Nocturne93
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Akuma no mi
Varios
Desembarqué en la isla con una sonrisa. Al fin un descanso para pensar en mis cosas. Mi hermano estaba en el cuartel, había querido quedarse allí descansando, al fin y al cabo no hacía mucho que habíamos regresado de aquél viaje. Me encontraba en el muelle, pero algo extraño ocurría. No había muchos que se parecían atrever a estar por la calle. Una mujer iba con unas bolsas de compra y pude ver como era perseguida por dos hombres de sospechoso aspecto.
Me aproximé hacia ellos con claras intenciones de hacerles detenerse. Me miraron pero solamente se rieron y continuaron a lo suyo, diciendome de lejos que no me metiera donde no me llamaban. Ni siquiera mi chaqueta con logo y colores de la marina les hizo cambiar de idea.
-Señores. ¿Podemos hablar un momento? -Les dije educadamente.
-¡Oh! Por supuesto.
Se acercó sacando un cuchillo, intentó clavármelo en el estómago. Utilicé mi Bushoushoku en mi mano y golpeó el arma, quebrándola, era de pésima calidad. Después le golpeé en la frente, haciéndole caer hacia atrás, su compañero se quedó extrañado, la chica aprovechó para correr, parecía aterrada por completo. Me acerqué al tipo malhumorado. Estaba claro que había alguien detrás de todo esto.
-¿Para quién trabajas? ¿Eres un pirata?
En ese momento fue cuando se dio cuenta de mis ropajes y se asustó. Le amenacé alzando el puño, su compañero estaba inconsciente en el suelo y sangrando por la nariz. Asustado confesó que su capitán estaba en el ayuntamiento.
-Bien. Pues vas a llevarme ante él. A cambio tendrás más suerte que tu amigo.
Me guió por las calles, cogí el cuerpo inconsciente de su camarada y avancé. Trató de escapar corriendo por la calle. Solté al dormilón y corrí, poniéndome delante de él y dándole un puñetazo en el estómago.
-No es esto en lo que habíamos quedado.
-¿Qué mierda pasa aquí?
Detrás de mí había un tipo con aires de superioridad y grandeza saliendo de una gran casa. Parecía que si era en lo que habíamos quedado, me había traído directamente hacia el ayuntamiento. Aun así le golpeé en el cuello para dejarle inconsciente durante un rato.
-¿Qué le has hecho a mis subordinados, perro del gobierno?
-¿Qué le has hecho tú al pueblo?
-Este es mi jodido pueblo. La marina no tiene poder alguno aquí, me meo en el jodido gobierno mundial. Así que márchate de aquí, olvidaré lo que he visto y te perdonaré la vida.
Activé mi haki de observación. Ese tipo no mentía, era fuerte. Pero no podía dejarles subyugar al pueblo, que claramente estaba siendo atormentado por el control de este tipo. ¿Cuánto tiempo llevarían aquí? Dudaba que la marina supiera algo.
-No eres el primero, maldito bastardo. Otros marines han venido y no han podido con nuestras fuerzas. Así que no te atrevas a enfrentarnos... Somos más.
Se escucharon muchas risas a mi alrededor, cuando quise darme cuenta estaba rodeado de cerca de una treintena de hombres armados. Yo no tenía mis armas, tan solo esa espada de herencia, la hoja con la que luchaba mi padre en el pasado. Esperaba poder honrar su memoria como era necesario. En cierta ocasión escuché que él fue capaz de enfrentar cerca de una veintena de enemigos solamente con su astucia. Pero yo tenía algo más que eso.
Comencé a levantar rachas de aire cortante a mi alrededor, una ventisca que generaba una racha de viento de 70Km/h. Comencé a moverme movido por el viento, directo hacia los subordinados del pirata, quienes fueron cogidos por sorpresa y comenzaron a caer ante el asombro de su capitán. En un momento tenía despejado todo un flanco. Más de quince hombres yacían sangrando en el suelo, algunos no se movían, otros agonizaban.
-¿Qué coño eres? -Dijo el pirata malhumorado.
No parecía afectado por las muertes de sus camaradas, los cuales fueron cogidos desprevenidos y no fueron capaces de darme un solo rasguño.
-Esto no debería estar pasando. Yo vine aquí tan solo de paso, voy dirección al sur y hubo que parar. Has tenido mala suerte, pirata. Pero ya me has dicho que has eliminado otros camaradas marine, de modo que no creas que te voy a dejar escapar.
