Ichimura Hachiro
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Se revolvió en un sueño intranquilo. El agente murmuraba y se enredaba en las mantas, con los ojos cerrados con fuerza y sudando. Una potente sirena resonó por la base, y con un grito se incorporó de golpe, perdiendo el equilibrio por estar totalmente enrollado en las sábanas y metiéndose un trompazo contra el suelo. Con un quejido de dolor se soltó como pudo y comenzó a vestirse apresuradamente en un gesto casi automático, sin terminar de meterse aún en situación. ¿Qué estaba pasando? Tardó en recordar dónde estaba unos segundos: sus superiores lo habían enviado a la base marine G-8 para una inspección extraordinaria y comprobar que todos los protocolos de seguridad eran correctos. El Gobierno tenía allí a unos importantes prisioneros a espera de ser interrogados por un agente especial y ser decidido su destino. Sin embargo ese agente estaba volviendo desde el Nuevo Mundo y aún tardaría un par de días, lo que hacía temer la posibilidad de que la base fuera atacada para rescatar a los presos.
- Y no les faltaba razón... joder - masculló, poniéndose apresuradamente el cinturón - ¿Es que estas cosas sólo me suceden a mí?
Se colocó a Kameleon en el brazo, su nueve milímetros enfundada en su lado izquierdo y dos cargadores colgados del cinto. Tras eso se puso apresuradamente la camisa y sin terminar de abotonársela ni ponerse la corbata o la chaqueta salió apresuradamente al pasillo. El interior de la base era un caos con patrullas corriendo de un lado a otro y grupos de marines arrancados de su sueño amontonados en los pasillos preguntándose a gritos el motivo del alboroto. El agente comenzó a abrirse paso primero a empujones y luego a codazos al no lograr avanzar. ¿Cómo se había desatado tal pandemónium? Notando que le faltaba algo de aliento, se metió la mano en el bolsillo y sacó un tubito naranja del que extrajo una pastilla blanca. Mientras se la tragaba comenzó a mirar de un lado para otro en busca de oficiales. ¿Cómo diablos no estaban poniendo orden? Vio a un hombre con chaqueta hablando por den den mushi, sin éxito aparentemente.
- Sargento, ¡controle a sus hombres! Esta no es la reacción apropiada para un ataque.
- ¿Quién es...? - antes de que pudiera seguir Hachiro le puso la placa en la cara tan violentamente que casi se la hizo tragar - No logramos contactar con el capitán. Estoy intentando comunicarme con algún oficial de rango superior para recibir órdenes.
Hachiro abrió mucho los ojos alarmado, notando un sudor frío en su espalda. Por supuesto que no lograban contactar. Era una táctica tan evidente y básica como taimada: decapita a la serpiente y no podrá hacerte daño. Sin órdenes, una base militar sin cierto grado disciplina y oficiales competentes sucumbiría pronto al caos. Estaban en una base importante y no dudaba de que pronto alguien tomaría la iniciativa y restauraría el orden, pero cada segundo perdido era crucial y tiempo que ganaban los invasores. El agente frunció el ceño y comenzó a morder el índice tratando de calmarse y pensar con lógica el siguiente paso a tomar. Mierda, si al menos conociera la base... pero llevaba allí unas pocas horas. En su situación, ¿cuál era la forma más prudente y eficaz de reaccionar?
- Sargento, ponga orden en este sector. De por hecho que el oficial al cargo está desaparecido y actúe de acuerdo al protocolo que tengan para tal caso. Y ordene a un hombre que me escolte a la sala de control más cercana - frunció aún más el ceño al ver la duda en su mirada, evidentemente (al menos a sus ojos) por el hecho de que alguien ajeno a la base y la Marina le diera órdenes - ¿Se cree que esto es un patio de recreo? ¡No hay tiempo! Si no actúamos el enemigo nos tomará desprevenidos.
Recuperando el sentido común, el hombre decidió hacer caso a sus palabras y comenzó a dar órdenes a gritos. Pocos segundos después corría por los pasillos guiado por un cabo. Tal y como había previsto, pudo comprobar por el camino que en otras zonas diferentes oficiales de bajo rango habían tomado el control e imponían orden a las tropas. Se estaba dando el primer paso en la dirección correcta, pero seguía sin ser ni de lejos suficiente. Entraron atropelladamente en la sala de control, haciendo que los marines del interior se sobresaltaran. Uno hasta le apuntó con su fusil hasta que le mostró la placa. Se detuvo unos segundos a retomar el aliento, tras lo cual dijo:
- ¡No hay tiempo! Informe de situación. ¿Quién nos ataca?
