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Estaba de vuelta en Ennies Lobby. Como siempre, los trámites necesarios para poder desembarcar resultaban enormemente tediosos. Y se me hicieron más largos aún sabiendo el motivo que me traía de vuelta a la Isla Judicial. Estaba ansioso por comenzar mi nuevo entrenamiento, esta vez con un nuevo maestro. Un Agente muy poderoso llamado Taiga Redfield, al que Tobías conocía y al que había hablado sobre mí tras nuestro entrenamiento. Por lo que me dijo el moreno, el Agente Redfield estaba especializado en el combate cuerpo a cuerpo, como yo, y podría ayudarme mucho a mejorar mis habilidades.
Abandoné el puerto y me dirigí al pabellón administrativo. Una vez allí, me dirigí hacia Shelly, una administrativa morena y con gafas, encargada de los datos de los Agentes que se encontraban en la Isla en cada momento, y le dije:
- Buenos días, Shelly. ¿Podrías decirme si el Agente Redfield se encuentra en la isla? Debo reunirme con él.
- Por supuesto, Agente Anders. Si, el Agente Redfield está en Ennies Lobby en estos momentos. ¿Quiere que le lleve hasta él?
- Si, por favor, Shelly. Le agradecería que me guiara hacia donde se encuentre el Agente Redfield, todavía hay zonas de la Isla de conozco del todo.
- De acuerdo. Sígame entonces, por favor.
En cuanto la administrativa se puso en marcha, me puse a su lado. Cuanto antes empezara mi nuevo entrenamiento, mejor.
Abandoné el puerto y me dirigí al pabellón administrativo. Una vez allí, me dirigí hacia Shelly, una administrativa morena y con gafas, encargada de los datos de los Agentes que se encontraban en la Isla en cada momento, y le dije:
- Buenos días, Shelly. ¿Podrías decirme si el Agente Redfield se encuentra en la isla? Debo reunirme con él.
- Por supuesto, Agente Anders. Si, el Agente Redfield está en Ennies Lobby en estos momentos. ¿Quiere que le lleve hasta él?
- Si, por favor, Shelly. Le agradecería que me guiara hacia donde se encuentre el Agente Redfield, todavía hay zonas de la Isla de conozco del todo.
- De acuerdo. Sígame entonces, por favor.
En cuanto la administrativa se puso en marcha, me puse a su lado. Cuanto antes empezara mi nuevo entrenamiento, mejor.
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La división ya había sido anunciada solo faltaba que la gente empezara a interesarse. Iba a tener que lucirse si nadie lo hacía. Ir a por un Ju Senshi por ejemplo podía dar resultado. En esos momentos el lobo del gobierno se hallaba en uno de los patios interiores. El suelo era todo césped, había puentes de madera sobre pequeños lagos de menos de tres metros de diámetro y algunas cascadas en miniatura. También estatuas de piedra de buda o de algunas otras deidades. Él por su parte estaba bajo una de aquellas cataratas. El agua caía sobre su cabeza y él tenía los ojos cerrados. Estaba sentado y tan solo vestía con un pantalón negro, lo que dejaba ver su musculoso cuerpo. Llevaba unos días mejorando sus habilidades. Se había deshecho de todas sus técnicas del estilo Cold. Su rumbo se había torcido a algo más importante que eso.
El hecho de dejar el taco tranquilo tuvo algo que ver. Había confiado mucho más en sus puños y piernas. El rubio abrió los ojos despacio y se colocó en pie. No la fuerza de la pequeña cascada podía tirarlo al suelo por la fuerza. Saltó hacia uno de los estanques y una vez allí se sumergió. Era una suerte que el agua le llegase por la cintura, así no se ahogaba. Salió totalmente empapado y se colocó de pie sobre la hierba. Las gotas caían por su cuerpo y su rostro mostraba una expresión calmada en todo momento. Empezó a oler algo raro. Se acercaban personas. El rubio entonces se mantuvo calmado y miró al frente con calma. Pudo ver a una mujer que había visto ya varias veces por la agencia y a una persona de cabellos… Bueno, cabeza afeitada tal vez. No dijo nada, solo se mantuvo mirándoles. Que estuviesen allí podía ser por tres cosas. Entrenar, ver el lindo patio interior o buscarle a él.
- Buenos días, compañeros. Yo ya me iba, tenéis el patio para vosotros solos si lo deseáis. – Mencionó alzando la mano y con un tono agradable, además de su típica sonrisa.
Esperaba sinceramente que no la hubiese liado de nuevo. Entonces algo le llamó la atención del chico rapado. Tenía un aura algo más fuerte que los novatos, pero Tobias era mucho más fuerte. La otra chica tampoco era muy fuerte a su lado al menos, por lo que quizás iban a entrenar o tenían una cita amorosa. El rubio caminó hasta un pequeño pedrusco donde tenía su mochila. Empezó a abrirla y sacó un pequeño envase de plástico. Lo abrió y un olor a arroz con queso fundido inundó el lugar. Empezó a comérselo con un tenedor de plástico mientras se colocaba la mochila a la espalda tranquilamente.
El hecho de dejar el taco tranquilo tuvo algo que ver. Había confiado mucho más en sus puños y piernas. El rubio abrió los ojos despacio y se colocó en pie. No la fuerza de la pequeña cascada podía tirarlo al suelo por la fuerza. Saltó hacia uno de los estanques y una vez allí se sumergió. Era una suerte que el agua le llegase por la cintura, así no se ahogaba. Salió totalmente empapado y se colocó de pie sobre la hierba. Las gotas caían por su cuerpo y su rostro mostraba una expresión calmada en todo momento. Empezó a oler algo raro. Se acercaban personas. El rubio entonces se mantuvo calmado y miró al frente con calma. Pudo ver a una mujer que había visto ya varias veces por la agencia y a una persona de cabellos… Bueno, cabeza afeitada tal vez. No dijo nada, solo se mantuvo mirándoles. Que estuviesen allí podía ser por tres cosas. Entrenar, ver el lindo patio interior o buscarle a él.
- Buenos días, compañeros. Yo ya me iba, tenéis el patio para vosotros solos si lo deseáis. – Mencionó alzando la mano y con un tono agradable, además de su típica sonrisa.
Esperaba sinceramente que no la hubiese liado de nuevo. Entonces algo le llamó la atención del chico rapado. Tenía un aura algo más fuerte que los novatos, pero Tobias era mucho más fuerte. La otra chica tampoco era muy fuerte a su lado al menos, por lo que quizás iban a entrenar o tenían una cita amorosa. El rubio caminó hasta un pequeño pedrusco donde tenía su mochila. Empezó a abrirla y sacó un pequeño envase de plástico. Lo abrió y un olor a arroz con queso fundido inundó el lugar. Empezó a comérselo con un tenedor de plástico mientras se colocaba la mochila a la espalda tranquilamente.
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Shelly me guió hasta llegar a uno de los patios interiores. Se trataba de un lugar idóneo para relajarse y para hacer ejercicio en solitario, o para leer un libro. Hierba por todas partes, y pequeños lagos cruzados por puentes de madera, en los que caían cascadas en miniatura. Resultaba idílico. En ese momento, me miró y me anunció:
- Este es el lugar, Agente Anders. El Agente Redfield se encuentra en este patio.
Apenas unos segundos después, apareció ante nuestros ojos un hombre alto y rubio. Se encontraba de pie sobre la hierba, con el torso desnudo y goteando agua. Probablemente se acabara de dar un baño en la charca que adornaba el lugar. El hombre, además de ancho, era alto y musculoso, a primera vista más corpulento pero menos definido que yo. Su mirada estaba fija en Shelly y en mí, como si se tratase de un animal que, de repente, detecta la presencia de dos extraños en su territorio. Sus ojos azules transmitían calma, pero también daban la sensación de esconder un enorme poder.
El hombre, sonriente, nos dijo que si lo deseábamos podrían tener el patio para ellos solos, que él ya se iba. No sé que habría pensado que íbamos a hacer allí, la verdad. Incluso me hizo gracia el comentario, aunque no diera muestra alguna de ello exteriormente. Acto seguido, sacó de su mochila un envase con lo que parecía algún tipo de arroz, y que emitía un delicioso olor a queso, y empezó a dar cuenta de ello. Con voz calmada pero firme, me dirigí a él diciendo:
En realidad, Agente Redfield, le buscaba a usted, precisamente. Mi nombre es Anders D Thawne, y soy un Agente Auxiliar que lleva muy poco tiempo en el Cipher Pol. Creo que el Agente Thorn le ha hablado sobre mí. He sido informado que se encontraba en la isla y de que había aceptado entrenar conmigo, y por eso he venido a buscarle. Espero no molestarle.
De pie, a unos 10 metros del rubio, esperé su respuesta. A decir verdad, estaba deseoso de comenzar a entrenar con él. Por lo que me había dicho Tobías, y por lo que había oído a otros agentes, se trataba de uno de los mejores combatientes cuerpo a cuerpo, si no el mejor, de toda la Agencia. Por lo tanto, quería aprender todo lo que alguien tan poderoso pudiera enseñarme. Puede que en ese momento la brecha de poder entre nosotros fuese inmensa, pero estaba decidido a que esa diferencia se fuese acortando cada vez más hasta desaparecer.
- Este es el lugar, Agente Anders. El Agente Redfield se encuentra en este patio.
Apenas unos segundos después, apareció ante nuestros ojos un hombre alto y rubio. Se encontraba de pie sobre la hierba, con el torso desnudo y goteando agua. Probablemente se acabara de dar un baño en la charca que adornaba el lugar. El hombre, además de ancho, era alto y musculoso, a primera vista más corpulento pero menos definido que yo. Su mirada estaba fija en Shelly y en mí, como si se tratase de un animal que, de repente, detecta la presencia de dos extraños en su territorio. Sus ojos azules transmitían calma, pero también daban la sensación de esconder un enorme poder.
El hombre, sonriente, nos dijo que si lo deseábamos podrían tener el patio para ellos solos, que él ya se iba. No sé que habría pensado que íbamos a hacer allí, la verdad. Incluso me hizo gracia el comentario, aunque no diera muestra alguna de ello exteriormente. Acto seguido, sacó de su mochila un envase con lo que parecía algún tipo de arroz, y que emitía un delicioso olor a queso, y empezó a dar cuenta de ello. Con voz calmada pero firme, me dirigí a él diciendo:
En realidad, Agente Redfield, le buscaba a usted, precisamente. Mi nombre es Anders D Thawne, y soy un Agente Auxiliar que lleva muy poco tiempo en el Cipher Pol. Creo que el Agente Thorn le ha hablado sobre mí. He sido informado que se encontraba en la isla y de que había aceptado entrenar conmigo, y por eso he venido a buscarle. Espero no molestarle.
De pie, a unos 10 metros del rubio, esperé su respuesta. A decir verdad, estaba deseoso de comenzar a entrenar con él. Por lo que me había dicho Tobías, y por lo que había oído a otros agentes, se trataba de uno de los mejores combatientes cuerpo a cuerpo, si no el mejor, de toda la Agencia. Por lo tanto, quería aprender todo lo que alguien tan poderoso pudiera enseñarme. Puede que en ese momento la brecha de poder entre nosotros fuese inmensa, pero estaba decidido a que esa diferencia se fuese acortando cada vez más hasta desaparecer.
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El agente dirigió una mirada calmada a las dos personas que habían llegado. No eran personas dispuestas a entrenar por su cuenta o que quisieran ligar. El rubio ladeó unos centímetros la cabeza a un lado y después se rascó la barbilla. Le estaban buscando a él y eso le hizo alzar una ceja. Últimamente demasiada gente le buscaba y que hubiese también un señor rapado en la lista le hizo un poco de gracia. Se llevó la mano derecha a la cabeza y después se colocó en mejor postura. Dejó la mochila en el suelo y después soltó un pequeño bostezo. Iba siendo hora de dormir, pero primero era la educación y llevarse bien con todo el mundo. Estaba bastante asombrado con el nombre de aquel tipo, pues la D era algo que últimamente escuchaba demasiado. De todas formas, no iba a juzgarle por eso de ninguna manera.
Escuchó el rango del chico y sonrió al ver que no era un superior que iba a echarle la bronca. Entonces llegó la parte de Tobias, ese pequeño luchador había dicho que… ¿Él lo iba a entrenar? Qué cabronazo. Una sonrisa se formó en el rostro de Taiga y después de unos momentos soltó una pequeña carcajada. Ese capullo había dado una información que él no había aprobado, pero no iba a hacerle la putada al chico. Tobías era su alumno del estilo Flujo Energía y por ello debía comportarse como su maestro. Asumiría sus palabras y le libraría de una bronca por hacer a otro agente hacerse el viaje en vano. Últimamente, el rubio era apodado el maestro del CP. Enseñaba a casi todo el mundo de aquella organización.
- Tobías es un capullo, pero sin problema. Vamos, dime lo que deseas aprender, pero mientras combatimos, compañero. – Dijo el rubio mostrando una sonrisa agradable y dejando la mochila a un lado.
El lobo tosió un poco para tener la voz aclarada y con la mano le hizo un gesto a la chica con gafas para que volviera a su trabajo. A partir de ese momento, él mismo se ocuparía del chico que tenía delante de sus ojos. Se había quedado con su nombre perfectamente. Movió el cuello de un lado a otro y después alzó los puños en una postura similar a la de un boxeador. Centró su haki de observación en el hombre rapado y después de unos momentos su sonrisa se ensanchó bastante.
- No tengas miedo de ir con toda tu potencia, estoy entrenado para aguantar cualquier ataque de los nuevos miembros del gobierno. – Dijo entonces entrecerrando los ojos despacio y esperando a que le dijese lo que deseaba.
Escuchó el rango del chico y sonrió al ver que no era un superior que iba a echarle la bronca. Entonces llegó la parte de Tobias, ese pequeño luchador había dicho que… ¿Él lo iba a entrenar? Qué cabronazo. Una sonrisa se formó en el rostro de Taiga y después de unos momentos soltó una pequeña carcajada. Ese capullo había dado una información que él no había aprobado, pero no iba a hacerle la putada al chico. Tobías era su alumno del estilo Flujo Energía y por ello debía comportarse como su maestro. Asumiría sus palabras y le libraría de una bronca por hacer a otro agente hacerse el viaje en vano. Últimamente, el rubio era apodado el maestro del CP. Enseñaba a casi todo el mundo de aquella organización.
- Tobías es un capullo, pero sin problema. Vamos, dime lo que deseas aprender, pero mientras combatimos, compañero. – Dijo el rubio mostrando una sonrisa agradable y dejando la mochila a un lado.
El lobo tosió un poco para tener la voz aclarada y con la mano le hizo un gesto a la chica con gafas para que volviera a su trabajo. A partir de ese momento, él mismo se ocuparía del chico que tenía delante de sus ojos. Se había quedado con su nombre perfectamente. Movió el cuello de un lado a otro y después alzó los puños en una postura similar a la de un boxeador. Centró su haki de observación en el hombre rapado y después de unos momentos su sonrisa se ensanchó bastante.
- No tengas miedo de ir con toda tu potencia, estoy entrenado para aguantar cualquier ataque de los nuevos miembros del gobierno. – Dijo entonces entrecerrando los ojos despacio y esperando a que le dijese lo que deseaba.
