por algunos segundos, pero luego entró sin vacilar ningún segundo. El lugar estaba un poco oscuro, pero igual se podía ver como caía. Había restos de destrucción y de cenizas, provocado por el fuego de aquel demonio. Alice siguió inspeccionando el lugar, hasta que llegó hasta un sitio que se lo tenía memorizado. Salía siempre en sus pesadillas, después de todo.
– Lo siento – murmuró la albina mientras se ponía de rodillas en el suelo y se abrazaba a sí misma. Nunca olvidaría el rostro de ese hombre que mató, a final de cuentas.
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Aquella isla solo le trajo el recuerdo de aquel chico que trató de ligársela, el joven albino de la guadaña, ese pequeño pervertido que la pilló en la ducha y se llevó su correspondiente guantazo. Recordó haber estado en otra ocasión también, pero no se acordaba del motivo. De todas formas, quería visitar el lugar que le gustaba, el reino nevado. En esos instantes se hallaba volando por los cielos. En su espalda podían verse dos alas blancas hechas de pura energía. Vestía una enorme sudadera blanca y morada que incluso le quedaba un poco grande. De esa forma le daba calorcito. Unos pantalones largos y unas botas. Por dentro llevaba una malla a rombos que cubría su pecho y torso. Sus ojos perlados se fijaron entonces en un edificio un tanto peculiar.
Aquel sitio estaba en ruinas, quemado totalmente. Algo difícil de creer en una isla como aquella, por lo que le entró la curiosidad. La joven morena bajó entonces a toda velocidad y se frenó en seco en la puerta. Notó algunas miradas temerarias, pero le dieron lo mismo. Sabía de sobra que la llamaban la asesina alada, pero ignoraba aquel hecho. Ella nunca había matado a nadie y no pensaba hacerlo. Soltó un pequeño suspiro y empujó la puerta. Sus alas blancas desaparecieron entonces. Avanzó despacio para ver lo ocurrido y entonces pudo ver a una persona. Era una joven de cabellos blancos como la nieve. Parecía estar de rodillas y en una posición que recordaba a las historias de fantasmas.
El haki de la morena pudo detectar que estaba viva, entonces perdió los nervios. Cerró la puerta haciendo ruido tras ella para que la albina supiese que había alguien. Caminó despacio hacia ella con una expresión que mostraba curiosidad. Cuando llegó hasta su posición trató de colocarle su mano derecha en el hombro. En cuando ella la mirase le dedicaría una mirada dulce y agradable. Solía siempre tener aquella expresión feliz pese a estar destrozada por dentro después de lo de Dexter.
- ¿Estás bien? Es raro ver a una chica aquí y en esa posición ¿Necesitas ayuda? – Le dijo clavando una rodilla en el suelo y colocándose a su altura. Se notaba que sus intenciones eran buenas pese a todo. – Me llamo Hinori. – Dijo de repente mientras cerraba los ojos unos leves segundos y después le sonreía.
Aquel sitio estaba en ruinas, quemado totalmente. Algo difícil de creer en una isla como aquella, por lo que le entró la curiosidad. La joven morena bajó entonces a toda velocidad y se frenó en seco en la puerta. Notó algunas miradas temerarias, pero le dieron lo mismo. Sabía de sobra que la llamaban la asesina alada, pero ignoraba aquel hecho. Ella nunca había matado a nadie y no pensaba hacerlo. Soltó un pequeño suspiro y empujó la puerta. Sus alas blancas desaparecieron entonces. Avanzó despacio para ver lo ocurrido y entonces pudo ver a una persona. Era una joven de cabellos blancos como la nieve. Parecía estar de rodillas y en una posición que recordaba a las historias de fantasmas.
El haki de la morena pudo detectar que estaba viva, entonces perdió los nervios. Cerró la puerta haciendo ruido tras ella para que la albina supiese que había alguien. Caminó despacio hacia ella con una expresión que mostraba curiosidad. Cuando llegó hasta su posición trató de colocarle su mano derecha en el hombro. En cuando ella la mirase le dedicaría una mirada dulce y agradable. Solía siempre tener aquella expresión feliz pese a estar destrozada por dentro después de lo de Dexter.
- ¿Estás bien? Es raro ver a una chica aquí y en esa posición ¿Necesitas ayuda? – Le dijo clavando una rodilla en el suelo y colocándose a su altura. Se notaba que sus intenciones eran buenas pese a todo. – Me llamo Hinori. – Dijo de repente mientras cerraba los ojos unos leves segundos y después le sonreía.
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Se sobresaltó cuando escuchó el ruido que hacía una puerta al cerrarse y, por algún segundo, pensó que Surfer había vuelto. Sabía que era bastante improbable que volviera, pero su mente paranoica le estaba jugando una mala pasada. Se calmó al ver que se trababa de una mujer... y no pudo evitar mirar detenidamente. Probablemente, era una de las mujeres más hermosas que había visto en sus dieciocho años de vida. Piel pálida, cabellos negros, un cuerpo de morirse... Aquellos eran detalles, puesto que lo que más llamó su atención fueron sus ojos. Ella misma se enorgullecía de sus orbes color zafiro, pero los del ángel que tenía en frente la ponían en vergüenza. Ojos perlados que vagamente le recordaban a la luna. Al darse cuenta que estaba mirando mucho, desvió la mirada y miró hacia el suelo. Buena idea para hacer primeras impresiones.
– Eres una idiota, Alice – se dijo a sí misma.
La miró con duda por algunos segundos, para luego negar un poco con la cabeza. Se sentía bastante débil por haber sido observado en tal estado por una desconocida, pero ya no se podía hacer más. Su momento ya había pasado y debía asumir que no podía volver al pasado para evitar la tragedia que sucedió aquí. Sería egoísta de su parte, puesto que varios sucesos así ocurrían a lo largo del planeta y la gente sabía reponerse... Bueno, no del todo, pero se entendía. Pese a todo, se dio cuenta que las intenciones de la muchacha eran buenas. Era buena para juzgar a personas y no se había equivocado hasta ahora.
– No, no es nada. Solo recordaba el pasado y lo sucedido aquí cuando Surfer puso sus ojos en este lugar – le respondió mientras se limpiaba los últimos vestigios de lágrimas. – Oh, que descortés. Mi nombre es Alice – se presentó mientras le sonreía cálidamente, pese a que su sonrisa no era tan grande como otras veces. Estaba recién saliendo de un estado emocional, después de todo.
La albina se colocó de pie y se limpió sus los restos de polvo de sus ropas. Seguía sonriendo, pese a todo, y le tendió la mano a la pelinegra. Admitió que, en parte, fue para sentir la piel de la chica, pero más era porque quería salir de este lugar y no volver a mirar atrás. Lo seguiría viendo, después de todo, pero en sus pesadillas.
– Salgamos de aquí. Este lugar... es solo un cementerio de recuerdos de familias siendo destruidas – le dijo melancólicamente, su sonrisa volviéndose un poco triste.
– Eres una idiota, Alice – se dijo a sí misma.
La miró con duda por algunos segundos, para luego negar un poco con la cabeza. Se sentía bastante débil por haber sido observado en tal estado por una desconocida, pero ya no se podía hacer más. Su momento ya había pasado y debía asumir que no podía volver al pasado para evitar la tragedia que sucedió aquí. Sería egoísta de su parte, puesto que varios sucesos así ocurrían a lo largo del planeta y la gente sabía reponerse... Bueno, no del todo, pero se entendía. Pese a todo, se dio cuenta que las intenciones de la muchacha eran buenas. Era buena para juzgar a personas y no se había equivocado hasta ahora.
– No, no es nada. Solo recordaba el pasado y lo sucedido aquí cuando Surfer puso sus ojos en este lugar – le respondió mientras se limpiaba los últimos vestigios de lágrimas. – Oh, que descortés. Mi nombre es Alice – se presentó mientras le sonreía cálidamente, pese a que su sonrisa no era tan grande como otras veces. Estaba recién saliendo de un estado emocional, después de todo.
La albina se colocó de pie y se limpió sus los restos de polvo de sus ropas. Seguía sonriendo, pese a todo, y le tendió la mano a la pelinegra. Admitió que, en parte, fue para sentir la piel de la chica, pero más era porque quería salir de este lugar y no volver a mirar atrás. Lo seguiría viendo, después de todo, pero en sus pesadillas.
– Salgamos de aquí. Este lugar... es solo un cementerio de recuerdos de familias siendo destruidas – le dijo melancólicamente, su sonrisa volviéndose un poco triste.
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Hinori sonrió de forma dulce al escuchar el nombre de la joven albina, era hermoso cuanto menos. Siempre le habían gustado los nombres que empezaban por la primera letra del abecedario, salvo Adam, ese no le molaba desde que conoció aquel hombre raro en la capital del agua. Se rio un poco recordando la rareza de aquel tipo y entonces miró a la chica que tenía delante de ella. Le gustaban sus ojos de color azul. El apellido de Surfer le recordó al asesino que su capitán sacó de la prisión del gobierno, no sabía mucho sobre él, salvo que iba con una máscara. Había sido el culpable de aquello al parecer. La verdad es que le daba algo de pena ver a la joven tan decaída. Ella no le gustaba nada ver sufrir a los demás y por ello se apenó un poco.
Cuando la vio mirarla con tristeza no pudo evitar dar un paso hacia ella. Apartó su mano despacio y después la abrazó de forma amistosa. Rodeó su cuello con ambos brazos y pegó la mejilla con la de ella, abrazándola con cariño y tratando de calmarla. Hinori era la típica chica que sentía dolor cuando alguien más lo hacía. Entonces se quedó callada unos momentos y segundos después soltó un pequeño suspiro.
- No te preocupes, Alice-chan, saldremos enseguida y podremos dar una vuelta para hablar de lo que tú quieras. – Dijo con un tono dulce mientras la abrazaba unos segundos más.
La pirata entonces se separó despacio y le tendió la mano despacio a la albina, tal y como ella había hecho. En cuando la cogiese empezaría a caminar despacio hacia la salida con la albina de la mano y mirando al frente con alegría. Nada más salir pudo ver que el frío había aumentado un poco. Cerró los ojos despacio temblando un poco y después de unos momentos empezó a nevar de forma algo exagerada.
- Vaya… Hace mucho frío… Deberíamos resguardarnos. – Dijo la morena mientras apretaba un poco la mano de ella para entrar en calor y después observaba el clima con una ceja alzada. – Oh, no te lo dije. Tus ojos me gustan muchísimo, se parecen al color del mar. – Mencionó entonces algo emocionada mientras la miraba y le sacaba la lengua a modo de juego.
Pudo ver algunos edificios, una taberna, una librería, una tienda de comida y por último una especie de sauna. Ella ladeó la cabeza, pues no sabía a donde ir. Miró a la peliblanca con una sonrisa y esperó a que ella fuese la que decidiera.
Cuando la vio mirarla con tristeza no pudo evitar dar un paso hacia ella. Apartó su mano despacio y después la abrazó de forma amistosa. Rodeó su cuello con ambos brazos y pegó la mejilla con la de ella, abrazándola con cariño y tratando de calmarla. Hinori era la típica chica que sentía dolor cuando alguien más lo hacía. Entonces se quedó callada unos momentos y segundos después soltó un pequeño suspiro.
- No te preocupes, Alice-chan, saldremos enseguida y podremos dar una vuelta para hablar de lo que tú quieras. – Dijo con un tono dulce mientras la abrazaba unos segundos más.
La pirata entonces se separó despacio y le tendió la mano despacio a la albina, tal y como ella había hecho. En cuando la cogiese empezaría a caminar despacio hacia la salida con la albina de la mano y mirando al frente con alegría. Nada más salir pudo ver que el frío había aumentado un poco. Cerró los ojos despacio temblando un poco y después de unos momentos empezó a nevar de forma algo exagerada.
- Vaya… Hace mucho frío… Deberíamos resguardarnos. – Dijo la morena mientras apretaba un poco la mano de ella para entrar en calor y después observaba el clima con una ceja alzada. – Oh, no te lo dije. Tus ojos me gustan muchísimo, se parecen al color del mar. – Mencionó entonces algo emocionada mientras la miraba y le sacaba la lengua a modo de juego.
Pudo ver algunos edificios, una taberna, una librería, una tienda de comida y por último una especie de sauna. Ella ladeó la cabeza, pues no sabía a donde ir. Miró a la peliblanca con una sonrisa y esperó a que ella fuese la que decidiera.
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Alice parpadeó un poco cuando la mujer la abrazó de repente. O tenía una agenda oculta o... genuinamente era una persona amable. Sabía que existían personas así, pero, ¿tanta era su suerte para conocer a varios de esa categoría? De malignos solo contaba Jin y ya. Xemnas, Taiga, Kasai y ahora Hinori, representaban que no todo en este mundo estaba podrido. Se sonrojo un poco cuando sintió su mejilla con la suya y tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para calmar su corazón que latía en frenesí. Hikaru era la única que lo había hecho, pero eso no contaba. Ella tenía a su hermano, así que le fue sencillo ignorar cualquier tipo de emoción contradictoria. Con la mujer que tenía en frente era... más difícil de lo que creía. Supuso que porque era una desconocida o algo así. Podían decir lo que quisieran de la albina, pero ella nunca había tenido relaciones de ese tipo a excepción de una, y esa no contaba demasiado. Fue su única vez y no lo recordaba por culpa de la borrachera y Alice era un poco... especial cuando bebía más de la cuenta.
Para cuando la pelinegra se separó, la albina había conseguido calmar su rubor, pese a que aún se encontraba algo nerviosa. Observó que también le tendía la mano y la aceptó con gusto. Ya lo había notado con el episodio de las mejillas, pero le seguía pareciendo suave su piel. "Mala Alice", se regañó mentalmente a sí misma. Supuso que la soledad le estaba pasando la cuenta y ahora pensaba cosas así de cualquier persona que le mostrara amabilidad, aunque con Taiga no sucedió esto (excepto cuando la elogió, pero luego se calmó). De amigas solo tenía a Hikaru, así que no sabía si era normal o no.
Una vez afuera, escuchó su comentario y levemente asintió. Como su animal interno era uno que acostumbraba a vivir en lugares fríos, no le incomodaba demasiado, pero eso cuando estaba transformada. En humana seguía afectándole más o menos y seguía necesitando calor para capear el frío. Cuando dijo eso acerca de sus ojos, se ruborizó y miró hacia el otro lado. Río nerviosamente y luego volvió a la normalidad.
– En lo personal, creo que los tuyos son mas hermosos que los míos. Me recuerdan a las perlas o a la luna – le respondió mientras ponía dos dedos en su frente para luego sacar la lengua devuelta. No se había tardado nada en sentirse cómodo; eso había sido un nuevo récord para ella. Ni siquiera con Taiga se tomó confianzas tan rápido, pero extrañamente... no le incomodaba.
Suspiró un poco y vio las distintas tiendas que habían. Luego de recordar cosas tristes, no tenía demasiado hambre, tampoco quería ir a un lugar tan concurrido a estas alturas. Más porque la joven siempre atraía la atención por culpa de su cabello. Solo quedaba una opción, y la más lógica si se veía desde otra perspectiva.
– ¿Vamos al sauna? Así podremos capear este frío – le sugirió Alice a Hinori.
Para cuando la pelinegra se separó, la albina había conseguido calmar su rubor, pese a que aún se encontraba algo nerviosa. Observó que también le tendía la mano y la aceptó con gusto. Ya lo había notado con el episodio de las mejillas, pero le seguía pareciendo suave su piel. "Mala Alice", se regañó mentalmente a sí misma. Supuso que la soledad le estaba pasando la cuenta y ahora pensaba cosas así de cualquier persona que le mostrara amabilidad, aunque con Taiga no sucedió esto (excepto cuando la elogió, pero luego se calmó). De amigas solo tenía a Hikaru, así que no sabía si era normal o no.
Una vez afuera, escuchó su comentario y levemente asintió. Como su animal interno era uno que acostumbraba a vivir en lugares fríos, no le incomodaba demasiado, pero eso cuando estaba transformada. En humana seguía afectándole más o menos y seguía necesitando calor para capear el frío. Cuando dijo eso acerca de sus ojos, se ruborizó y miró hacia el otro lado. Río nerviosamente y luego volvió a la normalidad.
– En lo personal, creo que los tuyos son mas hermosos que los míos. Me recuerdan a las perlas o a la luna – le respondió mientras ponía dos dedos en su frente para luego sacar la lengua devuelta. No se había tardado nada en sentirse cómodo; eso había sido un nuevo récord para ella. Ni siquiera con Taiga se tomó confianzas tan rápido, pero extrañamente... no le incomodaba.
Suspiró un poco y vio las distintas tiendas que habían. Luego de recordar cosas tristes, no tenía demasiado hambre, tampoco quería ir a un lugar tan concurrido a estas alturas. Más porque la joven siempre atraía la atención por culpa de su cabello. Solo quedaba una opción, y la más lógica si se veía desde otra perspectiva.
– ¿Vamos al sauna? Así podremos capear este frío – le sugirió Alice a Hinori.
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- Pues la luna controla el mar y sube las mareas. Creo que entonces por esa ley de tres me corresponde subirte entonces. – Dijo de forma dulce mientras de su espalda surgían un par de alas blancas y puras, hechas totalmente de energía. Trató de cogerla en brazos y salió volando hacia la sauna con ella en brazos si se había dejado.
En cuando llegase a la entrada la dejaría en el suelo y después levantaría el pulgar en señal de victoria. Fue entonces cuando se puso la capucha para no ser reconocida y entró en aquel sitio. El hombre parecía tener unos sesenta años, cabellos rubios con canas y ojos marrones. Al verlas a ellas les dedicó una sonrisa dulce y después les preguntó sobre lo que se les ofrecía. La morena entonces fue la que decidió hablar. Caminó un poco hacia él y después sacó la lengua.
