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Akuma no mi
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No había nada como una jodida guerra entre dos buques de la marina y “Los Dolor De Huevos”. Esa banda pirata se había formado hacía poco y eran bastante fuertes a decir verdad. El jefe a cargo, que no era otro que un Comodoro, había ordenado enviar primero un buque en lugar de los dos al interior de la isla, una buena gilipollez por su parte. El jefe al mando era el Capitán Venom, el cual estaba en paradero desconocido. Los comunicadores no respondían y seguramente el comodoro enviaría al segundo buque al interior. Durante las últimas horas se habían escuchado disparos, gritos y explosiones. Vamos, se había formado una buena con aquellos imbéciles.
El cuerpo de Venom yacía tirado en mitad de una enorme cantidad de cadáveres. Sus ojos estaban en blanco y la boca totalmente rota. Era como si le hubieran desintegrado los músculos y huesos, tan solo era piel. Habría unos treinta marines muertos y unos cincuenta piratas también. Lo peor, otros cuarenta corsarios seguían vivos husmeando por la zona. El pelirrojo se hallaba en lo alto de un árbol, en lo más alto de hecho. Sangraba por la cabeza, por su hombro derecho y tenía numerosos cortes por el torso. Vestía con una camiseta negra de manga larga, un chaleco verde táctico por encima, los pantalones oscuros y unas sandalias de madera. En su frente podía verse una bandana con el símbolo de la marina. No es que los hombres fuesen poderosos, pero se había llevado todo el focus enemigo por así decirlo. Su comunicador estaba hecho pedazos y ahora esperaba los refuerzos.
- Ese Comodoro Matuzalén es un payaso… Me cago en tu puta dinastía. – Susurró mostrando sus afilados colmillos y frunciendo el ceño.
Los refuerzos no debían tardar mucho en llegar y decidió entretener a los enemigos. Saltó del enorme árbol aterrizando frente a todos y los miró de forma seria. Todos los hombres apuntaron hacia él con sus armas de fuego y blancas. Venom mantuvo su mirada inexpresiva en todo momento y lentamente fue alzando los puños. El color negro metálico se hizo presente en su brazo derecho y una leve aura oscura le rodeó. Notó con su mantra las presencias de varios hombres acercándose. Se pensaba usar de cebo para que ellos tuvieran oportunidad de emboscarles. Los piratas empezaron a disparar contra el cuerpo del capitán, el cual cerró los ojos y colocó ambos brazos en equis. El haki armadura hacía rebotar las balas, pero algunas horas le hacían bastante daño. Algunas gotas de sangre caían al suelo y el dolor era cada vez más intenso. Al menos tenía toda la atención enemiga.
- Maldición…
Una bala explosiva le tiró de espaldas quemándole los brazos, pero enseguida se colocó en pie haciendo de tanque y recibiendo balazos. No podía continuar aguantando, pero confiaba en que los refuerzos harían su trabajo y de hecho, los notaba a menos de veinte metros. Sonrió de forma siniestra esperó con bastante impaciencia.
El cuerpo de Venom yacía tirado en mitad de una enorme cantidad de cadáveres. Sus ojos estaban en blanco y la boca totalmente rota. Era como si le hubieran desintegrado los músculos y huesos, tan solo era piel. Habría unos treinta marines muertos y unos cincuenta piratas también. Lo peor, otros cuarenta corsarios seguían vivos husmeando por la zona. El pelirrojo se hallaba en lo alto de un árbol, en lo más alto de hecho. Sangraba por la cabeza, por su hombro derecho y tenía numerosos cortes por el torso. Vestía con una camiseta negra de manga larga, un chaleco verde táctico por encima, los pantalones oscuros y unas sandalias de madera. En su frente podía verse una bandana con el símbolo de la marina. No es que los hombres fuesen poderosos, pero se había llevado todo el focus enemigo por así decirlo. Su comunicador estaba hecho pedazos y ahora esperaba los refuerzos.
- Ese Comodoro Matuzalén es un payaso… Me cago en tu puta dinastía. – Susurró mostrando sus afilados colmillos y frunciendo el ceño.
Los refuerzos no debían tardar mucho en llegar y decidió entretener a los enemigos. Saltó del enorme árbol aterrizando frente a todos y los miró de forma seria. Todos los hombres apuntaron hacia él con sus armas de fuego y blancas. Venom mantuvo su mirada inexpresiva en todo momento y lentamente fue alzando los puños. El color negro metálico se hizo presente en su brazo derecho y una leve aura oscura le rodeó. Notó con su mantra las presencias de varios hombres acercándose. Se pensaba usar de cebo para que ellos tuvieran oportunidad de emboscarles. Los piratas empezaron a disparar contra el cuerpo del capitán, el cual cerró los ojos y colocó ambos brazos en equis. El haki armadura hacía rebotar las balas, pero algunas horas le hacían bastante daño. Algunas gotas de sangre caían al suelo y el dolor era cada vez más intenso. Al menos tenía toda la atención enemiga.
- Maldición…
Una bala explosiva le tiró de espaldas quemándole los brazos, pero enseguida se colocó en pie haciendo de tanque y recibiendo balazos. No podía continuar aguantando, pero confiaba en que los refuerzos harían su trabajo y de hecho, los notaba a menos de veinte metros. Sonrió de forma siniestra esperó con bastante impaciencia.
Jason Silvers
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El recluta corría entre los árboles, seguido por otros tantos. Tenía una sonrisa feroz en el rostro y llevaba una ninjato en la mano derecha y un cigarrillo en la boca. Escuchó tras él al pesado del teniente gritar algo de que no corriera tanto, pero fingió no haberle escuchado. "Llevo aguantándote semanas en la base. Al fin tenemos un poco de acción, no voy a dejar que me la estropees." Dos barcos marines habían pasado hacía un día por Shellstown en busca de refuerzos para una operación contra una banda pirata bastante numerosa y bien armada, "Los Dolor de Huevos" y no había dudado en presentarse voluntario. Hacía ya casi un mes que se había alistado en la Marina y desde entonces todo lo que había hecho había sido guardias, limpiar pasillos y patrullar por el pueblo de la ciudad. Estaba deseando entrar en combate y estrenar sus nuevos poderes en una batalla real, y de paso intentar destacar y empezar a ascender en la jerarquía. Cuanto mayor rango tuviera, menos serían los gilipollas que le diesen órdenes y a decir verdad empezaba a estar muy harto de la disciplina militar y de que los oficiales se desquitaran con los reclutas aprovechándose de su rango. Pero aquel no era el momento de darle vueltas a esos temas; al fin iba a poder hacer aquello por lo que se había alistado: luchar contra los criminales y por la justicia.
- ¡Ya escucho el ruido de la batalla! - gritó a sus compañeros, preparándose.
Los disparos sonaban cada vez más cercanos, junto con algunas explosiones que hacían vibrar el aire. Sus hombres debían estar sufriendo un fuego muy intenso, pues a menos que hubieran llevado los cañones del barco no sabía de dónde podían venir las detonaciones. Cruzó la última línea de árboles para encontrarse de lleno con un único marine pelirrojo que soportaba toda la descarga enemiga, como si estuviese hecho de hierro. ¿Cómo diablos seguía en pie con esas heridas? Tras dirigirle una última mirada de admiración, se dirigió hacia los enemigos, abriendo la caja de cuero en que llevaba los shurikens. Se frenó de golpe mientras estos y todas sus armas menos la ninjato comenzaban a desenvainarse solas y colocarse en el aire frente a él. Con una mirada fría, alzó su acero y dijo:
- Haru no Mai, Tetsukaze.