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El rubio parecía sorprendido de que fuera buscarle a él lo que me había traído hasta aquel patio, y no se esforzó lo más mínimo por disimularlo. A primera vista parecía un tipo natural, alguien que se muestra como es y que no se esconde de los demás.
Me sorprendió su reacción cuando le conté el motivo de que estuviese allí. Primero sonrió, y luego se le escapó una carcajada, que fue incapaz de evitar. A la vista de aquello y de sus palabras, no me quedaba muy claro que Tobías le hubiese avisado de nada, aunque me fiaba bastante del moreno, daba la impresión de ser el tipo de persona que hacía lo que decía. Así que bien podía ser una prueba más del Agente Redfield, hacerse el loco como si no supiera nada sobre mí pero aceptar entrenar de todas formas para ver si le sorprendía con algo que no supiese ya.
Su invitación inicial a que le atacara e iniciara el combate, sin hablar antes ni nada me sorprendió, aunque no puedo decir que me desagradara. No me parece mala idea comenzar a hacerte una idea sobre las habilidades de la otra persona a la vez que vais intercambiando información.
- De acuerdo, Agente Redfield. Gracias por aceptar entrenar. Empecemos.
Y, dicho esto, me lancé hacia él con el Haki de Observación activado, utilizando el Soru para llegar hasta su posición y lanzarle un puñetazo dirigido a su costado izquierdo, usando el Hasshoken para crear una onda de choque en el lugar donde impactara mi puño. El aire comenzó a vibrar en torno a mí a la hora de utilizar mi ámbito. No esperaba acertarle, ya que sería imposible pillar a alguien de su nivel con una técnica tan sencilla, pero quería obtener una primera impresión de su habilidad.
Ocurriese lo que ocurriese, pensaba mirarle a los ojos y decirle:
- Quiero aprender alguna técnica nueva del Rokushiki, en particular la que permite impulsarse en el aire. Geppou creo que se llama. Por otro lado, he oído que está reclutando Agentes para una nueva división, y me gustaría probar que estoy capacitado para unirme a ella.
Después, manteniendo mi Haki activado, esperaría el siguiente movimiento del rubio.
Me sorprendió su reacción cuando le conté el motivo de que estuviese allí. Primero sonrió, y luego se le escapó una carcajada, que fue incapaz de evitar. A la vista de aquello y de sus palabras, no me quedaba muy claro que Tobías le hubiese avisado de nada, aunque me fiaba bastante del moreno, daba la impresión de ser el tipo de persona que hacía lo que decía. Así que bien podía ser una prueba más del Agente Redfield, hacerse el loco como si no supiera nada sobre mí pero aceptar entrenar de todas formas para ver si le sorprendía con algo que no supiese ya.
Su invitación inicial a que le atacara e iniciara el combate, sin hablar antes ni nada me sorprendió, aunque no puedo decir que me desagradara. No me parece mala idea comenzar a hacerte una idea sobre las habilidades de la otra persona a la vez que vais intercambiando información.
- De acuerdo, Agente Redfield. Gracias por aceptar entrenar. Empecemos.
Y, dicho esto, me lancé hacia él con el Haki de Observación activado, utilizando el Soru para llegar hasta su posición y lanzarle un puñetazo dirigido a su costado izquierdo, usando el Hasshoken para crear una onda de choque en el lugar donde impactara mi puño. El aire comenzó a vibrar en torno a mí a la hora de utilizar mi ámbito. No esperaba acertarle, ya que sería imposible pillar a alguien de su nivel con una técnica tan sencilla, pero quería obtener una primera impresión de su habilidad.
Ocurriese lo que ocurriese, pensaba mirarle a los ojos y decirle:
- Quiero aprender alguna técnica nueva del Rokushiki, en particular la que permite impulsarse en el aire. Geppou creo que se llama. Por otro lado, he oído que está reclutando Agentes para una nueva división, y me gustaría probar que estoy capacitado para unirme a ella.
Después, manteniendo mi Haki activado, esperaría el siguiente movimiento del rubio.
- Cosas usadas:
- - Haki Observación Despertado
- Soru
- Ámbito Hasshoken
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Cuando el hombre dijo de empezar, el rubio mantuvo su habitual sonrisa en el rostro y esperó a que comenzase. Para hacerlo más interesante no usó su haki de observación, pero sí activó el armadura a un nivel normalito. Tampoco iba a desatar su poderosa coraza allí. Se mantuvo calmado observándole y esperando. Por su complexión debía de ser un tipo basado en bastante velocidad. No era un musculitos, pero estaba definido. Sus conocimientos de médico eran tan buenos que incluso podía intuir más o menos su cuerpo sin verlo por debajo de la ropa. De hecho, él era uno de los pocos miembros del gobierno basados en la musculatura y en la fuerza física. Ahora comprobaría las habilidades del joven. Esperó ansioso a que comenzase con el ataque que tenía previsto hacerle.
Lo vio entonces desaparecer a una velocidad endiablada. Cuando lo tuvo frente a él esperó su movimiento. Alzó la rodilla derecha envuelta en un color negro metálico y bloqueó el puñetazo. La onda de choque le pilló por sorpresa y por ello salió despedido hacia atrás. Con una agilidad sorprendente colocó sus pies sobre la pared que limitaba el sitio y tras impulsarse en ella saltó hacia el agente. Quedó frente a él y le miró de forma amable. Había sido un buen golpe y sabía que si el poder del tipo hubiese sido superior, le habría dolido de verdad. Entonces escuchó sus palabras. Lo que le sorprendió fue el hecho de que desease unirse a su división, la cual estaba teniendo bastante éxito entre los demás agentes del lugar. Ya iban al menos unos cuatro o cinco. Asintió con la cabeza y después le miró a los ojos.
- En ese caso continuemos con la prueba. Por el momento vas bastante bien. – Mencionó guiñándole el ojo.
Taiga entonces retrocedió un par de pasos y quedó sobre uno de los puentes de madera. Sacó de su bolsillo un pequeño anillo de un metal extraño. Se trataba de kairouseki. Se lo colocó en el dedo índice y miró a su oponente. Ahora su fruta estaba anulada y su fuerza muy reducida, aunque continuaba siendo un monstruo. Un golpe mal dado y podía partirlo en dos, por ello hacía esas cosas con las personas que entrenaba.
- Debes concentrar tu fuerza en la planta de los pies. Pisar con tanta fuerza que formes una plataforma de choque que te eleve y permita pisar de nuevo. Imita lo que yo hago durante el entrenamiento.
Dicho aquello, el rubio saltó hacia él. Pisó con fuerza el suelo y se elevó como si de un suelo invisible hubiese estado allí. Estuvo en el aire haciéndolo un par de veces más y después se lanzó hacia él. Cuando llegó hacia su objetivo le lanzó una patada descendente rumbo a su pecho, buscando lanzarlo de espaldas contra el suelo. No estaba usando el haki de armadura en ese ataque y ni pensaba hacerlo en todo el entrenamiento. Al menos de forma ofensiva.
Lo vio entonces desaparecer a una velocidad endiablada. Cuando lo tuvo frente a él esperó su movimiento. Alzó la rodilla derecha envuelta en un color negro metálico y bloqueó el puñetazo. La onda de choque le pilló por sorpresa y por ello salió despedido hacia atrás. Con una agilidad sorprendente colocó sus pies sobre la pared que limitaba el sitio y tras impulsarse en ella saltó hacia el agente. Quedó frente a él y le miró de forma amable. Había sido un buen golpe y sabía que si el poder del tipo hubiese sido superior, le habría dolido de verdad. Entonces escuchó sus palabras. Lo que le sorprendió fue el hecho de que desease unirse a su división, la cual estaba teniendo bastante éxito entre los demás agentes del lugar. Ya iban al menos unos cuatro o cinco. Asintió con la cabeza y después le miró a los ojos.
- En ese caso continuemos con la prueba. Por el momento vas bastante bien. – Mencionó guiñándole el ojo.
Taiga entonces retrocedió un par de pasos y quedó sobre uno de los puentes de madera. Sacó de su bolsillo un pequeño anillo de un metal extraño. Se trataba de kairouseki. Se lo colocó en el dedo índice y miró a su oponente. Ahora su fruta estaba anulada y su fuerza muy reducida, aunque continuaba siendo un monstruo. Un golpe mal dado y podía partirlo en dos, por ello hacía esas cosas con las personas que entrenaba.
- Debes concentrar tu fuerza en la planta de los pies. Pisar con tanta fuerza que formes una plataforma de choque que te eleve y permita pisar de nuevo. Imita lo que yo hago durante el entrenamiento.
Dicho aquello, el rubio saltó hacia él. Pisó con fuerza el suelo y se elevó como si de un suelo invisible hubiese estado allí. Estuvo en el aire haciéndolo un par de veces más y después se lanzó hacia él. Cuando llegó hacia su objetivo le lanzó una patada descendente rumbo a su pecho, buscando lanzarlo de espaldas contra el suelo. No estaba usando el haki de armadura en ese ataque y ni pensaba hacerlo en todo el entrenamiento. Al menos de forma ofensiva.
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Como esperaba, mi ataque no causó el menor daño al Agente Redfield, que se defendió con Haki aunque la onda generada con el Hasshoken no se la esperaba, y consiguió lanzarle despedido. Sin embargo, el rubio maniobró en el aire como si nada, de forma que sus pies fuesen lo primero en tocar la pared, y permitiéndole impulsarse en en ella de nuevo hacia mí.
Por lo visto le había causado una buena impresión, y quería ver de qué más era capaz. De acuerdo, si algo bueno tenía era mi capacidad de esfuerzo y sacrificio, no pensaba dejarme nada en el tintero. Y menos si, como parecía, el combate iba a ser a la vez una forma de medir mis habilidades, y un entrenamiento para aprender una nueva técnica.
Cuando el rubio retrocedió un poco, y se puso un extraño anillo en su dedo índice, me quedé un tanto perplejo. ¿Qué sería aquel anillo? No creía que fuese ningún tipo de arma, ya que el poder del Agente Redfield superaba con creces el suyo sin necesidad de ninguna ventaja añadida, y el rubio no parecía el tipo de persona que intenta demostrar su fuerza ante alguien que sabe que es inferior aún a costa de dañarle seriamente. Más bien parecía todo lo contrario, el tipo de maestro que, acostumbrado a entrenar a gente mucho más débil que él, contendría sus poderes lo máximo posible para que aprendieran, pero sin lesionarles de gravedad ni matarles. Desde luego, aquel anillo era un misterio.
Las instrucciones del rubio para aprender el Geppou sonaban realmente simples. Pero, si de algo estaba seguro, es de que no sería nada fácil conseguir dominarlo. Las cosas siempre sonaban mucho más sencillas de lo que eran, y más aún dichas por alguien que sabía de lo que hablaba. Al escucharle me imaginé que el secreto para concentrar toda esa fuerza en mis pies era, como en el caso del Kami-e, alcanzar la concentración y relajación absolutas. Sin embargo, una vez en ese estado, debía dejar que mi energía, en lugar de fluir libremente por todo mi cuerpo para permitirme alcanzar un grado increíble de flexibilidad, se concentrase por completo en las plantas de mis pies, dotando mis pisadas de una fuerza mucho mayor.
En estas cosas estaba pensando, cuando vi al Agente Redfield saltar hacia mí de repente. A mitad de camino, dio un pisotón, elevándose en el aire. Tras esto, se mantuvo en aquella posición unos segundos, mostrándome la técnica que pretendía enseñarme para, acto seguido, lanzarse hacia mí con una patada descendente. Por suerte, mi Haki de Observación y mis ojos estaban fijos en el rubio, por lo que me dio tiempo a ver venir su ataque y, usando el Kami-e, esquivarlo con un rápido giro lateral.
Aproveché el momento para intentar realizar el Geppou. Concentrado totalmente en las instrucciones del Agente Redfield, comencé a correr mientras intentaba acumular toda mi energía en mis pies. Cuando ya llevaba 4 zancadas pensé - ¡Ahora! - Y mi siguiente paso llevó consigo toda la fuerza que fui capaz de darle. Mi satisfacción fue grande cuando vi que mi pie derecho se detenía unos 10 centímetros por encima del suelo y se impulsaba sobre un muro invisible, consiguiendo que me elevara 1 metro en el aire. Pero mayor aún fue la decepción al darme cuenta de que mi pie izquierdo no había conseguido reunir la misma potencia, y volvía a caer. Por suerte, mis reflejos me permitieron caer con una suave voltereta hacia delante, ahorrándome un ridículo planchazo contra el suelo.
Antes de volverlo a intentar, decidí volver a atacar a mi nuevo maestro, tras esperar un momento por si tenía algún consejo que darme tras mi primer intento. Activé mi ámbito oscuridad, de forma que una pequeña sombra me envolvió, y mi velocidad se triplicaba. Quería demostrarle que el Soru no era la única forma que tenía de moverme a altas velocidades. Aprovechando mi velocidad, me lancé contra el rubio con la intención de asestarle una patada dirigida a su rodilla derecha aprovechando el impulso. Era perfectamente consciente de que no había forma de que le hiciera un solo rasguño, pero quería demostrarle mis ganas de intentarlo y de mejorar.
Por lo visto le había causado una buena impresión, y quería ver de qué más era capaz. De acuerdo, si algo bueno tenía era mi capacidad de esfuerzo y sacrificio, no pensaba dejarme nada en el tintero. Y menos si, como parecía, el combate iba a ser a la vez una forma de medir mis habilidades, y un entrenamiento para aprender una nueva técnica.
Cuando el rubio retrocedió un poco, y se puso un extraño anillo en su dedo índice, me quedé un tanto perplejo. ¿Qué sería aquel anillo? No creía que fuese ningún tipo de arma, ya que el poder del Agente Redfield superaba con creces el suyo sin necesidad de ninguna ventaja añadida, y el rubio no parecía el tipo de persona que intenta demostrar su fuerza ante alguien que sabe que es inferior aún a costa de dañarle seriamente. Más bien parecía todo lo contrario, el tipo de maestro que, acostumbrado a entrenar a gente mucho más débil que él, contendría sus poderes lo máximo posible para que aprendieran, pero sin lesionarles de gravedad ni matarles. Desde luego, aquel anillo era un misterio.
Las instrucciones del rubio para aprender el Geppou sonaban realmente simples. Pero, si de algo estaba seguro, es de que no sería nada fácil conseguir dominarlo. Las cosas siempre sonaban mucho más sencillas de lo que eran, y más aún dichas por alguien que sabía de lo que hablaba. Al escucharle me imaginé que el secreto para concentrar toda esa fuerza en mis pies era, como en el caso del Kami-e, alcanzar la concentración y relajación absolutas. Sin embargo, una vez en ese estado, debía dejar que mi energía, en lugar de fluir libremente por todo mi cuerpo para permitirme alcanzar un grado increíble de flexibilidad, se concentrase por completo en las plantas de mis pies, dotando mis pisadas de una fuerza mucho mayor.
En estas cosas estaba pensando, cuando vi al Agente Redfield saltar hacia mí de repente. A mitad de camino, dio un pisotón, elevándose en el aire. Tras esto, se mantuvo en aquella posición unos segundos, mostrándome la técnica que pretendía enseñarme para, acto seguido, lanzarse hacia mí con una patada descendente. Por suerte, mi Haki de Observación y mis ojos estaban fijos en el rubio, por lo que me dio tiempo a ver venir su ataque y, usando el Kami-e, esquivarlo con un rápido giro lateral.
