Eryx
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East Blue // Tekila Wolf // 08:31 P.M - Zona en construcción
El sonido de los picos y las espátulas resonaba a lo largo de aquel tramo de puente... Decenas, quizás cientos de esclavos se hallaban apilando rocas previamente talladas para tener forma rectangular, en aquel infernal puente esclavista cuyos orígenes se remontaban a varios siglos atrás. Varios ataques había sufrido ya, pero prácticamente nadie llevaba la contraria a las decisiones de un Tenrubito, ni siquiera aunque hubiera perecido siglos atrás. Mientras tanto, de una de las celdas móviles mas vigiladas de aquel tramo del puente, un preso demasiado problemático para dejarlo con los demás y con una voluntad aparentemente imposible de doblegar por los castigos de los guardias había sido liberado por una invitada no deseada, mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte...
Respiré tomando algo de aire para relajarme, apoyando la espalda contra aquella columna del puente mientras me sentaba en el suelo... Sobre mi pasaba parte del enorme puente ya construido, y a lo lejos podían oírse las voces de distintos trabajadores que habían sido esclavizados o a los que sencillamente se les había acusado de crímenes que nunca habían cometido. Mi caso era algo distinto, antes de terminar aquí habían jugado con mi vida como si me tratara de un simple juguete al cual sobreexplotar, y tras fallar... Bueno, me habían enviado a este punto.
Los presos hablaban de una posible incursión revolucionaria, de como quedarían en libertad bajo las órdenes de aquel legendario líder de los revolucionarios, incluso te contaban lo que harían al salir de su esclavitud... Pero la realidad es que pocos hombres consiguen huir de la "Justicia" para siempre, y los revolucionarios no vinieron. De no haber sido por el sorpresivo reencuentro con Nine posiblemente no habría sido capaz de huir en condiciones, pues ya lo había intentado varias veces, y es difícil cuando tienes varios grilletes en el cuerpo, habría sido abatido o sencillamente arrojado por un lado del puente, y es que no me encontraba en mi mejor momento, no al menos físicamente hablando. La joven había cambiado mucho con el tiempo, y no solo en sus dotes mas... Femeninas, si no que anteriormente nunca había mostrado tanta habilidad como la de aquel día para sacarme de mi celda.
Ahora no se encontraba a mi lado, había ido a buscar algo de comida mientras yo con ayuda de una roca y la palanca de apoyo que me proporcionaba una mas que útil barra de metal arremetía contra el grillete de mi pierna que aún la rodeaba. Tras el tercer impacto la roca estalló entre mis manos mientras el clavo que cerraba uno de los extremos cedía, liberando por fin el único miembro que aún me quedaba apresado.
- Ya era hora... - Arrojé la graba que quedaba entre mis manos, pero no me deshice de la barra metálica. Aquel acero era de calidad, posiblemente dedicado para uno de los muchos pilares centrales que había que poner casi cada kilómetro, y aunque basta... me resultaba un arma muy útil.
Dejé la barra apoyada a mi lado y descansé mirando la superficie del mar golpear contra las zonas bajas del puente, mientras pensaba en como huir de aquel lugar... No podía permitir que Nine también resultara apresada tras haberme ayudado a huir, pero dos personas solas no son una gran fuerza opositora, sin embargo un pequeño ejército de como mínimo cinco personas ocultas entre una gran revolución... Si, aquella era la solución, armar a los presos. Si bien antes de nada yo mismo tenía que dejar de parecer un preso, así que sujetando con fuerza la parte frontal de mi camisa a rayas tiré de la misma resquebrajándose ante la tensión, dejándola caer después al mar, mecida por el viento. Por suerte los pantalones eran de un color uniforme, por que ir en calzoncillos por el puente llamaría mas la atención que ir sin grilletes y con la equitación de preso, aunque no me vendría mal hacerme con algo mas de ropa...
Me giré cuando escuché unos suaves pasos varios metros a mi izquierda, antes de ver aparecer a Nine con un pequeño saco - Perdona mi aspecto... Pero nunca me han sentado bien la ropa a rayas.
El sonido de los picos y las espátulas resonaba a lo largo de aquel tramo de puente... Decenas, quizás cientos de esclavos se hallaban apilando rocas previamente talladas para tener forma rectangular, en aquel infernal puente esclavista cuyos orígenes se remontaban a varios siglos atrás. Varios ataques había sufrido ya, pero prácticamente nadie llevaba la contraria a las decisiones de un Tenrubito, ni siquiera aunque hubiera perecido siglos atrás. Mientras tanto, de una de las celdas móviles mas vigiladas de aquel tramo del puente, un preso demasiado problemático para dejarlo con los demás y con una voluntad aparentemente imposible de doblegar por los castigos de los guardias había sido liberado por una invitada no deseada, mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte...
Respiré tomando algo de aire para relajarme, apoyando la espalda contra aquella columna del puente mientras me sentaba en el suelo... Sobre mi pasaba parte del enorme puente ya construido, y a lo lejos podían oírse las voces de distintos trabajadores que habían sido esclavizados o a los que sencillamente se les había acusado de crímenes que nunca habían cometido. Mi caso era algo distinto, antes de terminar aquí habían jugado con mi vida como si me tratara de un simple juguete al cual sobreexplotar, y tras fallar... Bueno, me habían enviado a este punto.
Los presos hablaban de una posible incursión revolucionaria, de como quedarían en libertad bajo las órdenes de aquel legendario líder de los revolucionarios, incluso te contaban lo que harían al salir de su esclavitud... Pero la realidad es que pocos hombres consiguen huir de la "Justicia" para siempre, y los revolucionarios no vinieron. De no haber sido por el sorpresivo reencuentro con Nine posiblemente no habría sido capaz de huir en condiciones, pues ya lo había intentado varias veces, y es difícil cuando tienes varios grilletes en el cuerpo, habría sido abatido o sencillamente arrojado por un lado del puente, y es que no me encontraba en mi mejor momento, no al menos físicamente hablando. La joven había cambiado mucho con el tiempo, y no solo en sus dotes mas... Femeninas, si no que anteriormente nunca había mostrado tanta habilidad como la de aquel día para sacarme de mi celda.
Ahora no se encontraba a mi lado, había ido a buscar algo de comida mientras yo con ayuda de una roca y la palanca de apoyo que me proporcionaba una mas que útil barra de metal arremetía contra el grillete de mi pierna que aún la rodeaba. Tras el tercer impacto la roca estalló entre mis manos mientras el clavo que cerraba uno de los extremos cedía, liberando por fin el único miembro que aún me quedaba apresado.
- Ya era hora... - Arrojé la graba que quedaba entre mis manos, pero no me deshice de la barra metálica. Aquel acero era de calidad, posiblemente dedicado para uno de los muchos pilares centrales que había que poner casi cada kilómetro, y aunque basta... me resultaba un arma muy útil.
Dejé la barra apoyada a mi lado y descansé mirando la superficie del mar golpear contra las zonas bajas del puente, mientras pensaba en como huir de aquel lugar... No podía permitir que Nine también resultara apresada tras haberme ayudado a huir, pero dos personas solas no son una gran fuerza opositora, sin embargo un pequeño ejército de como mínimo cinco personas ocultas entre una gran revolución... Si, aquella era la solución, armar a los presos. Si bien antes de nada yo mismo tenía que dejar de parecer un preso, así que sujetando con fuerza la parte frontal de mi camisa a rayas tiré de la misma resquebrajándose ante la tensión, dejándola caer después al mar, mecida por el viento. Por suerte los pantalones eran de un color uniforme, por que ir en calzoncillos por el puente llamaría mas la atención que ir sin grilletes y con la equitación de preso, aunque no me vendría mal hacerme con algo mas de ropa...
Me giré cuando escuché unos suaves pasos varios metros a mi izquierda, antes de ver aparecer a Nine con un pequeño saco - Perdona mi aspecto... Pero nunca me han sentado bien la ropa a rayas.
- Nota:
- Intentad entrar al rol con una explicación razonable para estar en este lugar... Sería raro que todo el mundo se perdiera y terminara en el mismo (Aunque uno o dos puede xD) Ya sea buscar a alguien, haber sido arrestado, estar infiltrado o tener que asesinar a quien sea... Si sencillamente preferís pasar por el lugar, tampoco pasa nada, solo aconsejo.