- Dos entradas para balnearios y sauna por favor. Si hay algún vale para comer y pasar la noche también lo acepto. Pago yo. – En cuanto terminó dejó el dinero, el de Dexter claramente. – ¡Vamos, Alice! – Gritó emocionada.
Cuando pasaron a la sala pudo ver unas termas al aire libre, rodeadas por murallas de madera para evitar entrar en contacto con el bosque. Al lado había una sala con un poco de humo. La morena entró entonces con una sonrisa dulce y esperaría a que ella fuese la que entrase. Tras aquello cerraría y se sentaría en una banca mientras se quitaba la sudadera. Quedó con una especie de malla hecha a rombos que cubría todo su torso y pechos. Se sentó entonces y se quitó las sandalias también. Mostró una expresión amigable y observó a la chica.
- Aquí se estará genial, con tanto calor no voy a dejarme la sudadera puesta o moriré. – Dijo riendo un poco mientras observaba a la peliblanca. Debía admitir que se trataba de una chica bastante amable, le agradaba eso. – ¿Sabes qué? Después de cinco años luchando por mi amor platónico, me llevé el rechazo hace unos meses. Ahora creo que voy a dedicarme a continuar con mis recetas de cocina. Los pasteles, las pizzas y la carne son mi especialidad.
Se notaba ilusionada mientras le hablaba contándole sobre sus dotes de cocinera. El vapor empezó a subir y la temperatura también, pero por el momento no era nada que Hinori no pudiese soportar con facilidad. Esperó a que ella hablase y demás.
En cuando llegase a la entrada la dejaría en el suelo y después levantaría el pulgar en señal de victoria. Fue entonces cuando se puso la capucha para no ser reconocida y entró en aquel sitio. El hombre parecía tener unos sesenta años, cabellos rubios con canas y ojos marrones. Al verlas a ellas les dedicó una sonrisa dulce y después les preguntó sobre lo que se les ofrecía. La morena entonces fue la que decidió hablar. Caminó un poco hacia él y después sacó la lengua.
- Dos entradas para balnearios y sauna por favor. Si hay algún vale para comer y pasar la noche también lo acepto. Pago yo. – En cuanto terminó dejó el dinero, el de Dexter claramente. – ¡Vamos, Alice! – Gritó emocionada.
Cuando pasaron a la sala pudo ver unas termas al aire libre, rodeadas por murallas de madera para evitar entrar en contacto con el bosque. Al lado había una sala con un poco de humo. La morena entró entonces con una sonrisa dulce y esperaría a que ella fuese la que entrase. Tras aquello cerraría y se sentaría en una banca mientras se quitaba la sudadera. Quedó con una especie de malla hecha a rombos que cubría todo su torso y pechos. Se sentó entonces y se quitó las sandalias también. Mostró una expresión amigable y observó a la chica.
- Aquí se estará genial, con tanto calor no voy a dejarme la sudadera puesta o moriré. – Dijo riendo un poco mientras observaba a la peliblanca. Debía admitir que se trataba de una chica bastante amable, le agradaba eso. – ¿Sabes qué? Después de cinco años luchando por mi amor platónico, me llevé el rechazo hace unos meses. Ahora creo que voy a dedicarme a continuar con mis recetas de cocina. Los pasteles, las pizzas y la carne son mi especialidad.
Se notaba ilusionada mientras le hablaba contándole sobre sus dotes de cocinera. El vapor empezó a subir y la temperatura también, pero por el momento no era nada que Hinori no pudiese soportar con facilidad. Esperó a que ella hablase y demás.
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Alice se sobresaltó cuando Hinori la levantó, pero a estas alturas se encontraba bastante acostumbrada a que la gente la cargara sin permiso por los aires. De todas formas, no se quejaba. Aún no aprendía el Geppo, así que esto era un buen substituto. Aunque lo aprendiera, dudaba si las personas dejarían de llevársela por los cielos. Volaron durante un par de segundos hasta llegar a la entrada del sauna, donde Hinori la dejó en el suelo. Sonrío cuando le levantó el pulgar y ella simplemente le dedicó dos dedos en señal de victoria. Le extrañó un poco que se hubiera puesto su capucha, pero lo dejó pasar. Pobre albina, si se dedicara a ver los carteles, probablemente se hubiera dado cuenta de la identidad de la morena. Era mejor así, puesto que formaría una opinión que lo que en verdad pensara acerca de Hinori y no porque fuera una miembro de los Blues.
Iba a replicar cuando dijo que pagaría por las dos, pero no la dejó hablar. Alice suspiró, pero luego sonrío. Bueno, ya estaba hecho. Se aseguraría de hacer algo bonito con ella por si tenían otra oportunidad. La albina paró en seco ante pensamiento y negó con la cabeza, para luego seguir a la morena por donde se fue. Al llegar, la agente silbó de la sorpresa al ver lo tranquilo y bonito que era el lugar. Se notaba claramente la diferencia de afuera con adentro, puesto que aquí hacía un calor tremendo comparado con el frío invernal que predominaba en Sakura.
– Digo lo mismo – le respondió con una sonrisa mientras se sacaba su suéter.
Debajo traía una blusa rosada pálida, sin mangas. Se podía notar su sostén negro si alguien se ponía a mirar por los lados. La prenda tenía un logotipo de lo que parecía ser una hada. Algo infantil, pero a la albina no le importaba mucho que opinaba la gente de sus gustos raros.
Suspiró y se quitó las botas, para luego sacar una coleta de uno de los bolsillos de sus pantalones. Ágilmente se tomó su cabello en una cola de caballo alta. Estaba tan acostumbrado a ese estilo, que no se demoraba nada en realizar ese peinado. En eso, escuchó lo que dijo la morena y frunció un poco el ceño. Bueno... pese a que no debía pensar así, no podía evitar alegrarse que ella estuviera en el mismo bote que la albina en ese tema. Chasqueó un poco su lengua y la miró con una sonrisa.
– Puede que no sea el indicado. Quien sabe, tal vez a fuera puede que aún tengas posibilidades de encontrar el amor con otra persona – le dijo suavemente. Sonrío un poco y se dio una pequeña vuelta para luego mirar directamente a la mujer. – Lo que es yo, aún no lo he encontrado. Mis gustos son cuestionados y como me van más las mujeres que los hombres, las opciones se me hacen mucho más pequeñas, así que de momento seguiré buscando todos los postres del mundo para agregar su sabor a mi paladar – le dijo mientras reía. Desde que se lo contó a Hikaru, ahora era mucho más abierta para hablar de su sexualidad. Era como si un peso se le hubiera quitado de los hombros.
Iba a replicar cuando dijo que pagaría por las dos, pero no la dejó hablar. Alice suspiró, pero luego sonrío. Bueno, ya estaba hecho. Se aseguraría de hacer algo bonito con ella por si tenían otra oportunidad. La albina paró en seco ante pensamiento y negó con la cabeza, para luego seguir a la morena por donde se fue. Al llegar, la agente silbó de la sorpresa al ver lo tranquilo y bonito que era el lugar. Se notaba claramente la diferencia de afuera con adentro, puesto que aquí hacía un calor tremendo comparado con el frío invernal que predominaba en Sakura.
– Digo lo mismo – le respondió con una sonrisa mientras se sacaba su suéter.
Debajo traía una blusa rosada pálida, sin mangas. Se podía notar su sostén negro si alguien se ponía a mirar por los lados. La prenda tenía un logotipo de lo que parecía ser una hada. Algo infantil, pero a la albina no le importaba mucho que opinaba la gente de sus gustos raros.
- Apariencia de Alice:
Suspiró y se quitó las botas, para luego sacar una coleta de uno de los bolsillos de sus pantalones. Ágilmente se tomó su cabello en una cola de caballo alta. Estaba tan acostumbrado a ese estilo, que no se demoraba nada en realizar ese peinado. En eso, escuchó lo que dijo la morena y frunció un poco el ceño. Bueno... pese a que no debía pensar así, no podía evitar alegrarse que ella estuviera en el mismo bote que la albina en ese tema. Chasqueó un poco su lengua y la miró con una sonrisa.
– Puede que no sea el indicado. Quien sabe, tal vez a fuera puede que aún tengas posibilidades de encontrar el amor con otra persona – le dijo suavemente. Sonrío un poco y se dio una pequeña vuelta para luego mirar directamente a la mujer. – Lo que es yo, aún no lo he encontrado. Mis gustos son cuestionados y como me van más las mujeres que los hombres, las opciones se me hacen mucho más pequeñas, así que de momento seguiré buscando todos los postres del mundo para agregar su sabor a mi paladar – le dijo mientras reía. Desde que se lo contó a Hikaru, ahora era mucho más abierta para hablar de su sexualidad. Era como si un peso se le hubiera quitado de los hombros.
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No pudo evitar sorprenderse al ver que debajo de la ropa, Alice también tenía un pecho considerable. No era la única con ese problema y aquella la hizo sonreír de forma dulce. El tener que luchar con ese peso extras y tener que evitar los ataques en esa zona era un verdadero problema dentro de lo que cabía. Soltó un pequeño suspiro y lo siguiente que hizo fue soltar un pequeño suspiro. Entonces se fijó en el dibujo de su ropa y no pudo evitar mostrar una sonrisa dulce. Le gustaba aquel tipo de cosas bastante, aunque no solía mostrarlo públicamente. Se pasaba el día encerrada en su camarote leyendo libros y demás. Era normal que los temas de fantasía le gustasen mucho junto a la cocina después de todo.
Escuchó las palabras que dijo y no pudo evitar ladear un poco la cabeza. Aquello de que le gustaban las mujeres la hizo alzar un momento la ceja. Era cierto que no era algo que se veía todos los días, pero no sabía nada sobre eso. No había conocido a nadie que le gustasen las chicas siendo mujer o hombre que le gustasen los hombres. Aunque que Taiga llevase calzoncillos de Ushio la hacía sentir escalofríos. Casi se ríe al recordar eso, pero entonces soltó una pequeña carcajada al no poder contenerse. Observó a la joven caminar a su alrededor y entonces le dedicó una sonrisa amable.
- Pues no sé cómo es eso de otra mujer. Tan solo conocí a una, la cual considero una amiga, pero solo compartí unos minutos con ella. No he conocido a más chicas aparte de ti ahora mismo. Debo confesar que no escuché hablar de chicas amando a otras chicas ¿Es bonito? – Se notaba que era inocente en esos temas y quería saber más.
Lo de los postres la hizo sonreír un poco. Quería prepararle los suyos para que pudiese degustarlos. Fue en ese momento cuando empezó a sudar un poco más de la cuenta. Se levantó un poco la malla mostrando algo de la zona abdominal, nada más. Negó un poco con la cabeza y pegó la espalda a la pared que daba al asiento del banco. Continuó observando a la joven de cabellos blancos y después le sonrió.
- Pues seguro que lo encontraras, eres una chica hermosa y muy dulce. Si es verdad eso de que las mujeres pueden amarse, estoy segura de que hallarás a la tuya. Aunque me gustaría saber más del tema si te soy sincera. – Dijo entonces queriendo aprender más sobre las palabras que ella estaba diciendo. Tomó su mano entonces y la miró a los ojos con amabilidad. – ¡Eres kawaaaai!
Escuchó las palabras que dijo y no pudo evitar ladear un poco la cabeza. Aquello de que le gustaban las mujeres la hizo alzar un momento la ceja. Era cierto que no era algo que se veía todos los días, pero no sabía nada sobre eso. No había conocido a nadie que le gustasen las chicas siendo mujer o hombre que le gustasen los hombres. Aunque que Taiga llevase calzoncillos de Ushio la hacía sentir escalofríos. Casi se ríe al recordar eso, pero entonces soltó una pequeña carcajada al no poder contenerse. Observó a la joven caminar a su alrededor y entonces le dedicó una sonrisa amable.
- Pues no sé cómo es eso de otra mujer. Tan solo conocí a una, la cual considero una amiga, pero solo compartí unos minutos con ella. No he conocido a más chicas aparte de ti ahora mismo. Debo confesar que no escuché hablar de chicas amando a otras chicas ¿Es bonito? – Se notaba que era inocente en esos temas y quería saber más.
Lo de los postres la hizo sonreír un poco. Quería prepararle los suyos para que pudiese degustarlos. Fue en ese momento cuando empezó a sudar un poco más de la cuenta. Se levantó un poco la malla mostrando algo de la zona abdominal, nada más. Negó un poco con la cabeza y pegó la espalda a la pared que daba al asiento del banco. Continuó observando a la joven de cabellos blancos y después le sonrió.
- Pues seguro que lo encontraras, eres una chica hermosa y muy dulce. Si es verdad eso de que las mujeres pueden amarse, estoy segura de que hallarás a la tuya. Aunque me gustaría saber más del tema si te soy sincera. – Dijo entonces queriendo aprender más sobre las palabras que ella estaba diciendo. Tomó su mano entonces y la miró a los ojos con amabilidad. – ¡Eres kawaaaai!
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Ladeó su cabeza hacia un lado cuando dijo eso y se llevó una mano al mentón. La inocencia de Hinori le parecía ver más mona de lo que era, pese a que esta era la segunda vez que le hacían una pregunta difícil de responder. Primero fue Taiga acerca de los sonrojos, y ahora la morena con lo de amar a otras mujeres. Cerró sus ojos un poco y pensó en como responder a su duda. Viendo que no tenía idea con respecto a ese tema, sería un poco complicado, pero no imposible. Solo tenía que hablar con sinceridad acerca de lo que sentía y pensaba acerca de ese tema.
– Supongo... creo – respondió dudosamente. – No es que no esté segura, es que... nunca me he enamorado con ninguna mujer. Atraído sí, pero nunca a esas alturas – le reveló con tristeza. Era algo tan bonito, pero siempre habían obstáculos que le impedían pasar más allá del límite de la atracción.
Pero no había nada malo con decirle como se sentía uno cuando era atraída por alguien del mismo sexo. La verdad era que es lo mismo que un heterosexual, solo que tenía opciones más abiertas y mucho más liberal. Era el sinónimo más acertado para una persona dentro de esa categoría, pese a que era un poco despectivo o que la gente podía pasarse un poco de rollos con eso. Suspiró un poco y se dio cuenta que Hinori se estaba levantando un poco más la malla. Bueno, estaba haciendo bastante calor, y a ella le afectaba más rápido debido a su condición. Se sacó sus pantalones y se sentó a su lado, quedando solo con lo de arriba y sus bragas negras, pese a que estas eran tapadas un poco por su blusa. Como siempre usaba una talla mayor debido a sus pechos, la mayoría de sus prendas le quedaban grandes.
– ¿Cómo explicarlo...? – se dijo a sí misma mientras cerraba sus ojos por algunos segundos, para luego chasquear sus dedos, indicando que se le había iluminado un poco. – La verdad, no dista tanto de cuanto una mujer se siente atraída por un hombre o al revés, solo que nosotras las bisexuales somos mucho más abiertas. O sea, no sentimos asco cuando besamos o ese tipo de cosas con otra mujer y nos encanta. Nos ponemos nerviosas cuando tenemos cercanías con otra mujer y nos sonrojamos de igual forma que otra con un hombre. Básicamente, nos atrae esto – le dijo mientras apuntaba por algunos segundos al cuerpo de Hinori. – Veamos, en resumidas cuentas yo podría enamorarme perfectamente de otra mujer y no lo pensaría dos veces. Disculpa que lo use de ejemplo, pero es lo mismo que tú con tu amor platónico, pero con otra mujer – concluyó de forma pasional. Cuando terminó, no pudo evitar rascarse la cabeza mientras reía con nerviosismo. – No sé si me expliqué bien, es algo más biológico e instintivo y si no lo sientes... no lo sientes – le dijo decididamente mientras miraba con decisión directamente a sus ojos.
Suspiró un poco y se secó el sudor de su frente. Eso la puso más acalorada que antes, pero poco podía hacer. Escuchó el comentario de la morena y se ruborizó un poco mientras se rascaba su oreja. Como venía de alguien del mismo sexo, los cumplidos hacían mucho más efecto que cuando Taiga los decía. Y dudaba poder acostumbrarse en esta ocasión.
– Gracias, tu también eres kawai – le respondió mientras le sonreía con dulzura.
– Supongo... creo – respondió dudosamente. – No es que no esté segura, es que... nunca me he enamorado con ninguna mujer. Atraído sí, pero nunca a esas alturas – le reveló con tristeza. Era algo tan bonito, pero siempre habían obstáculos que le impedían pasar más allá del límite de la atracción.
Pero no había nada malo con decirle como se sentía uno cuando era atraída por alguien del mismo sexo. La verdad era que es lo mismo que un heterosexual, solo que tenía opciones más abiertas y mucho más liberal. Era el sinónimo más acertado para una persona dentro de esa categoría, pese a que era un poco despectivo o que la gente podía pasarse un poco de rollos con eso. Suspiró un poco y se dio cuenta que Hinori se estaba levantando un poco más la malla. Bueno, estaba haciendo bastante calor, y a ella le afectaba más rápido debido a su condición. Se sacó sus pantalones y se sentó a su lado, quedando solo con lo de arriba y sus bragas negras, pese a que estas eran tapadas un poco por su blusa. Como siempre usaba una talla mayor debido a sus pechos, la mayoría de sus prendas le quedaban grandes.