Aproveché el momento para intentar realizar el Geppou. Concentrado totalmente en las instrucciones del Agente Redfield, comencé a correr mientras intentaba acumular toda mi energía en mis pies. Cuando ya llevaba 4 zancadas pensé - ¡Ahora! - Y mi siguiente paso llevó consigo toda la fuerza que fui capaz de darle. Mi satisfacción fue grande cuando vi que mi pie derecho se detenía unos 10 centímetros por encima del suelo y se impulsaba sobre un muro invisible, consiguiendo que me elevara 1 metro en el aire. Pero mayor aún fue la decepción al darme cuenta de que mi pie izquierdo no había conseguido reunir la misma potencia, y volvía a caer. Por suerte, mis reflejos me permitieron caer con una suave voltereta hacia delante, ahorrándome un ridículo planchazo contra el suelo.
Antes de volverlo a intentar, decidí volver a atacar a mi nuevo maestro, tras esperar un momento por si tenía algún consejo que darme tras mi primer intento. Activé mi ámbito oscuridad, de forma que una pequeña sombra me envolvió, y mi velocidad se triplicaba. Quería demostrarle que el Soru no era la única forma que tenía de moverme a altas velocidades. Aprovechando mi velocidad, me lancé contra el rubio con la intención de asestarle una patada dirigida a su rodilla derecha aprovechando el impulso. Era perfectamente consciente de que no había forma de que le hiciera un solo rasguño, pero quería demostrarle mis ganas de intentarlo y de mejorar.
- Cosas usadas:
- - Kami-e
- Haki Observación
- Ámbito Oscuridad (primer post)
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Taiga se sorprendió por la velocidad mostrada por el nuevo a la hora de esquivar su patada. Él aterrizó sobre la suave hierba dejando un pequeño hueco en la zona de apoyo del pie y después se giró rápidamente. Miró con calma a su compañero y después introdujo ambas manos en los bolsillos. Ese movimiento debía de ser cosa del kami-e. Sonrió de nuevo y se preparó para su ataque, aunque primero vio su intento. Cuando se elevó estuvo a punto de saltar de emoción, pero después se dio cuenta de su pequeño fallo con el otro pie. Tal vez debía explicarle algún que otro consejo para le fuera más fácil. Recordó la vez que él lo hizo y no le costó mucho a decir verdad. Tosió un poco y entonces le miró de forma amigable.
- Tu segundo salto es el que debe ir con fuerza. Trata de elevarte como poca energía, responde con el otro pie con toda tu potencia y adapta el primero al segundo. – Esperaba que lo hubiese pillado, pero no le importa repetírselo.
Justo en ese momento pudo verle activar una especie de poder e ir hacia él a toda velocidad. El soru era más rápido para su gusto y viendo que dicho poder del rokushiki no se podía combinar, tenía más ventaja que la de antes. Le gustaba que al menos el chico tuviese sus propias sorpresas. El rubio entonces se mantuvo quieto y a la espera de su ataque mientras le dedicaba una mirada llena de amabilidad. Justo cuando el joven lanzó su patada, el rubio susurró despacio aquellas dos palabras.
- Kamie-e Kempo…
Con una agilidad sobrenatural y como si estuviese hecho de papel, movió su cuerpo hacia el aire mientras elevaba ambas piernas y giraba sobre su propio eje. El resultado fue que la pierna de su rival pasó por debajo de él. Aterrizó después en el suelo quedando en una postura parecida a la de un gato, pues estaba a cuatro patas. Se colocó en pie de nuevo y le dedicó una sonrisa amable a su ahora compañero. Se tronó los huesos del cuello y sin previo aviso usó el soru. Se lanzó a una velocidad enorme hacia él y se frenó justo en frente. El luchador lanzó una palmada hacia su pecho usando el kamie kempo, lo que sería bastante veloz, por no decir muy veloz. Su objetivo era lanzarlo volando hacia atrás y dada su velocidad, agilidad y aquellas dos habilidades del rokushiki, estaba seguro de que iba a acertar. Le diese o no mostraría su típica expresión calmada de siempre.
- Segundo intento, vamos, esta vez quiero una mejora, por muy pequeña que sea. – Le dijo al mismo tiempo que se cruzaba de brazos.
Esperaba al menos que su contrincante pudiera mejorar el Geppou y después atacarle de nuevo. Estaba atento a aquella aura oscura que le rodeaba. Era una pena que él no pudiese usar su propia aura, pero no quería cargarse la torre. Soltó un pequeño suspiro y después esperó paciente.
- Tu segundo salto es el que debe ir con fuerza. Trata de elevarte como poca energía, responde con el otro pie con toda tu potencia y adapta el primero al segundo. – Esperaba que lo hubiese pillado, pero no le importa repetírselo.
Justo en ese momento pudo verle activar una especie de poder e ir hacia él a toda velocidad. El soru era más rápido para su gusto y viendo que dicho poder del rokushiki no se podía combinar, tenía más ventaja que la de antes. Le gustaba que al menos el chico tuviese sus propias sorpresas. El rubio entonces se mantuvo quieto y a la espera de su ataque mientras le dedicaba una mirada llena de amabilidad. Justo cuando el joven lanzó su patada, el rubio susurró despacio aquellas dos palabras.
- Kamie-e Kempo…
Con una agilidad sobrenatural y como si estuviese hecho de papel, movió su cuerpo hacia el aire mientras elevaba ambas piernas y giraba sobre su propio eje. El resultado fue que la pierna de su rival pasó por debajo de él. Aterrizó después en el suelo quedando en una postura parecida a la de un gato, pues estaba a cuatro patas. Se colocó en pie de nuevo y le dedicó una sonrisa amable a su ahora compañero. Se tronó los huesos del cuello y sin previo aviso usó el soru. Se lanzó a una velocidad enorme hacia él y se frenó justo en frente. El luchador lanzó una palmada hacia su pecho usando el kamie kempo, lo que sería bastante veloz, por no decir muy veloz. Su objetivo era lanzarlo volando hacia atrás y dada su velocidad, agilidad y aquellas dos habilidades del rokushiki, estaba seguro de que iba a acertar. Le diese o no mostraría su típica expresión calmada de siempre.
- Segundo intento, vamos, esta vez quiero una mejora, por muy pequeña que sea. – Le dijo al mismo tiempo que se cruzaba de brazos.
Esperaba al menos que su contrincante pudiera mejorar el Geppou y después atacarle de nuevo. Estaba atento a aquella aura oscura que le rodeaba. Era una pena que él no pudiese usar su propia aura, pero no quería cargarse la torre. Soltó un pequeño suspiro y después esperó paciente.
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El nuevo consejo del Agente Redfield me dio otra perspectiva con respecto a mi manera de enfocar el aprendizaje del Geppou. No iba desencaminado, pero debía controlar mejor la fuerza aplicada con el primer pisotón, disminuyéndola para permitirme comenzar el movimiento.
Los ojos del rubio mientras esperaba mi acometida reflejaban amabilidad. Era extraño, ¿cómo se podía mirar así a alguien que estaba a punto de atacarte? Pero bueno, no era mi intención juzgarle y, además, por el momento mi nuevo maestro me caía bien. La agilidad del rubio al esquivar mi ataque fue totalmente increíble, no había visto a nadie moverse con esa facilidad. Por cómo se dobló tenía que tratarse de alguna forma avanzada de utilizar el Kami-e. Desconocía si tal cosa existía, pero no encontraba otra explicación a lo que acababa de ver.
El siguiente movimiento del Agente Redfield fue igual de impresionarse. Tras plantarse antes él a una velocidad endiablada, movió su brazo tan rápido que mis ojos no fueron capaces de seguirlo, y ni siquiera mi Haki de Observación y mi velocidad aumentada por mi ámbito pudieron evitar que me golpeara de lleno en el pecho y me lanzara por los aires. En ese momento, se me ocurrió que podía intentar usar el Geppou para evitar chocar contra la pared, aunque me arriesgaba a llevarme un tremendo golpe si no tenía éxito. - Quien no arriesga, no gana, Thawne. - me dije. Debía poner a prueba mi capacidad de aprendizaje en un momento de máxima presión. Mi padre siempre decía que cuando se está en una situación desesperada es cuando se alcanza el máximo potencial, y en este caso iba a ser conseguir usar el Geppou o estamparme contra el muro.
Así que me giré en el aire de forma que mis pies quedasen hacia abajo y atrás, y mi cabeza hacia arriba y delante, y me concentré al máximo. Dirigí energía hacia mi pie derecho, pero no tanta como antes, solo la necesaria para impulsarme en el aire sobre él. Respiré aliviado al ver que lo había logrado, pero no podía perder la concentración. Ahora debía dirigir toda la fuerza que pudiera a mi pie derecho, y después volver al izquierdo, y así sucesivamente.
Conseguir hacerlo me alegró, aunque no pude evitar darme cuenta de una cosa. ¡Solo sabía impulsarme en línea recta y a velocidad constante! No conseguía variar la energía de mis pies de forma que pudiese quedarme quieto en el aire, o hacer cambios de dirección o de ritmo. Decidí intentarlo pero, al ir a reducir la energía utilizada con la intención de frenarme, no conseguí nada de impulso, cayendo de nuevo al suelo. De nuevo, mis años de entrenamiento haciendo acrobacias y el uso del Kami-e me permitieron caer de forma suave, sin hacerme daño. Pero estaba contrariado, había fallado otra vez.
De nuevo, esperé para ver la reacción del rubio ante mi intento y, en caso de que tuviera otro consejo, para escucharlo, dado que hasta ahora sus indicaciones habían resultado muy útiles. Dijera algo o no, usaría mi velocidad aumentada por el ámbito para intentar algo más arriesgado que antes. Le lanzaría un puñetazo a su cara, de forma que fuese fácil de esquivar simplemente agachándose. Pero realmente eso sería lo que yo pretendía. El puñetazo sería solo una distracción y, a mitad de trayecto, giraría hacia el lado contrario mientras lanzaba una patada, buscando impactar en la cara del Agente Redfield
Los ojos del rubio mientras esperaba mi acometida reflejaban amabilidad. Era extraño, ¿cómo se podía mirar así a alguien que estaba a punto de atacarte? Pero bueno, no era mi intención juzgarle y, además, por el momento mi nuevo maestro me caía bien. La agilidad del rubio al esquivar mi ataque fue totalmente increíble, no había visto a nadie moverse con esa facilidad. Por cómo se dobló tenía que tratarse de alguna forma avanzada de utilizar el Kami-e. Desconocía si tal cosa existía, pero no encontraba otra explicación a lo que acababa de ver.
El siguiente movimiento del Agente Redfield fue igual de impresionarse. Tras plantarse antes él a una velocidad endiablada, movió su brazo tan rápido que mis ojos no fueron capaces de seguirlo, y ni siquiera mi Haki de Observación y mi velocidad aumentada por mi ámbito pudieron evitar que me golpeara de lleno en el pecho y me lanzara por los aires. En ese momento, se me ocurrió que podía intentar usar el Geppou para evitar chocar contra la pared, aunque me arriesgaba a llevarme un tremendo golpe si no tenía éxito. - Quien no arriesga, no gana, Thawne. - me dije. Debía poner a prueba mi capacidad de aprendizaje en un momento de máxima presión. Mi padre siempre decía que cuando se está en una situación desesperada es cuando se alcanza el máximo potencial, y en este caso iba a ser conseguir usar el Geppou o estamparme contra el muro.
Así que me giré en el aire de forma que mis pies quedasen hacia abajo y atrás, y mi cabeza hacia arriba y delante, y me concentré al máximo. Dirigí energía hacia mi pie derecho, pero no tanta como antes, solo la necesaria para impulsarme en el aire sobre él. Respiré aliviado al ver que lo había logrado, pero no podía perder la concentración. Ahora debía dirigir toda la fuerza que pudiera a mi pie derecho, y después volver al izquierdo, y así sucesivamente.
Conseguir hacerlo me alegró, aunque no pude evitar darme cuenta de una cosa. ¡Solo sabía impulsarme en línea recta y a velocidad constante! No conseguía variar la energía de mis pies de forma que pudiese quedarme quieto en el aire, o hacer cambios de dirección o de ritmo. Decidí intentarlo pero, al ir a reducir la energía utilizada con la intención de frenarme, no conseguí nada de impulso, cayendo de nuevo al suelo. De nuevo, mis años de entrenamiento haciendo acrobacias y el uso del Kami-e me permitieron caer de forma suave, sin hacerme daño. Pero estaba contrariado, había fallado otra vez.
De nuevo, esperé para ver la reacción del rubio ante mi intento y, en caso de que tuviera otro consejo, para escucharlo, dado que hasta ahora sus indicaciones habían resultado muy útiles. Dijera algo o no, usaría mi velocidad aumentada por el ámbito para intentar algo más arriesgado que antes. Le lanzaría un puñetazo a su cara, de forma que fuese fácil de esquivar simplemente agachándose. Pero realmente eso sería lo que yo pretendía. El puñetazo sería solo una distracción y, a mitad de trayecto, giraría hacia el lado contrario mientras lanzaba una patada, buscando impactar en la cara del Agente Redfield
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El lobo sonrió al ver las buenas maniobras de aquel hombre para librarse de chocarse contra el muro. Su ataque había ido lo suficiente fuerte para que sintiese algo de potencia de su fuerza, pero sin pasarse. El rubio mantuvo su mirada en él en todo momento. Incluso en su nuevo intento de dominar aquella habilidad lo hizo mucho mejor. Estaba satisfecho con lo que veía y confiaba en que el chico pronto podría terminar su entrenamiento. Estaba avanzando bastante. Tal vez la pelea con Tobías fue más intensa, pero no iba a pedirle más. Ese chico era nuevo y el otro llevaba ya bastante tiempo y tenía bastante experiencia en aquel tipo de cosas. No tardó mucho en verle caer con otra acrobacia y después mantuvo sus manos en los bolsillos. Ahora sabía que venía un ataque de su alumno improvisado.
- Demasiado lento…
El rubio se agachó desviando su cuerpo hacia un lado al mismo tiempo que veía el puño pasar por encima. Fue entonces cuando se dio cuenta de las intenciones de su oponente. Rápidamente, su cuerpo se quedó estático y activó el tekkai. La pierna del agente pegó en su mejilla y lo lanzó unos metros al suelo. Taiga rodó por el piso unos segundos y quedó tirado bocabajo.
- Vaya, eso ha sido bueno. – Susurró.
El rubio se colocó en pie y miró de nuevo al chico con una sonrisa. Un poco de sangre bajaba desde una de sus comisuras, pero el tekkai había evitado un daño mayor. No tardó en soltar una pequeña carcajada y después de eso con la lengua lamió la sangre. Lejos de enfadarse con él, el agente caminó despacio hacia el chico y levantó el pulgar derecho.
- Muy buen golpe, compañero. – Le guiñó el ojo entonces. – Cuando quieras mantenerte en el sitio da lo golpes con el talón en lugar de con todo el pie, así te estabilizaras mucho mejor si quieres dar pequeños saltos en el sitio.