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Era un día como cualquier otro, llevaba como siempre un manto negro y mi cuerpo estaba mayormente cubierto de vendas, llevaba también unos pantalones negros, llevaba un pañuelo negro con un protector plateado en la frente y una máscara de color verde para cubrir la mitad inferior de mi rostro. Había llegado a Tequila Wolf en una pequeña barca que había robado en Logue Town, básicamente, con intenciones de observar con mis propios ojos, aquel puente que estaban construyendo los prisioneros que supuestamente, según la ley, lo eran. Mis intenciones eran claras, coger y escribir sobre ese sitio, criticando al gobierno mundial, pues lo que hacían no me parecía nada correcto. Después de amarrar la barca con unas cuerdas en el puerto, logré ver el puente y a gente con grilletes, camisetas a rayas y pantalones, trabajando.
Era demasiado doloroso verlos, la mayoría seguramente tendría una familia que los estaba esperando, aunque no todos parecían no haber sido acusados falsamente, pues había cada uno con unas ganas de matar increíbles. Podía notar como algunos presos hablaban y veía que no habían perdido la esperanza, pues decían que seguro alguna banda de revolucionarios, les liberaría de ese tortuoso lugar. -Podría intentar liberarles... pero no soy rival suficiente para tantos marines... y tampoco puedo transformarme en Cerbero, pues pesaría mucho y el puente se acabaría viniendo abajo por mi peso...- Murmuré mientras empezaba a andar y sacaba de una bolsa que llevaba unas cuantas hojas de papel y empezaba a escribir una historia, criticando, mas que nada, al gobierno mundial.
Habían muchos escritores, que usaban sus libros para criticar este gobierno podrido, y la verdad, yo quería ser uno de ellos, además, había escuchado cosas sobre los revolucionarios y los empezaba a admirar. Empecé a escribir todo lo que veía, como era ese ambiente, este puente el cual pisaban mis pies en esos instantes, esa gente que era acusada de algún crimen injustamente con mis ojos, esas palabras de esperanza que escuchaba con mis oídos, absolutamente todo lo que veía, pensaba y escuchaba.
Seguía escribiendo mientras iba caminando por ese puente, hasta que me tropecé con un chico y caí al suelo, este, solo llevaba unos pantalones por lo que pude ver y parecía, por como estaba, que era un preso que quería fugarse, al menos, este estaba libre de grilletes. Tenía el pelo de un color grisáceo y ojos ámbar oscuros. Me levanté rápidamente y observé que no estaba solo, había una chica a su lado. -Perdón, no miraba por donde iba...- Dije disculpándome ante aquel chico.
Era demasiado doloroso verlos, la mayoría seguramente tendría una familia que los estaba esperando, aunque no todos parecían no haber sido acusados falsamente, pues había cada uno con unas ganas de matar increíbles. Podía notar como algunos presos hablaban y veía que no habían perdido la esperanza, pues decían que seguro alguna banda de revolucionarios, les liberaría de ese tortuoso lugar. -Podría intentar liberarles... pero no soy rival suficiente para tantos marines... y tampoco puedo transformarme en Cerbero, pues pesaría mucho y el puente se acabaría viniendo abajo por mi peso...- Murmuré mientras empezaba a andar y sacaba de una bolsa que llevaba unas cuantas hojas de papel y empezaba a escribir una historia, criticando, mas que nada, al gobierno mundial.
Habían muchos escritores, que usaban sus libros para criticar este gobierno podrido, y la verdad, yo quería ser uno de ellos, además, había escuchado cosas sobre los revolucionarios y los empezaba a admirar. Empecé a escribir todo lo que veía, como era ese ambiente, este puente el cual pisaban mis pies en esos instantes, esa gente que era acusada de algún crimen injustamente con mis ojos, esas palabras de esperanza que escuchaba con mis oídos, absolutamente todo lo que veía, pensaba y escuchaba.
Seguía escribiendo mientras iba caminando por ese puente, hasta que me tropecé con un chico y caí al suelo, este, solo llevaba unos pantalones por lo que pude ver y parecía, por como estaba, que era un preso que quería fugarse, al menos, este estaba libre de grilletes. Tenía el pelo de un color grisáceo y ojos ámbar oscuros. Me levanté rápidamente y observé que no estaba solo, había una chica a su lado. -Perdón, no miraba por donde iba...- Dije disculpándome ante aquel chico.
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Con el paso balanceante y los brazos pasados por detrás de la nuca, camino optimista por el enorme puente en construcción. Con gusto lo destruiría con un bazooka si tal arma estuviese en mis armas. Pero no es así, y además su inercia posiblemente me dejase perjudicados varios músculos. A fin de cuentas la fuerza no es la mejor característica que me acompaña. Aunque tengo mis motivos para pensar así, para desear una acción directa y destructiva. Pues mi especialidad es moverme entre las sombras, colarme por chimeneas si es preciso y… repartir un poquito de caridad. En este sentido que cada cual entienda lo que desee por caridad. Un bien de la sociedad, un grano en el culo según como quiera mirarse. Pero ahora que Eryx había quedado en libertad, todo había tomado un rumbo alentador.
No había resultado fácil, ni rápido, ni bonito. He tardado meses hasta poder dar con él, pero realmente llevo años buscándole. Las pistas que llegaban hasta mis oídos eran muy contradictorias, a menudo erróneas pero sobre todo; sobrecogedoras. A pesar de estar profesionalmente preparada para llevar a cabo este tipo de empresas, lo cierto es que ha sido el más duro. Quizás porque es el más importante que he tenido y tendré en toda mi vida; mucho que encontrar, mucho que perder, por motivos puramente personales. Ni siquiera soy capaz de explicar que he sido capaz de sentir cuando por fin lo he tenido cara a cara enfrente de la mía. Aparte de la alegría y la ilusión que chocan en el primer instante con una fuerza arrolladora. Ojala pudiese decir que era tal y como lo recordaba, pero ese tipo de detalles tan emocionalmente correctos… no son los que la memoria suele darnos. La mía podía aventurar un físico aproximado en referencia a lo que los años había podido hacer con él. Aunque hay cosas que nunca cambian.
Eryx necesita recuperar fuerzas para que podamos dirigirnos hacia algún lugar sin peligro a que el maltrato al que ha estado expuesto le cobre factura. Me dirijo hacia un puestecito de fruta que hay pasado el puente y unos callejones interiores. Distraigo al tendero y me echo al hatillo unas cuantas manzanas. Como me he dedicado en este tiempo a buscar a Eryx no he podido centrarme en otros trabajillos que me habrían producido ingresos. Aunque en el pasado estuve muy familiarizada con el robo, ahora lo encuentro como una inversión. Le pago a la sociedad con mis servicios, pero de vez en cuando, si no me puedo permitir comer, espero que la sociedad me ofrezca sus servicios también.
Regreso a toda velocidad yendo por los tejados para aligerar. Hasta que los edificios desaparecen y debo completar el resto del camino de forma tradicional hasta dar con Eryx. Se ha quitado la camiseta que me ha dejado inevitablemente con una expresión estupefacta dejándome con la boca abierta. Desvío la mirada con rapidez siendo consciente de cómo mis mejillas se ruborizan. No estoy acostumbrada a… yo… ejem… Pero tras escuchar su voz, una nueva no conocida sale poco después. Compruebo si se encuentra bien tras el impacto con el muchacho, ya que todo indica que este iba distraído y se ha chocado contra Eryx.Decido acercarme más aunque antes de eso, saco de mi hatillo una de mis manzanas y se la lanzo para que vaya dándole mordiscos.
Supongo que después podemos mirar que se puede conseguir por ahí. –Me cruzo de brazos adoptando una pose desenfrenada ladeada ligeramente hacia la izquierda mientras sonrío algo más calmada con una expresión divertida. Entonces rápidamente caí en la cuenta de la clase de preguntas que podría estarse haciendo el joven que por causalidad se había chocado con Eryx- Esto… ¿has sufrido algún daño? El tiempo apremia estos días, prisas por aquí y por allá… -Me encojo de hombros y miro hacia Eryx para que acompañe mis palabras. Deberíamos salir de aquí cuanto antes, pero quizás ya tuviese un plan.