Todas sus armas salieron disparadas hacia los piratas en forma de una mortífera lluvia de metal que diezmó las filas de los corsarios, al tiempo que el resto marines salían de entre los árboles con feroces gritos de batalla y disparando sus fusiles contra los enemigos. Con un gesto hizo volver sus cuchillos y estrellas, que se quedaron orbitando a su alrededor y se acercó al pelirrojo. Pese a lo destrozado de su capa, pudo reconocer los galones como los de un capitán. Llevó la mano a la bolsa de su cinto, sacando alcohol, tenazas y vendas. Tenía unas heridas bastante feas y debía atendérselas rápido si no quería que se le complicaran.
- Soy médico. Retirémonos para que pueda atenderle, capitán.
Si no se lo impedía, le ayudaría a caminar hasta detrás de los árboles donde le daría una rama para que la mordiera mientras le arrancaba las balas y la metralla.
- ¡Ya escucho el ruido de la batalla! - gritó a sus compañeros, preparándose.
Los disparos sonaban cada vez más cercanos, junto con algunas explosiones que hacían vibrar el aire. Sus hombres debían estar sufriendo un fuego muy intenso, pues a menos que hubieran llevado los cañones del barco no sabía de dónde podían venir las detonaciones. Cruzó la última línea de árboles para encontrarse de lleno con un único marine pelirrojo que soportaba toda la descarga enemiga, como si estuviese hecho de hierro. ¿Cómo diablos seguía en pie con esas heridas? Tras dirigirle una última mirada de admiración, se dirigió hacia los enemigos, abriendo la caja de cuero en que llevaba los shurikens. Se frenó de golpe mientras estos y todas sus armas menos la ninjato comenzaban a desenvainarse solas y colocarse en el aire frente a él. Con una mirada fría, alzó su acero y dijo:
- Haru no Mai, Tetsukaze.
Todas sus armas salieron disparadas hacia los piratas en forma de una mortífera lluvia de metal que diezmó las filas de los corsarios, al tiempo que el resto marines salían de entre los árboles con feroces gritos de batalla y disparando sus fusiles contra los enemigos. Con un gesto hizo volver sus cuchillos y estrellas, que se quedaron orbitando a su alrededor y se acercó al pelirrojo. Pese a lo destrozado de su capa, pudo reconocer los galones como los de un capitán. Llevó la mano a la bolsa de su cinto, sacando alcohol, tenazas y vendas. Tenía unas heridas bastante feas y debía atendérselas rápido si no quería que se le complicaran.
- Soy médico. Retirémonos para que pueda atenderle, capitán.
Si no se lo impedía, le ayudaría a caminar hasta detrás de los árboles donde le daría una rama para que la mordiera mientras le arrancaba las balas y la metralla.
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El capitán continuó aguantando de la mejor forma posible aquellos ataques. Sabía que tenía muchas formas de sobrevivir a todo aquello, por lo que no le iba a ser muy difícil retirarse a tiempo si debía hacer de las suyas. Miró su “antiguo cuerpo” allí tirado y supo que más o menos podría tener esa habilidad de unos cinco minutos. Miró de nuevo a los piratas llevándose un balazo que le dañó el brazo derecho de forma considerable y frunció el ceño. Ese hijo de puta debía de usar balas antitanque o algo así. La sangre manaba con más fuerza y supo que era el momento perfecto para huir, pero entonces los refuerzos llegaron a tiempo. Una sonrisa siniestra surgió de la boca de la serpiente, la cual estiró las manos hacia delante.
- ¡Picasteis!
Los tiros terminaban con las vidas de aquellos tipos fácilmente, y además, hubo un chico de cabellos morenos que destacó bastante. Usó una especie de cuchillos hechos especialmente para el asesinato de las técnicas orientales. Además, las estrellas especiales ninja fueron clave e impactaron en bastantes piratas. Que las cabronas volviesen a él le hicieron creer que o bien estaban imantadas o poseía una técnica de canalización considerable. Clavó una rodilla en el suelo debido al cansancio y anuló su haki armadura. Bastante había soportado ya. Se dejó llevar con aquella persona hasta un lado y después se sentó.
- Ocúpate solo de las heridas lo mejor que puedas, en cuatro minutos me habré regenerado por completo. – Pudo decir mientras se metía la rama en la boca.
Durante la curación soltó algún que otro quejido. Cuando el chico había terminado mostró una sonrisa siniestra. Su buena habilidad para soportar dolor iba mejorando, pero debía admitir que seguía doliendo lo suyo. Al ver el buen trabajo del moreno se alegró bastante. Ahora solo quedaba eliminar las cicatrices y eso se hacía de una forma. El pelirrojo abrió la boca de una forma sobrenatural y se partió la mandíbula. El cuerpo quedó tirado en el suelo con los ojos en blanco y de repente una mano salió de él. Se agarró a un tronco y otra terminó de aparecer. Venom empezó a surgir de la boca de él mismo, lo que pudo ser algo tétrico. Su cuerpo entero estaba lleno de fluidos blancos y viscosos. Sus heridas ya no estaban y eso le hizo sonreír y mirar al moreno.
- De no ser por tu ayuda con la metralla no habría podido hacerlo. Te doy las gracias, esto… ¿Cuál es tu nombre, chico? – Preguntó al mismo tiempo que escuchaba gritos de los marines.
Un hombre corría a toda velocidad por el bosque. Su velocidad era mejor que la media, debía admitirlo. Fue en ese momento cuando se le ocurrió una idea. Su ojo especial enseguida lo captó como el capitán, el cual costaba cuarenta millones. Parecía bastante herido, tanto por la falta de un brazo como por los numerosos ataques recibidos. Además, él mismo recordaba haberle dado anteriormente una patada en las costillas, solo que no se fijó en que era el capitán. Venom miró al moreno y sacó de su bolsillo una jeringa con un contenido rosado.
- Introdúcetelo por el cuello, después, cógelo. Si eres capaz de atrapar al capitán de esos inútiles el cuerpo y su destino es todo tuyo. – Dicho aquello colocó una mano en el suelo.
Una humareda verde salió y de ella se formó un perro demoníaco de un metro y medio de altura. Era verdoso y con una cabellera naranja. Tenía garras y dientes afilados y tres ojos. La bestia ofreció su lomo al moreno.
- Ordénale lo que quieras, te hará caso ¡Ahora corre! – El plan era que una vez lo hubiese alcanzado lo derrotase usando el enorme aumento de velocidad, así comprobaría si su droga funcionaba en otra gente.
- ¡Picasteis!
Los tiros terminaban con las vidas de aquellos tipos fácilmente, y además, hubo un chico de cabellos morenos que destacó bastante. Usó una especie de cuchillos hechos especialmente para el asesinato de las técnicas orientales. Además, las estrellas especiales ninja fueron clave e impactaron en bastantes piratas. Que las cabronas volviesen a él le hicieron creer que o bien estaban imantadas o poseía una técnica de canalización considerable. Clavó una rodilla en el suelo debido al cansancio y anuló su haki armadura. Bastante había soportado ya. Se dejó llevar con aquella persona hasta un lado y después se sentó.
- Ocúpate solo de las heridas lo mejor que puedas, en cuatro minutos me habré regenerado por completo. – Pudo decir mientras se metía la rama en la boca.
Durante la curación soltó algún que otro quejido. Cuando el chico había terminado mostró una sonrisa siniestra. Su buena habilidad para soportar dolor iba mejorando, pero debía admitir que seguía doliendo lo suyo. Al ver el buen trabajo del moreno se alegró bastante. Ahora solo quedaba eliminar las cicatrices y eso se hacía de una forma. El pelirrojo abrió la boca de una forma sobrenatural y se partió la mandíbula. El cuerpo quedó tirado en el suelo con los ojos en blanco y de repente una mano salió de él. Se agarró a un tronco y otra terminó de aparecer. Venom empezó a surgir de la boca de él mismo, lo que pudo ser algo tétrico. Su cuerpo entero estaba lleno de fluidos blancos y viscosos. Sus heridas ya no estaban y eso le hizo sonreír y mirar al moreno.