Una vez le dio aquel consejo se dispuso a atacar él. Taiga entrecerró los ojos unos segundos y de repente salió disparado con el soru hacia él. Empezó a dar vueltas a su alrededor tratando de marearle o confundirle. En su rostro podía verse una expresión calmada en todo momento. Entonces se desplazó hacia su rival y trató de barrerlo dándole una patada rápida a sus dos piernas. Le diese o no, golpearía el aire con un poco de fuerza, lo justo para formar una onda de choque que lanzase al nuevo sin causarle mucho daño. Hubiese acertado sus ataques o no, el agente sonrió cruzándose de brazos y lo observó.
- Este es tu penúltimo intento, así que ánimo. No es que te esté dando tiempo, es que confío en ti para que lo domines en los próximos tres minutos. – Le dijo guiñándole el ojo y dándole toda su confianza.
- Demasiado lento…
El rubio se agachó desviando su cuerpo hacia un lado al mismo tiempo que veía el puño pasar por encima. Fue entonces cuando se dio cuenta de las intenciones de su oponente. Rápidamente, su cuerpo se quedó estático y activó el tekkai. La pierna del agente pegó en su mejilla y lo lanzó unos metros al suelo. Taiga rodó por el piso unos segundos y quedó tirado bocabajo.
- Vaya, eso ha sido bueno. – Susurró.
El rubio se colocó en pie y miró de nuevo al chico con una sonrisa. Un poco de sangre bajaba desde una de sus comisuras, pero el tekkai había evitado un daño mayor. No tardó en soltar una pequeña carcajada y después de eso con la lengua lamió la sangre. Lejos de enfadarse con él, el agente caminó despacio hacia el chico y levantó el pulgar derecho.
- Muy buen golpe, compañero. – Le guiñó el ojo entonces. – Cuando quieras mantenerte en el sitio da lo golpes con el talón en lugar de con todo el pie, así te estabilizaras mucho mejor si quieres dar pequeños saltos en el sitio.
Una vez le dio aquel consejo se dispuso a atacar él. Taiga entrecerró los ojos unos segundos y de repente salió disparado con el soru hacia él. Empezó a dar vueltas a su alrededor tratando de marearle o confundirle. En su rostro podía verse una expresión calmada en todo momento. Entonces se desplazó hacia su rival y trató de barrerlo dándole una patada rápida a sus dos piernas. Le diese o no, golpearía el aire con un poco de fuerza, lo justo para formar una onda de choque que lanzase al nuevo sin causarle mucho daño. Hubiese acertado sus ataques o no, el agente sonrió cruzándose de brazos y lo observó.
- Este es tu penúltimo intento, así que ánimo. No es que te esté dando tiempo, es que confío en ti para que lo domines en los próximos tres minutos. – Le dijo guiñándole el ojo y dándole toda su confianza.
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El Agente Redfield parecía bastante satisfecho con mis progresos. Siempre era bueno conseguir que tu maestro tuviese una buena opinión tanto de tu habilidad como, sobre todo, de tu esfuerzo. Yo había aprendido desde pequeño que un aprendiz deseoso de mejorar es el mejor estímulo para un buen maestro, lo cual mejora mucho la eficacia de las enseñanzas por ambas partes.
Mi satisfacción fue enorme al ver como el rubio hacía el movimiento que yo había imaginado y recibía mi patada, aunque como ya esperaba, no le había hecho mucho daño. Pero al menos había conseguido hacerle sangrar, cosa que, para alguien de mi nivel actual, tenía mérito. El maestro me felicitó y levantó su pulgar en señal de aprobación mientras caminaba hacia mí. Parecía que había conseguido sorprenderle gratamente. Su nueva indicación parecía lógica, usar solo los taloness me permitiría usar mucha menos potencia y, si doblaba un poco las piernas, bajar mi centro de gravedad, mejorando con ello mi equilibrio en el aire.
Pero antes de que pudiese probarlo, el rubio comenzó a girar a mi alrededor a gran velocidad, de forma que resultaba casi imposible seguirle la pista. Era una táctica muy bien pensada, tomaría nota de ella para combates futuros. De repente, el Agente Redfield cambió de dirección y se dirigió hacia mí. Mediante el Kami-e, fui capaz de esquivar casi por completo su barrido, que solo me rozó la punta de un pie. Sin embargo, eso bastó para desequilibrarme ligeramente. Al darme cuenta de lo que realmente había hecho el rubio, activé mi Haki Armadura. La onda de choque generada me desplazó varios metros por los aires, pero gracias al Haki prácticamente no me causó daño. Lo que sí me dolía aún era el pecho, debido a su anterior patada.
Aterricé de nuevo con una voltereta, y escuché las palabras de ánimo del Agente Redfield. Me demostraba que confiaba en mis habilidades al tiempo que ponía presión sobre mí. Era una buena estrategia, y yo no pensaba fallar. Iba a responder a su confianza logrando dominar la habilidad en esos 3 minutos costase lo que costase.
Repetí el proceso, poniendo primero solo la energía necesaria para elevarme un poco en mi pie derecho, para después aumentar esa energía alternativamente en uno y otro pie. Lo logré de nuevo y, cuando llevaba 8 impulsos, dirigí una cantidad más pequeña de energía a mis dos talones al mismo tiempo, mientras flexionaba ligeramente las rodillas. Para mi satisfacción, logré quedarme estático en el aire, desplazándome solo unos centímetros arriba y abajo entre cada impulso.
Tras volver a impulsarme para avanzar, y volver a quedarme quieto para asegurarme de que dominaba ese paso, pensé en el siguiente y último paso: los cambios de dirección. Volví a impulsarme hacia delante con mi pierna izquierda pero, decepcionado, me di cuenta de que no había logrado girar, solo seguir hacia delante. Así que decidí aprovechar que me había quedado justo encima del rubio para dejarme caer y, aprovechando la velocidad que me otorgaba la gravedad, atacar con una patada descendente en la que volvería a usar mi ámbito Hasshoken para crear una onda de choque en el lugar del impacto.
Acertara o no, pensaba quedarme de pie, mirar a los ojos a mi maestro con determinación y decirle:
- Creo que casi lo tengo, Agente Redfield. Pero hay una cosa que aún no sé cómo hacer. No logro impulsarme solo hacia un lado para cambiar de dirección, solo consigo ir hacia delante y hacia arriba. ¿Tiene algún consejo para ello?
Mi satisfacción fue enorme al ver como el rubio hacía el movimiento que yo había imaginado y recibía mi patada, aunque como ya esperaba, no le había hecho mucho daño. Pero al menos había conseguido hacerle sangrar, cosa que, para alguien de mi nivel actual, tenía mérito. El maestro me felicitó y levantó su pulgar en señal de aprobación mientras caminaba hacia mí. Parecía que había conseguido sorprenderle gratamente. Su nueva indicación parecía lógica, usar solo los taloness me permitiría usar mucha menos potencia y, si doblaba un poco las piernas, bajar mi centro de gravedad, mejorando con ello mi equilibrio en el aire.
Pero antes de que pudiese probarlo, el rubio comenzó a girar a mi alrededor a gran velocidad, de forma que resultaba casi imposible seguirle la pista. Era una táctica muy bien pensada, tomaría nota de ella para combates futuros. De repente, el Agente Redfield cambió de dirección y se dirigió hacia mí. Mediante el Kami-e, fui capaz de esquivar casi por completo su barrido, que solo me rozó la punta de un pie. Sin embargo, eso bastó para desequilibrarme ligeramente. Al darme cuenta de lo que realmente había hecho el rubio, activé mi Haki Armadura. La onda de choque generada me desplazó varios metros por los aires, pero gracias al Haki prácticamente no me causó daño. Lo que sí me dolía aún era el pecho, debido a su anterior patada.
Aterricé de nuevo con una voltereta, y escuché las palabras de ánimo del Agente Redfield. Me demostraba que confiaba en mis habilidades al tiempo que ponía presión sobre mí. Era una buena estrategia, y yo no pensaba fallar. Iba a responder a su confianza logrando dominar la habilidad en esos 3 minutos costase lo que costase.
Repetí el proceso, poniendo primero solo la energía necesaria para elevarme un poco en mi pie derecho, para después aumentar esa energía alternativamente en uno y otro pie. Lo logré de nuevo y, cuando llevaba 8 impulsos, dirigí una cantidad más pequeña de energía a mis dos talones al mismo tiempo, mientras flexionaba ligeramente las rodillas. Para mi satisfacción, logré quedarme estático en el aire, desplazándome solo unos centímetros arriba y abajo entre cada impulso.
Tras volver a impulsarme para avanzar, y volver a quedarme quieto para asegurarme de que dominaba ese paso, pensé en el siguiente y último paso: los cambios de dirección. Volví a impulsarme hacia delante con mi pierna izquierda pero, decepcionado, me di cuenta de que no había logrado girar, solo seguir hacia delante. Así que decidí aprovechar que me había quedado justo encima del rubio para dejarme caer y, aprovechando la velocidad que me otorgaba la gravedad, atacar con una patada descendente en la que volvería a usar mi ámbito Hasshoken para crear una onda de choque en el lugar del impacto.
Acertara o no, pensaba quedarme de pie, mirar a los ojos a mi maestro con determinación y decirle:
- Creo que casi lo tengo, Agente Redfield. Pero hay una cosa que aún no sé cómo hacer. No logro impulsarme solo hacia un lado para cambiar de dirección, solo consigo ir hacia delante y hacia arriba. ¿Tiene algún consejo para ello?
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Por el momento el rubio no tenía queja alguna sobre el entrenamiento que estaba teniendo con aquella persona. Estaba pasándoselo en grande analizando las habilidades de la persona que iba a ser su nuevo compañero a partir de aquel día. Esperaba poder enseñarle cuanto antes el arte de aquella habilidad para que pudiera moverse por el aire también. Ya todo iba bien, hasta que le vio quedar sobre él y una vez allí ladeó un poco la cabeza. El agente se lanzó contra él y por lo que parecía iba a intentar atacarle con una patada alta. Taiga entonces decidió mostrarle parte de su poder y decidió bloquearlo. El rubio estiró la mano hacia arriba y detuvo su pierna como si nada. Todo su brazo se había cubierto de un haki armadura de color rojo metálico en lugar de morado o negro. El tono del haki de Taiga era rojizo como la sangre y era totalmente perfecto. No notó ni una pizca de daño en su ataque. Fue por ello que sonrió a su compañero como si nada.
El lobo del gobierno era todo un monstruo y acababa de demostrarlo. El color de su brazo brillaban incluso y poco a poco todo su cuerpo menos la cara se recubrió de aquel poderoso haki que desentonaba con el de los demás agentes. Lentamente, lo siguiente que hizo fue caminar hasta su alumno y cuando estuvo en frente escuchó sus palabras. Asintió con la cabeza y decidió hacer una pequeña demostración para que él terminase de comprobar el método que debía usarse para ello. Se apartó un poco y después de unos momentos le hizo una señal para que estuviese atento. Tomó un poco de aire y entonces pisó el aire, empezando a elevarse. Primero fue hacia delante como él hizo, pero después pensó en mostrarle como cambiar de dirección. Pisando con fuerza, durante un salto giró su torso hacia un lado, así de fácil, ya podía ir hacia la derecha. Por si eso no bastaba, pisó con ambos pies, pero al levantarlos echó su cuerpo hacia la izquierda y el peso hizo el resto. De esa forma podía moverse a los lados, o bien pisando fuerte con el lateral del pie en vez de con toda la planta. En cuanto hubo terminado con la demostración bajó hasta quedar de nuevo frente a él. Le miró a los ojos de forma calmada y mostró una sonrisa ante todo.
- De esta forma puedes dominar completamente el arte del Geppou. En cuanto a los ataques, frenémoslos ya. Como has comprobado, mi nivel de haki es algo monstruoso. Algún día yo mismo te enseñaré a tener uno similar.
En cuanto dijo aquello el color rojo metálico desapareció de su cuerpo. Era el momento de la última demostración, por lo que el rubio se echó un poco hacia atrás. Se moría de ganar por verle actuar y dominarlo y ese era su último intento. Confiaba en él y sabía que podía hacerlo. De no ser así le daría un par más y se lo explicaría mejor. Taiga sonrió y la verdad es que parecía bastante confiado. Había depositado su fe en aquella persona que había acudido a él para que le enseñase. El sensei del CP estaba cómodo con su trabajo, siempre era un placer ayudar a las nuevas personas.
- Muy bien, ahora muéstrame tus progresos. – Terminó de decir al mismo tiempo que sus azulados ojos se clavaban en él.
El lobo del gobierno era todo un monstruo y acababa de demostrarlo. El color de su brazo brillaban incluso y poco a poco todo su cuerpo menos la cara se recubrió de aquel poderoso haki que desentonaba con el de los demás agentes. Lentamente, lo siguiente que hizo fue caminar hasta su alumno y cuando estuvo en frente escuchó sus palabras. Asintió con la cabeza y decidió hacer una pequeña demostración para que él terminase de comprobar el método que debía usarse para ello. Se apartó un poco y después de unos momentos le hizo una señal para que estuviese atento. Tomó un poco de aire y entonces pisó el aire, empezando a elevarse. Primero fue hacia delante como él hizo, pero después pensó en mostrarle como cambiar de dirección. Pisando con fuerza, durante un salto giró su torso hacia un lado, así de fácil, ya podía ir hacia la derecha. Por si eso no bastaba, pisó con ambos pies, pero al levantarlos echó su cuerpo hacia la izquierda y el peso hizo el resto. De esa forma podía moverse a los lados, o bien pisando fuerte con el lateral del pie en vez de con toda la planta. En cuanto hubo terminado con la demostración bajó hasta quedar de nuevo frente a él. Le miró a los ojos de forma calmada y mostró una sonrisa ante todo.
- De esta forma puedes dominar completamente el arte del Geppou. En cuanto a los ataques, frenémoslos ya. Como has comprobado, mi nivel de haki es algo monstruoso. Algún día yo mismo te enseñaré a tener uno similar.
En cuanto dijo aquello el color rojo metálico desapareció de su cuerpo. Era el momento de la última demostración, por lo que el rubio se echó un poco hacia atrás. Se moría de ganar por verle actuar y dominarlo y ese era su último intento. Confiaba en él y sabía que podía hacerlo. De no ser así le daría un par más y se lo explicaría mejor. Taiga sonrió y la verdad es que parecía bastante confiado. Había depositado su fe en aquella persona que había acudido a él para que le enseñase. El sensei del CP estaba cómodo con su trabajo, siempre era un placer ayudar a las nuevas personas.
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El Agente Redfield no hizo el menor esfuerzo por esquivar mi ataque, simplemente estiró su brazo. Lo sorprendente fue que, de repente, éste se volvió de un color rojo brillante, y cuando impacté contra él fue como si una mosca se estrellase contra un coche. Mi pie rebotó en su mano sin causarle ni un rasguño, y yo tuve que usar la inercia de dicho rebote para dar un giro hacia atrás en el aire y caer al suelo sobre mis pies. El rubio me sonreía despreocupadamente, como dándome a entender que no había ni siquiera sentido mi ataque.
