Reunión Amistosa. [Keith-Taiga] [Privado]

El combate había terminado y la charla amistosa junto al helado también. El rubio caminaba despacio desde el bosque hacia el interior del cuartel. Tan solo tenía algunos cortes en los brazos, algún que otro moratón en la espalda y un simple araño en la mejilla. Por lo demás, estaba como nuevo. Caminaba con ambas manos en los bolsillos.

- De modo que este era el poder del Yonkaikyo Bleyd Master… Debo decir que no se asemeja nada ni si quiera al de Tobias o Castor. – Mencionó un poco decepcionado mientras avanzaba despacio.

Debía decir que sus heridas habían sido provocadas por las metralletas de la moto de aquel pequeño y gracioso bicho rosa. Una carcajada sonó de su boca al recordarlo. A lo mejor el puesto le venía mejor al pequeño más que al dueño. Igualmente, el lobo del gobierno era actualmente de los más bestias de su categoría. Se relamió en cuanto entró al edificio. El helado de nueces no le había llenado del todo a decir verdad. Cuando llegó a la recepción pudo ver a un marine que se levantó haciéndole un gesto militar rápidamente.

- ¡Agente Taiga! Sea bienvenido al cuartel del Sur, señor. ¿Qué se le ofrece a usted en este lugar?

- Descansa, amigo. Venía a entrenar con Bleyd Master, pero hemos terminado en cuatro minutos. Recordé que Keith-kun supervisaba este lugar. ¿Se encuentra en casa el dragón? – Terminó preguntando de forma amable.

- Tal vez esté en su despacho.

Aquello hizo que Taiga sonriera y asintiese con la cabeza. Empezó a caminar despacio por uno de los pasillos mientras usaba su olfato para guiarse. No venía de arriba, más bien de otra zona. Ignoró el comentario del marine y se guio por su poder. Llegó a una enorme puerta de madera y escuchó algunos golpes dentro. El dragón debería estar teniendo un apretón si era el cuarto de baño. Tal vez estuviera haciendo cosas indebidas con alguna amiga o… Estaba siendo asesinado. Taiga abrió la puerta entonces y se lo encontró allí. Un gimnasio, eso también contaba.

Que un hombre con tan solo un pantalón corto y sandalias entrase mientras entrenabas debía ser duro. Mucho más si estaba sudando y con algunos cortes leves. Ese era Taiga-chan. El agente miró el sitio algo asombrado y después de unos momentos mostró una sonrisa amable. Caminó despacio hacia la posición donde se hallaba el marine y después le saludó como correspondía. Le lanzó hacia él como un misil dispuesto a abrazarle.

- ¡Keith-chaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan! – Gritó mientras sus ojos se iluminaban en un tono dorado y empezaba a reírse sin parar.

Se notaba que estaba feliz como de costumbre. Pese a todo lo que había pasado. Incluso haberse presentado en la isla de Dexter con un palo y golpear a uno de los suyos en las narices de toda la isla. Muchos decían que Taiga no iba a durar mucho, pero él estaba seguro de que sí.

- ¡Me he pasado a verte!

El intento de asesinato no había funcionado, pues el dragón continuaba vivo y no muriéndose en el suelo con las costillas rotas atravesando sus órganos. El plan había fallado y debía huir. Eso hubiese pasado si él hubiese sido una rata traidora, pero no todos los hombres del mundo eran iguales. Se alegraba ver que el marine estaba bien. Verle allí entrenando le hizo mostrar una expresión que mostraba felicidad. Le gustaba que los marines se esforzaran por ser mejores cada día. Se relamió despacio y escuchó sus palabras al mismo tiempo que se colocaba en pie. El agente del gobierno comprobó con su haki de observación el nivel de poder de Keith y se alegró de ver la enorme mejoría que había dado. Estaba seguro que incluso él podía vencer a Bleyd con bastante facilidad. Viendo lo visto, no era muy difícil al fin y al cabo.

- Se te nota feliz y todo. Me alegro de ello, que la última vez que nos vimos estaban en plan emo vengador de una aldea entre las hojas. – Dijo riendo y recordando un viejo libro que leyó.

El luchador entonces se acercó a uno de aquellos sacos que el dragón golpeaba. Pasó su mano por la superficie de uno y tras unos momentos giró sobre sí mismo. Impactó su puño derecho contra la tela y quebró la cadena que la sujetaba. El objeto cayó al suelo y perdió toda la arena por la parte del corte producido por la cadena. Soltó un pequeño suspiro al ver que él no podía entrenar con aquellas cosas y después sonrió. Fue analizando las máquinas que tenían en aquella zona y después de unos momentos se relamió despacio. El helado no había sido suficiente por lo que veía. Miró después de nuevo al dragón plateado y mostró una sonrisa mayor.