No había resultado fácil, ni rápido, ni bonito. He tardado meses hasta poder dar con él, pero realmente llevo años buscándole. Las pistas que llegaban hasta mis oídos eran muy contradictorias, a menudo erróneas pero sobre todo; sobrecogedoras. A pesar de estar profesionalmente preparada para llevar a cabo este tipo de empresas, lo cierto es que ha sido el más duro. Quizás porque es el más importante que he tenido y tendré en toda mi vida; mucho que encontrar, mucho que perder, por motivos puramente personales. Ni siquiera soy capaz de explicar que he sido capaz de sentir cuando por fin lo he tenido cara a cara enfrente de la mía. Aparte de la alegría y la ilusión que chocan en el primer instante con una fuerza arrolladora. Ojala pudiese decir que era tal y como lo recordaba, pero ese tipo de detalles tan emocionalmente correctos… no son los que la memoria suele darnos. La mía podía aventurar un físico aproximado en referencia a lo que los años había podido hacer con él. Aunque hay cosas que nunca cambian.
Eryx necesita recuperar fuerzas para que podamos dirigirnos hacia algún lugar sin peligro a que el maltrato al que ha estado expuesto le cobre factura. Me dirijo hacia un puestecito de fruta que hay pasado el puente y unos callejones interiores. Distraigo al tendero y me echo al hatillo unas cuantas manzanas. Como me he dedicado en este tiempo a buscar a Eryx no he podido centrarme en otros trabajillos que me habrían producido ingresos. Aunque en el pasado estuve muy familiarizada con el robo, ahora lo encuentro como una inversión. Le pago a la sociedad con mis servicios, pero de vez en cuando, si no me puedo permitir comer, espero que la sociedad me ofrezca sus servicios también.
Regreso a toda velocidad yendo por los tejados para aligerar. Hasta que los edificios desaparecen y debo completar el resto del camino de forma tradicional hasta dar con Eryx. Se ha quitado la camiseta que me ha dejado inevitablemente con una expresión estupefacta dejándome con la boca abierta. Desvío la mirada con rapidez siendo consciente de cómo mis mejillas se ruborizan. No estoy acostumbrada a… yo… ejem… Pero tras escuchar su voz, una nueva no conocida sale poco después. Compruebo si se encuentra bien tras el impacto con el muchacho, ya que todo indica que este iba distraído y se ha chocado contra Eryx.Decido acercarme más aunque antes de eso, saco de mi hatillo una de mis manzanas y se la lanzo para que vaya dándole mordiscos.
Supongo que después podemos mirar que se puede conseguir por ahí. –Me cruzo de brazos adoptando una pose desenfrenada ladeada ligeramente hacia la izquierda mientras sonrío algo más calmada con una expresión divertida. Entonces rápidamente caí en la cuenta de la clase de preguntas que podría estarse haciendo el joven que por causalidad se había chocado con Eryx- Esto… ¿has sufrido algún daño? El tiempo apremia estos días, prisas por aquí y por allá… -Me encojo de hombros y miro hacia Eryx para que acompañe mis palabras. Deberíamos salir de aquí cuanto antes, pero quizás ya tuviese un plan.
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- Tú, a limpiar la letrina. - me levanté con un gran dolor de cabeza, que hora era, las cinco ... dios mío. Empecé a rascarme los ojos irritados con las palmas de las manos, cuando aquella dulce voz volvió a hacer acto de presencia. - A ver bella durmiente, es que acaso también estás sordo, que limpies la maldita letrina! - está vez las dulces palabras, fueron acompañadas por una caricia en mi nuca, caricia que me hizo caer de mi "cama" y chocar bruscamente con el suelo. Puede que fuese un método un tanto brusco, pero hay que reconocer que me despertó del todo. Con los ojos bien abiertos pude observar claramente a mi agresor, era ni más ni menos que Gauf, uno de los seres más despreciables del grupo de seres despreciables que había conocido en toda mi vida, solo llevaba como su sirviente unas semanas, pero me habría bastado un día para saber que odiaría a aquel tipo durante una buena temporada. - Ya voy ... señor . -el grandullón mostró una sonrisa horrible ante esa última palabra. Avancé hacia el pasillo haciendo un gran esfuerzo por no abrir la boca, fue tanto el esfuerzo que pronto noté el sabor de la sangre en mi boca; mientras avanzaba no dejaba de decir para mi . - solo unos días más, un par de días más ...
Llegué al armario de la limpieza bastante cabreado, para colmo de males, había olvidado la llave de la puerta, defenitivamente hoy se avecinaba un día complicado; temeroso de volver a la habitación a por la llave y encontrarme con mi gran amigo Gauf, decidí derribarla de una patada.
- Au. - me tiré al suelo mientras me llevaba la mano a mi tobillo, el cual me dolía a horrores, según parecía la puerta era de buen material. Mientras me revolcaba en mis penurias por el frío suelo, Carl apareció de entre las sombras. - Veo que te has levantado con el pie izquierdo. - respondí con un murmullo y me levanté con su ayuda. - no me hables, hoy estoy de malas, podrías abrir el armario, necesito coger mi kit de limpieza. - Carl entre risas accedió, por lo nomal era un chico bastante gracioso y uno de los pocos con los que podía hablar con franqueza en aquel lugar, sin embargo ahora mismo me apetecía estar solo.
Cogí mi carrito y me fui hacia las letrinas sin decir nada ...
- Joder ... - me llevé rápidamente una mano a la cara, nunca había sido demasiado escrupuloso con el tema de los olores pero esto me sobrepasaba. Me até un trapo a modo de bandolero, y de una patada abrí la primera puerta.
- Ei! - no me lo podía creer había alguien dentro, estuve a punto de morirme del susto, según se decía Gaus era un osito de peluche en comparación con algún oficial que había por allí, sin embargo está vez había tenido suerte, era solo un recluta.
- Que haces aquí, a estas horas. - pregunté.
- Tu que crees - me respondió sin cortarse un pelo.
- Ums, un graciosillo. - toma, dije mientras le tendía la fregona y el cubo, todo esto dicho con la voz más autoritaria de la que fui capaz. - estaba buscando al imbécil que se había dejado la fregona sin limpiar nada, pero veo que ya le he encontrado sustituto - me fui sin decir palabra oyendo de fondo los murmullos de incredulidad del pobre chico. Por suerte para mi, las novatas en este lugar eran siempre de los más desagradables, por lo que esperaba que el recluta cumpliese mis ordenes; no podía dejar de agradecer que hoy no me hubiese puesto el uniforme de sirviente ...
Escondiéndome por los rincones logré salir del edificio, supuestamente solo era ayudante de cocina, sin embargo aquí todo el mundo se aprovechaba del que tenían por debajo de su rango, por suerte había aprendido rápido que si no te ven no pueden ordenarte nada, así que me fui hacia mi lugar secreto, con la intención de pasar un bonito día sabático.
Me estiré lentamente saboreando las horas de sueño recuperadas, el sonido de los picos y palas me había arropado durante buena parte de la mañana, y aunque al principio me resultó molesto, al final se había convertido en una especie de nana un tanto arcaica pero igualmente efectiva. Me levanté sin miedo alguno, aun llevaba mi pijama puesto, el cual no dejaba de ser un uniforme marine viejo, y me dispuse a dar un paseo por las obras, solo tenía que tener cuidado en evitar la zona que controlaba Gaus y los suyos y todo iría bien.
Llegué al armario de la limpieza bastante cabreado, para colmo de males, había olvidado la llave de la puerta, defenitivamente hoy se avecinaba un día complicado; temeroso de volver a la habitación a por la llave y encontrarme con mi gran amigo Gauf, decidí derribarla de una patada.
- Au. - me tiré al suelo mientras me llevaba la mano a mi tobillo, el cual me dolía a horrores, según parecía la puerta era de buen material. Mientras me revolcaba en mis penurias por el frío suelo, Carl apareció de entre las sombras. - Veo que te has levantado con el pie izquierdo. - respondí con un murmullo y me levanté con su ayuda. - no me hables, hoy estoy de malas, podrías abrir el armario, necesito coger mi kit de limpieza. - Carl entre risas accedió, por lo nomal era un chico bastante gracioso y uno de los pocos con los que podía hablar con franqueza en aquel lugar, sin embargo ahora mismo me apetecía estar solo.