– ¿Cómo explicarlo...? – se dijo a sí misma mientras cerraba sus ojos por algunos segundos, para luego chasquear sus dedos, indicando que se le había iluminado un poco. – La verdad, no dista tanto de cuanto una mujer se siente atraída por un hombre o al revés, solo que nosotras las bisexuales somos mucho más abiertas. O sea, no sentimos asco cuando besamos o ese tipo de cosas con otra mujer y nos encanta. Nos ponemos nerviosas cuando tenemos cercanías con otra mujer y nos sonrojamos de igual forma que otra con un hombre. Básicamente, nos atrae esto – le dijo mientras apuntaba por algunos segundos al cuerpo de Hinori. – Veamos, en resumidas cuentas yo podría enamorarme perfectamente de otra mujer y no lo pensaría dos veces. Disculpa que lo use de ejemplo, pero es lo mismo que tú con tu amor platónico, pero con otra mujer – concluyó de forma pasional. Cuando terminó, no pudo evitar rascarse la cabeza mientras reía con nerviosismo. – No sé si me expliqué bien, es algo más biológico e instintivo y si no lo sientes... no lo sientes – le dijo decididamente mientras miraba con decisión directamente a sus ojos.
Suspiró un poco y se secó el sudor de su frente. Eso la puso más acalorada que antes, pero poco podía hacer. Escuchó el comentario de la morena y se ruborizó un poco mientras se rascaba su oreja. Como venía de alguien del mismo sexo, los cumplidos hacían mucho más efecto que cuando Taiga los decía. Y dudaba poder acostumbrarse en esta ocasión.
– Gracias, tu también eres kawai – le respondió mientras le sonreía con dulzura.
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Hinori lo entendió todo perfectamente a su forma “Vamos, se siente lo mismo que a amar a un hombre pero en mujer” vivan los resúmenes sencillos, Alice debía pensar un poco más. De todas formas lo había hecho muy bien y si no la aplaudió fue para que no pensara que iba a malas. La vio quedar en ropa interior y entonces hizo lo mismo quitándose el pantalón y de paso la malla a cuadros, quedando con un sujetador blanco. La parte inferior también era blanca. Fue entonces cuando se estiró un poco mostrando el símbolo de los Blue Rose en su espalda. Mostró una pequeña sonrisa y después se quedó mirándola a los ojos de forma dulce.
- Esta es mi banda pirata, aunque ya que Dexter-sama me ha rechazado y el resto van a su bola, supongo que es la banda para la que cocino, hehehehehehe.
Se puso a reír mientras se rascaba la nuca. Estaba un poco nerviosa por el hecho de mostrar aquello en público. Soltó un pequeño suspiro y después se quedó mirándola a los ojos de nuevo. Se suponía que se estaban haciendo amigas y podían hacerse bromas, o eso pensaba de los amigos. Taiga siempre decía las putadas que él y Kasai se hacían, por lo que decidió hacer lo mismo. Tomó una postura felina y entonces lamió con dulzura la mejilla de ella mientras mostraba un rostro animado, tal vez como ella era mujer, eso le gustaba. Si la dejaba le daría otro, pero en el cuello. Después de aquello le dedicó una risa amable y la abrazó de nuevo. Su cabello negro se mezcló con el de ella.
- Es curioso, mi ropa interior es blanca y la tuya negra. Mi cabellos es oscuro y el tuyo blanco. Vamos compenetradas totalmente. – Mencionó dándole mimos de nuevo mejilla con mejilla.
Se separó un poco para no incomodarla mucho y después se quedó un poco pensativa. Tenía que confesarle algo ya que estaban con aquel tipo de cosas. Aquello le daba mucha vergüenza y de repente se puso bastante sonrojada. Tragó saliva buscando la forma de decírselo y después de unos momentos encontró lo que parecía ser una buena solución para ello.
- Pues debo confesarte que yo no he mantenido relaciones sexuales nunca. Ni con un hombre ni con una mujer. Sé la forma debido al conocimiento, pero tan solo la teoría. – Dijo entonces un poco pensativa mientras notaba todo su cuerpo sudando de una forma increíble. El calor era espantoso, pero no pensaba salir de allí debido a lo cómoda que estaba con ella.
- Esta es mi banda pirata, aunque ya que Dexter-sama me ha rechazado y el resto van a su bola, supongo que es la banda para la que cocino, hehehehehehe.
Se puso a reír mientras se rascaba la nuca. Estaba un poco nerviosa por el hecho de mostrar aquello en público. Soltó un pequeño suspiro y después se quedó mirándola a los ojos de nuevo. Se suponía que se estaban haciendo amigas y podían hacerse bromas, o eso pensaba de los amigos. Taiga siempre decía las putadas que él y Kasai se hacían, por lo que decidió hacer lo mismo. Tomó una postura felina y entonces lamió con dulzura la mejilla de ella mientras mostraba un rostro animado, tal vez como ella era mujer, eso le gustaba. Si la dejaba le daría otro, pero en el cuello. Después de aquello le dedicó una risa amable y la abrazó de nuevo. Su cabello negro se mezcló con el de ella.
- Es curioso, mi ropa interior es blanca y la tuya negra. Mi cabellos es oscuro y el tuyo blanco. Vamos compenetradas totalmente. – Mencionó dándole mimos de nuevo mejilla con mejilla.
Se separó un poco para no incomodarla mucho y después se quedó un poco pensativa. Tenía que confesarle algo ya que estaban con aquel tipo de cosas. Aquello le daba mucha vergüenza y de repente se puso bastante sonrojada. Tragó saliva buscando la forma de decírselo y después de unos momentos encontró lo que parecía ser una buena solución para ello.
- Pues debo confesarte que yo no he mantenido relaciones sexuales nunca. Ni con un hombre ni con una mujer. Sé la forma debido al conocimiento, pero tan solo la teoría. – Dijo entonces un poco pensativa mientras notaba todo su cuerpo sudando de una forma increíble. El calor era espantoso, pero no pensaba salir de allí debido a lo cómoda que estaba con ella.
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Se quitó la blusa, quedando prácticamente en ropa interior. Vio que ella hacía lo mismo y no pudo evitar bufar de la diversión. Ella era negro y Hinori negro. Su cabello era blanco, mientras que el de la pirata era negro. Las ironías en verdad eran divertidas a veces. En eso escuchó sus palabras y ladeó su cabeza hacia un lado, sin entender por algunos segundos. En eso, el foco pareció prenderse dentro de su mente y sus ojos se abrieron de forma exagerada. Se llevó una mano a la boca y apuntó a la morena.
– Ah, con razón te me hacías tan familiar – le dijo mientras colocaba una mano en su mentón. La miró por algunos segundos y luego se encogió de hombros. – Meh, da igual. Para mí solo eres Hinori y te veré así para siempre, así que nada va a cambiar entre nosotras – espetó, para luego sonreír de forma cálida.
Pero... ella era una agente. Frunció el ceño durante algunos segundos y luego negó con la cabeza. Bueno, no era una de las más convencionales. Ella iba a su bola y juzgaba por sí misma, ignorando los estigmas del gobierno. Aún si una persona tuviera una recompensa, si ella no lo consideraba como mala, entonces no haría nada en contra de él o ella. Así era su modo de pensar y le aterraba el hecho que eso casi fue cambiado por culpa de cierta persona. Al menos, seguía siendo ella. Su opinión acerca de Hinori no iba cambiar, como ella dijo. Tampoco quería que sucediera aquello, de todos modos.
– ¿Qué haces? – preguntó nerviosamente al ver lo que hacía Hinori. Se estremeció al sentir la lamida en su mejilla y luego en su cuello, e instintivamente cerró los ojos.
Distraídamente asintió ante sus palabras, pero luego sonrío. Era distinta a las otras, puesto que esta expresaba diversión y un toque de sadismo, aunque no había nada de malicia en ella. Aprovechó que estaban abrazadas para hacer de las suyas.
– Ten cuidado cuando haces eso. No puedes saber cuando... alguien intentaría responder de otra forma – le dijo seductoramente en el oído mientras lo lamía y mordisqueaba un poco.
Había bajado un poco su máscara y dejó a su personalidad suprimida por unos instantes. Era la tercera vez que sucedía esto, pero la segunda en una situación así. La primera fue Xemnas, y debía admitir que se río con lo nervioso que se puso. Bueno, eso pasaba cuando su nerviosismo le jugaba en contra. Aunque debía admitir que esta era la primera vez que mostraba parte de su verdadero ser a una persona que a penas conocía. No sabía por qué, pero se sentía en confianza con ella, pese a que no llevaban ni un día de amigas.
– Creo que te entiendo un poco – le dijo, volviendo a su semblante amable. Se había separado un poco para darle espacio a la pelinegra por el episodio anterior. – La verdad... no sé si tuve relaciones o no. O sea, como soy peso ligero, solo un vaso me toma para perder el control. Para el día siguiente, desperté con alguien en mi cama. Le pregunté a ella si había pasado más de unas simples... caricias, y me aseguró que no había pasado a mayores. Así que si es cierto, sigo siendo virgen... a medias – bromeó la joven mienstras reía un poco. Luego su mirada pasó a una melancólica y sonrío un poco. – La verdad... me alegro. Quiero que mi primera vez sea especial y con alguien a la cual le tenga confianza. No quiero que sea de pasada y ya. Ni siquiera he dado mi primer beso por eso mismo... al menos de forma consciente – le reveló mientras se sonrojaba y se rascaba la oreja. Pocas personas tenían su disposición, pero así era ella.
– Ah, con razón te me hacías tan familiar – le dijo mientras colocaba una mano en su mentón. La miró por algunos segundos y luego se encogió de hombros. – Meh, da igual. Para mí solo eres Hinori y te veré así para siempre, así que nada va a cambiar entre nosotras – espetó, para luego sonreír de forma cálida.
Pero... ella era una agente. Frunció el ceño durante algunos segundos y luego negó con la cabeza. Bueno, no era una de las más convencionales. Ella iba a su bola y juzgaba por sí misma, ignorando los estigmas del gobierno. Aún si una persona tuviera una recompensa, si ella no lo consideraba como mala, entonces no haría nada en contra de él o ella. Así era su modo de pensar y le aterraba el hecho que eso casi fue cambiado por culpa de cierta persona. Al menos, seguía siendo ella. Su opinión acerca de Hinori no iba cambiar, como ella dijo. Tampoco quería que sucediera aquello, de todos modos.
– ¿Qué haces? – preguntó nerviosamente al ver lo que hacía Hinori. Se estremeció al sentir la lamida en su mejilla y luego en su cuello, e instintivamente cerró los ojos.
Distraídamente asintió ante sus palabras, pero luego sonrío. Era distinta a las otras, puesto que esta expresaba diversión y un toque de sadismo, aunque no había nada de malicia en ella. Aprovechó que estaban abrazadas para hacer de las suyas.
– Ten cuidado cuando haces eso. No puedes saber cuando... alguien intentaría responder de otra forma – le dijo seductoramente en el oído mientras lo lamía y mordisqueaba un poco.
Había bajado un poco su máscara y dejó a su personalidad suprimida por unos instantes. Era la tercera vez que sucedía esto, pero la segunda en una situación así. La primera fue Xemnas, y debía admitir que se río con lo nervioso que se puso. Bueno, eso pasaba cuando su nerviosismo le jugaba en contra. Aunque debía admitir que esta era la primera vez que mostraba parte de su verdadero ser a una persona que a penas conocía. No sabía por qué, pero se sentía en confianza con ella, pese a que no llevaban ni un día de amigas.
– Creo que te entiendo un poco – le dijo, volviendo a su semblante amable. Se había separado un poco para darle espacio a la pelinegra por el episodio anterior. – La verdad... no sé si tuve relaciones o no. O sea, como soy peso ligero, solo un vaso me toma para perder el control. Para el día siguiente, desperté con alguien en mi cama. Le pregunté a ella si había pasado más de unas simples... caricias, y me aseguró que no había pasado a mayores. Así que si es cierto, sigo siendo virgen... a medias – bromeó la joven mienstras reía un poco. Luego su mirada pasó a una melancólica y sonrío un poco. – La verdad... me alegro. Quiero que mi primera vez sea especial y con alguien a la cual le tenga confianza. No quiero que sea de pasada y ya. Ni siquiera he dado mi primer beso por eso mismo... al menos de forma consciente – le reveló mientras se sonrojaba y se rascaba la oreja. Pocas personas tenían su disposición, pero así era ella.
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El rostro de la morena no pudo evitar tornarse totalmente en rojo cuando notó aquella sensación en su oreja. Por un momento perdió el equilibrio y notó como su respiración aumentó un poco. Sopló con fuerza sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo y después de aquello cerró los ojos. La pirata no pudo evitar dejar escapar un gemido al sentirse rara y después se apartó despacio y con cara inocente. Era como si se hubiese asustado. Esperaba que ella no hubiese escuchado el gemido o se habría muerto de vergüenza. Respiró de forma algo más fuerte de lo normal y notó algo bastante raro, entonces se acercó a ella de nuevo.
- Pues lo volveré a hacer más veces, eso se ha sentido muy bien... – Dijo mientras la miraba sonriente y algo ruborizada por el momento.
Entonces empezó a escuchar las palabras de la albina y no pudo evitar mostrarle una dulce sonrisa. Al parecer estaban en las mismas y todo. Ella había recibido el primer beso de Taiga, pero fue sin querer, por lo que consentido tampoco. Entonces fue cuando la morena soltó una pequeña risa dulce. Se alegró de que no la juzgara por la banda en la que estaba. Entonces fue cuando la morena miró a su nueva amiga y le tomó las manos.
- Yo tampoco he sentido nunca mi primer beso consentido ¡Somos iguales! Esto es una enorme casualidad. Creo que el destino nos ha juntado hoy en esta isla nevada. – Mencionó de forma entusiasmada.
El calor continuaba siendo horrible y ambas estaban con poca ropa. Hinori entonces recordó las palabras de ella y empezó a mirar su cuerpo despacio. Sus pechos eran bonitos, su cintura, su abdomen, su trasero. No le desagradaba para nada, ella misma se miraba en el espejo y veía eso. Fue en ese momento cuando pensó en una cosa, aunque tampoco lo pensó mucho. Una de sus ideas locas sin sentido. Estiró su dedo hacia ella y empezó a tocar sus labios muy suavemente. Los acariciaba comprobando si tenían la misma textura que los de Taiga. Fue entonces cuando la miró a los ojos para no incomodarla mucho. Debido al calor que hacía y al sudor terminó metiendo por accidente el dedo dentro de su boca. Al entrar en contacto con su lengua no pudo evitar ladear la cabeza. Sacó el dedo lleno de saliva despacio y sin saber qué hacer con él se limpió en su propio abdomen.
- Se me ha resbalado, perdona ¡Hahahahaha! – Empezó a reír de forma dulce.
Lo siguiente que hizo Hinori entonces fue pegarse un poco más a ella y continuó mirando su cuerpo despacio. Quería comprobar todo lo que había escuchado. Estiró su mano sin permiso alguno pasándola por la espalda de la peliblanca, después por las piernas, incluso por su trasero un poco, en el que incluso agarró. Su rostro mostraba curiosidad ante todo. Subió agarrando los pechos muy despacio y finalmente tocó su cuello.
- Pues oye, no somos tan distintas. No me desagrada el cuerpo de una mujer para nada ¿Sabes? Te ves hermosa, amable y suave. Cuando yo me ducho y me lavo el cuerpo siento algo parecido, de hecho ¡Es más suave que el de un hombre! – Dijo entusiasmada mientras la observaba.
Los únicos hombres que tocó fueron en peleas y por ello sabía que tenían pelos por el cuerpo y además pocos se duchaban. En ese momento la morena pasó a sentarse sobre ella, colocando una rodilla a cada lado de su cintura y dejando sus manos en los hombros de ella. La miró a los ojos unos leves segundos y entonces le dedicó una dulce mirada.
- Esta postura la vi en un libro de mi compañero, suele usarse para seducir ¿Te gusta? – Preguntó mientras permanecía en aquella posición y le dedicaba una mirada dulce. – Los siguientes pasos creo que serían muy… ¿Vergonzosos? – Preguntó algo ruborizada.
- Pues lo volveré a hacer más veces, eso se ha sentido muy bien... – Dijo mientras la miraba sonriente y algo ruborizada por el momento.
Entonces empezó a escuchar las palabras de la albina y no pudo evitar mostrarle una dulce sonrisa. Al parecer estaban en las mismas y todo. Ella había recibido el primer beso de Taiga, pero fue sin querer, por lo que consentido tampoco. Entonces fue cuando la morena soltó una pequeña risa dulce. Se alegró de que no la juzgara por la banda en la que estaba. Entonces fue cuando la morena miró a su nueva amiga y le tomó las manos.
- Yo tampoco he sentido nunca mi primer beso consentido ¡Somos iguales! Esto es una enorme casualidad. Creo que el destino nos ha juntado hoy en esta isla nevada. – Mencionó de forma entusiasmada.
El calor continuaba siendo horrible y ambas estaban con poca ropa. Hinori entonces recordó las palabras de ella y empezó a mirar su cuerpo despacio. Sus pechos eran bonitos, su cintura, su abdomen, su trasero. No le desagradaba para nada, ella misma se miraba en el espejo y veía eso. Fue en ese momento cuando pensó en una cosa, aunque tampoco lo pensó mucho. Una de sus ideas locas sin sentido. Estiró su dedo hacia ella y empezó a tocar sus labios muy suavemente. Los acariciaba comprobando si tenían la misma textura que los de Taiga. Fue entonces cuando la miró a los ojos para no incomodarla mucho. Debido al calor que hacía y al sudor terminó metiendo por accidente el dedo dentro de su boca. Al entrar en contacto con su lengua no pudo evitar ladear la cabeza. Sacó el dedo lleno de saliva despacio y sin saber qué hacer con él se limpió en su propio abdomen.
- Se me ha resbalado, perdona ¡Hahahahaha! – Empezó a reír de forma dulce.