- El cuartel del Sur es un buen sitio, pero deberías probar en el Norte. Dicen que ese sitio está maldito. Todos los que lo han liderado han resultado ser infiltrados en potencia… Krauser, Vader, Karl… Xemnas rompió la norma. Creo que deberías probar para conocer a tu verdadero yo. – Bromeó entonces mientras avanzaba un poco hacia él. Se quedó mirándole despacio.

Debía admitir que Keith era un chico bastante fornido y que podía tener talento en el combate. Luchar con él podía ser abusivo de todas formas, por lo que no le diría nada de entrenar a no ser que él fuese el que lo pidiera.

- Entrenando músculos… Tú tienes una cita…

El luchador se alegraba de que el dragón al fin se tomara las cosas así. Estaba claro que deseaba meterlo en el grupito que tenían montado ellos en la marina y el gobierno. Ya conocía a Xemnas y a él, por lo que solo le faltaba Kasai. Tal vez Milena también, pero la zona de los científicos era la menos importante de todas. Soltó un pequeño suspiro y se sentó en una pequeña máquina mientras le miraba entrenar. Si necesitaba una distracción era que deseaba llevar su mente a otro lado ¿por qué? Algo deseaba ocultar o no pensar en ello. No pensaba meterse en asuntos donde no estaba invitado, por lo que negó con la cabeza. Sin una invitación por parte del dragón no preguntaría nada. Se llevó la mano a la mejilla y después de unos momentos entrecerró sus ojos.

Escuchó lo que le dijo Keith y mostró una sonrisa. Su velocidad corriendo era algo abrumador, pero para ello debía coger carrerilla y ponerse a trotar. Tenía una forma que tan solo los agentes dominaban. El soru era algo instantáneo, y por ello era la técnica definitiva de velocidad. El gobierno contaba con aquel arte marcial tan cotizado y nunca renunciaría a continuar aprendiéndolo. Él por el momento estaba en un alto nivel, pero Castor continuaba dominándolo mejor que él. Tal vez podría responder al joven de una forma física. Se levantó despacio y debido a la corta distancia desapareció literalmente. Reapareció en menos de un segundo a la espalda del joven, pero con los ojos cerrados y cruzado de brazos.

- Supongo que a una bastante alta, después de todo. Ya sabes que los agentes poseemos habilidades muy superiores físicamente en temas de atributos. Si a eso le añadimos mi capacidad de movimiento… Supongo que podría atacarte en medio segundo. – Explicó sonriéndole de forma amable pese a todo.

El rubio volvió a desaparecer y se colocó en una de las máquinas de levantar peso. Estaba sentado y sus azulados ojos observaban a Keith. Su pregunta le pilló por sorpresa y esperaba sinceramente que no planease luchar. No controlaba su fuerza y un solo golpe suyo podría echar abajo una pared de titanio. La razón por la que golpeó a Bleyd fue porque poseía una armadura enorme y bien equipada. Cruzó su pierna derecha por encima de la izquierda y después continuó observando al joven.

- ¿Cuál es el motivo de tu pregunta? Te veo entrenando, me preguntas eso… Me da miedo que planees algo raro. – Terminó de decir dedicándole una mirada llena de bondad y calma.

Taiga mostró una expresión seria al escuchar las palabras del joven. Estaba como una cabra. En verdad quería luchar contra su velocidad, pero el rubio se negaba totalmente. Había mil y una forma de entrenar el mantra y usar al lobo del gobierno era el mayor suicidio. Chasqueó la lengua dispuesto a quejarse, pero entonces escuchó que tenía a alguien que proteger. Soltó un pequeño suspiro y se colocó en pie. En ese momento se quedó mirando a uno de los reclutas y se cruzó de brazos.

- Tráeme enseguida un poco de kairouseki, lo devolveré. – Pidió amablemente.

El marine tardó un par de minutos y tan solo pudo darle una pequeña bolita de aquel mineral. El luchador la tomó con la mano y se dio cuenta de que no era puro. Era justo lo que necesitaba. La metió en su boca como si de un chicle se tratase y notó sus poderes cancelarse. Ya no tenía aquellos ridículos y monstruosos atributos pasivos. Ahora era un simple luchador, pero… Taiga incluso sin su fruta continuaba siendo un monstruo. Debería ir con mucho cuidado si no quería partirle los huesos. Tampoco pensaba activar el haki en ningún momento, pues su armadura sería totalmente irrompible para el chico. Con la pequeña bola en su boca observó al joven al mismo tiempo que entrecerraba los ojos.