- Es un grupo pequeño, unos veinte. No llevan ningún uniforme reconocible y se cubren sus rostros. Ahora mismo están atacando el muelle 1 y volando nuestros barcos con alguna clase de explosivos - respondió una marine pelirroja.
Otra táctica vieja pero efectiva. No se andaban con rodeos; quitarle a una base marine sus barcos era dejarlos sin capacidad de respuesta, mucho menos permitirles perseguir a un posible grupo de fugitivos. La mente del agente trabaja a toda velocidad mientras miraba las diferentes pantallas, tratando de buscar en las cámaras algo que le diese alguna otra pista.
- Mostradme las estancias del capitán. Porque estará allí a estas horas, ¿no?
- No hay den den mushis de vigilancia en esa estancia, señor - respondió otro - Pero podemos poner el del pasillo.
- Adelante pues.
El resultado no era muy diferente al que se esperaba, aunque le decepcionó un poco. Estaba totalmente desierto y no había nada fuera de lo común, ni signos de violencia ni nada.
- ¿No debería haber una patrulla o alguien de guardia? - preguntó, exasperado. Le respondieron afirmativamente - Necesito un plano de la base de inmediato, también una explicación a grandes rasgos de los sistemas de seguridad como puertas blindadas o algo así, no sé. También quiero una visual del exterior de la base; necesitamos saber cómo diablos se han colado aquí, porque dudo que en barco. Y si tenéis, un poco de café. Necesito despejarme.
Tres personas caminaban por lo alto del rocoso paisaje. La primera era un hombre alto con una naginata y una capa de viaje con la que se cubría totalmente. La segunda era un chico joven de pelo corto oscuro y un traje de prisionero, seguido de cerca de una mujer con un fusil de asalto y el rostro tapado por una pañoleta roja y un gorro beige. Había apenas una decena de metros entre ellos y su objetivo, un pequeño aparejo de madera con aspecto de mosca del tamaño de una barcaza pequeña. De repente el de delante se frenó en seco y dijo:
- Es una trampa. Hay voces cerca.
Hachiro salió de detrás de una roca, con una media sonrisa. Junto con él, varios marines salieron de diferentes escondrijos empuñando diferentes armas.
- Dime chico, ¿cómo nos has pillado? - preguntó el de la naginata - No esperé que un perro del Gobierno fuera tan astuto.
- Tuve una corazonada y me alegro de no haberme equivocado. Al fin y al cabo, si teníais la capacidad de colaros en la base hasta tal punto, ¿por qué usar una distracción? Deduje que ya teníais a vuestro objetivo con vosotros. Y más aún, era especialmente extraño que el capitán hubiese desaparecido de aquella manera y que hubiese dado órdenes de no tener cámaras ni en su despacho ni en sus estancias. Lo entendería en el baño o la habitación... ¿pero en ningún punto de sus dependencias? - negó con la cabeza - Seguía siendo una simple conjetura, pero me vi obligado a elegir rápido. Bien planeado, capitán McKinley
- Unas buenas conjeturas chico, ¿pero qué piensas hacer ahora? Sois sólo seis y os enfrentáis a un capitán de la Marina.
Hachiro se encogió de hombros, dejando de sonreír. Era cierto que era lo suficientemente fuerte como para darles batalla a los seis, y no estaba solo. Estaba seguro de que el capitán le estaba subestimando de todos modos. Al fin y al cabo no tenía ninguna clase de información de él o sobre sus capacidades.
- Tengo la confirmación que necesitaba. Si no eras tú el responsable, tal vez podría haberlo arrestado. Pero no soy tan idiota como para tirar mi vida por la borda - se apartó de su camino - En cierto modo todos salimos ganando. Vosotros huis con vuestro premio y yo recibo el reconocimiento de mis superiores por lograr coordinar la defensa e identificar al traidor. Ya hemos detenido a vuestros nakamas.