Cogí mi carrito y me fui hacia las letrinas sin decir nada ...
- Joder ... - me llevé rápidamente una mano a la cara, nunca había sido demasiado escrupuloso con el tema de los olores pero esto me sobrepasaba. Me até un trapo a modo de bandolero, y de una patada abrí la primera puerta.
- Ei! - no me lo podía creer había alguien dentro, estuve a punto de morirme del susto, según se decía Gaus era un osito de peluche en comparación con algún oficial que había por allí, sin embargo está vez había tenido suerte, era solo un recluta.
- Que haces aquí, a estas horas. - pregunté.
- Tu que crees - me respondió sin cortarse un pelo.
- Ums, un graciosillo. - toma, dije mientras le tendía la fregona y el cubo, todo esto dicho con la voz más autoritaria de la que fui capaz. - estaba buscando al imbécil que se había dejado la fregona sin limpiar nada, pero veo que ya le he encontrado sustituto - me fui sin decir palabra oyendo de fondo los murmullos de incredulidad del pobre chico. Por suerte para mi, las novatas en este lugar eran siempre de los más desagradables, por lo que esperaba que el recluta cumpliese mis ordenes; no podía dejar de agradecer que hoy no me hubiese puesto el uniforme de sirviente ...
Escondiéndome por los rincones logré salir del edificio, supuestamente solo era ayudante de cocina, sin embargo aquí todo el mundo se aprovechaba del que tenían por debajo de su rango, por suerte había aprendido rápido que si no te ven no pueden ordenarte nada, así que me fui hacia mi lugar secreto, con la intención de pasar un bonito día sabático.
Me estiré lentamente saboreando las horas de sueño recuperadas, el sonido de los picos y palas me había arropado durante buena parte de la mañana, y aunque al principio me resultó molesto, al final se había convertido en una especie de nana un tanto arcaica pero igualmente efectiva. Me levanté sin miedo alguno, aun llevaba mi pijama puesto, el cual no dejaba de ser un uniforme marine viejo, y me dispuse a dar un paseo por las obras, solo tenía que tener cuidado en evitar la zona que controlaba Gaus y los suyos y todo iría bien.
Eryx
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Sonrío con cierta picardia al ver como Nine desvía la mirada, riéndome por lo bajo. No es que pueda considerar mi aspecto actual como algo demasiado perturbador, después de todo y a pesar de la camisa que me acabo de quitar, mi cuerpo está completamente cubierto de tierra y polvo, algo normal en aquel lugar aunque te niegues a trabajar.
Y entonces un chico salió de la nada. Parecía distraído mientras caminaba, y por curiosidad no dije nada al respecto de el... Iba completamente cubierto por sus ropajes, sin un solo ápice de los mismos que le mostrara como un marine, pero claramente tampoco se trataba de un preso. Antes de que me diera tiempo a percatarme de que iba directo a mis piernas chocó contra las mismas, me dio tiempo a apartarme, si bien no lo suficiente rápido como para que ni el se cayera al suelo ni yo fuera pisoteado por un incontrolable accidente, aunque por suerte no dolió demasiado, peores golpes había recibido los días anteriores - No pasa nada... Es mas, resulta sorprendente que te disculpes ante alguien que evidentemente es un preso cuyos crímenes desconoces ¿No me temes? - Me río con tranquilidad, marcando la ironía de mis palabras mientras cazo al vuelo la manzana que me lanza Nine, dándola un bocado con voracidad y masticándolo antes de tragármelo.
- No pareces de por aquí... Ni eres un preso ni un marine, y por tus modos tampoco trabajas para el gobierno, es decir, no pareces un perro, lo se por que he visto a muchos - Doy un par de mordiscos mas, frenado por mi estómago a seguir hablando... Hace mucho que no como, así que aquello es un gran evento, sobretodo por que la fruta da energías con rapidez, algo que me conviene - Por otro lado... ¿Sabes que si algún marine te ve pasaras a ser uno de nosotros? - Sonreí y di un nuevo mordisco a la manzana, habiendo devorado ya mas de la mitad de la misma, mientras miraba con tranquilidad al mar desde donde nos hallábamos, dando un nuevo mordisco antes de seguir mirando al mar - Te expones a mucho riesgo, y no pareces perdido... ¿Que buscas allá donde el gobierno muestra toda su corrupción forrastero? Tus ojos te delatan, odias este lugar, pero aunque pareces fuerte, no aparentas serlo lo suficiente como para ser una avanzadilla revolucionaria, si bien... ¿Te gustaría serlo por un día?
Mis ojos resplandecieron mientras aquellas palabras salían de mi boca, que no tardó en llenarse de nuevo con el fresco sabor del fruto que tenía entre mis manos, terminando de devorarlo, comiéndome incluso el corazón, guardándome las pepitas del mismo y tirando el cordón antes de ponerme en pie, para lo cual usé mi barra de metal como apoyo.
- Los revolucionarios no vendrán a liberar a nadie... Es inútil pensar que algo así volverá a ocurrir. No en una isla del East Blue abandonada hace mucho tiempo por cualquier tipo de esperanza. Quizás lo hicieran una vez, pero la revolución ha caído últimamente.. Aún queda gente noble y justa, pero su poder no es suficiente. - Sonreí de nuevo, apoyándome levemente en Nine, en parte por placer, en parte por que aún no me había recuperado de las innumerables palizas recibidas - Así que vamos a hacerlo nosotros... ¿Te parece pequeña? - Miré a la chica de reojo, con los mismos ojos que antaño cuando preparábamos uno de nuestros juveniles golpes... pero aquello ya no eran meros robos de pan, ni nosotros unos críos. Así que sin tardar volvía situar mis ojos sobre el joven sin rostro, tomando algo mas de seriedad en el rostro - No te conozco, y tampoco se tu nombre así que quizás te sorprenda lo que te estoy diciendo... pero creo que resulta evidente que yo solo seré incapaz de soltarles. Pero en ti puedo ver una luz que me resulta algo familiar, puedes irte por donde has venido o puedes cometer la locura de ayudarme a golpear al gobierno. Hoy aquí, en una de sus múltiples cabezas y en un tiempo, si logramos sobrevivir... Plantar una estaca en el corazón de la hidra.
Consigo recuperar parte de mi equilibrio, a pesar de lo cual no termino de separarme de la muchacha, respirando con soberbio placer el aire de aquel lugar en algún punto del mar, demasiado lejos de isla alguna - Si no vas a ayudar... Te aconsejo marcharte, por que he aprendido mucho durante mis años de presidio... Y El infierno va a llegar a este lugar cuando aquellos que son llamados demonios clamen su libertad bajo mi mano. Por cierto, mi nombre es Eryx... Y aún espero tu respuesta. ¿ Huirás? ¿O lucharas por una causa perdida que bien podría cortaste la vida?
Y entonces un chico salió de la nada. Parecía distraído mientras caminaba, y por curiosidad no dije nada al respecto de el... Iba completamente cubierto por sus ropajes, sin un solo ápice de los mismos que le mostrara como un marine, pero claramente tampoco se trataba de un preso. Antes de que me diera tiempo a percatarme de que iba directo a mis piernas chocó contra las mismas, me dio tiempo a apartarme, si bien no lo suficiente rápido como para que ni el se cayera al suelo ni yo fuera pisoteado por un incontrolable accidente, aunque por suerte no dolió demasiado, peores golpes había recibido los días anteriores - No pasa nada... Es mas, resulta sorprendente que te disculpes ante alguien que evidentemente es un preso cuyos crímenes desconoces ¿No me temes? - Me río con tranquilidad, marcando la ironía de mis palabras mientras cazo al vuelo la manzana que me lanza Nine, dándola un bocado con voracidad y masticándolo antes de tragármelo.
- No pareces de por aquí... Ni eres un preso ni un marine, y por tus modos tampoco trabajas para el gobierno, es decir, no pareces un perro, lo se por que he visto a muchos - Doy un par de mordiscos mas, frenado por mi estómago a seguir hablando... Hace mucho que no como, así que aquello es un gran evento, sobretodo por que la fruta da energías con rapidez, algo que me conviene - Por otro lado... ¿Sabes que si algún marine te ve pasaras a ser uno de nosotros? - Sonreí y di un nuevo mordisco a la manzana, habiendo devorado ya mas de la mitad de la misma, mientras miraba con tranquilidad al mar desde donde nos hallábamos, dando un nuevo mordisco antes de seguir mirando al mar - Te expones a mucho riesgo, y no pareces perdido... ¿Que buscas allá donde el gobierno muestra toda su corrupción forrastero? Tus ojos te delatan, odias este lugar, pero aunque pareces fuerte, no aparentas serlo lo suficiente como para ser una avanzadilla revolucionaria, si bien... ¿Te gustaría serlo por un día?