- De no ser por tu ayuda con la metralla no habría podido hacerlo. Te doy las gracias, esto… ¿Cuál es tu nombre, chico? – Preguntó al mismo tiempo que escuchaba gritos de los marines.
Un hombre corría a toda velocidad por el bosque. Su velocidad era mejor que la media, debía admitirlo. Fue en ese momento cuando se le ocurrió una idea. Su ojo especial enseguida lo captó como el capitán, el cual costaba cuarenta millones. Parecía bastante herido, tanto por la falta de un brazo como por los numerosos ataques recibidos. Además, él mismo recordaba haberle dado anteriormente una patada en las costillas, solo que no se fijó en que era el capitán. Venom miró al moreno y sacó de su bolsillo una jeringa con un contenido rosado.
- Introdúcetelo por el cuello, después, cógelo. Si eres capaz de atrapar al capitán de esos inútiles el cuerpo y su destino es todo tuyo. – Dicho aquello colocó una mano en el suelo.
Una humareda verde salió y de ella se formó un perro demoníaco de un metro y medio de altura. Era verdoso y con una cabellera naranja. Tenía garras y dientes afilados y tres ojos. La bestia ofreció su lomo al moreno.
- Ordénale lo que quieras, te hará caso ¡Ahora corre! – El plan era que una vez lo hubiese alcanzado lo derrotase usando el enorme aumento de velocidad, así comprobaría si su droga funcionaba en otra gente.
Jason Silvers
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Akuma no mi
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¿Regenerarse en cuatro minutos? Con una mirada de incredulidad, comenzó a atenderle sin hacer preguntas al respecto, retirando la metralla y las balas. Estas no sólo salían con una facilidad que le asombró haciendo su tarea más sencilla, sino que pudo ver que muchas no eran tan profundas como en un principio le había parecido. Salvo por unas balas de un calibre tan alto que sólo un chiflado emplearía, las otras estaban casi a flor de piel. Cuando acabó de extraerle todo se dispuso a desinfectarle las heridas y vendárselas, pero el capitán de repente se levantó y se agarró la mandíbula, tirando hasta reventársela y abrirse la boca más de lo que era anatómicamente posible. Jason se apartó con un chillido de sorpresa y asco, para encontrarse con una grotesca imagen: del interior de la boca del capitán salió... él mismo, envuelto en una asquerosa baba blanca. ¿Qué diablos acababa de hacer? ¿Era eso el poder de una akuma no mi? Tardó unos segundos en responder a la pregunta, aún en shock por lo que acababa de presenciar.
- Jason... Jason Silvers, señor.
Captó un leve movimiento por el rabillo del ojo y vio a un hombre con terribles heridas escapando del campo de batalla a gran velocidad. No llevaba uniforme, lo que lo reconocía como un enemigo. "No lo alcanzaré" se dio cuenta, frunciendo el ceño. Igualmente no podía dejarlo irse; con un brazo menos y esos cortes no llegaría muy lejos. Entonces el pelirrojo le tendió una jeringuilla, indicándole que se la inyectara y después persiguiera al enemigo. El capitán, ¿eh? Al fin una prueba digna de él. Se llevó el aparato al cuello y se chutó el dopante, notando a los pocos segundos un cosquilleo que recorrió su cuerpo y una repentina necesidad de correr, mientras sus músculos se tensaban. "Debe ser una droga potenciadora de algún tipo" pensó, mientras notaba un subidón de adrenalina. Negó con la cabeza al ver a aquel monstruo tendiéndose para que se subiera. No quería ni tocar a aquella aberración mutante o lo que fuera, además, en aquel momento se sentía capaz de pillar sin problemas al enemigo.
- No lo necesito. Yo me encargaré de esto.
Las armas volvieron a levantarse y situarse en torno a él, mientras el pelinegro se lanzaba a correr tras el pirata a una velocidad endiablada. El aire zumbaba en sus oídos mientras recorría el bosque esquivando árboles y siguiéndole la pista a su presa, notando su corazón retumbar con cada potente latido. No tardó en recortar distancias y pronto el pirata estuvo lo bastante cerca como para atacarle. Hizo un gesto con la mano y un kunai salió disparado atravesándole el muslo izquierdo. El hombre cayó al suelo con un gruñido, para luego tratar de incorporarse. Las armas se situaron en el aire sobre él, listas para darle muerte. Los ojos del marine relucieron mientras este comprendía que la vida de aquel hombre estaba en sus manos. Apoyó la ninjato en su hombro y comenzó:
- Haruki Nimaru, capitán de Los Dolor de Huevo... en fin, menudo nombre para una banda pirata. Apropiado a la par que estúpido - sonrió para sí mismo - Comprendes la situación en que te hayas, ¿verdad?
- Mátame de una vez, marine. No tengo miedo a la muerte.
Entrecerró los ojos, dudando por un momento. En sus tiempos de agente del Gobierno lo habría matado sin dudar, al fin y al cabo esa había sido su tarea. Sin embargo... como marine debía arrestar cuando fuese posible, y aquella parecía la situación. Sería infinitamente más sencillo matarlo y decir que no le había quedado más remedio de todos modos, pero aquel no era el modo de hacer las cosas. Hizo un gesto con el dedo y un kunai se giró en el aire y golpeó con el mango la sien del pirata, noqueándolo. Desenganchó sus esposas de su cinto y se acercó para esposarlo, con una mirada indolente.
- De todos modos, es posible que ni sobreviva a sus heridas.
- Jason... Jason Silvers, señor.
Captó un leve movimiento por el rabillo del ojo y vio a un hombre con terribles heridas escapando del campo de batalla a gran velocidad. No llevaba uniforme, lo que lo reconocía como un enemigo. "No lo alcanzaré" se dio cuenta, frunciendo el ceño. Igualmente no podía dejarlo irse; con un brazo menos y esos cortes no llegaría muy lejos. Entonces el pelirrojo le tendió una jeringuilla, indicándole que se la inyectara y después persiguiera al enemigo. El capitán, ¿eh? Al fin una prueba digna de él. Se llevó el aparato al cuello y se chutó el dopante, notando a los pocos segundos un cosquilleo que recorrió su cuerpo y una repentina necesidad de correr, mientras sus músculos se tensaban. "Debe ser una droga potenciadora de algún tipo" pensó, mientras notaba un subidón de adrenalina. Negó con la cabeza al ver a aquel monstruo tendiéndose para que se subiera. No quería ni tocar a aquella aberración mutante o lo que fuera, además, en aquel momento se sentía capaz de pillar sin problemas al enemigo.
- No lo necesito. Yo me encargaré de esto.
Las armas volvieron a levantarse y situarse en torno a él, mientras el pelinegro se lanzaba a correr tras el pirata a una velocidad endiablada. El aire zumbaba en sus oídos mientras recorría el bosque esquivando árboles y siguiéndole la pista a su presa, notando su corazón retumbar con cada potente latido. No tardó en recortar distancias y pronto el pirata estuvo lo bastante cerca como para atacarle. Hizo un gesto con la mano y un kunai salió disparado atravesándole el muslo izquierdo. El hombre cayó al suelo con un gruñido, para luego tratar de incorporarse. Las armas se situaron en el aire sobre él, listas para darle muerte. Los ojos del marine relucieron mientras este comprendía que la vida de aquel hombre estaba en sus manos. Apoyó la ninjato en su hombro y comenzó:
- Haruki Nimaru, capitán de Los Dolor de Huevo... en fin, menudo nombre para una banda pirata. Apropiado a la par que estúpido - sonrió para sí mismo - Comprendes la situación en que te hayas, ¿verdad?