Con una mirada de desconfianza, el capitán tomó una rápida decisión. La cara de incredulidad de los marines debió ser toda la confirmación que necesitaba, pues él y sus dos acompañantes comenzaron a correr hacia el vehículo volador y montaron en él. Mientras este comenzaba a alzarse, el albino sacó un mando de su bolsillo.
- Jaque mate, capitán - con un gesto solemne, activó el detonador de la bomba.
- Y no les faltaba razón... joder - masculló, poniéndose apresuradamente el cinturón - ¿Es que estas cosas sólo me suceden a mí?
Se colocó a Kameleon en el brazo, su nueve milímetros enfundada en su lado izquierdo y dos cargadores colgados del cinto. Tras eso se puso apresuradamente la camisa y sin terminar de abotonársela ni ponerse la corbata o la chaqueta salió apresuradamente al pasillo. El interior de la base era un caos con patrullas corriendo de un lado a otro y grupos de marines arrancados de su sueño amontonados en los pasillos preguntándose a gritos el motivo del alboroto. El agente comenzó a abrirse paso primero a empujones y luego a codazos al no lograr avanzar. ¿Cómo se había desatado tal pandemónium? Notando que le faltaba algo de aliento, se metió la mano en el bolsillo y sacó un tubito naranja del que extrajo una pastilla blanca. Mientras se la tragaba comenzó a mirar de un lado para otro en busca de oficiales. ¿Cómo diablos no estaban poniendo orden? Vio a un hombre con chaqueta hablando por den den mushi, sin éxito aparentemente.
- Sargento, ¡controle a sus hombres! Esta no es la reacción apropiada para un ataque.
- ¿Quién es...? - antes de que pudiera seguir Hachiro le puso la placa en la cara tan violentamente que casi se la hizo tragar - No logramos contactar con el capitán. Estoy intentando comunicarme con algún oficial de rango superior para recibir órdenes.
Hachiro abrió mucho los ojos alarmado, notando un sudor frío en su espalda. Por supuesto que no lograban contactar. Era una táctica tan evidente y básica como taimada: decapita a la serpiente y no podrá hacerte daño. Sin órdenes, una base militar sin cierto grado disciplina y oficiales competentes sucumbiría pronto al caos. Estaban en una base importante y no dudaba de que pronto alguien tomaría la iniciativa y restauraría el orden, pero cada segundo perdido era crucial y tiempo que ganaban los invasores. El agente frunció el ceño y comenzó a morder el índice tratando de calmarse y pensar con lógica el siguiente paso a tomar. Mierda, si al menos conociera la base... pero llevaba allí unas pocas horas. En su situación, ¿cuál era la forma más prudente y eficaz de reaccionar?
- Sargento, ponga orden en este sector. De por hecho que el oficial al cargo está desaparecido y actúe de acuerdo al protocolo que tengan para tal caso. Y ordene a un hombre que me escolte a la sala de control más cercana - frunció aún más el ceño al ver la duda en su mirada, evidentemente (al menos a sus ojos) por el hecho de que alguien ajeno a la base y la Marina le diera órdenes - ¿Se cree que esto es un patio de recreo? ¡No hay tiempo! Si no actúamos el enemigo nos tomará desprevenidos.
Recuperando el sentido común, el hombre decidió hacer caso a sus palabras y comenzó a dar órdenes a gritos. Pocos segundos después corría por los pasillos guiado por un cabo. Tal y como había previsto, pudo comprobar por el camino que en otras zonas diferentes oficiales de bajo rango habían tomado el control e imponían orden a las tropas. Se estaba dando el primer paso en la dirección correcta, pero seguía sin ser ni de lejos suficiente. Entraron atropelladamente en la sala de control, haciendo que los marines del interior se sobresaltaran. Uno hasta le apuntó con su fusil hasta que le mostró la placa. Se detuvo unos segundos a retomar el aliento, tras lo cual dijo:
- ¡No hay tiempo! Informe de situación. ¿Quién nos ataca?
- Es un grupo pequeño, unos veinte. No llevan ningún uniforme reconocible y se cubren sus rostros. Ahora mismo están atacando el muelle 1 y volando nuestros barcos con alguna clase de explosivos - respondió una marine pelirroja.