Lo siguiente que hizo Hinori entonces fue pegarse un poco más a ella y continuó mirando su cuerpo despacio. Quería comprobar todo lo que había escuchado. Estiró su mano sin permiso alguno pasándola por la espalda de la peliblanca, después por las piernas, incluso por su trasero un poco, en el que incluso agarró. Su rostro mostraba curiosidad ante todo. Subió agarrando los pechos muy despacio y finalmente tocó su cuello.
- Pues oye, no somos tan distintas. No me desagrada el cuerpo de una mujer para nada ¿Sabes? Te ves hermosa, amable y suave. Cuando yo me ducho y me lavo el cuerpo siento algo parecido, de hecho ¡Es más suave que el de un hombre! – Dijo entusiasmada mientras la observaba.
Los únicos hombres que tocó fueron en peleas y por ello sabía que tenían pelos por el cuerpo y además pocos se duchaban. En ese momento la morena pasó a sentarse sobre ella, colocando una rodilla a cada lado de su cintura y dejando sus manos en los hombros de ella. La miró a los ojos unos leves segundos y entonces le dedicó una dulce mirada.
- Esta postura la vi en un libro de mi compañero, suele usarse para seducir ¿Te gusta? – Preguntó mientras permanecía en aquella posición y le dedicaba una mirada dulce. – Los siguientes pasos creo que serían muy… ¿Vergonzosos? – Preguntó algo ruborizada.
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Se ruborizó cuando escuchó el gemido y tuvo que usar todo su auto control para no echarse encima de ella y abrazarla hasta la muerte. Eso fue lo más tierno que había oído en su vida y si la albina fuera otro tipo de mujer, probablemente Hinori dejaría de ser pura en ese mismo momento. "Compórtate, Alice", de regañó mentalmente. Ella estaba saliendo rechazo y se sentiría como una aprovechada si seguía, pero... no podía evitarlo. Nunca se había sentido así de cómoda con alguien, ni siquiera las cinco personas más importantes de su vida (que curiosamente, eran todos hombres). Fue algo instantáneo, una conexión inmediata. Ni siquiera sabía que una relación de amistad se podía llegar a formar así de rato. Ni siquiera con Misa se volvieron amigas tan rápido, aunque eso fue más por culpa de los celos. Fue después de aquella misión que hicieron juntas, que empezaron a relacionarse más.
– Si vas a seguir, prepárate para la respuesta – le dijo mientras le guiñaba el ojo. – Ojo por ojo, diente por diente después de todo – río un poco la albina, aunque no había burla o malicia en su gesto.
Escuchó las palabras de la pelinegra y no pudo evitar en darle la razón. La mayoría de las veces no creía en el destino, pero esto ya había pasado el rango de coincidencia. No, esto no había sido una simple casualidad. Fue más que eso y la albina no pudo evitar la ironía, puesto que esta isla donde casi perdió todo, ahora era el comienzo de algo bueno. Si, en verdad el destino se reía de las cosas y jugaba con todos como se le diera la gana.
– Demasiada coincidencia. Ahora me vas a decir que eres protegida de Taiga y Kasai al igual que yo, y que eres amiga de Eichi y Misa – bromeó la joven, sabiendo que era imposible que conociera esos nombres. Tres de ellos estaban en el otro bando, mientras que el pelirrojo... Bueno, él si era posible, pero su situación era un poco complicada.
En eso notó que Hinori estaba mirando su cuerpo de forma rara. Se sonrojó un poco, pero no hizo esfuerzo para taparse. Por lo general se sentía orgullosa de provocar ese tipo de reacciones en el mismo sexo, pero... con la pelinegra era distinto, por alguna razón. No sabía, pero le estaba dando bastante vergüenza en como la miraba. Así que mientras ella inspeccionaba, la albina hizo lo mismo. Su cintura, cara, piernas, senos, trasero... Dios, ella era hermosa. Ninguna de comparaba con ella, ni a años luz. Tragó en seco al ver lo que hacía con su dedo. Sus ojos se abrieron de forma exagerada cuando los metió dentro de su boca y su rostro parecía cruz de ambulancia debido a lo rojo que estaba. Asintió de forma distraída ante su disculpa, aún con la sensación fantasmal de sus dedos en sus labios. Inconscientemente cerró los ojos y se relamió con su lengua.
– Es es una de las razones por las que prefiero mujeres – le dijo ,luego de calmarse, con una sonrisa. – Y bueno... creo que está más que claro que te gustan tanto los hombres como mujeres. Así que... bienvenida al club – bromeó la joven.
Pero la calma no le duró nada, puesto que Hinori empezó a acariciar todo su cuerpo, incluido sus senos. No pudo evitar jadear y gemir un poco, y el calor seguía afectándole. Luego, se sentó encima de ella, provocando que su rostro se volviera a prender. Tragó en seco un poco, pero decidió seguirle el juego por un momento. No seguiría hasta el final al menos que ella quisiera, después de todo.
– Bueno... lo siguiente serían las caricias – le dijo lentamente mientras que con sus manos empezaban a masajear su espalda desnuda. – Y bueno... también serían los besos, pero viendo nuestra situación y que recién estás saliendo de un rechazo... – Alice cerró sus ojos y abrazó a Hinori por la espalda. Por el amor a todo, se sentía bien estar con ella en esta posición. – Curioso, generalmente no me tomó confianzas tan rápido, pero contigo... Fue como si hubiera sido una conexión inmediata – le reveló mientras soltaba uno de sus brazos y acariciaba su mejilla. Sus rostros estaban tan cerca, que solo era cosa acortar más la distancia y... No, como dijo ella, no era una aprovechada. Si ella no quería, no seguiría. Aunque por su parte... no le molestaría nada tener su primer beso con ella.
– Si vas a seguir, prepárate para la respuesta – le dijo mientras le guiñaba el ojo. – Ojo por ojo, diente por diente después de todo – río un poco la albina, aunque no había burla o malicia en su gesto.
Escuchó las palabras de la pelinegra y no pudo evitar en darle la razón. La mayoría de las veces no creía en el destino, pero esto ya había pasado el rango de coincidencia. No, esto no había sido una simple casualidad. Fue más que eso y la albina no pudo evitar la ironía, puesto que esta isla donde casi perdió todo, ahora era el comienzo de algo bueno. Si, en verdad el destino se reía de las cosas y jugaba con todos como se le diera la gana.
– Demasiada coincidencia. Ahora me vas a decir que eres protegida de Taiga y Kasai al igual que yo, y que eres amiga de Eichi y Misa – bromeó la joven, sabiendo que era imposible que conociera esos nombres. Tres de ellos estaban en el otro bando, mientras que el pelirrojo... Bueno, él si era posible, pero su situación era un poco complicada.
En eso notó que Hinori estaba mirando su cuerpo de forma rara. Se sonrojó un poco, pero no hizo esfuerzo para taparse. Por lo general se sentía orgullosa de provocar ese tipo de reacciones en el mismo sexo, pero... con la pelinegra era distinto, por alguna razón. No sabía, pero le estaba dando bastante vergüenza en como la miraba. Así que mientras ella inspeccionaba, la albina hizo lo mismo. Su cintura, cara, piernas, senos, trasero... Dios, ella era hermosa. Ninguna de comparaba con ella, ni a años luz. Tragó en seco al ver lo que hacía con su dedo. Sus ojos se abrieron de forma exagerada cuando los metió dentro de su boca y su rostro parecía cruz de ambulancia debido a lo rojo que estaba. Asintió de forma distraída ante su disculpa, aún con la sensación fantasmal de sus dedos en sus labios. Inconscientemente cerró los ojos y se relamió con su lengua.
– Es es una de las razones por las que prefiero mujeres – le dijo ,luego de calmarse, con una sonrisa. – Y bueno... creo que está más que claro que te gustan tanto los hombres como mujeres. Así que... bienvenida al club – bromeó la joven.
Pero la calma no le duró nada, puesto que Hinori empezó a acariciar todo su cuerpo, incluido sus senos. No pudo evitar jadear y gemir un poco, y el calor seguía afectándole. Luego, se sentó encima de ella, provocando que su rostro se volviera a prender. Tragó en seco un poco, pero decidió seguirle el juego por un momento. No seguiría hasta el final al menos que ella quisiera, después de todo.
– Bueno... lo siguiente serían las caricias – le dijo lentamente mientras que con sus manos empezaban a masajear su espalda desnuda. – Y bueno... también serían los besos, pero viendo nuestra situación y que recién estás saliendo de un rechazo... – Alice cerró sus ojos y abrazó a Hinori por la espalda. Por el amor a todo, se sentía bien estar con ella en esta posición. – Curioso, generalmente no me tomó confianzas tan rápido, pero contigo... Fue como si hubiera sido una conexión inmediata – le reveló mientras soltaba uno de sus brazos y acariciaba su mejilla. Sus rostros estaban tan cerca, que solo era cosa acortar más la distancia y... No, como dijo ella, no era una aprovechada. Si ella no quería, no seguiría. Aunque por su parte... no le molestaría nada tener su primer beso con ella.
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Hinori quedó impactada cuando la albina dijo aquellos nombres. No podía creerse la enorme casualidad que se había dado. Si conocía precisamente a esas personas es que debía ser cercana al gobierno, pero era tan hermosa, tan dulce y tan buena persona que no le importó. Estando sobre ella notó las caricias a su propio cuerpo y no pudo evitar mirarla de forma amable. Nunca había sido tocada así y no pudo evitar soltar un pequeño quejido. Era demasiado bueno y empezó a acostumbrarse. Le acarició ambas mejillas con ilusión queriendo aprender más de ella y fue en ese momento cuando le respondió de forma amable y dulce.
- Kasai Kuro, Yonkaikyo del gobierno mundial, Taiga Redfield, agente del Cipher Pol. Ambos son como mis hermanitos mayores. Misa, marine linda y amable, Eichi, le faltan algunas clases de cocina conmigo. – Dijo entonces guiñándole un ojo.
Sin duda el destino era caprichoso. Cuando ella soltó aquellos leves gemidos, la morena no pudo evitar ruborizarse un poco, pero no quería parar. Estaba demasiado a gusto con aquella albina. Si era la protegida de aquellos dos, debía ser de las mejores personas del mundo entero. Aquello la hizo sonreír y estaba segura de que ella misma no se creería lo que había dicho. Entonces notó las caricias de ella y sus palabras. Lo que dijo sobre los besos la hizo sentir un poco nerviosa. Se dejó llevar sintiendo las manos de ella en su espalda. El calor hacía que ambas sudasen y por ello la cosa estaba siendo más húmeda de lo que debería. Se dio cuenta de que tan solo unos centímetros separaban a una de la otra.
Hinori se acercó despacio a ella estando sentada encima. Notaba sus muslos bajo los suyos y eso la hizo sentirse algo nerviosa ¿Le estaba gustando una mujer? Ella nunca se esperó aquello, pero es que era demasiado sexy y hermosa. La joven Markov bajó su rostro al de ella. Sus labios estarían a dos centímetros, pero ella no se iba atrever a besarla. No quería robarle eso y lo dejaría a su decisión ¿Por qué quería besarla? Se sonrojó sin entender lo que pasaba y simplemente miró sus ojos despacio. Respiró un poco sobre ella y después de eso apartó la mirada algo nerviosa. Pasó sus manos por los hombros de ella y tras aquello le dio un leve y dulce beso en la mejilla.
- Alice yo… Me siento muy bien contigo.
Le dijo entonces con algo de vergüenza mientras pegaba sus pechos a los de ella sin darse cuenta de lo que hacía. No tenía nada de experiencia y no sabía nada sobre aquello con chicas. Pero claro estaba que se sentía atraída hacia la peliblanca, era demasiado.
- Eres demasiado hermosa… Quiero seguir pero… No sé muy bien como…
- Kasai Kuro, Yonkaikyo del gobierno mundial, Taiga Redfield, agente del Cipher Pol. Ambos son como mis hermanitos mayores. Misa, marine linda y amable, Eichi, le faltan algunas clases de cocina conmigo. – Dijo entonces guiñándole un ojo.
Sin duda el destino era caprichoso. Cuando ella soltó aquellos leves gemidos, la morena no pudo evitar ruborizarse un poco, pero no quería parar. Estaba demasiado a gusto con aquella albina. Si era la protegida de aquellos dos, debía ser de las mejores personas del mundo entero. Aquello la hizo sonreír y estaba segura de que ella misma no se creería lo que había dicho. Entonces notó las caricias de ella y sus palabras. Lo que dijo sobre los besos la hizo sentir un poco nerviosa. Se dejó llevar sintiendo las manos de ella en su espalda. El calor hacía que ambas sudasen y por ello la cosa estaba siendo más húmeda de lo que debería. Se dio cuenta de que tan solo unos centímetros separaban a una de la otra.
Hinori se acercó despacio a ella estando sentada encima. Notaba sus muslos bajo los suyos y eso la hizo sentirse algo nerviosa ¿Le estaba gustando una mujer? Ella nunca se esperó aquello, pero es que era demasiado sexy y hermosa. La joven Markov bajó su rostro al de ella. Sus labios estarían a dos centímetros, pero ella no se iba atrever a besarla. No quería robarle eso y lo dejaría a su decisión ¿Por qué quería besarla? Se sonrojó sin entender lo que pasaba y simplemente miró sus ojos despacio. Respiró un poco sobre ella y después de eso apartó la mirada algo nerviosa. Pasó sus manos por los hombros de ella y tras aquello le dio un leve y dulce beso en la mejilla.
- Alice yo… Me siento muy bien contigo.
Le dijo entonces con algo de vergüenza mientras pegaba sus pechos a los de ella sin darse cuenta de lo que hacía. No tenía nada de experiencia y no sabía nada sobre aquello con chicas. Pero claro estaba que se sentía atraída hacia la peliblanca, era demasiado.
- Eres demasiado hermosa… Quiero seguir pero… No sé muy bien como…
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Sintió las manos de Hinori en sus mejillas y sus ojos se abrieron de forma exagerada cuando escuchó lo que dijo la pelinegra. Si, esto había dejado de ser casualidad hace mucho rato. Río un poco al ver su rubor y no pudo evitar acariciar sus mejillas en respuesta. Era demasiado suave, más suave que otras personas que había conocido. Solo Irene la superaba, pero su caso era muy distinto por culpa de sus habilidades. Bueno, al menos se hacía la idea que ella no era una mala persona por el mero hecho de ser considerada como una hermana para Kasai. El Yonkaikyo podía ver el aura de las personas y si confiaba en ella, entonces debía tener una pura. Hablando del cazador, estaba segura que si lo viera ahora, probablemente vería que todo rastro de oscuridad había desaparecido de momento, o al menos solo quedaba lo mínimo. Ella sabía que no desaparecería del todo, pero podía controlar esa cantidad.
La respiración de Alice se entrecortó cuando vio que Hinori acercaba su rostro. ¿Enserio lo iba a hacer? Parte de ella estaba excitada, esperando finalmente el contacto... y lo sintió, pero en otro lado. Sintió algo decepción por algunos segundos, pero luego lo enmascaró. Por lo que había podido observar, la pelinegra no se hacía ascos y en verdad quería... pero era demasiado tímida para dar el primer paso. Inconsciente río un poco y negó con la cabeza, para luego sonreír con dulzura. Bueno, esa era otra parte suya que le atraía de ella. Ya tenía demasiadas contadas. Iba a darles su buen escarmiento a Kasai y Taiga por no presentarlas antes, pero también entendía sus puntos de vistas. Era una pirata y si veían que estaba relacionada con dos personas que trabajan con el gobierno... terminaría mal para ellos.
– Somos dos, Hinori-chan – le respondió, aún acariciando su suave mejilla.
Tragó en seco cuando sintió los generosos atributos de la pelinegra en los suyos propios. Parecían dos pares de globos frotándose entre sí. Escuchó sus palabras y clavó sus azulados ojos en sus perlados. Inhaló y exhaló varias veces, para luego mirar con naturalidad a la hermosa pelinegra. Realmente le atraía muchísimo, como nunca antes alguien lo había hecho.
– En ese caso – le susurró, mientras ponía sus manos en su cuello. – Creo que yo daré el primer paso... si no te importa – finalizó mientras le sonreía con suavidad.
Sin decir nada más, intentó acortar la distancia que separaba sus rostros mientras cerraba sus ojos. Si no oponía resistencia y se dejaba, entonces terminaría con eso y posaría sus labios en los suyos propios. Aquello fue como si alguien le hubiera pegado un martillazo y ahora estuviera viendo estrellitas por el cielo, así de letal fue el contacto. Se quedó así durante algunos segundos, para luego empezar a mover sus labios con suavidad con los de ella, para luego lentamente introducir su lengua. Solo jugó un poco con la de Hinori por algunos segundos, puesto que no quería asustarla tanto.
– Wow – susurró la albina luego de romper el beso. Su cara se encontraba totalmente sonrojada, pese que una sonrisa se podía apreciar en su rostro. – Creo que esta demasiado un poco de calor aquí... – le dijo casualmente.
Si mal no recordaba, también habían pedido habitaciones para la noche. No pensaba llegar hasta el final si ella no quería, pero si quería terminar con su estadía en este lugar. Tanto calor le estaba pasando un poco la cuenta, más en una situación así.
La respiración de Alice se entrecortó cuando vio que Hinori acercaba su rostro. ¿Enserio lo iba a hacer? Parte de ella estaba excitada, esperando finalmente el contacto... y lo sintió, pero en otro lado. Sintió algo decepción por algunos segundos, pero luego lo enmascaró. Por lo que había podido observar, la pelinegra no se hacía ascos y en verdad quería... pero era demasiado tímida para dar el primer paso. Inconsciente río un poco y negó con la cabeza, para luego sonreír con dulzura. Bueno, esa era otra parte suya que le atraía de ella. Ya tenía demasiadas contadas. Iba a darles su buen escarmiento a Kasai y Taiga por no presentarlas antes, pero también entendía sus puntos de vistas. Era una pirata y si veían que estaba relacionada con dos personas que trabajan con el gobierno... terminaría mal para ellos.