- Mátame de una vez, marine. No tengo miedo a la muerte.
Entrecerró los ojos, dudando por un momento. En sus tiempos de agente del Gobierno lo habría matado sin dudar, al fin y al cabo esa había sido su tarea. Sin embargo... como marine debía arrestar cuando fuese posible, y aquella parecía la situación. Sería infinitamente más sencillo matarlo y decir que no le había quedado más remedio de todos modos, pero aquel no era el modo de hacer las cosas. Hizo un gesto con el dedo y un kunai se giró en el aire y golpeó con el mango la sien del pirata, noqueándolo. Desenganchó sus esposas de su cinto y se acercó para esposarlo, con una mirada indolente.
- De todos modos, es posible que ni sobreviva a sus heridas.
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Venom pudo ver que el efecto de su droga funcionaba a la perfección. La velocidad del moreno llamado Jason fue tan asombrosa que él mismo apartó el polvo que levantó al salir. Sus azulados ojos se fijaron en él y no pudo evitar relamerse. Salió disparado a una velocidad superior a la de un guepardo. El cabrón avanzaba tras el marine de una forma increíble y sin necesidad de la droga. No tardó mucho en llegar al sitio en el que se hallaba el cuerpo. Al parecer, lo había esposado y por lo tanto, logrado. El pelirrojo entonces saltó hacia un lado al mismo tiempo que soltaba una risa macabra. Impactó un puñetazo en el suelo que levantó bastante polvo. El demonio en forma de perro estalló en vísceras verdes, muriendo al momento por orden del capitán, pues ya no era necesario de ninguna forma.
Un rugido similar al de un monstruo gigante se escuchó y en poco tiempo una enorme cantidad de serpientes blancas rodearon a Jason y al capitán pirata. Eran enormes y todas nacían del mismo cuerpo, el cual medía nueve metros de altura. Tenía un total de ocho colas y ocho cabezas, la cual una de ellas tenía cabellos rojizos, indicando que era la principal. El enorme ser rugió de nuevo alzando todas sus colas de forma amenazante. Bajó la cabeza y agarró al pirata con la lengua de una de las cabezas. De un mordisco se comió su cuerpo de cintura para abajo. El torso junto a la cabeza quedó tirado en el suelo junto a un buen charco de sangre. Venom alzó todas las cabezas hacia arriba rugiendo con fuerza de nuevo. La mayoría de cargos superiores a sargento ya sabían de ese poder, por lo que empezaron a gritar entusiasmados pese al horrible espectáculo.
El enorme monstruo empezó a decrecer hasta ser una pequeña serpiente blanca, la cual abrió la boca de forma exagerada. Brazos y piernas salieron de ella y en menos de unos segundos volvía a ser el capitán pelirrojo de antes, el cual miró a Jason con una sonrisa calmada. Se quedó mirando el cuerpo que había devorad a la mitad y después de nuevo al chico.
- Es todo tuyo y es reconocible, el trato continúa en pie. No me gusta dejar a criminales con vida nunca. Ellos no lo harían contigo y sus víctimas tampoco tuvieron oportunidad. Pensar en las familias de las personas asesinadas por este cabrón… Sus llantos, sus caras al recibir la noticia… Lo siento, cuando estés en una misión conmigo, verás que yo no hago prisioneros. La justicia es clara y absoluta. – Terminó de decir mostrando una sonrisa siniestra.
Ahora había dos opciones. O el moreno pensaba de forma admirable de él, o le cogía odio. Venom sabía a lo que se exponía con su forma de ser, pero era su elección. Hacía muchos años atrás, la leyenda del perro rojo, Akainu. Él lo admiraba por todo lo que había escuchado de él y quería seguir claramente sus pasos. Se limpió la boca de sangre y después de eso miró a Jason.
- Por cierto, muy buen trabajo, chico. Me has impresionado y solo por eso te tendré en cuenta. Ahora deberíamos dirigirnos al barco.
Un rugido similar al de un monstruo gigante se escuchó y en poco tiempo una enorme cantidad de serpientes blancas rodearon a Jason y al capitán pirata. Eran enormes y todas nacían del mismo cuerpo, el cual medía nueve metros de altura. Tenía un total de ocho colas y ocho cabezas, la cual una de ellas tenía cabellos rojizos, indicando que era la principal. El enorme ser rugió de nuevo alzando todas sus colas de forma amenazante. Bajó la cabeza y agarró al pirata con la lengua de una de las cabezas. De un mordisco se comió su cuerpo de cintura para abajo. El torso junto a la cabeza quedó tirado en el suelo junto a un buen charco de sangre. Venom alzó todas las cabezas hacia arriba rugiendo con fuerza de nuevo. La mayoría de cargos superiores a sargento ya sabían de ese poder, por lo que empezaron a gritar entusiasmados pese al horrible espectáculo.
El enorme monstruo empezó a decrecer hasta ser una pequeña serpiente blanca, la cual abrió la boca de forma exagerada. Brazos y piernas salieron de ella y en menos de unos segundos volvía a ser el capitán pelirrojo de antes, el cual miró a Jason con una sonrisa calmada. Se quedó mirando el cuerpo que había devorad a la mitad y después de nuevo al chico.
- Es todo tuyo y es reconocible, el trato continúa en pie. No me gusta dejar a criminales con vida nunca. Ellos no lo harían contigo y sus víctimas tampoco tuvieron oportunidad. Pensar en las familias de las personas asesinadas por este cabrón… Sus llantos, sus caras al recibir la noticia… Lo siento, cuando estés en una misión conmigo, verás que yo no hago prisioneros. La justicia es clara y absoluta. – Terminó de decir mostrando una sonrisa siniestra.
Ahora había dos opciones. O el moreno pensaba de forma admirable de él, o le cogía odio. Venom sabía a lo que se exponía con su forma de ser, pero era su elección. Hacía muchos años atrás, la leyenda del perro rojo, Akainu. Él lo admiraba por todo lo que había escuchado de él y quería seguir claramente sus pasos. Se limpió la boca de sangre y después de eso miró a Jason.
- Por cierto, muy buen trabajo, chico. Me has impresionado y solo por eso te tendré en cuenta. Ahora deberíamos dirigirnos al barco.
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Al ver la gigantesca serpiente de muchas cabezas, Jason se alejó de un salto haciendo que sus armas se situaran en torno a él apuntando hacia afuera, a modo de erizo. Sin embargo la bestia atacó al moribundo, comiéndose su torso de un bocado. A su alrededor algunos marines que habían llegado comenzaron a vitorearle entusiasmados, sorprendiendo al marine. ¿Era esa serpiente un aliado? De repente comenzó a decrecer y cambiar de forma, convirtiéndose en el capitán de antes. El joven tuvo un escalofrío, algo intimidado por los siniestros poderes de su superior. Definitivamente debía ser una akuma no mi y visto lo visto, una zoan mitológico. Era un poder a tener en cuenta; él mismo sabía como antiguo usuario de la zoan de fénix cómo de poderosas eran. Así pues aquel hombre era realmente fuerte incluso para un capitán marine, y eso explicaba que estuviera en tan buen estado tras resistir los tiros de todos aquellos piratas en solitario. Le sostuvo la mirada, con una expresión imperturbable y carente de emociones, mientras envainaba su ninjato. ¿Por qué se lo habría comido? ¿Tendría hambre? Era un poco macabro comerse humanos por mucho que se transformara en un animal, pero cada uno con sus locuras... los criminales de aquel calibre se habían ganado la muerte de sobras.
- Lo tendré en cuenta, capitán - dijo, haciendo el saludo militar con un gesto calmado - A decir verdad, sólo cumplía el reglamento naval. De haber sabido su postura no me hubiera temblado la mano a la hora de darle muerte.