Poco a poco pude observar como todo su cuerpo fue volviéndose de aquel tono rojo, salvo su cara. ¿Era algún tipo especial de Haki de Armadura, o una habilidad totalmente diferente? Que yo supiese, a partir de cierto nivel, el Haki volvía la piel de color negro, pero nunca había oído hablar de nada que la volviese roja.
El Agente escuchó mis palabras y asintió, haciéndome una señal para que no perdiese detalle de lo que iba a hacer. Acto seguido, pasó a mostrarme cómo debía hacerlo. Tras elevarse en el aire como yo había hecho, repentinamente giró todo su cuerpo hacia la derecha mientras pisaba, consiguiendo cambiar de dirección. Después, hizo lo mismo hacia la izquierda, e incluso pisando con ambos pies al mismo tiempo logró girar. También me mostró que se podía hacer simplemente pisando tan solo con el lateral del pie en lugar de con toda la planta. Tras aquella demostración, volvió al suelo y me dijo que haciendo eso podía terminar de dominar el Geppou, y confirmó que lo que había usado para detener mi último ataque era un nivel inmensamente poderoso de Haki. Pero lo mejor de todo fue su oferta de ayudarme en el futuro a alcanzar un nivel similar, a lo que respondí:
- Gracias por la demostración, esta vez lo conseguiré seguro. Y estaría encantado de aprender en el futuro a utilizar un Haki tan poderoso como ese, por ahora el mío está en un nivel muy inferior, aunque lo seguiré mejorando.
En ese momento, el rubio recuperó su color normal, y dio unos pasos hacia atrás, como dejándome espacio para mi próximo intento. Sonreía, y parecía confiar en que esta vez lo dominaría. Y yo no tenía la menor intención de defraudar esa confianza. Sabía que hasta el momento estaba progresando muy bien, y quería seguir haciendo, estaba decidido a ello. Mi determinación era enorme en estos momentos, estaba decidido a dominar el Geppou. Así que di el primer pisotón, elevándome un poco por encima del suelo. Seguí pisando, ganando progresivamente altura y velocidad. Súbitamente, en mi sexto paso, traté de impulsarme solo con la parte externa de mi pie derecho, al tiempo que lanzaba mi cuerpo hacia la izquierda. Sonreí, satisfecho, al comprobar que había logrado impulsarme en aquella dirección. Tras otro par de pasos, hice lo propio hacia la derecha, consiguiéndolo también. No conforme con esto, quise asegurarme de tenerlo dominado, haciendo varios cambios de sentido más durante los minutos siguientes. Finalmente, cuando estaba seguro de controlar los giros aéreos, fui poco a poco disminuyendo la potencia de mis pisadas hasta llegar de nuevo al suelo. Orgulloso de mí mismo, miré a mi maestro y le dije:
- Creo que ya lo tengo, Agente Redfield.
Poco a poco pude observar como todo su cuerpo fue volviéndose de aquel tono rojo, salvo su cara. ¿Era algún tipo especial de Haki de Armadura, o una habilidad totalmente diferente? Que yo supiese, a partir de cierto nivel, el Haki volvía la piel de color negro, pero nunca había oído hablar de nada que la volviese roja.
El Agente escuchó mis palabras y asintió, haciéndome una señal para que no perdiese detalle de lo que iba a hacer. Acto seguido, pasó a mostrarme cómo debía hacerlo. Tras elevarse en el aire como yo había hecho, repentinamente giró todo su cuerpo hacia la derecha mientras pisaba, consiguiendo cambiar de dirección. Después, hizo lo mismo hacia la izquierda, e incluso pisando con ambos pies al mismo tiempo logró girar. También me mostró que se podía hacer simplemente pisando tan solo con el lateral del pie en lugar de con toda la planta. Tras aquella demostración, volvió al suelo y me dijo que haciendo eso podía terminar de dominar el Geppou, y confirmó que lo que había usado para detener mi último ataque era un nivel inmensamente poderoso de Haki. Pero lo mejor de todo fue su oferta de ayudarme en el futuro a alcanzar un nivel similar, a lo que respondí:
- Gracias por la demostración, esta vez lo conseguiré seguro. Y estaría encantado de aprender en el futuro a utilizar un Haki tan poderoso como ese, por ahora el mío está en un nivel muy inferior, aunque lo seguiré mejorando.
En ese momento, el rubio recuperó su color normal, y dio unos pasos hacia atrás, como dejándome espacio para mi próximo intento. Sonreía, y parecía confiar en que esta vez lo dominaría. Y yo no tenía la menor intención de defraudar esa confianza. Sabía que hasta el momento estaba progresando muy bien, y quería seguir haciendo, estaba decidido a ello. Mi determinación era enorme en estos momentos, estaba decidido a dominar el Geppou. Así que di el primer pisotón, elevándome un poco por encima del suelo. Seguí pisando, ganando progresivamente altura y velocidad. Súbitamente, en mi sexto paso, traté de impulsarme solo con la parte externa de mi pie derecho, al tiempo que lanzaba mi cuerpo hacia la izquierda. Sonreí, satisfecho, al comprobar que había logrado impulsarme en aquella dirección. Tras otro par de pasos, hice lo propio hacia la derecha, consiguiéndolo también. No conforme con esto, quise asegurarme de tenerlo dominado, haciendo varios cambios de sentido más durante los minutos siguientes. Finalmente, cuando estaba seguro de controlar los giros aéreos, fui poco a poco disminuyendo la potencia de mis pisadas hasta llegar de nuevo al suelo. Orgulloso de mí mismo, miré a mi maestro y le dije:
- Creo que ya lo tengo, Agente Redfield.
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Taiga observó a su compañero empezar a dominar el arte de aquella técnica especial de una vez por todas. Debía admitir que se sentía contento después de haber enseñado a otro agente más a cumplir con una de sus metas. Sonrió sintiéndose bien consigo mismo y después se cruzó de brazos. Quería verlo un ratito más antes de dar por hecho de que todo había salido bien y a pedir de boca. Pasaban los minutos y sin duda aquella persona había demostrado tener la talla para dominar aquel arte, justo como se esperaba. Por nada había aceptado a iniciarle primero aquello en lugar del resto, que tras comprobar sus movimientos en combate pudo deducir que más o menos tenía idea de usar bien el otro repertorio de técnicas básicas del Rokushiki. Era una enorme satisfacción para él haber logrado eso. De hecho, Taiga hacía bastante poco que había desarrollado el Kamie Kempo.
- Me he dado cuenta de que lo tienes, felicidades. – Mencionó de forma amable mientras le miraba a los ojos con calma. – Creo que ahora que lo dominas podemos hablar sobre la división si te parece. Podemos ir a la cafetería que hay en el edificio, yo era el antiguo dueño y estoy seguro de que nos dejaran buenos precios. – Terminó de decir al mismo tiempo que empezaba a andar hacia aquel sitio.
No tardó mucho en llegar a una cafetería de la zona, la cual era grande y había poca gente. El olor a tostada se mascaba en el ambiente. El rico aroma de los desayunos en aquel sitio que estaban abiertos incluso en la noche. Fue en ese momento cuando el agente rubio tomó asiente y se estiró un poco. Continuaba sin la camiseta y se veía que no tenía intención de ponérsela. De hecho, hacía poco se había comido un tazón de arroz, pero volvía a tener bastante hambre. Soltó un leve suspiro y esperó unos segundos hasta que la camarera vino a atender. El lobo la conocía desde hacía ya meses y de hecho fue él quien la metió a trabajar en aquel sitio. Era una buena amiga y que seguramente terminaría dentro de la división como cocinera.
- Buenas, Jime. Yo quiero tomar un par de tostadas de tomate triturado con aceite de oliva. También un vaso de leche con cacao caliente si es posible, guapa. – Añadió cortésmente el agente del gobierno.
Cuando su compañero también pidiese lo suyo se mantendría callado unos segundos. Finalmente, el rubio soltó un pequeño sonido similar a una persona tosiendo y miró de forma calmada a aquella persona que tenía frente a él.
- En fin ¿Qué interés tienes en Sombras Del Deber? Necesito saber tus sueños, aficiones, desagrados y cualquier otro tipo de información que pienses que me puede llegar a ser de utilidad dentro de nuestro equipo.
- Me he dado cuenta de que lo tienes, felicidades. – Mencionó de forma amable mientras le miraba a los ojos con calma. – Creo que ahora que lo dominas podemos hablar sobre la división si te parece. Podemos ir a la cafetería que hay en el edificio, yo era el antiguo dueño y estoy seguro de que nos dejaran buenos precios. – Terminó de decir al mismo tiempo que empezaba a andar hacia aquel sitio.
No tardó mucho en llegar a una cafetería de la zona, la cual era grande y había poca gente. El olor a tostada se mascaba en el ambiente. El rico aroma de los desayunos en aquel sitio que estaban abiertos incluso en la noche. Fue en ese momento cuando el agente rubio tomó asiente y se estiró un poco. Continuaba sin la camiseta y se veía que no tenía intención de ponérsela. De hecho, hacía poco se había comido un tazón de arroz, pero volvía a tener bastante hambre. Soltó un leve suspiro y esperó unos segundos hasta que la camarera vino a atender. El lobo la conocía desde hacía ya meses y de hecho fue él quien la metió a trabajar en aquel sitio. Era una buena amiga y que seguramente terminaría dentro de la división como cocinera.
- Buenas, Jime. Yo quiero tomar un par de tostadas de tomate triturado con aceite de oliva. También un vaso de leche con cacao caliente si es posible, guapa. – Añadió cortésmente el agente del gobierno.
Cuando su compañero también pidiese lo suyo se mantendría callado unos segundos. Finalmente, el rubio soltó un pequeño sonido similar a una persona tosiendo y miró de forma calmada a aquella persona que tenía frente a él.
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El Agente Redfield se quedó observando cómo ejecutaba el Geppou hasta estar seguro de haberlo dominado. Cuando bajé hasta el suelo, me felicitó por el resultado del entrenamiento, y me propuso ir a una cafetería cercana de la que antes él era el dueño a hablar sobre la división.
- Me parece bien, vayamos. - le respondí, y cuando se puso en marcha le seguí hasta allí.
La cafetería tenía buena pinta. Era amplia y olía realmente bien, además de ofrecer un aspecto agradable y tranquilo. Estaba casi vacía, lo cual nos venía bien, así no tendríamos que alzar la voz, y nadie nos molestaría mientras hablábamos. El rubio actuaba de forma totalmente despreocupada, ni siquiera se molestó en ponerse la camisa al entrar al local. Supongo que cuando eres uno de los miembros más poderosos de la Agencia ese tipo de cosas pasan a un segundo plano, aunque no dejaba de resultarme extraño. El Agente parecía conocer bien a la camarera que nos atendió, ya que se dirigió a ella con mucha familiaridad, y llamándola por su nombre de pila. Una vez hubo anotado el pedido del rubio, me preguntó qué iba a tomar yo, a lo que respodí:
- Un plato de macarrones con queso, y un té verde con miel, por favor.
Una vez hubimos pedido ambos, el líder de la división me preguntó por los motivos que me llevaban a unirme a ella, y por cualquier información que pudiera serle de utilidad de cara a orientar mejor mi papel dentro del grupo. Justo en ese momento, la camarera nos trajo nuestras comandas. El té parecía estar demasiado caliente aún, así que no lo toqué por el momento. Los macarrones, sin embargo, estaban exquisitos. Tenían muchísimo queso, y de varios tipos diferentes, lo que le daba un sabor y una textura realmente buenos. Me vi obligado a felicitar a la camarera por aquel plato, y después contesté la pregunta del rubio:
- Veamos, no se si habrás leído mi informe o no. Por si acaso no es así, te diré que mi padre era un Capitán de la Marina, que formaba parte del personal del Cuartel General de Mariejoa. Él fue quien me enseñó a luchar, y quien me inculcó la disciplina y el entrenamiento tan estricto que sigo día tras día. Me convirtió en alguien ambicioso y trabajador, y siempre he querido ser uno de los luchadores más poderosos del mundo, si no el que más.
Unos años después me marché a recorrer el mundo con un médico errante mientras aprendía su arte, ya que siempre he querido convertirme en el mejor médico que el mundo a conocido. Esto podría deberse en parte a que, siendo solo un niño, vi a mi madre marchitarse y morir víctima de una enfermedad desconocida. Sin embargo, hace unos meses recibí la noticia de que mi padre había descubierto a un miembro del Ejército Revolucionario infiltrado en el Cuartel General, y que había sido herido de gravedad por éste a su huida. Volví al Cuartel en cuanto me enteré, pero no llegué a tiempo y mi padre murió. Desde entonces no hay nada que desee más que averiguar quién era ese Revolucionario, encontrarle y matarle, hacerle pagar por asesinar a mi padre. Eso fue lo que me llevó a unirme al Cipher Pol.
Por último, hace muy poco tiempo, después de mi entrenamiento con el Agente Thorn, descubrí que mi antepasado por parte de madre fue una gran leyenda de nuestra Organización, y nació en mi un deseo de aprender más sobre él, de llegar a ser tan poderoso como fue, y de ocupar el cargo que una vez ocupó.
En cuanto a cosas que puedan ser de utilidad para la división, me especializo en 3 cosas: la medicina, ya que estoy entrenado como cirujano y como psicólogo; el espionaje, principalmente en el campo de la infiltración y los disfraces; y el combate cuerpo a cuerpo. No uso ningún arma para luchar, prefiero utilizar solo mi cuerpo. También soy una persona con una mente muy analítica, lo que aprovecho mi padre para enseñarme a ser un buen estratega. Soy un hombre muy curioso que siempre está buscando aprender cosas nuevas.
Como defecto, te diré que no sé manejar ningún vehículo, y que no soy una persona que acate fácilmente órdenes. Sí obedezco las órdenes de quien merece mi respeto, y sobre todo si creo que esas órdenes, sean o no correctas, tienen sentido. Pero antes que a lo que me mande otra persona suelo obedecer a mi sentido de la ética y de la justicia. Así que, si como me ha parecido buscas un compañero capaz de tomar sus propias decisiones, de colaborar cuando la situación lo requiera, y de darte siempre su opinión y su punto de vista has dado con la persona adecuada. Eso sí, no esperes que sea alguien dócil que obedezca ciegamente, simplemente eso no está en mi naturaleza. Por suerte, sé que eso no es lo que buscas.
- Me parece bien, vayamos. - le respondí, y cuando se puso en marcha le seguí hasta allí.
La cafetería tenía buena pinta. Era amplia y olía realmente bien, además de ofrecer un aspecto agradable y tranquilo. Estaba casi vacía, lo cual nos venía bien, así no tendríamos que alzar la voz, y nadie nos molestaría mientras hablábamos. El rubio actuaba de forma totalmente despreocupada, ni siquiera se molestó en ponerse la camisa al entrar al local. Supongo que cuando eres uno de los miembros más poderosos de la Agencia ese tipo de cosas pasan a un segundo plano, aunque no dejaba de resultarme extraño. El Agente parecía conocer bien a la camarera que nos atendió, ya que se dirigió a ella con mucha familiaridad, y llamándola por su nombre de pila. Una vez hubo anotado el pedido del rubio, me preguntó qué iba a tomar yo, a lo que respodí:
- Un plato de macarrones con queso, y un té verde con miel, por favor.