– Somos dos, Hinori-chan – le respondió, aún acariciando su suave mejilla.
Tragó en seco cuando sintió los generosos atributos de la pelinegra en los suyos propios. Parecían dos pares de globos frotándose entre sí. Escuchó sus palabras y clavó sus azulados ojos en sus perlados. Inhaló y exhaló varias veces, para luego mirar con naturalidad a la hermosa pelinegra. Realmente le atraía muchísimo, como nunca antes alguien lo había hecho.
– En ese caso – le susurró, mientras ponía sus manos en su cuello. – Creo que yo daré el primer paso... si no te importa – finalizó mientras le sonreía con suavidad.
Sin decir nada más, intentó acortar la distancia que separaba sus rostros mientras cerraba sus ojos. Si no oponía resistencia y se dejaba, entonces terminaría con eso y posaría sus labios en los suyos propios. Aquello fue como si alguien le hubiera pegado un martillazo y ahora estuviera viendo estrellitas por el cielo, así de letal fue el contacto. Se quedó así durante algunos segundos, para luego empezar a mover sus labios con suavidad con los de ella, para luego lentamente introducir su lengua. Solo jugó un poco con la de Hinori por algunos segundos, puesto que no quería asustarla tanto.
– Wow – susurró la albina luego de romper el beso. Su cara se encontraba totalmente sonrojada, pese que una sonrisa se podía apreciar en su rostro. – Creo que esta demasiado un poco de calor aquí... – le dijo casualmente.
Si mal no recordaba, también habían pedido habitaciones para la noche. No pensaba llegar hasta el final si ella no quería, pero si quería terminar con su estadía en este lugar. Tanto calor le estaba pasando un poco la cuenta, más en una situación así.
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Cuando ella dijo que iba a dar el primer paso, la morena asintió despacio con la cabeza. No entendió muy bien a qué se refirió, pero cuando notó las manos en sus mejillas cerró los ojos lentamente dejándose llevar. Notó a ella acercarse y lentamente fue cerrando sus ojos. El color de piel de la morena empezó de nuevo a ponerse rojizo, hasta que finalmente notó los labios de ella contra los suyos. La sensación fue similar a la de Taiga, pero ella parecía mucho más sueva y húmeda. Empezó a respirar algo más despacio mientras ella movía su boca, haciendo que la morena lo hiciera también de la mejor forma posible, aunque se notaba algo torpe. Fue en ese momento cuando la joven abrió los ojos como platos al sentir dentro de su boca la lengua de ella ¿Estaba acariciando la suya? Lejos de sentir asco, movió la suya instintivamente mientras cerraba los ojos con fuerza y hacía ruidos contra su boca.
- ¡Mmmmmm!
Su sonrojo cada vez era más intenso. Si aquello era el beso de una chica, debía admitir que era algo que la estaba hipnotizando. Se dejó llevar por ella hasta que Alice se separó despacio. La abrazó de inmediato pegando su frente a la de ella. Respiró con fuerza sobre ella y después tembló un poco. Se relamió despacio tras aquello y escuchó sus palabras después. Asintió debido a que ella también estaba sintiendo bastante calor, pero no era el que pensaba, demasiado. De modo que la miró con una expresión muy avergonzada y después le habló.
- A-Alice-chan… Yo también tengo mucho calor, pero es distinto… Siento mi cuerpo temblar. No entiendo lo que ocurre, pero creo que es posible que me estés gustando. No quisiera incomodarte… Pero me atraes mucho, Alice… Y aunque nunca vi a una chica de esta forma, contigo es distinto. – Dijo mientras continuaba abrazada a ella despacio.
Fue entonces cuando apartó un poco la cabeza de la de ella y hundió su inocente rostro en el pecho de ello, en la zona del canalillo. Cerró los ojos con fuerza mientras su rostro quedaba entre los pechos de ella. Suspiró un poco y entonces habló con un tono dulce.
- Llévame arriba, por favor. Siento que me esto mareando mucho y querría estar algo más fresquita mientras… Mientras… Mientras… – La miró a los ojos durante unos segundos leves y después se ruborizó un poco. – Supongo que tienes mi permiso para enseñarme todo esto, Alice. Quiero sentir lo que no he sentido en toda mi vida… Me entrego a tus enseñanzas. – Respondió entonces de forma dulce dejándose caer en su cintura.
Quedó con la espalda en sus piernas y bocarriba mientras temblaba un poco debido al calor y a la excitación. Quería que fuese la albina quien la llevase arriba, estaba sintiendo ganas de estar con ella…
- ¡Mmmmmm!
Su sonrojo cada vez era más intenso. Si aquello era el beso de una chica, debía admitir que era algo que la estaba hipnotizando. Se dejó llevar por ella hasta que Alice se separó despacio. La abrazó de inmediato pegando su frente a la de ella. Respiró con fuerza sobre ella y después tembló un poco. Se relamió despacio tras aquello y escuchó sus palabras después. Asintió debido a que ella también estaba sintiendo bastante calor, pero no era el que pensaba, demasiado. De modo que la miró con una expresión muy avergonzada y después le habló.
- A-Alice-chan… Yo también tengo mucho calor, pero es distinto… Siento mi cuerpo temblar. No entiendo lo que ocurre, pero creo que es posible que me estés gustando. No quisiera incomodarte… Pero me atraes mucho, Alice… Y aunque nunca vi a una chica de esta forma, contigo es distinto. – Dijo mientras continuaba abrazada a ella despacio.
Fue entonces cuando apartó un poco la cabeza de la de ella y hundió su inocente rostro en el pecho de ello, en la zona del canalillo. Cerró los ojos con fuerza mientras su rostro quedaba entre los pechos de ella. Suspiró un poco y entonces habló con un tono dulce.
- Llévame arriba, por favor. Siento que me esto mareando mucho y querría estar algo más fresquita mientras… Mientras… Mientras… – La miró a los ojos durante unos segundos leves y después se ruborizó un poco. – Supongo que tienes mi permiso para enseñarme todo esto, Alice. Quiero sentir lo que no he sentido en toda mi vida… Me entrego a tus enseñanzas. – Respondió entonces de forma dulce dejándose caer en su cintura.
Quedó con la espalda en sus piernas y bocarriba mientras temblaba un poco debido al calor y a la excitación. Quería que fuese la albina quien la llevase arriba, estaba sintiendo ganas de estar con ella…
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Su sonrisa se ensanchó al ver como se relamía luego del beso, al tiempo que suspiraba de alivio internamente. Pese a que había demostrado que le atraían las mujeres, una parte de ella aún se preguntaba si duraría hasta el extremo. Luego de lo que sucedió, ya podía estar más relajada. Por supuesto, aún quedaba el plato principal, pero no seguiría a menos que Hinori se lo permitiera. De todas formas, estando así con las frentes pegadas y recibiendo la dulce respiración de la pirata en su rostro, tuvo que ejercer todo su auto control para no volver a besarla, pero esta vez con más pasión. Se ruborizó un poco y esperó a que la pelinegra hablara para ver cual sería su veredicto final.
Escuchó sus palabras y su boca se abrió de la impresión. Un cosquilleo desconocido invadía su interior y la joven no sabía a que se debía eso. Lo que si, Hinori le atraía mucho, pero nunca pensó que terminaría siendo recíproco. Trago en seco, para luego sonreír de forma dulce a la mujer que tenía en sus brazos. Era... perfecta en muchos sentidos. Se alegraba de haberla conocido luego de todo lo malo que le había sucedido últimamente. Había tenido un repunte desde lo de Jin, pero no era idiota, sabía muy bien que el asesino estaba presente en todos los lugares. Tarde o temprano lo volvería a ver, pro estaría lista. No iba a dudar nunca más como antes, menos ahora que tenía a personas que la mantuvieran intacta. Y si Hinori se volvía una de ellas... entonces quedaría nula posibilidad de caer al lado oscuro.
– Tu... también me atraes demasiado – admitió la albina mientras seguía rodeando su cuello con sus brazos. – Eres la persona más atractiva que he visto en mi vida y solo bastó con verte para cautivarme, física como psicológicamente – sonrío débilmente mientras se acercaba.
Nuevamente, posó sus labios en los suyos. Esta vez no tardó mucho en meter la lengua de lleno dentro de su boca, saboreando todo el interior de la pelinegra. Delicioso, era absolutamente delicioso. Intentó entrelazar su lengua con la suya propia, para luego succionar un poco. Se estaba volviendo adicta y no sabía si era malo o bueno. Al cabo de un minuto, a regañadientes se separó, dejando una delgada línea de saliva en el proceso.
– S-si estás segura entonces vale – respondió nerviosamente, tartamudeando un poco. – Pero es mi primera vez, así que tampoco soy muy experimentada – le dijo en voz baja mientras desviaba un poco la mirada, sonrojada.
Y ahora había caído en cuenta. Si en verdad quería llegar hasta el final, entonces serían la primera vez de ambas. Más allá de sentirse nerviosa, sentía excitación y alegría por lo que iba a suceder. Suavemente tomó a Hinori y la cargó en sus brazos, para luego llevarla estilo princesa hasta la habitación que habían pedido. Una vez allí, se tomo su momento para inspeccionar la habitación Era muy bonita y espaciosa. Para su sorpresa, se dio cuenta que había un jacuzzi grande en el baño y la cama era solo una, pero gigante. Arqueó una ceja ante ese detalle, pero luego le restó importancia. Supuso que el que atendió hizo eso al notar que eran dos mujeres "amigas".
– Bueno, tu decisión, Hino-chan – le dijo Alice con algo de nerviosismo. – Directamente empezar, ¿o darnos un baño en el jacuzzi? – y allí haría de las suyas, obviamente, pero lo dejaría como una sorpresa. Esperaba pacientemente su respuesta mientra acariciaba su mejilla con su mano. Recién se daba cuenta que compartían un detalle en apariencia; ambas fueron bendecidas con una piel clara.
Escuchó sus palabras y su boca se abrió de la impresión. Un cosquilleo desconocido invadía su interior y la joven no sabía a que se debía eso. Lo que si, Hinori le atraía mucho, pero nunca pensó que terminaría siendo recíproco. Trago en seco, para luego sonreír de forma dulce a la mujer que tenía en sus brazos. Era... perfecta en muchos sentidos. Se alegraba de haberla conocido luego de todo lo malo que le había sucedido últimamente. Había tenido un repunte desde lo de Jin, pero no era idiota, sabía muy bien que el asesino estaba presente en todos los lugares. Tarde o temprano lo volvería a ver, pro estaría lista. No iba a dudar nunca más como antes, menos ahora que tenía a personas que la mantuvieran intacta. Y si Hinori se volvía una de ellas... entonces quedaría nula posibilidad de caer al lado oscuro.
– Tu... también me atraes demasiado – admitió la albina mientras seguía rodeando su cuello con sus brazos. – Eres la persona más atractiva que he visto en mi vida y solo bastó con verte para cautivarme, física como psicológicamente – sonrío débilmente mientras se acercaba.
Nuevamente, posó sus labios en los suyos. Esta vez no tardó mucho en meter la lengua de lleno dentro de su boca, saboreando todo el interior de la pelinegra. Delicioso, era absolutamente delicioso. Intentó entrelazar su lengua con la suya propia, para luego succionar un poco. Se estaba volviendo adicta y no sabía si era malo o bueno. Al cabo de un minuto, a regañadientes se separó, dejando una delgada línea de saliva en el proceso.
– S-si estás segura entonces vale – respondió nerviosamente, tartamudeando un poco. – Pero es mi primera vez, así que tampoco soy muy experimentada – le dijo en voz baja mientras desviaba un poco la mirada, sonrojada.
Y ahora había caído en cuenta. Si en verdad quería llegar hasta el final, entonces serían la primera vez de ambas. Más allá de sentirse nerviosa, sentía excitación y alegría por lo que iba a suceder. Suavemente tomó a Hinori y la cargó en sus brazos, para luego llevarla estilo princesa hasta la habitación que habían pedido. Una vez allí, se tomo su momento para inspeccionar la habitación Era muy bonita y espaciosa. Para su sorpresa, se dio cuenta que había un jacuzzi grande en el baño y la cama era solo una, pero gigante. Arqueó una ceja ante ese detalle, pero luego le restó importancia. Supuso que el que atendió hizo eso al notar que eran dos mujeres "amigas".
– Bueno, tu decisión, Hino-chan – le dijo Alice con algo de nerviosismo. – Directamente empezar, ¿o darnos un baño en el jacuzzi? – y allí haría de las suyas, obviamente, pero lo dejaría como una sorpresa. Esperaba pacientemente su respuesta mientra acariciaba su mejilla con su mano. Recién se daba cuenta que compartían un detalle en apariencia; ambas fueron bendecidas con una piel clara.
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No podía creerse el piropo que ella le había echado sobre la persona más hermosa físicamente y psicológicamente que había visto. Debido a eso no pudo evitar reír un poco mientras continuaba echada en sus piernas y mirándola a los ojos. Hinori la vio de nuevo acercarse y no pudo evitar ponerse roja de nuevo, planeaba seguro volver a jugar en su boca. Ella negó un poco y estuvo a punto de negarse, pero entonces notó su boca unirse de nuevo a la de ella. Cerró los ojos nerviosa y entonces la lengua de Alice empezó a explorar todo su interior. Los dedos de ella se movían sin parar y nunca esperó que ella fuese tan apasionada. La lengua de la joven morena se movió torpemente contra la de la albina, sintiendo como se entrelazaban. Cuando ella empezó a succionar, ella soltó un gemido intenso contra su boca.
Una vez que la lengua de Alice salió de su boca notó el hilo de saliva y eso la hizo mirarla embobada ¿Cómo había pedido vivir sin aquello? Al principio no estaba segura, pero ahora deseaba de nuevo los labios de ella sobre los suyos. No pudo evitar mirarla emocionada mientras escuchaba sus palabras. Iba a estrenarse con aquella linda joven que la tenía hechizada. Notó cómo la tomaba en brazos y se dejó llevar con una expresión dulce. Mientras la llevaba no pudo evitar ruborizarse un poco por la postura, la forma en la que la llevaba y la escases de ropa. No pudo evitar mirar a otro lado y tragar un poco de saliva.
- Alice-chan… Me gustas…
Le confesó mientras se abrazaba despacio a ella. Cuando llegaron a la habitación escuchó las dos opciones. La cama la estaba llamando demasiado, pero lo del baño tampoco era tan mala idea. No sabía cómo se llamaba lo que sentía, calentón a lo mejor. Quería saciarse cuanto antes de ella, pero luego no podrán bañarse debido al cansancio. Fue entonces cuando bajó de los brazos de ella y señaló la habitación del baño con timidez. Fue en ese momento cuando Hinori la miró a los ojos de su hermosa… No sabía cómo llamarla. Entonces decidió preguntárselo a ella directamente. Estando casi desnuda estiró su mano derecha hasta la mejilla de ella y entonces le habló.
- Esto… ¿Somos maestra y alumna? ¿Amigas que se exploran mutuamente? No sabría llamarlo, te dejaré ponerle nombre a esto. Ha pasado una hora o así desde que te conocí, pero… ¡Te quiero mucho! ¡Solo para mí! – Dijo de forma algo posesiva mientras un sonrojo cubría sus mejillas despacio.
Mientras esperaba respuesta, la joven cerró bien la puerta de la habitación y después de aquello deshizo la cama despacio, para que luego al salir pudieran tumbarse directamente. Preparó también una pequeña lámpara y algunas toallas cerca. Justo entonces caminó hasta la sala donde estaba la bañera enorme. Sonrojada se quitó el sujetador y después la parte inferior. Le había dado la espalda a la peliblanca por vergüenza. Estando totalmente desnuda caminó hasta el agua y una vez allí se metió dentro del agua.
Estando allí sentada cerró los ojos despacio unos segundos, dejó espacio para la albina, pero no sabía si se iba a sentar en frente, a su lado, encima… Por ello se mantuvo quieta y con las piernas cerras por vergüenza. El agua cubría sus pechos y por ello se sentía algo más segura. Dirigió su tímida mirada hacia la chica de cabellos blancos y le habló con un tono algo nervioso.
- Alice ¿Me besas de nuevo? – Le pidió apartando la mirada y estando allí dentro en el agua. Deseaba sentir a aquella joven a su lado, estaba perdiendo la cabeza por ella.
Una vez que la lengua de Alice salió de su boca notó el hilo de saliva y eso la hizo mirarla embobada ¿Cómo había pedido vivir sin aquello? Al principio no estaba segura, pero ahora deseaba de nuevo los labios de ella sobre los suyos. No pudo evitar mirarla emocionada mientras escuchaba sus palabras. Iba a estrenarse con aquella linda joven que la tenía hechizada. Notó cómo la tomaba en brazos y se dejó llevar con una expresión dulce. Mientras la llevaba no pudo evitar ruborizarse un poco por la postura, la forma en la que la llevaba y la escases de ropa. No pudo evitar mirar a otro lado y tragar un poco de saliva.
- Alice-chan… Me gustas…
Le confesó mientras se abrazaba despacio a ella. Cuando llegaron a la habitación escuchó las dos opciones. La cama la estaba llamando demasiado, pero lo del baño tampoco era tan mala idea. No sabía cómo se llamaba lo que sentía, calentón a lo mejor. Quería saciarse cuanto antes de ella, pero luego no podrán bañarse debido al cansancio. Fue entonces cuando bajó de los brazos de ella y señaló la habitación del baño con timidez. Fue en ese momento cuando Hinori la miró a los ojos de su hermosa… No sabía cómo llamarla. Entonces decidió preguntárselo a ella directamente. Estando casi desnuda estiró su mano derecha hasta la mejilla de ella y entonces le habló.