- Alumno número sesenta y cinco… Keith. – Dijo en voz alta indicando la enorme cantidad de alumnos que tenía bajo sus brazos.

Taiga era conocido como el sensei del gobierno. Enseñaba a muchísimos agentes a combatir como era debido y bastantes técnicas. El último había sido Tobias y ahora tenía delante a un marine. Alzó ambos puños y miró con seriedad al joven. Mediante el soru despareció a toda velocidad y se colocó a su espalda de nuevo. Taiga trató de impactar con la palma de su mano en el torso del chico y de esa forma lanzarlo por los aires. Su fuerza no era tan monstruosa, pero continuaba siendo algo a tener en cuanta. Le diera el golpe o no, el rubio le esperaría con una mirada seria en todo momento, pues aquello no le hacía mucha gracia.

- Espero que esa persona que deseas proteger sea importante, no me gustaría dañarte por nada. En cuanto a esta pelea, no me hace mucha gracia. – Dijo de forma seria esperando el ataque del chico.

El lobo tomó aire y después lo soltó de golpe. Apartó las máquinas de su alrededor con las piernas y empezó a canalizar su energía en la palma de su mano. Buscaba crear una cosa… Usaría aquella peles estúpida para intentar algo. Esperó el momento del chico mientras mantenía una mirada bastante seria.

El lobo se mantuvo serio mientras observaba al chico mirarle. Algo importante que proteger, aquello le bastaba. Sin embargo, dijo haber fallado una vez, por lo que su motivación por lograrlo esta vez debía de ser superior. Él simplemente se mantuvo mirándole con una calma sorprendente. Esperaba una reacción bélica por parte de su oponente. Fue en ese momento cuando le vio ir hacia él. Se relajó todo lo posible y tras unos momentos se preparó. Interpuso la zona de la tibia en el primer golpe, su fuerza fue suficiente para detener el impacto, pero debido a su fruta anulada sintió una molestia. Para el siguiente golpe cerró los ojos y se mantuvo totalmente quieto. Cuando el puño iba a impactar en su torso, el agente susurró despacio una sola palabra.

- Tekkai…

El golpe le hizo retroceder unos pasos y sonrió al sentir una dolorosa sensación en el pecho. El joven tenía fuerza, pero la resistencia del luchador parecía estar bastante por encima. Su defensa paró casi todo el daño. De todas formas, el golpe había dolido un poco. Una persona normal habría salido volando, por lo que Taiga asintió despacio con la cabeza. Recordó la última vez que recibió un golpe físico similar y no pudo evitar sonreír de forma irónica. Hinori había sido la única capaz de hacerle sentir aquel hormigueo en los pectorales. Cuando el joven se alejó, el rubio preparó su siguiente golpe. De nuevo activó el soru y se desplazó hacia su lado izquierdo. Viendo que su oponente estaba defendiéndose bien, trató de cogerlo a toda velocidad por la cabeza. De lograrlo lo lanzaría con violencia hacia una de las paredes, entonces iría por él con el soru de nuevo tratando de llegar primero. Si lo había logrado lanzaría una patada por su espalda para lanzarlo de nuevo al centro de la sala y evitarle el golpe con la pobre pared. Vamos, el primer ataque sería una especie de farol.

- Si de verdad deseas proteger algo, esfuérzate más. – Mencionó con ambas manos en los bolsillos y una mirada seria. Quería recibir algo más de caña por parte del marine.

Continuó de pie esperando a ver su reacción y tras unos momentos soltó un bostezo. La pelea con Bleyd había sido corta, pero solo con el camino y el estar de nuevo luchando, tenía un sueño increíble. Se mantuvo despierto mientras de nuevo bostezaba y se relamía un poco. Sus ojos se entrecerraron un poco. Imaginó su hermoso colchón… La almohada cómoda en su cabeza… Aquellas mantas tapándolo y los cojines que abrazaba. En el silencio, la oscuridad… Tumbarse despacio mientras sonreía y sentía una sensación de felicidad recorrerle. Cerrar los ojos y dormir durante horas… Era todo un sueño que deseaba ahora.