Una vez hubimos pedido ambos, el líder de la división me preguntó por los motivos que me llevaban a unirme a ella, y por cualquier información que pudiera serle de utilidad de cara a orientar mejor mi papel dentro del grupo. Justo en ese momento, la camarera nos trajo nuestras comandas. El té parecía estar demasiado caliente aún, así que no lo toqué por el momento. Los macarrones, sin embargo, estaban exquisitos. Tenían muchísimo queso, y de varios tipos diferentes, lo que le daba un sabor y una textura realmente buenos. Me vi obligado a felicitar a la camarera por aquel plato, y después contesté la pregunta del rubio:
- Veamos, no se si habrás leído mi informe o no. Por si acaso no es así, te diré que mi padre era un Capitán de la Marina, que formaba parte del personal del Cuartel General de Mariejoa. Él fue quien me enseñó a luchar, y quien me inculcó la disciplina y el entrenamiento tan estricto que sigo día tras día. Me convirtió en alguien ambicioso y trabajador, y siempre he querido ser uno de los luchadores más poderosos del mundo, si no el que más.
Unos años después me marché a recorrer el mundo con un médico errante mientras aprendía su arte, ya que siempre he querido convertirme en el mejor médico que el mundo a conocido. Esto podría deberse en parte a que, siendo solo un niño, vi a mi madre marchitarse y morir víctima de una enfermedad desconocida. Sin embargo, hace unos meses recibí la noticia de que mi padre había descubierto a un miembro del Ejército Revolucionario infiltrado en el Cuartel General, y que había sido herido de gravedad por éste a su huida. Volví al Cuartel en cuanto me enteré, pero no llegué a tiempo y mi padre murió. Desde entonces no hay nada que desee más que averiguar quién era ese Revolucionario, encontrarle y matarle, hacerle pagar por asesinar a mi padre. Eso fue lo que me llevó a unirme al Cipher Pol.
Por último, hace muy poco tiempo, después de mi entrenamiento con el Agente Thorn, descubrí que mi antepasado por parte de madre fue una gran leyenda de nuestra Organización, y nació en mi un deseo de aprender más sobre él, de llegar a ser tan poderoso como fue, y de ocupar el cargo que una vez ocupó.
En cuanto a cosas que puedan ser de utilidad para la división, me especializo en 3 cosas: la medicina, ya que estoy entrenado como cirujano y como psicólogo; el espionaje, principalmente en el campo de la infiltración y los disfraces; y el combate cuerpo a cuerpo. No uso ningún arma para luchar, prefiero utilizar solo mi cuerpo. También soy una persona con una mente muy analítica, lo que aprovecho mi padre para enseñarme a ser un buen estratega. Soy un hombre muy curioso que siempre está buscando aprender cosas nuevas.
Como defecto, te diré que no sé manejar ningún vehículo, y que no soy una persona que acate fácilmente órdenes. Sí obedezco las órdenes de quien merece mi respeto, y sobre todo si creo que esas órdenes, sean o no correctas, tienen sentido. Pero antes que a lo que me mande otra persona suelo obedecer a mi sentido de la ética y de la justicia. Así que, si como me ha parecido buscas un compañero capaz de tomar sus propias decisiones, de colaborar cuando la situación lo requiera, y de darte siempre su opinión y su punto de vista has dado con la persona adecuada. Eso sí, no esperes que sea alguien dócil que obedezca ciegamente, simplemente eso no está en mi naturaleza. Por suerte, sé que eso no es lo que buscas.
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Una pequeña sonrisa se formó en el rostro del rubio cuando empezó a escuchar las palabras dichas por aquella persona. El motivo de la venganza no le había hecho sentirse mejor, pero el de la medicina, espionaje y cuerpo a cuerpo alegraron. Tenían muchísimas cosas en común y eso era algo que debía agradecer. Al fin tendría otro compañero de los que pocos quedaban. Junto a los otros dos, aquella división saldría como una de las mejores de todo el gobierno mundial. Continuó escuchando hasta el final y después de que él terminase sonrió. Precisamente, esperaba que sus propios hombres cumplieran las órdenes a su modo y de la forma que viesen correcta. No iba a obligar a nadie, pues no era su estilo. Él simplemente sería el líder para dar la cara por ellos y de paso guiar un poco las misiones. Se relamió cogiendo una de las tostadas y después de ello la mordió con ganas.
- Estoy de acuerdo con todo lo que has dicho, mi querido amigo. Déjame entonces que me presente como es debido, ya que no creo que sepas mucho sobre mí.
Una vez dijo eso continuó masticando y saboreando su deliciosa tostada. El sabor era demasiado rico para ser cierto. Esa sensación en su boca le hizo soltar un pequeño suspiro de gusto. Bebió de su cacao para mantener una temperatura de sabores contraria en la boca y después de eso se relamió. Una vez hecho eso tosió un poco y fijó sus ojos en los de aquella persona que tenía delante de él.
- Soy el agente especial Taiga Redfield. Cirujano y médico de alto nivel, espía avanzado y luchador cuerpo a cuerpo. Creo que no ha sido casualidad que ambos nos encontremos hoy. En cuanto a lo otro… No busco una marioneta, busco compañeros. – Terminó de decir mostrándole una sonrisa amable en todo momento.
El lobo del gobierno volvió a masticar de forma calmada. Sabía que aquella información haría a su compañero estar más interesado. Después de unos momentos decidió desvelarle el resto. Iluminó sus ojos en un tono dorado y después sus dientes se afilaron un poco.
- Usuario de la fruta del Fenrir. Soy el lobo del gobierno mundial, es un placer poder trabajar junto a ti, camarada. – Una vez dicho eso, el rubio estiró la mano hacia él con toda la intención de estrechársela. Le estaba dando la bienvenida claramente a las “Sombras Del Deber”.
Notó los ojos de la camarera fijos en ellos debido a la curiosidad. Pocas personas hablaban con Taiga en solitario, siempre iban en grupo, cosa que al rubio le incomodaba un poco. La muchacha volvió al trabajo al ver a más clientes entrar en aquel sitio. Él tan solo se dedicó a sonreír con una calma brutal.
- Estoy de acuerdo con todo lo que has dicho, mi querido amigo. Déjame entonces que me presente como es debido, ya que no creo que sepas mucho sobre mí.
Una vez dijo eso continuó masticando y saboreando su deliciosa tostada. El sabor era demasiado rico para ser cierto. Esa sensación en su boca le hizo soltar un pequeño suspiro de gusto. Bebió de su cacao para mantener una temperatura de sabores contraria en la boca y después de eso se relamió. Una vez hecho eso tosió un poco y fijó sus ojos en los de aquella persona que tenía delante de él.
- Soy el agente especial Taiga Redfield. Cirujano y médico de alto nivel, espía avanzado y luchador cuerpo a cuerpo. Creo que no ha sido casualidad que ambos nos encontremos hoy. En cuanto a lo otro… No busco una marioneta, busco compañeros. – Terminó de decir mostrándole una sonrisa amable en todo momento.
El lobo del gobierno volvió a masticar de forma calmada. Sabía que aquella información haría a su compañero estar más interesado. Después de unos momentos decidió desvelarle el resto. Iluminó sus ojos en un tono dorado y después sus dientes se afilaron un poco.
- Usuario de la fruta del Fenrir. Soy el lobo del gobierno mundial, es un placer poder trabajar junto a ti, camarada. – Una vez dicho eso, el rubio estiró la mano hacia él con toda la intención de estrechársela. Le estaba dando la bienvenida claramente a las “Sombras Del Deber”.
Notó los ojos de la camarera fijos en ellos debido a la curiosidad. Pocas personas hablaban con Taiga en solitario, siempre iban en grupo, cosa que al rubio le incomodaba un poco. La muchacha volvió al trabajo al ver a más clientes entrar en aquel sitio. Él tan solo se dedicó a sonreír con una calma brutal.
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Mientras hablaba, no pude evitar fijarme en que una pequeña sonrisa iba asomando al rostro del Agente Redfield. Una vez terminé mi presentación, el rubio continuó comiendo, y acto seguido, comenzó con su respuesta. Era agradable ver la cantidad de cosas que compartía con aquel hombre, ahora entendía por qué Tobías había pensado en él como el maestro idóneo para mí. Mismas profesiones, mismo gusto por el combate sin armas, incluso al parecer un sentido del honor bastante similar. Eso sí, el experimentado Agente parecía una persona bastante más extrovertida y alegre de lo que yo era. Pero bueno, siempre y cuando no se comportase como un idiota, cosa que por suerte no parecía habitual en él, no tenía ningún problema con ello.
Mientras escuchaba hablar a mi nuevo compañero y líder comencé a comer mis macarrones. Estaban exquisitos, llevaban una gran cantidad de queso derretido y tanto su sabor como su textura eran difícilmente mejorables. Me gustó oír que no esperaba obediencia ciega ni nada parecido, y que estaba de acuerdo con lo que yo había dicho. También me resultó muy interesante escuchar que Taiga era usuario, y nada menos que de una fruta mitológica. Mi nueva división se volvía más interesante con cada minuto que pasaba. Cuando el rubio me tendió la mano mientras me daba la bienvenida, la estreché sin dudarlo.
- Entonces estoy encantado de unirme a Sombras del Deber. Ahora entiendo por qué el Agente Thorn pensó en ponernos en contacto durante el entrenamiento que realicé con él. Solo tengo una pregunta más: me gustaría saber si ya hay más miembros en nuestra división y, en caso afirmativo, que me contases algo sobre ellos. No hace falta que entres en mucho detalle, con un par de datos sería más que suficiente.
Y, tras estas palabras, esperó la respuesta de su nuevo compañero mientras degustaba aquel delicioso manjar.
Mientras escuchaba hablar a mi nuevo compañero y líder comencé a comer mis macarrones. Estaban exquisitos, llevaban una gran cantidad de queso derretido y tanto su sabor como su textura eran difícilmente mejorables. Me gustó oír que no esperaba obediencia ciega ni nada parecido, y que estaba de acuerdo con lo que yo había dicho. También me resultó muy interesante escuchar que Taiga era usuario, y nada menos que de una fruta mitológica. Mi nueva división se volvía más interesante con cada minuto que pasaba. Cuando el rubio me tendió la mano mientras me daba la bienvenida, la estreché sin dudarlo.
- Entonces estoy encantado de unirme a Sombras del Deber. Ahora entiendo por qué el Agente Thorn pensó en ponernos en contacto durante el entrenamiento que realicé con él. Solo tengo una pregunta más: me gustaría saber si ya hay más miembros en nuestra división y, en caso afirmativo, que me contases algo sobre ellos. No hace falta que entres en mucho detalle, con un par de datos sería más que suficiente.
Y, tras estas palabras, esperó la respuesta de su nuevo compañero mientras degustaba aquel delicioso manjar.
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Tobías había acertado en todo, debía darle un abrazo a ese capullo. Mala suerte que él ya tuviese su propio lugar junto a los marines, pero siempre quedaría la amistad. Miró a su compañero mientras pensaba en los demás miembros. Por el momento si no contaban a Kasai, que era un aliado más bien, eran un total de cuatro. Cerró los ojos unos segundos y se puso a pensar. Tras un leve suspiro se quedó mirando a colega de nuevo. Le alegró que le estrechase la mano sin ningún tipo de problemas. Había gente en el mundo que no solo eran bordes, también daban mucho asco. Aquel tipo era legal y genial. Taiga se alegraba bastante de tener ahora alguien como él en su equipo. Tras darle unas cuantas vueltas más le contestó con un tono bastante tranquilo y amable, vamos, como siempre.
- El primero es el agente Hachiro. Es el que se ocupará de ejercer el liderazgo si yo no estoy, es un tipo de cabellos largos y blancos. Es buena persona y bueno, podemos decir que es inteligente, bastante. Nostariel, una joven pelirroja que no he visto por el momento, recomendada por un amigo. Se ve que maneja bien las espadas y es disciplinada. – Una vez dijo aquello mordió su tostada de nuevo y masticó unos momentos. – Luego estoy yo, el capullo que dirige esto. – Rio un poco cuando dijo aquello.
Taiga tenía un buen sentido del humor y hacía honor a la frase “Lo mejor es reírse de uno mismo”. Tosió un poco y después de eso se terminó de beber su delicioso cacao. También se ocupó de devorar las tostadas en poco tiempo. Lo siguiente que hizo fue limpiarse la boca y por último dirigir una mirada calmada a su nuevo compañero.
- Pronto nos reuniremos todos para hacer alguna misión y conocernos. Estoy seguro de que juntos podremos cumplir las metas de todos. Hablando de eso, te contaré la mía, ya que ahora eres mi amigo. – Le sonrió. – Puede que te parezca algo imposible, pero pretendo llegar a ser Gorosei. Quiero hacer del gobierno una organización de la que todo el mundo esté orgullosa y limpiar de corrupción la marina y el CP. Siempre ha sido una de mis metas y a día de hoy continúa siéndolo. No voy a parar hasta lograrlo y espero contar con vosotros para eso.
Taiga sonrió de forma amistosa y entonces se rio de nuevo. La gente lo miraba desde lejos sin saber lo que decía, pero no se veían burlas ni nada parecido. Al rubio lo respetaban muchísimo debido a su amabilidad más que a su poder. Era todo lo contrario a una gente, por eso tal vez triunfaba mucho. Amable, bonachón, y siempre dispuesto a ayudar en cualquier tipo de problema. Soltó un pequeño suspiro y pidió la cuenta. Cuando la dejaron se aseguró de pagar el primero, pues el dinero que había ganado como cazador era inmenso. Una vez lo hizo se quedaría mirando a su compañero de nuevo a los ojos.
- Cuando necesites aprender más habilidades o cualquier cosa, no dudes en llamarme. Mi cuarto es el número trece y mi número es este. – Mencionó dándole un papel.
- El primero es el agente Hachiro. Es el que se ocupará de ejercer el liderazgo si yo no estoy, es un tipo de cabellos largos y blancos. Es buena persona y bueno, podemos decir que es inteligente, bastante. Nostariel, una joven pelirroja que no he visto por el momento, recomendada por un amigo. Se ve que maneja bien las espadas y es disciplinada. – Una vez dijo aquello mordió su tostada de nuevo y masticó unos momentos. – Luego estoy yo, el capullo que dirige esto. – Rio un poco cuando dijo aquello.
Taiga tenía un buen sentido del humor y hacía honor a la frase “Lo mejor es reírse de uno mismo”. Tosió un poco y después de eso se terminó de beber su delicioso cacao. También se ocupó de devorar las tostadas en poco tiempo. Lo siguiente que hizo fue limpiarse la boca y por último dirigir una mirada calmada a su nuevo compañero.
- Pronto nos reuniremos todos para hacer alguna misión y conocernos. Estoy seguro de que juntos podremos cumplir las metas de todos. Hablando de eso, te contaré la mía, ya que ahora eres mi amigo. – Le sonrió. – Puede que te parezca algo imposible, pero pretendo llegar a ser Gorosei. Quiero hacer del gobierno una organización de la que todo el mundo esté orgullosa y limpiar de corrupción la marina y el CP. Siempre ha sido una de mis metas y a día de hoy continúa siéndolo. No voy a parar hasta lograrlo y espero contar con vosotros para eso.