Mis ojos resplandecieron mientras aquellas palabras salían de mi boca, que no tardó en llenarse de nuevo con el fresco sabor del fruto que tenía entre mis manos, terminando de devorarlo, comiéndome incluso el corazón, guardándome las pepitas del mismo y tirando el cordón antes de ponerme en pie, para lo cual usé mi barra de metal como apoyo.
- Los revolucionarios no vendrán a liberar a nadie... Es inútil pensar que algo así volverá a ocurrir. No en una isla del East Blue abandonada hace mucho tiempo por cualquier tipo de esperanza. Quizás lo hicieran una vez, pero la revolución ha caído últimamente.. Aún queda gente noble y justa, pero su poder no es suficiente. - Sonreí de nuevo, apoyándome levemente en Nine, en parte por placer, en parte por que aún no me había recuperado de las innumerables palizas recibidas - Así que vamos a hacerlo nosotros... ¿Te parece pequeña? - Miré a la chica de reojo, con los mismos ojos que antaño cuando preparábamos uno de nuestros juveniles golpes... pero aquello ya no eran meros robos de pan, ni nosotros unos críos. Así que sin tardar volvía situar mis ojos sobre el joven sin rostro, tomando algo mas de seriedad en el rostro - No te conozco, y tampoco se tu nombre así que quizás te sorprenda lo que te estoy diciendo... pero creo que resulta evidente que yo solo seré incapaz de soltarles. Pero en ti puedo ver una luz que me resulta algo familiar, puedes irte por donde has venido o puedes cometer la locura de ayudarme a golpear al gobierno. Hoy aquí, en una de sus múltiples cabezas y en un tiempo, si logramos sobrevivir... Plantar una estaca en el corazón de la hidra.
Consigo recuperar parte de mi equilibrio, a pesar de lo cual no termino de separarme de la muchacha, respirando con soberbio placer el aire de aquel lugar en algún punto del mar, demasiado lejos de isla alguna - Si no vas a ayudar... Te aconsejo marcharte, por que he aprendido mucho durante mis años de presidio... Y El infierno va a llegar a este lugar cuando aquellos que son llamados demonios clamen su libertad bajo mi mano. Por cierto, mi nombre es Eryx... Y aún espero tu respuesta. ¿ Huirás? ¿O lucharas por una causa perdida que bien podría cortaste la vida?
- Spoiler:
- Para el que no lo sepa recuerdo que el orden de res`puesta es libre, así que aunque podéis si queréis respetar turnos cuando sea conveniente, en caso de ir por separado podéis llevar un ritmo propio.
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Logré reincorporarme gracias a la ayuda de la chica y entonces el preso empezó a hablar. -Pues no, no te temo, conozco a gente mucho peor...- Le respondí al comentario mientras recogía las hojas que estaba escribiendo, ya llevaba dos o tres sin darme cuenta. Aquel chico estaba comiéndose una manzana mientras se disponía a volver hablar. Reí ligeramente ante el comentario de aquel chico, decía que no parecía un perro, pero el poder de mi akuma me transformaba en uno y no uno pequeño, uno de tres cabezas, con cola de dragón y de gran tamaño. -Perdón... pero es que me ha hecho gracia tu comentario... por que... bah, dejadlo, son cosas mías...- Les dije mientras guardaba las hojas en mi bolsa.
Y otra vez, mientras aquel chico mordía la manzana, yo no me moví ni un solo ápice y escuché sus palabras para responder. -Da igual... la marina hace preso al que le da la gana... sin distinción ni nada...- Dije para después soltar un pequeño respiro. -Nada del otro mundo... solo quería escribir un libro... nada más...- Dije mientras pensaba en si aceptar la propuesta de aquel sujeto, pues, no siempre te ofrecían ser de una avanzadilla revolucionaria.
Lo que decía aquel chico era cierto, seguramente no vendría nadie a liberarlos... pero viendo los ojos llenos de esperanza de mucha gente, no podía quedarme quieto y sin hacer nada, además, esos dos no parecía que fueran a hacer demasiado solos. Y mientras seguía escuchando el chico que me había hecho la oferta, podía notar como se empezaba a reunir gente alrededor nuestro, pues entre que uno iba semi desnudo, la chica, bueno, la chica no llamaba tanto la atención... y yo que iba con casi todo mi cuerpo cubierto de vendas y con todo el rostro tapado excepto mis ojos, parecíamos de una actuación callejera.
Que tanta gente me mirara me resultaba algo incómodo, pero igualmente, debía de pensar que hacer y no cometer ninguna estupidez. Me dijo que si quería podía marcharme por donde había venido o quedarme allí y ayudarles a lograr hacer la locura de golpear al gobierno. -Os ayudaré... con algunas condiciones... la primera, llamadme Mystogan... y la segunda... pertenezca a la clase social que pertenezca... no hagáis caso de ello...- Les dije, no quería que me mirasen mal por ser de clase alta, o por haberlo sido básicamente.
Aquel chico se llamaba Eryx, un nombre, como decirlo, mas original que el mío seguro. -Bueno... ¿que queréis que haga?... estoy a vuestras ordenes por el momento...- Dije, pues a lo mejor no aceptaban mis condiciones y en ese caso, mi unión a ellos se rompería y seguiría escribiendo la historia, aunque eso me iba de perlas, ayudarles me serviría para luego tener una mejor historia y luego publicarla para hacer que la gente se diera cuenta de lo podrido que estaba el gobierno.
Y otra vez, mientras aquel chico mordía la manzana, yo no me moví ni un solo ápice y escuché sus palabras para responder. -Da igual... la marina hace preso al que le da la gana... sin distinción ni nada...- Dije para después soltar un pequeño respiro. -Nada del otro mundo... solo quería escribir un libro... nada más...- Dije mientras pensaba en si aceptar la propuesta de aquel sujeto, pues, no siempre te ofrecían ser de una avanzadilla revolucionaria.
Lo que decía aquel chico era cierto, seguramente no vendría nadie a liberarlos... pero viendo los ojos llenos de esperanza de mucha gente, no podía quedarme quieto y sin hacer nada, además, esos dos no parecía que fueran a hacer demasiado solos. Y mientras seguía escuchando el chico que me había hecho la oferta, podía notar como se empezaba a reunir gente alrededor nuestro, pues entre que uno iba semi desnudo, la chica, bueno, la chica no llamaba tanto la atención... y yo que iba con casi todo mi cuerpo cubierto de vendas y con todo el rostro tapado excepto mis ojos, parecíamos de una actuación callejera.
Que tanta gente me mirara me resultaba algo incómodo, pero igualmente, debía de pensar que hacer y no cometer ninguna estupidez. Me dijo que si quería podía marcharme por donde había venido o quedarme allí y ayudarles a lograr hacer la locura de golpear al gobierno. -Os ayudaré... con algunas condiciones... la primera, llamadme Mystogan... y la segunda... pertenezca a la clase social que pertenezca... no hagáis caso de ello...- Les dije, no quería que me mirasen mal por ser de clase alta, o por haberlo sido básicamente.
Aquel chico se llamaba Eryx, un nombre, como decirlo, mas original que el mío seguro. -Bueno... ¿que queréis que haga?... estoy a vuestras ordenes por el momento...- Dije, pues a lo mejor no aceptaban mis condiciones y en ese caso, mi unión a ellos se rompería y seguiría escribiendo la historia, aunque eso me iba de perlas, ayudarles me serviría para luego tener una mejor historia y luego publicarla para hacer que la gente se diera cuenta de lo podrido que estaba el gobierno.