- Esto… ¿Somos maestra y alumna? ¿Amigas que se exploran mutuamente? No sabría llamarlo, te dejaré ponerle nombre a esto. Ha pasado una hora o así desde que te conocí, pero… ¡Te quiero mucho! ¡Solo para mí! – Dijo de forma algo posesiva mientras un sonrojo cubría sus mejillas despacio.
Mientras esperaba respuesta, la joven cerró bien la puerta de la habitación y después de aquello deshizo la cama despacio, para que luego al salir pudieran tumbarse directamente. Preparó también una pequeña lámpara y algunas toallas cerca. Justo entonces caminó hasta la sala donde estaba la bañera enorme. Sonrojada se quitó el sujetador y después la parte inferior. Le había dado la espalda a la peliblanca por vergüenza. Estando totalmente desnuda caminó hasta el agua y una vez allí se metió dentro del agua.
Estando allí sentada cerró los ojos despacio unos segundos, dejó espacio para la albina, pero no sabía si se iba a sentar en frente, a su lado, encima… Por ello se mantuvo quieta y con las piernas cerras por vergüenza. El agua cubría sus pechos y por ello se sentía algo más segura. Dirigió su tímida mirada hacia la chica de cabellos blancos y le habló con un tono algo nervioso.
- Alice ¿Me besas de nuevo? – Le pidió apartando la mirada y estando allí dentro en el agua. Deseaba sentir a aquella joven a su lado, estaba perdiendo la cabeza por ella.
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– Tu también me gustas mucho, Hino-chan – exclamó alegremente la joven.
¿Era muy pronto decir eso, considerando que no llevaban ni siquiera un día de conocidas? Probablemente sí, pero la joven se sentía así con ella. Fue atracción a primera vista y no le desagradaba. Había oído casos de sucesos similares, así que no lo encontraba tan raro. Esperó pacientemente la opción de Hinori, aun encontrándose ésta en sus brazos. Se desganó un poco cuando se bajó, pero recuperó su ánimo rápidamente al ver que apuntaba hacia el baño. Feliz, Alice asintió. Escuchó sus palabras y su corazón dio un vuelco, casi saliendo de su pecho. Hacía tiempo que no se sentía tan feliz y casi se pone a llorar de la emoción, pero se contuvo de inmediato. No, no quería parecer como una llorica delante de la pelinegra, pese a que sabía que no juzgaría sus acciones. No ahora que la conocía mejor. Se frotó un poco los ojos y se dio cuenta que se iba hacia el baño, así que respondería en un rato.
Entró junto a la pirata al baño... y se detuvo a observar la preciosa vista que tenía delante. Pese a que no podía ver la parte delantera de Hinori, su espalda y trasero eran totalmente deliciosas. Un sensación cómoda podía sentir en la entrepierna. No era tonta, sabía exactamente que se trataba de su excitación haciendo acto de presencia físicamente. Si con solo verla así sucedía eso, ¿qué pasaría cuando estuvieran en el acto? Tragó un poco en seco y cerró sus ojos, tratando de calmar su corazón. Al menos no era tanto, así que pasaría desapercibido. Suspiró un poco y se llevó la mano a su espalda, destrabando el sujetador. Lo dejó caer delante de sus ojos, puesto que si bien tenía algo de timidez, no era tanto como para darle la espalda. Se sacó las bragas y lentamente fue hacia la bañera.
Colocó sus pies allí y luego se hundió. Un suspiró de alegría se le escapó de sus labios al sentir el agua caliente en su cuerpo. Se colocó al lado de Hinori y simplemente descansó su cabeza en su hombro por algunos segundos. Escuchó sus palabras y se apartó un poco para clavar sus ojos zafiro en los perlados y le sonrío dulcemente. Puso una mano en su cara y colocó su frente en la suya propia, quedando sus rostros muy cerca del uno al otro.
– Ara, poco a poco te haces más asertiva en todo esto – río un poco, pero sin nada de burla en su expresión. – ¿Pero quién soy yo para negar tus necesidades? – preguntó de forma retórica.
Sin decir mas, juntó sus labios de nuevo con los de ella, pero esta vez agregó algo nuevo a la acción. Se sentó delante de ella y juntó ambos cuerpos, quedando sus senos pegados entre sí, igual que la otra vez cuando se sentó encima de ella. La diferencia con eso era que en esa ocasión... se encontraban totalmente desnuda. Era por eso que cuando empezó a frotarse con su cuerpo, pasaba a llevar sus rosados pezones con los suyos propios debajo del agua. Mientras danzaba con su lengua, gimió un poco debido a la sensación. Al cabo de unos segundos, se separó de ella, pero igual dejó su cuerpo pegado al de ella.
– ¿Así esta bien? – preguntó agitádamente, un rubor predominaba en su rostro. – Respecto a lo anterior... En verdad, puede que solo haya pasado una hora, pero pareciera como si te conociera mucho más tiempo que eso. No sé como explicarlo, pero me gustaría darle una oportunidad a una relación para ver hacia donde llegamos. Así que supongo que ahora eres mi n-novia – tartamudeó un poco al final, pero se recuperó inmediatamente. Le dio un pico y colocó su cabeza en su cuello, cerrando sus ojos debido al momento, esperando la respuesta de Hinori.
¿Era muy pronto decir eso, considerando que no llevaban ni siquiera un día de conocidas? Probablemente sí, pero la joven se sentía así con ella. Fue atracción a primera vista y no le desagradaba. Había oído casos de sucesos similares, así que no lo encontraba tan raro. Esperó pacientemente la opción de Hinori, aun encontrándose ésta en sus brazos. Se desganó un poco cuando se bajó, pero recuperó su ánimo rápidamente al ver que apuntaba hacia el baño. Feliz, Alice asintió. Escuchó sus palabras y su corazón dio un vuelco, casi saliendo de su pecho. Hacía tiempo que no se sentía tan feliz y casi se pone a llorar de la emoción, pero se contuvo de inmediato. No, no quería parecer como una llorica delante de la pelinegra, pese a que sabía que no juzgaría sus acciones. No ahora que la conocía mejor. Se frotó un poco los ojos y se dio cuenta que se iba hacia el baño, así que respondería en un rato.
Entró junto a la pirata al baño... y se detuvo a observar la preciosa vista que tenía delante. Pese a que no podía ver la parte delantera de Hinori, su espalda y trasero eran totalmente deliciosas. Un sensación cómoda podía sentir en la entrepierna. No era tonta, sabía exactamente que se trataba de su excitación haciendo acto de presencia físicamente. Si con solo verla así sucedía eso, ¿qué pasaría cuando estuvieran en el acto? Tragó un poco en seco y cerró sus ojos, tratando de calmar su corazón. Al menos no era tanto, así que pasaría desapercibido. Suspiró un poco y se llevó la mano a su espalda, destrabando el sujetador. Lo dejó caer delante de sus ojos, puesto que si bien tenía algo de timidez, no era tanto como para darle la espalda. Se sacó las bragas y lentamente fue hacia la bañera.
Colocó sus pies allí y luego se hundió. Un suspiró de alegría se le escapó de sus labios al sentir el agua caliente en su cuerpo. Se colocó al lado de Hinori y simplemente descansó su cabeza en su hombro por algunos segundos. Escuchó sus palabras y se apartó un poco para clavar sus ojos zafiro en los perlados y le sonrío dulcemente. Puso una mano en su cara y colocó su frente en la suya propia, quedando sus rostros muy cerca del uno al otro.
– Ara, poco a poco te haces más asertiva en todo esto – río un poco, pero sin nada de burla en su expresión. – ¿Pero quién soy yo para negar tus necesidades? – preguntó de forma retórica.
Sin decir mas, juntó sus labios de nuevo con los de ella, pero esta vez agregó algo nuevo a la acción. Se sentó delante de ella y juntó ambos cuerpos, quedando sus senos pegados entre sí, igual que la otra vez cuando se sentó encima de ella. La diferencia con eso era que en esa ocasión... se encontraban totalmente desnuda. Era por eso que cuando empezó a frotarse con su cuerpo, pasaba a llevar sus rosados pezones con los suyos propios debajo del agua. Mientras danzaba con su lengua, gimió un poco debido a la sensación. Al cabo de unos segundos, se separó de ella, pero igual dejó su cuerpo pegado al de ella.
– ¿Así esta bien? – preguntó agitádamente, un rubor predominaba en su rostro. – Respecto a lo anterior... En verdad, puede que solo haya pasado una hora, pero pareciera como si te conociera mucho más tiempo que eso. No sé como explicarlo, pero me gustaría darle una oportunidad a una relación para ver hacia donde llegamos. Así que supongo que ahora eres mi n-novia – tartamudeó un poco al final, pero se recuperó inmediatamente. Le dio un pico y colocó su cabeza en su cuello, cerrando sus ojos debido al momento, esperando la respuesta de Hinori.
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Hinori no pudo evitar sorprenderse cuando vio el cuerpo de la albina desnudo. Debía admitir que ambos eran parecidos, pero la preciosa peliblanca era más pálida. La morena la analizó despacio totalmente de arriba abajo. Era una escultura perfecta de una Diosa. No podía evitar sentirse hipnotizada por sus movimientos. Cuando ella se sentó a su lado no pudo evitar mirarla a los ojos de forma dulce. Escuchó sus palabras y tras sonreír cerró sus ojos para besarla de nuevo de manera un poco más apasionada. Entonces no pudo evitar abrir los ojos como platos al sentir el cuerpo desnudo de la joven sobre ella. Sus pechos fueron presionados por los de ella y aquello la hizo ruborizarse muchísimo. La tomó por la cintura y continuó besándola de la misma forma que la contraria. Su lengua se movía en todo momento con elegancia contra la de ella.
- T-Tu novia… – Susurró mirándola cuando terminó el beso y escuchó lo que dijo. No pudo evitar sonreírle de forma emocionada y asentir. – ¡Es un honor! – Gritó emocionada, pero entonces acarició su barbilla. – Pero eso quiere decir que tú eres mi novia entonces… Mía y voy a estar contigo hasta el fin de los tiempos... ¿Amor mío? – Terminó de decir sacándole la lengua y ruborizándose un poco.
Justo entonces la morena bajó sus manos hasta el trasero de aquella hermosa Diosa que tenía sobre ella. La elevó un poco al tenerla subida sobre sus piernas y de esa forma los pechos de Alice quedaron cerca de su rostro. Ella entonces tragó un poco de saliva, pero después acercó sus labios hasta uno y empezó a besarlo muy despacio. Bajó un poco hasta llegar a la zona del rosado botoncito de ella y entonces le dedicó una dulce mirada.
- Kawai…
Fue lo último que dijo antes de pasar su lengua muy despacio por él, trazando una línea recta de saliva y dulzura con la que lo cubrió. Repitió aquel proceso varias veces acostumbrándose a la textura y mientras tanto apretando el otro pecho con su mano libre. Finalmente abrió la boca un poco más de la cuenta y apretó aquel rosado botoncito con sus labios. Succionó un poco como un pequeño bebé alimentándose y notó algo extraño. Su parte íntima estaba temblando, había logrado excitarse mucho con aquello. Sacó de la boca entonces aquella zona de su pareja y la miró a los ojos relamiéndose.
- Está bastante rico, c-cariño…
Mencionó sonrojada al mismo tiempo que ahora cambiaba al otro pecho, repitiendo el proceso con el de su lado. Esta vez succionó un poco más fuerte y después pasó su lengua en círculos por alrededor. De hecho, incluso dio un leve mordisco juguetón. Después de aquello la dejó donde estaba, sentada sobre ella, pero esta vez pecho con pecho. La miró a los ojos y después le dio un leve pico en los labios mientras apretaba un poco su trasero con las manos.
- Me encantas…
- T-Tu novia… – Susurró mirándola cuando terminó el beso y escuchó lo que dijo. No pudo evitar sonreírle de forma emocionada y asentir. – ¡Es un honor! – Gritó emocionada, pero entonces acarició su barbilla. – Pero eso quiere decir que tú eres mi novia entonces… Mía y voy a estar contigo hasta el fin de los tiempos... ¿Amor mío? – Terminó de decir sacándole la lengua y ruborizándose un poco.
Justo entonces la morena bajó sus manos hasta el trasero de aquella hermosa Diosa que tenía sobre ella. La elevó un poco al tenerla subida sobre sus piernas y de esa forma los pechos de Alice quedaron cerca de su rostro. Ella entonces tragó un poco de saliva, pero después acercó sus labios hasta uno y empezó a besarlo muy despacio. Bajó un poco hasta llegar a la zona del rosado botoncito de ella y entonces le dedicó una dulce mirada.
- Kawai…
Fue lo último que dijo antes de pasar su lengua muy despacio por él, trazando una línea recta de saliva y dulzura con la que lo cubrió. Repitió aquel proceso varias veces acostumbrándose a la textura y mientras tanto apretando el otro pecho con su mano libre. Finalmente abrió la boca un poco más de la cuenta y apretó aquel rosado botoncito con sus labios. Succionó un poco como un pequeño bebé alimentándose y notó algo extraño. Su parte íntima estaba temblando, había logrado excitarse mucho con aquello. Sacó de la boca entonces aquella zona de su pareja y la miró a los ojos relamiéndose.
- Está bastante rico, c-cariño…
Mencionó sonrojada al mismo tiempo que ahora cambiaba al otro pecho, repitiendo el proceso con el de su lado. Esta vez succionó un poco más fuerte y después pasó su lengua en círculos por alrededor. De hecho, incluso dio un leve mordisco juguetón. Después de aquello la dejó donde estaba, sentada sobre ella, pero esta vez pecho con pecho. La miró a los ojos y después le dio un leve pico en los labios mientras apretaba un poco su trasero con las manos.
- Me encantas…
Alice Branwen
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Ni iba a llorar. No, no iba a llorar. Pese a que sus ojos estaba algo cristalinos, evitaba dejar caer alguna lágrima. Ya había pasado por esa fase y no dejaría caer ninguna otra. Pese a eso, no podía negar que sentía muy feliz, como nunca antes en su vida. Esto era lo que había estado buscando desde hacía un tiempo, pero que nunca encontró hasta ahora. Pensar que Kasai y Taiga tenían a la clave de su felicidad en su círculo... fue una ciega y estúpida. En su defensa, nunca creyó que su destinada estaba en el bando contrario. Si no hubiera sido porque justo vino a visitar esa isla, quizá nunca la hubiera conocido. Reino de Sakura terminó siendo el final de la antigua ella y el comienzo de una nueva vida. Tuvo bastante suerte, porque sino... Quién sabe qué podría estar haciendo ahora. Entrenando o siguiendo avanzando. Y hablando de eso... no sabía como seguiría en el CP. Si antes tuvo dudas, ahora más que se encontraba con Hinori. Vio a la pelinegra y sonrío; eso lo pensaría después.
– Por supuesto que sí – respondió mientras le dedicaba una sonrisa. En eso, notó las manos de Hinori en su trasero y se sonrojó un poco. – Hino...¿Qué estás...? – no pudo terminar con su pregunta.
Con una fuerza digna de la nakama de un Yonkou, la pelinegra la levantó de su retaguardia. Alice soltó un pequeño grito bajo ante eso, para luego ruborizarse con ganas cuando notó la posición en la que quedaron. Antes que pudiera decir algo, sus ojos se abrieron de forma exagerada cuando notó la boca de Hinori en uno de sus botones. Instintivamente, gimió al sentir la lengua de Hinori dando vueltas con su piedrecita pequeña. Chupaba como un bebé y no se decantaba solo por uno, puesto que con la otra masajeaba su otro seno. La albina abrió la boca y dio un respingo, para luego cerrar sus ojos, notándose un gran sonrojo en su rostro. ¿Dónde había quedado la chica tímida de antes? Ciertamente, se la habían cambiado. No podía negar que le gustaba esta faceta de la mujer también.
Cuando terminó, la albina nuevamente había quedado frente a frente a la pelinegra. ¿Quién hubiera pensado que Alice era alguien que tenía piel tan sensible, lo suficiente para gemir varias veces cuando Hinori hizo eso? Seguía ruborizada y un puchero se formó en rostro, clavando sus orbes azules en los perlados de la pirata.
– Bueno, creo que es mi turno – su puchero se convirtió en una sonrisa algo maliciosa.
Sin aviso alguno, besó con ganas a su pelinegra. Fue de la misma intensidad que los anteriores. Luego fue bajando y besó su cuello, lamiendo la piel pálida de la joven. Cuando llegó a sus pechos, sonrío y se llevó uno de los botones de Hinori a sus labios. Succionó, mordisqueó y lamió con cariño la zona sensible de ella, al tiempo que con su manos hizo una cosa muy distinta a lo que hizo ella. La tenía escondida debajo del agua y se dirigía hasta cierta zona prohibida. Sonrío con satisfacción al encontrar el lugar irregular y, mientras aún jugaba con su seno, empezó a acariciar su intimidad. En un comienzo fue por afuera, pero lentamente fue metiendo un dedo hacia adentro. No lo suficiente para llegar a donde demostraba su inocencia, pero si donde se notara. Fue sacando y metiendo su índice, aumentando la velocidad con forme pasaba el tiempo. Viendo que era su primera vez, se sentía sumamente estrecho.
– Creo que me estás volviendo loca – le dijo una vez que se separó. Retiró su dedo del lugar y lo levantó el agua. Lo miró por algunos segundos, sonrío y se lo llevó a la boca. Delicioso, como todo lo de ella.