Taiga sonrió de forma amistosa y entonces se rio de nuevo. La gente lo miraba desde lejos sin saber lo que decía, pero no se veían burlas ni nada parecido. Al rubio lo respetaban muchísimo debido a su amabilidad más que a su poder. Era todo lo contrario a una gente, por eso tal vez triunfaba mucho. Amable, bonachón, y siempre dispuesto a ayudar en cualquier tipo de problema. Soltó un pequeño suspiro y pidió la cuenta. Cuando la dejaron se aseguró de pagar el primero, pues el dinero que había ganado como cazador era inmenso. Una vez lo hizo se quedaría mirando a su compañero de nuevo a los ojos.
- Cuando necesites aprender más habilidades o cualquier cosa, no dudes en llamarme. Mi cuarto es el número trece y mi número es este. – Mencionó dándole un papel.
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La descripción de los otros dos miembros actuales de la división me dejó un tanto frío. No conocía de nada a ninguno de ellos, aunque no era raro dado el poco tiempo que llevaba en el Cipher Pol. Me gustó que describiera al supuesto segundo al mando como inteligente. Sin embargo, me resultó bastante extraño que un Agente con la experiencia y el poder de Taiga hubiese aceptado en la división a alguien a quien no había visto en su vida. Debía de fiarse mucho de su amigo, pero aún así me pareció algo imprudente por su parte, cosa que me callé. Por muy bien que me cayese el rubio no tenía tanta confianza con él como para hacerle esa crítica.
Seguí comiendo mientras le escuchaba hablar y, una vez terminé mi plato, di el primer sorbo al té. No era el mejor que había probado, pero no cabía duda de que era de buena calidad, y el toque que le daba la miel resultaba muy agradable.
Lo siguiente que dijo Taiga fue que en breves nos reuniríamos para nuestra primera misión. Me sorprendí a mí mismo deseando comenzar dicha misión. ¿Desde cuándo él quería trabajar junto a otras personas? Siempre había sido un solitario, ¿qué le ocurría? Se le ocurrió que tal vez haber encontrado a alguien con un estilo de combate similar al suyo, con profesiones similares, y con tanto poder era una motivación aún mayor para superarse a sí mismo. Lo cual tenía sentido, siempre había sido una persona competitiva, alguien que se esforzaba al máximo por ser el mejor. Y lo que estaba claro es que, al lado de alguien tan poderoso, ese espíritu de superación le haría dar lo mejor de sí y progresar mucho más rápido.
La revelación del rubio sobre su meta me sorprendió, más incluso que el hecho de que me llamase amigo. Llegar a Gorosei era un objetivo exageradamente alto, aunque tampoco mucho más que los míos. Y desde luego los motivos que tenía para llegar hasta allí eran más que loables. Limpiar el Gobierno Mundial y convertirlo en lo que debería ser era algo que podía apoyar.
- Bien, puedes contar conmigo para eso. Aunque será muy difícil.
Me fijé en que mi nuevo compañero pidió la cuenta, y rápidamente pagó lo de ambos. No era necesario, ya que el dinero que había heredado de mi madre y las ganancias de mi pequeña "organización" me garantizaban no tener problemas económicos por el resto de mi vida. Pensé en revelarle algo sobre mis objetivos, a parte de vengarme del bastardo que mató a mi padre, pero finalmente decidí no hacerlo. Por muchaa confianza que me inspirase, realmente acababa de conocerle, y nunca he sido una persona con facilidad para abrirse y confiar en los demás. Pero sí que había algo que quería contarle, así que terminé mi té y le pregunté:
- ¿Has oído hablar de Dakuhebi no Kirtash? Es un hombre misterioso que recientemente se ha hecho con el control de la que hasta hace no mucho era la organización contrabandista más importante de Water 7. Se comenta que la está haciendo resurgir poco a poco, y que la ha renombrado como Hebi no Kiba. Pues bien, Kirtash es mi identidad secreta en los bajos fondos. Los jefes del CP están al corriente de ello, y suelo conseguir información valiosa gracias a mi tapadera. Planeo hacer que la organización deje el contrabando en sí, y que pase a ser simplemente un intermediario, aprovechando la importancia del puerto de Water 7 para controlar todo lo que se mueva ilegalmente a través de él, y por supuesto a quien lo mueva. ¿Qué te parece esto?
Dicho esto, miré fijamente a Taiga, aguardando su respuesta.
Seguí comiendo mientras le escuchaba hablar y, una vez terminé mi plato, di el primer sorbo al té. No era el mejor que había probado, pero no cabía duda de que era de buena calidad, y el toque que le daba la miel resultaba muy agradable.
Lo siguiente que dijo Taiga fue que en breves nos reuniríamos para nuestra primera misión. Me sorprendí a mí mismo deseando comenzar dicha misión. ¿Desde cuándo él quería trabajar junto a otras personas? Siempre había sido un solitario, ¿qué le ocurría? Se le ocurrió que tal vez haber encontrado a alguien con un estilo de combate similar al suyo, con profesiones similares, y con tanto poder era una motivación aún mayor para superarse a sí mismo. Lo cual tenía sentido, siempre había sido una persona competitiva, alguien que se esforzaba al máximo por ser el mejor. Y lo que estaba claro es que, al lado de alguien tan poderoso, ese espíritu de superación le haría dar lo mejor de sí y progresar mucho más rápido.
La revelación del rubio sobre su meta me sorprendió, más incluso que el hecho de que me llamase amigo. Llegar a Gorosei era un objetivo exageradamente alto, aunque tampoco mucho más que los míos. Y desde luego los motivos que tenía para llegar hasta allí eran más que loables. Limpiar el Gobierno Mundial y convertirlo en lo que debería ser era algo que podía apoyar.
- Bien, puedes contar conmigo para eso. Aunque será muy difícil.
Me fijé en que mi nuevo compañero pidió la cuenta, y rápidamente pagó lo de ambos. No era necesario, ya que el dinero que había heredado de mi madre y las ganancias de mi pequeña "organización" me garantizaban no tener problemas económicos por el resto de mi vida. Pensé en revelarle algo sobre mis objetivos, a parte de vengarme del bastardo que mató a mi padre, pero finalmente decidí no hacerlo. Por muchaa confianza que me inspirase, realmente acababa de conocerle, y nunca he sido una persona con facilidad para abrirse y confiar en los demás. Pero sí que había algo que quería contarle, así que terminé mi té y le pregunté:
- ¿Has oído hablar de Dakuhebi no Kirtash? Es un hombre misterioso que recientemente se ha hecho con el control de la que hasta hace no mucho era la organización contrabandista más importante de Water 7. Se comenta que la está haciendo resurgir poco a poco, y que la ha renombrado como Hebi no Kiba. Pues bien, Kirtash es mi identidad secreta en los bajos fondos. Los jefes del CP están al corriente de ello, y suelo conseguir información valiosa gracias a mi tapadera. Planeo hacer que la organización deje el contrabando en sí, y que pase a ser simplemente un intermediario, aprovechando la importancia del puerto de Water 7 para controlar todo lo que se mueva ilegalmente a través de él, y por supuesto a quien lo mueva. ¿Qué te parece esto?
Dicho esto, miré fijamente a Taiga, aguardando su respuesta.
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El agente escuchó las palabras de aquel hombre y no tardó en cerrar los ojos despacio para analizar la situación. Una segunda identidad con fines de descubrir cosas malvadas y bajo vigilancia de los superiores, no lo veía nada mal. De hecho, no había ningún tipo de problema, pero si quería una opinión se la daría. El chico mantuvo la mirada en la mesa pensando bien su respuesta, pues era un tema delicado. Tosió unos segundos y después clavó sus azulados ojos en los de él. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro y después de eso respondió con un tono bastante calmado.
- Lo veo genial. Si los jefes de arriba están al tanto, no hay problema alguno. De hecho, me alegro que puedas obtener información de ese tipo con una segunda identidad, eso te hace admirable. Muy buen espía, sí señor. – Terminó de decir alzando el dedo pulgar.
El rubio estaba pensando también en algún vehículo, pero por el momento también tenía en mente una pequeña cosa. Mostró una expresión divertida en su rostro y después de unos segundos empezó a reír un poco por lo bajo. Era una risa sin maldad alguna, inspiraba que se estaba divirtiendo bastante. El pobre chico debía estar flipando que alguien como Taiga fuese un agente especial del gobierno mundial. Era todo lo contrario a lo que la mayoría de gente se esperaba de un tipo como él.
- Estoy pensando en una enorme habitación donde podamos convivir los miembros de la división. Luego cada uno su propia habitación individual para intimidad, pero una cocina para todos, un cuarto de baño, una sala de reuniones. Vamos, me gustaría que Sombras Del Deber pueda ser considerada como una familia. – Terminó de decirle dedicándole una sonrisa amable en todo momento.
La idea le parecía fantástica y tenía planeado cumplirla. Tendría que mover muchos papeles para aquel tipo de cosas y bueno, tal vez incluso realizar un par de misiones extras para sus superiores. No le importaba realizarlas, por lo que no debía haber problema alguno. Seguro que Hachiro no se quejaba de aquello y la nueva tampoco. Aunque tal vez para ella era un poco incómodo, pero no era obligatorio. Tosió de nuevo y ladeó la cabeza, debía de estar resfriándose quizás por el hecho de ir sin camiseta a todos lados. Igualmente, de esa forma experimentaría lo que era estar enfermo, pues hacía mucho que no lo estaba.
- En fin, podría ser buena idea dar una vuelta o algo por el estilo.
- ¡Agentes, ha ocurrido un problema! – Gritó un hombre trajeado mientras se acercaba a ellos. – Seis presos se han escapado de su juicio y tratan de huir en un pequeño barco con doce tipos más, han sido muy buenos infiltrándose.
- Pues manos a la obra. – Mencionó mirando a su compañero con una sonrisa amable.
- Lo veo genial. Si los jefes de arriba están al tanto, no hay problema alguno. De hecho, me alegro que puedas obtener información de ese tipo con una segunda identidad, eso te hace admirable. Muy buen espía, sí señor. – Terminó de decir alzando el dedo pulgar.
El rubio estaba pensando también en algún vehículo, pero por el momento también tenía en mente una pequeña cosa. Mostró una expresión divertida en su rostro y después de unos segundos empezó a reír un poco por lo bajo. Era una risa sin maldad alguna, inspiraba que se estaba divirtiendo bastante. El pobre chico debía estar flipando que alguien como Taiga fuese un agente especial del gobierno mundial. Era todo lo contrario a lo que la mayoría de gente se esperaba de un tipo como él.
- Estoy pensando en una enorme habitación donde podamos convivir los miembros de la división. Luego cada uno su propia habitación individual para intimidad, pero una cocina para todos, un cuarto de baño, una sala de reuniones. Vamos, me gustaría que Sombras Del Deber pueda ser considerada como una familia. – Terminó de decirle dedicándole una sonrisa amable en todo momento.
La idea le parecía fantástica y tenía planeado cumplirla. Tendría que mover muchos papeles para aquel tipo de cosas y bueno, tal vez incluso realizar un par de misiones extras para sus superiores. No le importaba realizarlas, por lo que no debía haber problema alguno. Seguro que Hachiro no se quejaba de aquello y la nueva tampoco. Aunque tal vez para ella era un poco incómodo, pero no era obligatorio. Tosió de nuevo y ladeó la cabeza, debía de estar resfriándose quizás por el hecho de ir sin camiseta a todos lados. Igualmente, de esa forma experimentaría lo que era estar enfermo, pues hacía mucho que no lo estaba.
- En fin, podría ser buena idea dar una vuelta o algo por el estilo.
- ¡Agentes, ha ocurrido un problema! – Gritó un hombre trajeado mientras se acercaba a ellos. – Seis presos se han escapado de su juicio y tratan de huir en un pequeño barco con doce tipos más, han sido muy buenos infiltrándose.
- Pues manos a la obra. – Mencionó mirando a su compañero con una sonrisa amable.
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Me gustó escuchar que Taiga estaba de acuerdo con mi identidad secreta en Water 7. Habría seguido manteniéndola de todas formas, pues a mi juicio era la manera más rápida y eficaz de encontrar al hombre que mató a mi padre, pero me alegraba saber que eso no iba a hacer que mi nuevo jefe desconfiase de mí. Al fin y al cabo, le había dicho la verdad, así que no tenía motivos para hacerlo.
En lo referente a una gran habitación para nuestra división con espacios individuales para cada uno, me pareció una buena idea. Sin embargo, no tenía muy claro que conseguir algo de esas características en la Isla Judicial iba a resultar difícil. Así que se me ocurrió una idea:
- Me parece bien. Un espacio donde podamos llevar a cabo nuestras reuniones, entrenamientos y donde todos sepamos que podemos volver en cualquier momento siempre es útil. El problema que veo es que no sobran los espacios así en Ennies Lobby, y conseguir uno puede llevarnos tiempo. Pero se me ha ocurrido algo. Mi familia materna ha sido desde hace generaciones rica y poderosa, y cuando murió mi madre, yo quedé como único heredero de la fortuna familiar, que incluye una gran mansión con unos terrenos enormes, situada en el Red Line. Está a menos de un día a pie de Marineford. Si quieres podemos utilizarla como Base de la División temporalmente hasta que encontremos una aquí. Aunque no he vuelto a esa casa desde hace muchos años. Soy su propietario y el servicio la mantiene en perfectas condiciones para cuando desee volver, pero no la he pisado desde que me fui de allí al morir mi madre, cuando era un niño.
De repente, un hombre de traje se nos acercó gritando que seis presos que iban a ser juzgados habían escapado y huían en un barco con otros doce. En ese momento, tanto Taiga como yo nos miramos y, cuando el rubio dijo que tocaba ponerse manos a la obra, asentí y me levanté, echando a correr en dirección al puerto, suponiendo que mi superior haría lo mismo.
En lo referente a una gran habitación para nuestra división con espacios individuales para cada uno, me pareció una buena idea. Sin embargo, no tenía muy claro que conseguir algo de esas características en la Isla Judicial iba a resultar difícil. Así que se me ocurrió una idea:
- Me parece bien. Un espacio donde podamos llevar a cabo nuestras reuniones, entrenamientos y donde todos sepamos que podemos volver en cualquier momento siempre es útil. El problema que veo es que no sobran los espacios así en Ennies Lobby, y conseguir uno puede llevarnos tiempo. Pero se me ha ocurrido algo. Mi familia materna ha sido desde hace generaciones rica y poderosa, y cuando murió mi madre, yo quedé como único heredero de la fortuna familiar, que incluye una gran mansión con unos terrenos enormes, situada en el Red Line. Está a menos de un día a pie de Marineford. Si quieres podemos utilizarla como Base de la División temporalmente hasta que encontremos una aquí. Aunque no he vuelto a esa casa desde hace muchos años. Soy su propietario y el servicio la mantiene en perfectas condiciones para cuando desee volver, pero no la he pisado desde que me fui de allí al morir mi madre, cuando era un niño.
De repente, un hombre de traje se nos acercó gritando que seis presos que iban a ser juzgados habían escapado y huían en un barco con otros doce. En ese momento, tanto Taiga como yo nos miramos y, cuando el rubio dijo que tocaba ponerse manos a la obra, asentí y me levanté, echando a correr en dirección al puerto, suponiendo que mi superior haría lo mismo.