Otra táctica vieja pero efectiva. No se andaban con rodeos; quitarle a una base marine sus barcos era dejarlos sin capacidad de respuesta, mucho menos permitirles perseguir a un posible grupo de fugitivos. La mente del agente trabaja a toda velocidad mientras miraba las diferentes pantallas, tratando de buscar en las cámaras algo que le diese alguna otra pista.
- Mostradme las estancias del capitán. Porque estará allí a estas horas, ¿no?
- No hay den den mushis de vigilancia en esa estancia, señor - respondió otro - Pero podemos poner el del pasillo.
- Adelante pues.
El resultado no era muy diferente al que se esperaba, aunque le decepcionó un poco. Estaba totalmente desierto y no había nada fuera de lo común, ni signos de violencia ni nada.
- ¿No debería haber una patrulla o alguien de guardia? - preguntó, exasperado. Le respondieron afirmativamente - Necesito un plano de la base de inmediato, también una explicación a grandes rasgos de los sistemas de seguridad como puertas blindadas o algo así, no sé. También quiero una visual del exterior de la base; necesitamos saber cómo diablos se han colado aquí, porque dudo que en barco. Y si tenéis, un poco de café. Necesito despejarme.
...
Tres personas caminaban por lo alto del rocoso paisaje. La primera era un hombre alto con una naginata y una capa de viaje con la que se cubría totalmente. La segunda era un chico joven de pelo corto oscuro y un traje de prisionero, seguido de cerca de una mujer con un fusil de asalto y el rostro tapado por una pañoleta roja y un gorro beige. Había apenas una decena de metros entre ellos y su objetivo, un pequeño aparejo de madera con aspecto de mosca del tamaño de una barcaza pequeña. De repente el de delante se frenó en seco y dijo:
- Es una trampa. Hay voces cerca.
Hachiro salió de detrás de una roca, con una media sonrisa. Junto con él, varios marines salieron de diferentes escondrijos empuñando diferentes armas.
- Dime chico, ¿cómo nos has pillado? - preguntó el de la naginata - No esperé que un perro del Gobierno fuera tan astuto.
- Tuve una corazonada y me alegro de no haberme equivocado. Al fin y al cabo, si teníais la capacidad de colaros en la base hasta tal punto, ¿por qué usar una distracción? Deduje que ya teníais a vuestro objetivo con vosotros. Y más aún, era especialmente extraño que el capitán hubiese desaparecido de aquella manera y que hubiese dado órdenes de no tener cámaras ni en su despacho ni en sus estancias. Lo entendería en el baño o la habitación... ¿pero en ningún punto de sus dependencias? - negó con la cabeza - Seguía siendo una simple conjetura, pero me vi obligado a elegir rápido. Bien planeado, capitán McKinley
- Unas buenas conjeturas chico, ¿pero qué piensas hacer ahora? Sois sólo seis y os enfrentáis a un capitán de la Marina.
Hachiro se encogió de hombros, dejando de sonreír. Era cierto que era lo suficientemente fuerte como para darles batalla a los seis, y no estaba solo. Estaba seguro de que el capitán le estaba subestimando de todos modos. Al fin y al cabo no tenía ninguna clase de información de él o sobre sus capacidades.
- Tengo la confirmación que necesitaba. Si no eras tú el responsable, tal vez podría haberlo arrestado. Pero no soy tan idiota como para tirar mi vida por la borda - se apartó de su camino - En cierto modo todos salimos ganando. Vosotros huis con vuestro premio y yo recibo el reconocimiento de mis superiores por lograr coordinar la defensa e identificar al traidor. Ya hemos detenido a vuestros nakamas.
Con una mirada de desconfianza, el capitán tomó una rápida decisión. La cara de incredulidad de los marines debió ser toda la confirmación que necesitaba, pues él y sus dos acompañantes comenzaron a correr hacia el vehículo volador y montaron en él. Mientras este comenzaba a alzarse, el albino sacó un mando de su bolsillo.
- Jaque mate, capitán - con un gesto solemne, activó el detonador de la bomba.
Abby
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ichi-chan. No tengo mucho que decir sobre la historia, ha estado bien y sin fallos que salten a la vista. Debido a tu gran coordinación en momentos de peligro, uno de tus superiores decide enviarte una carta anónima con una invitación como premio. Esta viene muy perfumada y sellada con un beso de color carmín.
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