– Por supuesto que sí – respondió mientras le dedicaba una sonrisa. En eso, notó las manos de Hinori en su trasero y se sonrojó un poco. – Hino...¿Qué estás...? – no pudo terminar con su pregunta.
Con una fuerza digna de la nakama de un Yonkou, la pelinegra la levantó de su retaguardia. Alice soltó un pequeño grito bajo ante eso, para luego ruborizarse con ganas cuando notó la posición en la que quedaron. Antes que pudiera decir algo, sus ojos se abrieron de forma exagerada cuando notó la boca de Hinori en uno de sus botones. Instintivamente, gimió al sentir la lengua de Hinori dando vueltas con su piedrecita pequeña. Chupaba como un bebé y no se decantaba solo por uno, puesto que con la otra masajeaba su otro seno. La albina abrió la boca y dio un respingo, para luego cerrar sus ojos, notándose un gran sonrojo en su rostro. ¿Dónde había quedado la chica tímida de antes? Ciertamente, se la habían cambiado. No podía negar que le gustaba esta faceta de la mujer también.
Cuando terminó, la albina nuevamente había quedado frente a frente a la pelinegra. ¿Quién hubiera pensado que Alice era alguien que tenía piel tan sensible, lo suficiente para gemir varias veces cuando Hinori hizo eso? Seguía ruborizada y un puchero se formó en rostro, clavando sus orbes azules en los perlados de la pirata.
– Bueno, creo que es mi turno – su puchero se convirtió en una sonrisa algo maliciosa.
Sin aviso alguno, besó con ganas a su pelinegra. Fue de la misma intensidad que los anteriores. Luego fue bajando y besó su cuello, lamiendo la piel pálida de la joven. Cuando llegó a sus pechos, sonrío y se llevó uno de los botones de Hinori a sus labios. Succionó, mordisqueó y lamió con cariño la zona sensible de ella, al tiempo que con su manos hizo una cosa muy distinta a lo que hizo ella. La tenía escondida debajo del agua y se dirigía hasta cierta zona prohibida. Sonrío con satisfacción al encontrar el lugar irregular y, mientras aún jugaba con su seno, empezó a acariciar su intimidad. En un comienzo fue por afuera, pero lentamente fue metiendo un dedo hacia adentro. No lo suficiente para llegar a donde demostraba su inocencia, pero si donde se notara. Fue sacando y metiendo su índice, aumentando la velocidad con forme pasaba el tiempo. Viendo que era su primera vez, se sentía sumamente estrecho.
– Creo que me estás volviendo loca – le dijo una vez que se separó. Retiró su dedo del lugar y lo levantó el agua. Lo miró por algunos segundos, sonrío y se lo llevó a la boca. Delicioso, como todo lo de ella.
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La pirata se sintió satisfecha cuando su albina gimió con cada una de sus caricias, con sus besos y sus pequeños juegos. Debía admitir que se iba sintiendo más animada con ella, como cogiese confianza iba a hacer muchas más cosas. La miró a los ojos de forma amable y se dio cuenta de su rubor. Escucharla gemir había sido demasiado delicioso y aquello provocó que la morena sonriera. Tenía el control por el momento de aquella preciosidad que tenía delante. Lo siguiente que planeaba iba a ser… No pudo, los labios de ella se juntaron. Hinori ya conocía el juego de memoria y por ello empezó a enrollar su lengua con la de la joven mientras sonreía. Notó entonces como ella lamía su cuello y la morena ladeó este dejándola espacio mientras sonreía de forma dulce. Estaba muy mona dándole mimos.
Cuando la joven empezó a lamer aquella zona sensible de su pecho como hizo ella anteriormente no pudo evitar que este se pusiera un poco erecto. Soltó un pequeño quejido mientras cerraba los ojos con fuerza y se relamía. Era una sensación bastante agradable y empezaba a sentir muchas cosas mejores. Justo entonces Hinori no pudo evitar abrir los ojos como platos al sentir la mano de ella en aquella zona tan delicada. La joven se mordió el labio inferior con fuerza y echó la cabeza hacia atrás, trataba de ahogar los jadeos de la mejor forma posible. Se había dado cuenta de que ella había puesto miradas felices cuando le decía cosas románticas. Tenía un plan, pero antes de que pudiera hacer nada pasó aquello.
- A-Alice no toques… ¡Aaaah! – Gimió entonces con fuerza al notar el dedo de la hermosa peliblanca entrar dentro de ella.
Durante aquellos segundos estuvo retorciéndose un poco mientras jadeaba sonrojada siendo dominada. Aquella sensación era mágica, no quería que aquello parase. Cuando paró y dijo que la estaba volviendo loca, pensó que eso debía de ser al revés. Se quedó mirando cómo lamía el dedo y eso provocó que los colores de Hinori subiesen hasta puntos realmente insospechables. Demasiada dulzura y encima estuvo a nada del desmayo. Era su momento de atacar, pero esta vez tenía que ir mucho más en serio. La morena se puso de pie y trató de tomarla en brazos con delicadeza, a tomar por culo bañera. Salió empapada, por eso había preparado toallas alrededor de la cama. La llevó al cuarto y entonces la echó suavemente en el colchón. Una vez allí se quedó mirándola y se fue echando sobre ella muy suavemente.
- Alice, esto voy a decírtelo a ti y es algo que quiero que tengas siempre en mente. – Gateó hasta ella tratando de ponerse encima y unió sus pechos a los de ella. – Te amo…
Una vez dijo aquello y sabiendo que posiblemente ella estaría enmudecida, la morena unió sus labios a los de ella y tranquilamente empezó a besarla. Esta vez mantuvo sus ojos abiertos para clavarlos en los de ella y de esa forma disfrutar del color. Era su turno esta vez. Hinori deslizó su mano derecha hacia la entrepierna de la joven y entonces empezó a frotarla muy despacio. Quería amoldar bien su palma a ella e ir reconociendo las zonas mientras la besaba. En cuanto memorizó bien la anatomía de la joven, introdujo su dedo corazón muy lentamente dentro de ella, pero entero. Trató entonces de apresar la lengua de su chica con los labios para mantenerla a raya en la boca y entonces sonreiría.
- Necesito hacerte sentir bien, Alice-chan…
Hinori comenzó a mover el dedo dentro de la que era su pareja. Lo hacía muy lentamente, pero llegando hasta donde podía y además agitándolo un poco hacia los lados para ir lentamente ensanchando. Sin pedir permiso, introdujo el segundo (Anular) dentro de ella también y empezó a mover ambos mientras la besaba. Separó sus labios de la hermosa joven y sin pensarlo empezó a morder su cuello. Ahora que ella tenía la boca libre quería escucharla gritar de placer, gritar su nombre, pedirle más. Continuó moviendo ambos dedos, pero cogiendo cada vez más velocidad, hasta que hubo un punto donde le susurró al oído.
- Tengo hambre…
Una clara indirecta de lo que estaba planeando la morena, la cual le lamió esa misma oreja de una forma bastante dulce y delicada, para después dejar un leve mordisco juguetón. Sacó los dedos del interior de ella tras unos segundos y copió exactamente lo que había hecho la albina metiéndolos en su boca, incluida la muletilla que ella tenía.
- Ara… Sublime…
Cuando la joven empezó a lamer aquella zona sensible de su pecho como hizo ella anteriormente no pudo evitar que este se pusiera un poco erecto. Soltó un pequeño quejido mientras cerraba los ojos con fuerza y se relamía. Era una sensación bastante agradable y empezaba a sentir muchas cosas mejores. Justo entonces Hinori no pudo evitar abrir los ojos como platos al sentir la mano de ella en aquella zona tan delicada. La joven se mordió el labio inferior con fuerza y echó la cabeza hacia atrás, trataba de ahogar los jadeos de la mejor forma posible. Se había dado cuenta de que ella había puesto miradas felices cuando le decía cosas románticas. Tenía un plan, pero antes de que pudiera hacer nada pasó aquello.
- A-Alice no toques… ¡Aaaah! – Gimió entonces con fuerza al notar el dedo de la hermosa peliblanca entrar dentro de ella.
Durante aquellos segundos estuvo retorciéndose un poco mientras jadeaba sonrojada siendo dominada. Aquella sensación era mágica, no quería que aquello parase. Cuando paró y dijo que la estaba volviendo loca, pensó que eso debía de ser al revés. Se quedó mirando cómo lamía el dedo y eso provocó que los colores de Hinori subiesen hasta puntos realmente insospechables. Demasiada dulzura y encima estuvo a nada del desmayo. Era su momento de atacar, pero esta vez tenía que ir mucho más en serio. La morena se puso de pie y trató de tomarla en brazos con delicadeza, a tomar por culo bañera. Salió empapada, por eso había preparado toallas alrededor de la cama. La llevó al cuarto y entonces la echó suavemente en el colchón. Una vez allí se quedó mirándola y se fue echando sobre ella muy suavemente.
- Alice, esto voy a decírtelo a ti y es algo que quiero que tengas siempre en mente. – Gateó hasta ella tratando de ponerse encima y unió sus pechos a los de ella. – Te amo…
Una vez dijo aquello y sabiendo que posiblemente ella estaría enmudecida, la morena unió sus labios a los de ella y tranquilamente empezó a besarla. Esta vez mantuvo sus ojos abiertos para clavarlos en los de ella y de esa forma disfrutar del color. Era su turno esta vez. Hinori deslizó su mano derecha hacia la entrepierna de la joven y entonces empezó a frotarla muy despacio. Quería amoldar bien su palma a ella e ir reconociendo las zonas mientras la besaba. En cuanto memorizó bien la anatomía de la joven, introdujo su dedo corazón muy lentamente dentro de ella, pero entero. Trató entonces de apresar la lengua de su chica con los labios para mantenerla a raya en la boca y entonces sonreiría.
- Necesito hacerte sentir bien, Alice-chan…
Hinori comenzó a mover el dedo dentro de la que era su pareja. Lo hacía muy lentamente, pero llegando hasta donde podía y además agitándolo un poco hacia los lados para ir lentamente ensanchando. Sin pedir permiso, introdujo el segundo (Anular) dentro de ella también y empezó a mover ambos mientras la besaba. Separó sus labios de la hermosa joven y sin pensarlo empezó a morder su cuello. Ahora que ella tenía la boca libre quería escucharla gritar de placer, gritar su nombre, pedirle más. Continuó moviendo ambos dedos, pero cogiendo cada vez más velocidad, hasta que hubo un punto donde le susurró al oído.
- Tengo hambre…
Una clara indirecta de lo que estaba planeando la morena, la cual le lamió esa misma oreja de una forma bastante dulce y delicada, para después dejar un leve mordisco juguetón. Sacó los dedos del interior de ella tras unos segundos y copió exactamente lo que había hecho la albina metiéndolos en su boca, incluida la muletilla que ella tenía.
- Ara… Sublime…
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Ah, los gemidos de Hinori eran música para los oídos de Alice. Cada vez que la belleza dejaba salir un sonido así, la joven sonreía con satisfacción ante un trabajo bien hecho. El rubor en su rostro fue épico cuando lamió el dedo delante de ella, pero así lo hacía ver mucho más hermosa que antes. En ese momento se puso de pie, mostrando en gloria y majestad por primera vez su cuerpo al desnudo delante de ella. Piel ligeramente un poco menos pálida que la suya, trasero redondo y bien proporcionado, caderas anchas y sus senos era incluso más grandes que los de ella. Una cosa que compartían las dos bellezas, era que sus cuerpos libres carecían de cualquier imperfección y vellosidad. Al menos podía jactarse que su trasero era más grande que el de ella. Pobre, tendría dolores de espalda eternos por culpa de sus senos. A lo mejor un día de estos le hacía un masaje de cuerpo completo como agradecimiento.
Sintió como su pelinegra la cargaba en sus brazos, dirigiéndose hasta la habitación. No dijo nada, tan solo rodeó su cuello con sus brazos y espero hasta que la llevara hasta la cama. Tenía curiosidad por saber lo que haría a continuación para responder ante sus acciones. Una vez que la dejó en el colchón, miró expectantemente a la joven. Escuchó sus palabras y sus ojos se abrieron exageradamente. Tragó en seco y le sonrío a Hinori. Pasó sus brazos por su cuello y la atrajo un poco hacia ella.
– Como dije, puede que te conozca de muy poco, pero fue una conexión inmediata de la que no me arrepiento. De lo que sí me arrepiento... es no haberte conocido antes – tantos dolores que podría haberse ahorrado en sus primeros días gracias a ella, pero ya todo estaba en el pasado. – Así que no me aterra en decir que también te amo – se declaró la albina.
Recibió los labios suyos y cerró los ojos, dejándose llevar por el momento. Ahora que ambas se acostumbraron a eso, sus lenguas danzaban en perfecta armonía. Gimió dentro de su boca al sentir su mano en su entrepierna y se revolvió un poco, pero eso era normal cuando uno consideraba que ella era un poco más sensible de lo normal. Seguía gimiendo dentro de su boca, de hecho dio un respingo cuando metió su dedo entero dentro de su intimidad. Si uno miraba más de cerca, podía notar que saliva se filtraba de la boca de ambas mujeres. Se sonrojó violentamente al ver que la copiaba y otro puchero se formó en su rostro.
– Supongo que me lo merezco por lo de antes – dijo de forma algo agitada la joven. Luego, le sonrío maliciosamente. – Pero creo que es hora que te muestre como uno se alimenta de verdad – ronroneó.
La albina estaba en su elemento y no dejaría que Hinori ganara. Le dio la vuelta a sus cuerpos y esta vez ella quedó encima de ella. Le sonrío de nuevo y besó su cuello, para luego jugar un rato con sus botones y así siguió hasta llegar a la entre pierna. Allí, un intenso aroma a miel invadió sus fosas nasales. Debido a su capacidad de olfato mejorado, ella podía notar cosas suaves y casi imperceptibles como la excitación de una mujer. Sin decir palabra alguna, levantó las piernas de la pelinegra las pasó por sus hombros, dando la ceña para que las cerrara. Lo hiciera o no, finalmente se sumergiría en su intimidad para reclamar su premio. Dada su posición, cada vez que Hinori se moviera o excitara demasiado, estaría provocando inconscientemente con sus piernas que el rostro de la albina se hundiera más de lo que ya estaba.
Sacó la lengua y lamió tentativamente la zona. Sus ojos se abrieron de forma exagerada e inmediatamente atacó como si de una loba hambrienta se tratara. Lamió, succiono y beso hasta saciar su hambre, sin perderse ningún detalle de su intimidad. Incluso trazó figuraas imaginarias con su lengua, todo sea para darle más placer a su compañera. Al cabo de unos minutos, Alice finalmente se separó y volvió a su posición inicial encima de ella, al tiempo que le sonreía suavemente.
– Y así... Es como se alimenta uno de verdad. –
Sintió como su pelinegra la cargaba en sus brazos, dirigiéndose hasta la habitación. No dijo nada, tan solo rodeó su cuello con sus brazos y espero hasta que la llevara hasta la cama. Tenía curiosidad por saber lo que haría a continuación para responder ante sus acciones. Una vez que la dejó en el colchón, miró expectantemente a la joven. Escuchó sus palabras y sus ojos se abrieron exageradamente. Tragó en seco y le sonrío a Hinori. Pasó sus brazos por su cuello y la atrajo un poco hacia ella.
– Como dije, puede que te conozca de muy poco, pero fue una conexión inmediata de la que no me arrepiento. De lo que sí me arrepiento... es no haberte conocido antes – tantos dolores que podría haberse ahorrado en sus primeros días gracias a ella, pero ya todo estaba en el pasado. – Así que no me aterra en decir que también te amo – se declaró la albina.
Recibió los labios suyos y cerró los ojos, dejándose llevar por el momento. Ahora que ambas se acostumbraron a eso, sus lenguas danzaban en perfecta armonía. Gimió dentro de su boca al sentir su mano en su entrepierna y se revolvió un poco, pero eso era normal cuando uno consideraba que ella era un poco más sensible de lo normal. Seguía gimiendo dentro de su boca, de hecho dio un respingo cuando metió su dedo entero dentro de su intimidad. Si uno miraba más de cerca, podía notar que saliva se filtraba de la boca de ambas mujeres. Se sonrojó violentamente al ver que la copiaba y otro puchero se formó en su rostro.
– Supongo que me lo merezco por lo de antes – dijo de forma algo agitada la joven. Luego, le sonrío maliciosamente. – Pero creo que es hora que te muestre como uno se alimenta de verdad – ronroneó.
La albina estaba en su elemento y no dejaría que Hinori ganara. Le dio la vuelta a sus cuerpos y esta vez ella quedó encima de ella. Le sonrío de nuevo y besó su cuello, para luego jugar un rato con sus botones y así siguió hasta llegar a la entre pierna. Allí, un intenso aroma a miel invadió sus fosas nasales. Debido a su capacidad de olfato mejorado, ella podía notar cosas suaves y casi imperceptibles como la excitación de una mujer. Sin decir palabra alguna, levantó las piernas de la pelinegra las pasó por sus hombros, dando la ceña para que las cerrara. Lo hiciera o no, finalmente se sumergiría en su intimidad para reclamar su premio. Dada su posición, cada vez que Hinori se moviera o excitara demasiado, estaría provocando inconscientemente con sus piernas que el rostro de la albina se hundiera más de lo que ya estaba.
Sacó la lengua y lamió tentativamente la zona. Sus ojos se abrieron de forma exagerada e inmediatamente atacó como si de una loba hambrienta se tratara. Lamió, succiono y beso hasta saciar su hambre, sin perderse ningún detalle de su intimidad. Incluso trazó figuraas imaginarias con su lengua, todo sea para darle más placer a su compañera. Al cabo de unos minutos, Alice finalmente se separó y volvió a su posición inicial encima de ella, al tiempo que le sonreía suavemente.