Esbozó una media sonrisa en respuesta y recogió la cabeza del criminal como prueba de su hazaña. Aquello iba a cambiar su suerte como marine mucho. Dudaba que siguiera siendo un simple recluta tras entregar a un capitán pirata de 40.000.000 de recompensa, y menos aún con un capitán avalándole. O eso suponía visto lo que había dicho. Le dirigió una única mirada petulante a su teniente, el cual le respondió con un gesto de ira y envidia. Por un momento pareció que iba a decirle algo, pero entonces volvió a mirar al pelirrojo y se lo pensó mejor, limitándose a dar la orden a los hombre de recoger a los heridos y a los muertos y retirarse al barco. Movió la mano circularmente y las armas volvieron a sus respectivas fundas y vainas, ya se encargaría de limpiarlas una vez a bordo. Era una lástima que no hubiese tenido más ocasiones de demostrar su habilidad y probar sus poderes, pero aquello ya era todo un avance y una mejoría comparándolo con todo por lo que había pasado hasta entonces en la Marina. "Al final esto no va a estar tan mal. Un par de batallas más como esta y podré pedir el traslado a Grand Line con un rango más decente." Estaba de bastante buen humor tras aquello y mucho más animado.
- ¿Me permite una pregunta, capitán? ¿Cómo se llama?
En ese momento salieron del bosque y se encontraron en una playa de arenas blancas donde el resto estaban ya cargando todo en los botes para volver a los navíos. Entonces se dio cuenta de que tendrían que irse a diferentes barcos, ya que él estaba asignado al del Comodoro. Maldijo silenciosamente su suerte. Para una vez que tenía un superior decente y que realmente le daba posibilidades de mostrar sus habilidades y ya tenían que irse por caminos diferentes. ¿Tal vez estaría dispuesto a llevarle con él? Un capitán seguro que tenía influencia suficiente para decidir esa clase de cosas. De hecho si pasaba a estar bajo sus órdenes era posible que dejara de tener que trabajar en la base de Shellstown. Y estaba claro que Venom era el marine con una mentalidad más próxima a la suya que había conocido hasta el momento, más parecido a un agente que a un oficial a la usanza. Se giró hacia el capitán y arrodillándose, dijo:
- Capitán, permítame una petición un poco egoísta: deseo estar bajo sus órdenes. Hasta el momento usted es el oficial con las ideas más claras y que más me ha valorado desde mi reclutamiento. Quiero seguir luchando bajo sus órdenes.
Estaba arriesgándose con un desconocido, pero era eso o seguir pudriéndose en Shellstown hasta que se le presentara la próxima oportunidad de entrar en batalla. En cambio con él tenía una oportunidad clara de progresar bajo sus órdenes. Sospechaba por su actitud general que el pelirrojo como superior era muy diferente a los inflexibles oficiales a lo que estaba acostumbrado, y que mientras cumpliese sus expectativas le daría igual que lo hiciera a su manera o que se vistiera como le diera la gana. Si era como esperaba, estaba ganando muchísimo. Ahora todo dependía de la respuesta del hombre serpiente.
- Lo tendré en cuenta, capitán - dijo, haciendo el saludo militar con un gesto calmado - A decir verdad, sólo cumplía el reglamento naval. De haber sabido su postura no me hubiera temblado la mano a la hora de darle muerte.
Esbozó una media sonrisa en respuesta y recogió la cabeza del criminal como prueba de su hazaña. Aquello iba a cambiar su suerte como marine mucho. Dudaba que siguiera siendo un simple recluta tras entregar a un capitán pirata de 40.000.000 de recompensa, y menos aún con un capitán avalándole. O eso suponía visto lo que había dicho. Le dirigió una única mirada petulante a su teniente, el cual le respondió con un gesto de ira y envidia. Por un momento pareció que iba a decirle algo, pero entonces volvió a mirar al pelirrojo y se lo pensó mejor, limitándose a dar la orden a los hombre de recoger a los heridos y a los muertos y retirarse al barco. Movió la mano circularmente y las armas volvieron a sus respectivas fundas y vainas, ya se encargaría de limpiarlas una vez a bordo. Era una lástima que no hubiese tenido más ocasiones de demostrar su habilidad y probar sus poderes, pero aquello ya era todo un avance y una mejoría comparándolo con todo por lo que había pasado hasta entonces en la Marina. "Al final esto no va a estar tan mal. Un par de batallas más como esta y podré pedir el traslado a Grand Line con un rango más decente." Estaba de bastante buen humor tras aquello y mucho más animado.
- ¿Me permite una pregunta, capitán? ¿Cómo se llama?
En ese momento salieron del bosque y se encontraron en una playa de arenas blancas donde el resto estaban ya cargando todo en los botes para volver a los navíos. Entonces se dio cuenta de que tendrían que irse a diferentes barcos, ya que él estaba asignado al del Comodoro. Maldijo silenciosamente su suerte. Para una vez que tenía un superior decente y que realmente le daba posibilidades de mostrar sus habilidades y ya tenían que irse por caminos diferentes. ¿Tal vez estaría dispuesto a llevarle con él? Un capitán seguro que tenía influencia suficiente para decidir esa clase de cosas. De hecho si pasaba a estar bajo sus órdenes era posible que dejara de tener que trabajar en la base de Shellstown. Y estaba claro que Venom era el marine con una mentalidad más próxima a la suya que había conocido hasta el momento, más parecido a un agente que a un oficial a la usanza. Se giró hacia el capitán y arrodillándose, dijo:
- Capitán, permítame una petición un poco egoísta: deseo estar bajo sus órdenes. Hasta el momento usted es el oficial con las ideas más claras y que más me ha valorado desde mi reclutamiento. Quiero seguir luchando bajo sus órdenes.
Estaba arriesgándose con un desconocido, pero era eso o seguir pudriéndose en Shellstown hasta que se le presentara la próxima oportunidad de entrar en batalla. En cambio con él tenía una oportunidad clara de progresar bajo sus órdenes. Sospechaba por su actitud general que el pelirrojo como superior era muy diferente a los inflexibles oficiales a lo que estaba acostumbrado, y que mientras cumpliese sus expectativas le daría igual que lo hiciera a su manera o que se vistiera como le diera la gana. Si era como esperaba, estaba ganando muchísimo. Ahora todo dependía de la respuesta del hombre serpiente.
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El capitán se alegró cuando el moreno dijo que no le importaba dar muerte a un criminal, por lo que con eso le bastaba para que no lo considerase uno de aquellos blandos. Venom lo hacía desde un punto de vista legal y por el que se preocupaba por los ciudadanos. Aunque últimamente estaba teniendo en cuenta la marina como su orgullo propio. Que les hubieran robado la prisión le jodió muchísimo, por no decir súper muchísimo. Esos malditos lagartos voladores… Encima tenía que soportar a Keith. Algún día se comería al resto de dragones, usando el suyo propio. Yamata no era una serpiente de ocho cabezas, era un dragón, aunque muy pocos conocían aquel dato. Aunque debía admitir que tenía más rasgos de víbora. Igualmente, él se consideraba una especie bastante superior a las demás zoan mitológicas. De hecho, se atrevía a decir que era el marine con zoan mitológica más poderoso.
- Slicerin D. Venom. – Respondió a su pregunta.
El marine se quedó mirando las blancas playas de arenas y los dos barcos de fondo. Pudo darse cuenta de que el suyo estaba un poco más cerca y eso le hizo sonreír. No le gustaba mucho darse paseos por el mar sabiendo lo peligroso que era. Además, el luchador tenía cierta rivalidad con los reyes marinos por eso de ser tan parecidos. Los veía como ovejas que pretendían ir al polo Norte en invierno y eso no podía consentirlo. Se relamió con su lengua, la cual era tres veces más larga que la de un humano normal. Después de eso se giró y pudo ver a Jason atarse las sandalias. Se fijó mejor y se dio cuenta de que estaba de rodillas. Una gota de sudor bajó por su cabeza. Amaba el poder, pero esas cosas le ponían humilde incluso a él. Se rascó la nuca y escuchó sus palabras.