Taiga alzó una ceja cuando el chico entró en su forma híbrida. Ese marine ahora iba a pegar con una potencia sobrehumana. El rubio entonces se mantuvo serio y entrecerró los ojos. Había bloqueado bien el segundo golpe y eso era un progreso. Lo siguiente que hizo fue predecir aquella patada. Colocó los brazos en equis y de nuevo activó el tekkai. El impacto lo mandó volando hasta quedar clavado en una pared. El dolor que notó en su espalda fue impresionante. Llegó incluso a escupir algo de sangre, lo que hizo que la bolita de kairouseki saliese de su boca. Una sonrisa se formó entonces en su rostro. Vio al dragón dirigirse hacia él y sus brazos tomaron un color morado azabache. El lobo activó su haki armadura perfecto y bloqueó ambos golpes con sus puños. El del hombro le hizo dar un paso hacia atrás, pero la patada lo mandó a volar de nuevo.

El rubio rodó por el suelo unos cuantos metros y quedó tumbado en el centro de la sala. Una sonrisa se había formado en su rostro. No iba a transformarse, pero debido a que el chico estaba convertido, no usaría aquel mineral. Se colocó despacio en pie y se frotó la espalda con la mano. Le dolía lo suyo. Tal vez el primer golpe fue el que más dolió de todos. El rubio en ese momento tomó aire y después alzó los puños.

- Si vas a usar esa forma, habrá que usar un nivel superior.

El lobo del gobierno entonces no activó el soru, se movió a una velocidad increíble por su propio pie. Trató de colocarse a la espalda del dragón y entonces impactaría su pierna derecha en su espalda. Tras aquello saldría tras él si le daba y lanzaría un potente puñetazo de forma recta a su pecho, buscando lanzarlo hacia arriba y estamparle en el techo, pues el golpe fue ascendente. Le diese o no, el agente saltaría hacia atrás y terminaría de imbuir todo su cuerpo en haki armadura, pero siendo este de color rojo metálico. Eso solo quería decir que toda la defensa del lobo estaba activada. No muchos podían traspasar aquel poder que disponía Taiga. Sonrió algo más calmado y miró al chico con calma.

- Vamos, pensaba que deseabas proteger a alguien. Será mejor que me demuestres todo tu poder de una sola vez. – Dijo entonces entrecerrando los ojos despacio.

Su mantra se centró de nuevo en su objetivo, pues sería bueno saber las locuras que planeaba. Debía estar alterado por que Taiga liberase algo de su poder, aunque incluso sin usar sus transformaciones estaba al nivel de un vice-almirante ahora.

- De modo que Xemnas y Surfer, creo que entonces no debería contenerme tanto. Que hayas luchado con el segundo y sigas vivo es algo que me es difícil de asimilar, pero no voy a juzgarte por vivir, enhorabuena.

El lobo apretó los puños mientras mostraba una posición defensiva esperando el ataque del chico. Si había luchado contra el vice-almirante, todo iba bien. Ahora sabía que el chico se esforzaba bastante y no iba a tardar hasta estar al nivel de uno de ellos. Su fruta le daba un potencial físico increíble y eso era un arma buena para la marina. Por el momento, el rubio se dedicó a respirar con calma. Alzó ambos puños y miró directamente a los ojos de su oponente. El gimnasio estaba ya hecho una pena y era una suerte que no hubiese guardias molestando. Keith tuvo una buena idea diciéndoles que no se metieran en aquello.

- Una pena que sea resistente al frío, colega. – Mencionó mirando el hielo que se formaba en el suelo.

Saltó y quedó sobre una mesa para no estar en contacto con el elemento del joven. Una sonrisa se formó en su rostro y después de unos momentos se dio cuenta de que ya no estaba enfadado. Él mismo odiaba los entrenamientos estúpidos, pero se notaba que aquella persona quería proteger a alguien. Eso solo le daba más ganas de ayudarle. Escuchó las siguientes palabras que dijo y no pudo evitar mostrar una expresión risueña. No pensaba darle con su golpe más fuerte, pero igualmente atacaría. La potencia sería moderada para no romperle los huesos. Tomó algo de aire y de nuevo saltó al suelo. Su fuerza desquebrajó la escarcha del suelo, haciéndola añicos.

- No va a ser el más fuerte, pero tampoco el más débil. Espero que sepas lo que haces, Keith-kun.