– Y así... Es como se alimenta uno de verdad. –
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Precisión
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Agudeza
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La joven no pudo evitar sonreír ante el ronroneo de la albina. Le pareció lo más adorable del mundo y sus gemidos fueron una hermosa melodía para ella. Hacerla sentir de aquella forma la motivó mucho más para continuar haciéndola suya. Le dedicó una mirada de amabilidad increíble y se perdió unos momentos en sus bellos ojos azulados. Si la felicidad existía de verdad estaba allí, tumbada junto a la chica que la había enamorado y robado el alma. Ambas empapadas por el agua de la bañera y por la lujuria. Algo que ella no había hecho nunca, pero que ahora disfrutaría junto a aquella preciosa joven de cabellos blancos. Pasó los dedos por su abdomen como si un piano fuese, delicadamente y dando leves toquecitos mientras trataba de arrebatarle una sonrisa con sus propios ojos. Era la perfección hecha mujer.
Notó su cuerpo ceder ante el de ella en un despiste y quedó debajo. Miró con inocencia a la albina despacio y después notó sus labios en su sensible cuello. Hinori abrió la boca despacio, soltando un leve quejido de gusto mientras cerraba los ojos y se dejaba hacer. Los labios de su pequeña pronto pasaron a sus senos. Contuvo las ganas de gemir y se hizo la dura mientras se mordía el labio. Entonces llegó algo que no se esperó. Sus piernas fueron subidas en ella y el rostro de la chica se hundió en su intimidad. El rostro de ella se puso como un tomate y no pudo evitar temblar un poco mientras tragaba saliva. Notarla allí debajo la hizo gemir con fuerza mientras movía un poco sus piernas. De su boca salían quejidos y gritos. La saliva resbalaba por sus comisuras siéndole muy complicado tragar.
- ¡Alice-chan! ¡Aaaaaah! ¡Mmmmmm!
Durante los minutos que ella estuvo así no pudo evitar sentirse en el paraíso. Cuando la tuvo de nuevo encima y escuchó sus palabras no pudo evitar mirarla con deseo. Era su turno y esta vez no iba a dejarse… Aunque le encantaba. Depositó sus manos en los pechos de ella y apretó un poco mientras activaba su ámbito eléctrico a la mínima potencia. Planeaba erizarle todo el cabello y hacerla sentir cosquilleo. Entonces sonrió de forma dulce y la miró a los ojos con un pequeño rubor invadiendo sus mejillas.
- Es mi turno ahora, Alice. Me da un poco de vergüenza, pero quiero hacerlo…
Tras decir aquello aprovechó que ella estaba encima para tomarla y ponerla de rodillas sobre ella. Entonces haría que la albina colocase una rodilla a cada lado de la cabeza de ella. Estando la pirata tumbada bocarriba debajo, tenía la cena servida. La tomó de la cintura y levantó un poco su cabeza. Ahora se atrevió a unir su boca en la zona íntima de su chica. Olió el aroma de la lujuria con ganas y lo primero que hizo fue dar un leve beso de forma mimosa. Tras unos segundos empezó a lamer de forma calmada, hasta que fue aumentando el ritmo. Aquel sabor no le desagradaba y por ello continuó. Apretaba el trasero de ella con sus manos para bajarla hacia abajo y que estuviese más dispuesta para ella. Aspiró con fuerza buscando arrancarle unos cuantos gemidos, hasta que finalmente hizo aquello. Metió su húmeda lengua en el interior de la albina. Allí empezó a moverla en círculos, saboreando aquellos líquidos que no hacían más que excitarla más a ella.
Hinori entonces en un acto travieso usó uno de sus dedos también para humedecerlo, después lo dirigió hacia la entrada trasera de la hermosa albina. Estando ya mojado metió la punta muy suavemente, todo sin dejar de alimentarse de ella en la otra zona. Activó el ámbito de vibración y lo empleó en su dedo para empezar a jugar un poco en el otro sitio. Tras unos segundos terminó de introducir el dedo y sin dejar de hacerlo vibrar mostró una sonrisa. La tomó con fuerza y la dejó debajo de ella, mirándola a los ojos y moviendo su dedo. Entonces fue cuando le dedicó una sonrisa y sus alas blancas salieron de su espalda. Envolvieron el cuerpo de la albina como sábanas, dejando a Hinori y a Alice totalmente pegadas y protegidas en una especie de escudo de plumas. Allí la morena besó sus labios de nuevo, compartiendo los fluidos de su chica con ella y mezclándolos con su saliva. El dedo pasó de la zona trasera a la principal, junto a un segundo y finalmente a un tercer dedo. Con los tres introducidos activó la vibración y el mínimo de electricidad. Empezó a mover su mano rápidamente mientras la besaba y susurraba contra sus labios.
- Eres mía, Alice-chan. Juro ser tuya y mostrarte mi amor durante toda la vida…
Fue lo último que dijo antes de empezar a beber de forma algo lasciva la saliva de ella, tragando y atrapando su lengua entre los labios.
Notó su cuerpo ceder ante el de ella en un despiste y quedó debajo. Miró con inocencia a la albina despacio y después notó sus labios en su sensible cuello. Hinori abrió la boca despacio, soltando un leve quejido de gusto mientras cerraba los ojos y se dejaba hacer. Los labios de su pequeña pronto pasaron a sus senos. Contuvo las ganas de gemir y se hizo la dura mientras se mordía el labio. Entonces llegó algo que no se esperó. Sus piernas fueron subidas en ella y el rostro de la chica se hundió en su intimidad. El rostro de ella se puso como un tomate y no pudo evitar temblar un poco mientras tragaba saliva. Notarla allí debajo la hizo gemir con fuerza mientras movía un poco sus piernas. De su boca salían quejidos y gritos. La saliva resbalaba por sus comisuras siéndole muy complicado tragar.
- ¡Alice-chan! ¡Aaaaaah! ¡Mmmmmm!
Durante los minutos que ella estuvo así no pudo evitar sentirse en el paraíso. Cuando la tuvo de nuevo encima y escuchó sus palabras no pudo evitar mirarla con deseo. Era su turno y esta vez no iba a dejarse… Aunque le encantaba. Depositó sus manos en los pechos de ella y apretó un poco mientras activaba su ámbito eléctrico a la mínima potencia. Planeaba erizarle todo el cabello y hacerla sentir cosquilleo. Entonces sonrió de forma dulce y la miró a los ojos con un pequeño rubor invadiendo sus mejillas.
- Es mi turno ahora, Alice. Me da un poco de vergüenza, pero quiero hacerlo…
Tras decir aquello aprovechó que ella estaba encima para tomarla y ponerla de rodillas sobre ella. Entonces haría que la albina colocase una rodilla a cada lado de la cabeza de ella. Estando la pirata tumbada bocarriba debajo, tenía la cena servida. La tomó de la cintura y levantó un poco su cabeza. Ahora se atrevió a unir su boca en la zona íntima de su chica. Olió el aroma de la lujuria con ganas y lo primero que hizo fue dar un leve beso de forma mimosa. Tras unos segundos empezó a lamer de forma calmada, hasta que fue aumentando el ritmo. Aquel sabor no le desagradaba y por ello continuó. Apretaba el trasero de ella con sus manos para bajarla hacia abajo y que estuviese más dispuesta para ella. Aspiró con fuerza buscando arrancarle unos cuantos gemidos, hasta que finalmente hizo aquello. Metió su húmeda lengua en el interior de la albina. Allí empezó a moverla en círculos, saboreando aquellos líquidos que no hacían más que excitarla más a ella.
Hinori entonces en un acto travieso usó uno de sus dedos también para humedecerlo, después lo dirigió hacia la entrada trasera de la hermosa albina. Estando ya mojado metió la punta muy suavemente, todo sin dejar de alimentarse de ella en la otra zona. Activó el ámbito de vibración y lo empleó en su dedo para empezar a jugar un poco en el otro sitio. Tras unos segundos terminó de introducir el dedo y sin dejar de hacerlo vibrar mostró una sonrisa. La tomó con fuerza y la dejó debajo de ella, mirándola a los ojos y moviendo su dedo. Entonces fue cuando le dedicó una sonrisa y sus alas blancas salieron de su espalda. Envolvieron el cuerpo de la albina como sábanas, dejando a Hinori y a Alice totalmente pegadas y protegidas en una especie de escudo de plumas. Allí la morena besó sus labios de nuevo, compartiendo los fluidos de su chica con ella y mezclándolos con su saliva. El dedo pasó de la zona trasera a la principal, junto a un segundo y finalmente a un tercer dedo. Con los tres introducidos activó la vibración y el mínimo de electricidad. Empezó a mover su mano rápidamente mientras la besaba y susurraba contra sus labios.
- Eres mía, Alice-chan. Juro ser tuya y mostrarte mi amor durante toda la vida…
Fue lo último que dijo antes de empezar a beber de forma algo lasciva la saliva de ella, tragando y atrapando su lengua entre los labios.
Alice Branwen
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Alice se sonrojó al oír sus gemidos y desvió su mirada por algunos segundos. Antes no había caído en cuenta, pero... estaban siendo demasiado bulliciosas. Bueno, era la primera vez de ella y de Hinori, por lo que podía entenderse. Sus cuerpos aún no estaba acostumbrados, así el placer que recibían era... Se entendía y eso era todo. Observó la mirada que le dirigía la belleza pelinegra y tragó un poco en seco. Todo rastro de timidez había desaparecido casi por completo y ya de había dejando dominar por la lujuria. Aquello lo excitaba más y más. Lo mejor de todo esto... es que las mujeres podían acabar más veces de las que un hombre podría sin complicaciones. Así que este encuentro iba para rato, al menos hasta que alguna de las dos terminara cansada. Viendo la fuerza que demostró anteriormente, debía suponer que la pirata tenía más resistencia. Bueno, eso no importaba. No lo consideraba como una competencia, de todos modos. Solo quería ser una buena pareja y darle lo mejor. Era lo que se merecía, después de todo.
– Mmm – se estremeció Alice cuando puso sus manos en sus pechos.
Por lo que pudo notar, la pelinegra tenía una especie de poder eléctrico. Eso causó que la punta de su cabello se erizara y que sus botones se colocaran más duros, así también como sintió que una especie de cosquilleo recorría su espalda. Luego escuchó sus palabras y tragó un poco, pero asintió con determinación. Dejó que Hinori la tomara, curiosa por saber lo que haría. Al ver que dirigía su cuerpo hacia su cabeza, sus ojos se abrieron un poco más de lo normal. Si, ya entendía lo que haría y eso hizo que su rubor se esparciera más por su cara, pero no se resistió en lo más mínimo.
– ¡Ahh! ¡Así, Hinori-chan! –
Sentía como la lengua de la chica recorría todo su interior y no podía dejar de gemir ante sus trazos. Se sentía muy bien, más viendo que lo hacía su pelinegra. Se había aguantado tanto tiempo y ahora se alegraba que la había encontrado. Pese a que estaban en bandos contrarios, eso no le importaba en lo más mínimo. De hecho, al darse cuenta que se trataba de una relación prohibida, hizo que su cuerpo se excitara más y dejara salir un poco más de fluído.
– ¿Qué estás...? – preguntó la albina al ver que movía su brazo.
Sus ojos se abrieron de forma exagerada cuando sintió el dedo de la mujer entrar en su otra zona. Su cuerpo tembló con violencia ante la nueva sensación y apretó las sábanas con sus manos, al tiempo que cerraba los ojos. Era... distinto, pero no menos placentero que todo lo de este día. Al cabo de unos momentos consiguió adaptarse a eso y ahora seguía disfrutando. Su trasero temblaba un poco por la vibración y tuvo que controlarse para no abrir la boca más de lo necesario. Sintió como la pirata movía su cuerpo y abrió sus ojos, encontrándose nuevamente debajo y a merced de Hinori. No dijo nada cuando vio salir esas alas, simplemente miró. Sin antes creía que era un ángel, ahora estaba totalmente convencida de aquello. No se resistió al beso y enredó su lengua con la de ella de nuevo, gimiendo al notar que tan húmedo estaba debido a lo hecho anteriormente. Escuchó sus palabras y tembló, para luego besarla nuevamente. La estaba haciendo sentir tan bien, que era mejor gemir dentro de su boca o sino terminaría echándolas por molestar a los demás vecinos... Pese a que bastante tarde era ya.
– Para siempre y por siempre – le sonrío dulcemente luego del beso lascivo, haciendo un esfuerzo de hablar debido al placer. – Te amo, pese a que solo nos conocemos un par de horas – solo eso le había tomado para arrebatarle su corazón.
Y para demostrarlo... cambió posiciones de nuevo con ella. Se soltó un poco de agarre e invirtió su cuerpo, quedando su cara justo debajo de su zona íntima, mientras que su parte inferior quedaba nuevamente a merced de su Hinori. Colocó tres dedos en su interior y empezó a entrar y salir, para luego ir aumentando la velocidad, mientras que buscaba algo dentro. Si mal no recordaba, debía estar un poco hacia el... Ah, ahí estaba. Lo reconoció, porque parecía vagamente como un botón para presionar. Era la parte más sensible de una mujer y si se estimulaba lo suficiente había leído que provocaría que terminara con más... intensidad. No sabía a que se refería, pero lo averiguaría.
Fue aumentando la velocidad y colocó un tercer dedo, concentrándose solo en ese punto. En eso se le ocurrió algo y sonrío. No era el uso que un CP le daría a una de sus técnicas, pero serviría bastante en este caso. Activó su Kempo del Kami-E y parecía como si sus dedos desaparecieran, pero no. Simplemente gracias a su técnica la velocidad de toda su mano había aumentado a tal nivel, que a penas se podía apreciar un borrón. Aumentó la intensidad, al tiempo que ella también gemía debido a las acciones de su pelinegra.
– Mmm – se estremeció Alice cuando puso sus manos en sus pechos.
Por lo que pudo notar, la pelinegra tenía una especie de poder eléctrico. Eso causó que la punta de su cabello se erizara y que sus botones se colocaran más duros, así también como sintió que una especie de cosquilleo recorría su espalda. Luego escuchó sus palabras y tragó un poco, pero asintió con determinación. Dejó que Hinori la tomara, curiosa por saber lo que haría. Al ver que dirigía su cuerpo hacia su cabeza, sus ojos se abrieron un poco más de lo normal. Si, ya entendía lo que haría y eso hizo que su rubor se esparciera más por su cara, pero no se resistió en lo más mínimo.
– ¡Ahh! ¡Así, Hinori-chan! –
Sentía como la lengua de la chica recorría todo su interior y no podía dejar de gemir ante sus trazos. Se sentía muy bien, más viendo que lo hacía su pelinegra. Se había aguantado tanto tiempo y ahora se alegraba que la había encontrado. Pese a que estaban en bandos contrarios, eso no le importaba en lo más mínimo. De hecho, al darse cuenta que se trataba de una relación prohibida, hizo que su cuerpo se excitara más y dejara salir un poco más de fluído.
– ¿Qué estás...? – preguntó la albina al ver que movía su brazo.
Sus ojos se abrieron de forma exagerada cuando sintió el dedo de la mujer entrar en su otra zona. Su cuerpo tembló con violencia ante la nueva sensación y apretó las sábanas con sus manos, al tiempo que cerraba los ojos. Era... distinto, pero no menos placentero que todo lo de este día. Al cabo de unos momentos consiguió adaptarse a eso y ahora seguía disfrutando. Su trasero temblaba un poco por la vibración y tuvo que controlarse para no abrir la boca más de lo necesario. Sintió como la pirata movía su cuerpo y abrió sus ojos, encontrándose nuevamente debajo y a merced de Hinori. No dijo nada cuando vio salir esas alas, simplemente miró. Sin antes creía que era un ángel, ahora estaba totalmente convencida de aquello. No se resistió al beso y enredó su lengua con la de ella de nuevo, gimiendo al notar que tan húmedo estaba debido a lo hecho anteriormente. Escuchó sus palabras y tembló, para luego besarla nuevamente. La estaba haciendo sentir tan bien, que era mejor gemir dentro de su boca o sino terminaría echándolas por molestar a los demás vecinos... Pese a que bastante tarde era ya.
– Para siempre y por siempre – le sonrío dulcemente luego del beso lascivo, haciendo un esfuerzo de hablar debido al placer. – Te amo, pese a que solo nos conocemos un par de horas – solo eso le había tomado para arrebatarle su corazón.
Y para demostrarlo... cambió posiciones de nuevo con ella. Se soltó un poco de agarre e invirtió su cuerpo, quedando su cara justo debajo de su zona íntima, mientras que su parte inferior quedaba nuevamente a merced de su Hinori. Colocó tres dedos en su interior y empezó a entrar y salir, para luego ir aumentando la velocidad, mientras que buscaba algo dentro. Si mal no recordaba, debía estar un poco hacia el... Ah, ahí estaba. Lo reconoció, porque parecía vagamente como un botón para presionar. Era la parte más sensible de una mujer y si se estimulaba lo suficiente había leído que provocaría que terminara con más... intensidad. No sabía a que se refería, pero lo averiguaría.
Fue aumentando la velocidad y colocó un tercer dedo, concentrándose solo en ese punto. En eso se le ocurrió algo y sonrío. No era el uso que un CP le daría a una de sus técnicas, pero serviría bastante en este caso. Activó su Kempo del Kami-E y parecía como si sus dedos desaparecieran, pero no. Simplemente gracias a su técnica la velocidad de toda su mano había aumentado a tal nivel, que a penas se podía apreciar un borrón. Aumentó la intensidad, al tiempo que ella también gemía debido a las acciones de su pelinegra.
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