- No lo considero egoísta. Yo mismo tuve que aguantar estar bajo las órdenes de la capitana Misa Amane y sé lo que es estar hasta la coronilla de un superior. En fin, en ese caso recoge tus cosas cuando lleguemos a tierra, partiremos después a Marineford. – Sonrió de forma un poco macabra al decir aquello.
Notó al teniente mirarle bastante ¿Tan feo era? Joder, que mala suerte tenía el pelirrojo. Fulminó entonces a aquella persona con la mirada y tras aquello miró los botes. Era una suerte de que todos sus hombres hubieran muerto, no es que se alegrase, pero se quitaba de en medio las tonterías de los botes. En ese momento se quedó mirando al teniente.
- Pues ya has oído, el coletas se viene conmigo. – Dicho aquello colocó su mano en el hombro del chico y miró hacia su barco. – Agárrate fuerte… ¡Futón! – Una enorme cantidad de viento salió de la planta de sus pies y una velocidad ridículamente elevada salió disparado.
En menos de tres segundos estaban en la cubierta. El pelirrojo soltó al moreno y después vio que solo había diez hombres. Ellos llevarían el barco, pero todavía quedaba mucho viaje. Miró de nuevo a Jason y habló con calma.
- Bueno, puedes hacer lo que quieras. Puedes ir a donde quieras menos al último camarote a la derecha, en él estoy experimentando unas cosillas. – Mencionó con un tono serio.
- Slicerin D. Venom. – Respondió a su pregunta.
El marine se quedó mirando las blancas playas de arenas y los dos barcos de fondo. Pudo darse cuenta de que el suyo estaba un poco más cerca y eso le hizo sonreír. No le gustaba mucho darse paseos por el mar sabiendo lo peligroso que era. Además, el luchador tenía cierta rivalidad con los reyes marinos por eso de ser tan parecidos. Los veía como ovejas que pretendían ir al polo Norte en invierno y eso no podía consentirlo. Se relamió con su lengua, la cual era tres veces más larga que la de un humano normal. Después de eso se giró y pudo ver a Jason atarse las sandalias. Se fijó mejor y se dio cuenta de que estaba de rodillas. Una gota de sudor bajó por su cabeza. Amaba el poder, pero esas cosas le ponían humilde incluso a él. Se rascó la nuca y escuchó sus palabras.
- No lo considero egoísta. Yo mismo tuve que aguantar estar bajo las órdenes de la capitana Misa Amane y sé lo que es estar hasta la coronilla de un superior. En fin, en ese caso recoge tus cosas cuando lleguemos a tierra, partiremos después a Marineford. – Sonrió de forma un poco macabra al decir aquello.
Notó al teniente mirarle bastante ¿Tan feo era? Joder, que mala suerte tenía el pelirrojo. Fulminó entonces a aquella persona con la mirada y tras aquello miró los botes. Era una suerte de que todos sus hombres hubieran muerto, no es que se alegrase, pero se quitaba de en medio las tonterías de los botes. En ese momento se quedó mirando al teniente.
- Pues ya has oído, el coletas se viene conmigo. – Dicho aquello colocó su mano en el hombro del chico y miró hacia su barco. – Agárrate fuerte… ¡Futón! – Una enorme cantidad de viento salió de la planta de sus pies y una velocidad ridículamente elevada salió disparado.
En menos de tres segundos estaban en la cubierta. El pelirrojo soltó al moreno y después vio que solo había diez hombres. Ellos llevarían el barco, pero todavía quedaba mucho viaje. Miró de nuevo a Jason y habló con calma.
- Bueno, puedes hacer lo que quieras. Puedes ir a donde quieras menos al último camarote a la derecha, en él estoy experimentando unas cosillas. – Mencionó con un tono serio.
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¿Dónde había metido su cigarrillo? Debía habérsele caído en algún momento durante la batalla, aunque no recordaba cuándo dejó de tenerlo. Se incorporó dejando la cabeza en el suelo, sacó uno más y lo encendió dando una larga calada mientras escuchaba las palabras de Venom con cierto agrado, y en cuanto comprendió el significado estuvo a punto de caérsele de nuevo de la impresión. ¿Iba a ir al cuartel general? Vaya, eso eran las mejores noticias que había recibido desde su acceso a la Marina. Eran espléndidas, de hecho. Sonrió alegremente y soltó una humareda, imaginándose ya su futuro despacho en Marineford. Allí las posibilidades de destacar y ascender no serían pocas aunque la competencia fuera más dura, pero no dudaba en absoluto de sus propias capacidades. La guinda del pastel fue la cara que puso el teniente y las palabras que le dedicó el capitán, dejándolo lívido de ira. Tuvo la sensatez de no mirar mal a su superior y tratar de disimularlo, sin éxito. Ocupado aún en deleitarse con el sufrimiento de su antiguo superior, no se dio cuenta de las intenciones del nuevo hasta que fue demasiado tarde.
- ¿Qué vas aaaa...? ¡AAAAAAH!
Aterrizó torpemente sobre la cubierta, tambaleándose y notando un súbito regurgitar en su estómago. Tuvo una arcada y se llevó la mano a la boca, esforzándose por no vomitar. ¿Qué cojones acababa de pasar? ¿Y por qué había gritado algo de un colchón antes de hacer esa locura? Tosió y respiró hondo, apoyándose contra la borda con el corazón latiéndole con tal fuerza que parecía que se le fuera a salir del pecho. "Jo-der..." Imaginaba que no iba a ser la última vez que experimentara algo así y la idea no era muy agradable, la verdad. Jadeando, observó que el capitán estaba tan campante con una mezcla de admiración y vergüenza.
- De acuerdo... capitán - resopló - ¿La próxima vez podrías avisarme? Joder, menudo susto me he llevado. Pensé que iba a echar hasta el desayuno.
La impresión había hecho que olvidara sus modales totalmente, aunque no parecía haber reparado en ello. Con un suspiro comenzó a caminar hacia los camarotes, en algo de mejor estado. Notaba un hormigueo por todo el cuerpo y una extraña debilidad, lo que le hacía sospechar que aquella reacción exagerada de su cuerpo al súbito acelerón había sido en parte por culpa de algún efecto secundario de la droga dopante. Debía estar dándole el bajón y por cómo le daba parecía que era de la clase de fármacos de doble filo. Eso, o simplemente algo le había sentado mal. "Le estoy dando demasiadas vueltas..." pensó, llevándose las manos a la boca para coger el cigarrillo. Espera, ¿dónde estaba?
- ¡Joder! ¡No otra vez!
Harto de todo, entró en el primer camarote que pilló y se dejó caer sobre la cama. Era incómodo con todas las armas encima y la ninjato en la espalda, pero estaba demasiado reventado y le daba algo de pereza quitarse todo de encima. Ya lo haría en un rato.
- ¿Qué vas aaaa...? ¡AAAAAAH!
Aterrizó torpemente sobre la cubierta, tambaleándose y notando un súbito regurgitar en su estómago. Tuvo una arcada y se llevó la mano a la boca, esforzándose por no vomitar. ¿Qué cojones acababa de pasar? ¿Y por qué había gritado algo de un colchón antes de hacer esa locura? Tosió y respiró hondo, apoyándose contra la borda con el corazón latiéndole con tal fuerza que parecía que se le fuera a salir del pecho. "Jo-der..." Imaginaba que no iba a ser la última vez que experimentara algo así y la idea no era muy agradable, la verdad. Jadeando, observó que el capitán estaba tan campante con una mezcla de admiración y vergüenza.