El hombre, corpulento, corrió hacia el interior del edificio mientras los supervivientes de sus camaradas huían despavoridos. Rápidamente fui detrás de él, no le iba a dejar escapar. Cuando le encontré estaba con dos espadas curvas, mirándome desafiante.
-Te lo he advertido maldito arrogante. No eres el primero que intenta ponerse en mi camino.
Se lanzó a por mí con esas armas. No era una persona especialmente rápida, pero sus ataques se notaban bastante pesados. Le superaba en velocidad, y debía aprovechar esa situación. Mantuve activado mi haki, tanto el bushou como el kenbunshoku. Para ser rápido no paraba de ponerme entre la espada y la pared, era bueno llevando al rival a su terreno.
Durante unos instantes me pregunté por qué había entrado en lugar de enfrentarme afuera. No tardé en darme cuenta, tenía el edificio lleno de trampas, y en seguida tuve que eludir un hacha que casi me rebana la cabeza. Un mechón de mi cabello fue segado, eso estuvo muy cerca, y no me deja opción a moverme, tan solo estoy esquivando. En tal caso no me queda otra opción.
-Koto...
Potencié mi velocidad y comencé a hacer fintas, más rápidas todavía que antes. Lancé falsos ataques a la vez que esquivaba sus arremetidas, las cuales iban chocando contra las paredes y debilitando la estructura del edificio. Cuanto más le esquivaba más se le veía enfurecido, sobretodo se notaba en las maldiciones que escupía hacia mi persona.
Un pequeño derrumbamiento tuvo lugar, una pared cayó, no sabía ya donde estábamos ni donde se encontraba la salida, pero la sala desvelada parecía tratarse de una especie de calabozos, donde había cerca de cuatro personas encadenadas. El pirata se detuvo.
-Contémplalos estúpido marine. Ellos eran más fuertes que tú, y cayeron ante mi fuerza. Pronto te reunirás con ellos, serás otro de mis trofeos.
Reconocía el rostro de uno de ellos, era un capitán del cuartel del norte, hacía unos días que no le veía. Alzó la cabeza al ver la escena, pude ver cómo sus ojos se abrían, tal vez también le sonaba mi rostro, al fin y al cabo era al superior directo con el que más contacto tenía, fue aquél que me contó lo de Jiro, antes de reunirme con él.
Volví a mirar al pirata.
-Ya no necesito más pruebas. Gracias por decirme donde los tenías. Estúpido...
En ese instante blandí mi espada lanzando una estocada al aire, en dirección hacia donde estaba el pirata. Una corriente de viento como la anterior recorrió la sala, hizo detenerse durante un breve periodo de tiempo al pirata. Cargué mi espada con la energía de mis ámbitos. Una descarga eléctrica recorrió la hoja de la espada.
-Padre, perdóname por usar la espada así...
Lancé la espada como si se tratase de una daga arrojadiza. Apenas ni se le clavó en el cuerpo a ese tipo, pero lo que si hizo fue lanzarle una descarga eléctrica por todo su cuerpo, haciendo que por unos instantes quedase paralizado, el tiempo suficiente para permitirme llegar hasta su posición, envolver mi antebrazo de un aura de acero cortante y segar su cabeza con un corte limpio.
Ese pirata se había enfrentado a hombres que dominaban la fuerza, pero nunca a alguien cuya fuerza se base en la velocidad y agilidad. No logró acertarme un solo golpe, y eso tan solo le hizo enfurecerse más y más, y perder concentración. Hasta que bajó la guardia por completo. Al mostrarme a sus presas tal vez se pensara que me asustaría, cuando más bien el efecto fue el opuesto.
Me acerqué a los presos y los liberé de los grilletes. Todos estaban vivos, el capitán pareció quedar impresionado por mi actuación, ni siquiera hablaba, aunque por otro lado puede que fuera por lo débil que estaba. Había que volver al barco.
Al salir no había piratas, más que los que estaban caído en el suelo. Muertos. Pero lo que si que había eran los ciudadanos que salían a ver qué diablos había ocurrido, la mayoría se asomaba desde las ventanas, los más atrevidos salían a la calle. Los júbilos comenzaron a resonar cuando salimos el grupo marine del edificio medio destruído.
La mayoría todavía no se creía lo ocurrido, nos felicitaban y daban las gracias por haberles librado del pirata que atormentaba al pueblo. Yo lo único que me preocupaba era de hacer llegar al capitán y resto de los prisioneros a la enfermería más cercana. Ese capitán fue muy amable cuando me habló de lo que ocurrió con Jiro, no podía dejarle en ese estado, por lo que permanecería con ellos hasta que se recuperasen y volviésemos al cuartel del norte.