Nine
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Contemplo en silencio la conversación de Eryx con el extraño. Me cruzo de brazos ladeando la cabeza con curiosidad, no era el tipo de revuelta que llevaba por la cabeza empezar. Pero por una vez, el hecho de montar mucho jaleo y ruido me llenaba de satisfacción. El camino de las sombras está bien cuando pretendes que los cambios se hagan de forma gradual y poco perceptible. Pero son los movimientos drásticos los que trascienden en la memoria de la gente, los que se escriben en los libros de historia. Guardo comedidamente las preguntas que me suscita la persona que se nos acaba de unir en la campaña. A fin de cuentas lo que importa son las acciones y hasta donde sea capaz de llegar por ellas. El resto paja.
Prefiero andarme con cinco ojos por defecto profesional. Además de que llevamos casi tanto tiempo esperando por esto que la ilusión de su realización puede hacerse contagiosa. Sonrío con cierta timidez y asiento cuando Eryx habla sobre la revolución y los revolucionarios. Eryx se apoya sobre mí con mayor determinación, supongo que debemos contar de que en su estado él tiene que ser nuestra fuerza táctica mientras que los que debemos movilizarnos en este caso habremos de ser Mystogan y yo. Pues finalmente ha decidido unirse a nuestra causa, al parecer ese libro que quería escribir era lo suficientemente importante como para denunciar junto a nosotros el abuso de poder. Avanzo un paso hacia delante llevando mis dedos pulgar e índice hacia mi barbilla para acariciarla en un gesto pensativo.
Para empezar deberíamos ser más discretos, porque el hecho de discutir planes en medio de ninguna parte… solo puede hacer que acabemos en prisión.-Comento en un tono suave sin dejar de mirar a los dos, luego relajo mi expresión.- Por el resto, se trata de que cada cual haga lo que mejor sepa hacer.-Sonrío encogiéndome de hombros como si esa fuese la respuesta más obvia del mundo. Y realmente lo es, aunque nada sencilla de realizar por otra parte.-Eryx ¿Qué te parece si le echo otra ojeada al terreno y luego os comento? Tengo material suficiente para pasar desapercibida una vez más. Además es divertido y… a mí tampoco quiero que se me valore por mi clase social. –Dije con cierta picardía haciendo alusión a un comentario anterior que ofreció el muchacho que ha decidido acompañarnos. Saco de mi hatillo un gorrito de marine dando una pista sobre en qué estoy pensando y lo vuelvo a guardar. Mi sonrisa se amplía.-Oh, cierto. A mí me llaman Nine.-Comento sonrojándome levemente.
Prefiero andarme con cinco ojos por defecto profesional. Además de que llevamos casi tanto tiempo esperando por esto que la ilusión de su realización puede hacerse contagiosa. Sonrío con cierta timidez y asiento cuando Eryx habla sobre la revolución y los revolucionarios. Eryx se apoya sobre mí con mayor determinación, supongo que debemos contar de que en su estado él tiene que ser nuestra fuerza táctica mientras que los que debemos movilizarnos en este caso habremos de ser Mystogan y yo. Pues finalmente ha decidido unirse a nuestra causa, al parecer ese libro que quería escribir era lo suficientemente importante como para denunciar junto a nosotros el abuso de poder. Avanzo un paso hacia delante llevando mis dedos pulgar e índice hacia mi barbilla para acariciarla en un gesto pensativo.
Para empezar deberíamos ser más discretos, porque el hecho de discutir planes en medio de ninguna parte… solo puede hacer que acabemos en prisión.-Comento en un tono suave sin dejar de mirar a los dos, luego relajo mi expresión.- Por el resto, se trata de que cada cual haga lo que mejor sepa hacer.-Sonrío encogiéndome de hombros como si esa fuese la respuesta más obvia del mundo. Y realmente lo es, aunque nada sencilla de realizar por otra parte.-Eryx ¿Qué te parece si le echo otra ojeada al terreno y luego os comento? Tengo material suficiente para pasar desapercibida una vez más. Además es divertido y… a mí tampoco quiero que se me valore por mi clase social. –Dije con cierta picardía haciendo alusión a un comentario anterior que ofreció el muchacho que ha decidido acompañarnos. Saco de mi hatillo un gorrito de marine dando una pista sobre en qué estoy pensando y lo vuelvo a guardar. Mi sonrisa se amplía.-Oh, cierto. A mí me llaman Nine.-Comento sonrojándome levemente.
Hashirama
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Un día nuevo comenzaba y todo parecía mantenerse igual, y uso la partícula parecer porque aunque a simple vista todo se situaba en la misma monotonía de siempre hoy iba a ser el día del cambio que tanto tiempo había estado esperando, aunque en aquellos momentos yo no era consciente de ello. Hacía frío, o por lo menos a mí me lo parecía, pues comparado con el clima de mi isla natal el de esta isla era bastante gélido, y a pesar de esto tan solo íbamos vestidos con un par de harapos que a penas lograban cubrirnos la mitad del cuerpo, llenos de agujeros y sucios, de un material tan fino que parecía como si no lleváramos nada encima ... echaba de menos mi armadura, me sentía raro sin ella, pero por el momento debía seguir siendo uno más, aún no era el momento de dar el golpe por el que había venido. Ya hacía casi un año que me encontraba en aquel desastroso puente del que se avergonzaría cualquier arquitecto con dos dedos de frente y cualquier ser humano que viese lo que aquí acontece con digamos la mano de obra barata.
Un año atrás a penas había escuchado hablar de este lugar, pero lo poco que sabía me sirvió para pedir ayuda en la revolución para hacer algo que cambiase el curso de los acontecimientos en este denigrante lugar, aunque para mi entonces gran sorpresa nadie quiso ayudar, todos hablaban de lo mismo, un lugar perdido. Lo más irónico de todo es que los presos de la isla aún tienen esperanzas en que vengan a ayudarlos, al menos los más optimistas. Pero yo no era como los demás, no podía quedarme quieto ante una injusticia de tal calibre, de modo que decidí ir yo solo a ese lugar conocido como Tequila Wolf, en principio para evaluar la situación y rescatar a cuanta más gente mejor. Pero para eso hace falta poder, y por aquel entonces no lo tenía, y ahora mucho menos, aunque ese no es el caso. El tema es que a mi llegada las cosas se complicaron y acabé prisionero, de modo que mis planes cambiaron: esperaría a ver un ápice valor, de esperanza, de revolución para poder salvar a la gente que pudiera aprovechando la situación de caos que suponía reinaría en ese momento. Pero los días fueron pasando uno tras otro, mis esperanzas fueron decayendo, y no ocurría nada. Así pues he llegado hasta el día de hoy.
"Ya no puedo más" Mi cuerpo estaba cansado por tanto trabajar durante este tiempo de manera forzosa, pero la que estaba realmente cansada era mi alma, cansada de ver como los presos caían en un ciclo interminable de oscuridad sin esperanza alguna, no podía seguir así. Mirase al lado que mirase todo era lo mismo, y si no me daba prisa incluso yo podría caer en ese ciclo de oscuridad del que pocos salen, pero habían demasiados marines controlando como para poder hacer algo. En ese instante pude ver algo que me llamó la atención, fue pura casualidad. Mi mirada se clavó justo en un lugar alejado sobre el cual nadie estaba mirando, se puede decir que estaba mirando el infinito pero no era así, y justo en ese momento, en esas décimas de segundo un chico apareció corriendo y justo unos segundos después también vi pasar a una joven. No podía ser casualidad, y aunque lo fuese había perdido demasiado tiempo en este puente como para desaprovechar esta oportunidad - Voy a por más madera del almacén - Le decía con voz tosca y condescendiente al marine que se encargaba de vigilar a nuestra unidad mientras me daba la vuelta y caminaba a duras penas, a causa de los grilletes en manos y pies, hacia el almacén, el cual se encontraba en la misma dirección en la cual había visto a esos chicos hacía tan solo unos segundos.