- De acuerdo... capitán - resopló - ¿La próxima vez podrías avisarme? Joder, menudo susto me he llevado. Pensé que iba a echar hasta el desayuno.
La impresión había hecho que olvidara sus modales totalmente, aunque no parecía haber reparado en ello. Con un suspiro comenzó a caminar hacia los camarotes, en algo de mejor estado. Notaba un hormigueo por todo el cuerpo y una extraña debilidad, lo que le hacía sospechar que aquella reacción exagerada de su cuerpo al súbito acelerón había sido en parte por culpa de algún efecto secundario de la droga dopante. Debía estar dándole el bajón y por cómo le daba parecía que era de la clase de fármacos de doble filo. Eso, o simplemente algo le había sentado mal. "Le estoy dando demasiadas vueltas..." pensó, llevándose las manos a la boca para coger el cigarrillo. Espera, ¿dónde estaba?
- ¡Joder! ¡No otra vez!
Harto de todo, entró en el primer camarote que pilló y se dejó caer sobre la cama. Era incómodo con todas las armas encima y la ninjato en la espalda, pero estaba demasiado reventado y le daba algo de pereza quitarse todo de encima. Ya lo haría en un rato.
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Estaba claro que Venom no pensaba avisar a nadie cuando volase ¿Motivo de ello? Quería potenciar los reflejos de sus hombres y así aprenderían mucho mejor. Estaba en la cubierta cuando vio a Jason ir hacia a dentro. El capitán entonces caminó hacia la cocina y no tardó mucho en abrir la nevera. Sacó un enorme pedazo de carne de cerdo y lo echó a la sartén, añadiéndole después un poco de vino tinto y sal. En lugar de aceite había usado un pegote de mantequilla para darle más sabor. Preparó también media barra de pan y la abrió, pues allí sería el sitio donde echaría su deliciosa carne. El aroma que desprendía llegó hasta los pasillos y no le extrañó si en cubierta se daban cuenta. Cuando el pelirrojo tenía hambre solía hacerse comida de primera. No era un cocinero maestro, pero vivir solo de niño le hizo aprender cosas básicas para hacer ricas comidas.
Cortó rápidamente un tomate en dos y restregó una de las caras por ambas zonas del pan. Echó aceite de oliva, sal y después añadió la carne. Cerró ambas caras del bocadillo y después de aquello le dio un bocado considerable. El riquísimo sabor de la carne inundó su boca entera y no pudo evitar soltar un pequeño gemido. Justo entonces el sonido de un cascabel se escuchó. Sus ojos se abrieron como platos y dejó al medio bocadillo en la mesa. Corrió con todas su fuerzas hacia uno de los pasillos y llegó al final de este en poco tiempo, incluso había agrietado la zona del suelo un poco debido a la fuerza con la que pisó. El pelirrojo entonces llegó hasta la habitación que había dicho a Jason que no podía abrirse. Dudaba que el moreno hubiese hecho alguna locura, debió de ser algún otro. Miró hacia un lado y pudo ver a un tipo tirado en el suelo, con los ojos muy abiertos y temblando de miedo.
Había algunos cuerpos animales colgando de cadenas, con los ojos sacados y las entrañas colgando. No olían mal, debido a unos productos que usaba el propio Venom. Había varios botes de líquido verde con ojos flotando dentro y algunas jeringas de distintos colores sobre una mesa de trabajo. El capitán cogió por el cuello al recluta y lo estampó contra la pared del pasillo, sacándole de allí a la fuerza. Ese sitio era su lugar de trabajo privado y nadie le había dado permiso a aquel idiota para invadirlo de aquella forma. Lo fulminó con la mirada y después de unos momentos lo levantó del suelo.
- Cuando lleguemos a Marineford hablaremos muy seriamente. Vuelve a incumplir las normas y será la última vez que vistas el uniforme de la marina.
Un inmenso rugido se escuchó desde el interior del despacho oculto de Venom, el cual cerró la puerta de una patada y ordenó al hombre marcharse. Después de unos momentos se dirigió de nuevo a la cocina con una mirada seria. Había dejado su enorme bocadillo a medias y debía terminar con lo que había empezado.
Cortó rápidamente un tomate en dos y restregó una de las caras por ambas zonas del pan. Echó aceite de oliva, sal y después añadió la carne. Cerró ambas caras del bocadillo y después de aquello le dio un bocado considerable. El riquísimo sabor de la carne inundó su boca entera y no pudo evitar soltar un pequeño gemido. Justo entonces el sonido de un cascabel se escuchó. Sus ojos se abrieron como platos y dejó al medio bocadillo en la mesa. Corrió con todas su fuerzas hacia uno de los pasillos y llegó al final de este en poco tiempo, incluso había agrietado la zona del suelo un poco debido a la fuerza con la que pisó. El pelirrojo entonces llegó hasta la habitación que había dicho a Jason que no podía abrirse. Dudaba que el moreno hubiese hecho alguna locura, debió de ser algún otro. Miró hacia un lado y pudo ver a un tipo tirado en el suelo, con los ojos muy abiertos y temblando de miedo.
Había algunos cuerpos animales colgando de cadenas, con los ojos sacados y las entrañas colgando. No olían mal, debido a unos productos que usaba el propio Venom. Había varios botes de líquido verde con ojos flotando dentro y algunas jeringas de distintos colores sobre una mesa de trabajo. El capitán cogió por el cuello al recluta y lo estampó contra la pared del pasillo, sacándole de allí a la fuerza. Ese sitio era su lugar de trabajo privado y nadie le había dado permiso a aquel idiota para invadirlo de aquella forma. Lo fulminó con la mirada y después de unos momentos lo levantó del suelo.
- Cuando lleguemos a Marineford hablaremos muy seriamente. Vuelve a incumplir las normas y será la última vez que vistas el uniforme de la marina.
Un inmenso rugido se escuchó desde el interior del despacho oculto de Venom, el cual cerró la puerta de una patada y ordenó al hombre marcharse. Después de unos momentos se dirigió de nuevo a la cocina con una mirada seria. Había dejado su enorme bocadillo a medias y debía terminar con lo que había empezado.
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Un barco de la marina de un tamaño considerable empezó a acercarse despacio al de Venom. En la cubierta de este podían verse algunos reclutas aplaudiendo con ganas. La fiesta y el buen rollo parecían mandar y en él se preparaba algo especial. Un chico de cabellos rubios montado en una especie de moto negra con adornos amarillos. El Vice-Almirante Xemnas estaba gracioso ese día y quería probar su habilidad saltando hacia el barco rival. Apretó con ganas el acelerador y empezó a reír de forma algo exagerada. El resto de hombres lo aclamaban. Desde que había vuelto de aquella peligrosa misión en la que tuvo un éxito impresionante, estaba mejor que nunca. Ahora que había recuperado la voz podía disfrutar de la música al máximo. Activó un pequeño altavoz que había en uno de los manillares y después de eso tomó todo el aire que pudo.
- ¡Vamos allá! – Gritó ilusionado.
El rubio vestía con una chaqueta negra de tirantes, unos pantalones oscuros y unas sandalias de madera. En su espalda podía verse una funda en la que portaba su espadón. En su brazo derecho podía verse su brazalete, Sirius. Sus cabellos estaban alborotados y en la frente llevaba una cinta roja para combatir el sudor que amenazaba con ir por sus ojos. Una pequeña sonrisa se formó entonces en su rostro y después de unos segundos llegó hasta el objetivo.