Taiga empezó a concentrarse despacio e imbuyó todo su haki armadura en el pecho derecho, pero tan solo para asustarle. Después de eso se desplazó con el soru hacia su lado izquierdo. Una vez allí le miraría a los ojos y tras sonreírle lanzaría un puñetazo directo a su torso. La fuerza usada fue de la mitad más o menos, por lo que no sería algo fatal si le daba. Le diese o no, el lobo del gobierno saltaría hacia atrás y colocaría sus pies en el techo tras pillar impulso con el suelo. Usó la mano para agarrarse a una viga amarilla que había y después se quedó observándole desde las alturas.

- ¿Ya estás satisfecho?

Un rápido movimiento de pierna hizo que su espinilla chocase contra la pierna del peliplateado en su pequeño contraataque, el cual le hizo algo de daño al no estar usando haki en esa zona. Bajó de la barra amarilla y se acarició con la mano un poco la zona de su patada. Sonrió entonces e ignoró el dolor. No se esperaba que fuese a atacar. Igualmente, había hecho bien defendiéndose de su golpe y evadiéndolo. Esperaba que con aquello fuese suficiente. Se limpió un poco el polvo y terminó de quebrar la escarcha con un pisotón para que todo estuviese en orden en aquel gimnasio. Después de ello le dedicó una sonrisa al chico y tosió un poco. Retiró el anillo de su dedo y lo dejó sobre una máquina para luego devolverlo. Notó el aumento de sus poderes y no pudo evitar mostrar una sonrisa confiada.

Tomó la botella al vuelo dándole las gracias con un guiño de ojo y después retiró el tapón. El lobo sopló despacio un poco en la boquilla y dejó su aliento llegar al líquido. Lo hizo unas diez veces y después bebió muy despacio. Sus conocimientos de médico eran muy bueno y sabía que haciendo aquello le sentaría mucho mejor y evitaría problemas de garganta por si estaba fría. Después del deporte primero había que descansar y después hidratarse con líquido templado. Cogió una toalla y se limpió el sudor despacio. Una vez hubo terminado se quedó mirando al dragón que tenía delante de sus ojos. Primero Bleyd y ahora él, esperaba no tener más combates en ese día.

- Para eso estamos los amigos ¿No crees? – Contestó restándole importancia al asunto y dedicándole una mirada amable al peliplateado. Esperaba que su entrenamiento hubiese funcionado para mejorarlo.

Taiga entonces se colocó en pie despacio y empezó a colocar las cosas en su sitio. No quería que la próxima persona que entrase viese todo hecho un estropicio. Soltó un enorme bostezo por la boca y después se estiró un poco. A decir verdad, se había cansado más de la cuenta. Usar el anillo le hizo no tener sus poderes y él estaba acostumbrado a ellos. Se rascó un momento la oreja derecha y después de unos momentos caminó hasta el chico. Sonriente pasó su brazo por encima del hombro de él y después le miró fijamente a los ojos de cerca.

- ¿Comemos algo? Tomé un helado antes de venir, pero me apetece algo calentito y con carne si es posible. Tal vez sepas un buen sitio en este cuartel. – Le sacó la lengua y después le dio un toque en la frente con su propia cabeza de forma suave, un pequeño cabezazo amistoso.

El rubio entonces se retiró y le miró esperando sus palabras. Se notaba bastante impaciente, pero ante todo tenía aquella mirad aquella mirada que mostraba bondad ante todo. Una persona como él no pegaba en el gobierno, pero allí estaba, luchando por la paz y la justicia de verdad.

Que no hubiese gente no era divertido, pero al rubio no le quedaba más remedio que aceptar aquello. En su rostro se notaba bastante calma y ya se había quitado el anillo. El lugar era reconfortante y debido al calor que hacía en el Sur, había algunos aires acondicionados, lo que fue de agradecer bastante por el lobo. Se sentó en una mesa de dos junto al chico y escuchó sus palabras. Se rascó la cabeza un poco y cogió la carta de forma tranquila. Se puso a leer y pudo ver algo que le llamó bastante la atención. Acarició aquella sección y después de unos momentos esperó paciente a que llegase el camarero. El chico, que era bastante joven, les preguntó lo que deseaban tomar. Una pequeña sonrisa se formó en el rostro del rubio, el cual pidió en primer lugar.

- Yo quiero una botella de agua y de comer el plato especial de carne. Dos filetes jugosos con ración de patatas y arroz con atún. – Nada más pedirlo esperó a que Keith se ocupase también de lo suyo.