Cuando entré en su punto ciego no me resultó difícil deshacerme de los grilletes de ambas partes de mi cuerpo, pues hice brotar una lámina fina de madera desde mi hombro que fue justo a la cerradura de estos y, tras acoplarse a la forma que tenía la cerradura, la convertí en una llave que tan solo tuve que girar para despojarlos de mi cuerpo. Pero aún así, los llevé puestos, fingiendo que seguían cerrados, hasta llegar a la parte de detrás del almacén, donde se encontraban las maderas, la cual estaba menos vigilada y entonces aproveché, pero no sin antes coger mi armadura, la cual resultaba que conseguí esconder justamente allí escondida debajo de un suelo de madera falso que yo mismo hice. Una vez la tuve colocada, tapando la camiseta a rayas de preso, solté definitivamente los grilletes y salí saltando por la ventana aprovechando mis capacidades shinobis para no hacer ni el más mínimo ruido. Más tarde solo me mantuve escondido, avanzando poco a poco para no ser visto, hasta llegar a aquel lugar, donde pude comprobar que no había nadie, lo que era de esperar porque si esos jóvenes estaban huyendo o algo por el estilo no se iban a quedar quietos. De modo que me tocó seguir corriendo por encima de los tejados, para así, avanzar más rápido, y ver si los podía encontrar. Pero estaba demasiado ofuscado en ello, tanto que no me di cuenta de que tanto tiempo inactivo había pasado factura a mi cuerpo el cual estaba bastante dañado y no podía moverse igual. No me di cuenta de ello hasta que mi tobillo izquierdo cedió y caí desde lo alto del tejado al firme suelo.
El golpe me dolió bastante, mucho más de lo normal ya que caí de cabeza y la armadura no consiguió hacer mucho, pero más me dolía el tobillo el cual parecía no estar en muy buenas condiciones, seguramente tendría un esguince de primer grado o una torcedura, más tarde lo revisaría con más calma, pero por el momento tocaba levantarse. Cuando lo hice, vi como la banda de mi clan estaba sobre el suelo, la llevaba en la armadura y debía de haberse caído con el golpe, así que la recogí y me la coloqué con calma en la frente. Y en ese momento pude ver como acababa de hacer un gran ridículo, pues caí justo a unos metros de donde estaban los chicos de antes; pude reconocer más o menos al joven y a la joven que había visto antes corriendo, pero había alguien más allí, aunque no importaba, me habían visto caer de un tejado, algo vergonzoso - Ups, lo mío no son las caídas - Dije algo sonrojado echándome la mano derecha atrás de la cabeza y soltando un par de carcajadas. No tuve tiempo ni si quiera de ver como eran de cerca aquellas personas, pues en seguida intenté excusarme - Etto ... bueno os parecerá raro pero ... os vi salir corriendo antes y ... - Decía con un tono algo avergonzado y entrecortado. No conseguía explicar de una manera que no pareciera rara que estaba haciendo en ese lugar, o más bien no sabía decir que les había estado siguiendo - Soy Hashirama, encantado - Ahora si me repuse y tomé un poco más de confianza para hablar, y como no sabía que decir dije mi nombre. Debí de parecerles muy pero que muy raro.
Un año atrás a penas había escuchado hablar de este lugar, pero lo poco que sabía me sirvió para pedir ayuda en la revolución para hacer algo que cambiase el curso de los acontecimientos en este denigrante lugar, aunque para mi entonces gran sorpresa nadie quiso ayudar, todos hablaban de lo mismo, un lugar perdido. Lo más irónico de todo es que los presos de la isla aún tienen esperanzas en que vengan a ayudarlos, al menos los más optimistas. Pero yo no era como los demás, no podía quedarme quieto ante una injusticia de tal calibre, de modo que decidí ir yo solo a ese lugar conocido como Tequila Wolf, en principio para evaluar la situación y rescatar a cuanta más gente mejor. Pero para eso hace falta poder, y por aquel entonces no lo tenía, y ahora mucho menos, aunque ese no es el caso. El tema es que a mi llegada las cosas se complicaron y acabé prisionero, de modo que mis planes cambiaron: esperaría a ver un ápice valor, de esperanza, de revolución para poder salvar a la gente que pudiera aprovechando la situación de caos que suponía reinaría en ese momento. Pero los días fueron pasando uno tras otro, mis esperanzas fueron decayendo, y no ocurría nada. Así pues he llegado hasta el día de hoy.
"Ya no puedo más" Mi cuerpo estaba cansado por tanto trabajar durante este tiempo de manera forzosa, pero la que estaba realmente cansada era mi alma, cansada de ver como los presos caían en un ciclo interminable de oscuridad sin esperanza alguna, no podía seguir así. Mirase al lado que mirase todo era lo mismo, y si no me daba prisa incluso yo podría caer en ese ciclo de oscuridad del que pocos salen, pero habían demasiados marines controlando como para poder hacer algo. En ese instante pude ver algo que me llamó la atención, fue pura casualidad. Mi mirada se clavó justo en un lugar alejado sobre el cual nadie estaba mirando, se puede decir que estaba mirando el infinito pero no era así, y justo en ese momento, en esas décimas de segundo un chico apareció corriendo y justo unos segundos después también vi pasar a una joven. No podía ser casualidad, y aunque lo fuese había perdido demasiado tiempo en este puente como para desaprovechar esta oportunidad - Voy a por más madera del almacén - Le decía con voz tosca y condescendiente al marine que se encargaba de vigilar a nuestra unidad mientras me daba la vuelta y caminaba a duras penas, a causa de los grilletes en manos y pies, hacia el almacén, el cual se encontraba en la misma dirección en la cual había visto a esos chicos hacía tan solo unos segundos.
Cuando entré en su punto ciego no me resultó difícil deshacerme de los grilletes de ambas partes de mi cuerpo, pues hice brotar una lámina fina de madera desde mi hombro que fue justo a la cerradura de estos y, tras acoplarse a la forma que tenía la cerradura, la convertí en una llave que tan solo tuve que girar para despojarlos de mi cuerpo. Pero aún así, los llevé puestos, fingiendo que seguían cerrados, hasta llegar a la parte de detrás del almacén, donde se encontraban las maderas, la cual estaba menos vigilada y entonces aproveché, pero no sin antes coger mi armadura, la cual resultaba que conseguí esconder justamente allí escondida debajo de un suelo de madera falso que yo mismo hice. Una vez la tuve colocada, tapando la camiseta a rayas de preso, solté definitivamente los grilletes y salí saltando por la ventana aprovechando mis capacidades shinobis para no hacer ni el más mínimo ruido. Más tarde solo me mantuve escondido, avanzando poco a poco para no ser visto, hasta llegar a aquel lugar, donde pude comprobar que no había nadie, lo que era de esperar porque si esos jóvenes estaban huyendo o algo por el estilo no se iban a quedar quietos. De modo que me tocó seguir corriendo por encima de los tejados, para así, avanzar más rápido, y ver si los podía encontrar. Pero estaba demasiado ofuscado en ello, tanto que no me di cuenta de que tanto tiempo inactivo había pasado factura a mi cuerpo el cual estaba bastante dañado y no podía moverse igual. No me di cuenta de ello hasta que mi tobillo izquierdo cedió y caí desde lo alto del tejado al firme suelo.
El golpe me dolió bastante, mucho más de lo normal ya que caí de cabeza y la armadura no consiguió hacer mucho, pero más me dolía el tobillo el cual parecía no estar en muy buenas condiciones, seguramente tendría un esguince de primer grado o una torcedura, más tarde lo revisaría con más calma, pero por el momento tocaba levantarse. Cuando lo hice, vi como la banda de mi clan estaba sobre el suelo, la llevaba en la armadura y debía de haberse caído con el golpe, así que la recogí y me la coloqué con calma en la frente. Y en ese momento pude ver como acababa de hacer un gran ridículo, pues caí justo a unos metros de donde estaban los chicos de antes; pude reconocer más o menos al joven y a la joven que había visto antes corriendo, pero había alguien más allí, aunque no importaba, me habían visto caer de un tejado, algo vergonzoso - Ups, lo mío no son las caídas - Dije algo sonrojado echándome la mano derecha atrás de la cabeza y soltando un par de carcajadas. No tuve tiempo ni si quiera de ver como eran de cerca aquellas personas, pues en seguida intenté excusarme - Etto ... bueno os parecerá raro pero ... os vi salir corriendo antes y ... - Decía con un tono algo avergonzado y entrecortado. No conseguía explicar de una manera que no pareciera rara que estaba haciendo en ese lugar, o más bien no sabía decir que les había estado siguiendo - Soy Hashirama, encantado - Ahora si me repuse y tomé un poco más de confianza para hablar, y como no sabía que decir dije mi nombre. Debí de parecerles muy pero que muy raro.