Al parecer, los planes habían cambiado. Ya no viajaría más al sur, al menos de momento, volvíamos al cuartel.
Me aproximé hacia ellos con claras intenciones de hacerles detenerse. Me miraron pero solamente se rieron y continuaron a lo suyo, diciendome de lejos que no me metiera donde no me llamaban. Ni siquiera mi chaqueta con logo y colores de la marina les hizo cambiar de idea.
-Señores. ¿Podemos hablar un momento? -Les dije educadamente.
-¡Oh! Por supuesto.
Se acercó sacando un cuchillo, intentó clavármelo en el estómago. Utilicé mi Bushoushoku en mi mano y golpeó el arma, quebrándola, era de pésima calidad. Después le golpeé en la frente, haciéndole caer hacia atrás, su compañero se quedó extrañado, la chica aprovechó para correr, parecía aterrada por completo. Me acerqué al tipo malhumorado. Estaba claro que había alguien detrás de todo esto.
-¿Para quién trabajas? ¿Eres un pirata?
En ese momento fue cuando se dio cuenta de mis ropajes y se asustó. Le amenacé alzando el puño, su compañero estaba inconsciente en el suelo y sangrando por la nariz. Asustado confesó que su capitán estaba en el ayuntamiento.
-Bien. Pues vas a llevarme ante él. A cambio tendrás más suerte que tu amigo.
Me guió por las calles, cogí el cuerpo inconsciente de su camarada y avancé. Trató de escapar corriendo por la calle. Solté al dormilón y corrí, poniéndome delante de él y dándole un puñetazo en el estómago.
-No es esto en lo que habíamos quedado.
-¿Qué mierda pasa aquí?
Detrás de mí había un tipo con aires de superioridad y grandeza saliendo de una gran casa. Parecía que si era en lo que habíamos quedado, me había traído directamente hacia el ayuntamiento. Aun así le golpeé en el cuello para dejarle inconsciente durante un rato.
-¿Qué le has hecho a mis subordinados, perro del gobierno?
-¿Qué le has hecho tú al pueblo?
-Este es mi jodido pueblo. La marina no tiene poder alguno aquí, me meo en el jodido gobierno mundial. Así que márchate de aquí, olvidaré lo que he visto y te perdonaré la vida.
Activé mi haki de observación. Ese tipo no mentía, era fuerte. Pero no podía dejarles subyugar al pueblo, que claramente estaba siendo atormentado por el control de este tipo. ¿Cuánto tiempo llevarían aquí? Dudaba que la marina supiera algo.
-No eres el primero, maldito bastardo. Otros marines han venido y no han podido con nuestras fuerzas. Así que no te atrevas a enfrentarnos... Somos más.
Se escucharon muchas risas a mi alrededor, cuando quise darme cuenta estaba rodeado de cerca de una treintena de hombres armados. Yo no tenía mis armas, tan solo esa espada de herencia, la hoja con la que luchaba mi padre en el pasado. Esperaba poder honrar su memoria como era necesario. En cierta ocasión escuché que él fue capaz de enfrentar cerca de una veintena de enemigos solamente con su astucia. Pero yo tenía algo más que eso.
Comencé a levantar rachas de aire cortante a mi alrededor, una ventisca que generaba una racha de viento de 70Km/h. Comencé a moverme movido por el viento, directo hacia los subordinados del pirata, quienes fueron cogidos por sorpresa y comenzaron a caer ante el asombro de su capitán. En un momento tenía despejado todo un flanco. Más de quince hombres yacían sangrando en el suelo, algunos no se movían, otros agonizaban.
-¿Qué coño eres? -Dijo el pirata malhumorado.
No parecía afectado por las muertes de sus camaradas, los cuales fueron cogidos desprevenidos y no fueron capaces de darme un solo rasguño.
-Esto no debería estar pasando. Yo vine aquí tan solo de paso, voy dirección al sur y hubo que parar. Has tenido mala suerte, pirata. Pero ya me has dicho que has eliminado otros camaradas marine, de modo que no creas que te voy a dejar escapar.
El hombre, corpulento, corrió hacia el interior del edificio mientras los supervivientes de sus camaradas huían despavoridos. Rápidamente fui detrás de él, no le iba a dejar escapar. Cuando le encontré estaba con dos espadas curvas, mirándome desafiante.
-Te lo he advertido maldito arrogante. No eres el primero que intenta ponerse en mi camino.
Se lanzó a por mí con esas armas. No era una persona especialmente rápida, pero sus ataques se notaban bastante pesados. Le superaba en velocidad, y debía aprovechar esa situación. Mantuve activado mi haki, tanto el bushou como el kenbunshoku. Para ser rápido no paraba de ponerme entre la espada y la pared, era bueno llevando al rival a su terreno.