La verdad, no se creía lo cómodos que podían llegar a estar allí. Había luchado con el Yonkaikyo Bleyd, entrenado con Keith, y ahora iba a comerse una deliciosa cantidad de carne. Miró sus brazos y se dio cuenta de que se veían bastante definidos. Se alegraba bastante de ello y no pudo evitar sonreír de forma amable. Lo siguiente que hizo fue mirar directamente a los ojos del dragón. Era curioso que dos seres de las frutas más raras y fuertes del mundo estuvieran allí tan tranquilos a punto de comer juntos. Era una agradable forma de que las bestias mitológicas pudieran coexistir con calma.

- Siempre me he preguntado una cosa ¿Qué ocurriría si por mala fortuna alguno de los dos pillase precio por su cabeza? Últimamente cualquier tontería en una batalla es motivo de expulsión.

Aquel tema de conversación podía ser tenso, pero era algo que quería hablar con un amigo de confianza y como apenas había gente… Tosió un poco y pensó en todo lo pasado en los últimos meses. Recordó entonces una conversación con Xemnas, otra con Kasai y una con los dos. Negó entonces con la cabeza dejando de pensar en eso y volvió a mirar al chico a los ojos directamente.

- A veces nuestros nakamas cambian de bando y sin desearnos el mal, y estamos obligados a capturarlos. Me gustaría saber tu opinión sobre ese tema, y no como un marine a un agente, como Keith a Taiga. – Le dijo guiñándole el ojo.

De esa forma él no sabría nada de su opinión en su faceta de agente serio y se haría el sueco. No pensaba meter en líos a nadie de los suyos. Si no había capturado a Ushio fue por algo, aunque ahora quería darle un par de hostias. Igualmente, recordó cuando Dexter se presentó en su cuarto y estuvo a punto de reír.

La comida llegó hasta la mesa y el lobo empezó a cortar con el cuchillo un trozo de filete con ansia. En cuanto lo hizo se lo llevó a la boca y lo masticó con toda la calma del mundo. El sabor fue realmente sabroso. Escuchó mientras tanto las palabras de Keith y se dio cuenta de que hablaban de cosas muy distintas. El lobo entonces ladeó un poco la cabeza y le miró de forma confusa. Masticó de nuevo un trozo de carne y se llevó un buen puñado de patatas a la boca. Allí había un problema de comunicación o el peliplateado había evadido la pregunta verdadera, una de dos. Se relamió un poco y probó su delicioso arroz. Tras unos momentos le dio un enorme trago a la botella de agua y terminó por clavar su mirada en la de su acompañante de una forma calmada.

- No me has entendido. Una cosa es no querer continuar en el gobierno y pedir la dimisión mediante trámites legales, cosa que no pasaría nada. Yo hablo de irse al bando contrario, dejar el gobierno para ir a la revolución o la piratería. Una persona es libre de irse a su casa sin consecuencias, pero me refería de forma violenta. – Una vez dijo aquello masticó de nuevo otro pedazo de carne y miró al chico a los ojos. – Una persona que decida no querer seguir en este mundillo solo debe retirarse y quedar bien con sus compañeros, pero cambiar al bando criminal es declararle la guerra a tus antiguos camaradas, ya que ellos se ven obligados a ir por ti si no quieren perder sus vidas. – Una vez terminó de decir aquello clavó sus ojos azules en el dragón de forma algo más seria que antes.

Taiga entonces se comió del tirón uno de los filetes. Su mirada amable y calmada era ahora una bastante distinta, como si tratase de lanzarle una indirecta a Keith. Estiró su mano y la colocó en el hombro del dragón, justo para sonreírle de forma amistosa y reír un poco. Le había tratado de poner un poco nervioso, pero realmente pensaba así. El rubio pinchó en las patatas con tranquilidad y después de eso las masticó con calma. Debía admitir que con un poco más de sal habrían estado perfectas, pero le quedaba ese toque. Justo entonces el agente del gobierno volvió a mirar al chico de una forma bastante seria.

- También hay personas aquí dentro que deberían estar fuera. No digo con precio, pero sí en sus casas, donde no puedan hacer daño a nadie. – Pensó en la payasa de Misa. – Los corruptos, los abusones, los egocéntricos que se creen con derecho a burlarse de ciudadanos o de presumir… Nuestro gobierno es un mal sitio, hablemos claro, pero para eso estamos, para cambiarlo. Te he ayudado a entrenar tus habilidades y lo único que te pediré a cambio será un abrazo cuando esto termine. Por el resto, me pareces un gran tipo y con buen sentido de la justicia, pero quería resaltarte que mi pregunta iba enfocada a un destino bélico por parte del desertor y no uno de calma.