- Spoiler:
- Si me he equivocado en algo decidme por aquí o por mp, que llevo un tiempo sin hacer rol y creo que estoy algo oxidado xD
Daeron
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Tan solo necesité unos pocos segundos para ponerme de mal humor, las condiciones en las que se encontraban los presos eran deplorables, hombres y mujeres de todas las edades, trabajaban hasta la extenuación, incluso llegué a atisbar a más de un niño entre los trabajadores. - Entiendo que haya gente lo suficientemente loca en el mundo como para idear este puente monstruoso, incluso creo conocer a más de un ser detestable que lo llamaría una buena obra, pero lo que no logro comprender, es que la marina, la gran marina, encargada de proteger y salvaguardar a los ciudadanos, sea la mano ejecutora de todo esto - dejé mis pensamientos a un lado, porque a lo lejos distinguí a mi compañero Carl.
- Hola Carl. - dije intentado sobreponerme a los sonidos de cientos de picos, palas y sierras.
- Ei, como te va Daeron, te veo con mejor cara. - dijo el sirviente sin evitar una sonrisa, seguramente rememorando mi patética patada. - Espera, creo que ya es hora de mi descanso, vayamos a hablar a otro lugar, tengo un par de cosas que contarte. - contento de poder salir de aquel lugar, encabecé la marcha hacia mi escondite, la misma ruta que había tomado hacía apenas unos minutos.
- Y bien. - dije por fin, mientras me sentaba encima de una piedra perfectamente plana.
- Te he delatado, lo siento mucho, pero al dejarte las llaves del armario me hacías cómplice de tu insubordinación. - dijo todo esto muy serio y sin dejar de mirarme a los ojos, la verdad es que no parecía arrepentido en absoluto, aunque tampoco lo culpaba.
- Así que se han enterado de que había delegado una de mis menos bonitas obligaciones en un superior ... es una lástima, pero bueno, supongo que tampoco es el fin del mundo ... - me quedé pensando un segundo, este "trabajo" era temporal, solo hasta que consiguiese el dinero suficiente para un pasaje de barco, sin embargo había otras opciones. Tras replanteármelo una última vez, terminé diciendo. - Supongo que ahora es tan buen momento como cualquiera para abandonar. - A mis palabras le siguió una larga pausa, no sabía en que estaría pensado Carl, pero empezaba a preocuparme, el al igual que la mayoría de los sirvientes, estaban allí con el único fin de convertirse en marines en un futuro no muy lejano, trabajaban a destajo, eran obedientes y ayudaban en todo lo que podían y más, y todo para borrar de su expediente un supuesto crimen, que de otra forma le habría acarreado llevar un pico en este preciso momento.
- Carl - dije por fin. - debe de haber un marine por cada ... no sé, pero así tirando a lo bajo, por cada seis presos, y eso en algunas zonas, porque hay partes del puente en las que apenas hay vigilancia. Sin embargo, nadie se revela, nadie se queja; salvando algún que otro intento de fuga, y a los presos recién llegados, todos parecen resignados a pasar aquí el resto de su vida, como, como es esto posible - terminé diciendo, mientras miraba con ojos escrutadores el enorme puente a medio hacer y a la multitud de gente que se apilaba a apenas unas decenas de metros de donde nos encontrábamos.
- Es muy simple Daeron, tienen miedo, más miedo del que te puedas imaginar, miedo a que maten a sus familias, o peor aún, a que las traigan aquí; miedo a que los torturen, miedo ... no puedes ni siquiera imaginártelo, y sinceramente espero que nunca tengas que hacerlo; aunque te advierto en una cosa, no es tan fácil abandonar este lugar como lo es de entrar y mucho menos para uno de nuestra clase. Tenlo muy presente si de verdad tienes pensado "abandonar" - dicho esto Carl empezó a caminar hacia la salida; cuando casi le había perdido de vista, le dije.
- Está claro que tienen miedo; sin embargo me gustaría pensar que el miedo no es tan fuerte como tu crees, yo pienso que solo necesitan una leve esperanza, algo que les haga recordar quienes son, una chispa, creo que una simple chispa podría hacer estallar este enrome almacén de pólvora. Y más tarde o más temprano espero que esto suceda, realmente creo que pueda suceder. - si Carl me oyó, lo desconocía, pero mis palabras aun resonaban en mis oídos cuando empecé a correr - una chispa ... - debía buscar una ropa más adecuada y marcharme de allí lo antes posible. Me abría gustado ayudar a aquella gente, pero yo solo no podría hacer nada, era inútil ni tan siquiera pensarlo, aunque por alguna razón, no lograba quitármelo de la cabeza.
- Hola Carl. - dije intentado sobreponerme a los sonidos de cientos de picos, palas y sierras.
- Ei, como te va Daeron, te veo con mejor cara. - dijo el sirviente sin evitar una sonrisa, seguramente rememorando mi patética patada. - Espera, creo que ya es hora de mi descanso, vayamos a hablar a otro lugar, tengo un par de cosas que contarte. - contento de poder salir de aquel lugar, encabecé la marcha hacia mi escondite, la misma ruta que había tomado hacía apenas unos minutos.
- Y bien. - dije por fin, mientras me sentaba encima de una piedra perfectamente plana.
- Te he delatado, lo siento mucho, pero al dejarte las llaves del armario me hacías cómplice de tu insubordinación. - dijo todo esto muy serio y sin dejar de mirarme a los ojos, la verdad es que no parecía arrepentido en absoluto, aunque tampoco lo culpaba.
- Así que se han enterado de que había delegado una de mis menos bonitas obligaciones en un superior ... es una lástima, pero bueno, supongo que tampoco es el fin del mundo ... - me quedé pensando un segundo, este "trabajo" era temporal, solo hasta que consiguiese el dinero suficiente para un pasaje de barco, sin embargo había otras opciones. Tras replanteármelo una última vez, terminé diciendo. - Supongo que ahora es tan buen momento como cualquiera para abandonar. - A mis palabras le siguió una larga pausa, no sabía en que estaría pensado Carl, pero empezaba a preocuparme, el al igual que la mayoría de los sirvientes, estaban allí con el único fin de convertirse en marines en un futuro no muy lejano, trabajaban a destajo, eran obedientes y ayudaban en todo lo que podían y más, y todo para borrar de su expediente un supuesto crimen, que de otra forma le habría acarreado llevar un pico en este preciso momento.
- Carl - dije por fin. - debe de haber un marine por cada ... no sé, pero así tirando a lo bajo, por cada seis presos, y eso en algunas zonas, porque hay partes del puente en las que apenas hay vigilancia. Sin embargo, nadie se revela, nadie se queja; salvando algún que otro intento de fuga, y a los presos recién llegados, todos parecen resignados a pasar aquí el resto de su vida, como, como es esto posible - terminé diciendo, mientras miraba con ojos escrutadores el enorme puente a medio hacer y a la multitud de gente que se apilaba a apenas unas decenas de metros de donde nos encontrábamos.
- Es muy simple Daeron, tienen miedo, más miedo del que te puedas imaginar, miedo a que maten a sus familias, o peor aún, a que las traigan aquí; miedo a que los torturen, miedo ... no puedes ni siquiera imaginártelo, y sinceramente espero que nunca tengas que hacerlo; aunque te advierto en una cosa, no es tan fácil abandonar este lugar como lo es de entrar y mucho menos para uno de nuestra clase. Tenlo muy presente si de verdad tienes pensado "abandonar" - dicho esto Carl empezó a caminar hacia la salida; cuando casi le había perdido de vista, le dije.
- Está claro que tienen miedo; sin embargo me gustaría pensar que el miedo no es tan fuerte como tu crees, yo pienso que solo necesitan una leve esperanza, algo que les haga recordar quienes son, una chispa, creo que una simple chispa podría hacer estallar este enrome almacén de pólvora. Y más tarde o más temprano espero que esto suceda, realmente creo que pueda suceder. - si Carl me oyó, lo desconocía, pero mis palabras aun resonaban en mis oídos cuando empecé a correr - una chispa ... - debía buscar una ropa más adecuada y marcharme de allí lo antes posible. Me abría gustado ayudar a aquella gente, pero yo solo no podría hacer nada, era inútil ni tan siquiera pensarlo, aunque por alguna razón, no lograba quitármelo de la cabeza.
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