Había una pequeña rampa en la cubierta y en cuanto aceleró pillando carrerilla por el enorme buque se precipitó hacia el otro. En pleno aire se dio cuenta de que llegaba de sobra. Usando una mano sacó unas gafas de Sol y se las colocó. Aterrizó haciendo que de las ruedas surgieran chispas y se movió a lo ancho. Con una racha logró cambiar de rumbo y frenarse. Al hacerlo los reclutas se acojonaron. Los de su barco gritaban entre risas. Fue una casualidad pasar por allí, pero se le ocurrió saludar a la persona que estuviese en aquel sitio.
- ¡Buenos días! – Gritó de forma ilusionada a los pobres marines.
- ¡Vice-Almirante Xemnas! – Gritaron algunos haciéndole el típico gesto militar.
El rubio entonces se rio un poco y guardó las gafas de Sol. Se quedó mirando los alrededores y después de unos momentos se rascó la cabeza. Saludaría seguramente al oficial al mando, pero entonces a su nariz llegó un delicioso olor que le hizo relamerse. Seguro que estaban comiendo dentro y no quería interrumpir. Se dio cuenta de que los reclutas continuaban haciéndole el gesto y con su mano hizo que dejase de hacerlo. Mostró una sonrisa como habitualmente solía hacer y fue después de unos momentos cuando soltó un pequeño bostezo. Se estiró y apagó la moto. La dejó apontocada sobre la patilla y después de eso se cruzó de brazos.
- ¿A dónde se dirige el barco? Si va a Marineford podemos ir todos juntos, pues voy de camino hacia allí en estos momentos. – Mencionó alzando el puño de forma alegre.
- ¡Vamos allá! – Gritó ilusionado.
El rubio vestía con una chaqueta negra de tirantes, unos pantalones oscuros y unas sandalias de madera. En su espalda podía verse una funda en la que portaba su espadón. En su brazo derecho podía verse su brazalete, Sirius. Sus cabellos estaban alborotados y en la frente llevaba una cinta roja para combatir el sudor que amenazaba con ir por sus ojos. Una pequeña sonrisa se formó entonces en su rostro y después de unos segundos llegó hasta el objetivo.
Había una pequeña rampa en la cubierta y en cuanto aceleró pillando carrerilla por el enorme buque se precipitó hacia el otro. En pleno aire se dio cuenta de que llegaba de sobra. Usando una mano sacó unas gafas de Sol y se las colocó. Aterrizó haciendo que de las ruedas surgieran chispas y se movió a lo ancho. Con una racha logró cambiar de rumbo y frenarse. Al hacerlo los reclutas se acojonaron. Los de su barco gritaban entre risas. Fue una casualidad pasar por allí, pero se le ocurrió saludar a la persona que estuviese en aquel sitio.
- ¡Buenos días! – Gritó de forma ilusionada a los pobres marines.
- ¡Vice-Almirante Xemnas! – Gritaron algunos haciéndole el típico gesto militar.
El rubio entonces se rio un poco y guardó las gafas de Sol. Se quedó mirando los alrededores y después de unos momentos se rascó la cabeza. Saludaría seguramente al oficial al mando, pero entonces a su nariz llegó un delicioso olor que le hizo relamerse. Seguro que estaban comiendo dentro y no quería interrumpir. Se dio cuenta de que los reclutas continuaban haciéndole el gesto y con su mano hizo que dejase de hacerlo. Mostró una sonrisa como habitualmente solía hacer y fue después de unos momentos cuando soltó un pequeño bostezo. Se estiró y apagó la moto. La dejó apontocada sobre la patilla y después de eso se cruzó de brazos.
- ¿A dónde se dirige el barco? Si va a Marineford podemos ir todos juntos, pues voy de camino hacia allí en estos momentos. – Mencionó alzando el puño de forma alegre.
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Un gran estruendo despertó de golpe al recluta, que se incorporó aturdido y desorientado. Tardó unos segundos en recordar dónde estaba, y temiéndose un ataque enemigo saltó del camastro desenfundando la ninjato. Se detuvo un instante, con el corazón latiéndole a mil y molestas palpitaciones en la cabeza. Hizo un gesto de dolor llevándose la mano izquierda a la sien, esperando a que se le pasara mientras trataba de identificar el ruido que venía de cubierta. Era... ¿música? Arqueando una ceja extrañado, salió del camarote y fue al trote hacia la puerta, alerta pero ya no tan seguro de que fuese un asalto. Al salir se encontró con un espectáculo un tanto... curioso. Un hombre alto y rubio hablaba animadamente mientras todos los marines en cubierta se apresuraban a cuadrarse ante él. Probablemente habría más cosas en las que se hubiera fijado normalmente, pero hubo algo que llamó poderosamente su atención: una preciosidad negra de unos trescientos kilos, formas aerodinámicas y motivos en amarillo. Era además el origen de la música, pues llevaba un altavoz incorporado. Con una sonrisa digna de un niño pequeño, se acercó corriendo y comenzó a inspeccionar el vehículo por todos lados sin tocarlo.
- ¡Wow! Menuda bestia. ¿Cuántos cilindros tiene, seis?
Entonces se percató de que había perdido la compostura delante de un marine con el rango suficiente como para lograr que toda la cubierta le hiciese el saludo militar, rectos como si les hubiesen metido una escoba por donde no da el sol. Asustado, se apresuró a retroceder y saludar, fijándose ahora bien en quién era. O más bien en cual era su rango. Y aquello sí que lo asustó; si había alguien con rango suficiente como para hacerle la vida imposible pese a la protección del capitán Venom era aquella persona. Un maldito Vicealmirante.
- ¡L-lo siento, señor Vicealmirante! Este barco va rumbo a Marineford, con escala en Shellstown.
Se quedó en el sitio esperando a que le ordenase descansar o a ver su terrible reacción. Esperaba no haberse ganado una reprimenda o un castigo. En el Cipher Pol probablemente se le hubiese perdonado aquella falta de disciplina con una mera amonestación oral, pero ya había comprobado en aquellas últimas semanas que en la Marina eran bastante más intransigentes. Pero mientras todo se quedara en un simple castigo, a él le valía. Ahora que por fin iba a irse de aquella pocilga que era Shellstown no quería echarlo a perder. De todos modos parecía que la actitud del oficial era cercana y jovial, aunque eso no tenía por qué significar nada. Recordando que aún tenía el arma en la mano, dio un respingo y se apresuró a envainar la ninjato y volver a su posición, firme.
- ¡Wow! Menuda bestia. ¿Cuántos cilindros tiene, seis?
Entonces se percató de que había perdido la compostura delante de un marine con el rango suficiente como para lograr que toda la cubierta le hiciese el saludo militar, rectos como si les hubiesen metido una escoba por donde no da el sol. Asustado, se apresuró a retroceder y saludar, fijándose ahora bien en quién era. O más bien en cual era su rango. Y aquello sí que lo asustó; si había alguien con rango suficiente como para hacerle la vida imposible pese a la protección del capitán Venom era aquella persona. Un maldito Vicealmirante.
- ¡L-lo siento, señor Vicealmirante! Este barco va rumbo a Marineford, con escala en Shellstown.
Se quedó en el sitio esperando a que le ordenase descansar o a ver su terrible reacción. Esperaba no haberse ganado una reprimenda o un castigo. En el Cipher Pol probablemente se le hubiese perdonado aquella falta de disciplina con una mera amonestación oral, pero ya había comprobado en aquellas últimas semanas que en la Marina eran bastante más intransigentes. Pero mientras todo se quedara en un simple castigo, a él le valía. Ahora que por fin iba a irse de aquella pocilga que era Shellstown no quería echarlo a perder. De todos modos parecía que la actitud del oficial era cercana y jovial, aunque eso no tenía por qué significar nada. Recordando que aún tenía el arma en la mano, dio un respingo y se apresuró a envainar la ninjato y volver a su posición, firme.
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