Nada más terminar de decir aquello tosió un poco y se comió el otro filete. Le había durado poco, pero estaba hambriento tras lo pasado, muchos combates en poco tiempo. Pasó al plato del arroz y tomó su tenedor con calma. Empezó a pinchar un poco y a comer despacio. Añadió un poco de salsa de tomare caliente que venía en un botecito y masticó despacio. Tras unos veinte segundos alimentándose dirigió su mirada hacia su compañero. Esperaba no haberle rallado con todo lo que le había dicho, pero absolutamente cada palabra era sincera y sin mala intención. Fue entonces cuando le sonrió y le guiñó el ojo.

- Pero hay que admitir que disfrutar de tu trabajo es lo mejor. Ahora estamos aquí, como dos colegas comiendo felizmente y hablando del futuro. Debo admitir que me mola mi vida por el momento. – Tras decir aquello soltó una pequeña carcajada y tomó un poco de pan, el cual tras mojarlo en el tomate se lo metió en la boca y empezó a masticar con toda la calma del mundo.

El ambiente del sitio estaba bastante tranquilo y parecía que no iba a ponerse mal de ninguna forma, cosa que hizo al lobo del gobierno sonreír un poco, cosa no muy difícil en una persona tan feliz como era Taiga.

- Eso depende de vuestro bando. Es cierto que uno puede irse y no ir contra el gobierno, lo que lo vería correcto y comprensible. Otra cosa es ir a la piratería, donde no se entra hasta haber cometido crímenes, lo que ya significaría traición. Los rebeldes no me parecen tan malos, sin embargo. Pero respondiendo a tu pregunta, si cogieras precio estudiaría tus delitos. Si son tonterías explicables como derrotar a un cargo, me daría igual, pero si hubiese asesinato, robo a inocentes o cosas graves, sí, yo mismo iría por ti. – Le dijo entonces con una sonrisa en su rostro y mirándole a los ojos fijamente.

Él mismo tenía amigos con precio, como el caso de Eichi, al que dejó irse. Robarle un bote a Castor no era un motivo de ir a prisión, pero sí uno de reírse un poco. Hablando de Hinori, ella ya era pirata cuando la conoció y sus crímenes no fueron graves, hasta que le dio por llevarse la prisión junto al dragón. Bostezó un poco y tras aquello volvió a mirar a su compañero, el cual comía tranquilamente. Le dolería perder a un amigo como él si se iba a otro bando, pero el destino era cruel la mayoría de las veces y por eso se sentía afortunado con el poder que poseía. Taiga tenía la habilidad de ser el mejor amigo y demás, pero no sentía eso que muchos llamaban amor. Por ello no podía cometer locuras por nadie y traicionar sus principios. Se rascó un poco la cabeza y después de eso se quedó mirándole de nuevo a los ojos de forma calmada. Mostró sus dientes, los cuales estaban afilados en ese momento debido al poder de su fruta y después iluminó sus ojos en un tono dorado bastante llamativo.

- Las cosas cambian en el mundo y los cambios de bandos son lo peor. Yo mismo tenía una persona a la que consideraba mi hermano. Tras haber trabajado duro de cazador junto a él, se fue a los Blue Rose, dejándome solo, por tener fama. Me di cuenta de que era un ser miserable y que tan solo buscaba la conveniencia. Yo entré al gobierno mundial y hace poco me presenté en Fiordia a buscarle. Le golpeé, le dejé todo claro y me largué sin arrestarle. Tampoco es que pudiese con miles de guardias por la zona, pero es lo que hay. Con el paso del tiempo los camaradas muestran que no son como pensamos. La mentira y el engaño también son feas traiciones, Keith.

En cuanto el lobo terminó de comer se estiró un poco y se colocó en pie. No tardó mucho en sacar el dinero y dejarlo sobre la mesa. Sus días como cazador fueron largos y amasó un buen dinero. Sonrió entonces al dragón plateado y después de eso le hizo una señal para que le siguiera hasta el exterior.

- Ven conmigo, te voy a demostrar mi verdadera forma, Keith. – Mencionó sonriendo de lado.

- Estoy seguro de que Hinori se las apaña bien con ese patético ser. – Desveló sonriendo de forma algo amplia. Según tenía entendido solo había dos mujeres en ese grupo y aunque no conocía a la otra, la descripción que dio Keith confirmaba la personalidad de la morena.