Durante unos instantes me pregunté por qué había entrado en lugar de enfrentarme afuera. No tardé en darme cuenta, tenía el edificio lleno de trampas, y en seguida tuve que eludir un hacha que casi me rebana la cabeza. Un mechón de mi cabello fue segado, eso estuvo muy cerca, y no me deja opción a moverme, tan solo estoy esquivando. En tal caso no me queda otra opción.
-Koto...
Potencié mi velocidad y comencé a hacer fintas, más rápidas todavía que antes. Lancé falsos ataques a la vez que esquivaba sus arremetidas, las cuales iban chocando contra las paredes y debilitando la estructura del edificio. Cuanto más le esquivaba más se le veía enfurecido, sobretodo se notaba en las maldiciones que escupía hacia mi persona.
Un pequeño derrumbamiento tuvo lugar, una pared cayó, no sabía ya donde estábamos ni donde se encontraba la salida, pero la sala desvelada parecía tratarse de una especie de calabozos, donde había cerca de cuatro personas encadenadas. El pirata se detuvo.
-Contémplalos estúpido marine. Ellos eran más fuertes que tú, y cayeron ante mi fuerza. Pronto te reunirás con ellos, serás otro de mis trofeos.
Reconocía el rostro de uno de ellos, era un capitán del cuartel del norte, hacía unos días que no le veía. Alzó la cabeza al ver la escena, pude ver cómo sus ojos se abrían, tal vez también le sonaba mi rostro, al fin y al cabo era al superior directo con el que más contacto tenía, fue aquél que me contó lo de Jiro, antes de reunirme con él.
Volví a mirar al pirata.
-Ya no necesito más pruebas. Gracias por decirme donde los tenías. Estúpido...
En ese instante blandí mi espada lanzando una estocada al aire, en dirección hacia donde estaba el pirata. Una corriente de viento como la anterior recorrió la sala, hizo detenerse durante un breve periodo de tiempo al pirata. Cargué mi espada con la energía de mis ámbitos. Una descarga eléctrica recorrió la hoja de la espada.
-Padre, perdóname por usar la espada así...
Lancé la espada como si se tratase de una daga arrojadiza. Apenas ni se le clavó en el cuerpo a ese tipo, pero lo que si hizo fue lanzarle una descarga eléctrica por todo su cuerpo, haciendo que por unos instantes quedase paralizado, el tiempo suficiente para permitirme llegar hasta su posición, envolver mi antebrazo de un aura de acero cortante y segar su cabeza con un corte limpio.
Ese pirata se había enfrentado a hombres que dominaban la fuerza, pero nunca a alguien cuya fuerza se base en la velocidad y agilidad. No logró acertarme un solo golpe, y eso tan solo le hizo enfurecerse más y más, y perder concentración. Hasta que bajó la guardia por completo. Al mostrarme a sus presas tal vez se pensara que me asustaría, cuando más bien el efecto fue el opuesto.
Me acerqué a los presos y los liberé de los grilletes. Todos estaban vivos, el capitán pareció quedar impresionado por mi actuación, ni siquiera hablaba, aunque por otro lado puede que fuera por lo débil que estaba. Había que volver al barco.
Al salir no había piratas, más que los que estaban caído en el suelo. Muertos. Pero lo que si que había eran los ciudadanos que salían a ver qué diablos había ocurrido, la mayoría se asomaba desde las ventanas, los más atrevidos salían a la calle. Los júbilos comenzaron a resonar cuando salimos el grupo marine del edificio medio destruído.
La mayoría todavía no se creía lo ocurrido, nos felicitaban y daban las gracias por haberles librado del pirata que atormentaba al pueblo. Yo lo único que me preocupaba era de hacer llegar al capitán y resto de los prisioneros a la enfermería más cercana. Ese capitán fue muy amable cuando me habló de lo que ocurrió con Jiro, no podía dejarle en ese estado, por lo que permanecería con ellos hasta que se recuperasen y volviésemos al cuartel del norte.
Al parecer, los planes habían cambiado. Ya no viajaría más al sur, al menos de momento, volvíamos al cuartel.
Alwyn
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una buena historia para hacer méritos, y una buena estrategia para ganar a alguien más fuerte. Tienes algunos fallos ortográficos, pero nada reseñable, por lo que durante el camino de vuelta al cuartel tu capitán te entrega la invitación al evento, dado que el no podrá asistir por las heridas.
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