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El rubio corría a un ritmo calmado junto a su compañero. La información que le dio fue bastante útil, aunque él también tenía muchísimo dinero debido a sus años de cazador. Que les proporcionase una base de aquel tipo siempre era de agradecer y se notaba mucho que era una persona confiable y amable. Taiga estaba feliz de tenerle allí y junto a Hachiro y la chica que debía conocer, sabía que serían un equipo perfecto. Una sonrisa se mostró en su rostro y continuó avanzando a medida que pasaban los pasillos. En cuanto llegaron a la zona del puerto pudo ver el barco alejarse. Estaban locos si pensaban que podrían escapar con la puerta de la justicia cerca. Era muy posible que fueran arrestados pronto, pero les habían asignado a ellos, lo que serviría de ejercicio. El chico entonces le miró.
- Es el momento de usar el Geppou. – Mencionó sonriéndole.
Taiga saltó al mar y antes de caer pisó el suelo con fuerza. Empezó a desplazarse tranquilamente y puso rumbo hacia el otro navío. Eran muy numerosos, pero ellos eran dos agentes del gobierno y lo mostrarían. Taiga entonces aterrizó en cubierta y notó todas las miradas sobre él y su compañero. El rubio fulminó a aquellos hombres con sus ojos y sacó ambas manos de los bolsillos. Parecía que todo iba a ponerse bastante interesante.
Uno de aquellos tipos medía tres metros de alto y tenía el cabello rojo como la sangre. Sus ojos eran azules y fríos como el hielo. Tenía una guadaña en la mano y una musculatura considerable. Se veía bastante bestia. En sus orejas tenía aros de oro y en el pecho tatuada una rosa verde con espadas doradas. Se veía que era muy fanático de su propia banda, la cual desconocía el rubio al parecer. Miró un momento a su compañero y le sonrió.
- ¿Quieres al musculitos o prefieres enfrentar a otro? – La preguntó sonriente para ver si era capaz de ocuparse de aquella mole o prefería dejársela a él.
Se dio cuenta de que había un par de tipos armados, pero eso le daba exactamente igual, pues podría ocuparse de sus armas antes de que disparasen. Activó el haki de observación y se mantuvo calmado mientras miraba a todos con una sonrisa amable en su rostro.
- Rendíos y juro que nadie saldrá dañado. – Les dijo de forma amable.
- ¡Nunca! – Gritaron todos con una coordinación perfecta.
- Es el momento de usar el Geppou. – Mencionó sonriéndole.
Taiga saltó al mar y antes de caer pisó el suelo con fuerza. Empezó a desplazarse tranquilamente y puso rumbo hacia el otro navío. Eran muy numerosos, pero ellos eran dos agentes del gobierno y lo mostrarían. Taiga entonces aterrizó en cubierta y notó todas las miradas sobre él y su compañero. El rubio fulminó a aquellos hombres con sus ojos y sacó ambas manos de los bolsillos. Parecía que todo iba a ponerse bastante interesante.
Uno de aquellos tipos medía tres metros de alto y tenía el cabello rojo como la sangre. Sus ojos eran azules y fríos como el hielo. Tenía una guadaña en la mano y una musculatura considerable. Se veía bastante bestia. En sus orejas tenía aros de oro y en el pecho tatuada una rosa verde con espadas doradas. Se veía que era muy fanático de su propia banda, la cual desconocía el rubio al parecer. Miró un momento a su compañero y le sonrió.
- ¿Quieres al musculitos o prefieres enfrentar a otro? – La preguntó sonriente para ver si era capaz de ocuparse de aquella mole o prefería dejársela a él.
Se dio cuenta de que había un par de tipos armados, pero eso le daba exactamente igual, pues podría ocuparse de sus armas antes de que disparasen. Activó el haki de observación y se mantuvo calmado mientras miraba a todos con una sonrisa amable en su rostro.
- Rendíos y juro que nadie saldrá dañado. – Les dijo de forma amable.
- ¡Nunca! – Gritaron todos con una coordinación perfecta.
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Al llegar al puerto, vimos cómo el barco se alejaba. Taiga, entonces, me dijo que era hora de poner en práctica lo que había aprendido y, acto seguido, saltó hacia el mar, usando el Geppou para avanzar por el aire. Le seguí y, haciendo lo mismo que durante nuestro entrenamiento anterior, me impulsé primero suavemente para elevarme un poco, y después con más fuerza.
Usando mi nueva técnica llegamos hasta el navío en un momento, y aterrizamos en cubierta. Nada más hacerlo, un tipo enorme, con el pelo rojo y los ojos azules llamó mi atención. Mi compañero pareció darse cuenta, porque me preguntó si prefería ir a por él o si quería encargarme de otro. Expandí mi Haki de Observación, de forma que pude comprobar que, a priori, el gigantón era el más poderoso de nuestros rivales. Así que, deseoso de probar mi fuerza tanto a mí mismo como a Taiga, le contesté:
- No te preocupes, yo me encargo del grandullón.
Entonces, el rubio habló para dar a los fugitivos la oportunidad de rendirse, pero éstos se negaron sin pensar ni un segundo en aquella posibilidad. Parecían bastante convencidos de sus posibilidades de escapar. No sabían hasta qué punto se equivocaban.
Mi cuerpo se rodeó entonces de un aura oscura y, moviéndome más rápido de lo habitual, me lancé a por el grandullón pelirrojo. Le lancé una patada con intención de comprobar su velocidad de reacción. Se cubrió de ella bastante bien y, acto seguido, pasó a la ofensiva. Comenzó a lanzarme un golpe tras otro con su guadaña, mientras yo me limitaba a esquivarlos mediante el Kami-e, adoptando posturas prácticamente imposibles. Mi intención con esto era doble: por un lado buscaba analizar su estilo de combate para encontrar debilidades en él y, por otro, enfurecerle para que descuidara su defensa. Estuvo cerca de alcanzarme un par de veces, pero en general su velocidad no era suficiente para que fuese capaz de seguir mis movimientos. Tras unos minutos de aquel baile mortal, miré a Taiga y le dije:
- ¿Qué, acabamos con esto?
Usando mi nueva técnica llegamos hasta el navío en un momento, y aterrizamos en cubierta. Nada más hacerlo, un tipo enorme, con el pelo rojo y los ojos azules llamó mi atención. Mi compañero pareció darse cuenta, porque me preguntó si prefería ir a por él o si quería encargarme de otro. Expandí mi Haki de Observación, de forma que pude comprobar que, a priori, el gigantón era el más poderoso de nuestros rivales. Así que, deseoso de probar mi fuerza tanto a mí mismo como a Taiga, le contesté:
- No te preocupes, yo me encargo del grandullón.
Entonces, el rubio habló para dar a los fugitivos la oportunidad de rendirse, pero éstos se negaron sin pensar ni un segundo en aquella posibilidad. Parecían bastante convencidos de sus posibilidades de escapar. No sabían hasta qué punto se equivocaban.
Mi cuerpo se rodeó entonces de un aura oscura y, moviéndome más rápido de lo habitual, me lancé a por el grandullón pelirrojo. Le lancé una patada con intención de comprobar su velocidad de reacción. Se cubrió de ella bastante bien y, acto seguido, pasó a la ofensiva. Comenzó a lanzarme un golpe tras otro con su guadaña, mientras yo me limitaba a esquivarlos mediante el Kami-e, adoptando posturas prácticamente imposibles. Mi intención con esto era doble: por un lado buscaba analizar su estilo de combate para encontrar debilidades en él y, por otro, enfurecerle para que descuidara su defensa. Estuvo cerca de alcanzarme un par de veces, pero en general su velocidad no era suficiente para que fuese capaz de seguir mis movimientos. Tras unos minutos de aquel baile mortal, miré a Taiga y le dije:
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Taiga observaba los movimientos del chico contra el enorme pelirrojo de la guadaña. Se movía bastante bien y eso fue algo que le hizo sonreír. Ya había comprobado sus movimientos él mismo en el pequeño combate de entrenamiento, por lo que estaba realmente calmada. Los asombros ya se los había llevado y algo le decía que sería capaz de vencer al tipo. Los demás hombres miraban asombrados la escena. Uno de ellos sonrió de forma macabra y cogió un artefacto redondo, el cual empezó a tocar. Una especie de sonda hizo vibrar el agua y el agente ladeó la cabeza. Escuchó las palabras de su compañero y enseguida asintió con la cabeza, aunque ahora estaba algo serio.
- Sí, será mejor que nos demos prisa.
Una presencia empezó a acercarse al barco a una velocidad asombrosa. El rubio entonces colocó un pie en la borda y frunció el ceño. Esos tipos habían llamado algo y pese a que no supo el mecanismo o la razón, se preparó para hacer frente a lo que fuese a salir del mar. En unos segundos saltó a un lado en cuanto una sombra amenazó con salir hacia él. Un tiburón enorme saltó hacia la cubierta del barco con la boca abierta. De no ser por sus reflejos no habría podido evadirlo. Lo notó pasar por su lado amenazando con caer allí, un suicidio por su parte. Taiga lanzó un puñetazo bastante fuerte a su cabeza y el terrible escualo salió disparado de nuevo al mar. El golpe fue tan fuerte que el animal no volvió a molestar, de hecho, unos cuantos dientes quedaron en la cubierta. Taiga entonces chasqueó la lengua y miró al resto de piratas. Ellos eran los culpables y serían los dueños del tiburón. Fue en ese momento cuando soltó un pequeño suspiro y avanzó hacia ellos.
- Estáis todos arrestados.
Usando el soru empezó a moverse por la cubierta mientras iba golpeándolos en la nuca o la cabeza. Controlaba su fuerza para no matar a nadie, pero no cabía duda que todos quedaban inconscientes debido a su buen arte del combate. Cuando terminó, solo quedaba el enorme pelirrojo en pie. Miró a su compañero indicándole con la cabeza de que era el momento de terminar con él. Lo siguiente que hizo fue acercarse al timón y poner rumbo de nuevo a la isla judicial. No estarían a más de cinco minutos. Esos tipos no podían escapar de aquel sitio y menos de ellos. Sombras Del Deber estaban debutando de aquella forma tan buena. Apretó los puños enfadado consigo mismo por haber hecho daño al animal y después miró el cuerpo del tipo que lo llamó. Rompió el artefacto que tenía y después de eso suspiró mientras miraba la última pelea.
- En cuanto termines habremos completado la primera misión oficial como Sombras Del Deber y estaremos un paso más cerca de nuestras metas. – Dijo con un tono calmado mientras se cruzaba de brazos y observaba atento el resultado del combate.
- Sí, será mejor que nos demos prisa.
Una presencia empezó a acercarse al barco a una velocidad asombrosa. El rubio entonces colocó un pie en la borda y frunció el ceño. Esos tipos habían llamado algo y pese a que no supo el mecanismo o la razón, se preparó para hacer frente a lo que fuese a salir del mar. En unos segundos saltó a un lado en cuanto una sombra amenazó con salir hacia él. Un tiburón enorme saltó hacia la cubierta del barco con la boca abierta. De no ser por sus reflejos no habría podido evadirlo. Lo notó pasar por su lado amenazando con caer allí, un suicidio por su parte. Taiga lanzó un puñetazo bastante fuerte a su cabeza y el terrible escualo salió disparado de nuevo al mar. El golpe fue tan fuerte que el animal no volvió a molestar, de hecho, unos cuantos dientes quedaron en la cubierta. Taiga entonces chasqueó la lengua y miró al resto de piratas. Ellos eran los culpables y serían los dueños del tiburón. Fue en ese momento cuando soltó un pequeño suspiro y avanzó hacia ellos.
- Estáis todos arrestados.
Usando el soru empezó a moverse por la cubierta mientras iba golpeándolos en la nuca o la cabeza. Controlaba su fuerza para no matar a nadie, pero no cabía duda que todos quedaban inconscientes debido a su buen arte del combate. Cuando terminó, solo quedaba el enorme pelirrojo en pie. Miró a su compañero indicándole con la cabeza de que era el momento de terminar con él. Lo siguiente que hizo fue acercarse al timón y poner rumbo de nuevo a la isla judicial. No estarían a más de cinco minutos. Esos tipos no podían escapar de aquel sitio y menos de ellos. Sombras Del Deber estaban debutando de aquella forma tan buena. Apretó los puños enfadado consigo mismo por haber hecho daño al animal y después miró el cuerpo del tipo que lo llamó. Rompió el artefacto que tenía y después de eso suspiró mientras miraba la última pelea.
- En cuanto termines habremos completado la primera misión oficial como Sombras Del Deber y estaremos un paso más cerca de nuestras metas. – Dijo con un tono calmado mientras se cruzaba de brazos y observaba atento el resultado del combate.
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Mientras yo esquivaba las acometidas del gigantón, otro de los hombres sacó un objeto extraño y lo hizo sonar. De repente, un enorme tiburón salió del agua y aterrizó en cubierta, faltando poco para que acertara a embestir a Taiga. El rubio se deshizo rápidamente del animal y, respondiendo afirmativamente a mi pregunta, comenzó a recorrer el barco a toda velocidad mientras dejaba inconscientes uno tras otro a todos nuestros enemigos salvo el tipo al que yo me enfrentaba.
Una vez hubo acabado con todos, se dirigió al timón, poniendo de nuevo rumbo a Ennies Lobby. En cuanto lo hubo hecho, se dedicó a observar mi combate mientras me decía que, cuando acabase con el grandullón, Sombras del Deber habría cumplido con éxito su primera misión.
Por mi parte, decidí que ya era hora de poner fin al combate, de modo que, cuando vi que el grandullón lanzaba un tajo descendente con su guadaña, me aparté hacia atrás. Sabía que, como llevaba todo el combate haciendo, tras este ataque lanzaría un puñetazo con la otra mano. Calculé la distancia de mi desplazamiento de forma que, con un solo movimiento, evité ambos golpes y quedé situado a apenas unos centímetros de mi rival, cuyo puñetazo se había quedado corto. Cargué el puño hacia atrás y, mientras murmuraba - Hasshoken -, le golpeé en el estómago creando una potente onda de choque. El grandullón salió despedido en dirección opuesta, chocando con la borda y quedando allí tendido, incapaz de moverse.
Entonces miré al rubio, y le dije:
- Misión cumplida, jefe. Volvamos a la isla y entreguemos a estos hombres a la justicia.
Una vez hubo acabado con todos, se dirigió al timón, poniendo de nuevo rumbo a Ennies Lobby. En cuanto lo hubo hecho, se dedicó a observar mi combate mientras me decía que, cuando acabase con el grandullón, Sombras del Deber habría cumplido con éxito su primera misión.
Por mi parte, decidí que ya era hora de poner fin al combate, de modo que, cuando vi que el grandullón lanzaba un tajo descendente con su guadaña, me aparté hacia atrás. Sabía que, como llevaba todo el combate haciendo, tras este ataque lanzaría un puñetazo con la otra mano. Calculé la distancia de mi desplazamiento de forma que, con un solo movimiento, evité ambos golpes y quedé situado a apenas unos centímetros de mi rival, cuyo puñetazo se había quedado corto. Cargué el puño hacia atrás y, mientras murmuraba - Hasshoken -, le golpeé en el estómago creando una potente onda de choque. El grandullón salió despedido en dirección opuesta, chocando con la borda y quedando allí tendido, incapaz de moverse.
Entonces miré al rubio, y le dije:
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