El lobo caminó hasta a fuera escuchando las palabras que por el camino le dijo el dragón. Alice, conocía a una chica llamada así. Era la peliblanca que ahora era su compañera. Tal vez fuese casualidad o quizás no. Ahora le interesaba la cara que pondría el peliplateado cuando supiese que él también conocía a la morena. Lo de su padre no le agradó para nada y una mueca de desagrado se había formado en su rostro cuando mencionó aquello. Se olvidó de coger también una manzana para el camino, pero era igual, pues en su camarote tenía su propia nevera con algunas piezas de fruta y demás. Debería volver pronto a Enies Lobby de hecho. Tosió un poco y una vez fuera miró a su compañero a los ojos con una calma asombrosa.

- Casualmente tengo una compañera en el cuerpo de agentes llamada Alice… Oh, espera, si esto ya lo habíamos hablando, tu hermana. – Se rio al no acordarse bien de lo ocurrido. – En fin, continuaré entrenándote en tiempos libros y podrás derrocar a tu padre. Si recurre a sus poderes de Vice-Almirante… Xemnas se ocupará de eso. – Dijo con una sonrisa, pues el rubio le dijo que conocía a Keith.

Taiga entonces se alejó bastante y se puso a calcular el espacio. Fue en ese momento cuando el agente empezó a cambiar de forma exagerada. Unas orejas de lobo salieron de su cabeza, una cola de la parte baja de su espalda y su hocico se alargó. Lo peor fue cuando se colocó a cuatro patas y creció hasta los dieciocho metros de altura. La enorme bestia miró a su compañero, el cual le llegaba incluso por debajo de la rodilla. Lo miró fijamente a los ojos y sonrió de forma exagerada. El enorme lobo era gigante y cualquiera que lo viera se pondría a gritar. De hecho, a los cinco segundos de estar en aquella forma volvió a la humana.

- Te presento mi verdadero poder, Keith. Lo dominé al completo para proteger precisamente a Hinori. Incluso yo tengo amigos en otros bandos, por eso te hablé de lo doloroso que puede llegar a ser. – Terminó de decir acercándose a él y mirándole a los ojos con calma.

No fue tan grande ni mucho menos, los dragones no podían compararse en altura al Fenrir, imposible así de base. De hecho, si él hubiese alzado sus patas habría provocado la destrucción del cuartel, pues habría superado los cuarenta metros. Pudo ver todo helado y eso le hizo abrocharse un poco la chaqueta negra. Mira que hacer aquello allí… Si no podía controlar sus poderes fue una estupidez, pues podían echarle o ponerle un parte disciplinario por aquello. Negó un poco viendo las paredes congeladas y algunos otros sitios. Dijo haber usado su forma completa contra Xemnas, estaba seguro de que no salió bien parado si el rubio se empleó a fondo. De hecho, era posible que el Vice-Almirante pudiese competir con él en fuerza. Últimamente el chico estaba muy nervioso con sus cosas.

- No necesito ayuda, no te preocupes. No te transformes si no controlas tu poder, si yo estuviera a cargo de este cuartel te habría caído bronca. – Suspiró un poco y después de eso se cruzó de brazos. – Vaya aburrimiento. Estoy pensando en hacer una cosa por mi cuenta, pero puede ser peligroso. Si no empiezo a moverme nadie hará nada, por lo que es mi turno.

El rubio sonrió y se quedó mirando al chico de forma tranquila. Se ajustó todo lo posible la chaqueta por el frío que se había formado y después de aquello bostezó. Lo que planeaba era un poco de locos, pero así lo quería. Se miró el puño y lo apretó unos segundos para después soltar todo el aire respirado con fuerza por la boca. Miró a su alrededor y pudo ver que el terreno no estaba mal, salvo por el hielo. Tras aquello observó el cielo y mostró una sonrisa confiada ante todo.

- Voy a ascender a líder de división ¿Cómo? Voy a visitar todas las posibles islas de la rebelión – mencionó entonces riéndose un poco por lo bajo. – Habrá algún capullo abusón que no merezca seguir libre y con alto rango. – Una vez dijo aquello se quedó mirando de nuevo al dragón con toda la calma del mundo. – Por cierto, no me has avisado de esa marine que tanto amas. Solo conozco a la indeseable novia de Xemnas, la corrupta Amane como la llamamos y no Misa. Valiente zorra egocéntrica y sinvergüenza. – Mencionó algo enfadado mientras ahora esperaba una respuesta por parte del chico de cabellos plateados.